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Escuela de Psicología
Estudiante:
Profesora:
Marcela Campabadal Castro.
I semestre 2010
Introducción
Los informes elaborados por el IAFA (2009) evidencian que para el año pasado, en
área metropolitana se atendieron 440 casos de intoxicación por consumo de sustancias
en edades de 12 a 14 años, lo cual indica una necesidad de establecer programas de
prevención temprana que permitan la disminución de esta problemática.
Los menores que abusan de las drogas también están en riesgo de fracaso escolar,
actos delictivos, ciertos trastornos psicopatológicos y bajos niveles de competencia y
autonomía en la edad adulta (Chassin, Pitts y De Lucia, 1999).
La noción de menor en riesgo indica que estas consecuencias no resultan
inevitablemente del uso o abuso de drogas a edades tempranas, sino que el uso y
abuso de sustancias forma parte de una secuencia conductual que a menudo conduce a
nuevas consecuencias negativas que también precisan intervención.
El abandono y el descuido de los padres es uno de los principales factores que sitúan a
los menores en riesgo de emitir conductas desadaptativas. Otros ejemplos son el
abuso físico, sexual y emocional, el desamparo, determinados cambios en la
composición y estructura familiar, como el divorcio o la separación de los padres, la
ausencia de supervisión en la familia, y otros por el estilo (Boyce et al., 1998).
Cada uno de estos factores coloca a los menores en riesgo de problemas conductuales,
de ajuste y de disfunciones clínicas, y constituyen por tanto un blanco prioritario de
los objetivos de la prevención.
En nuestro país existen, al igual que en el resto de América Latina, comunidades con
grandes situaciones de riesgo para la población más joven (niños, niñas y
adolescentes). Estas poblaciones que se encuentran en riesgo son además, excluidos
económicamente, volviéndose en ocasiones sectores olvidados de la población (Nun,
2001). El informe del Estado Mundial de la Infancia, UNICEF (2006), define la
vulneración del derecho a la protección de los niños, niñas y adolescentes como parte
de la desatención del gobierno, de la sociedad y de los medios de comunicación. Esta
vulneración está asociada a su vez con cuatro elementos principales: la falta o pérdida
de una identidad oficial, protección inadecuada por parte del estado de aquellos que
no reciben atención en el marco familiar, situaciones de explotación, y la asunción
prematura de funciones propias de los adultos (UNICEF, 2006 citado por Amighetti,
2010)
Seth, Kotwal y Ganguly (2005, citado por Amighetti, 2010) identifican que dentro de
los factores que vulneran a las personas menores el principal es el consumo de drogas,
siendo una actividad de consumo variado (diferentes tipos de sustancias) y en donde
cumplen diversas funciones como método para combatir el hambre y principalmente
para pertenecer a un grupo.
Por otra parte, Delgado y Villalobos (2004) establece que las cuatro sustancias de
mayor consumo en personas menores de edad son el tabaco, la marihuana, las bebidas
alcohólicas y el crack. Establecen como factores de riesgo el bajo precio de la droga y
la alta disponibilidad de las sustancias en la calle, así como el abuso físico,
psicológico y la violencia sexual.
Una investigación realizada por Bejarano (2004) plantea que la problemática del
consumo de sustancias debe abordarse desde un modelo de acercamiento que
denomina “Mirada integral” (ver la droga como parte de múltiples daños
psicosociales que dificultan un desarrollo sano y que requieren ser abordados en
conjunto) y una “Visión de proceso” (consideración al tiempo que requiere el proceso
de desarrollo psicosocial y de reinserción educacional y laboral, y las diferentes
“etapas” que involucra este proceso).
Es necesario incluir el ámbito social abarca el entorno más próximo al menor, como el
grupo de iguales o la familia, también el entorno más amplio como el barrio de
residencia, y a un nivel mayor, el contexto social entendido como el conjunto de
elementos económicos y políticos en los que vive el menor.
El grupo de iguales juega un importante papel en la socialización de las personas
menores de edad y puede influir en el aprendizaje de comportamientos adaptativos o
desadaptativos.
Las conductas agresivas, que han demostrado ser un importante factor de riesgo para
otros problemas en la infancia y adolescencia, tienen un carácter marcadamente
aprendido en el seno del grupo. En el otro extremo, los niños y las niñas que sufren
aislamiento social por el rechazo del grupo también corren un mayor riesgo de
implicarse en comportamientos problemáticos. El grupo con modelos de conducta
inadaptada también actúa como potenciador de conductas antisociales. La mayoría de
trastornos infantiles externalizantes se dan en el seno de grupos desadaptados
(Patterson, 1993; Vitaro, Tremblay, Kerr, Paganini y Bukowski, 1997).
Igualmente Botvin, (1995) señala que los pro- gramas de ámbito comunitario, que
intervienen en momentos en que el menor está en transición, como durante el paso de
primaria a secundaria, pueden producir efectos beneficiosos sobre familias y niños de
alto riesgo. La combinación de intervenciones dirigidas a más de un ámbito
simultáneamente constituye una buena opción. Batisstich, Solomon, Watson y Schaps
(1997) comprobaron cómo los programas de prevención comunitaria que combinan
dos o más programas efectivos, como los basados en la familia y en la escuela,
pueden ser más efectivos que un programa simple.
Según Setz, F. (2002), Knill, Levine y Levine (2005), Rodríguez, E. (2007) y Badilla,
A. y Guzmán, L. (2008), el Arte-Terapéutico, integra diversas funciones que permiten
lograr asociaciones creativas desde la expresión artística lo que provoca que el
individuo desarrolle habilidades y se obtengan alcances como:
Botvin (1995) plantea en su teoría que la psicología debe ser un ente aliado que
trabaje aspectos como habilidades en comunicación, interacción social, expresión de
sentimientos, convivencia entre ambos sexos y manejo de sentimientos asertivos.
- Población meta
De acuerdo con los datos encontrados por el IAFA (2009) y con el Plan Nacional
sobre drogas (2007) el consumo de sustancias se está iniciando a una edad promedio
de 11.5 años, por lo tanto es importante ejercer una acción preventiva anterior a esta
etapa.
- Metodología
La intervención se realizará con grupos de doce menores (6 hombres y 6 mujeres),
con edades entre 7 a 10 años incorporados de forma voluntaria al programa de
expresión artística.
Una vez realizadas las entrevistas, se trazará una matriz de las principales necesidades
encontradas en el primer acercamiento, para posteriormente replantear el contenido y
secuencia de las sesiones previamente establecidas.
El programa está planteado para desarrollarse en 6 semanas, dos sesiones por semana
de 1hora. La primera de las sesiones no sigue la estructura general establecida ya que
es de familiarización con el modelo, y la última es de cierre.
4. Cierre de sesión
Rol de la facilitadora
Sesió Contenidos
n
1 Introducción al programa
Explicación del modelo y ejercicios de
introducción al manejo del arte creativo.
2 Acercamiento a la realidad del consumo de
sustancias y sus consecuencias a nivel
psicosocial.
3 Cómo tengo un grupo de amigos? Redes sociales
seguras.
4 Quién soy yo? Conocimiento y valoración de sí
mismo
5 Quién soy frente a los otros? Manejo de
autoimagen
6 Qué es lo que siento?: Expresión de sentimientos
7 Me molestan ciertas cosas: manejo del enojo
8 No quiero!!!: Trabajar con la frustración
9 Tengo un problema con…: Resolución de
conflictos
10 En el futuro yo…: Planificación
11 Cuando grande voy a ser: Proyecto de vida
12 Mural-Proceso: Cierre del proceso con
performance
Consideraciones Éticas
Amighetti, D. (2010). Vivencias en calle: Hacia una comprensión desde tres historias
de vida de niñas yo adolescentes mujeres. Tesis para optar al grado de
licenciatura en psicología, Universidad de Costa Rica.
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Vitaro, F., Tremblay, R.E., Kerr, M., Pagani, L. y Bukowski, W.M. (1997).
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A test of two competing models of delinquency. Child Development, 68, 4,
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Anexos
1.1 Cuestionario de habilidades sociales en adolescentes
(Goldstein et al, 1980)