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Historia Económica de México David Mitre Becerril

Recuperación económica y cambio de régimen

Cambio de régimen:
¿Mejora económica, política y social?

“No necesitamos cambiar al presidente, sino el modelo económico imperante”

1. Introducción
La Constitución de 1917 estableció una república representativa, democrática y federal; sin
embargo, por más de setenta años el régimen político se basó en un presidente que imponía
su voluntad, teniendo a su disposición al partido oficial –del cual también era jefe. Por ello,
el triunfo de un candidato de oposición en las elecciones presidenciales del año 2000 fueron
la punta del iceberg de un movimiento que cambió al régimen político en México: la
democratización del poder. En ese año, el “gobierno del cambio” llegaba con la alternancia
política y con él, un cúmulo de promesas de un mejor país; no obstante, el país ha seguido
igual, si no es que ha empeorado en algunos aspectos. En parte esto se debe a que el modelo
económico –el neoliberalismo- no se modificó, de esta manera, el cambio de régimen no
implicó una mejora económica, política y social.
Para demostrar esta afirmación, analizaré los resultados de la implantación del modelo
neoliberal en México, así como su continuidad en los sexenios presidenciales, incluyendo el
de Vicente Fox.

2. Desarrollo
A partir de 1982 se abandona, progresivamente, el modelo de desarrollo que México venía
siguiendo durante décadas y que se apoyaba en la intensa y extensa participación del Estado
en la economía, que procuraba la justicia social, que protegía a la producción nacional y
estimulaba la industrialización del país por la vía de la sustitución de importaciones, por otro
modelo de desarrollo, distinto, que descansa en el libre juego de las fuerzas del mercado para
asignar y utilizar los recursos de manera óptima; un mercado desregulado y abierto para
competir con el exterior, donde se mantiene una constante: la cada vez menor participación
del Estado (Tello, 2007: 628). Este modelo económico es el neoliberalismo y su discurso
planteaba que el impulso de una economía abierta y desregulada basada en el fomento de las
exportaciones de manufacturas, promovería la dinamización y modernización del sistema
productivo. El sector exportador arrastraría al conjunto de la economía en esa dinámica
modernizadora (Guillén, 2000: 223). Para lograr estas metas, a lo largo de la década de los
ochenta, los gobiernos de Miguel de la Madrid y el que fuera su secretario de Programación
y Presupuesto, Carlos Salinas de Gortari, fueron retirando los apoyos a la agricultura y a los
sectores más pobres tanto urbano como rural, limitaron el crecimiento del gasto social a
niveles menores a los de la alta inflación del periodo, y privatizaron empresas antes
controladas por el gobierno. Para 1992 –cuando Salinas de Gortari era ya presidente-, al
concluirse las negociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, la
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economía mexicana había sido reconfigurada para adaptarse al modelo neoliberal de “libre
mercado” predicado por los Estados Unidos: contaba con un sistema de libre comercio que
daba entrada a la importancia libre de granos y otros productos agrícolas; la inversión
extranjera carecía de restricciones y contaba con la repatriación de las ganancias; y se dio fin
a la reforma agraria y se instituyeron medidas que permitieran la privatización de tierras
comunes e instituciones financieras, así como la progresiva deposición de industrias y
servicios del dominio público (Rus, 2006: 15).
A la fecha, el modelo neoliberal no ha alcanzado ninguno de sus objetivos explícitos: no
consiguió estabilidad de precios y financiera, salvo temporalmente con la aplicación del
Pacto de Solidaridad Económica; ni logró un crecimiento satisfactorio de la producción
nacional; ni mucho menos, mejoró la situación social de los trabajadores, de los campesinos
y de las capas medias (Guillén, 2000: 222). Luego de casi tres décadas del experimento
neoliberal, el estancamiento económico ha sido una constante. Este es visible en el
crecimiento del PIB per cápita, el cual de 1982 a 2004 apenas ha superado el 0.6% al año en
términos reales. Tan sólo en 1998, este indicador alcanzó el nivel que el país ya había
logrado en 1981 –pero 17 años después. Esto contrasta con el crecimiento de 3.3% al año
logrado, prácticamente sin interrupciones, durante 50 años: de 1932 a 1981. De igual forma,
la distribución del ingreso entre los hogares –que mejoró de 1968 a 1984- se hizo aún más
desigual. En particular, de 1984 a 2000, 10% de la población más rica vio aumentada su
participación en el total del ingreso en más de 10 puntos porcentuales, mismo puntos
porcentuales que perdió en conjunto el 40% de la población más pobre del país -un punto
porcentual- y, sobre todo, las clases medias de la población -nueve puntos porcentuales
(Cordera, 2006: 105). Al contrario de los esperado, el modelo neoliberal ha creado en
México un sistema productivo frágil y dependiente, así como una economía subordinada a
los intereses del capital financiero internacional, principalmente el estadounidense.

Con el triunfo de Vicente Fox Quesada, candidato de la Alianza por el Cambio en las
elecciones presidenciales del 2 de julio del 2000, se logró un cambio en el régimen político.
Este suceso forma parte de la democratización que ha vivido México, la cual avanzó con
rapidez a partir de 1994, propiciando la derrota del PRI en la Cámara de Diputados en 1997 y
el primer gobierno electo de la capital de la República quedó en manos del PRD. La
transición democrática fue el cauce indiscutible de una alternancia pacífica en la presidencia
de la República, que se combinó con una notable estabilidad financiera, un tipo de cambio
bajo control, una inflación a la baja y un crecimiento económico que, por primera vez en casi
veinte años, llegó a una tasa superior a 6.0% anual. Desgraciadamente, este crecimiento se
esfumó a partir de entonces y la economía se ha arrastrado en lo que va del nuevo siglo. Un
reflejo de esto, es el deterioro del empleo, hasta llegar a una situación en la que casi la mitad
de la fuerza de trabajo ocupada en las ciudades labora en condiciones de informalidad, sin
seguridad social ni prestaciones ni contrato de trabajo, y el desempleo abierto ha llegado a
afectar a 4.0% de la población económicamente activa (Cordera, 2006: 22)
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Vicente Fox no representó el tan anhelado “gobierno del cambio”, por el contrario, fue la
continuidad de las políticas emprendidas por vez primera en el gobierno de Miguel de la
Madrid. De esta manera, Fox encabezó el cuarto gobierno neoliberal, el cuarto gobierno de lo
mismo en materia de política económica, pues los cambios fueron en su mayoría
superficiales; los pilares de las estructuras de poder tradicionales y las resultantes
condiciones de desigualdad siguen intactos. Por esta razón, el gobierno foxista, no resolvió
los grandes problemas nacionales, siendo más que notorio que las áreas de empleo, salud,
educación y servicios humanos básicos están en muy malas condiciones (Rus, 2006: 18-19);
la mayoría de estos problemas, a la fecha siguen sin resolverse. No obstante, no se puede
señalar que no existe en México la preocupación por avanzar y generar una mayor justicia
social, ya que las distintas instituciones creadas y los programas instrumentados muestran
una importante preocupación por el bienestar de la población, sin dejar de reconocer que en
ningún momento el modelo de desarrollo del país se ha estructurado poniendo como
preocupación fundamental abatir la desigualdad y la pobreza (Cordera, 2006).

Para tener un país más justo y equitativo, con una mejora en lo económico y lo social, no
basta con la alternancia en el poder, no basta con pronunciamientos y buenos discursos; se
necesita un cambio en la política económica y un replanteamiento del papel del Estado en la
economía. Pues sin estas modificaciones, los reproches de la oposición volverán a ser más de
lo mismo, sin importar qué partido ascienda al poder.
La sociedad optó por la alternancia para decidir el rumbo futuro del país en un
ejercicio de amplias libertades y de tranquilidad social. A seis años de distancia, el
presidente Fox debería sentirse avergonzado por no haber cumplido al pueblo de
México. Su gobierno, presidente Fox, no puede presumir que termina su mandato en
medio de la paz y la tranquilidad que imperaban en el país hace seis años… Hoy, el
país es rehén de la delincuencia organizada que genera inseguridad y amenaza a
todas las familias. Hoy, observamos un severo estancamiento económico y en la
generación de empleos, indicadores que por su dimensión no pueden esconderse ni
aún detrás de las cifras macroeconómicas o del blindaje a las estructuras
financieras… Hoy, en el campo hay hambre y desesperación. La política del Estado
social ha sido sustituida por el Estado empresarial y, por lo tanto, los cambios se han
dado sin dirección…Avergüenza vivir en un país en el que la pobreza es su mayor
afrenta, en el que la falta de oportunidades se traduce en el incremento de la
migración de miles de mexicanos… El país pierde lugares en múltiples indicadores
mundiales como en los de competitividad, crecimiento de la economía, nivel
educativo, inversión en ciencia y tecnología, grado de desarrollo humano y medición
de la desigualdad social entre otros factores.
Intervención del PRI en el caótico último informe de gobierno de Vicente Fox en el
Congreso de la Unión, 1º de septiembre de 2006 (Tello, 2007: 637)

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La alternancia política es un elemento de la democracia, la cual le ha dado forma y cauce al


pluralismo social y político que el autoritarismo mantenía sofocado. Aunque de manera
irónica, la democratización del sistema político mexicano coincidió con la aplicación de
políticas neoliberales que en buena medida disminuyeron las capacidades estatales para
promover el crecimiento y el bienestar: predominaron las políticas públicas “liberalistas”
mientras que crecían las expectativas sociales acerca de los beneficios que traería aparejada
la democracia. Sin un Estado decidido a modular el cambio desatado por él mismo con el
propósito de globalizar a la nación y modernizarla, trae como resultado un Estado más débil
que antes, sin capacidad fiscal, ni credibilidad política suficiente para realizar cambios
estructurales. Por lo tanto, para convertir el tránsito democrático que ha vivido México en las
últimas décadas, resulta necesario que se recupere un atributo central del Estado: su
autonomía frente a agendas e intereses particulares, frente a los poderes fácticos (Cordera,
2006: 23, 56-58).

3. Conclusiones
Con el gobierno de Miguel de la Madrid se implantó el neoliberalismo, con lo cual se
modificó la relación del Estado con el resto de la sociedad. Este nuevo modelo económico
requirió una serie de reformas estructurales basadas en un mercado desregulado y abierto a la
competencia del exterior, así como una menor participación del Estado en la economía. A
cambio de esto, el neoliberalismo prometía que el impulso de una economía abierta y
desregulada basada en el fomento de las exportaciones de manufacturas, promovería la
dinamización y modernización del sistema productivo. Tras casi tres décadas de recetas
neoliberales, el costo ha sido mayor al beneficio: escaso crecimiento económico; creciente
desigualdad en la distribución del ingreso y la riqueza; abrumadora pobreza y lamentables
condiciones de existencia en, por lo menos, la mitad de la población; reducidos ingresos
fiscales, que soportan un gasto público raquítico; deficiente infraestructura básica;
desarticulación de la cadena productiva; pocas oportunidades de empleo bien remunerado,
estable y seguro; crecimiento de la informalidad en el mercado de trabajo y la migración
masiva a Estados Unidos, ante la falta de oportunidades, entre muchos otros problemas.
A pesar de la alternancia política y una modificación al régimen político imperante –mayor
apertura democrática-, la política económica ha sido la misma. Los cambios realizados tan
sólo han sido superficiales, pues no hay una reforma estructural que busque modificar el
modelo económico imperante, pues al contrario, parece ser que se pretende seguir por la
misma línea, aplicando en mayor rigor el neoliberalismo. Así como algunos son “más
papistas que el mismo Papa” como reza el dicho, México quiere ser más neoliberal que los
mismo Estados Unidos, país emblemático del neoliberalismo.

4. Bibliografía
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Cordera Campos, Rolando (2006) La globalización de México: opciones y contradicciones,


UNAM, México.
Guillén Romo, Arturo (2000) México, hacia el siglo XXI: crisis y modelo económico
alternativo. Editorial Plaza y Valdes, México.
Rus, Jan [coord.] (2006) México 2006-2012: neoliberalismo, movimientos sociales y política
electoral, UAZ, México.
Tello, Carlos (2007) Estado y desarrollo económico: México 1920-2006. UNAM, México.

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