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El terapeuta no debe saberlo todo, cuanto mas tonto sea mas sabio será para
apoyar. Como decia Lacan : “somos sujeto supuesto saber” los pacientes nos
ponen en ese sitio claro pero al terapeuta tonto le importa mas el paciente que
lo que el paciente piense del terapeuta.
Los pacientes pueden asustar sobre todo cuando lloran después de varios
encuentros, no esas lagrimas de crisis agudas del comienzo, que son mas
frecuentes. esto no es nada raro esto surge cuando se da cuenta de algo que
da mucho dolor y asi se logre desahogar para que en el vacío puedan carecer
nuevas posibilidades.
Otro miedo común es ante una crisis sicótica, yo les digo que pase lo que pase
ahi estaré apoyándole y luchando para vencer.
Pues yo diria que importa menos lo que se dice que el clima de confianza y la
empatia que se logre en el encuentro.
En cada encuentro es como darle el soporte materno para poder crecer eso
creo que es una terapia.
CLIMA EMOCIONAL
Las interferencias internas también son un problema a resolver. Y estas son los
propios problemas que tenemos, si tomamos conciencia de cuando nos
ausentamos o interpretamos desde nuestros prejuicios, podremos dejar mas
libre el fluir de la comunicación.
Recopilación: Docente Álvaro Cardona temas del libro “Las cartas a pedro,
orientaciones para un terapeuta que comienza”. Loretta Cornejo
HACERSE UN HUESO EN EL CORAZÓN
“No puedo más, hasta aquí llegué.” Hay momentos en que uno ve el dolor del
mundo, o el propio dolor, y no desearía seguir adelante. Esto implica un
desafío para la persona lúcida y abierta: los sabios tibetanos le
llamaban "hacerse un hueso en el corazón", es decir, un eje que lo
mantenga resistente y sensitivo a la vez; ésos son los corazones que hacen
falta para que, justamente, haya menos dolor en el mundo. Des-corazonarse
implica padecer de un mal que algunos pueblos originarios llamaban “pérdida
del alma”: la persona se desconecta de su núcleo vital. Nuestro idioma lo
dice claro: se des-anima; y siente impotencia, frustración, descreimiento,
desesperanza. Pero... cuidado!! La evolución (la propia y la de la Humanidad)
se mide en trechos más largos que lo que ese desánimo nos haga ver.
Había una vez una mujer que se retiró a una cueva en las montañas con un
gurú. Quería, decía ella, aprender todo lo que pudiera saber. El gurú le dio
montones de libros y la dejó sola para que pudiera estudiar. Cada mañana, el
gurú regresaba a la cueva a verificar el progreso de la mujer. En su mano
llevaba un pesado bastón de madera. Cada mañana le hacía la misma
pregunta:
“¿Ya has aprendido todo lo que se puede saber?” Cada mañana, la respuesta
de ella era la misma. “No”, decía, “no lo he hecho”.
El gurú entonces le pegaba en la cabeza con su bastón.
Esta escena se repitió durante meses. Un día el gurú entró en la cueva, hizo la
misma pregunta, escuchó la misma respuesta y levantó su bastón para
pegarle de la misma manera, pero la mujer cogió el bastón del gurú, parando
su golpe en el aire.