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ibérica
© Artemio Baigorri
1
Así viene ocurriendo desde que los conceptos de lo urba-
no se hicieron metalocales. El concepto geddesiano de
metrópolis nunca ha constituído una dificultad para la dis-
tinción entre las unidades político-administrativas que la
forman; incluyendo la manifestación de intereses y estra-
tegias individualizadas, y a menudo contrapuestas, de los
distintos municipios -o perímetros administrativos, en ge-
neral- que conforman las metrópolis. La definición por
Gottman del concepto de megalópolis no impidió tampoco
el discernimiento de ciudades concretas que, formando
parte de dicho aglomerado urbano, se benefician o sufren
las sinergias -positivas y negativas- del aglomerado, pero
tienen a su vez perfiles claramente delimitados, políticas
individuales, y estrategias consecuentes. Incluso el noví-
simo concepto de metapolis propuesto por Ascher (1995),
entendido como algo "más allá de las ciudades", y referi-
do el conjunto de Europa o de Norteamérica como regio-
nes o continuos urbanos en el futuro (concepto que no va
mucho más allá del de Gottman), se concreta en espacios
urbanos perfectamente discernibles y delimitables.
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jan, existen y tienen nombres, por más que en muchos
casos el propio nombre geográfico pueda constituir inclu-
so un equívoco. Pero, sobre todo, en los mismos términos
que hablamos de las ciudades-mundo consideradas, tam-
bién podríamos hacerlo de otros muchos nodos de la red
urbana global, de mucha menor escala tanto física como
virtual.
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Cuando estamos planteando la ruptura de la dicotomía
rural/urbano, las cosas se ponen desde un punto de vista
analítico sensiblemente más difíciles. Recordemos que,
todavía en 1973, Lewis Mumford consideraba que "la de-
finición misma (de ciudad) está todavía en discusión"
(Mumford, 1973:384), y que a principios de la presente
década se apuntaba el registro y codificación de más de
cien definiciones operativas, y a menudo contradictorias,
de lo urbano y la urbanización (Salcedo, 1990:247). Habi-
tualmente se atiende, tanto para definir lo urbano, como
para clasificar jerárquicamente los núcleos urbanos, fun-
damentalmente a cuatro tipo de componentes analíticos.
El tamaño
La actividad predominante
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Se entiende que la ciudad diversifica y complejiza las ac-
tividades, y sobre todo debe diferenciarse de un entorno
que se supone rural y agrario, de forma que se ha venido
tomando el peso relativo de la actividad en el sector agra-
rio. Pero este indicador plantea, como el tamaño, la cues-
tión de la arbitrariedad en el corte a partir del cual la dife-
rencia cuantitativa se supone que genera una variación
cualitativa. Y el desarrollo de la telemática ha puesto de
manifiesto las limitaciones de este factor, ya que la diver-
sificación de las actividades se produce también en los
asentamientos que bajo ningún parámetro serían consi-
derados urbanos(1).
El modelo productivo
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región de Extremadura, o incluso sus regiones contiguas,
como Andalucía o Alentejo; sea el conjunto de España, o
de la Península Ibérica; sea el contexto de la Unión Euro-
pea; o sea el sistema mundo. De ahí que optemos por
aceptar las definiciones institucionales de los institutos de
Estadística, los cuales coinciden en España y Portugal en
el corte de los 10.000 habitantes, para separar los asen-
tamientos que podrían ser considerados como ciudades
de los que oficialmente no lo son.
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ubicaría entre la tercera y la quinta posición en la jerar-
quía de ciudades (según atendamos al municipio o el AM).
Por su parte, en España, Madrid constituye no sólo una
metrópoli de importancia en el sistema urbano europeo,
con casi tres millones en la ciudad y más de cuatro si in-
cluimos el AM, sino que forma parte del paquete de ciu-
dades-mundo considerado por Friedmann -aunque no se
considera así en la obra, más antigua, de Peter Hall-; sin
embargo, juega sólo un papel periférico en el grupo de
ciudades-mundo que actuarían, según dicho paradigma,
como 'ordenadores' del sistema urbano mundial.
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En cuanto a las ciudades medias (entre 100.000 y
500.000 habitantes), la variabilidad es asimismo tan
enorme que hay quien duda de que deba utilizarse tal ca-
tegoría, que a menudo se presta a confusión. Como mí-
nimo, a la consideración del tamaño debe unirse la fun-
ción, pues hallamos ciudades de más de 100.000 habitan-
tes que en modo alguno contienen la complejidad social,
cultural, económica, en suma funcional, de la ciudad me-
dia, por su carácter de ciudades-dormitorio, ciudades de
monocultivo productivo, etc(2).
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100.000 habitantes. El concepto estándar de regiones ur-
banas, pensado para las grandes megalópolis, no sirve
para esas aglomeraciones simplemente por una cuestión
de escala(3); y sobre todo porque, frente a ese concepto
jerarquizante, que exige la preeminencia de una gran ciu-
dad central, se presentan territorial y socioeconómica-
mente más bien en términos de red. La gran conurbación
que se extiende entre Murcia y Benidorm, y que se aden-
tra en el interior de las provincias de Murcia y Alicante, no
aparece articulada en torno a una de sus ciudades en
concreto; Alicante, Murcia y Elche, además de otras de
menor tamaño, inter-actúan estrechamente en el marco
de una densísima red de ciudades medias y agro-
ciudades, con numerosos intersticios de poblamiento dis-
perso de carácter rural, e incluso de esoacios naturales,
hasta constituir ese aglomerado de más de 1,8 millones
de habitantes que marca el extremo sur del denominado
Arco Mediterráneo. Mumford utilizó, junto al de región ur-
bana, el término red urbana regional, que él señalaba
como una forma emergente distintiva de la cadena evolu-
tiva eopolis/polis/metrópolis/megalópolis/conurbación
(Mumford, 1973:384); es sin duda un término mucho
más adecuado para definir las situaciones a que nos es-
tamos refiriendo.
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4. Funciones urbanas
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y alta tecnología en tros nacionales de I+D, servicios orien- Munich, Barcelona
ascenso tados a la producción de importancia
internacional
Ciudades industriales Basadas en industrias tradicionales Metz, Oberhausen,
en declive (monoestructuradas), infraestructura Mons, Sheffield,
física obsoleta, desempleo estructural Bilbao, Oporto
Ciudades Puerto Industrias de construcción y reparación Liverpool, Génova,
naval en declive, legado ambiental, en Marsella, Lisboa,
las situadas al Sur se añaden funciones Cádiz, El Ferrol
de entrada
Ciudades en ascenso Extensa economía informal y subclases Palermo, Tesalóni-
sin industrialización marginalizadas, desarrollo incontrolado ca, Nápoles, Mur-
moderna y deterioro ambiental cia, Elche
Ciudades de una em- Economía local muy dependiente de una Leverkusen, Eind-
presa sola empresa hoven, ¿Zaragoza?
Nuevas ciudades Ciudades completas en sí mismas con Milton Keynes,
población procedente del hinterland de Evry, Tres Cantos
las grandes aglomeraciones urbanas
Satélites monofuncio- Nuevos esquemas urbanos dentro de Sophia-Antípolis,
nales grandes aglomeraciones focalizadas Roissy
hacia una sola función (tecnópolis, aero-
puerto, etc)
Pequeñas ciudades, Pequeñas ciudades y áreas semiurbani- Tudela, Talavera
centros rurales, cintu- zadas en regiones rurales, a lo largo de de la Reina, Évora
rones rurbanos corredores de transporte con vacíos en
el potencial económico
Ciudades de turismo y Economía local dependiente del turismo Salzburgo, Vene-
cultura internacional y de eventos culturales de cia, Palma de Ma-
importancia europea llorca
Ciudades de frontera/ Hinterland dividido por fronteras nacio- Aaachen, Basel,
Ciudades de entrada nales; puertas de entrada para emigran- Badajoz
tes económicos y refugiados políticos
Fuente: Kunzmann y Weneger, 1991 (se han añadido en cursiva algunos ejemplos
ibéricos)
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sis, el informe considera como ciudades medias a todas
aquellas ciudades europeas de menos de 500.000 habi-
tantes cuya población creció en la década de los '80 (Co-
misión Europea, 1995).
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e) Núcleo urbano central eficiente
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pretende, ese carácter de intermediación entre lo local y
lo global, es la misma que se pretendió atribuir a las ciu-
dades medias, sobre todo, en la planificación del desarro-
llo francesa y española, y ya en los años '80 en el caso de
Portugal. También entonces el papel que se pretendía pa-
ra las ciudades medias era el de evitar la excesiva con-
centración de la población en los grandes centros urba-
nos, optimizando los recursos dispersos en el territorio
sobre la base del desarrollo polarizado en una serie de
Centros de Crecimiento(Moseley, 1977). Nos referimos,
muy particularmente, a la política de las 'metrópolis de
equilibrio' fomentada en Francia en los años '60, y orien-
tada a favorecer el desarrollo regional, basada en la crea-
ción de elementos estructurantes, empleo público e in-
cremento de la centralidad. En el caso de España, aunque
no existió una política equivalente de manera explícita, la
política de Polos de Desarrollo cumplió idénticas funcio-
nes, pues los mismos llevaban implícita la potenciación de
algunas de las ciudades medias. En el caso de Portugal
hay ciertas referencias al tema en el III Plano de Fomento
(1968/73), pero será ya en los años '80 cuando empiece
a desarrollarse una política de explícito apoyo a las ciuda-
des medias, con el Programa de Consolidação do Sistema
Urbano Nacional (PROSIURB). Por tanto, la 'ciudad inter-
mediaria' haría en realidad referencia, más bien, a un
momento evolutivo de las ciudades medias, que no todas
ellas han podido alcanzar(5).
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De alguna manera, en las mesópolis hallaríamos aquellos
centros urbanos con capacidad de iniciativa que son im-
plícitamente aceptados como cabeceras o líderes de un
subsistema urbano, pero que a la vez tienen conciencia
de sus debilidades y dependencias respecto del sistema
de grandes ciudades y metrópolis, así como de su papel
dinamizador respecto de su hinterland, que será más o
menos amplio en función, fundamentalmente, del sistema
de poblamiento imperante. No son por tanto ciudades pe-
queñas o medianas ciudades que viven de su entorno,
que son parasitarias del mismo -algo consustancial a mu-
chas pequeñas capitales administrativas-, sino que articu-
lan, y sobre todo se articulan en un hinterland productivo
y dinámico dentro del cual coexiste una red de ciudades
pequeñas y medianas.
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Atendiendo estrictamente al tamaño y a la posición, el si-
guiente mapa recoge todas aquellas ciudades que, aisla-
das o formando parte de redes urbanas, corredores o
áreas metropolitanas, superan los 100.000 habitantes en
la Península Ibérica. Por el momento puede servirnos pa-
ra medir groseramente su relativamente escaso número.
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Barcelona, con 1,6 millones de habitantes, articula sin
embargo una metrópolis también en un sentido amplio
incluye más de setenta municipios que totalizan 3,9 mi-
llones de habitantes.
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en el caso de Sevilla. En este caso serían las mesópolis de
San Sebastián y Bayona justamente las que estarían
cumpliendo esa función intermediaria a que se ha hecho
referencia. Por otra parte, como más adelante veremos,
este corredor y el de Badajoz constituyen los dos únicos
de carácter auténticamente trans fronterizo de la Penín-
sula.
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agrarios, totalizan algo más de 1,8 millones de habitan-
tes.
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mos el caso de la región mesopolitana de las Vegas del
Guadiana, articulada fundamentalmente por la mesópolis
de Badajoz, pero en cuya red juega también un papel
fundamental una pequeña ciudad como Mérida, como
ocurría en el corredor Gallego a otra escala y con ligera-
mente distinta significación funcional en el caso de San-
tiago. Según extendamos la región al corredor Elvas-
Mérida (algo más de 240.000 habitantes) o hagamos una
delimitación más laxa, incluyendo un corredor de algo
más de 120 kilómetros y unos 40 de profundidad (inclu-
yendo Almendralejo y las ciudades gemelas de Don Beni-
to y Villanueva, entre otras, superando así ampliamente
los 300.000 habitantes), la significación del mismo varía.
c) Ciudades medias
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7. Ciudades que se mueven. Bananas, arcos,
diagonales y triángulos en la Península Ibéri-
ca y Europa
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o morfológicos nos conducen. Así, un vasto número de
investigadores concluyen, cuando observan las reestruc-
turaciones espaciales provocadas por el paso de la socie-
dad industrial a la post-industrial, por el advenimiento de
la Sociedad de la Información, la Globalización y el resto
de factores de cambio que han impactado en las últimas
décadas -ya hemos apuntado al respecto en otro aparta-
do- , que todo ello conduce a una mayor concentración de
la producción, el capital, la información y en suma el
bienestar en los grandes centros decisorios, hablemos de
ellas como megalópolis financieras, ciudades globales,
ciudades-mundo, etc. Es la línea sustentada fundamen-
talmente por Sassen y Castells.
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Así, a pesar de nuestro escepticismo respecto de los tra-
dicionales análisis espaciales, no es menos cierto que
existen evidencias empíricas que pueden derivarse de la
observación espacial. Modelos interpretativos que, en la
medida en que sean acertado, pueden ayudar al estable-
cimiento de estrategias de desarrollo tanto urbano como
regional. Hipótesis que, más con la ayuda de la intuición
científica (la 'imaginación sociológica' de Wrigth Mills apli-
cada al espacio), que con la de los datos, nos permiten
pronosticar una evolución posible siempre que se den de-
terminadas circunstancias. En esta línea van los más re-
cientes trabajos sobre la dinámica espacial del desarrollo,
siendo la literatura sobre el denominado Arco Mediterrá-
neo uno de los más interesantes ejemplos de estas nue-
vas posiciones -ver, para una revisión de textos sobre ese
espacio, (Salvá, 1997)-. Lo cierto es que, exista o no el
famoso arco mediterráneo, la reflexión sobre el mismo
está ayudando a las ciudades y regiones que hipotética-
mente lo compondrían a establecer políticas apropiadas
de inserción en la economía global, coadyuvando así a los
procesos naturales de sus propias estructuras económicas
y sociales.
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En este sentido, hay interesantes antecedentes en esta lí-
nea de aproximación, que lamentablemente no fueron su-
ficientemente tenidos en cuenta por los planificadores,
debido esencialmente la escasa difusión de los análisis
espaciales de origen sociológico. Así, el informe sociológi-
co FOESSA de 1970 preveía que, "en las próximas déca-
das, el mapa de la estructura urbana peninsular evolucio-
nará del modo siguiente: 1. Urbanización creciente de la
costa mediterránea, Madrid, Lisboa y costa cantábrica. 2.
Desarrollo de los nudos interiores de enlace: Valladolid,
Burgos, Zaragoza y quizás Albacete, Bailén y Badajoz. 3.
Detención relativa del proceso urbanizador en Oporto-
Galicia y en las ciudades medias de la campiña andaluza"
(FOESSA, 1970:1190)
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urbanas, conformando nuevos espacios para la interpre-
tación, presentando la Península Ibérica varios casos de
este tipo.
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limita espacios mucho más concretos y, a la vez, posibili-
ta empezar a distinguir vacíos(9).
26
fragmento gallego del hoy denominado Arco Atlántico,
denominado aquí Eje gallego-Portugués.
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mica, política o culturalmente, siguen correspondiéndose
en parte con centros históricos, para los que conservamos
la rudimentaria definición de ciudades, aunque ahora las
llamemos megalópolis o incluso ciudades-mundo. Pero se
hace cada vez más difícil una correspondencia directa en-
tre esos espacios sociales y los lugares físicos en los que
las ciudades surgieron y se han desarrollado. Debemos
hablar por tanto también de centralidades virtuales, que
en parte pueden corresponderse con perímetros adminis-
trativos diferenciados, pero también con un conjunto de
posiciones sociales interconectadas espacialmente y ubi-
cados en lugares físicos a veces muy alejados entre sí.
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nos centraremos en el caso de Badajoz, en primer lugar
porque sobre el mismo hemos desarrollado una reciente
investigación en profundidad (Baigorri, 1995, 1999), y en
segundo lugar porque es el único que afecta a nuestro
objeto de estudio: España y Portugal.
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principio de la década de los '70 tanto Simago como Gale-
rías Preciados abrieron sendos centros comerciales en la
ciudad, en el caso de GP explícitamente orientado no sólo
a la población local sino también a los visitantes portu-
gueses. Y pocos años más tarde El Corte Inglés instalaría
una pequeña avanzadilla. En estos términos se describen
desde el otro lado de la raya los atractivos atracción que
la ciudad ofrecía en la época a los portugueses:"El movi-
miento que se inició por las compras apoyadas en una
peseta barata, y que el riesgo apenas calculado de pasar
la frontera con mercancía ilegal hacía más atractivo, entró
rápidamente en los hábitos de las clases más altas de la
población portuguesa más o menos próxima. Y el presti-
gio que se asociaba al uso de ropa española (...) haría
que estos hábitos se extendiesen a una clase media que
en el Alentejo hace treinta años casi no tenía expresión.
Las excursiones a Badajoz sucedían invariablemente ante
de navidad, antes de la Primavera y del Verano y en el
inicio del curso escolar para equipar a los niños" (Cascais,
1996).
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al mercado de trabajo de la ciudad (lógicamente, al mer-
cado regular). En 1994 había casi 500 personas proce-
dentes de Portugasl registrados en el INEM de Badajoz
como demandantes de empleo, y se registraron un total
de 60 contratos con trabajadores portugueses. En 1995 la
cifra de demandantes se redujo (314), pero se elevó el
número de contratos (112).
Hay que tener en cuenta, por otro lado, que en modo al-
guno se trata únicamente de contratos para realizar el ti-
po de trabajos característicos de los inmigrantes, esto es
los que no quieren realizar los naturales del país(11). Al
contrario, nos encontramos ya frente a un mercado de
trabajo transfronterizo en pleno auge, y que afecta a muy
diversos sectores productivos y categorías profesionales,
aunque lógicamente predominan la construcción y la agri-
cultura. Así, entre los contratos realizados en 1995 halla-
mos varios profesionales y técnicos, directivos de empre-
sa, administrativos, vendedores, etc.(12).
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gal"; de forma que la política de la Junta de Extremadura
viene orientando parte de su esfuerzo en esta dirección.
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tuaciones. El anterior gobierno de la ciudad instauró una
Delegación de Relaciones con Portugal (hoy transformada
en Comisión Extraordinaria de Relaciones con Portugal),
que puso en marcha aulas de portugués, la edición de
una revista bilingüe (O Pelourinho) de ámbito comarcal
transfronterizo, así como la organización de numerosos
eventos culturales de cooperación. Pero el instrumento
más notable puesto en marcha en esa época fue la im-
plantación de una Feria de Muestras Hispano-Portuguesa
en la ciudad que ha venido adquiriendo creciente impor-
tancia con los años.
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cialmente, papel que difícilmente puede llegar a cumplir
Évora por su reducido tamaño (50.000 habitantes).
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que significa que no obtendría ninguna ventaja de su lo-
calización geográfica. (...lo que provocará...) una desen-
frenada invasión de productos y mano de obra europeos,
y en particular la tentativa de invasión por parte de
'nuestros hermanos'" (Nazário, 1997:359). Y, en términos
menos apasionados, la profesora Cascais advierte de la
formación de un tipo de relaciones asimétricas:"Podemos
ver crecer los elementos que vuelven el sistema asimétri-
co, y las relaciones aparentemente más complejas son
cada vez más de dependencia respecto a la capital del
sistema" (Cascais, 1996).
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El caso de Badajoz merece especial atención, por cuanto
constituye, por su importancia, la avanzadilla en el proce-
so de formación de nodos transfronterizos de conexión,
que nos permitan poder hablar realmente en el futuro de
corredores y regiones urbanas peninsulares, y no única-
mente españolas o portuguesas como hacemos en la ac-
tualidad. Y es particularmente importante, desde el punto
de vista económico, porque la aparición y desarrollo de
estos nodos supone un cambio sutancial de posición vir-
tual de espacios económicos tradicionalmente periféricos.
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ción de una autopista de peaje en dicho eje (actualmente
harían falta 320 nuevos kms de autovía o autopista para
conectar por vía rápida Badajoz con el Mediterráneo). De
forma que es posible hablar también de un eje potencial
Lisboa-Badajoz-Ciudad Real-Albacete-Alicante/ Valencia
que, casi en el centro de la Península, conecte económi-
camente el Arco Atlántico y el Arco Mediterráneo.
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Asimismo, nos encontramos con que el espacio extreme-
ño-alentejano, articulado en buena medida por Badajoz,
gracias al reciente desarrollo de las infraestructuras de
comunicaciones -autovías, redes de telecomunicaciones,
oleducto y gaseoducto, a medio plazo con mejoras en el
ferrocarril-, se sitúa en un punto casi central de ese
triángulo Madrid-Sevilla-Lisboa, esto es un espacio con
una población de entre 10 y 12 millones de habitantes
(según la delimitación que tomemos). Podemos pensar
incluso en una nueva articulación del espacio interior de
la Península, nunca considerada, gracias al desarrollo de
las vías de comunicación y a la ruptura de la frontera de
Portugal: un rectángulo cuyas esquinas serían Oporto,
Lisboa, Alicante-Murcia y Valencia, en el que Madrid ocu-
pa una posición central, pero en el que aparecen nudos
articuladores de importancia como Albacete en el Este y
Badajoz en el Oeste. Pero hablamos de virtualidades, que
requerirían nuevas investigaciones complementarias.
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En esta misma línea, nuevos análisis deben realizarse en
los nodos galaico y andaluz de conexión territorial; por
cuanto la desaparición de la frontera posibilita un funcio-
namiento más funcional de un Arco Atlántico en el que la
conurbación de Oporto cumplirá un papel esencial, así
como tanto los desarrollos turísticos, como posiblemente
la agricultura de primor, del Sur de la península, adquie-
ren una nueva dimensión al convertir en un continuum
real las zonas de Costa del Algarve y de Andalucía Occi-
dental. Hasta que entendamos realmente cómo funcionan
y se articulan los nodos transfronterizos, y cómo se pro-
yectan sobre el espacio transfronterizo circundante, difí-
cilmente podremos hablar de un sistema urbano ibérico, y
seguramente no podremos comprender con exactitud có-
mo éste se articula en el marco del espacio europeo.
BIBLIOGRAFÍA
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NOTAS
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2. Sabemos desde Durkheim, que la propia densidad genera diversifi-
cación y especialización, en suma caracteriza la ciudad. Por eso mu-
chas ciudades dormitorio han evolucionado, complejizándose hasta
alcanzar auténticas funciones de ciudad media. Pero ello a menudo
exige de una intervención exterior, y el caso de las ciudades dormito-
rio del Sur del ÁM de Madrid es paradigmático. Su mero crecimiento
ha generado demandas que han llevado a una complejización de sus
funciones, pero ha existido también una voluntad de las administra-
ciones superiores, mediante inversiones multiplicadoras, como Uni-
versidades y otros equipamientos avanzados. El que dicha voluntad
superior no haya existido hacia las ciudades dormitorio del Este del
AM (Coslada, San Fernando de Henares, Torrejón), unido a un tama-
ño insuficiente, explica que no se hayan convertido en auténticas ciu-
dades medias. El mismo tipo de análisis podría aplicarse en Barcelo-
na, Lisboa y Oporto.
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y una compleja actividad económica. En Tudela, con apenas 26.000
habitantes pero que articula un vasto hinterland económico lo sufi-
cientemente alejado de las grandes ciudades del entorno (y en el ca-
so de Zaragoza con una 'frontera' administrativa de por medio) como
para poder disfrutar de cierta autonomía. En Faro, con menos de
40.000 habitantes pero que articula, por la gran lejanía de Lisboa,
todo el corredor turístico del Algarve. O en Coimbra, que gracias a la
presencia de la Universidad y de otras instituciones, así como de sus
funciones comerciales, articula también un extenso hinterland. En
cualquier caso, se trata de avanzar operativamente, dejando para
una futura investigación la definición de variables que permitan 'me-
dir', y situar en sus respectivas redes, las mesópolis ibéricas.
12. Los datos sobre empleo proceden del estudio Trabajadoras sin
fronteras. Las empleadas de hogar portuguesas en la ciudad de Ba-
dajoz, desarrollado entre 1996 y 1997 por un equipo de las Universi-
dades de Extremadura y Evora (formado por A.Baigorri, S.Baltazar,
M.Cascais, R.Fernández y L.Gómez) y financiado por la Dirección Ge-
neral de Enseñanzas Universitarias e Investigación de la Junta de Ex-
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tremadura. Dicho estudio ha percibido la existencia de una cantidad
importante de mujeres conmuters que trabajan en Badajoz pero resi-
den en municipios portugueses de su área mesopolitana.
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