Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
CONCEPTO DE MATRIMONIO.
El matrimonio en el derecho romano no importaba un acto jurídico, sino una situación de
hecho (con consecuencias jurídicas) fundada en la cohabitación del hombre y la mujer, a lo
que debía agregarse la intención permanente y recíproca de tratarse como marido y mujer
(affectio maritalis). Como la celebración del matrimonio no exigía fórmula jurídica ni acto
simbólico alguno, la affectio maritalis debía hacerse pública. Así, podía demostrarse
mediante declaración de los esposos y de los parientes y amigos, pero más propiamente por
una manifestación exterior llamada honor matrimonii, que era el modo de comportarse de
los esposos en sociedad y, muy especialmente, el trato que el marido dispensaba a la mujer.
El matrimonio tuvo siempre en Roma un carácter severamente monogámico, y como su
finalidad era constituir una comunidad de vida, no cabía someterlo a plazo o condición.
Elementos constitutivos del matrimonio:
1. Objetivo = La cohabitación: No debe entenderse exclusivamente en sentido
material, sino mas bien ético, porque era posible a) que los esposos no compartieran
el mismo hogar; y b) que contrajeran matrimonio inclusive cuando el marido
estuviere ausente, siempre que la mujer entrara en su casa. En cambio, la ausencia
de la mujer impedía su constitución.
2. Subjetivo o Intencional = La affectio maritalis: No era meramente una
manifestación de consentimiento inicial, ya que la intención de ser marido y mujer
debía ser duradera y continuada, porque si cesaba, el matrimonio se extinguía.
Llegó a tener una importancia vital, que la hizo prevalecer sobre la cohabitación.
FORMAS DE MATRIMONIO.
1. MATRIMONIO “CUN MANU”: Matrimonio en el cual la esposa entra a formar
parte de la familia del marido, colocándose bajo su potestad y rompiendo el vínculo
agnaticio con la familia de la que procedía. Ocupaba el lugar de hija, si su cónyuge
era el pater, o de nieta, si su marido se encontraba bajo la potestad paterna. Si al
momento de casarse la mujer era sui iuris todo su patrimonio se transmitía al pater,
operándose una sucesión universal inter vivos. Por otro lado y pese a estar sometida
bajo su potestas, el esposo no habría poseído nunca el derecho de vida y muerte
sobre su mujer, ni tampoco el de venderla o darla en noxa. Respecto a su capacidad
patrimonial, la mujer estaba en situación similar a la del hijo bajo potestas. Por fin,
la manus no nacía automáticamente por la sola celebración del matrimonio, sino que
requería un acto legal especial para que el marido la adquiriera:
a. Confarreatio: Ceremonia religiosa propia de la clase aristocrática en la que
los desposados se hacían entre sí solemnes declaraciones ante diez testigos
ciudadanos romanos, asistidos del gran pontífice y ante el sacerdote de
Júpiter, a quienes ofrecían un sacrificio en el que figuraba un pan de trigo.
Por este procedimiento la mujer quedaba indisolublemente unida a la familia
del marido y sólo podía ser separada por el rito contrario de la diffarreatio.
b. Coemptio: Matrimonio por compra en el que la mujer era vendida o se
autovendía al marido declarándose que tal venta era matrimonii causa y no
como esclava. El poder marital se extinguía también por un acto contrario, a
saber, una remancipatio de la mujer a un tercero, el cual la manumitía luego.
c. Usus: Aplicaba las normas de la usucapión por lo que el marido adquiría la
manu reteniendo a la mujer en posesión durante un año. En este lapso la
esposa podía interrumpir la usucapión permaneciendo fuera de la casa del
marido durante tres noches.
2. MATRIMONIO “SINE MANU”: Medio por el cual el paterfamilias se procuraba
los hijos que deseara sin agregar a su familia la mujer con quien los concebía. Al no
tener el marido potestad sobre la mujer, ésta si era alieni iuris al tiempo de contraer
matrimonio, continuaba sometida al poder de su padre, en tanto que si era sui iuris
se le nombraba un tutor. Su marido no era su tutor legítimo, ni era usual nombrarlo
como tal.
ESPONSALES: Promesa formal, realizada por los futuros cónyuges o sus respectivos
paterfamilias, que solía preceder al matrimonio con el fin de asegurar su celebración. Su
nombre deriva de sponsio. En las primeras épocas su incumplimiento daba lugar a una
acción de daños y perjuicios que se traducía en el pago de una suma de dinero. En el
derecho clásico tuvieron un carácter más ético-social que legal, especialmente por la falta
de acción para exigir su cumplimiento. En ésta época sus efectos jurídicos se manifestaron
en materia de capacidad para contraer esponsales. En este sentido eran de aplicación los
mismos requisitos e impedimentos que para el matrimonio, admitiéndose, sin embargo, que
pudieran celebrarlos los mayores de 7 años y la viuda antes de transcurrir el año de luto. En
lo referido a las relaciones personales engendraron un lazo de cuasi afinidad entre los
parientes de los prometidos que constituyó un impedimento matrimonial; se prohibió
contraer otra promesa de matrimonio antes de disolver la anterior bajo pena de infamia; y
se consideró adúltera a la prometida que no cumplía los deberes de fidelidad. En la época
cristiana se impuso la costumbre de garantizar el cumplimiento de los esponsales, como un
medio de reaccionar contra la ruptura injustificada de la promesa. A partir de entonces se lo
acompañó con “arras” que, por los principios generales, eran pérdidas por la parte que las
había dado y no cumplía los esponsales, en tanto que el prometido que las había recibido e
incumplía el compromiso tenía que devolver, al principio el quadruplum y en el derecho
justinianeo la cantidad percibida más otro tanto (duplum). En lo referido a los regalos que
solían hacerse los comprometidos, a partir de Constantino se configuraron como una
donación sub modo, sujeta a la efectiva celebración del matrimonio. Finalmente, los
esponsales se disolvían por la muerte o capitis deminutio maxima de uno de los prometidos;
por haber sobrevenido a su celebración algún impedimento matrimonial; por mutuo disenso
y hasta por el desistimiento de uno solo.
REQUISITOS PARA CONTRAER MATRIMONIO:
1. Capacidad jurídica o Ius connubii: Aptitud legal para unirse en matrimonio. En
los primeros tiempos sólo eran titulares de tal derecho los ciudadanos romanos, pero
por la Constitución de Caracalla del año 212 que concedió la ciudadanía a todos los
súbditos del imperio, se extendió a los extranjeros y latinos.
2. Pubertad o Aptitud sexual para procrear: Justiniano la estimó en la mujer a los
12 años y en el varón a los 14. Sin embargo, se admitió el matrimonio de impúberes
siempre que llegados a la pubertad subsistiera la convivencia y la affectio maritalis.
3. Consentimiento de los contrayentes: Fue para la legislación romana el elemento
vital del matrimonio.
4. Consentimiento del paterfamilias: Necesario cuando uno de los futuros
cónyuges fuera alieni iuris, el consentimiento, fuera expreso o tácito y no viciado
por error, dolo o violencia, podía ser negado por el pater, hasta que la lex Iulia
autorizó la venia supletoria del magistrado cuando la negativa no estuviera
justificada.