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Resulta curioso que Clío sea tratada con mayor deferencia académica siendo lo
arbitrarios que pueden ser los sesgos que toma. En su vanidosa lógica sí existen
los matices y, sin embargo, está llena de absolutos. Caer en la extrema
simplificación es la perenne amenaza de quienes vemos la vida en retrospectiva.
Con una memoria tan corta es preferible inmolar el contexto, así que Porfirio
Díaz o fue un santo o fue un demonio. No hay aventura, ni descubrimiento, sólo
bandos opuestos, consensos, mayor cantidad de pruebas o, en el mejor de los
casos, menor calidad en las acusaciones. En matemáticas una fórmula no es
digna de desprecio, representa horas de riguroso análisis, es la simplificación de
un ejercicio particular. Sacrificio que la novela no está dispuesta a tomar. Lo
importante del juicio no es la sentencia, sino el alegato, el proceso mismo de la
defensa y la acusación, una batalla que se desarrolla en el tiempo novelístico,
siempre presente. Siddharta busca la verdad y no la encuentra. Debe mirar
atrás; la verdad está en cada uno de los pasos que ha seguido en su camino, es el
camino mismo. El absoluto es un privilegio de quien ya sabe las posiciones de
antemano, o de quien quiere así establecerlas, y que desdeña la parte más
importante: la curiosidad de saber si nuestro héroe morirá en el siguiente
capítulo o no, y que sólo podemos saberlo una página a la vez. Eso mismo lo
sabía don Agustín Yáñez.
Picasso cotiza en dólares. Es una cuestión caprichosa que también tiene que ver
con el tiempo. Vivir muy poco no sólo genera una memoria muy corta, sino que
incrementa las posibilidades de aburrirse rápidamente. Nada puede ser eterno,
salvo lo atemporal -y no es jugar con la retórica, es un hecho indiscutible e
íntimo de los extremos como la nada y el infinito. Solo así podríamos explicar
por qué Yáñez escapa a toda definición, por qué es tan inasible, por qué apenas
podemos intuirlo y lejos de acapararlo, genera atención. Pero no todo en la
modernidad es superfluo. Agustín Yáñez, secretario de Educación Pública, firma
en enero de 1968 un acuerdo que incluye el sistema telesecundaria dentro del
Sistema Educativo Nacional.
Una imagen dice más que mil palabras... y sugiere otro millón más. Lo saben los
cineastas, los pintores, los escenógrafos, los maquillistas y, por supuesto, los
escritores. Una sonrisa a medio esbozar es una exageración válida, pero no deja
de ser un consenso más o menos arbitrario. A mí nunca me ha parecido que la
Gioconda sonría. No puedo subirme en el barco de la 'enigmática sonrisa'
porque, para empezar, los profanos como yo no la vemos en primera instancia,
pero ahí reside el meollo del asunto: debe existir, por eso la buscamos. El
"Origen de las Especies" no es, ni de lejos, una obra subversiva. Si bien su
lectura puede resultar aburrida hoy en día, la potencia en lo descrito se
encuentra no en lo que resalta, sino en lo que oculta o lo que sugiere, y lo que en
su momento desafió. El gran drama histórico que envuelve a Yáñez y a las
circunstancias de su origen y sus años de vida adolescente es precisamente aquel
que evadió convenientemente: La Rebelión Cristera. ¡Ay, Yahualica de mis
amores / si te vuelves en Clamores / ora soy tu campesino / cacique soy de tus
colores! Ninguna obra suya posee más que comentarios marginales sobre el
asunto; él, cuya familia era originaria de Los Altos, que escribió sobre la
eucaristía, cuyos amigos fueron fusilados incluso. él, que fue historiador, nos
dejó la incógnita de sus impresiones sobre un asunto en el cual él poseía
material de primera mano. Tal era la política entonces.
No debe extrañarnos, por tanto, la destreza del jalisciense para moverse entre
líneas, para sugerir sin ser explícito -no en balde fue un político toda su vida. De
ahí que resulte tan atractiva su producción literaria como ejercicio
autobiográfico: Yáñez fue en su temprana juventud fichado como socialista y
'cristero', un lastre muy incómodo para quien después fuera Gobernador de
Jalisco, Miembro del Colegio Nacional, Consejero de la Presidencia con Adolfo
López Mateos, Secretario de Educación Pública con Gustavo Díaz Ordaz y
Presidente de la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos, entre otros
cargos. La observación de que un condenado es el más implacable juez, resulta
entonces pertinente. En Santa Anna: espectro de una sociedad vemos el carácter
dual, heterogéneo, de su trabajo: a su introspección personal interpuso
introspección colectiva, el personaje en condicionamiento operante y perpetuo.
No pretende ser un juicio sumario, y está muy lejos de ser una apología, pero el
tema se antoja todavía escabroso, comprometido. La culpa recae en una
abstracción: él y la sociedad. Pero entonces no existe crimen, porque no
constituyó un atentado en contra de la regla; la regla era también marchita. No
hubo ofensa social, sólo eco... y silencio. Claro, el libro no salió a la luz sino
después de 1980. Pero ya que lo pensamos, ¿no era lo mismo escribir sobre la
cristiada también? ¿Qué frontera no demarcada señala el fin de lo público y lo
enteramente personal? ¿Por qué, Agustín, no reservaste nunca una sorpresa
póstuma, un celoso apunte extraviado o las pistas para seguirlo? La mirada
lúcida y aguda de quien descubre es también la misma capacidad para ocultar,
como en su caso, sus actividades previas a 1929. La biografía es un arte
voluptuoso porque no alimenta más de lo que desea ser alimentado y Yáñez, que
no puede ser, como nadie, ajeno a su propia pluma, reclama también una
biografía.
Más allá del erudito interés de ciertos norteamericanos, entre los que podemos
destacar John S. Brushwood (México en su novela (1973), La Barbarie Elegante
(1988)), Agustín Yáñez se encuentra sólo como referencia literaria o como un
artículo exótico en alguna revista extranjera que trate sobre el tema. En The
Mexican Novel Comes of Age (1971), una compilación de articulistas sobre
narrativa mexicana, un apartado es por sí mismo elocuente, "Agustín Yáñez: el
salto cuántico para la novela mexicana", en el cual Walter Langford reconoce en
Yáñez a un autor adelantado a su tiempo. Y de nuevo, la biografía, el hombre,
sobre todo de parte de sus compatriotas, ¿dónde quedó? Yáñez no es un tema de
snobs de café, hábiles paleontólogos de biblioteca. Para retratarlo con justicia
hace falta rebasar esa limitación que otorga la etiqueta de mera curiosidad
académica, es decir, hace falta incorporarlo al debate personal, estudiarlo desde
el punto de vista humano, imperfecto, voluble y, con razón, contradictorio. Sólo
ahí la biografía superara el estatismo de querer presentar figuras intocables,
inmaculadas, aisladas de todo contexto.
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Autor: Roberto Hoyos
LA PALABRA ENEMIGA EN LA OBRA DE AGUSTIN YAÑEZ
Por Gloria Favi C.,
Escuela de Ciencias Sociales, Facultad de Ciencias Sociales,
Universidad de Chile, Universidad Central.
Su novela Al Filo del Agua, desarrolla una narrativa singular marcada por una serie de
rasgos estilísticos que dan forma a la Gran novela de la Revolución mexicana cuyos
antecedentes nos remiten al iniciador del género - Mariano Azuela- creador que
señala la especial modalidad narrativa de una acción que se actualiza en un conjunto
textual abierto, cuyas manifestaciones aún emergen en nuestro presente inmediato.
Pero, ¿cómo se construye la historia si sabemos que a los hombres no les gobierna
una historia objetiva y cuyas etapas estarían previstas como una fatal progresión al
futuro o la catástrofe última? Por el contrario, la preeminencia del mito supone que el
tiempo humano obedece a recurrencias diversas y que la historia está escrita en el
hombre y no a la inversa.
"-Que la mujer, que los hijos, que los animales que las siembras, que las deudas... en
fin, al demonio no le faltaran mañas para quitarnos la atención del principal asunto a
que os ha traído la misericordia Divina: (p. 54).
Luego estos hilos de un argumento invisible van formando, las ansias, los clamores
subterráneos y vibrantes de seres que intentan rebasar sus márgenes "¡ Cada año
más vieja, más achacosa, más abandonada y desesperada¡ Es horrible yo no sé
donde tiene mi padre los ojos o el corazón para volver, para no comprender, y que me
sacara del pueblo siquiera unos días" (p. 308), son vidas interiores independientes de
todo acontecer externo, pero cuyos fragmentos van configurando el Acto
Preparatorio, el inicio del relámpago, el cambio, la mítica revolución.
Esta voluntad de estilo marcada por la destrucción del modo convencional de narrar y
la dispersión constante del yo narrativo - ha sido considerada por la crítica - como el
gran acierto de Agustín Yáñez para representar la ambigüedad y dinámica interna
que impone el relato de la Revolución Mexicana como experiencia vivida y verificada
en la memoria.
Son ahora las voces, el lenguaje que construye - en una desgarradora eternidad - a
los personajes que portan su propio destino. "El novelista tiene la obligación de
respetar su libertad, su destino": afirma Agustín Yáñez en una entrevista concedida a
Emmanuel Carvallo. "Estamos en el Filo del agua, Usted cuídese: pase lo que pase,
no se aflija, señor cura, será una buena tormenta y a usted le darán los primeros
granizazos:" (p. 376).
Son las palabras de Lucas Macías, amenazantes antes de morir culpando al padre
Isla de la desgracia del pueblo.
"María se contó entre las que rompieron el cerco de temores. La dejó atónita el
brusco vacío de Gabriel, cuyo paradero ignoraba; la tragedia de Micaela no le sirvió
de lección:" (p. 293).
"No le hagan nada. ¡suéltenlo¡ ´él no es culpable, yo fui la que quise, porque, lo quiero
y a nadie como él he querido, ¡suéltenlo¡" (p. 261)
María, rebelde, se escapa del pueblo y del novelista para reaparecer en otras p.inas
Son las voces del pueblo contra Damián Limón, héroe y villano tejido en este estatus
ambiguo de maldiciones, amor y odio que lo someten a la necesidad implacable de un
destino- héroe inmortal - gestado en el interior del relato. Porque la melodiosa y
vibrante sinfonía de la superficie textual transfiguraba en la intemporalidad del mito,
es la escritura, es el lenguaje sagrado que despierta a los héroes del sueño y los
envuelve en un espacio nuevo, un tiempo nuevo, liberados de la degradación y de la
muerte.
BIBLIOGRAFÍA: