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La urbanización del mundo

ca
Usos y abusos en la modernización
del medio rural
Artemio J. BlillOrrl '"
"0¡611,1· Ur~..IIt1

Va y¡¡ par¡¡ do!; siglos que la intelectualidad y 105 sucesivos apara-


tos polídro-ideo16gicos de este país vienen persiguiendo una como
sublime obsesi6n, que ~ manifiesta periódicamente de fanna inva-
riable: la modffniZl1cÍón del campo, la introducción de la modernidad
en esa especie de mundo lejano, mágico, oscuro, y en general hostil
a las extranjerías. En el fondo de toda e-;a yolun:ad modernizadora
no se hallaba, las más de las n~ces , sino el deseo de proceder a una
colonización sistemática del mundo rural, qu e permanecía un tanto
al margen del desarrollo capitaJista.
Esta colonización sigue dos procesos diacr6nicm. Li. primera fase
se lleva a cabo mediante la meramtilizaoon de la eronomía de los
agricultores (es presentado como un a,;me!' por los eronoollstas el
que éstos entrasen en el mercado para su ahast~.miento y para dar
salida a sus sobreproducciones). En >egUD<lo lug~r. como dem05tró
en su día Mario Ga\{ria. 5e reduce el contrnido de sm actividades
Documentación Social (se vuelve el campe:>ino cada vez más incap-;u de resolver sus cul·
dvos por medios propios, con independencia del mercado y de los
51 intennediarios de inputs y ourputs que >li.Il surgiendo l. De forma
Abril-Junio 1983 que, en último término. los espacios rurales, colonizados por los
espacios urbamxapüa1istas, han terminado estructurados en función
pp. 143-158 de las necesidades de los centros, de las metrópolis. El capitalismo
se ha ('lItrom~fido, ¿sí. en los espaci05 agruios. e;..-ploundo a los
campesinos medilUlte d intercambio desigual.
----:c:---:--
(*) Artemio J, Baigorri es sociólogo-urbanisu, y coautor. elltre otros li,
bros, de «El Bajo Aragón expoliado~. «Extremadura s.aq-"eada .... El modelo
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La «urbanización» de la vida, la producción inviernos, ahora le cuesta el equivalente a los beneficios que la
y el consumo explotación (suponiendo una de tipo medio) pueda darle durante
diez años.
Al fin, las pre\'ISlOn.-: s y deseos de los red.-::ntores y mesías Frente al corral y al huerto, la tienda, y aún en muchos casos,
del campesinado (entendido aquí no en términos de clase), de Jo- el supermercado. Ya sólo los viejos y algún sentimental saben, pue-
vellanos a Kaustky, de Costa a José Antonio, se han cumplido ya, den, tienen tiempo o quieren cuidar su huerto, y los animales de
aunque haya qui.-::n sj~a hablando de modernizar. No se ha tenido carne han emigrado a las gigantescas granjas industriales, desde
otra obsesión que cO;-Jseguir que los campesinos viviesen como Jos donde luego serán reenviados, embalados y sin sustancia, a los
obreros de las ciudades, \" a fe que lo han conseguido, y en algunos comercios de los pueblos. En gran número de los casos, y aunque
lugares se han pas'ldo. S'obre todos estos agraristas planeaba la ne- parezca contradictorio, en el campo se están comiendo hoy los peo-
bulosa idea de que el fin más alto a que ¡xxlía aspirar el campo res alimentos, porque los comerciantes de los pueblos, que cada
era a parecerse a una inmensa fábrica, como las que funcionan en amanecida van a la gran ciudad a comprar al mercado central, com-
las ciudades. Las gnndes rei\'indicaciones corporativistas del campe- pran 10 más barato, 10 peor, «el rebús». Y ese «rebús» es pagado
sinado durante el franquismo, y en gran parte aún ahora, han veni- luego en los pueblos, por los agricultores, al mismo precio que
do incluso en esa línca. El campesinado ha ignorado ql!e, al adqui- pueda pagarlo un urbanita del Ensanche barcelonés.
rir unos hipotéticos derechos y beneficios urbanos, recibían como y el supermercado frente a las conservas, salazones y embuti-
anexos unos pesados lastres. En cualquier caso, el campo, o los es- dos que en cada casa campesina se hacían. La propia matanza no
pacios rurales, no se han modernizado, sino que han sido moderni- es, donde se conserva, la más de las veces, sino un acto fabril y
zados por fuerzas extrañas. Han sido colonizados por una forma de aséptico. Frente a la vida, en fin, el consumo. La televisión ha
modernidad: la urbano-capitalista. sustituido, como centro de la casa, al hogar, en torno al cual se
Como reflejo de todo ello se han adquirido nuevas formas de hacía la historia de los pueblos y la planificación económica de la
producción, consumo y \'ida. El agricultor se ha especializado en la hacienda. La televisión ha apagado, también en el campo, las con-
producción de alimentos y ya no se sabe hacer nada más. Incluso versaciones, los planes, las críticas (<<¡Calla, que está el parte!»),
para producirlos depende del exterior. Fuera d e su medio debe generando incluso hábitos negativos para la salud campesina. Si
adquirir todos los utensilios, desde la tajadera de hierro hasta el ayer la comida era silenciosa, permitiendo así masticar, salivar y
tractor, así como la energía para hacerlos funcionar, porque ni la tragar adecuadamente los alimentos, dejando la chárhara para luego,
energía metabólica ni los propios alimentos naturales sirven ya. Ni al sentarse en el hogar, hoy los agricultores comen corriendo, por la
siquiera sabe reparar o:: sos utensilios cuando se estropean. Para eso tarde, porque a las tres abren el taller ~y quiero estar el primero
están los talleres. con el tractor»; por la noche, porque empieza «DalIas». Y hay
y frente a esa casa de adobe, piedra caliza o ladrillo que el pro- que aprovechar la comida para hablar, con lo que los alimentos
pio agricultor se hacía en los ratos libres, ahora encarga a un cons- son tragados en malas condiciones de masticación y salivación, gene-
tructor profesional que le haga una, o incluso en muchos casos rando diversas enfermedades y dolencias. La propia televisión, con-
la compra hecha en serie, en un bloque típicamente urbano. De <umida abusivamente, ha generado también entre el campesinado
forma que si anto::s la casa le «costaba» el tiempo libre de dos o tres !lna notable falta de horas de sueño.
~xtremeño,). "La enseñanza de la arquitectura en las escuelas de Madrid y y de la calabaza más grande al tractor más grande, se ha dado
Valladolid", "Vivir del Ebro», «Debate contra 111 ~neral Motors,., ..Las 1u- , un paso cualitativo, que ha ido de la sana y tradicional emulación
ch~, v defensa de los renteros v medieros del Valle del Ebro .. , etc, Ha traba-
jado Como urbanista en Ara¡¡:ári, Navarra, Rioia, País Valenciano, Ertremadu-
para lograr mejores producciones, productos más cuidados, gran-
fa v Andalucía.
de;; \" hermosos, a la pura envidia consumista, lleRada, cómo no,

"
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de las ciudildes. T ras el Illéjor tractor, va la cabina mejor equipada das en la experiencia práctica, sobre cómo esU «urbanización del
(las hay con mdioc:l.Bcte estéreo, aire acondicionado y envoltura in- mundo campesino» s(: materializa en su expresión más sintética:
sonorizada,. aunque las condiciones de seguridad no hayan mejorado la urbanización del espacio. Es sobre este campo, al que ni la so-
prácticamente nada) , la cosechadora más grande , el motocultor má~ ciologia rural (por estar más obsesionada por la antropología I.jue
moderno ... , \" de ah í se ha pasado imperceptiblememe al coche má~ , por la dialéctica de los hechos nuevos) ni el urbanismo (por cem rar-
grande, al Icb'ísor más caro ... , I:J deuda mayor. ;Ah!, la tele\'isión, se sus leorías y análisis en la propia ciudad , aunque ésta abM~i ,j c
los periódicos, dbous que 10 han emponzoñado IOdo con el ,"eneno hoy roda el espacio), han prestado la debida atenció n, sobre el que
consumista que \"11 ha deyorado la~ ciudades . El ca mpo es un mer- queda por estudiar y, sobre todo, hacer (en forma de legislación
cado más para la industria. Es lógico así que también la industria principalmente) .
cultural y del OelO haya llegado a las zonas rurales, como un
(. bulldozer» que Jo atrasa todo, excepto aquello que también puede
ser industrializable, vendible al por mayor. La cultura Nral no exis- las funciones de) suelo Jlamado «rura).
te ya , o al menos no es reconocible en las zonas rurales de mayor y la competencia por el uso de )a tierra
co ncentración demográfica y mayor d inamismo económico,
L1 propia educació n reprod uce todos estos mecanismos, sir- Aunque dada la evolució n so::ia l, económica y lerritorial JeI
viendo para enseñar a los hijos de los agricultores a forjarse tal vez Estado español en los ll!t imos trdnta añm, es muy d ifk il ho.blar
un porvenir en las ciudades. donde el porvenir es negro para los hoy de «lo rural» en términos generales, creo que podríarnCls di~ ­
propios <,urbanitas», pero siendo absolutamente ineficaz para con- tinguir b~sicamente tres tipos de territorios. De un l~do, los urba-
seguir su adaptación al medio en que viven, nos propiamente dichos, los centros metropolitanos, a los que 1)0
No es extraño así, como hemos estudiado recientemente en vamos :1 referirnos en e~ta ocasión. En segundo lugar, los rurales,
La Rioja, que enfermedades tan rípicamente urbanas como el «stress» 13mbién propiamente dichos, en cuyo apartado entrarían V3SI¡\S ex-
hayan hecho su aparición co n fuerza en el campo . Los agriculto res I tensiones, miles de mun icipios españoles sin ni ngún dinamismo eco-
consumen en términos relativos mayo r cantidad de tranquilizantes nómico, la mayona deshanitados o semidcsiertos. Puenlos agro..
y drogas médicas que los habitantes de las ciudad{'1;. La propia ac- pnaJeros y forestale s, con formas exte nsiVa3 de producción, cuyos
tividad agrícola. que en otro tiempo se consideraba fuente de salud. escas()s habitante;; sobreviven gracias a la conjunción de varias
e~ ahora la más peligrosa y arrie s~:ld:l , después de la construcción. fu entes de ingresos: las bajísimas rentas generadas por sus li e rra~
El campo , pues , se ha integrado a la perfección en el conjunto y ganl1dos; los aprovechamientos forestales, cinegéticos o eXlracti-
de usos, formas de vida. trabaio \' cultu ra q ue confo rman la cÍvi- vos adm inhtrados por el lCONA -par:!. el q ue en numerosas oca-
U7-aci6n urbana<Apitalist a. La lena de cambio , los inter~ses \' el siones se emplean como operarios esos mismos hahilantes-, y,
plazo de amortización son t3m bién en el mundo rural la quinta~en­ princi palrnt:nte, las pem iones de 105 jubilados y p!:'nsionistfls d e la
da del sistema. Pero en cualquier caso no es sobre estos aspectos Segurid:1d Socifll A~ rM¡ ¡t. Básicameme, estos i nmc'1w~ terri to rios
que profundizar en estas pigmas, por ~srar ya m~s (:5- de jan transcurrir la hi storia (incluida la económica \', por tanto,
(1 l. sino que queremos aportar ciertas impresiones, basa- territorial) en torno suvo, sin ser afectados PO! ella. De vez en'
primera aproximación a esU! lema, fuera de la onodoxia de J¡¡ cuando, a un emigrante le entra nostalgia y se gastJ sus :thorros
. ' I rura l dásic8, 18 hizo Giviria en .La ck¡x:ndencia de 105 agriculto- en C'Qmlruirse un chaletito en las afu e ra ~ dd nllebh Da igual
res,. en el extra de Cll4d~n(}f para ~ Diálogo dcdieado al campo (1975). Entre Que el paisa je o bsen'ahle ~ea un riachuelo parn;J.siano o un p~ramo
las aporfaciolld oosleriores cabría ciur mi trab:ljo .. R e I:t:lIO de un rolonizado..
en e:! cura de Birid~1I1 dedicado al OlJllpo (1980) y, sobre todo, e:! esludio • desolador.
Que ambos hemos dirigido sobre e:! ca.ropo riojaoo, de: pronhl publicación, P ero hav un ' ercer cipo de terrilo rios, que su ocmen el resto
donde se tocan en profundidad muy wvtl'SO!l aspectos de:! lema. del E stado, sobre los que creemos que cie rt ament~ hay que volca r-
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se en el anális is, po rque ahí se concentran la producción y la po. ciertos territorios no para contribui r ~ su desarrollo, si no para acot-
blación activa agrarias. Son territorios distin tos de los que se ha tar diSfancias entre las ciudades que conectan, o a lo sumo, ahorrar
dado en lIam¡¡[ rurbl1"os - lo rurhaDo es más bien la periferia de ('n materiales de construcciÓn o mano de obra.
10 urbano,. en ionna de detritus o de fuga lujosa del «suess_, y
que se han con fi gurado como tales esencialmente por IttS causas, , Pero si accidentalmente en los territorios por los que cruzan
que a vcccs h¡ln actuado de forma sinergética, olras ayudadas de existe n a i ro tipo de recu rsos prev ios (población, allua , accesibili-
• dad, dotaciones urbanas, etc.), la zona termina aaprovt:Chándose»
influenci:ls m:is d.i\'ersas. de las nuevas infraestructuras q ue la pene tran . 0 , dicho de otro
• De un lado, Id explosión de ciudades, que arro jan fuera
ldí modo, el capital encuen tra el modo de sacarle provecho a esa ca-
de sí ciertos fac:ore s productivos que salpican los territorios adya· sual conjunción de recursos, infraestructuras y dotaciont:s (esto lo
centes, así como cienos clementos ínfraestructurales e incluso resi · pudimo~ ob~rvar muy bien en el caso de la General Morors) (2).
denciales. Es el caso de tantos municipios y barrios que rodean , sin Surgen entonces unos territorios de e-conomfa mix!a, agroindus-
estar integrados :norfológicameme, a bastan tes medias y grandes trial, con un credente peso del sector servicios. La agricultura se
ciudades española ,. Estos terrilorios, cuyos habitantes viven tanto ex temifica, al aumentar excesivamente el precio de la fuerza de tra-
de la ciudad como del campo. así como del producto de la venta en bajo a cnusa de la competencia de la s i ndu s tr j¡¡~ que llegan a
parcelas de ese mismo campo, son sin duda los menos conocidos, e,tos «El Dorado» pequeñitos y chapuceros. De tanto en tanto,
los más complejos y los que mayores problemas de ordenación entran ríos de dinero a raíz de la construcción de una itutopista, un
(adaptación de una sociedad y cultura urbanizadas a ur;a morfolo- gaseoducto o una gran fac toría. Sin dejar de ser pueblos eminen-
pa del espacio también urbana). Suelen tener una agncultura ul- temen te agrícolas, con la mayor parte de su población activa dedi-
traintensiva, ultramoderna, ultraquímica. destinada a abastecer de cada a este sector, surgen sin embargo nuevas fuentes de ingresos,
frutas y hortabas n bs ciudades cercanas, y que genera unas rentas incluido el paro (desconocido hasta entonces en estas zonas, por
muy altas; sin perjuicio de encontrar al lado mismo vastas exten- cuan!o el «paro obrero agrkola~ , el empleo comunitario, es algo
siones de cereal en ré~!imen extensivo, e incluso latifundios. Sus esencialmente distinto y desapareció hace un lustro de las áreas de
cascos urbanos son desoladores, profundamente desordenados y feos. ilgriculrura avanzada para ser (les tinado e n su totalidad a Anda-
No es fácil delimi tar cuándo es tos territorios pertenecen morfoló- lucía. Ex tremadura y Murcia). La influe ncia urb:l n9 e! creciente.
gicamente al área me tropolitana, de la que son casi parasitarios, o Los núcleos urbanos est:ll1~n en su confiQ;ll!ación primiriva, a veces
bíen pueden ser conside rados realmente como rurales. Son una mez- en \'C'rtical. pero generalmente en hori7.ontaL Se desarrolla la 3Rri-
cla de ciudad-dormitorio y pueblo af!rícola, y son los que más in- cultura a tiemoo pa rcia l. Penetran las formas cu lturales net3mente
terés deberían tener para qu :enes miran el tema .. desde la ciudad,.. urbanas (i ncluida la dro¡;a, cuva implantación es credente en este
tipo de rcrri!Orios_ m u ~' por delante incluso en lérm:nos relativos
• La comunicación interurbana, el u anspone de mercancías. q ue en muchas grandes ciudades). De alMun", manera . se conservan
productos, ma ¡erias primas, ciudadanos. de ur:as d udades a ot r~ s, las e,encias y la idiosincrasia (incluso ciertas tradiciones pueden
ha ~encrado también territorios de ese tercer tipo, a los que PUdlé- ser ahora financiadas con más holglttil , sobre t<:>do en lo que a
ram'os denominar a;, r()-ft rbanos. En nuestro caso conocemos mejor el
caso de la ribera del Ebro, pero existen otros muchos en el Esta- (2\ Sobre las t~?(l fl<"$ d~ la impla nuci6n en ~\I ac! \I ~! t, bicaci6n de la
do. Son t erri lorios a¡;¡tícolas que son transformados y dinamilados f-dctoría de la General /l.Iotors pueden verse mi~ !rabai<'~ ~General MOlon
por la implantación de diversas infraestructuras. Las autopistas , los c~ntr~ todos» en la revista Ririd .. /a ( 1979) y NGen~rQl MO' ms versus rega-
~aseoducto s , los ferrocarriles, los oleoductos, las líneas de alta ten- díos. en Transición [1979), iI~ í romo el volumen oolcelim Drhatr rontra la
(;mc~11i .\fa/ron. Ed. Arre. 1979. y d también co]ectÍ\-o Tvdr¡ t::f¡; la Gl'nl'ral
~i6n. de teléfono \' télex, etc .. es evidente que se construyen sobre Motor!. Ed. Miraguano, 1981.
fiestas se refic:re" pero llegan mucho ames a estos ~eblos d7 tres , los que también existe una poderosa industria transformadora y,
cuatro o seis mil habitantes los conciertos de M.igucl Rios, o sobre lodo, una creciente red de servicios.
({E,T ,», que a muchas ciudades de 100.000 habitantes, Son terri· Son pueblos éstos, en líneas generales, en los que el agricultor
torios, en fin, crecientemente complejos, se familiarizó con la letra de cambio no mucho más tarde que el
pequeño empresario urbano, y en los que el nivel de vid:! y de ren-
• La ret'o!ución arde, en fin , sería la tercera de las más tas - 10 que no siempre va parejo- son muy elevados.
imponsntes causas generadoras de es te tipo de territorios ag,r?· Los problema~ de ordenación espacial y adaptación de la mor-
urbanos. No es preciw explicar aquí el concepto de revotuClOn fología urbana y territorial a las nuevas formas sociales suelen ser
verde ni ent ramos aquí en su valo ración (aunque personalmente no cspedalmeme graves. Profunda mente dinámicos, suelen ser poco
crea ~n sus pretendidas bondades), sino que lo utilizamos con ca- respetuosos con S~I histo ria )' co n su ento rno. La construcci6 n de
rácte r des<ripti,·o r aplicado ahernat i\'ameme tanto a la agricuh ura casillas de campo, de segunda residencia, de variAntes, avenidas
como a la ganadería. Así. DOS refed mos en este punto a todos esos desangeladas , vt:nederos incontrolados, gran jas gigantescas junw
territorios tan conocidos, en los q ue la agricultura o la Aanadería in- a los cascos urbanos, o((monumemos » de diez plantas en cascos en
tensivas han I!;enerado unas rentas muy altas en compauci6n co n donde la :lltura media de es. dos plantas, etc" todo dJo es bas-
otras zonlH agnria,. \. en los que además se ha dado un cierto rante habitual. El propio trat amiento del espacio de producción
dinamismo en'tre la ~blación. Es el caso de amplias comarCaS de agreda a las nuevas tecnologias conlleva a su degradaci6n ecológica
Cataluña , Aragón, i\avarra, Rioj a, Valencia y Murcia; y también y paisajística (3).
de Andalucía e incluso ExtremAdura (principalmente en los \'aUes En todos estos territorios calificados como agro-urbanos, la
del Guadalqui\,ir l' el Guadiana, pero de un tiempo a esta pan,e tierra, cultivable o no cultivable, ha de:jado de tener esa única fun-
también en ciertas zonas del litoral , especialmente en Almerla, Ca- ción de producir alimemos, O en general, materias primas. Nuevos
di7. y H uelval. Son pueblos que tradicionalmente siguieron, hasta b ctores económicos han entrado en jut:go, de fo rma que, en último
medi:ldos de si2lo. una evolució n desigual y similar a la del resto (érmino, el agricultor no es sino un agente: más en compete ncia
de pueblos rur~l~ . pero que a partir sobre todo de los sesenta, por el uso y control de ese suelo, aunq ue siga siendo el que más
con la penetr,lCi6n e:l el país de las técnicas de producci6n a g ro~­ superficie domi na r administra (y eSI:l sería q uizá la diferencia,
cuaría intenS¡ \·J. comienzan 11 sent ar unas poderosas bases t\.'OnÓml· en este aspecto, de est os territorios con los purament e metropoli-
C3S. Un elemento básico para qu e todo esto fu ese posible han sido (anos e incluso urbanos ),
los regadíos. 3610 allí donde había regadíos, o donde se han cons· Creemos que la clave de la crisis urbana y territoriAl por la
truido (casa del Plan Badajoz o Bárdenas\, se han podido aplicar que atraviesan estos espacios está precisamente en esa competencia
con \'e rdader~ eficacia las nuevas técnicas. q ue diversos agentes ejercen por el control del suelo: agricultores,
Salvando el imprescindible reduccionismo al analizar el proce- ganaderos, grandes compañías agro industriales, ahorradores inversio-
sa el caso e ~ que el surfl im iem o -en muchos casos resurgimiento-- nistas , come:rciantes , urbanitas con pecunia suficiente como para
d~ una agricl.1lw ra ~. ganadería in~ens~vas y poderosas ~rm~ti6 una comprarse una parcclíta y construirse una chalébola (4), oc¡:¡anismos
acu mulación de rent:lS que termmana por generar, «m SItU~ , la de la Administración, grandes }' pe:queñas empresas, e tc.
aparición de numerosos empleos inducidos_ La eco nomía de estos
01 Un ejemplo mu ~' d aro de este fen6meno es la docnización paisajis-
territo rios se ha complejizado , con derh'ados o auxiliares del pro· IiclI de! campo por la d ~aparid 6n del arbolado ..dornistko •. Ver .. Segunda
pio sector. Al fi nal, nos enc~ntramo,s con esp~cios en los. que la dedore-s taci6n de nuestros c~mpos . , en El Día d~ Arag611 ( 12.}.198J ),
inmensa m:!'; ~) ríl de la poblacl6n aCtl \-3 se dedica a la agm:ultura , (4) Ver .. La tierra tambi¿n para el qu ~ no la trabajl. La problemática de loo
a tiempo pl:o-I".' 0, de form a creciente, ti tiempo parcial. Pero en huertos ümiliares .. , en El Vir;o Topo (1982).


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A parlir dt: aqui, nos encontramos ron la necesidad de aoálisis ju~go muy d.i v~rsos factor~s. To mando un ejemplo práctko , cuando
más complejos q ue los tradicíonaJes (5) sobre lo que pudiéramos un a auto pista cruza uno de estOS r~rri tori os, automáticamente d~s­
denominar el recurso tierra. Un recurso que sigue cumpliendo la pués d ~ las primeras exp ropi 8don~s , los precios d~ la tierra se dis-
funci ón de prooudr alimentos (en unos territorios en Jos que la paran. Esas fincas que, hasta hoy. en cuanto un agricultor que se
mayor parte de la población se dedica a la agricultura , y que marchaba o se retiraba ponía a la venta, inmediatamente otros agrÍ-
deben sus características actuales precisamente a la potencia de cultores necesitados de ampliar su explotación se las quitaban d~ las
eSll agricultura), pero entre otras muchas funciones d e mayo r o me- manos, ahora en muchos lugares tardan meses en venderse, y a ve-
nor peso específico para esta sociedud , como puedan ser : ces ni se venden, tal es la expectativa de precios que ciertas infra-
estru turas levantan.
- La explotación de recursos naturales (minas, graveras, apro-
vechamientos forestales. etc.). Por tomar otro ejemplo, el asunto se complica cuando la segun-
da residencia hace su apa rición . No sería extraño que se esté per-
- Descongestión de la ciudad :
diendo más p roducci6n agraria por culpa d e las tierras que, a la
al Como soporte de acti \· jdad ~ industriales o de servi· espera de ser vendidas a precios casi urbanos , permanecen mal ex-
cios molestos, insalubres y peligrosos (desde un basu- ploradas con un sentido de transitoriedad, o incluso yermas, que 10
rero hasta una supercárcel, pasando por un manicomio que se pierde por las tierra s agrícolas que cambian de uso. P ues
o una refin~rí9! ) . har que tener en cuenta que muchas de las que pasan a ser utili-
b) Como soporte de servicios y dotaciones privadas O ins- ZAdas como pseudosegunda residencia, con chalébola incluida , ter-
titucionales que requieren unos espacios caros dentro minan siendo mucho más intensamente explotadas como huertos
de los cascos u rbanos e incluso de las áreas metropdi- para el abastecimiento familiar. Hay mucho que estudiar y refle-
tanas (como ciertos colegios, centros de investigación, xionar todavía en torno a todas estas cuestiones (6 ).
clubs de recreo, elc.).
Creci mienro y d esarroUo residencial de la propia ciudad ,
pues casi lodos estos territorios cuentan en sus cercanías ReAexlones más o menos divertidas sobre cómo
con alguna pequeña, media o gran ciudad, cu yas salpicadu- nos enfrentamos al problema del planeamiento
ras residenciales reciben. en el medio rural
- Descanso y bienestar para todas las capas sociales, previa-
Todo 10 anterior n os conduce a ocuparnos de un aspecto tan
mente compartimentados los espacios por clases y estratos.
d esatendido como el del planeami ento urbanístico y territorial en el
- Soporte de redes de transporte y comunicación entre las medio ru ral. A pesar d e que casi 30.000.000 de españoles viven
ciudades: carreteras, ]fneas eléctricas v tdefónicas, ferroca- en pueblos, ciudades y megal6polis d e más de 5.000 h abitantes . el
rriles, canales y conducciones de agua, etc. número de estos municipios no supera el millar, mientras que hay
El problema está en có mo compaginar todas estas fu nciones con por los distin tos paísc=s del Estado más de 8.000 pue blos y pe-
las vocacio nales del tc=rritorio. esto es, la agricultura \' la ganadería. queñas ci udades que no super~ n Jos 5.000 habitan tes. Siendo muy
e ¡nclmo el mantenimien to de espacios «vírgenes». Y es u n pro- generosos para con las ciudades medias y grandes, hemos d e ron-
blema , ho~' por hoy, de difícil resolud ón, por cu an to entran en
(6\ Un e'itudio en curso de re.lizaci6n, robre .-posibilidades d e la agri-
(.5 ) En el d tado e>tuJ io de La Rioia hemos hecho ~ped a ! hincapi¿ en cu]¡ura p.:riumana en d Area Metropolitana de Madrid. va a dll.tnOS gron
el an '1i s; ~ dd recurro ti erra en base a los plllntearn ientos a que aquJ hem os luz sobre es tas cuestiones. Ver también orRú stioo versus no u rbanizable .. , en
he:chn referencia. El DíJ de ArC,i:ón (14·XII-1 982).
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venir -sin datos exactos a la vista- que menos de un terdo de el problema real de los pueblos no es la falta de planeamiento, sino
la superficie del Estado pertenece administrativamente a este tipo la aplicación del mismo.
de urbes. Los otros dos tercios pertenecen a los pequeños pueblos A estos pueblos asaltados por ti Ley vienen llegando en los
y ciudades más o menos rurales. últimos años los jóvenes arquitectos parados a ocuparse del urba-
nismo (siempre prepara el sistema alguna ocupación para sus pro-
Sin embargo, la Ley del Suelo de 1975, más aún que la de fesionales más queridos). Llegan «mucizadores» a lavar sus peca-
1956, está hecha P,Uil ese minoritario tercio donde se concentran
do,;, aplicando aquí el reformismo social que son incapaces de
las masas humanas, Desde el primer párrafo de su Exposición de recordar cuando firm,m las chapuzas y corruptelas inmobiliarias.
Motivos, se legisla «para las grandes masas de población que en
Llegan también desaprensivos. Pero junto a ellos no falta mucha
los próximos años "3n a incrementar los núcleos urbanos» (se con-
gente joven con ganas de hacer cosas, incluso cada vez más traba-
fía en dicho preámbulo que la población de las grandes ciudades jando con perspectivas (~dulceSl>, que, en este sentido, van a los
españolas aumentará en unos 22.000.000 de habitantes antes del
pueblos de forma declarada más a aprender que a enseñar.
año 1999), y más adelante se señala, sin que quede resquicio al-
guno para la duda, que «la dinámica, difícilmente reversible, del y suelen ser precisamente estos jÓ'lenes quienes terminan tenien-
proceso de urbanización, constituye el obligado punto de partida do problemas con el urbanismo, y necesitando más ayuda que los
para la tarea de poner al día los instrumentos legales ... ». De for- pueblos a los que se la quieren prestar. Porque sobre estas cuestio-
ma que cuando en todo el mundo ci\'üizado se hablaba va de nes no se les ha enseñado nada en los tratados, debates y cursillos
des-urbanización, de descentralización demográfica y económica', aquí habimales. De forma que llegan a los pueblos con una gran carga
se legislaba para el desarrollo y crecimiento de las grandes ciuda- de planteamientos erróneos, entre los que podríamos elegir ahora
des en decadencia. Quedando los espacios llamados rurales huér- los siguientes:
fanos de directrices, hasta el punto de pasar a ser definido en tér- La panarquitectura: El más abundante es el de considerar que
minos negativos, como lo que ni es urbano ni puede llegar a los arquitectos, que a veces saben hacer casas e incluso a veces ur-
serlo, lo «no urbanizab!e». banismo, también saben aplicar la Ley del Suelo en los espacios
rurales. En los pueblos, es precisamente el casco urbano 10 que en
Fácticamente, existe una especie de reparto de competencias so- muchos casos menos problemas e interés tiene para el planificador.>
bre el territorio. Mientras el MOPU marca las grandes líneas del sobre todo lXJrque en la mayor parte de los casos, se proyecte 10
espacio puramente urbano, los dos tercios de espacio rural que que se proyecte, luego seguirán haciendo 10 que les dé la gana,
quedan por ahí sueltos se los reparten de forma desigual el ICO~A, construyendo un pueblo adaptado a sus necesidades reales. Es mu-
el IRYDA, el propio :-'[OPU (a través de las Confederaciones Hidro- chas veces el territorio, el término municipal, lo que hay que orde-
gráficas) y, en último término, los Ayuntamientos correspondien- nar. y el arquitecto, al que todos deben supeditarse porque así 10
tes. En este sentido, parecía una contradicción que a la vez que se manda una ley de carácter corporativista, debe enfrentarse al urba-
dictaba una Ley del Suelo para el tercio «administrado» por nismo en el medio rural con la mayor humildad posible tanto
el .\10PV, se decretase su aplicación a la totalidad del territorio. hacia los habitantes como ante otras ramas más o menos científi-
Los resultados que se van obsen'ando de la aplicación de la cas (socioeconomía, agronomía, biología, geografía ... ).
Ley del Suelo en los espacios rurales no suponen en absoluto una Utopismo/escepticismo: Considerar que el planeamiento urba-
superación de tal contradicción a través de la praxis. Por el con- no es un instrumento revolucionario para la redención social, o
trario, las contradicciones se superponen unas a otras, y los pro- considerar que no sirve para nada en este sentido, todo ello es
blemas se agra'lan en los pueblos, porque a los desastres del ICO:-.JA, también erróneo. Frente a la primera consideración sobra todo co-
de las Confederaciones, se suma ahora la Lev del Suelo. Porque mentario. Frente a la segunda, conviene no oh'idar que, aunque
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mal pagados, los planes urbanísticos cuestan un dinero al pueblo es conocer los verdaderos deseos de un pueblo, pero esa es otra).
¿írena o indirectamente, y siempre ya10:: la pena ofrecerles a cam" En cualquier caso, si se pone «tozudo», al final siempre saldrá
bio, además de las restricciones que marcarán las ordenanzas, al- perdiendo el urbanista.
gunas ideas y potencialidades para un desarrollo armónico. No El Iloripondismo es un planteamiento que causa verdaderos es-
debe hacerse esperando que tales propuestas sean utilizadas o si- tragos. Sería algo así como el mesianismo de los conservacionis-
guiera leídas, pero ahí estarán, para si un día alguien quiere po- tas radicales (o, mejor que radicales, tozudos y cabezones). Porque
nerse a andar. una cosa es descubrirles a los lugareños un hermoso rincón que
El espíritu miSIOnero es otro punto de partida condenado al prácticamente ignoraban, o sólo conocían niños y abuelos, y otra
fracaso y procede de la idea preconcebida, no menos errónea, de muy distinta bloquearles sus justos deseos de tener una caseta un
que los lugareños son tontos o viven en la ignorancia. Con la Le" poco grande en su huerta para ir a recenar con el ligue o a me-
del Suelo a lo que se va en realidad es a hacerles la puñeta a lo~ rendar con la familia el domingo. No hay que olvidar nunca que
pueblos, que hasta hoy se han desarrollado anárquicamente según .5on los propios agricultores los primeros interesados en conservar
sus propias necesidades, hasta formar hermosos conjuntos, que las tierras de cultivo, de las que viven. Si quieren ocupar una pe-
s610 se han empezado a degradar precisamente cuando el espíritu queña parte para su disfrute, es mejor canalizarlo, para que pue-
de la ciudad (de la urbe, urbanístico) ha lle¡.;ado a ellos en mate- dan recordar de la huerta, al acostarse, al¡.;o más que los sudores y
ria de construcción. Generalmente, las gentes de los pueblos saben esfuerzos que les cuesta cultivarla. Cosa distinta es la especulación,
muy bien lo que quieren en materia de urbanismo, y 10 que har o la conservación de espacios especialmente protegibles por su es-
que hacer es traducirlo en ordenanzas y zonificaciones. De paso, casez (y aún en estos casos hay que intentar siempre echarle el
aprender en materia de orientación, soleamiento, aireación, ventila- muerto al lCONA o al Patrimonio Histórico-Artístico, que para
ción y humedad en calles y edificios, de los lugareños. eso cobran sus funcionarios).
Podríamos extendernos indefinidamente con otras muchas for-
El espíritu mesiánico, que es una mezcla de 10 anterior y del mas de equivocarnos a la hora de abordar la ordenación en el me-
jesuitismo imperante entre los profesionales corporativistas, también mo rural. Pero quizá podríamos buscar una clave en la ambigüedad
suele ser catastrófico. Esta predisposición errónea está más arraig'l- de todo el asunto. ¿Hablamos de urbanismo, de la ordenación rural
da entre los técnicos de buena voluntad con veleidades tecnocrári- que realiza el IRYDA (que se refiere a concentración parcelaria,
cas, que también las hay, y que en el fondo creen en la Lev del caminos, ordenación de cultivos, desarrollo comunitario), de eso
Suelo. Es un error obli¡.;ar a todo un pueblo a admitir plantea~ien­ que hacen las Confederaciones Hidrográficas en torno a los panta-
tos en los que no cree. Para superar este error, hay que empezat- nos (mezcla de jardines versallescos, urbanizaciones de lujo para
por convencerse de que el urbanismo no es sino una forma más -sus ingenieros), o hablamos acaso de eso tan manido de la Ordena-
de ganarse la vida haciendo el menor daño posible al prójimo. ción Territorial? El asunto es de una gran complejidad.
y que aunque es el Estado o los entes autonómicos quien contrata
los trabajos de urbanismo en la mayor parte de los casos I porque La Ordenación Territorial es una disciplina de aluvión, que se
los pueblos ni tienen perras para gastarlas en este asunto, y es ha venido definiendo por la praxis. Pero en la práctica lo que
más, ni siquieran suelen querer tener nada que ver con el tema 1. la O.T. ha hecho ha sido estructurar grandes espacios territoriales
en último término son los propios pueblos, a través de impuesto') {comarcas, provincias, regiones) en función de un único fin: la pro-
y contribuciones, quienes lo van a pagar. Y en este sentido se tra- ducción de mercancías en las ciudades. Difícilmente puede servir
ta no ~e obligarles a comulgar con ruedas de molino, sino, por el entonces todo el entramado teórico que a partir de esa praxis se
contrano, de encontrar en el fondo de la Ley todos los trucos que na construido para abordar la problemática territorial y urbana del
hagan posibles los deseos populares (ya sabemos lo difícil que medio rural. y si ni sirve la Ley del Suelo para resolver los pro-
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blemas urbanfsticos de los pueblos, ni si.r\'en las grandes teoría ~


de la O.T , para acometer la ordenación de un término municipal
en relación con su núcleo urbano y con su población , algún instru-
mento será preciM> elaborar p:ua no se~lI ir m\'entando todos lo
mismo continuamente ¡po rque esto de :llguna manera es lo que est,;'
pasando}.
Debería existir una legislación distinta de la Ley dd Suelo.
Para los pueblm debería crearse una fi ¡::ura d isti nta de planeamien.
to, algo así como un Plan de Desarrollo y Ordenaci6n Municipal.
que habría de contemplar varios aspectos, aprove<:hando que por
V¡¡rios dentos de miles o varios millones de pesetas pagados por
la Administración regional o central, los pueblos cuentan durante un
año, cada siete u ocho años, con uo equipo de expertos multidis-
ciplinario . Aquí, la info rmación socioeconómica no podría ser un
re lleno, como ocurre gener:tlmenle en los planes de urbanismo, q ue
nadie se lee , sino la clave para delimitar las líneas maestras del
potencial desarrollo de ese pueblo. El diseño \' la normativa urb a-
nística irían a remolque de todo esto , no a coartar expectativas.
Las ciudlldes vienen haciéndose a sí misfTl41s d esde hace siglos.
Pero a esos pueblos de que venimos hablando. que también se ve-
nían haciend o a sí mismos, ahora, tras su inclusión en el entramado
urbano-capitalista , ,..Jos hacen» desde la centralidad metropolitana
en la mayor parte de sus aspectos de desarrollo. Superar las graves
contradicci ones que esta urbanización del mundo campesino C'jrá
generando, el planteamiento podría ser W1 instrumento , pequeño o
grande, según la calidad del equipo que lo realice, de ayuda a estos
municipios. Para que de alJ!una manera comiencen a hacerse !I
sí mismos nuevamente, en base a sus propias tradiciones. recur ~os,
carácter, historia ... , en fin. en base a su propia manera de ser.

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