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Cambios Fisiológicos en el Embarazo

El cuerpo debe cambiar sus mecanismos fisiológicos durante el


embarazo para asegurarse de que el feto está protegido. Algunos de
estos cambios son los siguientes:

Cambios Hormonales

Los niveles de estrógenos y progesterona aumentan continuamente


durante todo el embarazo, generando una producción de hormonas
que llenan todo tu cuerpo y que alteran el funcionamiento normal de
tu organismo.

Durante el embarazo, los niveles de prolactina aumentan en un 50%,


de la misma manera en la que lo hace la hormona para-tiroidea
debido al incremento de absorción de calcio en el intestino. El nivel
de hormonas como el cortisol y la aldosterona también aumentará
significativamente.

Así mismo, la placenta estimulará el metabolismo de los ácidos grasos


de la mujer, favoreciendo así la conservación de glucosa en la sangre
para ser usada por el feto.

Cambios Musculo-esqueléticos

Conforme avanza el embarazo, el cuerpo sufre cambios: La espalda y


la pelvis se inclinan para mantener un equilibrio en el cuerpo, y
conforme el feto crece esta postura se acentúa más, ocasionando el
estiramiento de los músculos abdominales de la mujer.

Como consecuencia, la mujer embarazada presenta una manera


distinta de andar: el paso se alarga conforme avanza el embarazo,
debido al aumento de peso y cambios en la postura. Además, el
aumento de peso del embarazo y la retención de líquidos ocasionarán
que el arco de los pies se reduzca y que éstos luzcan más anchos y
largos de lo normal.

Cambios Físicos

El peso extra que es adquirido durante el embarazo se debe al


aumento de apetito, la deposición de grasa, y el crecimiento de los
órganos reproductivos y el feto, así como el aumento de volumen de
sangre y la retención de agua. En promedio, la mujer puede ganar
entre 11 y 16 kg, aunque en personas con sobrepeso este número
puede elevarse hasta los 20 kg.

Otros cambios físicos durante el embarazo incluyen el crecimiento de


senos y el oscurecimiento de la frente y las mejillas, esto último
ocasionado por el aumento de producción de melanina en el
organismo.

Cambios Cardiovasculares

El volumen de sangre aumenta en un 40% en los dos primeros


trimestres de embarazo. Esto se debe a un aumento en el volumen
plasmático y en los niveles de eritropoyetina.

La función cardíaca es también modificada de manera que el ritmo


cardíaco aumenta, junto con la posibilidad de tener un accidente
cerebro-vascular. En el segundo semestre, el ritmo del corazón
puede aumentar, alcanzando un promedio de sangre bombeada que
se eleva de 4 a 7 litros. Esto, como consecuencia de una disminución
en el tono vagal y un aumento simultáneo del tono simpático.

Por su parte, la presión arterial cae en el transcurso del primer


trimestre debido a la disminución de la sensibilidad a la angiotensina
y la vasodilatación provocada por el aumento de volumen de sangre.

Cambios Respiratorios

Durante el embarazo, el crecimiento del útero ocasiona una


compresión del diafragma, lo cual aumenta la ventilación pulmonar;
en estos casos, la progesterona puede ocasionar que se dé un
permanente aumento en el ritmo respiratorio.

Cambios Metabólicos

Un aumento de las necesidades de nutrientes se da por el


crecimiento fetal y el depósito de grasa. Los cambios son causados
por hormonas como los esteroides, el lactógeno placentario y el
cortisol.

Además, ra resistencia materna a la insulina puede conducir a la


diabetes gestacional. También aumenta el metabolismo del hígado,
originando un aumento de los niveles de glucosa materna, misma que
es utilizada por el feto.

Cambios Renales
Con el embarazo, el flujo plasmático renal aumenta, al igual que la
producción de aldosterona y eritropoyetina.

Por su parte, la nutrición durante el embarazo requiere la ingesta de


nutrientes, una dieta balanceada y un plan elaborado por un médico
para antes durante y después del parto.

De un estudio realizado por Mary E. Barasi acerca del tema de la


alimentación en el embarazo, se rescata que las mujeres que
consumían cantidades mínimas de nutrientes durante las primeras 8
semanas proyectaron una mayor tasa de mortalidad, mientras que las
mujeres que comían con regularidad presentaron menos y casi nulas
complicaciones durante el parto.

Respecto a esto, es importante recalcar que no sólo trastornos físicos


se han sido asociados con la mala alimentación antes y durante el
embarazo, sino también daños y desventajas neurológicas que hacen
al feto vulnerable ante enfermedades degenerativas en el futuro.
Sin embargo, tienen que alimentarse de acuerdo a las necesidades nutricionales
que requieren los cambios metabólicos de la madre y el desarrollo adecuado del
bebé.
Ellas deben consumir alimentos variados de los tres grupos, balanceados y evitar
el consumo excesivo de alimentos grasos, sal y carbohidratos.
El no alimentarse bien puede traer consecuencias negativas tanto para la mamá
como para el bebé durante el período de gestación y luego, en la recuperación
después del parto.
Para la madre, una nutrición deficiente induce a la aparición de anemia,
hipotensión, tendencias hemorrágicas, parto retrasado o prematuridad y un
posparto complicado. Por lo tanto, es muy importante que la mujer tenga una
variedad de alimentos que juntos proveerán un nivel de energía y nutrientes
necesario para la salud maternal y el desarrollo y crecimiento fetal.

El aumento de peso en el embarazo, sobre todo durante el segundo y tercer mes,


se debe al peso del bebé, de la placenta y el aumento de tamaño de los órganos
de la mamá, es decir del útero y de las mamas.

En el caso de que la madre sea obesa, los principales riesgos que se corren son
infertilidad debido a que la mujer deja de ovular, diabetes gestacional que se
asocia a un IMC (Índice de Masa Corporal) sobre 25 y también en forma
independiente, con una ganancia de peso exagerada en la etapa temprana de la
adultez (más de 5 kilos entre los 18 y 25 años de vida). El riesgo de hipertensión y
preclampsia (aumento de presión arterial) aumenta en 2 a 3 veces al subir el IMC
por sobre 25, especialmente en las mujeres con IMC de 30 o más.

La obesidad aumenta el riesgo de malformaciones congénitas mayores, en


especial los defectos del tubo neural. Además, los recién nacidos tienen un riesgo
de muerte 50% mayor si la madre tiene un IMC superior a 25 y 2 a 4 veces mayor
si es superior a 30.
.1 Cambios Fisiológicos
Los cambios fisiológicos que se producen durante el periodo de
lactancia pueden resumirse en cinco aspectos principales, que tienen
su repercusión en las características nutricionales de esta fase:
• Existe una evidente pérdida de peso inmediatamente después del
parto y pérdidas adicionales más discretas aproximadamente
durante los cinco meses siguientes.
• Una parte del peso perdido se debe a la eliminación de líquido
extracelular que se ha ido almacenando a lo largo de los meses de
gestación.
• También en parte consecuencia de los fenómenos anteriores es que
el volumen sanguíneo materno vuelve a sus niveles habituales.
• Ya se ha indicado que durante todo el embarazo existe una
acumulación de tejido graso, el cual se ha ido utilizando como
reserva energética. La última parte de este cúmulo de grasa se
movilizará en esta etapa, lo que junto a los fenómenos descritos,
contribuye a la pérdida de peso.
• Finalmente, la glándula mamaria elabora y segrega un volumen
lácteo con un doble esfuerzo metabólico, la producción del volumen
necesario y la compleja síntesis de sus componentes.
En líneas generales, los consumos recomendados son superiores a los
de la mujer no lactante, como no podía ser menos, excepto en el caso
del hierro. En comparación con la gestación, la mayor parte de los
nutrientes presentan los mismos requisitos o algo más, salvo en el caso
del hierro y el ácido fólico, que son menores.
INGESTA DE LÍQUIDOS

Por supuesto, la madre que lacta necesita tomar más agua. Pero no es
necesario decirle la cantidad de agua que ha de beber, como no era
necesario decírselo antes del embarazo. La sed le indicará cuándo
necesita beber. La oxitócica es muy similar a la vasopresina, y muchas
madres sienten sed durante la toma. La restricción de líquidos no
previene ni soluciona la ingurgitación mamaria. Beber más agua no
produce más leche21-23.
ALIMENTOS RECOMENDADOS

Tradicionalmente ciertos alimentos se consideran especialmente


indicados para la madre lactante: las avellanas, las sardinas, la leche de
vaca... Estas creencias pueden resultar inocuas cuando a la madre le
gusta el alimento en cuestión; pero para otras madres son un suplicio, o
un motivo para abandonar la lactancia. Hemos de asegurar a la madre
que no existe ningún alimento imprescindible, y que la producción de
leche no depende de la dieta, sino de las demandas del niño.

ALIMENTOS PROHIBIDOS

Muchos alimentos han sido «prohibidos» durante la lactancia, porque se


supone que dan mal sabor a la leche o perjudican al bebé: ajo, cebolla,
espárragos, alcachofas... Un estudio a doble ciego probó que, en general,
a los niños les gusta la leche materna con sabor a ajo24. La madre puede
comer de todo. Por supuesto puede haber algún caso esporádico en que a
un bebé concreto le disguste algún sabor determinado. En cambio, es
imposible que las legumbres que ingiere la madre produzcan gases al
bebé. Ese gas se produce en el intestino por fermentación de substancias
no absorbidas, y que precisamente por no absorberse no pueden pasar a
la leche. Algunas madres sufren incomodidades por la creencia
infundada de que hay que evitar colorantes, conservantes y otros
productos durante la lactancia. Los aditivos alimentarios están sometidos
a estrictas normas internacionales. Una madre lactante puede comer
cualquier alimento apto para el consumo humano.

La alimentación ideal no existe, cada persona es diferente y a cada período de


la vida corresponden necesidades diferentes. El equilibrio alimentario se hace
con el tiempo, gracias al consumo de alimentos variados y de alta calidad que
favorecen el funcionamiento de los mecanismos fisiológicos de autorregulación
de la satisfacción de las necesidades.

Factores no alimentarios como la exposición a diversos estreses o à diferentes


contaminantes también van influir sobre los fenómenos que participan en el
metabolismo de los alimentos dentro del organismo.

Para abordar estas cuestiones de nutrición, es necesario tomar en


consideración :
- la calidad de los alimentos de modo intrínseco,
- las necesidades alimentarias propias de cada período de la vida,
- las capacidades de cada uno para utilizar los alimentos en función de
parámetros diversos (herencia, edad, sexo, períodos particulares de la vida
como el embarazo y la lactancia, exposición a factores que pueden perturbar el
metabolismo...)
- los mecanismos fisiológicos de regulación de la satisfacción de las
necesidades,
- el modo de asociar los alimentos entre ellos en la misma comida,
- el número de comidas,
- la hora ideal de toma de ciertos alimentos para ciertas personas,
- la integración de estos datos en un contexto afectivo, social, cultural, filosófico
o religioso con los cuales se identifica cada persona o cada grupo de
individuos.

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