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¿A su rey he de crucificar?
¡No tenemos mas rey que el César¡ ¡No tenemos mas ley que el dinero¡.
Nuestra meta es el placer. ¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!.
¡Dame arrepentimiento¡
LECTOR: Claro, era más fácil soltar a Barrabas, quien, a pesar de ser un
criminal y asesino, era más inofensivo que TU, Jesús. Tú eres una
amenaza, Señor:”El que quiera venir a favor de mi, niéguese así mismo,
cargue su cruz y sígame”.”Si tu ojo es un motivo de pecado sácalo y
arrójalo lejos de ti”, “El que mira de mala manera a una mujer ya adultero
en su corazón”. “Pon la otra mejilla”, “Ama a tu enemigo”… ¿No te parece
que pides demasiado, Jesús ?
Eso te sacas por andar predicando cosas que no van con nuestra
mediocridad. Por andar de exigente. ¿A quién se le ocurre, Señor?
Este mundo me trae loca por vivir, por gozar… Te lo digo con sinceridad,
soy muy débil, no puedo seguirte.
Esas palabras:”El que quiera venir… cargue su cruz”, suenan muy duro a
mis oídos; sin embargo, ayúdame a comprenderlas.
LECTOR: ¿Por qué eres tan terco, Jesús? No puedes seguir así. Nadie
resiste cuarenta azotes, una corona de espinas y las bofetadas de los
soldados. ¿Por qué no te moriste, mejor, bajo el látigo de los verdugos?
Ahora caes, sin meter las manos siquiera. ¡Es imposible seguir!... Vamos,
tienes que poder: resucitaste muertos, curaste enfermos; haz el milagro: ¡no
sigas! ¿Pero por qué tienes que morir crucificado?
A ellos no les conviene que mueras en el camino… Tienes que llegar hasta
allá… hasta el calvario.
¡Madre, acaricia por última vez este cuerpo que es hechura tuya! Ya no
responde a tus caricias… ¡Está muerto! ¡Bien muerto! Tú también has
cumplido, madre. ¡Mujeres, embalsámenlo bien! Los hombres solamente
sabemos matar, y no lo hacemos mal. ¡Que bestias!
Lector ¡Miren a la madre del reo, del condenado a muerte!, ¿que anda
haciendo por acá?, ¿no debería estar en su casa? Este no es espectáculo
para mujeres: una multitud sedienta de sangre, un rostro ensangrentado,
cubierto de saliva y de polvo.
Sin embargo, allí está la mirada tierna, compasiva de una madre que
contempla al hijo de sus extrañas. Sangre del cuerpo y del alma;
importancia para ayudar, para ofrecer un poco de agua, un leve descanso,
un mínimo refrigerio. La mirada de Jesús, velada por el sudor y la sangre,
logra filtrarse como un rayo de luz, para posarse en el corazón de su madre.
¡SILENCIO… un gran silencio!
Hazme sentir tu dolor para que llore contigo. Hazme sentir tu aflicción para
que conozca el precio del pecado. Hazme sentir tus lágrimas, para ablandar
mi endurecido corazón.
Dame valor para ser mujer fuerte, dame generosidad para entregarme;
permite que te acompañe, como Magdalena, hasta el pie de la cruz.
HOMBRES Tenía que ser extraño, de Cirene por más señas. Así pasa,
Señor. Tus amigos, ¿dónde están? Tus discípulos se rajaron a la hora de la
hora. Yo también me he rajado una y mil veces, y, además, te he
abandonado. Sin embargo, dicen que la cruz es para los maleantes, y yo no
soy de ésos, ¿lo serás Tú? ...Perdón, Cristo, por haber hablado sin pensar,
como cuantas veces. Soy un hipócrita.
No solo tenía que ayudarte, sino cargar con mi cruz. ¿Por qué el de Cirene
y no yo? Soy una mugre... y quiero seguir siendo tu amigo... ¡Me cuesta
mucho, Señor!
Hombres: ¡tenia que ser una mujer! Los hombres, los valientes, huyeron y
solo quedaron ellas. ¡Ah, Jesús, ahora mas que nunca necesitas a tus
amigos, a tus discípulos! Te ayudó una mujer mucho mas valiente que
todos, mas valiente que yo y, lo peor del caso, es que no me da vergüenza
¿acaso viniste a predicar una doctrina especialmente para mujeres? A
veces se es poco hombre… mal amigo. Mi lugar lo ha ocupado una mujer.
He perdido la oportunidad de limpiar el sudor de tu frente…
LECTOR: ¡Al suelo otra vez! Siempre la segunda caída es más dolorosa.
Las piernas vuelven a flaquear. El golpe es mas duro. Un leve tropezón
y…al suelo de nuevo .la fatiga se a acomunado; la mirada se enturbia, la
respiración se agita, falta el oxigeno…
¡Cuantas veces he caído y vuelto a caer! Lo peor de todo es que sigo caído,
derrotado… ni siquiera he levantado la mirada. He caído y me he revolcado
en el lodo cínicamente, como si nada me importara.
Señor, te has echado a cuesta mis pecados y tienes que llegar al calvario
para que yo quede libre.
LECTOR: Las mujeres, que alguna vez sirvieron a Jesús o que en alguna
ocasión, recibieron de Él algún beneficio, ahí están: la madre de Santiago Y
Juan; Martha y Magdalena; la madre de Marcos; la del otro Santiago
también; la suegra de Pedro.
-no podemos hacer gran cosa por salvarte, pero aquí estamos.
¡Mira Señor!, como si llorar fuera falta de hombría; ¿acaso no lloraste Tú?,
¿no eres digno siquiera de una de las lagrimas de los que nos llamamos
hombres? Si no puedo llorar, ¿Por qué sigo hiriéndote con mis insultos?,
¡cuál es mi posición ante Ti? ¡te abofeteo con mis pecados porque “SOY
MUY HOMBRE? ¿hasta dónde llega nuestra hombría?
MUJERES: Señor, lo que les dijiste a las mujeres parecía un regaño: “No
lloren por Mí”. Tienes razón, Cristo no quieres lágrimas estériles. Tu
encuentro es una gran lección para nosotras, que, ante un contratiempo sin
importancia, nos ahogamos en un mar de lágrimas. No quieres llanto,
quieres mujeres que te sigan… hasta el Calvario. Mujeres de entrega total,
sin reservas, sin concesiones, sin engaños. Mujeres que construyan un
mundo nuevo. Que sepan exigir sus derechos y cumplir sus deberes.
Mujeres con dignidad. Quiero seguirte más de cerca, Señor, y ofrecerte las
lágrimas de mi corazón arrepentido.
Señor, yo no soy soldado, y también mato con mis mentiras, con mis
calumnias. ¿Por qué, Señor, los hombres somos así?
Mujeres: ¡Cristo, por favor, ya no te quiero ver tirado! ¿Por què, Señor, has
caído tres veces? Es demasiado lo que haces por mi, a causa de mis
pecados.¿Por que tanta prisa por llegar hasta el Calvario? Al menos ya no
caerás mas, Señor, pero yo sigo y seguiré cayendo. Ayúdame a levantarme
siempre.
Por eso no hay problema. Los soldados son expertos. Saben su oficio.
Verdugos de profesión, al fin y al cabo. -¡desnúdelo!
Pero esta muy elegante para morir: este tipo de reos mueren desnudo. Esta
túnica que te hizo y tu Madre con tanto cuidado y delicadeza, va a ser
apostada en el juego, para ver a quien de los soldados le toca.
¡Desnudo como Adán! Sangre otra vez, crueldad, sadismo, burlas. Soy
malo, Señor pero no aguanto verte desnudo…sin embargo, en algunas
ocasiones no me he avergonzado de nada.
Que bueno que están ahí tu madre y las mujeres. para ellas es intolerable
tu desnudez .ese lienzo que te cubre ¿ no será de alguna de ellas?
¿Qué sentiste, Cristo? Ese cuerpo que solo tu madre había contemplado
desnudo cuando eras niño, ahora se expone ante la malicia de los hombres.
¿Por qué, Señor? Ya comprendo, por aquello que he ocultado a los ojos de
todos, en mi imaginación y en mi sensibilidad “por que no convenía que lo
supieran” Pero Tú lo sabes Señor.
Otra vez los martillazos. El dolor. La sangre. Los pies quedan cosidos al
madero. ¡Ya está! Ahora levántenlo. ¡Cuidado que se nos puede caer¡ ¡Eso
es! ¡Muy bien!
Para algunas, Jesús es el amigo íntimo que da la vida; para otras, uno más
que muere en el patíbulo.
¡Perdón, Señor¡
¡Gracias, Maestro!
¡No era para tanto, Jesús! ¡Hubieran bastado tus anhelos, tus solos deseos
de salvarme…!
¡Adelante, señor! Quiero seguirte aunque sea de lejos. Mis cruces, al lado
de la tuya, son insignificantes y, sin embargo, no las soporto.
LECTOR: ¡Ya está! ¡Apresúrense, tenemos que estar en casa antes de las
seis!