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VINDICACIÓN DE LAS APN COMO

FORMA DE ASOCIACIÓN

Dante Alberto Montaño Brito

(Tratar bien el asunto de la cultura política).

Introducción

Vivimos en un país con una escasa cultura política (la distribución particular de
patrones de orientación sicológica hacia un conjunto específico de objetos sociales los
propiamente políticos entre los miembros de dicha nación1) debido, claro está, a
diversos factores como falta de programas de educación y capacitación política, a la
falta de información, a la desilusión de la ciudadanía de nuestro país (esto a su vez
provocado por la falta de trabajo y compromiso de la clase política y sus partidos); sin
embargo, desde esta perspectiva, partiremos del punto de que el limitado nivel
económico y la baja productividad de la sociedad mexicana, lo cual repercute
directamente en los satisfactores materiales, es la principal causa de nuestra insuficiente
cultura política.

Ahora bien ¿qué tiene que ver la cultura política con la asociación política? Casi
todo, pues la cultura política supone, además de la noción de ciudadanía, la
competencia y eficacia cívica, la legalidad, la pluralidad, etc., supone, también, la
asociación y participación política. La cultura política considera que el ciudadano
también quiere organizarse en defensa de sus derechos, para ser escuchado por el
gobierno y, en fin, para influir en los rumbos y direcciones de la vida política en el
sentido más amplio.

De ahí que una premisa básica de los valores y actitudes democráticas sea la
participación voluntaria de los miembros de una población. La participación incrementa
el potencial democrático de una nación justamente porque aumenta el compromiso
1
PESCHARD, Jacqueline. La cultura política democrática. Cuadernos de divulgación de la
cultura democrática. Número 2. México: IFE. Pág. 10.
ciudadano con valores democráticos tales como la idea de una sociedad atenta y
vigilante de los actos del gobierno e interesada en hacerse oír por éste”2.

Así pues, la asociación, en los sistemas democráticos liberales es un derecho que


consiste en la facultad de unirse y formar grupos u organizaciones con objetivos lícitos;
esto supone la libre disponibilidad de los individuos para constituir formalmente
agrupaciones permanentes o personas jurídicas encaminadas a la consecución de fines
específicos. Es la antesala de los derechos de participación política, en la medida en que
ésta se canalice a través de formas específicas de asociaciones, entre las que los partidos
políticos que ocupan un lugar muy importante, lo que trataremos más adelante.

Ahora bien, ¿Qué es una Agrupación Política Nacional (APN) y para qué
sirven?

El Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe), en su


capítulo Segundo, “De las agrupaciones políticas nacionales”, las define como “formas
de asociación política y ciudadana que coadyuvan al desarrollo de la vida democrática y
la cultura política del país, así como contribuir a la creación de una opinión pública
mejor informada”. Además de establecer que “no podrán utilizar bajo ninguna
circunstancia las denominaciones de “partido” o “partido político”3.

Es una organización o asociación en la que la ciudadanía participa políticamente


en los asuntos que le son de interés, sin necesidad de estar vinculada a un partido
político o tener una tendencia política particular. Constituye una figura jurídica sujeta a
estrictos controles de transparencia y legalidad en su desempeño.

Algunas de sus funciones son la de impulsar la más amplia participación


ciudadana, debatir e incidir en la solución de los problemas nacionales, defender los
intereses ciudadanos y sensibilizar y capacitar a la ciudadanía en sus derechos y
obligaciones.

2
Ibíd. pp. 26-27.
3
Cofipe. Texto vigente. Nuevo Código publicado en el Diario Oficial de la Federación el 14 de enero de
2008. Capítulo segundo. De las agrupaciones políticas nacionales. Artículo 33. p. 15.
Los requisitos para obtener el registro como APN son4:

• Contar con un mínimo de 5,000 asociados en el país y con un órgano directivo


de carácter nacional.
• Tener delegaciones en cuando menos 7 entidades federativas.
• Contar con documentos básicos.
• Tener una denominación distinta a cualquier otra agrupación o partido.

Las APN perderán su registro por las siguientes causas:

• Cuando se haya acordado su disolución por la mayoría de sus miembros;


• Haberse dado las causas de disolución conforme a sus documentos básicos;
• Omitir rendir el informe anual del origen y aplicación de sus recursos que
reciban por cualquier modalidad;
• No acreditar actividad alguna durante un año calendario, en los términos que
establezca el reglamento.

Historia de la legislación

Con el propósito de completar el sistema de partidos políticos, incentivar la discusión


de las ideas, la complementación de ideologías y contribuir “al desarrollo de una
opinión pública mejor informada” y con mayor cultura política, la Ley de
Organizaciones Políticas y Procesos Electorales (LOPPE) de 1977, facilitó que los
ciudadanos se agruparan en asociaciones políticas, susceptibles de transformarse
conjunta o separadamente en partidos políticos. Por lo que la LOPPE disponía que para
el registro de una asociación política se debían acreditar ante la Comisión Federal
Electoral (CFE) los siguientes requisitos:

1.- Contar con un mínimo de 5 mil asociados en el país;

4
Ibíd. Artículo 35.
2.- Establecer un órgano directivo de carácter nacional y tener delegaciones en
cuando menos 10 entidades federativas.
3.- Comprobar haber efectuado actividades políticas continuas durante, cuando
menos, los dos años anteriores a la fecha de solicitud de registro.
4.- Sostener una ideología política definida y encargarse de difundirla.
5.- Tener denominación propia exenta de alusiones religiosas o sociales que le
distingan de cualquier partido político o de alguna otra asociación política.
6.- Haber aprobado los lineamientos ideológicos que la caracterizan y las normas
que rijan su vida interna.

Posteriormente, el Código Federal Electoral (CFE) de 1987 ratificó y refrendó el


régimen anterior, añadiendo que será ella la que estimularía el desarrollo de las
asociaciones políticas, para lo cual les confirió: Franquicias postales y telegráficas
determinadas para los partidos políticos y apoyos materiales para sus tareas editoriales.

En 1990, al revisar la iniciativa de Ley Electoral, se discutió nuevamente la


conveniencia de regular las asociaciones políticas. En esta ocasión prevalecieron los
argumentos en su contra, “quienes desearan participar en la actividad política lo debían
hacer a través de los partidos políticos”. Sin embargo, el Cofipe en su versión de 1990-
1996 no reguló a las asociaciones políticas, sino que las suprimió; “las agrupaciones de
este tipo que lo desearan, podían seguir funcionando como asociaciones civiles, pero no
participar en las elecciones”.

Según Javier Patiño Camarena, quien es miembro de la Instituto de Investigaciones


Jurídicas de la UNAM, escribió que la supresión de esta figura “no representó avance
alguno y sí en cambio se prescindió de una institución idónea para incentivar la
discusión de ideas y la difusión de ideologías y con ello contribuir al desarrollo de una
opinión pública mayor informada”5.

5
PATIÑO Camarena, Javier. Nuevo Derecho Electoral Mexicano. México: UNAM, 1999. p. 401.
Con la reforma de 1996, se determinó regular otra vez las agrupaciones políticas
nacional, cuyos antecedentes son las asociaciones políticas reguladas en el código
electoral de 1977 y 1987.

En su artículo 33 del COFIPE, vigente hasta 2003, las APN podían solicitar su
registro ante el IFE, cumpliendo los siguientes requisitos:

• Contar con un mínimo de 7,000 asociados en el país, y con un órgano directivo


de carácter nacional;
• Contar con delegaciones en cuando menos 10 entidades federativas;
• Disponer de documentos básicos, así como una denominación distinta a
cualquier otra agrupación o partido.

Las APN gozaron de financiamiento aplicado según lo dispuesto en los artículos 38,
49-A y 49-B; así como lo establecido en los párrafos 2 y 3 del artículo 49 del Cofipe.
Gozaron del régimen fiscal previsto para los partidos en los artículos 50, 51 y 52 del
Cofipe. Disfrutaron de financiamiento público para apoyo de sus actividades editoriales,
de educación y capacitación política, para investigación socioeconómica y política.

Para ello, se formó un fondo consistente en una cantidad equivalente al 2% del


monto que anualmente reciben los partidos políticos para el sostenimiento de sus
actividades ordinarias permanentes. Este fondo se entregaba anualmente a las APN, en
términos de lo previsto en el Reglamento que emitía el Consejo General del IFE. A
ninguna APN se le podía entregar más del 20% del total del fondo constituido para este
financiamiento.

A cambio de esto, las APN debían acreditar los gastos, entregando a más tardar en
el mes de diciembre de cada año, los comprobantes de los mismos. Además, entregar a
la Comisión de Fiscalización de los Recursos de los Partidos y Agrupaciones Políticas
(comisión integrada por Consejeros Electorales del IFE) un informe del ejercicio
anterior sobre el origen y destino de los recursos que reciban por cualquier modalidad.
El registro de las APN fue de la siguiente forma: 12 para 1997, las mismas para 1998 y
44 para 1999.

Con vistas al proceso electoral federal del año 2000, el Consejo General del IFE, en
sesión extraordinaria del 9 de abril de 1999, aprobó el registro de 32 nuevas APN.

En 2003, para obtener registro como partido político, se exigía un número de


afiliados de por lo menos el 0.13% del padrón electoral, 85 mil ciudadanos
aproximadamente. En 2004 se duplica: por lo menos el 0.26% del padrón, es decir,
170,789 aproximadamente. Para ello se debían realizar 10 asambleas estatales con 3 mil
asistentes a cada una, o en 100 distritos electorales federales con al menos 300 afiliados
en cada una.

En la reforma de 2004 al Cofipe sólo cambió el número de afiliados que se requería


para solicitar registro como APN: 5 mil asociados en el país, pero aumentaron los
requisitos para que una agrupación política nacional pudiera obtener registro como
partido político nacional.

En 2004 se duplica el número de gente para obtener el registro como partido


político: 20 asambleas estatales con 3 mil en cada una, o en 200 distritos electorales
federales, con al menos 300 asistentes a cada una. Los nuevos partidos así surgidos,
podían formar coaliciones en el primer año de su participación en elecciones federales.
Además, se impide a los partidos coaligarse en su primera elección federal inmediata
posterior a su registro como partido político nacional. Para conservar el registro como
partido político, deberán alcanzar una votación mínima del 2% de la votación total
emitida.

Además, según el Cofipe, se sometió a concurso parte del financiamiento público


que se otorga a las APN: a partir del año 2005, el 60% de manera igualitaria entre las
APN con registro y el 40% restante se distribuye entre las APN cuyos resultados
acrediten un determinado nivel de calidad mediante el Concurso para la Evaluación de
la Calidad de las Actividades Editoriales, de Educación y Capacitación Política y de
Investigación Socioeconómica y Política. Lo cual resultó ilegal pues la partida para las
APN era un financiamiento etiquetado previa autorización de la Cámara de Diputados y
plasmado en el Presupuesto de Egresos 2005.

Se le pusieron más y más trabas, de tal forma que la reforma electoral que entró en
vigor el 15 de enero de 2008, suprimió la exclusividad de las agrupaciones políticas
para convertirse en partidos, ahora “toda organización de ciudadanos puede constituirse
en partido político nacional”, además de quitarles completamente el financiamiento
público.

Esto dio como resultado que, hasta 2011, 69 APN se dieron de baja: ocho por
disolución (al no contar con financiamiento les fue imposible seguir trabajando), seis
por obtener el registro como partido políticos, 11 por aplicación de Procedimiento
sancionatorio, dos por omisiones en el cumplimiento de los requisitos necesarios y 42
por irregularidades encontradas en la revisión de informes de ingresos y gastos, es
decir, por desvío de recursos. Esto demuestra que el IFE tiene los mecanismos para
evitar la corrupción dentro de las APN, como la fiscalización, las sanciones, multas y el
retiro de registro de las agrupaciones políticas.

El número de APN con registro por año es el siguiente:

Año 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2011

# 12 12 44 41 41 77 76 76 113 106 105 106


APN

Decisión tramposa

Con base en lo expuesto arriba, aseguramos que la reforma en entró en vigor el 15 de


enero 2008, la cual se elaboró y aprobó en la Cámara de Diputados sobre las APN,
significa un retroceso para la asociación política. En primer lugar, les quitó el
financiamiento. Cierto es que muchas APN se dedicaban a robar dinero, que son la
mayoría (42 APN no pudieron o no quisieron demostrar gastos), pero hubo otras que sí
trabajaron, que sí rindieron cuentas, que sí cumplieron con su trabajo de educar,
incentivar la participación política ciudadana, además de como ellos dicen, “coadyuvar
a una opinión pública mejor informada políticamente”6.

Algunos argumentan que se les quitó el financiamiento, porque casi todas las
APN eran de los partidos, sobre todo del PRI, y sólo las usaban para robar. El error
consiste, precisamente, en que se mete en costal de los ladrones a todas las APN, lo cual
resulta falso.

Esto aunado a que las APN dejan de ser el paso previo para la creación de
nuevos partidos, de tal forma que los partidos políticos actuales le niegan o por lo
menos dificultan la asociación política a los ciudadanos con menores ingresos, pues si
alguna posibilidad tenía de asociarse, de participar en otra opción diferente a la de los
partidos políticos, era con el financiamiento público.

Es decir, la asociación, participación y educación política del grueso de los


ciudadanos mexicanos es casi imposible sin recursos económicos (pues hay que pagar
todo, desde lo más sencillo como rentar unas sillas para una asamblea, hasta pagar
viáticos, alimentación, materiales didácticos de un asesor, por ejemplo) provenientes
del Estado y otorgados a través del IFE, en un país como en nuestro, donde el 80% vive
en pobreza de diferentes tipos, es decir, si muchísimos ciudadanos apenas tienen para
comer, para vestir, para un techo, ¿cómo quiere, la clase política, que gaste lo poco que
tiene en organizarse, en asociarse, en educarse políticamente?

De ahí la importancia del financiamiento público para hacer operativas y


funcionales a las APN, pues las que sobreviven sin subsidio, poco o nada han hecho, o
bien sus integrantes poseen los recursos para financiar los gastos propios del activismo
político.

Carlos Viesca Lobatón, articulista de Milenio Diario escribe “…pero la cosa no


para ahí. Además de ser país de pobres, tenemos profundas desigualdades. El 20% más
rico tiene más riqueza que el 80% más pobre. El 10% más rico, tiene el doble de

6
Cofipe. Texto vigente. Nuevo Código publicado en el Diario Oficial de la Federación el 14 de enero de
2008. Capítulo segundo. De las agrupaciones políticas nacionales. Artículo 33. p. 15.
riqueza que el siguiente 10% y 21 veces más que los más pobres. En promedio, los
hogares más ricos ganan 44 mil pesos (2008). Si de un diputado local para arriba o los
altos directivos de grandes empresa ganan mínimo el doble, estamos hablando de que la
élite dentro de la élite es quien toma las decisiones en México. Tal vez no llega ni al 1%
de la población pero decide sobre qué es digno, justo o adecuado para el 99% restante,
sin tener ni la más perra idea de lo que significa ser pobre”7.

Los partidos actuales, a través de sus miembros que hacen las leyes, parten de la
premisa, no demostrada, de que con los partidos existentes, ya están representadas todas
las fuerzas políticas existentes en el país, incluso dicen que si la ciudadanía tiene
interés, “que se integren a partidos establecidos”, pues tenemos hasta siete partidos para
“escoger”.

Pero habrá que preguntarse, ¿por qué el surgimiento y la creación de una


legislación para las APN, si en realidad todas las tareas que se le encomiendan son las
que debería hacer cualquiera de los siete partidos políticos? Pues precisamente porque
no lo hacen, por eso ha surgido varias agrupaciones auténticas que en realidad velan por
los intereses de algún sector de la sociedad, porque los partidos han hecho a un lado su
razón de ser, sus funciones sociales, como la “la movilización de la opinión pública, la
representación de intereses y la socialización política, la cual implica el deber de los
partidos de educar a los ciudadanos en la democracia”8 según Jaime Cárdenas.

Éste también escribe que “los partidos modernos, de acuerdo con algunas leyes
de partidos o electorales, siguen teniendo la obligación de promover los valores
democráticos, el respeto de los derechos humanos, la práctica de la tolerancia y el
derecho al disenso, así como también la de capacitar a sus miembros en los principios
ideológicos del partido y difundir éstos entre los ciudadanos. Los partidos modernos,
para realizar tales tareas, suelen contar con medios de difusión, publicaciones, escuelas

7
LOBATÓN Viesca, Carlos. “El mundo lo mueven los pobres que tienen hambre, no los ricos que ya
comieron”. Consultado en línea, disponible en: http://www.milenio.com/node/689341 Consultado el 11 de
mayo de 2011.
8
CÁRDENAS Gracia, Jaime. Partidos políticos y democracia. Cuadernos de divulgación de la cultura
democrática. Número 8. México:IFE. Pág. 25.
de cuadros y, en general, centros de transmisión de sus ideas, no sólo a sus militantes,
sino a todos los ciudadanos”9.

Pero lo que realmente sucede es que los partidos políticos hibernan, es decir,
entran en grandes periodos de letargo mientras no hay elecciones. Siendo que son
entidades o nodos de interés público. Durante mucho tiempo parecen no existir ni
dedicarse a atender ninguno de los problemas de la ciudadanía que aparecen en sus
programas y sólo existen a través de las acciones que llevan a cabo sus miembros en los
órganos legislativos y gobiernos. El hecho de que sólo trabajen en periodos electorales,
contradice flagrantemente su esencia y los convierte, de entidades de interés público en
entidades de interés de mafias de corrupción dentro de los partidos.

Con respecto a la llamada crisis de los partidos, Jaime Cárdenas escribe que
“gran parte tiene que ver con la actual debilidad de su función socializadora, pues ello
se interpreta como una incapacidad para vincularse con las aspiraciones y los intereses
de la sociedad”10.

No velan pues, por los intereses de la ciudadanía, sólo defienden los intereses
propios, individuales, egoístas, lo cual los conduce a corromperse, cosa que parte de la
ciudadanía se da cuenta y por eso les da la espalda cada vez que van a pedirle el voto,
aunque nunca sobran los que reinciden en creerle a los políticos.

En teoría, los partidos deben trabajar en aras de la cultura democrática, los


partidos deben ser nodos, los puntos de unión, de la asociación y participación política,
por eso todo el dinero que les dan para sus actividades políticas. Porque no sólo les dan
dinero para sus actividades ordinarias (¿Desayunos de los dirigentes o congresos y
reuniones en Cancún o Acapulco?), sino también para las respectivas elecciones
municipales, estales y federales.

9
Ibíd. Pág. 26.
10
Ibíd. Pág. 27.
Para esto, se han hecho “ajustes” para hacer menos oneroso el costo de la
“democracia mexicana”. Sin embargo, las cifras publicadas11 por el propio IFE indican
que muy poco o nada se logró en este sentido. Por el contrario, comparando los datos
del financiamiento aprobado para los partidos políticos de los años 2006 y 2009,
tenemos que el rubro de actividades ordinarias permanentes registra un incremento de
32%; el de actividades específicas, se incrementa en 107 %, y el financiamiento para los
gastos de campaña -que estuvo muy lejos de reducirse en 70% a través de la reforma
electoral como lo prometió el Poder Legislativo-, registra una disminución de sólo el
28%, aunque ahora se agrega el gasto de las precampañas, cifra que queda un tanto
oculta entre la enorme cantidad total del financiamiento. Baste decir que el
financiamiento de este año es de 3 mil 274 millones12, exorbitante.

Solución:
Pues bien, precisamente cuando el país atraviesa por una severa crisis que ya dura
mucho tiempo, cuando, gracias al modelo económico, la brecha entre ricos y pobres es
más ancha que nunca, la élite gobernante, particularmente, su representación en el
Senado de la República se afana por encontrar la forma de reelegirse aunque sea por
uno o dos períodos; y para hacerla “pasar” lanza por delante algunas “iniciativas”
distractoras mediante las publicitadas “candidaturas ciudadanas”.

No hay que engañarnos, la esencia de las reformas a la Constitución votadas en


el Senado de la República por todos los partidos políticos, tiene como propósito y, de
aprobarse en la Cámara de Diputados y los Congresos de los Estados, como
consecuencia, una mayor concentración del poder en la clase política.

Por eso resulta que las candidaturas ciudadanas son un engaño, pues el candidato
ciudadano no tiene el respaldo de la estructura permanente sostenida con dinero público
(lo que llaman financiamiento de actividades regulares) que tiene el candidato de

11
Disponible en:
http://www.ife.org.mx/portal/site/ifev2/Acuerdos_del_Consejo_sobre_financiamiento/ consultada el
11 de mayo de 2011.
12
Disponible en: http://www.ife.org.mx/docs/IFE-v2/DS/DS-CG/DS-SesionesCG/CG-
acuerdos/2011/enero/CGor201101-18/CGo180111ap10.pdf Consultada el 11 de mayo de 2011.
partido; no tiene la publicidad permanentemente pagada con recursos del erario que
respalda a un candidato de partido; tendrá, si bien le va, algún recurso para los dos
meses de campaña (¿parecido al que gastan los candidatos mejor financiados?). Todo
esto constituye una barrera infranqueable para el simple ciudadano no asociado, es,
pues, demagogia de legisladores, lo cual no quiere decir que no se pueda, sólo que
resultará casi imposible para el ciudadano de a huarache.

Si los señores senadores de todos los partidos estaban o están verdadera y


auténticamente interesados en la más amplia participación democrática de los
mexicanos, ¿por qué no procedieron a cancelar sus privilegios de partido, sus
prerrogativas? ¿Por qué no derribaron completamente todas las trabas que dificultan
hasta el grado de impedir el registro de más partidos políticos? ¿Por qué no legislan en
pro de la asociación ciudadana fuera de sus partidos? En una palabra, ¿por qué no
renunciaron a la desprestigiada partidocracia que nos ahoga?

Es decir, apoyo la reforma a las leyes, pero no que nos vendan la idea de
“democracia”, cuando la clase política no legisla ni lo más mínimo para generar real
asociación y participación política.

Por lo anterior, considero que si los diputados federales tienen buen ánimo de
levantar nuestra “incipiente democracia”, deberían integrar en el debate de la Reforma
Política, en lo referente a “Sistema de partidos”, la vindicación de las APN como forma
para incentivar la participación política, es decir, en primer lugar regresar el
financiamiento público y, en segundo lugar, devolver el derecho a convertirse en un
partido político que represente los intereses de los ciudadanos.

Esto, aunado a una ESTRICTA fiscalización, como multas, sanciones,


anulación de registro, tienen tanto los recursos humanos como técnicos y a una limpieza
de la corrupción del órgano “autónomo democrático”, del IFE (ellos saben todas las
maniobras de las APN que se dedican a ordeñar), además de garantizar una verdadera
autonomía, es decir, que el IFE deje de recibir y ejecutar órdenes de los partidos
políticos fuertes o del presidente de la república.
Otra posible solución es la organización, asociación y participación política
desde abajo, desde la propia ciudadanía de a pie, sin necesidad de que el estado y todo
el aparato democrático-electoral la incentiven. Esto es posible, la evidencia es que
existen muchas organizaciones sociales que se asocian políticamente; sin embargo esto
resulta un trabajo más complejo, supone que las mismas organizaciones generen sus
propios recursos con los cuales sostener su actividad de asociación y búsqueda de sus
intereses.

Ahora habrá que preguntarse ¿en dónde queda la labor de los partidos? ¿En qué
se gastan el dinero los partidos si no cumplen con su razón de ser? ¿En dónde queda la
función de todo el aparato democrático? ¿Y el IFE como un motivador más de la
cultura democrática y, por ende, de la asociación política?

Referencias:

PESCHARD, Jacqueline. La cultura política democrática. Cuadernos de divulgación de


la cultura democrática. Número 2. México: IFE.

Cofipe. Texto vigente. Nuevo Código publicado en el Diario Oficial de la Federación el


14 de enero de 2008. Capítulo segundo. De las agrupaciones políticas nacionales.
Artículo 33.

PATIÑO Camarena, Javier. Nuevo Derecho Electoral Mexicano. México: UNAM,


1999.

CÁRDENAS Gracia, Jaime. Partidos políticos y democracia. Cuadernos de divulgación


de la cultura democrática. Número 8. México:IFE.

http://www.milenio.com/node/689341

http://www.ife.org.mx/portal/site/ifev2/Acuerdos_del_Consejo_sobre_financiamiento/

http://www.ife.org.mx/docs/IFE-v2/DS/DS-CG/DS-SesionesCG/CG-
acuerdos/2011/enero/CGor201101-18/CGo180111ap10.pdf

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