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María Renata Beatriz Ruiz de Galarreta

T.E: 4432-8212

E-mail: reneegalarreta@hotmail.com

reneegalarreta@yahoo.com.ar

Seminario: Representaciones sociales en salud y educación

Docentes responsables. Prof. José A. Castorina y Prof. Ma. Cristina Chardon

Docentes invitados. Prof. Carina Kaplan y Prof. Denise Jodelet

Título del trabajo:” Los hombres no lloran”

Fecha de presentación: Diciembre de 2007

Abstract

Se propone una reflexión sobre la teoría de las Representaciones Sociales, a


partir de una situación concreta en la práctica profesional, para encontrar la
dinámica de las mismas en la experiencia cotidiana. Para continuar
profundizando conceptos que amplían la comprensión sobre la influencia de las
relaciones sociales en los procesos psicológicos.
Desarrollo

Encuentro en mi quehacer profesional un espacio para pensar el concepto de


Representaciones Sociales, entendiendo como plantean Duveen y Lloyd (2003)
que a través del mismo se intenta restituir en la psicología social, la conciencia
de lo social, aportando los medios para comprender la vida social desde una
perspectiva psicológica.

Para estos autores este tipo de perspectiva es un prerrequisito necesario para


entender la influencia de las relaciones sociales en los procesos psicológicos.

Para lo cual presentan las palabras de Moscovici cuando define el concepto de


Representaciones Sociales como:

Sistemas de valores, ideas y prácticas que tienen una doble función: en primer
lugar, establecer un orden que permita a los individuos orientarse en su mundo
social y material y dominarlo; y, en segundo término, permitir la comunicación
entre los miembros de una comunidad, aportándoles un código para el
intercambio social y un código para denominar y clasificar de manera
inequívoca los distintos aspectos de su mundo y de su historia individual y
grupal ( Moscovici, 1973: XIII).

Durante una entrevista de orientación familiar, en el marco de una comunidad


de apoyo escolar para niños de la localidad de Barrio Nuevo, Partido de
Libertad-Merlo, Prov. de Bs.As., converso con los padres de un niño que,
según refieren es muy tímido y le cuesta defenderse en la escuela cuando es
molestado por sus compañeros.

Viniendo los padres de hogares en donde se vivió mucha violencia, maltrato y


abandono, expresan que ellos quieren cambiar esa historia y conformar una
familia con otro modelo, por lo cual no encuentran el modo de darle estrategias
a su hijo para que pueda defenderse sin devolver un golpe, un insulto.

Al realizar la propuesta de que el niño realice un deporte en equipo, el papá


cuenta que ha llevado a su hijo a una canchita de fútbol que está en el barrio,

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pero que observa que el ambiente es muy competitivo, los compañeros se
pelean entre sí, y a esto se suman padres y familiares con demostraciones de
enojo, desvalorización, hacia sus propios hijos y los demás chicos. En este
momento de la entrevista el papá refiere espontáneamente este relato: “El otro
día en chico se fracturó al caerse, y se puso a llorar, eso no es así, los
hombres no lloran”.

La mamá del niño me mira y sonríe con complicidad, yo le pregunto al padre


por qué no puede llorar, es un niño, que se lastimó y le duele, porqué no puede
expresar lo que siente. Y el papá vuelve a confirmar:”se la tiene que bancar, los
hombres no lloran”.

La entrevista continuó, pero quedó la fuerza de esta idea, cuya argumentación


es la presentada, y no se puede en ese momento seguir trabajando sobre la
misma. Para el padre es así de claro, para la mamá, no. Desde su lugar puede
entender que un niño llore.

A partir de esta situación me surge el interés de relacionar esta idea expresada


por el padre con el concepto que estamos trabajando de representaciones
sociales (RS).

En la definición de Moscovici (1973) queda claro que las RS son ideas, valores
y prácticas cuya doble función es orientar al individuo en su mundo, en este
caso el padre del niño se apoya en esta idea que le da un marco de valores, a
partir del cual él hace su propia apreciación de lo que ocurre; y por otro lado
las RS le permiten comunicarse con su comunidad, en este caso los otros
padres y participantes de este hecho, con códigos que le aportan maneras para
clasificar y ponerle palabras a esta situación y entenderla.

Se encuentra en la representación del padre del niño, la construcción que


surge de la interacción del individuo con su medio social. Toda RS es de algo y
de alguien, constituye el proceso por el cual se establece esta relación entre el
objeto y el sujeto.

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Podemos inferir que esta RS es parte de la relación o del conocimiento que se
tiene sobre el hombre en una cultura “machista”, es una construcción trans-
subjetiva.

La RS remite a…, está en lugar de…, sustituye al sujeto, en el caso de este


papá, habla y actúa en nombre de él, decide por él, y él actúa en
consecuencia.

Este papá se pone serio, se molesta ante el niño que llora, y sanciona junto a
los demás padres esta situación, y lo explica “se la tiene que bancar, los
hombres no lloran”.

Por otro lado la RS, re-presenta, hace presente en la mente, en la conciencia,


es la reproducción de otra cosa, otra idea. En este caso podemos pensar en la
“masculinidad” dentro de esta cultura machista, en donde el hombre no debe
expresar el dolor, debe ser duro, fuerte, tiene que aguantar, sin demostrar lo
que sufre.

Tenemos el contenido mental concreto de un acto de pensamiento que


restituye simbólicamente algo ausente, algo lejano.

Como lo expresa Jodelet D. (2000) indicando que nuestro sujeto está inscripto
en un contexto social y cultural y en un tiempo histórico, lo cual constituye un
desafío para nuestra práctica científica:

“La simbolización interviene como una matriz intelectual, una constitución de


lo social, una herencia, y la condición de la historia personal y colectiva” (Pág.
17).

Estas palabras que remiten a herencia, a historia personal y colectiva, cobran


fuerza en este hombre, que busca cambiar su historia, no quiere que sufran lo
que él pasó. Él se hizo hombre sin llorar, y pudo formar una familia donde no
haya violencia, buscando estrategias, y nuevas formas de interacción,
desconocidas para él, en un aprender y desaprender modos, formas y
actitudes. Pero en esta idea sobre la masculinidad, sobre el ser varón, sobre lo

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viril, se ha apropiado de esta RS que circula en su comunidad, la encuentra
coherente y actúa en consecuencia.

Refiere Jodelet D. (conferencia en la UBA de Psicología 2007) que esta


particularidad garantiza a la representación su aptitud para fusionar precepto y
concepto y su carácter de imagen.

La RS se autonomiza de quienes representa y conlleva ese carácter de


significante. Significa algo para el padre, no para la mamá, al ser re-presentada
aparece algo de quien la formula, su parte de interpretación. No es simple
reproducción, sino construcción y conlleva en la comunicación una parte de
autonomía., y de creación individual y colectiva. El papá se ha apropiado de
esta RS, argumenta desde su lugar, desde su representación de ser hombre, y
de que los niños tienen que hacerse hombres. Puede escuchar en la entrevista
cuando la mamá expresa su desacuerdo, pero esta idea es fuerte para él, y la
refuerza.

Pensar en estos términos tendrá incidencia en su rol como papá. La RS se


construye en la interacción de este sujeto con el mundo, afectando el modo en
que resuelve las situaciones que se le van presentando.

El concepto de RS explica de este modo nuestras interacciones significativas


con el mundo, en las que tanto el sujeto, como el objeto se modifican
mutuamente sin cesar, y analiza en todas sus facetas este proceso de
construcción de la realidad.

El padre del niño expresa su propia relación con la masculinidad, utiliza estos
elementos descriptivos y simbólicos proporcionados por la comunidad a la que
pertenece, así también como elementos normativos.

El juego del simbolismo social se impone a nuestro sujeto, el cual a su vez


manipula la RS, se siente representado por ella, y encuentra sentido a su
actitud de malestar ante la reacción del niño que llora porque se fracturó.

Los elementos que componen las RS se imponen de cierta manera e influyen


sobre los comportamientos de los sujetos.

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Esta noción innova con respecto a otros modelos psicológicos, dice la Prof.
Chardon durante el seminario 2007, ya que relaciona los procesos simbólicos
con las conductas. Las RS que circulan dentro de la sociedad, en nuestro
ejemplo “los hombres no lloran”, desempeñan un papel, adquieren autonomía,
tienen una eficacia específica, y conllevan algo de lo social: las categorías que
la estructuran y expresan, categorías tomadas de un fondo común de cultura.

Comenta Jodelet D. (2000) otra particularidad de este modelo.

Su adecuación a los objetivos de comprensión y de respeto de los individuos y


de los grupos sobre y con los cuales el investigador trabaja. Centrado en el
estudio del pensamiento social- es decir, en la manera en que las comunidades
humanas expresan y viven su relación con los objetos que los afectan, manera
siempre particular y original en que se trata de entender las formas propias-
permite abrirse al “decir” y el “hacer” de esas comunidades, para penetrar su
sentido y restituirlo en su autenticidad”. (Págs. 15-16).

Esta particularidad de las RS, de apertura, de respeto hacia cada comunidad y


hacia cada individuo, a la interacción entre ambos; resuena en la entrevista con
estos padres de Barrio Nuevo. En un discurso simple, encuentro esta idea,
para mí, la orientadora (y también para la mamá) disruptiva; entonces con este
concepto de representaciones sociales puedo abrirme, en búsqueda del
sentido y comprender el significado que tiene para este papá. Diferenciándose
de la mamá, que posiblemente por una cuestión de género, en una
construcción dialéctica diferente, no comparte plenamente esta RS, pero es
compartida por los otros varones que integran esta comunidad. Se articulan lo
social, lo cultural y lo histórico.

Moscovici pone de manifiesto dos procesos principales, que explican cómo lo


social transforma un conocimiento en representación, y cómo esta
representación transforma lo social.

Jodelet (1984) aborda estos procesos de cómo lo social interviene en la


elaboración psicológica que constituye la RS, y cómo esta elaboración
interviene en lo social. Retoma la definición del concepto de RS, como aquel

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que designa una forma de conocimiento específico, el saber de sentido común,
cuyos contenidos manifiestan la operación de procesos generativos y
funcionales socialmente caracterizados; designa una forma de pensamiento
social. Hace referencia al paso dado en estos últimos años, que va de un
concepto a una teoría, y a los diversos enfoques que se plantean.

Algunos que hacen más hincapié en lo cognitivo, otros en los aspectos


significantes de la actividad representativa, o como práctica discursiva de
sujetos situados en sociedad, como práctica social, o bien tomando el juego de
las relaciones intergrupales. Por otra parte una perspectiva más sociologizante
que hace al sujeto portador de determinaciones sociales.

Estos diversos enfoques se vuelven a encontrar al interior del campo de


estudio de las RS y permiten aislar algunos sectores claves de su aplicación: la
comunicación social, la difusión y asimilación de conocimientos, el campo
educativo, la genética de las representaciones, la formación en los grupos, las
concepciones de la salud física y mental, y la vida psíquica y biológica, la
percepción y utilización del espacio.

Todos abordan la doble cuestión que se plantea en la base de esta teoría, y los
procesos que muestran la interdependencia entre la actividad psicológica y sus
condiciones sociales de ejercicio: El proceso de objetivización y el proceso de
anclaje.

El proceso de objetivización, u objetivación, permite armar un elemento nuevo


en una imagen que simplifique, implica una operación formadora de imagen y
estructurante, hace corresponder cosas con palabras. Refiere a lo social en la
representación.

El proceso de anclaje, refiere a la representación en lo social, la intervención de


lo social se traduce en el significado y la utilidad que le son conferidos. A esto
se suma la integración cognitiva del objeto representado dentro del sistema de
pensamiento preexistente. Así como el concepto de “asimilación” en Piaget que
reflexiona sobre cómo pongo el elemento nuevo en relación con lo ya conocido.

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El proceso de anclaje situado en relación dialéctica con el proceso de
objetivación, articulan las tres funciones básicas de las RS:

-La función cognitiva de integración de la novedad, en tanto hace conocido lo


desconocido.

-La función de interpretación de la realidad.

-La función de orientación de las conductas y las relaciones sociales,


adaptación a la sociedad.

Volviendo a la entrevista con los padres del niño de Barrio Nuevo,


encontramos en la expresión “los hombres no lloran”, estas funciones
mencionadas, y en la construcción dialéctica de esta representación, se puede
inferir que en el papá, el proceso de anclaje, como enraizamiento en el sistema
de su pensamiento preexistente, hace prevalecer antiguos marcos de
pensamiento; alienándolo en lo ya conocido. En la mamá, podemos pensar que
incorpora nuevos modos, más creativos y autónomos. Se observa este rasgo
de dualidad de las RS que pueden ser rígidas o innovadoras.

Retomando lo postulado por Piaget, ”lo nuevo sale de lo viejo”, nuevas


representaciones se construirán sobre ideas previas. En la historia de esta
familia será interesante seguir esta dialéctica, ya que al estar abierta la mamá a
otras RS sobre la masculinidad, probablemente en su hijo, se construyan otras
RS sobre este aspecto, y también el papá a medida que crecen sus hijos y
continúa interactuando con el mundo modificará y recreará esta RS que en este
momento aparece como más rigidizada.

Con más elementos se podría profundizar sobre esta RS, si constituye


propiamente una representación, o es una parte de una RS, es decir, si es
parte del núcleo central de una RS, más resistente, o refiere a componentes
periféricos de una RS sobre la masculinidad, más móviles y dinámicos.
Siempre teniendo en cuenta el cruce de lo socio-histórico-cultural, que
enriquece y a su vez problematiza este análisis.

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Otro aspecto que considero importante a resaltar en las RS, es cómo
constituyen modos de subjetivación, al referirse a los procesos por medio de
los cuales el sujeto se relaciona con el mundo, con las cosas y con los demás.
Construyéndose en esta interacción del individuo con lo social, hacen a la
constitución identitaria del mismo. Se relacionan con la pertenencia social, con
el concepto de “hexis corporal” de Bourdieu, “huellas en el cuerpo que remiten
a la clase social”, en esta relación dialéctica y dinámica que tendrá momentos
de menores cambios, otros de nuevas creaciones y generación de nuevas RS.
Éstas ayudan a los individuos a orientarse en su mundo social y material, a la
vez, los mismos individuos constituyen los elementos de las representaciones.

Como lo expresa Marková (1996) refiriéndose a la teoría de las RS como una


teoría del conocimiento ingenuo:

Una vez creadas, las representaciones sociales,”llevan una vida por sí mismas”
(Moscovici, 1984, p.13). Las personas al nacer dentro de un entorno social
simbólico lo dan por supuesto de manera semejante a como lo hacen con su
entorno natural y físico. Igual que los árboles, rocas o ríos, los lenguajes,
instituciones y tradiciones forman un panorama del mundo en el que viven las
personas. Por lo tanto, este entorno social simbólico existe para las personas
como su realidad ontológica, como algo que tan solo se cuestiona bajo
circunstancias concretas. La fuerza de estas realidades ontológicas reside en
la falta de conciencia que tienen las personas de su existencia. Las personas
perpetúan el estatus ontológico de su entorno social simbólico mediante sus
actividades habituales y automáticas de reciclaje y re –reproducción.

Sin embargo, las personas también son agentes. Tienen maneras específicas
de comprender, comunicar y actuar sobre sus realidades ontológicas. Una vez
que comprometen su pensamiento, las personas ya no reproducen y reciclan
su entorno social simbólico de manera habitual y automática sino que lo
incorporan a su esquema cognitivo. En otras palabras, no sólo reproducen sus
realidades ontológicas sino que se comprometen es procesos epistemológicos
y como resultado de ello cambian sus realidades ontológicas al actuar sobre
ellas. En muchos casos los cambios en el entorno social simbólico son
graduales y visibles sólo después de que haya transcurrido cierto tiempo. Sin

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embargo, las dimensiones ontológicas y epistemológicas de los fenómenos
socio-culturales simbólicos son mutuamente interdependientes”.

Conclusión

Para seguir pensando sobre esta teoría de las RS, en mi práctica profesional, y
en esta entrevista planteada en este trabajo, puedo decir a partir de lo
expresado por esta autora, como este aspecto inconciente de las RS, las hace
más resistentes al cambio. Como aparece en la experiencia del encuentro en la
entrevista de orientación con estos papás, la actitud del padre, más rígida,
incómodo ante la necesidad de tener que fundamentar algo que para él es una
obviedad. Percibe el cuestionamiento de la mamá, discreto, pero presente. Se
puede apreciar en la madre, como compromete su pensamiento, puede
comunicar que ella no acuerda totalmente con esta idea, puede cambiar su
actuar ante una situación similar, ya no reproduce su entorno social simbólico,
y al actuar de otro modo cambia la realidad ontológica del mismo.

Como se postula en este texto estos cambios llevan tiempo, muchas veces
son poco visibles, pero van operando en esta interacción dinámica entre el
individuo y su medio social.

O tal vez, esta representación permanecerá, el niño se apropiará de la misma,


esto referirá a su constitución identitaria, y estaremos restituyendo un sentido
que para esta comunidad tiene su valor…

Lic. Ma. Renata B. Ruiz de Galarreta

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Bibliografía

 Castorina J.A. (2003) Representaciones Sociales. Problemas teóricos y


conocimientos infantiles. Barcelona. Gedisa.

 Duveen G. y Lloyd B. (2003) Las representaciones sociales como una


perspectiva de la psicología social en Castorina(comp) Representaciones
sociales. Problemas teóricos y conocimientos infantiles. Barcelona. Gedisa

 Jodelet, D. (2000). Representaciones sociales: contribución a un saber


sociocultural sin fronteras, en Denise Jodelet y Alfredo Guerrero (comps.),
Develando la cultura. Estudios en representaciones sociales, México,
Facultad de Psicología-UNAM.

 Jodelet D. (1984) La representación social: fenómenos, concepto y teoría en


Moscovici S. Psicología Social II.Barcelona. Paidós

 Marková I. (1996) En busca de las dimensiones epistemológicas de las


representaciones sociales en Páez D. y Blanco A. (eds) La Teoría
sociocultural y la Psicología social actual. Madrid. Gráficas Rogar.
Fuenlabrada.

 Moscovici, S. (1973) Prólogo a C. Herzlich, Health and Illness, Londres,


Academia Press.

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