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Comité Ejecutivo Distrital de San Borja

PARTIDO APRISTA PERUANO

BOLETÍN DIGITAL

Edición Nro. 5 - Año 1


San Borja, mayo de 2010

www.aprasanborja.com

Elaborado por la Secretaría de Prensa y Propaganda


Comité Ejecutivo Distrital de San Borja

EDITORIAL

Estimados compañeros,

En estos días celebramos un episodio central de la gestación de nuestro gran movimiento


político. Se recuerda el 23 de mayo de 1923, cuando los trabajadores manuales e intelectuales de Lima
se unieron, por primera vez, para ser autores de un acontecimiento glorioso en la historia social del
Perú en el siglo XX y en donde tuvo un protagonismo singular Víctor Raúl Haya de la Torre, en su
condición de presidente de la Federación de Estudiantes del Perú.

Como bien señala el c. Percy Murillo Garayochea, en su obra “Historia del APRA”: “…constituyó la
culminación de anteriores sucesos, como la lucha por la jornada de ocho horas, la Reforma
Universitaria y la fundación de las Universidades Populares González Prada que, indudablemente,
prepararon el ambiente para la insurgencia obrero-estudiantil contra la dictadura del oncenio”. Este
hecho fue una respuesta a los sórdidos afanes reeleccionista del presidente Augusto B. Leguía (1919 –
1930), al pretender oficializar la “Consagración de la República al Corazón de Jesús” con la intención
de utilizar el sentimiento católico de la ciudadanía y, consecuentemente, disimular el rechazo que
ocasionó la inminente prórroga de su mandato gubernamental.

El Partido Aprista Peruano tiene como biografía estas nobles causas cívicas por las que se entregó esa
generación de jóvenes pensadores, intelectuales y luchadores que fundaron el partido de “pan con
libertad”. Es decir, la democracia como esperanza de los más necesitados y como medio de convivencia
civilizada, armónica y tolerante, es una bandera que ha caracterizado el avatar del aprismo a lo largo
de su existencia. La democracia, como expresión de libertad y defensa de los derechos fundamentales
de los peruanos, es un valor inherente a nuestros ideales.

Precisamente, cuando estamos próximos a los procesos electorales municipales, regionales y


presidenciales, la democracia interna en el Partido del Pueblo debe ser un ejercicio de modernidad y
una cultura que nos distinga de los improvisados y aventureros de la política, y cuya genuina expresión
esté siempre representada en la voz y voluntad de sus militantes. Ese pueblo aprista heredero de
jornadas que nos orgullecen y comprometen con los destinos del país.

Arturo Loli Caballero


Secretario General
Comité Ejecutivo Distrital de San Borja
Partido Aprista Peruano

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Evocación de un maestro

Armando Villanueva del Campo (*)

En esta edición nos complace presentar el artículo de autoría de nuestro querido y admirado líder
histórico del Partido del Pueblo, Armando Villanueva del Campo, publicado en 1984 en Santiago de
Chile y en donde hace algunas anotaciones sobre la fundación de la Federación Aprista Juvenil
(FAJ) y de su relación con el jefe y fundador del aprismo. Su documentado testimonio personal nos
acerca más para conocer los entretelones de la clandestinidad y el padecimiento
de una generación comprometida con los ideales de “pan con libertad”.

Con motivo de la celebración reciente del “Día de la Fraternidad” (que hace años dije debería
percibirse como la de entre todos los peruanos), he recordado, en esta breve ausencia de la patria,
algunos aspectos, poco conocidos de la vida de Haya de la Torre.

Y comenzaré por entregar al lector una breve referencia personal respecto a mis relaciones con Víctor
Raúl, marco indispensable en lo que voy a rememorar.

Fue en su primera conferencia en Acho, allá en el lejano 1931, cuando es tuve próximo a él, por primera
vez. Yo era aún adolescente en tránsito a la juventud. Le estreché las manos y respondiendo con sonrisa
jovial me dijo: “Estudiante de qué grado”. “Tercero de media”, respondí: “Pues, estás en edad de ser
aprista”. Y continúo avanzando entre la multitud.

Vinieron después los tiempos difíciles y crueles de la barbarie y, en 1935 ya en la legalidad, fundamos
la Federación Aprista juvenil (FAJ) el 7 de enero de ese año, y de la que fui su primer secretario
general. Tenía entonces dieciocho años de edad y pocos días después, los dirigentes visitamos al
“compañero jefe” en la pequeña casa en que vivía, una quinta de la calle Bolívar, en Miraflores.
Hablamos con él poco más de una hora. Fue la primera vez que observé que en la personalidad íntima de
Víctor Raúl predominaba el maestro sobre el político. Poco después, en el seminario de oradores y
propagandistas Túpac Amaru lo escucharía decir: “Yo soy un reformador social, accidentalmente un
político”.

Desde aquella visita en su casa de Miraflores, nos vimos con frecuencia. El visitaba nuestro local
juvenil, también en la calle de Pobres, donde estaba la Casa del Pueblo y vinieron, poco después, los
tiempos duros: once años de persecución violenta, historia de crímenes de lesa humanidad aun no
escrita; de heroica resistencia dirigida personalmente por Haya junto a quien hay que recordar a líderes
como Manuel Arévalo (asesinado), Carlos Manuel Cox y Pedro Muñiz, exiliados con retorno clan
destino y prisioneros después, y a Luis Heysen y a Ramiro Prialé y Humberto Silva Solís y, en fin,
tantos otros. A los jóvenes nos tocó vivir ese tiempo y forjarnos en él. Ingresé a la clandestinidad a los
18 y salí de ella, entre prisiones y destierros, a los 29.
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Pero de aquellos años quiero recordar, por a hora, como Haya de la Torre nunca abandonó su tarea
pedagógica. Por muy violenta que fuera la persecución, por muy próximo que es tuviere la muerte,
Víctor Raúl, escribía enseñando: Cuadernos Apristas, quincenario cultural, integramente redactado por
él, constituyó y constituye, en mi concepto, el mejor testimonio de que en el jefe del aprismo el hombre
era, sobre todo, el humanista, el maestro. Faceta muy poco tratada por sus biógrafos. Quizás Cossío del
Pomar es quien más se acerca a ella.

Haya de la Torre, en la persecución, estaba al día en cuanto al proceso de las ciencias y la filosofía (¡que
lo recuerde Carlos Daniel Valcárcel, quien le hacía llegar libros desde la biblioteca de San Marcos y
nunca tuvo ningún temor a tales relaciones!); cercano siempre a los artistas y escritores que se atrevían a
encontrarse con él, en algún lugar de Lima (Sabogal, Grau, Springuet, Apurímac, Camino Blas, Juan
Ríos, Raúl María Pereyra, Juan Francisco Valega, el corregidor Mejía y muchos más).

Por vivir siempre al filo de lo culto, de lo intelectual, Víctor Raúl, que podía improvisar un soneto como
redactar un volante de agitación y protesta, usaba del verso para zaherir y apostrofar a los tiranos que
“levantaron roncha” y más agresividad.

(*) Ex secretario general del Partido Aprista Peruano, candidato presidencial, primer ministro, ex
presidente de la Cámara de Diputados y del Senado de la República.

Víctor Raúl Haya de la Torre, un peruano con profunda


sensibilidad humana, social e intelectual.
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Javier Pulgar Vidal: Honor del Perú

Wilfredo Pérez Ruiz (*)

El 18 de mayo se han cumplido siete años de la partida del explorador y científico acucioso,
conocedor profundo de la geografía peruana e intelectual de avanzada, entre otros incompletos
calificativos que podrían describir a Javier Pulgar Vidal (Panao, 1911 – Lima, 2003). Una vida
fecunda en realizaciones personales, profesionales y morales. Es decir, una biografía comprometida
plenamente con el Perú y su destino.

Obtuvo el bachillerato y doctorado en Filosofía, Historia y Letras, y en Derecho y Ciencias


Políticas en la Universidad Católica del Perú. Inició su carrera académica como profesor auxiliar de la
Facultad de Letras en el curso de “Filosofía de la Religión”, de esa casa de estudios en 1932. Desde
1934, ejerció las cátedras de “Geografía Humana General y del Perú” y “Arqueología”.

Fundó la primera cátedra de “Geografía Económica General y de Colombia” en la Universidad Nacional


de Colombia (1949) y la Universidad de Bogotá “Jorge Tadeo Lozano” (1954), país en el que
permaneció exiliado por sus ideas políticas durante la dictadura de Manuel A. Odría. En nuestra patria
fue fundador de la Universidad Nacional del Centro del Perú y sus cuatro filiales en Lima, Huacho,
Cerro de Pasco y Huánuco, que luego se convirtieron en las universidades nacionales Federico
Villarreal, José Faustino Sánchez Carrión, Daniel Alcides Carrión y Hermilio Valdizán. Finalmente, en
1996, asume la presidencia de la comisión organizadora de la Universidad Alas Peruanas (luego sería
elegido rector y al retirarse fue nombrado rector honorario y vitalicio).

En 1945, resultó electo parlamentario por la provincia de Pachitea (Huánuco). Dos meses después se
afilió al Partido del Pueblo, invitado por su jefe y fundador. Durante ese período constitucional integró
la mesa directiva de la Cámara de Diputados. Posteriormente, es convocado como asesor de dicho
cuerpo legislativo (1958) y de la Comisión de Recursos Naturales de la Asamblea Constituyente de
1978.

Forjó una sólida vinculación con Colombia, a partir de las dolosas circunstancias que lo llevaron a ese
hermano país. En 1986, es designado embajador en Bogotá. El presidente Belisario Betancur durante la
ceremonia de entrega de credenciales le expresó: “Bienvenido a casa maestro”. El primer mandatario
colombiano –tiempo después- al dedicarle un libro, escribió: “A Javier Pulgar Vidal, honor del Perú y
honor de Colombia”. El gobierno peruano le encargó nuevamente (1989) esa representación a pedido del
jefe de Estado, Virgilio Barco.

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La regionalización –como eje fundamental del desarrollo- fue uno de los temas que lo acompañó durante
su intensa existencia. En 1938, publicó “Las ocho regiones naturales del Perú”, donde formula la
división en pisos ecológicos. Asimismo, participó en la Comisión Nacional de Regionalización (1981)
invitado por el presidente Fernando Belaunde Terry. Allí sustentó su proyecto sobre la regionalización
transversal del territorio, que divulgó desde 1976, con la finalidad de lograr la mejor administrar del
país.

Con su sólida formación contribuyó en la elaboración de publicaciones internacionales. Igualmente, tuvo


a su cargo la preparación de algunos capítulos para las enciclopedias Británica (USA, 1975) y Salvat
(España, 1977). Sus entregas intelectuales fueron acogidas en medios nacionales y extranjeros.
“Escritura necesaria” fue su primer artículo aparecido el 4 de febrero de 1932, en el diario “El Trovador”
(Huánuco).

Una de sus más importantes inquietudes estuvo relacionada con la gestión ambiental. Creó –
conjuntamente con Felipe Benavides Barreda- el Frente Ecológico Peruano e integró prestigiosas
entidades “verdes”. Esas circunstancias facilitaron nuestra amistad y me permitió compartir numerosas
experiencias a su lado desde 1984. Recuerdo agradecido su entusiasmo y disposición para corregir mi
libro “La saga de la vicuña” y escribir el prólogo. Fueron largas horas de conversación que nos
aproximaron e influyeron en mi admiración y cariño.

“La ecología no debe ser una moda, sino un imperativo moral para todos los peruanos”, afirmó con la
insistencia de quien siempre intentó que esta variable esté vinculada con las demandas sociales de la
población. Sus documentadas conferencias, artículos y ensayos, estuvieron orientados –principalmente-
a plantear mecanismos de solución a la miseria extrema aprovechando inteligente y honestamente el
patrimonio natural. Así lo expresó en “Recursos naturales y alimentación en las selvas alta y baja”,
“Guerra contra el hambre”, “Perfil ambiental del Perú”, entre otros tantísimos aportes dejados al país y
que constituyen elementos sustentatorios para afrontar este complejo tema.

En 1991, estableció el Comité Ecológico en el Partido Aprista Peruano. Bajo el lema “Siembra vida,
siembra paz”, realizó una ardua campaña nacional de arborización en su afán de propaló la trascendencia
de la conservación del ambiente. Gracias a sus esfuerzos el movimiento de Víctor Raúl Haya de la
Torre, se constituyó en la primera agrupación política en instituir una Comisión Nacional de Ecología y
Medio Ambiente.

Javier se distinguió por sus sólidas convicciones cristianas. Tuvo la singular virtud de no hablar mal de
nadie, ni aún de quienes lo defraudaron y traicionaron. Era servicial, generoso y auténtico. En él no
había lugar para odios y rencores, todo lo contrario, se caracterizó por la honestidad de sus afectos. Hizo
de su vida una predica permanente de ejemplos éticos.

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Sus conversaciones reflejaban profundidad y sensibilidad. Dialogar con Javier era encantador. Además
de ameno, destacaba por su espontánea sencillez. Cuando debía puntualizar algún dato inexacto
formulado por sus contertulios, lo hacía con una delicadeza halagadora. Era tolerante y respetuoso.

Amigo entrañable, maestro ejemplar, la humildad y la decencia fueron en él, una cultura individual. Fue
el Antonio Raimondi del siglo XX y su testimonio debe convertirse en un referente que nos inspire
ilusión en un medio lleno de debilidades, escepticismos y abdicaciones.

(*) Docente, conservacionista, consultor en temas ambientales, integrante del Instituto Vida y ex
presidente del Patronato del Parque de Las Leyendas – Felipe Benavides Barreda.

Javier Pulgar Vidal recibe el homenaje de las juventudes ecologistas representadas en la palabra
de nuestro compañero Wilfredo Pérez Ruiz (1986), con quien entabló fecunda amistad. En
la foto también aparece (al extremo izquierdo) el periodista Juan Pedro Unger.

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La gobernación en San Borja

Estuardo Villalobos Catarinich (*)

Existe aún una equivocada o incompleta apreciación ciudadana acerca de las tareas y funciones
inherentes a la gobernación. Por esta razón, esta nota pretende ilustrar sobre los roles que cumple el
representante del Poder Ejecutivo en cada jurisdicción distrital y compartir algunos logros obtenidos
en beneficio de la comuna sanborjina.

En tal sentido, es importante señalar que una de las responsabilidades de la gobernación es


otorgar “garantías personales” a quienes sienten vulnerada su seguridad por la posible acción de
terceros. Asimismo, da “garantías posesorias” ante amenazada a la propiedad. A estas tareas se suma
que la Gobernación de San Borja participa en el Comité Distrital de Seguridad Ciudadana, conformado
por todas las autoridades distritales. El gobernador es el vice-presidente y sus integrantes tienen como
función principal velar por la seguridad y tranquilidad pública.

Adicionalmente, al cumplimiento de sus funciones, la Gobernación de San Borja ha logrado en salud,


que la posta médica (ubicada en la Av. San Luis), deje de pertenecer a la red de Surquillo para
integrarse a la red oeste, además de un fondo de S/ 1,000.00. Se ha obtenido que el programa SIS
incorpore a este centro de salud con un presupuesto mensual de S/ 1,000.00, la implementación de su
personal, entre otras acciones coordinadas con Foncodes a fin de darle un presupuesto de S/ 300,000.00
soles para su mejora.

En el área de construcción se ha coordinado con la empresa “Graña y Montero”, ganadora de la


edificación del Instituto del Hospital del Niño, para capacitación al personal técnico. De igual manera, se
ha acordado con la autoridad autónoma del tren eléctrico y se ha obtenido una preparación al personal.

De otra parte, para las elecciones de juntas vecinales (el 11 abril) se conformaron 16 listas compuestas
por compañeros y simpatizantes del Partido del Pueblo, con la finalidad de involucrar a los más
representativos afiliados al partido en la vida de la comunidad.

En el campo de la educación se logró que un promedio de 23 compañeros estudien en programas


dirigidos a jóvenes en Sencico, Senati y Fottours. Con la gobernación regional se ha firmado un
acuerdo para que la juventud que no haya terminado su carrera puedan concluirla en la Universidad
Garcilaso de la Vega. Después de suscribir un convenio con la Municipalidad de San Borja, el Pronama
y la gobernación se efectuó un censo para ubicar a los iletrados y determinar que San Borja sea

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declarado DISTRITO DONDE NO HAY ANALFABETOS. En abril empezaron las clases a los
iletrados en cumplimiento con el compromiso.

Este recuento muestra el resultado del trabajo político e institucional que la Gobernación de San Borja
viene llevando a cabo en el afán de fortalecer la presencia del Poder Ejecutivo en nuestra comunidad y
contribuir a reinsertar, en coordinación con las autoridades partidarias, al aprismo en la vida sanborjina.
Bien decía Víctor Raúl: “El aprismo es la voz limpia que expresa el viejo y hondo dolor del Perú” y, en
consecuencia, nuestra labor como autoridad política del gobierno aprista es recoger también las
demandas sociales de la población y ser una instancia que represente al primer mandatario ante la
colectividad del distrito.

(*) Ingeniero civil, ex secretario general del Comité Distrital de San Borja y gobernador del
distrito de San Borja.

(De izquierda a derecha) Los tenientes gobernadores José Manrique, Miguel Herrera,
Carlos Gavelán, Wilder Calderón, Gustavo Flores, Carolina León,
Beatriz Pacheco y el gobernador Estuardo Villalobos (al centro sentado).
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Luis Aguilar: 25 años después….

Wilfredo Pérez Ruiz

Recientemente, se ha cumplido dos décadas y media de la partida de Luis Alberto Aguilar


Cajahuamán (mayo 8 de 1985), asesinado por Sendero Luminoso cuando cumplía responsabilidades
al servicio de su pueblo y acababa de ser elegido diputado provincial con la más alta votación. Un
aprista más entre los miles de peruanos que murieron ejerciendo el mandato popular y enfrentando -
moral y políticamente- la amenaza subversiva.

La revista Caretas (mayo 13 de 1985) describe así su trágico deceso: “… Aguilar, de 42 años,
cinco hijos (entre 15 y 6 años) empezó temprano su jornada, el miércoles 8. A las 7.30 de la mañana
salió de su casa hacia el local del Concejo Distrital de Yanacancha. El empleado Juno Agüero lo
encontró ya trabajando a las 7.45. Pocos minutos después llegó una alumna suya de la universidad,
quien también había sido su personera en las elecciones generales. Luego llegó el profesor Epifanio
Rosas. Al as 8.15 de la mañana, los tres salieron en el Volkswagen de Aguilar, hacia la “ciudad
universitaria” en la zona de Pucayacu. Aguilar, quien era uno de los fundadores de la Universidad
Nacional Daniel Alcides Carrión, dictaba, como catedrático principal, el curso “Dirección del
Aprendizaje. A las 8.25, Aguilar entró a la oficina del decano. Indagó sobre el estado de una gestión
previa, y luego se dirigió a la oficina de la escuela de Educación, a escasos 20 metros, para firmar su
asistencia…”. “Fueron cinco disparos a boca de jarro, tres de los cuales le impactaron. Aguilar cayó
agónico sobre un sillón, mientras un empleado lograba fugar por otra puerta y alguno se zambullía
debajo de un escritorio…”

Nacido en Pasco (Cerro de Pasco, setiembre 2 de 1942), Luis Alberto provenía de una familia de
militancia en el partido de Víctor Raúl Haya de la Torre. En su adolescencia fue elegido dirigente de la
Universidad Daniel Alcides Carrión -en donde se formó en la Facultad de Educación- e integró la
Federación de Estudiantes del Perú. En esos años conoció a quien sería su esposa, Ruth Gálvez Bravo,
condiscípula (también de procedencia aprista) de esa casa de estudios.

Su biografía estuvo enaltecida por su dedicación a la docencia, a su tierra natal y a los nobles ideales de
“pan con libertad”. Fue director del Colegio Nacional Daniel Alcides Carrión y profesor de la Facultad
de Lengua y Literatura de la universidad que lo acogió en su juventud. Hizo de la enseñanza una
ocupación profesional y, esencialmente, un ejemplo de vida que sus familiares, amigos, paisanos y
compañeros evocan con consuelo y nostalgia.

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En las elecciones municipales de 1983, en las que el partido de la estrella se convirtió en la primera
fuerza política a nivel nacional, es elegido alcalde del distrito de Yanacancha (Pasco) con amplio
respaldo electoral. Como burgomaestre se distinguió por su sencillez, su preocupación por los servicios
públicos y la educación. Tenía como hábito, algo inusual en estos tiempos de frivolización de la
actividad pública, recibir a los pobladores en su despacho, almorzar en el mercado, saludar y conversar
en las calles con sus conciudadanos y, además, sus genuinas convicciones católicas. Su esposa Ruth lo
tiene presente con estas palabras: “Era amiguero, fraterno, servicial y sin discriminación hacia nadie”.

Escribir sobre este afable y austero dirigente del Partido Aprista Peruano es adentrarse en el
conocimiento de la realidad andina. Un contexto en donde hombres como Luis Alberto expresan ese
universo que defendió, con terquedad y convicción, un personaje como José María Arguedas,
incomprendido y considerado “pasadistas” por algunos críticos literarios limeños. Aguilar era admirador
de su obra literaria, como también de César Vallejo y Ciro Alegría.

La trayectoria de Luis Aguilar Cajahuamán nos recuerda la anotación inmortal del poeta de Santiago de
Chuco: “Todo acto o voz genial, viene del pueblo y va hacia el”. Una vida llena de buenos sentimientos,
dedicada a la atención de las demandas sociales de los pobres y marcada por su firme lealtad a sus
principios. Las banderas del aprismo se inclinan reverentes y respetuosas ante este mártir temprano de la
consolidación democrática que será inspiración para hacer de la política un medio honesto de entrega al
bien común.

Los compañeros Alan García Pérez y


Luis Aguilar Cajahuamán (1985).
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En recuerdo de Javier Penalillo

Luciano Cueva Malásquez (*)

Dentro de pocos días se cumplirá un año del alejamiento de Javier Penalillo Peirano (mayo 15 de
1923 - junio 3 de 2009), conocido por su existencia prodigiosa, multifacética y destacado por su
vocación artística. Esta nota es un modesto y sincero tributo de sus compañeros apristas -de todas las
generaciones- que añoran sus alegrías, entusiasmos y nobles gestos que lo hicieron tan querido entre
todos nosotros.

Discípulo predilecto de la compositora, promotora, difusora de la música peruana y recopiladora


de “Los pregones de Lima” (que Ricardo Palma plasmó en sus escritos así: "…Para saber la hora no se
consultaba el reloj, sino los pregones que los vendedores ambulantes recitaban”), Rosa Mercedes Ayarza
de Morales (1881-1969), a quien dedicó varios de sus pregones limeños como “El cholo frutero”, “Pan
de dulce”, “Nicanor de la masa”, “Candidito”, “…entre otros que los cantaba en toda oportunidad, no
solo en conciertos, sino en reuniones de toda índole y que deleitaba por su picardía y gran voz”, recuerda
su hijo Carlos Penalillo Pimentel.

Como tenor ligero participó en óperas con el genial Luis Alva. En los albores de la radio cantaba
famosas zarzuelas como “La corte del faraón” y “Molinos de viento”, que siempre evocaba con
emoción. Recordado actor de televisión, fue figura principal en telenovelas como “Carmín”, “Girasoles
para Lucía”, “Tatán” y “Los de arriba y los de abajo”. También, en series como “Mil oficios”, “El
hombre que no debía morir”, “Un grito en el mar”, entre otras. En la época del café teatro participó en
elencos cómicos como “La piernicholi y el virrey Asmat” y “Orquesta de señoritas”, con reconocidos
actores peruanos. En el teatrín ubicado de la Casa del Pueblo fue también forjador de artistas.

Su trayectoria estuvo caracterizada por su activo involucramiento en labores sociales, culturales,


políticas, artísticas, sindicales y teatrales que evidenciaron su profunda vocación de dedicación e
identificación con la comunidad. Fue, esencialmente, un ciudadano dispuesto a servir con generosidad y
desprendimiento. Su sensibilidad artística lo llevó a preocuparse en la difusión de la cultura y la
situación del actor en nuestro medio.

El 23 de mayo de 1947 se inscribe en el Partido Aprista Peruano y desde ese día llevó una vida política
de reconocida lealtad y consecuencia. Nunca pidió nada y siempre estuvo en la primera línea para dar.
Activo sindicalista, visitador médico, relacionista público, representante peruano en la Organización
Internacional del Trabajo (OIT), miembro del Comité Ejecutivo Nacional del Partido del Pueblo,
secretario general del Comité Distrital de Jesús María, integrante del Comité Ejecutivo Distrital de San
Borja, fundador y presidente (en diversas oportunidades) del Club de Leones “Papa Juan XXIII”, primer
gobernador de San Borja, son algunas de las más significativas tareas que asumió con decencia y entrega
plena.

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Así era Javier Penalillo, un hombre lleno de realizaciones. Fraterno, sencillo, de sonrisa cálida y
actitudes bondadosas, de profundas convicciones democráticas, cívicas y religiosas. Admirado y
respetado por su línea de comportamiento, su ejemplo de caballerosidad, de buen vecino y de amor al
prójimo. Sin duda, su recuerdo permanecerá “tan grande como la sombra cuando el sol declina”.

(*) Estudiante universitario, secretario de Capacitación y Cultura del Comité Ejecutivo Distrital
de San Borja.

Su sonrisa, afabilidad y ternura fueron notables en Javier Penalillo Peirano.

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Historia social del aprismo en San Borja


Segunda parte

Carlos Lúcar y Estuardo Villalobos


Edición y corrección: Wilfredo Pérez Ruiz

Aunque el término de “Borja” nos recuerda a la ciudad española del reino de Aragón que se hizo
célebre por la elección de dos de sus ciudadanos como papas de la Iglesia Católica: Calixto III y
Alejandro VI (el discutido fundador de la familia Borgia, que fue electo Sumo Pontífice, aun cuando
contaba con cuatro hijos), es evidente que el distrito lleva el nominativo por el santo Francisco de
Borja, fundador de la compañía de Jesús en España.

El distrito de San Borja está asentado en antiguas propiedades limeñas de jesuitas y dominicos.
Don Gaspar de Zúñiga Acevedo y Fonseca, conde de Monterrey, efímero virrey del Perú (1604-1606),
murió en la hacienda “La Granja” que era de dominicos y estaba ubicada en Limatambo.

Sin embargo, a pesar de la mención colonial, San Borja, es uno de los distritos más jóvenes de la capital:
menos de tres décadas existencia jurídica. Al comenzar las campañas militares de la Independencia
(1820), la Intendencia de Lima comprendía seis partidos (ahora llamadas provincias): Canta, Cañete,
Cercado de Lima, Chancay, Yauyos e Ica. Recién en la Constitución de 1828 se establece el término
departamento y a Lima le asignan las provincias de Huarochirí, Santa-Chancay, Yauyos, Canta, Cañete
y todavía la localidad de Ica.

Las demarcaciones, como es de suponer, seguían el principio tradicional del Derecho de Gentes. La
República estaba naciendo. Fue durante el gobierno provisorio de Ramón Castilla que se establecen las
primeras municipalidades. Es así que el 29 de diciembre de 1856 mediante ley transitoria aprobada por
la Convención Nacional – documento primigenio del derecho electoral y municipal peruano – se le
asigna a la capital los que serían sus primeros distritos ya considerados como tales: Lima Cercado, Ate,
Carabayllo, Chorrillos, Lurín, Lurigancho, Magdalena (actual Pueblo Libre), Miraflores, Pachacamac y
Surco. En razón de la elaboración del cuadro de electores de 1892, durante el gobierno del general
Remigio Morales Bermúdez, recién se le añadiría el balneario de Ancón. La zona limeña se mantendría
invariable hasta los años cuarenta del siglo XX, con sólo algunos distritos creados en la dictadura del
presidente Augusto B. Leguía (1919-1930).

La aparición de distritos se hizo frecuente durante la gestión gubernamental del Frente Democrático
Nacional (1945-1948) en que por “presión” de dirigentes barriales la Célula Parlamentaria Aprista

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acogió la mayor parte de las propuestas. Estuvieron involucrados en la nueva demarcación los activistas
apristas de las bases territoriales, como promotores vecinales antes de 1945 (durante el periodo de la
clandestinidad), y como autoridades políticas a partir del régimen constitucional del presidente José Luís
Bustamante y Rivero.

Es esta la historia de la fundación de distritos como Breña, Chaclacayo, Pucusana, San Bartolo, San
Martín de Porres y Surquillo. Fue justamente en el distrito de Surquillo (creado mediante Decreto Ley
Nº 11058 del 15 de julio de 1949, y por Decreto Ley Nº 11170 del 19 de setiembre de 1949 se
rectificaron sus límites) donde se instalaría -décadas más tarde- la urbanización San Borja.

Como en el caso de Breña (1949) y de San Martín de Porres (1950), la sobreviviente estrategia aprista
consistió en activar, dentro de las organizaciones populares vecinales, estas iniciativas que dieron origen
al nacimiento de populosos distritos en la dictadura del presidente Manuel A. Odría (1948 – 1956).

Surquillo también había aparecido como urbanización años atrás y que al irse extendiendo había
rebasado la posibilidad de ser atendida en sus necesidades básicas. El diminutivo “Surquillo” se debe a
que pertenecía al distrito de Santiago de Surco. El Decreto Ley Nº 11058 -que dio su origen como
distrito- señala que estará formado por las urbanizaciones de Surquillo, Lima, San Antonio, Miraflores
(no el distrito que fuera creado el 2 de enero de 1857), Tejada, Aurora, Benavides, La Palma y
Manrique.

Es curioso notar como apenas cuatro décadas atrás, aún no encontramos la denominación actual del
distrito, ni siquiera como urbanización. Así, en el anuario de la Sociedad Geográfica de Lima (1974), el
distrito de Surquillo está conformado por “El Pedregal, Todos los Santos, La Calera y Santa Alicia,
Santa Rosa, Reducto Nº 3, Cooperativa Túpac Amaru, Villa Victoria “El Porvenir”, Asociación El
Rosario, San Fernando, Jardín Santa Lucía y San Alberto”; mientras que Surco, por esa época,
consignaba “Comuco, Parque Alto, Parque Bajo, La Estación, El Carmen, Asociación Población San
José, Venegas” y una parte de Matazango. La denominación “San Borja”, en efecto, no aparece.

Varios siglos han transcurrido cuando los libros de la Hacienda Nacional consignaban las propiedades
de Limatambo como predio del Convento Santo Domingo y las de San Borjas (en plural) como feudo de
una sola persona: doña Manuela Sarriá. Nada menos que “12 riegos” eran de los dominicos y “9.5
riegos” de la hacendada. Entre ambas propiedades sumaban algo así como las tres cuartas partes de la
actual demarcación distrital. Algo menos en que los franciscanos se asentaran en el centro de Surco o los
mercedarios lo hicieran en la parte occidental de Surquillo.

Los dominicos permanecerían en las Villas de San Borjas y Limatambo hasta las primeras décadas del
siglo XX (así lo publica en 1839 la “Estadística histórica, geográfica, industrial y comercial de los
pueblos que componen las provincias del departamento de Lima” y que en 1992 – con los agregados de
1910 y 1920 – publicaran también Rosa Larco de Miro Quesada y César Colonia Porcari).

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