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(Globalización y religión)
afirmaban que acabaría con los males que afligen al planeta, con la perspectiva que
de Administración del Planeta. Ellos deciden (poder económico y militar) sin ningún tipo
unimos al debilitamiento de las instituciones internacionales sustituidas (de facto) por esas
la geopolítica del caos y del hambre. Se torpedea y se asfixia económicamente a la ONU como
beneficencia en un planeta donde cada tres segundos muere un niño menor de tres años por
desaparecer por inanición a los nacionalismos, quedó rota por nombres como Kósovo,
Bosnia, Chechenia, ahora Georgia y Osetia, son buena muestra de ello. Desencantamiento
del mundo, riesgo, crisis, incertidumbre, vuelve la guerra fría, el paradigma del
liberalismo salta hecho añicos y Sarkozy (nada sospechoso) lo entierra bien enterrado: “La
idea de un mercado todopoderoso sin reglas y sin intervención política es una locura… La
era de la autorregulación se acabó. El laissez faire se acabó”. Los países con gobiernos
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Todo está en crisis, un nuevo fantasma recorre el mundo, ¿hay algo que escape? Ni
refugio para individuos que buscan una nueva identidad religiosa, “una nueva
más cercanas a las sectas que a otra cosa, tienen en común la búsqueda de la seguridad en
espiritualidad. En definitiva, nuevas formas de ilusión, así lo expresa Freud: “las ideas
religiosas... son ilusiones, realizaciones de los deseos más antiguos, intensos y apremiantes
cualquier intento de aggiornamento en la estela del Concilio Vaticano II. Algunos de los
logros del catolicismo impulsados por Juan XXIII o Pablo VI son tildados de procesos de
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mayúscula, ¡cómo si sólo existiera una!), a la doctrina oficial y a la autoridad del Papa. La
herencia de Wojtyla.
ilustrada, así lo ha manifestado el Papa Benedicto XVI en su segunda encíclica: Spe salvi
Francesa, la razón humana es insuficiente y, por último, sin Dios no existe justicia. De paso
se reafirma la existencia del purgatorio y del infierno, así como recuerda que habrá un
integrismo preconciliar.
Esa es la hoja de ruta acogida con entusiasmo por la jerarquía eclesiástica española,
apostolado, implantación entre los jóvenes (véase encuesta CIS 2007), indiferentismo de
muchos católicos que se definen así más por tradición que por fe, el que en España
Las afirmaciones de que una sociedad atea y laica conduce a un callejón sin salida
nos retrotrae a los ecos de Pío X en su decreto Lamentabili sine exitu (1907) sobre los errores
del modernismo, que a su vez recuerdan el Syllabus, anexo de la Quanta cura (1864) de Pío
IX. Desde la santa intransigencia se prefiere una iglesia dividida entre los “espiritualmente
dogma y los que buscan el diálogo. Por si esto fuera poco, Dios vuelve a la política. La
confrontación y de apoyo a una determinada opción política; es así como hemos visto
escenas antiguas, muy antiguas, dignas de Buñuel o Berlanga en las calles de la capital de
España.
la separación insalvable que se pretende establecer es, si cabe, más entre laicos y católicos
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que entre izquierda y derecha. No olvidemos que donde no se argumenta y básicamente
causada por un modelo de discurso en el cual se exponen posiciones (en el mejor de los
casos) y no se cede un ápice de las mismas. La política de trinchera y del ¡y tú más! Es así
es lo más grave). Es aquí cuando aparece la razón cínica, una construcción partidaria hasta
La Constitución protege a todos sus derechos como ciudadanos, pero como diría
Machado - por boca de Juan de Mairena – “Nadie es más que nadie”. No demonicemos los
avances de la medicina que sirven para curar (no el alma, sino los cuerpos), la
investigación genética regulada y limitada conforme a las leyes que nos damos
homosexuales, respeto a las familias (no sólo católicas), pues lo contrario discrimina y
posturas. La concordia fue uno de los valores que resaltaron en el proceso de gestación de
voluntad de convivir y de ser ciudadanos implica el que nadie pueda prohibir cómo
queremos ser, vivir y sentir en estos agitados tiempos, ni siquiera desde instancias ultra-
terrenas.