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− ¿Qué querrá este?-se preguntó medio durmiendo cuando vio el nombre del
inspector Jorge en su pantalla. Aun así cogió e móvil
− ¿Está loco? No pienso dejar a mi hijo aquí, además no tengo nada preparado.
− ¿A dónde vas mamá?-preguntó Mario al ver que su madre se iba sin decirle
nada.
− Bueno pues entonces, quédate viendo la tele hasta que vuelva la abuela.-dijo
dándole un beso en la frente- La mamá se tiene que ir unos días fuera del país
pero te prometo que volveré antes de que te hallas dado cuenta.
− Ni yo cariño, pero ya sabes el trabajo me necesita. Y si sale todo bien esta será la
última vez que tu madre trabaje-añadió para la sorpresa del niño.
− Enserio.- afirmó Emily- Cuídate mucho Mario-dijo dándole un último beso antes
de marcharse por la puerta.
Las lágrimas brotaron de los ojos de Emily al cerrar la puerta de su casa, dejando
al niño atrás. Sin decir ninguna palabra al inspector, cruzó el jardín hasta llegar al coche
que le esperaba en el mismo lugar que la noche anterior. Para su sorpresa el mismo
chofer que la noche anterior le había aconsejado, se encontraba al volante del coche.
− No es nada. Solo que me cuesta abandonar esto.-dijo Emily- Muchas gracias por
lo de ayer, sus palabras me fueron de gran ayuda.
El conde condujo a Emily por unos pasillos que ella no conocía y poco después
se encontraron con una puerta donde se podía leer “terminal H-12”. Era una terminal
privada para la gente con dinero como el conde, pero Emily no se molestó en preguntar
y siguió al conde a través de la terminal, hasta llegar delante de un avión de unas
dimensiones increíble. El avión era de un color azul y poseía dos grandes motores en
cada una de sus enormes alas. Emily se quedó boquiabierta al ver tan inmensa
estructura, pero una llamada del conde hizo que recuperara el aliento y subiese por las
escaleras. Una vez ya dentro del avión el conde le ofreció asiento a la joven detective.
− Vale su peso en oro.- rió Howard- Espere aquí hasta que despeguemos, tengo
que ir hablar con el piloto- finalizó desapareciendo de la vista de Emily.
Al minuto de irse el conde, los motores del avión empezaron a girar y aunque le
avión se veía muy seguro, Emily nunca había perdido el miedo a volar. Emily apretaba
los puños fuertemente contra los reposabrazos a la vez que tragaba saliva
constantemente para intentar calmarse. El avión encaró la pista de despegue y empezó a
acelerar hasta que segundos después ascendía por el aire dejando atrás la ciudad de
Madrid. Emily había superado el despegue mejor de lo que se pensaba, pero aun así
tuvo que comerse un chicle de biodramina para no marearse en el viaje hasta Londres.
Howard tardó en llegar bastante a donde se encontraba Emily, pero traía consigo
un archivador negro con una etiqueta en la que se podía leer en grande la letra K.
− Perdón por mi tardanza-se disculpó- estaba buscando esto.-dijo refiriéndose al
archivador- Son todos los casos en los que se ha identificado la presencia de K
durante los últimos tres años y por supuesto los tres de este mes-añadió.
− ¿Y el arma homicida?
− Pensamos en una cuerda, pero la madre de la chica nos dijo que su hija siempre
llevaba una cadena de plata colgada del pecho que no se encontraba en el cuerpo
de la víctima.
− Es de suponer. Pero todavía hay una cosa que nos has preguntado señorita.
− Normalmente sí, pero mire esto-dijo enseñándole el caso del día dos.
− ¿La marca de K?
− Los dos asesinatos no tienen ninguna similitud-razonó- y por lo que veo en estos
archivos-dijo sosteniendo otros casos de K- esta persona siempre se regía por un
orden o secuencia para asesinar a sus víctimas y en estos casos nada me
concuerda.
− Saly Briznan una mujer de 32 años, profesora de instituto de Liverpool que vino
de excursión con su clase a Londres.-dijo Emily leyendo- Murió en el baño de
una cafetería. Muerte por asfixia. ¿No se sabe nada más?
− Ya le dije que este no es un caso como los que se había sometido anteriormente.
− ¿A qué te refieres?
− Si cuenta de 7 Sábado a 19 Jueves hay una semana vacía por lo tanto solo
actuaba las semanas pares ya que el próximo descanso fue el Martes 31.
− Eso es porque solo asesinaba los meses que eran múltiplos de tres como pone
aquí Marzo, Junio, Setiembre y Diciembre. Y si se percata se dará cuenta que el
primer día que descansó en Junio fue el 1 Lunes que es el siguiente día impar al
31 Martes de Marzo. Y así volvería hacer la rueda
− Es mucho más fácil que la del primero- dijo ante el asombro del conde- Se
basaba en los ciclos lunares-dijo cogiendo un bolígrafo y un papel- Como se
sabe la luna está tres días en la fase de llena, 11 en la de menguante, 3 más en
creciente y una vez más 11 días en creciente y así vuelve a repetirse
constantemente el ciclo lunar. Enero de 2010 empezó el día 1 con luna llena y
esta fase estaba en su segundo día. Su primer asesinato fue el dos de Enero por
lo tanto era el tercer día de luna llena-dijo mientras dibujaba un esquema para
que el conde lo entendiera mejor- Así después atacó el segundo día de luna
menguante es decir el día cuatro. Después sus asesinatos cedieron hasta el
primer día de luna Nueva y como le explico aquí y podrá ver cae el día 14.
Según el gráfico acierto en los tres casos y concuerda a la perfección.
− Pero el próximo asesinato es el día 19. No tiene nada que ver con la luna.
− Con esto quiero concluir que K está volviendo a utilizar alguna secuencia para
estos asesinatos, pero el haber atacado tres días seguidos y descansar uno no me
dice nada-dijo cruzando los brazos.
Howard se levantó del asiento y volvió a marcharse del lugar mientras Emily
seguía leyendo y ultimando algunos posibles detalles, pero no le sirvió de nada y así
pasó el viaje. El aterrizaje fue relajado y para sorpresa de Emily un sol radiante cubría la
capital Inglesa en pleno Abril. Bajó del avión cargando el archivador consigo, pero al
verla uno de los guardias le prestó su ayuda y le cogió la pesada carpeta. Como no se
tenía que preocupar de las maletas, ya que se suponía que se las llevaban a la casa donde
se tenía que hospedar, siguió de nuevo al conde por todo el aeropuerto. Aunque el
aeropuerto era mucho más grande que el de Madrid el conde supo dirigirse a la salida y
en menos de cinco minutos ya se encontraban en el coche que llevaría a Emily hasta su
nuevo hogar. El tráfico de Londres estaba muy congestionado y para llegar del
aeropuerto a New Bond Street 12, la calle en la que se encontraba el piso de Emily,
tardaron más de 2 horas en las que Emily no paraba de preguntar donde se encontraban.
El lugar no era nada del otro mundo, sino una finca cualquiera que se encontraba
en una calle pequeña de Londres. El conde Howard dejó a la chica delante de la casa y
se despidió de la detective marchándose de lugar. Ella abrió la gran puerta de metal del
portal de la casa y para su desesperación aquella finca no tenía ascensor. Su puerta se
encontraba en el tercer piso, así que poco a poco subió las escaleras hasta llegar a la
habitación. Rodó la cerradura de aquella puerta y al entrar se quedó alucinada. Un
cuarto inmensamente grade se presentaba delante de sus ojos. Tenía forma cuadrangular
con una cama a la derecha de la puerta una tele de plasma en frente de la cama, además
de un armario enorme con toda su ropa ya colgados de dicho armario. Pero lo que más
le sorprendió fue el escritorio que tenía delante de ella. Contenía todo lo necesario para
estudiar e investigar los casos y los crimines en casa. “Que pasada” pensó antes de
entrar en el lujoso baño que se encontraba al lado del armario. Un mármol de color ónix
cubría las paredes del baño con un toque de jaspe rosa en el centro de cada baldosa. Una
bañera de hidromasaje se encontraba a la izquierda del baño con sus grifos de color
dorado y sus distintos aromas de distintos olores de todo el mundo posados sobre una
estantería arriba de la bañera. “Esto es como vivir en un mini palacio. Voy a ver la
cocina”. Recorrió el piso entero para llegar a la otra punta donde se encontraba una
cocina que no era tan lujosa como el resto del piso pero que aun así tenía una cantidad
muy amplia de utensilios de concina. Aunque cuando fue abrir la nevera se percató de
que no tenía comida, así que se cambió de ropa rápidamente y marchó en busca de
algún lugar para comprar algo de comer.
− ¡Oye tú!
− Es que bueno acabo de llegar aquí a Londres y me olvidado de coger las libras y
solo tengo euros-dijo enrojecida- M…Me dejarías dinero para p…poder comprar
algo de comer-tartamudeó nerviosa.
− Ya claro una estupidez por mi parte, pedirte dinero que chorrada-cada vez las
mejillas de Emily se enrojecían más-Da igual mañana ya vendré otra vez.
− Seguro que quieres dinero o ¿has visto a un hombre como yo y no has podido
resistirte a mis encantos? Pareces nerviosa-dijo antes de que Emily se marchara.
− No se-dijo dudando- Es que estoy liada con el trabajo y eso ¿sabes?, pero
intentaré encontrar un hueco-dijo cogiendo una de las dos entrada.
Eran ya casi las diez y media de la noche. Emily pegaba cabezadas mientras
intentaba sacar alguna pista más sobre el caso K leyendo una y otra vez los informes de
los tres últimos asesinatos. Pero el cansancio podía con ella y decidió irse a la cama,
pero en el momento en el que se quitaba la camiseta el móvil le sonó. El conde Howard
le estaba llamando y viniendo de él las más malas sensaciones recorrieron el cuerpo de
Emily.
− ¡Emily!-dijo nervioso.
− Dime Howard.
La chica salió apresurada del edificio sin saber donde se encontraba el lugar
donde su el conde Howard le había indicado así que paró un taxi y le dijo la dirección.
Llegó al lugar del crimen antes de lo que imaginaba y como una flecha pasando a través
de los cordones de la policía llegó hasta donde se encontraba el conde Howard.
− Lléveme a la escena del crimen. Quiero ver el cadáver y todo lo que hay a su
alrededor y lo más importante que a nadie se le ocurra tocar algo.
− Su compañero de seguridad. Eran las únicas dos personas que estaban en esta
casa. Parece ser que K entró por la terraza y mató a la víctima de un cuchillazo.
− ¡Se ha dado cuenta conde! Está claro que cada vez que ataqué será en intervalos
de una hora-cayó Emily- primero el hombre en el parque a las 7, después la
mujer del baño a las 8 y por último el guardia de seguridad a las 9.
− Déjese de tonterías Emily. No creo que el asesino piense las horas de sus
asesinatos-dijo enfadado- Ya hemos llegado.
− Excelente deducción, pero ¿por qué piensa lo mismo del caso de la chica?
− A mi casa. Ya no tiene sentido que este más tiempo aquí. Mañana volveré al
trabajo-dijo para finalizar.
Emily salió del recinto con una buena sensación, ya que por poco que fuera
había descubierto uno de los trucos del increíble K. El día había sido muy duro para la
joven mujer, a pesar de la felicidad de haber quedado con un chico, otro asesinato había
ocurrido en Londres y ya era el cuarto del mes. Emily no encontraba sentido a 4
asesinatos tan seguidos y peor todavía quedaba la incógnita del día 4 en el que no se
produjo ningún crimen. Tal vez K había dejado de seguir un orden para matar, pero de
lo que estaba seguro es que cada vez lo hacía en intervalos de una hora y si se
demostraba su teoría todo encajaría y el próximo homicidio sería a las 10 de la noche.