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Entre Líneas núm.

21 5 Marzo 2007

D O S S I E R

el papel de la to y de la acción, tal y como apuntan la realidad


clínica y su papel psicogenético. Así el tono,

emociones en junto al equilibrio del cuerpo en cada una de


sus partes y en su conjunto, asegura alternativa

la vida psíquica, o simultáneamente el punto de apoyo necesario


para la ejecución de cada movimiento, mantiene

según Henri la progresión de éste etapa tras etapa mediante

Wallon
la actitud adecuada, dosifica su resistencia a los
obstáculos y prepara su impulso para el momen-
to propicio. Lo vemos más claro si imaginamos
a un corredor saliendo tras prepararse para su
carrera, o a un bailarín que se dispone a realizar
ELENA HERRAN una pirueta.
Psicóloga y psicomotricista; doctora en Pedagogía y profesora del departamento
de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Facultad de Filosofía y Ciencias El tono no sólo se ha diferenciado del movi-
de la Educación de la Universidad del País Vasco.
miento propiamente dicho para imprimirle más
estabilidad, elasticidad, fuerza explosiva, diversi-
dad y precisión, sino que al mismo tiempo, ha

U
desarrollado la capacidad de oponerse a propio
na vez sentado que las emociones movimiento poniendo en su lugar una actitud;
proceden de la actividad postural, inmovilidad no pasiva sino eminentemente acti-
queda por examinar el papel que le va.
reservan a la vida psíquica. Abordamos la tarea
desde la perspectiva psicogenética y dialéctica La patología lo confirma. En la catatonía esta
walloniana, asumiendo su rigor y complejidad, disociación es muy evidente: el cuerpo conserva
a la espera de una mejor comprensión de lo que en ocasiones las más complicadas y deformadas
vemos vivir y vivimos en la sala de psicomotri- actitudes, sin que el sujeto pretenda modificarlas.
cidad. Veámoslo. Incluso en estado normal una distracción súbita
y total puede hacer que mantengamos durante
algunos instantes una actitud previa, que en
El tono este momento ya ha perdido su objeto. Es decir,
una actitud puede cerrar la vía a un acto dife-
El tono se diversifica según dos conjuntos de rente de ella misma como acontece en determi-
condiciones: el equilibrio dinámico de sus cen- nados casos de desagregación motriz –demencia
tros reguladores y las necesidades del movimien- precoz– o en ciertos estados de perplejidad.
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En definitiva, es a través de una actitud ade- nudo, debe insistir en una actitud para obligarse
cuada de observación o de reflexión, cuando la a realizar mentalmente una situación, de modo
reacción inmediata a un estímulo actual puede pueda tomar conciencia de ella, a la vez que de
ser mantenida en suspenso para examinarla: el sí misma. Algo así como ponernos en “pause”
automatismo cede paso a la representación. mientras recuperamos el sentido de la situación
y nos reubicamos en ella. Evidentemente este
tipo de imágenes tiene una fuerte dosis de afec-
Actitud y representación tividad, que es precisamente lo que ha permitido
a estas imágenes apoyarse en la vida psíquica
La formación de una representación es mu-
y añadir su circuito al de los simples automatis-
cho más que el simple resultado de una actitud
mos.
o la simple réplica de las impresiones recibidas
por los sentidos. En esta formación colaboran, Las actitudes específicas de cada una de las
entre otros factores, nociones, técnicas como el emociones imprimen sus correspondientes for-
lenguaje, que presuponen un cierto estadio de mas diferenciadas en la propia afectividad, ade-
civilización y ante todo, la vida social. Proporcio- más de motivos de conciencia en la conducta.
nan los escenarios en los que la acción es tan Es decir, al bienestar o malestar concreto inhe-
inevitable y constante que a menudo ignoramos rente a la emoción determinada, asociamos su
su existencia. Por ejemplo, “rollito de primavera” luz o sombra correspondiente en el plano con-
puede ser una impecable metáfora infantil de la ductual, condicionándolo. Las manifestaciones
envoltura con tela y arrastre a la que con fre- actitudinales son esencialmente expresivas. Re-
cuencia recurrimos en la sala y que, más allá sultan inexplicables si se vinculan a la vida de
de las circunstancias de su emergencia –deman- relación, ya que se oponen al desarrollo correcto
da, señalización, etc.– informa de ciertos hábitos de sus automatismos y sólo pueden desplegar
y preferencias culinarias de la criatura que la sus efectos suspendiendo los de la actividad
utiliza. exterofectiva.

En la infancia la percepción de las cosas co- Las actitudes poseen un indudable valor plás-
mienza a operarse dependiendo de las actitudes tico y demostrativo correspondiente a una fun-
que éstas suscitan en la misma criatura. La ca- ción expresiva autónoma, hecha de una materia
lidad de las correspondientes excitaciones será distinta a la de los actos de objeto exterior. Ori-
significativa, a la vez que lo serán igualmente, ginariamente son el modelado del organismo
las necesidades y disposiciones de la propia por sus propias disposiciones; esencialmente
criatura en el momento concreto. En principio, actividad propioceptiva procedente de las funcio-
la criatura toma conciencia de las realidades nes de postura. Las emociones son su realiza-
exteriores a través de sus propias actitudes. Más ción mental al obtener de ellas impresiones de
adelante ya convertida en persona adulta, a me- conciencia. Volviendo al ejemplo anterior, solicitar

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en la sala de psicomotricidad “ rollito de Las manifestaciones de estos sistemas expresi-


primavera”, además de conocimiento sobre la vos presuponen desde el origen la capacidad de
comida china, informa de la relación de similitud experimentar su significado. Esta relación inmediata
establecida entre la forma de ambas realidades del movimiento y de la sensibilidad es el rasgo
y de su actitud favorable tanto hacia ese tipo de esencial de la actividad tónica, que es la materia
comida o a sus circunstancias, como a la acti- de la que están hechas las emociones. En ella se
vidad de arrastre que pretende actualizar al so- suscitan espasmo y sensación, y se alimentan
licitar volver a jugarla. mutuamente sin intermediarios mediante una es-
pecie de identidad y de reciprocidad iniciales.

La función de la emoción

Las emociones poseen en el aparato nervioso


centros para coordinar sus efectos en los distin-
tos sistemas, a la vez que son inoperantes o
nocivos, incluso, sobre el mundo de las cosas.
La razón es que corresponden a otro tipo de
relaciones cuyo desarrollo en la especie humana
ha llegado a asegurarle medios de acción privi-
legiados. La investigación neurocientífica actual
así lo confirma: emocionarse es el comporta-
miento más humano de todos y el que ha dado
lugar a todos los demás.

Mientras que a la diversidad de circunstancias


debería bastarle como réplica la diversidad de
los automatismos, las emociones han añadido
la diversidad de las reacciones afectivas perfec-
cionando sus propios medios de expresión y
aunque pertenecen a un medio distinto del pu-
ramente físico, despliegan sus efectos en otro
plano, el psíquico. Su naturaleza arranca expre-
samente de su rasgo esencial: su extrema con-
tagiosidad; implican relaciones interindividuales,
dependen de relaciones colectivas y el medio
que les corresponde es el de los seres vivos.

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La conciencia en sus comienzos se confunde Los arrebatos de la cólera, por ejemplo, no


con la acción a la vez como efecto y como esti- tardan en sustituir la noción de su motivo inicial
mulante y de este modo se convierte también por la simple conciencia de los diversos espas-
en su objeto o finalidad más próxima. Al estar mos que les corresponden, de las actitudes más
específicamente unida a la función postural, sigue o menos dramáticas, de las imputaciones más
todas las variaciones, aunque a la inversa, llega o menos imaginarias que surgen de ellos, lo
a ser su motivo y puede suscitarlas u orientarlas. que puede tener según la fase de acceso, el
Cualquier diferenciación de una entraña una doble efecto de llevarlos hasta el paroxismo o
diferenciación de la otra. Aunque sus manifesta- de provocar su resolución. A veces después del
ciones se compliquen, no por ello deja de sub- arrebato, nos cuesta desprendernos de la rabia
sistir el nexo. El ejercicio agudiza su sensibilidad o la ira, aunque mentalmente nos digamos lo
recíproca. De este modo se desarrollan reaccio- contrario. Incluso, provocarnos una sacudida
nes bipolares que mantienen su íntima unidad puede ayudarnos a cerrar el episodio. Incluso
aunque pertenezcan a series que se van diferen- en las emociones más sinceras o en las más
ciando paulatinamente. De hecho, muchas veces amargas, se observa una especie de complacen-
no sabemos si estamos bien porque sonreímos cia en el padecimiento y en el desarrollo de sus
o sonreímos porque estamos bien. manifestaciones como si se pretendiera vivirlas
a modo de espectáculo. ¡Cuántas veces ante el
Ser fisiológico y ser psíquico espejo físico o el de los otros nos regodeamos
interpretando nuestro drama particular!
Las teorías intelectuales y periféricas muestran
nuevamente su insuficiencia a la hora de explicar Ese narcisismo emotivo también se observa
las emociones evolucionadas y diversificadas: cuando la intención se halla manifiestamente
apuntan una aparente dualidad del plano visceral ausente y, además, aumenta cuando la concien-
y del mental, pero ante la realidad emocional cia se obnubila y obvia estar efectivamente unida
resultan igualmente arbitrarias e ininteligibles. al principio mismo de las emociones. Por ejem-
Esperemos que las neurociencias las reformulen. plo, las lamentaciones del dolor se mantienen
Las emociones, se manifiesten más imaginativa exuberantes y matizadas cuando subsisten en
o más orgánicamente, solo existen a través de exclusiva en la actividad psíquica o cuando las
su constante oscilación entre lo físico y lo psí- reacciones del sujeto no revelan más que una
quico. Una modificación visceral sin repercusión conciencia puramente vegetativa.
afectiva no se parece en nada a una emoción.
El factor afectivo implica efectos generalizados Esta autosensibilización explica que esos efec-
que se suscitan de un dominio al otro, por lo tos diferenciados se conviertan en signos ante
que una vez despierta la emoción se alimenta los que la persona reacciona cuando los ve
de sus propios efectos, olvidando a veces su aparecer en los demás, incluso sin querer, pero
origen. no puede explicar sus condiciones de existencia.

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Así, se suele oponer todavía en tantas teorías esta evolución de las emociones. Han llegado a
psicológicas el individuo a la sociedad, como si convertirse en una especie de institución.
en su estructura actual no fuera un producto de
la vida social. Nada más lejos de la realidad. Numerosas ceremonias de pueblos primitivos
Ciertamente el ser humano fisiológico poseía un y no tan primitivos –desde el canto al sol o a la
sistema funcional –la actividad de la postura– lluvia hasta los funerales, los mítines, el fútbol o
capaz de dar lugar al desarrollo de las emocio- los conciertos musicales– son conjuntos de simu-
nes, pero ese sistema no hubiera encontrado la lacros cuya finalidad palmaria es suscitar en todos
razón de superarse a sí mismo si el ser social los participantes, mediante las mismas actitudes
no hubiera estado fundido con el ser fisiológico. y los mismos gestos, la misma emoción, soldarlos
a todos en una especie de individualidad superior,
La existencia en grupo, la reacción simultánea prepararlos para la misma acción. Y el resultado
a las mismas situaciones y los contactos recípro- no ha podido ser otro que el de uniformizar en
cos han confundido las sensibilidades entre sí cada caso las manifestaciones individuales y di-
gracias a las reacciones y a las manifestaciones versificarlas según los casos, dando de este modo
comunes. Muy rápidamente esas reacciones, origen a sistemas coherentes de emociones.
incluso suscitadas por el acontecimiento en un
solo individuo, han adquirido la fuerza de provo- En las emociones subsiste un cierto ritual que
car el correspondiente complejo afectivo-motriz es fácil constatar cuando la ausencia de autocon-
en todos los individuos presentes gracias a una trol las deja en una especie de disposición de
especie de contagio mimético. regreso a su origen. Es lo que se produce en los
individuos primarios o bajo la impresión de cir-
cunstancias desconcertantes. Los ritos emociona-
Uniformidad de actitud y unidad de
les no sólo subsisten, sino que incluso se han
conciencia
perfeccionado hasta límites insospechados en
Así las emociones, al asociar a varios partici- nuestra vida contemporánea. ¿Cuál es si no el
pantes –alternativamente iniciadores y continua- secreto del éxito televisivo? Toda emoción que se
dores– llegaron a constituir un sistema de incita- exterioriza mantiene su poder de contagio. Ejem-
plo de ello son los miedos pánicos, así como el
ciones interindividuales, que ha podido
modo como se propaga la alegría o la cólera. Su
diversificarse con arreglo a las situaciones y a las
contagiosidad es proporcional a su autenticidad.
circunstancias, a la vez que a las reacciones y la
sensibilidad de cada participante. La mayor segu-
ridad o la mayor potencia imprimidas al grupo Emociones y vida social
por la coincidencia y la simultaneidad de las re-
acciones individuales han hecho que el factor La cohesión de reacciones, de actitudes, de
utilidad jugara un rol cada vez más decisivo en sentimientos, que las emociones son capaces de

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realizar dentro de un grupo, explica el papel que cabe destacar el lenguaje en primer lugar, impli-
han debido jugar en los primeros tiempos de can la existencia de un medio humano en el
las sociedades humanas. que ha sido necesario que se elaboraran para
ser comunes a todos. La vida emocional figura
entre sus condiciones iniciales, al ser el primer
Todavía hoy, las emociones son el factor que
terreno de las relaciones interindividuales de
crea el público; algo que, a través de una especie
conciencia. Con la emoción surge una actividad
de consentimiento general, escapa al control de
que ya no es respuesta directa del organismo a
cada cual y anima a la multitud. Suscitan arre-
los estímulos del medio, sino configuración plás-
batos colectivos escandalosos para la razón in-
tica del aparato psicomotor propiciada por situa-
dividual. Tienen efectos instantáneos y totalitarios
ciones exteriores.
que contrarían la razón. Su terreno propicio son
las situaciones en las que no hay relaciones
En la medida en que la diversidad de las cir-
organizadas, técnicas, conceptuales entre las
cunstancias conduce a la emoción a diferenciarse
personas. Son propias de las épocas en las que
en sistemas de actitudes y en realizaciones men-
la acción colectiva y el ofrecimiento global de
tales diversas, se halla en el punto de arranque
sus esfuerzos debían suplir la indigencia de los
de la actividad representativa, que no hay que
medios técnicos, de los instrumentos intelectua-
confundir con la mera actividad de los sentidos.
les o de las relaciones ideológicas, ante la inmi-
A ella superpone, en efecto, toda una serie de
nencia de una situación.
discriminaciones entre esquemas, símbolos, imá-
genes e ideas, cuyo principio es la necesidad de
La participación mutua que establecen entre tomar posición frente a lo real. Aunque persistan
todos es, sin duda, la primera forma de los in- momentos o situaciones difusas, la discriminación
tercambios psíquicos y la condición de las diver- persiste aún unida a un elemento ajeno dando
sas relaciones de solidaridad que pueden insti- lugar a errores perceptivos o de conciencia, de
tuirse entre los miembros de un grupo. Así es, ahí el abanico de interpretaciones de lo real.
por otro lado, como la criatura, totalmente des-
provista de medios frente al mundo exterior, A esta misma actividad de postura o de tono
dispone al menos de reacciones expresivas pro- de la que surge la emoción cabe referir también
pias para suscitar, con arreglo a sus necesidades, lo que se ha convertido en el instrumento espe-
la asistencia de los demás. cializado del lenguaje: la palabra articulada. Las
modulaciones de la voz, los sistemas implosivos
y explosivos que corresponden a las consonantes
Emociones y vida intelectual procede manifiestamente de ella. Buena prueba
de ello son las perturbaciones de elocución que
La vida intelectual presupone la vida social. entrañan las perturbaciones de las funciones de
Sus instrumentos indispensables, entre los que tono. ¿Acaso ha sido también la emoción la que

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ha hecho de intermediario entre ellas y la palabra? De hecho, las emociones, sistemas de expre-
¿Se ha desprendido el grito de la mímica emo- sión, están todavía muy lejos de constituir un len-
cional para convertirse en el signo cada vez más guaje, un sistema de representación en sentido
autónomo del pensamiento? estricto. Las emociones en su acción arrastran la
participación total del individuo, no dejan que sub-
Poco importa que se admita esta teoría entre sista ni sentimiento ni pensamiento alguno que
puedan serles ajenos, lo absorben y concentran
todas las posibles. En realidad no es necesario
en el interés del momento, anulan gradualmente
presuponer una filiación unilineal. La emoción ha
todo lo que no pueden incorporar y terminan in-
podido trasladar la actividad humana a otro plano
cluso, reduciéndose, en determinados casos de
en el que no es preciso que todo se explique par-
paroxismo, a la mera conciencia de su tumulto
tiendo de ella. Dado que tan pronto como ha sur-
orgánico. De manera que ni son un sistema ni
gido esta posibilidad, un nuevo modo de vida hasta
una actividad simbólica pura. En lugar de servir
el momento inexistente, pone en funcionamiento para evocarlas o para combinarlas, pueden limitar
todo cuanto el medio o el organismo pueden ofre- e incluso llegar a sofocar el juego de las represen-
cerle en forma de otras condiciones que se han taciones, y a la inversa, concederles su sitio cuando
convertido de ahora en adelante en adecuadas. no se imponen a ellas. Entre ambas –emoción y
De forma que la realidad se va enriqueciendo de representación– hay antagonismo e incompatibili-
etapa en etapa, sin que cada una de ellas sea dad. ¿Qué mejor manera de relativizar una preocu-
estrechamente reductible a las precedentes. pación sincera que compartirla afortunadamente?

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El mejor modo de reprimir una emoción es de la inteligencia y, recíprocamente, no pueden


representarse con precisión sus motivos y su producirse sin alterar su funcionamiento. En la
objeto, es contemplarla a modo de espectáculo actualidad incluso han llegado a aparecer prin-
o sencillamente sumirse en una meditación cual- cipalmente como una perturbación de la activi-
quiera. La emoción del miedo o de la cólera se dad, debido a la creciente preponderancia que
disipa cuando el sujeto se esfuerza en definir han adquirido las operaciones intelectuales en
sus causas. Un dolor físico que nos empeñamos nuestro medio social en el que todas las relacio-
en traducir en imágenes pierde parte de su agui- nes son reguladas por instituciones o técnicas.
jón orgánico. Cuando conseguimos hablar de No por ello dejan de subsistir, en estado más o
un dolor moral, este deja de ser lancinante e menos latente, como el necesario fundamento
intolerable. Hacer de un dolor una creación lite- de las relaciones entre individuos. En consecuen-
raria, plástica, etc. es un medio de sustraerse a cia, la inteligencia no es que sea emocional,
él, de ahí la locura del artista o, incluso, la efi- intuitiva, etc. sino que no puede dejar de serlo.
cacia terapéutica del arte. A través de miles de indicios, de actitudes o de
fisonomía, que es muy frecuente que escapen
Antes de terminar a la clara conciencia de las partes, mantienen
y diversifican esa especie de comunión afectiva
Las emociones se sitúan entre los automatis- de la que surgen sus disposiciones recíprocas
mos y la actividad intelectual, manteniendo con y dan color a la comunicación y a las acciones
ambos una doble relación de filiación y oposi- que de ella se desprenden.
ción. Surgen de la actividad tónica o función
muscular que se ha diferenciado del movimiento Los autores que tradicionalmente se han ocu-
propiamente dicho para imprimirle mayor resis- pado de las emociones han encontrado diver-
tencia y precisión, aunque ocasionalmente tam- gencias y contradicciones que, sin lugar a dudas,
bién para oponerse a ella en forma de actitudes tienen su equivalente en la realidad. Pero éstas
suspensivas. Han desarrollado sistemas de reac- van a mantenerse paradójicas e inexplicables si
ciones demostrativas que suplantan la acción el análisis de la vida psíquica es estático; si lo
directa sobre el mundo exterior o que compro- que pretenden es buscar en su estructura una
meten su ejecución. Siendo, por otro lado, aque- unidad de plan, y en sus manifestaciones, la mera
llo que inicialmente ha sido capaz de realizar resultante de efectos o de combinaciones propias
entre los individuos la unidad de actitud y de de un determinado conjunto de funciones o de
conciencia, de donde pudo surgir su comercio factores. Su explicación, por el contrario, se
intelectual, posteriormente entran en conflicto desprende admirablemente de su génesis, que
con lo que las hizo posibles. se ha operado a través de etapas diferenciadas.

Sus manifestaciones son perturbadas o repri- A pesar de que cada etapa encuentre su pun-
midas por el control o por la simple actividad to de arranque en la etapa precedente, con sus

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diferencias aparece cada vez un modo de activi- concepción dialéctica y psicogenética de las
dad específicamente distinto. Entre ellas no hay cosas, imprescindible en el siglo que nos toca
meramente sucesión, sino conflicto. A través de vivir.
ese conflicto la vida psíquica logra alcanzar un
nuevo equilibrio y reacciona con nuevos enrique- Bibliografía
cimientos.
Wallon, H. (1979). Los orígenes del carácter en
Una lógica mecanicista, deductiva, unilineal el niño. Los preludios del sentimiento de perso-
no es capaz de explicarlo. Tropieza contra la nalidad. Buenos Aires: Nueva Visión (Orig. 1934).
diversidad y las pugnas de lo real, lo único que
se le ocurre hacer es apartar la mirada de esas Wallon, H. (1980). Psicología del niño. Una com-
pugnas o declararlas anormales; el caso de las prensión dialéctica del desarrollo infantil. Madrid:
Pablo del Río.
emociones es un ejemplo palpable de ello. Por
el contrario, una explicación modelada sobre lo
Wallon, H. (1984). La evolución psicológica del
real comienza aceptando los antagonismos de niño. Barcelona: Crítica (Orig. 1941).
la realidad e intenta desvelar tras los conflictos
las fases de sus progresos anteriores, de su di- Wallon, H. (1985). La vida mental. Barcelona:
namismo actual. Así es como se llega a una Crítica (Orig. 1938).

El papel de las emociones en la vida psíquica, según Henri Wallon Elena Herran

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