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La globalización es un fenómeno de carácter internacional: su acción consiste
principalmente en lograr una penetración mundial de capitales (financieros, comerciales e
industriales), ha permitido que la economía mundial (mecanismos que la integran: el
comercio, la producción, y las finanzas) moderna abra espacios de integración activa que
intensifiquen la vida económica mundial y surge como consecuencia de la internalización
cada vez más acentuada de los procesos económicos, los conflictos sociales y los
fenómenos políticos-culturales.
El proceso de globalización está caracterizado por la creciente interdependencia entre los
países a nivel mundial, por el cambio en las formas productivas y por el predominio del
sector financiero.
También es un proceso histórico, el resultado de la innovación humana y el progreso
tecnológico. Se refiere a la prolongación mas allá de las fronteras nacionales, a la
creciente interdependencia entre los países, a la creciente integración de las economías
de todo el mundo (esto en todos los niveles de la actividad económica humana),
especialmente a través del comercio y los flujos financieros, abarca además aspectos
culturales, políticos y ambientales más amplios.
En el caso de la educación, aún existen grandes disparidades. Muchos de los países
desarrollados tienen buenos niveles educativos en todos los niveles; sin embargo, existe
un número importante de países en los que la educación deja mucho que desear.
Es indudable que el nivel educativo de un país tiene que ser alto para que sus industrias
sean competitivas y para que un buen número de sus habitantes pueda tener acceso a
buenas posiciones en la iniciativa privada, en el gobierno o en empresas estatales.
Es patente que a la educación se le reconoce al fin su valor tanto económico, como el que
ya posee el propio conocimiento; así como de los mecanismos activadores y
diseminadores de ella. Por lo tanto a las instituciones educativas se les exige nuevas
demandas de eficacia y responsabilidad. No podemos desligar tal fenómeno de expansión
del factor tecnología porque la capacidad de aprovechamiento y de desarrollo tecnológico
de un país depende estrechamente de la formación de sus recursos humanos.
Ahora bien, por medio de la educación tendremos las herramientas necesarias para
responder a cuestionamientos tan particulares como: ¿a qué punto la globalización nos
afectará nuestra identidad, cohesión etc.?, ya no digamos a nivel regional, estatal etc.,
sino a un nivel tan primario como lo es el nivel familiar.
Es urgente pues hacer expansivas éstas interrogantes de tal manera que la sociedad se
involucre en los nuevos modelos económicos y sociales de manera activa, y esto no
puede lograrse al margen de la educación
En este contexto es evidente que la relación entre los procesos de globalización y los
sistemas educativos plantea importantes interrogantes, a la vez que sugiere enormes
oportunidades para el futuro de países como el nuestro si se crea un proyecto educativo
como Nación que nos logre integrar y a aprovechar las relaciones con países tan
desarrollados como Estados Unidos de Norteamérica.
La globalización del sistema mundial es un fenómeno complejo, hasta hoy, aún no ha sido
objeto de una adecuada formalización. Intenta desarrollar múltiples vínculos e
interconexiones que unen a los países, y contribuyen a la formación del sistema mundial
actual. De tal manera que los fenómenos, acontecimientos, y decisiones experimentadas
en un determinado lugar, repercutirán en cualquier otro punto, independientemente de la
cercanía o lejanía de éste.
Tomando ésos dos conceptos, se puede decir que la sociedad tiende a ser informacional
y global, Informacional, porque la productividad y la competitividad de las empresas, de
esa economía dependen fundamentalmente de su capacidad para generar, procesar y
aplicar eficientemente información basada en el conocimiento.
Global, porque las actividades de producción, circulación y consumo, así como sus
componentes (capital, trabajo, materias primas, gestión, información, tecnología,
mercados) están organizados a escala global, tanto directa como indirectamente, a través
de redes de conexión entre los diversos agentes económicos.
Nuestro país podría ser uno de los tantos obligados a volver a una economía de
subsistencia si permitimos nuestra exclusión de procesos de creación y operatividad de
otros países.
Entendiéndose así a la educación como inevitable para la creación de una fuerza laboral
verdaderamente competitiva en el volátil contexto en el cual se encuentre inmerso. Así
pues un punto de partida se presenta como conflicto entre dos sistemas axiológicos,
¿entonces el nuevo valor ͞competitividad͟ deberá ser adoptado por las políticas
escolares, como pilar de todo su sistema?
Así como la educación funge como uno de los principales desarrolladores de cohesión
social, también serviría como motor de exclusión al contener en sí y dentro d su sistema
educativo el factor tecnológico y el papel crucial que juegan estas nuevas tecnologías
como símbolos de poder, facilitando la diferenciación de niveles y estratos.
El hecho de que estas tecnologías y, lo que aún es más importante, los programas
multimedia que se utilizan por medio de ellas son producidas en el marco de una
economía globalizada y, probablemente por esta misma razón, poco predispuesta a
aceptar la diversidad cultural. Más allá, incluso, podría llegarse a la convicción de que a
través de estos productos y tecnologías se vehiculan los valores y contenidos culturales
propios de aquellos sistemas y sociedades en que se han diseñado y producido, y que no
son siempre, necesariamente, valores o contenidos incontestados.
: :c
Así América Latina se tambalea por dos mecanismos: aquel que defiende la explotación de
la fuerza de trabajo sin importar tampoco el daño al medio ambiente; ó aquel
mecanismo que apela a la modernización tecnológica y de equidad social.
Desgraciadamente ninguno garantiza su integración con la economía global