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Aproximación a la Ética
La Ética no cumple algunos requisitos del conocimiento científico. No queremos decir
con esto que no sea capaz de aportar certeza. Su acientifidad no lo convierte en un
saber de segunda categoría, menos potente, capaz o importante. Se trata de un saber:
- Racional, es decir, que se fundamenta en el ejercicio de la razón y no en creencias
irracionales, míticas o dogmáticas. La Ética busca un conocimiento sobre lo que es
bueno/malo, conveniente/inconveniente… utilizando como único instrumento la razón
humana.
- Radical, en el sentido de que no quiere quedarse en la superficie de las cosas, sino
llegar a la raíz de los problemas, a sus consecuencias últimas.
- Reflexivo, pues nace del análisis interior. Re-flexión sugiere volver a flexar, es decir
volver a considerar a racionalizar.
Para definir la ética es necesario cuál es su objeto y el punto de vista con el que lo
analiza. En la ética el objeto de estudio es el hombre mismo. Se trata aquí del estudio
del ser humano como ser capaz de decidir cómo dirige su propia existencia, de orientar
y organizar el sentido de su vida de forma consciente y voluntaria.
El filósofo admite que decir que el fin último de la vida humana es la felicidad, llevar
una vida buena y lograda es decir bien poco. El concepto de felicidad dista de estar
finalmente delimitado y Aristóteles no quiere en absoluto llegar a considerar que
puede ser algo relativo y diferente en cada persona. Decide qué características ha de
tener ese concepto de felicidad para ser legítimo conforme a la razón:
a) La verdadera felicidad tendrá que ser un bien “perfecto”, es decir que lo
persigamos por sí mismo y no como medio para otras cosas.
b) Tendrá que ser autosuficiente, esto es, que teniendo eso que llamemos
felicidad pudiéramos considerar nuestra vida llena sin más.
c) Ha de ser algún tipo de actividad que nos sea peculiar, es decir que sea la
función propia del ser humano como tal pueda ser desempeñada siempre.
Si el ser humano fuera un mero espíritu esta forma de felicidad sería suficiente para
considerar que se tiene una vida buena. Sin embargo, además de espíritu el hombre es
materia y no podemos olvidarnos de esta para comprender cómo podemos ser felices.
A lo descrito más arriba habrá que añadir un complemento que satisfaga la parte
material del ser humano. Ese complemento será el ejercicio de la razón o el
entendimiento prácticos que no es sino dominar las pasiones para conseguir una
relación amable y satisfactoria con el mundo natural y social en el que estamos
irremediablemente insertos. Su sistema de virtudes se basa en las cuatro que, en la
Edad Media recibirán el nombre de “cardinales” y que son las siguientes:
Justicia es la virtud de ser capaz de conocer qué es lo que corresponde a cada
uno y otorgárselo, es decir es la capacidad o la costumbre de dar a cada uno lo que
merece
Templanza o moderación es la costumbre o capacidad de ser comedido en
nuestra relación con los bienes del mundo. Es imposible que una persona sea feliz, si
es esclava de su intemperancia o inmoderación.
Fortaleza consiste en ser capaz de mantenerse firme en las decisiones que uno
ha considerado buenas o positivas. Es la felicidad a uno mismo.
Prudencia es la virtud clave en el sistema ético Aristotélico. Se trata de una
costumbre o habilidad para saber cuál es la medida justa entre dos vicios, uno por
exceso y uno por defecto, para cada situación concreta.