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Israel y el sionismo: un proyecto

único en la historia
ENTREVISTA A GILAD ATZMON
Por Silvia Cattori

Gilad Atzmon es un hombre extraordinariamente encantador. Los


críticos musicales a menudo lo describen como uno de los
mejores saxofonistas de jazz contemporáneo. Pero Atzmon es
algo más que un consumado músico: aquellos que siguen los
acontecimientos del Oriente Medio lo consideran como una de las
voces de mayor credibiildad entre los adversarios de Israel. En la
última década ha puesto en evidencia y denunciado las bárbaras
políticas israelíes. Justo antes de embarcarse junto con su banda
Orient House Ensemble en una gira europea de primavera
denominada "La marea ha cambiado" (“The tide has changed”),
mantuvo esta charla con Silvia Cattori.

Gilad Atzmon
Silvia Cattori: Como músico de jazz, ¿qué le llevó a utilizar su pluma
como arma contra el país donde nació [1] y contra su pueblo?

Gilad Atzmon: Durante muchos años mi música y mis escritos no


estaban integrados en absoluto. Me convertí en músico a los diecisiete
años y adopté la música como profesión a los veinticuatro. Cuando
vivía en Israel no estaba involucrado o interesado en la política, pero
me oponía firmemente a las guerras imperiales de Israel. De alguna
manera me identificaba con la izquierda, pero más tarde, cuando
empecé a comprender lo que era exactamente la izquierda israelí, no
pude estar de acuerdo con nada de aquello en lo que decía creer, y
entonces fue cuando me di cuenta del crimen que se estaba
cometiendo en Palestina.

Para mí el Acuerdo de Oslo fue el final de todo porque me di cuenta de


que Israel no buscaba la reconciliación, ni siquiera la integración en la
región, y que rechazaba por completo la causa palestina. Comprendí
entonces que tenía que salir de Israel. Ni siquiera fue una decisión
política: simplemente, no quería seguir formando parte del crimen
israelí. En 1994 me trasladé al Reino Unido y estudié filosofía.

En 2001, cuando estalló la segunda Intifada, empecé a comprender


que Israel era el agresor último y la mayor amenaza a la paz mundial.
Constaté la magnitud de la participación y del papel jugado por los
judíos del mundo analizando las relaciones entre Israel y el Estado
judío, entre Israel y el pueblo judío de todo el mundo, y entre los judíos
y el judaísmo.

Entonces me di cuenta de que la "izquierda" judía no era en absoluto


muy diferente de la "izquierda" israelí. Debo aclarar que yo distingo
entre la "ideología de izquierdas" –un concepto inspirado en la ética
universal y en una genuina visión de la igualdad– y la "izquierda judía",
una tendencia o colectivo cuya única función es mantener intereses
tribales que tienen muy poco o nada que ver con el universalismo, la
tolerancia y la igualdad.

Silvia Cattori: ¿Diría usted que existe una discrepancia entre los
judíos y la izquierda?

Gilad Atzmon: No, en absoluto. Que quede claro que yo nunca hablo
de los judíos como pueblo. Yo distingo entre judíos (el pueblo),
judaísmo (la religión) y judeidad (la cultura). En mi trabajo solo
reflexiono sobre la tercera categoría, es decir la judeidad. También
debe entenderse que distingo entre la "izquierda judía" tribal y los
izquierdistas que, por puro azar, además son judíos. De hecho, yo
sería el primero en admitir que hay muchos grandes izquierdistas y
humanistas de procedencia judía. Sin embargo, para mí esos judíos
que operan bajo una "bandera judía" son las hojas de parra del
sionismo: están ahí solo para dar una imagen de "pluralismo judío". De
hecho, cuando comprendí plenamente el papel de la "izquierda judía”
me di cuenta de que podría acabar luchando en solitario contra la
potencia más fuerte que existe.

Silvia Cattori: ¿Lucha usted en solitario?

Gilad Atzmon: Más o menos en solitario. Me gusta luchar solo; asumo


la responsabilidad. A lo largo de los años ha habido muchos intentos
de destruirnos a los pocos que nos hemos alzado en contra del poder
judío. Pasé apuros por apoyar a gente como Israel Shamir y Paul
Eisen [2], por defender su derecho a pensar libremente y a expresar
sus opiniones e ideas abiertamente. Recuerdo que uno de esos
infames activistas de la “izquierda judía” me dijo: "Oye, Gilad, cuando
le des la espalda a Shamir te dejaremos en paz". Mi respuesta fue
sencilla: yo no hago tratos con mi integridad intelectual. Para mí la
libertad de expresión es una regla de hierro: yo nunca acallaría a
nadie.

En realidad, no creo que contemos con ningún intelectual dentro del


movimiento de liberación y solidaridad. ¿Y por qué no tenemos
intelectuales? Porque en el nombre de la "corrección política" hemos
conseguido destruir hasta la última de las mentes creativas anglófonas
de nuestro movimiento.

Es posible que lo que vemos aquí sea un problema endémico de "la


izquierda". Para hablar en sentido amplio (o, más bien, en sentido
filosófico germánico), "la izquierda" se ha “olvidado de Ser”: en lugar
de comprender lo que ser en el mundo significa, intenta sugerirnos lo
que ser en el mundo debería significar. “La izquierda" ha adoptado un
discurso sermonístico que ha dado lugar a una grave forma de
alienación, y esta es probablemente la razón por la que "la izquierda"
no ha conseguido congraciarse con, entender completamente, ni
captar el significado y el poder del Islam. Y es por eso que "la
izquierda" es completamente irrelevante para la revolución actual de
Oriente Medio. Como ya sabemos a estas alturas, "la tolerancia de la
izquierda" se evapora cuando se trata del Islam y de los musulmanes.
Me parece algo muy problemático.

Silvia Cattori: ¿Puede explicar por qué la izquierda es irrelevante?

Gilad Atzmon: Echemos un vistazo a los acontecimientos actuales del


mundo árabe y musulmán: ¿dónde está "la izquierda"? Durante todos
estos años han estado tratando de decirnos que el "público se
levantará", pero ¿dónde está la izquierda ahora? ¿En Egipto? ¿Está
en Libia o en Bahrein? Oímos hablar de los Hermanos Musulmanes,
de la clase media, de los jóvenes árabes y musulmanes… de hecho,
estamos oyendo hablar de todo menos de "la izquierda". ¿Ha visto
usted algún análisis izquierdista de interés sobre la emergente Intifada
regional? Lo dudo. Hace poco me puse a buscar un análisis de la
sublevación egipcia en un conocido diario socialista. Encontré un
artículo, y luego me di cuenta de que ni una sola vez aparecían en él
las palabras "Islam" y "musulmán"; por contra, la palabra "clase"
aparecía nada menos que diecinueve veces. Lo que vemos aquí es en
realidad un ejemplo de la forma más extrema de desapego a la
humanidad, al humanismo y a la condición humana.

Pero voy más allá: ¿dónde está “la izquierda” de Europa? ¿Dónde
está “la izquierda" de Estados Unidos? ¿Por qué no pueden defender
a los musulmanes? ¿Por qué no pueden vincularse o forjar alianzas
con millones de inmigrantes musulmanes, personas que, además,
resulta que son parte de la nueva clase trabajadora europea? Voy a
mencionar aquí lo que para mí es un concepto fundamental: se trata
de una idea que he tomado del psicoanalista francés Jacques Lacan.
Lacan sostiene que amar puede ser una manera de amarse a uno
mismo a través de otro. En mi opinión la "solidaridad de la izquierda"
con Palestina puede ser entendida como una forma de amarnos a
nosotros mismos a expensas de los palestinos. No queremos que
sean musulmanes. Les decimos que sean demócratas (siempre que
no voten a Hamas). Les decimos que sean progresistas, "como
nosotros". Aún no he decidido si esa actitud es grosera o simplemente
patética.
Recientemente me encontré con una crítica trotskista de mi trabajo. El
argumento esgrimido contra mí era el siguiente: "Gilad se equivoca
porque se las arregla para explicar el sionismo sin el colonialismo;
explica el holocausto sin el fascismo. Incluso explica la recesión, el
desastre económico mundial, sin el capitalismo".

No podría estar más de acuerdo. Ya no nos hace falta la "política de


clase". Podemos abandonar los viejos clichés decimonónicos, y cuanto
antes lo hagamos mejor. Para explicar por qué nuestro mundo se está
desmoronando sólo tenemos que ser lo suficientemente valientes
como para decir lo que pensamos, para admitir lo que vemos, para
llamar al pan pan y al vino vino.

En realidad, me encantaría ver a "la izquierda" resucitarse a sí misma.


Sin embargo, para que eso suceda primero debe recordarse a sí
misma lo que significan realmente igualdad y tolerancia, porque para
que "la izquierda" vuelva a tener sentido, primero debe comprender el
verdadero significado de "amarás a tu prójimo".

Silvia Cattori: Cuando escuchamos sus comentarios políticos nos


olvidamos de que por encima de todo es usted músico.

Gilad Atzmon: La verdad es que la política no me interesa realmente:


no soy miembro de ningún partido y ni me importa el poder político ni
lo persigo. No me interesa la oposición binaria entre "izquierda" y
"derecha" y no me preocupa la banal dicotomía entre "progresistas" y
"reaccionarios". Y, seamos sinceros, desde un punto de vista marxista
estoy asociado con las fuerzas más reaccionarias, pues estoy a favor
de los Hermanos Musulmanes, de Hezbollah, y apoyo a Hamas. ¡Qué
más se puede pedir! Soy la quintaesencia del reaccionario, y estoy
encantado y orgulloso de ello.

Silvia Cattori: En realidad usted es un espíritu libre.

Gilad Atzmon: Eso es porque no soy político. Yo soy artista y músico.


Es muy sencillo.

Silvia Cattori: Es difícil imaginarse lo que sería usted si se hubiera


quedado en Israel.

Gilad Atzmon: Es inimaginable.


Silvia Cattori: ¿Volvería usted a Israel?

Gilad Atzmon: Jamás. Volveré a la Tierra Santa cuando sea


Palestina.

Silvia Cattori: ¿Es usted una excepción entre los israelíes?

Gilad Atzmon: Eso es muy interesante. Cuando se trata de la


"izquierda judía" en el extranjero, conozco a muy pocos judíos en los
que pueda confiar a ese nivel de compromiso. Siempre te siguen la
corriente, pero apenas pones en cuestión el vínculo tribal y su propio
papel dentro del "universo judío" te apuñalan por la espalda. En muy
raras ocasiones se encuentra uno con judíos valientes dispuestos a
comprometerse en un profundo ejercicio de introspección. Me refiero a
gente como Paul Eisen, Jeff Blankfort, Norman Finkelstein, Hajo Meyer
y Evelyn Hecht Galinsky [3]. Sin embargo, en Israel es diferente. Allí
hay un puñado de personas que son increíblemente valientes. Son
gente que realmente está arriesgando su vida. Son los que nos envían
información sobre el ejército, sobre secretos militares, sobre crímenes
de guerra y sobre los nombres de los criminales de guerra. Así que
hay unos pocos israelíes que están haciendo un trabajo increíble.

Silvia Cattori: ¿Escribir sobre cuestiones políticas y componer música


es para usted una manera de contribuir a un mundo mejor y a la
belleza? ¿Lo uno es inseparable de lo otro?

Gilad Atzmon: En estos momentos estoy tratando de establecer una


continuidad entre mi música y mis escritos. Creo que, a diferencia de
nuestros políticos –es igual que sean de derechas, conservadores o
de izquierdas: todos buscan el poder–, los artistas persiguen la
belleza. Y creo que es la belleza lo que puede unir a la gente.

Le diré algo sobre lo que realmente pienso escribir. Durante muchos


años nuestros llamados "analistas políticos" se han venido refiriendo a
Israel en términos de "Estado colonial" y al sionismo como un
"proyecto colonial". Ahora bien, ¿qué tipo de colonialismo es ese? ¿Se
trata de una comparación exacta?

Porque si Israel es un "Estado colonial", entonces ¿cuál es


exactamente su "madre patria"? En la época del colonialismo francés y
británico los Estados coloniales mantenían un lazo muy evidente con
su "madre patria". En ciertos casos, a lo largo de la historia el Estado
colonial se separó de su madre patria. Se trata de un fenómeno
notable del cual el motín del té de Boston [4] es un buen ejemplo. Sin
embargo, que sepamos, no existe una "madre patria judía"
intrínsecamente vinculada al supuesto “Estado colonial judío".

El "pueblo judío" está asociado mayoritariamente al "Estado judío", y


sin embargo el "pueblo judío" no es exactamente una entidad
“material” soberana autónoma. Por otra parte, los judíos hebreos
nativos de Israel no están conectados cultural o emocionalmente con
ninguna madre patria salvo con su propio Estado.

Silvia Cattori: Sin embargo, para algunos de los más firmes


defensores de los derechos de los palestinos, como Ilan Pappe, Israel
es un Estado colonial. Han utilizado ese argumento para impugnar las
políticas israelíes.

Gilad Atzmon: Me temo que la mayoría de los activistas y académicos


no pueden decir toda la verdad sobre este delicado asunto.
Probablemente nadie puede sobrevivir diciendo la verdad. De hecho,
todos los días la policía del pensamiento nos está aterrorizando de
diferentes maneras. Estoy convencido de que la mayoría de los
académicos que insisten en llamar a Israel "Estado colonial" son
plenamente conscientes de los problemas que conlleva el "paradigma
colonial". Forzosamente han de ser conscientes de la singularidad del
proyecto sionista.

Es cierto que el sionismo manifiesta algunos síntomas que son


sinónimos de colonialismo, pero no basta con eso. El sionismo es
fundamentalmente un proyecto de “retorno al hogar” de orientación
racial impulsado por entusiasmos espirituales que son en realidad
fantasmagóricos. Carece intrínsecamente de muchos elementos
"necesarios" que damos por supuestos en el colonialismo, y no puede
ser definido en términos exclusivamente materialistas.

Me parece que nos encontramos aquí con un problema crucial de


comprensión y análisis dentro de nuestro movimiento y dentro del
discurso intelectual de Occidente en general. Nuestros académicos
están siendo reprimidos y el mundo académico está siendo silenciado,
ya que en el marco de la tiranía de lo políticamente correcto nuestros
académicos se ven obligados a considerar en primer lugar las
fronteras del discurso. Primero examinan cuidadosamente lo que les
está permitido decir y luego rellenan los espacios vacíos formulando
teorías o narrativas.

Este patrón es, desgraciadamente, algo muy común. Sin embargo,


este enfoque y método es ajeno a lo que yo entiendo que es debe ser
la búsqueda de la verdad y el auténtico conocimiento.

Es importante mencionar en este punto que yo no pretendo estar en


posesión de la verdad. Me limito a decir lo que pienso que es verdad.
Si en algo me equivoco agradezco a cualquier persona que me lo
señale.

Me parece que "la izquierda" nos engaña a nosotros y a sí misma al


presentar al sionismo exclusivamente como un proyecto colonial. A la
"izquierda" le gusta el paradigma colonial porque con él el sionismo se
sitúa lindamente dentro de su ideología. También nos induce a creer
que el modelo político colonial/postcolonial ofrece respuestas e incluso
soluciones operativas; siguiendo el modelo colonial, primero
equipararnos a Israel con Sudáfrica y luego aplicamos una estrategia
anticolonial como la BDS (Boicot, Desinversión y Sanciones).

Sin embargo, aunque yo apoyo plenamente todas esas acciones,


tengo la impresión de que en algunos aspectos no son en absoluto
eficaces. De hecho, la campaña BDS no ha conducido a ningún
cambio metamórfico de la sociedad israelí. Como mucho, ha hecho
que aumente la radicalización de la derecha israelí. ¿Por qué la BDS
no ha funcionado todavía? La respuesta es simple: porque Israel no es
en absoluto una entidad totalmente colonial –tal y como entendemos
ese término históricamente-, y es necesario comprender que su poder
y sus relaciones con Occidente son mantenidas por los grupos de
presión más poderosos que existen en el mundo.

Así pues, si la izquierda desea parar a Israel de veras, entonces debe


cuestionar abiertamente la noción de “Poder judío” y su papel dentro
de la política y los medios de comunicación de Occidente. Pero, ¿es
capaz la izquierda de hacer eso? No estoy tan seguro.

Prosigamos con la comparación entre Israel y el modelo colonial.


Israel es también muy diferente, por ejemplo, con respecto a Estados
coloniales como Sudáfrica porque Israel aplica tácticas genocidas.
Sudáfrica fue realmente brutal, pero se abstuvo de lanzar fósforo
blanco sobre su población indígena. Sudáfrica era un Estado de
colonos que explotaba a su población indígena, pero quería
mantenerla con vida y oprimida. El Estado judío, por el contrario,
preferiría despertarse una mañana y descubrir que todos los
palestinos han desaparecido, pues a Israel lo anima una ideología
talmúdica racista. Para aquellos que aún no se hayan dado cuenta, el
sionismo, que se presentó inicialmente como un proyecto laico, fue en
realidad un burdo intento de transformar la Biblia en un registro de
propiedad y una tentativa de convertir a Dios en un torvo agente
inmobiliario.

Es necesario comprender que el sionismo sigue un modo de


funcionamiento completamente diferente al de cualquier Estado
colonial y que el paradigma colonial es simplemente incapaz de
abordar satisfactoriamente ese aspecto.

Pero aquí viene la buena noticia: curiosamente, han sido los artistas,
más que los "intelectuales", los que han tenido el coraje para alzar su
voz. En un determinado momento comenzaron a equiparar las
imágenes de Palestina con las del holocausto judío, y fueron los
artistas los que tuvieron la valentía de yuxtaponer los niños palestinos
con los niños judíos.

Silvia Cattori: Sí, pero ¿podemos realmente comparar a ambos?

Gilad Atzmon: ¿Por qué no? Estamos comparando dos ideologías,


dos preceptos racistas etnocéntricos. Han sido los artistas los que han
revelado esa verdad simple y esencial. Han sido los artistas los que
han desmantelado el paradigma colonial de un solo y rápido golpe. Al
parecer, nuestros artistas están muy por delante de nuestros
"intelectuales".

Silvia Cattori: Me gustaría comprender mejor su objeción a quienes


consideran que Israel es un Estado colonialista. Ya en los años
sesenta Sudáfrica rompió relaciones institucionales con Gran Bretaña
y se retiró de la Commonwealth. De manera que ya no había ninguna
"madre patria" fuera de Sudáfrica. Y, sin embargo, la población negra
luchó contra los "colonos" que habían instaurado el apartheid. En ese
sentido, ¿no podríamos considerar que existe una similitud entre la
lucha actual de los palestinos por sus derechos contra los colonos
judíos que se asentaron en sus tierras, y que esta lucha es en cierto
modo una lucha contra el colonialismo? Es cierto que los sudafricanos
blancos no han implementado tácticas de asesinato masivo contra los
nativos. ¿Será porque se fija usted en este punto que postula usted el
carácter singular del proyecto sionista, en lugar de su naturaleza
colonial?

Gilad Atzmon: La gran pregunta que trato de plantear aquí es la


siguiente: ¿por qué no podemos practicar un pensamiento coherente?
Las cuestiones relacionadas con la apropiación del paradigma colonial
son, obviamente, sólo un ejemplo. Estamos sujetos a la tiranía letal de
lo políticamente correcto.

Tiene usted razón al sugerir que algunos Estados coloniales se alejan


de sus respectivas madres patrias. Sin embargo, Israel nunca se ha
alejado de su madre patria porque jamás la tuvo. En este sentido, el
sionismo nunca fue un proyecto colonial. El paradigma colonial es una
falacia.

La gran pregunta que hay que hacerse es esta: ¿Por qué la “izquierda"
y los judíos antisionistas se aferran desesperadamente al paradigma
colonial? Y esta es mi respuesta:

Es seguro; hace que la crítica al Estado judío parezca legítima.


Transmite la esperanza de una solución: si verdaderamente Israel no
es más que un Estado colonial como cualquiera de los otros ejemplos
históricos anteriores, con el tiempo acabará asimilándose en la región
y se convertirá en un Estado "normal".

¿Cuál es el problema de este enfoque?, podría usted preguntarme.


Bueno, es bastante obvio: todo este discurso es en realidad
completamente irrelevante para la enfermedad sionista. Es como tratar
a un paciente que tiene cáncer de colon con pastillas para la diarrea,
sólo porque los síntomas son un poco similares.

Este es actualmente el desastroso nivel del discurso de nuestra


intelectualidad de izquierdas.

Silvia Cattori: Pero las personas que desde el movimiento de


solidaridad denuncian el "colonialismo de Israel", critican la agenda
racista israelí y apoyan el derecho al retorno, ¿no están diciendo
exactamente lo mismo que usted?

Gilad Atzmon: Para empezar, formamos parte del mismo movimiento,


y creo que nos mueven las mismas intuiciones éticas.

Sin embargo, hay una clara diferencia entre nosotros, porque al


emplear el "paradigma colonial" su intención es transmitir la idea de
que el proyecto nacional judío es en su totalidad una reminiscencia de
la tendencia nacionalista del siglo XIX. Esto significa que, igual que la
mayoría del resto de las naciones coloniales europeas, los judíos
simplemente estaban celebrando sus "síntomas nacionales", con la
única diferencia de que lo hicieron después que los demás.

El "paradigma colonial" se invoca también para apoyar la idea de que


Israel es un Estado apartheid, más o menos como la mayoría de las
estructuras coloniales anteriores. Mi enfoque es totalmente diferente,
porque yo diría que Israel y el sionismo son un proyecto único en la
historia y porque la relación entre Israel y el funcionamiento de los
lobbies judíos en Occidente es también algo totalmente único en la
historia. Me atrevería incluso a ir más lejos y decir que mientras que
los palestinos están de hecho en la vanguardia de una batalla por la
humanidad, lo cierto es que todos somos víctimas de la política
sionista mundial. Según mi modelo, la contracción del crédito es en
realidad un golpe sionista. La guerra de Irak es una guerra sionista. Yo
sostendría enérgicamente que el sionismo hace mucho tiempo que se
ha desplazado de la narrativa de la “tierra prometida” a la pesadilla del
“planeta prometido”. También sostengo que será imposible lograr la
paz en el mundo a menos que confrontemos el verdadero significado
de la ideología judía contemporánea.

Curiosamente, muchos de los que apoyan con entusiasmo el


"paradigma colonial" fueron también muy rápidos en denunciar la obra
de John Mearsheimer y Stephen Walt sobre el lobby israelí [5]. Si
Mearsheimer y Walt están en lo cierto, y creo que lo están, entonces
es al poder judío a lo que debemos enfrentarnos.

Y precisamente para impedirnos hacer eso es para lo que están la


“izquierda judía” y la intelectualidad judía.
Silvia Cattori: Sus puntos de vista están en las antípodas de los de
intelectuales como Bernard-Henry Lévy, que apoyan el expansionismo
occidental y las políticas israelíes. Para usted el gran peligro es Israel.
¿No le parece que algunos verán en ello un elemento de provocación?

Gilad Atzmon: Provocar no es malo. Hace poco escribí un artículo


sobre Bernard-Henry Lévy [6]. Ese sujeto es un inepto redomado.
También aquí, en Gran Bretaña, tenemos a unos cuantos "Bernard-
Henri Levys", judíos que proyectan una imagen falsa del mundo
académico. Pero a todos los estamos machacando intelectualmente
uno por uno. Hacemos que la gente los vea como lo que realmente
son. Por cierto, Norman Finkelstein hizo un excelente trabajo con
Dershowitz [7]. No debemos tenerle miedo a eso.

Además, creo que cuando la gente ya no tenga suficiente dinero para


echarle gasolina al coche –y no digamos cuando ya no le alcance para
comprar el pan–, entonces va a empezar a buscar al culpable, y
cuando eso suceda el Estado israelí y sus implacables grupos de
presión aparecerán en cabeza de lista. Creo que algunas personas ya
lo están empezando a ver. El cambio va a ser drástico. Pienso que
cualquiera puede leer lo que escribo hoy en día y admitir
retrospectivamente que llevo años advirtiendo contra los lobbies
judíos.

Silvia Cattori: ¿Qué diferencia a Gilad Atzmon de aquellos que


subrayan su identidad tribal judía proclamando: "Soy un judío
antisionista", "Somos judíos por la paz", etc.?

Gilad Atzmon: Muy sencillo: para mí la lucha por la paz es una lucha
por una causa universal. Para mí, apoyar a los palestinos es una
necesidad ética. Y si se trata de una causa universal y de una
necesidad ética, no veo ninguna razón para luchar por ella "como
judío", "como varón" o "como artista de jazz". Cuando me encuentro
con esos que se llaman a sí mismos "judíos por la paz" y "judíos por la
justicia", me levanto y digo: "¿Qué quieres decir cuando te llamas a ti
mismo ‘judío’? ¿Eres religioso?” Cuando un judío de la Torah [8] dice
que se identifica a sí mismo como judío sé lo que quiere decir. Cuando
los judíos de la Torah dicen: "Somos judíos religiosos y apoyamos a
Palestina en el nombre de nuestra fe", yo les digo: adelante, tienen
ustedes todo mi apoyo.
Pero cuando judíos laicos me dicen que trabajan por Palestina en
nombre de sus valores judíos, tengo que preguntarles: "¿Cuáles son
sus ‘valores seculares judíos’"? He estudiado y examinado
cuidadosamente el asunto y, por muy embarazoso que suene, no
existe nada que se pueda llamar "sistema judío de valores laicos".

Los que esgrimen ese tipo de ideas, o bien están mintiendo y


engañando a otros, o se están engañando a sí mismos.

Silvia Cattori: Si he entendido bien, los que se identifican a sí mismos


como "antisionistas judíos" o "judíos por la paz" creen que con eso
consiguen que su voz resuene más fuerte que la de otros.

Gilad Atzmon: Sin duda, y esa es una obervación pertinente. Pero


con todo, repito, todavía albergo algunas reservas, porque si digo "soy
un judío por la paz", y pienso que eso es suficiente para hacer que mi
voz sea más importante que la suya, lo que ello significa realmente es
que todavía estoy celebrando conscientemente mi condición de
elegido. ¿Y no es ese precisamente el problema que tenemos con el
sionismo?

Así pues, fundamentalmente, el antisionismo judío sigue siendo una


manifestación más de la supremacía tribal judía. Resulta curioso que
activistas por la paz que dicen ser universalistas de izquierdas acaben
operando en células de orientación racial.

Silvia Cattori: ¿Será una manera deliberada de humillar a las


personas no judías?

Gilad Atzmon: Es posible, pero no creo que los judíos que sucumben
a las políticas tribales judías sean realmente conscientes del efecto
que estas tienen sobre los demás.

Silvia Cattori: Los israelíes que se definen como ex-israelíes, ex-


judíos, son muy raros. ¿Es usted el único?

Gilad Atzmon: Es posible que lo sea. Sin embargo, en realidad yo no


hablo como ex-judío, hablo como Gilad Atzmon. Evito las etiquetas
colectivas. Cuando usted me lee, está leyendo lo que pienso. Usted ve
lo que hay, y o bien está de acuerdo o no lo está. Yo no necesito
banderas ni identidades fantasmagóricas para esconderme tras ellas.
Silvia Cattori: Pocos artistas famosos han tenido el coraje de
defender abierta y firmemente a las víctimas de la opresión israelí.
Sabemos que generalmente la gente conocida tiene miedo de ser
incluida en la lista de “antisemitas”. Roger Waters se ha atrevido a
romper el tabú [9]. Más tarde lo hicieron David Gilmour y Robert Wyatt.
¿Qué le diría a los que todavía están asustados?

Gilad Atzmon: Creo que la única manera de liberarnos es empezar a


hablar. La única manera de luchar es expresándonos abiertamente. Yo
he asumido ese riesgo, y si yo puedo hacerlo creo que todo el mundo
puede hacerlo también. He pagado un precio en el sentido de que mi
carrera se ha resentido un poco y que gano menos dinero. Pero puedo
mirarme a mí mismo con orgullo.

Silvia Cattori: ¿Qué respuesta tiene para los que afirman que sus
posiciones políticas son, por así decirlo, "extremistas "?

Gilad Atzmon: En realidad no sé lo que significa "extremista". Durante


años me he enfrentado a infinidad de intentos por silenciarme, pero
todos resultaron contraproducentes porque las medidas represivas
tomadas contra mí lo único que consiguieron fue inducir a mucha más
gente a leer mis escritos y animar a más personas a pensar por sí
mismas. Los sionistas y los judíos antisionistas me han acusado de
racista y antisemita pero, para su gran sonrojo, jamás se ha
encontrado en mis numerosos escritos ni un solo argumento racista o
antisemita. Al contrario, en el centro mismo de mi crítica a la política
de identidad judía y a la ideología judía subyace una actitud
antirracista. Hace ya diez años que escribo y durante todo este tiempo
he mantenido en mi sitio web una nota que dice: "Si encuentra usted
en mis escritos algo que sea racista o antisemita, hágamelo saber.
Pediré disculpas y lo retiraré inmediatamente". Jamás nadie me ha
hecho la más mínima reclamación.

Como ya dije antes, yo distingo entre judíos (el pueblo), judaísmo (la
religión) y judeidad (la ideología). Estoy en contra de la ideología judía,
no contra el pueblo judío o el judaísmo. Si esto me convierte en un
"extremista", entonces voy a tener que vivir con ello.

Silvia Cattori: Su voz ayuda a las personas a comprender lo que


significa verdaderamente Israel. En general, abordar esa cuestión no
suele ser fácil. Sin embargo, ¿los periodistas no deberían asumir
mayor responsabilidad para exponer los juegos de poder que asolan el
Oriente Medio? ¿Cuál ha sido a este respecto la responsabilidad de
los medios de comunicación occidentales?

Gilad Atzmon: Voy a ser muy honesto con usted: los medios de
comunicación occidentales han fracasado estrepitosamente. Los
medios de comunicación occidentales nos ha traicionado. No han
conseguido entender que Palestina no está tan lejos de nuestro
"paraíso occidental". Los medios de comunicación no han sido
capaces de ver que todos somos palestinos: los palestinos están en la
vanguardia de la batalla contra el mal, pero el resto de nosotros
estamos librando exactamente el mismo combate, y todos tenemos
enfrente al mismo enemigo. Lo que sucedió en Estados Unidos con la
crisis crediticia y se convirtió luego en crisis económica es el resultado
directo de la política sionista mundial.

Estados Unidos invierte el dinero de sus contribuyentes en mantener


al Estado judío y ha lanzado a su pueblo a una guerra para "salvar a
Israel". Como consecuencia de ello todos nosotros estamos inmersos
en un desastre financiero y, mientras charlamos ahora mismo, las
masas árabes se están alzando: exigen su liberación y el fin inmediato
de la dominación sio-política. Lo que se está viendo ahora en Egipto,
Libia, Bahrein y Yemen está ocurriendo para prepararnos a todos
nosotros, y es posible que pronto veamos suceder lo mismo en Berlín,
París, Londres, Madrid, Barcelona y Nueva York, porque todos nos
enfrentamos al mismo enemigo.

Silvia Cattori: Me pregunto si sus lectores comprenden a qué se


refiere cuando habla usted de sionismo y de sionismo mundial.

Gilad Atzmon: Ese es un asunto crucial. Tal vez le resulte difícil de


creer, pero ni siquiera los israelíes comprenden lo que significa el
sionismo. El sionismo es la creencia de que los judíos (como cualquier
otro pueblo) deberían poder celebrar su derecho a una patria nacional,
y esta patria es Sión (Palestina). Aunque esa idea parece casi
inocente, está enredada con cuestiones éticas muy problemáticas,
porque el sionismo se ha transformado en una realidad política en la
forma de un Estado judío construido íntegramente a expensas del
étnicamente purificado y oprimido pueblo palestino. Por otra parte, a lo
largo de los años el Estado judío ha estado utilizando en nuestras
capitales occidentales algunos grupos de presión y think tanks muy
poderosos, y estos organismos promueven intereses sionistas
globales tales como la confrontación permanente con el Islam y con el
mundo musulmán.

Aunque el sionismo se presentó inicialmente como una promesa para


redimir a todos los judíos de la diáspora mediante la colonización de la
llamada "tierra prometida", en las últimas tres décadas el sionismo ha
cambiado sus objetivos en algunos aspectos. En realidad el Estado
judío prefiere que algunos judíos de la diáspora permanezcan
exactamente donde están para que puedan presionar a sus
respectivos gobiernos por el bien de lo que ellos interpretan como
intereses judíos.

El papel de lobbies judíos como el AIPAC, J-street (EEUU) o los


Amigos Conservadores de Israel (Conservative Friends Of Israel,
Reino Unido), es mucho más ventajoso para Israel de lo que podría
ser cualquier nueva oleada de emigración judía a Palestina. Esta
transformación del pensamiento sionista marca un cambio desde lo
local a lo global en virtud del cual el sionismo ya no debería ser
percibido únicamente como la demanda de un hogar judío en la "tierra
prometida", sino más bien como una operación global en busca de un
refugio seguro para los judíos en el contexto del "planeta prometido".

Los israelíes y sus aliados saben muy bien por qué promueven la
islamofobia. Pero, ¿qué es la islamofobia? ¿A qué y a quién sirve?
Sirve a los intereses capitalistas siocéntricos. La islamofobia es el
verdadero rostro de la Hasbara (propaganda israelí). Su función es
garantizar que la “guerra de supervivencia" de Israel sea en realidad la
guerra de Occidente.

Esto es obviamente engañoso, y por el bien de los intereses


occidentales lo correcto sería darle inmediatamente la espalda a
Israel.

Silvia Cattori: ¿Cuando vio usted surgir la islamofobia y cuál fue la


causa?

Gilad Atzmon: Buena pregunta. Históricamente, probablemente


surgió por primera vez en los años setenta, poco después de la crisis
energética. Creo que en 1973 ya podríamos detectar los primeros
signos de la moderna antipatía política e institucional cuando el público
occidental comenzó a percatarse del papel estratégico de Oriente
Medio. El cambio hacia una "cultura popular antimusulmana" fue
acelerado por el éxito de los “Versos Satánicos” de Salman Rushdie, y
yo diría que para el 11S del 2001 el público occidental ya estaba listo
para un estallido de "furia antimusulmana". Nunca olvidaré a Ehud
Barak, a quien entrevistaron ese día, excretando bilis y acusaciones
islamófobas en todos los medios de comunicación occidentales. Para
los agitadores de la Hasbara israelí el 11S constituyó la prueba del
"ethos común" compartido por Israel y los goyim (no judíos)
occidentales.

Me gustaría profundizar más en su pregunta sobre la islamofobia. Me


di cuenta hace algún tiempo de que el grado de aceptación general de
ciertas minorías siempre se puede medir tomando como referencia la
popularidad o impopularidad de sus "auto-odiadores" (“Self-haters”)
[10]. La creciente popularidad de los musulmanes "auto-odiadores" en
el período 1970-90 pudo haber sido el síntoma de que una oleada de
sentimientos antiislamistas avanzaba hacia nuestras costas. Del
mismo modo, la animadversión de la última década con respecto al
judío "auto-odiador" confirmaba el éxito y la influencia de los lobbies
judíos sobre los medios de comunicación y la política. Deduzco que el
aumento de mi popularidad indica ciertamente que la marea ha
cambiado. Podemos anticipar firmemente una marejada de
resentimiento contra Israel.

Silvia Cattori: Lo que fascina de usted es su libertad de expresión.


Usted no soporta las verdades a medias, ¿no es cierto?

Gilad Atzmon: Me parece una buena manera de decirlo. He


desarrollado una seria alergia a las mentiras y a los relatos
engañosos. Como ya dije antes, no pretendo estar en posesión de la
verdad; sin embargo, soy bastante bueno detectando bulos, engañifas
y maniobras de distracción. En mi condición de filósofo soy también
bueno para formular preguntas y deconstruir incoherencias. Me dejan
atónito los activistas a nuestro alrededor que piensan que podemos
derrotar al sionismo esbozando algunos relatos fantásticos de
resistencia. Creo honestamente que la búsqueda de la verdad y la
apertura total prevalecerán. Si quiere entender la creciente
popularidad de mis escritos, yo creo que se trata de eso: en lugar de
jugar juegos políticos lo que realmente intento es llegar al fondo de las
cosas. Trato de entender qué es lo que impulsa y alimenta al sionismo,
a Israel, al lobby judío, a las guerras expansionistas neoconservadoras
e incluso al antisionismo judío.

Y supongo que a estas alturas ya habrá notado usted que identifico la


ideología judía –no a los judíos ni al judaísmo– como el núcleo central
de estos preceptos y puntos de vista políticos.

Silvia Cattori: Gracias.

[1] Gilad Atzmon nació en Israel en 1963. Actualmente vive en Londres. Su


página web es: http://www.gilad.co.uk/

[2] En Francia se observa el mismo fenómeno. Desde el 2004, responsables de


la Unión Judía por la Paz en particular acusan de antisemitismo y de negación
del Holocausto a cualquier persona que facilite una plataforma de expresión al
escritor israelí Israel Shamir, al tiempo que intervienen activamente para que
se censuren sus escritos, repletos de verdades inquietantes.

[3] Véase « Ce que j’ai dit à Stuttgart » ("Lo que dije en Stuttgart"), por Gilad
Atzmon, palestine.net información, 22 de febrero 2011 (Texto original en
inglés en: http://www.gilad.co.uk/writings/truth-in-stuttgart-1.html ).

[4] El Motín del té de Boston (Boston Tea Party) es el nombre que recibe la
revuelta política contra el Parlamento británico que tuvo lugar en Boston en
1773. La Ley del Té (Tea Act) promulgada por el gobierno británico autorizaba
a la British East India Company a vender té a las colonias sin pagar impuestos,
lo que desató la cólera de los colonos estadounidenses. Los bostonianos
abordaron los barcos anclados en el puerto y arrojaron al mar las cajas de té
que almacenaban. Esta revuelta de gran contenido simbólico fue el preludio de
la Guerra de la Independencia.

[5] Autores del libro “The Israel Lobby and U.S. Foreign Policy” (2007), estudio
académico sobre la influencia de los lobbies sionistas sobre la política exterior
estadounidense. La tesis central del libro, que desató ampollas y acusaciones
de antisemitismo contra sus autores, es que los grupos de presión sionistas
determinan la política exterior estadounidense de forma perjudicial tanto para
los intereses estratégicos estadounidenses como, a la larga, de los intereses
israelíes.
[6] Véase « Bernard-Henri Lévy, el filósofo francés. Deconstruyendo a un
fantasma » , por Gilad Atzmon, 10.02.2011.

[7] Gilad Atzmon alude aquí a una encendida disputa académica acaecida entre
el publicista sionista Alan Dershowitz y el intelectual antisionista Norman
Finkelstein con motivo de la publicación por parte del primero de la obra “The
Case for Israel”, una defensa apologética de Israel. Finkelstein tachó la obra de
“colección de embustes, falsificaciones, plagios y estupideces” y denunció que
parte de su contenido había sido plagiado de la obra “From Time Inmemorial”,
de Joan Peters. Posteriormente, Finkelstein profundizó y amplió su crítica en el
libro “Beyond Chutzpah” (2005). La disputa acabó salpicando a las autoridades
académicas, concretamente a la dirección de la Facultad de Derecho de la
Universidad de Harvard, cuyo decano sentenció que, pese a las evidencias
aportadas por Finkelstein, Dershowitz no había cometido plagio. En el curso de
la disputa Dershowitz envió cartas a la University California Press para que no
publicara la obra de Finkelstein y solicitó al gobernador de California Arnold
Schwarzenegger que interviniera para impedir la publicación de “Beyond
Chutzpah”. El gobernador se negó apelando al principio de la libertad
académica. Dershowitz contraatacó publicando “The Case for Peace”, en donde
argumentó que todo se trataba de una conspiración contra él y otros
intelectuales sionistas auspiciada por Finkelstein, Chomsky y Alexander
Cockburn.

Se puede ver un debate cara a cara entre Dershowitz y Finkelstein en la


siguiente dirección: http://www.youtube.com/watch?v=i-ndY4Rilyg

[8] Judío de la Torah (Torah Jew): Judío religioso opuesto al sionismo.

[9] Véase: "Roger Waters, homme et artiste d’exception", por Silvia Cattori,
silviacattori.net, 26 de julio de 2010.

[10] El término "Self-hating Jew” (judío que se odia a sí mismo) ha sido y es


ampliamente utilizado para estigmatizar a los judíos contrarios a las políticas
israelíes. Encierra una connotación negativa que sugiere incluso la existencia
de inclinaciones "antisemitas" en las personas contra las que se emplea.

http://www.silviacattori.net/article1554.html

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