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Módulo: Desarrollo Personal

EL CONCEPTO DE PERSONA
(APUNTES)
Prof. Rodrigo Osorio Opazo, Pbro.

1. EL CONCEPTO:

El concepto de persona no lo podemos definir, pero sí encontramos varios


aspectos de la persona, de los cuales que ahora conviene especificar tres
fundamentales.

a) Individualidad:

El hombre es un individuo, indiviso en sí y dividido de cualquier otro. Como


individuo pertenece a una determinada especie, con la que comparte sus
capacidades genéricas. El hombre es un ser viviente unificado, con un centro
porque el hombre es un ser en sí mismo. Esta experiencia radical la
expresamos lingüísticamente con la palabra “yo”.

En la individualidad va implícito el hecho de que el individuo humano por el


solo hecho de ser tal es persona. Eso tiene sus consecuencias, porque quiere
decir que todo individuo humano, por el mero hecho de ser tal, ha de ser
considerado persona, sin tener que acreditar capacidades ni rendimientos. La
acreditación de capacidades se requiere para roles o funciones, pero no para
ser considerado persona.

b) Identidad (Sí-mismo):

Esta experiencia originaria de sí mismo como yo, se mantiene en todas las


formas de la autorrealización humana como su centro unificador y su
fundamento primordial. El “si-mismo” es la mismidad o identidad, es decir,
designa ser él mismo, en persona, no un representante, no una función o cargo
o dignidad; en este sentido, decimos, por ejemplo, “le afecta a él mismo, no a
su familia o a su curso”.

Por tanto, ser persona es tener una interioridad de la que surgen los actos
plurales de la vida, pero que pueden mantener unidad y coherencia, porque
son actos de un mismo sujeto agente que, en la medida en que elige ser sí-
mismo da unidad y coherencia a sus actos.

c) Singularidad:

El “ser sí-mismo”, que caracteriza a cada ser humano, hace de todo individuo
humano un ser singular, único e irrepetible. Ahí radica la grandeza del ser
humano, su dignidad, su carácter de fin en sí mismo. Por esta singularidad la
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persona no tiene precio, sea comercial o afectivo, en el sentido de que “no admite
nada equivalente”. Por su ser en sí-mismo el hombre se destaca y se separa como
un yo singular y único. Su grandeza consiste en que no puede ser sustituido o
representado por nada o nadie.

2. LA PERSONA COMO SER SOCIAL

En los puntos anteriores ya ha aparecido la dimensión social de la persona,


la cual es vital, puesto que la dependencia del hombre de su entorno es notoria.
Tanto por su cuerpo como por su espíritu está tan intrínsecamente relacionado
con el mundo, que no podría subsistir sin esa relación. Su cuerpo es fruto de una
larga gestación en el seno materno, que tiene su origen en una unión marital
motivada por el amor. Una vez nacido sigue dependiendo de los cuidados, de su
madre, y, a los largo de toda su vida, necesita de las cosas creadas para su
alimentación y desarrollo biológico.

Su dimensión espiritual necesita de la sociedad como de un nuevo seno


materno para la formación de la propia personalidad. Es en la sociedad donde el
hombre participa de la cultura de su época, mediante la cual en el dinamismo de la
historia, la cultura es la savia (esencia) de la personalidad.

En el orden sobrenatural, el hombre está dentro de un plan de salvación,


ideado por Dios desde la eternidad. La relación de Dios con cada hombre es
personal y comunitaria. La fe es la respuesta del hombre a la llamada de Dios. Por
tanto, el destino de cada persona es participar en la misma vida de Dios en
comunión con sus semejantes.

La Sagrada Escritura refleja este aspecto social del hombre en el relato de


la creación (Gn 2, 18-24):

Dijo el Señor Dios: "No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle a
alguien como él, para que lo ayude". Entonces el Señor Dios formó de la tierra todas
las bestias del campo y todos los pájaros del cielo y los llevó ante Adán, para que les
pusiera nombres y así, todo ser viviente tuviera el nombre puesto por Adán.
Así pues, Adán les puso nombres a todos los animales domésticos, a los
pájaros del cielo y a las bestias del campo; pero no hubo ninguno como Adán, para
ayudarlo.
Entonces el Señor Dios hizo caer al hombre en un profundo sueño, y mientras
dormía, le sacó una costilla y cerró la carne sobre el lugar vacío. Y de la costilla que le
había sacado al hombre, Dios formó una mujer. Se la llevó al hombre y éste exclamó:
"Esta sí es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será llamada mujer
o hembra, porque ha sido formada del hombre".
Por eso el hombre abandona a su padre y a su madre, y se une a su mujer y
los dos se hacen una sola cosa.

La soledad de Adán en medio de la frondosidad del jardín y dominando


todos los animales, es una bellísima expresión de la sociabilidad, la alegría de
Adán al encontrarse con Eva expresa que la naturaleza del varón es algo
inacabado hasta que aparece a su lado la mujer. La atracción mutua es tan
grande, que se unirán tan estrechamente como para formar una sola carne.

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