Vous êtes sur la page 1sur 4

UNIVESIDADAD POLITÉNICA SALESIANA SEDE- QUITO

FACULTAD DE CIENIAS HUMANAS DE LA EDUCACIÓN


CARRERA DE COMUNICACIÓN SOCIAL
SEMESTRE: Tercero “C”

Nombre: Mauricio Hernández


Materia: Teoría 2
Libro: “La Resistencia” Escritor: Ernesto Sabato

RESUMEN:

La televisión nos tantaliza, quedamos como prendados de ella, en pocas palabras “la
televisión es el opio del pueblo” de acuerdo con lo estipulado en la primera parte de este
texto Ernesto Sabato menciona que el individuo “moderno” se encuentra robotizado por los
medios de comunicación como el Internet, la televisión, entre otros. El autor nos cita el
comportamiento actual del ser humano, el exhorta que en la actualidad el hombre prefiere
estar monótonamente sentado frente a la pantalla de un televisor que le causa daño a la
mente, y perjudica el alma. Otro de los puntos que cita es el ruido, el mismo que se
encuentra en todos lados e impide escuchar una buena música, relajarnos y poder meditar;
nos esta volviendo taciturnos, nos daña la mente y por último podría hasta matarnos como
sucede con otros animales que se les ha practicado experimentos con el ruido. No hay que
olvidar de mencionar lo que el autor expresa al referirse al cambio que ha sufrido esta
nueva generación con relación a la de las generaciones pasadas, un claro ejemplo es los
mercados; los mercados en el pasado era un lugar donde se podía percibir olores y colores
de todos los gustos y se podía observar lo que vociferaban los hombres para ofrecer sus
frutos y a la vez nos contagiaban la gratitud; en la actualidad podemos ver que todo viene
enlatado y se ha empezado hacer compras por medio del computador.
Si vivimos como autómatas seremos ciegos a las huellas que los hombres nos van dejando,
como las piedritas que tiraban Hansel y Gretel en la esperanza de ser encontrados. El
hombre se expresa para llegar a los demás, para salir del cautiverio de su soledad. Los
hombres, a su paso, van dejando su vestigio. Son muy pocas horas nos deja libre el trabajo,
todas las actividades del día las realizamos al apuro y el poco tiempo que nos queda nos
sentamos frente a un televisor, y no disfrutamos de las cosas buenas de la vida, la
compañía, entre otras cosas. En el presente está más a nuestro alcance un desconocido con
el que hablamos a través de la computadora, también tanta basura que existe en la
actualidad con la que muchas personas expresan su afecto. El hombre no es un simple
objeto físico, desprovisto de alma; ni siquiera un simple animal: es un animal que no solo
tiene alma sino espíritu, y el primero de los animales que ha modificado su propio medio
por obra de la cultura. Una enfermedad es, quizá, la ruptura del equilibrio, que a veces
puede ser provocada por un impulso somático y otras por un impulso anímico, espiritual o
social. No es nada difícil que enfermedades modernas como el cáncer sean esencialmente
debidas al desequilibrio que la técnica y la sociedad moderna han producido entre el
hombre y su medio. En sí el autor en su primera parte trata de explicar el cambio que ha
sufrido el individuo en la sociedad y en si el cambio rotundo de la sociedad en general, sin
antes mencionarnos como el hombre actual esta robotizado por el sistema actual y su
tecnología, por los medios de comunicación, los lugares y los no lugares.
Creo en los cafés, en el diálogo, creo en la dignidad de la persona, en la libertad. Siento
nostalgia, casi ansiedad de un infinito, pero humano, a nuestra medida.

Los errores inofensivos nos llevan a las grandes equivocaciones que se llegan a cometer en
la vida, es con esta reflexión como se va ha entender el contenido de este capitulo, ya que a
través de ella giran varias significaciones, una de las primeras situaciones que se llega a
plantear tiene estrecha relación entre lo que deseamos vivir y el devastador ajetreo en el que
se desarrolla la mayor parte de la vida, en donde se abre un eje que separa al hombre de la
felicidad. Es así, que estamos viviendo en un mundo en donde la búsqueda de factores
intransigentes, proyectos, trabajos nos convierten en seres mecanicistas, deshumanizados,
el tiempo se ha convertido en un factor importante dentro del conglomerado social
moderno, ya que la vida acelerada construye el espacio para “la competitividad y la
eficacia” a gran escala.

Al ver el desenvolvimiento de la sociedad en este mundo depredador, se convierte ilusorio


detener el tiempo de la niñez, no permitamos que las sociedades del mundo adulto la
lastimen, la degeneren, la quiebren. Actualmente observamos como la educación deforma
el comportamiento y el accionar en los niños, es grave presenciar como los medios de
comunicación fomentan en ellos niveles de educación inclinados a sentimientos de
violencia, una percepción de la realidad deteriorada, seres individualistas, inculcada hacia
la competencia y el egoísmo. Por lo tanto, esta educación hace ver lo malo como bueno;
aunque también el papel de la cultura es de total trascendencia ya que es la que da forma a
la percepción que nosotros damos sobre el mundo.
Necesitamos escuelas que favorezcan el equilibrio entre lo individual y lo colectivo, que
muestren la realidad a la niñez a través de una educación diferente, constructiva,
humanizante, conciente, que preserve la lucha de la especie.

Debemos reaprender lo que es el gozo en su sentido puro (arte, creación, acciones bien
hechas), no inclinarnos a la pseudo satisfacción como consumo y lo material. Como
sabemos la educación de hoy no esta independizada del poder por el contrario inclina su
formación a gente que sirva a los intereses del sistema. Hay que reintegrar a la sociedad ya
que esta desintegrada por el racionalismo, consumismo y mecanicismo, hay que dejar de
mostrarnos autosuficientes, debemos reconocer nuestra necesidad del otro para seguir
viviendo. Es necesario plantearnos factores de cambio que destruyan las estructuras
actuales de esta vida moderna que nos destruye y enajena hacia espacios superficiales de
consumo y sensacionalismo convirtiéndonos en seres vacíos e individualistas. En este
momento de la historia somos partícipes de la quiebra de la cultura occidental, irónicamente
creado por el hombre y su intento de dominación. Guerras, dictaduras, destrucciones
feroces, neurosis, histeria por fin nos han hecho dar cuenta del monstruo que hemos
concebido. Muchas de las ciencias que iban a ser parte positiva en nuestras existencias se
convirtieron en armas mortales que facilitaron la aniquilación de muchos.
La globalización se ha convertido en parte indiscutible de nuestras vidas, gracias a ésta el
poder se concentra en veinte o treinta empresas. Continentes enteros son encadenados a la
pobreza extrema contrastado con unos cuantos países que se adueñan de a poco el mundo.
La masificación ha dado sus frutos, es imposible encontrar originalidad entre los individuos
y los procesos son idénticos entre los pueblos.
Pero no debemos echarle la culpa al capitalismo, ésta es la crisis de toda una concepción
del mundo y de la vida basada en la idolatría de la técnica y la explotación del hombre.
El dinero ha corrompido toda la estructura moral del hombre, hoy en día pasamos por sobre
todo y sobre todos con tal de enriquecernos más y más. De ésta realidad estamos muy
concientes, muchas guerras se han realizado con propósitos fantasmas, se las ha llevado a
cabo para el beneficio de pocos con el sufrimiento de muchos. Todo lo que el hombre ha
construido, todas sus creencias, ideologías se han puesto al servicio del colonialismo e
imperialismo, dando como resultado, la destrucción de culturas enteras.

Estamos siendo testigos de una infernal crisis en el sistema judicial, ahora los culpables no
son encerrados, sino por el contrario son tratados como héroes. Somos testigos también de
la crisis de la democracia. Ésta crisis puede ser superada si de nuestra parte exigimos a los
gobiernos que se vuelquen todas las energías para que el poder adquiera la forma de la
solidaridad, que promueva la libertad, una libertad que se ve truncada cuando millones de
personas tienen que trabajar más de diez horas al día, miserables, truncados. Es por esto que
autor considera que las personas libres de éstas ataduras tienen la responsabilidad luchar
por los que están esclavizados, principalmente cree que los comunicadores, son una de esas
personas que viven libres y que por lo tanto deben hacer suyo el sufrimiento de los
encadenados.
Otra crisis de estos tiempos es la de la moral. Millones de personas se desviven en trabajos
que les aporta con lo mínimo para su subsistencia, mientras que otros se enriquecen a costa
de su poder. En tiempos ajenos a los nuestros, los hombres realizaban dignamente sus
trabajos esperando sólo una recompensa por sus servicios, pero que por ningún motivo
serían capaces de aceptar un soborno. Conociendo esto ¿cómo pretendemos educar en
valores a las futuras generaciones?.
Hoy en día el común denominador es el individualismo, la competencia ha sustituido a la
solidaridad, es verdad que la competencia impulsa al hombre ha ser mejor que los demás, a
superar todas las barreras, pero la gracia del asunto se encuentra en que su deseo de
superación sea igual al deseo de ayudar y dar la mano al que más lo necesita.
Este tiempo está lleno de angustia y de desaliento, el autor nos incita a buscar un refugio en
el arte, actividad que ha sido reservada solo para los niños y los locos que pretenden vivir
de la venta de sus creaciones, locos que han sido creados por la mente moderna, por la
mente maliciosa. El arte es un don que repara el alma de los fracasos y sinsabores.

COMENTARIO:

Nosotros nos encontramos en una sociedad donde el capitalismo esta en auge, entonces nos
vamos desenvolver bajo un lógica del mercado, desde esta pauta señalamos que el miedo se
va a transformar en el vértigo que se muestra en este capítulo, es así que podemos desplegar
un gran número de características del vértigo dentro de nosotros y de la sociedad: el tiempo,
hacemos referencia a la frase el tiempo es oro, el hombre trabaja y se desenvuelve a una
gran velocidad, en el momento que esto sucede el hombre deja de ser un humano, pero este
vértigo que señalamos no solo se manifiesta en el exterior, ya se encuentra habitado en
nosotros, en los imaginarios, y hasta en el corazón el cual late más rápido para que las cosas
no demoren en suceder y no permanezcan.
Otra característica del vértigo es la escasez de diálogo que se genera en la relación de las
personas, en la actualidad lo que más decimos son cifras y no palabras. Así nos sumergimos
en una característica más, la miseria espiritual, la gran mayoría no quiere libertad, más bien
le teme. Así se presenta las dificultades de la vida moderna que lleva al hombre a una
preocupación económica, de esta manera mencionamos que la vida esta limitada a ser
trabajador de tiempo completo o quedar excluido. Pero cuando alguien quiere superar estos
miedos solo es casi imposible, se siente más seguro cuando se encuentra rodeado de gente
que ayuda, cuando se anima a llegar al dolor de otro. Entonces aquí podemos hablar de la
resistencia, cuando el hombre deja su comodidad para sumergirse en un entorno de
solidaridad y amor y a su vez se sacrifican para cuidar a los desventurados, ellos encarnan
la resistencia. Cada hora del hombre es un lugar vivo de nuestra existencia que ocurre una
sola vez, irremplazable para siempre. Aquí reside la tensión de la vida, su grandeza, la
posibilidad de que la inasible fugacidad del tiempo se colme de instantes absolutos, de
modo que, al mirar hacia atrás, el largo trayecto se nos parece como desgranarse de días
sagrados inscriptos en tiempos o en épocas diferentes. La vida del hombre se reduciría a la
felicidad que pudiera acuñar, como si la mas grande de las existencias fuese la que mejor se
asemejase a un viaje de placer en un barco de lujo. Lo esencial de la vida es la felicidad a lo
que uno cree su destino, que se revela en estos momentos decisivos, esos cruces de caminos
que son difíciles de soportar pero que nos abren a las grandes opciones. Los valores son los
que nos orientan y presiden las grandes decisiones. Desgraciadamente, por las condiciones
inhumanas del trabajo, por educación o por miedo, muchas personas no se atreven a decidir
a su vocación, conforme a ese llamado interior que el ser humano escucha en el silencio del
alma. La capacidad de convicción de nuestra civilización es casi inexistente y se concentra
en convencer a la gente de las bondades de sus cachivaches, que por cientos de millones se
ofrecen en el mercado, sin tener en cuenta la basura que se acumula hora a hora y la tierra
no puede asimilar. Toda conversión, como la muerte misma, tiene un pasaje, un tiempo
para abandonar los rasgos del pasado y aceptar la historia como se acepta la vejez. No se
puede olvidar que en estos viejos tiempos, ya gastados en sus valores, hay quienes en nada
creen, pero también hay multitudes de seres humanos que trabajan y siguen en espera,
como centinelas.

Vous aimerez peut-être aussi