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Síntoma Y Vacilación Fantasma tica

Los retornos del Goce en la Neurosis


Lic. Patricia Castillo
Magíster en Psicoanálisis. UBA
Doctora© En Psicología. Universidad Paris 8

A través de este articulo intentaremos ubicar las relaciones que se pueden construir
entre el concepto de síntoma psicoanalítico en la neurosis y las alteraciones perceptivas
correspondientes a una posible vacilación de la escena fantasmatica. Esta diferenciación
ilumina algunos aspectos en la clínica de importancia fundamental a la hora del diagnostico
sobre todo a nivel de la estructura, pues pone en juego formas muy distintas de reacciones
del aparato psíquico y del sujeto y que muchas veces se tornan confusas para poder orientar
nuestro trabajo.
Los fenómenos a los que atribuimos causa en una vacilación del fantasma, estarán
relacionados con la despersonalización, el falso reconocimiento, el vértigo, etc. Fenómenos
que muestran un extrañamiento del sujeto con la realidad y que Freud describe en su
famoso texto “Una perturbación del recuerdo en la Acrópolis” (1936):
“La tarde de nuestra llegada, estaba yo sobre la Acrópolis y abarcaba con mi vista el
paisaje cuando de pronto me acudió este asombroso pensamiento: «¡¿Entonces todo esto existe
efectivamente tal como lo aprendimos en la escuela?!». Descrito con mayor exactitud: la persona
que formuló la proferencia se separó, de manera más notable y tajante que de ordinario, de otra
que percibió esa proferencia, y ambas se asombraron, si bien no de lo mismo. Una se comportó
como si bajo la impresión de una observación indubitable se viera obligada a creer en algo cuya
realidad le parecía hasta entonces incierta.[...]”
“Estas enajenaciones son unos fenómenos muy asombrosos, mal comprendidos todavía.
Se las describe como «sensaciones», pero es evidente que se trata de procesos complejos,
anudados a determinados contenidos y conectados con decisiones acerca de estos últimos. Muy
frecuentes en ciertas enfermedades psíquicas, tampoco son desconocidos para el hombre normal,
al modo de las ocasionales alucinaciones de las personas sanas. Sin embargo, no dejan de ser unas
operaciones fallidas de construcción anormal como los sueños, y las consideramos paradigmas de
perturbación anímica sin tener en cuenta su regular aparición en los sanos. Se las observa en dos
formas: o bien es un fragmento de la realidad el que nos aparece ajeno {fremd} o bien lo es uno
del yo propio. En este último caso se habla de «despersonalización»; enajenaciones y
despersonalizaciones se copertenecen íntimamente. Hay otros fenómenos en que cabe discernir,
por así decirlo, sus contrapartidas positivas: la llamada «fausse reconnaissance», lo «déjá vu»,
«déjá raconté», espejismos en que queremos suponer algo como perteneciente a nuestro yo, del
mismo modo que en las enajenaciones nos empeñamos en excluir algo de nosotros. Un intento de
explicación apsicológica, místico-ingenua, pretende aducir el fenómeno de lo «déjá vu» como
prueba de existencias anteriores de nuestro yo anímico. Desde la despersonalización, hay un
camino que lleva hasta la «double conscience», en extremo asombrosa, que sería más correcto
llamar «escisión de la personalidad» {«Persónlichkeitsspaltung»}. Todo esto es aún tan oscuro,
tan poco dominado por la ciencia, que me veo obligado a prohibirme seguir elucidándolo ante
usted.”
Para poder acercarnos a este tema utilizaremos algunas herramientas provenientes
de la lectura de Lacan, que a nuestro modo de ver iluminan otros aspectos en relación a lo
real y a la forma en que se construye la realidad psíquica y asi mismo como se conmueve.
Durante este desarrollo haremos un recorrido por los conceptos centrales que
definen al síntoma, ubicaremos este en relación con el concepto de fantasma para
desarrollar finalmente el punto de falla donde se podrían ubicar las alteraciones perceptivas
al interior de la estructura neurótica.
Síntoma En La Obra Freudiana

La primera hipótesis de Freud sobre el síntoma consiste en decir que el síntoma


tiene sus raíces en el traumatismo sexual. De una cierta manera, el síntoma es una respuesta
o una reacción al traumatismo sexual (neuropsicosis de defensa, 1894). Freud dice que el
sujeto tiene una experiencia de inconciliabilidad bajo forma de un evento o de una
representación es “el sujeto el que decide olvidar”. La respuesta del sujeto, según Freud, es
un acto de voluntad. Hace una disyunción entre el afecto y la representación. El afecto va a
deslizarse bajo otra representación sustituyendo, pues, a la primera. Y la primera se
encontrara así “desinvestida”, reprimida.
Mas tarde, Freud escribirá que el síntoma esta sobredeterminado, o sea, la
organización en juego en el síntoma esta sobredeterminada por la fijación. Es esta
“fijación” que hace la tenacidad del síntoma. Siguiendo a Freud, el síntoma tiene dos
dimensiones. Por un lado, la estructura simbólica que es la de metáfora; dice que la
representación sustitutiva tiene una relación simbólica con la representación substituida.
Por otro lado, tenemos, la tenacidad del síntoma que se debe a una fijacion en un punto
erótico.
Todo síntoma neurótico comporta en si mismo un significante privilegiado.
Tenemos también el caso Hans como ilustración de esto. En este caso “caballo” es un
significante de cruce, y el lugar de pasaje de las significaciones.
En el síntoma neurótico hay un significante velado que contiene múltiples juegos de
equivocaciones significantes posibles. El síntoma es de una cierta manera, una articulación,
un nudo entre un significante de cruce y una fijación erótica privilegiada. Este nudo es
responsable por la tenacidad propia del síntoma.

El Síntoma Y El Fantasma

Retornemos al articulo de Freud “las neuropsicosis de defensa”. El síntoma


neurótico, dice él, es una defensa contra una excitación insoportable a través de la
operación de división de la conciencia que permite separar la representación desagradable
del afecto. Esta excitación viene de la vida sexual. Al principio, Freud atribuía estos
“acontecimientos traumatizantes” a seducciones reales que los niños sufrían de parte de los
adultos. Freud tuvo que renunciar, en 1897, a su primera teoría del trauma, según la cual
todos los padres de neuróticos deberían ser acusados de perversión para con sus hijos. Él
tiene que renunciar a la teoría del trauma por seducción para substituirlo por la teoría de la
fantasía según la cual la seducción no es real, ella es fantaseada por el sujeto.1
La fantasía, según Freud, es un scrip, una escena construida con fragmentos de
escenas efectivamente vividas y de cosas olvidadas. En el articulo “fantasía histéricas y su
relación con la bisexualidad”, Freud dice que la fantasía tiene como función “soldar”, hacer
una “fusión” entre la actividad auto-erótica y la representación del deseo proveniente del
amor al objeto. En suma, esta fantasía seria una construcción que reuniría el auto-erotismo
al deseo. Esta construcción es la matriz de toda satisfacción encontrada con el otro.
Lacan escribe este goce parcial: “objeto pequeño a” es el punto donde el sujeto
encuentra al otro. El fantasma encuadra y soporta la articulación del deseo del sujeto al

1
Ver carta 69 de Freud a Fliess.
deseo del Otro. El punto de junción es el objeto pequeño a (goce erótico pregenital). El
fantasma, es el soporte del deseo de deseo.
Diríamos, con Lacan, que el fantasma no resulta de la fantasía, mas al contrario que
las fantasías resultan del fantasma inconsciente, el fantasma se sustenta más de la lógica
que de la gramática. Su lógica se formula así: el deseo es deseo de deseo.
La aptitud de fantasear tiene sus raíces en la alucinación primaria que ofrece una
satisfacción auto-erótica, pero con Lacan, es preciso agregar que el estadio del espejo es el
modo de entrada del sujeto en el fantasma. Proponemos decir que la estructuración, lo
mismo que la instalación del fantasma, se produce cuando la imagen del cuerpo está
constituida. El fantasma da cuerpo al sujeto y al Otro al mismo tiempo.
El fantasma es placentero no solamente desde el punto de vista de la pulsión sino
también en el orden del narcisismo. El objeto en el fantasma es una función de
acomodación de la relación del sujeto al Otro por la vía del objeto a que hace la junción.
El sujeto se apega a su fantasma porque el fantasma lo instituye como sujeto
deseante, el constituye el soporte del deseo del sujeto. El fantasma supone una consistencia
imaginaria al Otro, fabrica un Otro bajo medida.
El fantasma al cual el sujeto se apega más que todo es el que designamos fantasma
fundamental. El fantasma fundamental es la matriz tenaz de todos los otros fantasmas que
de él devienen. Ellos son de alguna manera sus retoños. El propósito del fantasma
fundamental es que el sujeto se pueda aproximar a la posición subjetiva de certeza.
El fantasma no es un sufrimiento. No se va a buscar un análisis por causa de un
fantasma. El fantasma esta del lado del placer y es este placer que constituye la forma
mejor de la resistencia al análisis. Esta función protectora del fantasma se debe al cuadro
que el ofrece a todo abordaje de lo real. El fantasma, según Lacan, es “una malla para lo
real” que el mantiene así la distancia. El constituye lo que será la “realidad” el cubre el real
para hacer de él la realidad.
El fantasma debe ser situado en la vertiente del placer y el síntoma en la vertiente
del displacer. El fantasma y el síntoma se cruzan en el punto de junción del objeto a (que
Freud nombro “fijación”). El objeto a es al mismo tiempo el agente de la metáfora del
síntoma y el nudo de la relación del sujeto al Otro en el fantasma.
El fantasma tiene una estructura de imaginario y el síntoma una estructura de
simbólico. Pensamos hoy, que la raíz del síntoma es anterior a la estructuración del
fantasma pero que, en contrapartida, la forma que tomará el síntoma neurótico satisface
convenientemente al fantasma. Síntoma y fantasma están de alguna manera conectados el
uno con el otro. La forma del síntoma esta estructurada por la exigencia simbólica que
satisface al mismo tiempo al fantasma.
De esta manera es posible observar la forma en que se ubican estructuralmente
síntoma y fantasma, correspondiendo a registros distintos y sin embargo, relacionándose de
manera sumamente estrecha a partir de este punto de fijación, que tendría nombre de objeto
a. El síntoma, ubicado en el lugar de metáfora que intenta barrar ese punto de goce
excesivo, de acuerdo a las leyes que de alguna manera autoriza el fantasma para esa
vivencia de goce.

El Retorno Del Goce.

Este goce fijado, pré-genital y el que corresponde al término freudiano de la


“fijación”. Se trata de un goce personal privilegiado que, con Lacan, podemos escribir
objeto a. La articulación entre ese a (que es un “plus de goce”) y la castración (que se
escribe – φ) no es realizada; digamos: ese goce no castrado es el goce del Otro a la espera
de la castración. Proponemos anotarlo con un “+” pues sabemos que parte del goce ligado
al síntoma neurótico puede ser liberado por la interpretación analítica, ponerse en juego en
el lenguaje con sus funciones de metáforas y de metonimias, haciendo surgir la estructura
del lenguaje del síntoma. El goce experimentado por el efecto de una interpretación y un
goce fálico, consecuencia de una marca de castración que produce la emergencia del
significante: podemos anotarlo con la escritura –φ.
La función de transformar el + φ en – φ, esto es, hacer emerger por el juego del
equivoco y bajo la forma de un goce fálico, el goce enquistado del síntoma.
Se presenta entonces para nosotros la cuestión de saber si la totalidad del síntoma
neurótico es analizable. El síntoma opera para suplir una carencia al nivel del deseo de un
padre efectivo, pero no ofrece en este suplir, lo que el deseo del padre puede producir. Con
esta observación tocamos en lo que ahí de irreducible en la estructura particular del sujeto,
o que hará su singularidad.
De hecho, si el síntoma neurótico es este goce del Otro al cual el sujeto esta fijado,
goce, no en tanto, regido por el significante del síntoma, un análisis puede reducir la parte
“falizable” de este goce a través del juego de equívocos de las asociaciones del paciente.
Pero hay un resto de este goce no marcado por el falo. Este resto es un efecto de punto en
que el padre efectivo no puede transmitir la castración. Este resto de goce venido del padre,
al cual el sujeto está irremediablemente ligado, decidirá la forma que la sexualidad
especifica del sujeto tomará, o sea, la relación de su organo, presente o ausente, con el
significante falo.
Esta dimensión de lo real que se representa en el objeto a habla de ese goce
incestuoso del cual el sujeto es arrojado por la operación de la metáfora paterna, la función
del padre es entonces la de barrar este goce en el complejo de Edipo, sin embargo, el padre
no es todo simbólico y esto introduce un punto de falla donde lo real del goce se
reintroduce.
El síntoma tiene la misma estructura de metáfora y la metáfora tiene la misma
estructura que la función simbolizante del Padre. De acuerdo, con esto la estabilidad de la
escena fantasmatica es precaria, dado que este goce mal barrado esta siempre insistiendo
por salir del marco en el que el fantasma pretende enmarcarlo.
Basta con que se produzca una alteración de lo reconocible, del orden o desorden
familiares. Basta con la aparición de algo que pueda poner en peligro la precaria estabilidad
de la realidad fantasmática. Basta con la aparición de algún elemento que no deba aparecer
en la escena, para que el efecto fantástico, de vacilación, se produzca.2
[...]El sentimiento de extrañeza, ese unmheimlich, ese sentimiento de horror, lo
encontramos, entonces, como el efecto provocado en esa grieta manifiestamente situada en
el plano de la causalidad. Lo que causa esa ruptura es a la vez lo más intimo y lo más
extraño al sujeto, algo que nunca ha de ser aprehendido en las leyes del significante, más
que en lo que ello tiene de razón.3

2
“El Hombre de arena o el espanto se introdujo en su vida”. Autora: Lic. Martha Mon.

3
Idem
¿Que es esto que nunca ha de ser aprendido por las leyes del significante? Es ese
resto de goce no barrado, es el retorno de lo real en la escena imaginaria del fantasma que
impide para el sujeto constituir el campo de la realidad psíquica que gracias a la función de
pantalla del fantasma le permite funcionar.
Esta función de pantalla, esta construida a partir de la extracción del objeto a, es
decir de la operación de la metáfora paterna, que instaura un NO y reprime. Esta perdida de
los objetos que procuraron una satisfacción real ( los objetos incestuosos ) es condición
para que se instituya el examen de la realidad, es lo que causa el deseo de ver y de enmarcar
la realidad.4
Ahora bien, ¿qué relación hay entre el síntoma y esta vacilación fantasmatica? Al
parecer, en ambos hay una operación que habla de una relación con el objeto a. El síntoma
acude a una metaforización de ese goce, a simbolizarlo, de hecho, en su estrecha relación
con el fantasma, el síntoma da espacio para el retorno de esto, sobre lo cual no ha operado
la metáfora paterna, de una manera tal que satisfaga el libreto fantasmatico del sujeto,
evitando así que se conmueva la realidad psíquica. Podríamos hipotetizar que la función
económica del síntoma es evitar esta conmoción (sobrecarga en términos freudianos) que
produciría el retorno del objeto a desde otro registro.
La vacilación fantasmatica, en una forma de leerlo, es que lo que se produciría es
una caída de la escena que soporta el deseo del sujeto, aquel objeto que permanece velado y
que permite que esta escena se constituya, ha sido reintegrado, el Otro se ha vuelto
completo imposibilitando la pregunta ¿Chez voui? Impidiendo que el sujeto pueda articular
su deseo como deseo del Otro. Un ejemplo de esto es el trabajo que desarrolla Lacan en el
seminario 6 en torno a Hamlet5, ahí es posible ver como el velo de la articulación
inconsciente ha sido precozmente levantado. Hamlet se encuentra con cierto horror, con lo
traumático, en el encuentro con el espectro. Sin embargo, quizás lo fundamental para este
trabajo va a ser lo trabajado en torno a Gertrudis, la madre de Hamlet, quien va a figurar
como no castrada, como si no tuviera falta, en tanto no vive el duelo ( que representaría la
castración) esto deja a Hamlet sin posibilidad de desear, puesto que el deseo solo se puede
articular en tanto el Otro esta en falta, la pregunta acerca de esa falta es la que permite al
hombre constituir una “hipótesis”, que será el punto de fijación en la relación con el otro (el
fantasma) Gertrudis devuelve a Hamlet a un punto anterior a la de su constitución como
sujeto, es decir, antes de la castración que lo hará devenir sujeto, esto impide que pueda
actuar, pues la realidad psíquica esta conmovida ya que se encuentra imposibilitado de
poblar el mundo de objetos en tanto él mismo no puede ubicarse como objeto para esta
madre gozosa a la que nada le falta.
Ahora bien, ¿qué es lo que vuelve a esta madre gozosa? La revelación del espectro
en la primera escena en la cual queda abolida la metáfora paterna, al revelarse las
circunstancias de la muerte del padre de Hamlet.
Hamlet solo puede restituir su fantasma con la muerte de Ofelia, puesto que en ella
puede encontrar un deseo en el cual alojarse y que además esta perdido, tal como los
objetos incestuosos.

Conclusión: el retorno del goce como llamado al padre impotente.

4
“La Alucinación : Percepción, Cuerpo Y Lenguaje”. Claudio Godoy. Pag. 69-70
5
Seminario VI, El Deseo Y Su Interpretación, Clases del 4/3/59 al 29/4/59.
La constitución de la realidad psíquica requiere la sustracción del objeto a, este
objeto que representa el goce incestuoso corresponde al registro de lo real, en función de él,
o en relación con él, se articula el fantasma fundamental que va a dar cuenta de la estructura
del sujeto orientando su deseo ( en tanto deseo del deseo del Otro). El síntoma tiene una
dimensión que es coherente con esta estructura y que va a metaforizar aquello no barrado
por la metáfora paterna, enunciando un malestar, sin embargo, este malestar en tanto
simbolizable tiene un desplazamiento en la cadena de significaciones que no altera la
realidad psíquica y, por lo tanto, cumple un rol funcional en la economía psíquica del
sujeto.
La vacilación fantasmatica, por el contrario, es el retorno de lo real en lo imaginario,
es decir, el goce incestuoso sobre el cual opero la castración retorna ubicando al sujeto en el
lugar de objeto sexual de un Otro completo, por lo tanto imposibilitando la posibilidad de
saber que objeto es, incluso de preguntárselo, esto genera una sensación de irrealidad,
puesto que desmonta los principios bajo los cuales el sujeto construye la realidad psíquica
(para Freud, la única existente).
Lo que los fenómenos de lo extraño, concebidos así, indican en psicoanálisis dice
relación con la función del nombre del padre, en tanto significante portador de la castración
en el Otro. La metáfora paterna opera barrando ese punto de goce pregenital, diciendo que
NO, estableciendo una prohibición para la madre (no reintegraras el producto de tu cuerpo)
y para el hijo (no gozaras de tu madre) y dando lugar a la simbolización alrededor del Falo.
Aquello que no ha sido barrado por la metáfora paterna, a su vez lo real del síntoma, tendría
relación con el desfasage entre el Padre Simbolico y el Padre Real, desfasage que estaría
relacionado con una cierta inconsistencia del deseo del padre real, en la articulación de su
palabra y su deseo como portador del Falo.
El síntoma vendría a intentar suplir por la vía de la metáfora este desfasage. En el
caso de la posición subjetiva reconocida como histérica, la posición de un sujeto responde
al deseo del Otro fijando su propio deseo como insatisfecho. El sujeto histérico se sitúa en
la queja, en la reivindicación, en la demanda siempre insatisfecha.
La estructura histérica da cuenta de un aspecto fundamental de toda estructura del
deseo, es decir, que el goce obtenido es insatisfactorio en relación con el goce esperado.
Ningún objeto de la demanda podrá pretender satisfacer el deseo, que solo puede
permanecer radicalmente insatisfecho. El objeto está perdido, el motor del deseo esta
causado por la falta que el significante inscribe en la estructura.
El sujeto histérico recibiría en su constelación edipica particular, señales
irreversibles del desfasage entre el padre simbólico idealizado y el padre real encarnado por
el deseo de este último. Él o ella se identifican a estas señales que le hacen esperar
eternamente una reparación que no vendrá. El padre del histérico es un padre impotente.
En el caso de los delirios histéricos, pensados como vacilación fantasmatica, puede
hipotetizarse que lo que desencadena el episodio son aquellas situaciones en que hay un
llamado imperioso a clarificar el deseo del padre (la maternidad, algunos eventos de la
sexualidad, etc). Nuestra hipótesis es que en esas circunstancias la impotencia del padre se
revela descarnadamente, su palabra vacila y eso podría generar una regresión (en términos
freudianos) a un momento antes de la constitución subjetiva, y por lo tanto, la realidad
vacila en tanto es imposible por momentos salir del lugar de objeto.
Bibliografía
1. Cuaderno de Teóricos. Psicoanálisis : Escuela Francesa. Cátedra II. Osvaldo
Umerez. 2003. UBA
2. Chatel De Brancion, M.M. “O Síntoma- Seminario brasileiro”. En Letra Freudiana.
Año XV- Nº 17-18. editorial Revinter. Rio de Janeiro 1996.
3. Godoy, C. “La alucinación: percepción, cuerpo y lenguaje (M.Merleau-Ponty y
J.Lacan)”. Revista Universitaria De Psicoanálisis, Universidad De Buenos Aires,
Nº2, 2000, p.57-75.
4. Lacan, J. Seminario VI. El deseo y su interpretación. Clases del 4/3/59 al 29/4/59.
5. Mazzuca, Roberto. “Valor Clínico de los fenómenos perceptivos”. Editorial
Berggasse 19. 2003. Buenos Aires. Argentina.
6. Mon, M. “El Hombre de arena o el espanto se introdujo en su vida”. Lo siniestro en
la clínica psicoanalítica. Problemas de la subjetividad contemporánea. Editorial
Imago Mundi. Buenos Aires, 2001

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