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Javier Martínez Aldanondo,
Gerente de Gestión del Conocimiento de Catenaria
jmartinez@catenaria.cl

Conozco muchas personas descontentas con su apariencia física, desesperadas porque no


encuentran la manera de bajar de peso. Demasiadas personas sufren con su trabajo y no por
la naturaleza especialmente aburrida del mismo ni por su nivel de responsabilidad o por el
tipo de empresa. Si se presta atención a lo que dicen, es común escuchar declaraciones
como estas:

= ½stoy desbordado porque tengo más cosas que las que puedo manejar. ½sto me hace
sentir agobiado, que perdí el control y que siempre corro detrás de las tareas, dejo
cosas sin terminar, tengo problemas para cumplir los compromisos contraídos, perdí
la confianza de otros y en otros y lo que es peor, he llegado a dudar de mi propia
capacidad. ½ste agobio genera índices anormales de agresividad, algo fácil de
comprobar cuando conduces un coche en cualquier ciudad del mundo
aparentemente desarrollado.
= ½stoy frustrado porque no me puedo desconectar del trabajo (ni de la BlackBerry) lo
que hace que cada vez tenga menos tiempo para mi familia y para cuidarme a mí
mismo lo que está afectando mi alimentación y disminuyendo notablemente el
ejercicio físico y el descanso (especialmente el sueño).
= ½stoy desesperado y angustiado porque no le veo salida a esta situación. No puedo
dejar de trabajar porque tengo una familia que mantener, una casa y un coche que
pagar, colegios« y cada vez las tareas son más complejas, la cantidad de
información es mayor, la presión por los resultados«

¿Por qué ocurre todo esto? ¿Trabajar es sinónimo de estrés? ¿Comer equivale a engordar?
Al igual que nadie te enseñó qué hay que hacer para mantener una alimentación equilibrada
y sana, tampoco nadie te enseñó cómo trabajar y por tanto, lo que te ocurre es natural. Si,
ya lo sé, pasaste entre 17 y 22 años (si es que hiciste un doctorado) entre el colegio y la
universidad pero allí dedicaste el tiempo a estudiar asignaturas y aprobar exámenes. ½n
lugar de enseñarte a tomar las riendas de tu propia vida, nunca tuviste control sobre lo que
hacías y cómo lo hacías porque eran otros quienes decidían qué podías o no hacer y cuándo
estaba bien o mal hecho. Nadie se preocupó de entregarte un método de trabajo ni de
prepararte para lo que se te venía encima: Lidiar con los imponderables de la vida donde los
problemas no están ni siquiera medianamente definidos, las circunstancias cambian sin
previo aviso, las personas no se comportan de manera predecible ni necesariamente
colaboran, no cuentas con toda la información ni el tiempo que te gustaría y no
necesariamente aparece siempre la luz al final del túnel. Todo esto ocurre porque no tienes
el conocimiento sobre cómo trabajar, no porque no sea factible trabajar sin dolor.
Afortunadamente, igual que puedes aprender a comer de manera ordenada, puedes aprender
a trabajar de manera más sistemática y disfrutar de ello e incluso alcanzar el anhelado
estado de flujo. Si de algo están convencidos la mayoría de directivos es que las personas
podrían ser mucho más productivas y r 
       sin que ello signifique
trabajar más sino mejor.
½xisten 3 ingredientes imprescindibles con los que realizas el trabajo: tu conocimiento, la
información que manejas y el tiempo. Lo que ocurre es que no tienes apenas conciencia del
conocimiento que atesoras y por tanto no le sacas todo el partido posible. Tampoco cuentas
con estrategias definidas sobre qué hacer con tanta información, cómo buscarla,
seleccionarla y guardarla para su fácil uso posterior. Y por si fuese poco, careces de una
metodología que te permita usar el tiempo de manera óptima, estableciendo prioridades y
desechando lo que no es necesario.

Veamos cada uno de esos ingredientes:

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Aunque hemos hablado con anterioridad de gestión del conocimiento a nivel organizacional
y a nivel de equipos/proyectos, sorprendentemente es muy poco lo se ha explorado a nivel
de la gestión del conocimiento individual. Igual que sucede con las empresas, las personas
necesitan un sistema que les ayude a gestionar su propio conocimiento que es el único
activo del que disponen y en el que siempre debiesen estar dispuestos a invertir para
incrementarlo (aprender). ½l primer paso es obvio: contar con un mapa de conocimiento
individual. Ocurre que las personas saben muy poco acerca de su conocimiento lo que
dificulta mucho gestionarlo. La razón es muy simple: el conocimiento es inconsciente y
como tal, elude a su dueño. Un ejemplo cotidiano para entenderlo es revisar el proceso que
vivimos para aprender a conducir un coche (abusando de la paciencia de nuestro padre):

a. No sé que no sé. Cuando tenías 5 años, no sabías conducir ni sabías que hubiese que
saber conducir porque no era un tema que te preocupase lo más mínimo ya que
alguien se ocupaba de transportarte.
b. Sé que no sé. Con 18 años te das cuenta que conducir es algo útil, no sabes hacerlo
y no quieres seguir dependiendo de otros para ejercer tu libertad de movimientos.
c. Sé que sé. Cuando te bajas del coche el día que recién aprobaste el examen práctico,
eres consciente de que legalmente estás habilitado para conducir aunque necesitas
pensar cuidadosamente cada paso que das porque careces de la más mínima fluidez.
d. No sé que sé. Hoy, miles de horas y de kilómetros más tarde, cuando te subes al
coche, ni siquiera necesitas pensar en lo que haces. Ponerte el cinturón, arrancar el
coche, soltar el freno, pisar el embrague, meter marcha atrás mientras escuchas la
radio, hablas por teléfono... indudablemente cuentas con el conocimiento que se ha
convertido en algo inconsciente y que, por tanto, te cuesta mucho trabajo explicitar.

La primera pregunta que hago a bocajarro a los participantes es los talleres de gestión del
conocimiento es: A ti, ¿por qué te pagan? Las caras de estupor son inenarrables porque se
ven enfrentados a un cuestionamiento muy simple pero que nunca antes se habían
planteado. Las respuestas son siempre verbos que, por un lado apenas tienen que ver con lo
que estudiaron en la universidad (o en los masters de rigor), y por otro, les crean la
sensación de que esos verbos son una injusta simplificación de las funciones por las que
reciben su sueldo. Por ejemplo, hay quien responde: r       
        . Cuando les pregunto ¿½n qué consiste dirigir personas?
¿Qué conocimiento es necesario y cómo se sabe cuándo alguien lo hace bien? ¿Cómo y
dónde se aprende a dirigir personas? la herida se va haciendo cada vez más profunda pero
sorprendentemente, causa más placer que dolor porque, a fin de cuentas, estamos buceando
en lugares desconocidos de su inconsciente que suponen un agradable descubrimiento. Si
no sabes lo que sabes, difícilmente lo aprovecharás al máximo. Si eres un piloto de aviones
comerciales podrás contestar que te pagan por llevar una aeronave de un punto a otro, de
forma segura, en el tiempo especificado y cumpliendo las normas. ½s posible, desde luego,
ir desgranando el conocimiento necesario para dirigir un avión en los distintos ³momentos´
de un viaje. Pero nunca hay que perder de vista hasta qué punto la labor que realizas puede
ser llevada a cabo por una máquina porque, viviendo en la era de la automatización, cuando
una maquina pueda hacer lo que tú haces, lo hará, y por tanto tendrás que buscar otros
horizontes. Para poder gestionar tu conocimiento y construir tu       
   , necesitas empezar con 3 preguntas muy simples:

1. ¿Qué haces? Procesos


2. ¿Qué sabes para hacer lo que haces? Conocimiento
3. ¿Qué necesitas saber para hacer bien lo que haces? Aprendizaje

½l ejercicio de construir tu mapa incluye otras preguntas igualmente simples: ¿Cómo lo


adquiriste? ¿Qué tareas haces en tu trabajo donde uses ese conocimiento? ¿Cuánto vale tu
conocimiento? Si te marchas ¿Cuánto pierde tu organización y cómo sustituye ese
conocimiento? ¿Cómo lo vas a transferir/compartir con otros miembros? ¿Qué
conocimiento necesitarás pero no tienes? ¿Cómo lo vas a adquirir y quién te lo puede
aportar?
Para sacar partido de tus activos, debes conocerlos al detalle para poder explotarlos
adecuadamente, tanto los que tienes, como los que necesitarás aprender y que influirán
decisivamente en tu futuro. Las organizaciones hacen esfuerzos en implementar, por
ejemplo, modelos de gestión por competencias que en la mayor parte de casos tienen serios
inconvenientes porque las competencias te hablan de r        mientras el
mapa de conocimiento individual te habla r     . Toda organización necesita
gestionar el mapa de conocimiento de cada uno de sus colaboradores, convenientemente
actualizado.

   
La semana pasada, participé en un evento sobre Desarrollo ½nergético Sostenible en Punta
del ½ste, y mientras buscaba un sitio para comer, iba dictando a mi BlackBerry (otras veces
lo anoto en una libreta) las ideas y pensamientos que me iban surgiendo que no fueron
pocos. Los 2 beneficios de esta actividad son obvios: no se te olvidan esas ideas y liberas
al cerebro del esfuerzo de recordar (para el que no es muy hábil) para que se dedique a lo
que es más útil que es seguir generando ideas nuevas. Si hubiese tenido que recordar todo
lo que se me iba ocurriendo, hubiese sido incapaz, pero lo que es peor, hubiese tenido que
renunciar de manera inmediata a seguir generando nuevas ideas.
Nuestra vida transcurre en medio de un smog informativo que solamente se va a seguir
agravando ya que para manejar la complejidad del mundo cambiante, nos han convencido
que resultan imprescindibles toneladas de información y participar permanentemente en
redes sociales. Recibimos mucha más información de la que solicitamos, de la que
necesitamos y de la que somos capaces de procesar. ½ste hecho nos produce sentimiento de
culpabilidad porque no podemos estar al día, leer y saber todo lo que desearíamos. ½n algún
momento debemos decidirnos a actuar con la información que tenemos que nunca será la
ideal. Nos causa sentimiento de rabia porque perdemos muchísimo tiempo tratando de
buscar información útil y sobre todo, tratando de encontrar información que sabemos que
tenemos pero que no podemos recordar dónde está, con el fin de reutilizarla. Todo esto
ocurre porque cada persona utiliza su propio método (cuando utiliza alguno) para poner
nombre a los documentos y decidir donde guardarlos en su computador, lo que resulta
ineficiente e imposible de gestionar para que, por ejemplo, otros lo puedan aprovechar. Las
cosas son mucho más simples si se decide manejar la información en base a una serie de
criterios básicos: ½l primero es que en lugar de que tú vayas a buscar la información, sea
esta la que te encuentre a ti cuando tú lo necesitas. ½sto es posible por ejemplo si organizas
esa información a partir de la cadena de valor y el mapa de procesos de tu organización,
donde se pueden anticipar las tareas en que participa cada persona y la información que
necesita para realizarlas (si necesitas algo relacionado con ventas, con el sector
farmacéutico, si buscas un presupuesto, si incluye datos de los competidores, si se ganó o se
perdió y por qué, qué personas participaron, etc.). Necesitas además un buen sistema de
captura de la información que te llega (que puede ser incluso un cuaderno) que te obligue a
responder esta pregunta: u          
 Si la respuesta es ³no´,
la dejas pasar. Si la respuesta es ³ahora no pero en el futuro si´, la guardas en un sistema
confiable donde puedas ir a buscarla en el momento que sea pertinente. Si la respuesta es
³sí´, entonces necesitas decidir qué resultado quieres obtener y que vas a hacer para
lograrlo, es decir que acción o acciones tomaras. ½s imprescindible acordar la forma en que
se organizarán las carpetas en tu computador y los mails en tu Outlook y esa lógica debe
tener en cuenta la manera en se trabaja en tu empresa y en que nuestro cerebro procesa la
información y no de lo que artificialmente nos proponen los software actuales.
La situación es delicada porque vives al borde de la sobrecarga cerebral y con la sensación
de que nunca te puedes relajar y disfrutar de los logros obtenidos, jamás es suficiente
porque sientes sobre ti una espada de Damocles que te recuerda que lo que sabes hoy,
mañana ya no servirá y necesitas estar continuamente aprendiendo. No solo resulta un
proceso agotador sino lo que es peor, tampoco nadie te enseñó a aprender« Nuestro
cerebro es mucho más útil en tareas más elevadas que almacenar y buscar información.
Dado que nuestra capacidad de atención es finita, apoyarse en cerebros externos
(computadores) que hagan el trabajo sucio de almacenar y entregarnos información y en
metodologías de organización que faciliten esa tarea es ya urgente. Ahora bien, esa labor no
puede seguir quedando al libre albedrio de cada cual. Los GPS son un ejemplo cotidiano
que abordaremos en otra columna.

    
½n cierta ocasión, me invitaron a dar una charla sobre Innovación en ½ducación para los
padres de un colegio Montessori. Al finalizar la actividad, se me acercó un padre quien me
dijo con gran entusiasmo que coincidía con mis ideas y quería reunirse conmigo pero que al
día siguiente salía de viaje a Nueva Zelanda por 6 meses con toda su familia para aprender
inglés y que apenas estuviese de regreso me contactaría. r   
    le dije, e
inmediatamente pensé r            
  . 6 meses después, recibí un mail donde mí hoy amigo, José Caraball, recién
llegado de su viaje me preguntaba si me acordaba de él y me proponía que nos viésemos
para celebrar la conversación que dejamos pendiente« José demostró contar con un
sistema de organización de las tareas de una eficacia prodigiosa que suele implementar para
sus clientes (de hecho me está ayudando a implementarlo a mi) y cuyo objetivo es muy
claro: gestionar nuestra gran ventaja competitiva oculta, el tiempo. Ya me referí en su
momento al tiempo como el único elemento que todos tenemos en la misma cantidad
aunque elegimos gastarlo de modos muy diferentes. ½l tiempo es la principal variable en
situaciones como el establecimiento de prioridades en tus tareas, la dificultad para
coordinar a los participantes en equipos/proyectos o las posibilidades que brinda el
teletrabajo pero me quiero referir a 2 en particular:

= Manejar adecuadamente tu tiempo implica limitar al máximo las interrupciones (en


algunos casos convertidas en adicciones) que afectan severamente a tu
productividad: llamadas telefónicas, correos electrónicos, redes sociales (facebook,
twitter), multitasking, reuniones imprevistas, visitas inesperadas« que aunque
amplían nuestras opciones de comunicación, perjudican nuestras posibilidades de
reflexión. Para enfrentarlo, nada mejor que establecer un flujo de trabajo, conservar
siempre que sea posible el foco en la tarea actual y derivar lo que te preocupa, los
planes o ideas futuras, a una memoria externa y a una lista de recordatorios en la
que confías y que consultarás en otro momento. Un ejemplo muy simple: podemos
decidir revisar los correos o twitter 5 veces al día: Al inicio de la jornada, media
mañana, almuerzo, media tarde y al final del día.
= Gestionar reuniones. ½l responsable de gestión del conocimiento del ½jército de
Singapur me confesaba cómo diseñaron su sistema de organización de reuniones
para evitar malgastar el tiempo. ½l proceso comienza siempre varios días antes de su
celebración con la socialización del orden del día por parte del convocante y la
exigencia a cada participante para que se pronuncie por escrito sobre los temas a
abordar y comparta su opinión. Algunos rasgos característicos son la estricta
puntualidad (esa cualidad cada vez menos frecuente), un orden del día bien
detallado en tiempos, contenidos, resultados esperados y responsables, el registro de
todos los acuerdos y el seguimiento exhaustivo de los mismos, etc. Nada nuevo bajo
el sol«

Todo el mundo tiene en la boca la misma expresión:       . Una realidad en


cambio continuo produce estrés e incertidumbre porque tus planes se ven permanentemente
frustrados poniendo a prueba tu capacidad de adaptación y reacción.No cabe duda de que
casi nadie se marcha a su casa tras la jornada de trabajo con todo resuelto y sin nada en la
cabeza. Y parece evidente que las personas somos menos productivas de lo que realmente
podríamos ser si supiésemos trabajar manejando adecuadamente esos 3 elementos:

= Siendo bien conscientes del conocimiento que tenemos (lo que sabemos) y también
del que no tenemos y necesitamos aprender mediante un mapa de conocimiento
individual.
= Teniendo una estrategia para procesar y organizar la ingente (y creciente) cantidad
de información que recibimos y generamos.
= Contando con una metodología que nos permita retomar el control de la situación,
aprovechar el tiempo de manera más eficiente para ser más productivos y al mismo
tiempo disfrutar del trabajo en condiciones más relajadas, con mucho menor stress y
con la cabeza despejada.




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Javier Martínez Aldanondo,
Gerente de Gestión del Conocimiento de Catenaria
jmartinez@catenaria.cl

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Por si alguien tenía dudas, es evidente que la educación no aprende.½n la encuesta de la


columna anterior planteé 2 preguntas muy sencillas: 1. Qué exámenes de la universidad
serías capaz de aprobar hoy y 2. Qué utilidad tuvo lo que estudiaste en tu posterior vida
profesional. Las respuestas entregadas por casi 400 personas han sido muy elocuentes:

= °   
        
    

              
   

      

°  
          
        

      
     
            
           
     
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      "          
 
 

   

 
 +   ,

Varias personas respondieron que a pesar de todo, aprendieron otras cosas muy
importantes que les han resultado de gran utilidad como ³!    
   , etc´. No deja de ser curioso reconocerle a la universidad esos
³obsequios´extra por dos razones:

= D 

  
             
  "  +      
 `    ! 
 `
    ,
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    , D         " 
 
             
  !     

 
 

    
   



½n mi caso, mientras estudié la carrera de derecho, jamás pisé un juzgado, una cárcel o un
despacho de abogados. La educación nos vuelve expertos en resolver problemas teóricos
pero no en resolver problemas prácticos. Sabemos de sobra qué hay que hacer para
adelgazar (dejar de comer y hacer ejercicio) o para que termine el hambre en el mundo,
pero hacerlo realidad es otra cosa. ½l problema teórico tiene solución clara, pero, al
implementarla empiezan a aparecer variables que no habías previsto: voluntad, estado de
ánimo, motivación, miedo, presiones, desconfianza. Mi computador resuelve problemas de
matemáticas, física o geografía, pero no puede resolver conflictos humanos, por tanto
merece la pena aprender a manejar estos temas en lugar de las asignaturas de siempre.
Hay cifras que indican que en ½spaña, el 45% de los jóvenes se encuentran desempleados
lo que no me sorprende en absoluto. Quienes contratamos recién licenciados sabemos hace
tiempo que una vez terminan su periodo universitario, apenas tienen conocimiento valioso
para las empresas. Si la universidad garantizase a los jóvenes que tras 5 años de esfuerzo,
contarán con conocimientos apetecidos por el mercado, no tendrían ningún problema ni
para encontrar empleo ni para emprender y generarse su propio puesto de trabajo. La
universidad sigue confundiendo información con conocimiento que es algo interno, ligado a
la experiencia y que permite actuar. La lista de emprendedores que abandonaron la
universidad antes de tiempo para comenzar negocios revolucionarios es larga: Bill Gates,
Steve Jobs, Michael Dell, Mark Zuckerberg (Facebook), Larry ½llison(Oracle) o Jack
Dorsey (Twitter).

¿Por qué resulta tan difícil producir mejoras en la educación superior? ½n primer lugar,
porque estamos convencidos de que el proceso que tenemos es el correcto (carreras,
asignaturas, evaluaciones, metodologías). Pero sobre todo, porque para tomar las decisiones
necesarias, es imprescindible saber cómo aprende el ser humano, es decir, conocer cómo
funciona el cerebro y en concreto la memoria, algo que ni los políticos ni la mayor parte de
autoridades o profesores universitarios conocen. Los académicos suelen ser especialistas
(expertos teóricos) en sus respectivas áreas de conocimiento pero no saben lo suficiente
sobre cómo se aprende y cómo enseñar a sus alumnos. Debido a que todos pasamos por la
universidad, tenemos un paradigma sobre cómo esperamos ser enseñados y también sobre
cómo enseñamos.

Si hablamos de la memoria, entonces merece la pena preguntarse qué recordamos, porqué


lo recordamos y porqué olvidamos tanto, sobre todo, después de hacer ingentes esfuerzos
para retenerlo.Si te pregunto qué recuerdas de la universidad, es improbable que seas capaz
de recitarme datos, definiciones, conceptos o teorías. De hecho tendrás incluso problemas
para recordar los nombres de las asignaturas. Igualmente, si te pregunto qué noticias
recuerdas haber leído en periódicos o haber visto en la TV hace 1 mes, también tendrás
dificultades a pesar de haberles dedicado un buen tiempo. Sin embargo, si te pregunto qué
sabes hacer (o lo que es lo mismo, qué no has olvidado) todo lo que respondas, ya sea
nadar, preparar una paella, gestionar proyectos o escribir un artículo, son unas cosas que en
algún momento aprendiste y que eres capaz de recordar y ejecutar sin dificultad.
¿Qué distingue lo que recuerdas de lo que olvidaste? Que lo que recuerdas lo aprendiste de
la experiencia, haciéndolo, practicándolo repetidamente. ½sto no es ningún descubrimiento,
pero parece que el sistema educativo no lo ha tomado en cuenta. Los establecimientos están
diseñados para que los jóvenes permanezcan sentados y callados, tomando apuntes mientras
reciben cantidades industriales de información de sus profesores. Si sabemos que
aprendemos de la experiencia entonces, ¿Cómo se explica que la universidad esté diseñada
para que los jóvenes no tengan apenas ninguna experiencia, no practiquen nada? ½l sistema
educativo sigue basado en la información (asignaturas, contenidos, exámenes) pero la
información se olvida rápidamente, las experiencias personales son bastante más
memorables, sobre todo si las practicas de forma repetida hasta que quedan grabadas en tu
cerebro. La experiencia no es lo que te pasa sino lo que haces con lo que te pasa. Aprender
consiste en       #     !     y es una habilidad
que te acompaña desde que naces hasta que mueres, desde que despiertas hasta que te
duermes. ½n varias ocasiones hemos abordado el proceso que siguen los seres humanos
para aprender y que se basa en tener objetivos que alcanzar, desarrollar un plan para
alcanzarlos, actuar en consecuencia, fracasar, explicarse por qué, corregir el plan y
almacenarlo en la memoria para su uso posterior. La mente es un repositorio de casos.
Como expliqué con el ejemplo del terremoto de Chile del 2010, cada vez que vas a ejecutar
cualquier acción en tu vida diaria, tu cerebro busca en su memoria el conocimiento
almacenado y te lo suministra para que puedas actuar. Si no encuentra nada, no puedes
actuar y por tanto, necesitas aprender. ½l sistema educativo te tiende una trampa peligrosa
porque como sabe que aprender experimentando es bastante más complicado de gestionar,
simplifica el proceso y pone el foco en lo que resulta sencillo (proveerte toneladas de
información) en lugar de ayudarte a adquirir conocimiento. Por si fuese poco, se enfoca en
enseñar lo que resulta fácil de evaluar en un examen y no lo que de verdad es relevante.
½sto sin considerar algunos peligros adicionales:
1. La información no sólo se olvida sino que caduca cada vez más rápido
2. La información abunda, es gratuita y está disponible a través de dispositivos tecnológicos
que la almacenan mejor y en mucho mayores cantidades que el cerebro y que te la proveen
cuando lo necesitas.

La educación es la principal herramienta para el desarrollo de cualquier ser humano o


sociedad pero el modelo educativo que tenemos, en el que se inserta la universidad, ya no
resiste más. No hay que desconocer que fue diseñado para un mundo radicalmente distinto
al que hoy conocemos. ½l hombre es el animal que requiere de más apoyo para poder
valerse por sí mismo y ser autónomo. ½se apoyo llega en sus primeros años de vida
principalmente de sus padres que no suelen ser expertos en aprendizaje. Durante siglos, la
educación era asumida por los ancianos de la tribu y tenía por objeto enseñar habilidades
muy ligadas a la supervivencia de la especie como cazar y luchar para defenderse, atacar o
huir. La llegada de la escuela busca alfabetizar y preparar a los futuros trabajadores de las
fábricas de la revolución industrial. Luego surge la universidad, inicialmente d edicada a
los herederos de las clases acaudaladas con el objetivo de proveerles cultura y acceso a la
vida intelectual (saber) y no necesariamente competencias. Hoy, el acceso a la universidad
se ha globalizado y te acompaña durante toda la vida laboral. ½sa universidad, que fue
concebida para un mundo estable, predecible y donde la información era escasa, no ha
cambiado. Resulta ineficiente ya que en lugar de prepararte para acceder al mundo laboral,
se comporta casi como un medio de comunicación más, difundiendo información e
ignorando que lo que hoy necesitamos no es más información (saber) sino más
conocimiento (saber hacer).
Al igual que un equipo de fútbol, las universidades también están condicionadas por la
materia prima que reciben. ½l trabajo en las ³divisiones inferiores´ es bastante deficiente
porque el colegio insiste en adiestrar a los niños para obedecer, memorizar y aprobar
exámenes. Se sigue aplicando a rajatabla la máxima de San Benito r$      
     "  %"    " . Las universidades reciben
jóvenes con su capacidad de aprender atrofiada tras muchos años sentados escuchando y
memorizando. Los niños no aprenden sino que memorizan sin entender. Para mejorar la
universidad, habría que modificar el sistema escolar que se ha convertido en una
competición despiadada por obtener buenas notas y no en aprender.
La universidad tiene además un hándicap importantísimo: ½l único interés de sus ³clientes´
es el resultado: obtener un título. Les importa poco el proceso. ½n general las asignaturas
les resultan aborrecibles, no les entusiasman. Si haces el experimento de entrar en un aula
universitaria de cualquier carrera y propones a los alumnos regalarles el aprobado ¿Cuántos
crees que se quejarían y te dirían r        . ½n una sala de
cine, en cambio, si les dijésemos a los espectadores que para que se ahorren tiempo les
contaremos el final de la película nos echarían a patadas. ½llos están allí precisamente para
disfrutar de la experiencia. Y eso es lo que debería ser la universidad, una experiencia de
aprendizaje que disfrutar.

Para la mayoría, innovar en educación significa mejorar lo que ya estábamos haciendo. ½n


mi opinión lo que tenemos que hacer son cosas distintas. Innovar significa no poner límite a
las preguntas: ¿½stamos enseñando lo que deberíamos enseñar?¿Deberíamos enseñar otras
cosas que no se están enseñando? ¿Cuáles son esas cosas? ¿Deberíamos cambiar la forma
en que enseñan los profesorespara asegurar que el aprendizaje permanezca?¿Cuál sería esa
otra forma? ¿Qué rol debiese jugar la tecnología? ¿Necesitamos profesores? ¿Seguimos con
profesores que dan clase e imparten lecciones? ¿½s lógico que sean académicos con escaso
contacto con el mundo empresarial? (ver historia de los dragones) ¿La universidad debe
durar 5 años? ¿Por qué no 10 ó 2? ¿Un examen escrito o un test es la mejor manera de
evaluar lo que se aprende? Si cambias 10 veces de trabajo ¿Tienen sentido las carreras
monolíticas? ¿Porque la oferta de lo que se debe estudiar y el número de plazas no lo
decide el mercado? ¿Podemos seguir diseñando universidades como las que nosotros
conocimos? ¿La arquitectura de las aulas es la idónea para aprender?

½l asunto por lo tanto no es universidad sí o no sino qué universidad necesitamos y cómo


adaptarla a un mundo distinto al que la vio nacer. La pregunta que hay que hacerse es
doble: Si necesitas aprender, tu intención es ¿saber o hacer? Si lo que te interesa es saber,
entonces, aparece una lista interminable de cosas absurdas que luego hay que verificar
mediante tests y que te obligan a estudiar, ir a clases, escuchar a profesores, leer libros y
tratar de retener y memorizar el máximo de información en el disco duro de tu cerebro.
Pero si tu intención es Hacer, entonces práctica, práctica y práctica. No hay otro secreto.

La educación sigue basada en proveer información en vez de convertir información en


conocimiento. ¿Por qué florecen las universidades corporativas? Porque las universidades
no cumplen bien su cometido, ni tampoco se preocupan de acompañar a las organizaciones
en sus procesos de aprendizaje continuo. ¿Cuál es nuestro objetivo, como sociedad respecto
a la educación? ¿Que los jóvenes sepan mucho? ¿O que aprendan a manejarse en la vida,
gestionarse a sí mismos, ser ciudadanos solidarios, ecológicos, profesionales creativos,
innovadores, emprendedores, crear familias sanas, relacionarse con otros«?
½stá claro que consideramos poco útil la mayoría de lo que en su día estudiamos y
posiblemente, como consecuencia de ello, olvidamos casi todo. Aprender conceptos sin
practicar para que ojala los recuerdes 10 años después se demuestra absurdo ¿Cuál es
entonces el sentido de estudiar cosas que vas a olvidar o que nunca te servirán ni serán
útiles? La universidad puede seguir haciendo oídos sordos y nadando contra corriente
(como ocurre a otras instituciones centenarias como la iglesia) o reinventarse. No está en
duda la existencia de la universidad, lo que está en duda es que siga siendo la misma
institución poco eficiente y anticuada. No en vano, hay quienes ya avisan que la próxima
burbuja puede ser la educación superior.

½l 16 de junio en Barcelona trataremos estos temas en el marco de las Jornadas


Interuniversitarias de Innovación Docente 2011½l resto de mes también viene repleto de
actividades en las que participaremos:

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