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PROGRAMA DE LA ASIGNATURA

“EDUCACIÓN PARA LA PAZ Y LA CIUDADANÍA”

2º CURSO DE LA DIPLOMATURA EN EDUCACIÓN SOCIAL

CÓDIGO: 1Z7

PROFESOR: Juan Benito Martínez

CENTRO: FACULTAD DE EDUCACIÓN


DEPARTAMENTO: TEORÍA E HISTORIA DE LA EDUCACIÓN

AÑO ACADÉMICO: 2005-2006

CRÉDITOS: 4´5 c. (3 + 1´5)


PROGRAMA DE LA ASIGNATURA

“EDUCACIÓN PARA LA PAZ Y LA CIUDADANÍA”

2º CURSO DE LA DIPLOMATURA EN EDUCACIÓN SOCIAL

CÓDIGO: 1Z7
PROFESOR: Juan Benito Martínez
CENTRO: FACULTAD DE EDUCACIÓN
DEPARTAMENTO: TEORÍA E HISTORIA DE LA EDUCACIÓN
AÑO ACADÉMICO: 2005-2006
CRÉDITOS: 4´5 c. (3 + 1´5)

PRESENTACIÓN:

Una de las aportaciones más sugerentes e importantes en el capítulo de las


definiciones de la Educación para la Paz, y que más han promovido cambios
conceptuales posteriores en la misma, ha sido la impulsada por la UNESCO, y
recogida en su Convención de 1945, que alude al origen cultural de la guerra y de
la paz. “Que, puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres, es en la
mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la paz”.

Esta postura justifica y anima la acción educativa para la paz, en la confianza de


que es posible desterrar la violencia de los hombres procediendo al desarraigo de los
factores culturales que la alientan (García, 1990). Ello implicaría desarrollar un nuevo
tipo de cultura, la Cultura de la Paz, que ayude a las personas a desvelar críticamente la
realidad, compleja y conflictiva, para poder situarse ante ella y actuar en consecuencia;
un antídoto contra todo grupo o persona que piense imponer su cultura, su ideología o
su pensamiento, con la violencia o por medio de la fuerza. En suma, se trataría del
desarrollo de planteamientos creativos que hagan posible la transformación del sistema
actual y la creación de una Cultura de Paz. Concepción que está adquiriendo cada vez
más la importancia que debe, y muy especialmente en el marco escolar. Una Cultura de
Paz que, en palabras de Fisas, “no busque la derrota del oponente, sino el
reconocimiento de los intereses recíprocos y el respeto hacia la diversidad de
identidades culturales” (1990: 49).

Nuestra opción va a estar alineada con las propuestas que argumentan en favor
de la paz y la guerra como productos culturales, lo que hace preciso contribuir a
preparar el desarme en las conciencias, o lo que es lo mismo, a modificar
progresivamente las mentalidades en el sentido de la paz (M´Bow, 1982), tal y como ya
hemos expuesto anteriormente.

Entendemos que esta perspectiva ofrece a la Educación para la Paz unas


posibilidades que se le niega desde otras concepciones opuestas. Nos estamos refiriendo
al hecho de que, considerada la guerra y la paz como productos humanos, la
intervención educativa amplía sus horizontes positivos encaminados a la transformación
de los condicionamientos que las estimulan mientras que, en el caso opuesto,
relacionado con las teorías innatistas e instintivistas, la influencia de la capacidad
educativa para la modificación de actitudes y valores favorables y favorecedores de la
paz queda bastante reducida. Sobre el interesante debate mantenido sobre el origen de
la violencia en el hombre, debemos al menos adelantar que su tratamiento resulta
esencial para una mejor y más ajustada comprensión de la Educación para la Paz y la
Cultura de la Paz así como la elección de modelos.

Por ello, resulta ineludible que nos refiramos a la relación entre acción
educativa y acción social. La educación está inmersa en y afectada por los presupuestos
ideológicos que participan en el sistema social, por lo que su vinculación la hace
cómplice de las dinámicas sociales propiciadoras de violencias y guerras. Asumir la
tarea contraria supone convertir la acción educativa en una actuación que va
contracorriente y se transforma, por tanto, en subversiva e inconveniente para los
presupuestos que dificultan, o van contra el establecimiento de relaciones sociales
acordes con una perspectiva de convivencia.

Esta dimensión plantea la Educación para la Paz como proceso liberador,


reflexivo y autodeterminador, tal y como le es propio a la tarea de la llamada educación
emancipadora (Freire, 1975; Giroux, 1989; Apple, 1989).
La Educación para la Paz, si pretendemos que, intencionalmente, sirva a
los hombres y mujeres de este mundo que nos alberga en estos momentos
actuales, ha de procurar una visión global de los problemas a los que hay que
hacer frente para lograr alejar las prácticas violentas directas, indirectas y
estructurales, mostrando los intereses que los humanos tienen y manifiestan. Lo
que nos remite al estudio del poder y a la responsabilidad sobre los destinos de los
individuos en ese marco de globalidad. Ello no sólo les hará partícipes de un
poder que consiga inflexiones en los rumbos establecidos para ellos sino que,
además, deberá mantener ese esfuerzo en la búsqueda de la mayor coherencia
posible entre la paz, el desarrollo, el respeto de los derechos humanos y la justicia
que se pretende, por un lado, y los medios educativos y de acción con los que se
pretende lograrlo, por otro.

Lo importante, en esta perspectiva, es poner de relieve la contradicción existente


entre propuestas educativas que la sociedad se ha marcado y sus propias prácticas
cotidianas.

La Educación para la Paz, por tanto, ha de ser un esfuerzo capaz de contrarrestar


estas tendencias y de consolidar una nueva manera de ver, entender y vivir el mundo,
empezando por el propio ser y continuando con los demás. El reto de la Educación y de
la Cultura de Paz, por tanto, es el de dar responsabilidad a las personas para hacerlas
protagonistas de su propia historia, y con instrumentos de transformación que no
impliquen la destrucción u opresión ajena, y no transmitir intransigencia, odio y
exclusión, puesto que ello siempre supondrá la anulación de nuestro propio proyecto de
emancipación y desarrollo. Porque, en definitiva, como expresaba Bettelheim (1982:
98) “la violencia es el comportamiento de alguien incapaz de imaginar otra solución a
un problema que le atormenta”.

De este modo se obvia que el elemento esencial de la supervivencia de nuestra


especie ha sido siempre la cooperación, y no la lucha” (Genovés, 1971).

La Educación para la Paz, en definitiva, consiste en analizar este mundo en que vive
el hombre, pasarlo por la crítica reflexiva emanada de los valores propios de una
cosmovisión pacifista y lanzar a los individuos a un compromiso transformador,
liberador de las personas en tanto en cuanto, movidas por ese análisis crítico, quedan
atrapadas por la fuerza de la verdad y obligadas en conciencia a cooperar en la lucha por
la emancipación de todos los hombres y de sí mismas, en primer lugar (Rodríguez,
1994). Y es que la construcción de la paz se hace cada día, por cada uno. La paz es un
comportamiento que se forja a través de la educación, la ciencia y la cultura, confiriendo
a cada ser humano la capacidad de actuar de acuerdo con su propia reflexión. Ello nos
compromete a evitar la guerra yendo a sus raíces: la injusticia.

Está claro que los educadores de la paz tienen que adoptar un análisis más crítico
del poder tanto en el contenido como en el contexto de la escolarización” (Williamson-
Fien, 1993:172). Por ello, la comprensión de la naturaleza del poder requiere una
conciencia de las estructuras que lo han creado y, al mismo tiempo, considerar el concepto
del poder personal y el rol de la educación en la capacitación de los alumnos a la luz de las
condiciones estructurales.

OBJETIVOS:

- Proceder a una revisión de los contenidos epistemológicos actualmente existentes en


Educación para la Paz y la Ciudadanía.
- Dominar el marco conceptual en el que se inscribe la disciplina.
- Conocer y discriminar las distintas orientaciones metodológicas de la Educación para
la Paz y la Ciudadanía.
- Vincular los elementos constitutivos de la Educación para la Paz y la Ciudadanía a las
prácticas educativas escolares y extraescolares.
- Encuadrar la Educación para la Paz y la Ciudadanía en el contexto de la
transversalidad.
- Estructurar la Educación para la Paz y la Ciudadanía en el proceso educativo social.
- Conocer las metodologías y las técnicas operativas en Educación para la Paz y la
Ciudadanía.
- Desarrollar prácticamente las competencias adquiridas.
CONTENIDOS:

Los contenidos del programa se articulan en torno a los siguientes temas:

1. El entramado histórico de la Educación para la Paz y la Ciudadanía


2. Educación para la Paz: conceptos básicos y problemas contextuales.
3. Educación para la Ciudadanía: conceptos básicos y problemas contextuales.
4. La Educación para la Paz y la Ciudadanía como un imperativo legal y social.
5. La Educación para la Paz y la Ciudadanía en el marco escolar: La perspectiva
transversal y el papel del profesorado.
6. La cultura de la paz.
7. Implicaciones socio-comunitarias de la Educación para la Paz y la Ciudadanía. El
papel de los educadores sociales.
8. La violencia en el ámbito escolar. La violencia social y juvenil.
9. Estrategias educativas en los ámbitos escolar y social. La utilización de técnicas
educativas en Educación para la Paz y la Ciudadanía.

METODOLOGÍA:

. Exposición temática
. Lectura y comentario de textos básicos
. Realización de trabajos teórico-prácticos
. Participación en clase
. Aplicación colectiva e individual de los métodos y técnicas estudiados (en las clases
prácticas)

EVALUACIÓN

. Trabajos en clase
. Participación
. Desarrollo de las prácticas de clase
. Pruebas escritas
BIBLIOGRAFÍA

Benito Martínez, J. y García Martínez, A. (1995). La formación de maestros desde los


CEPs en Educación para la Paz. En VVAA., Por unha Europa de paz, multiétnica e
intercultural (249-259). La Coruña: Comité do I Congreso Europeo de Educación para a
Paz. Teachers for Peace.
Benito Martínez, J. (1996). La cuestión del militarismo en la Educación para la Paz.
Pedagogía Social, nº 13, 137-155.
Benito Martínez, J. (1996). Los enseñantes y la Educación para la Paz. En J. Sáez
(Coord.), Repensando la Educación para la Paz (págs. 88-110). Murcia: D-M.
Benito Martínez, J. y García Martínez, A. (1996). El discurso de la paz en la ficción. “El
manuscrito carmesí” de Antonio Gala. En J.Mª. Pozuelo y F. Vicente (Eds.), Mundos de
ficción. (Actas del VI Congreso Internacional de la Asociación Española de Semiótica,
Investigaciones Semióticas VI) (págs. 351-357). Murcia: Universidad de Murcia,
Asociación Española de Semiótica.
Benito Martínez, J. (1997). Las materias transversales y la transversalidad desde las
preocupaciones del profesorado. Pedagogía Social, nº 15-16, 215-234.
Benito Martínez, J. (1997). La Educación para la Paz como solución a los problemas de
la diversidad y el tratamiento de la diferencia. En N. Illán y A. García (Coord.), La
diversidad y la diferencia en la educación secundaria obligatoria: Retos educativos
para el siglo XXI (págs. 269-320). Granada: Aljibe.
Benito Martínez, J. (1998). La Educación para la Paz, una propuesta alternativa opuesta
al militarismo y su estrategia de instrucción. Informajoven, nº 110.
Benito Martínez, J. y González Valcárcel, J.A. (1999). La violencia en el ámbito
escolar. Granada: Jóvenes sin Fronteras.
Benito Martínez, J. y García Martínez, A. (2001). Educación para la Paz y Cultura de la
Paz. Anales de Pedagogía, nº 19, 75-96.
Benito Martínez, J. (2001). La Educación para la Convivencia y la Paz: su teoría y su
práctica. Murcia: D-M.
Benito Martínez, J. y García Martínez, A. (2002). Promoción del voluntariado en el
ámbito de la Comunidad Educativa. Murcia: Plataforma para la promoción del
voluntariado en la Región de Murcia.
Benito Martínez, J. (2003). Proyecto de Acciones Conjuntas: Comisión Europea,
Dirección General de Educación y Cultura: Programas Sócrates, Leonardo y Juventud.
Tema 2: Ciudadanía activa de los jóvenes.
Escribá, A., Arnaiz, P., Benito, J. et al. (1999). Psicomotricidad. Fundamentos teóricos
aplicables en la práctica. Madrid: Gymnos.
García Martínez, A. y Benito Martínez, J. (2002). Los conflictos escolares: causas y
efectos sobre los menores. Revista española de Educación Comparada (REEC), nº 8,
175-204.
García Martínez, A. y Benito Martínez, J. (2003). Educación, violencia y conflictos
escolares. Surgam, nº 481, 17-34.

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