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UNIVERSIDAD DE CHILE
Facultad de Ciencias Forestales
BOTANICA GENERAL
A. Manríquez L.

FLOR, FRUTO Y SEMILLA

La flor constituye la estructura reproductiva en Magnoliophyta,


ella se forma a partir del ápice vegetativo del tallo,
transformado en floral, marcándose con este evento el fin de la
actividad meristemática “vegetativa” del ápice. Factores
externos como el fotoperiodo y el termoperiodo, actúan sobre el
medio interno para que ocurra un conjunto de transformaciones
metabólicas producto de efectos hormonales, que modificarán
el funcionamiento del ápice vegetativo, elongándolo y dándole
una forma diferente, constituyéndose así en el meristemo floral
o reproductivo.

La transformación del meristema apical comienza con un


espesamiento del anillo inicial, seguido por el inicio de la
actividad de las células de la zona axial, inactivas durante la
fase vegetativa (meristema de espera). De esta forma el
meristema se transforma en terminal, pues en su formación
participan todas las células del ápice. Además de los cambios
morfofisiológicos, existen evidencias histológicas e
histoquímicas que señalan este proceso. Algunas de ellas son:
aumento del índice mitótico; síntesis de ADN, histonas, ARN;
incremento del diámetro nucleolar; aumento de ribosomas,
dictiosomas y mitocondrias; cambios a nivel del RE y aumento
de la cromatina dispersa. Todos estos eventos marcarán las
etapas por las que pasan el ápice vegetativo para transformarse
en floral.

El ápice floral está constituído por dos zonas: manto y core; en


él, los sépalos y pétalos se desarrollarán por divisiones
periclinales de las célula más profundas del manto
acompañadas de divisiones anticlinales de la protodermis. Este
crecimiento producirá un esbozo o protuberancia que, lo mismo
que en hojas, tendrá un crecimiento apical e intercalar, además
de marginal, para alcanzar la longitud y amplitud necesarias.
Los estambres se pueden originar de las mismas zonas de las
estructuras estériles, o bien, de zonas más profundas del
meristemo.

ANATOMIA DE LA FLOR

Tanto los sépalos como los pétalos tienen una epidermis adaxial
y abaxial, parénquima fundamental y haces vasculares,
pudiendo presentarse conductos laticíferos, idioblastos, etc.
Los sépalos, en general con cloroplastos, presentan una
epidermis monoestratificada, con modificaciones epidermales y
cutícula muy desarrollada. Los pétalos se diferencian de los
sépalos por su coloración y morfología, pueden presentar
tricomas y estomas no funcionales en su epidermis; y un
mesófilo de escaso grosor. En la base de los pétalos, como
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también de los sépalos, suele presentarse un tejido glandular


de células pequeñas de citoplasma denso denominado nectario,
cuya secreción atrae a los insectos.

ESTAMBRES: estructuras formadas por un filamento que en su


extremo apical sostiene una antera, ésta presenta una
invaginación que la divide en dos lóbulos o tecas unidas por un
tejido llamado

conectivo. En cada una de las tecas se encuentran dos sacos


polínicos o microsporangios, lugar de formación de los granos
de polen. El filamento presenta una epidermis cutinizada,
luego un tejido fundamental parenquimático con células muy
vacuoladas y espacios intercelulares y finalmente un haz
vascular central de tipo concéntrico.

En la antera, en cada uno de los lóbulos se diferencia un tejido


subepidérmico llamado tejido arqueosporial, cuyas divisiones
periclinales originan dos capas de células, la más externa,
debajo de la epidermis, es la capa parietal primaria que dará
origen a las paredes de los sacos polínicos y todo o parte del
tapete; y la más interna es la capa esporógena primaria, a
partir de la cual se formarán las células madres del polen.

La pared del saco polínico está formada por tres estratos de


células: el endotecio, que juega un importante rol en la
dehiscencia de la antera, la estrata transitoria y el tapete.
Generalmente el tapete está formado por una capa de células
poliploides o multinucleadas, de tamaño variable y citoplasma
denso. Su función es servir como fuente de nutrientes para las
células madres del polen y microsporas en formación.

Luego de formadas las células madres del grano de polen sus


paredes primarias son reemplazadas por callosa,
permaneciendo todas unidas e interconectadas por canales
plasmáticos, los que permitirían la sincronía de ellas al entrar
en división, después de la división meiótica, cada una de ellas
se transforma en una tétrada de microsporas haploides.
Finalizada la meiosis se depositan las paredes celulares en las
microsporas haploides, lo que puede ocurrir de dos formas:

a) tipo sucesivo, en ellas la pared se deposita luego de


cada división meiótica, común en muchas Liliopsida;
b) tipo simultáneo, la pared se deposita al final de la
meiosis, común en Magnoliopsida.

Los granos de polen jóvenes presentan una gran vacuola


central que disminuye su volumen en la medida que crece el
núcleo y se incrementa el contenido y densidad del citoplasma.
Los granos maduros tienen gran cantidad de almidón,
sustancias grasas y alto contenido de hormonas. Externamente
están cubiertos por una pared formada por dos capas, la
externa denominada exina, está constituída de esporopolenina;
y la interna o intina, de naturaleza celulósica. Paralelo a la
formación de la pared del grano maduro, el núcleo haploide se
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divide, formándose el núcleo vegetativo y el núcleo generativo.

CARPELOS: se pueden definir como hojas fértiles en cuyos


márgenes se encuentra la placenta que da origen a los óvulos o
primordios seminales. Estos márgenes se pliegan entre si o
con los de otro carpelo formando el gineceo o pistilo. El
gineceo normalmente está constituído por ovario, estilo y
estigma.

Estigma: formado por parénquima fundamental y haces


vasculares, está cubierto por una epidermis glandular cuyas
secreciones están estrechamente relacionadas con la
compatibilidad o rechazo a los granos de polen.

Estilo: presenta una epidermis cutinizada, con estomas; luego


un parénquima fundamental e internamente el tejido de
transmisión, cuyas características fisiológicas y citológicas son
semejantes a las del tejido glandular del estigma. Este tejido
proporciona nutrientes al tubo polínico en su paso hasta el
ovario. Cuando el estilo es macizo el tejido de transmisión
forma cordones, de lo contrario se encontrará tapizando el
canal central.

Ovario: corresponde a la parte más ensanchada del gineceo,


tiene una epidermis externa, parénquima fundamental con
haces vasculares y una epidermis interna que recubre el o los
lóculos del ovario.

Los óvulos están constituídos por un tejido llamado nucela


rodeada por uno o dos tegumentos, unidos a la placenta por el
funículo. El óvulo se forma por divisiones periclinales de las
células de la placenta y los tegumentos por divisiones
anticlinales de la protodermis. Del tejido nucelar se diferencia
una célula esporógena que se constituirá en la célula madre de
la megaspora, la que previo una división meiótica seguida de
tres mitosis sucesivas, dará origen al saco embrionario, el que
al madurar está constituído por una ovocélula, frente al
micrópilo del óvulo, a su lado dos sinérgidas; en el fondo del
saco se ubican tres células llamadas antípodas y al centro los
dos núcleos polares.

Luego de la polinización, tiene lugar la formación del tubo


polínico a través del cual llegan hasta el saco embrionario los
núcleos espermáticos, produciéndose la doble fecundación. Uno
de los gametos se funde con la ovocélula formándose el cigoto.
La unión del otro núcleo con los núcleos polares forma un
núcleo triploide denominado núcleo endospermático.

El óvulo fecundado y desarrollado constituye la semilla. Los


tegumentos sufren fuertes modificaciones morfoanatómicas
para transformarse en la cubierta seminal: testa y/o
endopleura; del núcleo endospermático deriva el endosperma;
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los restos de nucela, se transforman en el perisperma; la


cicatriz del funículo en el hilum; el micrópilo persiste en la
semilla aunque generalmente se oblitera, y el cigoto constituirá
el embrión o esporofito joven.

Junto con la transformación del óvulo en semilla, el ovario


modifica su estructura anatómica para convertirse en el fruto,
el estilo y el estigma degeneran y se atrofian. Aunque el fruto
se desarrolla normalmente a partir del gineceo, pueden
participar en su formación otras estructuras florales como el
cáliz, etc. Existen frutos que se forman sin que exista
fecundación, a éstos se les denomina frutos partenocárpicos.

El fruto maduro está formado por una cubierta o pericarpio,


constituído por: epicarpio, mesocarpio y endocarpio. Según la
consistencia de las paredes, los frutos se clasifican en carnosos
y secos, y éstos últimos en dehiscentes e indehiscentes, según
su capacidad para abrirse en la madurez y liberar las semillas.

En los frutos carnosos la pared del ovario, o sólo la parte


externa de ella se diferencia para formar una notable cantidad
de parénquima. En la medida que el fruto va madurando, estas
paredes pierden consistencia, como resultado de una serie de
cambios citológicos, tanto en el protoplasma como en las
paredes celulares. El endocarpio y el exocarpio están formados
generalmente por un sólo estrato de células, mientras que el
mesocarpio presenta un número mayor de capas celulares.
Puede ocurrir que al madurar el fruto, el parénquima del
endocarpio se esclerifique y forme un endocarpio óseo, en otros
casos cartilaginoso, o bien, permanezca parenquimático.

En los frutos secos, el pericarpio se reduce notablemente, el


exocarpio está constituído por sólo una epidermis de gruesas
paredes al igual que el endocarpio, y el mesocarpio está
formado por escaso parénquima y abundante esclerénquima
especialmente rodeando los haces vasculares. Los frutos
dehiscentes se abren por la línea de sutura de los carpelos,
como ocurre en los folículos, o bien, además de la sutura
carpelar, se abren por la línea dorsal, como en las legumbres.

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