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Nicolás Calicchio Nro. de registro: 824.

225

TOPICOS DE MACROECONOMIA

CATEDRA: DANIEL HEYMANN

“JUEGOS DE POLITICA ECONOMICA CON


EXPECTATIVAS RACIONALES Y MODELOS DE
POLITICA ECONOMICA CON EXPECTATIVAS
ADAPTATIVAS”

NICOLAS CALICCHIO
REGISTRO 824.225

niemca@yahoo.com.ar

nicolas.calicchio@ge.com

1
Nicolás Calicchio Nro. de registro: 824.225

Introducción.

A comienzos de la década de 1980, la literatura económica relacionada con juegos


de política económica intentaba explicar las razones por las cuales las autoridades
monetarias de un país podían llevar a cabo políticas que presentaran un sesgo
inflacionario. El análisis realizado en el presente trabajo parte de los papers
fundacionales sobre el tema de Barro y Gordon (1983): “A Positive Theory of Monetary
Policy in a Natural Rate Model” y “Rules, Discretion and Reputation in a Model of
Monetary Policy”. Barro y Gordon intentaron explicar el mencionado sesgo inflacionario
a través de un juego no cooperativo entre el Gobierno y el Sector Privado, en el cual
un Gobierno discrecional buscaba crear sorpresas inflacionarias que eran anticipadas
por un Sector Privado con expectativas racionales. El compromiso del Gobierno por
mantener una política no inflacionaria no parecía posible en su modelo: dada la
función objetivo del Gobierno, si el Sector Privado creía en la promesa de una política
de este tipo, el primero se vería tentado a engañarlo y generar una inflación positiva
sorpresiva para obtener un beneficio en términos de nivel de actividad. Sin embargo,
posteriormente plantearon un modelo con interacción repetida entre Gobierno y Sector
Privado en el cual se podía llegar a un equilibrio intermedio entre discrecionalidad y
reglas, básicamente gracias a los incentivos que poseía el Gobierno a invertir en
reputación.
La literatura posterior fue enriqueciendo el análisis. Por un lado, Backus y Driffil
(1985) ofrecieron una versión simplificada del modelo de Barro y Gordon. Por otro
lado, se realizaron diferentes aportes mediante la búsqueda de alternativas al marco
ofrecido por Barro y Gordon: información privada (Canzoneri, 1985), delegación a un
banquero central “conservador” (Rogoff, 1985) e información incompleta (Barro, 1986).
Los modelos presentados por estos autores tuvieron siempre como base al modelo de
Barro-Gordon y sus aportes se basan en la modificación del contexto (y/o supuestos)
del modelo original. En general, la presentación del modelo de Barro-Gordon varía de
uno a otro, sin modificar sin embargo el espíritu del mismo.
El objetivo de la sección 2 del presente trabajo es realizar un viaje rápido por gran
parte de esta literatura, comenzando con el modelo de Barro-Gordon y siguiendo con
cada una de las alternativas propuestas por los distintos autores antes mencionados y
que realizaron aportes marginales en base a dicho modelo.
El objetivo de la sección 3 será revisar el problema que enfrenta el Gobierno en el
paper original de Barro y Gordon, modificando la formación de expectativas (mediante
la utilización de expectativas adaptativas en el Sector Privado) primero, cambiando
radicalmente las preferencias del Gobierno luego y estudiando que modificaciones
introducen estos cambios en los resultados obtenidos. Se verá que de esta forma se
logran explicar algunas situaciones económicas que en el modelo original de Barro-
Gordon parecían más difíciles de visualizar, aunque no sin polémica.
En la sección 4 se hará un survey del presente trabajo y algunas conclusiones que
se derivan de lo presentado en las secciones 2 y 3.

2. Modelo de Barro-Gordon y sus variaciones.

2.1 Modelo de Barro-Gordon en un único período.

Supongamos que hay dos jugadores, el Gobierno y el sector privado. Ambos


agentes juegan simultáneamente. El Gobierno fija la tasa de inflación1 y el sector
privado su expectativa respecto de la misma.

1
Se supone que el Gobierno determina directamente la tasa de inflación en vez de determinar un
instrumento de política económica por cuestiones de simplicidad.

2
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El análisis parte de dos ecuaciones2. En primer lugar, una curva de Philips con
cualquiera de las dos siguientes formas:

(1) ut = un – (πt - πte)


(1.A) Yt = Yn – (πt - πte) 3

donde Ut es la tasa de desempleo en el período t, Un es la tasa natural de desempleo,


πt es la tasa de inflación y πte es la tasa de inflación esperada por el sector privado.
En segundo lugar, la función objetivo del Gobierno está compuesta por un término
(con forma cuadrática) que representa el costo de la inflación y por otro (con forma
lineal) que refleja el beneficio de los shocks no anticipados de inflación (que surge del
reemplazo del término Ut - Un ó Yt - Yn de la ecuación 1 ó 1.A en 2):

(2) LtG = (a/2) (πt)2 - b (πt - πte); a,b > 0 4

El sector privado también posee una función objetivo, que se basa en el hecho de
que no le gusta ser sorprendido por la política gubernamental:

(3) LtP = (πt - πte)2

Para obtener la tasa de inflación óptima para el Gobierno, derivamos LtG respecto
de πt e igualamos la derivada primera a cero:

(4)
∂LtG/∂ πt = a πt - b = 0
(5) 2 G 2
∂ L /∂ πt = a >0 (por ende estamos obteniendo un mínimo)
t

Despejando en la ecuación (4) obtenemos la tasa de inflación discrecional del


Gobierno:

(6) πtD = b/a

El sector privado (con expectativas racionales) minimiza su función de pérdida


esperando esta misma tasa de inflación:

(7) πte = πtD = b/a

En esta situación, claramente el nivel de desempleo se encuentra en su nivel


natural (UtD = Un). Por ende, se podría concluir que la política del Gobierno no genera
efectos reales en la economía bajo este modelo. Por otro lado, la tasa de inflación
termina siendo más elevada que bajo una regla simple de política (caso que
resolveremos a continuación). Si el Gobierno le da más peso en su función objetivo a
las sorpresas inflacionarias (mayor b) o bien le da menos peso al nivel de inflación
(menor a), la tasa de inflación del régimen discrecional se eleva. Esta solución es
“temporalmente consistente”.
Supongamos ahora que el Gobierno anuncia en el período t-1 una regla de política
económica. Lo más lógico y simple es suponer que anuncia una tasa de inflación nula:

(8) πtR = 0
t-1

2
La presentación del modelo no es totalmente fiel al paper original, sino que se basa en una combinación
del primer paper y del segundo por cuestiones de simplicidad.
3
Tomamos aquí la curva de Philips tal como fue planteada por Backus y Driffill (1985), por cuestiones de
simplicidad.
4
Los subíndices temporales son por ahora redundantes ya que el análisis de esta sección se realiza en
un único período, aunque más adelante tendrán más sentido cuando el problema tenga más de uno.

3
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Si el sector privado cree dicho anuncio, entonces para minimizar su función de


pérdida elegirá jugar:

(9) πte = t-1πtR = 0

Supongamos también que el Gobierno cumple con su anuncio. En este caso, la


tasa de inflación sería igual a la anunciada y a la tasa esperada por el Sector Privado:

(10) πtR = 0

Esta solución obtiene la misma tasa de desempleo que el régimen discrecional (UtR
= Un) con una tasa de inflación inferior (πtR = 0). Sin embargo, no es “temporalmente
consistente”. Si el Gobierno anuncia una tasa de inflación nula en el período t-1,
cuando llegue al período t esa no será la tasa óptima ya que aquella que surge de la
minimización de la función de pérdida del Gobierno es πtD = b/a. Esta solución (regla
simple) es óptima en el sentido de que la pérdida del Gobierno es inferior que bajo el
régimen discrecional, mientras que la pérdida del sector privado es igual (LtPD = LtPR =
0). Expresado en forma más general, la solución bajo un régimen de regla simple es
un óptimo paretiano (ya que no se puede mejorar la situación de uno de los dos
jugadores sin empeorar la del otro), mientras que el resultado de un régimen
discrecional no lo es (si el Gobierno se comprometiera de manera creíble con una
regla de política πt = 0, él terminaría mejor y el Sector Privado igual). ¿Por qué el
Gobierno no puede atenerse a esta regla? Porque a un nivel de inflación nulo (y dadas
las expectativas privadas πte = t-1πtR), el costo de aumentar la inflación es inferior al
beneficio obtenido por el Gobierno con el shock inflacionario (ver ecuación (4)
evaluada en πt = 0, da como resultado una pérdida marginal de -b). Para valores
pequeños de inflación (πt < b/a), esta afirmación se mantiene. Recién cuando π t = b/a,
el costo de un incremento en la inflación se iguala al beneficio del shock inflacionario
(nuevamente, dadas las expectativas del sector privado πte = t-1πtR).
Por lo tanto, el Gobierno está tentado a engañar al Sector Privado. Supongamos
por un momento que logra engañarlo, de tal manera que πte = 0. El Gobierno minimiza
su función objetivo y al igual que en el caso discrecional obtiene una tasa de inflación
óptima:

(11) πtD = πtE = b/a

Las pérdidas del Sector Privado y del Gobierno en esta situación serán
respectivamente:

(12) LtPE = (b/a)2 > LtPR = LtPD = 0


(13) LtGE = -½ (b2/a) < LtGR = 0 < LtGD = ½ (b2/a)

La tasa de desocupación en este caso (UtE = Un – b/a) sería menor que la tasa
natural. El Sector Privado resultaría engañado ya que esperaba una tasa de inflación
nula y la misma termina siendo superior (πtE = b/a). Por lo tanto, su pérdida es superior
que en los casos de discrecionalidad y regla simple. En cambio, el Gobierno se
beneficia del engaño y obtiene una “ganancia” (pérdida negativa) de -½ (b2/a). Los
resultados hablan por si solos: no sería racional para el Sector Privado elegir esta
opción, ya que sabría que de elegir πte = 0 el Gobierno estaría tentado a engañarlo
para sacar provecho de esta situación. La tentación del Gobierno por engañar se
puede expresar como la diferencia entre la pérdida que sufre bajo un régimen de regla
simple menos su pérdida en el caso de engañar al sector privado:

(14) T = LtGR - LtGE = ½ (b2/a)

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Como se verá más adelante, este resultado solo se puede obtener cuando es
posible engañar al Sector Privado sistemáticamente para que mantenga expectativas
de inflación baja. Sin embargo, esto no puede ocurrir ya que el Sector Privado posee
expectativas racionales y prevé el engaño5. El incentivo a engañar servirá entonces
solamente para indicar qué reglas sin enforcement serán sostenibles y permitirán
alcanzar un resultado de first best (LtPR = LtPD = 0).
Por último, podemos imaginar una situación en la cual el Gobierno realiza una
promesa t-1πtR = 0. Supongamos sin embargo que el Sector Privado no cree la misma
(promesa no creíble) y piensa que el Gobierno está tratando de engañarlo, de tal
manera que elije una tasa de inflación esperada igual a la tasa de inflación del régimen
discrecional:

(15) πtD = πte = b/a

Supongamos que el Gobierno mantiene su promesa y establece una tasa de


inflación πtNC = 0. En esta situación ambos jugadores registrarían pérdidas:

(16) LtPNC = LtPE = (b/a)2 > LtPR = LtPD = 0


GE
(17) Lt = -½ (b /a) < LtGR = 0 < LtGD = ½ (b2/a) < LtGNC = b2/a
2

Resulta obvio que esta situación es la peor de todas: el Sector Privado y el


Gobierno obtienen las pérdidas más elevadas que pueden conseguir en el juego. La
inflación es nula y menor que en el caso discrecional, pero esto se logra a costa de
una tasa de desempleo superior a la natural (UtNC = Un + b/a).
Podemos entonces comparar los resultados de las cuatro situaciones posibles. La
situación de engaño será una política de first best para el Gobierno, la regla simple un
second best y la discrecionalidad third best; la peor situación posible es aquella en que
el Gobierno realiza una promesa no creíble.

Tabla1. Clasificación de las 4 situaciones ordenadas según pérdida del Gobierno

LtG LtP πt Ut
Engaño LtGE = -½ (b2/a) LtPE = (b/a)2 πtE = b/a UtE = Un – b/a
Regla simple LtGR = 0 LtPR = 0 πtR = 0 UtR = Un
Discrecionalidad LtGD = ½ (b2/a) LtPD = 0 πtD = b/a UtD = Un
Promesa no creíble LtGNC = b2/a LtPNC = (b/a)2 πtNC = 0 UtNC = Un + b/a

Teniendo en cuenta que estamos resolviendo un juego entre el Sector Privado y el


Gobierno, podríamos plantear las cuatro situaciones en una matriz de pagos cuyas
estrategias son los valores de πt y de πte que eligen ambos jugadores en las
situaciones posibles y cuyos pagos son las pérdidas que sufren en cada caso el
Gobierno y el Sector Privado:

5
Por ejemplo, para poder ser engañado el Sector Privado debería poseer expectativas miopes.

5
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Tabla 2. Matriz de Pagos del Modelo Barro-Gordon en un período

Sector Privado
e
π =0
t πte = b/a
πt = 0 LtGR = 0 LtPR = 0 LtGNC = b2/a LtPNC = (b/a)2
Gobierno
πt = b/a LtGE = -½ (b2/a) LtPE = (b/a)2 LtGD = ½ (b2/a) LtPD = 0

Observando esta tabla, nos podemos dar cuenta que el juego también podría ser
resuelto por eliminación iterativa de estrategias estrictamente dominadas. La
estrategia πt = b/a del Gobierno domina a πt = 0 ya que LtGE < LtGR y LtGD < LtGNC, por lo
tanto al Gobierno le convendría jugar πt = b/a cualquiera sea la decisión que tome el
Sector Privado respecto de πte. Una vez que eliminamos la estrategia πt = 0 como una
posibilidad conveniente para el Gobierno, el Sector Privado sabrá que el Gobierno
elegirá la estrategia πt = b/a (ya que posee expectativas racionales) y elegirá jugar πte
= b/a debido a que LtPD < LtPE. Por lo tanto, [LtGD = ½ (b2/a); LtPD = 0] o bien [πt = b/a; πte
= b/a] es el único equilibrio de Nash de este juego.

2.2 Reputación.

Supongamos ahora que en el juego anterior hay interacciones repetidas entre


ambos jugadores. Bajo esta circunstancia, la tendencia a engañar del Gobierno
amenazará la viabilidad del resultado bajo un régimen de regla simple y llevaría a la
economía al equilibrio discrecional. Si el Gobierno rompiera la regla en un período, al
siguiente el Sector Privado lo castigaría eligiendo la solución discrecional. Suponiendo
que el castigo del Sector Privado dura solo un período, las expectativas se formarían
de la siguiente manera:

πte = πtR si πt-1 = πt-1e


πte = πtD = b/a si πt-1 ≠ πt-1e

Ya hemos calculado en el punto anterior la tentación a engañar del Gobierno


(ecuación (14)). En este caso debemos tener en cuenta que vamos a generalizar πtR =
π (el caso anterior de πtR = 0 sería un caso particular), con 0 < π < b/a. La tentación
sería entonces:

(18) T = LtGR - LtGE = (a/2) π2 – ½ (b2/a) + b2/a - bπ) = (a/2) (b/a – π)2

Para que la regla que promete cumplir el Gobierno sea creíble, el Sector Privado
debe tener un poder de enforcement tal que, si el Gobierno desea engañarlo, pueda
castigarlo aumentando la pérdida que este último sufre. En otras palabras, la pérdida
por la falta de reputación debe ser superior a la tentación que tiene el Gobierno de
engañar al Sector Privado. El enforcement tal como lo definimos será entonces igual a:

(19) F = q (Lt+1GD - Lt+1GR) = q [½ (b2/a) - (a/2) π2] = q (a/2) [(b/a)2 - π2] ; con q = 1/(1+r)

donde r es la tasa de descuento.


La regla de decisión para saber si una regla de política económica es creíble o no
sería, de acuerdo a lo descripto anteriormente:

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(20) T = (a/2) (b/a – π)2 ≤ F = q (a/2) [(b/a)2 - π2]

Por ejemplo, ¿qué pasaría si el Gobierno quisiera adoptar la regla ideal (π = 0)?
En ese caso, con un simple reemplazo nos podemos dar cuenta que dicha regla no
sería implementable cuando 0 ≤ q < 1 (o sea, r > 0) ya que la tentación sería superior
al enforcement:

(21) T = ½ (b2/a) > q ½ (b2/a)

Con mayor generalidad, habrá un determinado rango de reglas que no serán


implementables: aquellas cuya tasa de inflación se ubique entre 0 y [(1-q)/(1+q)] b/a.
Las reglas cuya tasa de inflación se ubique entre [(1-q)/(1+q)] b/a y b/a podrán ser
implementadas ya que podrá ser forzado su cumplimiento por el castigo que sufriría el
Gobierno en caso contrario. π = [(1-q)/(1+q)] b/a es la mejor regla que el Sector
Privado puede forzar a cumplir ya que es la intersección de las curvas de tentación y
enforcement. El otro punto donde se cruzan es en b/a, pero allí la pérdida del Gobierno
es superior. Cuando 0 ≤ π < [(1-q)/(1+q)] b/a, al Gobierno le convendría engañar al
Sector Privado ya que T > E (podría obtener un beneficio de este engaño); cuando [(1-
q)/(1+q)] b/a < π < b/a, al Gobierno le convendría disminuir la tasa de inflación que
promete cumplir ya que así podría disminuir el valor que toma su función de pérdida.
Nótese que la mejor regla es un promedio ponderado de la regla ideal (π = 0) y del
resultado discrecional, cuya ponderación depende del factor de descuento q. A menor
factor de descuento, mayor tasa de impaciencia, por ende menos le importa el futuro al
Gobierno (con lo cual menor es el enforcement) y más cerca se encuentra la tasa de
inflación de la regla óptima de la tasa discrecional.
Sin embargo, todo este razonamiento supone un castigo de solo un período por
parte del Sector Privado. Esta elección es totalmente arbitraria. ¿Cómo se modificaría
este caso si el Gobierno perdiera en forma permanente su reputación? En este caso,
la regla de decisión se convertiría en:

(22) LVPGR ≤ LtGE + LVPGD

donde LVPGR es el valor presente de las pérdidas del régimen de reglas, LtGE el valor de
las pérdidas en el caso de engaño en el período t (igual que anteriormente) y L VPGD es
el valor presente de las pérdidas del régimen discrecional (de t+1 en adelante). Esta
ecuación significa que si las pérdidas para el Gobierno derivadas del régimen de
reglas son inferiores a la pérdida que genera engañar en el período t y luego sufrir el
castigo (régimen discrecional) por el resto del juego, entonces el Gobierno cumplirá la
regla.
Suponiendo que el juego se repite en infinitos períodos, el valor presente de las
pérdidas del régimen de reglas y discrecional puede expresarse como:

(23) [1/(1-q)] ½ π 2 ≤ – ½ (b2/a) + bπ – [q/(1-q)] ½ (b2/a)

Operando con esta ecuación, podemos llegar a que la condición para que el
Gobierno cumpla con la regla de política económica será:

(24) r ≤ [(b/a) + π] / [(b/a) - π]

El Gobierno cumplirá la regla de política económica si la tasa de impaciencia no


supera a [(b/a) + π] / [(b/a) - π]. Vale aclarar que este resultado, así como los que
hemos obtenido anteriormente, es en alguna medida arbitrario ya que hemos
establecido dos supuestos clave con el motivo de simplificar el análisis: repetición
infinita de juego y castigo hasta el fin del mismo en caso de incumplimiento de la regla.

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2.3 Modelo de Canzoneri con información privada.6

En primer lugar, resolveremos el modelo en una situación en la cual el Gobierno no


tiene información privada. Las funciones de pérdida del Gobierno y Sector Privado
siguen siendo iguales a las ecuaciones (2) y (3) planteadas anteriormente.
Supongamos que la variable sobre la cual el Gobierno podría tener información
privada es el pronóstico de la demanda de dinero. Introducimos entonces en el modelo
hasta ahora planteado la siguiente ecuación para la variación en la cantidad de dinero:

(25) mt - πt = δt

donde δt es un término de tipo ruido blanco que expresa cambios estocásticos en la


tasa de variación de la demanda real de dinero y tiene una distribución δt ~ (0,σδ2).
Reemplazando con esta ecuación en la función de pérdida del Gobierno
obtenemos:

(26) LtDS = (a/2) (mt - δt)2 – b [(mt - δt) – Et-1(mt - δt)

donde LtDS es la pérdida del Gobierno en un régimen discrecional con información


simétrica. El Gobierno minimizará esta pérdida, con lo cual la condición de primer
orden de dicha minimización será:

(27) ∂LtG/∂ πt = a (mt - δt) – b = 0

Despejando de dicha ecuación mt:

(28) mt = (b/a) + δt

Ahora bien, como ya dijimos suponemos que no hay información privada del
Gobierno, lo cual implica que éste fija la tasa de variación de cantidad de dinero sin
tener en cuenta δt. Por lo tanto, la variación de la cantidad de dinero será:

(29) mt = b/a

De la ecuación a expectativa del Sector Privado respecto de la variación de la


cantidad de dinero será:

(30) mte = b/a

Reemplazando (29) en (25), la inflación y la inflación esperada por el Gobierno


serán:

(31) πt = (b/a) - δt
(32) πte = b/a

Por último, la tasa de desempleo (que surge de reemplazar en (1)) y la pérdida del
Gobierno (que surge de reemplazar en (2)) serán respectivamente:

(33) ut = un + δt
6
La versión del modelo que se plantea en el presente trabajo no es una reproducción exacta de la versión
planteada por Canzoneri en su paper, pero los cambios realizados no modifican las conclusiones de su
análisis. Dichos cambios se hicieron con el objetivo de seguir una misma línea de trabajo con respecto a
los modelos planteados en puntos anteriores sin modificar sus supuestos y estructura elemental.

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(34) LtDS = ½ (b2/a) + (a/2) δt2

Resolvemos ahora el caso en que el Gobierno posee información privada acerca


del pronóstico de la demanda de dinero. Agregamos entonces la siguiente ecuación:

(35) δt = st + εt

Esta ecuación divide δt en dos partes: st es la predicción que realiza el Gobierno de


δt (y que es información privada a la cual el Sector Privado no tiene acceso) y ε t es el
error de predicción. Al final del período el Sector Privado puede observar δt, pero no
puede descomponerlo entre st y εt.
Teniendo en cuenta esta información, la ecuación con que el Gobierno decidirá su
política monetaria será:

(36) mt = (b/a) + st

La tasa de inflación y la expectativa del Sector Privado de la misma serán


entonces:

(37) πt = (b/a) + st - δt = (b/a) - εt


(38) πte = b/a

Como puede observarse, la tasa de crecimiento de la cantidad de dinero es


superior que en el caso anterior, al igual que la tasa de inflación. Sin embargo, la
expectativa que forma el Sector Privado sobre la misma es igual en ambos casos. Con
respecto a la tasa de desempleo y la pérdida del Gobierno, ambas son inferiores que
en el caso de información simétrica:

(39) ut = un + εt
(40) L t
DP
= ½ (b2/a) + (a/2) εt2

Comparando ambos regímenes desde el punto de vista del Gobierno, obtenemos:

(41) Et-1(LtDS - LtDP) = (a/2) (σδ2 – σε2) > 0, ya que σδ2 > σε2

Por lo tanto, podríamos decir que al Gobierno le conviene ocultar información al


Sector Privado, ya que ante una situación de información asimétrica de este tipo se
vería beneficiado. La menor pérdida del Gobierno se debe a la mayor flexibilidad que
posee en esta situación, que le permite modificar mt antes de que los cambios en δt
afecten la tasa de inflación y de desocupación. Por otro lado, el Gobierno podría tener
problemas de credibilidad: ante un aumento de la demanda de dinero, el Gobierno
podría aumentar la cantidad de dinero, pero que sin embargo el Sector Privado crea
que se ha embarcado en una política inflacionaria para bajar el desempleo ya que este
no conoce la predicción que el Gobierno realiza de dicho incremento en la demanda
de dinero.

2.4 Modelo de Rogoff: delegación en banqueros centrales “conservadores”.

Rogoff plantea que a veces los países pueden tener bancos centrales
benevolentes que intentan maximizar una función de bienestar representativa de las
preferencias de la sociedad. Los países con bancos centrales de este tipo podrían
poseer tasas de inflación sistemáticamente altas, con lo cual el Gobierno podría
mejorar la situación nombrando un banquero central “conservador” que le asigne

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mayor peso a la estabilización de inflación, en detrimento de la estabilización del nivel


de empleo.
En principio debemos modificar la curva de Philips utilizada anteriormente, que
ahora será:

(42) ut = un – (πt - πte +vt)

vt es un shock de oferta y además vt ~ (0,σv2).


Supongamos que la función de bienestar del Gobierno es representativa de las
preferencias de la sociedad y tiene la siguiente forma:

(43) LtG = (a/2) πt2 – (b/2) (πt - πte + vt)2

El banquero central en cambio tendrá una función de pérdida similar a esta, pero
con un mayor peso asignado al término que representa la pérdida generada por el
nivel de la tasa de inflación (el primer término). Representaremos ese mayor peso con
un parámetro d, de tal manera que la función objetivo del banquero central
“conservador” será:

(44) LtBC = [(a+d)/2] πt2 – (b/2) (πt - πte + vt)2 ; con d > 0

El juego se desarrolla de la siguiente manera. Primero, es elegido el banquero


central. Segundo, el Sector Privado forma sus expectativas de inflación. Tercero, se da
el shock de oferta vt, que es observado por el banquero central pero no por el Sector
Privado. Luego de observar el shock, el banquero central define su política monetaria
(en otra palabras, elige πt). Al período siguiente, el Gobierno decide si mantiene al
banquero central. Bajo este esquema, el problema del Gobierno será minimizar su
propia función de pérdida como en los modelos presentados anteriormente, pero esta
vez respecto de d. De esta minimización surgirá el valor óptimo de d (o sea, el
banquero central óptimo).
Volviendo al problema que enfrenta el banquero central, derivando su función
objetivo respecto de πt e igualando a cero surge que:

(45) πt = [b/(a+d-b)] (vt - πte)

Si aplicamos Et-1 (esperanza en t-1) de ambos lados, obtenemos que la expectativa


del Sector Privado respecto de la inflación es cero (πte = 0), Esto se debe a que la
esperanza del shock de oferta es cero.7
Reemplazamos πte = 0 en (45) y obtenemos la tasa de inflación que elegirá el
banquero central:

(46) πt = [b/(a+d-b)] vt

La tasa de inflación será entonces una función del shock de oferta que observa el
banquero central. Si el banquero central (y en este caso también la sociedad, ya que
hemos supuesto que los parámetros a y b son los mismos que en la función del
Gobierno representativa de las preferencias sociales) le da mayor peso a las sorpresa
inflacionarias para lograr un mayor nivel de actividad, la tasa de inflación aumenta. Si
la sociedad obtiene mayores pérdidas por tasas de inflación elevadas (mayor a), la
tasa de inflación será menor. Por último, cuanto mayor peso asigne el banquero

7
Si dicha esperanza fuera positiva, el Sector Privado esperaría una tasa de inflación negativa (deflación).
Si fuera negativa, esperaría una tasa de inflación positiva. Esto se puede observar fácilmente
reemplazando en la ecuación (45) por Et-1(vt) ≠ 0 (positivo o negativo según el caso) una vez aplicada Et-1
sobre ambos miembros de dicha ecuación.

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central a las pérdidas por tasas de inflación más elevadas respecto de la sociedad
(mayor d), menor será la tasa de inflación.
La tasa de desempleo bajo este esquema será:

(47) ut = un – [(a+d)/(a+d-b)] vt

Claramente el coeficiente que acompaña a vt determina el impacto del shock de


oferta sobre la tasa de desempleo. Por ejemplo, si el Gobierno y el banquero central
no asignaran ningún peso a las sorpresas inflacionarias (b = 0) y por ende solo
tuvieran como objetivo minimizar las pérdidas generadas por la tasa de inflación, dicho
coeficiente sería igual a uno y el shock de oferta pegaría en su totalidad sobre la tasa
de desempleo (ut = un – vt).
Si reemplazamos los valores obtenidos para πt y para πte en la función objetivo del
banquero central, su pérdida será:

(48) LtBC = - ½ [b (a+d)/(a+d-b)] vt2

En general, aunque la sociedad querrá que el banco central le de una mayor


importancia a mantener tasas de inflación moderadas, no querrá que ese peso sea
infinito. Esto podría permitir que la tasa de inflación baje a su nivel óptimo socialmente,
pero haría que los shocks de oferta pegaran directamente en el nivel de empleo. Sin
embargo, el peso que el banco central asigna a obtener tasas de inflación moderadas
no debería disminuir hasta el nivel que le asigna la sociedad (en otras palabras, no se
debería llegar a d = 0) ya que no tendría sentido entonces nombrar un banquero
central.

2.5 Contratos óptimos entre Banco Central y Gobierno.

Supongamos que el banquero central quiere minimizar la función objetivo:

(49) LtBC = (a/2) πt2 + (b/2) ut2 - Tt = (a/2) πt2 + (b/2) (un - πt + πte - vt)2 - Tt

donde Tt es una transferencia de fondos al banco central condicionada a que cumpla


con el objetivo de inflación acordado8.
Si minimizamos la función del banquero central sin tener Tt en cuenta, los
resultados obtenidos serán:

(50) πt = πte = (b/a) (un – vt)

Sin embargo, si consideramos a Tt como función de πt, de la condición de primer


orden de dicha minimización se desprenderá que:

(51) πt = [b/(a + b)] (un – vt + πte) + [1/(a + b)] ∂Tt/∂πt

Si se toman expectativas en la ecuación (51), entonces tendremos que:

(52) πte = (b/a) (un – vt) + (1/a) ∂Tt/∂πt

Reemplazando en la ecuación (51), obtendremos que:

(53) πt = (b/a) un - (b/a) vt + (1/a) ∂Tt/∂πt

8
También podría interpretarse como la remuneración que recibe el banquero central si cumple con la
meta de inflación acordada.

11
Nicolás Calicchio Nro. de registro: 824.225

Un contrato óptimo entre Gobierno y banco central permitirá la obtención de una


solución que combine tasa de inflación igual a cero y sin embargo permita una
respuesta flexible a los shocks de oferta:

(54) πt = (b/a) vt

Esta política combina una inflación cero en promedio y flexiblidad en la respuesta


ante shocks exógenos de oferta. Para que la ecuación (50) sea igual a la (51), se debe
cumplir que ∂Tt/∂πt = -bun. Por ende, la función de transferencia óptima tendrá la
forma:

(55) Tt(πt) = Tc – b un πt

Por ejemplo, si la meta inflacionaria establecida sería πt = 0, entonces la


transferencia del Gobierno al banco central debe ser Tc (constante).

2.6 Modelo de Barro-Gordon con información incompleta.9

Supongamos que en el intervalo (ζ,T-1) con ζ > 0, el Gobierno selecciona al azar


tasas de inflación entre 0 y πtD (tasa de inflación discrecional). Esto puede ocurrir
solamente si en todos los períodos anteriores se cumple πt = 0. Supongamos también
que hay dos tipos de Gobierno: tipo 1 (capaz de comprometerse a seguir una política
económica con πt =0) y tipo 2 (no es capaz de comprometerse y simplemente
minimiza el valor esperado de su función de pérdida). El Gobierno sabe si él mismo es
de un tipo u otro, pero el Sector Privado no.
Sea pt la probabilidad de que un Gobierno tipo 2 elija π t =0 (condicional a que en
los períodos anteriores haya elegido πt =0). Dentro del período (ζ,T-1), el valor de pt
estará entre 0 y 1 (0 < pt < 1). Sea þt la percepción del Sector Privado de pt. Sea αt la
probabilidad subjetiva que asigna el Sector Privado de que el Gobierno sea tipo 1 al
comienzo del período t. Los dos posibles resultados serán πt = 0 y πt = πtD. El primer
resultado ocurrirá cuando el Gobierno sea tipo 1 o bien sea tipo 2 pero se “disfrace” de
tipo 1; el segundo se obtendrá cuando el Gobierno sea tipo 2 y no se “disfrace” de tipo
1. Por lo tanto, la tasa de inflación esperada en el período t será:

(56) πte = πtD = (b/a) (1 - αt) (1 – þt)

A medida que el Sector Privado observe buen comportamiento del Gobierno (πt =
0), irán aumentando la probabilidad que asignan a que el Gobierno sea tipo 1 de
acuerdo a la siguiente regla:

(57) αt+1 = αt/[αt + (1 - αt) þt]

Nótese que si 0 < αt < 1 y 0 < þt < 1, entonces αt+1 > αt (el Sector Privado irá
incrementando la probabilidad que asigna a que el Gobierno sea de tipo 1 a medida
que el Gobierno vaya eligiendo πt = 0).
Planteamos una función de pérdida del Gobierno igual a la ecuación (2) del
apartado 2.1. Entonces la tasa de inflación que minimiza la función objetivo del
Gobierno es:

(58) πt = πtD = b/a

9
En esta sección seguimos a Barro (1986). Se puede consultar una explicación más detallada de lo que
veremos en este apartado en este trabajo.

12
Nicolás Calicchio Nro. de registro: 824.225

Para obtener la tasa de inflación esperada, igualamos la tentación por engañar con
el enforcement10:

(59) LtG (0,-πte) – LtG(πtD,πtD - πte) = [1/(1+r)] [Lt+1GD - Lt+1G(πt+1D,πt+1D - πt+1e)

Con la función de pérdida del Gobierno supuesta anteriormente, obtenemos que:

(60) LtG (0,-πte) – LtG(πtD,πtD - πte) = ½ (b2/a)


(61) LtGD = ½ (b2/a)
(62) Lt (πt+1 ,πt+1 - πte) = -½ (b2/a) + b πt+1e
G D D

Reemplazando estas 3 ecuaciones en (59), obtenemos:

(63) πte = [(1 - r)/2] (b/a)

También la inflación esperada debe ser igual a lo expresado en la ecuación (56).


Igualando ambas ecuaciones (y suponiendo þt = pt), podemos obtener la relación a lo
largo de tiempo entre αt y pt:

(64) (1 - αt) (1 - pt) = (1 - r)/2

de la cual podemos deducir que un aumento en αt (aumento de la reputación del


Gobierno) debe ir acompañado de una caída de pt (caída en la probabilidad de que un
Gobierno tipo 2 siga teniendo buen comportamiento).
De las ecuaciones (57) y (64) y agregando la condición pT = 0, se pueden
establecer las trayectorias temporales que seguirán αt y pt para t = ζ+1,…, T 11:

(65) αt = [(1+r)/2]T+1-t
(66) pt = { [(1+r)/2] – [(1+r)/2]T+1-t }/{ 1 - [(1+r)/2]T+1-t }

En estas dos ecuaciones se puede observar que se cumple la relación planteada


anteriormente entre αt y pt, ya que a lo largo del tiempo αt se incrementa y pt se
reduce. A medida que nos acercamos al período final T, pt → 0 y αt → (1+r)/2.
Si llamamos t* al valor de t que iguala la ecuación (65) a α0 (reputación del
Gobierno al comienzo del juego o bien fracción de la población de potenciales
Gobiernos que son capaces de comprometerse a cumplir πt = 0), entonces a partir de
dicha ecuación llegamos a que:

(67) t* = T + 1 – log(α0)/log[(1+r)/2]

La solución para ζ será el mayor número entero contenido en t* (sujeto a la


condición 0 ≤ int(t*) < T ó bien [(1+r)/2]T ≤ α0 < [(1+r)/2]).12
Si el Gobierno es de tipo 1 y se cumplen r < 1 y [(1+r)/2]T < α0, el Gobierno elegirá
πt = 0 y el sector privado tendrá expectativas acordes a esta política (π te = 0) en el
intervalo ζ. Sin embargo, si el Gobierno si r < 1 y α0 < (1+r)/2 hay un intervalo T-ζ
donde las expectativas de inflación del Sector Privado son superiores (πte = ½ [1-r]
[b/a]) y sin embargo el Gobierno continúa llevando a cabo una política consistente en
πt = 0 para mantener su reputación de ser tipo 1. En este período, la economía se
encuentra en una situación de recesión con sorpresas inflacionarias negativas o
sorpresas deflacionarias.

10
Para una demostración detallada de cómo llegar a esta ecuación, ver Barro (1986), apartado 3.
11
Ver Barro (1986), apartado 4.
12
Ver Barro (1986), apartado 4.

13
Nicolás Calicchio Nro. de registro: 824.225

Si el Gobierno es de tipo 2 y si r < 1 y [(1+r)/2]T < α0, habrá nuevamente un


intervalo ζ en que se cumpla πt = πte = 0. Luego del intervalo ζ, el Gobierno elige una
tasa de inflación discrecional con una probabilidad creciente a lo largo del tiempo 1-p t,
tratando de aprovechar los beneficios que obtiene de un shock inflacionario positivo en
el corto plazo. Posteriormente a haber engañado al Sector Privado, el resultado que se
obtiene es el discrecional (πt = πte = πtD).

3. Expectativas adaptativas en el Sector Privado.

3.1 Resultados con función de pérdida del modelo de Barro-Gordon


original.

Todos los modelos revisados en la sección anterior suponen que el Sector Privado
posee expectativas racionales. Alguno introduce pequeñas modificaciones tendientes
a “relajar” este supuesto ya que el Sector Privado no conoce parte de la información
relevante del modelo (por ejemplo, en el modelo de Canzoneri no conocen la
estimación de la demanda de dinero del Gobierno). El modelo de Barro-Gordon es
criticado por varios motivos, dos de los cuales son que explica una tasa de inflación
positiva constante pero que no se acelera (no explicaría una situación con aceleración
en la tasa inflacionaria tipo hiperinflación) y que postula una inflación elevada (debido
a que el Gobierno es incapaz de comprometerse a mantener una inflación baja)
cuando en realidad en el momento en que se dio a conocer el mundo estaba viviendo
una desinflación13. Lo que intentaremos hacer de aquí en adelante es reproducir un
esquema similar al de Barro-Gordon, pero modificando el carácter racional del Sector
Privado y por ende las reglas bajo las cuales determina su comportamiento, con el
objetivo de buscar algunas respuestas a estas dos críticas.
En principio supondremos que el Gobierno no modificará su forma de comportarse
y enfrentar sus decisiones de política económica. Supondremos que sigue
determinando la tasa de inflación directamente (o bien que tiene algún instrumento que
le permite controlarla perfectamente). El Gobierno minimiza intertemporalmente su
función de pérdida, que en principio supondremos tiene la misma forma que la
ecuación (2) planteada por Barro y Gordon en su modelo original. También
suponemos una curva de Philips como la (1).
Por otro lado, el Sector Privado en lugar de minimizar una función de pérdida que
lo lleve a optimizar en πt = πte, ajustará la tasa de inflación esperada de acuerdo a un
esquema de expectativas adaptativas con la siguiente forma:

(68) πt+1e = πte + α (πt - πte)

En principio no supondremos ningún valor arbitrario para α, aunque como el lector


podrá prever dicho valor será clave más adelante para establecer los resultados del
modelo.
El Gobierno minimiza su función objetivo intertemporalmente, con lo cual podemos
plantear el problema al que se enfrenta de la siguiente manera:

(69) Min ∑ Tt=0 [1/(1+r)t] [(a/2) πt 2 – b (πt - πte)]

De la condición de primer orden se desprende que para optimizar el Gobierno


deberá elegir siempre la misma tasa, que es igual a la tasa discrecional del modelo de
Barro-Gordon:

13
Ver Blinder (1998). Vale aclarar que esta crítica es válida solo si los parámetros clave del modelo son
constantes.

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Nicolás Calicchio Nro. de registro: 824.225

(70) πt = b/a

Ahora bien, al período siguiente el Sector Privado podrá observar la tasa de


inflación efectiva y por lo tanto la incluirá dentro de su ecuación de expectativas. Como
en todos los períodos el Gobierno elegirá esta tasa, entonces el Sector Privado incluirá
siempre la misma tasa en su ecuación de expectativas. Por lo tanto, podemos
expresar la misma como:

(71) πt+1e – (1 – α) πte = α (b/a)

La solución general de esta ecuación en diferencias surgirá de la suma de la


solución homogénea y la solución particular y tendrá la forma:

(72) πte = A (1-α)t + b/a

El resultado (y por ende las conclusiones) que obtengamos de este modelo simple
dependerán básicamente de las condiciones iniciales que supongamos, esto es, de
π0e; de dichas condiciones iniciales dependerá el valor que tome la constante A.
El período 0 marca el inicio de las interacciones entre Gobierno y Sector Privado
bajo este esquema. Antes del período 0 suponemos que no hay historia alguna en la
cual el Sector Privado pueda basar su formación de expectativas, con lo cual decidirá
un valor arbitrario que supondremos determinará en base a si cree o no que el
Gobierno ejecutará una política de inflación 0 en dicho período. Como no hay historia
antes del período 0, no parece ilógico en principio suponer que el Sector Privado no
desconfía del Gobierno (algo así como suponer “todo Gobierno es inocente hasta que
se demuestra lo contrario”)14 y que por ende escoge una tasa de inflación esperada
igual a cero. Esta será la primera condición inicial que supondremos.
Suponiendo π0e = 0 y reemplazando por t = 0 en (72), obtenemos que A = -b/a.
Con lo cual la ecuación (72) se transformaría en:

(73) πte = -(b/a) (1-α)t + b/a

Obtenida esta solución particular para π0e = 0, podemos tener varias trayectorias
de πte a lo largo del tiempo, pero sabemos que el Gobierno fijará πt = b/a en cada
período t. El Sector Privado irá modificando sus expectativas de acuerdo a esta tasa
de inflación efectiva. La trayectoria que seguirá πte (y por ende la trayectoria que
seguirá la economía) dependerá del valor que tome α. Resumimos los resultados en el
siguiente cuadro:

Tabla 3. Resultados para π0e = 0

Comportamiento πte Descripción


Alternancia de sorpresas inflacionarias y deflacionarias,
α>2 Oscilante divergente ciclo económico divergente (cada vez las sorpresas son
mayores)
Alternancia de sorpresas inflacionarias y deflacionarias,
α=2 Oscilante constante ciclo económico constante (las sorpresas son siempre
iguales)
Alternancia de sorpresas inflacionarias y deflacionarias,
1<α<2 Oscilante convergente ciclo económico que tiende a amplitud cero (las
sorpresas son cada vez más chicas)
α=1 Convergente en un En t = 0 sorpresa inflacionaria, en t = 1, 2, ,,, se cumplen

14
Téngase en cuenta además que el Sector Privado no conoce el problema de optimización del Gobierno,
sino elegiría como condición inicial la tasa de inflación que establece el Gobierno.

15
Nicolás Calicchio Nro. de registro: 824.225

período las expectativas


Sorpresas inflacionarias decrecientes en todos los
0<α<1 Monótona convergente períodos y caída del desempleo hasta converger a tasa
de inflación b/a
Sorpresas inflacionarias constantes en todos los
α=0 Constante
períodos y desempleo constante por debajo de un
Sorpresas inflacionarias crecientes en todos los
α<0 Monótona divergente períodos y caída del desempleo período a período
(crecimiento económico explosivo)

Como se podrá observar, algunos resultados son bastante difíciles de imaginar,


por no decir que es imposible que se mantengan a lo largo del tiempo (por ejemplo en
el caso α < 0, ya que obviamente es bastante ilógico que el desempleo caiga a lo largo del
tiempo en forma sostenida y sin interrupción). Por otro lado, hay algunos otros resultados que
parecen una representación relativamente aceptable de situaciones económicas observadas en
algunos países. Por ejemplo, ciclos económicos convergentes/constantes alrededor una tasa
de desempleo natural en los cuales se alternan sorpresas inflacionarias con sorpresas
“desinflacionarias” o deflacionarias (tasas de inflación efectivas inferiores a la esperada)
parecen algo lógico a primera vista (inclusive la trayectoria del ciclo económico de α > 2 puede
sonar familiar a aquellos interiorizados con los últimos 30 años del ciclo argentino). Sin
embargo, lo que resulta un punto débil en este caso particular y menos representativo de las
situaciones mencionadas, es la dinámica de la inflación efectiva: constancia a lo largo de todos
los períodos en b/a. Este caso entonces se asemeja mucho al de un Gobierno con las “manos
atadas” o que sigue una regla simple: mantener siempre la misma tasa de inflación ocurra lo
que ocurra y dejar que los efectos de las fluctuaciones en πte peguen completamente sobre
la tasa de desempleo.
Con otras condiciones iniciales (distintas de πte = b/a obviamente), los resultados
son similares (con la diferencia de que si la condición inicial es πte > b/a, tendremos
tendencias recesivas con 0 < α < 1, α = 0 y α < 0). Podemos concluir entonces que a
este tipo de Gobierno no le disgustan para nada las fluctuaciones o movimientos
fuertes del nivel de actividad económica, solo le interesa mantener una inflación
constante en el nivel b/a. Téngase en cuenta que una opción posible sería una regla πt
= 0 (que se daría cuando LtG = (a/2) (πt)2).

3.2 Aceleración inflacionaria y deflacionaria.

Si bien el ejemplo anterior resulta interesante, no observamos en ningún caso una


dinámica en la cual haya incrementos en la tasa de inflación. Para observar un caso
en que se pueden dar este tipo de situaciones, modificaremos el modelo. Para ello,
transformaremos la función de pérdida del Gobierno:

(74) LtG = (b/2) ut2 = (b/2) (un - πt + πte)2 ; b > 0

Este es un Gobierno que solo se preocupa por el nivel de desempleo existente en


la economía en cuestión y no tiene ninguna preocupación por la tasa de inflación.
Cuánto más alta sea la tasa de desempleo, mayores pérdidas experimentará. El
problema del Gobierno consistirá en minimizar esta función intertemporalmente. De la
condición de primer orden se desprenderá que:

(75) πt = un + πte

Por otro lado, el Sector Privado forma expectativas con la ecuación (68) como en
el punto anterior. Si en dicha ecuación reemplazamos la inflación observada por el
Sector Privado por la obtenida en (75), llegamos a la siguiente ecuación en
diferencias:

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Nicolás Calicchio Nro. de registro: 824.225

(76) πt+1e – πte = α un

Resolvemos dicha ecuación (que tendrá una parte homogénea y una particular) y
obtenemos la trayectoria que seguirán las expectativas de inflación del Sector Privado:

(77) πte = A + α un t

Reemplazando en la ecuación (75) obtenemos la trayectoria de la tasa de inflación:

(78) πt = un + A + α un t

Ahora bien, el supuesto que hagamos sobre π0e determinará qué tipo de
trayectoria observaremos tanto en la inflación esperada como en la inflación efectiva.
Con los mismos argumentos que en el apartado 3.1, supongamos que se parte de una
inflación esperada igual a cero. Variando los valores que tomen la tasa natural de
desempleo y el parámetro con que el Sector Privado ajusta sus expectativas,
tendremos distintas trayectorias. El siguiente cuadro resume las situaciones que se
pueden dar bajo estos supuestos y bajo distintos valores de dichos parámetros (en
todos los casos suponemos un > 0):

Tabla 4. Resultados para π0e = 0

Comportamiento πt Descripción
α un > 0 Monótono divergente
Inflación creciente, sorpresas inflacionarias todos los
(α > 0) períodos
α un = 0 Convergente en un En t = 0 sorpresa inflacionaria, en t = 1, 2, ,,, la tasa de
(α = 0) período inflación efectiva y esperada son cero
α un < 0 Alternancia de tasas de inflación positivas y negativas,
Oscilante divergente
(α < 0) sorpresas desinflacionarias todos los períodos

Si observamos el caso α un ≥ 0, notamos que hemos encontrado al fin una situación en


la cual se produce una inflación positiva y creciente a lo largo del tiempo. En dicha situación, el
Sector Privado comienza “confiando” en el Gobierno y espera una tasa de inflación nula. El
Gobierno sabe esto y por lo tanto fija una tasa de inflación superior, sacando provecho de la
baja en la tasa de desempleo que genera la sorpresa inflacionaria. Esto hará que en el próximo
período el Sector Privado espere una tasa de inflación superior, lo cual a su vez llevará al
Gobierno a fijar la tasa de inflación efectiva en un nivel superior al esperado para así sacar
provecho de una nueva sorpresa inflacionaria; y así sucesivamente. Estamos observando
entonces una dinámica creciente de la tasa de inflación, que continuará a lo largo del tiempo a
menos que ocurran dos cosas: el Gobierno cambie su función de pérdida por una más similar a
la del apartado 3.1 o bien el Sector Privado cambie el parámetro de ajuste de sus expectativas
(o sea, a menos que modifique el valor de α). Si esto no ocurre, según este modelo (y bajo los
supuestos realizados) esta situación terminará en una hiperinflación.
Como el lector ya habrá deducido, hay algunas cuestiones elementales y decisivas para los
resultados del modelo, al punto que determinan si se puede llegar a una situación de inflación
creciente o no. En primer lugar, la forma que toma la función de pérdida del Gobierno y el valor
de sus parámetros relevantes (en este caso particular, del único parámetro b). En segundo
lugar, el grado en que el Sector Privado ajusta sus expectativas de inflación en base a los
errores cometidos en el pasado (el parámetro α). Pero el punto crítico (y sin lugar el más
polémico también) se encuentra en la modificación que hicimos en las preferencias del
Gobierno. El hecho de suponer un Gobierno al cual solo le interesa la tasa de desempleo
puede ser algo polémico. No sería ilógico suponer que en algún nivel muy elevado de inflación,
el Gobierno cambie sus preferencias y le de un peso importante a combatir la misma o bien que
el Sector Privado, cansado de ser engañado, aprenda las reglas del modelo y comience a

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formar expectativas racionalmente si puede hacerse de la información necesaria. En estos


casos, la espiral inflacionaria se vería interrumpida.
Incluimos a continuación un gráfico simple con el esquema mencionado
anteriormente, con la intención de ilustrar la dinámica que toma la inflación en dicho
caso.

πt 45º

πte Dinámica
π e
“hiperinflacionaria”
0

πt

4. Un breve repaso y algunas conclusiones.

En la segunda sección realizamos un repaso veloz por parte de la bibliografía


relacionada con el modelo de Barro-Gordon. En primer lugar, estudiamos el resultado
de dicho modelo en un único período. Pudimos observar claramente el quid de la
cuestión que plantearon Barro y Gordon en su modelo original: un Gobierno que tiene
incentivos a intentar engañar al Sector Privado y llevar a cabo una política
inflacionaria. Vimos que como resultado de la configuración dada por Barro y Gordon a
este juego, se terminaba en una solución de “third best” que llamamos discrecional (ya
que los resultados de engaño y regla simple eran más eficientes desde el punto de
vista paretiano). Este planteo nos sirvió para introducirnos al problema: puede haber
situaciones en las cuales el Gobierno tenga incentivos a llevar una política con sesgo
inflacionario en lugar de buscar una tasa de inflación mínima que deje a ambos
jugadores en una mejor situación.
Posteriormente introducimos en el análisis la importancia de la reputación según
una modificación realizada al modelo original por los propios Barro y Gordon, que
surge básicamente de extender el análisis de uno a varios períodos. En esta versión
es que surge la importancia de la reputación, ya que un Gobierno cuya tentación es
inferior al enforcement puede llevar a cabo una política de inflación menor que la
resultante del régimen discrecional en un período y tener entonces una reputación de
“combatir” la inflación (ya que la regla que promete cumplir es ahora creíble).
Luego nos introducimos en el modelo de Canzoneri, quien realizó una modificación
importante al modelo de Barro-Gordon. Observamos en esta versión una pequeña
alteración del supuesto de expectativas racionales, ya que Canzoneri supuso una
situación de información asimétrica en la cual el Sector Privado se encontraba en
“desventaja” respecto del Gobierno por no conocer (por ejemplo) la estimación que
éste último realizaba respecto de la demanda de dinero. El resultado del modelo es tan
interesante como revelador: al Gobierno le convendría ocultar dicha información, ya
que así obtendría menores pérdidas que bajo la situación de información simétrica.

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Nicolás Calicchio Nro. de registro: 824.225

Bajo el modelo de Rogoff, pudimos observar qué resultados se obtienen cuando el


Gobierno delega las decisiones de política monetaria en un banquero central
“conservador” que asigna mayor peso en la función objetivo a las pérdidas generadas
por incrementos en la tasa de inflación que la sociedad. En dicha situación, la tasa de
inflación depende de los parámetros relevantes de la función de pérdida del Gobierno
(como en los casos anteriores) y del shock de oferta que introduce Rogoff. La
conclusión del modelo es que puede haber sociedades a las cuales le convenga
delegar la política monetaria en un banquero central con las características antes
mencionadas para obtener una pérdida social inferior y menores tasas de inflación,
aunque con el costo de sufrir mayores impactos sobre el nivel de empleo ante shocks
de oferta exógenos al modelo.
A continuación hicimos un cálculo de un contrato óptimo entre Banco Central y
Gobierno, modificando levemente la función de pérdida del Gobierno. Llegamos a la
conclusión (bastante intuitiva por cierto) de que el pago realizado al Banco Central
debía depender negativamente de la tasa de inflación. En el caso particular de una
tasa de inflación acordada igual a cero, dicho pago óptimo debía consistir en una
transferencia constante igual al término independiente de la ecuación de transferencia
óptima calculada.
Por último, reproducimos el modelo de Barro con información incompleta. Barro
introduce aquí la posibilidad de que existan dos tipos distintos de Gobierno: uno
comprometido a mantener tasas de inflación nulas a lo largo del tiempo y otro que no
lo está. La principal conclusión de dicho modelo es que se podrá dar un caso en que
un Gobierno comprometido con mantener una tasa de inflación cero, se enfrente a un
Sector Privado que le cree durante un intervalo de tiempo, pero en un intervalo
posterior espera una tasa de inflación superior. En este último intervalo, habrá
entonces sorpresas deflacionarias, aumento del desempleo y recesión. Si en cambio el
Gobierno es de tipo 2 (Gobierno no comprometido con mantener una tasa de inflación
nula), en dicho período jugará una tasa de inflación igual a la discrecional con una
probabilidad creciente.
Todos estos modelos realizan contribuciones marginales al modelo original de
Barro-Gordon, realizando pequeñas modificaciones en las condiciones del problema
enfrentado por los agentes. Ninguno de ellos se sale del marco de las expectativas
racionales radicalmente. Tampoco ninguno de los modelos parece encontrar una
explicación para situaciones con tasas de inflación crecientes (aceleración
inflacionaria). La única manera de llegar a dicha coyuntura en los mismos es suponer
arbitrariamente modificaciones exógenas en los parámetros de la función objetivo del
Gobierno. Por último, ninguno cambia radicalmente la función objetivo del Gobierno
para intentar explicar esta situación.
En la sección 3 estudiamos los resultados que se obtendrían en el problema que
enfrentaba el Gobierno en el modelo original de Barro-Gordon, si el Sector Privado
decide la tasa de inflación esperada en base a un esquema de expectativas
adaptativas. Suponiendo la misma función objetivo del Gobierno que Barro y Gordon,
llegamos a una situación en la cual al Gobierno le conviene fijar la tasa de inflación en
un valor determinado (b/a), una situación similar a la de regla simple estudiada en la
sección 2. Los efectos de las sorpresas inflacionarias o deflacionarias se hacen sentir
en su totalidad sobre el empleo, ya que el Gobierno no modifica la tasa de inflación de
acuerdo a los movimientos de las expectativas del Sector Privado.
Por último, modificamos la función objetivo del Gobierno. Nos encontramos en esta
oportunidad con un Gobierno que combatía solamente el desempleo y no tenía interés
alguno en la tasa de inflación. Con un Gobierno de este tipo y expectativas
adaptativas, fuimos capaces de encontrar una situación con una dinámica inflacionaria
creciente, resultado que no pudo ser explicado por el modelo de Barro y Gordon ni
ninguna de las versiones posteriores, salvo que se incrementaran forzadamente los
parámetros del modelo a lo largo del tiempo.

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Nicolás Calicchio Nro. de registro: 824.225

Las modificaciones del apartado 3 se han realizado sobre el modelo original de


Barro y Gordon. Este es la base de donde partimos, dejando de lado en principio todos
los aportes adicionales comentados en el apartado 2. En carácter de autocrítica,
queda en el tintero si es posible incorporar los aportes posteriores a un análisis de este
tipo con expectativas adaptativas, para así profundizar o modificar las conclusiones a
las que llegamos. Sin embargo, cabe destacar que considero al presente trabajo algo
así como “primo lejano” del trabajo de Canzoneri, ya que ambos trabajos tratan
situaciones de información asimétrica. En el caso de Canzoneri, el Sector Privado no
conocía un dato particular relevante para la toma de sus decisiones (la estimación de
la demanda de dinero del Gobierno). En este trabajo, la situación de información
asimétrica es mucho más marcada: el Gobierno conoce todo el modelo y optimiza su
función objetivo, mientras que el Sector Privado no tiene el conocimiento del modelo
que posee el Gobierno y solo se dedica a ajustar sus expectativas de acuerdo a lo
poco que conoce (el pasado).
En resumen, con una combinación de Gobierno despreocupado por el nivel de
inflación, Sector Privado con expectativas adaptativas e información asimétrica entre
ambos, hemos logrado esbozar una explicación de aquello que Barro y Gordon no
lograron explicar fehacientemente: situaciones en las cuales la tasa de inflación no
solo es persistentemente alta, sino también creciente a lo largo del tiempo.

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Nicolás Calicchio Nro. de registro: 824.225

Referencias Bibliográficas

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