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A comienzos del siglo XX, Chile se enfrenta a una situación particular, la celebración
del Centenario de la Independencia. Dicha celebración sería el reflejo de una sociedad en
clara decadencia, donde las diferencias entre la elite para con el pueblo serían cada vez más
grandes. Estamos en presencia de una sociedad dominada por una plutocracia de carácter
minero y terrateniente, que se había enriquecido durante el siglo XIX y que con todos los
recursos que poseía no se sentía identificada con la sociedad en Chile, buscando su
identificación en el extranjero, más específicamente en Europa donde los lujos y avances
generaban el mayor atractivo para el grupo dominante, delineándose así una identidad que
tenía que ver con la cultura principalmente francesa. Es de esta forma que poco a poco el
grupo dominante se fue alejando de la sociedad chilena y de su participación en ésta.
En tal orden de cosas planteo como hipótesis que “la sociedad de principios de siglo XX
sufre un quiebre como resultado del escaso interés de la elite por Chile”, lo que a mi juicio
es el gran móvil de las problemáticas que se desarrollan en la época, donde la gente de las
clases populares viven en una dependencia a este grupo dominante que sin embargo se
despreocupa por ellos y no se interesa por la dirección del país.
Dentro de esta constante de que la elite miraba su reflejo en Europa y no se identificaba con
la sociedad chilena, podemos integrar sin lugar a dudas el concepto de Modernidad, el cual
sería el que genera poco a poco este cambio en las mentalidades del grupo dominante, una
Modernidad definida como lo perteneciente o relativo al tiempo de quien habla o a una
época reciente1 y que tiene su base y su desarrollo en la Europa tan anhelada por la elite, y
a la cual se pretende imitar y seguir a cualquier precio. En la víspera de los preparativos de
la gran fiesta nacional, no era raro encontrarse con que la elite prefería irse a Europa en
lugar de presenciar los alcances del Centenario, el que por cierto podemos definir como “el
día en que se cumplen una o más centenas de años del nacimiento o muerte de alguna
persona ilustre, o de algún suceso famoso2”, y sobre el cual se trata de reavivar un
sentimiento de nación, de patriotismo y de chilenidad que no identificaba a la elite.
1
RAE, 2011, vigésima segunda edición p. 1123.
2
Ídem. p. 583.
Dentro del llamado al patriotismo y a la exaltación del concepto “nación”, nos encontramos
con que en medio de los preparativos para las fiestas el país enfrenta una serie de hechos y
de sucesos que van preocupando a la autoridad, pues muchos de estos sucesos ponen en
riesgo la realización de las celebraciones, sin embargo estos hechos que se van dando muy
seguidamente logran desde mi punto de vista afianzar el amor propio de un bajo pueblo que
no había exaltado estos sentimientos nacionalistas desde la Guerra del Pacífico, lo que sin
duda ayuda a la realización de la celebración, pero aún así por más que se logra mantener el
clima festivo y el compromiso de la población, la sociedad enfrenta males y situaciones que
son de seria consideración. En esta lógica podemos darle una cierta estructura lógica al
texto, donde nos encontramos con un Centenario que nos presenta por una lado por
asociación a un grupo dominante que aún no estando comprometido con el país llama a la
celebración y conmemoración de dicha fiesta, entendiendo claro que es una celebración de
la elite para la elite, mientras que por oposición nos encontramos con una masa popular que
no tiene nada que celebrar, pues la situación que enfrenta es totalmente contraria a la de la
elite, esto gatillado principalmente por la llamada “Cuestión Social”, que engloba una serie
de problemáticas sociales que hacen a los grupos populares cada vez más miserables y por
ende no tienen nada que celebrar.
Dentro del contexto del centenario surgen numerosos pensadores que apuntan a las pésimas
condiciones en las que se encuentra la nación con motivo del Centenario de la
independencia, y cada uno de ellos apunta o se refiere a un factor diferente, así podemos
encontrar interpretaciones que van desde la carencia de un espíritu nacional a la
contaminación de la raza, pero dentro de este grupo el que más destaca sin duda alguna es
Alejandro Venegas, el cual dentro de su texto “Sinceridad, Chile íntimo en 1910” presenta
las dos caras de un Chile que por un lado es presentado por la elite como una nación
moderna y comprometida con los avances de la sociedad occidental, mientras que por otro
lado es un país con profundas problemáticas sociales y fuertes vicios que tienen su origen
en la clase dominante.
Dentro de las celebraciones del Centenario, lo que más preocupaba a la elite sin duda
alguna era dar una imagen de progreso, de mostrar que Chile podía seguirle el paso a la
modernidad, y para lograr esto el grupo dominante propició la creación de los nuevos
edificios de Bellas Artes y de la Biblioteca Nacional, con lo que se buscaba mostrar la
grandeza de un país sumido en una profunda crisis social, un país dividido en dos grupos
diametralmente opuestos, donde cada vez más la elite buscaba acercarse a su ideal de
modernidad y de progreso pero que no incluía ni consideraba las necesidades y
problemáticas por las que pasaba la gran mayoría de la población, esto también tiene una
correlación con el hecho de que estamos en la época en presencia de un régimen
parlamentario, donde es la mencionada plutocracia la que tiene el poder en el parlamento y
lo usa para la concreción de sus propias metas e intereses, reflejando otra de las
problemáticas de la sociedad de la época, la crisis institucional en la que estaba inmerso el
país donde las instituciones caían en constantes vicios y no permitían que el país progresara
en ningún aspecto, siendo normal que estas instituciones estuviesen envueltas en malas
prácticas en la búsqueda del beneficio personal (algo que lamentablemente también
podemos encontrar en la sociedad actual).
El balance del Centenario es bastante negativo, pues nos encontramos al frente de una
sociedad retrasada tanto social como culturalmente, donde la elite en lugar de preocuparse
por traer los avances y la modernidad al país se va a Europa en busca de ellos, y donde los
intereses personales de estos grupos son siempre prioridad por sobre los de la mayoría que
vive en la total miseria.
La hipótesis presentada al inicio se ha confirmado sólo en parte, pues aparte del hecho de
que la elite no estuviese interesada en el país se suma el antecedente mencionado
anteriormente, de que aún cuando la elite estuviese anclada en el país se preocupaba por sus
propios intereses, sin integrar al grueso de la sociedad en el progreso y la modernidad que
tanto buscaban, lo que en medio de las celebraciones del Centenario queda de manifiesto,
con claras muestras de que con tal de mostrar una buena imagen a los extranjeros el grupo
dominante trataba de modernizar y mejorar el país casi a la fuerza pero en sólo dentro de su
propio radio de convivencia.
Licenciatura en Historia
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