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GNÓSTICOS:
Reflexión de fundamentos históricos y teológicos
Es preocupante ver cómo la sociedad contemporánea occidental camina cada vez más lejos de
sus orígenes judeo-cristianos. Sin embargo, es más preocupante todavía ver que los cristianos
desconocen sus orígenes y las bases de su fe. Por un lado, es de lamentar que una novela como El
Código Da Vinci desafíe nuestros orígenes y nuestras bases. Si no hubiera sido por esta novela de
ficción, lo más probable es que los cristianos de todo el mundo no habrían tenido ni mostrado interés
en la historia de los primeros siglos de la iglesia. No obstante, por otro lado, es de aprovechar el
momento para hacer algo que hemos debido hacer desde hace mucho tiempo: instruirnos acerca de
cómo se formó el Nuevo Testamento y cuáles son las bases históricas de la Iglesia cristiana.
Muchos cristianos ven El Código Da Vinci (tanto el libro como la película) como un ataque
satánico en contra de la fe cristiana y que, por lo tanto, los cristianos no deben prestarle ninguna
atención ni darle importancia, porque así se estaría contribuyendo a propagar ideas anticristianas.
Respeto a quienes piensan así, pero yo no veo esto simplemente como una amenaza, sino más bien
como una oportunidad para instruirnos como cristianos y para dar a conocer nuestra fe frente a
aquellos que demandan razón de la esperanza que hay en nosotros (1 P. 3:15). Si lo queremos poner
en estas palabras, yo diría que si el diablo mismo nos está “invitando” a predicar el Evangelio,
¡hagámoslo!
En esta oportunidad desarrollaremos los siguientes temas: 1) importancia renovada del debate
sobre el canon bíblico, 2) breve historia de la formación del canon del Nuevo Testamento, y 3) el
gnosticismo y los evangelios gnósticos. Los ataques provenientes del Codigo Da Vinci van dirigidos
en contra de tres aspectos de la fe cristiana: la integridad y credibilidad de los escritos del Nuevo
Testamento, la identidad de la persona de Jesucristo y los orígenes de la Iglesia cristiana y su teología.
Esta conferencia se enfocará en el primer ataque, es decir, el que va dirigido en contra de la integridad
y credibilidad de los escritos del Nuevo Testamento.
EL DEBATE CLÁSICO
El debate se ha renovado, pero ahora sobre el canon del Nuevo Testamento. El canon del
Nuevo Testamento no ha suscitado polémica ni discusiones desde los primeros siglos de la Iglesia.
Precisamente allí nos concentraremos brevemente ahora.
Toda esta información ha tomado por sorpresa y desprevenidos a la mayoría de cristianos que
desconocen acerca de la historia de la Iglesia y de la formación del canon. ¿Quién se iba a imaginar
que el canon sería nuevamente un asunto interesante y polémico? ¿Quién iba a pensar que a través de
estos datos históricos se podría proclamar de nuevo el Evangelio de Jesucristo con renovado interés?
CANON Y CANONICIDAD
Para empezar hay que entender qué se quiere decir por canon y canonicidad. Canon significa
simplemente “una vara de medir”, pero su significado simbólico ha llegado a ser una “norma” una
“regla” o un “patrón”. Así se usa actualmente la palabra en nuestro idioma, por ejemplo: “los cánones
dictados por la sociedad” (sus normas). Teológicamente canon ha llegado a significar “el conjunto de
libros sagrados que la Iglesia cristiana reconoció por su apego a las reglas divinas de inspiración,
autoridad y autenticidad”. La canonicidad es la cualidad que tienen esos libros de ser considerados
como norma para nuestra vida.
Los libros del Nuevo Testamento no llegaron todos a la vez, ni fueron del conocimiento de
todos inmediatamente. Hubo varias etapas naturales en su formación que conviene repasar.
Etapa de circulación (100-150 A.D.) No hay que olvidar que los medios de transporte y las
formas de reproducir materiales escritos en los primeros siglos de la Era Cristiana eran muy diferentes
a los actuales. ¿Cuánto tiempo llevó a los libros del Nuevo Testamento llegar a ser conocidos por la
mayoría de iglesias de aquellos primeros siglos? Se ha calculado un período aproximado de 50 años,
lo cual es bastante corto considerando las circunstancias y las distancias.
Etapa de reconocimiento (150-200 A.D.) Junto con los escritos del Nuevo Testamento
también circularon otros escritos que no habían sido escritos por los apóstoles. Varios de estos
escritos no pretendían tener la misma autoridad que los apostólicos, aunque enseñaban la doctrina
apostólica correcta. Otros escritos fueron heréticos en el sentido que enseñaban doctrinas incorrectas
de acuerdo a la enseñanza apostólica. La iglesia se dio a la tarea de evaluar estos escritos a la luz de
criterios bien definidos que estudiaremos más adelante. Este proceso se hizo en parte debido a la
influencia del gnosticismo, movimiento religioso influyente y desafiante de aquél tiempo.
Etapa de ratificación (200-400 A.D.) Hay quienes dicen que la Iglesia hizo el canon del
Nuevo Testamento y que ella “autorizó” cuáles libros deberían estar adentro y cuáles afuera. El autor
del Código Da Vinci afirma, equivocadamente, que la Iglesia, por decisión política, descartó los
evangelios gnósticos porque estos presentaban a un Jesús humano, mientras que los Evangelios
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canónicos a un Jesús divinizado. Lo cierto es que la Iglesia lo único que hizo fue ratificar lo que ya
era reconocido por todos, es decir, que la lista de libros incluidos eran los inspirados, los auténticos y
los autoritativos. Los demás, aunque muchos de ellos eran buenos y enseñaban lo correcto, no tenían
el mismo nivel de reconocimiento. Muchos de estos otros escritos se usaron para la instrucción del
pueblo y siguen siendo de ayuda incluso ahora.
La Iglesia cristiana desarrolló en estos primeros siglos unos criterios para probar la
canonicidad de los libros del Nuevo Testamento, debido principalmente a la presencia de otros libros
que pretendían tener la misma autoridad que los libros inspirados. Estos criterios fueron los
siguientes:
El autor humano. Los autores de los libros del Nuevo Testamento deberían ser fácilmente
identificados como un apóstol o alguien respaldado por un apóstol. Todos los libros fueron
identificados así, con la excepción de la Epístola a los Hebreos, la cual fue reconocida y ratificada
porque cumplía los otros criterios. Este tema se ha vuelto interesante ahora porque los evangelios
gnósticos pretenden haber sido escritos por apóstoles (Tomás, Felipe e incluso Judas Iscariote, quien
no fue reconocido como apóstol).
El idioma. Otro criterio que se manejó fue el idioma en que fueron escritos los libros. Todos
los libros del Nuevo Testamento fueron escritos en el idioma griego. Esta prueba, aunque importante,
no era concluyente, porque otros libros también fueron escritos en griego, incluso algunos de los
evangelios gnósticos.
El contenido del libro. Los libros del Nuevo Testamento debían dar evidencia interna
contundente a través de su contenido mismo. El libro debía tener evidencia intrínseca de su
inspiración y autoridad. Al comparar los libros del Nuevo Testamento con los otros libros la Iglesia
muy rápidamente descartaba los demás libros, porque no mostraban esta evidencia. Solamente con
leer los evangelios gnósticos cualquier cristiano de hoy que conozca su Nuevo Testamento puede ver
las diferencias en el contenido y concluir que esos evangelios no son iguales a los canónicos.
La polémica más interesante de los últimos días se ha centrado en los evangelios gnósticos.
Por un lado, Dan Brown en su novela de ficción El Código Da Vinci afirma que el Evangelio de Felipe
y El Evangelio de María Magdalena presentan a “otro Jesús” muy distinto al de los evangelios
canónicos del Nuevo Testamento. La principal afirmación de Brown (no de los evangelios citados) es
que Jesús se casó con María Magdalena y tuvo descendencia con ella. Este hecho ha sido ocultado,
según Brown, por la jerarquía de la Iglesia Católica Romana a fin de proteger la historia del Jesús de
los evangelios canónicos.
Por otro lado, el reciente lanzamiento del descubrimiento del Evangelio de Judas ha causado
revuelo porque también este evangelio presenta “otra historia” distinta a la de los evangelios
canónicos. Según este evangelio, Judas no es un traidor, sino un héroe. Judas, según este evangelio,
fue el único discípulo que entendió las enseñanzas de Jesús. Varias preguntas saltan delante nuestro
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¿Son auténticos estos evangelios? ¿Enseñan la verdad acerca de Jesucristo? ¿Deberían agregarse a la
lista de libros del Nuevo Testamento? ¿Cómo afectan a nuestra fe cristiana estos evangelios? Para
comenzar debemos saber qué es el gnosticismo y luego qué son los evangelios gnósticos.
EL GNOSTICISMO
Según los gnósticos, Jesucristo salva no por su muerte y resurrección, sino por su enseñanza
de un conocimiento secreto. Quienes alcanzan ese conocimiento se salvarán de este mundo material
oscuro y pasarán a la luz del mundo espiritual. Esta es la enseñanza principal que se encuentra en los
evangelios gnósticos. Por estas ideas y enseñanzas, y por otras razones históricas, estos evangelios
nunca fueron considerados como fuentes de la doctrina cristiana, mucho menos como parte del Nuevo
Testamento.
En el año 1945 unos campesinos encontraron casualmente una vasija de barro que contenía 13
volúmenes encuadernados en cuero con 52 documentos de papiro. Están escritos en copto antiguo, un
idioma de Egipto, pero probablemente los documentos fueron escritos originalmente en griego. A este
hallazgo se le conoce como “biblioteca de Nag Hammadi” por el lugar donde fue encontrada. Entre
los documentos encontrados hay varios “evangelios” supuestamente escritos por discípulos de Jesús.
Los documentos encontrados fueron fechados en los siglos segundo, tercero y cuarto de la Era
Cristiana. El contenido de estos evangelios es claramente de carácter gnóstico.
El Evangelio de Tomás
El Evangelio de Felipe
El Evangelio de Felipe se ha hecho famoso porque Dan Brown lo cita en su novela El Código
Da Vinci poniendo en boca del “experto” Leigh Teabing la afirmación de que, según este evangelio,
Jesús se casó con María Magdalena. Este evangelio es parte de la colección de la biblioteca Nag
Hammadi y se desconocía su existencia hasta su descubrimiento en 1945. El contenido de este
evangelio difiere del de Tomás en que no es una colección de “dichos secretos” de Jesús; difiere de los
evangelios canónicos en que no es narrativo. Este evangelio contiene una colección de 127
reflexiones místicas de corte gnóstico basadas en supuestos sermones, discursos y meditaciones
atribuidos a Felipe, el discípulo de Jesús. El evangelio nunca afirma el matrimonio de Jesús con María
Magdalena. Lo que hace Dan Brown es especular malintencionadamente con un pasaje del evangelio
en donde se dice que María Magdalena era la “compañera” de Jesús y que Jesús la besó. Según
Brown en boca del “experto” Teabing, compañera significa esposa en el idioma arameo, pero ¡el
evangelio se escribió en copto, probablemente traducido del griego!, donde “compañera” significa
simplemente “asociada”, “amiga” y “compañera”. En todo caso, el hecho de que este evangelio diga
esto no significa que sea verdad.
El Evangelio de Felipe tampoco pudo haber sido escrito por Felipe, el discípulo de Jesús,
porque data de finales del segundo siglo lo más temprano y quizá del siglo tercero o cuarto lo más
probable. El v. 21 de este evangelio es particularmente importante, porque niega la resurrección
histórica de Jesús y señala de estar equivocados a aquellos que así lo afirman.
El evangelio no pudo haber sido escrito por María Magdalena por las mismas razones ya
expuestas arriba, es decir, data del siglo tercero cuando mucho. Tampoco apoya las ideas del
matrimonio de Jesús.
El Evangelio de Judas
El Evangelio de Judas es el último en darse a conocer, recién en este año 2006. La novedad es
que el contenido de este evangelio exalta a Judas Iscariote como el discípulo más adelantado y
entendido de todos. Solamente Judas entendió completamente la enseñanza de Jesús y esa fue la razón
por la cual él entregó a Jesús a las autoridades judías para ser juzgado. Según este evangelio Judas le
hizo un favor a Jesús, no lo traicionó. Este evangelio sí contiene elementos narrativos, pero solamente
en relación con los diálogos que Jesús sostiene con sus discípulos en los cuales siempre sobresale
Judas como quien entiende bien las enseñanzas de Jesús. Las enseñanzas del evangelio incluyen cosas
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como las siguientes: el reino celestial de Barbelo, de donde vino Jesús, los 72 cielos, los 360
firmamentos y la confusa cantidad de dioses y semidioses que los habitan. Es curioso que estos datos
no se dieron a conocer en la presentación pública del Evangelio de Judas.
CONCLUSIÓN
¿Son auténticos estos evangelios? En un sentido, todos estos documentos son auténticos,
porque son documentos antiguos que pertenecen a la época primitiva de la Iglesia cristiana (siglos II,
III y IV). Por lo tanto, sí se trata de documentos históricos que fueron escritos en esos primeros siglos.
En el sentido más estricto no son documentos auténticos, porque no fueron escritos por los discípulos
de Jesús, como pretenden. Aunque lleven el nombre de algún discípulo de Jesús como su autor, en
realidad ninguno de estos evangelios se escribió en el siglo primero y ninguno de los discípulos de
Jesús pudo haberlos escrito.
En conclusión, los evangelios gnósticos son cualquier cosa menos evangelios. El evangelio es
la buena noticia. Esa buena noticia es la persona misma de Jesús, su vida, su ministerio, sus milagros,
sus enseñanzas y, sobre todo, su pasión, su muerte y resurrección. Ninguna de estas verdades se
encuentran en los evangelios gnósticos. No hay razón para llamarlos evangelios. Mucho menos para
considerarlos parte del Nuevo Testamento.
CONCLUSIÓN
A la vez que esta polémica del Código Da Vinci y del Evangelio de Judas nos permite a los
cristianos estudiar temas de interés, también nos da la oportunidad de dialogar con el mundo, con
aquellos que tienen dudas e incluso con aquellos que nos atacan. No tenemos por qué escondernos y
rehuir el diálogo. ¡El enemigo nos invita a compartir nuestra fe! ¡Hagámoslo sin temor!