Vous êtes sur la page 1sur 31
(A Neg) ate ia aa Anéioe oft gn eae eps adh ps J Vi Stet yt {ise actnaprs te ea Toe de Bry, Opens 118, Ase a Rewirrce Fee ase e ebscegmdo tomo de LI Baia, Hire universe des por Michel de Certeau LA ESCRITURA DE LA HISTORIA Traduccién de Jorge Lépez Moctezuma Fine L. bres = ——PNEFERSIDAD-IBEROAMERICAN————— DEPARTAMENTO DE HISTORIA Titulo original en frances: L'Beriture de ristire Gallimard, 1978, Pais UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA BIBLIOTECA FRANCISCO XAVIER CLAVIGI De Certeaul, Michel La excritura de la historia 1. Historingrafia 1. Loner Moctezuma, Jorge 1. D13.C3818.2006 DAR © Ballons Gallimard, 1975 1a edicin en espanol, 1999 24. elmpresidn, 2006 D.R © Universidad iberoamericana, A.C. rol, Pasco de ta Reforma 880 Col, Lomas de Santa Fe México, DE, C.P. 01210 D.R. 0 Instituto Tecnologico y de Estudios Supesiores de Ovcidente (ITESO) Pesiferico Sur Manuel Gémez Morin 8585, ‘Tiaguepaque, Jalisco, México, C.P. 45090, ISBN 9¢8.859120:3, Impreso y hecho en México Printed and mate in Mexico “Prohibida la venta en Espaita”” indice Prélogo a Ia segunda édicién Escrituras e historias Primera parte Producciones del lugar Capitulo L. Hacer historia |. Un indicador: el tratamiento de Ia ide, en la historia 2. Pricticas historicas y praxis social 3. La historia, discurso y realidad 4. La historia como mito Capitulo II. La operacién historiogr fic: 1. Un lugar social Lo no dicho La institucién historica Los historiadores en la sociedad El que permite y el que prohibe: el lugar 2, Una practica Laaniculacién natwaleza-cultura nl 15 36 45 3t 60. or 0 69. 71 16 81 8a El establecimiento de fas fuentes 0 la redistribu del espacio Hacer resaltar Ins diferencias: las desviaciones del modelo90 El trabajo sobre el limite Critica e historia 3. Una eseritura La inversion de la escritura La cronologia o la ley enmascarada La construccién desdoblada El lugar del mucrto y el lugar del lector Segunda parte Produccién del tiempo. Una arqueologfa religiosa Introduceién, Cuestiones de método Capitulo 11: La inversién des o pensable. La historia religiosa del siglo XVUL 1. La religiGn en la époes 2, La interpretacién histérica x Capitulo IV. La formalidad de las practicas. Del sistema religioso a la ética de las luces (siglos XVU-XVITN) 1. De la divisidn de fas iglesias a la “raz6n de Estado” (siglo xvil) 2. Una nueva formalidad de las practicas: la politizacin de los comportamientos. 3. La ligica del “practicante”: una alternativa entre el deber de estado y el profetismo ~ 4. Laética filos6fica: “legalidad” y “utilidad” en el siglo XVII 5. Las leyes propias del grupo religioso: reduccién al silencio y administracién cultural 85 93 98 101 101 104 108 6 129 130 144 149 152 Tercera parte Sistemas de sentido: Lo eserito y lo oral Capitulo V, Etno-grafia. La orali otro: Léry ad o el espacio del 1. La “leccion de eseritura” en Jean de Léry (1578) . La reproduecién escrituristica Una hermienéutica del otro Lapalabra erotizada Visto yt ofdo: el ojo y el ofdo Capitulo VI. Elenguaje alterado. La palabra de la posesa L Transgresién ¢ interdiccion 2. Documentos alteradgs: los textos de las posesas 3. Yo es otro: “la perversidn del lenguaje” 4, Construccién y deconstruceién de un lugar 5. El cuaclro de nombres propios: una toponimia “alterada” 6. La mentira de la interpretacién Capitule VIL. Una variante: la e¢ icacién hagio-gratica 1. Historia y sociolo 2. La estructura del discurso 3. Una geografia de lo sagrado Cuarta parte Escrituras freudianas Capitulo VIL: L 0 que Freud hace con la historia, 208 206 2 214 22 227 239 242 245 248 251 254 258 263 267 A propésito de Una neurosis demoniaca en el siglo XVI. 273 1. Lo histétieo, produceién de la “Autklirung” freudiana 2. Para une historia del siglo XVIL 3. Del pasado legible al presente oculto 4. Ocular, trabajo de la historia 5. Las sustituciones del padre 6. Elacto y la ley Capitulo LX. La fieci6n de Ja historia. La eseritura de Mbisés y el monoteismo 1. El discurso de fragmentos 0 el cuerpo del texto Excribir en la lengua de otro, o la ficcion 3. La tradicion de la muerte, 0 fa eseritura 4. Bl quid pro quo 0 ta comedia de lo “propio” 5. Lanoyela de la historia 278 280 283 286 288 294 302 309 315 329 Prélogo a la segunda edicion Amerigo Vespucci el Descubridor lega del mar. De pie, v revestido con sora 2a, como un cruzado, leva las armas europeans del sentido y tiene deirs de si tos navios que traerén at Occidente Jos tesoros de un paraiso. Frente a ch la india América, mujer acostada, desnuda, presencia innominada de ladifsren- cia, cuerpo que despierta en un espacio de vegetaciones y animales exsticos." Escena inaugural, Después de un momento de estupor en ese tibral flanqueado Por una coltmnata de drboles, el conguistador ve escribir ef cuerpo de la otra y trazar en él su propia historia. Va hacer de ella el cuerpo historiado ~el blasén— de sus trabajos y de sus fantasmas. Ella sera América “latina” Esta imagen erética y guerrera tiene un valor casi mitico, pues Tepresenta el comienzo de un nuevo funcionamiento occidental de I es- critura, Ciertamente, la escena de Jan Van der Straet revela Ia sorpresa ante esta tierra que Vespucei capté claramente, el primero de todos, como una nuova ferra todavia inexistente en los mapas*-un cuerpo desconoci- do destinado a evar e} nantbre de su inventor (Amerigo), Pero lo que se esboza de esta manera es una colonizacién del cuerpo por el discursi del poder, la escritura conquistadera que va a wtilizar al Nuevo Mundo como tuna pagina en blanco (salvaje) donde exeribird el querer occidental, Esta eseritura transforma el espacio del otro en un campo de expansion para vun sistema de produccién, Partiendo de una ruptura entre un sujeto y el * 0 La epnoducis de ty primera pizina, 2 Chk. WE. Weshbum. "El significado de descubrinento en lox silos XY y XUV" en amos ‘swrieal Revie, 1962, ppt 39: Urs Biter, Die "Widen" und se "Zilserten™ Colne einer Getses und Kuturgeschichte der eurepsitch-ibersecichon Bogegnug, Minchen ct eck, 1976, pp. 19-80. Capituto 11 La operacién historiogriifica* {Qué fabrica el historiador cuando “hace historia? ;En qué trabaja? ,Qué proctuce? Interrumpiendo su deambulacién erudita por las salas de los ar- chivos, se aleja un momento del estudio monumental que lo clasificara entre sus pares, y saliendo a la calle, se pregunta: {De tyué se trata en este oficio? Me hago preguntas sobre la relacién enigmatica que mantengo con la sociedad presente y con la muerte, a través de actividades técnicas. Ciertamente, no hay consideraciones, por generales que sean, ni lecturas, por mis lejos que queramos extenderlas, que sean capaces de borrar la particularidad del lugar desde donde hablo y del ambito donde prosigo mi investigacién, Esta marca es indeleble. En el discurso donde escenifico cuestiones globales, tendré Ia forma de un idiotismo: mi modo de hablar configura mi relacién con un lugar. Pero el gesto que traslada las “ideas” a lugares es precisamente un gesto de historiador. Comprender, para él, es analizar en tgrminos de producciones localizables el material que cada método ha originalmente establecido segiin sus propios criterios de pertinencia,’ Cuando la historia’ se convierte, para el que la practica, en el * Un parte de este estudio fe publicada en J. Le Golly Noea Faire de (histoire, Gallina, 1974, pp. 3-41, com el tino “La operacign histones", Esa mam parte se presenta ag revisedn'y' comer, " Sie uabajo bistvco se eavctsiza por la deteinacin de ligaes de periencia, ex decit, or una pia (como lo hu demostado Paul \eyne, Comment on det Piso, Sea, 1971 p. 256.273), no renuncia sin embargo, a intriir lx unidades de tentie (o “hechos” ) tceminadas de ese manera, en las telaciones de progucciin. Se edict, pues,» detostat Ia relacin ente los productos 9 Tos lugares de produces "De ua vez pata siempre, aclre que explo I pla historian el sentido de hiseriogrfi, 8 deci, que eniendo pr hisvaria una prstics (ana dil), su veulogo (un deur) Io Felacidn ene ellos. Clr “Haver historia", supra, pp. 3358. objeto mismo de su reflexién, zpuede acaso invertirse el proceso de com- prensién que relaciona un producto con un lugar? Elhistoriador seria un cobarde, cedetia a una coartadaideologica, si para establecer la condicién de st trabajo recurriera a otro mundo filosSfico, una verdad formada y recibida fuera de los caminos por los cuales, en historia, todo sistema de pensamiento se refiere a “lugares” sociales, econd- ‘micos, culturales, etcétera, Ese tipo de dicotomia entre lo que hace y lo que diria,serviria por lo dems ala ideologia reinante protegiéndola de la practica cfectiva. Condenarfa, ademas, las experiencias del historiador @ un sonambu- lismo teérico. Més ain, en historia como en todo lo demés, una préetica sin teorla cae necesariamente, tarde o temprano, en el dogmatismo de “valores eternos” o en la apologia de un “intemporal”. La sospecha no deberia exten- derse a todo anilisis tedrico. En este sector, Serge Moscovici, Michel Foucault, Paul Veyne y otros, dan testimonio de un despestar epistemol6gico’ que manifiesta en Francia una nueva urgencia, Pero s6lo se puede recibir Ia teoria que trae consigo una prictica, a saber: la teorfa que, por una parte, da apertura a la Practica en el espacio de tna sociedad, y por otra, organiza los procedi ‘mientos propios de una disciplina. Considerar la historia como una opera- cidn, seria tratar, de un modo necesariamente limitado, de comprenderia como la relacién entre un lugar (un reclutamiento, un medio, un officio, cxeétera), varios procedimientas de andlisis (una disciplina) y Ia construc cidn de un fevto (una literatura). De esta manera admitimos que la historia forma parte de la “realidad”, de la que trata, y que esta realidad puede ser captada “como actividad humana”, “como practica”.‘ Desde esta perspec- tiva, quisiera probar que la opetacion hist6rica se refiere a fa combinaci de un lugar social, de pricticas “cientificas™ y de una escritura, Este and- lisis de las condiciones previas, de tas cuales el discurso no habla, nos permitirs precisar Is leyes silenciosas que organizan al espacio producido como um texto. La escritura histériea se construye en funcién de una insti tucién cuya organizacién parece invertir: obedece, en efecto, a reglas pro- pias que exigen ser examinadas en si mismas. * Chk Seige Moscovici, Essal sur hoire humaine de la nanue, Flammarion, 1968; Michel Foucau, L'Arhéelopie de avotr, Gallimard. 1969; Pal Veyue, Comment on dert PRstore, sewili97t Kart Mary, Thives cur Feuerbach, tsi | "El termine de cientico, bastante sospeshoso en el onjuato de as “ciencios huraas" (donde ‘le susie por el temin de anil), 1 fo es mesos en el eamp de las “cena exact” ten In medida en que eae temine aos remite lever. Se pucde defn, sa embargo, con ev {ermine ta posibiliad de esabecer un eoejuntn Je reslar que permiion "contolar” opereto nes proporcionadas In produccion Je bjetosdeterminados 68 1. Un lugar social Toda investigacién historiogratica se enlaza con un lugar de produceién socioecondmica, politica y cultural. Implica un medio de elaboracién cir- cunscrite por determinaciones propias: una profesion liberal, un puesto de observacién o de ensefianza, una categoria especial de letrados, etcétera. Se halla, pues, sometida a presiones, ligada a privilegios, enraizada en una parti- cularidad. Precisamente en funcién de este lugar los métodos se establecen, tuna topografia de intereses se precisa y los expedientes de las cuestiones que vamos a preguntar 2 los documentos se organizan Lono dicko Hace euarenta afios, una primera critica del “cientificismo” revel en Ia his- toria “objetiva” su relacién con un lugar, el lugar del sujeto, Al anatizar una “disolucion del objeto" (R. Aron), esta critica le quit6 a la historia el privilegio del que presumia cuando pretendia reconstrur fa “verdad” de lo que habia pasado. La historia “objetiva” conservaba, por lo dems, con esta idea de una “verdad”, un modelo tomado de Ia filosofia de ayer o de la teologia de antes de ayer, se contentaba con traducirlas en términos de “hechos” histéricos Los hermosos dias de este positivismo, ya teminaron, Después vino ef tiempo de la desconfianza. Se probo que toda interpretacisn historica depende de un sistema de referencia; que dicho sistema queda como una “filosofia” implicita particular; que al infiltrarse en el trabajo de analisis, organizandolo sin que éste lo advierta, nos remite a Ja “subjetividad” del autor. Al vulgatizar los temas del “histoticismo” ale- nin, Raymond Aron ensefié a toda una generacién el arte de sefiatar las “decisiones filosofigas” en funcién de las cuales se organizan los cottes de un material, Los eédigos con que se descifra, y el modo como se otdena la exposicién.’ Esta “critica” representaba un esfuerzo tedrico. Mateaba una etapa importante en relacién con una situacién francesa donde prevalecfan 4as investigaciones positivas y donde reinaba el escepticismo en to referen- tea las “tipologias” alemanas. Exhumaba los predmbules filosoficos y todo ono confesado de la historiografia del siglo XIX. Nos remitia a una circu- lacién de los conceptos, ¢s decir a fos desplazamientos, que a to Jargo de todo aquel siglo habian transportado a las categorias filoséficas por los subsuelos de la historia, de Ia exégesis o de la sociologia, « turodction a a philosophic de histoire. Esse sr ies Lmtes de 1 oblectiéhistvige, in, 1938; La Philosophie critique de Thawte, Vin 1998 (eed. 1969), Acer fst So B.A, ft ls ica de Pere Vila, “Maraismo ¢ histone en el desartlio de lar cloning branes”, ex Std! sorich, 1m. 5, 1960, pp. 1008-1083, prnsiptmente pp. 1051-1019, co) En nuestros dfs, nos sabemos Ia leccidn al dedillo, Los “hechos bistéricos” se hallan constituidos por la introduecién de un sentido en ta “objetividad”. Enuncian en el fenguaje del andlisis, “selecciones” que le son anteriores, que no resultan de la observacién ~y que no son ni siquiera “verificables” sino solamente “falsificables” gracias a un examen critica,’ La “relatividad histética” compone, pues, un cuadro, donde sobre el fondo de una totalidad historica se destaca una multiplicidad de filosofiasindividuales, las de los pensadores disfrazados de historiadores. Elretomo a las “decisiones” porsonales se efectuaba tomando como base dos postulados, Por una parte, al aistar del texto historiognifico un elemento filoséi- 0, s¢ le suponia una autonomia a la ideologia: en esto consistia la condicién de su extraccidn, Un orden de ideas se apartaba de la prictica histitica. Por lo dems (aun cuando las dos operaciones van juntas), al subrayar las divergen- as entre los “filésofos" disfrazados de historiadores, al referirse a lo insonda- ble de sus ricasintuiciones, hacian de dichos pensadores un grupo aislado de -su sociedad bajo el pretexto de una relacién mas directa con el pensamiento. El recurso a las opeiones personales provocaba un corto citcuito con el papel desempeitado en lo referente a las ideas por las localizaciones sociales.® La pluralidad de estas subjetividades flosoficas tenia desde entonces como efecto siscreto el conservar a los intelectuales en una posicién singular. Las cuestio- nes de sentido eran tratadas entre ellos, la explicitacién de sus diferencias en el pensamiento gratificaba al grupo entero con una relacién privilegiada en el ‘mundo de fas ideas. Los niidos propios de una fabrieacién, las téenicas, las presiones sociales, las posiciones profesionales o politicas, nada turbaba la paz de esta relacidn: el silencio era el postulado de este tipo de epistemologia R. Aron establecia en un coto reservado tanto el reinado de las Ideas como el reino de los intelectuales. La “relatividad” no actuaba sino dentro de este campo cerrado. Lejos de ponerlo en tela de juicio, la misma relatividad lo defendia, Apoydndosc en la distincién entre el sabio y el Politico, una de las tramas més flojas de la teoria de Weber,’ estas tesis " Acerea del "principio de flificuién", ef. Kal Popper, Logik ser Forschung, Viena, {934 (rad, ingles revisada y muy aumentada: The Lope of Sclenifle Discovery, Lone, Hutchinson, 1959), obra bisica del “racianalismo critic” * Ci, Antonin Gramsci. Git imellenualte FOrganizzarione deltas cultura, Tain, Ein, 1949, pp. 638 "oven sobee la tesis weberana seg la cul “a elaboraién cenificxcomienza eon ona lection que no tiene or jusifiacige sno la subjeliva, R. Aron ectlab, una ve mis en Let tapes de in ponsée soctologigue (Gallimard, 1967, p. S10), sl exvzomicnte, on Weber de In “elcoiin subjetiya” eon el sistema racional dela explicaciSn “esa” (td, yp. 500-922). De ‘sia manera Aron anlael efecto del log del inelectal en a sociedad puede considera uaa ‘ez ms» Weber como el antes 0 demolian una vanagloria del saber, pero reforzaban el poder “exento” de los sabios. Un hngar quedaba fuera de alcance en el momento en que se demostraba le fragilidad de lo que en ese mismo lugar se producia, E! privilegio retirado a obras sujetas a control, regresaba a un grupo imposi- ble de ser controlado. Los trabajos més notables sobre la historia, parece, todavia hoy, que se apartan dificilmente de la muy fuerte posicién que R. Aron habia tomado al sustituir el privilegio silencioso de un /ugar por el privilegio, wriunfante y discutible, de un producto, Mientras que actualmente Michel Foucault niega ‘oda referencia a la subjetividad o al “pensamiento” de un autor, el mismo Foucault suponia todavia, en sus primeros libros," la autonomia del lugar te6rico donde se desarrollan, en su “relato”, las leyes segiin las cuales los discursos cientificos se forman y se combinan en sistemas globales. L'Archéologie du savoir (1969) marca una ruptura, desde este punto de vis 4a, al introducira la vez las técnicas de una disciplina los conflictos sociales enel examen de una estructura epistemolégica, lade la historia (y esto no es una casualidad), Asimismo, Paul Veyne acaba por destruir en la historia lo que la critica de R, Aron conservaba todavia como “ciencia causal”, cuando al triturar los sistemas interpretativos hasta convertitios en una polvareda de percepeiones y de decisiones personales, no deja ya subsistir, en el sentido de Ja cobereneia, sino las reglas de un género literario, y como punto de referen- cia “el placer del historiador"." Parece serque en Veyne permanece intacto el resupuesto, que desde las tesis de 1938, quitaba implicitamente (oda perti nencia epistemoldgica al examen dela funcidn social ejercida pot la historia, Por el grupo de los historiadores (y més generalmente por los intelectuales), por las précticas y las leyes del mismo grupo, por su intervencién en el juego de las fuerzas publicas, etcétera, La institucién histérica Ellugar dejado en blanco w oculto por el andlisis que exageraba larelacién de un sujeto individual con su objeto, es nada menos que una institucién det saber. "Eu Les Mots f les choses Gallimard 1956) en particular, cay fnalided sid aslarada ‘efinida nbs tarde, principalmente en la notable “latoaiceiin” de '4echeologie du noone (op cit, pp. 9-28). Cie M. de Cereay, "El sol negro dl leuguae: M. Foucault, en E-Adsens fo Visto, 197D, pp. 18-132 "Cie M, de Certenu, “Una epistemologia de uansvibn:P. Veyue”, on Aanales ESC Xv, 1972, pp. 1317-132. 1" Esta institucién sediala el origen de las “‘ciencias” modemas, como lo demuestran, en el siglo XVil, las “asambleas” de eruditos (en Saint-Germain ddes-Prés, por ejemplo) , los intereambios de correspondencia y de viajes que realiza un grupo de “curiosos”,” y todavia con mas claridad en el siglo XVII los cireulos de sabios y las Academias por las que Leibniz se preocupaba tanto.” El hnacimiento de las “diseiplinas” esta siempre ligado a la creacién de grupos. Larelacién entre una institucién social y la definicién de un saber, insimia la figura, ya desde los tiempos de Bacon y Descartes, de lo que se ta llamado la “despolitizacién’” de los sabies. Es preciso entender por este ‘étmino, no un destierro fuera de la sociedad," sino la fundacién de “cuer- pos”, como el de “ingcnieros”, de intelectuales necesitados, pensionados, steétera, en el momento en que las universidades se estancan al volverse cada vez mas intransigentes. Las instituciones “politicas”,eruditas y “cclesidsticas” se especiali- zan reciprocamente, No se trata, pues, de una ausencia, sino de un sitio particular en una nueva distribucién del espacio social. Bajo a forma de un retiro relative de los “asuntos piiblicos” 0 de los asuntos religiosos (que tam- bién se organizan en cuerpos particulares), se constituye un lugar “cientifi- vo, La ruptura que hace posible Ia unidad social destinada a convertirse 2 Philippe Aris (Le Temps de "sore, Maco, 1951, p. 224, Pere Chaunu tla Chiliation fe 1" Europe classique, Anhaud, 1866, pp. 404-409, acerca de "La consitucion ¢ traves de =uropa de wn pequedo grupo de iavestigndres", tambien ote han nti! hecho. Peto ese fetatle muestra hasta qué punto esta “constitvciin social es el signo de ne rapture cvisterolézica. Por ejemplo, hay una relacién estechs ene Is limited de los miro (o 1c los viaje) y festalectento ene ellor de un lengucj erudite (acerca de la coneapondes, ‘i ene los miembros, eft Baudouin de Gaifie, en Religidm,druditon et eligue & le fn she "i stéte.. POF, 1968, pp. 2-8), © entre lag “seambless” de los midtcoles en Ia Dibliotece ‘olbertina, de 1675 2 1751, y Ia elaboracién de una invertigacin bistnica (acerca de etas crmiones, ef. Léopold Delisle, Le Cabinet des manucrts de la Bibliotheque Nationale, aris, 1968, pp 476-877), "Daniel Roche demuestra i etecha relacign entree cilopeiono (an “complejo de ideas") ¢ ‘stuciones como las academia patislenseso provincia (“Encclopedits§aendemicos” en Live "société dans a France dri sie, Mouton, 197), pp. 7-92), tambien Sergio Moravia nec ‘ucimient dela tologia con Ia constitucia de grapo de “Obsrvadores del habe” (Lt Slensa {ell uaa nel settecento, Bari Lateran, 1970, pp. 181-172). Se pueten ruliplica ls ejemplos "A pesae de G. Bachelard que eseribla la cladad ieee ehnestablecido el maven de rancid vial” (Le Rahionaliome appliqué, ror, 1966, p. 23; oft La Formation de esprit scientifique 268, pp. 32-34). A. Koyrérepite la mama tess, peto para defender “una vida propin, Une votoria amanente” de Ia clenia, que "ao puede ser comprendida sh no en funcion de we cpios problemas, desu propia historia” ("Pespectivas sabe la historia de las ciencias”, en tudes a" hstotre deta pensée scentfique, Gallimard, 1973, y. 399) Paece que bay a ‘ono canscevencia de las ideas de M. Webes: 1, sna confusion ene eifeencacisn y aise cot, com sie estalecimiento den Hagar “propio” no eousieralignda nun redisbeo ‘neraly por consiguiente a tedefinicionesrecprocat: una cancepeion Ge “historia de lat eas que ret tod pertnensina fs divisions sociale, senda ag fs coves epsiemoldgicos ‘on indisoeiablemente sociales intelectuals, en la “ciencia” nos indica que se esta Ilevando a cabo una nueva elasifica- cién global. Esta ruptura nos sefala, pues, en sti aspecto externo, unt lugar que se enlaza con otros en un nuevo conjunto; y en su aspecto intemo, el establecimiento de un saber que no puede separarse de wna institucion social Este modelo original se encuentra posteriormente en todas partes. Se multiplica bajo la forma de subgrupos 0 de escuetas. De aqui la persisten- cia del gesto que cireunscribe una “doctrina” gracias a una “base institu. cional”."* La institucién sacial (una sociedad de estudios de...) queda como la condicién de un lenguaje cientfic (a revista 0 el Boletin, continuacion y equivalente de las correspondencias de antatio). A pattir de ios “Observado- zs del hombre del siglo XVII hasta la ereacién de la sexta seccidn de ta Escuela Préctica de Altos Estudios por Ia Escuela de los Annales (1947), Pasando por las facultades del siglo XIX cada “disciplina” conserva st ambivalencia de sr la Jey de un grupo y la ley de una investigacién cientifica La institucién no da solamente una base social a una docirina, también la vuelve posible y la determina subrepticiamente, jy sin que una sea la causa de 'a otra! No nos cansatiamos de invertir los términos (la infraestractura se convierte en la “causa” de las ideas), si suponemos que no cambia, entre ellos, el tipo de relacién que establecié el pensamiiento liberal cuando otorgo.a Jas doctrinas la direccién de ta historia, Més bien debemos rechazar el aisla- miento de los términos, y por consiguiente la posibilidad de convertir una correlacién en una relacion de causa a efecto. Un mismo movimiento organiza a la sociedad y a las “ideas” que cit- culan en ella. Se distribuye en regimenes de manifestacion (econdmica, soca Cientifica, eteétera) que constituyen entre ellos firnciones imbricadas pero di ferenciadas, de las cuales ninguna es la realidad o la causa de las otras. Asi, los sistemas sociveconémicos y los sistemas de simbolizacién se combinan sin identificarse ni jerarquizarse. Un cambio social puede compararse, desi este Punto de vista, con una modificacién biolégica del cuerpo humano: forma, ‘como ella, un lenguiaje, pero proporcionado a otros tipos de lenguaje (verbal, por ejemplo). El aislamiento “médico” del cuerpo resulta de una division interpretativa que no tiene en cuenta el paso de la somatizacién a la simibolizacién Por el contrario, un discurso ideolégico guarda siempre una proporcién fija con un orden social determinado, asi como cada enuinciado individual se pro- duce en funcién de organizaciones silenciosas del cuerpo. Fl hecho de que el discurso, en si mismo, obedezca areglas propias, no impide que se apoyeen lo ‘que no dice ~en el cuerpo, que habla de un modo especial." ' Jean Glénsson, “La historiogmta fance-scontemporines”,en Vngtcitg ant de recherche historigne en France, CNRS, 1965. p. XXIV. 0. 5. propinito de los onalen, “EL psoas lezar a decir que la patra cite y que af cuerpo ible. Toda “doctrina” que rechaza en historia su relacién con la sociedad, queda en el campo de lo abstracto. Niega lo mismo que la esta produciendo. Padece entonces tos efectos de distorsién, debidos a la eliminacién de fo que Ia sitta en ef mundo de los hechos sin que lo diga o lo sepa: un poder que tiene su ligica; un lugar sostenido y “mantenido” por una disciplina que se desarrolla en obras sucesivas, eteétera, El discurso “ciemifico” que no habla de su rela- cidn con el “cuerpo” social, no puede dar origen a una practica, deja de ser cientfico, y esto es muy importante para el historiador, pues en esta relacion con el cuerpo social esté precisamente el objetivo de la historia. No podriamos is brs bases somo Zur Log dr SonatsenchoTibingen Mb It cba ad Mesenschah 1968 (a. LaTehngne sla saonce comme zoo Caine 197, 2 actos dl papel y del seid dl yoo del asian y de a ae ocpan et ngage Se spe so “app” somo loc, Ene Henrie, Plime de lap ro al Satur, 135, pp. 238-266 3 or “scissile miso geo hii, o mis ben, det dea epetva de Michel Fousasit “una préticediacusva® —el sj de separ que tamserens ous ‘stn isusina” (Archotoie de sav, Galimand. 196, ppe 7d» Toh) 5 Es preciso estar “acreditado” para tener acceso a la emunciacién hstoriogrifica, “La condicion de los individuos que tienen ~y s6lo ellos fo t nen~el derecho reglamentaro o tradicional, juridicamentedefinido 0 esponti- ineamente aceptado, de expresar cierto tipo de discurso™ depend de una “agre- gacion” que casiica el "yo" del eseritor dentro de! “nosotros” de un trabajo ‘lective, o que habilitaa un locutor para que enuncie el diseurso historiogréfico, ste discurso ~y el grupo que lo produce~ hace al historiador, mientras que la ‘ceologia atomista de una profesién “liberal” mantiene ta ficcién del sujeto autor Y deja creer que lainvestigacién individual constiaye la historia, Mis generalmente, un texto “hist6rico” (es decir, una nueva inter- pretacién, el ejercicio de métodos propios, la elaboracién de otras pertinencias, un desplazamiento en la definicién y el uso de un docurnento, tun modo de organizacién caracteristico, eteétera) enuncia une operacién gue sesitia dentro de un conjunto de prcticas,Fsteaspecto es primordial, 5 lo esencial en una investigacién cientifica. Un estudio particular sera Uefinido por Ia relacién que mantenga con otros, con temporsneos, con un “ astado de la cuestidn”, con las probleméticas explotadas por el grupo y los puntos estratégicos que se van formando junto con los avances y las des- viaciones determinados 0 vucltos posibles en lo referente a una investiga- ion en curso. Cada resultado individual se inscribe en un conjunto cuyos elementos dependen estrechamente unos de otros, y cuya combinacién jindmica forma la historia en un momento dado. Finalmente, cual es la “obra de valor” en historia? La que es reco- nocida por Jos pares. La que puede situarse en un conjunto operativo. La cue constituye un progreso en lo referente a la condicién actual de los “objetos” y fos métodos histéricos, y que, ligada al medio en que se elabo- 14, vuelve posibles a su vez nuevas investigaciones. El libro o el articulo de historia es ala vez un resultado y un sintoma del grupo que funciona como un laboratorio, Como el automévil producido por una fébrica, el estudio se + incula al complejo de una fabricacién especifica y colectiva y no es tanto cLefecto de una filosofia personal o la resurreccién de una “realidad” pasa~ a, Es el producto de un lugar. os historiadores en la sociedad ‘Segiin una concepeién bastante tradicional en Ia intelligentsia Francesa des- \Je el elitismo del siglo XVIII, se ha convenido que no se introduciré en la eoria lo que se hace en la prictica. Ast, se hablard de “métodos”, pero sin AL Fowesul op citap. 68, propéite del disurs0 medio, 16 cometer la falta de evocar su eapacidad como medio de iniciacién para tin rupo (es preciso aprender o practicat “buenos” métodos para ser introduci- do en el grupo), o su relacién con una fverza social (los métodos son los medios con los que se defiende, se diferencia y se manifiesta el poder de un cuerpo docente 0 burocrético), Estos métodos describen un comportamien- {o institucional y las leyes de un medio, y no por eso dejan de ser cientificos. En suponer una antinomia entre un anlisis social de laciencia y su interpre- tacién en términos de historia de tas ideas consiste la duplicidad de los que ereen que la ciencia es “auténomta’, y que escudandose en esta dicotomia consideran que no hay lugar para el anélisis de determinaciones sociales, y ue las presiones por él reveladas, son extraias o accesorias, Estas presiones no son accidentales, més bien forman parte de Ia investigacién, Lejos de representar la inconfesable intromisién de un extrafo ‘en el Santo de los santos de la vida intelectual, més bien constituyen la trama de los procesos cicntificos. El trabajo se apoya cada vez més en eguipas, en lideres, en medios financieros, y por lo tanto en los privilegios con que las relaciones sociales 0 politicas favorecen a uno u otro estudio para que pueda obtener créditos, También esti organizado como una profesién con sus je- Tarquias propias, sus normas centalizadoras, su tipo de reclutamiento Psicosocial.”* A pesar de las tentativas para romper las fronteras, se ha insta- lado en el citeulo de ta escritura: en ta historia que se escribe se concede la preferencia a fos que ya han eserito, de tal manera que ta obra histérica refuerza una tautologia sociocultural entre sus autores (Ietrados), sus abjeti- ¥0s (libros, manuscritos,etcétera) y su publico (cultivado). Este trabajo esta ligado a una ensefianza, por lo tanto a las fluctuaciones de una clientela; a las bresiones que ésta ejerce al erecer; a los reflcjos de defensa, de autoridad 0 derepliegue que la evolucién de los movimientos estudiantes provoca en los ‘maestros; ala introduccidn de la cultura de masas en una universidad masiva que ha dejado de ser el lugar reducido de intercambios entre investigacin y pedagogia. El profesor se ve empujado hacia la vulgarizacién destinada al “gran publico” (estudiantt o no), mientras que el especialista se alcja de tos circuitos de consumo. La produccién historica se encuentra dividida entre la obra literaria del que “tiene autoridad” y el esoterismo cientifico del que “hace investigaciones”. ‘Una situacién social cambia a fa vez el modo del trabajo y el tipo del discurso. {Es esto un “bien” o un “mal”? Ante todo es un hecho que se descubre por todas partes, aun en aquellas donde quieren ocultarlo, Las % Desgrciadamente no existe todavia, para el recltamiento de fos hstoradore, un eauvelen. tel etuio pblcado po Monique de SxitMantn, Les fonctions sorales de” excigremony Scientifique, Mouton, 1971 7 itoplicaciones ocutadas se reconocen por ls cosas que comienzan a moverse ‘oainmavilizarse al mismo tiempo, en sectores. cucantens lan pales : ajo del historiador. ;Bs acaso una simple casualidad que se pase dc la “his- a ae eerste eee eae mundiates,* cuando ocurte Ia gran erisis econémica de 19297 {Fs una casua- lidad que la historia cultural se imponga en el momento en que se impone por todas partes, junto con las diversiones y los medios de difusion masiva, la ‘mportancia social, econémica y politica de la “cultura”? :Es aeaso uns casua- lidad el que el “atomismo histérico” de Langlois y Seignobos, explicitamente asociaclo con la sociotogia fundada sobre la figura del “iniciador” (Tarde) y con tuna “eieneia de los hechos psicologicos” (que deseompone el psiquismo en “motives”, “impulsiones” y “representaciones"),.” se haya combinado con el orale rgus qu rein fins del siglo IX? peas unacanaiad el que los espacios muertos de la erudiciin -Ios que no son ni los objetivos ni Toslugres delainvesigacionresultanse, desde cl Lozére al Zambeze, regio~ nes subdesarrolladas, de tal manera que el enriquecimniento econémico crea hoy topografias y selecciones histéricas cuyo origen no puede confesarse y ceuya pertinencia no puede averiguarse? ye Pe este el acopio de les documentos hasta la redaccin del libro, la practica historica depende siempre de la estructura de la sociedad, En la Francia de ayer, la existencia de pequefias unidades sociales muy bien estructuradas defini6 los distintos niveles de la investigaci6n: unos archi- Vos limitados a los acontecimientos de un grupo y todavia muy identifica- dos con papeles de familias: una categoria de mecenas 0 de autoridades que apoyaban con su nombre la proteccién” de patrimonios, de clientes y de ideales; un reclutamiento de eruditos letrados eonsagrados a una causa y aque adoptaban ante su patria grande o pequeta el lema de los Monumenta Germaniae: Sanctus amor patriae dat animum; unas obras “consagradas” & temas de interés local que proporcionaban un lenguaje propio a lectores limitados, pero fieles, eteétera Los estndios sobre temas mas amplios no escapan a esta regla, pero la unidad social de la que dependen ya no es del mismo tipo: no se trata ya de una localidad, sino de la intelligenisia académica, despues universitaria, que se “distingue” a la vez de la “pequeiia historia”, det >a fin sem exe dea si de Georges Len, Psa sod de a Prancepenont ia Rivoaton, 128 ero toot plete de Hades atlantis eta SUS urodurion sm Sade: Nesorignes (198) sigue send In obra mixin de soa sri un can dete hve mat dempsey od tn pce wen de Comcnfor fnte nn ec ns Sra era Pe alm chop te yc loco Eto eon Seren 8 provincialismo y del pueblo menudo, antes de que al erecer su poder co Ja extensién centralizadora de la Universidad, imponga las normas y lo c6digos del evangelismo laico, liberal y patridtico elaborado en el siglo XIX por los “burgueses conquistadores Asi pues, cuando Lucien Febvre, en el intervalo entre las dos gue ‘as mundiales, declara que quiere quitarle ala historia del siglo XVI"el habi {0” de las querellas de antafio y sacarla, por ejemplo, de las categorias im Puestas por las guertas entre catdlicos y protestantes,” da testimonio et primer lugar del desvaneeimiento de las luchas ideol6gicas y sociales que ei ¢l siglo XIX volvian a tomar las banderas de los “partidos” religiosos pa: emplearlas en campaias semejantes. De hecho, las qucrellas religiosas si guieron durante mucho tiempo, aunque en terrenos no religiosos: republica hos contra tradicionalista, escucta piblica contra escuela “libre”. Pero cuane éstas luchas pierden su importancia sociopolitica después de la guerra del 14 cuando las fuerzas que se oponian en ellas se reparten de un modo diferente cuando se forman “eoncentraciones” o “rentes" comunes y la economic organiza el lenguaje de la vida francesa, se vuelve posible tratar a Rabelais como cristiano ~es decir como testigo de un tiempo pasado-, desligarse de ivisiones que ya no se viven en la sociedad, y por consiguiente ya no has ue preferir a los reformados oa los cristianos deméeratas en la historiogratic Politica o retigiosa universitaria. Lo que se nos da aentender con esto, no son concepciones mejores o més objetivas, sino una situacién diferente, Un eam bio de la sociedad permite al historiador tomar otra distancia en relacién con Jo que se convierte globalmente en pasado, Desde este punto de vista, L, Febvre procede de la misma mane- aque sus predecesores. Aquéllos adoptaban como postulados de su com: prensin, la estructura y las “evidencias” aun a riesgo de cometer errores criticos. fundador de los Annales euando promue quista historicas del sociales de su propio grupo, ‘Acaso procede de otro modo el ve una Blisqueda y una Recon- “Hombre”, figura *soberana” en el centro del univer- so de su medio burgués?” ;No obra asi cuando llama “historia global” al Panorama que s¢ oftece a la mirada de una magistratura universitatia? 4No obra asi cuando con la “mentalidad”, la “psicologia colectiva” y toda ‘a uilerfa del Zusammenhang, pone en escena una estructura todavia “iden, lista™ que fimeiona como el antidoto del anilisis marxista y oculta bajo AL. Feb, du coeur veligiacur di sce, Sevpen, 1957, p. M6, » "Todo lo que iene dl bam, depend dl home, sve A Hombre, en significa Ia peseci, i civil, ln gsony lar anes defer del Rene Combe pour hewire, A. Colin, 1953,» 428. Mis tne, fa igun reads os one oan ‘po congistador perdi macho de eretibigad 2 Henri err sehalba, ya desde 1920, el carter “idealist” de ta bstriasepin 1. Febvre erue de symhise historique, xxx, 1520, p- 1S} cry tuna homogeneidad “cultural” los conflictos de clase en que se encuentta él mismo implicado?” Por muy genial y novedosa que haya sido su bistoria, no deja de estar marcada socialmente, como 1o estuvieron las historias que él mismo rechazo, y si pudo superarlas, fue porque aquellas respondian a situa- ciones pasadas, y al mismo Febyre le imponen ahora otto “habito”, cortado 4 la medida, debido al lugar que ocupa en los conflictos de su presente Con o sin el fuego que chispea en las obras de L. Febvre, pasa lo tnismo hoy en todas partes, aun si hacemos 2 un lado el papel que desem- Peiian las divisiones sociales y politicas aun en las publicaciones y los nom- bramientos, donde funcionan prohibiciones técitas. Sin duda alguna ya no se trata de una guerra entre los partidos o entre las grandes corporaciones de antatio (el Ejército, la Universidad, la Iglesia, etcétera); resulta que la hemorragia de sus fuerzas lleva consigo la folclorizacién de sus progra- mas” y por fo tanto las verdaderas batallas ya no tienen lugar entre ellos. La ‘neutratidad” Hevaa Ia metamorfosis de las convieciones en ideologias dentro de una sociedad teenocritica y productivista anénima que ya no sabe sefia- lar sus preferencias ni identificar sus poderes (para aprobarlos o techazar- los). Asi, en la Universidad colonizada, cuerpo cada vez mis carente de autonomfa a medida que se hace mas enorme, entregado actualmente a las consignas y las presiones venidas de fuera, el expansionismo cientifico 0 Jas eruzadas “humanistas” de ayer son sustituidas por vergonzosas retira- ‘das. En lo que se refieze alas opciones, el silencio sustituye a la afirmacién, El discurso toma un color indefinido: “neutro”, Se converte en el medio de defender lugares en vez de ser ef emunciado de “causas” capaces de dar vida a un deseo, El discurso ya no puede hablar de lo que lo esta determi- nando: tiene que respetar muchas posiciones y solicitar muchas influen- cias, En este caso, lono dicho es a la vez lo no confesado de textos conver- tidos en pretextos, la exteriorizacién de lo que se hace en relacién con lo que se dice, y el desvanecimiento progresivo de un lugar donde la fuerza se apoyaba sobre un lenguaje. {No seria esto, por lo dems, Jo que “traiciona” la referencia de una historiografia conservadora a un “inconsciente” dota- do de una estabilidad mégica, y cambiado en fetiche por la necesidad que se 4 Acerca de a “tera det Zasammenkang”, Mactan y ia en tobe, cf Hans Dieter Mato, Lien Feve. La pentée irate dwn histories. A. Colin 197, 98-119, L. Febwe, se rere siertamente a a “case” para explcar el siglo xv (eft por ejemplo Pour une histlre& part entire, Paris, 1963. pp. 350-360, acer de la burguesfa), nan cuando fo hace con mitcha ‘etcencia (eft Ibi, pp. 185-199), pero nace intervene a problema de ss propia localeacion sosinl casa analiza au précticn y's concepts hticns, Fn coon a entimarwat, te se ‘sans, por elem, en fa ese de Daniel Gti (Combass pou Thistae, op cle pp. 109 113), que afima que Ia aproximacisn de Michelet y de Mara es pars. Febvre un Scent "Cll. M, de Ceneaa, "Lat revoluciones de lo rele’, en La Cue a pluie, 10181974, py. 38 80 tiene “a pesar de todo” de afirmar un poder propio que “saber " IT un poder propio que “sabemos bien" que hhace tiempo desapareci5?”” " El que permite y el que prohibe: el lugar Antes de saber lo que Ia historia dice de una sociedad, nos importa analizar fomofunciona ella misma, Esta insinucién se inseribe en un complejo que lc permite solamente un tipo de produceiones y teprohibe ots, Ast oc dela doble funcién del lugar. Fueiveposibles algunas investigacionen, yr Siena Covunturas y probleméticas comunes. Pero a otras fas vuelve impo. sibles; excluye del discurso fo que constitaye su condicidn en un memento dado: desempera el papel de una censura en lo referente a los postalades Presentes (sociales, econdmicos, politicos) del aniisis. Sin duda alguna fata combinacién del permiso con la prohibicién es el punto ciego de la investigacion historica y la razén por la cual no es compatible con cual. fier cosa. ¥ precisamente sobre esta combinacién debe actuar el trabajo destinado a modificarla, De todos mods, lainvestigacién se ve circunscrita porel lugar que efine una conexién de lo posible con lo imposible. Si la vonsiderirarmos solamente como un “decir”, reintroduciriamos la leyenda en {a historia, es decir pondsiamos un no-lugar 0 un lugar imaginatio, en ver del enlace del ‘uso com un lugar social. Porelcontrato, la historia se define completa- mente por una relacidn del lenguaje com el cuerpo (social), y por consiguien- {© por su relacién con los timites que impone dicho cuerpo, sea al modo Propio del lugar desde donde se habla, sea al modo propio del objeto-otro (pasado, muerto) del que se habla Lahistorid queda configurada en todas sus partes por el sistema con gue se clabora. Hoy como ayer, esté determinada por el hecho de una fabri. cacién localizada en algiin punto de dicho sistema. Asi pues, el tener en {tents el lugar donde se produce, permite al saber historiogrifico escapar a {a inconsciencia de una clase que se desconoceria a si misma come elave en {as relaciones de produccién, y que por lo tanto, desconoceria a la sociedad donde esti insertada. El enlace de la historia con un lugar es la condicién de Posibitidad de un andlisis de ta sociedad. Sabemos, por lo dems, que tanto en cl marxismo como en el feudisaio no hay andlisis que no sea fntegramente dependiente de la situacién creada por una relacién, social o analitiea, 710, Maso “Lok pr in eu" en Cet port mesianr ot Aue Sine, Seu 1969, pp. 9-33, i Senieumnmeien 81 Si tomamos on serio su lugar, todavia no hemos explicado Ia histo- ria, Attn no se ha dicho lo que se produce. Pero es la condicién para que cualquier cosa pueda decitse sin que sea legendaria (0 “edificante”), 0 a-6pi- (sin pertinencia), Siendo la negacién de la particularidad del lugar el prin- cipio mismo de la ideologia, excluye toda teoria. Més atin, al instalar al dis- ccurso en un no-lugar, se prohibe a la historia hablar de la sociedad y de Ja muerte, €5 decir, se le prohibe ser historia, 2. Una pri ica “Hacer historia”, es una practica. Desde este punto de vista podemos pasar a tuna perspectiva mis programiética, considerar los caminos que se nos abren, y no limitarnos a la situacién epistemolégica que ha revelado hasta ahora una Sociologia de la historiografia, En la medida en que la Universidad permanece ajenaa la prictica ya Jas teenicas,* se clasifica como “ciencia auxiliar” todo lo que pone a la histo- ria en relacién con las técnicas: ayer, la epigrafia, la papirologia, la paleogra fia, la diplomatica, la eodicologia, etcétera; hoy, Ja musicologia, el “folclorismo”, la informitica, etcétera. La historia sélo habria de comenzar con la “palabra noble” de la interpretacién, Seria finalmente un arte de discu- mir que borratia pidieamente las huellas de un trabajo, De hecho, hay alli una ‘opcion decisiva, El lugar que se conceda 2 la técnica coloca ala historia del lado de fa literatura o del lado de la ciencia, Si-es verdad que la organizacion de la historia se refiere a un lugar y ‘un tiempo, esto se debe a sus técnicas de produecién, Hablando en goncral, cada sociedad se piensa “historicamente” con los instrumentos que le son propios. Pero el tétmino “instrumento” es equivoco. No se trata solamente imagen invertida; da lugar a la carencia y luego la oculta; crea relatos del pasado que son cl equivalente de los cementerios en las ciudades; exorciza ¥ confiesa.uns presencia de la muerte en medio de Jos vivos. Actuando e2 dos escenarios, ala vez. contractual y legendaria, escritura performativa y escritura para leerse en espejo, tiene el estadio ambivalente de “hacer fa historia”, como to ha demostrado Jean-Pierre Faye,”y al mismo tiempo de “contar historias”, es decir de imponer las coacciones de un poder y d= proporcionar escapatorias. “Instruir deleitando”, se decia antiguament Precisando més algunos aspectos de le construccién historiografica, les elaciones de diferencia y de continuidad que la eseritura mantiene con ur'a disciplina de trabajo, pueden aparecer mejor," asi como también su fur eign social como prictica En efecto, al separarse del trabajo cotidiano —incertidumbres, con- Mlictos, combinaciones de mictodecisiones que caracterizan a la invest:- gxoidn concreta-, el discusso se sittia fuera de la experiencia que lo aere dita, se disocia del tiempo que pasa, olvida el transcurso de los trabajos y de los dis, para proporcionarnos “modelos” en el cuadro “ficticio” del tiempo pasado, Ya se ha demostrado todo to que habia de arbitratio en esta construccidn, Se trata, pues, de un problema general, Asi, el Cuc derno rojo de Claude Bernard (1850-1860) presenta una crénica ya dis tante de la experiencia efectiva del laboratorio; y la teoria, la fatroduecién al estudio de la medicina experimental (1865), se halla a su vez atrasads simplificada y reducida respecto al Cuaderno.” Entre otros mil, este ejen. plo nos muestra el paso de la prictica a la erénica y de la erénica a una didéetica, Solo una distorsién permite la introduccién de la “experiencia en otra prictica, igualmente social. pero simbélica, escrituristica, qu= sustituye el trabajo de una investigacién por la autoridad de un sabe {Qué es lo que fabrica el historiador cuando se convierte en escritor? $s mismo discurso lo debe confesar. Y Acerca deta geformtivida, ef. infra, pp. 2 y 116118 Jean-Piere Faye, Langages sotaliaives y Théorie da rétt, Hermans 1972, Chr Roberto Mingueee, "Feat bistro: legaidad y sigifeacin"- en Sem, ts, nim, 1971, pp. 20-36, y del misino auto, Serer hove, Ox, el deV'Universit. 1973, "OM MD, Grek, Ralsonemen: experimental etrichershesotclogiqte chez Clade de Bena Ginebra, Droz, 1973 Este estado minucios eye ttres sera en mache a caso pariuard ¢ erat, pemite capa en vivo los destatamients gue hacen past de la experiencia (en ete cis contolads) Ia “erdnica”, y de In cronca al dscurso didicice ~teora o “historia 103 La cronologia o la ley enmascarada os resultados de la investigacién se exponen segin un orden eronolégico, iertamente, la constitucién de series, el aislamiento de “coyunturas” globales, mo tambien las téenicas de la novela o del cine, han suavizado la rigidez de ste orden, permitido el establecimiento de cuadros sincrénicos y tenovado 0 medios tradicionales que hacen actuar entre ellos momentos diferentes. Ssto no obsta para que toda historiografia nos plantee vn tiempo de las cosas vom el contrapunto y la condiciOn de un tiempo discursivo (el discurso avanza” ms 0 menos aprisa, se relatda o se precipita), Por medio de este ‘empo referencial, la historiograffa puede condensar o extender su propio ‘iempo,” producir efectos de sentido, redistribuir y codificar la uniformidad «lel tiempo que corre. Esta diferencia tiene ya la forma de un desdoblamicnto, Fea un juego y proporciona a un saber la posibilidad de producirse en un “viempo discursivo” (0 tiempo “diegético”, como dice Genette) distante del ‘iempo “real”, Bl servicio proporcionado a la historiografia por la remisién a se tiempo referencial, puede considerarse bajo diversos aspectos. EL primero (que se volverd a encontrar bajo otras formas), es el de iolver compatibles a tos contrarios. Un ejemplo sencillo: se puede decir hhace buen tiempo" 0 “no hace buen tiempo". Estas ds proposiciones no inueden ser mantenidas ala ver, sino solamente mau otra, Por el contrario, i introducimos la diferencia de tiempo de manera que transformemos las ‘ios proposiciones en “ayer hacia buen tiempo" y “hoy no hace buen tiem- po", es legitimo mantener al mismo tiempo una y otra. Los contratios son pues compatibles en el mismo texto, con la condicién de que éste sea na- vrativo. La temporalizacién erea la posibilidad de volver coherentes a un ‘orden” y a su “heterdclito”. En relacién con el “espacio plano” de un istema, la narrativizacién orea un “espesor” que permite colocar, junto al istema, a su contrario o a su resto, Una perspectiva historica autoriza, >ues, la operacién que, desde el mismo lugar y en el mismo texto, sustituye conjuncién a la disyuncién, mantiene al mismo tiempo enunciados con- rarios, y més ampliamente, supera la diferencia entre un orden y lo que queda fuera de él. Ella es, pues, el instrumento por excelencia de todo fiscurso que trata de “comprendet” posiciones antinémicas (basta que uno * Deade ete panto de vss, ta histrigraia puede obtener une efcacis cto mayer vali Jose de lor medios t2nicos perfecconados por el cine. Ch ejemplo interesante, Gilbert Aouget, “Uo experiencia de cine sinerbnico en cima lola (en L'fonme, tx aim. 2 71 pp 13-117), a propio del Zeineplero estar de emp” (Sttcher) que permite Hato conraer el tempo sonora sin deformtl, y por onsigiene present le imagen nis ta 0 mis rida. Cie también Piee Schaefer Trattd des objets musicnat. Sei 1966, rp S426, acerca de las accleraciones y disminuciones de Velocidad que forman parte ée un oeeso tradicional en histori, los de los términos en conflicto sea clasificado como “pasado”), de “reducit”™ al elemento aberrante (éste se convierte en un caso “particular” que se inscribe como detalle positivo en un relato), o de mantener como “faltante™ (en otro periodo) lo que escapa a un sistema del presente y representa un papel de figura extrafa, Pero esta ternporatizacién que esquiva de esta manera los Kimites im puestos con todo rigor ¥ constraye un escenario en el que pueden actuar al mismo tiempo los incompatible, tiene que enfrentarse con su reciproca: el relato sélo puede guardar la apariencia de un silogismo: cuando explica es entimemstico,* “aparenta” raciocinar, De esta manera el relato, al mantener la relacién de una raz6n con lo que pasa fuera de ella, en sus orillas, conserva la posibilidad de una ciencia 0 de una flosofia (puesto que es heutistico), pero como relato, ocupa el lugar del silogismo y oculta su ausencia, Puede uno preguntarse qué es lo que autoriza a lahistoriograffa para constituirse en sinte- sis de los contrarios, como no see un rigor racionalista. En efecto, si acepta- ‘mos las distinciones de Renvéniste entre “discursa” y“telato"," lahistoriografia es un relafo que funciona de hecho como iscurso organizado por el Ingar de los “inferlocutores” y fundado sobre el lugar que seca el “autor” respecto asus lectores. El lugar donde se produce ese] que autoriza al texto, y esto es revela- do antes que por ningtin otto signo, por el recurso a la cronologta La cronologia sciiala un segundo aspecto del servicio que el tiem- Po presta a la historia, Ella es la condicién que hace posible fa divisién en periodos, Pero (en sentido geométtico) la cronologia proyecta sobre el texto la imagen invertida del tiempo que en la investigacién, va del presente al pasado; sigue las huellas al revés. La exposicidn historica suponte la elec ‘ign de un nuevo “espacio vectorial” que transforma el sentido de recorti- do del vector tiempo ¢ invierte su orientacién, Parece que solamente esta inversiOn vuelve posible fa articulacidn de ta prictica con la escritura. $i indica una ambivalencia de tiempo,” es porque ha planteado antes et pro- blema de un re-comienzo: ,eusndo comienza la escritura? ;Cudindo se esta- blece para que haya historiogratia? % Roland Bates Jo hn ota en “El discwso de a historia, op. it pp. 71-72. Cf sob todo CG. Hempel, "La Funcién de ls Leyes Generales en ls Historia, en Journal of Pitophy, oo, 1842; acerca de Tos esbores de explicueidn (explanation sketch) que propereigna In Nistoriografa, ese estudio aos puede servir de reverencia * Emile Benveniste, Probidmes de lngusigne ginrate, Galinaed, 1966, pp. 253. stcurs, Ia instancia ext en el hie y el nunc de los interacutores. en sh ato de habla” (oe ice: el prefecto partio avery en el relat i instancin ext contin por "hos tGiminos - ge se rien. los objets reales... Tos Hiempnsy 4 fos lugares hss. * fe por ejemplo las cbservaciones de André Viel, "De fo rbnico alo cromologico”, ex Hi fori de notre mage, Mont-Blaye, 1965, pp. 109-141, acerca del “tiempo no orienta y 1a ambivalencia™ A primera vista, la historiograffa conduce al tiempo hacia el momen- todel destinatario, Ella construye el lugar del lector en 1975, viene a él desde el fondo de los tiempos. Ya participe o no en una temdtica del progreso; ya arrastre 0 no consigo una larga duracion o cuente una especie de “epist en fin, cualquiera que sea su contenido, la historiografia trabaja en unir un presente, que es el término de un recorrido més © menos largo, con la trayec- toria cronologica (1a historia de un siglo, de un periodo 0 de una serie de ciclos). El presente, postulado del discurso, se converte en el producto de la ‘operacién escrituristica: el lugar de produccién del texto se eambia en lugar producido por el texto. : El relato tiene, sin embargo, sus complicaciones. La eronologia de la obra hist6rica no es sino un segmento limitado, tratado sobre un eje més _amplio que se prolonga por ambos lados. Describamos, por ejemplo, la evo- Jucién del Languedoc desde el siglo XV hasta el XVII, trazada sobre un eje ‘mas amplio que rebasa la linea hacia un lado y al otro: I 0) Speen ee ESE SCHESGigrey SxV0 SMI SVM S.XVIE Por una parte, la cronologia enfoca al momento presente a través de una distancia: la parte derecha de la linea dejada en blanco, definida solamen- te en su origen (del siglo XVII a nuestros dias). Por otra parte, supone una setie finita cuyos términos permanecen inciertos; postula en iltimo término el recurso al concepto vacio y necesario de un punto cero, origen (del tiem- po) indispensable para una orientacién.”” El relato inscribe, pues, sobre toda la superficie de su organizacion, esia referencia inicial e inaccesible, condi- cin de posibilidad de su historizacion, Al permitira la actualidad “mantener- se” enel tiempo y finalmente simbolizarse, el relato la establece en una rela- cidn necesaria con un “comienzo” que no es nada, y que no tiene mis objeto que el de ser un limite. La cotocacién del relato en su lugar lleva consigo en todas partes una relacién técita con algo que no puede tener lugar en la histo- ria -un no-lugar fundamental-, sin el cual no podemos tener historiografia La eseritura dispersa, a lo largo de la escenificacién cronoldgica, la referen- cia del relato a algo no-dicho que es su postulado, a auseacia del Desde este punto de vit, Iy, en la episeme griega, wn lao de anid entre cero en las matemitcaty la ausencia de una hstonm gue pieore al pasado como difer Sobioel “concep” de cero cf las observaciones de Frege en Ler Fondements de arthmitu, trad. de CL Imbert, Seui, 1969, § 8 sobre wo 74 106 Este no-lugar sefiala cl intersticio entre a préctica y la escritura, La censura cualitativa entre una y otra se manifiesta sin duda por el hecho d=: que la escritura des-naturaliza¢ invierte el tiempo dela préctica, Pero silo wa aso silencioso al limite planiea efectivamente su diferencia. El cero del tien Po enlaza la una con la otra, es el umbral que conduce de la fabricacién dl objeto a la construccién del signo. Esta nada inicial sefala el retomo disfrazado de un pasado ajenc Podiriamos decir que es e1 mito convertido en postulado de la cronologia mismo tiempo eliminado del relato y siempre supuesto-, imposible de eli har, Una relacién necesaria con el otto, con ese “cero” mitico, permanec insctita en el contenido junto con todas las transformaciones de la geneal~ Bia, con todas las modulaciones de las historias dinasticas o familiares de una politica, de una economia o de una mentalidad, Para que el relato “descienda hasta el presente, es preciso que reciba sut autoridad de mas arviba, de una “nada” cuya formula nos la daba ya la Odisea: “Nadie sabe por si mism guién es su padre” Expulsado det saber, un advenedizo se insinia en 11 nstoriografia y determina su organizacién: es lo que no se sabe, Io que n> tiene nombre propio. Bajo a forma de un pasado al que no se le puede seiiater ningtin lugar, pero que no puede ser eliminado, es la ley del otro.” “La ley siempre saca ventajas de lo que se escribe”.™ $i 1y historiografia resulta de una operacién actual y localizada, come escrite Fa repite otro comienzo, este iiltimo imposible de datar o de representa, Postulado por el despliegue, a primera vista muy sencillo, de la cronolo. gia’\"'Ella dupliea el tempo gratificante -el tiempo que viene hacia vose tros, lectores, y valoriza vuesito hugar~ con la sombra de un tiempo pre hibido. La ausencia que da comienzo a toda literatura invierte (y permite} Ja manera de Mlenar el relato de sentido y de fijar en el discurso un huga Oise, Rapsodia "Ct al respect Jean Laplanche y JB. Pootln*Fantasmo orginal, faassen de os origene ‘igen del fantasma’, en Les Temps modernes, XIX, 1964, pp. IB32-186H Exe estudio sore sla “escenifcacin del deseo” en la secuencia de imdgencs aclara tambien lon preMlenes Baoteados por el discuio histéico. “El sujeto puede estar bajo ina forma desvjetvade, co esi en Ta sits mise de la seouencia de que te tala” "Eh Fantasma que es, esciben fs a esco se apoya en i fate toes, el Tuga de lace de la apetaciones defensivas Fmitivas vom le tebeliin coota uno mismo, el paso al couture, In proyecston, Ie acy ‘ibn iop cit, p. 1868). El relate histneo preseutalambin, como etcenRcnchon, los cra ‘crest fans “Mauve Blanchot, Beton infin, Galland, 196, p. 528. Cf lean Meschomi,“Mausse ‘Blabchot ola esertra sin lege”, en es Caer du Chemin an, 20 15 enero 1924, pp. 19- It %Pilip Rif tha insist patcularmente eal neve conned y ena repeticn gue careteriayn “model of tine" freudiano; eft "La autoridad del pad en Freud: te mind ofthe moves ‘Now York, Viking Press, 1959, “El signitica de le historia y dela teligion onal pencomsots ae Freed" en Brace Mazlsch ed, Fsichomnalsic ard Hivory Englewaed Cliffs ON). Toe Pp. 23-44; elctera 107

Vous aimerez peut-être aussi