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Daniel E. Florez Muñoz.
Para mi amigo Ricardo Sanín-Restrepo.
Recuerdo que desde mis estudios de secundaria me parecía particularmente pretensioso el rotulo que acompañaba el nombre de Francisco José de Caldas, también llamado el Sabio Caldas. Este hom-bre de letras y claro exponente de la intelectualidad criolla en la Nueva Granada, no solo ostenta el título de ser el gran gestor de los innovado-res estudios en relación a la geografía granadina, contribuciones académicas que sin duda constituyeron una piedra angular para definir los imaginarios y símbolos que permitirían la identidad latinoamericana y sus consecuentes efectos políticos entendidos como procesos indepen-dentistas. También –y esto es lo curioso- es el titular del dudoso honor de ser el constructor de una de las narrativas más excluyentes y racistas cuyos efectos han perdurado recurrentemente al interior de los imagina-rios colectivos a lo largo de nuestro frustrado proyecto de nación, ahora bien, lo realmente interesante de esta situación, es que precisamente dichas teorías abiertamente segregadoras, coincidan materialmente con las contribuciones realizadas como adalid de la intelectualidad criolla. O lo que es lo mismo, al señor Caldas se lo admira por ser el autor de her-mosas e importantes obras sobre la Geografía Humana y se lo acusa al mismo tiempo, por ser el autor de horribles e importantes obras sobre la Geografía Humana. En ese orden de ideas, valen las preguntas, ¿Cómo es que alguien puede ser alabado y al mismo tiempo condenado por un mismo hecho? ¿Cómo es que una teoría puede ser científicamente progresista e innovadora y al mismo tiempo reproducir irracionales prejuicios en contra de colectividades enteras? Y quizá lo más importan-te para nuestro trabajo, ¿Qué demonios tiene que ver eso con el Derecho?
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Algunas Consideraciones Acerca de Los Constitucionalistas Del "Alma Bella" en Colombia- Daniel Florez
Daniel E. Florez Muñoz.
Para mi amigo Ricardo Sanín-Restrepo.
Recuerdo que desde mis estudios de secundaria me parecía particularmente pretensioso el rotulo que acompañaba el nombre de Francisco José de Caldas, también llamado el Sabio Caldas. Este hom-bre de letras y claro exponente de la intelectualidad criolla en la Nueva Granada, no solo ostenta el título de ser el gran gestor de los innovado-res estudios en relación a la geografía granadina, contribuciones académicas que sin duda constituyeron una piedra angular para definir los imaginarios y símbolos que permitirían la identidad latinoamericana y sus consecuentes efectos políticos entendidos como procesos indepen-dentistas. También –y esto es lo curioso- es el titular del dudoso honor de ser el constructor de una de las narrativas más excluyentes y racistas cuyos efectos han perdurado recurrentemente al interior de los imagina-rios colectivos a lo largo de nuestro frustrado proyecto de nación, ahora bien, lo realmente interesante de esta situación, es que precisamente dichas teorías abiertamente segregadoras, coincidan materialmente con las contribuciones realizadas como adalid de la intelectualidad criolla. O lo que es lo mismo, al señor Caldas se lo admira por ser el autor de her-mosas e importantes obras sobre la Geografía Humana y se lo acusa al mismo tiempo, por ser el autor de horribles e importantes obras sobre la Geografía Humana. En ese orden de ideas, valen las preguntas, ¿Cómo es que alguien puede ser alabado y al mismo tiempo condenado por un mismo hecho? ¿Cómo es que una teoría puede ser científicamente progresista e innovadora y al mismo tiempo reproducir irracionales prejuicios en contra de colectividades enteras? Y quizá lo más importan-te para nuestro trabajo, ¿Qué demonios tiene que ver eso con el Derecho?
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Daniel E. Florez Muñoz.
Para mi amigo Ricardo Sanín-Restrepo.
Recuerdo que desde mis estudios de secundaria me parecía particularmente pretensioso el rotulo que acompañaba el nombre de Francisco José de Caldas, también llamado el Sabio Caldas. Este hom-bre de letras y claro exponente de la intelectualidad criolla en la Nueva Granada, no solo ostenta el título de ser el gran gestor de los innovado-res estudios en relación a la geografía granadina, contribuciones académicas que sin duda constituyeron una piedra angular para definir los imaginarios y símbolos que permitirían la identidad latinoamericana y sus consecuentes efectos políticos entendidos como procesos indepen-dentistas. También –y esto es lo curioso- es el titular del dudoso honor de ser el constructor de una de las narrativas más excluyentes y racistas cuyos efectos han perdurado recurrentemente al interior de los imagina-rios colectivos a lo largo de nuestro frustrado proyecto de nación, ahora bien, lo realmente interesante de esta situación, es que precisamente dichas teorías abiertamente segregadoras, coincidan materialmente con las contribuciones realizadas como adalid de la intelectualidad criolla. O lo que es lo mismo, al señor Caldas se lo admira por ser el autor de her-mosas e importantes obras sobre la Geografía Humana y se lo acusa al mismo tiempo, por ser el autor de horribles e importantes obras sobre la Geografía Humana. En ese orden de ideas, valen las preguntas, ¿Cómo es que alguien puede ser alabado y al mismo tiempo condenado por un mismo hecho? ¿Cómo es que una teoría puede ser científicamente progresista e innovadora y al mismo tiempo reproducir irracionales prejuicios en contra de colectividades enteras? Y quizá lo más importan-te para nuestro trabajo, ¿Qué demonios tiene que ver eso con el Derecho?
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