214 (2010)
Explorations américanistes transdisciplinaires
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Référence électronique
Alejandra Lazo et Rodrigo Calderón, « El barrio: espacio en construcción », L'Ordinaire des Amériques [En ligne],
214 | 2010, mis en ligne le 23 février 2014, consulté le 04 mai 2016. URL : http://orda.revues.org/723
Éditeur : Université de Toulouse 2 - Le Mirail; Institut pluridisciplinaire pour les études sur les Amériques à Toulouse
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1. Aproximaciones teóricas
4 Esta primera parte está consagrada a una revisión al concepto del barrio desde dos disciplinas:
la geografía y la antropología. Sin abundar demasiado en el lugar que ha ocupado esta noción
en la literatura, ya que ésta ha sido bien documentada por varios autores (Di Méo, 1994;
Homobono, 2000; Authier et al., 2006; Imilan, 2007), expondremos algunos de los referentes
en los cuales hemos basado nuestra aproximación al terreno.
7 Para la geografía, el barrio había sido definido como una fracción del espacio urbano que
presenta características comunes (Cabot, 1948 en Di Méo, 1994), unidad de análisis o escala
de observación privilegiada para leer los fenómenos urbanos. Uno de los primeros avances
teóricos que experimentó el estudio del barrio en la geografía proviene de la Escuela de
Chicago que asignaba a éste, una existencia objetiva resultado de las relaciones ecológicas
entre la sociedad y su espacio. Este paradigma tendió hacia una perspectiva funcionalista
que proponía una metodología que incorporaba una doble dinámica de los barrios, la de su
evolución temporal y la de sus relaciones sistémicas con la ciudad.
8 En la década de los sesenta, el barrio parece consolidarse definitivamente como un verdadero
objeto de estudio dentro de la disciplina geográfica (Humain-Lamoure, 2006) al mismo tiempo
que es en este periodo cuando se inicia una bifurcación metodológica en su estudio. De forma
muy sintética podemos decir que una primera corriente metodológica se inscribe dentro de lo
que Di Méo (1994) llama la objetivación socio-espacial del barrio, donde se busca analizar a
escala barrial la inscripción espacial de procesos sociales en la ciudad.
9 Una segunda corriente, nutrida de métodos cualitativos provenientes de otras disciplinas
sociales (filosofía, psicología, sociología, antropología, etc.), abre nuevas perspectivas en los
estudios sobre el barrio. De este modo, podemos decir que los enfoques teóricos en geografía
han podido nutrirse de varias disciplinas para construir este objeto de estudio. Actualmente
esta disciplina sitúa al individuo –sus prácticas y representaciones– como la principal clave en
el análisis, convirtiendo al barrio en un espacio percibido, representado y vivido (Breux, 2006).
10 En cuanto a la antropología, podemos decir que esta disciplina recibió también una importante
influencia de la Escuela de Chicago, haciendo converger por primera vez los términos de
ciudad y antropología (Imilan, 2007). En efecto, fue con la Escuela de Chicago cuando
se realizaron los primeros estudios etnográficos en la ciudad: enclaves, ghettos, barrios,
etc. (Imilan, 2007). Esta propuesta metodológica basada en la construcción y el análisis de
pequeñas unidades de estudio, perduraría como una de las principales aproximaciones de la
antropología urbana. Sin embargo, y al igual que en geografía, aparecen enfoques que marcan
una ruptura con esta escuela. Desde esta perspectiva, el antropólogo debía sumergirse en la
realidad estudiada y no solo leerla desde afuera. Clifford Geertz afirmaba: «los antropólogos
no estudian aldeas [...], estudian en aldeas» (1973: 22).
11 El antropólogo francés Michel Agier (1996) planteaba que la perspectiva etnológica debía
privilegiar a los habitantes y sus redes de sociabilidad extendidas y circulares. Así mismo, los
limites de la ciudadanía no son más los de las estructuras físicas de la ciudad sino que son
aquéllas vividas y experimentadas en las relaciones sociales y simbólicas de cada individuo.
12 Desde esta perspectiva, el barrio aparece como «lugar antropológico» –retomando los términos
de Marc Augé (1996)– es decir, como un universo de significados donde cada uno se reconoce
y reconoce a los otros, pudiendo distinguir los referentes espaciales, relacionales e históricos
que se comparten con los otros habitantes del lugar.
13 Podemos decir entonces que la forma en la que estas disciplinas –geografía y antropología– han
estudiado al «barrio» lo sitúan no solo como un «espacio físico» que contiene las prácticas sino
también como el espacio de las relaciones sociales y de los universos de significación. Desde
esta perspectiva, este artículo pretende acercarse a algunas de las prácticas y significados de
los habitantes de un barrio pobre de la periferia de la ciudad de Santiago de Chile.
2. Consideraciones metodológicas
14 Nuestra propuesta metodológica se construyó considerando los aportes teóricos de la
geografía, específicamente a partir de la noción de “territorialidad” (Di Méo, 2005, 2003)
entendida ésta como la relación que un individuo mantiene con una entidad territorial
específica o su medio de vida. En este sentido la geografía se transforma en el punto de contacto
entre el espacio geométrico y el espacio social, el punto de pasaje del uno al otro (Lefebvre,
1967 en Humain-Lamoure, 2007).
15 Sin embargo, y en la evidencia de que en geografía el objeto barrio, ha sido fundamentalmente
construido desde una óptica funcionalista, apostamos a la utilización de las herramientas
esta perspectiva, el trabajo y la familia eran las dimensiones desde donde se articulaba su
cotidianeidad. Muchos de los entrevistados se desempeñan en trabajos informales y por cuenta
propia4 que se realizan en el entorno del barrio: trabajan en el mercado, tienen comercios en
sus casas, son vendedores ambulantes, se desempeñan en los trabajos temporales ofrecidos
por la municipalidad, etc. De ésta forma, el ámbito del trabajo se mezcla con los ámbitos de
la vivienda y el barrio5.
23 Sin embargo, lo más interesante fue encontrarnos con que si bien los individuos daban cuenta
de una interacción alta con el barrio –lugar de repliegue (Merklen, 2005)–, a partir de las
múltiples movilidades y relaciones que ellos tenían en esta escala, esto parecía contradecirse
con el deseo recurrente que manifestaban los habitantes de mudarse de casa y/o de barrio. Lo
anterior se refuerza cuando la elección residencial no es deseada, por lo que el confinamiento a
este espacio-barrio produce un sentimiento de exclusión y sufrimiento social (Lussault, 2003).
24 En este sentido, a la alta movilidad encontrada a escala local, al repliegue sobre la vivienda y
el barrio se le unió otro factor: una especie de «rechazo» por el barrio. Sin embargo, lo anterior
no significa que no existieran en nuestro terreno, individuos con un arraigo fuerte o con lazos
de vecindad importantes. Para varios habitantes, la referencia local al barrio sigue siendo el
espacio de vida y un medio de integración importante en sus prácticas espaciales, pues gracias
a un arraigo en este espacio, pueden articular sus movilidades a diferentes escalas sin renunciar
a una «movilidad personal» (Lussault, 2003). Entonces, para poder analizar dicho arraigo,
pensamos que sería interesante comprender otra de sus dimensiones: el «rechazo». Esta noción
parecía sugerir la existencia de un tipo de prácticas y de representaciones que manifestaban
una paradoja que no había sido tomada en cuenta al comenzar nuestra investigación.
25 Este rechazo nos permite ver cómo efectivamente existe una imagen idealizada de que son
siempre los grupos más pobres y marginales de la ciudad los que están más arraigados con su
barrio. Ocurre efectivamente que muchas veces estos habitantes no se reconocen en su espacio
barrial (Lindón, 2002) y solo se sienten unidos a él de forma instrumental.
Y agrega:
… uno se acostumbra, hay mucha gente que llega aquí y dice: ¡ayyyy, el Castillo! pero no! aquí
hay gente buena y mala como en todos los lugares…
29 La difícil situación social de El Castillo pareciera tener a Silvina en una paradoja pues no niega
que en un futuro le gustaría poder cambiarse a otro lugar y vender su casa.
…me quiero ir de acá porque sencillamente la juventud de nuestro sector, aunque fuimos un grupo
grande los que llegamos aquí mismo, unos con más valores que otros, con más educación que
otros […] ha habido una despreocupación por parte de los hijos, mucho libertinaje […] aquí ya
entró la droga, mucho joven ocioso en las esquinas en las tardes […] yo considero que para los
fundamentos que les hemos entregado a nuestros hijos no es para que estén en este medio donde
está todo tan denso […] lo ideal es que me ofrecieran por esta casa […] es un sitio comercial […]
pero entonces si yo mañana quiero vender no puedo venderlo por que es distinto entonces yo digo
«¿quién va a querer venir a comprar?,» querer venir a meterse a una población es complicado
entonces…
30 Sin embargo, Silvina siente que si algún día llegara a concretarse este deseo de cambiar de
casa sería bastante doloroso por todo lo que ha significado la construcción de este pedazo de
territorio y el lazo afectivo creado con él.
…mi casa me costo, cada cosa que estoy parada aquí me costo un mundo, con esfuerzo... [...] …
por mí me quedaría pero como está la cosa, arriesgo a que mis hijos les pasara algo porque de
repente a veces los viernes los fines de semana a las 6h, 7h de la tarde hay tiroteos y eso a uno
le dice interiormente: «hay que salir»…
31 El caso de Carmen e Ismael es similar ya que se trata de un matrimonio con tres hijos,
siendo unas de las primeras familias que llegaron al barrio hace más de veinte años. Esta
familia decidió hace muy poco comprarse un automóvil, para lo cual pidieron un préstamo
bancario. La decisión no fue fácil ya que Ismael es el único que trabaja de la familia y su
salario es bastante precario. A pesar de esto, el deseo de mejorar su calidad de vida fue más
fuerte, tomando la decisión de endeudarse. La compra del auto les ha permitido sentirse más
tranquilos, seguros y más independientes. Si bien, Carmen e Ismael son reconocidos en la
población como personas muy activas y que han luchado para sacar adelante el barrio, ambos
desean poder cambiarse de casa en un futuro cercano.
… no me gusta aquí porque tengo niña (se refiere a su hija menor de 2 años). No me gustaría que
se críe aquí por lo que ve. Me gustaría estar en otra comuna...
…date cuenta yo llevo 22 años viviendo aquí y en 22 años he visto la misma plaza y ahora recién
están haciendo arreglos! ¿Qué paso con los otros 20 años? Eso da rabia, eso molesta... …la Pintana
es como digo yo una frontera por que hay tantas comunas alrededor y todas con los mismos
problemas…
32 A Ismael y su esposa no les gusta vivir aquí a pesar de que tienen amigos y han crecido con
ellos. Este lugar no les gusta pues han sufrido asaltos y agresiones. Ismael dice que faltan
espacios donde poder compartir con otros, poder distraerse, salir con sus hijos. Le gustaría
cambiarse cerca de algún centro comercial para poder salir más con su familia y poder disfrutar
de otros atractivos. Por lo mismo, la compra del auto ha sido una estrategia de protección frente
a la inseguridad del barrio al mismo tiempo que se ha convertido en una forma de «escape»
y de accesibilidad.
…vivir cerca del Mall, de la Avenida de La Florida, cerca del Peñón6. La idea es llegar del trabajo,
bañarme, pescar mi ropa y salir con los niños y dar una vuelta al Mall, comerse un helado […]
aquí no lo puedo hacer, tú te diste cuenta…
…tomamos la decisión de compramos un vehículo, no lo compramos por que queríamos tirar
«pinta» o pa’ que sea bonito, no. Ahora lo compré por necesidad...
33 El caso de Pedro es diferente pues está sin trabajo. El ha trabajado toda su vida en el sector de
la construcción, en la zona oriente de la ciudad. Antes realizaba largos trayectos en transporte
público para llegar hasta su trabajo. Actualmente, y debido a los cambios en el sistema de
transporte7, ha optado por reducir su radio de búsqueda de empleo, limitando esta área a los
lugares cercanos a su hogar. Pedro se ha marginado de una parte importante del mercado del
trabajo debido a los problemas de accesibilidad a las fuentes de empleo, replegándose en su
barrio y vivienda a la espera de que salga algo más cercano. Esta situación lo ha llevado a un
«exilio» próximo pues no sale mucho y prefiere la tranquilidad de su casa.
…a pasear no salgo, siempre me quedo en la casa […] si salimos, salimos por acá, por la población
y si es que vamos, vamos al centro […] lo que más recorro es por acá [...]. Por esta parte, más
adentro (se refiere de la población) yo no voy, es re malo para allá.
… si llegamos a salir es aquí no más, vamos a comprar y media vuelta. Vamos al supermercado
y de ahí pa’ allá no...
34 Pedro y su familia, al igual que los otros entrevistados, sueñan con cambiarse de casa. Les
gustaría un lugar más tranquilo, lejos de los problemas de la población. Sin embargo, saben
que no será posible porque están «acostumbrados» y que «… tampoco se puede, aunque uno
quiera cambiarse, en todas partes es malo ahora.»
35 Estos tres ejemplos ponen en evidencia las experiencias de los habitantes «cautivos» del barrio.
Las prácticas cotidianas generan el sentimiento de vivir en un espacio de archipiélago disperso
y estigmatizado donde los individuos se esfuerzan cotidianamente para poder dar coherencia
al habitar en este territorio. La paradoja de Silvina, el «escape» de Carmen e Ismael y el
«repliegue» de Pedro son dimensiones discursivas y prácticas que se llevan a cabo en un
espacio en continua redefinición.
4. Comentarios finales
36 A partir de las entrevistas y observaciones realizadas durante el trabajo de campo, podemos
afirmar la existencia de nuevas prácticas y nuevos sentidos de lo barrial, que se asocian a las
dimensiones que toma en la actualidad la construcción social del territorio (Lindón, 2002).
Nos encontramos con individuos que si bien sienten una identificación importante con el
barrio –han construido redes y se han arraigado– manifiestan una forma de rechazo, un deseo
de marcharse del barrio. Este deseo se ve muchas veces truncado y se expresa de diversas
maneras. Por ello, una identificación con el barrio sólo puede ser realizada o valorada a partir
de una movilidad que permita a los habitantes explorar los múltiples territorios que de forma
aparente ofrece la ciudad.
37 Podemos decir que esta aproximación exploratoria a la realidad barrial nos permitió alejarnos
de la idea de los barrios pobres, únicamente como territorios de la solidaridad y de lazos
estrechos donde el sentido de pertenencia se hace patente. En esta investigación, descubrimos
a individuos que viven en una contradicción constante entre lo que ha significado este territorio
en la construcción personal y colectiva, y el rechazo actual que se siente por el barrio.
38 Los primeros resultados de nuestro terreno nos permiten comprender cómo la construcción de
un territorio por una práctica institucional –políticas de vivienda en la época de la dictadura–
no hizo más que concentrar la pobreza y la marginalidad en un territorio, en lugar de
aumentar las oportunidades y la calidad de vida de sus habitantes. En efecto, la acción
pública creó un territorio con pocas posibilidades de inserción en la dinámica metropolitana
y social, constituyendo un territorio estigmatizado desde afuera y desde adentro. Las actuales
políticas públicas intentan revertir esta situación sin embargo, los programas de intervención
en barrios deteriorados y con vulnerabilidad social se han enfrentado con la dificultad de poder
aprehender las dinámicas internas y la experiencia del habitar de los individuos.
39 La primera aproximación al terreno mostró la dificultad de abordar la problemática barrial
desde una sola disciplina. En este sentido y tomando los aportes de la geografía (Capron
y González, 2006) nos dimos cuenta que las dimensiones identificadas en el terreno –por
ejemplo el rechazo al barrio– debían ser comprendidas a la luz de una mirada multiescalar.
Lo anterior se revela como indispensable para poder completar nuestro análisis. Este vendría
a ser uno de los principales aportes de la geografía al estudio del barrio por cuanto ella no sólo
comprende las prácticas y los sentidos individuales como circunscritas a unidades espaciales
determinadas, sino también en su relación con las otras escalas en las que habita el individuo:
la vivienda, el barrio y la ciudad. Para poder comprender estas prácticas es necesario recurrir
a un juego multiescalar ya que, «… las prácticas espaciales son cada vez más espacial y
temporalmente discontinuas, en particular para ciertos grupos de la población, lo que da por
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Notes
1 El siguiente artículo se enmarca en parte de los resultados que uno de los autores está llevando a cabo
para su tesis doctoral sobre las prácticas de movilidad y anclaje de los habitantes de tres territorios de la
ciudad de Santiago de Chile: Villa Portales, La Comunidad Ecológica y El Castillo en La Pintana.
2 «¿Se puede convertir en generalidad las relaciones interpersonales, las relaciones de patrocinio, las
relaciones en un barrio?» (Vidal, 2003).
3 Los campamentos son asentamientos poblacionales que se caracterizan por ser –en la mayor parte de
los casos– ilegales, autoconstruidos y con alta participación comunitaria (Tironi, 2009).
4 En la encuesta de ocupación y desocupación de La Comuna de La Pintana, realizada por el
departamento de economía de la Universidad de Chile en junio del 2009, se muestra que el 21,3 de los
habitantes son trabajadores por cuenta propia.
5 En la misma encuesta se les preguntó a los ocupados de la comuna en qué comuna trabajan y el 26,
7% respondió que trabaja en la misma comuna, mientras que el 12, 5% trabaja en la comuna de Santiago
(ubicada en el centro de la ciudad).
6 Se refieren a los lugares que están en la vecina comuna de La Florida y constituyen polos de atracción
por sus servicios y comercios.
7 En el año 2007, se puso en marcha un nuevo sistema de transporte urbano en Santiago de Chile, el cual
consistía en una renovación de la flota de buses y sus recorridos, nueva infraestructura vial, sistemas de
pago, etc. En una primera etapa este sistema funcionó con falencias en sus recorridos y tiempos de viajes
afectando la conexión desde las zonas más alejadas hacia las otras áreas de la metrópolis.
Référence électronique
Alejandra Lazo et Rodrigo Calderón, « El barrio: espacio en construcción », L'Ordinaire des
Amériques [En ligne], 214 | 2010, mis en ligne le 23 février 2014, consulté le 04 mai 2016. URL :
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