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Desde que nacimos se nos ha

enseñado que uno de los


mandamientos del Padre celestial es
“amar al prójimo como a nosotros
mismos”, pero una vez que entramos
en este camino este mandato
comienza a tomar forma y a
comprenderse en mayor proporción,
mas sin embargo casi siempre en
pensamientos, palabras y no hechos. 
Debemos entender que el amor se
expresa en hechos contundentes, que
demuestren que lo nuestro no es un
asunto de palabras sublimes sino de
obediencia a Dios, no es simplemente
decir hermano como una muletilla que
a veces es movida por la hipocresía y
el engaño, es demostrar que ese
hermano es de gran valor, por tanto
debo atenderlo y velar por su vida.
Muchas veces nos convertimos en
personas crueles, desconociendo la
vida de aquellos a quienes llamamos
hermanos; no sabemos si está
pasando por necesidades, si carece
de alguna ayuda, si ese hermano pudo
comer en el día, si necesita algunas
medicinas, si le hace falta ropa o
zapatos o no tiene dinero para
trasladarse a la congregación se le
carga a la iglesia. Somos tan
indiferentes con nuestros hermanos a
veces. Jesús dijo claramente que
amemos al prójimo como a nosotros
mismos, ahora bien, ¿de esa manera
nos amamos nosotros?, ¿será que
nosotros somos indiferentes si
comemos o no? ¿Si no compramos
las medicinas cuando estamos
enfermos?, ¿si no compramos ropa y
zapatos?...
 Recordemos que así como te amas a
ti, debes también amar a tu prójimo,
así como satisface tus necesidades,
no te olvides que existen personas
que tú llamas hermanos que también
tienen necesidades y debes ayudarle.
Nos gusta la lectura de (Hechos 2:43-
47), pero no nos gusta experimentar y
vivir lo que ellos vivieron. Es evidente
como existía el temor a Dios, de esta
manera evidenciaban la obediencia al
guardar los mandamientos de Dios,
pues sabían que amar al prójimo era
tan importante que vendían sus
propiedades y la repartían según la
necesidad de cada uno, Para muchos
lo importante es satisfacer sus
propias necesidades, para otros
luchar por alcanzar sus deseos y
deleitarse en la senda de la vanidad.
Muchos reconocen la necesidad de su
hermano pero aun teniendo como
ayudarle se hacen.., no podemos
negarle el bien a quien necesita, no
podemos decirle ven luego
(Proverbios 3:27-28). 
Debemos contribuir para suplir las
necesidades de los santos, teniendo
un mismo propósito en común, no
creyéndonos más que nadie y
echando a un lado la vanidad;
amándonos unos a otros con amor
fraternal (Romanos 12:10-16). El
mismo Dios nos mando a guardar
nuestro corazón de la mezquindad y
de esta manera poder ayudar al
hermano, hacerlo sin mala gana  y
como resultado de ellos seriamos
bendecido y prosperado en todo lo
que emprendamos (Deuteronomio
15:8-10) (Proverbio 21:13). 
Lamentablemente nos hemos vuelto
pura letra, muchas palabras pero
pocos hechos no evidentes, nos
hemos sumergidos en la apatía,
dureza e  insensibilidad, olvidando
que el amor es el vinculo perfecto
(Colosenses 3:14-15), solo con
hechos reales al respetar, valorar,
estimar, cuidar y de esta manera
como familia; como una casa, poder
percibir el amor del Padre, bien dijo
Pablo: (Filipenses 2:3-4). Todos
debemos trabajar como miembros  de
un mismo cuerpo, bien unidos y
entrelazados y de esta manera crezca
y se edifique en amor (Efesios 4:16).  
No es saber mucho de amor, es vivir
en amor, no es hablar de hermano, es
tratarlo como tal, no es tener un don,
ni comprender los misterios o
conocer todas las verdades, es tener
amor y demostrarlo al prójimo, de lo
contrario nada eres (1 corintios 13:2).
Recuerda que el rey justo dijo que
nunca dejará de haber necesitados en
la tierra, por lo cual nos mando a
abrirle nuestras manos para ayudarlos
(Deuteronomio 15:11). En fin, el amor
no le hace mal al prójimo; porque el
amor es el cumplimiento de la Palabra
de Dios.

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