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Platón

Vida y Obras
Platón nació en Atenas, en el 427 a.C. Su familia pertenecía a la
aristocracia ateniense. Es posible que Platón recibiese en Atenas las
lecciones de Crátilo, discípulo de Heráclito. A la edad de 20 años conoce a
Sócrates, a quien permanecerá ligado hasta la muerte de éste. Son los años
más agitados de la vida política de Atenas. Esparta impone el gobierno
oligárquico de los Treinta Tiranos. Más tarde se restaura la democracia, pero
una democracia debilitada y presa de corrientes demagógicas que
condenará a Sócrates a muerte.
Estos acontecimientos orientan definitivamente la actividad de Platón
hacia la política. La filosofía de Platón tiene, pues, una finalidad claramente
política. Su pensamiento pretende en última instancia buscar un Estado
justo, un Estado incapaz de dar muerte al mejor de sus ciudadanos. La
escuela que funda en Atenas, la Academia, tiene como objetivo la
preparación de futuros gobernantes-filósofos. Sin embargo, los dos intentos
que acometió para llevar a la práctica sus propuestas políticas se saldaron
con estrepitosos fracasos.
Así como de los primeros filósofos lo único que conservamos son escasos
fragmentos, de Platón nos quedan -probablemente- todos sus Diálogos. Casi
todos sus escritos están redactados en forma de diálogos, intercalando
ejemplos y mitos para explicar sus teorías principales. La mayoría de estos
diálogos tienen como protagonista a Sócrates, y aunque sólo los primeros
reflejan el pensamiento socrático, expresan siempre el modo de filosofar de
Sócrates: un filosofar en constante diálogo con otros, un sistema que no
está nunca cerrado. Por eso, la filosofía de Platón no es un pensamiento
cerrado, sino una indagación continua. Esto se refleja claramente en la
evolución de sus diálogos, en los que Platón se replantea continuamente las
mismas cuestiones en un intento de buscar solución a las mismas. En cada
diálogo se centra en la investigación de un tema (virtud, justicia, belleza,
etc.), pero en casi todos aparecen los problemas centrales de su
pensamiento.
Podemos clasificar las obras de Platón en cinco etapas:
1 Diálogos socráticos de juventud (393-389): Los diálogos de esta
época discuten problemas éticos y reproducen con bastante fidelidad
las enseñanzas de Sócrates. En estas discusiones no se llega a
solución alguna. El tema de las Ideas no aparece todavía. Algunos de
ellos son: Apología de Sócrates, Critón, Laques, Cármides, Protágoras
y Eutifrón.
2 Diálogos de transición (388-385): Los diálogos de esta época revelan
que Platón empieza a elaborar sus propias doctrinas. Sócrates sigue
siendo el personaje principal, pero su figura se va desdibujando cada
vez más. Predominan los problemas políticos centrados en un ataque
a los sofistas y a la democracia. Se observa una notable influencia de
los pitagóricos: tema de la preexistencia e inmortalidad del alma.
Aparecen los primeros esbozos de la Teoría de las Ideas. Podemos
citar entre otros: Gorgias, Crátilo, Eutidemo y Menón.

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3 Diálogos de madurez (385-370): Se denominan así al conjunto de


diálogos en los que nos ofrece una solución propia y sistemática a los
problemas a los que se enfrenta. Más en concreto, presenta una
versión completa de la Teoría de las Ideas y de sus implicaciones en
Ontología, Epistemología y Filosofía Práctica. El diálogo más
importante de este período, aquél que podemos tomar como canon
de la filosofía platónica es La República, donde establece por primera
vez las condiciones racionales de justicia en la polis. Otros diálogos
importantes de este periodo son Fedón, Fedro, o El Banquete, en los
que va proponiendo su visión antropológica y la relación entre esta
concepción y su Teoría de las Ideas.
4 Diálogos críticos (369-362): En esta etapa el propio Platón plantea
una serie de objeciones a su Teoría de las Ideas y las expresa
valiéndose de otros personajes históricos (Sócrates deja de ser el
protagonista), y lleva a cabo un replanteamiento de dicha teoría. A
este grupo pertenecen: Parménides, Teeteto, El Sofista y El Político.
5 Diálogos de vejez (361-347): Sigue con los replanteamientos críticos
de la Teoría de las Ideas. El diálogo más importante de este grupo es
el Timeo, en el que presenta su visión sobre el Mundo Sensible. En
Leyes, vuelve a retomar el tema de la comunidad justa desde una
perspectiva más realista que la presentada en la utopía de La
República. Otros diálogos de este período son Filebo y Critias.

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La Teoría de las Ideas de Platón


Introducción
El papel de la Teoría en el sistema platónico
Como ya quedó dicho en el apartado dedicado a su biografía, la obra y la
vida de Platón se ven marcadas por el hecho de haber sido discípulo de
Sócrates y por la condena a muerte de su maestro. Esta condena impulsa a
Platón hacia la política, hacia un enorme menosprecio a la democracia
ateniense por haber dado muerte al mejor de sus ciudadanos, y hacia la
búsqueda de un estado que merezca efectivamente el nombre de justo.
Ésta es, sin duda la finalidad más importante de Platón, y todas sus demás
teorías no son sino el medio que Platón encuentra para dar cabida a su ideal
de Justicia.
Pero este ideal de Justicia no es el de su maestro. Sócrates pretendía una
Atenas justa, Platón perseguirá una Justicia racional, tanto si este ideal se
pudiese materializar en una polis concreta como si no. Y para que la razón
pudiese determinar las condiciones de ser de la Justicia, es necesario,
previamente, haber garantizado que un discurso verdadero es posible, y
esto sólo se logra desde una determinada concepción del Ser. Para llevar a
cabo su propósito Platón necesita, entonces, un marco ontológico y
epistemológico estable, y este marco lo encontrará en su legado más
valioso: su Teoría de las Ideas, una teoría sobre el Ser y la Verdad en la que
fundamentar la racionalidad estricta de su proyecto político.
Influencias presocráticas en la Teoría.
La Teoría de las Ideas pretende, pues, ser la respuesta de Platón al
problema del Ser, al viejo problema de la physis de los filósofos
presocráticos. Por tanto, la obra de Platón se abre a una discusión con estos
pensadores acerca de qué es lo que permite que los entes sean y sean lo
que son. Estos son, en resumen, las influencias que recibe de las distintas
escuelas y pensadores:
a) De los milesios, y, en general, de todo el pensamiento presocrático,
acepta la necesidad de investigar cuál es el arché que dé unidad a la
totalidad de la physis. Sin embargo, entenderá por arché
exclusivamente fundamento lógico, y no mezclará esta investigación
con la que se pregunta por la causa eficiente o por el sustrato
material de la physis.
b) De los pitagóricos heredará, además de su concepción antropológica,
el entender que más importante que lo que se nos muestra ante la
vista es el orden subyacente a lo que hay, y la consideración de las
Matemáticas como ciencia modélica (aunque para Platón, inferior a la
Filosofía).
c) De Heráclito, posiblemente por Crátilo, heredará la concepción del
mundo sensible como algo en continuo cambio y devenir en el que
funciona la lucha de opuestos. Sin embargo, frente a Heráclito,
considerará este devenir como signo de que el mundo sensible no es
el verdadero mundo.
d) De Parménides, junto con Sócrates el pensador que más influye en
Platón, heredará su concepción del verdadero Ser como algo estático,

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eterno e inmutable, afín al Logos y único ámbito desde el que es


posible un discurso racionalmente válido y verdadero.
e) De los pluralistas tomará la idea de dividir la realidad en dos reinos, el
que obedece a las exigencias parmenídeas, que será considerado la
verdadera realidad, y uno derivado del anterior en el que se observa
el cambio y el devenir, y que sólo proporciona apariencias. También
asumirá que el reino del Ser originario está formado por múltiples
entidades. Frente a ellos, por el contrario, considerará que los dos
reinos no coexisten en una misma realidad, por lo que entenderá que
hay dos mundos separados radicalmente, es decir, trascendentes.
f) Por último, de Sócrates tomará la idea de que la Verdad sólo puede
versar sobre lo universal, sobre lo lógico, pero rechazará que el
universal sea primeramente concepto. Según Platón, lo que puede
garantizar la verdad de los conceptos es la existencia objetiva y
extramental de entidades universales y eminentemente lógicas. Tales
entidades serán las que pueblen el mundo originario. Tales entidades
serán las Ideas.

El Mundo de las Ideas


¿Qué son las Ideas?
Seamos más concretos. ¿De qué nos habla Platón cuando nos dice que
hay Ideas? Pongamos un ejemplo, hablemos de la Idea de jirafa. Lo que nos
pretende decir Platón es que el término “jirafa” se corresponde con una
determinada entidad. Por supuesto, podemos decir, con las jirafas, pero no
está tan claro. En primer lugar, podríamos poner un nombre a cada jirafa
particular, y ese nombre designaría a cada una de ellas. Pero incluso en ese
caso, el nombre “jirafa” podría ser aplicado a todas ellas. El nombre “jirafa”,
por tanto, no designa ninguna jirafa particular, sino más bien a aquella
característica que hace que todas las jirafas particulares sean jirafas. Lo
designado por el término “jirafa” sería, según Platón, la Idea de jirafa, o “la
jirafa en sí”.
Veamos algunas características de esta entidad:
a) Es una entidad universal. Como los conceptos socráticos. No nos
referimos a ningún individuo concreto, sino a todos los individuos que
puedan recibir ese nombre.
b) Es una entidad objetiva y extramental. Con ello queremos decir que lo
que hace que las jirafas sean jirafas no depende de quien use el
término jirafa, sino a algo que existe al margen de cómo los humanos
pensemos las jirafas. Las jirafas eran jirafas antes de que los humanos
conociesen la primera jirafa, y seguirían siéndolo aunque ya no
quedasen humanos para conocerlas.
c) Es una entidad inteligible, pero no sensible. Lo que queremos decir es
que si bien podemos ver una jirafa particular, de ningún modo vemos
la Idea de jirafa. Ahora bien, que no la veamos (ni olamos, ni oigamos,
ni toquemos) no quiere decir que no seamos capaces de acceder a
ella. Por supuesto, podemos pensarla. Eso es lo que quiere decir ser
inteligible.
d) Es una entidad no física. No forma parte de las cosas que nos rodean.
No posee nada de materia. Es una entidad exclusivamente lógica.

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e) Es una entidad inmutable y eterna. Las jirafas particulares pueden


cambiar, pero lo que sean las jirafas, es decir, la idea de jirafa ha de
permanecer fijo. Si la Idea de jirafa variase, entonces no tendríamos
medios de identificar a las jirafas particulares como jirafas. Además,
las jirafas particulares nacen y mueren, pero el ser jirafa no puede
nacer ni morir. La Idea de dinosaurio sigue siendo válida aunque
todos los dinosaurios hayan desaparecido hace más de 60 millones de
años.
f) Es una entidad determinada. Lo que se quiere decir con ello es que
tiene límites bien trazados, que permiten diferenciar, por ejemplo, la
jirafa del okapi. La determinación entre las ideas permite su
inteligibilidad.
Como vemos, las Ideas de Platón comparten algunas características del
Ser de Parménides (logicidad, estaticidad, eternidad) que ya habían sido
adoptadas por los pluralistas para caracterizar los elementos de su Mundo
originario. Las diferencias con la escuela pluralistas provienen de la
influencia socrática. Las Ideas ya no son elementos particulares, físicos,
sensibles y materiales, sino universales, lógicos, inmateriales y
exclusivamente inteligibles. Se acentúa así la diferencia entre los dos
mundos esbozada por los pluralistas. El mundo al que accedemos por los
sentidos, será un mundo de entidades materiales, físicas y cambiantes: el
Mundo Sensible. Pero las Ideas ocuparán otro espacio, otro mundo; un
mundo de entidades puras, estáticas y universales, accesible únicamente
mediante la inteligencia: el Mundo de las Ideas o Mundo Inteligible.
Pero se mantiene otro rasgo del pensar pluralista: el Mundo Sensible se
entenderá como derivado. En Platón esta derivación no se producirá como
resultado de fuerzas de combinación, sino como derivación ontológica.
Platón plantea una dependencia ontológica del Mundo Sensible con respecto
al de las Ideas, de tal manera que las cosas sensibles no tendrán verdadero
ser, y todo lo que de real tienen las cosas residirá en el Mundo de las Ideas.
Podemos entenderlo si nos fijamos que para revelar el ser de cualquier cosa
necesitamos dar predicados de ella, pero todo predicado, en tanto que
universal, se refiere a Idea, por lo que el ser de la cosa está, todo él,
contenido en el Mundo de las Ideas.
La jerarquización del Mundo de las Ideas.
La última coincidencia entre el pensamiento de Platón y el de los
pluralistas estriba en que también Platón concibe el mundo del Ser, el
Mundo de las Ideas, como múltiple, es decir, hay muchas Ideas, y no sólo
una. Además, está jerarquizado, pues no todas las Ideas tienen la misma
importancia. Podemos entenderlo si ponemos un ejemplo. La Idea
“mosquito” es aquel ente del Mundo Inteligible que tiene el Ser de todos los
mosquitos. Ahora bien, la idea “Insecto” es aquella Idea que tiene el Ser de
todos los insectos, incluidos los mosquitos. Podemos decir que la Idea de
“insecto” está en un nivel superior a la de “mosquito", pero es más, siendo
distintas, podemos decir que la Idea de “insecto” está presente en la Idea
de “mosquito". A este “estar presente” Platón lo llama “participación", y así
decimos que la idea de “mosquito” participa de la Idea de “insecto", y por
ello, tiene un status más bajo.
Pero éste ordenamiento jerárquico, en el cual las Ideas de rango inferior
participan de las superiores tiene un límite en una sola Idea. Esta Idea no
participará de ninguna otra, pero TODAS LAS IDEAS participarán de ella. Con

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ello se resuelve otro obstáculo añadido a la teoría, pues, si hubiese una


multitud de Ideas independientes, ¿cómo podríamos asegurar la unidad de
la physis (y esto, no lo olvidemos, es el propósito último de la investigación
filosófico-teórica)?
Esta Idea suprema, la más importante de todas, la que tiene más Ser, es
denominada por Platón la IDEA DE BIEN.
Antes de explicar por qué esta Idea suprema recibe el nombre de Idea de
Bien podemos investigar alguna de sus propiedades. Esta Idea ha de
encontrarse en todas las demás Ideas, pues decimos que todas participan
de ella. Lo que tienen en común las Ideas es que son determinadas, pues
bien, la Idea de Bien coincide así con la Idea de Determinación. Pero
también dijimos que todas las cosas sensibles tienen su Ser en el Mundo de
las Ideas, pero que las Ideas superiores tienen más Ser que las inferiores.
Así, la Idea de Bien, cúpula del Mundo de las Ideas también coincide así con
la Idea de Ser. Idea de Ser e Idea de Determinación, la Idea de Bien es la
Idea de Idea (pues las Ideas son determinaciones con Ser).
¿Por qué el nombre? Porque para Platón y para los griegos de la época,
Bien es, ante todo, corrección, que las cosas cumplan a la perfección con su
naturaleza interna, con aquello que las determina como lo que son. Pero en
tanto que la Idea suprema recoge la determinación de todas las demás, es
ella la que permite el que las cosas cumplan con su naturaleza interna, y
por ello, la que recoge el Bien de todos los demás entes. Si las cosas son, y
por tanto son buenas, en tanto que cumplen con su naturaleza interna (es
decir con su esencia, con su Idea), las Ideas son, y por tanto son buenas, en
tanto que participan de la Idea de Bien, es decir, en tanto que son Ideas.
Con la Idea de Bien, por otra parte, Platón soluciona de alguna manera el
problema de la unicidad del Ser de Parménides. Tenemos que recordar que
los filósofos pluralistas, al haber renunciado a la unidad del Ser se veían
abocados a la paradoja de los atomistas: el No-Ser es. En la Teoría de las
Ideas, sin embargo, todo cuanto de Ser hay en la realidad está reunido bajo
la Idea de Bien que, ésta sí, es una, eterna e inmutable, como el Ser de
Parménides. Cumple así a la perfección con el sentido de arché como
fundamento lógico de la totalidad de lo que hay. En la Idea de Bien
encuentra Platón su solución al problema de la physis.1
Por último, decir que la Idea de Bien adopta distintos matices en los
diversos contextos de la obra de Platón. Así, si en la Teoría de las Ideas
como Ontología la Idea de Bien coincide con el Ser, en Epistemología
coincidirá con el fundamento de la Verdad y el Conocimiento, en Ética
coincidirá con la Idea de Justicia y de Virtud, en Estética coincidirá con la
Idea de Belleza, etc.

1
Esta solución ofrecida en La República fue cuestionada, sin embargo, en los
diálogos críticos, sobre todo porque abre un interrogante: si el Ser es primeramente
la Idea de Bien, ¿qué son las cosas y el resto de las Ideas? Si la respuesta es que
son entes, y no Ser, nos encontramos con que la Idea de Bien, el Ser, no es ente y,
por tanto, no es. De todas formas, Platón nunca renunció a considerar que su
Mundo de las Ideas estaba presidido por la Idea de Bien.

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El Mundo Sensible
Características
El mundo en el que nos movemos no es el Mundo de las Ideas. Está
formado por entidades como estos apuntes, aquel árbol, el olor de una
mañana, ... En contraposición con las Ideas, las entidades del mundo
sensible son:
a) Particulares, frente a universales. Pese a que los dos compartan la
forma árbol (Forma es otro término para Idea) éste es un árbol y
aquél es otro. Además de la multiplicidad de las Ideas, el mundo
sensible recoge la multiplicidad de los individuos.
b) Son entidades sensibles. Si sé de la existencia de ese árbol es porque
lo veo, lo puedo oler o puedo partirme la cabeza si choco con él. Pero
no son inteligibles, pues en el mismo momento en que empiezo a
pensar en ese árbol pienso ya en Ideas: Ser árbol, Ser caducifolio, Ser
castaño, ...
c) Si son sensibles es porque en su constitución existe un elemento
material, que hace que se nos manifiesten como entidades físicas.
d) Sufren el cambio. Ahora está perdiendo las hojas, en primavera
volverán a salirle. Hace doscientos años no existía. Dentro de veinte
años el fuego acabará con él.
La característica más sobresaliente del mundo Sensible, resumen de las
otras cuatro, es que sufre el devenir. El mundo sensible es la physis de la
que nos hablaban los milesios y Heráclito. Platón pudo conocer alguna de
las tesis de Heráclito a través de las enseñanzas de Crátilo, y así, en
determinados pasajes, parece entender que la lucha de opuestos es el
principio que rige este mundo en perpetuo devenir. Pero Platón se ha
inclinado por el logos y por Parménides. El devenir no es ser. La diferencia,
la multiplicidad y el cambio son características de lo que no es Ser. Ahora
bien, algún tipo de realidad habrán de tener las cosas sensibles, en tanto
que podemos distinguirlas y no son un mero caos. Según Platón, el único
Ser del que gozan las cosas sensibles les viene dado por la relación que
mantienen con las Ideas del Mundo inteligible, que son las que permiten
que tengan algo de determinación.
El problema de la relación entre mundos
¿Y en qué consiste esta relación?, es decir, ¿cómo pueden las Ideas dar
ser a las cosas?. Según Platón la relación entre los dos mundos es una
relación de participación. Pero Platón nunca explicó qué se quiere decir con
ese término. A lo sumo, propuso otras palabras que pretenden dar cuenta
de tal relación, pero en ningún caso las explicó. La lista de términos que
Platón utilizó para designar la relación entre Idea y cosa sensible es la
siguiente:
1. PARTICIPACIÓN: (méthexis). Relación que se da entre Idea y cosa y entre
Idea Superior e Idea inferior. Parece dar a entender que la Idea está
incrustada dentro de la cosa (o una Idea dentro de otra) como parte
propia.
2. IMITACIÓN: (mímesis). Relación que se da sólo entre Idea y cosa. Da a
entender que el Mundo de las Ideas es un modelo a partir del cual se

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crea el Mundo sensible (o como la imagen del espejo es porque hay


algo que se presenta ante el espejo). La cosa se asemejaría a la Idea.
3. PRESENCIA: (parousía). Relación que se da tanto entre Ideas como entre
Idea y cosa. Es la más aséptica de las cuatro, y simplemente da a
entender que la Idea simplemente está (presente) en la cosa (o la
Idea superior en la inferior).
4. FINALIDAD: (teleiosis) como cuando decimos que lo importante en una
escultura es que, al final, se asemeje totalmente al modelo. La Idea
funcionaría como finalidad de las cosas sensibles, y éstas serían tanto
más perfectas, aunque sensibles, cuanto más se aproximasen a su fin
(la Idea). Este tipo de relación tampoco se manifiesta entre Ideas,
sino exclusivamente entre Ideas y cosas sensibles.
Aunque también podamos encontrar vaguedades en otras teorías de
Platón, este punto flaco de su Teoría de las Ideas se convertirá en el centro
de las críticas que Platón recibirá de su discípulo, Aristóteles. ¿Por qué le
resulta a Platón tan difícil dar una respuesta satisfactoria? Al fin y al cabo,
los pluralistas también habían establecido una dualidad de mundos (o de
órdenes de la realidad) y sus respuestas acerca de cómo el derivado surgía
del fundamental nunca fueron tan ambiguas como las de Platón. Pero si
revisamos las características de uno y otro mundo encontraremos la
respuesta. Platón se encargó tanto de separar las cosas de las Ideas que no
existe ni una sola característica común entre ambas. Por ello, es imposible
generar ningún vínculo ontológico. La trascendencia (separación) entre los
mundos será tan drástica que resulta insalvable. En los pluralistas, por
contra, los elementos y los compuestos forman parte del mismo mundo
físico. El Ser (los elementos) no está en un mundo separado (trascendente),
sino en el interior mismo del mundo físico (los compuestos). Es así,
inmanente. Por ello, resulta posible la acción de las fuerzas de composición
en los pluralistas, y resulta imposible una explicación similar en la obra de
Platón. Veremos que cuando en otros ámbitos Platón vuelva a abordar el
tránsito entre los dos mundos se verá obligado a recurrir a mitos, pues la
explicación lógica resulta imposible cuando el logos sólo habla del mundo
inteligible. Y el mejor ejemplo de esto lo encontramos en su Cosmología.
Cosmología y Cosmogénesis: Los principios del Mundo
Sensible y la Filosofía platónica de la Naturaleza.
En uno de sus últimos diálogos: el Timeo, Platón va a ofrecernos una
nueva perspectiva del Mundo Sensible mediante una narración mítica. En
ella, se ofrece la visión más completa de la Cosmología de Platón (la
Cosmología es la parte de la Metafísica ocupada de dar cuenta de la
Naturaleza física2)
Para explicar cómo se genera este mundo sensible (que no tiene ser por
sí mismo) a partir del inteligible, Platón recurre a un mito, pues no puede
dar una explicación científica de lo sensible. El mito del que echa mano
Platón para explicar cómo se genera el mundo sensible es el del DEMIURGO.
El Demiurgo es una especie de Dios muy poderoso (pero no Todopoderoso,
por lo que no puede crear desde la nada, y necesita de la materia), y sabio
(para Platón uno de los rasgos que caracteriza a los dioses es que son
sabios, a diferencia de los hombres, que sólo pueden ser filósofos) que
2
Tenemos así que en Platón, por primera vez, se diferencia la Filosofía de la
Naturaleza y la Ontología, o estudio del Ser, disciplinas que en los autores
presocráticos eran coincidentes.

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construye el mundo a imagen de las Ideas, a partir de una materia inicial. El


Demiurgo sería una especie de alfarero que hace cosas de barro a partir de
un proyecto ya hecho. Con este mito, por otra parte, Platón da cuenta de los
otros dos sentidos de arché que habían utilizado los presocráticos. Los
principios del Mundo Sensible, por tanto son estos tres:
a) La causa eficiente: el Demiurgo. Es una inteligencia ordenadora (en
un sentido parecido al Nous de Anaxágoras). No es un creador (en el
sentido de que crea desde la nada, tal como será concebido el Dios
judeo-cristiano), sino un constructor. Es un ser distinto de las Ideas e
inferior a ellas, pero superior a todos los dioses y cosas de este
mundo sensible. Es eterno, inteligente, bueno, poderoso y feliz, y por
ello crea el mundo para difundir el bien y la felicidad ya que el mundo
hecho por él es más perfecto que la materia que había antes, donde
regía el caos, la indeterminación, el No-Ser.
b) El sustrato material: la Chorá. Es aquello con lo que trabaja el
Demiurgo. Esta materia es eterna (no fue creada por el Demiurgo,
sino que, como las Ideas, existe desde siempre). Es totalmente
indeterminada y posee movimientos irregulares. Sobre ella opera el
Demiurgo transformando lo que era un caos (= des-orden) en un
cosmos (= orden). Esta materia la concibe como No-Ser, al no
participar en absoluto del Mundo de las Ideas.
c) El fundamento lógico: el Mundo de las Ideas y la Idea de Bien.
Funcionan como modelo para la construcción del mundo sensible. A
pesar de que el modelo es perfecto y que el constructor es muy
poderoso, el Mundo Sensible no es del todo perfecto, por haber sido
generado desde una materia caótica que “contamina” la totalidad de
los entes sensibles.
El mito cosmogónico del demiurgo permite a Platón alejarse de una
visión de la naturaleza mecanicista como la mantenida por Demócrito y los
atomistas. Según Platón, tal tipo de naturaleza, que obedece
exclusivamente a fuerzas ciegas y al azar, sería totalmente incognoscible
para los humanos. Frente a la visión mecanicista Platón nos ofrece una
visión teleológica. El teleologismo es la doctrina que mantiene que para
darle sentido a los entes debemos encontrar su finalidad, finalidad que les
puede ser interna o haber sido puesta por el constructor de tales entes. Con
el demiurgo, Platón nos asegura que la Naturaleza tiene ya de por sí un
sentido prefijado y que es accesible al logos humano.
En cuanto el universo, será concebido como un gigantesco ser vivo (pues
es en los seres vivos donde puede observarse mejor el comportamiento
teleológico). Es esférico (la esfera es la figura más perfecta). En el centro
del cosmos está la tierra, luego las esferas de los planetas, y, finalmente, la
esfera de las estrellas fijas, que Platón considera como dioses. Se observa
una enorme influencia de los pitagóricos, tanto en el hecho de entender que
el movimiento de las distintas esferas que componen el cosmos está regido
por leyes matemáticas de armonía, como por haber interpretado
geométricamente los cuatro elementos clásicos que formarían la materia
inicial del mundo: el fuego sería el tetraedro, la tierra el cubo, el aire el
octaedro y el agua el icosaedro.

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La Teoría de las Ideas como


Epistemología
Una vez establecido el marco ontológico de la Teoría de las Ideas, a
Platón le queda por desarrollar el tema de la posibilidad de un discurso
verdadero, es decir, establecer un criterio epistemológico de verdad o de
conocimiento verdadero.
En la obra de Platón nos encontramos con tres grandes teorías
epistemológicas cada una de las cuales intenta resolver un problema
concreto del conocimiento
a) ¿Qué conocemos? La teoría que se ocupa de qué podemos conocer es
la de los grados de conocimiento, que incluye, dentro de ella, la teoría
sobre el conocimiento más perfecto: el de la dialéctica. Está
desarrollada en un texto denominado el “símil de la línea”. Es sin
duda la más “científica” de las tres, y la que mejor se acopla a su
teoría ontológica. Pero, como en ella, se hace demasiado radical el
salto entre Mundo Sensible y Mundo Inteligible (ahora desde el punto
de vista del conocimiento de ambos mundos). Pero en tanto el Mundo
de las Ideas no es inmediatamente evidente, pese a ser el que
garantice el único conocimiento válido, Platón se ve en la necesidad
de proporcionar dos teorías que expliquen cómo podemos pasar del
conocimiento del Mundo Sensible (aquél que nos rodea desde un
principio) al del Mundo de las Ideas.
b) ¿Cómo llegamos a conocer el Mundo de las Ideas? La teoría que se
encargará de responder a esta pregunta será la de la reminiscencia.
c) ¿Qué nos mueve a conocer el Mundo de las Ideas?. La teoría que se
encargará de responder a esta pregunta será la del conocimiento
como eros.
Como en el caso de la Cosmología, en tanto las teorías b) y c) intentan
responder al salto entre los dos mundos, y por ser este salto no tratable
científicamente, Platón da cuenta de ambas teorías mediante dos mitos.

Los grados de conocimiento


El conocimiento es conocimiento de lo universal. Ésta había sido la tesis
de Sócrates que había permitido a Platón postular su Teoría de las Ideas. Por
supuesto, en el terreno epistemológico, Platón mantendrá la vigencia de la
tesis, aunque ahora ya sabemos que los universales conocidos han de ser
las Ideas del Mundo Inteligible. Por tanto, para Platón, el verdadero
conocimiento es el que obtenemos cuando estudiamos el Mundo de las
Ideas.
Igualmente, aunque en el mundo sensible no es posible el auténtico
conocimiento, sin embargo, y puesto que no nos queda más remedio que
desenvolvernos en él, Platón también habla de un cierto tipo de
conocimiento sensible, del que no podemos prescindir y al que denomina
Doxa (opinión) en consonancia con la tradición comenzada por Parménides.
Al introducir dos grados de conocimiento en cada Mundo, finalmente, Platón
habla de cuatro grados de conocimiento: dos grados de conocimiento
sensible (doxa), y dos de conocimiento intelectual o científico (episteme), en
orden ascendente.

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Platón

1. Conocimiento de los objetos sensibles: la Doxa. Es un conocimiento de


segundo orden, sólo produce mero parecer, mera opinión, no es, por lo
tanto, un auténtico conocimiento. Se pueden distinguir en él dos
grados:
1.1. La CONJETURA (eikasía): Es el conocimiento de las imágenes,
sombras y reflejos de las cosas sensibles; así como de los
personajes de la mitología, las invenciones de los poetas, las
ficciones en general. Las entidades que caen bajo este tipo de
conocimiento son exclusivamente imaginables.
1.2. La CREENCIA (pistis): Es el conocimiento directo de las cosas
sensibles mediante percepción. En tanto que lo perceptible es
la Physis, el saber sobre la physis, es decir, la Física, nunca
alcanza categoría de ciencia en Platón.
2. Conocimiento del mundo inteligible: la Episteme. Éste es auténtico
conocimiento pues trata de entidades con auténtico ser. Se divide, a
su vez, en otros dos grados:
2.1. La RAZON DISCURSIVA (dianoia): En un epígrafe posterior
estudiaremos en profundidad los rasgos específicos de este
conocimiento. Por ahora baste decir que es el utilizado por los
que estudian matemáticas. Según Platón la característica de
los conocimientos matemáticos es la demostrabilidad. Con ser
un conocimiento de entidades del Mundo Inteligible, no llega a
tener la perfección del más alto tipo de conocimiento:
2.2. La RAZON INTUITIVA (noesis): Nos da el conocimiento de las
Ideas en sí mismas; éstas se conocen directamente, sin ayuda
de los sentidos, ni mediante demostración, en una visión
intelectual o intuición. Entenderemos por intuición (Nous) la
capacidad humana de captar inmediatamente (es decir, sin
que nada -ni los sentidos ni una demostración- medie entre
nuestra mente y la cosa captada) las cosas tal y como son en
sí. Ya que en Platón lo único que es en sí son las Ideas, la
Intuición es una intuición intelectual. Pero estas Ideas
mantienen una relación jerárquica entre sí, constituyendo una
unidad, y para conocer esta relación, que las hace
determinarse a unas frente a otras, se necesita la Ciencia
superior, que Platón denomina Dialéctica.
Matemáticas y Dialéctica
Como vemos, Platón asume la cientificidad de las Matemáticas (frente a
la Física, que sólo es Doxa), pero considera superior el conocimiento
dialéctico o filosófico, y esto por dos razones:
a) En Matemáticas, a pesar de que hablemos acerca de entidades
universales, utilizamos para las demostraciones ejemplos sensibles de
las mismas. El teorema de Pitágoras versa sobre todo triángulo
rectángulo (Idea), pero se demuestra pintando uno en concreto
(cosa). Esta dependencia del Mundo Sensible es considerada un
defecto de las Matemáticas frente a la Dialéctica, donde nos
movemos exclusivamente entre Ideas.
b) En Matemática determinados conceptos los damos por conocidos sin
haberlos fundamentado, y de ellos sacamos conclusiones que, por
tanto, están tan poco fundamentadas como aquello de lo que

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Platón

partimos. Platón llama hipótesis a estas ideas de carácter intermedio


que los matemáticos toman como conocidas. Por contra, la Dialéctica
no trabaja con hipótesis, pues se propone llegar desde cualquier Idea
a la Idea de Bien, que es donde las demás encuentran el fundamento
y la inteligibilidad.
Una tercera diferencia entre Matemáticas y Dialéctica aparece en los
últimos diálogos, aunque no en La República. El objeto de la Dialéctica
serían las Ideas y el de las Matemáticas un determinado tipo de entidades
(las entidades matemáticas) que residirían en un reino a mitad de camino
entre el sensible y el inteligible.
Como hemos visto la Dialéctica o Filosofía es el saber fundamental para
Platón, y consiste en el conocimiento puro de las Ideas. Como estas Ideas
están jerarquizadas, la Dialéctica trata de las relaciones de participación,
que llevan desde cualquier Idea a la Idea de Bien, donde encuentran su
fundamento (eliminando así las hipótesis) en la Dialéctica ascendente, o
bajando desde la Idea de Bien a cualquier otra Idea en la Dialéctica
descendente.
El nombre de Dialéctica parece referirse al hecho de que el camino hacia
Ideas superiores se produce en el diálogo. Sin embargo, frente a esta
interpretación está el hecho de que el tipo de conocimiento más excelso, el
Nous, es un conocimiento intuitivo, es decir, que capta su objeto sin
mediación alguna (y el diálogo es una mediación).

La Teoría de la Reminiscencia
Como ya hemos dicho antes, la Teoría de la reminiscencia intenta ser la
respuesta de Platón a la pregunta de cómo podemos llegar al conocimiento
del Mundo de las Ideas a partir del Mundo Sensible. Platón echará mano
también de su teoría antropológica (que desarrollaremos en un epígrafe
posterior) que mantiene la división del ser humano en alma y cuerpo. Será
en el alma donde radique la capacidad de conocimiento. Además, Platón
mantiene que el alma es inmortal y, mientras no se encarne en un cuerpo,
su “lugar natural” será el Mundo de las Ideas.
Al encarnarse en el cuerpo, el alma olvida su pertenencia al mundo de
las Ideas y lo que vio y conoció allí; pero una vez encarnada en un cuerpo
dispone de sentidos para percibir las cosas sensibles, y, como éstas son una
copia de las inteligibles -de las Ideas-, al verlas el alma “recuerda” los
originales. Las cosas le sirven como estímulo para recordar (anamnésis)
aquello que conocía pero estaba olvidado. Así, cuando estamos ante un
caballo ¿cómo sabemos que eso es un caballo? La explicación fácil es
“porque nos lo han enseñado", es decir, porque en un caso anterior hemos
visto otro animal como ése y nos han dicho que es un caballo. Pero ahí está
el problema, porque en el mundo sensible no hay dos seres iguales, no hay
dos caballos que sean iguales, los entes sensibles pueden incluso llegar a
ser muy diferentes aun siendo de la misma especie (piénsese en el caso de
los perros); y, sin embargo, ante un caballo diferente de todos los que
habíamos visto sabemos que es un caballo. ¿cómo es posible? Según Platón,
porque de antemano hemos visto la “Idea de caballo", de la que todos los
caballos participan, con lo que, al ver el caballo sensible, concreto, lo que
hacemos es “recordar” la “Idea de caballo”.

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El conocimiento como Eros


El conocimiento lleva al filósofo hasta la Idea de Bien, que es el
fundamento absoluto de todo saber, la verdad absoluta. Ahora bien, si se
inicia ese camino es porque se desea algo que no se tiene; para Platón, eros
-el deseo, el amor- es como un intermediario entre lo divino (el mundo de
las Ideas) y lo humano. Ciertamente este deseo, este amor, comienza
siendo deseo sensual, de la belleza sensible. Pero una vez encendido el
deseo no se satisface en el mundo sensible, pues el hombre encuentra que
esta belleza que encuentra en los cuerpos no es sino un pálido reflejo de la
belleza en sí que encontrará en el mundo Ideal. Así surge su motivación
para encaramarse a lo más alto de este orden Ideal, a la Idea de Bien, pues
es en ella donde se puede discernir absolutamente qué es lo bello en sí.

La Verdad como rectitud de la mirada.


Un último tema relacionado con la Epistemología platónica es el de su
abandono de la noción de Aletheia. Para Platón, frente a los presocráticos, la
labor del investigador (y del maestro) no es la de desocultar el Ser. Según
Platón, el Ser nunca estuvo oculto, ni es necesario dotarnos de instrumentos
para alcanzarlo. Lo único que hay que hacer, y ésta es la misión de la
educación, es desplazar la mirada de los individuos desde el mundo sensible
hasta dirigirla hacia el Mundo Inteligible. Cuando allí se dirija la mirada
encontrará la verdad, que es entendida así como rectitud (orthotes).

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La Filosofía Práctica de Platón


La Virtud como orden natural
Una vez establecido un marco ontológico y epistemológico que asegura
la posibilidad de un discurso verdadero sobre el ser de las cosas, Platón
puede ya abordar sus preocupaciones primeras: las referentes a la Ética y a
la Política.
Pero si Ética y Política dependen en su fundamentación del marco
ontológico de la Teoría de las Ideas es porque, para Platón, no existe un
reino separado de “lo práctico”. No es sólo que con su teoría de las Ideas
haya superado el relativismo teórico de Gorgias y Protágoras, además está
negando la presuposición fundamental de la sofística: la diferencia entre las
leyes de la physis y el nomos. Lo Moral y lo Político no constituyen un reino
aparte, sino que únicamente se caracterizan por que su estudio de lo que es
tiene como horizonte el proceder humano, su actuar. Pero en tanto que el
actuar humano puede vérselas con la totalidad de lo que hay, también en la
investigación ética y política es la Idea de Bien lo que constituye el
fundamento último. Cuando la Idea de Bien es investigada en el contexto
del proceder humano, se convierte en Idea de Justicia.
¿Pero qué se quiere decir con que la Idea de Bien es lo mismo que la Idea
de Justicia? Que lo justo es que las cosas sean lo que son, es decir, se
comporten como las determinan las Ideas de las que participan. Una cosa
será tanto más virtuosa cuanto más estrechamente siga las leyes marcadas
en su esencia (en su Idea). La virtud no es sino el seguimiento de las leyes
de la naturaleza, el hecho de que cada cosa cumpla con su misión, con la
función que le viene asignada por ser lo que es, por participar de la Idea de
la que participa. Si a una vaca se la alimenta con pienso generado a partir
de carne estamos alejándola de su verdadera naturaleza, pues en la Idea de
vaca está el ser herbívora. Nuestra acción sería poco virtuosa por ir en
contra de la naturaleza de la vaca, es decir, por ir en contra de la Idea de
vaca, y, en general, de todo lo Inteligible, empezando por la Idea de Bien.
Si la virtud es, por tanto, cumplimiento con la naturaleza de las cosas,
con sus Ideas, el proceder justo es aquél en el que el ser humano cumple
con lo que está marcado en su propia esencia. Por ello, lo único que nos
queda es averiguar cuál es la esencia de lo humano y de lo social, y
perseguir que se cumpla ese ordenamiento natural tanto en la praxis
(acción) interna (lo Ético) como en la colectiva (lo político).

El orden natural del individuo: Antropología y Ética


Antropología
La concepción de la Naturaleza humana para Platón está muy
influenciada por el pensamiento pitagórico, aunque su posición será
matizada por su Teoría de las Ideas. Al igual que los pitagóricos, Platón
considera que el hombre es un compuesto de:
i.- CUERPO: Es terrenal, sensible y perecedero. Es un obstáculo para
alcanzar el perfecto conocimiento de las Ideas, por lo que, por sí mismo,
sólo puede aspirar a un conocimiento sensible, a la doxa. Por su constitución
terrenal, es el principio de todos los males que aquejan al ser humano.

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Platón

ii.- ALMA: Es inmortal e inmaterial, pero no es una Idea, pues es


particular. Es el principio de vida del hombre. Se divide en tres partes, con
funciones separadas (aunque a veces Platón parece hablar de tres almas
distintas). La primera mención a las mismas aparece en el Fedro, aunque es
en La República donde lleva a cabo un análisis más detallado.
a) la CONCUPISCIBLE, o apetitiva, que es la facultad por la cual deseamos
los placeres del cuerpo;
b) la IRASCIBLE o pasional, que es la facultad que domina nuestra
voluntad;
c) la RACIONAL, o NOUS, en la que reside la facultad de conocimiento.
Ética: Alma y Virtud
Cada alma es, por sí misma, capaz de hacer actuar al cuerpo, pero dadas
sus distintas funciones, la finalidad de las acciones acometidas por cada
alma es distinta. Así, el alma concupiscible actúa para satisfacer deseos
carnales (movida por el Eros). El alma irascible actúa para autoafirmarse,
por el ansia de honores y gloria. El alma racional, por último, actúa en tanto
que conoce la naturaleza de las cosas. Por ello, si bien las tres almas han de
coexistir en el mismo ser humano, la naturaleza dicta que sea el alma
racional la que se imponga en caso de conflicto entre las tres. El alma
concupiscible puede aspirar a satisfacer los deseos corporales siempre que
esta satisfacción no vaya en detrimento de los dictados del alma racional. El
alma irascible puede aspirar a honores siempre que secunde y obedezca las
decisiones del alma racional, enfrentándose así, en muchas ocasiones, con
el alma concupiscible que, por ser la más alejada del Mundo de las Ideas, es
la menos dispuesta a ser fiel a la naturaleza de las cosas. Si cada alma
cumple con su función y con su puesto (la racional mandando, la irascible y
concupiscible obedeciendo) diríamos que han alcanzado el estado de
virtuosas. Las virtudes propias de cada alma son las siguientes:
a) La TEMPLANZA (sophrosyne): Es la virtud propia del alma en su función
concupiscible; por ella el alma modera sus apetitos corporales para
que la satisfacción de los mismos no vaya en contra del proyecto
integral de vida marcada por el alma racional.
b) La FORTALEZA, o VALOR (andría): Es la virtud propia del alma en su
función irascible. Es la que mueve al alma a superar, mediante un
acto de voluntad, las dificultades que se le presentan en su intento de
ser fiel a los dictados del alma racional.
c) La SABIDURIA o PRUDENCIA (phrónesis): Es la virtud propia del alma en su
función racional. Es la encargada de contemplar el Mundo de las
Ideas. Por ser la virtud de la parte más excelente del alma, es
asimismo, la virtud por excelencia.
Ahora bien, en el caso de que cada una de las almas de un individuo fuese
virtuosa nos encontraríamos con que no hay conflicto alguno entre ellas,
pues cada una cumple con su papel sin inmiscuirse en el ámbito de acción
de las otras. La persona en la que se diese esta circunstancia habría
conseguido una armonía total entre sus partes, partes que se habrían
integrado en un todo superior a la suma de ellas: el ser íntegramente
humano. Esta armonía, esta integridad que permitiría que el individuo fuese
totalmente fiel a su naturaleza, a la Idea de ser humano es lo que Platón
entiende como virtud ética total: la Justicia. Cuando, por contra, las almas

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Platón

no cumplen con su virtud, provocándose un roce entre ellas y desintegrando


así al individuo, se da la injusticia.

El orden natural de la sociedad: Filosofía Política


Individuo y Sociedad en Platón
Platón asume como propio el intento socrático de volver a conseguir la
unión estructural entre individuo y sociedad que se había resquebrajado con
el advenimiento del individualismo en la democracia ateniense. Pero no
situará ya en la conciencia individual el fundamento de legitimidad de la
colectividad, sino en la naturaleza de las cosas.
Frente a los sofistas, Platón mantendrá que una sociedad es algo más
que un mero agregado de individuos. Lo más característico del análisis
social de Platón es que entiende que dentro del cuerpo social podemos
encontrar distintas partes (distintas clases de individuos) que se relacionan
entre sí como las partes del alma se relacionan en el interior de un individuo
concreto. El análisis político platónico será por tanto, paralelo a su análisis
antropológico-ético. De hecho, en La República Platón realiza el análisis
individual después de haber culminado su análisis social, en tanto que
considera que es más fácil de ver la disposición de las partes en el todo
grande (la sociedad) que en el todo pequeño (el individuo).
¿De dónde proceden las diferencias individuales que permiten a Platón
considerar la existencia de distintos tipos de personas? Según Platón, de la
naturaleza misma de los individuos, que hace que en algunos individuos el
alma predominante sea la racional, en otros la irascible y, por último, en
muchos la concupiscible.
La organización de la República Justa
Tenemos así, tres tipos de individuos que componen los distintos
estamentos en los que está dividida la sociedad:
a) El de los GOBERNANTES-FILOSOFOS: Son aquéllos individuos en los que
prevalece el alma racional. Serán los encargados de dirigir a los
ciudadanos. Serán elegidos de entre los guerreros más sabios y
prudentes. Tienen que tener un perfecto conocimiento del mundo de
las Ideas, ya que sólo quien conoce lo que es el Bien en sí, la Justicia
en sí, podrá ser realmente justo y bueno, y dirigir a los demás por el
camino de la Justicia. Esta es la razón por la que los gobernantes han
de ser filósofos.
b) Los GUERREROS-GUARDIANES: Son aquéllos individuos en los que
predomina el alma irascible. Serán los encargados de defender a los
ciudadanos de sus enemigos. Serán elegidos de entre los ciudadanos
más fuertes y valerosos, el valor ha de ser la virtud que los
caracterice.
c) Los AGRICULTORES, ARTESANOS y COMERCIANTES: Serán aquéllos en los que
el alma predominante sea la concupiscible. Serán los encargados de
producir y repartir los bienes necesarios para la vida de toda la
población. Tendrán como virtud característica la templanza.
Por supuesto, al igual que en el apartado ético, la Justicia se dará cuando
cada estamento cumpla con la función que tiene asignada por naturaleza,
ya que sólo entonces se generará la armonía entre estamentos (y la

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armonía es lo que constituye la Justicia) que permitirá a la ciudad ser un


todo orgánico.
Aunque este Estado ideal se desarrolla en base a una división clasista de
la sociedad, Platón considera que estos estamentos (al revés de como
funcionaba el sistema aristocrático tradicional) no deberían ser estancos es
decir, la pertenencia o no pertenencia a un estamento no vendría dada por
herencia o por riqueza, sino que, según las capacidades demostradas desde
niño, se educaría a los ciudadanos para formar parte de uno u otro
estamento.
Por supuesto, es este proceso educativo el que debe estar perfectamente
reglado, para impedir que un niño que puede llegar a ser sabio se quede en
simple productor, o para impedir que llegue a gobernar alguien dominado
por pasiones carnales. De hecho, gran parte del libro La República no es
más que la descripción de este proceso de educación.
La educación sería universal y dividida en dos grandes tramos. En el
primero, que afectaría a todos los ciudadanos, se instruiría en música y
gimnasia (Platón entiende por música un conjunto de enseñanzas
destinadas a instruir la mente, y por gimnasia las propias del cuerpo). Este
tramo, que duraría hasta los veinte años, permitiría seleccionar a los
individuos que formasen parte de las dos clases dirigentes (militares y
gobernantes). Posteriormente, entre los que superasen esta fase se elegiría
a aquéllos que manifiesten una mayor capacidad intelectual, y a éstos se les
formaría en el arte de la Dialéctica, para que pudiesen llegar a conocer a la
perfección el Mundo de las Ideas y la Idea de Bien. Este tramo educativo iría
de los veinte a los treinta y cinco años. Tenemos que entender la
importancia de este periodo. No llega con seleccionar a los individuos cuyo
Nous esté desarrollado. No es en el Nous donde radica la verdad, sino en la
orientación correcta del Nous hacia lo inteligible. La verdad en Platón se
entiende como orthotes, como rectitud de la mirada. Por ello es tan
importante que los futuros gobernantes sepan mirar hacia el sitio debido,
hacia el Mundo Inteligible. Y para ello los futuros gobernantes se tendrán
que deshacer del lastre que para ellos podría suponer el apego a los bienes
materiales.
Una de las características más drásticas de la República de Platón es la
prohibición de que las clases gobernantes (sabios y militares) tengan
propiedad privada y familia. Pero Platón lo justifica diciendo que tanto la
propiedad como la familia son instituciones que fomentan el eros, el apego
a lo terrenal; cuando lo que esperamos del gobernante sabio es que
conozca el Bien sin interés alguno. Por ello, propiedad privada y familia sólo
pueden ser disfrutadas por la clase de los productores.
Como novedad, señalar que Platón no excluye a las mujeres, como sí
sucedía en la vida cotidiana de la época, de su participación en la vida
política o militar, por lo que también éstas podrían formar parte de la casta
gobernante o militar.
Formas de gobierno históricas
El Estado ideal, descrito en La República, tendría las características que
Platón considera esenciales al mundo de las Ideas, sería lo más aproximado
posible a lo eterno, siempre idéntico a sí mismo; pero dicho Estado no se ha
dado nunca en la historia (por eso es un Estado ideal), incluso algunos
intérpretes de Platón consideran que éste no pretendían que tal Estado
pudiera darse en la Historia, sino simplemente usarlo como un ideal al que

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se debería tender. Frente a este Estado ideal, los Estados históricos no son
justos, ni permanentes, sufren inevitables procesos de decadencia. Platón
clasifica así las distintas formas de gobierno dadas históricamente de mejor
a peor:
i.- ARISTOCRACIA: Es el gobierno de los mejores, de los que poseen en
mayor grado la virtud. Mientras ellos gobiernen se dará la Justicia. Sucede
que a veces los aristócratas van perdiendo poder, por lo que necesitarán
aliarse a los militares si quieren mantenerlo. Pero la virtud específica de los
militares no es la sabiduría, sino el valor, y como consecuencia la
aristocracia degenerará en ...
ii.- TIMOCRACIA: Que es aquel tipo de gobierno que se rige por la ambición
y el ansia de honor, que caracteriza a los guerreros. Bajo esta forma de
gobierno existe el orden pero no su fundamento. Como no tienen a la
Sabiduría rigiendo sus actos, se entregan a la acumulación de riquezas, y de
poder por el poder; además, conforme pasan las generaciones, los hijos de
los militares, ya instalados en el poder cómodamente, perderán las
cualidades que regían el comportamiento de sus padres, como el valor y la
austeridad, con lo que finalmente conducirán el gobierno a una ...
iii.- OLIGARQUIA: Que es aquel tipo de gobierno en el que unos pocos
acaparan el dinero y las riquezas, mientras que la mayoría de los
ciudadanos se empobrecen. Llegará un momento en el que el número de
ciudadanos pobres sea muy numeroso y se rebelarán, instaurando una
nueva forma de poder, la ...
iv.- DEMOCRACIA: La democracia es el gobierno de todos; por lo que, según
Platón, cada uno intentará obtener más beneficios para sí, sin pensar en lo
común, en la ciudad, y el gobierno degenerará en una anarquía. En este
punto, el pueblo, cansado del caos reinante, confiará el gobierno a un solo
individuo, para que imponga orden, se establece entonces una ...
v.- TIRANIA: Donde se impondrán la demagogia y la astucia, y la Justicia
habrá perdido todo su sentido.
Así es como, según Platón, se suceden las formas de gobierno unas a
otras a lo largo de la historia, debido a la falta de justicia. Frente a esto
desarrolla su propia concepción de un Estado justo que ya hemos expuesto,
y que pretende evitar las leyes del tiempo.

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