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REFLEXIONES PREVIAS
Recuerda que lo que se busca es una gracia de iluminación y atracción afectiva por
parte de Dios nuestro Señor, que «se comunica a la su ánima devota, abrazándola en su
amor y alabanza» (cf EE 15). Cuando esta gracia se recibe, por los caminos que el Señor
elige, no se puede confundir con el resultado de un esfuerzo de autoanális. Es una gracia que
“sorprende”, que une al Señor, provoca una inmensa gratitud y dispone afectivamente a
responderle «por la vía que mejor podrá servirle adelante».
- Una nota de “totalidad”, al intuir la acción invasora del mal que impregna todos los
terrenos de la propia vida y que aquel que la percibe la podrá expresar con una sola palabra
o una frase cargada de afecto y sentido.
Conocer el cariño que Dios nos tiene y confiar en él, pues en esto se hizo visible entre
nosotros su amor: « al enviar a su Hijo único al mundo para que tengamos vida por él
» (1 Jn 4, 9).
Creer que « ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo
Jesús, porque la ley del Espíritu que da vida en Cristo Jesús, te liberó de la ley del
pecado y de la muerte» (Ro 8, 1-2).
Estas peticiones debería hacerlas quien está dispuesto a pasar a la segunda Semana
para buscar lo que quiere y debe hacer por Cristo, en una agradecida respuesta de amor a su
inconmensurable amor.
No olvidemos, sin embargo, que San Ignacio pide en este ejercicio una gracia
especial: «demandar lo que quiero; será aquí pedir interno sentimiento de la pena que
padecen los dañados para que, si del amor del Señor eterno me olvidare por mis faltas,
a lo menos el temor de las penas me ayude para no venir en pecado» (EE 65). Petición
que parece más directamente sugerida para los que hacen solamente los Ejercicios de
primera Semana, pero que es también necesaria para todos, pues «debemos mantenernos
limpios de todo lo que pueda mancharnos, tanto en el cuerpo como en el espíritu; y en el
temor de Dios procuremos alcanzar una completa santidad» (2 Co 7, 1).
A quienes no sienten haber alcanzado esta gracia, podría serles útil animarse a
perseverar y mudar la materia o el método de oración y tomar alguna especie de penitencia
(cf EE 87). Quizás les convenga también continuar insistiendo en pedir un poco más “lo que
quiero”; pero no es bueno quedarse allí mucho tiempo, no sea que se produzca una especie
de bloqueo o frustración. Mejor sería proseguir en el itinerario de los Ejercicios, pues
seguramente la persona podrá constatar luego cómo esta gracia propia de la primera Semana
se puede conseguir más adelante a lo largo de las contemplaciones de segunda Semana.
TEXTO IGNACIANO
Este ejercicio sobre el infierno hay que entenderlo en el contexto de lo que realmente
pretende en el proceso diseñado por el texto ignaciano: ¡es una meditación sobre la
misericordia del Señor! En cuanto tal, es revelación de su inmenso amor-misericordia, del
abismo de su generosidad y de los esfuerzos que hace por ofrecernos la salvación en
Jesucristo. El coloquio de la meditación despliega diáfanamente este sentido: recorrer con
Cristo nuestro Señor toda la historia de la salvación para darle gracias «porque no me ha
dejado caer» en la frustración definitiva del infierno: «cómo hasta ahora ha tenido de mí
tanta piedad y misericordia» (EE 71). Es un diálogo que nos permite medir el amor de
Dios desde el abismo del cual nos salva. La meditación se adelanta en la continua presencia
del amor de Dios en Cristo y en la toma de conciencia más profunda de la necesidad que
tenemos de ese amor que nos salva por pura generosidad: «pues es Dios quien nos ha hecho,
él nos ha creado en Cristo Jesús, para que hagamos buenas obras, siguiendo el camino que él
nos había preparado de antemano» (Ef 2, 10).
El temor del infierno es fruto de la gracia, por tanto, de naturaleza diferente a los
miedos psicológicos. El miedo paraliza, angustia, nos hace enfermar. El temor amplía el
corazón, alivia, salva, purifica, abre espacio de esperanza.
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LIBÂNIO, J.B., S.J., El mal en la primera Semana, Ponencia en el V Simposio de Ejercicios Espirituales de
San Ignacio, Bogotá, octubre 14-15 de 2005.
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Habiendo sido creado el hombre a imagen y semejanza de Dios amor, ¿no constituye
el mayor infierno sentirse radicalmente separado de Él por toda la eternidad?
Una manera concreta de hacer este ejercicio sería tomar el pecado tal como a cada
uno le ha sido dado a conocer por Dios y considerar su fuerza destructora ingénita; ver las
posibilidades infinitas de desarrollarse que tiene, hasta llegar a invadir como un cáncer toda
mi vida. Aplicar entonces los sentidos como Ignacio sugiere: ¿a qué sabe tal situación, a qué
huele, cómo me toca? De todo esto me está continuamente salvando el Señor hasta este
momento de mi vida, por medio de su Espíritu, Amor vivificante.
Textos bíblicos
Is 59, 1-21: los caminos torcidos que hemos seguido y la redención que nos ofrece el Señor
Ez 36, 25-38: absolución del pecado mediante el agua purificadora
Jn 13, 1-9: el gesto del lavatorio simboliza lo que hace Jesús a través de todo su ministerio
Ef 2, 1-10: derroche del amor-misericordia de Dios por medio de Jesús
Sal 51; 136: confesión del pecado y salvación misericordiosa; lealtad eterna de Dios
2. Meditación del infierno con el diálogo entre Jesús y el buen ladrón: «acuérdate de mi
cuando comiences a reinar…te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso» (Lc 23, 42-
43)
5. Meditación con el coloquio (EE 71). El coloquio se hace regularmente al final de cada
uno de los ejercicios, pero aquí podemos tomarlo como tema de toda la meditación
Puedes escribir ahora una especie de sumario de lo que te ha acaecido en los días y
semanas anteriores, recuperando los matices y experiencias que hayas tenido y
presentándolas al Señor en el coloquio.
A algunos les gustaría meditar durante estos días sobre la muerte y el juicio. Estas
meditaciones se encuentran en algunos Directorios de Ejercicios y concuerdan con el
consejo ignaciano de «quererme doler y sentir pena, trayendo más en la memoria la muerte,
el juicio» (EE 78). En las «Notas sobre Ejercicios dadas de palabra», que tomó el P. Polanco
sobre lo que deseaba San Ignacio, leemos: «número de los Ejercicios [de primera Semana]:
cuanto al número de los ejercicios que se han de dar, así como es útil añadir a los cinco ya
dichos algunos otros, como de la muerte, del juicio y otros semejantes, si fuere menester
para hallar lo que se busca, a saber, dolor, etc., así no son necesarios otros si por los dichos
se halla lo que se busca».
SUGERENCIAS PRÁCTICAS