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REFLEXIONES PREVIAS
Es verdad que hay otra contemplación (décimo día) sobre «cómo el Señor
predicaba en el templo», pero los puntos que desarrolla el ejercicio no atienden al
contenido de la predicación de Jesús; simplemente se fijan en que estaba cada día
enseñando en el templo y, acabada la predicación, como no había quién lo recibiese en
Jerusalén, se retiraba a Betania. Es más bien una ocasión para contemplar las escenas de
relación de Jesús con Marta, María y Lázaro, para lo cual pueden utilizarse los
evangelios de Juan y de Lucas.
Se anotará igualmente que Jesús hizo un sermón a los discípulos durante la última
Cena, pero tampoco allí se propone el contenido como tema de oración. Y hay,
finalmente, un ejercicio de «cómo los apóstoles fueron enviados a predicar» (EE 281),
que es más bien la instrucción para la misión de Mt 10: Jesús les da potestad para echar
demonios y curar enfermedades, les enseña prudencia y paciencia ya que son enviados
como ovejas entre lobos, y les indica el “modo de proceder”: sin oro ni plata, entregando
gratis lo que gratuitamente recibieron y anunciando la cercanía del Reino. Pero este
ejercicio es más propio para acompañar la meditación de Dos Banderas.
No nos acerquemos al sermón como a una ley exterior, como a una tarea dejada a
nuestro propio esfuerzo. Meditarlo de esta manera es exponernos al desaliento frente a
una hermosa pero irrealizable utopía que nos excede. El sermón, realmente es la
proclamación de la nueva justicia que el Espíritu de Jesús está obrando en los
seguidores del Reino. Es la misma acción creadora del Espíritu que hace el mundo
nuevo. «Todos nosotros, ya sin el velo que nos cubría la cara, somos como un espejo que
refleja la gloria del Señor, y vamos transformándonos en su imagen misma, porque cada
vez tenemos más de su gloria, y esto por la acción del Señor, que es el Espíritu (2 Co 3,
18)»…«el mismo Dios que mandó que la luz brotara de la oscuridad, es el que ha hecho
brotar su luz en nuestro corazón, para que podamos iluminar a otros, dándoles a conocer
la gloria de Dios que brilla en la cara de Jesucristo» (2 Co 4, 6).
Pedir que nos aficionemos a la vida verdadera que nos muestra Jesús; tener
un corazón sencillo para que Dios se complazca en revelar el misterio del hombre
nuevo creado a imagen de Cristo Jesús (cf Lc l0, 21-22: «te alabo, Padre…porque
has mostrado a los sencillos las cosas que escondiste de los sabios y entendidos»).
TEXTO IGNACIANO
Proponemos a continuación un esquema del sermón que sirva de guía para su lectura
meditada:
- Cuando des limosna a los necesitados, no lo publiques a los cuatro vientos (6, 2-
4)
- Cuando reces, no hagas como los hipócritas para exhibirse ante la gente (6, 5-8)
- Debes orar así: Padre nuestro... (6, 9-15)
- Cuando ayunes no pongas cara triste (6, 16-18)
5. Actitud ante el prójimo; la oración de petición (Mt 7, 1-12; Lc 6, 37-38, 41-42; 11,
9-13)
- No juzguen y no los juzgarán (7, 1-2)
- ¿Por qué te pones a mirar la astilla que tiene tu hermano en el ojo…? (7, 3-5)
- No den lo sagrado a los perros (7, 6)
- Hagan con los demás como querrían que hicieran los demás con ustedes (7, 12)
- Pidan, busquen, llamen a la puerta (7, 7-11)
- Como introducción, Mateo presenta las grandes multitudes que siguen a Jesús,
ante cuya presencia él sube a la montaña a promulgar el estatuto del Reino, que define la
nueva alianza, y a constituir el pueblo mesiánico. Sus discípulos se le acercan y Jesús
comienza a enseñar dirigiéndose a ellos.
- Cada una de las Bienaventuranzas está constituida por dos miembros: el primero
enuncia una opción, estado o actividad; el segundo, una promesa.
- De las ocho bienaventuranzas hay que destacar la primera y la última, que tienen
idéntica promesa y están formuladas en tiempo presente: Dios reina sobre ellos.
- Las otras seis tienen una promesa diferente cada una y referida a un futuro
próximo (serán consolados, van a poseer, serán saciados…). De esas seis, las tres
primeras (vv. 4-5-6) se refieren a un estado doloroso para el que se promete la
liberación. La cuarta, quinta y sexta (vv. 7-8-9), en cambio, anuncian una actividad,
estado o disposición del hombre favorable para el prójimo, que lleva también su
correspondiente promesa de futuro.
1
El Evangelio de Mateo, lectura comentada. Ediciones Cristiandad, Madrid 1981, pp.51-58.
- Los que eligen ser pobres: los pobres «por el espíritu» (mejor que “pobres de
espíritu”). Espíritu en la concepción semítica connota fuerza y actividad vital más que
sentimiento o disposición interior. No se trata, pues, de los que están despegados
interiormente, aunque poseen dinero en abundancia. Hay aquí el sentido de una decisión
u opción por la pobreza. En respuesta a la invitación de Jesús, eligen ser pobres
voluntarios, no por necesidad, con la pobreza evangélica.
Son pobres reales (en sentido sociológico), que ponen su esperanza en Dios y no
se apoyan en los valores que ofrecen las riquezas. «Bueno, sí, pobres de espíritu, pero
también de dinero, pobres de verdad», comenta Clemente de Alejandría.
Jesús propone una opción por la pobreza como puerta de entrada al Reino (cf
episodio del joven rico). Invita a elegir la condición de pobre y a solidarizarse con los
pobres para poder seguirlo en el Reino. Esto conlleva la opción contra la riqueza como
valor, pues nadie puede servir a dos señores.
Quienes «eligen ser pobres» tienen ya a Dios por Rey y no han de temer los
efectos negativos de la pobreza: carencia de medios necesarios de subsistencia,
dependencia, inseguridad. Ellos han renunciado a amontonar y a retener riquezas y al
rango y dominio que ellas traen. Su opción es para buscar ante todo el Reino y su
justicia, libres de toda complicidad con la injusticia, que nace de acumulación de
riquezas, de la búsqueda del prestigio social y del poder sobre los demás. Eligen ser
pobres con la pobreza evangélica para erradicar la inhumana miseria.
- Los que tienen hambre y sed de justicia: condensa las dos anteriores. Expresa el
anhelo vehemente de algo indispensable para la vida. La justicia deseada es verse libre
de la situación que padecen los que sufren y los mansos. En la alternativa propuesta por
Jesús, no quedará rastro de injusticia.
- Los misericordiosos: no se habla de un mero sentimiento, sino de obras en
ayuda de los necesitados, como en Mt 25, 31ss. No tener miedo de ayudar: Dios
compensará a quienes se portan así.
- Los limpios de corazón: recuerda el Salmo 24, 4, donde el «limpio de corazón»
se encuentra en paralelo con «el de manos inocentes». Es el que no abriga malas
intenciones contra su prójimo. Las manos inocentes indican la conducta irreprochable.
El corazón limpio, la disposición interior habitual, de la que brotan las acciones («lo que
viene del corazón es lo que mancha al hombre», Mt 15, 18). Corresponde a la sencillez
de la paloma y se traduce en transparencia y sinceridad de conducta. La persona de
corazón limpio crea en torno a ella una relación de confianza mutua. No hay miedo de
que esa persona traicione, ni ponga una zancadilla o tenga un propósito oculto de
explotación de su prójimo.
Los limpios de corazón «verán a Dios» desde este mundo. Tendrán una
experiencia constante de Dios. Lo que hace limpio ante Dios no es la pureza ritual o
legal, sino la buena disposición hacia el prójimo, como Josías, «el más recto de los reyes
de Judá», de quien habla Jeremías a su hijo Joaquín: «tu padre... practicó la justicia y el
derecho; hizo justicia a pobres e indigentes, y eso sí que es conocerme -oráculo del
Señor» (Jer 21, 16). Esta “sintonía” con el Dios de los pequeños es lo que da acceso a él.
Textos bíblicos
Mt 1l, 25-30: Jesús se alegra y bendice al Padre porque ha revelado esas cosas a la gente
sencilla; aprendan de mí, que soy sencillo y humilde
Lc 12, 4-12: no les tengan miedo a los que matan el cuerpo
12-21: parábola del rico necio que quiere construir más amplios graneros
Mt 25:31ss.: obras de misericordia» con los hermanos más pequeños de Jesús
1 Ti 6, 1-10: los que quieren hacerse ricos caen en tentaciones y afanes insensatos
Otras lecturas
6) Meditación con la homilía del P. General en Rio de Janeiro y Caracas (Anexo No. 8).