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EQUIPOS CANINOS

REAL DECRETO 2364/1994, DE 9 DE DICIEMBRE, POR EL QUE


SE APRUEBA EL REGLAMENTO DE SEGURIDAD PRIVADA.
Art. 75 Equipos caninos.
1. Para el cumplimiento de sus funciones, los vigilantes de seguridad podrán contar
con el apoyo de perros, adecuadamente amaestrados e identificados y debidamente
controlados, que habrán de cumplir la regulación sanitaria correspondiente. A tal
efecto, los vigilantes de seguridad deberán ser expertos en el tratamiento y
utilización de los perros y portar la documentación de éstos.
2. En tales casos se habrán de constituir equipos caninos, de forma que se eviten
los riesgos que los perros puedan suponer para las personas, al tiempo que se
garantiza su eficacia para el servicio.

FES: FEDERACION EMPRESARIAL ESPAÑOLA de SEGURIDAD.


Informa:
En respuesta a la consulta recibida sobre las formalidades relativas al uso de perros
en los servicios de vigilancia, se informa que la ley de Régimen de Tenencia de
animales peligrosos 50/1999 de 23 de diciembre, en su artículo 1.2, excluye de
su aplicación a los perros y otros animales pertenecientes a los cuerpos policiales y
empresas de seguridad con autorización oficial.
Es aplicable el siguiente precepto, además de las disposiciones generales de
sanidad animal:
1.- Para el cumplimiento de sus funciones, los vigilantes de seguridad podrán
contar con el apoyo de perros, adecuadamente amaestrados e identificados y
debidamente controlados, que habrán de cumplir la regulación sanitaria
correspondiente. A tal efecto, los vigilantes de seguridad deberán ser expertos en el
tratamiento y utilización de los perros y portar la documentación de éstos.
2.- En tales casos se habrán de constituir equipos caninos, de forma que se eviten
los riesgos que los perros puedan suponer para las personas, al tiempo que se
garantiza su eficacia para el servicio.

CURSO BÁSICO DE GUÍA CANINO


TEMA I
CONOCER AL PERRO
Capitulo I

“Es fundamental para todo adiestrador y conocedor de la razas caninas, mirar hacia
atrás en el tiempo y estudiar el cuando, por qué y para qué aparecen éstos
increíbles animales.”
HISTORIA DEL PERRO
En los setenta millones de años que nos separan del comienzo del Terciario, es
decir, de la era geológica en que se produjo el triunfo de los mamíferos sobre
reptiles, aparecieron sobre la tierra muchos cánidos de formas muy diversas:
algunos parecidos a osos, otros semejantes a hienas, otros, aún, mucho más
similares a los gatos que a los perros; los hubo de dimensiones minúsculas, así
como verdaderos gigantes, es necesario contar no menos de setenta géneros. De
éstos sólo han sobrevivido algunos, porque en el curso de los setecientos mil siglos
la mayoría ha ido desapareciendo. Pero no es fácil discernir entre la multitud de
animales cuyos rasgos recuerdan, más o menos, a nuestros perros domésticos. La
mayoría de los paleontólogos reconocen al antepasado del perro en el Cynodictis,
que vivió en todo el Eoceno, hace entre setenta y cuarenta millones de años, en
Europa y Asia, en el Oligoceno inferior, hace unos treinta millones de años, sólo en
Europa; y del Oligoceno inferior al Mioceno inferior en América del Norte en la
forma más evolucionada, llamada Pseudocynidustis, aunque siempre estrechamente
emparentado con el Cynodictis europeo la cavidad que contenía el cerebro aparecía
suficientemente desarrollada; las apófisis occipitales y los arcos cigomáticos
presentaban caracteres que permiten situar al Cynodictis en un plano mucho más
moderno que el de sus predecesores carnívoros.
Aproximadamente en el mismo lapso, es decir, en el periodo que va del Oligoceno
inferior al Mioceno inferior, o sea, durante unos diez millones de años, también vivió
en América del Norte otro perro, el Daphoenus, que podría considerarse un
extraño cruce de perro y gato, ya que el aspecto general del esqueleto recuerda a
un felino, pero la cabeza se asemeja a la del perro o el lobo; según algunos
estudios, mientras el Paeudooynodictis preanuncia al zorro, el Daphoenus sería
el precursor del lobo; según otros, en cambio, los dos antiguos animales se habrían
extinguido sin dejar descendencia. Además, siempre en América del Norte, vivió un
tercer cánido, el Mesocyon, del que se conocen varias especies: con sus zarpas,
que ya no recuerdan a las de los felinos más que por algunos detalles secundarios y
que aparecen ya bastante adaptadas a la carrera, podría enlazar los cánidos del
tipo Daphienus con los actuales.
Muchos paleontólogos consideran al Mesocyon como al antepasado directo de
todos los cánidos de la era terciaria.
El canis propiamente dicho (término con el cual, además del can domestico, se
designa al lobo, el chacal, el zorro, es decir todas las especies pertenecientes al
género canis) aparece en Europa, Asia y África en el Plioceno, hace diez millones de
años; y en América del Norte sólo en el Pleistoceno, hace apenas un millón de
años.
El perro nace en Europa, se desarrolla en América, regresa a Europa y reaparece
en América sólo en épocas relativamente recientes.
El lobo, de Linneo denominó Canis lupus, apareció hace alrededor de cinco
millones de años, siendo entonces un carnívoro apenas mas pequeño que el lobo de
hoy; formas mayores, aún gigantescas, han sido halladas sólo en estratos más
recientes, pertenecientes al último periodo glacial, hace aproximadamente
cuarenta mil años.
Suele sostenerse, entre varias, opiniones distintas, que el perro doméstico no es
más que un lobo domesticado. Estas hipótesis, entre muchas, no carece de
fundamento, aunque hoy pueda parecer extraño que un lobo y n cócker, por
ejemplo sean individuos de una especie de una misma especie y posean la misma
ascendencia. Pero la verdad, en lo que respecta a los rasgos esqueléticos, es que
las diferencias absolutamente mínimas, se hallan más que nada en la dentadura
(evidentes, sobre todo, si comparan con el lobo perros de razas con el hocico corto,
como el bóxer o el bulldog o, en especial, el pequines), las que puedan atribuirse a
mutaciones producidas por la diferencia de alimentación.
Ahora bien, la historia de la domesticación de los animales también tiene su
misterio. Así como diversas y abundantes son las hipótesis a cerca de cómo las
especies más dispares de animales se asociaron con el hombre, también respecto al
perro se entrecruzan continuamente teorías muy diferentes.
La conquista del perro se inició con una asociación voluntaria de este tipo: al vivir
ambos de la caza, debieron encontrarse, a menudo, en los cotos, enfrentados por
una rivalidad en la cual el hombre, más inteligente y mejor armado, vencía casi
invariablemente. Poco a poco, el perro debe haberse resignado a dejar su presa al
hombre y a considerarlo su adversario más temible; pero, con el tiempo, este
sentimiento tuvo que sufrir una modificación sugerida por una situación ventajosa
en el fondo para el perro: Las poblaciones primitivas devoraban, en el sitio mismo o
en sus guaridas, a los animales matados, después de haberlos despedazados y a
menudo debía ocurrir que algún resto de la presa quedase en el terreno y sirviese
de alimentación a los perros salvajes. Estos se habituaron, de ese modo, a asociar
imagen del hombre con el recuerdo del hambre satisfecho, es decir, un sufrimiento
padecido y un gozo experimentado. Así disminuyó la hostilidad del perro y, en vez
de huir cuando el hombre se le acercaba, empezó a buscar su presencia, a rondar
los lugares donde el hombre cazaba o reposaba.
Las razas caninas que hoy conocemos presentan una diversidad muy acentuada
de rasgos distintivos, cuya explicación no sólo está en la tendencia natural del Canis
familiaris o la variación, sino también en los efectos de una domesticación muy
antigua, es decir, en la intervención del hombre que, a través de los siglos y los
milenios, ha trabajado para obtener la fijación de los distintos rasgos físicos y
psíquicos, apropiados para satisfacer distintos intereses utilitarios o deportivos, o
para desarrollar la inclinación a la fidelidad y al efecto que el perro, único entre los
animales, no todo en manifestarle.
Desde el principio de la historia, el perro ha sido el amigo y el sirviente del
hombre, ellos han sido siempre compañeros de la adversidad, y en la alegría, en el
trabajo y en la caza, capaz siempre de un gran entendimiento. La devoción que
este animal ha expresado por el hombre, no tiene paralelo en la historia del mundo
animal.
Capitulo II
PANORAMA ACTUAL DE LAS RAZAS CANINAS
Aunque en los 90 años transcurridos se han agregado muchas razas, y son
muchas las que han ido modificándose (de modo que se ha tornado sumamente
difícil la ubicación precisa de algunas de ellas), la topología morfológica de las razas
caninas, todavía hoy puede basarse sobre los cuatro grupos establecidos por
Mégnin.
Algunas veces, varios tipos morfológicos han contribuido a la modificación,
mezclándose de tal modo que no permiten una exacta discriminación. Obsérvese,
por ejemplo, al bedlington: terrier y por lo tanto, debería considerárselo como la
base lupoide; pero la cabeza y, sobre todo, las orejas colgantes y triangulares son
típicos de los bracoides, o perros de caza. Por lo tanto, y también sobre la base de
las conclusiones de Dhers y Ruger; en este panorama nuestro se lo ha colocado
entre los lupoides pero indicando la atribución a un subtipo: el lobo-bracoide. Pero
si se pudiese llevar al límite el estudio de esta raza, con el de tantas otras, se
deberán crear sub-tipos: siempre dentro del bedlington, por ejemplo, el pie es
alargado, de liebre, típico del corredor, en neto contraste con el pie de gato del
terrier, que es redondo, acto para cavar; toda la morfología de la extremidad
posterior cuyos rasgos aislados son propios del perro de carrera (angulatura,
musculatura, conformación general), es propia del perro graoide; el bedlington,
por lo tanto, estría atribuido a los lupobracograioides, lo que significaría que la
formación de esta raza tal como actualmente se presentan, han contribuido tres de
los cuatro tipos fundamentales.
Esto confirma las dificultades halladas para establecer una identificación
morfológica de las no pocas razas recientemente modificadas; identificación que, de
todos modos, se ha procurado registrar con la mayor cautela en los grandes
cuadros y que a continuación clasificamos en cuatro grandes grupos:
Lupoides: Cabeza en forma de pirámide horizontal, orejas generalmente derechas,
hocico alargado y angosto, labios pequeños y apretados, sin que el superior supere
la base de las encías inferiores. (Pastor Alemán)
Bracoides: Cabeza que se aproxima a la forma prismática, con el hocico
igualmente ancho en el extremo que en la base y separado de la frente por una
depresión, generalmente bien marcada, orejas caídas, labios largos y colgantes,
superando, el superior, el nivel del maxilar inferior. (Spaniel Bretón)

Molosoides: Cabeza voluminosa, redonda o cuboide, orejas pequeñas y caídas,


hocico corto, labios largos y gruesos, cuerpo macizo y normalmente de gran
estatura, por lo común con cinco dedos en las patas traseras como en las
delanteras. (Rotwiller)

Graioides: Cabeza en forma de cono alargado, cráneo reducido, orejas pequeñas,


vueltas hacia adentro y erguidas, hocico largo y delgado en toda dirección y en
línea recta con la frente, nariz saliente y angulosa, asomada sobre la boca, labios
pequeños y cortos o apretados, cuerpo alargado, miembros gráciles, vientre muy
retraído. (Dobermann)
¿Qué es un Standard?
Por Standard de una raza canina se entiende la descripción de sus caracteres
étnicos. Cada estándar es un retrato típico de la raza a la que se refiere.
Los standards son copilados por las entidades cinófilas de las distintas naciones
según su esquema fijo, el tenor de las normas fijadas por el Congreso Cinológico
Mundial de Mónaco, celebrado en 1.934 por la Federación Cinológica Internacional.
Sin embargo, es raro que entre un país y otro se dé una uniformidad real. Por esta
razón, salvo pocas excepciones (la del pastor alemán, por ejemplo, cuyo Standard,
como algún otro, se ha procurado mantener inalterado respecto a su forma
original), los standards que aparecen en este dossier han sido articulados del modo
más adherente posible al sugerido por la cinefilia oficial, en el siguiente orden:
Características generales, altura y peso, cabeza, ojos, orejas, cuello, tronco, cola,
manto, andar, defectos anatómicos y de tipo, defectos que implican la no
aceptación, escala de valoraciones y mediciones tipo.

Capitulo III
ANATOMIA
El hombre ha conseguido razas de perros muy diferentes en su apariencia y
tamaño pero, tanto anatómicamente como fisiológicamente, las diferencias entre
todas ellas son mínimas.
Las proporciones.- La relación entre la longitud y la anchura del conjunto del
cuerpo del perro da lugar a los tres tipo. Dolico morfo (lebrel), de líneas alargadas y
esbeltas, branqui morfo (bulldog), robusto, ancho y recogido y mesotorio
mediolíneo o intermedio (braco, dobermann, perdiguero), armoniosamente
desarrollado.
Con todos los animales que poseen una organización superior, su anatomía consta
de tres partes bien diferenciadas: cabeza, tronco y extremidades.
La cabeza.- En ella destacan las orejas, más o menos largas, de implantación alta
o baja y enhiesta o caídas según las razas. La nariz o trufa suele ser total o
parcialmente negra. Su dentadura tiene cuarenta y dos piezas: 20 en la mandíbula
superior y 22 en la inferior. Son notables un par de molares en cada mandíbula de
un tamaño mucho mayor que los demás y con varias cúspides agudas: son los
llamados molares carniceros.
Cuando los incisivos superiores cubren los inferiores se llama dentadura en tijera,
y en tenaza o pinza cuando unos y otros coinciden exactamente en sus bordes. Se
llama Stop al desnivel entre la frente y el borde superior del hocico, y puede ser
más o menos patente, desde el muy marcado del bóxer o el pequinés hasta el casi
inexistente del lebrel o el collie.
El tronco.- El tronco del perro consta de un tórax abombado y un abdomen más o
menos retraído también según las razas. El más retraído es el de los lebreles, por lo
que se llama agalgado.
El pelo que cubre el cuerpo del perro puede ser largo, corto, raso, duro u
alambrado, y su color resulta de la combinación de sus tres colores básicos: blanco,
negro y un marrón que va desde el castaño oscuro hasta el canela, con tonos más o
menos rojizos.
Las extremidades.- Las patas anteriores bajan perpendiculares al suelo y la punta
de los dedos de las posteriores están en la vertical bajo la parte más trasera del
anca. Los pies pueden ser redondeados (de gato) u ovalados, con el tercer dedo
más largo (de liebre). Algunas razas conservan un defecto congénito (condroplasia)
que mantiene las patas muy cortas (Dachshund, terrier escocés). La cola pueden
llevarla levantada, horizontal, caída (en sable) o enroscada, según la raza.
El esqueleto.- Desempeña en el perro igual que en todos los demás invertebrados,
una función de armazón que asegura el indispensable sostén del cuerpo, protege el
sistema nervioso y sirve de soporte de la musculatura.
El esqueleto del perro se compone de dos partes principales: el esqueleto de los
miembros y el axial.
Las patas traseras y delanteras reúnen 92 huesos del cuerpo. Por su parte, el
esqueleto axial comprende el espinazo (50 huesos), las costillas y el externos (34
huesos). Por último, el macho tiene un hueso más, el peniano.
Según la forma que tienen, los huesos se dividen en huesos largos y huesos
cortos, sesamoides, huesos planos y huesos irregulares. Los huesos largos, cortos y
sesamoides son los de los cuartos mientras que los huesos planos e irregulares
componen el esqueleto axial.
El cráneo es la parte más compleja del esqueleto. Alberga el cerebro, los órganos
de los sentidos y la glándula endocrina más importante, la hipófisis; a su altura se
encuentra las uniones con los dientes, la lengua, la laringe, y muchos músculos,
vasos y nervios.
Se divide en dos partes: una correspondiente a la región facial y palatina, la otra
a la cavidad craneana. A ellas se añaden otras dos formaciones, la mandíbula
inferior y el hueso hioides, es decir, el hueso de la base de la lengua.
La columna vertebral se compone de 7 vértebras cervicales, 13 vértebras
torácicas, 7 vértebras lumbares, 3 vértebras sacras y de 6 a 20 vértebras
cocxígeas. A las 13 vértebras torácicas se articulan 13 pares de costillas, la última
de las cuales se llama flotante porque queda libre en el tejido muscular. El esternón
está formado por ocho segmentos óseos sobre los que se articulan los nueve
primeros pares de costillas.
Los cuartos delanteros comprenden el hombro, constituido a su vez por el
omoplato y la clavícula (rudimentaria en la especie canina), el brazo, formado
únicamente por el húmero, el brazuelo, compuesto por el cúbito y el radio que se
articulan con el húmero por el codo, y, por último, la mano que está formada por el
carpo, metacarpo y las falanges.
Los cuartos traseros empiezan por una hemipelvis constituida por 4 huesos
soldados entre sí: el ilion, el isquion, el pubis y el acetábulo.
El muslo está formado por el fémur que se articula a la altura de la rodilla con la
tibia y el peroné (también llamado fíbula) que forman la pierna. La rodilla
comprende, además, la rótula y tres huesos sesamideos.
La pierna, terminada en el tobillo, se prolonga en el pie, el cual se compone de
tarso, metatarso y falanges.
Los músculos.- El sistema muscular es el motor del movimiento, pero es el
sistema nervioso el que asegura su coordinación y le da toda la gracia. Como las
demás especies animales, el perro tiene dos tipos de músculos: los músculos de
fibras estriadas y los músculos de fibra lisa. Los primero están bajo la dependencia
de los centros de la motricidad voluntaria, y los otros están sometidos al influjo del
sistema nervioso vegetativo.
Es de suma importancia el conocimiento aunque no exacto pero aproximado de la
identidad de todos los músculos del perro. Debido a la complejidad de éstos es
menester que en cursos avanzados nos dediquemos más detenidamente en ellos.
Capitulo IV
LOS SENTIDOS
La manera cómo el perro percibe y se representa su medio es un tema en el que
hay numerosos prejuicios sólidamente incrustados. El perro ve en negro y blanco,
sólo se guía por el olfato, no tiene un sentido del gusto muy desarrollado, etc..
Estas leyendas, repetidamente mantenidas, no se basan en datos científicos y se
pueden refutar fácilmente. Para ello basta con la observación simple y objetiva de
cualquier perro de compañía.
El objetivo de esta ficha no es detallar las capacidades sensoriales de la especie
canina sino más bien describir las cosas como son en realidad, para conocer cómo
perciben su entorno los perros.
¿Cómo ve?
El perro no tiene muy buena vista, pero, por lo que parece, la acuidad visual en la
especie canina está sujeta a variaciones raciales y las razas seleccionadas para la
captura de las piezas a la carrera están un poco mejor dotadas que las demás.
La pretendida visión en blanco y negro es una leyenda; el perro distingue los
colores.
Lo que ocurre es que la capacidad de discriminación entre los matices de un
mismo color la tiene mucho menos desarrollada que otros representantes del
mundo animal como los pájaros o el hombre, por ejemplo.
En realidad, para el perro que analiza su entorno, la vista no es el sentido
primordial sino más bien un sentido secundario gracias al cual puede precisar
ciertas informaciones recibidas por otra vía. Por lo demás, hay que decir que le
perro percibe notablemente los movimientos, una facultad que los pastores no
dejan de explotar para dirigir a sus perros a distancia. Igual que otros muchos
predadores, al pero le desconcierta la inmovilidad de la presa; en cambio, le
pueden estimular ciertos movimientos del follaje.
Los estudios llevados a cabo hasta ahora no permiten avanzar más en el
conocimiento de la visión del perro, y aunque los oftalmólogos veterinarios ya
implanten cristalinos artificiales todavía no saben exactamente cómo ven los perros
lo que les rodea.
El oído, indispensable para la socialización.- El oído se conoce mejor; en particular
se sabe que el perro percibe los ultrasonidos y que, gracias a su orientabilidad, el
pabellón se su oreja cubre el conjunto del entorno del animal. La aparición de la
audición (hacia el vigésimo primer día después del nacimiento) marca el comienzo
de la socialización del cachorro. En efecto, su aptitud para reconocer las diferentes
voces emitidas por sus congéneres es determinante para su desarrollo, y, además,
a los ejemplares que oyen mal a causa de una insuficiencia del número de
receptores (muy a menudo dálmatas) les resulta muy difícil integrarse en un grupo
social.
El olfato, un sentido extraordinariamente desarrollado.- Aunque existan diferencias
raciales bastante grandes (en lo referente al número de receptores en las mucosas
de las vías nasales), el perro sin duda es una de las especies mejor dotadas.
También en este caso el desarrollo óptimo del olfato está ligado a la riqueza del
medio en que crecen los cachorros. U la calidad del olfato es tanto más importante
para el cachorro pues le olfato juega un gran papel en su vida social. En efecto, es
partir del los olores y de las feromonas emitidas por cada miembro del mismo
grupo cómo se establece la jerarquía.
Por otra parte, el olfato del perro desempeña un papel esencial en la captura de
las presas y, por tanto, en el trabajo del perro de caza. No lo explica todo desde
luego, pues también intervienen otras percepciones sensoriales. Así, ciertos
fracasos de los perros de caza durante la montería no se pueden explicar por el
olfato únicamente pues la hipótesis de la pieza que retiene su olor no resiste el
examen científico. Lo más probable, en cambio, es que sea la percepción de las
vibraciones musculares de la presa lo que permite localizarla. Este fenómeno se
desveló primero con los tiburones. A menudo de dice que lo que atrae a estos
animales es la sangre, pero se dan casos en que atacan a presas que no han
sangrado. Las investigaciones llevada a cabo para interpretar ese comportamiento
demostraron que los tiburones reaccionan a ciertas frecuencias correspondientes a
las vibraciones musculares de las presas potenciales. Este descubrimiento se aplicó
en medicina humana y, gracias a él, en la actualidad se puede explorar el sistema
muscular y conocer su estado (las vibraciones se modifican en algunas patologías).
El comportamiento de los tiburones se podría extrapolar a la especie canina, y
resultaría valioso poder comprobar se los perros localizan sus presas del mismo
modo que los predadores marinos. Esto también podría explicar cómo se les puede
escapar la caza.
Un tacto mediocre. Por último, parece que el tacto de los perros es mediocre, pues
le tejido se sus almohadillas plantares no les permite recoger informaciones muy
precisas.
TEMA II
PRINCIPIOS DEL ADIESTRAMIENTO
Capítulo I
PRELIMINARES SOBRE EL ADIESTRAMIENTO
Es, posiblemente, el aprovechamiento por parte del hombre de las condiciones
naturales del perro, que le hacen sumamente apto para adquirir una serie de
conocimientos que permiten su utilización, una de las primeras manifestaciones
artísticas de la actividad humana.
Si en cualquier obra de arte encontramos la transformación de la materia
inanimada en un producto expresivo, en al educación del perro convertimos un
animal, en el que sólo existen puros instintos, en un ser a quien el hombre ha
inculcado conocimientos prácticos y aun destellos de potencia o facultades; aunque
estas, por designio del Creador, nunca podrán igualar a las humanas.
Antes de que le hombre primitivo pudiese dedicar los ratos que sus ocupaciones le
dejaban libre a pintar en las cavernas dibujos que hoy nos sorprenden, o a tallar
rudimentarios instrumentos de defensa o de trabajo, tuvo que proceder a la
enseñanza del perro, que auxiliándose, le permitieses confiar la guarde se sus
ganados y de su casa, dejando aquella constante vigilancia que por estricto
imperativo de vida, le eran necesario mantener ante el peligro de los ataques de las
fieras.
Este largo proceso, iniciado como vemos en tiempos remotos, ha ido
desarrollándose a lo largo de milenios y, al igual que otros conocimientos de
antiguo tenidos, alcanza en los tiempos actuales un grado de perfeccionamiento
difícilmente superable.
Tal proceso ha sido posible merced a la inteligencia humana que, puesta la
servicio de este objeto, consiguió un conocimiento verdadero del perro; no sólo se
sus facultades visibles, sino también de aquellas otras que potencialmente se
encontraban en él, esperando sólo la causa o motivos que permitiese fueran
actualizadas.
El secreto del verdadero conocimiento estriba en al apreciación justa de su poder;
de sus reacciones y facultades, sin los extremismo que durante todos los tiempos
han mantenido como posiciones muchos aficionados.
Creer que el animal posee inteligencia, opinión muy generalizada, o la también
frecuente de que sólo instintos primarios, crearon un confusionismo grande en
estos supuestos.
El perro, al igual que otros animales, está sometido a una multitud de
limitaciones. El sentimiento del dolor aparece unido a la sensación se carencia o a la
actuación de determinados estímulos sobre él.
Podemos decir que esta manifestación es común al hombre y a los animales; si
bien éstos, por carecer de facultades espirituales, lo experimentan con menor
intensidad, ya que no entran en juego aquellos importantes factores.
La impresión producida en ellos por la angustia de sus congéneres se borra
inmediatamente. Creemos que si un perro es maltratado en presencia de otro este
animal comprende la acción experimentando una sensación de malestar.
La memoria auditiva, visual u olfativa aparece muy desarrollada, pero son sobre
todo, los órganos sensoriales los que con su gran perfeccionamiento permiten al
instructor que pueda conseguir su objeto.
El conocimiento de estos sentidos y la explotación de los resortes que obran sobre
los instintos serán la base en que se apoyen las prácticas de adiestramiento.
Fases del proceso educativo.- Consideramos dividido el proceso educativo en dos
fases: educación y adiestramiento propiamente dicho.
Ambos términos no son antagónicos, sino que, por el contrario, se
complementan.
Son partes de un proceso que se inicia casi desde el nacimiento y que,
prácticamente, no termina nunca, ya que por muchos conocimientos que un animal
posea, cabe siempre perfeccionarlos y aumentarlos.
La educación es propia del perro joven, como el adiestramiento lo es del adulto.
Aquella se inicia tan pronto como el cachorro es separado de la madre y con sus
hermanos de camada comienza a valerse por sí.
Es la ocasión de ponerle un nombre, que le acompañará durante toda su vida, y al
cual con su actitud responderá siempre que sea pronunciado.
Es, asimismo, el momento de comenzar, en forma nada coactiva, ya que sus
facultades se encuentran embrionarias, a irle grabando experiencias que durante
toda su vida le han de acompañar.
En este tiempo el cachorro no muestra preferencia por persona alguna, si no es el
encargado de darle de comer.
Su presencia es relacionada con la satisfacción de una necesidad vivamente
sentida, y no hay posibilidad, sino a través de él, de evitarla, ya que por sí solo el
animal en esta época que hablamos es incapaz de resolver.
Fácilmente comprobamos cómo la camada entera sigue los pasos del que la cuida.
En este momento de la vida del animal es la ocasión propicia para comenzar a
inculcarle enseñanzas básicas, tales como acostumbrarle a que evacue sus
necesidades fuera del alojamiento y su conducta en el trato con los demás animales
domésticos.
Pero para llevar a cabo estas enseñanzas es preciso que le cachorro se halle
separado de la camada, pues en este tiempo, el poder de imitación, sobre todo,
ejerce una gran influencia, de poco servirá regañar a uno se el resto hace las cosas
mal; al mismo tiempo por estar reunidos, es poco menos que imposible saber quién
ha cometido la falta.
Se puede comparar con bastante acierto los diferentes períodos de la vida del
hombre con los correspondientes de la vida del perro. La infancia, adolescencia,
juventud y edad adulta se corresponden, con los de cría, cochorro, jóvenes y
adulto.
Siendo el perro uno de los animales de crecimiento mas rápido, podemos calcular
que se desarrollo es aproximadamente doce veces más rápido que le del hombre.
Apuntamos anteriormente que la época primera era la más propicia para
conseguir ciertas enseñanzas; pero esto no quiere decir que si por cualquier
circunstancia no se hubiese aprovechado, no tenga el problema solución, ya que,
como veremos más adelante, existen recursos para salir al paso y corregir aquellos
defectos que no lo fueron a su debido tiempo.
Por otra parte, en estos primeros meses de la vida del cachorro, éste se distrae
constantemente, y trata de realizar ciertas enseñanzas es completamente
perjudicial.
Precisamente, cuando hablamos de la actitud de la camada con el individuo que la
cuida podemos señalar que es ocasión propicia para que si bien sea uno el hombre
encargado de la misma, otras personas los acaricien y jueguen, ya que esto, a la
larga, hará muestren menos desconfianza hacia las personas extrañas.
El animal salvaje se forma, mejor dicho, se pe prepara para la lucha con la vida, a
base de una serie de experiencias, imitación de los padres y, desde luego, los
factores hereditarios.
No ocurre así con los animales domésticos, ya que le ambiente en que su vida
crece tiene otras exigencias distintas, por lo que precisan una educación adecuada
que les permita amoldarse a nuestras costumbres, así como adquirir especiales
conocimientos si retrata de querer utilizarlos para nuestro servicio.
Una educación racional ha de procurar evitar los perros tímidos, asustadizos, que
sólo realizan el trabajo pedido por el temor al castigo.
En esta, como en todas las fases, los libros nos podrán servir de orientación y
guía; ellos permitirán actualizar facultades existentes en el hombre, de las cuales
no tenía conocimiento; pero no podemos olvidar que no todos los perros son
iguales ni reaccionan de la misma manera; por tanto, es precisa la habilidad innata
y la adquirida por el transcurso de la experiencia.
Es, como decimos una orientación, pero no una regla invariable a la que sea
preciso sujetarse rígidamente.
Aparte de estas diferencias aludidas entre animales del mismo sexo, según
periodos de su vida, variedades y ocasiones, existe una, bastante marcada, que
queremos hacer resaltar. Se trata de la diferencia muy notable existente en el sexo.
El macho tiene, en general, mayor robustez y fortaleza. A la vista del Standard,
vemos la diferencia admitidas en peso y tamaño. Asimismo se considera el superior
a la hembra; regla común a todos los seres vivos.
Tiene a su vez una mayor tendencia hacia la libertad; de distrae más fácilmente y
es, en general, menos cariñoso. En relación con sus hijos, apenas si desempeña
más misión que la de engendrarlos. Por su parte, la hembra es más sensible, más
dócil, podemos decir que ha encajado mejor la influencia del hombre.
Desde el punto de vista práctico, es decir, para la utilización consideramos
preferible el macho, pues a las circunstancias de fortaleza y resistencia apuntadas
tenemos que agregar la no servidumbre del celo, a que la hembra está sujeta, y
que la incapacita durante ciertos períodos del año a realizar un trabajo eficiente; así
como la desventaja de impedir que los machos que con ella trabajen puedan
realizarlo.
Como ya indicamos, el adiestramiento propiamente dicho es tarea a realizar en el
perro adulto y en su desarrollo existe un orden preciso a observar.
Se partirá, como es lógico, de los ejercicios más sencillos y elementales para ir
ascendiendo progresivamente; teniendo por norma no pasar a uno nuevo sin
realizar perfectamente el anterior.
Cualidades del adiestrador.- Debe ser una persona equilibrada física y
moralmente. Debe ser fuerte, sano, templado de nervios, y aunque le esfuerzo
pedido a los cuerpos humanos en esta práctica no está muy por encima de las
fuerzas naturales de casi todos los hombres, la armoniosa conjunción de las
facultades intelectuales, morales y corporales es absolutamente necesaria.
Un adiestrador debe ser sociable, toda vez que es a la sociedad de dos a la que
invita a su animal, y en la que él se atribuye el título de jefe, que le dará el derecho
de mandar y castigar. Es así que el puesto anhelado, la función que solicita, le
obliga imperiosamente a poseer ciertas cualidades del jefe. Además, tened presente
que vuestro perro no sabrá soportar la tiranía, ni el desprecio, ni la cólera, ni
mucho menos la injusticia. No sabrá representar por mucho tiempo el papel de
víctima, ante un instructor de mal carácter, testando, mal educado, egoísta, y se
marchará de su lado para no ser ni esclavo ni máquina.
Los adiestradores vanidosos, coléricos, incapaces de reconocer sus faltas y que
maltratan a los animales por la menor contrariedad deben renunciar al
adiestramiento y no empeñarse en hacer desgraciados e ineptos a los animales.
El verdadero adiestrador es siempre un educador. Sabe que una vida ajena a la
suya le ha sido confiada. Sabe, asimismo, que para que esta vida se desarrolle
armoniosamente debe poner en práctica las reglas morales más fundamentales.
Ello no quiere decir que un educador no tenga que ser firme y energético. Al
contrario, le serán necesaria una voluntad de hierro y un conjunto de cualidades
viriles que harán de él el jefe apto para el mando. Nada de afecciones ni
amaneramientos. Clarividencia y sobre todo inteligencia. Nada de sensiblería, y si
mucha sensibilidad.
Debe conocer el buen adiestrador la psicología animal, a la vez que sus propios
defectos para graduar exactamente la responsabilidad en al falta cometida.
Estas son loas condiciones físico morales que, sobre todo, necesita el verdadero
Adiestrador. Vemos, pues, que le adiestrar perros es un trabajo para personas ya
hechas. Nunca hemos visto a ningún joven ir en cabeza en estos ejercicios. Sólo
después de cumplidos los treinta años, cuando la vida ha dado suficiente
experiencia, cuando una cierta madurez parece haberse adquirido, es cuando
pueden predecirse excelentes resultados.
Es preciso decir también que esta función se practica en el anónimo, sin esa
espectacularidad que tantos buscan en los campos de fútbol o en los edificios.
Esta misión está desprovista de aparato, y supone tanta paciencia y cualidades
ocultas que, en general, es mal apreciado el trabajo que se presta.
Hemos visto frecuentemente a espectadores aplaudir cuando e les ofrece un
trabajo de alto o escalada y quedarse completamente impasibles en un trabajo de
pista.
Pensamos que le adiestramiento es un arte que implica un cierto conocimiento del
mismo para ser debidamente apreciado. Sobre todo, para ser ejercido.
Más que en cualquier otra actividad, es preciso en ésta amar el trabajo para
conocer toda su belleza. En este caso, amar el trabajo es gustarle a uno la vida en
común con un animal.
Muy frecuentemente, por desgracia, se encuentra dueños de perros que no tienen
ningún conocimiento de la psicología canina, pasando, por tanto, a los ojos de sus
vecinos por gentes nada más que para sacar de él un rendimiento. Se ve alguna
vez, pero el caso es, afortunadamente, muy raro, a ciertos propietarios tener un
perro para que son sus ladridos guarde la finca; no teniéndole ningún aprecio.
Tened por seguro que un animal en estas condiciones es un esclavo y un
desgraciado.
Es necesario querer bastante a los perros para dedicarles y consagrarles tiempo y
trabajo. Podemos comprar una máquina cualquiera, instalarla y ponerla
inmediatamente es servicio que, bajo la garantía del fabricante, realizará su trabajo
a la perfección. Un perro no es, afortunadamente, en forma alguna una máquina.
No es suficiente comprarle y colocarle al final de una cadena para que haga su
servicio. Es un conjunto de cualidades superiores las que deben imbuírsele y no
hacer de él un ser automático. En los dominios de la Educación y del Adiestramiento
del perro nada se hace solo.
Todo está reglado, ordenado, previsto por la inteligencia y el corazón del
adiestrador.
Capítulo II
PEDAGOGÍA CANINA
No pretendemos que por los métodos y procedimiento que seguiremos para
conseguir la mera propuesta – Adiestramiento completo del perro-sean los únicos
existentes, ni siquiera los más perfectos; de lo que sí estamos seguros, y en ello
encontramos la casi total coincidencia de todos los que desde hace mucho tiempo
se vienen dedicando a esta cuestión, así como los datos de nuestra propia
experiencia, es de que existen principios básicos, normas generales, de las cuales
es imposible apartarse si queremos que el éxito culmine la obra.
A continuación se señalan los más importantes de éstos y que procuremos seguir
lo más cerca posible:
1. Es preciso grabar en el ánimo del animal la asociación entre orden del
instructor y la ejecución de lo mandado. Esto se consigue por la repetición,
siempre es idéntica firma, de este proceso. En principio, la voz humana,
cuya musicalidad tanto gusta y atrae al animal, será la usada.
Las voces de mando, que normalmente serán enérgicas y breves, deberán, en
determinados ejercicios, alargarse y suavizarse.
Como regla general, los ejercicios que requieran un solo movimiento, necesita
voces cortas y tajantes; por el contrario, aquellos que indican u ordenan acción más
o menos continuada, las precisan largas, tratando de adoptar un tono cariñoso. Es
tan grande la sensibilidad del animal hacia el sonido, consecuencia de un sentido
auditivo muy desarrollado, que las voces emitidas por un Adiestrador es estado de
excitación introducen en el ánimo del animal duda y confusión. Entre el hombre y el
perro se establecen lazos de unidos tal, que le animal percibe con claridad los
momentos por los que atraviesa su instructor.
2. El perro, con el afán de complacer a su dueño, meta y objeto bien
grabado en su ánimo (según autores, egoísmo exclusivamente), tratará de
repetir aquello que le ha sido combativo, llamadas del sexo, hambre o sed)
podrán romper su obediencia a la voz de mando del hombre.
Cuanto más perfecta sea su educación, más facilidad encontrará en vencer estros
instintos, siempre, claro es, dentro de ciertos límites pues a diferencia del hombre,
desconoce el valor moral de las acciones.
3. El proceso de adiestramiento debe realizarse en forma progresiva
aumentando gradualmente las dificultades; la impaciencia y el deseo de
imprimir una rapidez excesiva conducirán inevitablemente al fracaso.
4. Todas las sesiones de adiestramiento deberán terminarse logrando que le
animal consiga el objeto que de él se espera y que le instructor propone;
aquí la habilidad del adiestrador debe hacerse patente al hacer en forma
disimulada las simplificaciones que sean precisas para que le animal salga
airoso.
En aquellos ejercicios de desarrollo complicado, y que alguna fase del mismo, por
especial dificultad, no es entendida por el animal, se deberá, en lugar de repetir
ésta, comenzar desde el principio, ya que es preciso inculcar al mismo la
asociación o encadenación de acciones o mandatos por parte de su guía y
movimientos o actitudes por su parte.
5. En los ejercicios de aplicación, es necesario rodear el ambiente del mayor
parecido posible con la realidad, cambiando con frecuencia le lugar para
evitar crear en el animal vicios que le hagan realizar el trabajo en forma
mecánica, sirviéndose exclusivamente la memoria y sin poner a
contribución del mismo sus finos sentidos.
6. Siendo el perro un animal fuerte en su constitución física, de
temperamento enérgico, lo que le hace ser valiente ante el peligro, posee,
sin embargo, una gran sensibilidad, y ésta es precisamente la que debe ser
conocida y utilizada por Adiestrador hasta conseguir que le hacho de
hablarle duramente sea para él un verdadero castigo.
Castigos y recompensas.-Por primera vez, al terminar el párrafo anterior, hemos
mencionado las palabras castigo y recompensa, y a continuación, por si hubiera
alguna duda sobre lo que éstas son y significan, procederemos a explicarlas más
detalladamente, estudiando el papel preponderante que desempeñan en le proceso
de adiestramiento. Es frecuente asociar la palabra castigo, y sobre todo al tratarse
de animales, ala idea de sufrimiento de tipo corporal producido por la acción de
golpes o fustigación, y tal concepto se aparta totalmente la idea verdadera.
El castigo corporal, en la forma que sus antes se menciona, no será usado como
regla; en contadísimas ocasiones, y ante perro anormales, podrá emplearse; si bien
es preferible proceder al desecho del animal que padezca alguna anormalidad, que
intentar su corrección, pues lo más probables es que, tarde o temprano, aparezca
nuevamente; siendo, por tanto, muy escasa la confianza que sobre este animal
podemos tener; en ningún momento podemos olvidar que nuestros perros han de
rendir un servicio práctico, y que ésta es la única razón de su existencia como tales
auxiliares.
Premios y castigo son los medios que constantemente se apoya el instructor para
conseguir su objeto; perderán toda su eficacia y valor pedagógica si no son
aplicados con la máxima oportunidad y justa dosificación. El castigar un hecho
pasado tiempo de cometido, cuando el animal olvidó la falta, es de efectos
perniciosos. Tampoco deberá ser castigado un pero por torpeza i inhabilidad al
practicar los ejercicios, pues el instructor deberá pensar constantemente que no
todos los animales (lo mismo que los humanos) está igualmente capacitados.
Es preciso también al castigar tener presente, lo mismo que en todo el proceso
educativo, el carácter temperamental y sensibilidad del animal; distintos siempre
uno de otros.
Es asimismo, conveniente en la aplicación de una corrección pecar por defecto que
pecar por exceso, y en caso de duda, es aconsejable no castigar. Es de fatal
resultado llamar a un animal que ha hecho algo malo, empleando palabras
cariñosas, para luego reprenderlo.
El elogio mediante la palabra y la caricia con al mano, usando casi exclusivamente
la mano izquierda para que le animal no tome aversión a marchar en este costado,
no deberá regatearse nunca, ya que el perro posee un grado tal de sensibilidad,
que necesita de este pequeño premio para considerarse recompensado en su
trabajo.
Las recompensas materiales (un terrón de azúcar o un trozo de carne), al
terminar satisfactoriamente un ejercicio, surten buen efecto, siendo preciso evitar
prodigarlo excesivamente, ya que esto crearía en le animal el sentido de un
derecho; que podría llegar hasta el extremo de negarse a efectuar un trabajo
posterior si no recibe esta recompensa.
En los casos excepcionales, cuando el perro por manifiesta desobediencia,
sabiendo perfectamente realizar un ejercicio y no existiendo causa alguna
(enfermedad u otras) que lo justifique, se niega a realizar un trabajo y sea
conveniente aplicarle algún castigo corporal, se evitará hacerlo en las partes
sensibles, como hocico, orejas y patas, debiendo golpearle con la palma de la mano
o varilla flexible en los costados y parte superior de los muslos.
Sesiones de adiestramiento.- El ejercicio físico, base de un perfecto desarrollo,
es preciso para conseguir animales capacitados para soportar las duras pruebas que
en la práctica de los servicios se verían obligados a sufrir. El perro, por su
constitución y características, necesita consumir el exceso de energías de que está
dotado; por ello es preciso darle frecuentes oportunidades para que corra, salte e
incluso luche con sus semejantes; la carencia de éstas los convierte temerosos,
torpes, nerviosos y débiles.
Las sesiones de Adiestramiento cumplen un doble objeto: el anteriormente
señalado y le de inculcarse los conocimientos precisos para su empleo práctico. La
hora de dar comienzo las mismas, así como su duración depende de la edad de los
animales, clase de ejercicios a realizar y estación del año en que se encuentren.
Como regla general, se establece que las sesiones de adiestramiento deberán ser
realizadas antes de la comida, consiguiendo de esta forma un doble objeto: En
primer lugar, que el animal trabaje con mayor desenvoltura, evitando, si se trata de
ejercicios violentos, posibles trastornos intestinales, y en segundo, el recibir la
comida después del trabajo constituye un premio; llegando fácilmente a asociar
ambas ideas.
Deberán dar comienzo dedicando los primeros minutos, un cuarto de hora
aproximadamente, a jugar con el animal, ya fuera de su alojamiento. Este
entrenamiento tiene una gran importancia porque crea lazos de afectos entre perro
y Guía.
El trabajo deberá ser alegre y dinámico; la desgana o mecimiento por parte del
Guía es inmediatamente transmitida al animal, haciéndose infructuoso el mismo.
Si en el transcurso de una sesión se encuentra apatía o desgana por parte del
perro para ejecutar un trabajo, deberá suspenderse, dedicando a continuación unos
minutos a juego o entretenimiento; tal medida suele obrar frecuentemente como
remedio eficaz.
Durante el tiempo que dura cada lección, el guía observará constantemente al
perro, corrigiendo pacientemente los efectos. Si el animal se acostumbra a cometer
faltas y que éstas sean toleradas será luego difícil y a veces imposible el evitar que
las cometa.
Las sesiones se deberán terminar con aquellos ejercicios que más gusten, y, por
tanto, mejor ejecute el animal, con objeto de que las recuerde como algo
agradable; tratando de evitar que en las posteriores salga con la idea de un trabajo
asociado al castigo en vez de un juego o entretenimiento que él realiza de acuerdo
con su dueño.
Es norma de interés el tener dos sesiones de media hora en vez de una seguida,
ya que el interés y atención decaen, resultando infructuoso el trabajo. Los ejercicios
a realizar podrían ser llevados a cabo de dos modos: Individual o colectivamente.
El primero se realiza con le perro suelto o atado con la cadena pero en forma
aislada, siendo este tipo de ejercicio el indicado antes de que se acueste, para
facilitar la evacuación. Los segundos se realizarán por escuadras o grupos, y
deberán formar parte del adiestramiento propiamente dicho. En este tipo están
incluidos los largos paseos que se aprovechan para perfeccionar o enseñar el
marchar al lado, con cadena, así como no prestar atención a los extraños.
El ejercicio está en relación con la naturaleza del alojamiento, ya que es lógico que
un perro que se encuentra atado o en una pequeña caseta necesita más que aquel
que dispone de un patio de dimensiones suficiente o se encuentra sujeto a un largo
alambre, por el cual puede deslizarse en sus movimientos; sistema empleado en las
instalaciones inglesas del Ejercito de Tierra.
Edad para iniciar los diferentes ejercicios.- A la vista de las contradictorias
opiniones sostenidas sobre la edad conveniente para le adiestramiento del perro,
nos inclinamos por la que muestra experiencia nos aconseja como más
recomendable y que hemos visto después confirmada en el Reglamente inglés para
perros de guerra.
La edad propia para comenzar el adiestramiento es la comprendida entre los
dieciocho meses y los tres años.
Los animales en edad inferior a dieciocho meses no están ni física ni psíquicamente
desarrollados, y aunque sea susceptible de recibir adiestramiento, lo serán sólo en
los ejercicios de obediencia, no respondiendo a lo más intensos a que habrán de
someterse los perros, como auxiliares en fines de patrulla y seguridad.
Por otra parte, los perros de edad superior a tres años no son fácilmente
adiestrados.
¿Cómo elegir el perro ideal?- La adquisición de un cachorro es algo importante
pues su guía compartirá con el compañero elegido gran parte de su vida. Así que
más vale no fiarse del famoso flechazo.
Los especialistas han elaborado tests de carácter, gracias a lo que cualquiera que
desee adquirir un perro podrá encontrar el que prefiera. Estos tests también le
sirven al criador para conocer el porcentaje de perros agresivos. Sumisos o
independientes de una camada.
El test de selección más conocido es el del etólogo norteamericano Cambell que
comporta cinco ejercicios realizables en algunos minutos, fáciles de interpretar y
que proporcionan buenas indicaciones sobre el temperamento de base del cachorro,
con tal que las condiciones definidas por Cambell se respeten escrupulosamente:
ü Primer ejercicio: Verificar atracción social.- Delimite una zona a su
elección, penetre en su interior y coloque suavemente el cachorro en el
centro, tras lo cual aléjese de él unos metros en sentido opuesto al que
haya seguido para entrar. Arrodíllese entonces e intente atraer al cachorro
palmeando suavemente con las manos. Entonces vera si viene o no hacia
usted, y si, en caso afirmativo, lleva la cola levantada o bajada. Así podrá
apreciar su sentido social y sacar conclusiones sobre su naturaleza, mas o
menos confiada o independiente.
ü Segundo ejercicio: Verificar su aptitud para seguir al hombre.- De pie
cerca del cachorro, aléjese de él andando normalmente. Sus reacciones
mostrará claramente su mayor o menor aptitud para seguirle. Si no le
sigue en absoluto es que es muy independiente. Asegúrese en cualquier
caso de que le ha visto empezar a andar.
ü Tercer ejercicio: Verificar su reacciones a la dominancia por imposición.-
Póngase en cuclillas y tumbe el cachorro en el suelo haciéndolo girar
suavemente sobre al espalda; manténgalo así con una mano sobre su
pecho durante 30 segundos. El cachorro puede defenderse ferozmente,
ladrar, intentar zafarse, morder o bien calmarse y lamerle las manos. Su
reacción indica la aceptación o el rechazo se su autoridad así como sus
tendencias reflejas: reflejos activos de defensa (agresivo) o reflejos
pasivos de defensa (cobarde).
ü Cuarto ejercicio: Verificar sus reacciones a la dominancia social.- El
perro dominante pone las patas delanteras sobre la nunca y la cruz del
subordinado. Para saber si acepta la dominación de usted, proceda de al
siguiente manera: póngase en cuclillas al lado del cachorro tumbado;
acarícielo suavemente desde encima del cráneo bajando a lo largo del
cuello y de la espalda; eventualmente haga un poco de presión para que se
mantenga en esa posición. Su actitud ante la caricia indicará su aceptación
o rechazo de la dominancia social de usted. Un cachorro muy dominante
intentará morder, gruñirá o le saltará encima. El cachorro independiente se
contentará con alejarse.
ü Quinto ejercicio: Verificar sus reacciones a la dominancia por elevación.-
Levante el cachorro suavemente con las dos manos enlazadas por debajo
de su esternón de manera que no toque el suelo. Manténgalo así durante
30 segundos: el cachorro, que ya no puede hacer nada, tendrá que
confiarse por completo y aceptar la dominancia de usted. Observará
entonces si se acomoda o no a esta nueva situación. Después póngalo en
el suelo y anote el resultado.
Al final de los ejercicios complementarios para su elección son los siguientes:
- Si el posible, poner el cachorro en presencia de perros adultos
tranquilos y equilibrados. (Observar si se encuentra a gusto o por el
contrario rechaza toda autoridad exterior).
- Soltar el perro en un entorno que le sea desconocido y anotar sus
reacciones (Observar se es atrevido, tímido, linfático, independiente
sumiso).
- Observar las reacciones del cachorro a los ruidos.
- El tests del espejo (observar si se queda inmóvil “equilibrado”, si se
acerca y después retrocede mostrando interés y reserva a la vez “ternura y
amabilidad”, si gruñe o escapa “temeroso y poco sociable”.
- El test del juguete teledirigido (Observar si se echa encima se trata de
un perro de naturaleza más bien agresiva, si lo ignora, es un
independiente, si va a esconderse, es un miedoso y por último, si se
interesa por el juguete al mismo tiempo que lo evita cuando se dirija hacia
él, es un cachorro bien equilibrado.
Los tests de Cambell, que desde luego son serios, no se han de interpretar como
una “verdad científica”. Las diferentes reacciones de los perros sólo permiten
determinar las tendencias del carácter de cada uno de ellos. De modo que el futuro
dueño podrá seleccionar en una camada el animal que, a su parecer, corresponda
mejor a su personalidad o a la utilización a que quiera destinarlo. Pero estos tests
sólo son válidos en un contexto dado y puntual. Pues el comportamiento del perro
podrá verse ampliamente influenciado y hasta modificado en los años ulteriores por
su modo de vida y su educación. Así, un perro que esté bien socializado según los
tests podrá volverse agresivo después por múltiples razones de carácter relacional
muchas veces<. Dueño tiránico, perro solo durante todo el día, etc. Por todo ello,
los tests de Cambell no deben constituir argumento de venta en ningún caso. Se
han considerar como una guía para la educación del perro que se ha escogido como
acompañante.
¿Qué razas a elegir para mayor rendimiento?- Simplificando este apartado no
existe el pero perfecto, en cambio podemos decir que existen razas que a un nivel
de adiestramiento son bastantes notables en las tareas a desempeñar. El interés
nuestro es el elegir un perro hermoso, con buena constitución que se adapte a las
normas de su standard y que sobre todo y ante todo sea un perro que muestre
interés por el trabajo a desempeñar. No nos vale maniquíes de exhibición de belleza
si luego no pueden ser adiestrados; por tanto preferiremos un perro no tan
deslumbrante en su físico y si en su capacidad de ser adiestrado.

EJERCICIOS DE ADIESTRAMIENTO.
1.VENIR A LA LLAMADA
Los utensilios que debemos utilizar para este ejercicio son: un collar de cadena
estrangulador y una correa de cuero de 6m.
La duración ha de ser de diez minutos y el tiempo estimado es de cinco días. Para
que nuestro perro se acostumbre a acudir de inmediato a nuestro lado siempre que
lo llamemos procederemos de la siguiente forma:
Colocamos en lugar de la correa normal de adiestramiento que usamos en los
demás ejercicios una correa larga de aproximadamente seis metros y lanzamos un
objeto a cierta distancia, dentro del alcance de ésta. Provocaremos al perro para
que vaya a buscarlo y una vez que lo esté olfateando lo llamaremos por su nombre
seguido de la voz de mando "AQUÍ", mientras vamos trayéndolo con pequeños
tirones de la correa. Cuando lo tengamos cerca lo acariciaremos felicitándolo con
las palabras muy bien, muy bien.
Después de ensayar cinco o seis veces el perro ya habrá asociado la palabra de
mando con la acción a realizar. La siguiente vez llamaremos al perro acompañando
la voz de mando con un chasquido de dedos que, en lo sucesivo sustituirá la voz de
mando.
Finalmente perfeccionaremos el ejercicio soltando al perro y combinando el
chasquido con un silbido, silbato, pito etc.para asegurarnos que el perro acudirá a
nuestra llamada si el sonido del chasquido se hace imperceptible. Será el momento
de ensayar aumentando las distancias.
Podría ocurrir que nuestro amigo se desentendiese de nuestra llamada y
desobedeciera nuestra orden, en ese caso lo peor que podemos hacer es correr
detrás de él o gritarle perdiendo los nervios. Lo mejor es andar en sentido contrario
haciendo que lo abandonamos. Pronto intentará alcanzarnos. Cuando observemos
que ha iniciado nuestra persecución nos pararemos haciéndole frente y, con el
silbido, le iremos acercando para felicitarlo una vez que esté junto a nosotros.
2. ANDAR JUNTO AL DUEÑO
Ataremos al perro con una correa regulable, de dos metros de longitud, y
paulatinamente le enseñaremos a andar junto a nosotros sea cual sea el ritmo o la
dirección del paso.
La posición de partida es siempre la misma: a la izquierda. El perro, pues, está
sujeto lo más corto posible y a la izquierda de su amo. Nos situaremos de forma
que a la izquierda del perro haya un muro o pared que seguiremos para impedir
que el animal se aleje. En el caso de que quiera hacerlo presionaremos su cuerpo
con la rodilla contra la pared sin detener la marcha. Seguramente, por muy dócil
que sea nuestro perro, intentará adelantarnos o retroceder. En estos casos
actuaremos de la siguiente forma:
* Si se adelanta colocaremos nuestro pie derecho en la ingle, cruzándolo por detrás
de nuestra pierna izquierda, con el fin de trabar su paso.
* Si se atrasa, efectuaremos un simple tirón sobre la correa, hasta conseguir que
su morro venga a la misma altura de nuestras rodillas.
No debemos obligar al perro mediante tirones, gritos o enfados. Se necesita
paciencia, cariño y "tozudez". Si el perro intuye que tiene posibilidades de eludir la
orden lo intentará siempre. La voz de mando ha de ser una sola. La palabra
"FUSS", que aplicaremos en este caso, será dicha al principio del ejercicio y sólo
una vez, ya que no debemos acostumbrar al animal a obedecer a la segunda o
tercera voz.
El perro debe saber que cuando empieza el ejercicio está sometido a obedecer
hasta que acaben las órdenes y consiga su recompensa. Una buena medida es atar
al can con la correa sólo durante el ejercicio para que relacione la correa con la
obediencia. Las clases no durarán más de media hora. Una buena distribución es
media hora por la mañana y media por la tarde. Luego podrá jugar, saltar...
Se aconseja que la recompensa no sea siempre una golosina (carne, galletas), pues
no puede existir un perro en forma si come a todas horas. Con algún juguete y
demostrarle nuestro cariño le basta y le sobra para su entrega total.
3.ORDEN DE SENTARSE
Una vez habituado nuestro can a seguirnos, le enseñaremos a sentarse. El método
más conocido era el de presionar con la mano el lomo del animal hasta que se éste
se sentase. Existe un método más efectivo pero requiere cierta práctica. Situando al
perro a nuestra izquierda, como es habitual, procedemos (igual que hicimos cuando
le enseñamos "fuss") a presionar la grupa del animal con el pie derecho, de forma
que éste no sabe qué es lo que ha producido la presión, ya que no ve, como en el
método anterior, nuestra mano. Esta presión irá acompañada de la palabra "SITZ".
Una vez se haya sentado nos alejaremos obligándole a quedarse quieto y sentado.
Seguramente intentará levantarse, así es que necesitaremos grandes dosis de
paciencia. No hay que desilusionarse si el primer día no responde, seguramente el
segundo, cuando haya olvidado las presiones del primer momento de clase, nos
dará la sorpresa de obedecer.
Con el tiempo el animal se acostumbrará al ejercicio y podremos alejarnos cada vez
más hasta darle la espalda.
4.ORDEN DE ECHARSE
Si queremos enseñar a nuestro amigo a echarse, la palabra que utilizaremos es
"PLATZ". Para este ejercicio, una vez colocado el perro a nuestra izquierda,
pasaremos la correa por delante de nuestro pie izquierdo, y a la voz de "platz"
presionaremos con el pie sobre ella hasta obligarle a que se eche. No hay que
hacerlo violentamente, pues el ejercicio consiste en mantener la cabeza erguida y
las patas paralelas, no en aplastar en el suelo el cuerpo y la cabeza. Si intenta
levantar el trasero presionaremos con la mano en el lomo sin violencia, siempre
tranquilizándolo. Recordemos que no debemos felicitarlo en posición echado si hace
bien el ejercicio, pues tenderá a levantarse buscando la mano que le acaricia.
Cuando haya efectuado la orden le diremos que se siente y entonces lo
premiaremos.
Una vez echado debemos enseñarle a permanecer quieto, por lo tanto nos
alejaremos "tranquilamente" dándole la espalda. Digo "tranquilamente" porque la
fina percepción canina capta el nerviosismo o la inseguridad de su amo y no
obedece de la misma forma. Es aconsejable contar con la ayuda de uno o dos
amigos para que, una vez dada la orden de echarse, pasen por su lado haciendo
ruido y moviendo objetos. El perro tiene que hacer caso omiso de ellos.
5.EJERCICIO DE ALTO
Utilizaremos un collar estrangulador y una correa de adiestramiento para enseñar a
nuestro can este ejercicio. La duración será de diez minutos y el tiempo estimado
para su aprendizaje de cinco días.
El perro en marcha a nuestro lado debe saber pararse cuando lo hacemos nosotros,
pero ya por disciplina, sin orden de ninguna clase. Sin embargo ¿qué ocurre si se
lanza en persecución de alguien y queremos pararlo?
Para enseñarlo procederemos de la siguiente forma:
Le ponemos su collar y correa de adiestramiento y nos dirigimos a un lugar
tranquilo, preferiblemente al aire libre y empezamos con los ejercicios que ya
domina a la perfección: marchar al lado, pararse, sitz, etc. y después de haber
practicado dos o tres veces iniciamos nuestra marcha con el perro en posición de
junto atado a la correa. Haremos alto y le mandaremos sitz, nos situamos delante
de él y lo llamamos con la voz de aquí, para, tan pronto como el perro se dispone a
venir a nuestro encuentro ordenarle "ALTO" o "STOP" al tiempo que avanzamos
nuestra palma de la mano abierta rápidamente. Esto provocará en nuestro alumno
la reacción de quedarse inmóvil, lo que hay que aprovechar para felicitarlo.
Progresivamente se irán aumentando la distancia entre perro y adiestrador
dejándolo unas veces sentado y otras de pie, al tiempo que se disminuirá el tono de
voz en cada sesión hasta eliminarla por completo y provocando la reacción del
animal solamente con la señal de alto. Aprovecharemos los altos para ejercitar la
obediencia básica a distancia: sentarse, echarse, etc.
Pero ¿qué ocurre si el perro marcha delante y no puede ver nuestra señal? Ahora
entra en juego el empleo de la correa de adiestramiento. Arrojamos delante de él, a
poca distancia un objeto que él conozca. Cuando vaya a por él le ordenaremos
"ALTO" o "STOP", si no obedece la correa de adiestramiento le obligará a cumplir la
orden porque tan pronto como se acabe el recorrido de ésta nuestro amigo se verá
obligado a parar recibiendo un gran tirón hacia atrás. Unas cuantas sesiones serán
suficientes para el aprendizaje de este ejercicio.
6.EJERCICIO DE EN PIE
Para enseñar este ejercicio utilizaremos el collar de cadena estrangulador y la
correa de adiestramiento.
La duración es de 30 minutos y el tiempo estimado para su aprendizaje es de tres
días.
Iniciaremos la clase con el perro en posición de sitz, tomamos la correa junto al
mosquetón del collar y ordenamos "EN PIE", a la vez que pasando nuestra pierna
derecha por detrás de la izquierda buscamos la zona de la barriga del perro
comprendida entre sus patas delanteras y traseras. Nuestro pie funciona como una
especie de elevador que haremos funcionar cuando demos la orden. De esta forma
la actuación sería la siguiente: decimos "EN PIE" mientras damos un tirón hacia
arriba de la correa y levantamos con nuestro pie la barriga del perro que
inevitablemente tendrá que levantarse. Ensayamos unas cuantas veces.
Para enseñarle a ponerse en pie a distancia nos situaremos delante de él con el
extremo de la correa en nuestra mano izquierda. Mientras ordenamos "EN PIE"
levantamos nuestra mano con su palma hacia arriba y le hacemos el ademán de
arriba. En cada repetición vamos disminuyendo el tono de nuestra voz de forma
que llegará un momento en que asociará el gesto de nuestra mano con la acción de
levantarse.
Finalmente ensayaremos todos los ejercicios que ha ido aprendiendo pero nunca en
el mismo orden pues los aprendería mecánicamente y lo que se pretende es crear
el hábito incondicional de obedecer en cualquier momento lo que se le manda.
7.SALTAR A LA ORDEN
Este ejercicio no es, obviamente, para enseñar al perro a saltar porque
evidentemente sabe hacerlo. Se pretende acostumbrarle a saltar a la orden.
Comenzaremos con alturas pequeñas. Atado el perro a la correa y situado a nuestra
izquierda, empezaremos una pequeña carrera y al llegar al obstáculo saltaremos
emitiendo la palabra "HOP". El can forzosamente saltará también. Repetiremos el
ejercicio varias veces.
Cuando veamos que haya asimilado la orden, repetiremos el ejercicio con la correa
suelta y obligándolo a saltar sin nosotros. Si no obedece nos situaremos detrás de
la valla llamándolo y tirándole de la correa. Una vez haya saltado le
recompensaremos no con golosinas sino dando algunos saltos Por el campo o con
su juguete favorito.
8."APORT"
El "apport" es un ejercicio que consiste en llevar en la boca un objeto determinado
y traerlo al dueño. Este ejercicio es más complejo de lo que realmente se cree y
tendremos más facilidad con un can que haya sido acostumbrado a llevar objetos
entre los dientes que con uno que no lo haya hecho jamás.
En primer lugar tendremos que encontrar un material que le guste al perro.
Generalmente este material ideal es la madera. También les gusta el cuero y el
plástico pero tienen la gran desventaja de que el perro puede masticarlos
fácilmente, defecto que debemos evitar pues el objeto tiene que llegar intacto a las
manos del dueño.
Lanzaremos el objeto frente a nosotros a una distancia de un par de metros. Con el
perro atado nos dirigiremos hacia el objeto, se lo enseñaremos y le invitaremos a
que lo coja con la boca. Si rechaza el objeto, fingiremos que es un nuevo juego y se
lo pondremos en la boca con caricias y palabras cariñosas. El can debe asimilar el
objeto como un juguete suyo, por lo que dejaremos que se familiarice con él y
juegue con él sin dejarle que lo mordisquee o lo tire al suelo. Solamente tendrá que
llevarlo sintiéndose orgulloso del ejercicio.
No acepte tampoco que el objeto sea depositado en el suelo, el perro debe
entregarlo en la mano cuando usted lo requiera. El ejercicio final debe ser
extremadamente preciso: se lanza el objeto, el perro en posición sentada y
tranquilo espera la orden de ir a recogerlo, lo recoge del suelo y vuelve por el
camino más corto hacia su dueño. Se sienta delante de éste con el apport en la
boca, y a la orden lo entrega fácilmente. Una vez entregada la pieza de madera, el
perro irá a sentarse a la izquierda del amo, listo para repetir el ejercicio si hace
falta.
9.LADRAR A LA ORDEN
Para enseñar este ejercicio necesitaremos un collar estrangulador y una correa de
adiestramiento. La duración aproximada es de diez minutos y el tiempo estipulado
para su aprendizaje es de cuatro días.
No vamos a enseñar a nuestro perro a ladrar, lo que sí vamos a enseñarle es a
canalizar ese ladrido de forma que se emita en determinados momentos cuando sea
necesario.
Llevaremos a nuestro perro a un lugar tranquilo y allí lo ataremos a un árbol o a
cualquier otro objeto que resista bien los tirones del animal. Cuando hayamos
terminado nos situaremos delante de él y, levantando el dedo índice, con la mano
cerrada, le ordenaremos "LADRE","LADRE", moviendo el dedo como si estuviéramos
reprendiéndolo. Por supuesto el animal se quedará callado porque no sabrá que
significa este nuevo término ni el gesto. Entonces nos alejaremos de él, querrá
seguirnos pero la correa se lo impedirá lo que provocará que empiece a ladrar
insistentemente. En ese momento nos damos la vuelta y acercándonos a él lo
felicitaremos: "muy bien, LADRE", "muy bien, ladre" sin olvidar levantar el dedo de
la forma que dijimos anteriormente. La correcta ejecución del ejercicio se
conseguirá si el perro realiza el ejercicio sólo con hacer el gesto.
Cuando ya sabe nuestro perro ladrar cuando se lo ordenemos, procuráremos
acostumbrarlo a hacerlo ante cualquier bulto sospechoso. Pondremos un paraguas
abierto, que constituye un elemento extraño para él y le ordenaremos que ladre.
Acto seguido cerraremos el paraguas. Nuestro amigo asociará la idea de que si
ladra ante lo que le extraña o sorprende, en seguida desaparece. Practicaremos
varias veces con diferentes objetos. Al final habremos conseguido que el perro, al
detectar lo más insignificante prorrumpa en ladridos que nos pondrán alerta ante
cualquier posible peligro.
10.ATAQUE
El consejo más difundido por todos los expertos, con respecto al ataque, es que hay
que ponerse en manos de profesionales pues un mal adiestramiento puede
desequilibrar fácilmente a nuestro perro.
Lo primero que tiene que aprender el perro es a morder el saco. Lo agitaremos para
llamarle la atención, si no muestra ningún interés sería aconsejable traer, a las
sesiones de entrenamiento, a otro perro ya entrenado, no podemos ni imaginarnos
el mimetismo que existe entre ellos y cómo el más joven aprende del adulto.
Lo alemanes, que son doctos en la psicología canina, suelen llevar sus cachorros de
seis o siete meses a las sesiones de entrenamiento de los adultos porque saben
que, aun siendo tan jóvenes, cuando los adiestren recordarán estas experiencias
visuales, lo que facilitará la asimilación de ejercicios básicos.
Otro problema que puede surgir es que el perro muerda el saco con los dientes de
delante (esta mordida se denomina "en pinza") y lo suelte rápidamente. La solución
está en colocar el trapo lo más profundamente en la boca del perro y tirar
suavemente. Cuando el perro oponga resistencia tiraremos de él con movimientos
más amplios hasta que el animal le tome gusto a retener el trapo. Cada vez que
suelte le diremos "NO" e intentaremos en cada mordida que lo haga con los
molares.
Una vez que sepa morder el saco comenzaremos con el ejercicio. Al principio la
duración será de cinco minutos de mordida. Debemos tener cuidado con aquellos
perros de dentadura joven, mal asegurada o mal formada, porque necesitarán más
tiempo ya que les duele la boca.
Nuestro perro ya está listo para atacar. Daremos el yute a alguien
desconocido del perro que deberá mover el trapo llamando su atención. Es el
momento de infundirle valor y animarle a ladrar para que se enfrente a esa
persona amenazante. Cada vez que el perro pretenda morder, le
ordenaremos "FASS" al mismo tiempo que el hombre de ataque retrocederá
fingiendo temor. Cada vez que el perro muerda el trapo, el atacante deberá
entregárselo como signo de derrota. El perro desarrollará una fuerte
seguridad en sí mismo. Lo que queda es alejarlo cada vez más del atacante.
Será ahora el perro quien busque el brazo con el trapo e incluso, más
adelante aprenderá a perseguirle y a encontrarle cuando se esconda.

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