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El tema, creo yo que es, un poco el centro, de lo que nos convoca hoy.
Quisiera empezar con tres preguntas que me hago a mí mismo, pero que también
-para evitar que se duerman- se las hago directamente, y de repente a dedo, como hacían
antes los maestros en las aulas ( seguro que ahora ya no lo hacen así.)
La primera pregunta es muy simple: ¿Cómo son nuestros estudiantes hoy en las
universidades?
Tengo ciertamente una serie de calificativos con los que intentaré describir cómo
son nuestros estudiantes; pero si tuvieran que decir, ahora, de pronto, en cinco o siete
conceptos cómo describirían ustedes al estudiante promedio de una de las universidades de
centroamericana. Si tuvieran que describirlo en una sola palabra, ¿qué dirían?
Creo que son estudiantes, por otra parte, que no conocen mucho de su propia
realidad, no tienen demasiados intereses políticos, aunque hay minorías que si los tienen.
La inmensa mayoría desconfía de la política, no cree mucho en ella, ni en las Ideologías.
Y todo eso lo que refleja es una generación distante de la generación de sus formadores,
distancia mucho mayor de la que podamos haber encontrado en ningún momento anterior.
De manera que el reto de formar entidad Ignaciana en estudiantes pasa por el hecho
de que la distancia cultural entre generaciones probablemente hoy es mucho más honda.
Vamos a hacer una segunda pregunta, ¿si tuvieran ustedes que decir también en una sola
palabra, como son hoy nuestros docentes promedio, qué dirían? Al promedio de la gente
que da clase en nuestras universidades que calificativo le asignarían, que palabras se les
viene primero a la cabeza?
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Chucho no come chucho, dicen en Guatemala, y si come, no come mucho.Es un
profesional, trabaja por que le pagan, está centrado en los conocimientos, taxi dicen por
aquí, poco creativo, realiza poca investigación.
Tenemos aquí de nuevo una serie de palabras que, efectivamente, coincido con el
tono de lo que describen. Pienso que tenemos profesores jóvenes, por lo menos es mi
experiencia en Landivar y de lo que yo he visto en la de El Salvador. Hay un buen
porcentaje, un alto porcentaje, de profesores que son graduados de los últimos años. En
Guatemala he encontrado una serie de profesores que son egresados de la universidad, y
que me comentan que quieren mantener el contacto con la universidad, otros dicen que
quieren devolverle algo a la universidad que los formó, a su alma master. Por su puesto
que evidentemente hay una relación económica, y efectivamente están los taxistas, que van
de una universidad a la otra, corre que corre. Hay un conjunto de profesores que , en
algunas disciplinas tienen a la docencia como una actividad periférica: abogados
ingenieros, arquitectos. Otros son docentes de tiempo completo: humanistas, sociólogos.
Creo que es gente a la que le interesa más su condición de docente, que la universidad
donde ejerce hace su rol , esto ya es una parte adjetiva: ¿dónde doy clase?, ¿por qué estoy
en esta universidad?, ¿por qué se me abrió la puerta?, ¿por qué tuve el contacto con ella?,
¿por qué se me facilitó dar clase aquí? Pero estos profesores que tenemos y que no son
viejos en su promedio creo que tienen esa gran distancia cultural con sus estudiantes, y que
esa distancia hace que haya un elemento de incomprensión entre ellos.
Ahora les voy a lanzar la pregunta más alegre para ustedes, a ver como nos va? ¿Cómo son
los jesuitas trabajando en la universidad?. ¿Cómo los perciben, como nos perciben? La
pregunta es directa. Y la respuesta también: pocos y distantes.
1. ¿Cómo son nuestros estudiantes hoy en las Universidades? Urbanos, de clase media,
vienen de colegios privados, profesan que son católicos, desorientados,
incomprendidos, no conocen mucho de su propia realidad, no tienen demasiados
intereses políticos, desconfían de la política, distancia ideológica con sus
formadores y distancia cultural entre generaciones que es hoy en día, mucho
mayor que en otro momento.
2. ¿Cómo son hoy nuestros docentes promedios? Centrados en los conocimientos,
trabajadores de muchas universidades; en ocasiones la normativa programática
disminuye la flexibilidad, inmovilizando su creatividad; los profesores más jóvenes,
egresados de la Universidad, quieren mantener contacto con la misma. Para algunos
profesores la docencia es una actividad marginal, otros son más docentes de tiempo
completo y le interesa más su condición de docente que en cuál Universidad ejerce
su docencia.
3. ¿Cómo son los jesuitas trabajando en la Universidad? Pocos y distantes, como las
hormiguitas trabajando, siempre con un sentido de “búsqueda”, conscientes de su
limitación numérica y de la necesidad de los laicos para realizar el trabajo de
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formación, tímidos en la expresión de la identidad ignaciana: muchos de los
estudiantes ni los conocen.
Segundo, la palabra “búsqueda" me parece importante; creo que esa búsqueda es la que
precisamente nos ha colocado en este camino de lo que es la Identidad Ignaciana. Hace 20
años en cualquiera de nuestras universidades, si alguien hubiera planteado hacer un
seminario sobre Identidad Ignaciana, hubiera parecido un tema más bien extraterrestre.
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huella en la que evidentemente pueden caber todas las libertades y consiguientemente todas
las inconsecuencias del mundo. Esta identidad como tradición es un primer elemento
fundamental y es asumir a Ignacio, es asumir sus escritos, sus experiencias, sus ejercicios,
pero también es asumir toda esta larga historia que está ya vinculada a la compañía, a sus
obras, a acciones ocurridas en distintas épocas. Es un pasado rico del que aprender y como
dice aquella frase del evangelio, “como el padre de familia que va sacando de lo viejo y de
lo nuevo”, yo creo que es un primer elemento de la identidad.
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Y eso me lleva entonces a la última idea: la Identidad como construcción. Lo que
heredamos tiene un origen lejano y hemos pasado por una serie de experiencias, pero hoy
tenemos que ver qué hacemos con esta Identidad, y ahí pasaría a la tercera parte de mi
exposición: ¿qué es la construcción? Yo creo que el primer elemento es la construcción de
lo explícito: creo que los jesuitas por diversas razones hemos sido, sobre todo en la última
generación, muy amantes de hacer implícitas muchas cosas de nuestra propia identidad,
hemos de encontrar las variantes en la compañía para hacer explícita nuestra identidad y
tratar de compartir las fuentes interiores de la pasión que quisiéramos difundir.
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de todo esto sería lo Ignaciano, ¿qué pueda ser más atractivo, más interesante? o ¿dónde y
cómo podemos entrar de un modo especial para que empecemos a construir?
El año pasado recuerdo que estuvimos con un jesuita, compañero del Padre Tojeira,
el Padre Masón, en la Landivar y nos dio una charla de San Ignacio, con 200 – 300
docentes, no me acuerdo cuántos estábamos ese día, lastimosamente yo sentí que fue una
oportunidad casi perdida porque me quedé con la impresión de que más del 75% de los
profesores no entendió lo que decía Masón, ni tampoco a qué se refería. Son de esos
intentos frustrados donde se hizo lo mejor y tal vez no era la manera o la coyuntura más
apropiada. El encontrarse en grupo me parece que es importante. En la Landivar estamos
teniendo experiencias en ese sentido, y si se tiene una cuota razonable de éxito, los
conservatorios, las tardes Ignacianas, la atención a los profesores y al liderazgo estudiantil
se constituirán en un hacer fundamental, así como también la producción de medios en
los que por escrito y de manera atractiva podamos colocar nuestra mercancía, si vamos a
utilizar esos términos. La estrategia de la construcción de la identidad Ignaciana pasa
entonces, por un lado, por la flexibilidad y por el otro lado por intentar diversos
caminos para llegar al mayor número posible. En tercer término por organizar las acciones
dentro de un plan sistemático y , cuarto por evitar los extremos que me parece que
pueden ser también muy negativos. Uno de ellos es la trivialización, es decir que como
ahora se puso de moda hablar de lo Ignaciano, entonces cualquier profesor si mete la
palabra Ignaciano en su curso de mecánica, o de ingeniería mecánica va a quedar bien: eso
es una trivialización. Yo creo que hay una oferta de los ejercicios de la pastoral (que son
fundamentales) pero que evidentemente llegan a núcleos muy minoritarios de la
universidad, y es un esfuerzo importante, un esfuerzo que vale la pena seguir impulsando.
La primera es excelencia académica, de ésta no hay mucho que hablar, porque se supone
que es lo que queremos y por lo que trabajamos todos los días. Tenemos que reconocer que
a veces, desgraciadamente, caemos y pactamos con la mediocridad más de lo que
quisiéramos, que nuestros estudiantes en un porcentaje significativo funciona con la ley del
mínimo esfuerzo. Uds. lo mencionaban cuando expresaban que son "apáticos", ¿qué
significa entonces la excelencia académica?.
Por otra parte tenemos encuestas de estudiantes que nos indican que la excelencia es
el primer valor que ellos esperan de una universidad, entonces la excelencia es algo que
debe permear todo el sistema, que debe ser parte de la exigencia y que también creo que
es condición de posibilidad para hablar de una Identidad Ignaciana. Si somos una
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universidad mediocre, entonces es mejor que hagamos los más implícita posible la
Identidad Ignaciana porque tendríamos de qué avergonzarnos.
La segunda característica que decía yo puede ser un poco más controversial, es una
fórmula un poco más agresiva que la que usa el Padre Ugalde. Yo les digo y hablo a los
estudiantes de mentalidad empresarial, y nos preguntamos ¿ y eso cómo se come? Yo les
planteo sobre la mentalidad empresarial porque me parece que en Guatemala y en
Centroamérica necesitamos muchos más empresarios de los que tenemos, necesitamos
mejores empresarios, creo que los jesuitas no debemos abandonar la tarea de formar
empresarios, me parece críticamente importante para la construcción viable de una
Centroamérica mejor, más seria y desarrollada. Hablar de mentalidad empresarial significa
también que en una región como la nuestra, en donde hay índices de desempleo
extremadamente elevados no busquen los estudiantes sólo salir para ver que oportunidad
encuentran, para ver qué sueldo mejor logran en alguna empresa o en algún centro público,
sino que se arriesguen, que puedan fundar algo, necesitamos realmente generar un modelo
de gente que pueda mostrar el rostro del éxito. Yo creo que lo de la mentalidad empresarial
también apunta a generar en Centroamérica el arraigo, porque se nos van muchas veces o
se nos están yendo los mejores estudiantes de sectores populares camino a EEUU, emigran
los más emprendedores, esa es nuestra realidad. Hoy nos sostienen en mucha medida con
las remesas que recibimos de EEUU, provenientes de los varios millones de
Centroamericanos que están allá. Yo creo que la apuesta por abrir el tema de lo empresarial
en nuestras universidades es un reto, un desafío fundamental. Cuando San Ignacio fundó
los colegios buscó establecer los mecanismos para que una educación de excelente calidad
pudiera cambiar no sólo a las personas, sino también a todos los elementos del conjunto
social. Si se trabaja con las élites adecuadas y para los propósitos más específicos, yo creo
que sí sería real, por eso creo que tenemos que trabajar con élites a fin de obtener el
máximo beneficio para nuestros países.
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del éxito de profesionales comprometidos depende críticamente del éxito de sociedades
fracasadas, parafraseando aquí una frase célebre a estas alturas.