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Juan Carlos Alecsovich - Brown 131 4° p. D.4 Tel.

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(8000) BAHÍA BLANCA - Pcia. de Bs. As. - ARGENTINA e/mail: jcalecsovich@live.com.ar

50 AÑOS DE IREL
Por Juan Carlos Alecsovich1

“Institución, una experiencia que nos sobrevive.” J.C.Alecsovich

“Por Institución, entendemos, pues, los acontecimientos de una experiencia que otorga a ésta, dimensiones
duraderas. En relación con tales dimensiones, otras experiencias adquirirán sentido y formarán una serie pensable o una
historia. También entendemos por Instituciones, los acontecimientos que me confieren a mí un sentido, no a título de
supervivencia o de residuo, sino como integrante de una continuidad; como exigencia de un porvenir.”2
He querido comenzar el relato de una experiencia social llamada IREL,
con estas dos definiciones, que hoy tienen un significado muy especial,
gracias a la intervención de quienes, tomando la posta, continuaron con lo
que comenzó oficialmente, el 12 de Octubre de 1958, lo conservaron,
engrandecieron y prestigiaron, dando lugar a que este 12 de Octubre de
2008, se imponga la evaluación de 50 años de acciones, derivadas de
aquellas que llevamos a cabo cincuenta años atrás. La Historia, como
recreación de actos de vida que trascendieron a sus propios actores, se
convierte en una re-visión, en una serie de sucesos vivida al revés de la
J,C.Alecsovich en 1958 obligada trayectoria del Tiempo.
Cuando se me pidió que escribiera esta evocación de la fundación de Irel, en un principio me
sentí conmovido por el reconocimiento de algo que, si tiene un mérito para Aurelio “Lito” Diez y
para mí, tenemos que asumirlo como un hecho fortuito, ya que ser los dos únicos sobrevivientes de
aquella Comisión Promotora inicial y haber sido los más jóvenes de todos los integrantes de la
Primera Comisión que rigió sus destinos, nos ha llevado a tener el honor de ser homenajeados como
precursores, cuando el verdadero premio de nuestras acciones, está en la satisfacción de haber visto
crecer a IREL hasta llegar a este punto de su evolución y eso nos obliga a asumir que la
recordación es un homenaje a los amigos que ya no están entre nosotros, a quienes, en lo personal,
no puedo dejar de agradecerles todo lo bueno y positivo que aprendí de ellos cuando apenas contaba
veintidós años de edad.
También necesito aclarar que yo no estaba allí por una vocación solidaria, como en el caso
de Aurelio “Lito” Diez, sino porque mi hermanita menor, Marina Beatriz, de apenas 16 meses,
había contraído la poliomielitis con serio compromiso de su motricidad y en la ciudad no se
contaba con medios adecuados para un tratamiento, aunque más no fuera, elemental.
Vivir esa angustia familiar nos llevó a tomar contacto con otra dura realidad, pues fuera de
los pocos kinesiólogos que había en Bahía Blanca, no se contaba ni con infraestructura, ni con
profesionales o auxiliares especializados en “Rehabilitación” y debimos recurrir a la Casa Cuna o a
los servicios de Alpi, en Buenos Aires, con todos los gastos y los inconvenientes creados por la
avalancha de pacientes de todo el país que estaban en nuestras mismas condiciones, debido a los
brotes de polio registrados en 1955 – 56 - 57 y comienzos del 58.
Mi padre y yo éramos ferroviarios pero ni aquí, ni en Buenos Aires, los Policlínicos
Ferroviarios, pese a estar calificados como de muy alta complejidad, tenían ningún servicio
disponible para la atención de las víctimas de la Poliomielitis.
Recordábamos con el Dr. Juan P. Lucanera, pediatra de aquella época que estaba al frente de
la Sala de Niños del Hospital Penna,3 que tuvieron que improvisar una sala para el tratamiento y
aislamiento de los pacientes - considerados infecto-contagiosos - sin comodidades ni confort de
ninguna especie y echando mano de dos pulmotores que había facilitado la Base Naval gracias a la
gestión del Dr. Lucero,4 y que, aparte de ser insuficientes y tener sus buenos años de uso, tampoco
estaban diseñados para uso en pediatría, lo cual restringía su capacidad de prestación.
Mi hermanita Marina, atendida en ese momento por el Dr. Jorge Manuel Esandi, fue
internada en esa sala, donde le hicieron un análisis del líquido céfalo-raquídeo y se diagnosticó
poliomielitis, con pérdida de sensibilidad y movilidad de miembros inferiores y superiores.

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Nuestro drama familiar había comenzado a ser el mismo de cientos de familias, algunas de
las cuales perdieron chicos pequeños y aún adolescentes, sin poder hacer otra cosa que esperar
estabilizarlos para derivarlos a la Casa Cuna o al Garraham, en Buenos Aires, donde se había
centralizado la atención de los afectados de todo el país.
Cuando nuestros compañeros ferroviarios se enteraron de la enfermedad de Marina, nos
apoyaron con tanto cariño que mi madre y yo tomamos contacto con mucha gente dispuesta a
ayudarnos, lo que generó un vínculo muy especial con Aurelio “Lito” Diez e Irrelio Silvetti que
estaban al frente de la Seccional Noroeste de la Unión Ferroviaria.
En esa situación, nos llegaron noticias de que el Dr. Juan Tesone, bahiense y hermano del
abogado local don Rodolfo Tesone, estaba construyendo a pasos agigantados, un Instituto de
Rehabilitación llamado Cerenil, en Mar del Plata y Don Alfredo Falcioni, en ese momento
Administrador del Policlínico Ferroviario local, nos aconsejó tomar en cuenta esa posibilidad.
Esto nos animó a reunirnos para ver que podíamos hacer. No conocíamos al Dr. Tesone,
pero el hecho de que fuera bahiense y la confianza que nos infundió su hermano Rodolfo sobre la
gran obra que estaba haciendo Juan en Mar del Plata, fueron motivo más que suficiente para que
decidiéramos hacer el viaje hasta allá.
Así, Antonio Mayoral, Lito Diez y yo, juntando los pocos pesos que teníamos, decidimos
viajar a Mar del Plata para ver que pasaba.
Los tres pertenecíamos a la Unión Ferroviaria: Mayoral era Guarda de tren, 5 en tanto que
Lito Diez era Secretario de la Seccional Bahía Blanca Noroeste de nuestro gremio y yo, recién
salido del servicio militar en Comodoro Rivadavia, era Especialista Electricista en Coronel
Maldonado, donde atendíamos las recientemente incorporadas locomotoras diesel eléctricas que
estaban reemplazando a las viejas locomotoras de vapor.
Al llegar a Mar del Plata, nos encontramos, cerca del “Monumento al Gaucho”, con una
gigantesca construcción de casi cinco mil quinientos metros cubiertos, en dos plantas, en plena
construcción, que se pensaba inaugurar a fines de 1958.
El Dr. Juan Tesone nos ofreció su colaboración personal para atender a nuestros chicos si los
llevábamos a su consultorio particular hasta que “Cerenil” estuviera en marcha y nos sugirió,
también, dos alternativas: ponernos a trabajar en nuestra ciudad para crear un servicio asociado
dependiente de Cerenil o encarar por nuestra cuenta la creación de algo similar en Bahía Blanca.
Volvimos muy conmovidos por la atención del Dr. Tesone y maravillados por lo que se
estaba haciendo allá, pero, al haber visto tamaño emprendimiento, también la moral se nos había
caído por el suelo, porque Cerenil era casi una utopía y nuestras necesidades eran urgentes, reales e
impostergables. No teníamos tiempo ni dinero para tanto, pero el apoyo de nuestros compañeros
de la “Unión Ferroviaria”: Atilio D´Ambrosio, José Magnani, Avelino Constantini, Irrelio Silvetti,
el matrimonio González, Rubén D´Amico, el acicate de nuestras familias y vecinos y el futuro de
los chicos, nos llevaron a fundar una Comisión, con la finalidad de encarar el desafío.
Un desafío que desde 1951 hasta esa fecha había decretado el fracaso de seis o siete intentos
que no se alcanzaron a concretar pero que no nos quedaba más remedio que enfrentar.
Así fundamos la Comisión Promotora inicial en la que Aurelio Diez fue elegido presidente,
Avelino Constantini secretario de actas y yo que asumí como secretario.
Quiso la suerte que, por versiones recogidas en varios de los lugares a los que fuimos en
busca de apoyo, se nos dijera que había otro grupo de padres, buscando los medios para construir
una pileta de agua caliente, donde se pudiera hacer la rehabilitación de los chicos.
Esta necesidad de una pileta de agua caliente, venía del conocimiento que se tenía de que el
Dr. Franklin Delano Roosevelt, presidente de los EE.UU., atacado de poliomielitis, en su edad
adulta, años atrás, había mejorado muchísimo con tratamientos recibidos en una laguna de aguas
muy cálidas llamada Palm Springs.
Así entramos en contacto con Enrique Iommi, Nallib Matoso, Agustín Castro, Aurelio
Castillo, Domingo Incicco, Néstor Manterola Irazú, Emilio Lito Chiaradía, León Galtier, Moisés

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Bernstein, José M. Alonso, Juan Grill, Héctor Raúl Machado, Enrique José Solla, José Martorana,
Luis Argañaraz y otros, a quienes propusimos unir nuestros esfuerzos para que la “pileta” se
construyera en el Policlínico Ferroviario, cuyo Director, el Dr. Pastoriza, se comprometió para
ayudarnos a concretar el proyecto.
Esto dio lugar a que en Mayo de 1958, nos reuniéramos todos en el Salón de la Unión
Ferroviaria, en la planta alta del entonces Cine Unión de Almafuerte 647 que era del Gremio y allí
se decidiera unir fuerzas, esfuerzos y esperanzas para capitalizar las experiencias de uno y otro
grupo y conformar un solo grupo de trabajo.
Allí nace la Comisión Promotora pro- Fundación del Instituto de Rehabilitación del Lisiado
que, presidida por Aurelio Diez, con Don Nallib Matoso como vicepresidente, consigue que la Dra.
Elena T de Albino - que venía una vez al mes a la Base Naval y estaba asesorando a los pediatras
de Penna – por gestión del Dr. Lucanera, atendiera a nuestros chicos en el Ferroviario y, de paso,
también intercambiara información técnica con los kinesiólogos Bottoni, Irrazábal, la esposa de Tito
Belardinelli y otros cuyos nombres no recuerdo en este instante.
Una de las primeras decisiones que tomó la Comisión Promotora, fue la de hacer un
relevamiento de todos los chicos afectados por la polio que estaban necesitando una rehabilitación.
Los resultados de la encuesta fueron dramáticos ya que, en algunas casas, no sólo nos
negaron que tuvieran un sobreviviente del ataque de polio, sino que nos prohibieron volver a
“meternos donde no se nos había llamado”.
Fue así como tomamos contacto con chiquitos que hacía casi dos años que estaban
confinados en una camita, en el cuarto más escondido de la casa, sin recibir tratamiento alguno,
porque en ese tiempo tener un hijo “tullido” era considerado algo vergonzante o, por lo menos, algo
que se sufría en familia sin mostrarlo demasiado.6

INOLVIDABLE ENRIQUE IOMMI

Hace unos días fui a visitar a Néstor Iommi para pedirle una semblanza de su papá, con la
idea de incorporarla a esta recordación, porque uniría el recuerdo de un hijo agradecido y el
testimonio de uno de los chicos afectados por la polio con la recordación de un amigo y compañero
del que recibí una lección de vida imposible de olvidar y que cambió para siempre mi concepto del
ejercicio de la solidaridad.
En un momento social, mucho menos democrático del que vivimos hoy, nuestro contacto
con la “gente del centro”, cuyo nivel económico y social era, para nuestra concepción proletaria,
muy distinto del nuestro, no dejaba de entrañar el peligro de ser, como diríamos hoy:
“ninguneados”.
Pero fue escuchar a Enrique Iommi y a Nallib Matoso, usando el mismo idioma y
exhibiendo el mismo dolor y la misma impotencia que sentíamos nosotros, para que todos los
prejuicios y prevenciones pasaron al olvido y nos sintiéramos unidos, integrados y potenciados por
esa integración.
En mi caso particular, Enrique me impactó. Era una rara mezcla de hombre de barrio y
persona cultivada que se podía mover cómodamente en ambos niveles con un mismo nivel de
comunicación. Tenía el desparpajo del tipo canchero y la solvencia que otorga el roce social. En una
palabra, sabía evaluar y valorar a quien tenía frente a sí y, fuera cual fuera esa evaluación, contaba
con recursos para identificarse con él, dejando, por donde pasaba, la sensación de que sabía mucho
más de lo que demostraba y que tenía algo que no muchos pueden exhibir como un logro personal:
Enrique tenía mucho “mostrador”, mucha “calle”, mucha capacidad de comunicar, eso que hoy
definiríamos como “feeling”.7
Creo que conocerlo e intuir, por supuesto que en forma inconsciente, el gran tipo que era, me
llevó a profesarle un respeto, una admiración y un cariño muy importantes para mi propia
formación. Minuto que tenía libre, allá iba yo a Casa Gabelli, en Alsina al 100, donde

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intercambiábamos ideas o planes con Bernstein, uno de los socios propietarios del negocio o con
Martínez, el cajero, algún otro integrante del grupo o los clientes ocasionales que se enganchaban
en el tema.
Recuerdo muy especialmente una conversación que tuvimos con Enrique en la que me
confiaba, conmovido, la dura experiencia vivida en Buenos Aires:
“Mirá, Juan Carlos, los seres humanos pretendemos ser perfectos, autosuficientes y
poderosos y renegamos de todo aquello que nos hace ver lo poquito que somos y lo poquito que
podemos hacer para cambiar la realidad… Para darte una idea, cuando mi mujer y yo estábamos en
Buenos Aires, en la sala de espera de la Casa Cuna, mientras Nestitor, en la planta alta, se debatía
entre la vida y la muerte, cientos de padres angustiados como nosotros, veíamos que, cada dos o tres
horas, bajaba una enfermera con un papel en la mano y se hacía un silencio que te ponía la carne de
gallina, hasta que la enfermera llamaba a los papás del chico que había muerto, para darles la mala
noticia y entregarles el cadáver del bebé.”
“Llevábamos tantos días allí adentro, teníamos tanta angustia, tanta impotencia que, de
pronto la abracé a mi mujer y me puse a llorar como un chico, porque me había dado cuenta de que
cada vez que bajaban para dar el nombre de un bebé que no había sobrevivido, yo me sentía un
animal al sentirme aliviado de que no fuera el nuestro… ¿Te imaginás, lo que era sentir alivio
porque el que había muerto era el hijo de otro tipo que estaba ahí, al lado tuyo? Creo que allí pude
comprobar hasta que punto había perdido la humildad y desde ese momento comprendí que todos
los chicos son nuestros hijos… Nestitor se salvó, gracias a Dios, aunque tiene secuelas muy serias,
pero yo me juré que no voy a descansar hasta que podamos atender como se merece a cualquier
chiquito afectado por esta terrible enfermedad…”
Y vaya si lo cumplió, lo cumplió al punto de que minuto que tenía libre en su trabajo, lo
dedicaba a ir a ver a cuanta entidad, persona o medio de difusión podía ser útil para instalar en la
sociedad la idea de que era necesario unir fuerzas, concentrar esfuerzos y dar hasta lo imposible
para llevar adelante el proyecto del Instituto de Rehabilitación.
Esa actitud de Enrique nos unió muchísimo y mis primeros ensayos como escritor fueron
para él, el complemento que nos llevó a entendernos y, a veces, a tener que levantar la pata del
acelerador porque queríamos estar en todo y recuerdo que Nallib Matoso, pausado, razonante,
profundo, con mano suave pero firme, le ponía el freno necesario a nuestro entusiasmo delirante.
Nunca voy a olvidar una reunión con el Gremio de Luz y Fuerza, en la calle Sarmiento,
donde Enrique con su vehemencia y su sentimiento, les habló a todos los delegados presentes
emocionándolos hasta las lágrimas y uno de ellos, cuyo nombre no alcanzo a recordar, se levantó y
dijo: “Compañero Iommi, el Gremio de Luz y Fuerza dona tres días de sueldo de cada uno de sus
afiliados para que ustedes puedan hacer ese Instituto.”
Cuando salimos a la calle nos abrazamos llorando y Enrique me decía: “¿Viste que Dios
existe, Juan? ¿Viste que está con nosotros y sólo tenemos que seguir lo que nos dicta el corazón?”
Yo no alcanzaba a darme cuenta todavía, pero tener un corazón tan grande y generoso como
el de Enrique Iommi, no era para cualquiera y de eso, a cincuenta años de haberlo comprobado,
puedo dar fé, sin temor a equivocarme.
….
UN SECRETARIO DE 22 AÑOS

Como Secretario de la junta promotora yo la estaba pasando bastante mal porque me faltaba
el “antecedente”, la relación que me abriera las puertas de políticos, ejecutivos, gerentes, directores,
gente con muchas obligaciones, poco tiempo y secretarias o porteros acostumbrados a deshacerse de
los que venían a pedir ayuda o a tratar de sacarles alguna ventaja personal.
Lo que muchas veces yo no podía conseguir y me desanimaba, lo conseguía Enrique Iommi,
hablando con las esposas de estos señores “importantes”, cuando ellas iban a comprar las pastas de
fin de semana en Casa Gabelli, en la segunda cuadra de calle Alsina, donde las atendía él, con esa

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forma tan particular de ser y su capacidad de ganarse, por propios méritos, la confianza y la
simpatía de la gente.
La Nueva Provincia, El Atlántico, LU2, LU3 y las propaladoras de todos los Clubes de la
ciudad, nos apoyaban difundiendo todo lo que yo les acercaba, pero el trabajo era inmenso porque
no tenía otra cosa que una Lettera 22 portátil y había que escribir cada original y sus copias con,
como máximo, tres carbónicos, porque no existían las fotocopiadoras y las copias con esténcil eran
lentas, caras y no tenían, para nada, buena calidad.
Creo que, todavía, La Nueva Provincia se imprimía usando la tipografía de plomo de las
linotipias, lo cual exigía que los comunicados o avisos se entregaran con 48 horas de anticipación
ya que solamente una sección del diario, dedicada a las noticias de último momento, podía ser
modificada si sucedía algún hecho imprevisto o fuera de la común.8
Por suerte teníamos un Secretario de Actas de lujo, Avelino Luis Constantini que ya desde el
apellido, prometía constancia, dedicación… Y era un tipo de gruesos anteojos, calmo, muy cauto
que traducía en palabras muy escuetas, los muchas veces apasionados o vehementes intercambios
de ideas que sacaban a relucir el impresionante componente emocional que bullía en cada uno de
nosotros y que, de algún modo, quizás por reflejo, se había contagiado a toda la ciudad.
No sabría definirlo porque en aquel momento no estaba en condiciones de hacer este
análisis, pero ahora, visto a la distancia y con la experiencia que dan los años y el sosiego, creo que
todo fue un milagro de amor, algo así como una explosión de solidaridad que nos envolvió a todos y
puso un clima emocional muy especial que, hoy, a cincuenta años, evocándolo, me emociona y me
conmueve al punto de no poder mantener la necesaria objetividad histórica que debería tener esta
semblanza.
Nada de lo que hacíamos era hecho a título personal aunque poníamos alma y vida en cada
gestión, en cada propuesta, en cada discusión… Yo no recuerdo, en el resto de mi vida, haber vivido
una experiencia semejante, pero sí soy consciente de que aquella experiencia social me marcó para
siempre, al punto que, cuando me pidieron escribir estas páginas, lo primero que se me ocurrió fue
negarme y recuerdo haberle dicho al actual Vicepresidente de IREL, don Pedro Pereyra a quién
conozco desde aquellos primeros tiempos de lucha:
“- Mirá, Pereyra, si yo puedo escribir algo de la historia de IREL, es porque todavía estoy
vivo, nada más que por eso y quizás, nada más que por eso, reciba algún homenaje, alguna medalla,
algún reconocimiento que no me pertenece solamente a mí porque ahora esas ausencias me hacen
pensar que cuando hicimos lo que hoy se nos aplaude, nosotros no pensábamos en este homenaje,
sino en el futuro de IREL. ¿Y sabés que preferiría? Que en el libro de Oro que se imprima para esta
ocasión, se hable muy poco del pasado, que ya es cosa resuelta y mucho del futuro de IREL, de los
planes que le aseguren otros cincuenta, otros cien, otros quinientos años más de vida… ¿Me
entendés? ¿Te puedo decir algo? Vos sabés que nos llevó casi diez años poner en marcha a Irel y
que, curiosamente, nuestros chiquitos atacados por las secuelas de la polio, recibieron muy poco de
esa obra gigantesca que habíamos emprendido y me conmueve comprobar esa generosidad que te
da el dolor, cuando te olvidás de tus propios dolores para pensar en el dolor del “otro”, de ése que
todavía ni siquiera había nacido y que al final de cuentas, después ni siquiera se enfermó de polio,
gracias a la vacuna Sabin.”
“Por eso me “pega” tanto el final de esa frase de Merleau-Ponty que puse al comienzo:
“También entendemos por Instituciones, los acontecimientos que me confieren a mí un sentido, no a título de
supervivencia o de residuo, sino como integrante de una continuidad; como exigencia de un porvenir “
Nuestros chicos estaban luchando por sobrevivir, sufriendo, en algunos casos secuelas
invalidantes que requirieron paciencia, fe, tenacidad… Y nosotros, y cuando digo nosotros, me
refiero a toda la ciudad, terminamos fundando un Instituto de Rehabilitación “Integral”, ¡Integral!
¿Entendés? ¡Para todos! Para chicos, jóvenes, adultos y ancianos que estuvieran sufriendo alguna
limitación de su capacidad física… Hasta que la polio nos golpeó en lo que más le duele a una
sociedad, que son sus niños, no habíamos pensado en crear un Instituto que tratara las secuelas de

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un derrame cerebral, de un accidente de tránsito o de trabajo, de una herencia genética… Y todavía,


Pedro, ¡Todavía!, no hemos descubierto el Instituto que sigue sin fundarse: el Instituto de
Prevención de las causales de invalidez o discapacidad. Ni siquiera las Obras Sociales que se
ahorrarían millones de pesos haciéndolo, han descubierto el inmenso capital social que es la
CULTURA de la PREVENCIÓN. Mirá Pedro, yo quisiera que como único homenaje a los que
arrancamos con todo ésto, pongan en una página los nombres de quienes integramos aquella
Comisión Fundacional y que todas las demás páginas del Libro de Oro, se usen para convocar a la
población de la ciudad, a fundar el IREL del futuro en su mente y en su corazón. IREL es una
excelente oportunidad de asumir la SOLIDARIDAD. El pasado ya fue y yo también me iré por el
mismo camino de quienes ya no están, pero IREL está, IREL vive, IREL sirve y tiene que seguir,
para que aquel esfuerzo y todos los esfuerzos que lo trajeron a este instante de su vida, no se
pierdan jamás…”

UN CANTO A LA VIDA

Yo no sé si fue la Dra. Elena T. de Albino la que nos dio el nombre y el teléfono de María
del Carmen Raffo de Torres, pero cuando la llamamos para que viniera a Bahía a dar una
conferencia sobre los beneficios de la rehabilitación, no teníamos idea del shock que nos iba a
producir la toma de contacto con un ser tan especial como esa admirable mujer que jamás olvidaré.
Vino en auto con su marido y cuando estacionaron frente a la Biblioteca Rivadavia, entre
saludos y sonrisas, el esposo sacó del baúl una silla de ruedas, abrió la puerta del auto y bajó del
coche a una mujer joven y hermosa a la que le faltaban las dos piernas a la altura de la ingle y la
depositó con suavidad y ternura en la silla recién desplegada y, al hacer menos de cinco metros, se
encontró, tal como sigue ocurriendo hoy, (cincuenta años después), con la escalera exterior de la
biblioteca, pero éramos tantos que entre todos levantamos la silla y la subimos hasta el hall de
entrada.
-“¿Dónde es el acto?” – preguntó el esposo de María del Carmen y nosotros, como si
hubiéramos sido pescados en falta, miramos en dirección a las escaleras que conducen al Auditorio
de la Biblioteca, el mismo que hoy, cincuenta años después, sigue tan inaccesible como aquel día
para cualquier discapacitado que necesite subir. 9
Todo el mundo se puso a dar explicaciones y a sugerir como hacer para que María del
Carmen “subiera” hasta el salón del primer piso y yo sentí un tironcito casi imperceptible en la
manga de mi brazo izquierdo y María del Carmen, guiñándome un ojo, me preguntó:”¿Te animás a
cargarme? Peso muy poquito…”
Me agaché, se colgó de mi cuello y allá fui yo, entre las protestas de muchos, subiendo la
escalera con esa carga inolvidable, mientras ella tranquilizaba a los que venían detrás nuestro: “No
se preocupen, estoy acostumbrada y Juan Carlos hasta ahora va bien…”
Cuando ya mis piernas no daban más, llegamos al final de la escalera y allí estaba el esposo
de María, con la silla desplegada y los brazos abiertos para recibir esa preciada carga.
Todo lo que siguió a partir de allí fue de leyenda, casi un sueño.
Ante una sala repleta de gente, una mujer que había perdido sus dos piernas en un accidente
de automóvil al poco tiempo de casarse, había tenido cuatro hijos, había aprendido a tocar el piano,
a cantar como los dioses y era capaz de hablar, leer y escribir en siete idiomas diferentes…
Y estaba allí, como sin darle importancia a nada de eso, hablándonos de fé, de ganas de
vivir, de lo importante que sería concretar un instituto de Rehabilitación, no sólo para los chicos
atacados por la polio, sino para las personas que, como ella, (que cada día eran más), tuvieran la
esperanza de vivir una vida plena y feliz, tal como gracias a Dios, su marido y su familia, nos lo
podían demostrar con su presencia.
Al terminar el acto, me dijo “Juan, vos me trajiste acá arriba, vos me bajás…” El marido me
hizo señas de que la bajaría él, diciéndome:-“Dejame a mí que ya estoy acostumbrado…”

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Pero yo, agachándome para que ella se colgara de mi cuello, le dije: “Por nada del mundo
me perdería el honor de cargar a esta joya en mis brazos.”
Nunca más volví a verla ni a saber de ella. Pero al sentarme a escribir estas páginas, el
recuerdo lo trajo a mi mente porque hay cosas que te marcan de por vida aunque hayan
desaparecido de la memoria consciente.
Hace unos días, celebrando los 126 años de la Biblioteca Rivadavia, mientras hablaba con la
Presidenta, Dra. Hilda S. Vazquez de Fortunato, el Lic. Néstor J. Cazzaniga y Esther Beatriz
Serruya, la Doctora Susana Pliner de Beckerman, me decía: ¿Para cuando el ascensor para los
discapacitados en la biblioteca, Don Alecsovich? Y yo miraba la escalera y reconocía que 50 años
es mucho tiempo y que si volviera María del Carmen Raffo de Torres, yo no podría tener ya el
privilegio de cargarla en brazos. Pero no se lo dije a nadie. ¿Cómo pude dejar pasar 50 años de mi
vida sin pensar que podría volver a venir a Bahía Blanca, un ser tan increíble como María del
Carmen Raffo de Torres y se diera cuenta de que en 50 años no habíamos pensado para nada en ella,
ni en las personas que no podían valerse por sí mismas?10

EL PRIMER ARTICULO PUBLICADO

El Diario “El Atlántico” fue un vespertino que dejó de publicarse allá por 1960 y era muy
leído porque traía las noticias de lo ocurrido hasta la media tarde de cada día, incluyendo el
resultado de los partidos de fútbol, las carreras de caballos, loterías y quinielas que también tenían
su “público” permanente.
Esta es la reproducción de un artículo publicado el 23 de agosto de 1958, invitando a la
reunión pública del domingo 24 de agosto a las 9,30 en la sala del entonces “Cine Unión”.

“COMIENZA LA CAMPAÑA POR EL INSTITUTO DEL LISIADO”


“Una causa común, su inmenso dolor, ha unido a un grupo de padres y familiares de niños
lisiados, con el propósito de llevar a toda la población el mensaje de la fe que los mueve, bajo el
título de Comisión Promotora Pro-Instituto de Rehabilitación del Lisiado.”
“Bahía Blanca necesita un Instituto de Rehabilitación del Lisiado y esa necesidad la
refrendan las largas y penosas peregrinaciones de tantos padres bahienses que han debido recorrer
miles de kilómetros en busca de una esperanza que no siempre se hizo realidad.”
“La necesidad de ese Instituto la refirman los miles de pesos gastados por esos padres para
buscar para sus niños, una curación que no siempre se hizo efectiva.”
“Esta urgente solución del problema la plantean los padres que, carentes de recursos, se ven
obligados a sufrir el inmenso dolor de sus hijos inválidos, en la impotencia para proveerlos de los
cuidados especiales que requieren una esmerada rehabilitación de su destino.”
“La creación del Instituto, es una obra que, además de su importancia presente, adquiere
proyecciones en el Futuro, de tal magnitud que involucra a todas las generaciones.”
“Los padres que componen esta Comisión Promotora, forman el núcleo de un movimiento
destinado a canalizar el esfuerzo común de la población, en pleno, hacia una solución del problema
de todos los Lisiados que hoy los afecta a ellos y mañana puede afectar a tantos padres que, hasta
ahora, felizmente, no han tenido que sufrir ese Viacrucis.”
“La parálisis Infantil, algunas otras enfermedades y los accidentes, en general, son fuentes
productoras de Lisiados que, día tras día, van aumentando en número de víctimas. Por eso, una
manera de contrarrestar sus efectos, dentro de nuestras humanas posibilidades, es colaborar con
este noble propósito que guía a la Comisión Promotora, con el fin de tratar a los que ya padecen
algún impedimento y asegurar, en el futuro, un buen tratamiento a quienes tengan la desgracia de
padecerlo.”
“Se necesita para ello, mucha voluntad y cooperación. Si tomamos el ejemplo de otras
comunidades, veremos que es posible aspirar a ver concretados nuestros anhelos..”

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“En estados Unidos la Fundación Nacional contra la Parálisis Infantil, que sostiene el aporte
privado, invierte sumas fabulosas que tienen su origen en la colaboración popular. “
“Esta Fundación nacida de la unión solidaria del pueblo norteamericano con sus
compatriotas inválidos, fue una de las fuerzas financieras que contribuyó al triunfo del Doctor Jonas
Salk , en la obtención de una vacuna antipoliomielítica, gracias a que hacía ya muchos años que se
venían solventando investigaciones científicas y que las sumas invertidas en ellas alcanzaban cifras
fabulosas.”
“Para dar un ejemplo más cercano en el tiempo y en la distancia, tomemos lo que en Mar
del Plata se está llevando a cabo . ¡Únicamente con el apoyo popular!!”
“Allí, bajo una comisión similar a la nuestra y, con el aporte científico del Dr. Juan Tesote,
se llevan invertidos, al presente, cifras que superan los 12 millones de pesos, y hay, ya, un Instituto
casi terminado que cubre 5.300.m2 cubiertos, en un terreno de casi 60.000 m2 de superficie.”
“Pero lo interesante del caso está en el hecho de que esa organización no tiene deuda alguna
y, en muchos casos, está pagando por adelantado.”
“¿En Bahía Blanca, no se puede realizar algo igual? ¿Al menos, no sería hermoso que todo
el Pueblo tratara, tan siquiera, de lograrlo?
Hacia esa meta van encaminadas nuestras aspiraciones. Es decir que tratamos de que el
Pueblo Bahiense se haga eco de los ejemplos dados por otros pueblos y, en base a la experiencia
vivida, trabaje con la plena conciencia de sus deberes y colabore en la medida de sus posibilidades.”
“Hay que tener en cuenta que debemos hacerlo nosotros para mayor satisfacción de nuestro
triunfo y para colaborar, con nuestro pequeño granito de arena a lograr un mundo mejor, donde
tengan cabida las más hermosas concepciones del sentimiento humano.”
“Bahía Blanca y sus hijos merecen este pequeño esfuerzo que esperamos se transforme, en
poco tiempo, en el trabajo de todos a favor de una obra de la que todos seremos beneficiarios y a
cuya sombra protectora, nuestro hijos vivirán seguros, en la dicha, libres del dolor que son, a su vez,
la dicha o el dolor de sus padres, responsables directos de su seguridad presente y futura.”
“La vida es una fuente inagotable de recursos que, debidamente encaminados, dan
resultados que, muchas veces, sorprenden a los mismos que los inician.”
“Si Bahía Blanca es capaz de crecer a lo ancho, a lo alto y a lo largo, Bahía Blanca también
será capaz de llegar a crecer en otras dimensiones y de realizar, superando, lo que otros pueblos
han sido capaces de realizar.”
“Que el ciudadano comprenda el por qué de nuestra unión y valore hasta que punto
necesitamos de él para triunfar en la tarea que estamos llevando a cabo.”
“Para ello la Comisión Promotora invita a todas las Entidades Culturales, Deportivas,
Gremiales y de Bien Público a concurrir al acto que se llevará a cabo en la sede de la Unión
Ferroviaria, calle Almafuerte 643, mañana domingo 24 a las 9,30 hs. donde se harán conocer con
mayor amplitud, detalles de los propósitos que nos animan.”
“A todas aquellas entidades que hubieran recibido la invitación al acto de referencia, les
rogamos enviar sus delegados y a las que, por cualquier motivo no tuvieran aún conocimiento de
nuestra invitación, quedan invitadas a hacer lo propio, descontando esta Comisión Promotora de
que todas las entidades sabrás responder a nuestro llamado.”11

El 24 de Agosto. ¡Domingo! A las 9,30, no sólo las 400 butacas del Cine, sino también sus
pasillos y el hall de acceso estaban llenos de Vecinos Bahienses solidarios y deseosos de sumarse a
nuestra tarea de crear un Centro de Rehabilitación.
Cuando entramos al escenario en el que una larga mesa cubierta con manteles blancos
oficiaba de tribuna, un Secretario de 22 años no podía creer lo que estaba viendo y tenía tal nudo en
la garganta que no sabía si iba a poder hablar. Por suerte, tranquilizado por la palmada cariñosa y
alentadora de Nallib Matoso, comenzó a reseñar lo actuado hasta ese momento y los motivos que

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tenía esa convocatoria que había superado cualquier cálculo de cualquier optimista que uno hubiera
podido imaginar.
En menos de dos minutos ya estábamos todos contagiados de una maravillosa sensación de
estar de acuerdo en que teníamos que hacer algo, no sólo por nuestros chicos, sino por todos los
habitantes presentes y futuros de nuestra ciudad.
Cuando agradecí a todos su presencia y le dí la palabra a uno de los asistentes que se
identificó como el Dr. Roberto Sahores, Presidente del Rotary Club Bahía Blanca, éste, después de
felicitar a la Comisión Promotora y al Gremio Ferroviario, dijo algo que jamás olvidaré:
“Solamente esperamos que se nos diga que misión debemos cumplir y cuales son los trabajos a
realizar…”
Luego habló Don Ginés García en nombre de la Cooperadora de la Escuela N° 9. luego el
Sr. Martín Elías en nombre de la Sociedad Sirio Libanesa, luego el Dr. Raúl E. Bagur en nombre de
la Asociación y Biblioteca Bernardino Rivadavia…
Y otro y otro y otro… Hata que le dí el uso de la palabra a Nallib Matoso, en ese momento
Presidente de la Comisión Promotora para que, con sus palabras, le pusiera un broche de oro a esa
reunión inolvidable diciendo algo que, años después, fue un lema solidario para la ciudad: “Bahía
debe estar de pié, de pié ante el dolor de sus hijos, de pié ante su incierto porvenir y de pié ante la
triste realidad de ver desfilar por sus calles a niños lisiados que no han encontrado aún el bálsamo
necesario que mitigue su dolor, que ilumine el mañana radiante de dicha, de esperanza, de
ilusión…”
Y Nallib no se equivocaba, allí, frente a nosotros, BAHÍA BLANCA DE PIÉ nos señalaba
sin titubeos, ni dudas de ninguna especie, cual era el verdadero camino a seguir.
Nalli, no está hoy aquí junto a nosotros, pero su espíritu y su amor por IREL, nos siguen
pidiendo que sigamos de pié…
Ese acto y esas palabras, cincuenta años atrás, marcaron un destino para nuestra ciudad, para
nosotros y para IREL y deseamos de todo corazón que Bahía Blanca conserve eternamente esa
voluntad que la lleva a ponerse de pié, cada vez que hay calmar un dolor, ayudar a un semejante o
ejercer la solidaridad.
Querido Nalli, los que tuvimos el privilegio de conocerte y aprender a amar, a través de tu
ejemplo a nuestra ciudad, seguimos y seguiremos poniendo a Bahía Blanca de Pié, todas la veces
que sea necesario.

Al día siguiente, lunes 25 de Agosto de 1958, en la Biblioteca del Club Argentino, gracias a
la gentileza de la Unión Bahiense de Rugby que postergó su reunión, la Comisión Promotora recibía
las notas del Rotary Club Bahía Blanca, de la Corporación del Comercio y la Industria y de la
Universidad Nacional del Sur, designando a Don César Saldungaray para representar a Rotary, a los
empresarios Amleto Zanconi e Ismael Roaldo Fernández para representar a la Corporación y a la
Profesora Elvia Mozzoni para representar a la UNS. También entraba una carta del Hotel Austral
solicitando autorización para hacer en beneficio de la Comisión Promotora, la cena inaugural del
Comedor más moderno y paquete de la ciudad.
De común acuerdo nos abocamos a la redacción de los Estatutos y decidimos que el 12 de
Octubre sería la fecha de constitución del Instituto de Rehabilitación al que aún no le habíamos
puesto nombre y eso fue lo que salimos a buscar, hasta que Martorana sugirió que hablaría con
Carlos Arceo y Carlos Lahitte, de Olimpia Publicidad, para ver que sugerían.
Y ellos no sólo sugieren el nombre de IREL, sino que lo acompañan de un isotipo, en el que
un niñito vestido con un simple jardinerito, deja atrás sus muletas y acompaña el vuelo de un
avioncito hecho con papel de diario que simboliza la presencia de La Nueva Provincia en los
destinos de IREL.
Ya teníamos el nombre, el isotipo y la comisión redactora de los Estatutos, nos faltaba armar
la Comisión Directiva que regiría, a partir del 12 de Octubre los destinos de IREL.

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Pero ninguno de nosotros quería ni necesitaba ser presidente y todos insistimos en que fuera
el Contador Agustín Castro y él se negó considerando que Iommi o Matoso tenían méritos más que
suficientes para serlo, pero ellos decían que se iban a sentir más cómodos si conservaban su
autonomía de gestión y entonces Enrique Iommi dijo: “-Déjenmelo a mí, tenemos cuatro personas
muy importantes que podrían presidir a IREL. Yo las voy a entrevistar.” Pero la Profesora Elvia
Mozzoni dijo que no, que no estaba preparada para asumir esa responsabilidad, el Sr. Roaldo
Ferenández se excusó porque tenía mucho trabajo en la Corporación y en su empresa y el Sr.
Amleto Zanconi dijo que le tenía que dedicar mucho tiempo a su Metalúrgica y a la Corporación y
sólo nos quedaba el Rotario, Don César Saldungaray, Titular de una Firma Acopiadora de Cereales
llamada “Saldungaray y Cía” y Miembro de Rotary Club Bahía Blanca.
Con Enrique fuimos a verlo en sus oficinas de calle Estomba y Don César nos miró como
dudando y le preguntó a Enrique Iommi:
-“¿Y yo que tendría que hacer como Presidente de Irel?
Y Enrique, en una de esas salidas imprevisibles, le dijo sin anestesia:
“-Conseguir mucha plata así empezamos a construir lo antes posible…”
“-¿Conseguir mucha plata? ¿Y de dónde? “– preguntó Don César.
“- Y, por ejemplo, si cada productor donara una bolsa de trigo de esta cosecha… ¿Cuántas
bolsas serían y en cuánto las podríamos vender?”
Don César levantó el teléfono, llamó a alguien que hoy no recuerdo cómo lo nombró y le
preguntó: “-Ché, ¿qué pasa si le pido a cada productor que done una bolsa de trigo para IREL?
Se ve que del otro lado le preguntaron que era IREL y don Santiago le dijo:
“-Esta gente que quiere hacer un Instituto de Rehabilitación…”
Del otro lado del teléfono se oyó clarito un: “¡Ah, sí! No habría ningún problema…”
Don César colgó el tubo, nos sonrió, nos tendió la mano y dijo. “¡Acepto! Ya tenemos
seiscientas bolsas de trigo disponibles a nombre de IREL…”
Enrique, como una esfinge, le estrechó la mano a Don César y cuando llegamos a la calle
para subir a su Rastrojero, me pegó tal palmada en la espalda que casi me rompe un omóplato…
Don César Saldungaray iba a ser, por derecho propio, el primer presidente de IREL.
Ya, desde antes de asumir su cargo, había demostrado que era “uno de nosotros”.
….

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PRIMERA COMISIÓN DIRECTIVA DE IREL

Presidente: Sr. César Saldungaray


Vicepresidente 1° Ctdor. Agustín Castro
Vicepresidente 2° Dr. León Galtier
Secretario: Sr. Aurelio Diez
Prosecretario: Sr. Juan Carlos Alecsovich
Secretario de actas: Sr. Avelino Luis Cosntantini.
Tesorero: Sr. Nallib Matoso
Protesosrero: Profesora Elvia Mozzoni
Vocales Titulares: Sr. Luis Argañaraz ,
Sr. Moisés Bernstein,
Sr. José M. Alonso,
Sr. Alfredo E. Falcioni,
Sr. Emilio Chiaradía,
Sr. Enrique Iommi,
Dr. Néstor Manterola Irazú,
Sr. Domingo Incicco,
Sr. Enrique José Solla
Sr. Amleto Zanconi.
Vocales Suplemtes:
Sr.Rubén D´Amico,
Profesor Julio César Serrani,
Sr. Ismael R. Fernández
Sr. Juan Grill.
Esta Primera Comisión Directiva de IREL asumió el cargo
el 12 de Octubre de 1958 en una reunión llevada a cabo en
el Salón Blanco del Palacio Municipal de la Ciudad.

Aurelio Diez César Saldungaray


Secretario Presidente

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COSA CURIOSA, ENTRE NOSOTROS NO HABÍA UN SOLO POLÍTICO

Hace 50 años, la gente no creía en los políticos y los que luchábamos por llevar adelante el
proyecto de IREL, no podíamos ser una excepción. Nadie quería que lo nuestro se politizara ni que
se tomara partido por ningún bando posible… Esto nunca se había hablado hasta esa noche en que
reunidos en la Biblioteca del Club Argentino, Agustín Castro dijo tener conocimiento que en el
Parque de Mayo, donde había un surgente del que fluía el agua a más de setenta grados de
temperatura y se habían tenido que construir piletas evaporadoras para enfriarla y poder enviarla a
la red,12 la Municipalidad mantenía un litigio – no recuerdo si con la Provincia o con un particular –
y tal vez pudiéramos “matar dos pájaros de un tiro”, si lográbamos conseguir la tierra y la
calefacción gratuita para las piletas que iba a necesitar IREL.
Escucharlo y pensar que eso sería lo ideal, nos hizo sentir muy felices hasta que alguien dijo
que IREL no iba a entrar en tratativas políticas de ninguna especie y que, por ser una entidad civil,
no aceptaría ninguna oferta de depender de un ente oficial, aunque fuera la Municipalidad.
Como todos estábamos de acuerdo en esa postura, se hizo un silencio tan profundo como
nuestro desaliento, al pincharse el globo de tan hermosa posibilidad, hasta que Enrique Iommi -
¿cuándo no? – dijo como al pasar:
-“Ché, ¿Quién tiene algún amigo Concejal o es amigo de algún amigo de algún Concejal?”
Se escucharon varios “Yo” y varios nombres… Y Enrique dijo:
-“¿Qué pasa si hacemos una carta pidiendo esos terrenos y se las damos a todas esas
personas, sin decirle nada a nadie, para que el martes que viene, la presenten con pedido de
tratamiento de urgencia en la Sesión del Concejo Deliberante?”
Como todos pensaron que con probar no perdíamos nada, Agustín Castro me dio los datos
de los terrenos, hice las cartas y se las dí a todos los integrantes de la Junta para que las firmaran.
Cada cual salió con “su” carta en el bolsillo para su casa y, al día siguiente, las cartas estaban
donde tenían que estar: en las carpetas de todos los Concejales que no sabían que todos habían
recibido una igual.
La noche del martes a las 20, en la tribuna del Honorable Concejo Deliberante que
funcionaba aún en el Palacio Municipal, todos los integrantes de la Comisión Promotora de IREL
estábamos esperando ansiosos que comenzara la sesión del Concejo, para ver si habíamos
conseguido que se incorporara el tema al Orden del Día y se consiguiera, además, una resolución
favorable.
El Ingeniero Enrique Lingieri Prat, en ese momento Presidente del Honorable Concejo
Deliberante, dio la palabra al Secretario, Dr. Héctor D. Furlong para que pasara lista y se registró la
asistencia de los Concejales Sr. Julio Cassano, Sr. Juan Cittá, Dr. Luis María Esandi, Dr. Juan
Garmendia, Sr. José Glasman, Contador Américo Malla, Dr. Francisco P. Muñiz, Sr. Alberto
Rodríguez Masagué, Sr. Mario Sclavi, Sr. Ezio Sclavi, Dr. Nicanor Valero, Dr. Bernardo B. Vila, Sr.
Dionisio Galán, Sr. Luis Pedro Ponte, Sra. María Luisa Pastorino, Sr. Victoriano San José, Sr. Aarón
Tarchitzky y el Dr. Julio Corenfeld.
Se leyó el Orden del Día, en el que, con gran desilusión nuestra, no figuró nuestro pedido y
el presidente dio por abierta la Sesión, justo en el momento en que varios Concejales pidieron la
palabra para tratar sobre tablas un asunto que era muy urgente y el Presidente le cedió la palabra al
Contador Américo Malla quién leyó, textualmente, la nota firmada por todos nosotros solicitando
las tierras del Parque de Mayo que era la misma que todos los Concejales que habían pedido la
palabra tenían en sus manos y guardaron en sus carpetas luego de apoyar, por unanimidad, el pedido
del Presidente de que se pasara la solicitud a la Comisión respectiva para su estudio, con el voto
favorable de todos los asistentes y el Concejal Alberto Rodríguez Masagué, con la nota aún en su
mano, se puso de pié, nos miró a todos y dijo: “ Y después a nosotros nos dicen políticos.” Al oírlo
todos los Concejales se pusieron de pié y de frente a la tribuna, nos brindaron un aplauso cerrado,

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mientras nosotros nos abrazábamos, llorando y riendo, en uno de los momentos más emotivos de
nuestras vidas.
Quienes hayan visto salir del Palacio Municipal a quince o veinte emocionados ciudadanos
abrazándose y riéndose como si se hubieran sacado la lotería, no hubieran podido imaginar jamás el
hecho histórico que se había vivido en el Honorable Concejo Deliberante de la Ciudad de Bahía
Blanca, ese inolvidable día en el que veintiún políticos aplaudieron a los que estaban en aquella
tribuna, sentando un hecho sin precedentes en la historia política de la Ciudad.

Menos de un mes después el Honorable Concejo Deliberante trataría el Expte. 543/58 del
Dpto. Ejecutivo: Solicitud de Colaboración. en el que pasa a consideración del Honorable Cuerpo
Deliberativo, el despacho favorable de la Comisión, firmado por los Concejales Muñiz, Esandi,
Vila, Ponte y Valero, el cual resulta aprobado en general por unanimidad y al que, en su votación en
particular, se agrega un nuevo artículo, propuesto por el Concejal Vila, cuyo texto corresponde al
artículo 5° de la Ordenanza sancionada.
El 19 de noviembre de 1958, queda sancionada, en consecuencia la Ordenanza N° 1121/58.
“El H.C.D., en uso de sus facultades resuelve: Art. 1°: Cédese al Instituto de Rehabilitación del
Lisiado, el uso, por el término de veinte años, de tres lotes de terreno ubicados en el Parque de
Mayo de esta ciudad, designados del siguiente modo…
Art.2°: La cesión dispuesta tendrá vigencia mientras la entidad dedique sus actividades a
las específicas que motivaron su creación y el inmueble deberá destinarse exclusivamente a la
construcción de un edificio para el tratamiento de los lisiados.
Art. 3°: La cesión se efectúa con la condición de que el Instituto de Rehabilitación del
Lisiado inicie, dentro del término de un año, a contar de la fecha de la promulgación de la
presente, las obras de construcción que se mencionan en el Art. 2°.-
Art.4°: La falta de cumplimiento de cualquiera de las cláusulas establecidas producirá la
caducidad de la cesión pasando a beneficio de la Municipalidad todas las mejoras introducidas en
el inmueble de referencia.
Art.5°: La presente Ordenanza entrará en vigencia previa comprobación por la cesionaria
de haber obtenido la Personería Jurídica respectiva.-
Art 6°: de forma..
Dada en la Sala de Sesiones del H.C.D. de Bahía Blanca, a los veintiocho días del mes de
Octubbres de Mil novecientos cincuenta y ocho- Firmado Enrique Lingieri Prat, Presidente, Héctor
D. Furlong, Secretario.

Un párrafo aparte merece el “Negro” Alberto Rodríguez Masagué, que festeja este año los
cincuenta años de aquel Honorable Concejo Deliberante que tuvo el honor de integrar y que dejó
en toda la ciudadanía un recuerdo imborrable por las dotes personales y la hombría de bien de todos
sus integrantes. El Negro Masagué es testigo de esta anécdota que pinta con trazos firmes, el
protagonismo de todas la Instituciones Bahienses que prestigian la Historia grande del “Pago
Chico”; de la Ciudad que se abría a la nueva concepción tecnológica de la vida moderna y a la
nueva concepción filosófica de los destinos de la Humanidad.

IREL COMO IDEAL DE INDEPENDENCIA Y LIBERTAD
En los primeros días de Octubre de 1958, nuestras reuniones alcanzaban ribetes
insospechados de creatividad y efervescencia porque alguien relacionó a IREL con el sentido
humano de la Independencia y la Libertad a partir de la recuperación de aquella libertad de
movimientos que permitiera asumir físicamente el sagrado precepto de garantizar la recuperación de
quienes veían limitada su capacidad de moverse con entera libertad. Y el arquitecto De Luca nos
comentó que en Bélgica, como emblema y ejemplo de libertad, todos los años se hacía una suelta de
globos, convertidos en emblema de liberación. Se llegó a la conclusión que el 12 de Octubre, para

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dar cima a esa esperanza de libertad que simbolizaba IREL, se podrían soltar en la Plaza Rivadavia
diez mil globos de todos los colores que, al elevarse libremente en el aire, representaran nuestra
firme convicción de que a partir de ese día, IREL sería una sólida esperanza de liberación para
todos los que sufrían aquellas limitaciones físicas que les habían quedado como secuelas de la
terrible enfermedad.
Nallib Matoso, como Tesorero - y como buen comerciante que era - fue comisionado para la
compra de los globos que, por supuesto, superaban la oferta disponible en Casa Alonso, Amorosi y
no recuerdo cual otra distribuidora o juguetería que los pudiera vender. El caso es que a cada rato
llegaba alguna nueva caja de globos que el bueno de Castellanos13 acomodaba en un rincón de la
oficina. A través del Dr. Argañaraz que se dedicaba a la cría de palomas mensajeras, nos llegó un
ofrecimiento de “La Valiente Mensajera Bahiense”, ofreciendo soltar, junto con los globos, a las tres
de la tarde, algo así como dos mil palomas que cubrirían con una nube de alas palpitantes el
inmenso cielo de nuestra ciudad.
Ya para el día ocho, Casa Borgani había donado una bicicleta y se habían impreso las diez
mil tarjetas que, vendidas a cinco pesos moneda nacional de aquel entonces, significaría un
excelente ingreso para las arcas de IREL y, para aquel cuyo globo, llevado por el viento, llegara
más lejos y recibiera dentro de los treinta días, la tarjeta de su globo con el sello y la firma del
correo de la localidad donde cayera, la dicha de llevarse como premio la bicicleta prometida.14
El día nueve alguien se asustó y nos dejó paralizados: “¿Ustedes tienen idea de lo que es
inflar diez mil globos, atarles un hilo y atarles la tarjeta del concursante?” Creo que Agustín Castro
hizo la cuenta y nos dejó helados, inflando cien globos por hora, tardaríamos cien horas en inflar los
diez mil… siempre y cuando nos pasáramos cuatro días, día y noche sin parar, inflando globos… ¡Y
solamente nos quedaban tres y todavía ni siquiera habíamos empezado!
Se llegó a la conclusión de que necesitábamos treinta y seis voluntarios para inflar los
globos y eso suponía que La Oxígena debería proveernos, en préstamo, tres baterías de doce tubos
de hidrógeno para inflar todos los globos, pero empezando a trabajar ¡ya!.
En una despiadada lucha contra reloj, nos matamos para entrar las baterías de tubos en el
hall municipal y Beba de Luca, de la Comisión de Damas, apareció con los 36 picos que permitían
inflar los globos, pero estábamos todos tan ansiosos que se nos escapaban de las manos al terminar
de anudarlos y se iban acumulando arriba en la cúpula del hall municipal, fuera de nuestro
alcance.15
Ni que decir de las corridas para reponer los tubos que se vaciaban, los globos que estallaban
y los que venían fallados… Fueron tres días de locos en los que apenas si había tiempo para hacer
otra cosa que inflar globos, mientras los que venían a la Municipalidad, miraban asombrados aquel
hecho inusual.
La suelta de globos, prevista para las tres de la tarde, se vió interrumpida por una de esas
tormentas imprevistas que se descargó con todo durante casi dos horas y nos pasó por agua. Pero
aún así, todo el mundo quería comprar la tarjeta y el globo que pensaba lanzar. A la cinco menos
cuarto alguien dijo: “¡Basta! Comuniquen por los parlantes que finalizó la venta de globos y que a
las cinco en punto van a tocar una diana y se soltarán las palomas y los globos…
Sería imposible dar una cifra de todos los que golpeaban las puertas del palacio municipal
pidiendo que siguiéramos vendiendo pero ya se había vendido todo, no teníamos más globos, ni
dábamos más, habíamos inflado y entregado once mil globos… ¡Algo increíble!
Sobre el pavimento de calle Alsina, casi hasta llegar a la esquina con San Martín, más de
trescientos canastos llenos de palomas mensajeras, esperaban la orden para que los palomeros los
abrieran a todos al mismo tiempo y a las cinco en punto, entre bombas de estruendo, el sonar de
tambores y cornetas y los ¡viva! entusiasmados de la multitud, el aire se llenó de globos
multicolores, de palomas en vuelo y por encima de todo de ESPERANZAS…
Había comenzado oficialmente un desafío al dolor, a la impotencia y a la prueba del Tiempo
que se llamaba IREL…

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Tener el privilegio de haber estado allí, de haber visto pasar cincuenta años de trabajo y de
amor, de tener aquí frente a nuestros ojos ya viejos y cansados, la prueba fehaciente de la tenacidad
solidaria de nuestra querida ciudad de Bahía Blanca, es algo que jamás se podría expresar con
palabras, es algo que todos los que ya no están recibirán de todos nosotros como una ofrenda de
gratitud que se proyecta en el Tiempo hacia insospechados horizontes de grandeza…
Beba de Luca estaba que se caía de cansancio pero estaba tan feliz que corría de un lado a
otro gritando y abrazando a todo el mundo: ¡Lo hicimos! ¡Lo hicimos! ¡Gracias a Dios!
Ese fue el día en que oficialmente nació IREL.

Hoy, cincuenta años después, creo que más que evocar la fundación de IREL, estamos
celebrando la tenacidad del Pueblo Bahiense, al que me honro de pertenecer y en el que vivirán
nuestros hijos y los hijos de sus hijos, durante generaciones, como una prueba de que Bahía Blanca,
tal como lo pidió Nallib cincuenta años atrás, sigue y seguirá siempre de pié para auxiliar en el
dolor a cualquiera de sus hijos que lo necesite…
Desde el fondo de nuestros corazones, apostemos todos a los próximos cincuenta años de
IREL, tomando conciencia de que así, con los hechos de todos los días, también se puede hacer
Historia.
Gracias, Dios mío por habernos permitido a Lito Diez, a Pedro Pereyra, a Beba de Luca, al
Negro Masagué y a tantas y tantas personas que no alcanzo a individualizar por su nombre en este
instante, tener ante nuestros ojos una perspectiva tan gráfica y conmovedora de la riquísima historia
de nuestra amada ciudad.

A Guillermo Zuntini, Alma Mater de la Comisión que preside los destinos de Irel y su
Equipo de trabajo, les agradecemos el empeño que ponen en su tarea y la firme decisión de seguir
adelante con este fenómeno social de solidaridad que es el más completo y moderno Instituto de
Rehabilitación de la ciudad y la zona.

¡QUE PEQUEÑO QUE ES EL MUNDO!

En Octubre del 2007, escribí una carta para el Diario La Nueva Provincia que titulé “49 años
de IREL”.
Llovieron felicitaciones y agradecimientos por una recordación que era algo así como un
anticipo del festejo de los primeros 50 años de vida de nuestra Institución.
Pero, entre todas las cartas recibidas hubo una muy especial, remitida desde Trelew por el
Ingeniero Heraldo Ruddy González, Ingeniero Vial y profesor ya jubilado, amigo de Remo Perelli,
el fotógrafo, de Alberto Guala y Olga Lopata, a quien conocí a través de César Rago, exDirector de
la Biblioteca “Agustín Álvarez” de Trelew a quien yo había ido a visitar en su casa en un viaje que
hice a Trelew en 2006. Grande fue mi sorpresa cuando me entero, a través de su carta que su padre,
don José González Ortíz, había sido, desde los comienzos de Irel, “Don Pepe” o don Pepe
González, o el “Gallego Pepe” que fue el primer chofer de la primera Kombi DKW que tuvo Irel y,
por su forma de ser y su manera de integrarse al equipo, carpintero, plomero, herrero, electricista y
creador del primer taller de mantenimiento, donde estaban el banco de trabajo y los tableros de
herramientas que habían hecho sus manos y que se había convertido en un lugar de leyenda para
aquellos primeros chicos que él llevaba y traía en la Combi que se divertían jugando con las
herramientas y las maderas que Don Pepe les enseñaba a utilizar, creando, sin proponérselo, el
primer taller de laborterapia intuitivo que le inspiró su amor por el trabajo, por los niños y por la
vida.
Este mail recibido el 14 de octubre de 2007 habla por sí mismo:
Querido amigo Juan Carlos, leí la nota que publicó el Diario sobre los 49 años de Irel y no lo podía
creer.. Es extraordinario como tus comentarios reavivan mis recuerdos.

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CERENIL e IREL están vinculados a mi vida y mi familia.


Cuando me casé en 1963, hicimos el viaje de bodas a Mar del Plata y recuerdo que
conociendo lo que se hacia en IREL y siendo CERENIL una institución alentada por el mismo
espíritu, concurrimos a conocerla.
Allí no sólo fuimos informados de la labor, sino que nos pidieron nuestros nombres y
dirección, al poco tiempo recibo un sobre y me enviaron un talonario con rifas para que
vendiéndoselos colaborara con la Institución.
Los premios consistían en tres Ford Falcon que se entregaban al 1º; 2º y 3º premios y, para dar
muestras de la seriedad de la entrega luego recibía un folleto con los nombres de los beneficiarios y
algunos comentarios sobre como la fortuna los benefició.
De mas esta decir que cada vez (y fue durante bastante tiempo) que recibía las rifas, me quedaba
con una y vendía a la totalidad de las otras del talonario entre mis amigos y compañeros de trabajo
en la División Vialidad de la Municipalidad de Bahía Blanca donde trabaje ente 1960/69.
Cuando IREL se instalo en el Parque de Mayo, mis padres y hermanos ocuparon la vivienda del
"Cuidador" y papá fue "chofer" de la "combi importada de Alemania" que trasladaba a los chicos,
asimismo cumplía trabajos de reparación en las instalaciones y usaba el taller de mantenimiento
que contaba con bastante equipamiento y herramientas que aportó mi padre.
Hace algún tiempo presenté en el XII Congreso Argentino de Vialidad y Tránsito una
recomendación para usar "Adoquines Intertrabados de Hormigón". Va adjunto la aprobación de la
recomendación y el Power Point de los que presenté donde digo:
Recuerdo que casi 40 años atrás se “pronosticaba” que la cuadrilla de “adoquinadores” era una
especie en “extinción” pero este trabajo lo realicé recordando mi época de trabajo y estudiante en
Bahía y, para presentarlo en Bs. As., recurrí al sindicato de viales SITRAVIC, al Colegio
Profesional de Ingeniería y a ATE Chubut, para que me facilitaran el pago de matricula, el viaje y
la estadía en Bs. As.
En ATE estaba con las fotos y el trabajo y un empleado que tiene dificultades para caminar me dijo:
“En Bahía hace muchos años se hizo algo parecido” Yo le pregunté ¿donde? y me repuso en IREL.
(El muchacho Bahiense se llama Grim y esta radicado aquí en Trelew).
Así que le digo: ¿vos hiciste tu rehabilitación allí? Entonces conociste a mi viejo, al Pepe
González… Y Grim, sobre "el pucho" me contó algunas de las travesuras que le hicieron los chicos,
como por ejemplo clavarle la gorra (que siempre usaba y rara vez se la sacaba) al banco de
carpintero o colocársela en la piedra de la amoladora haciéndolo enojar. Pero lo que más se fijó en
su memoria fué el trato alegre que tenía para con ellos y la voluntad de mi papá para hacerles la
vida mas placentera ya que los pasaba a buscar para llevarlos a rehabilitarse y luego los trasladaba
sus domicilios.
Te juro que cuando me lo contaba y ahora que lo redacto y recuerdo, se me caen las lágrimas con
ese sabor lindo de nostalgia y gratitud para con "mi Viejo".
¡¡¡¡¡ESE FUE MI VIEJO!!!! Jose Gonzalez Ortiz alias "PEPE" y te pido por favor si vos o alguno
de IREL, lo recuerda que me lo trasmitas.
Es una forma de mantener viva su imagen recordando a un Gran tipo del que me honro llamándolo
Papá.
Gracias por tu nota y dale mis saludos a todos los que desde hace 49 años (12/10/58) luchan por un
mundo mejor, mi viejo así también lo quería y aportó su pequeña cuota de amor… ¿no te parece?

Un abrazo grandote para vos y para todos

Ruddy

PD: Quiero estar en el festejo del primer medio siglo de vida de IREL, así que contame y
manteneme informado como se hará el festejo.

50 años de IREL Proyecto de libro 16


Juan Carlos Alecsovich - Brown 131 4° p. D.4 Tel. 2914138924
(8000) BAHÍA BLANCA - Pcia. de Bs. As. - ARGENTINA e/mail: jcalecsovich@live.com.ar


¡Qué chiquito y maravilloso que es el mundo! ¿No? En mucho tiempo de amistad yo no
había relacionado a Ruddy con “Pepe González” ni sabía que Grill (cuyo papá había integrado la
primera Comisión y al que Ruddy rebautiza Grim, por un simple error de memoria), andaba por
Trelew…
Curiosamente, Aurelio Diez, en su evocación escrita de la historia de Irel, dice, en la página
26 de sus escritos: “Y finalmente, por su modesto puesto en las actividades de Irel, no podríamos
olvidarnos de don José González Ortíz a quien en la intimidad del Instituto se lo conocía como
“Don Pepe González” que había ingresado a Irel como chofer, habiendo sido el conductor de la
primera Kombi Volkswagen con que contara la entidad para el traslado de sus pacientes, recordando
aquel día en que encabezara la columna de automóviles con los que simbólicamente se recibió la
Kombi.”
“Pero no solamente era González el chofer, sino que, con su capacidad y sapiencia,
alcanzada en sus días de artesano en Vías y Obras del Ferrocarril del Sud (después Gral. Roca),
supo hacer tareas de mantenimiento en la instalaciones y equipos del Instituto, ordenando un
pequeño taller con parte de las propias herramientas personales y un banco de carpintero, pero
además, supo ganarse el aprecio del personal profesional y técnico y de aquellos – chicos, entonces
– que aún lo recuerdan por el cariño que les dispensaba y el aliento que les infundía para superar sus
problemas físicos…”
Hay otra anécdota que me contó don Pedro Pereyra, actual Vicepresidente, que lo pinta de
cuerpo entero: “Como integrante de IREL y tratando de contribuir a su financiación, don Pepe, en
horas libres, se dedicaba a vender casa por casa la famosa rifa mensual que tanto contribuyó a la
construcción del edificio… Como es de suponer don Pepe, compraba para él una rifa, con el mismo
número, todos los meses. Pero una vez, fue a vender la rifa a una casa y la señora quería comprarla
pero únicamente si don Pepe le conseguía el N° 23353 16 y ése era, precisamente, el que él jugaba
todos los meses y, en su caballerosidad, sacó la rifa de su billetera y se lo entregó a la señora, que
ese mes se sacó la camioneta que se hubiera sacado don Pepe con el número que la señora le
compró. Pero don Pepe jamás se sintió arrepentido de haber actuado así. Es más, aceptó ir a la cena
con la que la señora le agradeció el gesto que había tenido nuestro querido “Gallego”.”

Cincuenta años de Irel, cincuenta años de amor, dedicación y solidaridad… Viviendo
“casualidades” como éstas, uno se siente pequeñito, ante lo gigantesco del trabajo realizado por
tantos Pepe González a los que Irel les debe el seguir vivo y creciendo, superando los vaivenes de
nuestra economía y las pequeñas miserias de la vida cotidiana que han dado por tierra con tantas
otras instituciones que no tuvieron la “mística” de Irel, reflejada en el amor al prójimo y en la
voluntad indeclinable de acompañarlo y ayudarlo en su dolor.

Querido amigo Ruddy, homenajeamos en el recuerdo de tu padre, a todos los que hicieron
posible este milagro de solidaridad que son los cincuenta años de vida de Irel.
Esta recordación nos impulsa a sentir que la “Mística” que siempre caracterizó a todos los
integrantes del Instituto, debe ser preservada de muchas de las “simplificaciones lógicas” que han
modificado nuestra cultura, llevando todo a un plano exclusivamente racional, en el que cada vez
pesan menos los sentimientos y se va desdibujando el rol que cumple la inteligencia emocional de
las personas en la lucha permanente por la supervivencia que, desde siempre, se expresa a través del
sentimiento, de la empatía y de la solidaridad.
León Eiseley17 afirma que si el Hombre sigue sobre la Tierra, no es por sus avances
tecnológicos sino por su Ternura ya que el animal humano, - cuya cría es una de las que nace más
desvalida y tarda más tiempo en valerse por sí misma que las de cualquier otra especie animal -
puede sobrevivir gracias a la dedicación y los tiernos cuidados de sus padres.

50 años de IREL Proyecto de libro 17


Juan Carlos Alecsovich - Brown 131 4° p. D.4 Tel. 2914138924
(8000) BAHÍA BLANCA - Pcia. de Bs. As. - ARGENTINA e/mail: jcalecsovich@live.com.ar

IREL es eso: TERNURA puesta al servicio de todos los que sufren alguna limitación física
que les impida valerse por sí mismos con entera libertad.

MEDIO SIGLO NO ES NADA : ¡QUE PASE EL QUE SIGUE!

En 2005, celebrando los primeros 100 años de Rotary - un Club de Amigos muy relacionado
a Irel a través del Dr. Roberto Sahores y de don César Saldungaray – comprendimos que se hacía
imposible hacer justicia con todos y cada uno de los hombres que, a partir de Paul Harris, habían
contribuido, con su dedicación y apoyo a la existencia y progreso permanente del Club hasta
convertirlo en una Institución arraigada en más de 200 países y con casi 1.300.000 socios activos.
Así ocurre con los 50 años de IREL : fueron muchas y muy valiosas todas las personas que
adoptaron como suyas, las ideas fundacionales y dieron lo mejor de sus vidas para que el Instituto
de Rehabilitación sea la hermosa realidad que es hoy y se convierta en una confiable fuente de
esperanzas para quienes necesiten de él en el futuro.
Creo que no alcanzaría una Guía Telefónica como la actual para nombrarlos a todos y no
pecar de injustos con ninguno, pero, aún poniendo la mayor atención, siempre habría un olvido
involuntario o algún mérito injustamente atribuido a otra persona.
Por ello, juzgando a través de nuestros propios sentimientos, comprendemos que el mejor
homenaje para todos los que hicieron que IREL fuera, sea y siga siendo una de las O.N.G. más
grandes y prestigiosas de la Ciudad, la zona y el país, es simplemente ver, en los hechos y en lo
material, la trascendencia de las pequeñas acciones de todos los días, con las que escribimos todos
juntos, la parte que nos toca en la Historia Grande de la Humanidad..
Como socios fundadores de IREL, Aurelio “Lito” Diez y quien escribe, queremos agradecer
a todos los Bahienses que este 12 de Octubre de 2008, tengamos la dicha de celebrar los primeros
cincuenta años de vida de IREL y saber que la Institución que nos tocó en suerte fundar, más por
necesidad que por iluminación, sigue en pié y seguirá prestigiando el espíritu solidario de nuestra
querida ciudad.
Como cierre de esta evocación quiero citar una frase que me inspiró la trayectoria de IREL:
“IREL es ya una Institución, una experiencia de vida que nos sobrevive y sobrevivirá a
todos los que aporten su esfuerzo para que supere, como Rotary, la prueba más exigente :“la prueba
del Tiempo”.” Feliz cumpleaños, IREL.

50 años de IREL Proyecto de libro 18


1
Juan Carlos Alecsovich, argentino, bahiense, nacido el 22 de abril de 1936, escritor, conferenciante, fundador del Taller
Literario “El Quijote”, ex Coordinador de la División Municipal del Discapacitado, ex Agente de Propaganda Médica,
Secretario de la Comisión Promotora Pro Instituto de Rehabilitación que dio origen a la fundación de IREL, colaborando en
la redacción de los estatutos e inaugurando la primera reunión pública de Convocatoria Institucional realizada en el entonces
Cine Unión, bajo la presidencia del Sr. Nallib Matoso en la que puso a consideración el proyecto de IREL de cuya primera
Comisión Directiva, presidida por Don César Saldungaray, fue Prosecretario hasta 1960. Actualmente es socio de Rotary
Bahía Blanca Sur, colaborador de la Biblioteca Rivadavia, del Instituto Cultural, de Apyme, de la Comisión de Salud del
HCD, el Salón de Arte y Cultura Mario Iaquinandi, Asociación Empleados de Comercio y la Universidad Nacional del Sur.
2
Frase de Maurice Merleau- Ponty, citada por Jacques Chazaud en su libro “Introducción a la terapia institucional”,
publicado en 1980 por Editorial Paidós en su colección Grupos e Instituciones.
3
En 1958, el Hospital Penna funcionaba en un a vetusta propiedad reemplazada luego por la construcción actual y algunos
pabellones, ya en desuso, debieron habilitarse para hacer frente a la demanda generada por el brote de polio.
4
El Dr. Lucero era hermano de un jefe militar de alto rango, el Gral. Franklin Lucero, nada que ver con nuestro Leónidas
Lucero, cuyo nombre lleva el Hospital Municipal.
5
Guarda de tren o “bicho canasto”, en la jerga ferroviaria, porque viajaba en el furgón de cola de los cargueros.
6
Algo parecido sucedía con los niños down, los deficientes mentales o los chicos que nacían con alguna malformación
congénita y con toda persona que sobrellevara cualquier impedimento físico a quien se le adjudicaba algún mote
despectivo, como “opa”, idiota, tarado, baldado, rengo, incapaz, etc.
7
Feeling palabra inglesa que se traduce como sentimiento, emoción.
8
De aquellas maratónicas recorridas recuerdo la colaboración que recibíamos de la Señora Diana Julio de Massot, Beatriz
Serruya, Bill Américo Brusa, el equipo de Olimpia Publicidad, Arceo, Lahitte, Lagos, Libertella, Rubinich, Néstor Soria,
Iside Córdoba, Osvaldo J. Ochoa, Serrat, Alba Bermúdez, Miguel Angel Cavallo, Herberto Prado, Luisa Prieto y del Diario
“El Atlántico” recuerdo a Alberto Obiol, Bambill y el inefable “Turco” Salomón.
9
La Asociación Bernardino Rivadavia, a través del Dr. Raúl E. Bagur, fue una de las primeras Instituciones bahienses en
ofrecer su apoyo a IREL..
10
Hemos intentado muchas veces solucionar dos falencias de nuestra ciudad, la de la Biblioteca, que por ser patrimonio
histórico no puede ser modificada en su estructura y el Salón Blanco de nuestro Palacio Municipal que también sigue sin
solución. Años atrás, cuando la Comisión Nacional del Discapacitado (CONADIS) fue, en los papeles, participada con un
porcentaje del impuesto al cheque, “casi” nos adjudican el dinero para estas dos materias pendientes que no pueden esperar
más, pero mi mala salud y la caída del Gobierno Municipal, me impidieron seguir con ese proyecto. Aquí habría un lindo
desafío para quien recogiera el guante ¿no?.
11
Leo este artículo y se me caen las lágrimas al recordar la angustia que vivíamos y la impotencia de ver a Marina postrada
en su cunita. ¡Que gran educador es el dolor! Se me hace casi imposible pensar que ese artículo estaba escrito por un
muchachito de 22 años y, sin embargo, fue así y, además, fue el primer escrito mío que se publicó…
12
Bahía Blanca, en aquellos tiempos, tenía serios problemas de provisión de agua potable y con el verano la situación, a
veces, se hizo muy grave.
13
Don Alberto Higinio Castellanos fue, durante casi diez años, el Administrador rentado de Irel.
14
Creo que fue una niña la que recibió la tarjeta llegada de más lejos, pues vino desde Uruguay.
15
Hace unos días, nos preguntábamos con Lito Diez ¿qué hubiera pasado si llegaba a estallar todo ese hidrógeno que se
había acumulado en la cúpula de la Municipalidad? Seguro que todavía nos estarían buscando. Mucho tiempo después,
todavía había globos contra los vidrios de la claraboya del palacio municipal.
16
La anécdota es real, pero el número no recuerdo cual fue y puse uno al azar, que no cambia el sentido del suceso.
17
León Eiseley, profesor de Antropología en la Universidad de Kansas, autor del libro “El larguísimo viaje” (1957) y del
libro “El siglo de Darwin” editado en 1959, en el que evoca la trayectoria histórica de la visión Evolucionista. Citado en
Aventuras de la Mente, de “The Saturday Evening Post”, en sus Libros del centenario (1959) Publicado por Ed. Peuser de
Argentina.(1964).

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