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CIUDAD SUBITA
Un febril sueño del futuro surge desde las arenas en Dubai.

Un trabajador extranjero apila redes de pesca cerca del hotel Burj al Arab el más alto del mundo e icono del nuevo Dubai.
En una generación, los gobernantes de la ciudad transformaron este alguna vez lento puerto pesquero en un eje económico del
medio oriente.

POR AFSHIN MOLAVI

FOTOGRAFIAS DE MAGGIE STEBER


Disfrutando de la buena vida, algunos expatriados observan un partido de polo en Arabian Ranches, un desarrollo
suburbano diseñado por extranjeros adinerados llevados a Dubai por sus bien pagados empleos, libertades sociales y –hasta
recientes variaciones en el valor de las propiedades- su relativamente bajo precio de la vida.

Un invitado a una boda masiva estudia el grueso programa, el cual enlista a 47 parejas. El gobierno de Dubai financia estos
eventos para promover la unión entre parejas nativas. La mayoría de trabajos en la ciudad son hechos por extranjeros, los cuales
actualmente superan a los nativos ocho a uno.

Érase que se era un sheik, que pensaba y soñaba en grande su reino en las rivieras del golfo
pérsico, era una pequeña población somnolienta y cocida por el sol que la ocupaban pescadores de
perlas, pescadores y comerciantes que amarraban sus barcos de vela ruinosos así como botes de
pesca a lo largo de un muy estrecho arroyo que serpenteaba alrededor de la ciudad, pero donde
otros vieron este largo y restringido arroyo, este sheik Rachin, vio una carretera hacia el mundo.

Un día en 1959, pidió prestado muchos millones de dólares a su vecino muy rico, por los
ingresos petroleros de Kuwait a fin de drenar el arroyo, hasta que lo hizo ancho y profundo, lo
suficiente para que circularan barcos, construyó muelles y almacenes y planeo caminos, escuelas y
casas , algunos pensaron que se encontraba loco, otros solamente que estaba equivocado, pero el
sheik Rachin, creyó en el poder de los principios de los arranques, algunas veces al amanecer con
su hijo más joven, Mohamed a su lado, caminaba en la rada vacía y pintaba su sueño en el aire con
palabra y gestos y se hizo al final, como el dijo, el construyó y ellos vinieron.
Su hijo dirige a Dubai y alrededor de aquel arroyo ha construido sueños muy elevados de su
propia inspiración, transformando la visión de su padre en una fantasía llena de rascacielos con aire
acondicionado y plena luz mara un mundo de un millón de habitantes, con su perfil urbano al estilo
de Manhattan un puerto de clase mundial, colosales y enormes centros de comercio libres de
impuestos, el pequeño Dubai atrae más turistas que toda la India, más barcos que Singapur y más
capital externo que muchos países europeos , gentes de más de 150 naciones, se han cambiado a
vivir aquí y a trabajar, tiene incluso islas artificiales, algunos con formas de palmas, para dar cabida
a los mas ricos, su crecimiento económico del 16 % es casi el doble de China. Las torres de
construcción y las plumas acentúan las líneas de horizonte como puntos de admiración.

Dubai también es una historia de éxito rara en el medio oeste, una región con historia de
fracasos y retraso donde Dubai representa una anomalía brillante o un modelo que pudiera ser
copiado por otras naciones árabes, lo cual es una interrogante que debería de que vale la pena
formular en estos días, en la medida que el mundo islámico lucha para adaptarse a la
modernización.

Un periodista saudí y director del periódico puso en su emisión televisiva esta cuestión:
“Dubai, esta presionando al resto del mundo árabe y musulmán. Los pueblos de muchos países
árabes están preguntando a sus gobiernos, si en Dubai lo pudieron hacer porque nosotros no lo
podemos hacer?”

La actitud relajada de Dubai, a este y otros problemas genera muchas críticas aunque muy
cuidadosamente ocultadas. 112 y 113.

Dubai, tenemos que decirlo, es como ningún otro lugar en el mundo. La capital de la gran
vida; en el aire se siente prácticamente una mezcla de excesos y oportunidades. Es el tipo de lugar,
donde las estrellas del tenis como Andre Agassi y Roger Federer juegan una competencia de
exhibición en el helipuerto del opulento megahotel Burj al Arab, dónde millones de gentes vuelan
al año sólo para ir de compras.

Desde la década pasada, he viajado seguido a Dubai, y aprendí a apreciar el raro


multiculturalismo de una ciudad, donde uno puede comer en un restaurant italiano, manejado por
un egipcio, con un chef principal hindú y meseros filipinos, quienes se ponen a cantar cada media
hora. O ver en las horas pico una multitud de ingleses expatriados, saludar a casa desde un bar,
mientras el llamado musulmán de la mañana para rezar se escucha a través de las calles.

Muchos americano oyeron por primera vez de Dubai, uno de siete emiratos que conforman
los Emiratos Árabes Unidos, Cuando uno compañera de bienes raíces Dubai Ports World, compró
una compañía británica que manejo seis puertos americanos. A los miembros del congreso
reaccionaron alarmados, alegando correctamente, que los conspiradores del 11 de Septiembre,
usaron a Dubai como un punto de tránsito financiero clave. Otros apoyaron el trato, anotando que
los Emiratos Árabes Unidos eran un aliado en la guerra contra el terrorismo, y que los puertos de
los Emiratos Árabes alojaron más naves del ejército americano que ningún otro puerto de Estados
Unidos. Al final Dubai decidió no manejar los puertos americanos. “Estamos demasiado ocupados
para la política”, dijo el sultán Bin Sulayem, el jefe de Dubai Ports World. “Los americanos no nos
quisieron en el trato. Bien. Nos vamos. Hay muchos negocios que hacer”.
“Ocho carriles de tráfico, entre una milla de rascacielos en la avenida Sheik Zayed de Dubai es un tramo
que se encontraba prácticamente vacío y desértico en una época tan reciente como fue la época de los noventa”.
Dubai ha creado uno de los ambientes de negocios más dinámicos en el mundo. “No son
solamente los edificios, las islas y los hoteles.” Dice Ali al Shihabi, educado en Princeton, director de
un banco líder en inversiones. “Son los negocios suaves: las leyes, las normas, el ambiente social
liberal”. Sin impuestos corporativos, un sistema bancario excelente y un código legal que favorece
la propiedad y el monopolio, Dubai se identifica con la frase del viejo sheik Rashid: y “Lo que es
bueno para los mercaderes es bueno para Dubai”.

Y luego esta su hijo el sheik Mohammed, de 57 años, dirigente de Dubai, a quien Edmund
O´Sullivan, editor de la revista Middle East Economic Digest, llama un modernizador radical y la
figura más significativa en Arabia desde el Rey Abdulaziz” –el fundador de la moderna Arabia
Saudita quien impulsó las reservas de petróleo de su país para convertirlo en un jugador de ligas
mayores.
La palma Jumeirah es una isla artificial en cuyas ramas se ofrecen lotes con vista al mar para cuatro mil casas y
departamentos, colocada audazmente adentro del golfo pérsico es considerada la octava maravilla del mundo, este desarrollo ha
doblado la línea costera de 45 millas de Dubai pero también ha estropeado su ecosistema costero.

Todo lo contrario de un autocráta tradicional del Medio Oriente, el Sheik Mohammed


(conocido por muchos como el Sheik Mo) maneja a Dubai como un buen oficial ejecutivo en jefe
(CEO). Al mismo tiempo con un agenda llena de apariciones publicas, se le ve seguido manejando
por los alrededores de Dubai, vigilando sus construcciones, como hacía su padre, al atardecer.
Algunas veces se presenta sin anunciarse en los lugares de trabajo y haciendo preguntas difíciles,
despide a pobres capataces y premia a los obreros que trabajan más duro. Así escoge a mano a la
siguiente generación de ejecutivos, incluyendo a muchas mujeres. “Contrata a la mejores mujeres
que puedas encontrar”, le dijo a Anita Mehra Homayoun, la jefa de marketing del aeropuerto de
Dubai, cuando la designo para este trabajo en el 96. Mehra Homayoun se dió a conocer en la
operación del área de ventas libres de impuesto del aeropuerto y captó la atención del Sheik Mo
organizando exposiciones de autos y torneos de golf y tenis entre celebridades, y atrayendo a las
tiendas líder, al imperio de ventas libres de impuesto del aeropuerto. “El Sheik Mohammed te hace
creer que puedes hacer cualquier cosa”, dijo ella. “Su visión es contagiosa”.

Otro de los elegidos, Mohammad Alabbar, creció como muchos dubayanos, en una tienda
hecha con hojas de palma. Su padre mantuvo una esposa y doce hijos con su red de pescar.
Entonces en 1966, Dubai encontró petróleo y Alabbar fue a la universidad en Estados Unidos, con
una beca del gobierno pagada con fondos del petróleo. (Considerado al principio un golpe de suerte,
representa hoy solo el 6% del producto interno bruto de Dubai). Después de su graduación Alabbar
impresionó al Sheik Mo durante una estadía de seis años en Singapur, donde convirtió a una
inmóvil empresa de ventas, en un próspero negocio. Eso lo llevó al puesto de director de desarrollo
económico de Dubai, un papel que ha mejorado su habilidad para desarrollar nuevos comercios.
Como premio el gobierno le ha otorgado tierras a muy bajo o ningún precio, así que ha empezado a
construir.

Ahora viaja a través del mundo en un jet privado y desde ahí ve Emaar, una de las compañías
de bienes raíces más ricas del mundo. “Hemos recorrido un largo camino”, Alabbar me dijo en el
lugar de construcción de Burj Dubái, una torre con forma d torpedo, estructura que será la más alta
del planeta que será terminada en 2008. “Pero siempre debemos recordar de donde venimos,
nuestros hijos deben saber que hemos trabajado muy, pero muy duro para llegar a donde estamos,
y aún hay mucho trabajo por hacer”.
Dubai sueño y realidad, decretos amistosos hacias los negocios y una inversión muy rápida en
infraestructura, han expandido la economía de Dubai mucho mas allá de la del petróleo el cual ahora solo
representa el 6 % del producto interno bruto, los desarrollos inmobiliarios, se distribuyen en una superficie
siempre cada vez más amplia dentro del golfo.

LA PALMA JUMAIRA
ZONAS LIBRES En tan solo 72 horas los compradores arrebataron
Estas son áreas designadas por el gobierno que todas y cada una de las casas de esta primera de tres islas
atraen inversionistas permitiendo que sus negocios operen artificiales.
sin pagar impuestos ni derechos aduanales y tampoco sin
restricciones en la transferencia de fondos. EL MUNDO
Bajo construcción las 300 islas de este archipiélago
artificial van a formar un mapa del mundo las islas enteras se
LA PALMA YEBEL JALIL van a vender en un promedio de 30 millones de dólares cada
Bajo construcción, esta segunda palma va a incluir una y son 300.
un anillo de casas en palafitos arreglado de tal manera que
cumplan lo que estableció en un poema el sheik Mohammed LA PALMA DEIRA
que es la principal autoridad en la ciudad y el ejecutivo Esta palma monumental esta planeada de tal
extraoficial de la misma, toma la sabiduría de los sabios, se manera que va a empequeñecer a sus dos antecesoras
requiere de un hombre de visión para que escriba en el agua. cubriendo una extensión mayor al área que tiene la isla.
Cualquier día es un día de playa, para las mujeres cuyos maridos son los ejecutivos que trabajan en una empresa
constructora, pero para los trabajadores, en la parte más baja en la escala de salarios tales como estos surasiáticos, que están siendo
transportados en un taxi acuático al trabajo la vida en Dubai puede ser muy aburrida y poco conveniente.

Quien actualmente hace ese trabajo, es un sujeto tangible. Dubai no es demográficamente


una ciudad de estado: menos de uno de cada ocho residentes son ciudadanos de los Emiratos
Árabes Unidos, y los trabajadores provenientes del sur de Asia representan más del 60% de la
población. Muchos hindúes educados viven vidas confortables en Dubái, y algunos pocos se han
vuelto ricos. (“Dubái es la mejor ciudad de la India” dicen con sarcasmo los afortunados). Para otros
de cualquier modo Dubái es un callejón sin salida.

La prensa local ha reportado trabajo sin descanso, la tarde que visité uno de los
escuálidos vecindarios donde decenas de miles de trabajadores extranjeros viven. Las
barracas de los trabajadores están apiladas entre edificios derruidos a lo largo de un camino
de tierra, grava y basura. Cientos de hombres con caras quemadas por el sol se asomaban a
nuestro paso en camisetas sin manga, shorts flojos y sandalias. Algunos de esos trabajadores
se unieron a huelgas recientes, por ser tratados “como menos que humanos”, en palabras de
la Comisión de Derechos Humanos. El trabajador promedio gana alrededor de cinco dólares
al día, trabajando turnos de doce horas en un calor intenso. (La comisión de Derechos
Humanos reportó cerca de novecientas muertes en construcción en 2004, incluyendo
muertes por insolación).
Escuchas sus historias, y te das cuenta que muchos trabajadores están atrapados aquí,
ahogados en deudas con agentes sin escrúpulos de sus países quienes les cobraron tarifas
exorbitantes por sus visas de trabajo. “Si no tuviera que pagar mi tarifa ya me hubiera ido a
casa”, me dijo un hombre. “No tenemos nada”, dijo Kutty, hombre bajito de mejillas
quemadas por el sol de 25 años proveniente del estado indio de Kerala. “Estamos viviendo
una pesadilla aquí, y a nadie le importa”.

En reacción a dichos abusos –y la mala publicidad que esto generó– el gobierno anunció
recientemente que permitiría a los trabajadores sindicalizarse, y ordenó a todos los contratistas a
no trabajar por cuatro horas al día durante el calor de julio y agosto.

Los problemas de Dubái no terminan ahí. La creación de islas artificiales, por ejemplo,
pudo ser una brillante y la vez ofensiva decisión de negocios –las propiedades con vista al
mar cuestan de 7 a 30 millones de dólares– pero los ambientalistas dicen que en su
construcción Dubái mató corales, destruyó sitios de desove de tortugas, y alteró la ecología
marina del oeste del Golfo Pérsico. Y detrás de los brillantes rascacielos se oculta un mundo
nocturno de hoteluchos y prostitutas, criminales hindúes y rusos, prestamistas y traficantes
de cualquier cosa, desde armas y diamantes hasta seres humanos.

Más de la mitad de la población de Dubai, viven en campamentos de trabajadores como este donde los hombres
provenientes del sur asiático duermen en dormitorios abarrotados que se abren al drenaje encharcado, la mayoría debe dinero por
el costo de su viaje a Dubai, muchos esperan sus salarios muchos meses, y algunos nunca llegan a ver esos salarios.
La zona residencial de la playa Jumeirah, se levantó en tan solo 36 meses el concreto era vertido por trabajadores que
trabajaban día y noche, algunos críticos se están cuestionando la velocidad del cambio y la falta de planeación: las monumentales
torres de complejos habitacionales se elevan como una pared, cortando al resto de Dubai de su costa.

La noche que estuve en el club Cyclone las prostitutas disponibles eran de Moldova,
Rusia, China, Europa del Este, el Cáucaso y varios países del este de África. Sus clientes eran
árabes, europeos, asiáticos y americanos. La música vibraba, los tragos fluían y pronto las
parejas se dirigían hacía las salidas. Conocí a una mujer china que trabaja con el nombre de
Muri. “Sólo voy al Cyclone dos veces a la semana”, me dijo en un inglés pausado. Durante el
día trabaja como chef en un restaurant chino. Sus clientes, dijo, tienden a ser europeos o
americanos que están aquí desde la guerra en Iraq. “A los árabes les gustan las chicas
europeas y rusas”. Le pregunté si sabía de redes de tráfico que negociaban con chicas chinas.
“Si, desde luego”, dijo arrugando sus cejas. “Muy mal. Algunas chicas son muy jóvenes”.

Algunos días después pregunté a unos de los principales asistentes del Sheik Mohammed, si
Muri tenía razón acerca del arribo de prostitutas chinas y traficantes. “No es fácil detener a los que
vienen a Dubái, por elección propia”, me dijo, “pero no toleramos a los traficantes”. De cualquier
modo el departamento de estado de los Estados Unidos reporta que Dubái se ha esforzado por
conseguirles al menos “estándares mínimos” y estima que algunas diez mil mujeres en los Emiratos
Árabes Unidos podrían ser víctimas de traficantes sexuales.
Los turistas pagan ansiosos por una auténtica noche en el desierto, mientra que los noctámbulos en un bar nocturno
buscando satisfacer a expatriados, rompen las tradiciones musulmanas con vestidos demasiado reveladores, el éxito de Dubai ha
dejado a la ciudad con un problema no resuelto, como mantener su identidad.

Necesitamos tomarlo con más calma, las cosas se están yendo demasiado lejos me dijo un
prominente escritor, refiriéndose al desarrollo sin restricciones que esta sobrepasando y
empobreciendo la cultura del lugar, me pidió que no usara su nombre dijo otro dubayano, “Yo sé,
que otro de mis amigos árabes nos visitan únicamente porque tenemos prostitutas extranjeras. Es
verdaderamente una vergüenza”.

La tolerancia en Dubái puede ser buena también. A lo largo de los bares y clubes nocturnos
hay mezquitas, iglesias y templos hindúes y para ser una ciudad que tiene tantos conflictos
religiosos y de nacionalidades, está admirablemente libre de conflictos étnicos, “yo no sé quienes
son Sunni y quien es Shia, y no me importa”, me dijo el Sheik Mohammed, en un encuentro muy
breve, “si usted trabaja fuerte, si usted no molesta a su vecino, entonces hay lugar para usted en
Dubái”. Incluso los israelíes pueden hacer negocios (silenciosamente) con Dubái.

Desde luego muy discretamente, mientras que el modelo de Dubái, convertido en


capitalismo totalmente libre, la cultura, los negocios y la religión tomada de manera moderada
pudieran ser un proyecto para otras naciones en desarrollo. Dubái esta posicionada de manera
única para el siglo XXI muy fundamentalmente debido a la visión y ambición de un solo hombre,
otros lideres árabes pueden emular al Sheik Mo por sus métodos pero al final y algunos incluso
dirán gracias hay un sólo Dubái.
Antes que dejar el emirato decidí hacer lo que millones visitantes han hecho en la última
década, ir a un centro comercial, Dubái aparentemente tiene mas centros comerciales por
consumidor que cualquier otra ciudad en el mundo, día y noche está repleta con el tipo de multitud
que se encuentra típicamente en Dubái, mujeres árabes con velos revisando las mercancías de ropa
íntima en Victoria’s Secret, jóvenes de los emiratos vestidos como si provinieran de un gueto, están
coqueteando con mujeres europeas del este en minifaldas de cuero negro, senegaleses, iraníes,
egipcios, kasagistanies y coreanos, la mayoría en familia, caminan entre tiendas y fuentes mientras
la música popular occidental se escucha en los altavoces, y esta se repite y se repite. En un centro
comercial, el centro Hamarain, el tema de la película de Titanic, cantado por Celine Dione, se ponía
tan frecuentemente que los comerciantes locales se quejaron.

Yo preferí un centro comercial de los emiratos, uno de los nuevos mega centros comerciales
de Dubái una construcción monumental de 223,000 metros cuadrados que tiene en su interior una
pista para esquiar, entrar es como cruzar el umbral de una realidad alternativa: un mundo artificial
lujoso, con boutiques de lo más caro del mundo, tiendas de música de avanzada, cafés y
restaurantes. Que culminan en un enorme ventanal de cristal con los transportadores de esquíes en
la distancia. Me uní a los observadores en el ventanal para ver a los esquiadores descender por una
“montaña” cubierta de nieve, niños aventándose bolas de nieve entre si e instructores guiando a los
principiantes en sus primeros descensos.

Me fije en lo que parecía un grupo de dubayanos en una salida familiar. Un árabe de mediana
edad con un abrigo rentado caminando enérgicamente através de la nieve en zapatos comunes de
calle, cerca de el, una mujer con una abaya o túnica negra usando también un abrigo rentado
sujetaba nerviosamente el brazo de una mujer asiática, posiblemente su mucama filipina, un
adolescente con escaso bigote se les acerco con unos esquíes sujetos a sus pies, charló por un
momento y entonces se dirigió hacia los levantadores para hacer otro descenso, la mujer soltó a la
filipina y dió unos pasos. Entonces sonrío se agachó y tomó nieve, un pequeño milagro blanco en el
desierto de arabia. Parecía estar disfrutando bastante la temperatura del mundo real afuera era de
110° F, pero en el mundo de ensueño de Dubái era simplemente perfecta.

Traducción del numero de Enero de 2007 de “NATIONAL GEOGRAPHIC” en ingles

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