La Familia Internacional
P R I N C I P I O S

LOS NIÑOS DE LA FAMILIA INTERNACIONAL
Su cuidado, educación, protección y derechos
U na de las prioridades de La Familia Internacional
[la Familia] es garantizar que los niños que
residen en nuestras comunidades reciban un esme-
rado grado de atención, protección, educación, so-
cialización y recreación. Nuestro profundo respeto
por los niños —y la atención que prestamos a su
debido cuidado y crianza— no solo forma parte
integral de nuestras creencias y prácticas religiosas,
sino que constituye uno de los ejes de nuestra forma
de vida en comunidad.
En calidad de movimiento religioso minorita-
rio, hemos sido objeto de mucho interés y análisis
en cuanto a la crianza de nuestros hijos. Nuestra
vocación por la vida en comunidad, nuestras con-
vicciones religiosas, así como también nuestra
preferencia por la escolarización en el hogar han
suscitado dudas en torno a la posibilidad de que
un ambiente tan novedoso sea apropiado para el
pleno desarrollo de nuestros hijos. Después de
haber observado a los niños de la Familia, nume-
rosos académicos y pedagogos de varios países han
llegado a la conclusión empírica de que nuestros
pequeños sí gozan de un ambiente sano propicio
para una buena crianza.
La Convención de las Naciones Unidas sobre
los Derechos del Niño avala el derecho de todo
niño a ser criado dentro de su confesión y comu-
nidad religiosa:
En aquellos Estados en que existan
W W W
minorías étnicas, religiosas o de otra
índole, o personas de origen indígena,
no se negará a los niños indígenas o
.
L A F A M I L I A
pertenecientes a dichas minorías el
derecho a gozar de su propia cultura
ni a profesar y practicar su propia re-
ligión ni a hablar su propia lengua en
comunidad con otros componentes
.
de su grupo. (Artículo 30).
O R G
Aproximadamente la mitad de la población de
la Familia se compone de niños y adolescentes; por
ende, buena parte de nuestra vida comunitaria, or-
ganización, reglas y pautas tienen por objeto recrear
un ámbito que les asegure excelentes cuidados y una
buena crianza. En 1995 la Familia promulgó Los
Estatutos del Amor, un documento de 400 páginas
que codifica las creencias y principios fundamentales
a los que se adhieren las comunidades del movimien-
to. Una sección importante de dicho documento
delinea los derechos de los niños y sus padres. Los
Estatutos dejan claro que es deber de los padres y
de las comunidades en que residen proporcionar a
todos los niños que se crían en la Familia un ámbito
seguro en el que impere el amor.
La vida de hogar de nuestros hijos y el
legado que les transmitimos
H emos modelado nuestra forma de vida
a semejanza de la de la Iglesia Cristiana
Primitiva, en la que «todos los que habían creído
estaban juntos y tenían en común todas las cosas»
(Hechos 2:44). A diferencia de la mayoría de
pastores, evangelistas, misioneros y trabajadores
sociales, servimos al Señor a plena dedicación y
comunitariamente. Por tanto nuestros hijos cre-
cen en el seno de una comunidad consagrada al
servicio cristiano. La experiencia adquirida en la
gestión de comunidades basadas en el modelo de
la iglesia cristiana de los primeros tiempos, nos ha
llevado a descubrir un sinnúmero de beneficios
sociales, espirituales y personales.
Los niños de nuestras comunidades —a las que
también se conoce como «hogares»— tienen para
nosotros un enorme valor y los consideramos un
verdadero don de Dios, que Éste encomienda a sus
padres para que los amen, los cuiden y los críen
según Sus preceptos. Si bien la responsabilidad
primordial del bienestar de los niños recae sobre sus
ST026–0401
padres, dada nuestra forma de vida en comunidad
y nuestra fe, su crianza es también un asunto que
compete a la comunidad, puesto que los padres
suelen compartir las labores de formación de sus
hijos con los demás miembros del Hogar. Cada
Hogar tiene la obligación de crear un ámbito en el
que tanto los padres de familia —individualmen-
te— y el Hogar —colectivamente— satisfagan
las necesidades físicas, espirituales, emocionales e
intelectuales de los niños.
Además de brindar a los pequeños sólidos vín-
culos familiares, este singular modo de vida en
comunidad también les ofrece cuidados, asistencia
y apoyo moral y espiritual de parte de los integran-
tes de las comunidades en que residen. En otras
épocas, amplios sectores de la sociedad gozaban
de beneficios similares en el seno de clanes, tribus
o vecindades. La sociedad de hoy, en cambio, se
priva de dichos beneficios por el estilo de vida
que se viene imponiendo, en el que ambos padres
trabajan fuera de casa y los niños se educan en un
clima de creciente tensión, materialismo, descon-
fianza, temor, indiferencia y la falta generalizada
de tiempo y oportunidades para forjar amistades
familiares y fuertes lazos comunitarios.
La importancia de transmitir a nuestros hijos
el modo de vida y de servicio a Dios que hemos
adoptado libremente, cobra aún mayor realce por
cuanto estimamos que la sociedad actual se ha se-
cularizado en extremo y se ha tornado demasiado
humanista. El hincapié que se hace en el materia-
lismo, el enfoque dogmático con que se enseña el
evolucionismo, el abandono de valores morales y
el agravamiento de los conflictos sociales es causa
de honda preocupación no solo para nosotros, sino
para millones de personas de numerosas culturas
y religiones.
La educación de nuestros hijos
N uestras convicciones cristianas señalan que es
nuestro derecho y deber ante Dios propor-
cionar a nuestros hijos una educación conforme
a Sus preceptos y criarlos en la «disciplina y amo-
nestación del Señor» (Efesios 6:4). Traducido a
términos prácticos, les brindamos una educación
polifacética, que abarca una amplia diversidad de
materias académicas, instrucción pastoral y cris-
tiana, formación práctica y preparación en cuanto
a aptitudes físicas y sociales. Nuestro ministerio
cristiano y forma de vida contribuyen a crear un
ámbito doméstico y didáctico ideal para la conse-
cución de dichos objetivos.
Las comunidades de la Familia ponen grandes
empeños para que cada niño reciba una educación
© La Familia Internacional, 2004
académica y práctica ajustada a su edad, que a la
postre le valga un título de educación secundaria.
Por medio de la escolarización en casa, nuestros
hijos reciben una formación y atención esmera-
das en el contexto de nuestros valores cristianos.

Normalmente, uno o ambos padres participan en
la escolarización de sus hijos. Dicha participación
garantiza que los padres tengan mayor poder de-
cisorio en cuanto a la educación de sus hijos que
la que tienen otros padres que envían a sus hijos a
colegios públicos o privados.
El programa de estudio de los niños de la
Familia combina una diversidad de elementos edu-
cativos, videos y programas informáticos. Nuestro
currículo de escolarización en el hogar se publicó
por primera vez en 1981 en una serie de libros
titulados El cuidado de los niños, y más tarde La
carpeta de enseñanza en el Hogar (1988), El plan
del maestro (1992), y el Programa de enseñanza
cristiana técnico-profesional de la Familia (CVC),
que se inició en 1996.
Aparte eso, muchos integrantes de nuestra
agrupación se valen de programas de escolariza-
ción en el hogar internacionalmente reconocidos,
como son A Beka, ACE, CLE y otros. Desde sus
comienzos, la Familia se especializó también en
pedagogía preescolar y escolar, a raíz de lo cual editó
una serie de publicaciones, textos, libros de cuentos
de orientación cristiana, videos y otros materiales
didácticos. Si bien se emplean frecuentemente
útiles audiovisuales, en nuestras comunidades se
recomienda que los niños no vean televisión indis-
criminadamente a fin de evitar que se convierta en
una influencia monopolizadora y potencialmente
negativa en su formación.
El grado de alfabetización de los niños de
nuestra hermandad es alto. Entre sus materias de
estudio se cuentan lenguaje, matemáticas, historia,
geografía, ciencias sociales, ciencias naturales, idio-
mas, temas de actualidad nacional e internacional,
educación física, salud y actividades prácticas. La
formación emocional y del carácter, la aptitud para
tomar decisiones y resolver problemas y la comu-
nicación constituyen asimismo parte importante
de su educación.
W W W
Si bien encontramos que la escolarización en
el hogar es superior a la de índole institucional
.
y la promovemos activamente, de acuerdo a los
L A F A M I L I A
«Estatutos de deberes y derechos» de la Familia,
los padres tienen la libertad de emplear profesores
externos o enviar a sus hijos a colegios públicos o
privados si así lo desean o se ven imposibilitados
de ofrecerles una educación adecuada en el Hogar
.
(79–80, 99). Cada niño tiene el derecho de recibir
O R G
una educación idónea, ya sea por vía de la escolari-
 zación en el hogar, por medio de profesores externos
o asistiendo al colegio. Es deber de los padres y del
Hogar velar por que así sea.
Al terminar sus estudios secundarios, los ado-
lescentes y adultos jóvenes pueden optar por cursos

de formación vocacional cristiana, que les ofrecen
preparación en más de 50 campos y oficios, o bien
cursos externos según la necesidad y sus deseos.
Muchos deciden también certificar su educación
en el hogar rindiendo exámenes en institutos
docentes. Gracias a la educación ofrecida por la
Familia, muchos jóvenes de nuestra hermandad
han obtenido calificaciones superiores a las del
promedio de estudiantes en los exámenes del
GED (prueba de equivalencia secundaria de los
Estados Unidos).
En caso de optar por una carrera seglar o estu-
dios superiores, tienen libertad de hacerlo. Dado
que la vida de misionero exige un importante com-
promiso personal, así como una constante forma-
ción especializada, dichos objetivos y carreras laicas
en muchos casos serían incompatibles con las metas
y actividades propias del discípulo de la Familia.
Por ende su consecución se hace más viable fuera
del ámbito de nuestras comunidades.
Formación religiosa
D e conformidad con nuestras convicciones
religiosas, damos a Dios y Su Palabra un
lugar preeminente en la vida del niño, así como
en su educación. Lo que un niño estudia, así como
también su conducta, actitudes y las creencias en
las que se va arraigando desempeñan un papel
crucial en la relación que forja con Dios, la cual
a su vez tendrá efectos y consecuencias eternas,
tanto para él como para aquellos en quienes ejerza
influencia a lo largo de su vida. Consideramos que
debe evitarse cualquier iniciativa didáctica, curso,
asignatura o ámbito educativo que obstaculice,
contradiga o menoscabe esa formación cristiana
esencial.
A la luz de las Escrituras, tenemos la obligación
moral de formar a nuestros hijos. Por ese motivo
recomendamos a nuestros Hogares y a los padres
W W W
que procuren crear un entorno en el que sus hijos
puedan desarrollar su experiencia didáctica de ma-
.
nera positiva, favorable para que cada niño descubra
L A F A M I L I A
sus dones, talentos y habilidades singulares, que
llegue a un conocimiento profundo y personal de
Dios y que cultive cualidades que reflejen nuestras
creencias cristianas. «Todos tus hijos serán ense-
ñados por el Señor, y se multiplicará la paz de tus
.
hijos» (Isaías 54:13).
O R G
Socialización
L a vida en una comunidad misionera exige un
alto grado de socialización, que se imparte y
se aprende por medio de la experiencia. Para que
un grupo de personas vivan juntas en un ámbito
comunitario en el que imperen la paz y la armo-
nía, es preciso refinar y adherirse a una miríada
de aptitudes sociales tales como el cumplimiento
de las normas de conducta, el juego limpio, la
consideración por los demás, la interacción con
otras personas, la capacidad de expresar amor e
interés, ejercer una influencia positiva, colaborar
y trabajar en equipo, tener una actitud de aprecio
y respeto hacia personas de otras razas o estratos
sociales, compartir tareas y obligaciones y un sinfín
de cosas más.
Teniendo en cuenta que la nuestra es una her-
mandad multirracial compuesta por personas de
más de 100 nacionalidades, los niños de nuestros
Hogares se relacionan con otros de culturas muy
heterogéneas. Su vida social no está circunscrita a
personas de una sola colectividad, cultura o nación.
Ello deriva en que nuestros hijos tengan una visión
más amplia del mundo y una mayor comprensión
de otras nacionalidades, costumbres y modos de
vida que la que suele darse en el común de los
niños.
Los niños suelen acompañar a sus padres a vi-
sitar y atender a personas de toda edad, extracción
étnica y clase social dentro del distrito o ciudad en el
que viven. Asistimos a actos sociales, visitamos ho-
gares de ancianos, orfanatos y las chozas y tugurios
de los desposeídos. Nuestros hijos tienen también
ocasión de relacionarse con jóvenes de su misma
edad que no pertenecen a nuestra hermandad, ya
sea por medio de eventos deportivos, excursiones,
interacción con los vecinos o visitas a familiares.
Esa diversidad de experiencias les otorga un alto
grado de socialización y una profunda comprensión
de la gente e interés por su suerte.
Coincidimos plenamente con otros cristia-
nos sinceros y personas de orientación religiosa
que velan por la calidad moral de las amistades y
relaciones sociales a las que se ven expuestos sus
hijos. Discrepamos de la idea de juntar indiscrimi-
nadamente a un grupo de niños en una suerte de
olla comunitaria para que tengan una experiencia
socializadora, sobre todo sabiendo que el agua de
la misma en muchos casos no ha sido sometida a
tratamiento ni filtrado alguno y por ende está al-
tamente contaminada por la irreverencia y la falta
de convicciones religiosas y de disciplina. Eso por
no mencionar algunas de las lacras sociales más
comunes, tales como las drogas, el alcoholismo,
las perversiones y trastornos sexuales, la violencia,
el matonismo, el pandillaje, las camarillas, la de-
lincuencia, los hechos de sangre y la competencia
despiadada.
Salud y atención médica
S ostenemos que la curación divina es un privilegio
de todos cuantos creen en Jesús. Sin embargo, la
decisión de valerse de dicho privilegio es un asunto
personal entre Dios y el individuo conforme a la
fe de éste. Cuando de cuestiones médicas se trata,
depende enteramente del individuo que opte por
confiar del todo en Dios para curarse o por buscar
atención médica.
Las decisiones relacionadas con la atención
médica de los niños corren por cuenta de sus pa-
dres. Los Estatutos de la Familia exigen que se dé
atención médica a todo el que la desee. Se espera
que las comunidades de la Familia provean para
todas las necesidades de atención médica, exámenes
oftalmológicos y odontológicos de sus integrantes.
En el caso de los niños, en última instancia los
padres son los encargados de velar por que así sea
(68,83,114).
Atribuimos una enorme importancia a la sa-
lud y las necesidades físicas de nuestros hijos. Un
estado físico y una dieta bien balanceada son fac-
tores primordiales para el crecimiento de un niño.
Los nuestros aprenden buenos hábitos de salud e
higiene desde muy temprana edad. Los Estatutos
de la Familia subrayan la necesidad de suficiente
descanso, ejercicio vigoroso y una dieta bien ba-
lanceada y restringida en materia de golosinas y
comida chatarra. Conformamos una sociedad libre
de drogas y tabaquismo. El consumo de alcohol
(para los mayores de edad) se limita a cantidades
moderadas (248–254, 272).
Disciplina de los niños
S e espera que los Hogares de la Familia propor-
cionen a los niños un ámbito en el que prime el
amor, la felicidad y la seguridad, y que las necesi-
dades físicas, espirituales y emocionales de los mis-
mos estén debidamente atendidas. Consideramos
que una buena instrucción hace innecesaria la
aplicación de mucha disciplina correctiva. Nos
proponemos criar niños felices, bien adaptados y
autodisciplinados que obren bien de motu proprio.
Los padres, o bien las personas elegidas por éstos
para cuidar de sus hijos en su ausencia, son los
principales responsables de la conducta y discipli-
na de los pequeños. En nuestras comunidades se
exige atenerse a pautas muy concretas relativas a
la disciplina de los niños. Esta exigencia tiene por
objeto garantizar que no se produzcan excesos o
abusos de ningún tipo. Detalles de la misma pue-
den encontrarse en «Pautas para la disciplina de
los niños», de las que hay un apéndice resumido

en Los Estatutos del Amor de nuestra hermandad
(247,406–409). Los principales puntos de esas
normas son los siguientes:
• Toda medida disciplinaria debe
ser apropiada para la edad, propor-
cional a la ofensa y en toda circuns-
tancia, razonable. Debe administrarse
con amor y compensarse con elogios
y expresiones de ánimo. Somos par-
tidarios de no disciplinar a los niños
con aspereza o con ira, y que el castigo
corporal se emplee como último re-
curso después de haber probado todos
los demás medios. Generalmente el
castigo corporal —unos golpecitos o
palmadas— se emplea únicamente en
situaciones en las que un niño se ha
puesto a sí mismo o a otros en riesgo
de sufrir daños físicos o ha incurrido en
una desobediencia grave. En los países
en que está prohibido el castigo corpo-
ral, se aconseja a los integrantes de la
Familia ser respetuosos de la ley.
• Los Estatutos del Amor exigen que
cada comunidad decida qué normas
disciplinarias habrán de imperar en ella
dentro de los límites establecidos por
las Pautas para la disciplina de los niños.
Estimamos que la mejor formación
que podemos impartir a nuestros hijos
en materia de buen comportamiento
es amar a Dios y a los demás, lo cual
les inculca el deseo de conducirse con
rectitud y complacer a Dios y a los
demás.
Preparación de nuestros hijos
para la edad adulta
W W W
E n enero de 1993 la dirigencia de la Familia
tomó conocimiento de que muchos de los
.
adolescentes y adultos jóvenes de nuestro movi-
L A F A M I L I A
miento abrigaban ciertas inquietudes acerca del
papel que desempeñarían en el futuro del mismo.
Se recopiló y publicó para nuestros integrantes una
serie de comentarios de jóvenes de diversas partes
del mundo. Dicha publicación se denominó PER
.
y su objetivo era proporcionar estímulos y aliento
O R G
a los jóvenes. Esa iniciativa invitó a la generación
 mayor de nuestra hermandad a dar lugar a que los
mayores de dieciséis años asumieran más obliga-
ciones y puestos de dirigencia en los Hogares y así
trabajar codo a codo con las personas mayores. Eso
promovió un influjo de ideas nuevas y renovada
inspiración proveniente de los jóvenes, lo cual trajo
aparejados muchos cambios positivos a medida que
los nuevos participantes se fueron incorporando
a nuestro modo de vida. Desde entonces, los in-
tegrantes de la segunda generación han pasado a
ocupar cargos en todos los niveles de dirigencia de
la Familia, en muchos casos con iguales atribuciones
que sus correligionarios mayores.
Queremos entrañablemente a nuestros hijos
y rogamos a Dios que en ellos también nazca la
vocación de servirlo como lo hacemos nosotros. Al
mismo tiempo, consideramos nuestra obligación
dar a nuestros hijos los mejores cuidados, formación
moral y ejemplo personal que podamos mientras
sean jóvenes. No obstante, una vez que se hacen
mayores, es decisión de ellos consagrar su vida a
servir a Dios en la Familia u optar por seguir una
carrera seglar ajena a nuestro movimiento.
En general, los jóvenes (mayores de edad) que
han optado por abandonar la Familia se han integra-
do bien a los programas y establecimientos educa-
tivos que eligieron. La mayoría se ha desempeñado
satisfactoriamente, tanto en lo académico como en
lo social o en la carrera de su preferencia. Cuando
un joven decide dejar la Familia, se espera que sus
padres lo ayuden en la medida de sus posibilidades
a encontrar alojamiento, a matricularse en una
entidad en caso de que quiera seguir estudiando,
a conseguir empleo, etc. (Los Estatutos 24). En esos
casos, los padres somos partidarios de hacer lo que
podamos para que la transición resulte lo más lleva-
dera posible y de extenderles incondicionalmente
nuestro amor, apoyo y oraciones.
Educación sexual acorde con la edad
A fin de preparar debidamente a nuestros hijos
para la adultez, estimamos que éstos deben
recibir una preparación adecuada para su edad sobre
temas relacionados con la sexualidad, la reproduc-
W W W
ción, las relaciones de pareja y el matrimonio.
Procuramos inculcar en los adolescentes ma-
.
yores de 16 años el sentido de responsabilidad en
L A F A M I L I A
lo tocante a las relaciones sexuales. Una vez que
1
Dado el carácter multinacional y multicultural de nuestra hermandad, las pautas relativas a actividades sexuales adecuadas para cada
edad se han modelado según la legislación de la mayoría de los países en que residen nuestros integrantes. La no observación de las normas
de la Familia destinadas a proteger a los menores de todo acto de abuso está categóricamente penada con excomunión. Se espera además que
.
O R G
quienes componen nuestro movimiento tengan en cuenta las particularidades de cada cultura —además de la legislación vigente— de los países
en que residen. (Los Estatutos xx, 94).
alcanzan la edad establecida por la ley para tomar
sus propias decisiones en cuanto a sus actividades
sexuales, según se estipula en Los Estatutos1, de-
berán asumir la responsabilidad por las posibles
consecuencias de dichas acciones, tales como el
embarazo (275–304). Nuestros integrantes tienen
libertad para emplear métodos anticonceptivos si
así lo desean, o abstenerse de mantener relaciones
para impedir el embarazo. Procuramos que antes
de tomar una decisión sobre estos temas, los jóve-
nes estén bien informados. Se espera que quienes
participan en un encuentro sexual se pongan de
acuerdo anticipadamente en cuanto al alcance que
ha de tener su interacción y qué habrán de hacer en
caso de producirse un embarazo. Nos oponemos
al aborto y consideramos que el matrimonio es la
relación ideal.
Fomentamos la comunicación franca y since-
ra entre los jóvenes y sus padres u otras personas
mayores facultadas para aconsejarlos. De ahí que
tengan acceso a orientación en materia de sexua-
lidad y relaciones. Cuando se trata de ayudar a
los adolescentes a tomar decisiones serias y éticas,
las personas mayores de la Familia se enfrentan a
los mismos retos que las del resto del mundo. Sin
embargo, hemos descubierto que una actitud na-
tural y abierta en torno a la sexualidad contribuye
a que los jóvenes eviten los típicos excesos de la
adolescencia.
Garantizamos la seguridad
y protección de nuestros niños
C on el objeto de garantizar la protección de
nuestros hijos, se ha incluido una serie de
artículos en Los Estatutos de nuestra hermandad
que tienen por finalidad velar por su bienestar. Se
establecen pautas de conducta muy claras que deter-
minan qué actos resultan aceptables en el trato con
los menores y cuáles se consideran inequívocamente
inaceptables y motivo de excomunión (expulsión de
nuestra hermandad) para quienes incurran en ello
(67,78,234–35). Se educa a los niños y adolescentes
en lo referente a conductas abusivas y se los insta
a dar cuenta a sus padres y tutores de cualquier
incidente confuso o embarazoso.
Nuestros integrantes tienen obligación de infor-
mar de toda sospecha o acción concreta que pudiera
ser perjudicial para un niño. Los Estatutos del Amor
de nuestro movimiento estipulan con toda claridad
que los padres «tienen el deber de proteger a sus
hijos de toda forma de abuso, ya sea sexual, físico,
espiritual, mental, emocional o psicológico» (67).
Los padres son custodios de sus hijos y por tanto
tienen el deber de garantizarles un ámbito propicio
para su desarrollo. Están obligados asimismo a
tomar las acciones que correspondan si en modo
alguno se vulneran los derechos de los niños.
Responsabilidad de los padres
S i bien la Familia es un movimiento comunitario,
la responsabilidad primordial y las decisiones
finales relativas al bienestar de los niños son de
competencia de sus padres. Se fomentan y mantie-
nen los lazos familiares, aun cuando los hijos hayan
crecido y se hayan independizado para formar sus
propias familias. De ahí que hoy en día convivan
tres generaciones dentro de la Familia: quienes se
integraron al movimiento, sus hijos, y en algunos
casos, sus nietos.
Colectivamente, los componentes de un Hogar
de la Familia deben velar por que los niños se críen
según los preceptos divinos, tengan cubiertas to-
das sus necesidades, se los proteja de todo abuso,
reciban una educación digna y, sobre todo, que
sean amados. Sin embargo, en última instancia
esa responsabilidad recae sobre los padres. Si por
cualquier motivo, éstos se ven impedidos de ha-
cerlo en la comunidad en la que residen, tienen
plena libertad para proponer las modificaciones
que consideren convenientes en el Hogar en que
residen, mudarse a otro Hogar o fundar uno nuevo.
El bienestar de sus hijos debe primar sobre todos
los demás intereses.
Herencia del Señor son los hijos; cosa
de estima el fruto del vientre. Como
saetas en manos del valiente, así son
los hijos tenidos en la juventud (Salmo
127:3–4).
W W W
.
L A F A M I L I A
.
O R G
 Bibliografía
«Convención de los derechos del niño». Resolución de la Asamblea de las Naciones Unidas nº 44/25 del 20 de noviembre de
1989 <http://www.unicef.org/crc/crc.htm>.
David, María. «La revolución para alentar a cada uno», Buenas Nuevas, marzo de 1993.
Familia, La. El cuidado de los niños. 3 volúmenes. Madrid: Closas–Orcoyen, S.L., 1982.
---. Programa de enseñanza cristiana técnico-profesional de la Familia. Bangkok: World Services, 1996.
---. CVC Handbook 2000, The. Bangkok: World Services, 1999.
---. Carpeta de enseñanza en el hogar, Bangkok: World Services, 1989.
---. Estatutos del Amor, Los. Bangkok: World Services, 1998.
---. Plan del maestro, el. Bangkok: World Services, 1989.
---. Teaching and Activity Guide. Bangkok: World Services, 1997.

¿Qué es La Familia Internacional? Si tiene usted preguntas o comentarios, no

vacile en comunicarse con nosotros:
La Familia Internacional —cuyos orígenes se remontan al grupo Los Niños o
La Familia Internacional
Hijos de Dios— es una hermandad de comunidades cristianas que llevan a cabo Apdo. 6-818
su labor en más de 100 países. México D.F., CP 06600
México
E-mail: familia@lafamilia.org
La Familia se ha trazado cuatro objetivos cardinales:
W W W

1. Comunicar el vivificante mensaje de amor, esperanza y salvación contenido The Family International
PMB 102
en las Sagradas Escrituras y la alegría de conocer a Jesús como Salvador. 2020 Pennsylvania Ave. NW
2. Brindar asistencia y consuelo a los necesitados por medio de sesiones de Washington, D.C. 20006-1846
.

Estados Unidos
L A F A M I L I A

asesoramiento, funciones benéficas (generalmente de orden musical), labores Teléfonos: (1-800) 4-A-FAMILY [423 26 45]
de auxilio a los damnificados y la distribución de ayuda humanitaria. (1-202) 298 08 38
E-mail: publicaffairs@thefamily.org
3. Crear y distribuir una amplia gama de productos para el desarrollo inte-
lectual, moral y espiritual de las personas. Family Information Desk
4. Comunicar un mensaje de preparación y de esperanza de cara a los 27 Old Gloucester Street
London WC1N 3XX
turbulentos tiempos que se avecinan, período que la Biblia denomina la «Gran England
Tribulación» (Mateo 24:21) y que terminará con la segunda venida de Jesucristo E-mail: info@thefamilyeurope.org
.
O R G

y el establecimiento en la Tierra de Su reino.


W W W . L A F A M I L I A . O R G