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Causas y riesgos del cáncer

El cáncer es una célula que ha perdido sus mecanismos de control


normales y que adquiere por ello un crecimiento descontrolado.
Puede desarrollarse a partir de cualquier tejido dentro de cualquier
órgano. A medida que las células del cáncer crecen y se multiplican,
forman una masa de tejido canceroso que invade los tejidos
adyacentes y puede propagarse por el cuerpo (metástasis).

Cómo se desarrolla el cáncer

Las células del cáncer se desarrollan a partir de células normales en


un complejo proceso denominado transformación. El primer paso en
el proceso es la iniciación, en el cual un cambio en el material
genético de la célula la prepara para transformarse en cancerosa.
Dicho cambio es causado por un agente llamado carcinógeno (puede
ser un producto químico, un virus, la radiación o la luz solar). Sin
embargo, no todas las células son igualmente susceptibles a los
agentes carcinógenos. Una alteración genética en la célula u otro
agente, conocido como promotor, incluso una irritación física crónica,
pueden aumentar la posibilidad de las células para convertirse en
cancerosas.
El paso siguiente es la promoción; en este paso una célula que ha
iniciado su cambio se transforma en cancerosa. La promoción no
tiene efecto sobre las células que no han sido sometidas al proceso
de iniciación. De esta forma, varios factores, a menudo la
combinación de una célula susceptible y de un carcinógeno, son
necesarios para causar el cáncer.
Volviendo al proceso por el cual una célula normal se transforma en
una célula cancerosa se ha visto que, al final, el ADN también sufre
unos cambios. Estos cambios en el material genético de las células
son, a menudo, difíciles de detectar, pero algunas veces un cambio
en el tamaño o forma de un cromosoma determinado indica un cierto
tipo de cáncer.
Por ejemplo, un cromosoma anormal denominado Filadelfia se
encuentra en cerca del 80 por ciento de los pacientes de leucemia
mieloide crónica. Otros cambios genéticos han sido también
identificados en tumores cerebrales y en cánceres de colon, mama, pulmón y hueso.
Para el desarrollo de algunos tipos de cáncer, puede que sean necesarios varios cambios
cromosómicos. Estudios de familias con poliposis en el colon (un trastorno intestinal hereditario
en el cual los pólipos se desarrollan y se transforman en cancerosos) han explicado de esta forma
cómo se desarrolla el cáncer de colon: el revestimiento normal del colon comienza a crecer más
activamente (hiperprolifera) porque las células no tienen un gen supresor en el cromosoma 5 que
normalmente controla el crecimiento del revestimiento del intestino.
Una leve alteración en el ADN entonces produce cambios que conducen a la formación de un
adenoma (un tumor benigno). Otro gen (el oncogén RAS) hace que el adenoma crezca más
activamente.
La consecuente pérdida de un gen supresor en el cromosoma 18, a la larga, estimula el adenoma
y, finalmente, la pérdida de un gen en el cromosoma 17 convierte el adenoma benigno en cáncer.
Otros cambios adicionales pueden hacer que el cáncer forme metástasis (se propague). Cuando
una célula se ha convertido ya en cancerosa, el sistema inmunitario puede, a menudo, destruirla
antes de que se reproduzca y se establezca como un cáncer.
El cáncer es más propenso a desarrollarse cuando el sistema inmunitario no funciona
normalmente, como en las personas con SIDA, en quienes toman fármacos que frenan la
respuesta inmunológica y en quienes padecen ciertas enfermedades autoinmunes. Sin embargo,
el sistema inmunitario no es infalible, porque el cáncer puede escapar a la vigilancia protectora
del sistema inmunitario aun cuando éste funcione normalmente.

Factores de riesgo

Una multitud de factores, genéticos y ambientales, incrementan el riesgo de desarrollar un


cáncer.
La historia familiar es un factor importante. Algunas familias tienen un riesgo mucho más alto de
desarrollar ciertos tipos de cánceres que otras. Por ejemplo, el riesgo de desarrollar el cáncer de
mama en la mujer aumenta de 1,5 a 3 veces si la madre o la hermana tuvieron ese tipo de cáncer.
Algunos cánceres de mama están ligados a una mutación genética específica más frecuente en
algunos grupos étnicos y en algunas familias.
Las mujeres con esta mutación genética tienen entre un 80 y un 90 por ciento de probabilidades
de desarrollar cáncer de mama y un 40 a 50 por ciento de desarrollar cáncer de ovario. Los
investigadores han encontrado que el uno por ciento de las mujeres judías asquenazíes poseen
esta mutación genética. Muchos otros cánceres, incluyendo algunos tipos de cáncer de piel y de
colon, tienden a afectar también a familias enteras. Las personas con anomalías cromosómicas
tienen un riesgo acrecentado de padecer cáncer.
Por ejemplo, aquéllos con el síndrome de Down, que tienen tres cromosomas en lugar de los dos
usuales en el par 21, tienen de 12 a 20 veces más riesgo de desarrollar leucemia aguda.
Los factores ambientales pueden también incrementar el riesgo de contraer cáncer. Uno de los
más importantes es el tabaco, ya que incrementa de forma sustancial el riesgo de desarrollar
cánceres de pulmón, boca, laringe y vejiga.
Otro es la exposición prolongada a la radiación ultravioleta, sobre todo la que proviene del sol y
que causa cáncer de piel. Las radiaciones ionizantes, que son particularmente carcinógenas, son
utilizadas en las radiografías, se producen en los reactores nucleares y en las explosiones de
bombas atómicas, y alcanzan la Tierra desde el espacio.
Por ejemplo, los supervivientes de las bombas atómicas arrojadas sobre Hiroshima y Nagasaki
durante la II Guerra Mundial tienen un mayor riesgo de desarrollar leucemia. La exposición de los
mineros al uranio se ha vinculado al desarrollo del cáncer de pulmón 15 o 20 años más tarde. El
riesgo se incrementa mucho más si además los mineros fuman. La exposición a las radiaciones
ionizantes durante un tiempo prolongado predispone a desarrollar un cáncer en las células de la
sangre, como la leucemia aguda.
La dieta es otro importante factor de riesgo de cáncer, particularmente del que afecta al sistema
gastrointestinal. Una dieta con alto contenido en fibras reduce la probabilidad de desarrollar
cáncer de colon. Una dieta con alto contenido en alimentos ahumados y picantes incrementa la
probabilidad de desarrollar cáncer de estómago. Las evidencias actuales sugieren que con una
dieta en la cual menos del 30 por ciento de las calorías proviene de las grasas, se reduce el
riesgo de cáncer de colon, de mama y posiblemente también de próstata. Los grandes bebedores
de alcohol tienen un riesgo muy alto de desarrollar cáncer de esófago.
Se sabe con certeza que muchos productos químicos producen cáncer y se presume lo mismo de
muchos otros. La exposición a ciertas sustancias químicas habitualmente utilizadas puede
incrementar fuertemente, a menudo años más tarde, la posibilidad de desarrollar un cáncer. Por
ejemplo, la exposición al asbesto puede causar cáncer de pulmón y mesotelioma (cáncer de la
pleura). El cáncer es aún más frecuente en los fumadores que han sido expuestos al asbesto.
El riesgo de cáncer también varía de acuerdo con el lugar donde se vive. El riesgo de cáncer de
colon y mama es bajo en Japón, pero crece en los japoneses que han emigrado a los Estados
Unidos y llega hasta a igualar al del resto de la población americana. Los japoneses tienen
porcentajes muy elevados de cáncer de estómago. Sin embargo, la incidencia es más baja en los
japoneses nacidos en los Estados Unidos. Esta variación geográfica en el riesgo del cáncer
depende probablemente de muchos factores: una combinación de genética, dieta y medio
ambiente.
Se conocen varios virus que provocan cáncer en los seres humanos y se sospecha de varios
otros. Por ejemplo, el papilomavirus que causa verrugas genitales es probablemente una causa
del cáncer cervical en las mujeres; el citomegalovirus causa el sarcoma de Kaposi, el virus de la
hepatitis B puede causar cáncer de hígado, aunque no ha sido aún determinado si es un
carcinógeno o un promotor. En África, el virus Epstein-Barr causa el linfoma de Burkitt, y en
China causa cánceres de nariz y faringe. Obviamente, se necesita algún factor adicional, ya sea
ambiental o genético, para que este virus provoque cáncer. Algunos retrovirus humanos, como el
virus de la inmunodeficiencia humana, causa linfomas y otros cánceres de la sangre.
Algunos parásitos pueden causar cáncer; es el caso del Esquistosoma (Bilharzia), que puede
causar cáncer de vejiga por la irritación crónica de la misma. Sin embargo, otras causas de
irritación crónica de la vejiga no provocan cáncer. La infección por Clonorchis, encontrada
principalmente en Extremo Oriente, puede conducir al cáncer de páncreas y de los conductos
biliares.

Epidemiología del cáncer

El riesgo de cáncer ha cambiado con el paso del tiempo. Algunos cánceres que eran corrientes se
han convertido en raros. Por ejemplo, hace 60 años en algunos países el cáncer de estómago era
cuatro veces más frecuente de lo que es hoy, probablemente porque la gente hoy consume
muchos menos alimentos ahumados, picantes y caducos. Otro ejemplo es el cáncer de pulmón,
que ha aumentado muchísimo (unas 20 veces), especialmente en las mujeres. Se tiene la casi
seguridad de que estos cambios son el resultado de un mayor consumo de cigarrillos. El tabaco
ha provocado también un aumento en los cánceres de boca.
La edad es un factor importante en el desarrollo del cáncer. Algunos tipos de cáncer, como el
tumor de Wilms, la leucemia linfática aguda y el linfoma de Burkitt afectan casi exclusivamente a
la gente joven. La razón por la cual estos cánceres aparecen en los jóvenes no se conoce bien,
pero la predisposición genética es uno de los factores. Sin embargo, la mayoría de los cánceres
son más comunes en la gente mayor. Muchos de ellos, como los de próstata, estómago y colon,
tienen más probabilidad de aparecer después de los 60 años. En los países desarrollados, más
del 60 por ciento de los cánceres se presenta en personas de más de 65 años. El riesgo de
desarrollar cáncer se duplica cada 5 años después de los 25 años de edad. El aumento del
porcentaje de cáncer en la población es probablemente debido a la combinación de una creciente
y prolongada exposición a carcinógenos, asociado a un sistema inmunológico debilitado, y todo
ello relacionado con una vida más larga.

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