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Biología del hígado y de la vesícula biliar

El hígado y la vesícula biliar están situados en la parte anterior derecha del abdomen y están
conectados entre sí por conductos denominados vías biliares. A pesar de esta conexión y del
hecho de que ambos desempeñan algunas funciones comunes, son en realidad órganos muy
diferentes. El hígado, que tiene forma de cuña, es la fábrica de elementos químicos del
organismo. Se trata de un órgano complejo que desempeña muchas funciones vitales, desde
regular la cantidad de dichos elementos, hasta producir sustancias que intervienen en la
coagulación de la sangre durante una hemorragia. Por otra parte, la vesícula biliar es una
pequeña bolsa en forma de pera en donde se almacena la bilis (una secreción hepática que
facilita la digestión de los alimentos).

El hígado Hígado y vesícula biliar

El hígado es la víscera
más voluminosa y, en
algunos aspectos, el
órgano más complejo del
cuerpo humano. Una de
sus principales funciones
es descomponer las
sustancias tóxicas
absorbidas por el
intestino o producidas en
cualquier parte del
organismo que elimina,
como subproductos
inocuos, por la bilis o la
sangre. Los
subproductos vertidos en
la bilis pasan al intestino
y son expulsados del
cuerpo en las
deposiciones. Los riñones filtran los subproductos vertidos en la sangre que serán expulsados en
la orina.
El hígado produce casi la mitad del colesterol del organismo; el resto proviene de los alimentos.
Un 80 por ciento del colesterol producido por el hígado se utiliza para la formación de la bilis. El
colesterol es una parte esencial de todas las membranas celulares y es necesario para la
producción de ciertas hormonas, como los estrógenos, la testosterona y la adrenalina.
Además, el hígado transforma las sustancias que contienen los alimentos digeridos en proteínas,
grasas e hidratos de carbono.
El azúcar se almacena en forma de glucógeno, que se descompone y pasa a la sangre en forma
de glucosa si el organismo lo necesita, por ejemplo, cuando disminuye el valor normal de glucosa
en la sangre.
Otra de las funciones del hígado es la de fabricar (sintetizar) varios compuestos importantes,
especialmente las proteínas, que el organismo utiliza para realizar diferentes funciones. Entre
estos compuestos figuran también sustancias utilizadas en el proceso de coagulación de la
sangre, que se denominan factores de coagulación.
El hígado recibe sangre tanto del intestino como del corazón. Pequeños capilares de la pared
intestinal desembocan en la vena porta, la cual penetra en el hígado. Luego, la sangre circula a
través de una red de pequeños canales internos, en el interior del hígado, donde se procesan los
nutrientes digeridos y cualquier sustancia nociva. La arteria hepática lleva la sangre desde el
corazón al hígado y aporta el oxígeno, el colesterol y otras sustancias que esta víscera procesa.
Finalmente, la sangre procedente del intestino y la que proviene del corazón se mezclan y
circulan nuevamente de vuelta al corazón a través de la vena hepática.
Las disfunciones del hígado se dividen en dos grupos: las causadas por la disfunción de las
propias células hepáticas (como la cirrosis o la hepatitis) y las causadas por una obstrucción del
flujo de bilis secretado por el hígado a través de las vías biliares (como los cálculos biliares o el
cáncer).
Vesícula biliar y vías biliares

La vesícula biliar es una pequeña bolsa de tejido muscular en la que se almacena la bilis, una
secreción digestiva viscosa verde-amarillenta, producida por el hígado. La bilis sale del hígado a
través de los conductos hepáticos, derecho e izquierdo, que se unen para formar el conducto
hepático común. Luego, este conducto se une a otro, que viene de la vesícula biliar, denominado
conducto cístico, para formar el conducto biliar común. Éste se une al intestino en el esfínter de
Oddi, unos centímetros por debajo del estómago.
Casi la mitad de la bilis secretada entre las comidas llega hasta la vesícula biliar a través del
conducto cístico; el resto pasa directamente al intestino delgado. Cuando una persona come, la
vesícula biliar se contrae y vierte en el intestino la bilis almacenada de manera que se facilite la
digestión de las grasas y de ciertas vitaminas.
La bilis está compuesta de sales biliares, electrólitos y pigmentos biliares tales como la
bilirrubina, el colesterol y otras grasas (lípidos); permite la eliminación de ciertos productos de
desecho, en particular los pigmentos producidos por la destrucción de los glóbulos rojos y el
exceso de colesterol, y contribuye a la digestión y a la absorción de las grasas. Las sales biliares
aumentan la solubilidad del colesterol, de las grasas y de las vitaminas liposolubles para facilitar
su absorción por el intestino.
La hemoglobina producida en la destrucción de los glóbulos rojos se convierte en bilirrubina (el
principal pigmento de la bilis) y pasa a ésta como un producto de desecho.
En la bilis se secretan también algunas proteínas que tienen un importante papel en la función
biliar. Los cálculos biliares pueden obstruir la salida de la bilis desde la vesícula biliar, causando
dolor (cólico biliar) o la inflamación de la vesícula biliar (colecistitis). Estos cálculos también
pueden pasar de la vesícula al conducto biliar, y causar ictericia bloqueando el flujo normal de
bilis hacia el intestino. Los tumores y otras causas menos frecuentes pueden igualmente obstruir
el flujo normal de la bilis.

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