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aplicación al caso, lo propio ocurre con las normas de derecho extranjero, cuando en
virtud del sistema de derecho internacional privado, hayan de ser aplicadas por el
tribunales españoles, (art. 12, parte última CC). Esto ha sido derogado por la nueva LEC
(Ley Enjuiciamiento Civil) del año 2000.
Por último, el jurista, sea abogado, fiscal, notario... se encuentra sometido,
dentro del ámbito de sus funciones, al conocimiento del ordenamiento jurídico como
regla fundamental de la denunciada “lex artis” (reglas de oficio), cuyo incumplimiento
puede generar especiales responsabilidades.
3.4 La posible inexistencia de normas jurídicas concretas.
tanto con las lagunas de la ley, que pueden darse, siendo el medio idóneo y más
inmediato de salvarlas la investigación analógica...”.
El hecho de que el ordenamiento jurídico (derecho) se presente como un sistema
cerrado y completo (plenitud del ordenamiento jurídico) es un presupuesto necesario del
deber general de fallar en todo caso que se impone a los jueces y magistrados.
3.5 La integración del ordenamiento: la analogía.
quiere significar que el criterio que inspira a la norma que resuelve un caso concreto,
sea adecuado y apto para solucionar el caso carente de regulación.
Pero puede ocurrir que, aún dándose efectivamente sus condiciones, sin embargo
a la analogía se encuentra vedado, como ocurre expresamente respecto de las normas
penales, excepcionales y temporales, las cuales, según previene el art. 4.2 CC “no se
aplicarán a supuestos ni en momentos distintos de los comprendidos expresamente en
ellas.”
3.6 Otros medios de integración del ordenamiento. La jurisprudencia y la equidad.
· La omnicomprensividad del ordenamiento: la analogía permite resolver, en
gran medida, las lagunas de la ley. Sin embargo, sigue aún planteándose la cuestión
referente al concurso de medios diferentes, puede darse solución a un conflicto carente
de regulación concreta.
El aplicador del derecho encontrará siempre norma aplicable, ateniéndose al
sistema de fuentes establecido. Si no encuentra ley aplicable al caso, directamente o por
analogía (legis), acudirá a la costumbre; y donde, a pesar de ello, siguiera sin encontrar
norma concreta, habrá de aplicar los principios generales del derecho.
Por eso se dice que el ordenamiento jurídico tiene vocación omnicomprensiva o
que se caracteriza por su plenitud: el ordenamiento jurídico se autodeclara completo y
ofrece suficientes mecanismos para garantizar la resolución de conflictos sociales,
aunque éstos sean novedosos.
· La jurisprudencia: el propio CC asigna a la jurisprudencia la función de
complementar el ordenamiento. Lo cual significa que, aunque la jurisprudencia no sea
formalmente fuente del derecho, sin embargo, tampoco se limita a realizar una
aplicación mecánica de las normas jurídicas creadas mediante ley, costumbre o
principios generales.
Se debe ello a que, en la aplicación de las normas preexistentes, se requiere una
labor de adaptación del mandato general contenido en la norma a las circunstancias del
caso concreto, por una parte; por otra, a que frecuentemente las normas son tan
generales o emplean conceptos tan abstractos que se acaba dejando en manos del
juzgador una cierta libertad de decisión al establecer la solución concreta del caso.
En conclusión, aunque formalmente no sea conflicto sobre la base de la
concepción o intuición de lo justo y bueno que pueda tener el aplicador del derecho se
dice que se está fallando en equidad.
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Por todas estas consideraciones, el art. 3.1 CC exige que el intérprete valore
también “los antecedentes históricos y legislativos” de la norma interpretada. Los
legislativos porque cuando se trata de una norma legal, existirán borradores, proyectos,
etc. Los históricos porque ha de entenderse no sólo a la pequeña historia de la
elaboración de la norma, sino también al momento histórico en que nace y a la tradición
jurídica que la precede.
La norma es un producto eminentemente históricos y sólo conociendo su historia
se puede entender y aplicar en un momento histórico distinto del que la vio nacer. Esta
es la interpretación histórica.
· Interpretación sociológica.- finalmente el art. 3.1 CC establece que debe
atenderse también, al interpretar las normas, a la “realidad social del tiempo en que han
de ser aplicadas.”
Este criterio de interpretación viene a ser el contrapeso del elemento histórico.
No basta con saber la razón y el fundamento con el que se dictó la norma, sino también
si las nuevas circunstancias reinante consienten o no que permanezca invariado el
sentido original.
El resultado de la interpretación: la interpretación teleológica.
Como consecuencia de ese conjunto de elementos de interpretación se debe
obtener por resultada la averiguación del sentido de la norma. Tal sentido se conoce con
el nombre de “ratio legis”.
A esto parece aludir el art. 3.1 CC cuando requiere que se atienda
“fundamentalmente al espíritu y finalidad” de la norma, a la hora de realizar la
interpretación. La ratio es el por qué y el para qué de la norma: su espíritu y su
finalidad.
Con la expresión “espíritu” parece quererse hacer referencia a que las normas se
encuentran animadas de una fuerza que sobrepasa el tenor estricto de sus palabras y que
debe mantenerse separada de la motivación concreta que indujo a un determinado
legislador a dictarla. Se distingue entre “ocassio legis” o circunstancias concretas que
motivan que se dicten las normas, y “ratio legis”, o criterio de solución del conflicto que
se sostiene en la norma, y que es más susceptible de generalización.
La referencia a la finalidad impone la necesidad de efectuar una interpretación
teleológica, esto es, que atienda tanto a los fines generales que persigue la norma como
a los fines concretos que se consiguen mediante su aplicación al caso planteado.
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