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UNIVERSIDAD DE SAN MARTIN DE PORRES

Facultad de Medicina Humana

Psicología Médica 1
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LA EVOLUCIÓN
Ardea Skybreak

Introducción

Nuestro planeta, como todas las cosas, tiene historia. Es una historia de cambio: toda
clase de cambios dramáticos a lo largo de miles de millones de años. Esos cambios
nunca han cesado y continúan en la actualidad. Para empezar, veamos unas cuantas
cosas que todos los científicos modernos y casi todos los que han tenido la oportunidad
de aprender nociones básicas de ciencias saben que son ciertas: tan definitiva e
innegablemente ciertas como el hecho de que la Tierra no es plana o de que gira
alrededor del Sol.

Nuestro planeta nació en explosiones cósmicas hace unos 4.5 billones de años como una
bola de rocas y gases calientes lanzada al espacio, y con el tiempo empezó a orbitar
alrededor de una de las muchas estrellas del cosmos, la que llamamos "nuestro" sol. El
primer billón de años el planeta pasó por muchos cambios físicos; empezó a enfriarse...
pero no tenía vida. Avancemos un billón de años. La composición física del planeta ha
cambiado mucho: la temperatura de la superficie se ha enfriado considerablemente y se
empiezan a formar masas de tierra y de agua. Pero la temperatura todavía es extrema, y
las aguas y la atmósfera están llenas de ácidos y de gases venenosos. De hecho, si
pudiéramos volver atrás unos 3.5 billones de años, ¡casi no reconoceríamos nuestro
planeta! No veríamos animales en la tierra, insectos ni aves en el aire, ni peces en los
mares. No veríamos pastos, árboles ni plantas con flores. No veríamos cosas familiares:
ninguno de los continentes, cordilleras, llanuras u océanos de hoy. No habría agua dulce
para tomar, absolutamente nada para comer y ni siquiera podríamos respirar el aire, que
todavía no tiene oxígeno. Pero si supiéramos dónde buscar hace 3.5 billones de años (¡y
si nos pudiéramos proteger de las temperaturas extremas y de la atmósfera venenosa!),
podríamos encontrar las primeras formas de vida de este planeta. Habría que mirar con
atención porque la vida no era muy evidente en ese entonces... imaginemos algo como
bolitas microscópicas de moléculas orgánicas que se juntan y forman versiones muy
básicas de células vivas, con una estructura más simple que las algas o las bacterias de
la actualidad. Una especie de "sopa" química, viva solamente en el sentido de que esos
nuevos pedacitos de materia podían hacer dos tareas que las cosas que no tienen vida no
pueden hacer por su cuenta: obtener energía del ambiente externo (lo que les permite
crecer y desarrollarse, así como causar transformaciones en el ambiente externo) y
replicarse, o hacer nuevas copias de sí mismos. Si escarbamos la tierra hoy,
encontramos restos fosilizados (endurecidos y preservados) de seres antiguos, muchos
de los cuales no existen hoy. Los fósiles más antiguos que se han hallado son restos de
bacterias antiguas que vivieron hace unos 3.5 billones de años.

Bueno, pero si las primeras formas de vida eran apenas bacterias muy simples, ¿cómo
llegamos nosotros aquí? ¿O los elefantes, los pinos, los pastos, los loros o los
mosquitos? Incluso con billones de años, ¿cómo sucedió el cambio de bacterias a esos
seres complejos? Si la vida empezó de una forma tan simple (y los fósiles indican que
las únicas formas de vida que existieron por más o menos un billón de años fueron una
gran variedad de bacterias), ¿por qué no "se quedó" simple? ¿Por qué hay ahora tantas

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clases de plantas y animales, y por qué muchas de ellas son tan complejas? ¿Por qué no
siguen vivas todas las formas de vida que han existido en este planeta? ¿Por qué se
extinguieron los dinosaurios, los armadillos gigantes, los tigres de dientes de sable y
tantas otras especies de animales y plantas? ¿Por qué han desaparecido más del 90% de
las especies que han vivido? ¿Por qué, como muestran los fósiles, ciertos seres vivos de
hace millones de años casi no han cambiado (por ejemplo, unas especies de cucarachas,
cocodrilos, árboles de gingko y cangrejos herradura que son casi idénticos a sus
antepasados fosilizados hace millones de años), mientras que la mayoría de los linajes
(amplias "agrupaciones" de plantas o animales relacionados) han cambiado
dramáticamente muchas veces en el curso de esos mismos millones de años? ¿Cómo
prueba la creciente colección de fósiles de homínidos (relacionados con los seres
humanos), así como la evidencia molecular de ADN, que el linaje que a la larga llevó a
los seres humanos modernos divergió (se separó) de una especie de antepasados que
también son los antepasados de los chimpancés y gorilas modernos, y qué nos dice esa
evidencia de los rasgos característicos de esa divergencia?

Como espero demostrar a lo largo de esta serie, para contestar todas estas preguntas
necesitamos la ciencia de la evolución. Es más, la única forma posible de contestar
preguntas así es entendiendo la evolución.

Qué es evolución

Mucha gente tiene ideas falsas de la evolución. En el sentido más básico la evolución es
"cambio". Pero no el cambio cuantitativo que ocurre cuando algo crece, se expande o se
pudre, sino un cambio cualitativo más rico y complejo, la clase de cambio que produce
novedad e innovación: cosas nuevas que nunca antes existieron. Además, la evolución
no habla de cómo cambian individuos, sino de cómo cambian sistemas con el transcurso
del tiempo a lo largo de generaciones.

En cierto sentido, incluso los sistemas sin vida pueden "evolucionar" siempre y cuando
cumplan ciertos criterios. Por ejemplo, vemos que con el tiempo evolucionan sistemas
culturales humanos como el idioma, las tradiciones, los estilos musicales, la filosofía, el
diseño de carros, los programas de computadora y demás. Pero en ellos el mecanismo
de cambio evolutivo (de replicación, transmisión y modificación de "información" a lo
largo de "generaciones" sucesivas) es muy distinto al de los seres porque no se basa en
moléculas de ADN y en los mecanismos de variación genética al azar y de herencia.
Esta es una diferencia importante. Pero los sistemas sin vida "evolucionan" de un modo
análogo a los procesos de la evolución biológica. De hecho, estudiar los principios de la
evolución biológica darwiniana ha permitido entender mejor cosas como la evolución
de los idiomas humanos, de diseños de ingeniería e incluso de los principios filosóficos
que sirven de fundamento a la creatividad humana y la innovación en general. A su vez,
observar lo que tienen en común todos los sistemas que pueden evolucionar a veces
ayuda a entender cómo han evolucionado y siguen evolucionando hasta el día de hoy
los sistemas vivos (biológicos).

Para poder "evolucionar", primero que todo un sistema (cualquier sistema) debe estar
formado por distintas poblaciones (grupos) compuestas de "individuos variados" (mejor

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dicho, componentes individuales que no son todos iguales, y que tienen rasgos o
características diferentes). Esto es muy importante: sin variación individual no puede
haber evolución. También tiene que haber un mecanismo para que los "individuos"
pasen sus características a la siguiente generación. Mejor dicho, tiene que ser posible
que los descendientes hereden algunas de las variaciones que existen entre individuos.
Esto también es muy importante: sin una forma de transmitir la variación no puede
haber evolución.

La evolución es "descendencia con modificación". El cambio evolutivo ocurre a lo largo


de muchas generaciones, no de repente. Se dice que ha ocurrido evolución cuando hay
cambio, de generación en generación, de la representación proporcional de individuos
con variantes en una población (es decir, cuando cambia el "número relativo" de
"variantes" --individuos con características diferentes-- de la población).

Lo que hemos visto hasta ahora se puede aplicar a los sistemas vivos y a los sistemas sin
vida. ¿Pero cómo sabemos con seguridad que esos procesos sí ocurren en los sistemas
vivos (biológicos)? ¿Qué sabemos sobre las formas concretas en que evolucionaron los
seres vivos a lo largo de billones de años y en que sigue evolucionando la vida? ¿Y
cómo sabemos con seguridad que la presencia de toda forma de vida de este planeta,
inclusive el ser humano, se puede explicar completamente con los mecanismos de la
evolución, sin necesidad de una fuerza externa o plan divino?

Es importante tener presente que durante la mayor parte de la historia humana el ser
humano ni siquiera sabía que la vida ha evolucionado, ¡y ciertamente nadie tenía idea de
que nuestros antepasados más distantes eran unas bacterias! En el mundo antiguo y
hasta el siglo XIX, se pensaba que el mundo era algo estático (que no cambia). Se
imaginaban que todas las plantas y animales que veían a su alrededor siempre habían
sido iguales. No tenían forma de saber, como sabemos hoy, por ejemplo, que los
antepasados distantes de todas las ranas eran una clase de peces a los que les salieron un
pulmón primitivo y unas aletas chatas, como patas, por lo que podían pasar un tiempo
fuera del agua. No se imaginaban que las diferentes clases de seres vivos podían tener
alguna relación, aunque algunos notaron que distintos animales tenían un esqueleto
similar.

Naturalmente el ser humano siempre se ha cuestionado por qué hay tantas clases de
plantas y de animales, de dónde salieron, de dónde salió el ser humano y así
sucesivamente. Pero durante la mayor parte de la historia humana no se contaba con las
herramientas ni los métodos para contestar esas preguntas. Por ello, se inventaron
historias creativas para tratar de explicar lo que todavía no se entendía.

Tales historias, llamadas "mitos de los orígenes" o "mitos de la creación", se encuentran


en todas las religiones del mundo. Por lo general tienen cosas en común, aunque
también les da color local la región y el tiempo en que vivía un pueblo o tribu. A lo
largo de la historia humana, en todas partes se han contado esos mitos y se han pasado
de generación en generación para explicar cómo surgió el mundo y "la gente" (o sea,
ellos mismos). ¿Cómo sabemos si las historias que relatan las escrituras de varias
religiones son ciertas o no? Y, por otra parte, ¿cómo sabemos si la evolución es cierta o
no? La mejor forma de establecer si una idea es verdadera o es falsa es ponerla a prueba.
Así es como aprendemos los seres humanos: experimentamos, manipulamos y

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transformamos el mundo exterior, y en el proceso descubrimos mucha información


sobre el comportamiento o el funcionamiento de algo, y sobre los procesos y la
dinámica de fondo. Pero no se nos pide que pongamos a prueba los mitos de la creación
de las distintas escrituras religiosas para saber si son ciertos o falsos; se nos pide que los
aceptemos y los creamos por acto de fe. Incluso los líderes de varias religiones admiten
que por definición no se puede someter a una prueba científica ni a otra forma de
verificación humana una idea como "En el principio Dios creó el mundo y todo lo que
contiene".

Por otra parte, sí hay mucha evidencia concreta para decir que esas fuerzas
sobrenaturales nunca han existido más que como ideas en la mente humana, en las
historias que contamos, en las canciones que cantamos, en los libros que escribimos,
etc. Es verdad que la ciencia solo puede poner a prueba e investigar la realidad material,
pero es importante reconocer que el contenido y la historia de todas las religiones del
mundo (sus orígenes y sus cambios con el paso del tiempo, así como sus explicaciones
del mundo natural y de la sociedad humana) forman parte de la realidad material que se
puede explorar e investigar científicamente.

Veamos la Biblia, por ejemplo. La Biblia a fin de cuentas es un libro. Fue escrito hace
miles de años por una serie de autores humanos. El hecho de que la escribieron autores
humanos explica por qué contiene cosas que en realidad no son ciertas. Por ejemplo, la
Biblia afirma que la Tierra tiene apenas unos 6,000 años, pero en realidad, las técnicas
científicas modernas de datación demuestran que tiene ¡unos 4.5 billones de años!

La ciencia no es una religión. No acepta nada por acto de fe. Se requiere mucha prueba
y evidencia concreta para que los científicos lleguen a un consenso y se pongan de
acuerdo en que algo es verdadero. Sabemos la edad de una cosa porque ahora tenemos
una gran variedad de técnicas científicas que nos permiten datar prácticamente todo. Por
eso ahora podemos calcular la edad del universo conocido o la edad de la Tierra;
también podemos decir cuándo se formaron determinadas cordilleras, cuándo se
separaron o chocaron los continentes o cuándo cambió el clima de todo el planeta.
Podemos datar capas de roca, toda clase de plantas y animales fosilizados incrustados en
las rocas e incluso pedacitos de material orgánico. Las técnicas de la biología molecular
moderna hasta nos permiten rastrear cambios de moléculas de ADN y ARN y establecer
cuánto tiempo atrás ocurrieron ciertas mutaciones genéticas y grandes "divisiones" de
las líneas evolutivas. ¡Podemos datar cuándo aparecieron nuevas líneas de plantas o
animales, o cuando se extinguieron especies desaparecidas hace tiempo!

Es importante ver que apenas en el último siglo los científicos lograron inventar
técnicas acertadas y directas de datación (y las nuevas técnicas de datación "molecular"
apenas tienen unas décadas). Así que obviamente los autores de la Biblia y de otras
escrituras de la antigüedad, escritas hace siglos, no tenían medios de establecer la edad
de la Tierra ni de identificar la secuencia del desarrollo de la vida vegetal y animal en el
planeta. Pero hoy los científicos pueden dar aproximaciones bastante acertadas de la
edad de casi todo, y a veces los resultados son sorprendentemente precisos y se pueden
corroborar (cotejar y verificar) con una combinación de técnicas de datación.

En la actualidad hay un consenso científico general sobre lo siguiente: la Tierra tiene


unos 4.5 billones de años (¡4,500 millones!); las primeras formas de vida (como las

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primeras bacterias) emergieron en este planeta hace unos 3.5 billones de años; hace
unos 540 millones de años se produjo una enorme diversificación de animales marinos
(la "explosión cámbrica"); los primeros peces con mandíbulas, anfibios e insectos, así
como los helechos y otras plantas terrestres, aparecieron en los 100 millones de años
siguientes. Las plantas terrestres, los anfibios y los insectos se diferenciaron mucho y
los primeros reptiles aparecieron hace unos 350 millones de años. Después, hace unos
250 millones de años, los reptiles a su vez se diferenciaron mucho (dieron pie a los
dinosaurios, entre otros animales) y aparecieron los primeros mamíferos. Hace 200
millones de años la vegetación del planeta todavía estaba dominada por palmas,
helechos, coníferas parecidas a los pinos y gingkos, pero aparecieron las primeras
plantas con flores. También aparecieron las primeras aves. También sabemos que los
últimos dinosaurios se extinguieron hace unos 65 millones de años, pero que una gran
variedad de mamíferos, aves, plantas con flores e insectos polinizadores se siguieron
diversificando y diseminándose por el globo. La última ola de extinción (la quinta desde
el comienzo de la vida en la Tierra) ocurrió cuando muchos de los grandes mamíferos y
aves se extinguieron al final de la edad de hielo del Pleistoceno, hace de 10,000 a
12,000 años. Esta fue una época de dramáticos cambios del clima (las temperaturas
subieron y los glaciares retrocedieron) y una época en que posiblemente aumentó el
impacto de la actividad humana en varios ambientes.

También sabemos que la línea homínida divergió (se separó) de sus antepasados simios
(monos) hace solo unos pocos millones de años (se estima de 4 a 10 millones, y
probablemente más cerca de 4 que de 10) y terminó produciendo una serie de especies
humanoides bípedas (que caminaban paradas). Todas esas líneas homínidas, salvo una,
se extinguieron. La única especie de homínidos que todavía existe (nuestra especie
homo sapiens, a la que pertenecen todos los seres humanos) se remonta apenas unos
100,000 (cien mil) años. Puede que eso parezca un largo tiempo comparado con la
duración de una vida humana, pero cuando pensamos en lo que es 100,000 años
comparado con los 3.5 billones de años de historia de la diversificación de la vida (con
varias "olas" de diversificación de especies y por lo menos cinco períodos de
"extinciones en masa" de una enorme proporción de todos los seres vivos del planeta),
la duración de nuestra especie en realidad es como un grano de arena en el mar.

El hecho de que nuestra especie ha ocupado una minúscula parte de la historia se


destaca más cuando pensamos que los seres humanos desarrollaron la agricultura (que
resultó ser la base de "civilizaciones" grandes y complejas) ¡hace apenas unos 10,000
años!

Lo que nos dicen los fósiles

Los fósiles son como "instantáneas" del pasado. Básicamente, los fósiles son huellas y
restos preservados de plantas y animales que murieron hace mucho tiempo. Al morir
quedaron cubiertos rápidamente por suelo y sedimento que después se endureció y
formó roca sólida. La roca los selló y los preservó. Desde hace varios siglos científicos
y aficionados han sacado millones de fósiles de todo tipo, de toda clase de rocas, de
todas partes del mundo. Esos fósiles ofrecen evidencia concreta de cómo eran muchas
plantas y animales antiguos, y a veces también dan información de los ambientes en que
vivían. Por ejemplo, si uno va caminando por un bosque o una montaña que queda a
cientos de millas del mar y empieza a ver que el suelo está lleno de fósiles de almejas y

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otras conchas marinas, no necesita un título en geología o paleontología para pensar que
ahí estuvo, hace mucho, ¡el fondo de un mar antiguo! Si uno tiene suerte, de pronto
encuentra un trilobita: el fósil de un invertebrado marino que parecía una cucaracha
acuática. En el período Paleozoico (hace 300 millones a 400 millones de años) vivieron
unas 10,000 especies de trilobitas, pero ahora todas están extintas. Los fósiles nos
permiten estudiarlos. Precisamente, reunir y estudiar fósiles de plantas y animales
ofreció una de las primeras pistas de que los ambientes y los seres vivos no habían sido
siempre iguales a los de hoy, lo que llevó a pensar que la vida ha evolucionado con el
paso del tiempo.

Mucho antes de que se inventaran las modernas técnicas de datación como la datación
por radiocarbono, que permite calcular la edad de las rocas y fósiles, no pocas personas
empezaron a darse cuenta de que todas las plantas y animales seguramente no
aparecieron al mismo tiempo. Ya a principios del siglo 19 era bastante claro que unos
"tipos" de plantas y animales antiguos se desvanecieron completamente de la Tierra;
que unos aparecieron hace mucho tiempo y otros mucho más recientemente; y que unos
aparentemente existieron por un tiempo largo mientras que otros se desvanecieron más
rápidamente.

El reconocimiento básico de que la vida probablemente evolucionó y pasó por distintas


etapas a lo largo del tiempo surgió en los siglos 18 y 19, cuando los primeros geólogos
y naturalistas empezaron a estudiar científicamente cómo se fueron acumulando las
capas de suelo y de roca, y empezaron a estudiar las fuerzas físicas que les parecía que
hicieron cambiar dramáticamente la superficie terrestre a lo largo de períodos de tiempo
casi inconcebiblemente largos (como cuando sale una cordillera o la erosión la reduce, o
cuando el lento movimiento de un glaciar crea un valle). Darse cuenta de que la
superficie terrestre había cambiado enormemente con el tiempo y entrever cuánto
tiempo se necesitaba para esos cambios hizo sospechar a algunos geólogos y
naturalistas de los siglos 18 y 19 que la Tierra no podía ser tan joven como decía la
Biblia. Eso los inquietó porque su educación les enseñaba a creer que la Biblia era
verdadera al pie de la letra. Pero la evidencia concreta que estaban descubriendo no se
podía negar.

Los primeros geólogos también se dieron cuenta de que la superficie terrestre es como
un pastel de capas: la acumulación de suelo y desechos con el tiempo forma una capa
rocosa. A medida que pasa el tiempo sigue la acumulación y nuevas capas (más
recientes) se acumulan sobre las capas viejas (más antiguas). Las capas que se
acumularon en diferentes períodos de la historia de la Tierra tienen aspecto diferente y
se pueden identificar, de modo que excavar a través de ellas es como excavar a través
del tiempo. El mismo patrón básico de "estratificación geológica", como se llama, se
observa en todo el mundo. Eso hizo posible que los primeros geólogos establecieran la
secuencia básica de edades geológicas de la historia de la Tierra.

Esto es lo que esos primeros geólogos y naturalistas entendieron: la superficie de la


primera capa de la Tierra es la capa más reciente (o más joven), y está encima de una
capa más antigua, que está encima de una capa todavía más antigua, y así sucesivamente
hasta llegar a las capas más profundas ("las más viejas").

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Después se dieron cuenta de otra cosa que era muy importante: distintos grupos de
fósiles de plantas y animales siempre aparecían en diferentes capas de roca en una
secuencia predecible. Ciertas clases de fósiles siempre aparecían en capas de roca de
cierta edad (determinada por la posición de esa capa en la secuencia geológica de
capas), pero esos mismos fósiles nunca aparecían en capas de roca de diferente edad.
Incluso parecía haber una secuencia bastante predecible: ciertos grupos de fósiles de
capas más recientes "reemplazaban" enteramente a grupos de fósiles que solo se
encontraban en capas más antiguas. Para mayor asombro, esa secuencia (y correlación
de ciertas clases de fósiles con ciertas capas de roca) se repetía una y otra vez
dondequiera que excavaban. De hecho, la secuencia era tan confiable que los
naturalistas de la época impresionaban a sus amigos adivinando de qué capa geológica
era un fósil que nunca habían visto. Lo podían hacer porque habían visto otro fósil
parecido y el patrón de sucesión era el mismo en todas partes.

¿Cuál era la explicación de la secuencia predecible de fósiles? Como los naturalistas de


la época entendían que las capas de suelo y roca se acumularon unas encima de otras
con el paso de largos períodos de tiempo (y, por lo tanto, eran de distinta edad), el
hecho de que ciertos fósiles se asociaran con diferentes capas indicaba que los seres
vivos habían sido distintos en diferentes épocas y que probablemente habían cambiado
(evolucionado) con el tiempo. Entrever eso causó mucha más consternación porque
contradecía la historia de la creación que relata la Biblia. Aunque encontraban más y
más evidencia que apuntaba fuertemente a un proceso evolutivo, muchos trataron de
encontrar otras explicaciones que les permitieran conservar la noción bíblica de que
todos los seres vivos aparecieron al mismo tiempo y esencialmente no han cambiado
desde la creación divina.

Pero la evidencia de la evolución seguía acumulándose y no se podía tapar ni borrar.3


Cuando a partir del registro de los fósiles quedó claro que en distintas épocas de la
historia de la Tierra vivieron distintos tipos de seres vivos, algunos naturalistas trataron
de reconciliar esa inquietante idea con sus creencias cristianas: propusieron que quizá
dios no realizó una sino varias creaciones. A otros no les pareció verosímil. La
concepción tradicional de que el mundo era un lugar muy estático que nunca cambiaba
se estaba resquebrajando. Si la cara física del planeta había cambiado (ya se empezaban
a entender las fuerzas físicas que causan la formación de las montañas y la erosión de
los valles), ¿sería que las plantas y los animales también se transformaron con el
tiempo?

Tales eran los interrogantes que los naturalistas más avanzados discutían entre sí en los
primeros años del siglo 19. Cuantos más fósiles encontraban y examinaban, más
preguntas se planteaban. Los naturalistas empezaban a ver que los distintos tipos de
fósiles tenían ciertas semejanzas, así como diferencias. ¿Cómo explicarlo? ¿Sería que
algunos seres cuyos fósiles aparecían en las capas más profundas y antiguas de roca no
desaparecieron sin dejar rastro sino que, de alguna manera, se "transformaron" en los
seres cuyos fósiles "similares-pero-diferentes" aparecían en capas de roca más
recientes?

El gran naturalista Charles Darwin (junto con su contemporáneo Alfred Russell


Wallace, quien formuló la misma idea más o menos al mismo tiempo) causó una
profunda revolución del pensamiento humano cuando publicó en 1859 un libro titulado

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El origen de las especies por la selección natural. El libro presentaba una gran cantidad
de evidencia concreta de que los seres vivos evolucionaron con el tiempo. Darwin dio
otro paso gigantesco: formuló una teoría general y propuso un mecanismo concreto para
explicar cómo pudo ocurrir el cambio evolutivo. Darwin le dio a ese mecanismo el
nombre de "selección natural", y en los más de 150 años largos que han pasado desde
que publicó su teoría se ha comprobado una y otra vez que la selección natural
efectivamente es uno de los mecanismos más cruciales y fundamentales por medio de
los cuales la vida evoluciona.

La publicación de El origen de las especies por la selección natural es uno de los


acontecimientos más importantes de la historia del pensamiento humano. Fue
especialmente importante porque, repito, fuera de dar mucha evidencia de la evolución
de la vida (a lo largo de períodos supremamente largos) propuso un mecanismo para
explicar cómo ocurrió, y ese mecanismo se podía poner a prueba y verificar, como lo
hicieron repetidamente muchos otros científicos en las décadas siguientes. Demostró
que la evolución por selección natural se podía desenvolver exclusivamente a partir de
las características existentes (y altamente variables) que siempre tienen los seres vivos
individuales, y así demostró que la evolución pudo suceder sin mano externa o diseño
divino.

Eso fue sumamente revolucionario, y muy perturbador para los que se adherían a las
nociones bíblicas de la creación divina. Pero así y todo en unos pocos años la mayoría
de los científicos concordaron en que la vida evolucionó, aunque el mecanismo (la
selección natural u otro mecanismo) fue motivo de acalorados debates por años. Eso se
debía a que en la época de Darwin todavía no se conocían los principios de la herencia y
no estaba claro exactamente cómo un ser vivo "pasaba" una característica variable de
una generación a la otra. Como veremos más adelante, solo hasta casi mediados del
siglo 20 se comprobó definitivamente que la teoría de evolución por selección natural
era cierta, cuando el conocimiento de los principios de la herencia y el descubrimiento
de los genes y del ADN (y el desarrollo de la nueva ciencia de la genética) hizo posible
entender cómo se transmiten las características variables de los individuos y, más aún,
cómo se "vuelven a barajar" de una generación a la siguiente. Esto hizo posible poner a
prueba concretamente cómo ocurren los cambios evolutivos en poblaciones de plantas y
animales (en el laboratorio y en la naturaleza), y los miles y miles de experimentos y
observaciones que se hicieron a lo largo del siglo 20 verificaron y confirmaron
completamente los principios de la teoría de selección natural.

Bueno, ¿y qué descubrió Darwin?

Charles Darwin era muy observador y estudió la naturaleza con mucha atención. Como
cualquier buen naturalista de su época, había visto fósiles y lo intrigaban dos cosas: las
semejanzas y las diferencias de distintos tipos de fósiles, y el hecho de que ocupaban
lugares predecibles en las capas geológicas. También se preguntaba por qué ciertos
animales desaparecieron del planeta, y por qué encontraba fósiles de conchas marinas a
miles de millas del mar en lo alto de las montañas de los Andes.

Darwin pasó mucho tiempo examinando poblaciones de caracoles, pájaros, plantas con
flores, hormigas, abejas, animales domésticos, etc., en Inglaterra y en otras partes del
mundo. Tuvo la extraordinaria oportunidad de viajar como naturalista de un barco

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explorador, el Beagle. Cuando el barco exploró las costas y la tierra firme de América
del Sur, las islas del Pacifico, Sudáfrica y otras partes, Darwin reunió toneladas de
información sobre la geografía y las muchas plantas y animales exóticos que encontró.
Cuando partió tenía 22 años y creía en la creación divina. De hecho, el capitán esperaba
que Darwin encontrara evidencia que refutara las locas ideas de la evolución que
muchos naturalistas europeos empezaban a considerar. En cambio, ¡Darwin regresó con
evidencia de la evolución!

En sus exploraciones, a Darwin le fascinó la diversidad de especies que encontró y lo


bien "adaptadas" que parecían muchas especies a las particularidades del lugar o
ambiente en que vivían. Por ejemplo, encontró cactos con "hojas" en forma de agujas
que conservan el agua especialmente bien adaptadas a la sequedad del desierto; en las
islas Galápagos encontró aves con el pico especialmente bien adaptado a los alimentos
que comían: las especies que comían semillas duras tenían el pico corto y fuerte, las que
comían semillas pequeñas o insectos tenían el pico más fino y en punta, y las que
chupaban néctar de las flores tenían el pico delgado y curvo, casi como un popote. De
hecho, Darwin encontró una serie de pinzones (un pajarillo) que tenían el mismo
tamaño y color, pero que variaban de isla en isla en el tamaño y la forma del pico y que
parecían haberse "adaptado" a la presencia de diferentes alimentos en cada isla.
También notó que todas las especies de pinzones tenían rasgos comunes entre sí y con
la única especie de pinzones que vivía en el continente, a cientos de millas. Esto llevó a
Darwin a especular que unos individuos del continente volaron a las islas tiempo atrás y
que sus descendientes formaron poblaciones separadas en distintas islas que a lo largo
de generaciones acumularon ciertos cambios de modo que finalmente cada isla acabó
con una especie que tenía mucho en común con la del continente y las de las demás islas
pero que también tenía características notablemente diferentes. La especulación de
Darwin --que las distintas especies de las distintas islas eran "descendientes
modificados" de una especie común del continente que en algún momento "irradió" (se
expandió) a islas de distintos ambientes y con el tiempo se "diversificó"-- resultó
correcta.

En sus viajes Darwin también encontró muchas especies con características que no
usaban, como aves con patas palmeadas que nunca se metían al agua o pingüinos con
alas que no volaban. Darwin sospechó que esas características aparentemente "inútiles"
podrían haberlas transmitido antepasados muy diferentes (más tarde se comprobaría que
era cierto). Así Darwin se convenció de que las especies habían cambiado... de que
habían evolucionado.

Darwin regresó a Inglaterra convencido de la evolución, pero le tomó 22 años formular


un mecanismo viable (la selección natural) y atreverse a publicar sus conclusiones, a
sabiendas de que iba a causar un escándalo en la iglesia y la sociedad.

Darwin obtuvo mucha "evidencia en bruto" de la evolución durante sus viajes y


observaciones. Pero para formular el mecanismo de la evolución tuvo que elaborar dos
importantes conceptos: el concepto de la variación individual dentro de poblaciones y el
concepto de la selección de características heredables.

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Lo que Darwin aprendió de los granjeros

Darwin pasó mucho tiempo hablando con granjeros y conocía los métodos de selección
que han usado por siglos para mejorar sus ganados o cultivos y para producir nuevas
variedades con características más deseables. Los granjeros saben que algunas
características (no todas) de los animales y las plantas se pueden transmitir a los
descendientes, y ellos mismos seleccionan ciertas características heredables para
mejorarlos. Por ejemplo, si quieren un hato de vacas que produzca más leche, deben
seleccionar y cruzar (dejar que se reproduzcan) solo los individuos que producen más
leche. En la siguiente generación repiten el proceso. Todo granjero sabe esto. Si lo
hacen durante varias generaciones, tendrán un hato compuesto principalmente de vacas
que producen más leche.

Lo mismo se puede hacer con cerdos para que sean más grandes y tengan más carne, o
con plantas de maíz para que den elotes más dulces y grandes. Basta con seleccionar las
características más favorables (siempre y cuando se puedan transmitir a los
descendientes, porque no todas se pueden transmitir o heredar) y cruzar, generación tras
generación, solo los individuos que tengan las características deseadas. Al cabo de
varias generaciones, toda la "población" (hato o campo de cultivo) estará compuesta
principalmente de individuos con dichas características.

Esta selección se llama selección artificial (para distinguirla de la selección natural que
ocurre en la naturaleza sin intervención humana), y de este modo es posible cambiar
gradualmente las características de ciertos animales y plantas. La selección artificial a
veces también produce nuevas variedades, como cuando un jardinero logra producir una
nueva rosa o un tomate más jugoso. O miremos la cantidad de variedades de perros que
el ser humano ha producido por medio de la reproducción selectiva a lo largo de muchas
generaciones: ¡una variedad asombrosa considerando que todas las variedades de
perros, de los diminutos chihuahuas a los pastores alemanes o grandes daneses, son
descendientes de un mismo antepasado parecido al lobo!

Darwin, entonces, sabía de la selección artificial que practican los granjeros y los
criadores de animales y plantas. Pero, ¿podía suceder algo así por cuenta propia en
poblaciones naturales?

El gran descubrimiento de que la selección "natural" ocurría por sí sola en la naturaleza


sucedió cuando Darwin captó dos cosas:

Primero que todo, en la naturaleza los animales y las plantas producen muchos más
descendientes de los que pueden sobrevivir. Eso le hizo pensar a Darwin que algo debía
limitar lo que de otra forma sería una expansión infinita de organismos en el mundo
natural. Sospechó que los organismos se traban en una "lucha por la supervivencia", de
la que solo sobreviven y se reproducen los más "aptos". (Darwin se estaba acercando a
lo que los biólogos modernos llaman "aptitud reproductora diferencial". Esto es
simplemente una medida del hecho de que ciertos organismos, en dado ambiente,
producen más descendientes capaces de sobrevivir y reproducirse. Tal "aptitud" no tiene
nada que ver con superioridad).

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Segundo, Darwin hizo la muy importante observación de que en cualquier población de


animales o plantas, aunque todos tienen ciertos rasgos en común (lo que nos permite
reconocerlos como miembros de la misma especie), no hay dos individuos que sean
exactamente iguales. Darwin comprendió que esa variabilidad natural entre individuos
de una población podía aportar la "materia prima" para que toda la población cambiara
en el curso de generaciones sucesivas mediante un proceso de "selección natural" ciega
e inconsciente de ciertas características, sin intervención de mano humana ni divina.

Para entender cómo funciona la selección natural hay que recordar que los organismos
individuales (plantas o animales individuales) no viven en un vacío. Viven en el
contexto de (y en interacción con) un ambiente externo (formado por los rasgos físicos
del mundo externo, como temperatura y humedad, y por el ambiente "biótico" que crean
todas las plantas y animales que ocupan ese mismo ambiente). El ambiente externo
(físico y biótico) cambia continuamente. Es esencial recordar eso.

Bueno, veamos paso a paso un ejemplo de selección natural en acción. Digamos que
hay una población de plantas o animales de cierta especie (llamémosla X). Ningún par
de individuos de esa población son exactamente iguales. Ahora imaginemos que los
individuos de esa población tienen mucha variabilidad en un rasgo que se puede pasar a
los descendientes. Vamos bien. Bueno, ahora imaginemos que ese rasgo, en ese
ambiente particular y en ese momento particular, le da al individuo alguna "ventaja
reproductora" (comparado con los individuos que no tienen tal rasgo). Podría ser que le
permite vivir más tiempo (la ventaja reproductora es que tiene más tiempo para producir
descendientes); o podría ser que le permite tolerar mejor una sequía u otro cambio
dramático del ambiente; o quizá le permite ser mejor que otros de su población para
buscar comida, pareja, nidos o para evitar que se lo coman: cosas que pueden contribuir
a que un individuo produzca más descendientes (¡un animal no puede producir muchos
descendientes si lo devoran antes de reproducirse!).

En la vida real los científicos han documentado muchos ejemplos de rasgos que dan a
un individuo "ventaja reproductora", en comparación con individuos de la misma
población que no los tienen. Sea cual sea el rasgo (y puede ser cualquier cosa, siempre y
cuando se puede heredar), si ese rasgo le da a un individuo una ventaja reproductora, lo
que solo quiere decir que los individuos que tienen ese rasgo producirán más
descendientes que los individuos de la misma población que no lo tienen), los
descendientes a su vez tenderán a producir más descendientes con ese rasgo, y a lo largo
de una serie de generaciones ese rasgo se extenderá y llegará a predominar en la
población. Entonces podemos decir que la población ha "evolucionado".

Veamos otro ejemplo: digamos que tenemos una población de insectos de un tipo y que
una especie de pájaros los come. Digamos que la mayoría de los insectos de esa
población son grises y de buen sabor, y que por pura casualidad unos pocos insectos de
esa población son de color negro y amarillo brillante y tienen un aguijón lleno de
veneno que enferma a los pájaros. Los pájaros aprenderán a evitar los insectos brillantes
y venenosos y a comer los insectos grises sin veneno. En ese caso, los insectos brillantes
y venenosos obviamente tendrán en promedio más chance de sobrevivir y de producir
descendientes que los que no tienen esos rasgos. Como resultado, la generación
siguiente tendrá...¡chale! una mayor proporción de insectos venenosos de colores
brillantes.

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El proceso se repite generación tras generación (en cada generación los insectos
brillantes venenosos dejan mayor cantidad de descendientes que los insectos grises no
venenosos). Después de varias generaciones, ¡toda la población se verá diferente! Ahora
toda la población estará formada enteramente (o casi enteramente) de insectos
venenosos brillantes por la sencilla razón de que esos son los individuos que dejan más
descendientes en cada generación. Por medio de lo que se llama "reproducción
diferencial" de esos "individuos variables" toda la población ha cambiado: ¡ha
evolucionado!

He aquí otro ejemplo que mucha gente ha oído mencionar: la evolución de bacterias
resistentes a los antibióticos. Tomemos una población de bacterias que causa una
enfermedad. Expongámosla a un antibiótico que mata bacterias. Muchas de las bacterias
morirán. Digamos que el antibiótico mata a la mayoría pero que unas cuantas, por puro
azar, tienen un rasgo que les permite sobrevivir al antibiótico y después se reproducen y
le pasan a sus descendientes ese rasgo de "resistencia al antibiótico". Al paciente le dan
más del mismo antibiótico, pero ahora las bacterias resistentes al antibiótico sobreviven
y producen más generaciones de bacterias resistentes. Ahora hay un serio problema: tras
varias generaciones (¡y las bacterias producen nuevas generaciones muy rápidamente en
un huésped!) las únicas bacterias que quedan son las resistentes y se reproducirán sin
control. A menos que el paciente reciba un antibiótico diferente, al que esas bacterias
todavía no se han hecho resistentes, puede tener una grave "infección galopante" porque
no hay forma de controlar las bacterias.

Un gran problema actual es que el uso excesivo y descuidado de algunos antibióticos ha


llevado al surgimiento de varias cepas de bacterias (como nuevas cepas de tuberculosis)
que son resistentes a todos los antibióticos conocidos. Este es un caso clásico de
evolución en acción, y es imposible hacer avances en la ciencia de tratar enfermedades
contagiosas si no aplicamos a la medicina los principios de la evolución.

Lo que acabo de describir es el mecanismo de la evolución que Darwin descubrió y


llamó selección natural. Los científicos modernos no tienen absolutamente la menor
duda de que este tipo de cambio evolutivo (a veces llamado microevolución para
distinguirlo de los cambios macroevolutivos de mayor escala, que veremos en otra parte
de esta serie) ocurre en todas las poblaciones y especies vivas --no "instantáneamente"
sino a lo largo de muchas generaciones-- y es sumamente común. Se ha observado en la
vida real vez tras vez, tras vez, en poblaciones de toda clase de plantas y animales, en la
naturaleza y en el laboratorio.

¿Sí se ha puesto a prueba la teoría de selección natural de Darwin y se ha comprobado


que es cierta?

Sí, muchas veces. Darwin no alcanzó a ver la prueba definitiva de su teoría porque
durante su vida no se descubrió la fuente de la variación individual, que es crucial para
comprobar su teoría. Darwin sabía que los individuos no transmiten a sus descendientes
rasgos que han adquirido a lo de largo de su vida (por ejemplo, si uno hace ejercicio y
adquiere mucha musculatura, no se la transmite a sus hijos; o si una jirafa estira el
cuello para alcanzar hojas altas día tras día, no tendrá crías con el cuello más largo).
Pero la base de la teoría de la evolución por selección natural es que algo se transmite a

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las generaciones sucesivas; tenía que haber un mecanismo para que los descendientes
heredaran la "variación favorable" de sus padres. ¿Qué podía ser?

Los científicos encontraron la respuesta en menos de 100 años: establecieron los


principios y mecanismos básicos de la herencia y descubrieron las estructuras básicas de
los genes y del ADN. Esa era la pieza del rompecabezas que hacía falta y con ella se
comprobó de modo definitivo el mecanismo de cambio evolutivo por selección natural
que postuló Darwin. (Por ejemplo, se realizaron incontables experimentos con animales
que se reproducen rápidamente, como la mosca de la fruta, en cuyas poblaciones se
pueden observar en poco tiempo los cambios evolutivos y los cambios genéticos
subyacentes).

Darwin se interesó mucho en los factores que llevan al surgimiento de nuevas especies y
dejó una buena base para entender que las nuevas especies surgen como modificaciones
de especies que ya existían. En el siglo y medio transcurrido desde entonces, los
científicos han confirmado y reafirmado los principios básicos de la evolución por
selección natural, y han extendido y desarrollado la teoría evolucionista en muchas
direcciones importantes a partir de las bases que sentó Darwin.

Muchos avances desde la época de Darwin nos permiten entender mejor cómo se puede
diversificar la vida y cómo pueden surgir nuevas especies cuando, por ejemplo,
poblaciones separadas de una especie animal o vegetal pasan por cambios evolutivos en
diferente grado o a diferente velocidad en distintos lugares. Esas diferencias pueden
tener varias razones: un rasgo que da una ventaja reproductora en determinado ambiente
(y que por lo tanto se "selecciona") puede darle una "desventaja" reproductora a una
población relacionada que ocupa un ambiente distinto; el tipo y la cantidad de variación
genética presente en una población también puede ser diferente al de una población
relacionada debido a fenómenos como "deriva genética" y "efecto fundador",
especialmente en poblaciones pequeñas aisladas.

A veces las poblaciones separadas geográfica y reproductivamente evolucionan de


distinto modo porque el ambiente de cada una "favorece distintos rasgos", y a veces
simplemente porque la cantidad de variación genética que existe al comienzo (dentro de
cada población) es una pequeña fracción de la variación de toda la especie.

Con el tiempo, una población local puede pasar por cambios que la diferencian lo
suficiente de la población inicial, y de toda la especie, y acaba formando una nueva
especie.

Así pueden surgir y han surgido nuevas especies. Este tipo de cambio evolutivo ha
ocurrido a lo largo de la historia de la vida y continúa. En vez de ver la evolución de la
vida en este planeta como un proceso lineal, hay que verla como un arbusto con muchas
ramas: unas ramitas cortas (callejones sin salida evolutivos) y otras ramas largas de las
que salen muchas más líneas de "descendencia con modificación de un antepasado
común", como lo describió Darwin.

Hoy la teoría darwiniana se sigue extendiendo y desarrollando. Las "nuevas fronteras"


del desarrollo de la ciencia de la evolución no están cuestionando las bases de la
selección natural darwiniana;están ampliando el darwinismo clásico con la exploración

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de conceptos adicionales y relacionados para entender mejor los cambios de gran escala
(macroevolutivos), como el surgimiento de nuevas especies y nuevos órdenes de plantas
y animales en el transcurso de millones de años, y la extinción o supervivencia
diferencial de grandes grupos de plantas y animales en diferentes coyunturas de la
historia de la Tierra.

Por ejemplo, hoy existe mucho interés en entender mejor qué factores llevaron a
períodos de diversificación especialmente intensa de linajes evolutivos en un tiempo
relativamente corto (a nivel geológico), como la famosa "explosión cámbrica" de hace
un poco más de 500 millones de años. También hay mucho interés en entender mejor
qué factores pueden llevar a grandes reorganizaciones de la vida en el planeta por medio
de extinciones masivas: las cinco principales olas de extinciones masivas en la historia
de la vida del planeta (hasta ahora) ocurrieron al fin del período ordovícico (hace unos
450 millones de años); al final del período devónico (hace unos 350 millones de años);
al final del período pérmico (hace unos 250 millones de años, cuando se extinguieron
muchísimas formas de vida, especialmente en los mares); al final del período cretácico
(hace unos 65 millones de años, cuando se extinguieron muchos linajes, entre ellos los
últimos dinosaurios, muy posiblemente debido a los devastadores efectos sobre el clima
y la vegetación que tuvo el impacto de un asteroide grande en la península de Yucatán);
y al final del pleistoceno, o la última gran época glacial (que duró unos dos o tres
millones de años y acabó hace de 10 a 12 mil años), durante el cual se extinguieron
muchas especies de mamíferos y aves grandes posiblemente debido en parte a los
cazadores humanos.

Se considera que factores como los siguientes han contribuido a los períodos de
extinciones masivas (cuando grandes proporciones de las plantas y los animales
existentes desaparecieron por completo): cambios de clima, el impacto de un asteroide
lo suficientemente grande para causar una especie de "invierno nuclear" y, más
recientemente, el impacto de la caza y la transformación ambiental por el ser humano.
Ciertos científicos, como Richard Leakey, sostienen que estamos viendo el comienzo de
la sexta ola de extinciones masivas, una que se debe directamente a los efectos
sumamente rápidos y en cadena de la destrucción y depredación ambiental causada por
los seres humanos en los últimos dos siglos.

Uno de los temas más interesantes que están explorando los científicos darwinianos
actualmente es el ritmo de los cambios evolutivos de gran escala. Todos los
evolucionistas coinciden en que la acumulación de pequeños cambios evolutivos de las
especies es un proceso continuo. Y, como veremos en esta serie, también hay abundante
evidencia de que la acumulación gradual de cambios evolutivos por selección natural
lleva a grandes transformaciones al nivel de la especie (y, aunque los creacionistas
piensen lo contrario, hay bastante evidencia de fósiles y otros restos preservados de
etapas "intermedias" que muestra diferentes pasos de ese desarrollo). Pero, además de la
evidencia bien conocida de cambio evolutivo gradual, varios científicos han encontrado
evidencia que indica fuertemente que, en ciertas condiciones, pueden ocurrir
relativamente rápido (desde un punto de vista geológico) grandes "saltos" evolutivos,
como el surgimiento relativamente repentino de nuevas especies o rachas relativamente
repentinas de diversificación de grupos enteros de plantas y animales. Recalco las
palabras "relativamente" y "desde un punto de vista geológico", porque es importante
entender que nadie dice que las grandes "innovaciones" evolutivas ni el surgimiento de

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nuevas especies o linajes ocurren "de la noche a la mañana". ¡No, todos los científicos
siguen diciendo que los grandes cambios ocurren con el paso de muchas, muchas
generaciones! Pero lo que están debatiendo entre sí muchos evolucionistas es si es
posible que hayan ocurrido grandes cambios evolutivos a macroescala (como los
"repuntes" ocasionales de intensa diversificación de especies que se destacan en ciertos
puntos de la historia de la Tierra) relativamente de repente, en un período muy
concentrado (no de millones y millones de años, aunque sí a lo largo de muchas
generaciones sucesivas).

Como veremos en esta serie, incluso en una especie el ritmo de cambio evolutivo no es
constante y a veces se puede acelerar mucho, especialmente en poblaciones de plantas o
animales que encuentran trastornos ambientales repentinos y dramáticos, o que quedan
aisladas del pool genético de su especie. En tales condiciones, innovaciones evolutivas
relativamente pequeñas a veces tienen efectos muy amplificados, y parece que las
nuevas especies a menudo se originan de ese modo.

Así que actualmente hay mucho interés en profundizar el conocimiento científico de los
factores que pueden afectar la velocidad y el ritmo del cambio evolutivo, especialmente
la velocidad de especiación y las condiciones en que una línea evolutiva se ramifica (se
diversifica) en muchos linajes descendientes, o quizá en unos pocos. También hay
mucho interés constructivo en debatir la relativa importancia de la selección natural y
los factores no selectivos, como la deriva genética, el efecto fundador o el efecto de
catástrofes ambientales (como el impacto de un asteroide), en la aparición de "novedad"
evolutiva.

No vamos a explorar todos esos temas aquí; basta con señalar que esos son los tipos de
preguntas que está investigando actualmente el dinámico campo de la biología
evolucionista. Se están haciendo muchos avances, en teoría y en experimentación,que
están extendiendo y desarrollando el legado de Darwin. Pero decir que el campo de la
evolución se sigue desarrollando no es lo mismo, absolutamente, que decir que "los
evolucionistas ni siquiera están de acuerdo entre sí, así que la evolución es una teoría sin
comprobar y la teoría creacionista es una teoría alternativa igualmente válida", como
dicen los creacionistas. Eso es completamente falso.

Repito que se considera que los principios básicos de la evolución por selección natural
de Darwin están tan sólidamente comprobados como el hecho de que la Tierra gira
alrededor del Sol y no al contrario. El conocimiento científico avanza y se desarrolla
continuamente. Pero para que la ciencia (o cualquier otro campo del conocimiento)
avance es fundamental basarnos firmemente en los conocimientos que la ciencia y el
tiempo han comprobado. En ningún campo de la ciencia hay nada más sólidamente
comprobado y demostrado que los principios básicos de la evolución.

Más adelante, cuando hayamos sentado más bases de lo que es la evolución, lo que no
es, y la evidencia de que ha ocurrido y de que la vida sigue evolucionando, espero que
reconozcamos con más confianza los errores de los supuestos "creacionistas
científicos", que dicen que tienen razones "científicas" para no creer en la evolución.
Veremos que el "creacionismo científico" ¡no tiene nada de científico! Es simplemente
religión: una serie de creencias que los que siguen la Biblia al pie de la letra quieren que
aceptemos por fe, sin ninguna evidencia científica concreta y verificable (¡no la tienen!)

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Es importante estudiar y reflexionar sobre los métodos favoritos de los creacionistas


para "cuestionar" la evolución: los métodos en sí muestran que no tienen fundamento.

Los creacionistas quieren que creamos que la historia bíblica de la creación es verdad
palabra por palabra, pero (a diferencia de los evolucionistas) no pueden presentar
ninguna evidencia y, más aún, no pueden presentar ninguna idea que se pueda poner a
prueba en el mundo real para determinar si la propuesta de la creación divina es cierta o
falsa. ¡Eso de por sí dice mucho! Por contraste, la teoría de la evolución se ha puesto a
prueba repetidamente en el mundo real (con observación y experimentación) y muchos
de los avances de las ciencias modernas se basan en el conocimiento de sus principios.

Además, como toda teoría científica, la teoría de la evolución acepta cuestionamiento,


verificación y rechazo. ¿Qué quiere decir eso? Quiere decir que cuando los científicos
proponen una teoría predicen que, si es CIERTA, será posible hallar esta y aquella
evidencia. Además, indican qué evidencia es incompatible con la teoría y demostrará
que es FALSA. Lo asombroso de la teoría de la evolución es que en los más de 140
años desde que Darwin la publicó miles de científicos de todo el mundo han reunido
toneladas de evidencia de distintas clases que es compatible con ella y que demuestra
que es cierta, pero nadie (ni una sola persona en ninguna parte) ha encontrado una gota
de evidencia científica (que científicos serios puedan verificar) que demuestre que la
teoría de la evolución es falsa. Y eso, estimados amigos, también dice mucho.
Especialmente porque, como se ha señalado varias veces, el que lograra probar que la
teoría de la evolución es falsa se volvería célebre de la noche a la mañana por refutar
uno de los principios más sólidos de la ciencia.

Es importante entender que la teoría de la evolución no es uno o dos puntos y ya: es una
teoría coherente de muchos componentes que conforman un todo general. Si alguien
pudiera demostrar que uno de los componentes básicos de la teoría es falso (por
ejemplo, si encontrara fósiles que demuestren que los seres humanos vivieron al mismo
tiempo que los dinosaurios, por mencionar uno de millones de ejemplos posibles que
serían incompatibles con nuestro conocimiento del desarrollo de la evolución), ¡toda la
teoría se iría a pique! Pero a pesar de eso y a pesar de que los creacionistas fanáticos
harían cualquier cosa para encontrar una gota de prueba científica de que la evolución es
falsa, nadie ha logrado hacerlo.

A falta de evidencia concreta para refutar la teoría de la evolución o validar la idea de la


creación bíblica (fuera de fe ciega), e incapaces de proponer una teoría científica
alternativa que se pueda poner a prueba, los creacionistas han quedado reducidos a tratar
de "abrir huecos" en aspectos de la teoría de la evolución que les parecen "débiles"
(porque no los entienden). Con frecuencia, parece que sus ataques no arrancan de
desacuerdos honestos sino que buscan crear confusión para que la gente que no ha
estudiado ciencia crea que la teoría de la evolución no es sólida.

Para crear esa falsa impresión, los creacionistas recurren a humo y mentiras. Por más
que los evolucionistas refuten sus mentiras y tergiversaciones, salen con más. El famoso
paleontólogo y evolucionista Stephen Jay Gould comentó que es muy difícil batir a los
creacionistas en un debate por sus métodos anticientíficos y resbalosos, aunque en otras
situaciones, como en un juzgado, donde es posible interrogarlos y hacer que planteen
sus propias explicaciones, quedan batidos. Al fin y al cabo, los creacionistas no tienen

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que respetar las reglas científicas y pueden decir lo que se les ocurra para "desgastar" a
los científicos (que efectivamente se cansan de perder tiempo con idioteces) y al público
en general, que debido a la doble carga de la tradición religiosa y de escasa educación
científica a veces no puede separar la verdad y la ficción.

Para no dejarse engatusar por mentiras y confusiones, es necesario aprender el método


científico y los puntos básicos de la evolución. Es una lucha pero vale la pena. Cuesta
trabajo (porque aprender la ciencia de la evolución es como aprender la ciencia de todo)
pero espero que esta serie ayude. Al entrarle al material que presentaremos "paso por
paso", será posible (incluso para los que no tengan conocimientos sobre la evolución)
adquirir una comprensión básica de los hechos científicos como punto de partida para
poder refutar los espejismos de los antievolucionistas y proponentes de la fe ciega. Y
entonces, ¡a lo mejor te divertirás cuestionándolos a ellos!

Footnotes

No sabemos con certeza si la vida primitiva surgió y luego tal vez desapareció (y luego
volvió a aparecer) en distintos momentos de los comienzos de la Tierra. De todos
modos, se puede decir que todos los seres que viven en el mundo hoy son descendientes
de un solo antecesor común. Uno de los indicadores más importantes de ese "antecesor
común" es que entre las muchas características importantes que comparten todos los
seres vivos del planeta figura el mismo código genético básico y mecanismos
compartidos de síntesis de proteínas. El método de replicación y herencia basado en el
ARN y el ADN, común a todos los seres vivos de la Tierra, no es necesariamente la
única manera en que la "vida" se puede reproducir en otras partes del universo. Son
apenas los "ladrillos" químicos con que los seres vivos pueden replicarse en este
planeta. La mayoría de los biólogos piensa que, como ninguna forma de vida de la
Tierra utiliza otro mecanismo de replicación genética, es una indicación muy fuerte de
que todos los seres vivos de este planeta (incluidos los seres humanos) son
descendientes de una sola forma de vida común, que evolucionó y divergió (se ramificó)
durante cientos de millones y hasta de billones de años.

Como veremos, con el transcurso del tiempo, sistemas enteros pueden "divergir" más
cuando una "población antecesora" se ramifica y da origen a diversas poblaciones
separadas, y luego ciertos factores afectan los patrones de variación al azar en esas
poblaciones. La "selección" de la proporción relativa de individuos variantes de una
generación a otra puede darse de manera muy diferente en linajes separados y, con el
tiempo, las poblaciones nuevas pueden tener variaciones muy radicales entre sí, y en
comparación con la población antecesora. Así, pueden darse verdaderas "novedades"
evolutivas por la variación que ocurrió puramente por casualidad en las generaciones
anteriores.

Los creacionistas de hoy tienen el mismo problema: algunos sostienen que hay
diferentes fósiles en diferentes capas porque, cuando ocurrió el "diluvio universal"
bíblico de 40 días, los seres "menos inteligentes" simples fueron los primeros en
ahogarse y los seres complejos y avanzados pudieron resistir más tiempo, pero al fin
murieron y quedaron enterrados en las capas superiores del lodo. Y que las aves se
posaron en las copas de los árboles y fueron los últimos seres en morir... por eso, dicen,
¡los fósiles de las aves solo aparecen en las capas geológicas superiores! Ajá...

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Para aferrarse a sus creencias obsoletas, los creacionistas clásicos confeccionan


muchísimas "explicaciones" absurdas, pero hoy poca gente, hasta cristianos devotos,
acepta tales ideas. Los geólogos que estudian la topografía y la formación de las capas
de rocas y continentes han entendido desde hace mucho que nunca ha ocurrido una sola
inundación global como la que describe la Biblia. Incluso antes de Darwin, los geólogos
sabían que las capas de la superficie terrestre se depositaron una encima de la otra en el
transcurso de cientos de millones de años, y que las plantas y animales fosilizados
atrapados en esas capas murieron en épocas geológicas muy distintas, separados por
millones de años, y que no es posible que todos murieran de golpe o en un tiempo
reducido (¡40 días!).

Eso no quiere decir que los cambios evolutivos que han ocurrido necesariamente se
generalizarán de manera permanente a la población o seguirán en una sola "dirección".
Por ejemplo, los cambios evolutivos podrían acumularse en cierta "dirección" por un
tiempo, pero luego un cambio de las condiciones ambientales podría revertir las
tendencias porque las características en cuestión dejan de representar una ventaja
reproductora o incluso se vuelven una desventaja. En tal caso, en el transcurso de varias
generaciones, podrían eliminarse esas características por medio de la selección. Las
características variables de una población que han tenido efectos negativos o positivos
menos dramáticos en la aptitud reproductora relativa de los individuos pueden persistir
en la mezcla variable de la población sin desaparecer o sin generalizarse a todos los
individuos, pero su proporción o frecuencia relativa puede cambiar de una generación a
otra y en respuesta a cambios en el ambiente externo.

La deriva genética y el efecto fundador son fenómenos relacionados con cambios en la


frecuencia y diversidad genética que ocurren al azar (es decir, no son el resultado de la
selección natural). El efecto fundador puede ocurrir cuando individuos migran a una
región e introducen nuevo material genético. Asimismo, ocurren alteraciones casuales
de las frecuencias genéticas por la muerte accidental de individuos o la reducción del
material genético disponible cuando parte de la población se elimina o "se separa" y no
puede cruzarse con el resto de la población. Como es de esperarse, dichos fenómenos,
que no se deben a la selección natural, pueden amplificarse y destacarse en poblaciones
pequeñas.

Una población se define como una nueva especie cuando diverge de la especie
ascendente a tal grado que no puede cruzarse con ella y producir crías que puedan
reproducirse.

Los científicos están investigando el papel de mutaciones "neutrales" en el cambio


evolutivo y la relativa importancia para la macroevolución de los efectos acumulativos
de adaptaciones específicas de las poblaciones al hábitat en contraste con cambios que
no están relacionados con la adaptación. Asimismo, están investigando otras cuestiones
de mucho interés: ¿el cambio evolutivo necesariamente produce mayor complejidad?;
¿los principios básicos de la selección natural se aplican a varios niveles de
organización (como genes, células, organismos, poblaciones, especies, clanes
[organismos que comparten características de un antepasado])?; si es así, ¿algunos
niveles son de mayor importancia como fuentes o mecanismos de cambios evolutivos?;
y ¿es posible integrar a la teoría de la evolución el concepto de cambios que ocurren
simultáneamente en varios niveles?

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La evidencia de la evolución en acción nos rodea

Vamos a empezar esta segunda parte de la serie con unos cuantos ejemplos de los
cambios evolutivos que podemos observar a nuestro alrededor. Esos cambios ocurren en
poblaciones y en especies de plantas y animales; se les llama "microevolución" para
distinguirlos de la "macroevolución": los patrones de evolución de mayor escala que se
dan por encima del nivel de las especies, como el surgimiento y las sucesivas
ramificaciones de taxones y linajes (grupos de grupos) a lo largo de millones y cientos
de millones de años.

La evolución en acción hoy

¿Entonces podemos ver la evolución en acción hoy? Claro que sí. Como característica
fundamental de la materia viva, la evolución es algo que ocurre siempre. Mucha gente
no sabe esto porque no entiende qué es la evolución (y qué no es). Es importante
entender que aunque la "materia prima" del cambio evolutivo son las características
heredables de individuos variables, en general el cambio evolutivo se observa mejor al
nivel de poblaciones enteras y de especies enteras de plantas y animales, y a lo largo de
muchas generaciones .

Veamos unos cuantos ejemplos bien conocidos que suceden tan rápidamente (con
relación a la vida humana) que se pueden ver.

Cambio evolutivo rápido observado en una población de polillas

El que haya tomado una clase sobre evolución seguramente ha oído hablar de la especie
de polillas Biston betularia, que también se llama geómetra del abedul. Esta especie de
polillas se ha estudiado en Inglaterra a lo largo de muchas generaciones sucesivas y es
un excelente ejemplo de evolución por selección natural que se puede observar
directamente.

Hasta mediados del siglo 19, casi todas las polillas B. betularia eran de color gris claro.
Hasta esa época, la corteza de los abedules locales también era de color claro, de modo
que cuando las polillas se posaban en el tronco de los árboles de día se confundían con
el fondo. Por esa razón, muchas de esas polillas de color claro pasaban desapercibidas
para los pájaros que buscaban insectos. Pero sucedió algo curioso: el desarrollo de la
industria a fines del siglo 19 contaminó el aire con polvo negro y hollín de las fábricas,
y como consecuencia la corteza de los árboles se oscureció. Eso en sí no es
sorprendente. ¡Lo interesante es que las poblaciones de polillas también se
oscurecieron! Al poco tiempo los habitantes de las zonas industriales de Inglaterra
observaron que una polilla de alas negras remplazó casi completamente a la polilla
clara. Lo que estaban viendo era un ejemplo de evolución en acción: un ejemplo clásico
de los cambios evolutivos comunes que ocurren por medio de la selección natural y que
en este caso llevaron a una adaptación de las poblaciones de polillas a los cambios del
ambiente.

Esto es lo que pasó:

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La población inicial de polillas se componía de individuos variados. La mayoría eran de


color claro, pero en la población total había unas cuantas variantes de color oscuro.
Antes de la industrialización, las polillas claras eran mucho más numerosas que las
polillas oscuras; estas últimas resaltaban sobre la corteza clara de los árboles y, en
promedio, los pájaros las comían con más frecuencia que a las polillas claras, que
estaban mejor camufladas. De modo que en ese ambiente los individuos claros tenían lo
que los biólogos llaman "ventaja reproductora diferencial" en comparación con las
polillas oscuras. Eso quiere decir sencillamente que como a las polillas claras los
pájaros las comían menos que a las polillas oscuras, en promedio podían sobrevivir más
y por lo tanto tenían más probabilidades de producir descendientes. Como la
variabilidad genética que controla el color de las alas es un carácter heredable, las
polillas sobrevivientes se lo transmitían a sus descendientes, quienes se lo transmitían a
sus descendientes, y así sucesivamente. Mientras que la corteza de los árboles fuera
clara, las polillas claras tenían una "ventaja selectiva" y las poblaciones de polillas se
componían casi exclusivamente de variantes claras. Había una que otra variante oscura,
pero eran muy poco comunes.

Esta situación empezó a cambiar cuando el ambiente cambió y el hollín ennegreció los
árboles: ahora esos individuos muy poco comunes que por casualidad tenían alas negras
(porque la información genética que controla las alas negras no "desapareció"
completamente de la población total) eran los que tenían una importante ventaja
reproductora: ahora ellos pasaban desapercibidos y por lo tanto eran los que, en
promedio, sobrevivían más y producían más descendientes. Así, a lo largo de varias
generaciones, la cantidad de polillas oscuras aumentó y formó una mayor proporción de
la población total. Con el tiempo, probablemente solo se veían polillas de alas oscuras.

¡La población de polillas evolucionó!

También es interesante ver que después esa tendencia evolutiva se ha revertido en


algunas regiones donde el aire mejoró, se redujo la cantidad de hollín industrial y el
tronco de los árboles volvió a ser de color claro. Acorde con ese cambio ambiental, las
poblaciones de polillas evolucionaron una vez más, pero esta vez volvieron a ser
predominantemente de color claro. El cambio fue posible porque la información
genética que controla las alas de color claro seguía presente en el pool genético total de
la población: incluso cuando la población estaba formada casi enteramente de polillas
oscuras había unas cuantas polillas de color claro. Eran poco comunes, pero el hecho de
que quedaban unos cuantos individuos claros en cada generación aportó la suficiente
base genética para que la proporción de individuos claros aumentara cuando el ambiente
cambió y los individuos oscuros resultaron de nuevo más visibles para los pájaros. Con
cada generación, las polillas oscuras producían, en promedio, menos descendientes y las
polillas claras producían, en promedio, más descendientes. Este ejemplo clásico de
selección natural era todo lo que se necesitaba para que la población de polillas
evolucionara de nuevo.

¿Dónde estaríamos sin la mosca de la fruta?

Como el cambio evolutivo solo ocurre a lo largo de una serie de generaciones, es útil
estudiar plantas o animales que producen nuevas generaciones muy rápidamente. Por
eso se han hecho famosas en biología varias especies de pequeñas moscas de la fruta

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(Drosophila): es fácil criarlas en un ambiente controlado de laboratorio, reproducen


muchas generaciones en unos pocos meses y hasta resulta que el ADN es fácil de
manipular. En la primera mitad del siglo 20, científicos como el genetista Theodosius
Dobzhansky observaron poblaciones de moscas de la fruta en el laboratorio y en la
naturaleza. Dobzhansky realizó muchos experimentos, como "seleccionar"
artificialmente moscas que tenían cierto color de ojos, forma de alas, número o posición
de patas, etc., y observó cómo cambiaba la proporción de individuos de determinadas
características con el paso de generaciones según las condiciones. Gracias a esos
estudios se pudieron descifrar mejor los principios de la herencia y saber qué ocurre
exactamente al nivel genético cuando evoluciona una población. En muchos casos fue
posible correlacionar (conectar) los cambios de la proporción de individuos de ciertas
características de una población (por ejemplo, cierto color de ojos) con los cambios que
ocurren de generación en generación en las frecuencias génicas. Por ejemplo, se pudo
demostrar que un aumento de la "proporción de moscas con ojos rojos" en una
población estaba conectado directamente con un aumento de la "frecuencia del alelo
(cada una de las formas alternativas de un gen) que `produce' los ojos rojos" en el pool
genético total de esa misma población.

Darwin explicó cómo opera la selección natural en poblaciones de individuos variados


para causar cambios evolutivos, y sabía que el proceso solo opera con los caracteres
heredables y a lo largo de muchas generaciones. Pero Darwin no sabía realmente cuál
era la fuente de la variación individual heredable porque en esos días no se conocían los
genes ni el ADN, ni se sabía cómo se transmiten los caracteres heredables de una
generación a otra.

Precisamente la combinación de la teoría de la evolución de Darwin con los avances en


el nuevo campo de la genética hizo posible realizar una "síntesis moderna" en la primera
mitad del siglo 20 y llegar a un conocimiento mucho más completo y general de la
dinámica fundamental del cambio evolutivo.

Nuestro conocimiento actual del proceso de la evolución nos permite hacer cosas
nuevas, como combinar evidencia proveniente de distintas fuentes (por ejemplo,
evidencia del registro fósil con evidencia de un análisis molecular del ADN de especies
vivas) para reconstruir caminos evolutivos pasados e identificar en qué puntos del árbol
evolutivo de la vida se separaron un antepasado y sus linajes descendientes. La
combinación de los principios básicos de la evolución y de la herencia genética también
ha hecho posible mejorar el tratamiento de muchas enfermedades, hacer que las
bacterias produzcan medicinas (como insulina) para el ser humano, y producir nuevas
cepas de plantas y animales domesticados para la agricultura y la ganadería.

Nada de esto sería posible si la evolución no fuera cierta y si no conociéramos sus


principios y mecanismos básicos. El nuevo campo de "ingeniería genética" es un
ejemplo. El hecho de que los seres humanos busquen transformar la materia viva para
beneficio de la humanidad no es "intrínsecamente malo". Los criadores de plantas y
animales lo han hecho por siglos (mediante selección artificial), y los seres humanos no
podemos vivir sin consumir y transformar otras especies vegetales y animales. Pero a
mucha gente le preocupa, con razón, que el nuevo campo de la ingeniería genética lleve
a un nivel sin precedentes de "manipulación" genética y evolutiva descuidada e
irreflexiva. En malas manos (ligados a la ganancia privada y/o al servicio de objetivos

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sociales reaccionarios, como sucedió con el desarrollo de la capacidad de "manipular" la


energía nuclear, por ejemplo) los avances en el campo de la ingeniería genética
efectivamente pueden tener pésimas consecuencias para la salud humana y para la salud
y relativa estabilidad de ecosistemas enteros. La ingeniería genética es el tema de otra
discusión que guardaremos para otra oportunidad, pero lo menciono para señalar una
vez más que si la evolución no fuera cierta (como dicen los creacionistas), si la
evolución no fuera un fenómeno real, ¡pues no existirían campos como la ingeniería
genética (con todo lo bueno y lo malo que están haciendo y que tienen el potencial de
hacer)!

Los creacionistas dicen que "no creen en la evolución", pero viven en un mundo en que
constantemente se usan las reglas de la evolución para transformar el mundo, para bien
o para mal.

Una especie se divide en los dos lados del Gran Cañón

En otra parte de esta serie veremos más a fondo lo que los científicos saben hoy de los
procesos evolutivos por medio de los cuales surge una nueva especie vegetal o animal
como modificación y separación de los antepasados inmediatos (lo que se llama
"especiación"). Como mi propósito en esta parte de la serie es dar a los lectores una idea
de cambios evolutivos que ocurren constantemente y que podemos ver a nuestro
alrededor, permítanme dar un ejemplo de un caso que se ha observado de dos
poblaciones que han empezado a divergir en especies separadas (a lo largo de muchas
generaciones).

Cada vez que diferentes poblaciones de la misma especie se aíslan a nivel de


reproducción (por muchas generaciones) existe el potencial de que haya especiación. En
la vida diaria la especiación completa no se da con mucha frecuencia porque a menudo
dos poblaciones que se aislaron (por una barrera física, digamos) después de un tiempo
se unen de nuevo (por ejemplo la barrera desaparece) y vuelven a aparearse y a mezclar
su material genético en un mismo pool genético, lo que detiene el proceso de
especiación. Pero a veces dos poblaciones de una especie quedan aisladas el tiempo
suficiente para que se complete el proceso de especiación (al punto de que los
individuos de las dos poblaciones no podrían aparearse y reproducirse, aun si volvieran
a vivir en el mismo lugar).

El caso de las ardillas Kaibab y Abert que viven en el Gran Cañón del Colorado muestra
lo que sucede cuando una especie empieza a divergir (separarse) en dos. No hace tanto
tiempo que los antepasados de los dos tipos de ardillas eran una sola especie de
individuos con el mismo aspecto. Pero dos poblaciones de esas ardillas acabaron en los
lados opuestos de una barrera física sustancial: ¡el Gran Cañón! Los individuos de las
dos poblaciones han quedado aislados al nivel reproductor: no pueden cruzarse y
producir descendientes. Debido a ese aislamiento reproductor las dos poblaciones han
dejado de compartir el mismo pool total de información genética. A cada población le
falta parte de la información genética que tiene la otra, información que estaba en el
pool genético total de la especie inicial. Para poner una analogía, es como si cada una de
las dos poblaciones terminara solamente con una parte del alfabeto (en vez del alfabeto

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completo) y, encima, como si las dos partes del alfabeto fueran distintas. Así que a cada
población le falta cierta información genética y, además, "reorganiza" la información
genética que tiene (su parte del alfabeto) de modo diferente en cada generación. Esto
tiene consecuencias importantes: a medida que cada población produce generación tras
generación sin poder tocar el pool genético de la otra población, su variabilidad genética
total empieza a acumular cambios de distintas clases y grados.

Eso es exactamente lo que pasó con las dos poblaciones de ardillas del Gran Cañón: a la
vista las dos son ardillas y tienen muchos rasgos comunes (por ejemplo, las dos comen
los mismos alimentos), pero las proporciones de ciertas frecuencias génicas en cada
población han cambiado. Los procesos normales de mutación y recombinación genética
al azar (que ocurren siempre que se reproducen los organismos) han seguido caminos un
tanto diferentes en las dos poblaciones, lo que es de esperarse si no empiezan con el
mismo pool genético total. Como resultado, las dos poblaciones han venido divergiendo
en dos especies distintas y su aspecto está cambiando.

Por ejemplo, las ardillas Abert, que solo viven en el lado sur del Gran Cañón, tienen el
cuerpo gris, el lomo rojizo y la cola oscura. Las ardillas Kaibab, que solo viven en el
lado norte del Gran Cañón, son grises y tienen la cola blanca.

Mientras que no se crucen y "mezclen" su variación genética total en un pool genético


común, las dos poblaciones aisladas seguirán acumulando cambios diferentes. Ya tienen
aspecto diferente y es muy posible que a la larga exhiban diferencias más significativas,
por ejemplo diferencias de conducta y de interacción con el ambiente (como comer
distintos alimentos), simplemente debido al hecho de que la reorganización y
reacomodación de la variabilidad genética que ocurre de una generación a la siguiente
ahora se produce a partir de una base genética un tanto distinta en las dos poblaciones.
Esas diferencias se seguirán acentuando cuanto más tiempo sigan separadas al nivel de
reproducción.

Los procesos normales de mutación y recombinación genética al azar que ocurren en


cada nueva generación harán que surjan nuevas características que ninguna de las dos
poblaciones tenía, pero serán diferentes en las dos poblaciones y seguirán
diferenciándolas más y más.

La divergencia de las ardillas del Gran Cañón en dos especies a lo largo de muchas
generaciones es otro ejemplo de evolución en acción en el mundo que nos rodea: un
cambio que podemos observar directamente en un lapso razonable. No estábamos
presentes cuando los primeros vertebrados terrestres (ancestros de las ranas y
salamandras de hoy) evolucionaron de esos extraños peces que por medio de la
evolución adquirieron un "pulmón" primitivo que respiraba aire hace unos 400 millones
de años; o cuando las primeras aves evolucionaron de los parientes emplumados de los
dinosaurios hace unos 200 millones de años; pero eso no quiere decir que no podamos
ser testigos de la frecuente aparición de novedades evolutivas en una escala más
pequeña (e inclusive del surgimiento de nuevas especies) que ocurre a nuestro
alrededor.

Las grandes transiciones evolutivas de la historia de la vida se desenvolvieron paso a


paso en el transcurso de cientos de millones de años. Pero los principios y mecanismos

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básicos seguramente fueron muchos de los mismos que vemos a nuestro alrededor todos
los días en una escala menor.

No hay que pensar que vamos a ver la transformación "instantánea" de un animal o


planta individual ni de una especie en otra como por arte de magia: eso nunca ocurre y
eso no es la evolución.

Sabemos, por ejemplo, que el antepasado de las ballenas modernas fue un cuadrúpedo
ungulado (mamífero cuyos dedos terminan en cascos o pezuñas) que vivía en la tierra,
no en el agua. Lo sabemos por el registro fósil y por la evidencia de parecido genético
de las ballenas y ciertos mamíferos terrestres inclusive hoy. Pero también sabemos que
el proceso se desenvolvió con una serie de especies de transición, cada una de las cuales
tenía una "modificación" evolutiva con respecto a sus antepasados inmediatos. A los
creacionistas les encanta decir que no existen fósiles "intermedios" en el registro fósil y
que eso demuestra que la "descendencia con modificación" es un cuento que se
inventaron los evolucionistas. Bueno, resulta que hay bastantes fósiles intermedios (a lo
que volveremos en esta serie), por ejemplo, una serie de fósiles de especies relacionadas
que conectan ese cuadrúpedo ungulado con la ballena por medio de una docena de
especies de transición. Los fósiles muestran una secuencia muy clara de modificaciones
escalonadas de un cuerpo adaptado a la vida en la tierra a un cuerpo adaptado a la vida
en el agua que ocurrieron en el transcurso de unos 25 millones de años.

Evolución en acción: La distribución de los genes de células falciformes


en poblaciones humanas

Otro ejemplo bien conocido de evolución que se puede observar directamente en el


mundo hoy es la evolución de la hemoglobina de célula falciforme. La hemoglobina es
una proteína de la sangre que garantiza el transporte de oxígeno a los pulmones. Los
seres humanos tienen dos variantes del gen de hemoglobina: llamémoslas el alelo A y el
alelo F (un alelo es una forma alterna de un gen). Una persona hereda un alelo de
hemoglobina de cada padre, así que tendrá una combinación de AA, AF o FF. Las
personas que nacen con la combinación FF (que tienen dos copias del alelo "célula
falciforme") tienen problemas porque esa combinación causa una enfermedad llamada
anemia falciforme que puede ser mortal. Las poblaciones africanas y sus descendientes
tienen una mayor proporción de alelos de célula falciforme que otras poblaciones, y por
lo tanto es importante evaluarlas y tratarlas. Esto es un asunto importante de salud
pública.

¿Cuál podrá ser la razón de esa peculiaridad evolutiva que hace que los africanos sean
más susceptibles a la anemia falciforme y les causa tanto dolor? ¿Será que los africanos
por naturaleza son "menos saludables" que los europeos? ¿Será castigo de dios? No. La
evolución da una respuesta clara y simple: las personas que nacen con la combinación
AF de célula falciforme (con un alelo de célula falciforme) tienen una ventaja en las
regiones del mundo donde es común la malaria (otra enfermedad seria), como grandes
partes de África. Mejor dicho, una copia del gen de célula falciforme protege de la
malaria. Por esa razón el alelo de célula falciforme se pudo haber preservado en el curso
de la historia de los seres humanos, en vez de ser eliminado por selección natural. En las

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partes del mundo donde abunda la malaria, los individuos que nacen con una copia del
alelo de célula falciforme tienen más probabilidad de sobrevivir lo suficiente para tener
hijos que los que nacen sin ese alelo y pueden morir de malaria. Los sobrevivientes con
un gen de célula falciforme se lo pasaron a sus hijos, que se lo pasaron a sus hijos... y
cada individuo que heredaba un solo alelo de célula falciforme tenía una "ventaja
selectiva" para no morir de malaria. Tristemente, cierta cantidad de personas de cada
generación tendría la mala suerte de recibir dos copias de ese gen (una de cada padre) y
probablemente se enfermarían de anemia y morirían sin hijos. Si un dios fuera el
causante de este sufrimiento y muerte, ¡sería una infamia! ¿Por qué darle a la
humanidad anemia o malaria? ¿Y por qué un creador todopoderoso iba a recurrir a un
mecanismo tan enredado e imperfecto para proteger de la malaria? Con seguridad un
dios todopoderoso podría hacer algo mejor.

Por el contrario, la selección natural no produce soluciones "perfectas". Es un proceso


natural "ciego" sin juicios de valor que sucede automáticamente, sin intervención de una
conciencia externa ni de la mano de un "artífice inteligente". La evolución por selección
natural no es intrínsecamente "buena" ni "mala". Ocurre y punto. Si lo único que hiciera
el alelo de célula falciforme fuera causar una enfermedad mortal, muy probablemente el
proceso de selección natural lo habría eliminado de las poblaciones humanas. La razón
es que si los genes de célula falciforme no tuvieran ningún efecto benéfico y solo
causaran enfermedad, los individuos sin alelos de célula falciforme seguramente
producirían más descendientes que los individuos con tal alelo. Pero como un solo alelo
de célula falciforme, en combinación con un alelo diferente (AF), protege de la malaria
(y por lo tanto aumenta la probabilidad de vivir y de tener descendientes sanos), la
selección natural tenderá a "conservar" el alelo de célula falciforme de generación en
generación de las poblaciones humanas que viven en zonas de malaria. Eso sucederá
aunque sea a expensas de un grupo de individuos que hereden dos copias del gen y
sufran de anemia falciforme. Para repetir, la selección natural no hace juicios de valor y
no favorece conscientemente a unos seres humanos por encima de otros: es simplemente
un proceso inconsciente que reorganiza las proporciones relativas de distintos alelos
heredables en una población de individuos variados, como simple subproducto (nada
más) de cuántos descendientes pueden contribuir diferentes individuos a la siguiente
generación.

Pensemos en esto: si uno no entiende esto, si no entiende cómo opera la evolución,


podría pensar que los negros son víctimas de un misterioso castigo ya que los africanos
y sus descendientes sufren más de anemia falciforme que, por ejemplo, los europeos.
Este ejemplo demuestra de nuevo por qué es tan importante que todos: a) entendamos
cómo se sabe a ciencia cierta que la evolución es un hecho, b) aprendamos los
principios básicos de la evolución y c) nos opongamos vigorosamente a los
fundamentalistas religiosos que tratan de impedir que estos hechos se conozcan.

Unas cuantas palabras sobre los creacionistas

Los creacionistas niegan que la vida haya evolucionado a pesar de toda la evidencia de
la evolución. Fundamentalistas cristianos como Jerry Falwell cenan en la Casa Blanca y
asesoran a los presidentes; dos magistrados de la Suprema Corte actual hubieran
mandado enseñar creacionismo en las clases de ciencias si fuera por ellos; cuentan que

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cuando a George Bush le preguntaron si creía en la evolución, ¡¡contestó que "todavía


no se sabe si es verdad"!!

Imaginemos:

Si los creacionistas mandaran en las facultades de ciencias, los institutos de


investigación y los hospitales, ¿qué chance tendríamos de contrarrestar la evolución de
bacterias y virus resistentes a las drogas?

Si los creacionistas mandaran en las estaciones de investigación agrícola, ¿qué chance


tendríamos de contrarrestar la evolución de "superplagas" resistentes a los pesticidas
que pueden trastornar la producción de alimentos?

Si los creacionistas tuvieran el poder y la autoridad de definir planes de acción oficiales


y de coartar la labor de los ecologistas que han estudiado la evolución, ¿qué esperanza
tendríamos de reducir y prevenir extinciones de animales y plantas, de reconocer el
valor esencial de la diversidad biológica, de conservar importantes ecosistemas?

Los creacionistas tienen un plan social y político fanático que dicta remplazar la
enseñanza científica de la evolución con la enseñanza anticientífica del creacionismo
bíblico, por las buenas o por las malas. Pensemos en las implicaciones de eso la
próxima vez que oigamos decir en una reunión escolar que sería bueno dedicarle "el
mismo tiempo" a la "ciencia de la creación" y a la evolución en las clases de ciencias; o
la próxima vez que abramos un texto de biología de nuestros hijos y veamos que una
"aclaración del editor" dice que la evolución es "solo una de varias teorías paralelas" y
que por lo tanto los estudiantes tienen libertad de creer en el creacionismo si lo
prefieren; o la próxima vez que todo un estado, como Kansas y ahora Ohio, se ponga en
ridículo debatiendo si debe haber una ley estatal que ordene enseñar creacionismo en las
escuelas; y pensemos en esto la próxima vez que esta batalla llegue a la Suprema Corte
y quizá logre seducir a más magistrados ignorantes y reaccionarios, y la corte mande
enseñar creacionismo.

Todas las ideas no son igualmente correctas: unas ideas corresponden mucho más a la
realidad que otras. Promover ideas que hace mucho tiempo se ha demostrado que son
falsas (como el creacionismo en contraposición a la evolución) tiene implicaciones
sociales dañinas concretas.

Así que no, no "está bien" enseñar creacionismo como si fuera una teoría científica
"alterna" aceptable para que "se oigan todos los puntos de vista". No cuando la
evolución es un hecho tan bien establecido.

Por favor pensemos en esto. Pensemos en esto la próxima vez que un conocido diga que
"de pronto sería bueno que les enseñaran más religión a los niños en la escuela", o que
"no sería malo dedicar a las historias de creación de la Biblia el mismo tiempo que a la
teoría de la evolución en las clases de ciencias; ¡que los muchachos escojan!". ¡Sí sería
malo! ¿Se le debe dedicar el mismo tiempo a la teoría de que la Tierra es plana? ¿Se
debe obligar a los profesores de ciencias a enseñarla como una teoría científica válida?
¿Deben "escoger" los estudiantes si la Tierra es plana o redonda?

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Pensemos en eso.

Notas:

1. Es importante captar que hay montones de evidencia de cambios microevolutivos y


de cambios macroevolutivos. Además, no existe una división absoluta entre la
evolución que ocurre al nivel de las especies o a niveles inferiores y la evolución que
ocurre al nivel de linajes mayores de especies. En ambos niveles se dan muchos de los
mismos procesos evolutivos,como la selección natural que opera en poblaciones de
individuos variables. Los cambios macroevolutivos y microevolutivos son rasgos de
diferentes niveles y diferentes escalas de tiempo. Es posible reconstruir indirectamente
muchos aspectos de los cambios macroevolutivos del pasado distante por medio del
estudio de la evidencia que quedó preservada en fósiles o de los patrones de distribución
y grados de semejanzas y diferencias entre especies vivas. Es más fácil reunir evidencia
directa de los cambios microevolutivos cuando suceden porque ocurren todo el tiempo
en poblaciones actuales de plantas y animales durante períodos de tiempo más limitados
que hacen posible la observación humana directa.

2. Las polillas se parecen a las mariposas, pero las mariposas por lo general son
diurnas y las polillas son nocturnas.

3. Es importante captar que un gen particular (dentro de un individuo) de por sí no es


el blanco directo de la selección: el individuo completo es el que se reproduce y
contribuye crías con distintos rasgos a la siguiente generación. Ese individuo completo
(con una mezcla compleja de rasgos que no se puede atribuir simplemente a su
constitución genética) es el blanco del proceso de selección. En un ambiente dado, los
individuos que contribuyan más descendientes a la siguiente generación obviamente
contribuirán más genes a las siguientes generaciones que los individuos que no
produjeron tantos descendientes. Pero los genes en sí no "causan" directamente cambios
evolutivos en las poblaciones; tales cambios ocurren cuando la proporción de individuos
con ciertas características de una población cambia (mediante selección y factores
relacionados) y eso se refleja en cambios de ciertas frecuencias génicas (unas
aumentarán, otras disminuirán) en la población total. Eso a su vez afecta la cantidad
total de variabilidad genética disponible como materia prima para cambios evolutivos.

Hay que recordar también que un solo gen de cualquier especie rara vez se puede ligar a
una sola característica (como el alelo que produce ojos rojos en la mosca de la fruta).
Los genetistas hace tiempo saben que a la mayoría de las características heredables (las
únicas que toca la evolución) las afecta una compleja interacción de genes; además, la
mayoría de los genes tienen influencias y efectos en más de una característica del
organismo completo. Asimismo, a muchas características de los organismos las
moldean complejas interacciones del organismo con el ambiente exterior y no se pueden
reducir al efecto de los genes. (Vale la pena recordar que los genes son simplemente
secciones de ADN que hacen distintas clases de proteínas en el cuerpo). Sin embargo, la
variabilidad genética subyacente de una población de plantas o animales (que produce
los rasgos que se pueden transmitir a los descendientes) es la materia prima con la que
se realiza mucho del cambio evolutivo.

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4. Sería necesario descubrir los principios básicos de la herencia (a partir del trabajo
del monje del siglo 19 Gregor Mendel, que se extendió cualitativamente en la primera
mitad del siglo 20) y descubrir la estructura de los genes y del ADN para completar el
rompecabezas.

5. Cuando los organismos no pueden cruzarse y producir descendientes que vivan y se


reproduzcan, se dice que pertenecen a especies distintas.

6. Además de la separación física, hay otros factores que pueden mantener la


separación reproductora de dos poblaciones. Si se ha dado una especiación completa
(separación en dos especies), los individuos de las dos poblaciones no podrán cruzarse y
producir nuevas generaciones, incluso si terminan de nuevo en el mismo ambiente. Por
ejemplo, si dos especies muy relacionadas se han aislado el tiempo suficiente,es posible
que no se reconozcan como parejas potenciales debido a diferencias de aspecto y de
conducta; o que las dos no estén activas a la misma hora o que no se reproduzcan en la
misma época del año; o podrían aparearse pero la incompatibilidad del ADN haría que
produzcan crías enfermizas o estériles. Factores así perpetúan el aislamiento reproductor
incluso si miembros de las dos especies terminan en el mismo lugar.

7. Hay mucho interés en conocer las condiciones que tienden a producir "novedades"
evolutivas, es decir características que no existían previamente. La evidencia indica que
es más probable que surjan en poblaciones de plantas y animales especialmente
pequeñas. Se ha demostrado experimentalmente (por ejemplo, con la mosca de la fruta)
que las poblaciones pequeñas tienden a acumular rasgos novedosos más fácilmente que
las poblaciones grandes. Es posible que la reducción general de variabilidad genética
total (es decir, la relativa "pobreza genética") de poblaciones pequeñas aisladas sirva
para "relajar" algunos factores limitantes del desarrollo asociados con un pool genético
más diverso (de poblaciones mayores), y que eso permita separaciones radicales de los
rasgos relativamente estáticos que suelen caracterizar a poblaciones o grupos de
poblaciones más grandes. Este fenómeno lo ha estudiado en particular el biólogo Ernst
Mayr, el mayor contribuidor al conocimiento actual de la especiación. La capacidad
relativa de poblaciones pequeñas de separarse de las condiciones de relativa estasis
("estados permanentes") de poblaciones mayores de la misma especie es un fenómeno
que ocurre al nivel de la población, pero parece que interpenetra con los modelos de
equilibrio puntuado propuestos por Stephen Jay Gould y Niles Eldredge para explicar
los patrones de evolución a mayor escala al nivel de taxones (linajes mayores de plantas
y animales). Regresaremos a este punto en otra parte de la serie.

8. Se debe señalar que incluso la teoría de "equilibrio puntuado" de Gould y Eldredge


(que propone que muchas de las grandes transiciones evolutivas y períodos de gran
diversificación evolutiva en la historia de la vida ocurrieron mediante repuntes
relativamente rápidos y concentrados de cambio evolutivo) reconoce que solo se puede
decir en un sentido relativo que tales cambios ocurrieron en poco tiempo o de modo
acelerado: ¡de todos modos tomaron un tiempo inconcebiblemente largo desde una
perspectiva humana! También hay acuerdo general sobre el hecho de que los
mecanismos conocidos de evolución darwiniana al nivel de población y especie
operaron en dichos cambios, además de los otros factores que hayan podido afectar en
mayor o menor grado el ritmo y la velocidad de cambio.

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Unas palabras sobre la adaptación

Muchos cambios evolutivos representan adaptaciones de los organismos a cambios del


ambiente exterior, aunque no todo cambio evolutivo es una adaptación.

La adaptación es un proceso que ocurre con el transcurso del tiempo. Se refiere al


desarrollo de una marcada "correspondencia" entre ciertas características de un
organismo y el ambiente en que vive. Es una especie de "afinación" de las especies al
ambiente que normalmente produce la selección natural a lo largo de muchas
generaciones. Los ejemplos de adaptación en la naturaleza son numerosos y
maravillosos. El camuflaje es un buen ejemplo. Muchos mamíferos del Ártico (como el
oso polar, la zorra ártica y otros) tienen la piel blanca y se pueden confundir con el
fondo nevado, lo que los protege de los depredadores; ciertas especies de insectos
parecen hojas, ramitas o corteza, lo que dificulta que los vean los depredadores.

La evolución de organismos que parecen una "copia" de otras especies es otro ejemplo
de evolución de adaptaciones: por ejemplo, unos insectos tienen franjas negras y
amarillas como si fueran abejas y avispas, pero no tienen veneno y serían muy
apetitosos para los pájaros y otros depredadores. Esa apariencia engaña a los
depredadores. Recordemos que esto no se hace de modo consciente: el insecto que
parece una abeja no sabe que engaña a los pájaros. Lo que pasa es que los insectos
individuales que por casualidad tenían franjas sobrevivieron más y dejaron más
descendientes en promedio que los individuos de la misma especie que no tenían
franjas. Con el paso de muchas generaciones, la selección natural hizo que todos (o casi
todos) los individuos de la población tuvieran franjas. Hay muchas especies "copiadas":
insectos sin veneno que parecen abejas y avispas; serpientes sin veneno que son casi
exactas a serpientes muy venenosas, etc.

Bueno, si "copiar" animales venenosos da una ventaja reproductora, ¿por qué no todas
las especies de insectos han adquirido la coloración de advertencia de las abejas y
avispas, por dar un ejemplo? Esta pregunta es importante. La respuesta básicamente es
que la evolución solo trabaja con la materia prima (variabilidad genética) disponible.
Puede que una población no haya heredado la información genética necesaria para que
aparezcan ciertas características, no importa lo ventajosas que puedan ser. Por ejemplo,
para los seres humanos sería una ventaja volar moviendo los brazos, pero el "equipo"
genético humano no tiene las bases para que se desarrolle esa capacidad. Así que la
selección natural no llevará a la evolución del vuelo en los seres humanos, aunque se
demostrara que beneficia la supervivencia y la reproducción. El biólogo Doug Futuyma
(autor de excelentes textos universitarios de evolución, así como de un excelente libro
para el público general, Science on Trial, the Case for Evolution ) da un mejor ejemplo:
dice que para los animales sin duda sería una gran ventaja ser capaces de realizar
fotosíntesis (el método por el cual las plantas producen carbohidratos con la energía del
sol) pues tendrían una fuente confiable de nutrición cuando escaseara el alimento. Así
que, si fuera posible que surgiera la capacidad de realizar fotosíntesis en cualquier
población animal, la selección natural la favorecería y se transmitiría rápidamente de
generación en generación. Pero por más ventajosa que sea esa capacidad, ¡ nunca
surgirá! Para repetir, eso se debe a que ningún animal ha heredado de sus antepasados la

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información genética necesaria para hacer la maquinaria de la fotosíntesis, que solo


evolucionó en las plantas.

Por lo tanto, en una línea animal, por más que se recombine el material genético
heredado de la generación precedente, no surgirá una característica para la cual no
existen las bases, ¡por ventajosa que pudiera ser! Esto ilustra nuevamente el importante
punto de que la evolución solo puede trabajar con lo que está disponible (con la
variabilidad genética heredada de generaciones previas) y de que los caminos evolutivos
(y el surgimiento de "novedades" evolutivas) están constreñidos (canalizados y
limitados) por la historia pasada.

Pero a pesar de esas limitaciones, la evolución ha llevado a una increíble diversidad de


forma y función en el mundo vegetal y animal. Pensemos en las diferentes formas y
colores de las flores. ¿Por qué no son todas las flores de la misma forma o del mismo
color? ¿Por qué tanta diversidad? En parte eso se debe al proceso histórico de co-
evolución de distintas especies. Veamos el ejemplo de las plantas y los polinizadores.
Unas plantas no producen flores completas y se reproducen soltando al aire polen
(células reproductoras masculinas). El aire se lleva el polen, que a veces cae en los
ovarios (órgano reproductor femenino) de la planta y se produce una nueva semilla.
Pero en muchas especies la evolución ha desarrollado un mecanismo que favorece la
polinización, no la deja al azar: la planta produce flores llamativas, tal vez de olor
distintivo, que además de los órganos reproductores contienen néctar. Los pétalos de
colores y el dulce néctar no le "sirven" a la planta en sí pero atraen animales
polinizadores: miembros de especies que reconocen la flor y recuerdan que es una
"bandera" que anuncia una fuente de alimento, el néctar. Entre los polinizadores figuran
muchas especies de insectos voladores (como las abejas), especies de aves (como el
colibrí o chupaflor) y unas cuantas especies de murciélagos y monos. En todos los casos
pasa básicamente lo mismo: los polinizadores van a una flor a chupar el dulce néctar y
en el proceso se les pega polen en el cuerpo. Después van a otra flor de la misma
especie a buscar más néctar; ahí, el polen de la primera flor cae en los ovarios de la
segunda flor, donde se producirán semillas. Este método es mucho más confiable que el
viento. En la especie vegetal se ha dado la evolución de una forma de "usar" la especie
animal para facilitar su propia reproducción, y en la especie animal se ha dado una co-
evolución para obtener alimento. Ambas especies se benefician de la relación simbiótica
(que beneficia a los dos), aunque por supuesto ni el animal polinizador ni la planta
polinizada está consciente del proceso.

Lo que vemos es simplemente el resultado de un proceso de selección natural que


ocurrió a lo largo de muchas generaciones y de considerables períodos de tiempo. Estos
procesos no se dan en todos los linajes evolutivos (a muchas especies vegetales las
poliniza el viento y hay muchas especies animales que no sirven como polinizadores) y
no estaba "escrito" que la evolución se desenvolviera en esa dirección. Pero entre los
antepasados de los polinizadores de la actualidad los individuos que fueron a buscar
néctar de las flores se deben haber reproducido más que los que no lo hicieron; así que,
si la capacidad para detectar y explotar esa fuente de alimento era heredable, se
transmitió a más y más descendientes. Igualmente, entre los antepasados de las plantas
de hoy los individuos que por accidente producían flores con néctar y avisos llamativos
(colores vivos, olor dulce, etc.) que aumentaban la posibilidad de polinización, deben
haber tenido una ventaja reproductora en comparación con otros individuos que no

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tenían esas características. Mediante la simple selección natural, esas características se


pasaron a más y más descendientes.

Este proceso totalmente inconsciente (que no necesita un "artífice" externo en absoluto)


se observa una y otra vez en la naturaleza. Normalmente no podemos ver el surgimiento
de nuevas especies (muchas de las plantas y animales que vemos hoy son el producto de
millones de años de evolución y adaptación), pero sí podemos realizar experimentos
para manipular (transformar) la naturaleza y observar y medir si ciertos rasgos de un
organismo que nos parece que le dan una ventaja reproductora efectivamente lo hacen
(y a qué grado).

Este es uno de miles de ejemplos de tales experimentos: varias especies de plantas,


especialmente en el trópico, producen gotas de néctar en las hojas o en los tallos que en
apariencia no tienen uso directo para la planta (y cuya producción requiere mucha
energía). El néctar atrae hormigas que caminan por toda la planta chupando esa rica
fuente de alimento. La ventaja para las hormigas es obvia: una buena fuente de
alimento. ¿Pero hay una ventaja para la planta? En experimentos de campo se ha
demostrado que si se impide que las hormigas suban a esas especies de plantas, los
insectos que comen hojas devorarán las plantas. Pero las "patrullas" de hormigas alejan
a los insectos come-hojas, y así las plantas tienen más posibilidades de crecer y de
producir semillas. La evolución por selección natural de esta co-relación inconsciente
entre hormigas y plantas ha dado a ambas poblaciones una "ventaja reproductora", y la
prueba es observable.

Volvamos al ejemplo de los polinizadores: la co-evolución de adaptaciones de especies


de plantas y de las especies que las polinizan es tan directa que los biólogos pueden
predecir qué animal polinizará una planta guiándose por la forma, el color y el olor de
las flores. Por ejemplo, a las flores rojas de forma larga y tubulada las poliniza el
colibrí: lo atrae el color rojo y chupa el néctar con su largo pico; a las flores de colores
vivos, redondeadas y de olor dulzón las polinizan las abejas y otros insectos que
detectan esos colores y olores; a las flores blancas de fuerte olor dulzón las polinizan
animales nocturnos (de noche el color no importa) como las polillas o los murciélagos;
y a las plantas de flores pálidas con un horrible olor a carne podrida (afortunadamente
pocas) las polinizan las moscas.

En cierto sentido el cambio evolutivo por selección natural puede parecer "dirigido" por
el simple hecho de que los recursos del mundo natural no son infinitos y de que los
organismos tienen que competir de una forma u otra por ellos. Tanto la competencia
entre individuos de la misma especie como entre individuos de distintas especies
contribuye al cambio evolutivo por selección natural. Por ejemplo, los individuos de la
misma especie compiten entre sí por recursos limitados como comida, agua, pareja,
territorio, lugares para nidos, polinizadores, etc. Los individuos con características
heredables que dan más probabilidades de obtener esos recursos seguramente
sobrevivirán más y se reproducirán más que los individuos que no tienen esas
características. A menos que intervengan factores que canalicen los cambios evolutivos
en otras direcciones (o que lleven a la extinción de la especie), esas características
tenderán a pasarse de una generación a otra por selección natural y pueden llegar a
caracterizar toda una población o incluso toda una especie.

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Los individuos que pertenecen a distintas especies y ocupan el mismo hábitat también
pueden competir por recursos limitados como comida y agua (por ejemplo, cuando
miembros de diferentes especies vegetales compiten por la luz solar en la capa inferior
de un bosque). Además, los miembros de muchas especies interaccionan como
depredadores o presas potenciales. De hecho, es probable que la gran variedad de
interacciones entre depredadores y presas que se da entre miembros de distintas especies
haya jugado un papel muy importante en la "dirección" (o canalización) de una gran
cantidad de cambios evolutivos por selección natural (como la diversificación de
especies) a lo largo de la historia de la vida. Las modificaciones evolutivas que facilitan
a los depredadores atrapar presas y a las presas evitar a los depredadores representan
claras adaptaciones de los organismos a los cambios de su ambiente.

El trabajo conjunto de los ecologistas evolucionarios y de los genetistas de poblaciones


ha producido una gran cantidad de evidencia de la evolución en ecosistemas: evidencia
de cómo usan recursos limitados distintas poblaciones; los efectos de la competencia
entre miembros de la misma especie y de distintas especies, y de las interacciones entre
depredadores y presas; la dirección del cambio evolutivo de distintas poblaciones en
respuesta a cambios en el ambiente físico o biótico (sequías, inundaciones, aumento o
disminución de especies competidoras o de presa); y demás. Todo esto se puede evaluar
experimentalmente y el efecto de varias variables en la "aptitud reproductora" se puede
medir. También se pueden correlacionar (conectar) los cambios evolutivos con cambios
subyacentes de la variación genética a nivel molecular. Por ejemplo, se puede demostrar
que la frecuencia de ciertos alelos de ADN sube o baja de acuerdo con ciertos cambios
observables en la apariencia y/o el modo de existencia de esa población; y todo eso se
puede comparar con otra población de la misma especie que interacciona con un
conjunto diferente de factores ambientales.

Es importante recordar también que el cambio evolutivo no sigue una dirección


predeterminada. Es más, la dirección de un cambio evolutivo se puede invertir en una
población si una característica que ofrecía una ventaja reproductora en una situación
deja de ser una ventaja porque el ambiente ha cambiado. Por ejemplo, en un desierto
caluroso y seco son muy comunes las adaptaciones que permiten conservar agua (como
las espinas de los cactos), pero si un cambio climático transformara el desierto en un
pantano tropical, es probable que las especies que tienen adaptaciones tan especializadas
evolucionaran (o que se extinguieran). Repito: el cambio evolutivo ocurre a lo largo del
tiempo con relación a ambientes que cambian continuamente, así que no hay una
dirección, un camino único al "progreso", un propósito predeterminado ni un punto
final.

Sin embargo, hay tantos ejemplos espectaculares de adaptaciones "muy afinadas" entre
los organismos y su ambiente (y otras especies) que no es sorprendente que mucha
gente crea que esas maravillas las tuvo que hacer un "artífice" que todo lo sabe (un
dios). Pero si uno examina el asunto con una orientación científica se da cuenta de que
todas las maravillas de la naturaleza, toda su diversidad, pueden ser fruto de
modificaciones de los seres vivos preexistentes mediante procesos que se desenvuelven
paso a paso a lo largo de períodos de tiempo muy extensos. Además, como veremos
más adelante en esta serie, la evolución no es ni mucho menos un mecanismo que
"perfecciona" o que "optimiza": hay montones de peculiaridades evolutivas, vestigios
inútiles (cosas que tenían los antepasados y que ya no se necesitan), derroches e incluso

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"imperfecciones" dañinas que no tendrían ninguna explicación si un dios todopoderoso


y omnisciente hubiera "diseñado" la naturaleza. Pero sí se pueden explicar si toda la
vida evolucionó de un antepasado común y se diversificó en innumerables formas por
medio de la selección natural y mecanismos relacionados a partir de la materia prima
(variabilidad genética) que una generación hereda de la generación que la precede. Esa
materia prima está limitada (canalizada y restringida) por el desarrollo histórico pasado

NOTAS:

1. Como ya mencionamos en esta serie, fuera de la selección natural otros procesos


contribuyen a la evolución de poblaciones de organismos; entre ellos figuran la deriva
genética accidental, el efecto fundador y las mutaciones neutrales. Estos procesos
contribuyen a la evolución de una población causando cambios en la frecuencia relativa
de ciertos genes de una generación a la siguiente. Tales cambios de frecuencia génica no
se deben a la selección natural. Pero la selección natural es responsable por el proceso
de afinación que llamamos adaptación. Por otra parte, hay que tener en cuenta que no es
correcto asumir que determinado rasgo de un organismo representa una adaptación sin
más ni más. Muchos rasgos de los organismos no son adaptaciones; pueden ser el
resultado de limitaciones del desarrollo o subproductos del desarrollo de otro rasgo que
es una adaptación producida por selección natural.

2. Es importante recordar que las adaptaciones no son el único tipo de cambio


evolutivo. Por ejemplo, una población puede evolucionar y diferenciarse de la población
de la cual desciende cuando una cantidad pequeña de individuos queda aislada tras
migrar a un lugar separado, como una isla, un valle escondido, el otro lado de una
cordillera u otra barrera. El pool genético de esa subpoblación aislada no tiene tanta
variación genética como el pool genético de la población de la cual se separó. Eso puede
llevar a una pérdida de la materia prima con que trabaja la evolución (relativa "pobreza
genética"), pero también puede crear condiciones para que surjan "novedades"
evolutivas (que tienen mayor probabilidad de darse accidentalmente en poblaciones
pequeñas). Los fenómenos como la deriva genética y el efecto fundador suplementan la
selección natural darwiniana y contribuyen al cambio evolutivo.

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Cómo produce nuevas especies la evolución

La diversidad de las formas de vida de este planeta es para maravillarse: la ciencia


todavía está descubriendo especies vegetales y animales (especialmente en la copa de
los árboles de la selva tropical y en las capas más profundas de los mares), ¡y se calcula
que hay unos 10 millones de especies! Pero esas son solamente las especies que viven
en la actualidad; la gran mayoría de las especies que vivieron en otras eras geológicas se
extinguieron. De hecho, parece que más del 90% de las especies que han vivido en este
planeta han dejado de existir.

¿Por qué ha habido tantas especies en la historia del planeta? ¿Por qué hay actualmente
tantas especies de plantas, animales, bacterias y hongos? Mejor dicho, ¿por qué se ha
diversificado tanto la vida? La respuesta básica a estas preguntas es que la creciente
diversificación de la vida es un simple subproducto de la evolución de la vida. La
enorme diversidad de la vida de este planeta no tiene nada que ver con dioses ni con
otras fuerzas sobrenaturales; no es necesario imaginar a un creador perpetuamente
insatisfecho que no puede dejar de "diseñar" nuevos seres, ¡aunque el planeta tiene unas
10,000 especies de aves y por lo menos 27,000 especies de peces! No hay que recurrir a
tales tonterías porque la ciencia de la evolución ofrece una explicación mucho más
sensata de tanta diversidad. Abunda evidencia directa e indirecta de que se debe a
fenómenos naturales simples que han ocurrido a lo largo de mucho tiempo. Como
veremos en esta parte de la serie, la diversidad de especies de este planeta tiene que ver
con el hecho de que: 1) todas las poblaciones de seres vivos evolucionan
constantemente (acumulan cambios y modificaciones heredables en el curso de
generaciones); 2) todas las poblaciones evolucionan constantemente en interacción con
el ambiente que ocupan, que en sí cambia constantemente y somete a las especies a
nuevas presiones y "retos" evolutivos; 3) de vez en cuando las modificaciones
evolutivas que ha acumulado una población de una especie a lo largo de muchas
generaciones son lo suficientemente significativas (producen cambios importantes de la
anatomía, el desarrollo o la conducta característicos de los individuos de esa población)
que esa población se "ramifica" (se "separa", "diverge") del resto de la especie "madre"
y forma una nueva especie separada. Como el cambio evolutivo nunca para, es probable
que esa nueva especie se vuelva a separar otra vez y genere más especies "hijas".

El mismo proceso básico se ha repetido vez tras vez a lo largo de cientos de millones de
años; en cada coyuntura en que surge una nueva especie aparecen nuevos rasgos.
Cuanto más se repite el proceso, más se diferencia la especie descendiente de sus
antepasados remotos, aunque conserva rasgos de ellos.

Como hemos visto en las entregas anteriores de la serie, no existe absolutamente la


menor duda de que todas las especies del planeta surgieron como modificaciones
evolutivas de especies preexistentes. Eso quiere decir que todas las especies actuales
están emparentadas por medio de una sucesión de antepasados comunes que se
remontan hasta las primeras formas primitivas de vida que evolucionaron en el "caldo
químico" de la Tierra hace unos 3.5 billones de años. También quiere decir que nuestra
especie humana está emparentada, en distintos grados, con todas las otras especies del
planeta:la paloma de la acera, el roble del parque o el perro del vecino. Todos somos el
producto de un largo proceso de acumulación de modificaciones evolutivas de

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antepasados comunes, ¡aunque obviamente la evolución nos encaminó en muchas


direcciones y por muchos caminos en diferentes coyunturas de los 3.5 billones de años
de nuestra historia colectiva!

En otra parte de la serie veremos que buscar nuestros antepasados sería como viajar en
una máquina del tiempo. Sería seguir hacia atrás la trayectoria de una línea a lo largo de
muchas ramificaciones y coyunturas evolutivas, a lo largo de una sucesión de distintas
clases de antepasados, que también fueron los antepasados de otras líneas evolutivas.
Primero retrocederíamos a una serie de antepasados homínidos (parecidos a los
humanos), que se separaron más y más de nuestros antepasados simios hace de 4 a 10
millones de años gracias a la evolución de la posición bípeda, un cerebro más grande, y
la capacidad de lenguaje y coordinación social avanzada. Nuestros primos, los
chimpancés y los gorilas modernos, evolucionaron de las mismas especies antepasadas,
pero siguieron caminos evolutivos significativamente diferentes. Siguiendo hacia atrás,
por muchas más divisiones y coyunturas evolutivas, y por muchas especies, llegaríamos
a los primeros mamíferos (animales de sangre caliente cuyas crías se desarrollan en el
cuerpo de la madre y se alimentan con leche de las glándulas mamarias). Si seguimos
pasando las hojas de nuestro "álbum familiar", a la larga llegaremos a los primeros
reptiles (cuya piel gruesa y huevos amnióticos permitió que no se secaran fuera del agua
y les permitió colonizar la tierra sin tener que regresar periódicamente al agua, como sus
antepasados anfibios). Siguiendo hacia atrás llegaremos a los primeros anfibios
(antepasados de las ranas, los sapos y las salamandras modernos) que evolucionaron de
antepasados parecidos a los peces y, por primera vez en la historia de la vida en la
Tierra, salieron del agua con patas rudimentarias y respiraban aire con pulmones. Más
atrás, pasando por los primeros peces óseos (peces con huesos), llegamos a los primeros
vertebrados marinos (animales con columna vertebral) y todavía más atrás a los
invertebrados marinos (los primeros animales de cuerpo multicelular complejo), y
finalmente llegaremos a nuestros más remotos antepasados, unos seres parecidos a las
bacterias que fueron los primeros en adquirir la capacidad de rodear con una pared o
membrana celular pequeños paquetes de moléculas de ADN que evolucionaron de
cadenas de proteínas presentes en el "caldo químico" primitivo de la Tierra.

Vale la pena recordar que la especie humana no es la cúspide ni la culminación de los


3.5 billones de años de evolución de la vida. Tenemos muchas características especiales
que nos distinguen de todas las otras especies, especialmente nuestra gran capacidad de
transformar conscientemente el mundo externo y de transmitir conocimientos por medio
de la evolución cultural no genética. Pero hay otras líneas evolutivas que han logrado
mantenerse por cientos de millones de años, por ejemplo las bacterias (los organismos
más numerosos del planeta). En cuanto a las muchas líneas evolutivas que arrancaron en
direcciones completamente diferentes, es claro que muchas a la larga acabaron en
callejones sin salida, pero también hay muchas otras que una y otra vez se dividieron en

De modo que la especie humana es apenas una de los millones de especies actuales
posada en la punta actual de una de las "ramitas" del árbol de la vida. Las muchas otras
ramas y ramitas produjeron las muchas otras especies modernas. Por ejemplo, además
de las 27,000 especies de peces y las 10,000 especies de aves que mencionamos, hay
4,000 especies de anfibios, más de 7,000 especies de reptiles y casi 5,000 especies de
mamíferos. Fuera de ellas, hay millones más de especies de plantas con flores y sin
flores, bacterias y otros microorganismos, moluscos, insectos, etc. De hecho, el mayor

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grupo de animales del planeta son los coleópteros (el subgrupo de insectos del que
forman parte los escarabajos y las mariquitas): ¡en la actualidad hay como medio millón
de especies de coleópteros!

Bueno, ¿cómo sabemos que pasó si no lo presenciamos?

Como veremos en otra entrega de esta serie, hay muchas "categorías de evidencia" y,
combinadas, confirman el patrón básico de la evolución de la vida en este planeta. Por
ejemplo, tenemos la evidencia del registro fósil (que muestra una serie de cambios
sucesivos de las líneas de plantas y de animales a lo largo de millones de años) y
evidencia de la biología molecular (que refuerza la evidencia del registro fósil y muestra
el grado de parentesco de distintas líneas evolutivas según el grado de semejanza o
diferencia de su ADN). A esas categorías de evidencia que se refuerzan mutuamente a
su vez las refuerza evidencia de la biología del desarrollo y la embriología, e incluso de
los patrones de distribución de especies en el planeta. Todas esas clases de evidencia,
combinadas, no dejan la menor duda de que todas las especies vivas están emparentadas
y son el fruto de descendencia con modificación de una serie de antepasados comunes.

Una queja común de los creacionistas es que "no había nadie" para "ver" el desarrollo
de la evolución en el transcurso de cientos de millones de años, así que es una idea sin
comprobar. Pero el hecho de que no hayamos presenciado sucesos pasados no quiere
decir que no ocurrieron y tampoco quiere decir que no haya modos de averiguar lo que
sucedió: los evolucionistas averiguan cómo cambiaron y se diversificaron repetidamente
las formas de vida; los astrónomos y cosmólogos averiguan cómo se formaron galaxias
y sistemas solares hace billones de años, y cómo han cambiado; los científicos
moleculares y los físicos de partículas averiguan las características de enlaces químicos
y de partículas subatómicas que no pueden "ver" directamente; los lingüistas averiguan
cómo evolucionaron los idiomas modernos en una serie escalonada de modificaciones
culturales de idiomas antiguos de grupos que hace mucho dejaron de existir. No
pudimos "ver" directamente ninguno de esos cambios, pero tenemos técnicas que nos
permiten saber mucho de lo que pasó en el pasado. Todas estas "ciencias históricas",
como se les llama, tienen métodos científicos que permiten descubrir marcas del
pasado: cosas que perviven y están presentes en sistemas y entidades actuales. Cosas
como las semejanzas anatómicas de estructuras del cuerpo que conectan una especie
moderna con un antepasado fósil; o cosas como los parecidos de gramática y
vocabulario del francés, el español y el italiano, que indican que se derivan del latín
antiguo. Todas las ciencias históricas contribuyen al desarrollo del conocimiento
humano por medio de investigaciones de lazos históricos y por medio del proceso de
inferencia histórica, que examina evidencia concreta y saca teorías generales para
explicar coherentemente una serie de procesos y fenómenos relacionados. Los
científicos históricos adquieren gran confianza en sus teorías (y se genera un consenso
generalizado, como en el caso de la teoría de la evolución) cuando detectan claros
patrones de consistencia de evidencia, es decir cuando diferentes corrientes de
evidencia, de muchas direcciones, apuntan hacia las mismas conclusiones y refuerzan
nuestro conocimiento; por ejemplo, cuando tanto la evidencia molecular como la
evidencia del registro fósil indican que dos líneas evolutivas se separaron en
determinado momento.

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Asimismo, las ciencias históricas (y la evolución es una de ellas) usan métodos


científicos para hacer predicciones que se pueden poner a prueba: predicciones sobre lo
que debemos encontrar y sobre lo que no debemos encontrar si una teoría sobre el
pasado es correcta. Los científicos ponen a prueba las teorías en el mundo real. Veamos
un ejemplo: si la teoría de la evolución es correcta, debemos encontrar progresiones
escalonadas de ciertas modificaciones anatómicas en series de fósiles organizados por
edad (y las encontramos); también podemos predecir que si la teoría de la evolución es
correcta no debemos encontrar un fósil humano en una capa de roca donde hay
dinosaurios porque todo lo que sabemos sobre la evolución nos dice que los seres
humanos evolucionaron mucho tiempo después de la extinción de los dinosaurios (y
efectivamente los fósiles de dinosaurios y de antepasados humanos nunca se encuentran
en las mismas capas de roca). Así que a diferencia de las "creencias religiosas", las
predicciones científicas (como las predicciones de los procesos de la evolución) se
pueden poner a prueba y verificar. Por esto, más que nada, es por lo que existe un
consenso tan fuerte de científicos en todo el mundo sobre los hechos y principios
básicos de la evolución.

Como cualquier buena teoría científica, la teoría de la evolución es "falsificable", lo que


en lenguaje científico quiere decir que si se encuentra evidencia incompatible con la
teoría se puede demostrar que es falsa (y por lo tanto se puede descartar). Es fácil hacer
una lista de cosas que, si se hallaran --ya sea en el registro fósil, en el ADN de
organismos, en la anatomía y los patrones de desarrollo de plantas y animales vivientes
o incluso en los patrones de distribución de las especies en el planeta-- harían que los
científicos refutaran, obligatoriamente, la teoría de la evolución. Pero en los 140 años
desde que Darwin la propuso ha habido innumerables estudios y experimentos
científicos que la han apoyado, y no ha habido ni gota de evidencia concreta, en ningún
campo, que lleve a los científicos a dudar o cuestionar los hechos básicos y los
principios fundamentales de la evolución. Ni gota. No es sorprendente, entonces, que
tantos científicos consideren que la evolución es una de "las teorías mejor
fundamentadas de toda la ciencia".

La especiación y la diversificación de la vida tienen las mismas raíces (la selección


natural y otras)

La ciencia de la evolución nos ha permitido entender que el proceso de especiación


(cómo evolucionan nuevas especies a partir de especies preexistentes) y la pregunta de
por qué hay tantas especies en el planeta están muy conectados. De hecho, veremos que
entender la especiación es central para entender la diversificación: entender cómo y por
qué surgen nuevas especies "hijas" de una especie "madre" (especiación) también nos
permite entender mejor qué "llevó" a las formas de vida a seguir subdividiéndose
(¡frecuente y repetidamente!) en tantas y tan diferentes especies vegetales y animales.
La ciencia de la evolución puede contestar preguntas tan intrigantes como, por ejemplo:
si las bacterias han tenido tanto éxito en este planeta, ¿por qué toda la vida no se
"quedó" como bacterias?

Los seres vivos forzosamente tienen que evolucionar

Primero que todo, es importante recordar un hecho crucial que examinamos en las
primeras entregas de esta serie: que una característica fundamental de todas las

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poblaciones de organismos es que continuamente evolucionan (cambian). Lo hacen


automáticamente, como parte integral del proceso de vivir, inconscientemente y sin
ninguna fuerza sobrenatural ni dirección. Vimos varios ejemplos de cambios evolutivos
que podemos observar (a lo largo de varias generaciones de poblaciones actuales de
plantas y animales) en el laboratorio y en la naturaleza. Vimos que todo lo que se
necesita para que se dé un cambio evolutivo son los siguientes ingredientes: una
población que se reproduce (comunidad reproductora) compuesta de una colección de
individuos variados; y un mecanismo (como la herencia de variación genética por medio
del ADN) para que parte de esa variación individual se transmita a generaciones
sucesoras (descendientes). Cada vez que se reúnan esos ingredientes, automáticamente
ocurrirá evolución porque en cada sucesiva generación los individuos que han heredado
de sus padres ciertos rasgos que les dan una "ventaja" reproductora (con respecto a los
individuos que no tienen esos rasgos) en promedio podrán contribuir más descendientes
a la siguiente generación, los que a su vez contribuirán más descendientes a la siguiente
generación y así sucesivamente. De ese modo, los rasgos en cuestión tenderán a
diseminarse por toda la población. Eso es lo que significa decir que una población ha
pasado por un cambio evolutivo.

Eso es la evolución por "selección natural" y, como vimos antes, sucede a nuestro
alrededor todo el tiempo. Recordemos que el cambio evolutivo no ocurre en individuos
y nunca ocurre "instantáneamente": solo ocurre en poblaciones (compuestas de muchos
individuos variados) y solo ocurre con el paso de muchas generaciones sucesivas. El
hecho de que las poblaciones naturales evolucionan por selección natural es un hecho de
la ciencia supremamente bien documentado (las primeras partes de esta serie tienen
ejemplos; el recuadro sobre evolución de resistencia a los insecticidas da otro ejemplo
más del hecho de que las poblaciones vivientes evolucionan constantemente).

A estas alturas, los científicos han reunido tanta evidencia concreta de la evolución que
la mayoría de las personas que saben algo de ciencia aceptan como un hecho
comprobado la clase de evolución por selección natural que podemos ver comúnmente
en poblaciones de cualquier especie vegetal o animal viviente. Es más, la evidencia es
tan fuerte que hasta el papa reconoció hace poco que la evolución es verdadera. Incluso
algunos "creacionistas científicos" (¡fundamentalistas cristianos que de científicos no
tienen más que el nombre!) a veces admiten que pueden darse cambios evolutivos
relativamente menores en una especie... pero siguen diciendo que hay que aceptar,
básicamente por fe ciega, que "al principio" dios creó todas las "índoles" iniciales de
plantas y animales por separado porque así lo dice la Biblia. Dicen que dios
probablemente decidió "permitir" la evolución "dentro" de esas "índoles" creadas por
separado después del acto inicial de creación. Sobra decir que la Biblia ni menciona la
evolución porque en la época en que la escribieron sus autores humanos no se sabía
nada de la evolución. O sea que esto es una tentativa un tanto extrema de algunos
seguidores actuales de la Biblia de reconciliar sus creencias religiosas con avances
obvios e innegables del conocimiento científico desde la época en que se escribió la
Biblia.

Por otra parte, los creacionistas recalcitrantes y los intérpretes "literalistas" de la Biblia
(como "la Palabra de Dios") no aceptan nada que tenga que ver con la evolución, juran
que los evolucionistas arderán en el infierno, proponen leyes para implantar la

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enseñanza textual de la Biblia en las escuelas públicas, y tratan de adquirir posiciones


de poder e influencia en juntas escolares y comedores presidenciales (con cierto éxito).

Una cosa que todas las variedades de creacionistas rechazan es el hecho comprobado
por evidencia científica concreta de que nuevas especies de plantas y animales surgen
como modificaciones evolutivas de otras especies antecesoras (y no del aire ni por
medio de intervención divina). Toda la evidencia indica que ni hoy ni nunca ha habido
"índoles creadas separadamente".

Lamentablemente, hay muchos malentendidos sobre el surgimiento de una nueva


especie a partir de una especie anterior.

Aquí sería bueno recordar que el término microevolución se refiere a cambios


evolutivos que ocurren en poblaciones y en especies,y que el término macroevolución
se refiere a los patrones de evolución de gran magnitud que han caracterizado las
divisiones y coyunturas de los grupos mayores al nivel o por encima del nivel de las
especies a lo largo de toda la historia de la evolución de la Tierra. Esta parte de la serie
se concentra en el fenómeno de especiación (surgimiento de una nueva especie como
modificación de los antepasados inmediatos) porque es el "puente" crucial que conecta
los cambios evolutivos que podemos ver todo el tiempo en poblaciones con las
separaciones y rupturas cualitativas que dan comienzo a una nueva línea evolutiva,
como una familia o orden,y que empiezan con episodios particulares de especiación o
con rápidas rachas de especiación.

Los episodios de especiación (el nacimiento de nuevas especies) a veces se dan sobre un
trasfondo de extinción de especies (la muerte de viejas especies), ya que las extinciones
también son parte del proceso de cambio evolutivo, incluso a nivel macroevolutivo. En
una palabra, entender cómo surgen nuevas especies y cómo y por qué se extinguen otras
es crucial para entender cómo se ha desenvuelto la historia de la evolución de la vida en
la Tierra en el curso de billones de años, y cómo se sigue desenvolviendo hoy.

También es importante ver que no existe un gran muro artificial entre el cambio
microevolutivo y el cambio macroevolutivo. El cambio macroevolutivo tiene rasgos y
características adicionales relacionados con "tendencias" de mayor magnitud (que
todavía estamos conociendo), pero abarca los mecanismos bien conocidos del cambio
microevolutivo, especialmente la selección natural.

Todo esto se aclarará a medida que continuemos. Pero primero, acabemos con ciertas
confusiones comunes: decir que surgen nuevas especies no quiere decir que un gato se
pueda volver perro, o que un pez se pueda volver loro; no quiere decir que uno puede
alzar una lagartija en la mano y verla transformarse en ave; y, aunque los seres humanos
y los grandes simios modernos (los chimpancés y los gorilas) somos primos cercanos
(compartimos más del 99% del ADN), tampoco quiere decir que un buen día hace
mucho tiempo un chimpancé parió un ser humano. ¡La evolución no opera así!

Por eso recalco tanto que debemos recordar que aunque los individuos se reproducen, lo
que evoluciona son las poblaciones y que lo hacen paso a paso en el curso de muchas,
muchas generaciones. El cambio evolutivo nunca es "instantáneo".

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¿Cómo aparecen especies enteramente nuevas?

Para entender cómo puede surgir una nueva especie de una especie antecesora primero
hay que entender muy bien qué es una especie. La biología moderna define una especie
vegetal o animal como una colección de poblaciones que pueden cruzarse entre sí y
producir descendientes fértiles (crías que sobreviven y se pueden reproducir). Para
cumplir la definición de especie, un grupo de organismos debe tener "aislamiento
reproductor" de todas las otras especies. Veremos que hay muchos "mecanismos de
aislamiento" que llevan a poblaciones de organismos bastante relacionados a tener
"incompatibilidad reproductora", incluso si viven en la misma zona e incluso si nos
parecen casi iguales. Por ejemplo, es posible que dos especies cercanas de ranas
parezcan iguales y que vivan en la misma zona, pero que tengan incompatibilidad
reproductora simplemente porque en cada una el macho llama de una forma distinta a la
hembra y no se reconocen como parejas potenciales. La "compatibilidad reproductora"
(o la capacidad de cruzarse y reproducirse) es lo que agrupa poblaciones de organismos
en una especie, y es lo que separa una especie de otra.

En el mundo real, las poblaciones de organismos de la misma especie a menudo varían


un poco si cubren un territorio muy grande. Por ejemplo, hay especies de pájaros que
tienen poblaciones de color un tanto diferente en la costa este y la costa oeste de Estados
Unidos; las poblaciones del centro del país, donde las variedades de las dos costas se
cruzan, tienen un aspecto intermedio. A pesar de sus diferencias superficiales, esas
poblaciones son parte de la misma especie porque no han perdido la capacidad de
cruzarse y de producir descendientes fértiles. En tales casos, se dice que las distintas
poblaciones son diferentes "razas geográficas" o "subespecies".

Precisamente por eso los biólogos afirman que los seres humanos de todo el mundo son
parte de una sola especie. Tenemos diferencias superficiales menores (como el color de
la piel o la textura del cabello), pero no tenemos diferencias persistentes y
fundamentales, tenemos el mismo pool genético, y todos nos podemos aparear y
reproducir. Las teorías racistas de superioridad o inferioridad racial, que siembran
confusión y llevan a pensar que las distintas "razas" humanas son distintos grupos, no
tienen la menor base científica. Somos una sola especie distribuida por todo el planeta.

Solamente se puede decir que dos organismos pertenecen a especies diferentes si tienen
aislamiento reproductor y por lo tanto no pueden cruzarse con éxito, incluso si viven en
el mismo medio.

Para entender cómo surge una nueva especie, es importante entender cómo una
población de organismos se puede aislar reproductivamente de la población madre. Es
importante entender esto porque la especiación suele ocurrir cuando una población que
se ha aislado reproductivamente de la población madre acumula suficientes diferencias
genéticas (por medio de los procesos de selección natural y fenómenos relacionados) y
pierde la capacidad de cruzarse con la población madre.

Cuando se mantiene el aislamiento reproductor por un tiempo suficientemente largo


(muchas generaciones) y se produce especiación completa, las poblaciones de las dos
especies seguirán evolucionando por los mecanismos usuales, como selección natural e
interacción con su ambiente. Pero lo harán separadamente (su pool genético será

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separado, y un poco diferente) y por esa razón acumularán mayores diferencias con el
paso del tiempo y se separarán más y más. En cada generación de la especie inicial y de
la nueva especie los procesos usuales de mutación y recombinación genética al azar
barajarán nuevamente el naipe genético (ahora un poco diferente) y eso producirá unos
individuos de nuevos rasgos, que pueden ser o no ser una ventaja reproductora en su
medio, pero que en cualquier caso no serán exactamente los mismos en las dos especies
puesto que ya no mezclan su pool genético en cada generación. Esto, combinado con el
hecho de que incluso diferencias pequeñas de los ambientes que ocupan pueden ejercer
presiones selectivas algo diferentes sobre las poblaciones de la vieja y de la nueva
especie (por ejemplo, pueden "favorecer" el desarrollo de un pico corto y grueso donde
hay semillas duras o de un pico alargado donde hay flores llenas de néctar), hará que las
poblaciones de la especie vieja y de la especie nueva se alejen más (y se diferencien más
en anatomía, desarrollo o conducta) cuanto más pase el tiempo.

Además, la especie madre puede dar pie a una "especie hija" más de una vez en el curso
de su historia (aunque quizá en distintos momentos y con relación a distintos
ambientes), y es posible que muchas de esas especies hijas a su vez produzcan sus
propias especies hijas (más diferentes). Todo eso contribuye a separar más y más con el
tiempo los linajes antecesores y descendientes. ¡Por eso la vida es tan diversificada!

Una especie relativamente recién separada de la especie madre seguramente se parecerá


a ella por un tiempo. Pero si el proceso de especiación se repite una y otra vez a lo largo
de muchos millones de años, no será tan evidente que distintos organismos tienen los
mismos antepasados. Por ejemplo, uno no piensa automáticamente que las ballenas de
la actualidad descienden de un mamífero cuadrúpedo terrestre, pero sabemos que es así
porque se han descubierto una serie de fósiles de especies intermedias (y evidencia
molecular de ADN) que muestran la conexión familiar. En el desierto del Sahara (que
hace millones de años era un mar) hay un lugar que llaman el "valle de las ballenas"
porque contiene una cantidad increíble de esqueletos fosilizados bien preservados de
una especie de ballenas que nadaron en esas aguas hace 40 millones de años. La especie
tiene rasgos similares a las ballenas modernas, ¡pero también tiene vestigios de patas,
dedos y pelvis ! Esos vestigios la conectan (por otros pasos intermedios) a un mamífero
terrestre que vivió en la región 10 millones de años antes. Tomó 15 millones de años (y
muchos más episodios de separación de especies hijas) para que los vestigios de huesos
de patas y dedos se convirtieran en las aletas que vemos en las ballenas de hoy. Viendo
varios fósiles de la serie se evidencian las modificaciones que la selección natural
favoreció paso a paso en diferentes momentos. ¡No fue que el antepasado terrestre de
las ballenas "de repente" perdiera las patas y apareció de la noche a la mañana con
aletas! Se dieron muchos pasos intermedios y las transformaciones anatómicas
(probablemente acompañadas de cambios de conducta y de utilización del hábitat)
tomaron muchísimas generaciones.

En cada coyuntura evolutiva en la historia de la vida, el proceso seguramente fue


parecido: una población que ocupaba determinado ambiente quedó aislada
reproductivamente, por una razón u otra, de la población general de la especie. Esa
subpoblación con el tiempo adquirió y consolidó rasgos de anatomía, desarrollo o
conducta diferentes de los de la población "madre" a medida que la selección natural y
fenómenos relacionados operaron sobre una base algo alterada de variación genética en
las dos poblaciones para producir distintos rasgos heredables, y a medida que las dos

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poblaciones encontraron conjuntos de presiones selectivas ligeramente diferentes debido


a las particularidades del ambiente de cada una.

La continua recombinación genética de la nueva especie periódicamente produjo rasgos


que nunca existieron en la población ancestral. A los genetistas les gusta recordarnos
que los "mutantes no son monstruos": las mutaciones son simplemente "errores de
copiado" bastante comunes que ocurren en el curso de la replicación del ADN cuando
los organismos se reproducen. Pueden tener efectos grandes o pequeños en la anatomía,
el desarrollo o la conducta de los individuos que las heredan, y a veces no tienen ningún
efecto observable (tales mutaciones, que llamamos "neutrales", de todos modos
contribuyen a la variabilidad genética de una población y más adelante pueden
contribuir al desarrollo de modificaciones evolutivas). Las mutaciones y las más
rutinarias recombinaciones genéticas que ocurren en cada generación de organismos de
reproducción sexual pueden producir rasgos que, en un ambiente dado, le dan una
desventaja reproductora al individuo con relación a otros miembros de la población. En
ese caso, la selección natural tenderá a eliminar esa variación rápidamente de la
población. Si por el contrario aparece un nuevo rasgo que da a los individuos una
ventaja reproductora en determinado ambiente (lo que es más probable que ocurra
cuando el ambiente está cambiando o cuando la especie hija se ha trasladado a un nuevo
ambiente), la selección natural puede diseminar ese nuevo rasgo rápidamente de
generación en generación a más y más descendientes.

También es importante entender que cuando una población aislada reproductivamente


forma una nueva especie y acumula significativas "innovaciones evolutivas" (rasgos
evolutivos que no tenían los antepasados), a veces puede expandirse muy rápidamente y
diseminarse a nuevos hábitats, donde aprovecha recursos que nunca usó la vieja especie.
En esas circunstancias, la nueva especie puede diversificarse más y subdividirse con
relativa rapidez en varias especies hijas con "especializaciones" que les permiten
adaptarse a componentes específicos de los nuevos ambientes y explotar diferentes tipos
de alimento, lugares para anidar u otros recursos.

Esa rápida expansión y "radiación adaptiva" se ha observado cuando una "población


fundadora" de apenas un puñado de organismos individuales logra colonizar islas u
otros hábitats relativamente "abiertos" donde no tiene parientes cercanos y donde no
existen las especies competidoras o depredadoras que confrontaba la especie antecesora.

Eso fue lo que pasó en el caso de una familia de pájaros que se conoce como el pitpit
hawaiano. Una sola especie de dichos pájaros migró a las islas de Hawai en el pasado y
se diversificó rápidamente (mediante repetidas especiaciones) en una gran cantidad de
especies emparentadas que tienen notables diferencias de tamaño y forma del pico. Esas
diferencias representan distintas modificaciones evolutivas (y en este caso claras
adaptaciones) con relación a una variedad de fuentes alimenticias. Se ha demostrado
que incluso pequeñas modificaciones anatómicas del tamaño y la forma del pico tienen
un gran impacto en la clase de alimento que pueden explotar los pájaros. Unas especies
de pitpit hawaianos tienen el pico corto y delgado y principalmente comen insectos;
otras tienen el pico grueso y comen frutas y semillas duras; otras tienen el pico largo y
delgado y chupan el néctar de las flores; otras tienen rasgos intermedios. Todas esas
especies están emparentadas y descienden de una sola especie que llegó a las islas.

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En la historia de la vida de la Tierra también sucedió esa rápida "radiación adaptiva"


cuando, por ejemplo, una innovación evolutiva grande como la evolución de plumas y
de huesos huecos aptos para volar "abrió" un nuevo ambiente (el cielo, hasta ese
momento despoblado) y se produjo una explosión de especies de aves. Las grandes
innovaciones de una línea de organismos también pueden repercutir en otras líneas. Por
ejemplo, los biólogos en general concuerdan en que el enorme aumento de especies de
insectos, aves y mamíferos del período cretácico (hace unos 140 millones de años)
estuvo ligado a la rápida diversificación de las plantas con flores (una innovación
evolutiva relativamente reciente).

Imaginemos también los enormes "espacios" evolutivos que seguramente encontraron


las primeras especies de peces óseos que dieron origen a los primeros anfibios
primitivos hace unos 400 millones de años. Fueron los primeros animales de cuatro
patas que salieron del agua y colonizaron la tierra. Surgieron como modificaciones
relativamente pequeñas de peces óseos que habían adquirido un par de rarezas
anatómicas y de desarrollo: un saco aéreo que parecía un pulmón y unas aletas cortas y
gruesas que parecían patas. Esos dos rasgos a la larga permitieron que algunos de sus
descendientes pasaran un tiempo fuera del agua. El registro fósil nos indica que esas
modificaciones evolutivas ocurrieron en un grupo de peces óseos llamados peces de
aletas lobuladas (sus descendientes actuales son los muy primitivos celacantos y varias
especies de peces dípneos o pez pulmón). Solo podemos especular qué ventajas
reproductoras dio la evolución de un pulmón primitivo y de aletas con huesos de dedos
o de patas a los individuos que los tenían: quizá el saco de aire les permitió sobrevivir
cuando se secaban los charcos de agua (como sucede en la actualidad con los peces
dípneos), y quizá la modificación de los huesos de las aletas al principio solo permitió a
unas especies de peces escapar mejor de los depredadores o perseguir mejor a otros
peces, y después esas estructuras se destinaron a otro uso: a moverse en la tierra. De
todos modos, los esqueletos fósiles de los primeros animales de cuatro patas que
vivieron en tierra (los más primitivos anfibios tipo salamandras, que parecían peces con
patas) tienen un increíble parecido con los esqueletos de los peces de aletas lobuladas.
Lo más llamativo es que el patrón básico de huesos de las extremidades de todos los
cuadrúpedos terrestres posteriores ya se puede ver en la estructura de las aletas óseas de
esos antiguos peces.

Ningún otro animal había salido a la tierra, así que las oportunidades de rápida
diversificación y especialización con relación a distintas subcaracterísticas de los
ambientes terrestres debieron ser muchas. De hecho, el registro fósil demuestra que los
anfibios se diversificaron enormemente en los siguientes 100 millones de años y que de
ellos se separaron los reptiles, que a su vez se diversificaron enormemente y de los
cuales se separaron los primeros mamíferos y aves. Pero cada una de esas grandes
separaciones en la historia de la vida se inició como simples especiaciones: la aparición
de una especie "hija" cada vez más divergente que se aisló reproductivamente de la
especie madre, y empezó a acumular modificaciones evolutivas.

NOTAS

1. La increíble cantidad y diversidad de especies de coleópteros llevó a T.H. Huxley


(científico inglés proponente de la evolución darwiniana del siglo 19) a bromear que si
dios creó la naturaleza debía tener un "cariño excesivo por los coleópteros".

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2. Ver las especies vegetales y animales como algo completamente segregado y fijo
(como "índoles") muestra que los creacionistas no son científicos. Todos los biólogos
entienden que los bordes que separan a los organismos son relativos (no absolutos), que
los rasgos de unos y otros tienden a mezclarse y a confundirse (no están
compartamentalizados rígidamente), y que ningún ser vivo es absolutamente
"inalterable". Por contraste, el filósofo griego Platón, quien vivió hace unos 2,400 años,
pensaba que todas las cosas tenían una "esencia" fundamental e inmutable (que no
cambia). Esa concepción se popularizó en su época y duró hasta que se desarrollaron
métodos y concepciones científicas que nos han permitido descubrir que en realidad
todas las formas de la materia (de átomos a organismos a galaxias) cambian
constantemente.¡Todos los campos de la ciencia moderna, y sus aplicaciones para
transformar nuestro mundo material, se basan en ese punto de partida! En esta alborada
del siglo XXI, ¿no es hora de abandonar de una vez por todas las concepciones
anticuadas, estáticas y "esencialistas"?

3. El siguiente ejemplo puede ser útil para los que no conocen el sistema biológico de
clasificación de "grupos dentro de grupos" por grados de semejanza y de parentesco: un
lobo individual pertenece a una población reproductora de lobos de determinada región;
todas las poblaciones de lobos de ese territorio forman una especie de lobos. Todas las
especies diferentes pero emparentadas de lobos (el lobo rojizo, el lobo mexicano, etc.)
se agrupan en el género Lobo; todos los lobos se agrupan en la familia de los cánidos
(que abarca perros y zorros, pero no gatos, que son de otra familia); la familia de los
cánidos se agrupa con otras familias en el orden de los carnívoros y en la clase de los
mamíferos (animales que tienen pelo, cuyas crías se desarrollan en el cuerpo de la
madre y se alimentan con leche, etc.). Así que el lobo se agrupa con otros mamíferos
carnívoros como los perros, las zorras, los osos, las focas y las comadrejas (y la
evidencia de fósiles y molecular confirma que esos animales tienen los mismos
antepasados). Fuera de eso, el lobo pertenece al filum de los cordados (todos los
animales que tienen columna vertebral) y, finalmente, al reino de los animales (lo que lo
distingue de los organismos que pertenecen al reino de las plantas, de los hongos, de los
protistos [algas] y de los procariotas [bacterias], que representan muy distintos caminos
evolutivos en la historia de la vida). En la vida real, los límites entre especies o grupos
mayores no son siempre perfectamente claros, y a veces hay que reclasificar las especies
en nuevos grupos conforme avanza el conocimiento. Pero en general el sistema de
clasificación biológica asigna organismos a cada categoría basándose en conjuntos de
semejanzas y diferencias, que corresponden a patrones de herencia de antepasados
comunes, y que los distinguen de líneas evolutivas que tomaron caminos
significativamente distintos.

4. El lector seguramente conoce el ejemplo clásico del caballo y el burro: como son
parientes cercanos, pueden cruzarse e inclusive tener crías que sobreviven, con rasgos
de ambos progenitores: la mula. Pero la mula es lo que se llama un "híbrido estéril":
puede vivir y crecer pero no se puede reproducir. Para decir que los organismos
pertenecen a la misma especie tienen que pasar la "prueba de la especie": deben poder
cruzarse y producir descendientes viables (crías que sobreviven), y esos descendientes a
su vez deben poderse reproducir. Unas especies están separadas por mecanismos pre-
cruzamiento (no se pueden cruzar por una variedad de razones) y a veces por
mecanismos post-cruzamiento (se pueden cruzar pero sus híbridos son deformes y

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mueren, o sobreviven pero no se pueden reproducir). Al aplicar la "prueba de la


especie" vemos que los caballos y los burros pertenecen a especies diferentes (pero muy
emparentadas).

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Más sobre el aislamiento reproductor, la especiación y el surgimiento de


novedades evolutivas

Como vimos en el capítulo anterior, la divergencia de dos poblaciones de una misma


especie que experimentan aislamiento reproductor es una de las principales avenidas
para el surgimiento de nuevas especies. Ahora bien, es más probable que surjan nuevas
especies a partir de grupos de individuos especialmente pequeños que se han separado
reproductivamente de la población inicial y que empiezan a acumular cambios
evolutivos a una velocidad desproporcionadamente rápida (y con efectos
desproporcionadamente significativos), en comparación con los cambios evolutivos de
pequeña escala más rutinarios que siguen dándose en la población inicial. En tales
casos, es posible que la especie ancestral simplemente siga existiendo, en el ambiente
usual y en un estado relativamente igual, mientras que la nueva especie que surge de la
pequeña "población fundadora" se disemina rápidamente, ocupa un ambiente algo
diferente al de la especie inicial e interactúa con el ambiente de nuevos modos.

Mecanismos de aislamiento reproductor

¿Cómo se da aislamiento reproductor entre dos poblaciones? De varios modos. A


menudo la separación inicial la causa una barrera física geográfica: un banco de arena,
un cañón (como en el caso de las especies de ardillas Kaibab y Abert que vimos en otra
entrega), agua, cordilleras y demás. Pero a veces, especialmente cuando dos poblaciones
relacionadas han estado separadas geográficamente por un tiempo (y han acumulado
suficientes cambios para empezar el proceso de divergir en dos especies), el aislamiento
reproductor continuará inclusive si vuelven a vivir en el mismo lugar. Eso puede
deberse a que han acumulado suficientes diferencias genéticas y ya no se reproducen al
mismo tiempo (por ejemplo, cuando dos poblaciones de árboles, aunque estén en el
mismo hábitat florecen en épocas ligeramente distintas, o cuando dos poblaciones de
animales emparentados ya no se aparean exactamente en la misma temporada), o a que
se han adaptado a ocupar distintos "nichos" (subgrupos de variables ambientales) y a
usar distintos medios de explotación de los recursos de los hábitats que ocupan, incluso
en la misma zona (como cuando especies emparentadas viven y comen en el suelo o en
la copa de los árboles de una selva). En el caso de muchas especies de mamíferos y de
aves, se da suficiente aislamiento reproductor para la especiación completa cuando dos
poblaciones han acumulado diferencias significativas de conducta en ritos de
apareamiento codificados genéticamente u otras formas de comunicación: en tales
casos, los individuos de las dos poblaciones no se reconocen como parejas potenciales
cuando se ven en el mismo hábitat, y por lo tanto no tratan de cruzarse.1

Las poblaciones especialmente pequeñas con aislamiento reproductor pueden exhibir


más "novedades" evolutivas y cambio evolutivo rápido

De nuevo quiero recalcar lo importantes que son para el proceso de especiación los
cambios que se acumulan rápidamente en poblaciones aisladas especialmente pequeñas.
Mucha de la reorganización genética rutinaria que ocurre en el pool genético de una
población antecesora grande puede tener efectos limitados (por ejemplo, pequeños
aumentos o disminuciones cuantitativos de una variable de desarrollo) y llevar a pocas
modificaciones evolutivas sustanciales. Esa población inicial grande puede permanecer

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largo tiempo en un estado relativamente igual ("relativa estasis" se le llama),


especialmente si el ambiente no cambia y si el proceso de evolución ha tenido bastante
tiempo para "afinar" las interacciones de la población con su ambiente. Pero en una
población hija muy pequeña con aislamiento reproductor (que por definición empieza
con una pequeña porción de la variabilidad genética total de la población ancestral),
incluso mutaciones y recombinaciones genéticas relativamente menores (así como
cambios de variación genética causados por migración o por deriva genética) pueden
tener un efecto desproporcionadamente grande en la composición genética de la
pequeña población.2

De modo que las particularidades del pool genético de una población especialmente
pequeña pueden facilitar la aparición y consolidación de novedades evolutivas, que
tienen menos probabilidad de aparecer o de consolidarse en la población antecesora
mayor. Esto lo ha propuesto en particular el biólogo evolucionario Ernst Mayr, quien ha
contribuido mucho a nuestro conocimiento actual del proceso de especiación
(especialmente cuando se separa de una población grande una "población fundadora"
formada por un grupo pequeño de individuos). Mayr señala que a menudo suponemos
que una nueva especie solo surge cuando una especie se divide completamente en dos
especies nuevas, que proceden a acumular cambios evolutivos más o menos a la misma
velocidad. Pero eso es incorrecto porque no toma en cuenta que la población inicial con
frecuencia sigue viviendo en determinado ambiente después de que la especie "hija" se
separa, y que la velocidad de acumulación de modificaciones evolutivas (así como los
impactos cualitativos de tales cambios) puede ser muy diferente en la población hija que
en la población mayor de la especie inicial.3

También es importante señalar que las poblaciones hijas (que se han aislado
reproductivamente de la población madre) a menudo encuentran un conjunto diferente
de condiciones ambientales que la población madre. Esto sucede especialmente si la
población hija acaba en otro lugar, donde puede encontrar distinto alimento y una
mezcla distinta de competidores y depredadores. Pero incluso si la población hija
termina en un ambiente muy similar al de la población madre, interactúa con ella de
modos completamente nuevos, simplemente porque los cambios de la variación
genética subyacente han generado rasgos individuales significativamente diferentes. Por
esta razón, también, la selección natural puede llevar a poblaciones aisladas
especialmente pequeñas a divergir más rápidamente de la población madre.

Razones por las que no ocurre la especiación

Por las mismas razones que vimos arriba, las poblaciones muy pequeñas tienen más
probabilidades de producir cambios que aumentan sus chances de extinción. Cuando
aparecen rasgos radicalmente nuevos de anatomía, desarrollo o conducta en una
población diminuta cuyo ambiente no presenta nuevos "retos", puede ser imposible que
sobreviva y produzca descendientes. Muchos científicos piensan que las poblaciones
diminutas aisladas en promedio tienen más probabilidad de extinguirse con relativa
rapidez en la mayoría de las circunstancias, especialmente si no encuentran cambios
ambientales ante los cuales sus nuevos rasgos sean una ventaja selectiva.

En la naturaleza también es común que el aislamiento reproductor (necesario para la


especiación) dé marcha atrás. Eso sucede cuando una población que ha estado aislada

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por un tiempo de la población madre (por ejemplo, por una barrera física temporal), se
reúne con ella antes de que se complete la especiación. Eso pasa mucho en la vida real;
por eso es muy raro ver especiación completa de principio a fin en el transcurso de una
vida humana.

Puntos de debate en biología evolucionaria y sus implicaciones

El conocimiento del proceso de especiación y de los factores que lo favorecen (y que


afectan su frecuencia) en diferentes períodos, condiciones y ambientes aumenta
constantemente. Por eso es natural que los biólogos evolucionarios siempre debatan, por
ejemplo, si ciertos factores afectan la velocidad y el ritmo del cambio evolutivo en
diferentes líneas de plantas y animales; o si los grandes puntos de viraje evolutivo en la
historia de la vida siempre son el resultado de una acumulación gradual de
modificaciones microevolutivas, o si , más bien, las tendencias evolutivas de gran escala
se caracterizan por largos períodos de relativa estasis (en los cuales muchas especies y
líneas evolutivas cambian poco), separados por períodos más cortos de modificaciones
más rápidas en "rachas" de especiación y diversificación (como propone la teoría de
"equilibrio puntuado" de Niles Eldredge y Stephen Jay Gould). En la actualidad los
biólogos evolucionarios están tratando de integrar lo que se sabe del proceso de
especiación (especialmente en poblaciones pequeñas aisladas) con un mayor
reconocimiento de que factores al azar externos (como la colisión de un meteorito con la
Tierra hace 65 millones de años) pueden haber tenido profundos efectos en la velocidad
y el ritmo de especiación y procesos afines en la historia de la vida. Se están
proponiendo hipótesis y diseñando experimentos para entender mejor qué mezcla de
factores estimula velocidades especialmente altas de especiación (y de extinciones) en
diferentes momentos y en diferentes condiciones ambientales.

Hay muchas cosas que no sabemos sobre todo esto. Pero eso no quiere decir, como
afirman los creacionistas, que "los evolucionistas no se pueden poner de acuerdo y eso
muestra que la evolución es falsa". Primero, un punto sobre métodos: inclusive si la
teoría de la evolución fuera falsa (y claramente no lo es), ¡eso no implica que el
creacionismo sea verdadero! Además, el debate científico sobre los nuevos adelantos
del campo de la evolución no quiere decir que todo el campo sea un desastre. Todo lo
contrario. Actualmente la biología evolucionaria es un campo de las ciencias
sumamente dinámico, en parte debido a que se están haciendo avances a partir de una
fundación teórica muy sólida, amplia y comprobada. Repitiendo: hay total acuerdo de
los biólogos evolucionarios de todo el mundo de que las nuevas especies han surgido (y
siguen surgiendo) solo como modificaciones de especies inmediatamente antecesoras.
Es un hecho establecido y un consenso científico generalizado. Lo comprueban el
registro fósil y otras clases de evidencia indirecta, así como observaciones directas de
poblaciones de plantas y animales vivientes durante el proceso de divergencia y de
aislamiento reproductor (los lectores de la serie recordarán el ejemplo de la divergencia
de las ardillas Kaibab y Abert en los lados opuestos del Gran Cañón).

Unas palabras sobre los "huecos" del registro fósil

Los creacionistas dicen que el registro fósil no sirve para probar la evolución porque
está "incompleto", "lleno de huecos" y no tiene "fósiles intermedios" que muestren
transiciones paso a paso entre distintas formas de vida. Analizaremos de lleno esas

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falsas acusaciones (y la metodología chafa de los creacionistas) en otra entrega, pero por
ahora quiero decir que ciertas "acusaciones" de plano son mentiras. Por ejemplo, hay
bastantes secuencias claras de fósiles con formas intermedias: los conocidos fósiles del
Archaeopteryx (una forma intermedia entre los reptiles y las aves, con características
anatómicas de ambos, como dientes de reptiles y plumas de aves); las secuencias de
fósiles que muestran que los antecesores de las primeras ballenas fueron mamíferos
cuadrúpedos terrestres que evolucionaron por una serie de pasos intermedios; o,
irónicamente (porque los creacionistas sostienen con vehemencia que el ser humano
actual es la creación especial de dios y no desciende de ninguna otra especie) el registro
fósil de nuestra propia evolución, con copiosos fósiles "de transición" que conectan a
nuestros antepasados de hace unos pocos millones de años (más simiescos y de cerebro
pequeño) con la especie humana moderna por medio de una variedad de pasos
intermedios obvios. (La evolución humana será el tema de una entrega de esta serie).

Pasemos a otra acusación: ¿que el registro fósil es incompleto? ¡Pues claro! Primero que
todo, solo un pequeño porcentaje de plantas y animales se preserva como fósiles. Pero
eso no quiere decir que no haya más que suficientes fósiles (y a diario se encuentran
más) para que la vasta mayoría de los científicos acepte con plena confianza la
cronología básica y las secuencias de antepasados-descendientes que conectan todos los
distintos linajes evolutivos. ¿Que hay "huecos" entre especies en el registro fósil? Sí,
efectivamente hay unos huecos, pero eso no representa un "problema" para la teoría de
la evolución, como afirman los creacionistas. Los creacionistas tienen un plan social y
político reaccionario: imponer el fundamentalismo religioso. Por eso suelen tergiversar
lo que significan cosas como los huecos del registro fósil (y mandan los hechos a
paseo). Los críticos de los métodos del creacionismo señalan que cada vez que se
encuentra un fósil intermedio que llena un vacío entre los fósiles de dos especies, los
creacionistas dicen que ahora hay dos huecos nuevos,¡uno a cada lado del fósil de la
nueva especie! A ese paso se quejarán toda la vida de que hay huecos, por más fósiles
que se encuentren.

Dejando de lado la demencia de los creacionistas, la teoría de la evolución predice que


habrá "huecos" significativos en series de fósiles debido a las condiciones en que surgen
nuevas especies. Los paleontólogos y otros recolectores de fósiles han notado que los
fósiles de nuevas especies (especies nunca antes encontradas) suelen aparecer "de
repente" en una capa geológica. Eso es precisamente lo que se esperaría si una nueva
especie evoluciona a partir de una cantidad relativamente pequeña de individuos que
quedan aislados reproductivamente de una población mayor (como suele suceder en el
caso de las especies vivientes). Si así es como evolucionan típicamente las nuevas
especies, el registro fósil tendrá muchos "huecos" y discontinuidades: por el obvio
hecho de que la mayoría de los individuos se descomponen completamente y no quedan
preservados como fósiles, y también porque muchos de los episodios de especiación
seguramente ocurrieron en pequeños grupos de un puñado de individuos aislados. Por
eso sería altamente improbable que los recolectores de fósiles encontraran alguna vez
los miembros "originales" de una nueva especie.

Y repitiendo, si una nueva especie no se extingue casi tan pronto como surge,
seguramente se relacionará con su ambiente de modos nuevos, y eso a su vez puede
permitir que se expanda rápidamente, que irradie en nuevas direcciones e incluso que
produzca adicionales modificaciones evolutivas (y que se siga diversificando en más

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especies) en el proceso de adaptarse a nuevos desafíos ambientales. Cuando miramos el


registro fósil, no es posible ver el momento exacto en que un nuevo linaje divergió de
un linaje antecesor; lo que encontramos es evidencia de la aparición aparentemente
repentina de gran cantidad de organismos nunca antes vistos, pero que tienen claros
indicios de parentesco con una línea anterior. Eso es lo que esperaríamos si los
episodios de especiación empiezan típicamente en poblaciones pequeñas aisladas que
contienen relativamente pocos individuos, y si toma tiempo aumentar la cantidad de
miembros de la nueva especie y "establecerse" como una especie distinta (mantenerse
durante largo tiempo) en su nuevo ambiente. Es lógico esperar que sus fósiles solo
aparecerán después de que se haya desenvuelto ese proceso durante un tiempo.

En vista de todo esto, ¡en realidad es admirable que el registro fósil sea tan bueno como
es!

No todas las líneas evolutivas evolucionan a la misma velocidad

Parece que en el pasado se han dado épocas y condiciones ambientales altamente


favorables para la especiación y diversificación de especies en general, inclusive en
períodos de tiempo relativamente cortos y concentrados. Otras épocas y condiciones
ambientales se caracterizan por cierto mantenimiento del statu quo en muchas especies
y linajes, aunque las poblaciones evolucionaran un poco (por medio de la selección
natural y fenómenos afines) en una constante interacción dinámica con el ambiente.
Parece que la cantidad de especiación que ocurre (en un linaje de una especie vegetal o
animal, y en general en todos los linajes de la vida vegetal y animal de un período
especifico de la historia de la Tierra) varía con relación a factores y condiciones que
todavía no se conocen bien. A la fecha todavía no se sabe por qué ciertos linajes no
cambian durante millones de años, mientras que otros cambian frecuente y rápidamente.
O exactamente por qué (como se deduce de la relativa diversidad de fósiles hallados en
distintas capas de roca) en unas eras geológicas se dieron enormes "explosiones" de
diversificación de especies, y en otras no. Los fósiles de los antepasados de las tortugas
marinas modernas aparecen en capas de roca de hace 100 millones de años (antes del
tiempo de los dinosaurios), pero son casi idénticos anatómicamente a las tortugas de
hoy. ¿Por qué han cambiado tan poco en 100 millones de años? La misma pregunta se
aplica al cangrejo herradura, el árbol gingko y otros "fósiles vivientes", que casi no han
cambiado en cientos de millones de años. También se ve la situación contraria:
actualmente hay unas 400 especies distintas de un pez en un lago africano, el lago
Victoria. Todas están emparentadas y obviamente todas descienden de una sola especie.
Lo más increíble es que sabemos por el registro geológico que el lago estaba seco hace
12,000 años, así que esa enorme cantidad de diversificación evolutiva - todas esas
repetidas especiaciones-- se realizaron en no más de 12,000 años, lo que es como un
segundo en la escala del tiempo geológico. ¡Así que, de un lado, hay tortugas marinas
que casi no han cambiado en 100 millones de años y, de otro lado, hay peces que se han
diversificado en cientos de especies en 12,000 años!

Una de las preguntas más interesantes que están explorando los biólogos evolucionarios
modernos es por qué unos linajes de plantas o animales han evolucionado y se han
diversificado más frecuente y dramáticamente que otros en el curso de la historia. Como
vimos, es posible que unas especies y linajes enteros tengan "limitaciones" genéticas y
de desarrollo más rígidas a causa de modificaciones evolutivas pasadas; de ser así, sería

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más probable que se conserven como son (o que se extingan) en lugar de acumular
modificaciones significativas. Eso podría explicar algunos rasgos de los "fósiles
vivientes". Pero también es importante recordar que las poblaciones de organismos no
evolucionan en un vacío; existen en una constante interacción dinámica con aspectos de
su hábitat y ambiente: aspectos físicos, como el clima y el terreno, y aspectos "bióticos",
como otros animales y plantas competidores o depredadores. Muchos biólogos
evolucionarios sospechan que el ritmo y la velocidad de las tendencias evolutivas de
gran escala (y la velocidad de los episodios de especiación) dependen en gran medida de
la frecuencia y la magnitud de los nuevos "desafíos" ambientales y de los "trastornos"
del hábitat que encuentren las poblaciones en evolución.

Sabemos por experiencia directa que en las especies vivas el cambio de condiciones
ambientales puede ejercer nuevas presiones de selección fuertes sobre las poblaciones
de organismos; esto ocurre a una escala grande (por ejemplo, el cambio del clima global
o el trastorno de todo un ecosistema) y a una escala pequeña (por ejemplo, el cambio de
una sola variable de un ambiente estable, como la introducción de una nueva especie
depredadora, ejerce una nueva presión selectiva sobre las poblaciones de una sola
especie). Parece claro que unas líneas tienden a evolucionar rápidamente con repetidas
modificaciones ante cambios repetidos de las presiones ambientales. Esto se ve en la co-
evolución de especies de presa y depredador (que recibe el nombre de "carrera
armamentista" biológica): con el tiempo el depredador adquiere nuevos medios de
agarrar la presa, y la presa adquiere nuevos medios de escapar del depredador. A partir
de la observación de las especies vivientes también parece claro que las modificaciones
evolutivas pueden afectar la interacción de una especie con su ambiente; por ejemplo,
pueden permitirle usar recursos que no explotaba antes o vivir en hábitats que no
ocupaba.

En la evolución no hay garantías

También sabemos, sin embargo, que una especie no puede "responder" a todos los
nuevos desafíos y las nuevas oportunidades ambientales. A fin de cuentas eso depende
de la variación genética que tenga a su disposición en cierto momento. Nada garantiza
que surgirán rasgos "ventajosos" en los individuos de una población, por más que la
selección natural los favorezca si llegan a surgir.

En la entrega anterior vimos que la selección natural conjuga factores aleatorios y no


aleatorios: primero que todo, factores aleatorios (al azar) como las mutaciones, las
recombinaciones y la deriva genética barajan continuamente el naipe que constituye la
variación genética total de una población y que forma la materia prima del cambio
evolutivo; pero después, la selección natural escoge de una forma no aleatoria (no al
azar) ciertos rasgos en relación con las demandas y desafíos de determinado ambiente
externo.

Pero nunca hay garantías de que una especie adquiera determinado rasgo que le permita
responder a una nueva presión o un nuevo desafío ambiental. En todas las poblaciones
se da siempre cierto grado de cambio evolutivo, pero las opciones de cuáles
modificaciones específicas pueden ocurrir en un momento dado están sumamente
limitadas por sucesos al azar y por los constreñimientos de las modificaciones
evolutivas pasadas. A veces una población puede evolucionar y responder a las

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transformaciones del mundo exterior, pero a veces no puede hacerlo. La extinción en


pequeña escala de especies (lo que se conoce como "extinciones de fondo"), así como el
fenómeno de que toda una línea evolutiva vegetal o animal llegue a un "callejón sin
salida", son otra parte integral de la historia de la vida... tan integral como el nacimiento
de nuevas especies y linajes.

Los efectos de las extinciones en masa

Recordemos que el registro fósil muestra que en la historia del planeta ha habido por lo
menos cinco olas de "extinciones en masa" de una gran proporción de las especies
existentes de plantas y animales. La más famosa de ellas sucedió hace unos 65 millones
de años y parece que la causa fue el impacto de un gran meteorito contra la península de
Yucatán a cientos de miles de millas por hora. El cráter todavía se ve y en las capas de
roca de esa época en todo el planeta se ven bandas del mineral iridio (común en
meteoritos). Se estima que el impacto lanzó grandes nubes de polvo a la atmósfera que
bloquearon la luz solar y bajaron la temperatura en todo el mundo a tal grado que
muchas de las plantas dependientes de la luz solar murieron. Como reacción en cadena,
eso a su vez llevó a la muerte de la mayoría de los animales herbívoros (que se
alimentan de plantas) y de muchos de sus depredadores. En el registro fósil se ve que
todos los dinosaurios herbívoros y sus depredadores carnívoros se extinguieron hace 65
millones de años, muy probablemente a raíz de ese catastrófico impacto. Es muy
improbable que alguna especie de dinosaurios haya podido evolucionar lo
suficientemente rápido para no extinguirse ante un suceso tan devastador y repentino.
Pero para las especies animales que lograron sobrevivir (como los antepasados de los
mamíferos modernos, que hace 65 millones de años eran unos animalitos parecidos a las
musarañas o a los ratones, y que seguramente no se extinguieron porque eran nocturnos
y vivían en madrigueras), la eliminación de muchas de las especies dominantes de la
época (especialmente los dinosaurios) pudo haber creado una "apertura" ambiental y
una oportunidad que permitió a esas especies sobrevivientes expandirse y diversificarse
rápidamente. Efectivamente, hay claras indicaciones de que en el período geológico
posterior a la extinción en masa de hace 65 millones de años se dio una enorme
explosión de diversificación de especies de mamíferos.

¿Especiación ante nuestros propios ojos?

En la mayoría de los casos, las especiaciones toman demasiado tiempo (demasiadas


generaciones) para que los seres humanos podamos presenciar el proceso de principio a
fin. Pero en unos casos (especialmente de plantas, y de animales que se reproducen
rápidamente) ha sido posible observar la especiación en acción.

Por ejemplo, hace muchos años el gran genetista Theodosius Dobzhansky demostró
experimentalmente cómo puede ocurrir la especiación en la mosca de la fruta: en uno de
muchos experimentos de laboratorio tomó una especie de mosca de la fruta, la dividió
en dos poblaciones y procedió a "seleccionar" artificialmente distintas características
(como el número de pelillos en las patas) en las dos poblaciones por varias
generaciones. Después de unas 20 generaciones, juntó las dos poblaciones pero observó
que ya no se apareaban: por medio de las manipulaciones que "favorecían" ciertos
rasgos superficiales acumularon las suficientes diferencias genéticas subyacentes para
no poderse cruzar. ¡Eran dos especies distintas!

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Otro experimento tomó una población natural de moscas de la fruta de una selva, las
dividió y las puso en dos tanques separados durante cinco años sin interferir. Al final de
ese tiempo (suficiente para que cada grupo produjera muchas generaciones), cuando se
juntaron las dos poblaciones, tampoco podían cruzarse. Las diferencias genéticas que se
fueron acumulando separadamente durante cinco años las volvieron incompatibles a la
hora de reproducirse. Las observaciones de diferencias anatómicas, conducta y ADN
demostraron cuánto divergieron: eran dos especies distintas.

¿Por qué no vemos surgir nuevas especies de plantas y animales en el mundo natural?
Por varias razones. Una de las más obvias es que la mayoría de las especies no producen
series de nuevas generaciones tan rápido como la mosca de la fruta o las bacterias, y se
necesita que pasen muchas generaciones para que se acumule suficiente variación
genética en una población y se presente la posibilidad de que surja una nueva especie.
Podemos observar muchas generaciones de la mosca de la fruta en unos meses o un año,
pero pensemos en el tiempo que tomaría observar 20 ó 30 generaciones de mamíferos.
Los grandes cambios evolutivos toman por lo menos miles de generaciones, así que
para nosotros es mucho más probable observar la extinción de una especie (algo muy
frecuente en la actualidad, desgraciadamente) que el surgimiento de una nueva especie.

Además, en el mundo natural las condiciones de absoluto aislamiento reproductor entre


poblaciones de una especie no se suelen mantener el tiempo suficiente para que ocurra
la especialización completa. Las poblaciones separadas por un tiempo por una barrera
física (un canal que se secó, un banco de arena, un camino que corta un bosque) a
menudo se recombinan cuando la barrera desaparece. Por ejemplo, cuando un canal
bloqueado entre dos lagos se vuelve a abrir, las poblaciones separadas de peces de una
misma especie se vuelven a cruzar. Eso interrumpe el proceso de especiación que
apenas empezaba. También hay que tener presente que no basta con "surjan" nuevos
rasgos en una población con relativo aislamiento reproductor. Pueden surgir
"novedades" evolutivas que den una ventaja reproductora a los individuos que las
tengan; pero eso no garantiza que el cambio se preservará y se consolidará en la
población general. Muchos procesos "accidentales" pueden impedirlo, como la
repentina introducción de una nueva especie depredadora o competidora, un cambio
dramático del clima, un incendio o una inundación, etc. Cualquiera de esos factores
puede llevar a la eliminación de individuos o de poblaciones enteras antes de que las
novedades ventajosas puedan transmitirse a suficientes descendientes y preservarse.
Especialmente en el caso de una población muy pequeña, es muy incierto si puede
subsistir lo suficiente para establecerse.

A pesar de los factores que impiden que se complete un proceso de especiación, o que
una nueva especie sobreviva, la especiación completa ha ocurrido innumerables veces
en los 3.5 millones de años pasados y continúa. La especiación explica la increíble
diversidad de la vida pasada y presente de este planeta... una diversidad tanto más
maravillosa porque se ha desenvuelto y florecido por su cuenta, sin que la dirija un
"ingeniero" imaginario ni un "diseñador" sobrenatural.

NOTAS

1A veces los mecanismos de aislamiento reproductor son más sutiles pero igualmente
efectivos; por ejemplo, se ha demostrado en estudios que dos poblaciones de insectos

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emparentados pueden aislarse reproductivamente por alimentarse con distintas plantas.


También se ha observado que surgen nuevas especies de plantas cuando dos especies
emparentadas pero distintas, que ocupan el mismo hábitat pero que normalmente están
aisladas reproductivamente por factores genéticos (como incompatibilidades
cromosómicas), se aparean y producen híbridos estériles. Normalmente, tales híbridos,
como las mulas estériles, no pueden producir descendientes; sin embargo, en las plantas
no es raro que los cromosomas de los híbridos se dupliquen (un fenómeno llamado
poliploidia ), lo que en la práctica les permite tener descendientes, ¡aunque no son
miembros de una nueva especie! Se cree que muchas de las 260,000 especies de plantas
actuales evolucionaron por medio de poliploidia.

2Es importante ver que los cambios de las frecuencias génicas y de la diversidad
genética general de las poblaciones pueden ocurrir por azar, y no solo por selección
natural. Por ejemplo, puede que a una zona migren nuevos individuos que lleven
material genético adicional a una población; o al contrario, la diversidad genética
general de una población se puede reducir por deriva genética, cuando se pierden ciertos
alelos genéticos (variantes de genes) debido a la muerte accidental de individuos o a la
eliminación accidental de un sector de la población.

3También hay evidencia experimental que apoya esta posición, y se cree que la cantidad
limitada de variación genética total de la población pequeña al comienzo de la
especiación puede "relajar" los constreñimientos genéticamente determinados presentes
en la población mayor. También se cree que tal "relajación" puede facilitar la
reorganización genética que lleva a que surjan nuevos rasgos.

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La ciencia de la evolución

En esta serie hemos hablado de que todas las formas de vida son producto de la
evolución, de que la evolución continúa y de que la evidencia de la evolución está en
todas partes. También hablamos de lo que saben los biólogos actualmente del proceso
de especiación: cuando una nueva especie se separa de la especie antecesora en el
transcurso de muchas generaciones. Por medio de innumerables casos de especiación a
lo largo de 3.5 billones de años, la vida evolucionó de unas bacterias primitivas a la
gran diversidad de animales marinos y a todas las especies de anfibios, reptiles, aves y
mamíferos (incluido el ser humano) que viven en la tierra.

La evolución se considera una de las teorías científicas más sólidas porque la evidencia
que la prueba proviene de muchas direcciones y de muchos campos de la ciencia: la
biología molecular ha hallado evidencia de la evolución en los patrones de ADN; la
paleontología ha hallado evidencia en las características y las secuencias de fósiles; la
embriología la halla en los patrones de desarrollo de los embriones; la genética de
poblaciones y la ecología halla evidencia de la evolución en las características, los
modos de interacción y los patrones de distribución de poblaciones y comunidades de
organismos vivientes. En la actualidad se ha documentado tanta evidencia de la
evolución que uno puede leer centenares de libros científicos y miles de artículos de
revistas científicas sobre el tema, y todavía tendrá más por leer.

En esta parte de la serie hablaremos de las principales categorías de evidencia que


comprueban de manera concluyente que la evolución es un hecho.

El pasado deja huellas en el presente

En todo proceso (ya sea de la naturaleza o de la sociedad) que tenga historia, el pasado
deja huellas en el presente. Por lo tanto, uno puede estudiar fósiles de organismos
muertos hace mucho y encontrar en ellos rasgos (huesos, etc.) que pertenecían a
especies antecesoras; o uno puede estudiar especies vivas y encontrar rasgos que
conectan claramente dos o más especies, y que las conectan con una especie anterior de
la cual evolucionaron.

La teoría de la evolución predice que si una especie vegetal o animal no salió "de la
nada", su físico y sus patrones de distribución en el planeta darán muchas pistas
concretas para averiguar de dónde proviene.

Y eso es precisamente lo que pasa.

Evidencia directa de la evolución del registro fósil y del registro molecular:

Como vimos en esta serie, el registro fósil es una fuente importante de evidencia directa
de la evolución pasada de las especies. Cuando se arreglan en orden de antigüedad
(determinado por diversas técnicas científicas de datación) una serie de fósiles de
plantas o animales, podemos comparar punto por punto sus estructuras y ver muchas de
las modificaciones graduales que han ocurrido entre los representantes "más viejos" y
"más jóvenes" de una línea.

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Una nueva especie solo puede evolucionar a partir de la variación heredable que existía
en las poblaciones de los antepasados inmediatos; cuando uno examina cualquier
especie viva o especie fósil de plantas o animales, encuentra ciertas semejanzas con los
antepasados y ciertas diferencias (nuevos rasgos que no tenía la especie anterior). Las
semejanzas permiten estudiar el parentesco de las dos especies; las diferencias permiten
entender por qué cada especie es única.

La vida lleva evolucionando en este planeta aproximadamente 3.5 billones de años:


suficiente tiempo para que se produzcan toda clase de dramáticas modificaciones
evolutivas en todas y cada una de las líneas de plantas y animales. Así, por ejemplo, hay
fósiles de ballenas marinas conectados (por medio de una serie de fósiles de especies
relacionadas) con una especie antecesora de cuadrúpedos terrestres; y nuestra propia
especie humana está emparentada con una serie de antepasados homínidos, es decir,
especies parecidas al ser humano que caminaban erguidas como nosotros pero que
todavía tenían mucho en común con los monos de los cuales evolucionaron. Si ponemos
en fila por orden de edad las especies antecesoras de la línea humana que caminaban
erectas, se ve que las más antiguas se parecen más a los simios y las más recientes se
parecen más a los humanos modernos. Eso quiere decir solamente una cosa: los seres
humanos descienden de especies previas no humanas parecidas a los simios. (Más
adelante trataremos a fondo el tema de la evolución humana).

Desde hace ya bastante tiempo los científicos establecieron la filogenia básica


(secuencia de antepasados y descendientes) de todas las líneas vegetales y animales. Lo
hicieron simplemente comparando los rasgos morfológicos (forma) de las especies
vivas y de fósiles de distintas edades. De hecho es posible, tal como lo predice la teoría
de la evolución, reconstruir el árbol de la vida agrupando especies y linajes por forma y
función, y separándolos por rasgos que no tienen en común. Cuanto más cercana sea la
relación de linajes y especies, más rasgos en común tendrán; y cuanto más lejana sea la
relación, más diferencias entre sí habrán acumulado. Por tales comparaciones sabemos,
por ejemplo, que los caballos y las cebras tienen una relación mucho más cercana entre
sí que con los lobos, y a su vez, que los caballos, las cebras y los lobos tienen más
relación entre sí que con las aves. Se puede seguir agrupando las especies así en grupos
cada vez más grandes, pero siempre a partir de los rasgos que realmente tienen en
común. Así encontraremos que los caballos, las cebras y los lobos tienen unos rasgos en
común con las aves (por ejemplo: son de sangre caliente y tienen columna vertebral); y
que a su vez tienen rasgos en común (como la columna vertebral) con unas especies
muy antiguas de peces que conocemos por el registro fósil (unas líneas de peces óseos
de los que descendieron los primeros animales que salieron a la tierra). Y naturalmente
los caballos, las cebras, los lobos, las aves, los peces óseos y todos los demás
vertebrados existentes o extintos, a pesar de todas sus diferencias, están más
relacionados entre sí que con los invertebrados, como las esponjas de mar y las almejas,
que representan un camino evolutivo muy diferente desde las etapas tempranas de la
historia de la vida. Como veremos más adelante, en sí el hecho de que las especies
animales y vegetales se puedan clasificar en una sucesión de grupos cada vez más
grandes exclusivamente por los rasgos que tienen en común (lo que se llama "jerarquía
anidada") prueba que están conectadas por líneas de ascendencia y descendencia.*

Si eso no fuera suficiente prueba de parentesco entre antepasados y descendientes, el


campo de la biología molecular ahora tiene nuevas técnicas que corroboran la evidencia

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de la evolución que se obtuvo por comparaciones de rasgos anatómicos y de desarrollo


de especies vivas, y por el rastreo de las secuencias de modificaciones evolutivas en el
registro fósil. Resulta que todas las especies vivas del planeta contienen muchas de las
mismas moléculas bioquímicas (como el ADN o las proteínas de la sangre), que
realizan muchas de las mismas funciones. El hecho de que toditos los organismos
(bacterias, pinos, seres humanos, palomas, etc., etc.) usen el mismo sistema, las mismas
moléculas bioquímicas (las cadenas de ácidos nucleicos llamadas ADN y ARN), para
almacenar información hereditaria (el modelo para la fabricación de distintas proteínas
en el cuerpo) y para transmitir esa información de generación en generación, demuestra
que todos los organismos del planeta descienden de una serie de antepasados comunes
(y que están relacionados en distinto grado).

De esas moléculas unas son sumamente antiguas y casi no han cambiado en millones de
años.

Pero las moléculas biológicas como el ADN (y las proteínas de la sangre) cambian con
el tiempo. Parece que unas cambian más rápido que otras. Pero también parece que
cualquier clase de molécula biológica tiende a mantener un ritmo de cambio
relativamente parejo , en promedio, durante largos períodos de tiempo. Esto es lo que ha
hecho posible la técnica moderna de "datación molecular", que permite identificar
aproximadamente en qué punto del pasado dos especies todavía tenían un antepasado
común: cuanto más tiempo las dos especies hayan estado separadas, más diferencias
habrán podido acumular en sus respectivas moléculas de ADN y de proteínas. Así que si
medimos las semejanzas y diferencias observables de uno o más genes (secuencias de
ADN) de dos especies, y si sabemos el promedio del ritmo de cambio de esa clase de
molécula, podemos saber con bastante certeza hace cuánto se separaron las dos especies
y empezaron a seguir caminos evolutivos distintos.***

Las nuevas técnicas de datación molecular siguen mejorando, pero ya han permitido
refinar las filogenias (árboles familiares) evolutivas: por ejemplo, a partir del registro
fósil y de evidencia anatómica y conductual, los evolucionistas saben hace tiempo que
los mapaches, los pandas rojos, los pandas gigantes y los osos tienen un antepasado
común. El análisis molecular de ADN de esas especies ha confirmado eso
independientemente; pero además ha dado información adicional sobre la secuencia de
divergencia evolutiva de esas especies. Así hoy sabemos que a pesar de las semejanzas
de forma y conducta de los pandas rojos y los pandas gigantes, en realidad los pandas
rojos tienen más parentesco con los mapaches que con los pandas gigantes, los cuales se
separaron más tarde de la línea de los osos. Este ejemplo, uno de muchos, ilustra que la
colaboración de los biólogos moleculares y los biólogos evolucionarios ha dado un
cuadro más completo y detallado de la historia evolutiva de distintas líneas vegetales y
animales.

Incluso cuando la evidencia molecular no añade tales precisiones, es invaluable porque


da una corroboración independiente de las filogenias que los científicos han trazado con
la evidencia fósil y con la comparación de semejanzas y diferencias de forma y función
de las especies vivas.

Una de las principales cosas que yo quisiera que los lectores recordaran de esta serie es
que la evolución tiene una enorme "consistencia de información",o sea, que hay muchas

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clases de evidencia que provienen de muchas direcciones y que todas apuntan a las
mismas conclusiones. La gran coherencia de la evidencia de diferentes fuentes es una de
las razones de que la mayoría de los científicos consideren que la evolución es una de
las teorías más sólidas y mejor fundamentadas de toda la historia de la ciencia.

CATEGORÍAS ADICIONALES DE EVIDENCIA

Además de la evidencia directa del registro fósil y del registro molecular, muchas
formas de evidencia indirecta de la evolución de las especies provienen de ciertos
rasgos de organismos vivos (y de comunidades enteras) que no tienen sentido, a menos
que las especies modernas sean modificaciones evolutivas de diferentes especies
anteriores. Esos rasgos tampoco tienen sentido si un dios sobrenatural o un "artífice
inteligente" hubiera "diseñado" conscientemente todas las formas de vida de este
planeta. Veamos unos ejemplos (basados en el respetado libro de texto universitario
Evolutionary Biology de Doug Futuyma y en su excelente libro para el público general
Science on Trial--The Case for Evolution, entre otras fuentes).

1) Evidencia de la evolución de las especies proveniente del desarrollo embrionario:

Muchas especies (todas las especies de vertebrados, entre ellas) producen huevos que se
transformarán en embriones; tales embriones tienen rasgos de especies antepasadas,
aunque ya no sean de ninguna utilidad. Por ejemplo, en las primeras etapas de
desarrollo, los embriones de reptiles, aves y mamíferos (incluidos los embriones
humanos) tienen cola y "hendiduras branquiales", tal como los embriones de peces . En
los peces, esas hendiduras branquiales formarán branquias a los lados de la cabeza para
respirar en el agua. En las tortugas, los pollos, los cerdos o los seres humanos, las
hendiduras desaparecen en una etapa posterior del desarrollo embrionario, antes del
nacimiento. ¿Pero por qué las tienen al principio?¿Y por qué los embriones humanos al
principio tienen cola (que también desaparece y solo queda un hueso, el cóccix, en la
punta de la columna)? Si un dios o un "artífice inteligente" hubiera diseñado todos los
organismos por separado, como dice la Biblia, ¡no tendría ningún sentido que
tuviéramos branquias o cola por un tiempo! Pero eso tiene mucho sentido si los
mamíferos evolucionaron de un grupo de reptiles que evolucionaron de un grupo de
peces. Las hendiduras branquiales y la cola de los embriones son vestigios (restos)
evolutivos de antepasados.

2) Evidencia de la evolución de las especies proveniente de otros rasgos vestigiales


(remanentes):

Inclusive después del nacimiento, los individuos de muchas especies conservan rasgos
inútiles o en algunos casos peor que inútiles. En ciertas especies de plantas que en la
actualidad tienen flores masculinas y femeninas completamente separadas, las flores
masculinas todavía tienen vestigios pequeños e inútiles de órganos femeninos (pistilos)
y las flores femeninas tienen vestigios de órganos masculinos (estambres). Algo tan
extraño no tendría sentido si un dios hubiera creado las especies siguiendo un plan
maestro consciente e inteligente, pero sí tiene sentido a la luz de la evolución: son
vestigios de antepasados que producían órganos masculinos y femeninos en la misma

Psicología Médica 60
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flor (como todavía lo hacen muchas especies). O veamos las ballenas: todavía tienen
huesos pélvicos pequeños, poco desarrollados y aparentemente sin función, que ni
siquiera están conectados al resto del esqueleto. Esas estructuras no concuerdan con un
cuerpo alargado adaptado a desplazarse en el agua; son vestigios evolutivos de cuando
los antepasados de las ballenas vivían en la tierra y tenían patas conectadas a la pelvis.

¿Y las especies de peces y organismos que viven en cuevas y tienen ojos, aunque pasan
toda la vida en la oscuridad y no pueden ver? ¿Diseñaría algo tan disparatado un dios?
Lo que pasa es que esos organismos que hoy viven en cuevas descienden de especies
que vivían en ambientes iluminados y tenían ojos funcionales. ¿Por qué unos insectos
que no vuelan tienen alas vestigiales? Simplemente porque descienden de especies que
tenían alas y volaban. ¿Y los seres humanos? Tenemos un cachito de cola; tenemos una
columna vertebral y músculos abdominales como los de los cuadrúpedos, que nos hacen
vulnerables al dolor de espalda y que a duras penas sostienen los órganos vitales
(porque no fueron "diseñados" para andar en posición vertical); tenemos un apéndice
(rezagos del saco intestinal de una especie anterior) que no nos sirve y a veces se tapa,
se infecta y nos puede matar. ¿Qué dios o "artífice inteligente" diseñaría organismos con
rasgos físicos tan inútiles, imperfectos y a veces perjudiciales?

Ninguna de esas y muchas otras estructuras vestigiales tiene sentido fuera de ser
"remanentes" evolutivos de antepasados diferentes. Es muy importante entender que el
proceso de evolución no es un mecanismo "perfeccionador": nunca "empieza de cero" y
no puede construir estructuras perfectas o ideales. Solo puede "trabajar con lo que tiene"
en cada nueva generación: la evolución solamente puede construir "nuevas" estructuras
con la variación genética que ya existe en las generaciones inmediatamente anteriores.

3) Evidencia de la evolución de las especies proveniente de rasgos homólogos:

La naturaleza está llena de rasgos homólogos: partes del cuerpo hechas de estructuras
muy similares aunque tienen funciones algo distintas. Las manos de los primates, las
patas delanteras de los topos, las alas de las aves, los murciélagos y los dinosaurios
voladores, y las aletas de las ballenas y los pingüinos están compuestas de los mismos
huesos (el humero, la ulna, el radio y el carpo), aunque las proporciones relativas de las
extremidades son algo diferentes y aunque tienen funciones un tanto diferentes (agarrar,
cavar, volar, nadar). ¿Por qué están compuestas de los mismos huesos? Un "artífice
inteligente" seguramente podría diseñar por separado huesos más especializados para
hacer una mano "más perfecta", un ala más perfecta, una aleta más perfecta; pero
ninguna de las estructuras actuales es "perfecta" o ideal para cumplir sus funciones.
Tales imperfecciones de función y semejanzas de estructura tienen explicación si son el
resultado de modificaciones evolutivas de extremidades preexistentes que tenían
especies anteriores. No hay otra explicación lógica.

Lo mismo se puede decir del hecho de que todas las formas de vida del planeta
(bacterias, plantas y animales) usan el mismo código genético básico: todas las especies
usan los mismos nucleótidos (los componentes químicos del ADN) para producir los
mismos tipos de aminoácidos (químicos con que se construyen cadenas de proteínas).
La vida podría organizarse con otro código genético, pero no lo ha hecho. Las cadenas
de proteínas pueden construirse con aminoácidos de estructura química D o L (dos
formas iguales pero opuestas), pero resulta que todas las proteínas que producen todas

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las especies de la Tierra contienen exclusivamente aminoácidos de forma L. No hay una


razón absoluta para que la vida se organice así: este patrón universal solo tiene sentido
porque todas las especies evolucionaron de una serie de antepasados comunes,
remontándose a los principios de la vida en este planeta hace unos 3.5 billones de años.
Las primeras formas de vida evidentemente usaban aminoácidos L para hacer proteínas,
y todos sus múltiples descendientes simplemente han replicado el mismo patrón.

4) Evidencia de la evolución de las especies proveniente de convergencia:

Los rasgos convergentes son similares en apariencia y realizan funciones parecidas,


pero están compuestos por diferentes elementos y no se derivan del mismo rasgo
ancestral. Por ejemplo, los ojos de los vertebrados y los ojos de los cefalópodos (un
grupo de invertebrados al que pertenecen el pulpo y el calamar) realizan una función
similar (ver), pero vienen de la evolución de estructuras diferentes. Igualmente, las
aletas de los peces y las aletas de las ballenas son parecidas y realizan la misma función
(surcar el agua), pero son el resultado de la modificación evolutiva de estructuras
anatómicas diferentes que tenían sus respectivos antepasados. Los pandas pueden
agarrar y manipular los retoños de bambú con lo que parece un dedo pulgar, pero esos
"pulgares" en realidad no tienen huesos de dedos; son una modificación del hueso de la
muñeca de una especie antecesora. Lo que muestran todos estos ejemplos es, primero,
que una función puede evolucionar de más de una forma y, segundo, que la forma
particular en que evoluciona (la estructura preexistente de que se deriva) depende del
material disponible en la población de antepasados inmediatamente anteriores.

A veces comunidades enteras de plantas o animales muestran evidencia de evolución


convergente:

La gran variedad de las formas de vida de este planeta es testimonio de que la evolución
biológica es un proceso muy creativo y de que la selección natural es un mecanismo
muy poderoso para moldear cambios en todos los organismos. Una buena ilustración de
esto es la convergencia evolutiva de comunidades enteras de plantas y animales que
tienen impresionantes semejanzas de forma y función aunque viven en distintas partes
del mundo y no tienen parentesco cercano. Veamos unos ejemplos: ciertas especies de
cactos de los desiertos de Norteamérica (como la pitahaya dulce, también llamada
órgano) son tan parecidas a unas especies de la familia de plantas Euforbia del sur de
África que es difícil distinguirlas. Pero las dos familias no tienen ningún parentesco
inmediato; representan dos separaciones diferentes de líneas vegetales anteriores, y sus
semejanzas actuales de forma y función evolucionaron después (e independientemente),
simplemente como resultado de la selección natural, que produjo adaptaciones similares
a ambientes similares (en este caso, desiertos). Un ejemplo parecido son las cuatro
familias de pájaros que tienen pico adaptado a chupar el néctar de las flores: los
colibríes de Norte y Sudamérica, los azucareros de Hawai, los soles de África y los
chupamiel de Australia. En las cuatro familias las adaptaciones del pico evolucionaron
independientemente. Representan diferentes líneas evolutivas, pero a lo largo de mucho
tiempo las cuatro líneas adquirieron adaptaciones muy similares a oportunidades
ecológicas similares.

El ejemplo más famoso de convergencia evolutiva es el de los mamíferos placentarios y


los mamíferos marsupiales. Los marsupiales son mamíferos que dan a luz crías

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inmaduras que se terminan de desarrollar en una bolsa exterior que tiene la madre, como
el canguro; viven principalmente en Australia. Son muy diferentes de los mamíferos
placentarios, cuyas crías se desarrollan dentro de un útero nutrido por la placenta y no
tienen bolsa exterior; estos son mucho más comunes y viven por todo el mundo. Los
marsupiales se diversificaron en Australia por millones de años antes de que llegaran al
continente mamíferos placentarios (incluso en la actualidad los mamíferos placentarios
que hay en Australia son "importaciones" relativamente recientes). Lo curioso es que a
pesar de millones de años de caminos evolutivos separados, muchos marsupiales
australianos tienen una contraparte casi idéntica en el mundo de los mamíferos
placentarios en otros lugares del planeta. Esas contrapartes tienen la misma apariencia,
se comportan igual, consiguen alimento de modo similar, etc. Hay un lobo marsupial (el
lobo de Tasmania o yabí) y un lobo placentario; hay un "ratón" marsupial similar al
ratón placentario; hay topos, ardillas voladoras, osos hormigueros y gatos placentarios y
marsupiales.

¿Cómo se explica esto? Parece que cuando Australia se separó de los otros continentes
hace más de 50 millones de años, todavía no tenía mamíferos placentarios, que ya
estaban evolucionando en otras partes del mundo. Así, los mamíferos marsupiales
evolucionaron separadamente, aislados de los mamíferos placentarios, por millones de
años. Las especies marsupiales ocuparon muchos hábitats y "nichos" ecológicos que, en
otras partes del mundo, ocuparon los mamíferos placentarios. El hecho de que en la
actualidad muchos marsupiales son muy parecidos en forma y conducta a sus
"contrapartes" placentarias en continentes distantes muestra lo que puede pasar cuando
la selección natural opera independientemente en dos ramas evolutivas por largos
períodos de tiempo y produce modificaciones (adaptaciones) evolutivas similares en
poblaciones variables de organismos que encontraron condiciones ambientales
similares. Esto no tendría sentido si un "artífice inteligente" hubiera creado todas las
especies al mismo tiempo y como "índoles separadas". ¿Qué puede explicar que un
subconjunto de mamíferos de una parte aislada del mundo como Australia tenga
contrapartes tan parecidas en una línea completamente distinta de mamíferos (con un
modo de reproducción distinto), que han existido por millones de años en lugares
completamente diferentes? Como vimos, la evolución biológica (combinada con la
deriva continental) es la única explicación razonable.

5) Evidencia de la evolución de las especies proveniente del "diseño menos que


óptimo": Peculiaridades e imperfecciones de la naturaleza

Repitamos: la evolución no es un "mecanismo perfeccionador" en absoluto. Es muy


importante entender esto. Mucha gente cree que la evolución quiere decir que todas las
especies de plantas y animales siempre están evolucionando en una sola dirección y que
siempre se están "adaptando mejor" a su ambiente. Eso es un error. La evolución no es
una marcha en línea recta hacia el "Progreso" con mayúscula. Es cierto que muchas
especies exhiben adaptaciones maravillosamente ajustadas a su ambiente, como la
evolución del camuflaje que permite integrarse a los colores del fondo y confundir a los
depredadores. Pero no todos los rasgos de los organismos están igualmente bien
"adaptados" a su ambiente. Además, el ambiente (del que forman parte todas las
especies que lo habitan, contando los competidores y depredadores, y no solo la
temperatura, la humedad y demás características físicas) siempre cambia. Por lo tanto la

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dinámica entre los organismos y el ambiente es fluida, y lo que puede ser una
"adaptación" en determinado contexto puede no serlo cuando hay cambios.

Recordemos que la evolución por selección natural simplemente quiere decir que un
rasgo heredable que da a un individuo de una población una "ventaja reproductora"
automáticamente tenderá a pasarse a los descendientes y a diseminarse a más y más
individuos en las generaciones sucesivas; pero eso pasará inclusive si ese rasgo también
tiene un lado negativo, si tiene aspectos de "mala adaptación". Por ejemplo, en bastantes
especies animales los machos tienen rasgos físicos casi absurdamente exagerados, como
la larguísima colorida cola del pavo real o la gigantesca cornamenta del venado, el alce
y el ante. Se ha demostrado en experimentos que las hembras prefieren aparearse con
los machos más "llamativos". Este hecho en sí (una variante de la selección natural
llamada selección sexual) sería suficiente para propagar más los rasgos "llamativos" de
generación en generación (puesto que los machos que los tengan en promedio tenderán
a producir más descendientes), siempre y cuando esos rasgos sean heredables (como es
el caso de las plumas de la cola del pavo real). O sea, si los machos más llamativos se
aparean más porque son más "atractivos" para las hembras, los rasgos llamativos se
diseminarán de generación en generación y podrían exagerarse más con el tiempo. Esto
concuerda con la selección natural. Pero no podemos decir que esa tendencia evolutiva
ha llevado a que el pavo real esté "mejor adaptado" a su ambiente en un sentido general;
por ejemplo, la gran cola del pavo real no lo ayuda a conseguir alimento, a tolerar
temperaturas extremas ni a escapar de depredadores. En resumen, a menudo hay
"compensaciones" entre las ventajas y las desventajas de distintos rasgos cuando las
poblaciones evolucionan. Si bien muchos cambios evolutivos representan adaptaciones
al ambiente local, no todas las tendencias evolutivas y las direcciones de cambio son
adaptativas.

El hecho de que muchos rasgos no sean "perfectamente diseñados" para sus funciones
tiene sentido si son el producto de series sucesivas de evolución biológica y no del
"diseño" de una fuerza consciente externa. Pero no tendría sentido que un dios
omnisciente y todopoderoso diseñara organismos con fallas e imperfecciones de diseño.
Por ejemplo, los seres humanos somos propensos al dolor de espalda y de cadera porque
nuestro esqueleto no está "perfectamente diseñado" para la posición vertical. ¿Cuál será
más probable: que un dios omnisciente y todopoderoso hizo un trabajo mal hecho, o que
nuestro esqueleto es "imperfecto" porque se deriva del esqueleto de especies
antepasadas que caminaban en cuatro patas?

El ser humano también tiene la peligrosa tendencia de atragantarse o atorarse con la


comida; esto se debe a que el conducto que lleva el aire a los pulmones cruza el
conducto que lleva la comida al estomago. Si un dios lo hubiera diseñado, sería muy
chafo (o sádico). Pero no es un "diseño" consciente; es un producto de nuestra historia
evolutiva: los canales de respiración de todos los vertebrados terrestres también
evolucionaron en el pasado distante como modificaciones de estructuras preexistentes
(en este caso, "vejigas natatorias" de peces óseos y peces dipneos, o pez pulmón) que
formaron pulmones primitivos. Esa "innovación" evolutiva permitió a los primeros
vertebrados terrestres respirar fuera del agua y colonizar nuevos hábitats. Pero junto con
todas las nuevas oportunidades y ventajas iba el pequeño problema del "cruce" de los
conductos del aire y de la comida. Y ese problema se agravó en el ser humano cuando la
evolución de la posición vertical cambió la posición relativa de la cabeza y la garganta.

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Como dijimos, el ser humano no tiene un "diseño óptimo" para caminar en posición
vertical. Esta posición fue una ventaja para nuestra especie, pero creó presiones en los
huesos y los músculos porque no "salimos de la nada" y la posición vertical evolucionó
a partir de lo que existía antes: del cuerpo preexistente de nuestros antepasados que no
tenían posición vertical. O sea que, como todas las demás especies del planeta, el ser
humano tiene muchos rasgos físicos que sin duda podrían ser mejores si un "artífice
inteligente" lo hubiera creado... ¡a menos que ese "diseñador" fuera bien morboso!
Vuelvo a plantear la pregunta: ¿cuál será más probable: que un dios diseñara al ser
humano con una garganta propensa a atragantarse y una tendencia crónica al dolor de
espalda, o que la configuración de propensión a atragantarse de la garganta humana y
presiones en la espalda y las rodillas sea simplemente el resultado no tan perfecto de
una serie de reconfiguraciones anatómicas que sucedieron cuando de unos de nuestros
antepasados simios que caminaban agachados evolucionaron homínidos erectos?

En todas las muchas peculiaridades e imperfecciones de la naturaleza hay evidencia


concreta de la evolución. Además, el estudio de tales imperfecciones da mucha
información sobre la secuencia de pasos evolutivos que llevaron a cierto punto. Por
ejemplo, como mencionamos, si ponemos en orden de edad una docena de fósiles de
especies de homínidos, de los más antiguos a los más recientes (abarcando varios
millones de años), veremos que las primeras especies de homínidos que caminaban
erectos no tenían todos los rasgos que consideramos humanos; todavía tenían cráneo y
cerebro pequeño muy parecido al de los simios, y brazos largos y piernas cortas como
los simios, aunque ya eran muy diferentes de ellos y podían pararse y caminar erectos.
También veremos que los homínidos posteriores, que son derivaciones evolutivas de
esos primeros homínidos, tenían casi la forma, las proporciones y el tamaño del cerebro
de los humanos modernos. Pero eso no pasó de una vez; ocurrió en el transcurso de
millones de años.

La evidencia es clara: la evolución de la vida implica modificaciones "imperfectas",


paso a paso, de la materia prima preexistente (canalizada y limitada por la historia
pasada) disponible en un momento dado, y no es la obra magna de una deidad
infinitamente sabia y poderosa.

6) Evidencia de los patrones de distribución geográfica de las especies en el planeta:

Los patrones de distribución de muchos grupos de plantas y animales en el mundo no


tendrían sentido si no descendieran de antepasados comunes. Por ejemplo, los linajes
más antiguos de animales que viven en tierra (como los anfibios y los reptiles) tienen
descendientes relativamente similares (ranas y culebras similares) en todos los
continentes. Esto no es sorprendente porque el registro fósil indica que los anfibios y los
reptiles evolucionaron y se extendieron por todo el mundo mucho antes de que los
continentes se separaran. Por otra parte, los mamíferos, que evolucionaron después
(aparecen en el registro fósil cuando los continentes se empiezan a separar), siguieron
caminos evolutivos separados y diversos en los distintos continentes (como vimos, los
marsupiales australianos son muy distintos de los mamíferos placentarios de otros
continentes; y muchos mamíferos de África, como los primates, son distintos de los de
las Américas). La ciencia de la evolución puede explicar tales patrones basándose en el
tiempo transcurrido desde que las diferentes líneas se separaron y en el tiempo que han
evolucionado independientemente. Pero la creación bíblica no lo puede explicar.

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La creación bíblica tampoco puede explicar por qué tantas especies que habitan islas
son mucho más parecidas a una especie que habita la tierra firme cercana que a especies
de puntos más alejados del globo. Muchas especies de pájaros isleños, por ejemplo,
exhiben una gran variedad entre sí de algunas adaptaciones evolutivas, pero conservan
muchos rasgos en común con una especie que vive en tierra firme. Esto es
perfectamente lógico si las especies isleñas son descendientes modificados de
individuos de tierra firme que migraron a la isla y después se diversificaron (con
repetidas especiaciones relacionadas con una variedad de componentes ambientales) en
muchas especies. Pero si, como dice la Biblia, un dios creó todas las especies de aves
del mundo al mismo tiempo y como "índoles" separadas, sin relación e inmutables, no
debería haber evidencia tan obvia de parentesco entre las especies isleñas y las especies
de tierra firme.

7) Evidencia de la evolución de las especies proveniente del hecho de que las


características de los organismos se ajustan a un sistema de clasificación jerárquica
"anidada":

Esto suena complicado pero no es. Como dijimos antes, una "jerarquía anidada"
simplemente es un patrón de clasificación de "grupo dentro de grupo" en que caen
naturalmente todas las especies cuando se trazan filogenias (árboles familiares) por los
rasgos que tienen en común. En la práctica, solo las cosas que están realmente
relacionadas por líneas de descendencia histórica (en que los antepasados transmiten
unos rasgos a los descendientes, de una generación a la siguiente) encajan
sistemáticamente en un patrón de jerarquía anidada. Si, por el contrario, uno trata de
encajar en ese patrón cosas que en realidad no están conectadas por líneas de
descendencia y herencia (cosas que no han evolucionado una de la otra a lo largo de
generaciones), pues no funcionará: los objetos no relacionados no se pueden clasificar
en un patrón tan sistemático de "grupo dentro de grupo". Por ejemplo, uno puede hacer
una lista de los nombres y las características de todos los elementos químicos o de todos
los minerales conocidos. Pero lo que no puede hacer es conectar los elementos químicos
entre sí en una jerarquía de "grupo dentro de grupo" basándose en las características que
comparten, y tampoco se puede hacer con los minerales. ¿Por qué? Porque los
elementos químicos no evolucionaron de elementos químicos preexistentes y los
minerales no evolucionaron de minerales preexistentes. Por lo tanto no hay forma de
establecer lazos familiares para agruparlos en una jerarquía anidada de grupos cada vez
más grandes guiándose por las características comunes.

En cambio las especies biológicas sí se pueden clasificar en una jerarquía anidada.


También se pueden clasificar en ese patrón cosas no biológicas que realmente estén
conectadas por líneas de descendencia, como los idiomas. Los miles de idiomas se
pueden clasificar en una jerarquía de "grupo dentro de grupo", de idiomas "antepasados"
e idiomas "descendientes", porque cada uno surgió en un proceso de "descendencia con
modificación" de una serie de idiomas preexistentes, de los cuales "heredaron" muchas
características de vocabulario y sintaxis (reglas de gramática, etc.). El francés, el
español y el italiano, por ejemplo, están muy emparentados y cada uno es una
modificación ligeramente diferente de un idioma "antecesor": el latín. El hecho de que
los idiomas humanos se puedan clasificar en una jerarquía anidada prueba que no se
desarrollaron por separado sino "uno del otro" (a diferencia de los elementos químicos o
los minerales). Asimismo, el hecho de que las especies biológicas se puedan clasificar

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en tal patrón es una prueba más de que las formas de vida no aparecieron todas a la vez
como "índoles" separadas y sin relación (como dice la Biblia), sino que evolucionaron
una de la otra de una serie de antepasados comunes.

En realidad no conozco ninguna otra teoría científica, de ningún campo, que esté tan
bien sustentada por hechos demostrados y por tantas fuentes de evidencia que se
refuerzan mutuamente como la teoría de la evolución biológica. ¿Cuánta más prueba se
necesita? Muchos científicos están muy frustrados y enojados de que una bola de
creacionistas fundamentalistas, emperrados en promover ignorancia por sus prioridades
políticas reaccionarias, bloquee la educación científica y no deje que la gente sepa lo
fuerte que es la evidencia de la evolución. Hacen todo lo que está a su alcance --
tergiversan la verdad, riegan mentiras y hasta amenazan-- para hacer aceptar una
interpretación literal de la historia bíblica de la creación, aunque con toda la evidencia
científica que se ha acumulado en siglo y medio eso no se puede sostener.

Los paleontólogos pueden mostrar montones de fósiles, de todo el mundo, con


secuencias claramente demostradas de modificaciones evolutivas, y muchas de las
divergencias sucesivas que caracterizan las distintas líneas evolutivas animales y
vegetales. Los anatomistas comparativos y los biólogos del desarrollo pueden mostrar
pruebas muy concretas de que todas las plantas y los animales tienen estructuras que
conservan rasgos significativos de las especies que los precedieron, combinadas con
nuevas estructuras que obviamente son una modificación de la parte correspondiente en
una especie anterior. Los biólogos moleculares en las últimas décadas han comparado el
ADN y otras moléculas de montones de especies y han averiguado el grado de
parentesco entre distintas especies y en qué momento ocurrieron diferentes divergencias
en su árbol familiar. Muchos biólogos moleculares no saben mucho de fósiles o de
anatomía comparativa (igual que muchos paleontólogos y anatomistas no saben mucho
de biología molecular), pero los científicos de esos campos (y de muchos otros) han
llegado a las mismas conclusiones básicas sobre la evolución del árbol de la vida que
conecta todas las especies vivas y extintas.

Todo biólogo puede dar de un tirón montones de ejemplos de rasgos de organismos y


comunidades de organismos (estructuras vestigiales, homologías, casos de evolución
convergente, etc.) que se pueden explicar muy sencillamente con la teoría de la
evolución pero que no se pueden explicar lógicamente de ninguna otra manera. Además,
como vimos en otras partes de esta serie, los biólogos evolucionarios, los genetistas de
poblaciones y los ecólogos de comunidades han corroborado experimentalmente
muchas predicciones de la teoría de la evolución (en el laboratorio y en poblaciones
naturales) en miles de estudios y experimentos que muestran la evolución en acción en
toda clase de líneas vegetales y animales, y han permitido descifrar muchos de los
mecanismos del cambio evolutivo.

Ninguno de esos científicos, en ninguno de esos campos, ha encontrado un solo ejemplo


de evidencia concreta que refute (o contradiga) los hechos básicos de la evolución. Así
que vuelvo a plantear la pregunta: ¿cuánta más prueba se necesita?

Notas:

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* Anteriormente vimos que en la actualidad contamos con varias técnicas científicas que
permiten datar fósiles (determinar la edad relativa). Con las técnicas de datación los
científicos han podido verificar y confirmar las filogenias básicas (secuencias básicas de
especies de antepasados y de descendientes, y los linajes que forman el árbol de la vida)
que se establecieron comparando las semejanzas y las diferencias de anatomía y
desarrollo de distintas especies y grupos mayores de plantas y animales.

** La estructura básica de ciertos genes, por ejemplo los genes que regulan aspectos del
crecimiento y del desarrollo anatómico del cuerpo, han permanecido tan constantes a lo
largo de millones de años que se pueden encontrar en forma esencialmente equivalente
en organismos tan distintos (y tan distantes desde el punto de vista evolutivo) como las
bacterias y las moscas de la fruta. Igualmente, la estructura química de la proteína
hemoglobina de la sangre de los humanos y de los chimpancés es casi exactamente la
misma, aunque la línea humana y la línea de los chimpancés se separaron de un
antepasado común hace unos 5 millones de años y desde entonces han evolucionado
separadamente.

*** Para tomar en cuenta el hecho de que puede que una clase particular de molécula
biológica no haya cambiado siempre a un ritmo constante, se repiten los cálculos con
más de una clase de molécula.

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¿De dónde venimos?

¿Quiénes somos? ¿De dónde salimos? ¿Cómo será el futuro? El ser humano se ha hecho
tales preguntas prácticamente desde que es ser humano. Es uno de los rasgos que nos
hacen humanos: la capacidad de pensar, de hacer preguntas y de conversar sobre el
presente y, también, sobre lo que pasó en el pasado y lo que puede pasar en el futuro.
Eso no lo hace ninguna otra especie del planeta. Esa capacidad es lo que nos permite
aprender de los conocimientos y tradiciones de nuestros antepasados (de los cuales
conviene conservar unos y descartar otros); esa capacidad es lo que permite a
generación tras generación de seres humanos seguir acumulando conocimientos y
experiencias por medio de la revisión y modificación de interpretaciones previas, y por
medio de nuevas exploraciones y transformaciones del mundo que nos rodea.

Pero además de esta increíble capacidad, también tenemos la capacidad y la tendencia


de "inventar cosas" cuando no sabemos algo. Cuando inventamos relatos imaginativos
sobre el futuro, los llamamos ficción científica o ciencia ficción, y cuando los relatos se
imaginan lo que sucedió en el pasado se suelen llamar supersticiones o mitos. En la
primera entrega de esta hablamos de los "mitos de los orígenes" o "mitos de la creación"
que son el fundamento de muchas religiones de la actualidad (y seguramente de las
religiones de la antigüedad que han dejado de existir). Los mitos de la creación
sencillamente son relatos que los seres humanos de hace siglos o miles de años se
contaban para explicar algo que no podían saber todavía: cómo surgieron los seres
humanos. Tales relatos (contados en canciones y poemas en muchas culturas, y escritos
en "escrituras sagradas" de autoría humana como la Biblia, el Tanak y el Corán) tienen
detalles diferentes (que indican que se idearon en distintos lugares, épocas y ambientes
físicos); pero todos tienen algo en común: dicen que al ser humano lo crearon hace
mucho tiempo espíritus sobrenaturales misteriosos (dioses del sol, espíritus del agua,
madres de la tierra o patriarcas barbados en las nubes), por lo general invisibles, a partir
de un elemento terrestre, como el barro, y que después lo bajaron del cielo o lo sacaron
de las entrañas de la tierra, y que de ahí en adelante se reprodujeron y poblaron la tierra
(o la parte del planeta que fuera conocida a los autores del mito).

No me sorprende en lo más mínimo que los pueblos antiguos que vivían en un mundo
precientífico inventaran relatos para explicar el origen del ser humano. El estudio de
tales mitos hoy no dará una explicación verdadera de nuestro origen, pero podemos
apreciarlos como poesía, canción y literatura, y podemos aprender mucho de la vida de
los pueblos antiguos y de cómo veían su mundo.

Es fácil ver por qué hace tiempo inventaban mitos de la creación, pero la evidencia
histórica y científica actual demuestra que los relatos de la creación de todas las
religiones del mundo en sí fueron "creados" por seres humanos. Los seres humanos
también inventamos cuentos para los niños sobre Santa Claus o el ratón Pérez, pero
todos sabemos que al crecer reconoceremos que son cuentos dotados de un propósito
social. Los adultos se aferran a los mitos religiosos del origen de los seres humanos y
demás seres vivos por las mismas razones sociales que los llevan a sentir la necesidad
de la religión, así como también porque: a) durante la mayor parte de la existencia de
los seres humanos no existían los métodos, las orientaciones ni los descubrimientos
científicos que permitieran saber de dónde procedemos, a partir de los hechos, no de

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superstición y mito; y b) las divisiones y disparidades sociales que han existido en todo
el mundo le han vedado el conocimiento científico a la mayoría de la humanidad,
situación que continúa a la fecha.

Hoy la ciencia puede contestar clara y definitivamente la pregunta "¿de dónde


venimos?". Desde la publicación en el siglo 19 del innovador trabajo de Charles Darwin
sobre la evolución de la vida, los científicos han podido entender y demostrar
científicamente cada vez más que todos los seres vivos del planeta (todas las plantas y
los animales, y dentro de estos los seres humanos) están emparentados en distinto grado,
y que todas las especies evolucionaron (se originaron y cambiaron) en el transcurso de
cientos de millones de años por medio de un proceso llamado "descendencia con
modificación" de una serie de antepasados comunes. Hoy es muy claro que a ese
proceso lo moldeó en gran medida el mecanismo principal del cambio evolutivo que
llamamos selección natural.

Que la evolución opera por selección natural sobre poblaciones de individuos variados
fue la "gran idea" de Darwin; pero no es apenas una "idea interesante" ni una "teoría sin
comprobar" o especulación: es un hecho científico altamente comprobado. Se puede
decir que prácticamente todo el progreso de la biología y ciencias afines de principios
del siglo 20 hasta hoy ha sido una larga "prueba" de la teoría básica de la evolución de
Darwin. A estas alturas se ha demostrado sin la más mínima duda que la vida ha
evolucionado continuamente 3« billones (tres mil millones y medio) de años, que sigue
evolucionando y que gran parte del cambio evolutivo (tanto de escala pequeña como de
gran escala) se da por medio del mecanismo inconsciente de la selección natural.
Además de probar que la evolución ocurre, la ciencia moderna ha demostrado cómo
ocurre, en parte gracias a descubrimientos de la genética y la biología molecular
posteriores a Darwin. La evidencia de la evolución pasada está en todas partes, en todas
las especies vivas y en todos los fósiles de las especies extintas. Por otra parte, miles de
estudios científicos demuestran que la evolución continúa. Las poblaciones de plantas y
animales siguen cambiando (evolucionando) a lo largo de muchas generaciones (no
"instantáneamente") gracias a la selección natural y fenómenos relacionados. (Las
entregas anteriores de esta serie explican a fondo el proceso de la selección natural y
dan ejemplos de evolución en acción a nuestro alrededor).

El ser humano evolucionó de especies no humanas

¿Hay evidencia concreta de que los seres humanos (y no solo las otras especies de seres
vivos del planeta) son el producto de la evolución biológica? ¿Hay pruebas claras de
que descendemos de especies previas que no eran humanas? Sí, definitivamente, sin
lugar a dudas. La evidencia de esto es muy clara.

El ser humano desciende de una larga serie de especies preexistentes que no eran
humanas. La línea evolutiva que llevó a los seres humanos modernos (llamada la línea
"homínida") se separó de una línea de simios (monos) africanos hace pocos millones de
años. Otra rama de esa línea llevó a los gorilas y chimpancés modernos, nuestros primos
evolutivos más cercanos. En los homínidos de nuestro lado de esa separación evolutiva
están todas las especies más relacionadas a los humanos que a los chimpancés. Como
veremos, ha habido muchas especies homínidas y se diferencian de sus antepasados
simios porque eran bípedas (caminaban de pie). Representan varios pasos evolutivos

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intermedios entre los antepasados simios y los humanos modernos. Las especies bípedas
más antiguas eran muy parecidas a los simios; las especies más recientes son más
parecidas a los humanos modernos. Los paleontólogos (los científicos que coleccionan
y analizan fósiles) continuamente hallan más y más fósiles de las muchas especies de
homínidos bípedos (algunos vivieron al mismo tiempo), y estamos aprendiendo cuáles
de esas especies fueron nuestros antepasados más directos y cuáles son ramas laterales
de nuestro árbol genealógico que se truncaron. Los seres humanos actuales
pertenecemos todos a una sola especie, la única que queda de la serie de especies
homínidas. Al estudiar las especies antepasadas y los ambientes en que vivieron,
aprendemos no solo quiénes fueron nuestros antepasados más directos sino también qué
es ser plenamente humanos.

Con cada nuevo fósil que se encuentra, y con el correspondiente análisis y discusión por
varios grupos de científicos, sabemos más detalles del desenvolvimiento exacto de la
evolución humana. Queda mucho por saber, pero las líneas generales, el patrón básico,
están tan claros que para la vasta mayoría de los científicos de todo el mundo quien no
crea que los seres humanos evolucionaron de una especie preexistente es similar al que
todavía crea que la Tierra es plana y que si navega hacia el horizonte ¡se despeñará del
borde!

Los creacionistas aprovechan la ignorancia y la confusión que generan la falta de


educación y la mala educación; mienten y tergiversan los hechos sabidos de la
evolución, y quieren que la gente considere vergonzoso tener antepasados pre-humanos.
Dicen que para los evolucionistas los seres humanos "no son diferentes a los monos de
un zoológico", pero eso no es cierto. Lo que los evolucionistas dicen es que hay una
abundancia de pruebas concretas de que: 1) los seres humanos descienden de
antepasados similares a los simios; 2) los simios modernos como los chimpancés son
parientes cercanos de los humanos; 3) los humanos y los simios todavía tienen en
común muchos rasgos físicos y conductuales; 4) los seres humanos también tienen
características evolutivas que les son exclusivas a ellos, y que obviamente hacen que
sean diferentes de sus parientes simios.

Los creacionistas también sostienen que si las escuelas enseñaran que descendemos de
animales, los niños "se portarían como animales" y caerían en la inmoralidad y el
libertinaje. Esto es ridículo y es una falta de respeto a los jóvenes, las familias y su
capacidad de reaccionar a la verdad. Igualmente, no capta que por más que
descendemos de especies no humanas, tenemos características exclusivamente humanas
que nos distinguen de nuestros parientes más cercanos de otras especies. Nuestro
comportamiento (para bien o para mal) es inconfundiblemente humano.

La ciencia de la evolución demuestra que si pudiéramos caminar a lo largo del tiempo


hacia atrás, a lo largo de toda la serie de especies antepasadas de las que descendemos,
pasaríamos por la larga serie de simios pre-humanos que son nuestros antepasados más
directos. Siguiendo hacia atrás, mucho después pasaríamos por los primeros mamíferos
del tamaño de ratas que vivieron en los tiempos de los dinosaurios (de los que se
derivaron especies tan diferentes como los osos, las ballenas, los perros y los seres
humanos, en diferentes puntos de la historia de la evolución). Esos primeros mamíferos
evolucionaron de una rama de reptiles con rasgos parecidos a los mamíferos, y los
primeros representantes de los reptiles a su vez evolucionaron de una rama de los

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primeros anfibios (el grupo al que pertenecen las salamandras, las ranas y los sapos),
que fueron los primeros animales que salieron del agua y caminaron en la tierra. Los
anfibios por su parte evolucionaron de una rama de peces marinos que tenían un saco
aéreo que parecía un pulmón y unas aletas cortas y gruesas que parecían patas, lo que
permitió que pasaran tiempo fuera del agua. Los peces, a su vez, evolucionaron mucho
antes de una rama de invertebrados (animales sin columna vertebral) marinos que
evolucionaron de animales marinos más simples y primitivos, remontándose hasta las
primeras formas de vida parecidas a las bacterias que empezaron todo el show
evolutivo, que seguramente eran unas pocas tiras de ADN rodeadas de una especie de
membrana celular. Así que al hablar de las raíces y de los antepasados de los seres
humanos no hay que parar en los simios; hay que seguir hacia atrás hasta las primeras
bacterias que salieron del caldo químico de las aguas del mundo hace unos 3« billones
de años, ¡y reconocer que también son nuestros antepasados!

Por mi parte, esto no me asusta ni me inquieta. De hecho, me parece maravilloso que


hayamos llegado a donde estamos gracias a una mezcla tan diversa de antepasados.
¡Naturalmente, reconocer la evidencia de nuestras raíces no quiere decir que vamos a
comenzar a portarnos como bacterias, peces o monos! Solo podemos "ser" lo que somos
y portarnos como lo que somos: una especie distinta y bastante única: Homo sapiens.

Si somos una especie distinta y bastante única, ¿entonces qué importancia tiene saber de
qué especies evolucionamos? ¿Es solo para hacer un álbum familiar de antepasados
antiguos? Bueno, algunos estudian nuestros orígenes y antepasados por interés general y
curiosidad, y eso no tiene nada de malo. Pero fuera de eso, es importante saber lo más
que podamos sobre las especies de las que se deriva la especie humana por dos razones
centrales:

1) Para quitarnos las telarañas de lo sobrenatural:

Cuanto más conozcamos la realidad concreta de los orígenes humanos, más podemos
liberarnos de las supersticiones y las creencias sobrenaturales (creencias anticuadas que
en realidad hacen daño a los seres humanos). Muchos de los que creen que nos creó un
espíritu sobrenatural también tienden a aceptar las injusticias y los males sociales ("es la
voluntad de dios"). Muchos también esperan pasivamente que ese espíritu venga a
rescatar la humanidad en vez de hacer algo ellos mismos para cambiar los problemas
sociales. Pero si conocemos los hechos concretos de la ciencia moderna y que los seres
humanos, a pesar de ser especiales y únicos, somos simplemente el resultado de un
proceso muy largo y completamente inconsciente de evolución biológica y selección
natural que ha operado sobre todos los seres vivos por billones de años, eso nos puede
ayudar a poner la situación en su debida perspectiva y a buscar soluciones al nivel social
y práctico, no al nivel celestial y sobrenatural.

2) Para entender mejor quiénes somos, y nuestras necesidades y capacidades:

Cuanto más entendamos nuestros orígenes evolutivos, me parece que más entenderemos
que nuestra especie está estrechamente entrelazada y ligada con muchas otras formas de
vida de este planeta, y que por lo tanto no puede sobrevivir sola. Una importante
implicación de esto es entender que si seguimos degradando gratuitamente ecosistemas
enteros y llevando a la extinción a tantas especies, podemos desencadenar una cascada

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de efectos biológicos que vuelvan inhabitable el planeta para nuestra propia especie.
Asimismo, si entendemos más los sucesos biológicos que ocurrieron cuando la línea
humana evolucionó de las especies antepasadas preexistentes (las modificaciones e
innovaciones evolutivas clave), me parece que también entenderemos mejor que la
evolución de nuestra excepcional flexibilidad conductual y de nuestra capacidad de
aprender cosas nuevas nos libera de una rígida determinación por nuestros programas
genéticos (¡somos mucho más que nuestros genes!).

Los seres humanos tenemos una increíble habilidad de transformar dramáticamente toda
clase de aspectos de la naturaleza y de la sociedad, para bien o para mal. Esa habilidad
se deriva de ciertos aspectos de nuestra evolución, que dieron como resultado una
especie con una capacidad altamente desarrollada de interactuar conscientemente con el
mundo que la rodea gracias al aprendizaje continuo, complementada por una capacidad
altamente desarrollada de comunicación y coordinación social. No somos la única
especie que adquirió la capacidad de aprender o de manipular el ambiente externo,
flexibilidad conductual, y formas complejas de organización y comunicación social;
todo eso se encuentra en distinto grado en otras especies, especialmente en los otros
mamíferos sociales: los chimpancés elaboran y usan herramientas primitivas, los perros
piden atención, los lobos enseñan a los lobatos a cazar, los elefantes aprenden a cuidar
sus crías por medio del ejemplo, las ballenas enseñan a los ballenatos las complejas
canciones con que se comunican, etc. Así que, especialmente de los mamíferos que
viven en grupos, muchas especies adquirieron una capacidad impresionante de aprender
conductas complejas que no responden simplemente a programación genética. Pero es
innegable que la evolución de los seres humanos representa un salto cualitativo del
desarrollo de esas capacidades. Ninguna otra especie del planeta tiene la capacidad del
ser humano de transformar conscientemente el mundo. Precisamente porque es lo que
nos hace inconfundiblemente humanos, debemos entender la naturaleza de ese salto y
sus orígenes evolutivos.

Ya a fines del siglo 19 Darwin y otros científicos notaron los obvios parecidos físicos
entre los humanos y los simios africanos modernos (gorilas y chimpancés) y
sospecharon que el ser humano debió de evolucionar como una rama separada de un
antepasado común. Darwin y amigos estaban en lo cierto, aunque la prueba no se
obtuvo sino hasta el siglo 20.

Desde los tiempos de Darwin, los fundamentalistas cristianos han tratado de impedir
que se conozcan las teorías científicas de la evolución y las grandes cantidades de
evidencia científica concreta que han confirmado esas teorías. No quieren que la gente
sepa que la vida en la Tierra se remonta 3 « billones de años... porque la interpretación
literal de la Biblia dice que empezó hace apenas unos pocos miles de años. No quieren
que la gente conozca la evidencia científica que prueba que todas las especies vegetales
y animales están emparentadas en mayor o menor grado ni que todas y cada una de las
especies son el resultado de modificaciones evolutivas de especies anteriores... porque
la Biblia dice que Dios creó todas las plantas y los animales por separado y al mismo
tiempo. Pero más que nada, no quieren oír que los seres humanos evolucionaron de
especies no humanas... porque la Biblia dice que "el hombre" es la "creación especial"
de Dios, que fuimos creados a "su imagen y semejanza" y que fuimos creados para
"señorear el mundo". Los hechos probados de la evolución contradicen todo esto.

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¡Claro que no todos los que creen en la religión son locos fundamentalistas! Muchos
cristianos abiertos y gente de otras religiones aceptan que la evolución es un hecho
probado y adaptan sus creencias de modo acorde. Muchos creen, por ejemplo, que los
seres humanos que escribieron los libros de la Biblia hace siglos tenían un conocimiento
limitado y que por lo tanto la Biblia no se debe tomar "textualmente". La iglesia católica
tuvo que hacer un "ajuste" similar cuando finalmente admitió que se equivocó al
calificar de herejía y blasfemia la teoría de Copérnico (que la Tierra no era el centro del
universo y que esta y otros planetas giraban alrededor del Sol). Las autoridades
religiosas se opusieron fuertemente porque ponía en entredicho la visión bíblica de que
el ser humano es el centro de la creación. Pero a fin de cuentas no fue posible negar la
evidencia científica. ¡Copérnico tenía razón!

Tanto la teoría de Copérnico como la de Darwin estremecieron el mundo de la religión


organizada y recibieron grandes ataques de las autoridades religiosas porque ambas
tumban al ser humano de su pedestal y demuestran que ni el ser humano ni la Tierra son
el centro de todo, tal como lo plantea la Biblia. Las críticas actuales de la teoría de
Darwin por los creacionistas se parecen a los desvaríos y las peroratas de la iglesia
contra Copérnico y Galileo hace siglos.

Como punto secundario, ¿no es espeluznante que el actual presidente de Estados Unidos
(el país más poderoso del planeta, que admite tener grandes cantidades de armas de
destrucción masiva) diga que es un ferviente fundamentalista cristiano, que coincida
abiertamente con muchos aspectos del plan político y social de los creacionistas
fascistas cristianos de la "derecha religiosa", y que los promueva enérgicamente?

Conocer la evolución (y la evolución humana) es, primero que todo, conocer la verdad y
hechos científicos comprobados. Pero conocer esos hechos y aprender a desenmascarar
las mentiras de los creacionistas también puede asestar un golpe de resistencia contra un
plan político y social reaccionario.

Hechos básicos de la evolución humana

¿Cuáles son, entonces, los principales puntos que debemos conocer de la evolución
humana? Bueno, primero que todo debemos saber que no hay ni gota de duda de que
somos parientes cercanos de los simios africanos modernos: de los gorilas y los
chimpancés. Son nuestros parientes vivos más cercanos. Por lo tanto, estudiarlos puede
brindar un mayor conocimiento de los muchos aspectos que todavía tenemos en común,
aspectos que seguramente también tenían los antepasados comunes de los humanos y
los simios que vivieron hace unos pocos millones de años, de los cuales se separaron la
línea humana y la línea de los chimpancés. Estudiar a los simios también puede brindar
un mayor conocimiento de sus diferencias con los seres humanos, y eso permite
reconstruir los probables pasos críticos del camino que seguimos para llegar a ser
plenamente humanos.

Al observar los simios en un zoológico, en TV o en su ambiente natural sorprenden sus


obvias semejanzas físicas con los seres humanos, y también muchas conductas "casi
humanas": su forma de jugar, de manipular objetos, de disciplinar o consolar a las crías,
etc. Para un científico especializado en anatomía (el estudio de la forma y la función de
las distintas partes del cuerpo) las semejanzas son más evidentes: la mayoría de nuestros

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huesos y órganos son similares a los de los simios, y eso indica que tenemos
antepasados comunes. Nuestras diferencias más aparentes son: diferentes proporciones
(tenemos los brazos más cortos y las piernas más largas), poco pelo en la piel, el pulgar
más móvil, el cráneo alineado con la columna (lo que nos permite pararnos, caminar y
correr de pie, en vez de inclinados en los nudillos como los simios), un cerebro
proporcionalmente mayor y una capacidad más desarrollada de lenguaje complejo. Esas
son nuestras diferencias más obvias. Volviendo a las semejanzas, las proteínas de la
sangre y las moléculas de ADN de los seres humanos y de los chimpancés son casi
idénticas. ¡La mayoría de los biólogos moleculares coinciden en que solo hay una
diferencia del orden de 1% a 2% entre el ADN de los humanos y el ADN de los
chimpancés!

Se sabe que cuanto más tiempo evolucionan por separado dos líneas que tienen un
antepasado común, más diferencias tendrá su ADN. El análisis de las semejanzas y
diferencias del ADN indica, por ejemplo, que los simios africanos están más
emparentados con los seres humanos que con los micos (un grupo que se separó antes
en la evolución de los primates). El hecho de que todavía existe una semejanza de más o
menos 98% entre el ADN humano y el ADN de los chimpancés prueba sin lugar a
dudas que las dos especies tienen un parentesco sumamente cercano. Con esa
información, los biólogos moleculares han podido calcular que las dos especies tenían
un antepasado común hace 5 millones de años, lo que es muy poco tiempo en la escala
del tiempo evolutivo

Y hay fósiles: Muchos, muchos fósiles

En los tiempos de Darwin apenas empezaba la búsqueda de fósiles de posibles


antepasados humanos, así que no se sabía si se encontrarían muchos fósiles, cómo
serían (más parecidos a los simios, a los humanos o una mezcla) ni si confirmarían o
refutarían la idea de que los seres humanos evolucionaron de antepasados parecidos a
los simios que no eran humanos. Pero en el siglo y medio transcurrido desde la época de
Darwin muchos equipos de científicos han encontrado miles de fósiles homínidos de
distintas edades: fósiles que tienen menos de 200,000 años (que ya tienen la anatomía
de humanos modernos); fósiles de varias especies que tienen de 1 a 2 millones de años
(que no tienen la anatomía de humanos modernos pero que ya tienen algunos de los
rasgos críticos que distinguen a los humanos de los simios y de los homínidos previos);
y fósiles de varias especies que vivieron de 3 a 4 millones de años (muy parecidos a los
simios pero que ya caminaban de pie).

Los fósiles homínidos de más de 4 millones de años son bastante raros hasta la fecha.
Hace poco se encontró en Chad, África, un cráneo de 7 millones de años de lo que
podría ser un homínido bípedo, a quien han llamado Toumai. Varios expertos están
examinando la evidencia (por ejemplo, en qué parte del cráneo se conectan los músculos
del cuello) y no todos están convencidos de que caminaba de pie. Sin embargo, si se
llega a confirmar que era bípedo, sería lo más cerca que hemos llegado a encontrar un
homínido que vivió en el tiempo de la primera divergencia de los homínidos bípedos de
una línea de simios africanos.

Unos científicos creen que el bipedalismo pudo haber evolucionado (y desaparecido)


más de una vez en los simios ancestrales. Sea cierto o no, es muy claro que la historia

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de la evolución humana no es un desarrollo en línea recta de una sola especie simia que
dio origen a una sola especie bípeda homínida que llevó a los humanos modernos. Es
algo mucho más complicado: en la actualidad se sabe con seguridad que entre los
antepasados simios y los humanos modernos hubo olas sucesivas de muchas especies
homínidas bípedas. Unas de esas especies vivieron cientos, miles o incluso un millón de
años o más y se extinguieron. Unas fueron nuestros antepasados en línea directa; otras
fueron ramas laterales de la gran familia homínida (que se extinguieron sin dejar
descendientes modernos). En general, la evolución homínida se parece más a un arbusto
con muchas ramas que a un camino en línea recta o una escalera de simio a humano.
Los estudios de las semejanzas y diferencias de varias especies homínidas que vivieron
en distintas épocas en los 5 millones de años pasados han proporcionado una gran
cantidad de pruebas concretas de que los humanos modernos evolucionaron mediante
una serie de modificaciones evolutivas paso a paso, desde nuestro antepasado homínido
más similar a los simios, pasando por una serie de especies descendientes sucesivas
(muchas de las cuales tenían rasgos intermedios entre los simios y los humanos
modernos), hasta llegar finalmente a nuestra especie humana moderna hace
aproximadamente 200,000 años.

¿Sabemos todo lo que hay que saber sobre los primeros orígenes de los seres humanos?
Por supuesto que no. A veces parece que cada vez que uno abre un periódico encuentra
otro hallazgo de un cráneo homínido o de una extremidad de una especie homínida que
vivió hace millones de años. Cada vez que eso sucede, los equipos de expertos
naturalmente se emocionan y pasan meses o años verificando la edad, examinando los
rasgos, y catalogando parecidos y diferencias con los humanos modernos, con los
simios actuales, con todos los fósiles homínidos encontrados en capas de roca de edad
similar, y con todos los fósiles homínidos más antiguos y más recientes encontrados
previamente. Así se reúne información que hace posible ver (tras mucho debate entre
los distintos equipos científicos) dónde encaja un fósil en el árbol genealógico con
relación a todos los otros fósiles encontrados.

Para repetir, en los tiempos de Darwin la idea de que los humanos descienden de
antepasados similares a los simios era una idea sin probar. Darwin y otros científicos
estaban bastante seguros de que debía de ser así por a) el hecho de que los humanos
tenían muchos parecidos anatómicos con los simios y b) el hecho de que todos los otros
seres vivos eran el producto de modificación evolutiva de varias especies preexistentes.
Darwin y colegas (T.H. Huxley en particular) sospechaban que los seres humanos no
serían una excepción a la regla. Pero las autoridades religiosas se pusieron energúmenas
pues la idea de que el ser humano fuera producto de la evolución natural biológica y no
la creación especial de un ser sobrenatural era una amenaza a todo su sistema de
creencias y su modo de existencia. El mismo Darwin anduvo con pies de plomo en eso
por los continuos ataques de los fundamentalistas religiosos, de la prensa popular y de
los que se sentían amenazados por sus descubrimientos, así como por el hecho de que
no tenía evidencia sólida para hablar de la evolución humana con la misma
fundamentación que de la evolución de muchas otras especies.

Darwin sabía que si los seres humanos evolucionaron de una especie preexistente
similar a los simios, sería posible hallar fósiles que conectaran las dos líneas, pero eso
no se había hecho. Es más, antes de la época de Darwin no se sabía lo suficiente para
buscar tales fósiles: los primeros de tales fósiles, que conocemos como Neanderthal, se

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descubrieron a fines del siglo 19, más o menos al tiempo de la publicación de la obra de
Darwin El origen de las especies. De ahí en adelante, los científicos descubrieron
muchos fósiles homínidos de transición entre los antiguos simios y los humanos
modernos.

Los hallazgos de fósiles homínidos aumentaron mucho en el siglo 20, especialmente


gracias al trabajo pionero de las tres generaciones de la familia Leakey en África
oriental, y han sido muy numerosos en las últimas décadas. El problema actual no es la
escasez de fósiles sino que hay tantos y se descubren con tanta frecuencia que es difícil
catalogarlos. Hoy, a comienzos del siglo 21, podemos reconstruir una gran parte de
nuestro árbol genealógico, pero nuevos descubrimientos de fósiles de especies variadas
de homínidos siguen aportando información, y los científicos tienen que revisar o afinar
la secuencia exacta y el grado de parentesco que conecta las distintas especies
homínidas a la antigua especie simia antepasada, en una dirección, y a la única especie
homínida que queda (la nuestra) en la otra dirección, a lo largo de un proceso de pasos
evolutivos intermedios de millones de años. Como vimos, cada vez que se descubre un
fósil por lo general empieza un proceso de meses o años de análisis y debate entre los
equipos de científicos hasta que se llega a un consenso sobre el lugar del nuevo fósil
con relación a los que ya se conocían.

Trazando una analogía, es como si un álbum de fotos de una familia de muchas


generaciones se cae y todas las fotos se desparraman en el suelo. Ahora estamos
tratando de reconstruirlo pero es difícil porque con el tiempo se perdió mucha
información de los parentescos exactos. Las fotos de los antepasados más antiguos y
más recientes son fáciles de identificar, pero en la mitad es difícil ver cuáles fotos son
de parientes cercanos y de línea directa, y cuáles son de primos remotos. Incluso hay
fotos que nadie sabe dónde van y que causan discusiones por años. Pero, con tiempo y
paciencia, es posible sacar de las fotos (y de evidencia histórica asociada) suficiente
información para poner todo el álbum más o menos en el orden correcto. Esto es una
analogía, por supuesto, pero se parece mucho al trabajo actual de los científicos que
están tratando de poner los detalles del gran álbum familiar que conecta los antepasados
de hace millones de años y nuestra especie humana moderna (Homo sapiens) por medio
de una serie de parientes intermedios: las muchas especies homínidas de transición.

Continuando con la analogía de la evolución homínida, se puede decir que "unas fotos
todavía están en el suelo" (con toda seguridad se hallarán muchos más fósiles de
homínidos antiguos); que "unas cuantas fotos seguro están mal puestas" (nuevas
técnicas y conocimientos seguramente harán cambiar la relación de algunos fósiles de
las especies homínidas); pero en general "muchas fotos están en su lugar". Mejor dicho,
es sumamente importante entender que hay un acuerdo y consenso científico general
sobre las principales relaciones y rasgos distintivos que permiten conectar las primeras
especies bípedas y los humanos modernos por medio de una serie de pasos intermedios
y modificaciones evolutivas a lo largo de unos cuantos millones de años.

Resumen

Permítanme resumir en pocas palabras lo que sabemos actualmente sobre la pregunta


"¿de dónde venimos?". Sabemos que en un período de unos cuantos millones de años
vivieron muchas especies de homínidos que caminaban de pie, y es claro que unas

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especies tuvieron mucho "éxito" (que sobrevivieron por cientos de miles o millones de
años hasta que se extinguieron). También sabemos que en un mismo período de tiempo
y a veces en una misma zona geográfica vivieron varias especies de homínidos que se
diferenciaban un poco en los rasgos físicos (proporciones de los dientes y del cuerpo,
tamaño del cerebro, etc.) y en las relaciones con el ambiente, por ejemplo el alimento
(que se deduce de los dientes), y el uso de herramientas de piedra y posteriormente de
fuego para obtener y procesar los alimentos. Sabemos que la evolución de los
homínidos no "tenía" que desembocar en los humanos modernos, pero que lo hizo. Y
sabemos, absolutamente sin la más mínima duda, que nuestros antepasados muy lejanos
fueron una especie de simios y que de sus descendientes surgieron por una parte la línea
que con el tiempo llevó a los simios africanos modernos (gorilas y chimpancés) y, por
otra parte, una compleja serie de homínidos bípedos que con el tiempo llevó a los
humanos modernos.

Notas:

1. También podemos aplicar los métodos y las técnicas de la ciencia moderna para
explorar por qué los seres humanos crearon las religiones en primer lugar o por qué
muchos individuos todavía sienten la "necesidad" de la religión.

2. Como vimos en las entregas anteriores de esta serie, la selección natural es un


mecanismo relativamente simple: en un individuo pueden aparecer nuevos rasgos
(novedades de forma o función que no tenían las generaciones anteriores) simplemente
como resultado de varios tipos de recombinación de la variación genética heredable que
tenía la generación de los padres; cuando esos nuevos rasgos dan al individuo una
"ventaja reproductora" sobre los individuos que no los tienen (cuando permiten producir
más descendientes que sobrevivirán y se reproducirán), los nuevos rasgos se
transmitirán a una mayor proporción de los individuos de la población en las siguientes
generaciones. De esa forma, los nuevos rasgos tenderán a extenderse por toda la
población de plantas o animales. Eso sucederá automáticamente si los rasgos son
heredables (se pueden transmitir de padres a hijos por la reproducción) y si dan a los
individuos una ventaja reproductora de modo que quienes los tengan contribuyan más
descendientes (en promedio) a las generaciones siguientes que quienes no los tengan.

3. Primera parte, Panorama general OR No. 1157; Segunda parte, La evidencia de la


evolución en acción nos rodea OR No.1159; Tercera parte: Una palabras sobre la
adaptación OR No.1160; Cuarta parte: Cómo produce nuevas especies la evolución OR
No.1163; Parte 4b: Más sobre el aislamiento reproductor, la especiación y el
surgimiento de novedades evolutivas OR No.1164; Parte 5: La evolución es un hecho
comprobado: La evidencia es concreta y proviene de muchas direcciones OR No.1170;

4. La iglesia católica no tiene muy buena reputación de reconocer y aceptar los avances
de la ciencia. El astrónomo Copérnico planteó que la Tierra gira alrededor del Sol (y no
al revés, como se creía) en el siglo 16. El astrónomo Galileo comprobó que esta teoría
era correcta a principios del siglo 17. La iglesia rechazó la evidencia científica pues

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mostraba que la Biblia tiene errores, declaró hereje a Galileo, lo metió en las cárceles de
la Inquisición y lo obligó a retractarse. Eso fue en 1633. El papa finalmente admitió que
Galileo tenía razón y que fue castigado injustamente... ¡en 1979!

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¿Seres humanos y dinosaurios? Otro absurdo creacionista

Como la Biblia dice que Dios creó todos los seres vivos por separado la misma semana,
los creacionistas hacen lo posible y lo imposible por negar la clara evidencia científica
de que las especies evolucionaron una de la otra en distintos momentos de la historia de
la vida en la Tierra (una historia de 3½ billones de años). Una de las cosas que más los
mortifica es la innegable evidencia de evolución de la línea humana: la gran cantidad de
fósiles de especies homínidas que caminaban de pie y claramente son una transición
entre los simios antiguos y los humanos modernos. Los creacionistas dicen que los
primeros Australopitecos eran "monos"; que los homínidos posteriores como el Homo
habilis, Homo ergaster, Homo erectus, etc., que tienen características claramente
intermedias entre los Australopitecos (que caminaban de pie pero parecían simios) y los
humanos modernos, "son falsos"; y que el Homo sapiens es humano pero que no tiene la
edad que muestran los fósiles (más de 100,000 años). Torcer los hechos para encajarlos
en sus convicciones religiosas es una especialidad de los creacionistas. Hasta hace poco
decían que los seres humanos y los dinosaurios vivieron al mismo tiempo (conforme a
la Biblia), y como prueba señalaban unas huellas de pisadas humanas en las mismas
capas de rocas que unas huellas de dinosaurios en Texas. Pero hay un pequeño
problema: las huellas de dinosaurios son auténticas (de antes de la extinción de los
últimos dinosaurios hace 65 millones de años), pero las huellas humanas las cincelaron
en las rocas en los años 30 (durante la Depresión), cuando la zona era un paradero
turístico. Ahora los creacionistas no hablan mucho de esto.

ADN de chimpancé y humano: ¿Cuánto nos parecemos?

Desde los años 70, varios equipos de científicos han comparado las proteínas de la
sangre y el ADN de los seres humanos y los chimpancés con las técnicas de la biología
molecular, y han encontrado un enorme parecido del ADN. Casi todos los equipos
obtuvieron repetidas veces una semejanza de 98.5 a 99%. Como se sabe que a mayor
tiempo de separación de dos especies más diferencias habrá en su ADN, se ha podido
calcular que los chimpancés modernos y los humanos modernos tenían un antepasado
común hace unos 5 millones de años. Comparado con la historia de 3½ billones de años
de evolución de la vida, 5 millones de años es un tiempo bastante corto. Últimamente la
prensa ha sacado una racha de titulares al estilo de "Los chimpancés y los humanos no
se parecen tanto como se pensaba". Eso puede llevar a pensar que los biólogos
especialistas en evolución ahora no están de acuerdo en el parentesco de las dos
especies ni en que descienden de un antepasado común. No hay tal desacuerdo. Los
titulares parten del hecho de que Roy Britten, un biólogo de la universidad Cal Tech,
midió las diferencias de ADN con una nueva técnica y encontró una semejanza de 95%.
(La nueva técnica incorpora la medida de fragmentos de ADN que están en secciones
"no funcionales"). Por contraste, los seres humanos y otros mamíferos más alejados,
como el ratón ,solo tienen 60% de semejanza de ADN.

Cualquiera que sea el porcentaje (95%, 98.5%, 99%), es claro que los humanos y los
chimpancés son parientes sumamente cercanos, y que los chimpancés son la especie a la
cual más nos acercamos (teníamos más parentesco con las especies anteriores de
homínidos, pero todas se extinguieron). El mismo Roy Britten señala que "una gran
parte de esas variaciones de 5% son relativamente poco importantes" y sostiene que sus

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cifras corroboran la conclusión de que la línea humana y la línea de los chimpancés se


separaron de un antepasado común hace unos 5 millones de años.

¿Fue Toumai uno de nuestros antepasados?

El término "homínidos" se aplica a todas las especies más emparentadas con los seres
humanos que con los chimpancés. A partir de estudios de ADN sabemos con certeza
que los homínidos bípedos (que caminaban de pie) se separaron hace un poco más de 5
millones de años de una línea de simios africanos, de la cual también descienden los
chimpancés modernos. Gracias a la abundancia de fósiles, también hay bastante
información sobre las muchas especies de homínidos bípedos (¡y hubo muchas!) que
vivieron en África desde hace unos 3 a 4 millones de años. Pero los fósiles de más de 4
millones de años son raros porque las primeras poblaciones de homínidos seguramente
eran pequeñas y porque las condiciones ambientales de ese tiempo (más húmedas) no
eran favorables para la formación de fósiles. Sin embargo hace poco se descubrió un
cráneo de 7 millones de años en el Sahara, lejos de los sitios donde se han encontrado la
mayoría de fósiles de homínidos (en África del sur y oriental). Se le ha llamado
Sahelanthropus tchadensis y se le ha apodado Toumai. Su descubridor, Michel Brunet, y
otros expertos están convencidos de que caminaba de pie por la forma en que los
músculos del cuello se conectan al cráneo. Si es cierto que Toumai caminaba de pie,
sería el homínido más antiguo que conocemos y podría ser la primera especie bípeda
que se separó de la línea ancestral de simios. Sin embargo, otros científicos dudan que
el cráneo de Toumai pruebe terminantemente que caminaba de pie como los homínidos
de hace 3 a 4 millones de años. Inclusive si caminaba de pie, puede ser un antepasado
directo de la línea humana o no serlo, pues muchas especies homínidas fueron ramas
laterales que se extinguieron. No sabemos cuál será la conclusión científica sobre
Toumai, pero de todos modos el descubrimiento es importante porque muestra que es
posible hallar fósiles homínidos de más de 5 millones de años y que podrían encontrarse
lejos de los sitios donde han aparecido la mayoría de los fósiles.

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La evolución de los seres humanos I

Hay muchos libros y artículos científicos sobre la evolución de los homínidos, y


prácticamente a diario se conocen nuevos detalles. Aquí me propongo presentar un
esbozo y resumen de lo que sabemos en la actualidad.

Como hemos visto en los artículos anteriores sobre la evolución humana, sabemos con
seguridad que somos parientes muy cercanos de los simios africanos de hoy (los gorilas
y los chimpancés). ¡Tenemos de 95% a 99% de ADN en común con los chimpancés!
Esto es muy significativo pues se ha demostrado de modo concluyente que cuanto más
emparentadas son dos especies, más semejanzas tienen sus moléculas de ADN. Por
contraste, cuanto menos parentesco tienen, se acumulan más diferencias de ADN y otras
moléculas. También hemos visto que los científicos tienen varios métodos para verificar
y comprobar la edad de cosas como huesos fosilizados. Uno de los métodos de
comprobación es la técnica moderna de dotación molecular, que permite comparar el
grado de semejanzas y diferencias del ADN de especies vivas, con lo que es posible
establecer con bastante aproximación el tiempo en que dos líneas evolutivas se
separaron de un antepasado común y siguieron distintos caminos. Esta técnica del "reloj
molecular" indica que la línea de los chimpancés y la línea humana tenían un
antepasado común hace apenas 5 millones de años. Por varias razones que no
detallaremos, los científicos creen que la línea de los chimpancés (que en la actualidad
solo tiene dos especies: Pan troglodytus, el chimpancé común; y Pan paniscus, el
chimpancé pigmeo o bonobo) es relativamente "conservadora", es decir, que no ha
cambiado muy radicalmente desde el tiempo en que tenía un antepasado común con el
lado humano de la línea homínida. (Lamentablemente no existe un registro fósil directo
de la línea de los chimpancés porque ha vivido en bosques, donde hasta los huesos se
descomponen rápidamente). Pero la evidencia de ADN, y otras cosas, indican que el
antepasado común de la línea de los chimpancés y de la línea humana seguramente nos
parecería un simio africano. Como los simios africanos de la actualidad, es posible que
esa especie antepasada a veces caminara en el suelo apoyándose en los nudillos, pero
probablemente pasaba la mayor parte del tiempo en los árboles, saltando entre las ramas
con sus largos brazos y pies prensiles, y comiendo las abundantes hojas y frutas de las
selvas tropicales.

Como señalé en la Parte 6B, hace 20 millones de años había muchas más especies de
simios africanos que hoy. Pero hace aproximadamente 10 millones años, eran muchas
menos. Eso es interesante porque precisamente por ese tiempo se separó del antepasado
común la línea que llevó a los humanos y a los chimpancés (conforme a la evidencia
molecular). También por ese tiempo empieza a aparecer en el registro fósil un "simio"
radicalmente diferente: ¡los primeros homínidos bípedos! Esto sugiere que los factores
que llevaron a la reducción de la cantidad de especies de simios de los bosques
posiblemente también contribuyeron al relativo "éxito" (desde el punto de vista
reproductor) de la primera especie de simios bípeda... especialmente si el bipedalismo
facilitó la explotación de fuentes de alimento de una mayor variedad de lugares, con
árboles y sin árboles.

Sabemos que es difícil y a veces imposible hallar fósiles de los primerísimos


representantes de una línea evolutiva por dos razones: en general la mayoría de los

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cadáveres no se preservan; y las especies nuevas empiezan con pocos individuos


enclavados en rincones geográficos aislados. Hoy tenemos muchos fósiles homínidos
bípedos de hace 3 a 4 millones de años (cuando ya había muchos homínidos), pero
todavía no tenemos fósiles que con certeza representen las primerísimas especies de
homínidos bípedos. El cráneo recién descubierto en Chad de 7 millones de años
(Toumai) es un candidato, si se confirma que era de una especie bípeda. El hecho de que
las primerísimas especies de homínidos bípedos empezaron con muy pocos individuos
(como todas las especies) complica mucho la tarea de encontrar tales fósiles; por eso,
por ahora tenemos que contentarnos con los numerosos hallazgos de los muchos
homínidos bípedos tempranos (como los varios Australopitecines) que son
relativamente comunes en el registro fósil a partir de hace unos 3.5 millones de años.
Esos fósiles tienen características intermedias entre los simios y los humanos modernos,
en distinto grado.

Para darnos una idea de la gran diversidad de especies de homínidos bípedos que se han
encontrado hasta la fecha (que sin duda aumentará a medida que sigan apareciendo
fósiles), veamos una lista parcial de los nombres científicos aceptados:

El más viejo parece ser Sahelanthropus tchadensis (Toumai) de hace 6 a 7 millones de


años. No hay consenso de que sea bípedo, así que lo pongo en la lista de modo tentativo
y haré lo mismo con Ardipithecus ramidus de hace 4.4 millones de años, que todavía no
se ha confirmado que fuera bípedo.

Entre los bípedos seguros están: Australopithecus anamensis entre hace 4 y 5 millones
de años; Australopithecus afarensis (el famoso esqueleto casi completo llamado "Lucy"
y otros) de hace unos 3.5 millones de años; el reciente hallazgo de Meave Leakey de un
homínido de cara plana (más parecido a los humanos) de más o menos el mismo tiempo
(llamado Platyops kenyanthropus).

Después llegamos al Australopithecus africanus, Australopithecus aethiopicus y


Australopithecus garhi,que vivieron de hace unos 2.5 a 3 millones de años. De estos, el
Australopithecus aethiopicus de hace 2.5 millones de años (el famoso "Cráneo negro"
que encontró Richard Leakey, llamado así por el bello color de los minerales que lo
recubren) pudo haber sido el primero de una rama lateral de Australopithecines entre los
cuales más tarde figuran Australopithecus robustus (también conocido como
Paranthropus robustus) y Australopithecus boisei (o Paranthropus boisei ). Estos son los
Australopithecines "robustos" que vivieron hasta hace unos 1.5 millones de años. Estos
homínidos "robustos" se diferencian de los Australopithecines "gráciles" (como A.
africanus y A. garhi ) porque tenían enormes mandíbulas y cráneo, grandes músculos
para masticar y enormes dientes planos. Se cree que son un camino alternativo de la
evolución homínida, con especies especializadas en comer plantas correosas. Ese
camino terminó en un callejón sin salida, y no se cree que sean antepasados directos de
los seres humanos.

Sin embargo, unos de los Australopithecines "robustos" de hace unos 1.5 a 2.5 millones
de años coexistieron con las especies "gráciles" de los Australopithecines "posteriores"
y también con las primeras especies de nuestro género Homo . Parece que en el período
general de hace unos 1.5 millones de años había unas seis o más especies de homínidos
bípedos en África oriental, y que unas de las especies "robustas" coincidieron con unas

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de las primeras especies de Homo, que muy probablemente evolucionaron de las líneas
gráciles de Australopithecines .

Las nuevas especies del género Homo eran bípedas como sus predecesores, pero tenían
muchos rasgos nuevos, como proporciones y cara más humanas, y un cerebro mucho
mayor. En este momento, los fósiles de la nueva línea Homo incluyen la especie Homo
habilis (a veces clasificada como Australopithecus habilis por su carácter "intermedio")
y Homo rudolfensis, que vivieron de hace 1.5 a 2.5 millones de años: el período en que
aparecen en el registro fósil herramientas de piedra manufacturadas.

A esas especies tempranas de Homo les siguió, hace unos 1.5 millones de años, el
Homo ergaster (también llamado la forma africana de Homo erectus), que tenía piernas
más largas, cerebro grande y se parecía más a los humanos modernos. Homo
ergaster/erectus (un ejemplo famoso y muy estudiado es el fósil casi completo llamado
el niño de Turkana) es la primera especie homínida que se sabe que construía
herramientas complejas como hachas de piedra y que tenía fuego. También se cree que
fue la primera especie homínida que salió de África, en la primera gran ola de migración
homínida. Sus descendientes llegaron hasta China y el sudeste asiático (donde los
fósiles se conocen como el hombre de Java, de Pekín o el Homo erectus asiático) pero
todos se extinguieron; una variante de Homo erectus llegó al Medio Oriente y a Europa,
donde los fósiles se conocen como Homo heidelbergensis y Homo neanderthalensis o
simplemente "neandertales". También se extinguieron.

Puede ser que los homínidos bípedos ya tuvieran las características físicas y sociales
necesarias para emprender largas exploraciones antes de adquirir el cuerpo más
alargado, el cerebro mayor y las tecnologías más avanzadas de herramientas de piedra y
de fuego que asociamos con Homo erectus/ergaster y con nuestra especie posterior de
Homo sapiens. Algunos científicos piensan que individuos Homo habilis migraron de
África.

Será interesante ver cómo se desenvuelve esto a medida que se obtenga más
información porque el status de Homo habilis (que tiene rasgos intermedios entre los
Australopithecines y las especies posteriores de rasgos más humanos de la línea Homo)
siempre ha causado controversia. Unos científicos tienden a "bajarlo de categoría" a
Australopithecus y cuestionan si realmente hacía herramientas de piedra o si las
herramientas encontradas son de una especie diferente de Homo que vivía en ese tiempo
(como Homo rudolfensis). De todas formas, esto indica que seguramente había mucha
variedad desde los primeros comienzos de la línea Homo (y por lo tanto mucho
potencial de expansión).

En África, nuestra propia especie de seres humanos modernos, Homo


sapiens,evolucionó hace unos 200,000 años (muy probablemente de Homo ergaster o
una especie muy similar). Nuestra nueva especie obviamente tuvo mucho éxito y hace
unos 50,000 años migró de África y se expandió por todo el planeta. Esa fue por lo
menos la segunda ola de migración de homínidos.

Homo sapiens encontró otras especies humanas, como Homo neanderthalensis, y


coexistió con ellas. Los neandertales eran descendientes de anteriores poblaciones de
Homo erectus que salieron de África 1 a 2 millones de años antes. Como Homo sapiens

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y Homo neanderthalensis coexistieron en Europa por unos cuantos miles de años y


como se han encontrado herramientas de piedra de H. Sapiens en sitios de neandertales
(lo que sugiere que las dos especies se relacionaron), en una época se pensó que las dos
especies se cruzaron y que los humanos modernos podrían ser descendientes de los dos.
Pero hoy sabemos que no es así: el ADN y otras moléculas bioquímicas de los humanos
modernos de todo el mundo se han analizado con las técnicas de biología molecular y se
ha llegado a la conclusión de que todos los seres humanos vivos se derivan de una sola
población que vivió en África hace unos 150,000 años, y que los neandertales nunca
contribuyeron al pool genético de nuestra especie. Ahora se piensa que la línea
homínida que llevó a los seres humanos modernos y la línea que llevó a los neandertales
se separaron hace unos 600,000 años; en ese largo período de separación reproductora
se han podido acumular suficientes diferencias genéticas para que se formaran dos
especies distintas y por eso cuando Homo sapiens y Homo neanderthalensis se
encontraron en Europa hace unos 40,000 años no se pudieron reproducir.

Los neandertales no son nuestros antepasados directos, pero nos recuerdan que hace
apenas unos 40,000 años todavía existían en el planeta por lo menos dos o tres especies
humanas: el Homo sapiens moderno (nuestra especie), los neandertales de Europa y
varias poblaciones de descendientes de los Homo erectus que llegaron al sudeste
asiático en una ola migratoria anterior. Pero cuando Homo sapiens se extendió por todo
el planeta, remplazó de una forma u otra a las otras especies humanas. El registro fósil
nos dice que las herramientas de piedra y de otros materiales de Homo sapiens eran más
avanzadas que las de otras especies con que coexistió. Las destrezas más complejas
necesarias para conceptualizar y elaborar esas herramientas seguramente eran el
producto de importantes diferencias cognoscitivas de nuestra especie, y eso podría
explicar por qué remplazó a las otras especies humanas dondequiera que fue.

Todas las otras especies de homínidos bípedos (inclusive las otras especies
esencialmente humanas del género Homo) han desaparecido. Pero es importante
recordar que el hecho de que se extinguieron no quiere decir que fueran "inferiores" o
"imperfectas". De hecho, varias de esas especies homínidas vivieron mucho tiempo; por
ejemplo, el Homo erectus vivió un millón de años o más. El hecho de que nuestra
especie todavía exista no es sorprendente: todas las especies se extinguen con el tiempo
y, en promedio, las especies vertebradas no suelen durar más de un par de millones de
años.

Repito: el hecho de que todas las otras especies homínidas se extinguieron no quiere
decir que "nosotros" somos la especie más perfecta o que todas las otras especies eran
"imperfectas". Es cierto que tenemos particularidades únicas (como una capacidad sin
precedentes de modificarnos y de transformar el mundo por medios culturales), que
podrían hacer que nuestra especie tenga una vida más larga de lo normal; por otra parte,
esas mismas "capacidades" podrían hacer que aceleremos nuestra propia extinción
mediante armas de destrucción masiva o grandes trastornos del ambiente. ¡El tiempo lo
dirá!

¿Por qué es nuestra especie homínida la única que queda?

La extinción de todas las otras especies de homínidos obedece a las leyes básicas de la
evolución biológica: el mundo externo físico y biótico en que vive una especie y con el

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que se relaciona continuamente (los aspectos físicos, como el clima y el terreno, y los
aspectos bióticos, como la combinación de especies depredadoras y de presa que ocupa
el mismo ambiente) siempre cambia, aunque no siempre cambia al mismo ritmo. Por lo
tanto, todas las especies encuentran nuevos "retos" de un ambiente cambiado a los
cuales se tienen que adaptar por medio de modificaciones evolutivas a lo largo de
generaciones sucesivas. Unas se pueden adaptar a tales retos y otras no.

Las poblaciones de organismos que encuentran cambios ambientales significativos a los


cuales no se pueden adaptar a la velocidad necesaria se extinguirán. Sin embargo,
cuando se extinguen, muchas especies ya han engendrado una o más "especies hijas"
(con las cuales quizá han coexistido) que continuarán su línea evolutiva. Cuando una
especie se extingue sin dejar especies descendientes, decimos que es un "callejón sin
salida" evolutivo. Eso fue lo que pasó con unas de las líneas y especies homínidas
bípedas.

Es importante entender que todas las especies biológicas a fin de cuentas se extinguen,
por más "éxito" que hayan tenido. Se calcula que el 99% de las especies vegetales y
animales que han vivido en la Tierra se han extinguido. Nuestra especie es la única
especie homínida que queda, pero eso no se debe a que seamos "un milagro de progreso
y perfección" ni a que la evolución homínida tenga una fuerza motriz inherente que
"culminara" en los seres humanos como cima del "progreso" evolutivo. Quizá lo
parezca desde una perspectiva humana, lo cual es comprensible, pero no es así.
Organismos mucho más simples (como las bacterias y los parásitos) han perdurado más
y están tan difundidos que muchos biólogos consideran que son las especies de más
"éxito" del planeta.

Somos la única especie que queda de la línea homínida simplemente porque todavía
somos el niño nuevo, porque evolucionamos de nuestros antepasados directos
(probablemente Homo ergaster o una especie muy similar) hace apenas 200,000 años.
Sin embargo, ahora que estamos aquí, dada nuestra capacidad de transformarnos
conscientemente y de transformar nuestro ambiente natural y social, creo que podemos
decir que lo que le pase a nuestra especie en el futuro, y cuándo y cómo
desaparezcamos, depende en buena medida de nosotros mismos.

¿Qué nos hace tan especiales, a nuestros propios ojos?

Volvamos a los homínidos bípedos tempranos que generalmente llamamos


Australopithecines. Mucha gente pregunta: ¿eran simios o eran humanos? Bueno, me
parece que sería correcto decir que eran un poco de los dos. En los últimos años se ha
puesto medio de moda fijarse en las características de simios, pero me parece que eso
puede inducir a un error. Como grupo, las primeras especies Australopithecines todavía
tenían muchos rasgos de simios (unas más que otras), pero muchas también tienen
rasgos intermedios entre los rasgos típicos de los simios y los rasgos típicos humanos.
Por ejemplo, tenían brazos largos y piernas cortas como los simios, pero se paraban y
caminaban erguidos como los humanos. El cerebro era mayor que el de los simios pero
mucho menor que el de los homínidos posteriores. La cara se prolongaba en un hocico
más parecido a los chimpancés que a los humanos, y los dientes y las mandíbulas eran
como las de los simios. De hecho, esos primeros Australopithecines, junto con sus
descendientes, y seguidos por las primeras especies y las especies posteriores de la línea

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Homo,son uno de los mejores ejemplos en todo el registro fósil de una serie de especies
de transición que claramente conectan una especie con otra por medio de una secuencia
de pasos intermedios. El hecho de que haya una clara evidencia de especies intermedias
precisamente en la línea evolutiva humana, saca de sus casillas a los creacionistas
porque si fuera cierto lo que dice la Biblia (que el ser humano fue creado de modo
especial y separado) no habría especies intermedias que conectaran paso a paso los
simios con los humanos. ¿Qué puedo decir? Los creacionistas están errados, terca y
absurdamente errados. ¡La larga y diversa secuencia de fósiles de homínidos bípedos
prueba que están completamente errados!

¿Qué dicen los creacionistas ante la cada vez mayor cantidad de fósiles
de homínidos?

Como señala el paleontólogo Niles Eldredge en su útil libro The Triumph of Evolution
and the Failure of Creationism (El triunfo de la evolución y el fracaso del
creacionismo), la respuesta de los creacionistas ante los hechos irrefutables de la
evolución humana es patética.

a) Dicen que los fósiles de los primeros homínidos (los que vivieron de 3 a 4 millones
de años) son "puros monos". Esto pasa por alto el hecho de que caminaban erguidos y
de que usaban herramientas primitivas (por ejemplo, los Australopithecines
"posteriores") mucho más que los simios de hoy. Es posible que unos de ellos
empezaran a construir herramientas de piedra: se han encontrado fósiles de
Australopithecus garhi de hace unos 2.5 millones de años con fósiles de huesos de
antílopes que tenían marcas de cortes con herramientas de piedra, lo que indica que
seguramente los carnearon con dichas herramientas. Y en sitios cercanos se han
encontrado herramientas sencillas.

b) Dicen que los fósiles que se parecen a los humanos modernos son humanos, pero que
no tienen 100,000 años (a pesar de que las técnicas modernas de dotación científica no
dejan ninguna duda). La existencia de seres humanos modernos hace tanto tiempo
contradice la Biblia.

c) Dicen que los fósiles de homínidos intermedios son falsos. Los creacionistas
rechazan especialmente la evidencia de que unas especies de homínidos son intermedios
entre los Australopithecines (más cercanos a los simios) y los humanos modernos:
especies del género Homo,como Homo ergaster y Homo erectus, que evolucionaron
después de los primeros homínidos bípedos pero antes de nuestra especie Homo
sapiens.El registro fósil indica que esas especies construían herramientas mucho más
complejas y utilizaban el fuego. Además, el tamaño del cerebro estaba entre el de los
primeros homínidos y el de los humanos modernos. Mejor dicho, Homo ergaster y
Homo erectus son un serio problema para los creacionistas porque obviamente son
especies intermedias... ¡así que declaran que todos esos fósiles son falsos!

Como constantemente aparecen más fósiles (descubiertos por distintos grupos de


paleontólogos y científicos en distintos puntos), quién sabe cuánto tiempo seguirán
diciendo los creacionistas que son falsos. Por mi parte, estoy plenamente de acuerdo con
el paleontólogo Niles Eldredge: "Es patético que lo mejor que pueden hacer los
creacionistas con el registro fósil humano es decir que los fósiles más recientes son

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humanos, que los primeros fósiles son monos, y que los del medio... son
falsificaciones... La ironía es inmensa: dedican todos sus esfuerzos a probar cómo
surgimos nosotros, y eso es lo más problemático para probar el modelo de la creación".

La opinión de Meave Leakey sobre su último hallazgo

La paleontóloga Meave Leakey está continuando y ampliando la increíble labor de la


familia Leakey (sus suegros son Louis y Mary Leakey, y su esposo es Richard Leakey);
con sus estudios y hallazgos de fósiles de homínidos y otros fósiles, todos los Leakey
han hecho grandes contribuciones a esclarecer la historia de los orígenes humanos en
África. Meave Leakey primero encontró nuevos fósiles de Australopithecus anamensis
(probable antepasado de A. afarensis,conocido como "Lucy"). Después, en 1999, con la
ayuda de su hija Louise, encontró otro cráneo homínido en las orillas del lago Turkana
en Kenia. Lo llamó Kenyanthropus platyops ("hombre de cara plana de Kenia") porque
la cara era más parecida a los homínidos posteriores. Se trata de un homínido bastante
temprano que vivió hace unos 3.5 millones de años, más o menos al mismo tiempo que
Australopithecus afarensis ("Lucy"). Leakey cree que platyops es diferente de afarensis
y que es otro género. Todavía no está claro si esta especie es un mejor candidato para
antepasado directo de los seres humanos o si será una especie lateral. Lo que sí está
completamente claro es que la evolución del bipedalismo inicialmente produjo un
"florecimiento de especies", y que más tarde se redujeron. Leakey dice que hoy nuestra
especie humana moderna es "la única especie restante. Somos una ramita que queda del
complicado árbol del pasado".

¿Fue Homo erectus la primera especie humana que salió de África?

Es bien sabido que individuos de una especie homínida que construía herramientas y
utilizaba el fuego, identificada a veces como Homo ergaster o Homo erectus,salieron de
África hace unos 2 millones de años. Llegaron a Asia (los fósiles de sus descendientes
se conocen como el hombre de Java y el hombre de Pekín), al Medio Oriente y a Europa
(donde se conocen como neandertales). Eran humanos relativamente "avanzados" (por
ejemplo, tenían herramientas de piedra bastante avanzadas), pero no pertenecían a
nuestra especie Homo sapiens,que parece que evolucionó de poblaciones de Homo
ergaster en África después: hace unos 200,000 años. Homo sapiens empezó a salir de
África hace unos 50,000 años y con el tiempo remplazó a los neandertales y otros
descendientes de la anterior especie H. erectus en todo el mundo a partir de hace unos
35,000 años.

Sabemos con seguridad que Homo erectus migró de África, ¿pero fue el primero ?
Recientemente se encontraron unos fósiles de homínidos de hace unos 1.7 a 1.8
millones de años en Georgia (entre el mar Negro y el mar Caspio, cerca de Rusia,
Turquía e Irán. Por ahora los llaman fósiles Dmanisi. No se sabe todavía si pertenecen a
la especie bien conocida Homo erectus o a una especie anterior. Tenían el cerebro
pequeño, cara de chimpancé y hacían unas cuchillas y rasquetas de piedras muy
simples. Todo indica que eran una especie intermedia entre las especies tempranas de
Homo (como Homo habilis o Homo rudolfensis, que tenían herramientas simples de
piedra hace unos 2.4 millones de años pero que hasta ahora no se pensaba que hubieran

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salido de África) y la especie posterior Homo erectus,que es más parecida a los


humanos modernos que los fósiles Dmanisi y tenía herramientas más avanzadas, y que
sabemos con certeza que migró a Asia y a Europa a partir de hace un millón de años. La
apariencia "intermedia" de los fósiles Dmanisi (entre H. habilis y H. erectus ) puede ser
engañosa y de pronto estos fósiles son Homo erectus tempranos. Pero es posible que los
fósiles Dmanisi sean de descendientes de migrantes anteriores y que Homo erectus no
sea el primero que salió de África.

Es interesante que los fósiles de Dmanisi aparecen con fósiles de otros animales
africanos, como avestruces y jirafas de cuello corto: podría ser que una serie de cambios
ambientales en África estimuló la migración de varias especies en ese tiempo. Es
posible que Homo erectus (o la especie que se compruebe) simplemente haya seguido a
otros animales que migraron. Quizá factores similares estimularon a nuestra especie
Homo sapiens a ampliar su territorio a otros continentes, como sabemos que lo hizo
hace unos 50,000 años. Sin duda sabremos más de todo esto a medida que se reúna
evidencia científica.

La evolución de los seres humanos II

A lo largo del proceso evolutivo que conecta a los seres humanos modernos con
nuestros primeros antepasados simios, se destacan varios puntos salientes o "hitos".
Probablemente los hitos biológicos más importantes fueron, primero, la aparición del
bipedalismo en una línea de simios y, segundo, una modificación que ocurrió varios
millones de años después que "disminuyó" el ritmo de desarrollo de los homínidos y
llevó a que los infantes humanos nacieran en un estado poco desarrollado y dependiente
(mucho más que los chimpancés) pero que permitió un enorme aumento del tamaño
cerebral y un período mucho mayor de desarrollo del cerebro después del nacimiento.
Esto hizo posible la gran capacidad de aprendizaje que es característica de la especie
humana.

La primera de estas dos modificaciones evolutivas, el bipedalismo, cambió la forma


básica de locomoción de los homínidos y posiblemente les permitió ampliar su territorio
a una mayor variedad de hábitats y entornos. El bipedalismo también, objetivamente,
"dejó las manos libres" para otras cosas fuera de la locomoción, y sentó la base
anatómica para cosas tan relativamente simples como cargar alimentos u otros objetos
largas distancias y usar como "herramientas" materiales naturales sin modificar (tales
como piedras y palos).

Pasarían unos cuantos millones de años más antes de que una especie homínida bípeda
empezara a golpear una piedra con otra para hacer lascas y elaborar herramientas
simples de piedra (a diferencia de usarlas). Al dejar las manos libres del proceso de
locomoción, el bipedalismo preparó el terreno para la construcción de herramientas.

Aunque el registro fósil (hasta la fecha) indica que los homínidos no empezaron a hacer
los primeros raspadores y cuchillas sino hasta hace unos 2.4 millones de años (varios
millones de años después de la aparición del bipedalismo), vale la pena señalar que
incluso los chimpancés, que no pueden caminar erectos por mucho tiempo, pueden usar
las manos para transportar alimentos distancias cortas, blandir ramas para asustar a los
depredadores, usar piedras como "martillos" para partir nueces o deshojar tallos para

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sacar con ellos termitas de sus nidos subterráneos. Por lo tanto, es probable que
inclusive los primeros homínidos que caminaron erectos (que seguramente tenían la
apariencia de simios) hayan usado más las manos que las especies no bípedas de las que
descendieron, especialmente cuando estaban en el suelo y alejados de los árboles. *

Como vimos, el segundo hito biológico crucial del desarrollo humano sucedió unos
cuantos millones de años después del bipedalismo, cuando se dio un importante cambio
en la tasa de desarrollo de una línea de homínidos bípedos. Es interesante que muchos
biólogos evolutivos y del desarrollo creen que muchos cambios importantes en la
historia de la evolución de la vida han sido el resultado de un cambio relativamente
simple en la tasa de desarrollo de una o más estructuras del cuerpo de una población de
antepasados. En el caso de los homínidos, parece que un "desaceleramiento" general del
desarrollo anatómico y fisiológico llevó a un "paquete" de cambios, por ejemplo
cambios en las proporciones de los brazos y las piernas, cambios en la forma de los
huesos del cráneo y de la cara, etc.

Probablemente el más importante de esos cambios fue que los hijos nacían ahora en un
estado muy inmaduro que requería un tiempo más largo de cuidados paternos. A
primera vista se podría pensar que el hecho de dar a luz bebés muy inmaduros y
dependientes que requieren una larga crianza sería una desventaja que la selección
natural eliminaría rápidamente. Pero tal cambio permitió que los infantes nacidos
"prematuramente" (con respecto a especies precedentes) siguieran creciendo y
desarrollándose más tiempo fuera del cuerpo de la madre, ¡y esto también se aplica al
cerebro! En las especies anteriores de homínidos bípedos el crecimiento del cerebro
tenía un límite bastante estricto porque un infante con un cerebro muy grande no podía
pasar por el canal del parto sin matar a la madre. Pero si el cerebro pudiera seguir
creciendo después del nacimiento, podría aumentar de tamaño.

Eso es exactamente lo que pasó. En cierta coyuntura de la evolución de los homínidos


bípedos aparecieron una o más especies con un patrón de desarrollo más lento que los
simios o los homínidos anteriores, pero cuyo cerebro siguió creciendo por más tiempo
después del nacimiento. En dichos homínidos, así como en nuestra propia especie, el
cerebro se podía triplicar entre el nacimiento y la madurez (y en los seres humanos
modernos el cerebro sigue creciendo y desarrollándose por casi dos años después del
nacimiento). Así que algo tan relativamente sencillo como un desaceleramiento del
proceso de maduración era todo lo que se necesitaba para posibilitar una increíble
expansión del tamaño del cerebro y del período de desarrollo del cerebro después del
nacimiento en esos nuevos homínidos. Eso, a su vez, evidentemente permitió un
increíble aumento de la capacidad de aprendizaje y de aprender en interacción con el
ambiente externo natural y social.

Una serie de transiciones de rasgos simiescos a rasgos humanos

Al comparar los simios modernos y los seres humanos, se distinguen rasgos típicos de
los simios y rasgos típicos de los seres humanos. Muchos de esos rasgos están
preservados en los fósiles. (Obviamente también hay grandes diferencias en el idioma y
en la capacidad general de entender y hacer diferentes cosas que no se pueden preservar
en fósiles, pero por ahora me refiero solamente a las diferencias que se detectan en
ellos). Si conocemos qué rasgos son más simiescos y qué rasgos son más humanos,

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podemos estudiar los fósiles homínidos de distintas épocas y darnos una idea de cuándo
ocurrieron las modificaciones evolutivas que caracterizan el proceso de desarrollo de los
seres humanos.

Nuestro cuerpo es increíblemente parecido al de los simios: tenemos similares huesos,


órganos y moléculas bioquímicas (como el ADN). Pero los simios africanos modernos
(gorilas y chimpancés) no se pueden parar y caminar erectos por mucho tiempo porque
la alineación del esqueleto es diferente a la nuestra. En los simios y en otros mamíferos
no humanos el foramen magnum (la apertura de la base del cerebro donde la columna
vertebral se conecta con la cabeza) está más atrás que en los seres humanos. Esto se
puede sentir al tocar la cabeza de un perro: la apertura está atrás. Lo mismo sucede con
los simios.

En los seres humanos, sin embargo, la apertura del foramen magnum está debajo del
cráneo y la cabeza "se balancea" sobre la columna vertebral. Este es un rasgo crucial
que solamente se encuentra en la especie homínida y que, junto con otros cambios de la
alineación del esqueleto, nos permite caminar erectos.

El esqueleto de los seres humanos modernos también tiene distintas proporciones del de
los simios: tenemos muchos de los mismos huesos pero los simios tienen los brazos
proporcionalmente más largos y las piernas más cortas. Los pies de los simios también
son diferentes y están más adaptados a agarrar ramas que a caminar en el suelo. Cuando
caminan en el suelo, lo hacen en cuatro patas y se apoyan en los nudillos.

La cara de los simios también es diferente: más alargada y con mandíbulas y dientes
proporcionalmente más grandes (los colmillos son mucho más grandes). Aquí no
hablaremos mucho del tamaño, la forma y el desarrollo de los dientes, pero debemos
saber que los fósiles de dientes son muy importantes para estudiar la evolución
homínida. El tamaño, la forma y la posición de los dientes revelan mucho sobre lo que
comía una especie (plantas, carne o una alimentación omnívora como la de los humanos
modernos) y permiten establecer el parentesco de diferentes especies de homínidos.

Además se ha demostrado que los patrones de salida y de desarrollo de los dientes (que
se pueden deducir de fósiles homínidos) dan bastante información sobre el ritmo de
desarrollo de todo el cuerpo, y como sabemos ese es un dato muy importante. El análisis
de esta información, combinado con el tamaño del cerebro con respecto al tamaño del
canal de parto, puede indicar si una especie daba a luz crías que tenían un ritmo de
desarrollo más parecido a los simios o a los humanos modernos. (El libro de Richard
Leakey Origins Reconsidered tiene una interesante discusión de la información que dan
los dientes).

Así que cuando los paleoantropólogos encuentran fósiles de homínidos (un cráneo aquí,
una parte de una esqueleto allá, o si tienen mucha suerte varios huesos juntos), lo
primero que hacen es establecer la edad de esos fósiles (con varias técnicas de datación
que hemos visto en esta serie). Después tratan de averiguar si es una especie nunca antes
encontrada o un ejemplar más de una especie ya descrita. (Y a veces descubren que más
de una especie homínida vivió en la misma época).

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Después los paleontólogos miden y estudian cosas muy específicas, como las
proporciones de los huesos de brazos y piernas; la posición del foramen magnum; la
forma y el tamaño del cráneo; el lugar donde se conectaban los músculos a la
mandíbula; el tamaño de los huesos de manos y pies (muy raros de encontrar); el
tamaño, la forma y las superficies de masticar de los dientes (y a veces el patrón de
salida y el ritmo de desarrollo); el tamaño, el sexo y la edad aproximada del individuo;
si se halló cerca de herramientas primitivas de piedra; si se halló cerca de fósiles de
animales que comían, cuyos huesos podrían tener "marcas" de herramientas de piedra
usadas para descarnarlos.

Otros científicos contribuyen a delinear el entorno en que vivía un fósil homínido


estudiando las rocas, suelos antiguos, fósiles vegetales y animales de la misma edad e
inclusive fósiles de granos de polen, todo lo que permite reconstruir el hábitat en que los
homínidos vivieron y murieron: si la zona tenía bosques, sabanas boscosas, sabanas de
pastos o una mezcla de los tres; qué otras especies animales (presas y depredadores)
había; y si hay evidencia de grandes cambios ambientales (como tendencias a secarse o
a enfriarse) en esa época.

¿Eran los primeros homínidos "apenas simios"? La importancia de la evolución del


bipedalismo en el proceso de desarrollo del ser humano

En las últimas décadas, y especialmente en los últimos años, ha salido a la luz mucha
información sobre la secuencia de cambios de varias líneas de homínidos. Al comparar
las características de muchas especies de homínidos bípedos, se ha visto con claridad
que los que generalmente llamamos "primeros" homínidos bípedos (los que vivieron de
la época en que surgió el bipedalismo hasta hace 2.5 millones de años) todavía tenían
muchos rasgos de simios, aunque caminaran erectos. No eran todos iguales pero en
general eran muy bajos de estatura, con las piernas cortas y los brazos largos, como los
simios que se balancean de un árbol a otro. El cráneo era más alargado que el cráneo
abovedado de los homínidos posteriores y los humanos; los colmillos eran más largos,
como los de los simios modernos; y en muchos casos los huesos de la cara formaban
una especie de "hocico" y no la cara plana de los homínidos posteriores y los humanos
modernos. Lo más llamativo es que tenían un cerebro proporcionalmente muy pequeño,
más parecido al de los simios que de los seres humanos. **

De modo que es cierto, como otros han señalado, que los "primeros" homínidos eran tan
parecidos a los simios que no debemos pensar que eran una especie de "humanos
chaparros". Pero por otra parte, tampoco eran "apenas simios"; ¡al fin y al cabo eran
bípedos!

Algunas personas le restan importancia a la evolución del bipedalismo; dicen que "tener
las manos libres" no tuvo mayor importancia porque los primeros homínidos no hacían
herramientas de piedra y porque el cerebro homínido no creció sino hasta mucho
después. En cambio enfatizan las características simiescas y dicen que eran "simios
bípedos". Este término puede ser correcto con respecto a su apariencia, pero me parece
que puede inducir a error y que recalca de modo unilateral los rasgos simiescos y
subestima las profundas implicaciones de la aparición de la locomoción erecta y de las
manos libres en estos inusuales "simios" (o "protohumanos"), rasgos que seguramente
les permitieron expandirse a una gran variedad de entornos y realizar nuevas conductas.

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Hace unos años se pensaba que el bipedalismo era de por sí un desarrollo evolutivo tan
importante que todo homínido bípedo era esencialmente humano. Se creía que tan
pronto como nuestros primeros antepasados homínidos adquirieron la capacidad de
caminar en dos piernas, y las manos les quedaron "libres", "automáticamente"
empezaron a usarlas en actividades como elaborar herramientas y armas, cazar y
recolectar alimentos, cargar a los niños, etc. Se especulaba que eso, a su vez, creó una
necesidad inmediata e imperiosa de mayor inteligencia, mayor y más complejo cerebro,
comunicación y coordinación social más avanzada, y cambios en la estructura familiar y
en la organización social.

Bueno, todos esos cambios sucedieron,¡pero no de la noche a la mañana! Ahora


sabemos que todo eso no ocurrió como parte de un solo paquete de modificaciones
evolutivas cuando apareció el bipedalismo: los Australopithecines de hace 3 a 4
millones de años caminaban erectos en dos piernas pero tenían el cerebro pequeño y
parece que no construyeron herramientas de piedra. El gran cambio en el tamaño del
cerebro, mayor período de inmadurez juvenil, desarrollo postnatal del cerebro y la
capacidad cognoscitiva de diseñar y construir herramientas simples de piedra no
apareció sino de 2 a 3 millones de años después del bipedalismo. O sea, que la novedad
evolutiva del bipedalismo ocurrió mucho antes que muchos de los otros atributos que
consideramos humanos.

Pero por otra parte sería incorrecto no ver lo importante que fue la evolución del
bipedalismo en el proceso general de evolución humana. Incluso si las primeras
especies bípedas de Australopithecines no usaban las manos para fabricar herramientas
y para capturar y destazar animales (o para recoger y transportar plantas) desde el
primer momento en que surgió el bipedalismo, la evolución de la capacidad de caminar
en dos piernas preparó el terreno para las habilidades posteriores.

Imaginémonos que de unas especies simias no bípedas del pasado por casualidad
surgiera una nueva especie que aún no podía caminar erecta, pero cuya principal
modificación evolutiva era dar a luz infantes con un ritmo menor de desarrollo que
necesitaba prolongados cuidados paternos, de modo que el cerebro pudiera crecer y
desarrollarse mucho tiempo después del nacimiento. Tal cambio podría haber facilitado
un gran aumento de la capacidad de aprendizaje, el desarrollo de una habilidad mucho
mayor de vocalizaciones (variedad de sonidos) y tal vez el desarrollo de un lenguaje
complejo.

Pero, si todo eso hubiera pasado, ¿qué especie hubiera resultado de esas modificaciones
si las manos no estuvieran libres para otras cosas fuera de la locomoción debido a la
evolución anterior del bipedalismo? El resultado podría ser algo como un chimpancé
muy inteligente, pero no lo que consideramos humano. Para que una línea de simios
diera origen a la especie humana moderna se necesitó la combinación de dos grandes
saltos evolutivos: la evolución del bipedalismo, seguida varios millones de años después
por la evolución de un mecanismo que permitió el desarrollo cerebral postnatal y una
capacidad de aprendizaje sin precedentes.

De modo que, repitiendo, aunque es importante recalcar que los primeros


Australopithecines eran muy parecidos a los simios (y no apenas "humanos chaparros")
y que varias de esas primeras especies bípedas quizá usaron relativamente poco las

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manos los primeros cientos de miles o millones de años del bipedalismo, creo que
presentaríamos una visión tergiversada de nuestros orígenes si no recalcáramos también
que el período posterior de transformaciones evolutivas cualitativas (las que llevaron a
un aumento sustancial del tamaño del cerebro y de la capacidad de aprendizaje) no
hubieran importado tanto si no hubieran ocurrido en especies cuyo bipedalismo les
permitía usar las manos para otros fines fuera de la locomoción. Incluso si los primeros
Australopithecines todavía no tenían el desarrollo cerebral ni las capacidades
cognoscitivas para "aprovechar" plenamente las manos libres (aunque probablemente lo
hacían tanto como los chimpancés modernos), la evolución del bipedalismo y el hecho
de tener libres las manos fue el primer gran hito evolutivo en el desarrollo del ser
humano. Hizo posible que el segundo salto cualitativo (el cambio de tamaño del cerebro
y el desarrollo cerebral postnatal) tuviera los efectos que tuvo: una especie que adquirió
la capacidad de transformarse a sí misma y al mundo que la rodea mediante
innovaciones culturales y la acumulación y transmisión de información aprendida, y no
mediante la evolución biológica.

Vale la pena recordar que la diferencia (en formas de actividades productivas y de


organización social) entre los primeros miembros de nuestra especie Homo sapiens (que
vivieron como cazadores/recolectores nómadas por más de 100,000 años antes de la
invención de la agricultura, hace apenas 10,000 años, y de empezar a construir
ciudades) y los seres humanos modernos (que construyen carros y computadoras, y
exploran el espacio y el fondo de los mares) es principalmente una diferencia de cultura:
nada de eso requirió mayores cambios evolutivos en la biología fundamental de nuestro
cuerpo. Todo lo que hacemos hoy parte de la misma capacidad de aprendizaje y de
transmitir vastas reservas de conocimiento acumulado a lo largo de generaciones por
medios culturales no genéticos que ha tenido nuestra especie homínida desde el
principio. Esto, quizá más que nada, es lo que nos hace fundamentalmente humanos y
nos distingue de las otras especies.

Pero nada de esto probablemente hubiera ocurrido si no se hubiera dado el segundo


salto evolutivo de hace 2 millones de años en una especie que ya era bípeda y
objetivamente tenía las manos libres.

¿Entonces, somos no más un accidente?

La evolución de la línea homínida no estaba destinada a desenvolverse como lo hizo. En


su lugar ha podido darse una serie distinta de modificaciones evolutivas, una serie
distinta de procesos y el ser humano nunca hubiera existido.

Para algunas personas, esto es angustioso. El otro día, le estaba contando a alguien lo
que sabemos sobre los orígenes de nuestro planeta y del sistema solar, la aparición de la
vida en la Tierra, los 3.5 billones (mil millones) de años de evolución de los seres vivos
y la evolución de nuestra propia especie... sin la intervención de dioses sobrenaturales ni
espíritus. Era la primera vez que oía todo esto. Y de repente, me preguntó ansiosamente:
"Pero, entonces, ¿qué sentido tiene? ¿Cuál es el propósito de la vida?".

¡Precisamente: no tiene un sentido predeterminado! Nuestra existencia no tiene


propósito especial en el gran universo... fuera del que le demos. Nuestra presencia no le
importa a nada ni nadie de este planeta fuera de nosotros mismos; y nuestra existencia

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no tiene el menor impacto en el cosmos (en este punto), donde tenemos menos
importancia que un granito de arena en una playa.

¿O sea que no importamos? ¿O sea que da lo mismo que nos matemos unos a otros
porque no hay un dios a quien le importe lo que hagamos? ¿O sea que nuestra vida no
tiene absolutamente ningún propósito? ¡Todo lo contrario! ¡Nuestras vidas son muy
valiosas y nuestra existencia es muy importante... para los demás seres humanos!

Debemos "portarnos bien" y tratarnos con integridad y de una forma "moral y ética" no
por temor a que nos regañe un dios castigador, sino porque lo que hagamos afecta
directamente la calidad de la vida humana. Y nuestra vida tiene propósito (aunque cada
quien lo define de modo distinto según su concepción del mundo) ¡porque los seres
humanos podemos infundirle propósito a nuestra vida!

Así que aquí estamos: una bola de seres vivos maravillosamente complejos,
simultáneamente muy destructivos y muy creativos, con una capacidad enorme de
transformar conscientemente el mundo natural y las sociedades que habitamos. "Allá
arriba" no hay nada más... ¿pero no es esto más que suficiente?

Notas:

* Cuanto más sabemos sobre los primeros homínidos bípedos, más probable es que
hayan pasado una buena cantidad de tiempo en los árboles; muy seguramente
descansaban y dormían en los árboles, lejos de los depredadores. Estos homínidos
todavía tenían los largos brazos de los simios que saltaban de árbol en árbol, y en la
actualidad se cree que el bipedalismo surgió cuando la mayor parte de África estaba
cubierta de bosques tropicales. La vieja idea de que los primeros homínidos bípedos
evolucionaron cuando África se cubrió de grandes sabanas (y que la selección natural
favoreció el hecho de caminar erguidos porque permitía a los individuos cruzar los
claros, ver sobre los altos pastos y sobrevivir lejos de los árboles) ha perdido aceptación
porque hoy sabemos que en esa época los hábitats de árboles eran muy comunes en
muchas partes de África. Los amplios corredores de sabanas sin árboles aparecieron
bastante después de los primeros homínidos bípedos. Sin embargo, hay evidencia de
que los grandes bosques tropicales se estaban empezando a separar en hábitats de una
"mezcla" de zonas boscosas y claros por el tiempo en que evolucionaron las primeras
especies bípedas.

Recordemos, sin embargo, que el bipedalismo no evolucionó "debido a" ningún cambio
ambiental; como vimos en esta serie, un cambio del ambiente de por sí no "causa" una
novedad evolutiva. Pero es más probable que una novedad evolutiva que aparece por
casualidad (por recombinaciones genéticas al azar u otras razones) se conserve y se
extienda en una población a lo largo de varias generaciones si esa población encuentra
cambios ambientales, y si las nuevas modificaciones evolutivas permiten a los
individuos sobrevivir y reproducirse en medio de esos cambios. Es posible, entonces,
que individuos de poblaciones que por casualidad adquirieron una capacidad de caminar
erectos hayan tenido una "ventaja reproductora" porque podían pasar algún tiempo lejos
de los árboles y podían desplazarse entre los árboles y los trechos de hábitats menos
arbolados que empezaban a surgir. Esa nueva flexibilidad conductual les pudo permitir
aprovechar una mayor variedad de alimentos vegetales y otros recursos en los claros y

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en el borde de los bosques. Incluso si los primeros homínidos bípedos pasaban mucho
tiempo en los árboles, es posible que hayan empezado a cargar alimentos de un lugar a
otro (en vez de comer siempre en donde encontraban el alimento); eso pudo haber
impactado la nutrición, las interacciones sociales (por ejemplo, si unos individuos
cargaban alimentos de lejos para compartir con los otros miembros del grupo), etc.

De todas formas no cabe duda de que al mismo tiempo que la diversidad de las especies
de simios no bípedos se redujo notablemente evolucionó el bipedalismo y la diversidad
de las especies bípedas aumentó rápidamente. Esto indica que el bipedalismo
seguramente otorgó claras ventajas reproductoras en el cambiante ambiente africano de
esa época y que por lo tanto la selección natural lo favoreció.

** Los primeros Australopithecines bípedos tenían un cerebro de unos 450 centímetros


cúbicos, que es más o menos el mismo tamaño de los chimpancés modernos (400 cc).
Pero los homínidos "posteriores", como los primeros representantes del genero
Homo,tenían un cerebro mucho más grande: Homo rudolfensis tenía un cerebro de 700
a 900 cc (casi el doble de los Australopithecines , aunque el cuerpo era casi igual). En
los simios, el cerebro se duplica entre el nacimiento y la madurez; en los homínidos (a
partir de Homo erectus y en los humanos modernos) el cerebro se triplica en ese tiempo.
En los humanos modernos, un bebé nace con un cerebro de unos 385 cc, que se duplica
en el primer año y llega a tener unos 1350 cc

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La evolución de los seres humanos III

Con toda seguridad en los próximos años se descubrirán muchas cosas que detallarán la
compleja historia de la evolución homínida, pero la trayectoria general se puede resumir
de la siguiente manera:

Todos los seres humanos que viven en la actualidad pertenecen a la especie Homo
sapiens, que es parte de la familia Hominidae (los "homínidos"), la familia biológica a
la que pertenecen los humanos, las especies que quedan de simios africanos (gorilas y
chimpancés) y los simios asiáticos (orangutanes, con los cuales no estamos muy
emparentados). Los seres humanos no descienden directamente de los chimpancés ni de
los gorilas, pero hace millones de años teníamos una especie antepasada común: una de
las muchas especies de simios que evolucionaron en el continente africano y que
probablemente vivía en los árboles, comía frutas y hojas de los bosques, y era similar a
los gorilas y chimpancés de la actualidad. ¡Los chimpancés y los seres humanos son
parientes tan cercanos que del 98 al 99% de su código genético (ADN) es igual!

Comparando el ADN humano y de los chimpancés, los biólogos moleculares pueden


calcular hace aproximadamente cuánto tiempo se "separaron" (divergieron) de una
especie antepasada común nuestra línea evolutiva y la línea de los chimpancés.

Por medio de esta técnica, sabemos que la separación inicial ocurrió hace un poco de
más de 5 millones de años. Una línea a la larga llevó a la especie de chimpancés
modernos. La otra línea a la larga llevó a la especie humana moderna. La rama de los
homínidos empezó con la evolución de un rasgo radicalmente nuevo: el bipedalismo.
Aunque nuestros primeros antepasados homínidos eran muy parecidos a los simios, se
paraban y caminaban en dos piernas.

Los homínidos bípedos obviamente tuvieron mucho éxito: se extendieron y generaron


varias especies adicionales (cada una con sus propias características, pero todas
bípedas). A lo largo de los siguientes millones de años la línea homínida bípeda dio
origen a una gran variedad de especies. Unas de ellas son antepasados en línea directa
de nuestra especie moderna; otras son como ramas separadas del mismo árbol familiar y
representan sendas evolutivas alternativas. Muchas de esas especies vivieron por cientos
de miles de años o más, y algunas tuvieron sus propias especies descendientes; pero en
última instancia todas se extinguieron.

Sabemos que nuestra especie, Homo sapiens, es la "más joven" de todas las especies
homínidas pues se separó de sus antepasados hace solamente 200,000 años. Hoy, todas
las otras especies homínidas han desaparecido, pero hace 40,000 años había dos o quizá
tres especies homínidas en el planeta:

1) nuestra propia especie, Homo sapiens, que evolucionó en África hace unos 200,000
años y empezó a extenderse por diferentes partes del mundo hace unos 50,000 años.

2) Homo neanderthalensis (los neandertales) en Europa y en el Medio Oriente, que era


una especie humana diferente según indica el análisis molecular. Se cree que Homo
neanderthalensis y Homo sapiens tuvieron un antepasado homínido común hace unos
600,000 años. *

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Sabemos que poblaciones de Homo erectus empezaron a migrar de África hace más de
un millón de años, y se cree que las especies de Homo neanderthalensis de Europa y del
Medio Oriente evolucionaron de esas poblaciones migrantes de Homo erectus. Cuando
el Homo sapiens moderno evolucionó un poco más adelante (hace unos 200,000 años)
de descendientes africanos de Homo erectus, se extendió rápidamente y empezó su
propia migración de África hace unos 50,000 años. Cuando llegó a Europa y el Medio
Oriente coincidió (por miles de años) con poblaciones de neandertales. No sabemos
cuánto se relacionaron estas dos especies humanas. Sabemos que aunque los
neandertales tenían muchas herramientas de piedra, las poblaciones de Homo sapiens
tenían herramientas "más avanzadas" y más complejas en diseño conceptual y ejecución
técnica. Se han encontrado herramientas de Homo sapiens en sitios arqueológicos de
neandertales, lo que indica que quizá los neandertales trataron de adoptar la tecnología
más avanzada. No sabemos si los neandertales encontraron condiciones ambientales a
las que no se pudieron adaptar o si las poblaciones de Homo sapiens tuvieron un papel
más directo en su extinción (apoderándose de los alimentos y otros recursos o
atacándolos). Pero sí sabemos que hace unos 35,000 años la especie Homo sapiens
"reemplazó" totalmente a la especie neandertal.

3) descendientes de Homo erectus en el sur y el este de Asia: estas poblaciones también


son descendientes evolutivos de las primeras poblaciones de Homo erectus que
migraron de África hace más de un millón de años, mucho antes de que evolucionara
Homo sapiens. Sabemos que llegaron a China y Java. También sabemos por el registro
fósil que, como el Homo erectus africano del que descendieron, hacían una variedad de
herramientas de piedra y usaron el fuego. Sobrevivieron en Asia cientos de miles de
años hasta hace unos 30,000 años. No sabemos si Homo sapiens se relacionó con esas
especies asiáticas de Homo erectus ni cómo pudo ser esa relación, pero sí sabemos que
los últimos descendientes de Homo erectus asiático se extinguieron más o menos al
mismo que el Homo sapiens moderno llegó a esas regiones.

De modo que tras salir de África hace unos 50,000 años, nuestra especie moderna de
Homo sapiens reemplazó a todas las otras especies humanas dondequiera que fue. Hace
35,000 años era la única que quedaba.

Como hemos visto, la historia general de nuestra línea homínida se caracteriza por un
patrón como de "arbusto" de múltiples especies y una sucesión de episodios de
especiación y extinción. Este es un patrón común en la evolución de especies
biológicas: una especie suele empezar cuando aparece una "novedad" evolutiva
significativa (como el bipedalismo en una línea de simios) en una población pequeña
que ha quedado aislada en materia reproductora de su grupo ancestral. Si la nueva
especie no se extingue en poco tiempo, suele pasar por un proceso de radiación
adaptiva: las poblaciones aumentan y se extienden a distintos lugares y después generan
varias especies de descendientes en una o más olas de diversificación evolutiva. Muchos
científicos creen que tales episodios múltiples de especiación suceden especialmente en
épocas de cambios y trastornos ambientales.

Con el tiempo, sin embargo, el ritmo de especiaciones de una nueva línea evolutiva
tiende a amainar y se reduce el ritmo de generación de nuevas especies. Con frecuencia
se presenta la analogía de que un nuevo "arbusto" evolutivo al principio crece mucho y
se ramifica, pero con el tiempo se achica por extinciones de especies.

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Este patrón evolutivo, que se observa en la evolución de plantas y animales, también es


el patrón de nuestra propia evolución: en la cúspide de la diversificación homínida
(entre hace 2 y 3 millones de años) había una media docena de especies: unos de los
últimos Australopithecines "gráciles", unos Australopithecines "robustos" y dos o tres
especies de nuestro género Homo. Pero ese arbusto evolutivo se ha podado y solo queda
una especie homínida: el Homo sapiens.

No es fácil establecer a partir de los fósiles los distintos grados de parentesco entre las
especies homínidas ni definir las características de cada una, pero se pueden observar
ciertos patrones generales: está bastante claro que se dieron dos coyunturas
especialmente significativas (desde nuestra perspectiva) en el desarrollo del "arbusto"
homínido; la primera fue el surgimiento de los primeros homínidos bípedos de una línea
de simios africanos, que dio inicio a la línea homínida hace de 5 a 10 millones de años.

La segunda fue el gran aumento del tamaño del cerebro y capacidades relacionadas que
acompañó el surgimiento de la primera especie homínida con ese patrón
característicamente humano de desarrollo biológico "más lento", que lleva a que las
crías nazcan poco desarrolladas y requieran un largo tiempo de cuidado paterno, con el
beneficio (desde nuestra perspectiva) de que el cerebro sigue creciendo y
desarrollándose mucho después del nacimiento. Este cambio crucial (asociado con una
capacidad de aprendizaje mucho mayor, y mayor de lo que era posible anteriormente) es
lo que para mí es el segundo gran salto de la evolución homínida, el que realmente
distinguió al nuevo género Homo de los homínidos Australopithecines anteriores. Este
cambio vino acompañado de otra serie de cambios anatómicos y de desarrollo, que de
conjunto hicieron que estos homínidos fueran menos parecidos a los simios bípedos y
más parecidos a los humanos modernos, por ejemplo: cuerpo más alto con brazos más
cortos y piernas más largas; cara más aplanada y cráneo abovedado; cambios del
tamaño, la forma, el crecimiento y el desarrollo de los dientes; mucho menos
dimorfismo sexual (menos diferencia de tamaño entre machos y hembras); y un cambio
de la posición de la laringe hacia abajo en la garganta, lo que permite a los seres
humanos emitir mucho más sonidos vocales que los simios modernos (y probablemente
muchos más que los primeros homínidos). Este cambio de la posición de la laringe,
junto con el desarrollo posnatal del cerebro característico de los homínidos posteriores,
pudo haber sido muy importante para el desarrollo de un lenguaje humano más extenso,
con las implicaciones resultantes para la comunicación y coordinación social.

Una posible conexión ambiental

¿Es posible que el bipedalismo y el aumento del tamaño del cerebro en la línea
homínida se hayan debido a cambios ambientales? Al examinar esta pregunta, es
importante recordar que un cambio ambiental nunca "causa" directamente un cambio
evolutivo; la evolución no opera así. Pero un cambio ambiental puede cambiar
dramáticamente las condiciones en que viven plantas y animales. En tales casos, si se da
por casualidad una innovación evolutiva en una línea vegetal o animal (por medio de los
procesos usuales de recombinación genética y demás) y si esa modificación genética
que ocurre al azar da por casualidad una ventaja reproductora a los individuos que viven
en esas nuevas condiciones ambientales, entonces es posible que el nuevo rasgo
evolutivo se extienda por selección natural. En ciertas condiciones (y el suficiente
aislamiento reproductor de la población madre), especialmente si la modificación

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evolutiva es significativa, el surgimiento y la diseminación del nuevo rasgo (como el


surgimiento del bipedalismo en una línea de simios que viven en los árboles) puede ser
suficiente para que emerja una nueva especie.

Es muy interesante que en los dos períodos en que ocurrieron las modificaciones más
significativas en la evolución de los homínidos también ocurrieran grandes cambios
ambientales en África oriental. Primero, hace de 5 a 10 millones de años, cuando se cree
que surgió el bipedalismo, hubo un patrón de enfriamiento global y de elevación y
fracturación geológica en el continente africano, lo que por lo visto causó sequedad y un
clareo parcial de una vasta zona uniforme de bosques en África oriental. Aparecieron
zonas de sabanas boscosas (claros salpicados de macizos de árboles) entremezcladas
con bosques donde antes solo había espesura. Se ha sugerido que cuando el bipedalismo
surgió en una población de simios de bosques, la selección natural pudo favorecerlo si
les permitió ampliar su territorio y conseguir alimentos en esos nuevos entornos (en que
los árboles estaban más espaciados) cuando los alimentos de los bosques tradicionales
escaseaban. El bipedalismo pudo ser una ventaja en esas situaciones, inclusive si las
primeras especies bípedas pasaban mucho tiempo en los árboles y se retiraban a ellos a
descansar y protegerse, como parece ser el caso. La nueva anatomía erecta debió
facilitar el desplazamiento entre macizos separados de árboles en las nuevas sabanas
boscosas. Sabemos que los primeros homínidos no construían herramientas (y quizá no
usaban muchos materiales naturales como herramientas), pero el hecho de que no
necesitaran las manos para la locomoción les permitía cubrir más distancias y empezar a
usar más las manos para cosas como excavar raíces comestibles y cargar comida en
viajes largos. Esto, a su vez, pudo mejorar la nutrición, aumentar la población, facilitar
la expansión a nuevos hábitats y quizá operar cambios de las relaciones sociales, como
por ejemplo llevar comida a los niños y a otros (los chimpancés muestran rudimentos de
esta conducta).

De todos modos, es indisputable que cuando apareció el bipedalismo se estableció


firmemente en la línea homínida y que se siguió extendiendo con una sucesión de
especies. Esto indica que la selección natural "favoreció" fuertemente esta "novedad"
evolutiva, por la combinación de razones que fuera, en un período en que también se
dieron cambios ambientales importantes a gran escala.

¿Estuvo relacionado el "segundo gran salto" de la evolución homínida (la disminución


del ritmo de desarrollo y el gran aumento de tamaño del cerebro) con períodos de
grandes cambios ambientales? Hay evidencia que indica que así fue. El período de hace
unos 2.5 millones de años (cuando ocurrió el "segundo salto") fue una época de
enfriamiento global, cuando el Ártico se empezó a cubrir de grandes capas de hielo y
cuando grandes partes de África se volvieron más áridas. Donde había bosques
tropicales continuos, y después una mezcla de bosques y sabanas boscosas, ahora
aparecieron zonas mucho más grandes de sabanas de pastos, secas y sin árboles. Repito:
períodos de cambios ambientales así de dramáticos fácilmente pueden llevar a la
extinción de especies (¡y seguramente así fue!), pero también crean condiciones
ambientales que favorecen el establecimiento y difusión de importantes modificaciones
evolutivas y de nuevas especies. Las nuevas sabanas secas debieron ser un entorno duro
para los primeros homínidos: las fuentes de alimentos vegetales eran menos seguras y
más dispersas que en los bosques tropicales y, después, en las sabanas boscosas; y la
ausencia de árboles dejaba a los homínidos vulnerables a depredadores grandes, como

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los felinos. En tales condiciones, la selección natural probablemente favoreció cualquier


aumento de la capacidad de construir herramientas y de razonar, y de la coordinación
social.

Podría resultar que los importantes cambios ambientales que se dieron en África hace
unos 2 millones de años (el secamiento y la extensión de las sabanas de pastos)
"estimuló" indirectamente el desarrollo de los homínidos en una dirección más humana.
Como dijimos, uno pensaría que la selección natural eliminaría las líneas homínidas que
empezaron a tener bebés esencialmente "prematuros" y totalmente indefensos por un
largo tiempo; pero el hecho de que tal cambio también permitió que el cerebro homínido
se desarrollara un tiempo más largo después del nacimiento (lo que permitió a los
infantes homínidos ampliar su capacidad mental por medio de la interacción social y del
aprendizaje, en vez de programación genética, en un grado nunca antes visto)
probablemente compensó con creces cualquier desventaja.

Quizá todo esto pudo suceder sin que ocurrieran grandes cambios ambientales. Después
de todo, la selección natural podía fortalecer el aumento de la capacidad de aprender, de
manipular y refinar herramientas, de comunicarse mejor y reforzar la socialización en
una línea de mamíferos sociales, inclusive en un ambiente con pocos cambios. Pero los
nuevos retos que seguramente presentaron los cambios de clima, vegetación, alimentos
disponibles y exposición a depredadores en el período de hace 2 millones de años
podrían ser una de las razones que llevaron a que la nueva especie Homo (¡una especie
muy "rara" en su tiempo!) tuviera tanto éxito y a que pasara por otra racha de expansión
y diversificación de especies en el millón de años siguientes.

No todas las especies homínidas de ese período evolucionaron en la dirección de los


humanos modernos. La línea "robusta" de Australopithecines, cuyos dientes y
mandíbulas indican que comía principalmente plantas fibrosas de las sabanas áridas, no
tuvo mayor expansión cerebral y se extinguió. Por otra parte, las líneas homínidas
"gráciles" (y especialmente la nueva especie Homo) siguieron consumiendo una
alimentación más generalizada (a juzgar por los dientes y las estructuras de la cara, que
son típicos de omnívoros menos especializados). Parece que también empezaron a
comer mayor cantidad de carne, con lo que tenían una mayor variedad de alimentos
(altamente nutritivos) para mantenerse en ambientes más secos y rigurosos. Ya los
fósiles del australopiteco "posterior" A. garhi (que vivió en África justo antes de las
primeras especies Homo) aparecen asociados con huesos de antílopes que tienen marcas
de cortes, lo que indica que los destazaron. Un crecimiento postnatal del cerebro en esta
época seguramente facilitó el aprendizaje de esas nuevas destrezas, y es muy probable
que lo haya favorecido la selección natural.

Pero fue la especie posterior Homo ergaster la que realmente dio un gran paso, ya que
parece que fue la que descubrió cómo usar y hacer fuego. Esto fue una enorme
innovación porque permitió viajar a campo abierto y alejar a los depredadores de noche
cuando no había árboles para dormir; además, el fuego cocina y hace más fáciles de
digerir una variedad de alimentos duros, como raíces fibrosas y carnes duras.

Con un cerebro mucho mayor, herramientas de piedra más refinadas, fuego y


seguramente un lenguaje más desarrollado y mayor coordinación social, no es
sorprendente que Homo ergaster (también llamado Homo erectus africano) fuera la

Psicología Médica 101


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primera especie que salió de África en gran escala y la primera que logró establecerse
en distintos entornos de muchas partes del mundo.

Cuando nuestra propia especie surgió en África hace unos 200,000 años (probablemente
de Homo ergaster/erectus africano o de una especie homínida muy similar), tenía
capacidades cognoscitivas más desarrolladas, como se ve en sus herramientas de diseño
más complejo. Homo sapiens seguramente ya tenía capacidades bastante desarrolladas
de lenguaje e interacción social y la capacidad general de transformarse a sí mismo y
sus alrededores por medio de modificaciones culturales conscientes más que por
evolución biológica. (Cabe señalar que unos descendientes de Homo erectus, los
neandertales, desarrollaron aspectos significativos de cultura humana, como por
ejemplo, enterrar a los muertos con rituales).

Una especie por todo el mundo; una especie que transforma radicalmente
el mundo

Cuando nuestra especie salió de África hace unos 50,000 años, su biología le daba la
flexibilidad conductual y la coordinación social para extenderse a prácticamente todos
los ambientes físicos y para adaptarse a ellos por medios culturales (por ejemplo,
protegerse del frío con pieles de animales y fuego, mejorar diseños y materiales de
herramientas para recoger plantas y cazar animales, etc.). Tenía ahora una variedad de
medios culturales para acumular y transmitir conocimientos de grupo a grupo y de
generación en generación, entre ellos el arte y el ritual. Dondequiera que fue, reemplazó
las poblaciones de especies humanas más antiguas descendientes de las anteriores
migraciones de África de Homo erectus.

Desde nuestros inicios en África hace unos 200,00 años, nos extendimos con bastante
rapidez a todo el globo y llegamos a las Américas cruzando el estrecho de Bering hace
por lo menos 12,000 años. Empezamos en África como una sola especie y hemos
seguido siendo una sola especie. Ningún grupo de Homo sapiens moderno está
totalmente aislado a nivel reproductor del resto de la especie, así que seguimos
mezclando nuestros genes como lo hemos hecho desde nuestros orígenes en el
continente africano.

A nivel biológico esta especie nuestra, que hoy construye computadoras y explora las
profundidades del océano y la inmensidad del espacio, no ha cambiado esencialmente
del Homo sapiens que salió de África en esa segunda ola migratoria hace unos 50,000
años. Esto no se debe solamente a que ha pasado relativamente poco tiempo y a que una
especie individual tiende a ser "estable" a lo largo de su vida; también se debe a que la
especie que surgió de nuestros antepasados homínidos hace unos 200,000 años tenía una
capacidad sin precedentes de modificar y reestructurar continuamente su propia vida, y
prácticamente todos los aspectos del ambiente exterior, por medios culturales. Esto
resultó ser mucho más rápido y eficaz de lo que se puede lograr por medio de la
continua evolución biológica. Los individuos que pintaron las primeras pinturas en
cuevas, los que se aventuraron por el estrecho de Bering, los que vivieron como
cazadores-recolectores por 100,000 años o más, los que iniciaron la agricultura hace
10,000 años y los que crearon sociedades tecnológicas avanzadas en los últimos dos
siglos son básicamente la misma gente. En todo este tiempo no hemos tenido
modificaciones biológicas significativas (por ejemplo, el cerebro no nos ha crecido),

Psicología Médica 102


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aunque los cambios que hemos efectuado en todo el mundo por medio de
modificaciones sociales y culturales en unas pocas docenas de miles de años son
asombrosos.

La evolución nos proporcionó hace mucho tiempo una capacidad sin precedentes de
aprender continuamente cosas nuevas, de procurar conscientemente modificar y
transformar el mundo material, y de transmitir de generación en generación por esos
medios culturales no genéticos una gran cantidad de información acumulada. Esto es lo
que le permite a nuestra especie hacer frente a los nuevos problemas y las nuevas
oportunidades que presente el mundo exterior (¡o no hacerlo!) sin necesidad de
modificaciones biológicas significativas de nuestro cuerpo ni de generar nuevas
especies.

Esto no quiere decir que no nos extinguiremos un día: todas las formas particulares de
materia a la larga dejan de existir como tales, y los seres humanos (o lo que
consideramos seres humanos hoy) a la larga dejarán de existir. La pregunta es más bien
si esa extinción será prematura y cómo será la calidad de la vida humana de aquí a allá.
¿Lograremos usar nuestras increíbles capacidades para hacer repetidas modificaciones
sociales y culturales que eviten que acabemos con nosotros mismos con guerras,
opresión social y degradación ambiental global? La respuesta a esa pregunta depende de
nosotros.

* Esa especie común era probablemente una versión "posterior" de Homo ergaster /
erectus , a quien a veces se llama " Homo sapiens arcaico".

Todos venimos de África

¿Cómo lo sabemos? Por una combinación de razones.

Primero, nuestro ADN indica que nuestros parientes más cercanos son los simios
africanos (chimpancés y gorilas africanos) y no los simios asiáticos (los orangutanes,
que no son muy cercanos a nosotros). Los cálculos del "reloj molecular" de ADN
indican que hace unos 5 millones de años una especie de simio africano se ramificó en
dos líneas divergentes: una línea a la larga llevó a la especie de chimpancés modernos;
la otra línea a la larga llevó a la especie humana moderna.

Segundo, solo se han encontrado fósiles de especies homínidas de más de 3 millones de


años en África (y hay muchos). Por eso los paleontólogos y biólogos evolutivos en
general concuerdan en que el proceso de evolución humana empezó en África.

Tercero, la evidencia de ADN muestra con absoluta claridad que la especie


sobreviviente de la línea humana, nuestra especie, es una sola especie en todo el mundo,
y los fósiles más antiguos de nuestra especie (de 100,000 años o más) también se han
encontrado en África. Los fósiles de Homo sapiens modernos no aparecen fuera de
África sino hasta hace 50,000 años, la época en que pensamos que nuestra especie
emigró de dicho continente.

Por último, aunque sabemos que nuestra especie coincidió con por lo menos otras dos
especies humanas en partes de Asia, el Medio Oriente y Europa hasta hace 35,000 años,

Psicología Médica 103


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la evidencia fósil indica que esas otras especies eran más similares anatómica y
culturalmente a la especie Homo erectus de hace 1 a 2 millones de años que al Homo
sapiens moderno.

Una pregunta que todavía surge es si nuestra especie moderna definitivamente


evolucionó primero en África y de ahí se extendió al resto del mundo, o si evolucionó
en otra parte del mundo (digamos, de las poblaciones europeas o asiáticas de Homo
erectus ) y después llegó a África y a otras partes. También se ha propuesto que los
humanos modernos evolucionaron de una convergencia y "combinación" de 2 ó 3
especies humanas preexistentes y probablemente muy emparentadas que ya se habían
extendido a distintas partes del mundo hace un millón de años (como Homo
ergaster/erectus en África, Homo erectus en Asia, Homo neanderthalensis en el Medio
Oriente y Europa, etc.).

Esta "hipótesis multirregional", que todavía se ve en la prensa de vez en cuando, cree


que esas poblaciones se pudieron encontrar, cruzar y dar origen a Homo sapiens.Pero
esto no tiene base científica sólida. Es muy posible que haya habido múltiples olas de
migración homínida de África en el millón de años pasados (quizá desde Homo habilis
), y que ciertas poblaciones hayan vuelto a África, pero no hay evidencia de que la
especie moderna Homo sapiens evolucionó de ninguna de esas poblaciones migrantes ni
de una "combinación" o cruce de sus descendientes.

Es más, esa idea contradice lo que sabemos de los mecanismos de la evolución: las
poblaciones biológicas que viven aisladas en el aspecto reproductor por cientos de miles
de años (como es el caso de esas poblaciones migrantes de Homo erectus ) acumulan
diferencias genéticas significativas y es muy poco probable que se puedan cruzar y
reproducir si se encuentran más tarde. Asimismo, las poblaciones aisladas
geográficamente y a nivel reproductor el tiempo suficiente para constituir distintas
especies no convergen más adelante en una sola dirección evolutiva y se unen para
formar una nueva especie. La evolución no opera así. Por contraste, lo que es muy
común en la evolución biológica es que una nueva especie evolucione en un solo lugar a
partir de una población pequeña separada y aislada de la especie madre, y que después
se extienda a nuevas zonas. La evidencia que indica fuertemente que Homo sapiens
evolucionó de una pequeña población en África y que después se extendió a otras partes
del mundo encaja en este patrón común del origen de nuevas especies.

El análisis del ADN de poblaciones humanas modernas con las técnicas de la biología
molecular moderna confirma esto. El análisis del ADN nuclear humano (proveniente de
ambos padres y presente en todas las células) y del ADN mitocondrial (transmitido de
generación en generación por la madre y presente en los organelos de la célula llamados
mitocondrias), y los estudios de los patrones de distribución de la variación genética
humana en el mundo, convergen todos en la misma conclusión: nuestra especie
moderna Homo sapiens tuvo un solo origen africano.

Es más, la evidencia del ADN mitocondrial indica fuertemente que todos los seres
humanos actuales descienden de una pequeña población que vivió en África hace unos
150,000 años (pero no de una sola mujer, como dicen incorrectamente los medios de
comunicación). Los cálculos derivados de un análisis del ADN nuclear llegaron a la
misma conclusión. El genoma humano obviamente tiene información mucho más

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antigua, y unas combinaciones humanas de ADN presentes en nuestros antepasados han


desaparecido (como desaparece un apellido cuando el linaje no se reproduce). Pero el
análisis molecular del ADN indica que especies como los neandertales no contribuyeron
al pool genético humano moderno (y que los neandertales divergieron de la línea
homínida que dio origen a Homo sapiens hace unos 600,000 años). Todos los seres
humanos vivientes todavía tienen segmentos de ADN mitocondrial que estaban
presentes en una sola población de Homo sapiens que vivió en la misma zona
geográfica hace unos 150,000 años, mucho antes de que empezara la migración de
Homo sapiens de África.

¿Qué nos dice la ciencia de la evolución sobre las "razas" humanas?

¡Lo principal que nos enseña la evolución sobre la raza es que no hay distintas razas
biológicas de seres humanos! Lo que llamamos "razas" humanas son categorías
definidas por razones históricas, sociales y culturales; pero esas categorías no
corresponden a divisiones "naturales" de la especie humana.

Aclaremos una cosa: el concepto social de "raza" todavía tiene importancia social en la
vida humana; por ejemplo, puede ser una importante forma de identificación cultural de
grupos sociales oprimidos y opresores (en un sentido social positivo, como el
movimiento de orgullo negro, o en una dirección social negativa, como el KKK y otros
supremacistas blancos). Además, todavía se usa para oprimir y discriminar económica,
social y culturalmente a grandes grupos. Por eso la lucha contra el racismo y la opresión
nacional sigue, y hay que seguir luchando concretamente por la implementación de
"igualdad racial" y por la emancipación de los pueblos oprimidos. Es incorrecto decir
que la "raza ya no importa".

Pero esto se debe a la realidad social de la raza. Desde un punto de vista biológico, el
concepto de distintas razas de seres humanos carece de sentido.

Puede que esto sorprenda a algunos lectores porque nos han condicionado socialmente a
pensar que cada persona pertenece a una "raza" por diferencias superficiales como el
color de la piel y la textura o el tipo del cabello. Mucha gente sabe que no hay una
"raza" superior o inferior; mucha gente también sabe que todos los seres humanos
pertenecemos a una sola especie (todas las poblaciones humanas de todo el globo se
pueden cruzar y reproducir).

Pero a pesar de eso, muchos creen que las "razas" son categorías biológicas naturales, ¡o
que son como las razas de perros! Eso es completamente incorrecto. No importa cómo
se definan las categorías (ni si son 5 ó 500), cuando se comparan poblaciones humanas
al nivel molecular y genético, ¡todas esas categorías "raciales" se van a pique! Eso se
debe a que los tipos y la cantidad de variación genética que existen dentro de
poblaciones humanas y entre ellas... ¡no corresponden a ninguna de las categorías
sociales que definimos como las grandes "razas" humanas!

Bueno, sí hay algunos patrones de variación genética entre poblaciones regionales de


seres humanos, pero esos patrones no respetan las categorías "raciales". Por ejemplo, la

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variación genética que se encuentra en una población de un continente puede parecerse


más a la de una población que está al otro lado del mundo que a la de una población
vecina. ¡Además, no hay un solo gen (ni un solo alelo, que es una forma alternativa de
un gen) que sirva para distinguir claramente una "raza" de otra!

Hay ciertas diferencias bien conocidas en poblaciones de distintas regiones geográficas


del mundo en la frecuencia de distribución de ciertos alelos genéticos, por ejemplo, los
que dan resistencia a ciertas enfermedades. (Se sabe que los alelos de hemoglobina que
causan anemia falciforme pero protegen de malaria son más comunes en grupos cuyos
antepasados recientes son de las partes de África y Asia donde es común la malaria;
pero esto no siempre se correlaciona claramente con lo que llamamos "raza").

La mayoría de las diferencias reconocibles entre amplios grupos humanos tienen que
ver con características muy superficiales, como color de piel o tipo de cabello: nadie
negará que en promedio es fácil distinguir entre personas de familia bantú, japonesa y
sueca. Pero eso es "en promedio" y no hay un miembro "típico" de ninguna de las
grandes "razas" humanas en ninguna parte del mundo, ni siquiera con respecto a rasgos
superficiales como color de piel o tipo de cabello o de cuerpo.

Por ejemplo, los "africanos" abarcan todos los colores imaginables de piel: todo tono
imaginable de piel oscura, piel clara (norafricanos y egipcios de apariencia caucásica) y
piel amarilla (los KoiSan del sur); igualmente tienen todos los tipos de cuerpo; en
África viven los pigmeos, que son los seres humanos más bajos (en promedio) y los
masai, que son los más altos (en promedio).

De modo similar, los "europeos" abarcan gente de piel clara y cabello rubio (el
escandinavo promedio), pero también gente de piel oscura y cabello oscuro (del sur y el
este) que se parece más a las poblaciones del norte de África y del Medio Oriente que al
sueco promedio. Los "asiáticos" tampoco encajan en un solo estereotipo: hay una
amplia variedad de gente, como turcos, indios y japoneses, y abarcan todo color
imaginable de piel y todo tipo de cuerpo.

Los "hispanos" o "latinoamericanos" abarcan chilenos que parecen canadienses de piel


clara, amerindios de piel oscura de las zonas tropicales y negros de la costa de Brasil o
de Centroamérica.

O sea que donde quiera que miremos encontramos una extensa variedad de colores de
piel y de tipo de cuerpo. (Unos se deben a la "mezcla" de migraciones e invasiones
recientes; otros son más antiguos, como la mayor frecuencia de piel oscura en las zonas
tropicales y la mayor frecuencia de piel clara en las zonas templadas y árticas, que
posiblemente surgieron como adaptaciones locales a ciertas condiciones ambientales en
los primeros tiempos de la expansión humana por el planeta. Esto se explora más
adelante en este recuadro). Pero en la actualidad la variedad es tan grande que no tiene
sentido hablar de un "africano" típico, un "europeo" típico, un "asiático" típico o un
"hispano" típico, ni siquiera con respecto a las características más superficiales como el
color de piel.

Algo más importante es que si vamos más a fondo, si examinamos la variación


molecular y genética presente en el ADN de todas y cada una de las poblaciones

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humanas, encontraremos que siempre hay más variación genética general entre los
individuos de una población que entre dos poblaciones geográficas, o entre dos grupos
"raciales", en cualquier parte del planeta.De hecho, el consenso de los antropólogos, los
biólogos moleculares y los genetistas de población es que el concepto de "razas"
biológicas en los seres humanos por regla general no tiene sentido porque prácticamente
toda la cantidad de variación genética presente en la especie humana entera se encuentra
en cualquier población humana en cualquier parte del mundo. Por ejemplo, como señala
el genetista de población Richard Lewontin, si todos los seres humanos del mundo se
extinguieran menos los de la tribu kikuyu de África oriental, esa tribu preservaría por lo
menos el 85% de toda la variabilidad genética de la especie humana en su totalidad.

La definición de raza biológica (también llamada raza geográfica o subespecie) es una


población de individuos variables genéticamente que se cruzan entre sí pero que
mantienen constantemente una proporción relativa (o "frecuencia relativa") de ciertas
formas específicas de genes (alelos) que es diferente a la de poblaciones de la misma
especie que viven en una zona geográfica diferente.

Las poblaciones humanas a veces difieren en la frecuencia relativa de ciertos alelos (de
los genes que vienen en múltiples alelos). Por ejemplo, ciertas poblaciones humanas en
promedio tienen una frecuencia general mayor o menor de los tipos de sangre A, B, AB
o O; otras tienen una frecuencia más alta que otras del alelo de hemoglobina falciforme
que protege de la malaria; unas tienen una frecuencia más alta de un alelo que facilita la
digestión de la leche que la mayoría de las poblaciones humanas (en que los adultos no
toleran la lactosa). Pero esas diferencias regionales en la proporción de ciertos alelos no
corresponden perfecta ni sistemáticamente con las categorías "raciales". Por ejemplo,
los afroamericanos, cuyos antepasados eran principalmente de regiones de África
occidental donde predomina la malaria, en promedio tienen una mayor frecuencia del
alelo de hemoglobina que causa anemia falciforme (y protege de la malaria) que los
estadounidenses caucásicos, cuyos antepasados europeos vivían en regiones donde no
había malaria. Pero, en promedio, la frecuencia de este alelo en los afroamericanos es
menor que la de las poblaciones africanas que siguen expuestas a la malaria. Asimismo,
entre las diferentes poblaciones de "negros" de África hay poblaciones de las montañas
(donde el mosquito transmisor de la malaria no puede vivir) que tienen una frecuencia
del alelo de célula falciforme mucho menor que los afroamericanos y que las
poblaciones de negros africanos de las zonas tropicales donde la malaria es un gran
problema. Pero mucha gente colocaría a todos esos grupos en la misma "categoría
racial".

Desde un punto de visto biológico, repito, no hay un africano "típico", un "negro


africano" típico, un "afroamericano" típico o un "negro" típico, igual que no hay
"blancos" típicos, "asiáticos" típicos ni "hispanos" típicos. Lo mismo se aplica a
cualquier otra categoría racial que se quiera definir.

No hay razas biológicas humanas por una sencilla razón. La única especie humana que
existe en la actualidad, Homo sapiens,seguramente empezó (como todas las especies)
como una pequeña población que evolucionó de una especie anterior (probablemente
Homo ergaster,la versión africana de Homo erectus,o una especie homínida muy

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similar); pero también sabemos por el registro fósil que Homo sapiens, tras evolucionar
hace unos 200,000 años, se extendió a una gran variedad de hábitats desde hace unos
50,000 años. O sea que en un tiempo relativamente corto se extendió de África a todos
los hábitats y zonas climáticas: el Medio Oriente, Europa, Asia, Australia y cruzó del
norte de Asia a las Américas hace por lo menos 12,000 años.

La evidencia científica indica que nuestra especie no ha tenido modificaciones


biológicas significativas en los últimos 100,000 años. Lo que sí ha cambiado mucho es
la cultura humana, nuestra capacidad de desarrollar, transmitir y ampliar el caudal de
conocimientos y experiencias transmitidos de generación en generación por medios
culturales no genéticos; esto hizo que fuéramos la primera especie del planeta capaz de
cambiarse y de cambiar el mundo que la rodea (rápida y dramáticamente) por medios
culturales, pasando por encima y superando el mecanismo mucho más lento y limitado
de la evolución biológica.

El hecho de que los rasgos biológicos que nos hicieron diferentes --la combinación de
locomoción bípeda (que nos dejó las manos libres) y el período de desarrollo posnatal
del cerebro (que permitió una mayor cantidad de aprendizaje social con una
concomitante mayor coordinación y comunicación social)-- nos dio una capacidad sin
precedentes de adaptarnos a cualquier entorno imaginable por medio de adaptaciones y
modificaciones culturales, en vez del medio más lento y limitado de la evolución
biológica; este hecho, repito, es mucho más importante que la variación genética de los
individuos.

Además, solo en los primeros momentos de la historia de nuestra especie (y solo


temporalmente) las poblaciones locales permanecieron aisladas unas de otras por mucho
tiempo. Algunas de las pequeñas diferencias del color de piel promedio de poblaciones
de distintas regiones pueden deberse a cierto grado de adaptación biológica a las
condiciones locales en las primeras épocas de la historia humana. Por ejemplo, en todo
el globo las poblaciones modernas cuyos antepasados vivían en zonas tropicales (donde
se recibe más radiación ultravioleta de la luz solar) tienden a tener la piel más oscura
(más pigmento de melanina) que las poblaciones cuyos antepasados vivían en las zonas
templadas más cerca de los polos (que reciben menos luz solar y menos radiación
ultravioleta). Se ha sugerido que eso fue una adaptación de las poblaciones locales a las
condiciones locales porque la piel oscura protege de la destrucción del ácido fólico por
la radiación ultravioleta (y el ácido fólico es un nutriente importante en los años
reproductivos y previene defectos genéticos como la espina bífida), mientras que la piel
clara hace más fácil producir vitamina D (importante para el metabolismo del calcio y la
formación de un esqueleto fuerte en zonas de insuficiente luz solar). Por lo tanto es
posible (aunque no es absolutamente cierto) que las diferencias promedio de color de
piel en poblaciones geográficas surgieron en los comienzos de nuestra historia debido a
las ventajas reproductoras de cada color de piel en cada región según la cantidad de luz
solar. (Esta propuesta se explica en detalle en un artículo de Jablonski y Chapman en la
revista Scientific American , octubre de 2002).

Pero así y todo, la mayor cantidad de variación genética presente en la especie humana
es la variación que existe entre los individuos de cualquier población humana. En el
tiempo relativamente corto desde que apareció el Homo sapiens moderno (hace unos
200,000 años), ninguna población humana ha vivido en completo aislamiento

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reproductor el tiempo necesario (la gran cantidad de generaciones) para que se


acumulen suficientes diferencias genéticas y se formen distintas razas geográficas.

Unas poblaciones tienen una distinta frecuencia relativa de genes que vienen en distintas
formas (por ejemplo los genes que codifican el tipo sanguíneo), pero no es posible
predecir la "raza" a partir de esas diferencias. Como señala Richard Lewontin: "Los
kikuyu de África oriental difieren de los japoneses en frecuencia génica, pero también
difieren de sus vecinos los masai... las definiciones sociales e históricas que colocan a
las dos tribus de África oriental en la misma `raza' y ponen a los japoneses en otra `raza'
son arbitrarias en el sentido biológico".

Por eso es que inclusive en el campo de la medicina (donde puede ser importante
observar las diferencias étnicas aparentes de un individuo para no pasar por alto ciertas
diferencias históricas de susceptibilidad a enfermedades como la anemia falciforme) la
apariencia subjetiva de "raza" no es tan valiosa como un análisis individual y puede
llevar a errores. En cualquier caso, la historia personal y familiar y el análisis de los
factores sociales que afectan desproporcionadamente la salud de grupos definidos
socialmente (como los múltiples efectos de la pobreza en la salud de los habitantes de
los ghettos o la preponderancia de trastornos alimenticios en las adolescentes de clase
media y alta) es mucho más útil para predecir qué servicios médicos se necesitarán que
una evaluación subjetiva de la categoría racial en que aparentemente "cae" una persona.

Es importante recordar que a lo largo de la historia de nuestra especie los grupos


humanos han inmigrado y emigrado continuamente de distintas zonas, se han
reproducido entre sí continuamente, y ha habido una corriente ininterrumpida de genes
entre distintas poblaciones que con el tiempo ha cubierto todo el globo. Las
migraciones, en gran escala y en pequeña escala, han caracterizado la historia de nuestra
especie, y continúan, lo que garantiza nuestra unidad biológica y un constante
intercambio y enriquecimiento entre culturas.

Los vergonzosos e ignorantes conatos de preservar la presunta "pureza racial" de una


"raza" (que fomentan los nazis, la Nación Aria, el KKK y demás supremacistas raciales)
son, además, absurdos y ¡sin la menor base científica! Aparte de que la biología
comprueba claramente que no hay grupos humanos o "razas" innatamente "superiores"
o "inferiores", muchos reconocemos, y celebramos, el hecho de que la pesadilla de los
supremacistas (la "mezcla de razas") ¡esencialmente ya ha sucedido! Somos y siempre
hemos sido una sola especie mundial, variada pero biológicamente indivisible.

[El libro reciente The Emperor's New Clothes: Biological Theories of Race at the
Millennium, de Joseph L. Graves, y partes de La falsa medida del hombre, de Stephen
Jay Gould, y de No en nuestros genes,de Lewontin, Rose y Kamin, explican más a
fondo por qué el concepto de raza biológica no se aplica a los seres humanos].

¿Seguimos evolucionando?

Para contestar esta pregunta es importante tener presente la diferencia entre los
mecanismos de evolución biológica y los mecanismos de evolución cultural.

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La especie humana, como todas las especies de plantas y animales, está compuesta por
poblaciones de individuos variables. Parte de esa variación es genética y, por lo tanto, se
puede heredar y la puede afectar la selección natural. Por ejemplo, si el ADN de una
persona tiene el gen de fibrosis cística hay probabilidades de que lo transmita a sus
hijos.

Sin embargo, gran parte de la variación individual humana es cultural (viene del
aprendizaje y la experiencia social) y eso no se puede transmitir a los descendientes por
la reproducción biológica. Así sucede con la personalidad y el nivel social: los ricos
pueden "heredar" riquezas y privilegios a sus hijos (dinero, educación, ventajas sociales,
etc.), pero eso no tiene nada que ver con los genes que transmiten sus células sexuales
(óvulos y espermatozoides). O si alguien dice que su hija "heredó" su sentido del humor
o el mal genio de su tío, en realidad quiere decir que ella ha aprendido esas cosas por
ejemplo o imitación, pero eso no tiene nada que ver con la herencia biológica ni con los
genes que recibió de sus padres.

Los genes elaboran proteínas importantes para el funcionamiento de los órganos del
cuerpo; pero la personalidad, la inteligencia, el nivel social, etc., se deben a complejas
experiencias sociales e interacciones de los individuos con el mundo externo, y no están
codificados en los genes. Comparados con todas las demás especies del planeta (y con
los otros primates y las muchas especies homínidas que fueron nuestros antepasados
más recientes), lo que más nos diferencia es nuestra capacidad mucho mayor de
aprender, enseñar, construir cosas que no existían, inventar nuevas formas de
relacionarnos entre nosotros y con el entorno, organizar y comunicar, transformarnos
nosotros y el mundo natural y social... sin necesidad de modificaciones biológicas.

Nuestros parientes cercanos, como los chimpancés, pueden hacer muchas de esas cosas
en cierto grado (tienen formas complejas de cooperación y comunicación social, usan
herramientas sencillas, enseñan a sus hijos destrezas complejas y forman "amistades";
inclusive en distintas partes tienen distintas "tradiciones culturales" sobre el uso de
herramientas y la conducta social), pero eso no se compara con lo que podemos hacer
los seres humanos. Nuestra especie humana moderna es la primera en la historia de la
evolución biológica de este planeta que se zafado de las limitaciones de la evolución
biológica y ha "evolucionado" principalmente por medios sociales y culturales no
genéticos. En gran medida, esto es lo que nos hace humanos.

De hecho, la supervivencia de los individuos y la cantidad de descendientes que dejen


en general tiene poco que ver con los rasgos favorables o desfavorables que generen la
variación genética y los mecanismos genéticos, porque el efecto de la evolución cultural
en los seres humanos es mucho más importante que el de la evolución biológica. El
hecho de que una enfermedad mate a una persona depende más de si recibe una vacuna,
antibióticos o tratamiento médico (o agua potable y suficiente comida) que de la
variación genética que tenga con respecto a otros individuos. La cantidad de
descendientes de una persona en generaciones futuras depende más de factores sociales
(pobreza o riqueza y recursos; costumbres, tradiciones, concepciones y prácticas de
control de la natalidad y posición social de la mujer; estructura económica y
organización de la sociedad a favor de familias grandes o pequeñas; influencia de la

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religión y otros factores ideológicos, etc.) que de los rasgos que pueda transmitir por
medio de material genético y procesos genéticos.

En los últimos 100,000 años nuestro cuerpo (y nuestro cerebro) casi no ha cambiado;
pasamos de la cultura de herramientas de piedra a ser capaces de curar muchas
enfermedades y explorar por medio de tecnología partes remotas del cosmos con el
mismo cuerpo biológico. Repitiendo, todo esto se ha logrado principalmente por medio
de la evolución cultural, no biológica, aunque nuestra biología es lo que lo hizo posible.

Bueno, ¿entonces la evolución biológica ha parado por completo en la especie humana?


No del todo, pero casi. Las poblaciones humanas constan de individuos con variación
genética (no somos clones unos de otros) y la frecuencia relativa de ciertos alelos
(formas de genes) en una localidad puede ser afectada de una generación a la siguiente
por las continuas recombinaciones genéticas que causa la reproducción sexual, o
inclusive por mutaciones genéticas ocasionales o cambios de las frecuencias génicas
debidos a factores aleatorios como la muerte o la migración de individuos.*

Como en todas las demás especies, si los seres humanos heredan cierta variación
genética que les da rasgos que producen una ventaja reproductora (les permiten tener
más hijos, que a su vez se reproducen, que los individuos que no tienen esos nuevos
rasgos heredables) y si este proceso se repite a lo largo de muchas generaciones
sucesivas, es posible que se manifieste un cambio evolutivo en pequeña escala (por
ejemplo, de resistencia a enfermedades).

Pero esto es muy raro en la práctica porque la mayoría de los cambios que todavía
ocurren por recombinación genética en los seres humanos no afectan significativamente
cuántos descendientes un individuo contribuirá a futuras generaciones. Como vimos, en
tiempos modernos, la cantidad de descendientes que un individuo contribuya a las
generaciones siguientes tiene muy poco que ver con su "aptitud reproductora" biológica,
pero tiene mucho que ver con las relaciones y costumbres sociales y culturales, y con las
oportunidades: suficiente alimentación, las ideas sobre quién, cuándo y con quién se
debe uno reproducir, nuestra capacidad de prevenir y curar muchas enfermedades que
antes impedían la reproducción, etc. Todas estas cosas tienen más efecto en la
reproducción humana hoy que cualquier rasgo nuevo que pueda surgir por
recombinación genética al azar de nuestro ADN. De hecho, remontándonos al pasado de
la existencia humana, la capacidad de los seres humanos de transformarse a sí mismos y
su mundo por medios culturales ha rebasado desde hace tanto tiempo los efectos de la
evolución biológica, que no hay evidencia de que nuestro cuerpo haya tenido una
reorganización biológica significativa por selección en una dirección definida ¡en los
últimos 100,000 años!

En pequeña escala, es posible encontrar evidencia reciente de evolución de resistencia a


enfermedades, por ejemplo. Muchas enfermedades humanas actuales (como el cáncer)
no son objeto de selección natural porque no afectan la reproducción, o porque se
presentan a una edad avanzada, cuando ha terminado la reproducción. Por otra parte,
hace apenas unos pocos siglos los colonos europeos diezmaron las poblaciones de las
Américas exponiéndolas a la viruela (¡a veces adrede!). Los europeos, expuestos a la
viruela por siglos, adquirieron una inmunidad parcial a lo largo de muchas
generaciones, y por eso la enfermedad no les daba muy fuerte y por lo general no los

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mataba. Por contraste, los amerindios nunca se habían expuesto a la viruela y por lo
tanto no habían tenido tiempo de adquirir ninguna inmunidad, así que la enfermedad los
atacó con fuerza y casi los aniquiló. (Esto contribuyó mucho a su derrota militar por los
europeos).

Es posible imaginar que hoy una mutación al azar que ofrezca resistencia al VIH (que
mata mucha a gente antes de tener hijos) se pueda establecer y extender a lo largo de
generaciones en África y otras partes del mundo especialmente devastadas por esta
enfermedad. Parece que ya existe una de tales mutaciones en un pequeñísimo porcentaje
de europeos caucásicos, y se cree que se estableció por medio de la selección natural
hace unos siglos, durante las epidemias de peste bubónica de la Edad Media, y que
protegía de esa enfermedad. Tales casos son interesantes y dejan la incógnita de si
nuestra especie todavía está evolucionando con relación a cosas como enfermedades
letales que matan antes de la reproducción.

Pero inclusive con enfermedades tan devastadoras, es evidente que lo que podemos
hacer hoy por medios sociales y transformaciones culturales es mucho mayor, y más
rápido, que lo que pueda hacer la selección natural hoy en día. Millones de personas
mueren en poco tiempo de SIDA a una edad joven en muchas naciones africanas (pero
en las naciones industrializadas mucha gente vive con VIH más tiempo) debido a la
pobreza, las relaciones desiguales y la explotación del sistema imperialista mundial (con
la falta de educación y la inescrupulosa negación de medicinas y tratamientos modernos
por compañías farmacéuticas multinacionales regidas por la ganancia). Eso no tiene que
ver con la evolución biológica. ¡Y la solución a tales problemas tampoco tiene nada que
ver con la evolución biológica!

Nuestra especie evolucionó de otras especies homínidas; ¿surgirá de nosotros otra


especie?

No es probable por dos razones. Primero, debido a lo que acabamos de ver sobre el
hecho de que los medios culturales y sociales de modificación de nosotros mismos y de
nuestro mundo externo han rebasado lo que se pueda lograr por medio de la evolución
biológica (aunque queda por verse lo que hagamos a la biología de nuestra especie con
ingeniería genética y demás técnicas).

Además, es importante recordar que una nueva especie por lo general evoluciona de una
población pequeña y aislada a nivel reproductor de la especie madre. Sin un período de
aislamiento reproductor absoluto por muchas generaciones, no es posible que una
modificación genética se establezca y distinga a una población nueva de la población
ancestral al punto de que no puedan cruzarse y reunirse en una sola especie. Pero ese
aislamiento reproductor no ocurre con los seres humanos en este planeta; somos una
sola especie, muy móvil y distribuida por todo el globo. Habitamos todos los rincones
del planeta y toda clase de hábitats, y hay una corriente continua de genes entre las
poblaciones humanas. No es posible hoy en día que una población humana del planeta
se aísle completamente del resto de la humanidad el largo lapso de tiempo necesario
para que empezara a divergir como una nueva especie (si todos los factores culturales
no trastornaran el proceso).

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Supongo que si una pequeña población humana colonizara una parte distante del
cosmos y pudiera permanecer aislada del resto de la humanidad por muchas
generaciones (¿qué tan probable es?), entonces se podría dar cierta divergencia
biológica evolutiva. Pero inclusive en ese caso, es altamente improbable que las
particularidades de la herencia genética individual desempeñaran el papel principal en la
constitución de las generaciones sucesivas. Otros factores, principalmente culturales y
sociales, entrarían en juego para que los colonos espaciales y la población terrestre se
pudieran o no se pudieran cruzar (la definición de especiación completa), como por
ejemplo, la orientación de las sociedades futuras hacia la ingeniería genética y si todavía
nos reproducimos biológicamente o no de la forma que conocemos.

Los mecanismos de evolución biológica produjeron todas las especies de la Tierra a lo


largo de unos 3.5 billones (mil millones) de años, y no hay la menor duda de que
nuestra especie surgió por este proceso natural. Como todas las demás especies, la
nuestra se extinguirá, sea como sea; pero entre ahora y ese momento sin duda nos
transformaremos conscientemente a nosotros y al mundo que nos rodea de modos que
apenas podemos imaginar.

* Aunque esa clase de factores aleatorios, que pueden tener grandes efectos
especialmente en la constitución genética de poblaciones pequeñas y aisladas en otras
especies, suelen tener mínimo efecto en los seres humanos porque las poblaciones
humanas nunca están completamente aisladas de otras a nivel de reproducción y hay
una continúa corriente de genes entre ellas.

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