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...

y
acampó
entre
nosotros.

Oraciones para un Campamento.


Te propongo que leas conmigo estas líneas que escribió hace
mucho tiempo San Agustín, y que me han dado la idea de preparar esta
"empresa" que ahora os presento:

<< ¿Quién podrá concederme que repose en ti?.


¿Quién me concederá que vengas a mi corazón y lo
embriagues para que me olvide de todos mis males y me
abrace contigo, único bien mío?.

¿Quién eres tu para mí?. Ten misericordia de mí


para que me salgan las palabras. ¿Qué soy yo para ti, que
llegas a ordenarme que te ame, y si no lo hago te disgustas
conmigo y me amenazas con grandes desgracias?. ¿Es que
no es bastante desgracia el no amarte?. ¡ Ay de mí !. Por tu
ternura te pido me digas qué eres tu para mí. Dile a mi alma:
Yo soy tu salvación. Y dilo de forma que yo lo oiga. Señor, ahí
tienes en tu presencia los oídos de mi corazón. Ábrelos y dile
a mi alma: Yo soy tu salvación. Yo saldré disparado tras esa
voz y te alcanzaré. ¡ No me ocultes tu rostro !. >>

(Libro de Las Confesiones 1, 5)

Sí, yo he oído esa voz y he salido disparado para alcanzar al Señor


y ver su rostro. Pero, cual ha sido mi sorpresa al darme cuenta que iba
demasiado rápido y que no le alcanzaba, no le veía ni le oía... sólo iba
mirando al suelo sin prestar atención por dónde andaba, ni con qué, ni
con quién hacía este camino.

Entonces me he parado. He levantado la vista y he decidido


acampar...

...y ahí estás Tú en la creación, en cada uno


de los que están a mi lado. Aquí estás Tú ¡ acampado entre
nosotros !. No puedo callarme la alegría de haberte
encontrado. Quiero compartirte con mis hermanos, quiero
que ellos también vean tu rostro, quiero que nuestros
corazones se desborden en tu amor.

Esto es lo que te propongo en estas páginas: recorrer


juntos este camino, ver juntos el rostro de Dios, vivir juntos
esta aventura, "la aventura del encuentro con Dios".

Un Scout.
... en campamento.

¡Ya hemos llegado! A sido un largo viaje, pero no hay


tiempo que perder. Tenemos que ponernos manos a la obra,
porque levantar todo un campamento no es ninguna tontería.
Aquí tendremos que vivir durante quince días y no unos
poquitos, sino un montón de gente. La experiencia echará
una mano, pero, sobre todo, lo que hayamos trabajado
durante esta Ronda Solar. Ahora es el momento de ponerlo
en práctica, y no para nuestra satisfacción, sino como
servicio a pequeños y a grandes.

Ha llegado también el momento privilegiado del trabajo


en equipo, de la convivencia todos juntos, de admirar la
imaginación y el saber hacer de los otros...

Y el tiempo único de contemplar la obra de Dios en


nosotros y a nuestro alrededor. De saborear el momento
precioso que es levantar la vista y verle aquí, acampado entre
nosotros, y dispuesto a esta maravillosa experiencia.

Hazle un hueco y siente en su corazón, admira con su


mirada y goza con su felicidad.

¡ Vamos !

Índice:

Las construcciones.
El baño.
La tienda.
Estas dos Lobatas.
Las canciones.
Los jefes.
Los juegos.
Hace calor.
¡ Diana !
El uniforme.
Las ceremonias.
Fuego de campamento.
La guardia.
La vela de armas.
Los pases
Patrulla de servicio.
Despedida.
LAS CONSTRUCCIONES.
"Vio entonces Dios todo lo que había hecho, y todo
era muy bueno." (Gen. 1, 31)

Ya está, Señor, todo está terminado y bien terminado.

Tenemos las manos doloridas y estamos llenos de


sudor, pero esto no importa, ante la obra bien hecha.

Gracias, Señor, por estas manos, continuadoras de tu


creación, que ahora elevamos ofreciéndote nuestra
labor.

Gracias: por tantas manos unidas en el esfuerzo,


estrechadas en la amistad, fundidas en la oración.

Gracias, Señor.

EL BAÑO.
"Haré brotar ríos en las cumbres peladas y fuentes en
medio de los valles, transformaré el desierto en
estanque, la tierra árida en manantiales de agua."
(Is. 41,18)

¡Qué gozada Señor!, después de un día de trabajo,


tensión, calor, ir al río y jugar, relajarnos, refrescarnos.

Gracias, Señor, por este agua que corre limpia, por


este agua que empapa la tierra, por este agua que
refresca el ambiente.

Señor, gracias por ser Tú la corriente que purifica mi


alma, limpia mi corazón, derrama mi amor.

Gracias por empaparme de tu ardor.

Gracias, Señor.
LA TIENDA.
"La gloria del Señor lo cubrirá todo, como tienda que
da sombra contra el calor del día, abrigo y refugio
contra la lluvia y la borrasca." (Is. 4, 4-5)

Señor, aquí estamos apretados unos contra otros,


compartiendo techo, suelo, aire, sueño... fuera: la
lluvia.

Gracias, Señor, por ser nuestro refugio, por ser


nuestro techo, suelo, aire, sueño... nuestro sol: dentro.

Señor, gracias por cubrirnos con tu palma,


sostenernos con tu aliento, saciarnos con tu alimento,
cuidarnos con tus desvelos.

Gracias, Señor.

ESTAS DOS LOBATAS.


"Dejad que los niños vengan a mí; no se lo impidáis,
porque de los que son como ellos es el reino de Dios.
Os aseguro que el que no reciba el reino de Dios
como un niño, no entrará en el.

Y tomándolos en brazos, los bendijo, imponiéndoles


las manos". (Mc. 9. 48)

Míralas, ¿te has fijado, Señor?

Siempre van juntas riendo, cantando, saltando, de la


mano.

Señor, que maravilla has hecho dándonos la amistad; ¡


aún, ahora, vamos juntos !

Gracias, Señor, por seguir riéndonos, cantando,


saltando, y ¡ aún los tres de la mano !

Gracias por ser Tú, amigo nuestro; por ser Tú, nuestra
amistad.

Gracias Señor.
LAS CANCIONES.
"Que la palabra de Cristo habite en vosotros con toda
su riqueza; enseñaos y exhortaos unos a otros con
toda sabiduría, y cantad a Dios con un corazón
agradecido salmos, himnos y cánticos inspirados."
(Col 3, 16)

¡ Llevo en la mente, durante todo el día, esta canción


que habla de ti, Señor !

La cantamos la otra noche entre otras muchas, y ahora


sólo me viene ésta.

Gracias, Señor, por la gracia que es el cantarte,


uniendo en una sola, nuestras voces; en uno sólo,
nuestros corazones.

Gracias por unirte a nosotros en la alegría; por


escuchar con gozo nuestro cantar.

Gracias, Señor, por convertir nuestro canto en una


humilde alabanza.

Gracias, Señor.
LOS JEFES.
"Sabéis que los que figuran como jefes de las
naciones las gobiernan tiránicamente y que sus
magnates las oprimen. No ha de ser así entre
vosotros. El que quiera ser grande entre vosotros, que
sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero
entre vosotros, que sea esclavo de todos.

Pues tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser


servido, sino a servir y a dar su vida en rescate por
todos." (Mc. 10, 42-45)

La verdad, Señor, es que he llegado a apreciarlos, y


ellos a mí también, estoy seguro.

Tienen tanta o más ilusión que nosotros en que todo


salga adelante y bien; atentos a todo y a todos;
siempre ahí en lo triste, y también en lo más divertido.

Gracias, Señor, por estos jefes: por su esfuerzo,


tiempo, ánimo, amistad, cariño...

Gracias por darnos todo lo que llevan en su corazón.

Gracias, Señor.
LOS JUEGOS.
"Llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: -
Os aseguro que si no cambiáis y os hacéis como los
niños, no entraréis en el reino de los cielos. El que se
haga pequeño como este niño, ese es el mayor en el
reino de los cielos- ." (Mt. 18, 2-4)

¡ Nos lo hemos pasado bomba jugando, Señor !

Hacía tiempo que no jugábamos a estas cosas y nos


hemos reído como críos.

Gracias, Señor, por concedernos aún la alegría de los


pequeños, por regalarnos la sonrisa de los niños.

Gracias por compartir nuestros juegos, reír con


nuestras risas, gozar con nuestra inocencia.

Señor, gracias por haberte hecho niño.

Gracias, Señor.

HACE CALOR.
"...el bochorno y el sol no los dañarán, pues el que se
compadece de ellos los guiará, y los conducirá hacia
manantiales de agua." (Is. 49, 10)

¡ Que calor más insoportable, Señor, es angustioso el


sudor cayendo por la frente. !

Gracias, Señor, por este sol, tan necesario para la


tierra y para los hombres.

Gracias por refrescar nuestros sudores aliviando


nuestras angustias, enfriando nuestros ardores,
soportando nuestros dolores.

Señor, gracias por acogernos pecadores.

Gracias, Señor.
DIANA.
"Mi corazón está firme, oh Dios, mi corazón está
firme: voy a cantar para ti. ¡Despierta, gloria mía!
¡Despertad, cítara y arpa! ¡Despertaré a la
aurora!." (Sal. 57, 8-9)

Ya tocan, Señor, para un nuevo día; ¿qué nos traerá?

Anoche me acosté pensando en ti, y hoy me levanto


esperando no olvidarte un instante, sabiéndote a mi
lado en todo momento, compartiendo cada segundo.

Gracias, Señor, por el regalo de este nuevo día; por


esta nueva ocasión de estar en tu compañía.

Gracias porque esta noche podré decirte: Gracias,


Señor, por este día.

EL UNIFORME.
" ¡Hay de vosotros, maestros de la ley y fariseos
hipócritas, que os parecéis a sepulcros blanqueados:
por fuera parecen bonitos, pero por dentro están
llenos de huesos de muertos y podredumbre! Lo
mismo pasa con vosotros: por fuera parecéis justos
ante los hombres, pero por dentro estáis llenos de
hipocresía y de maldad." (Mt. 23, 27-28)

La verdad, Señor, es que el uniforme no me gusta


demasiado.

Sin embargo, es verdad que nos identifica y nos hace


iguales, sin diferencias culturales, económicas,
sociales.

Gracias, Señor porque Tú nos quieres a todos por


igual, a cada uno por lo que es.

Señor, gracias porque cada uno es único para ti,


porque cada uno es amado por ti.

Gracias, Señor.
LAS CEREMONIAS.
"Jesús, sabiendo que el Padre le había entregado
todo, y que de Dios había venido y a Dios volvía, se
levantó de la mesa, se quitó el manto, tomó una toalla
y se la ciñó a la cintura. Después echó agua en una
palangana y comenzó a lavar los pies de los
discípulos, y a secárselos con la toalla que llevaba en
la cintura." (Jn. 13, 3-5)

Señor, ya se han acabado las ceremonias; no sé


cuantas veces habré escuchado: "...y con la ayuda de
Dios..."

Gracias, Señor, porque sin tu ayuda, ¿qué haríamos?

Gracias por tantos ejemplos recibidos, por tantos


modelos presentados de tu ayuda, de tu amistad, de tu
amor.

Señor, gracias por ser Tú, mi ejemplo; por ser Tú, mi


modelo.

Gracias, Señor.
FUEGO DE CAMPAMENTO.
"Vienen todos de lejos, unos del norte y del poniente,
otros de la región de Sinín. Gritad, cielos, de gozo;
salta, tierra, de alegría; montes, estallad de júbilo,
que el Señor consuela a su pueblo, se apiada de sus
desvalidos." (Is. 49, 12-13)

Ya está todo preparado, Señor: el gran fuego


encendido, la gente impaciente, los nervios...

No sé si será mejor que el del pasado año, pero


siempre hay algo que merece la pena.

Gracias, Señor, porque importa la ilusión puesta, el


trabajo realizado, la imaginación desbordada.

Gracias porque descubrimos nuevas facetas, porque


desarrollamos nuevos dones.

Señor, gracias por esta gracia que es hacer felices a


los hermanos.

Gracias, Señor.
LA GUARDIA.
"Mientras yo estaba con ellos en el mundo, yo mismo
guardaba, en tu nombre, a los que me diste. Los he
protegido de tal manera que ninguno de ellos se ha
perdido." (Jn. 17, 12)

Señor, aquí estamos, solos, en medio de la noche


guardando el campamento, a cada uno de los que aquí
están.

Es un buen momento para charlar contigo, porque, y a


nosotros, ¿quién nos guarda?

Gracias, Señor, por velar por nosotros, por


acompañarnos en nuestra misión.

Señor, gracias por darnos la oportunidad de proteger,


vigilar, cuidar a nuestros hermanos.

Gracias por proteger, cuidar Tú de nosotros.

Gracias, Señor.
LA VELA DE ARMAS.
"Velad, permaneced firmes en la fe; sed hombres, sed
fuertes. Cuanto hagáis, hacedlo con amor."
(1 Cor 16, 13-14)

Es bonita esta noche, ¿verdad, Señor?; lo es por sí


misma, pero también por encontrarnos Tú y yo, a
solas.

Y es que esta noche no es como las otras, porque en


ésta me preparo para aquello a lo que he sido llamado:
a servirte mejor a ti, Señor, y a mis hermanos.

Gracias, Señor por acompañarme en este rato, ¿quién


mejor que Tú para disponerme a ello?

Gracias, ya desde ahora, por ayudarme en el futuro.

Gracias, Señor.

LOS PASES.
"Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en
aprecio ante Dios y ante los hombres." (Lc. 2, 52)

Señor, esta noche cambio de unidad, y ahora los


recuerdos se agolpan en mi memoria.

Todo este tiempo juntos, lleno de aventuras increíbles,


buenos momentos, situaciones límites, alegrías
inmensas...

Gracias, Señor, por todo ello, ¡ por todos ellos !

Ahora me doy cuenta, que Tú has estado siempre a


nuestro lado, que Tú has sido quien ha hecho de todo
este tiempo un tiempo inolvidable.

Gracias, Señor.
PATRULLA DE SERVICIO.
"Tenía Marta una hermana llamada María que,
sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra.
Marta, en cambio estaba atareada con los quehaceres
del servicio." (Lc. 10, 39-40)

Me tenía que tocar a mí, ¿no podía haber sido otro,


Señor?

La verdad es que pasaremos casi todos, así que no


tengo de qué quejarme.

Gracias, Señor, porque es una forma sencilla para


servir; cansada para que otros descansen; sacrificada
para que otros disfruten.

Gracias porque Tú hiciste lo mismo: servir sin ser


servido.

Gracias, Señor.
DESPEDIDA.
"Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu
siervo irse en paz. Mis ojos han visto a tu Salvador, a
quien has presentado ante todos los pueblos como luz
para iluminar a las naciones y gloria de tu pueblo
Israel." (Lc. 2, 29-32)

Ya ha llegado el momento de volver a casa, Señor;


todo está recogido, el campamento está limpio y todos
dispuestos a partir.

Pero antes, la canción de la despedida: unidas las


manos, brazos y piernas entrelazadas, un círculo
cerrado y una única voz.

Gracias, Señor, por cada instante vivido, por cada


persona conocida, por cada amistad nacida, por cada
momento compartido.

Gracias por esta aventura que ha sido vivir contigo,


que es seguir viviendo unidos, nosotros y Tú.

Gracias, Señor.
...de raid

¡ Vamos, levantaros ! Hay que salir rápido. El corazón palpita con


fuerza. Después de meses de preparación ha llegado la hora de ponerse
en marcha. Todo está ya listo. El macuto, revisado una y otra vez, con
sólo lo imprescindible; únicamente dobles techos y la comida repartida.

En el ambiente se respira ansiedad, prisas y, por qué no, un tanto de


nervios ante lo que se avecina.

¡ La Biblia ! Algo se me olvidaba, ya sabía yo. Será un poco de peso


suplementario, pero merecerá la pena en las noches, las mañanas antes
de comenzar la etapa y para cualquier momento de cansancio o alegría.
¡ Sí, en la seta del macuto !

¡ Eh ! ¿Tú también?, está claro, cómo no ibas a venir. ¿Dónde íbamos


a ir sin ti? Pasa delante, Tú marcarás el ritmo, Tú nos abrirás camino.

¡ Tira, Señor !

Índice
En el saco. Junto al fuego.
Una dura etapa. Oración nocturna.
El macuto. El día de padres.
Estos pies. Día de descanso.
La roca. Amanece ya.
Cansados. En la cumbre.
La cantimplora. Perdona.
Rezando juntos. Es tarde.
El hambre. El aldeano.
Las estrellas. La herida.
Contra-reloj por equipos. El canchal.
A la sombra. La alarma.
La senda. Silencio.
La Unidad. El Consejo.
Ultimo día. ... y ahora tú.
En el saco.
"... yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin
del mundo." (Mt.28,20)

Señor, esta noche me acuerdo de ti, y me acuerdo de ti por


todo lo vivido en este día.

Juntos, desde la mañana para comenzar a andar, hasta este


momento solos en la noche.

Ha sido un día contigo, con nosotros.

Gracias, Señor, por estar aquí con nosotros, con cada uno,
conmigo.

Gracias, Señor, por el descanso que va a permitirme, de


nuevo mañana, comenzar contigo y con ellos, el camino.

Gracias, Señor.

Junto al fuego.
"Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una
ciudad situada en la cima de un monte. Tampoco se enciende
una lámpara para taparla con una vasija de barro; sino que se
pone sobre el candelero, para que alumbre a todos los que
están en la casa. Brille de tal modo vuestra luz delante de los
hombres que, al ver vuestras buenas obras, den gloria a
vuestro Padre que está en los cielos." (Mt. 5, 14-16)

De nuevo aquí, juntos, Señor.

El fuego encendido me calienta del frío de la noche; su luz


me permite ver más claro.

Señor, que tu amor me abrase el corazón, me transforme en


luz para mis hermanos.

Que tu amor encienda en mi deseos de tu luz, para mañana


ver más claro.

Gracias, Señor, por esta noche, clara, en tu amor.

Gracias, Señor.
Una dura etapa.
"Uno de ellos, el discípulo al que Jesús
tanto quería, estaba recostado a la mesa
sobre el peco de Jesús." (Jn. 13, 23)

Hoy, Señor, ha sido un día muy duro; todos estamos muy


cansados.

Pero aun así, me brota del corazón esta acción de gracias,


por haberte cargado con nuestro cansancio, por haberte
mostrado en mil pequeños gestos.

Gracias, Señor, por darnos ahora la posibilidad de dormirnos


en tu regazo.

Gracias, por cuidarnos en esta noche.

Gracias, por velar nuestro sueño.

Gracias, Señor.

Oración nocturna.
"Por aquellos días, Jesús se retiró al monte para orar y
pasó la noche orando a Dios" (Lc. 6, 12)

Señor, esta noche estamos rezando juntos.

No estamos todos; el cansancio, la pereza, el corte...

Pero Tú, Señor, sí que estás aquí con todos nosotros.

Gracias, Señor, por hacerte uno entre nosotros, por hacerte


presente en nosotros.

Gracias, por formar un solo corazón contigo.

Gracias, Señor.
El macuto.
"¡Ay de vosotros también, doctores de la ley, que imponéis
a los hombres cargas insoportables, y vosotros no las
tocáis ni con un dedo!." (Lc 11, 46)

He dejado la mitad en campamento, Señor, y aún así, ¡ me pesa un


montón !

Se acopla a mi espalda, forma parte de mí, me acompaña


adonde vaya, y sin él, no soy nada.

Gracias, Señor, por moldearme, transformarme, llevarme, y


serlo todo para ti.

Señor, gracias por soportarme.

Gracias, Señor.

El día de padres.
"Hijos, obedeced a vuestros padres como es justo que lo
hagan los creyentes. 'Honra a tu padre y a tu madre'; tal
es el primer mandamiento, que lleva consigo una
promesa, a saber: 'para que seas feliz y goces de larga
vida en la tierra'.

Y vosotros, padres, no exasperéis a vuestros hijos, sino


educadlos, corregidlos y enseñadles tal y como lo haría
el Señor." (Ef. 6, 1-4)

¿Te acuerdas, Señor, cuando venían a verme? los besos, las


golosinas, y, después... la tristeza.

Hoy, Señor, estamos lejos y, en la distancia, aprecio nuestra


proximidad.

Gracias, Señor, por mis padres, por sus momentos de


preocupación e ilusión, enfado y alegría...

A vosotros, gracias por la vida, y, a ti Señor, gracias por


conducirla.

Gracias, Señor.
Estos pies.
"¡ Qué hermosos son sobre los montes los pies del
mensajero que anuncia la paz, que trae la buena nueva y
proclama la salvación, que dice a Sión: 'Ya reina tu
Dios'." (Is. 52, 7)

Míralos, Señor, los tengo doloridos, llenos de ampollas, rozaduras,


mugre; y los dedos...

Sin embargo, su huella sigue siendo: clara.

Gracias, Señor, por tus pisadas, que siguen siendo:


profundas.

Profundas, por cargar con nuestras faltas que te producen


dolores, ampollas, rozaduras, mugre, y, que sin embargo,
soportas dispuesto a abrirnos camino.

Gracias, Señor.

Día de descanso.
"Venid a mí todos los que estáis fatigados y agobiados, y
yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que
soy sencillo y humilde de corazón, y hallaréis descanso
para vuestras vidas. Porque mi yugo es suave y mi carga
ligera." (Mt. 11, 28-30)

¡ Por fin ha llegado, Señor !; un día de descanso, relax,


recuperación.

Iban pasando los días y el cansancio se acumulaba, los pies


se hacían polvo y las fuerzas flaqueaban.

Gracias, Señor, por ser el descanso de los fatigados, el alivio


de los agobiados.

Señor, gracias por ser nuestro sosiego, nuestro relajo.

Gracias, por llevarnos en tus brazos cuando nos sentimos


desfallecer, cuando llegan momentos de angustia,
sufrimiento; por no abandonarnos, por darnos tu descanso.

Gracias, Señor.
La roca.
"Os diré a quién es semejante todo el que viene a mí,
escucha mis palabras y las pone en práctica. Es
semejante a un hombre que, al edificar su casa, cavó
hondo y la cimentó sobre roca. Vino una inundación, y el
río se desbordó contra esa casa; pero no pudo derruirla,
porque estaba bien construida." (Lc. 6, 48)

Señor, esa roca es fantástica, ahí plantada, en medio; se diría


que lleva ahí una eternidad.

Sí, una eternidad llevas Tú, Señor, siendo la roca a la que


agarrarse; una eternidad sosteniendo mi debilidad,
sujetándome de la caída.

Gracias, Señor, por ser mi roca, la roca donde me pongo a


salvo, donde me guarezco, donde me refugio.

Gracias, por tu firmeza.

Gracias, Señor.

Amanece ya.
"Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos
visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que
viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar
nuestros pasos por el camino de la paz." (Lc. 1, 78-79)

Señor, amanece ya y aún todos dormidos.

Los primeros rayos clarean la oscuridad y crean un nuevo


paisaje, distinto al de anoche cuando llegamos.

Quiero dedicarte a ti, Señor, mis primeras luces,


pensamientos, palabras.

Quiero mirarte a ti lo primero, Señor; agradecerte, antes de


nada, este nuevo día que nos regalas.

Que cuando llegue la noche, pueda decirte:

Gracias, Señor, por este día.


Cansados.
"Jesús, cansado por la caminata, se sentó junto al
pozo. Era cerca de mediodía." (Jn. 4, 6)

Señor, cansadas tengo las piernas, pies, cuerpo, mente, de


tanto andar hoy, ¡ y aún queda... !

Siéntate, Señor, aquí a mi lado, y cuéntame tus cansancios,


fatigas, sufrimientos; los míos no son nada cuando me
muestras tu cuerpo, corazón, y alma.

Pero, ¡ si yo estoy ahí, sobre tus espaldas, Señor !

Señor, gracias por cargar Tú con mis cansancios, fatigas,


sufrimientos.

Gracias, Señor.

En la cumbre.
"...subió al monte para orar a solas. Al llegar la
noche estaba allí solo" (Mt. 14, 23)

Señor, desde aquí arriba, sí que se te ve cerca y también muy


lejos.

Cerca, porque después de haber subido juntos, ahora estás


aun a mi lado.

Lejos, porque hasta donde alcanza mi vista, allí te


contemplo.

Gracias, Señor, por bajar a nosotros; gracias por permitir


nuestro encuentro.

Señor, gracias por subirnos con tus brazos; gracias, por


encontrarnos.

Gracias, Señor.
La cantimplora.
"Si alguien tiene sed, que venga a mí y beba. Como dice la escritura, de
lo más profundo de todo aquél que crea en mí, brotarán ríos de agua
viva." (Jn. 7, 37)

¡ Qué sed tenía, Señor ! Este trago de agua me ha sentado


fenomenal.

No hemos encontrado nada de agua por el camino, y es de


agradecer el haber sido previsores llenando las cantimploras
antes de salir.

Sin embargo, Señor, continúo sediento, sediento de ti:


necesito de tu agua, de tu frescor...

Gracias, Señor, por ser la fuente donde saciar mis


necesidades; por conducirme hacia fuentes tranquilas donde
reparar mis fuerzas.

Gracias porque mi corazón rebosa contigo.

Gracias, Señor.

Perdona.
"Cuando oréis, perdonad si tenéis algo contra
alguien, para que también vuestro Padre celestial
os perdone vuestras culpas." (Mc. 11, 25)

Hoy, Señor, ha habido algunos problemas y hemos llegado a


enfadarnos.

Ya son varios días de Raid y comienzan a aparecer pequeños


roces.

Perdónanos, Señor, por nuestra poca paciencia, por


nuestros prejuicios, por nuestra falta de escucha.

Danos la humildad suficiente para acercarnos al otro y


pedirle el perdón.

Gracias, Señor, por tu paciencia, comprensión, escucha.


Gracias por acogernos en tu amor, por tu perdón.

Gracias, Señor.
Rezando juntos.
"Os aseguro que, si dos de vosotros se ponen de acuerdo en
la tierra para pedir cualquier cosa, la obtendrán de mi Padre
celestial. Porque donde están dos o tres reunidos en mi
nombre, allí estoy yo en medio de ellos." (Mt. 18, 19-20)

Señor, que gozada estar ahora aquí, todos juntos, contigo,


alrededor de esta vela y meditando tu palabra.

Que maravilla el estar aquí compartiendo entre nosotros, lo


que Tú has puesto en nuestros corazones; compartiendo
contigo, lo que nosotros hemos descubierto en tu corazón.

Gracias, Señor, porque ahora aquí, somos algo más que


amigos: somos hermanos, contigo.

Gracias porque así, reunidos, Tú escuchas nuestra oración;


porque así, unidos, somos comunión.

Gracias, Señor.

Es tarde.
"Al llegar a la aldea adonde iban, Jesús hizo ademán de
seguir adelante. Pero ellos insistieron diciendo."Quédate
con nosotros, porque es tarde y está anocheciendo. Y
entró para quedarse con ellos". (Lc 24-29)

Señor, anochece ya y se va haciendo tarde.

Porque cada vez se hace más oscuro y es fácil perder el


camino, ¡no nos dejes solos, Señor, y quédate con nosotros!

Por todo lo que en este día hemos dejado de hacer; por todo
lo que no hemos hecho bien, es por lo que ahora te decimos:

perdónanos, Señor, y quédate con nosotros!

Por tu cariño regalado a cada paso, tu aliento en cada


descanso, y tu compañía en todo momento, ahora es cuando
te decimos:

¡ gracias, Señor, por queremos !

¡ gracias, Señor, por quedarte !


El hambre.
"Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no
volverá a tener hambre." (In 6,35)

¡Haber si terminan ya de preparar la comida porque tenemos


un hambre Señor!

Aquí, en medio de la montaña y con lo cansados que


estamos, una buena comida viene de maravilla.

Pero sácianos, Señor, también de ti, porque queremos


sentimos satisfechos, llenos de tu amor.

Gracias Señor, por ser nuestro alimento, el pan de vida,


nuestro sustento.

Gracias por habernos querido tanto y haberte hecho carne


de nuestra carne.

Gracias Señor.
El aldeano.
"Aquel mismo día, dos de los discípulos se dirigían a una
aldea llamada Emaús, que dista de Jerusalén unos once
kilómetros. Iban hablando de todos estos sucesos.

Mientras hablaban y se hacían preguntas, Jesús en


persona se acercó y se puso a caminar con ellos Pero sus
ojos estaban ofuscados y no eran capaces de
reconocerlo." (Lc 24, 13-15)

Buena gente hay por aquí, Señor, como este buen hombre
que nos ha indicado el camino, no sin antes un simpático
rato de charla.

¡ Cuántas personas hay en el mundo dispuestas a echar una


mano!

Gracias, Señor por todos y cada uno de los que se cruzan


con nosotros; por sus palabras, gestos, ayudas.

Hazte reconocible en cada uno, que en sus rostros veamos el


tuyo.

Gracias por acompañamos también en ellos.

Gracias, Señor.

Las estrellas.
-¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Hemos
visto su estrella en el oriente y venimos a adorarlo." (Mt 2,2)

¿No es impresionante, Señor, esta noche oscura, sin Luna;


este cielo repleto de estrellas formando figuras e iluminando
el universo?

¡Allí la Osa Mayor, Orión, Casiopea...!

Gracias, Señor, por este inmenso espectáculo, por esta


grandiosa función que, noche tras noche, nos ofreces.

Gracias por ser nuestra estrella, la que nos guía, acompaña.


Señor, gracias por ser fiel como ellas, noche tras noche.

Gracias, Señor.
La herida.
"Un samaritano que iba de viaje, al llegar junto a
él y verlo, sintió lástima. Se acercó y le vendó las
heridas, después de habérselas curado con aceite
y vino; luego montó en su cabalgadura, lo llevó al
mesón y cuidó de él." (Lc 10,33-34)

Me he hecho polvo, Señor, pero podré terminar el Raid.

Sin embargo, esto no es nada viéndote a ti, lo que sufriste y


aún hoy sufres.

Gracias, Señor, por alargar la mano y levantarme en cada


caída, por tocar mi herida y curarme, por mirar mi corazón y
liberarme.

Gracias por escuchar mi aflicción y sanarme.

Gracias, Señor.

Contra-reloj por equipos.

"Jesús se sentó, llamó a los doce y les dijo: El que quiera


ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de
todos." (Lc 9,35)

¡Qué pasada, Señor, nunca había andado tan rápido y todo


en un ambiente de sana competición!

Realmente agotados y simplemente por el gusto de competir.

¡Ojalá, Señor, fuese tan deprisa detrás de ti, y sin esperar


recompensa alguna!

Gracias Señor por estar siempre ahí, esperándonos; por


animamos y alentamos.

Gracias por alegrarte a nuestra llegada, la de todos y en


especial de los últimos, los que Tú más quieres.

Señor, gracias por ser el premio para los más débiles.

Gracias, Señor.
El canchal.
"Cualquiera puede caminar sin miedo a tropezar, porque la
luz de este mundo ilumina su camino. En cambio, si uno anda
de noche, tropieza, porque le falta la luz." (Jn 11,9-10)

¡Que difícil es avanzar en este terreno Señor se diría que a


cada paso adelante retrocedes otro tanto!

Gracias Señor, porque cada paso hacia ti no tiene retroceso,


porque cada paso hacia ti es seguro para mi.

Gracias porque eres Tú quien me allana el sendero, porque


eres Tú quien aparta la piedra para que mi pie no tropiece.

Señor, gracias por ser mi bordón donde apoyarme y sentirme


seguro.

Gracias, Señor

A la sombra.
"-¿Con qué compararemos el reino de Dios o con qué parábola lo
expondremos?

Sucede con él lo que con un grano de mostaza. Cuando se


siembra en la tierra, es la más pequeña de todas las
semillas. Pero, una vez sembrada, crece, se hace mayor
que cualquier hortaliza y echa ramas tan grandes que las
aves del cielo pueden anidar a su sombra." (Mc 4,30-32)

Me quedaría aquí todo el día, Señor, pero hay que seguir para
poder llegar a tiempo.

Gracias Señor por no dejar que nos instalemos, por


ponernos siempre en camino.

Gracias por aliviarnos de nuestros sudores, poder seguirte


más ligeros, más frescos; y dejarnos guiar a través de
calores, desiertos, soledades.

Señor, gracias por cubrimos con tu palma.

Gracias, Señor.
La alarma.
"Dichosos los criados a quienes el amo encuentre vigilantes
cuando llegue. Os aseguro que se ceñirá, los hará sentarse a la
mesa y se pondrá a servirlos. Si viene a media noche o de
madrugada, y los encuentra así, dichosos ellos." (Lc 12,37-38)

¡Mira que lo esperábamos, Señor y sin embargo nos ha


pillado de sorpresa!

No ha tenido nada de agradable, pero ninguna situación


límite lo tiene.

Señor, que todo esto nos prepare para servir mejor a los
demás, para reaccionar ante las necesidades de los otros.

Gracias, Señor, por mostrar la necesidad que tienes de


nosotros, por la urgencia de nuestra atención.

Gracias por llamar nuestra atención.

Gracias, Señor.

La senda.
'Me enseñarás la senda de la vida, me llenarás de gozo en tu
presencia, de felicidad eterna a tu derecha." (Sal 16,11)

¡Menos mal que hemos encontrado el sendero, Señor! porque andábamos


un poco perdidos.

Es magnífico tener un camino que seguir, aunque esté mínimamente


marcado.

Gracias, Señor, por mostramos el camino hacia ti, por señalamos la


senda que lleva a ti.

Gracias por haberte hecho camino visible, sendero seguro.

Señor, gracias por mostrarte cuando andamos perdidos, por hacerte


visible para seguirte.

Gracias, Señor.
Silencio.
"Cuando ores, entra en tu habitación, cierra la puerta y
ora a tu Padre, que está en lo secreto." (Mt 6,6)

Señor, ¿escuchas algo... el canto de los pájaros, el murmullo


del agua, el griterío lejano?

¿Y dentro, en mi interior? Yo, escucho el silencio.

El silencio del que se anonada, enmudece, alucina, admira.

El sonido de tu palabra, el atractivo de tu mirada, el calor de


tu corazón.

Gracias, por este silencio que llena de sonidos tu presencia,


por este silencio que es tu música en mi corazón.

Gracias, Señor.

La Unidad.
"A él se debe que todo el cuerpo, bien trabado y unido por
medio de todos los ligamentos que lo nutren según la
actividad propia de cada miembro, vaya creciendo y
construyéndose así mismo en el amor " (Ef 4, 16)

Quién lo iba a decir, ¿verdad, Señor? de cuando empezamos


el curso a vernos ahora.

Todos tan distintos y, sin embargo, tan unidos; se diría que


ahora somos uno sólo.

Gracias, Señor, porque en la diferencia encontramos nuestra


riqueza, en la desigualdad hallamos nuestra unidad.

Gracias por ir construyendo nuestra amistad, por ser Tú uno


más con nosotros.

Gracias, Señor.
En Consejo.
"¡ Que den gracias al Señor por su amor, por las
maravillas que hace con los hombres!

Aclámenlo en la asamblea del pueblo. Alábenlo en


el consejo de los ancianos." (Sal 107,31-32)

Antes de empezar el consejo, Señor, tenemos que pedirte


que nos acompañes durante estas horas con tu sabiduría,
prudencia, tacto, serenidad, caridad.

Danos la palabra justa, la mirada clara, la escucha atenta en


todo momento.

Haznos capaces de aceptar los fallos con humildad,


escuchar los aciertos sin orgullo.

Gracias, Señor, porque, ya desde ahora, sabemos que será


un éxito; porque Tú nos ayudarás a crecer aún más en el
amor.

Gracias, Señor.

Ultimo día.
"Señor, dame a conocer mi fin, y cuantos van a ser mis días; que me
de cuenta de lo frágil que soy.
Me diste sólo un puñado de días, mi vida no es nada ante ti; el
hombre es como un soplo fugaz, como una sombra que pasa; se afana
por cosas fugaces; atesora, sin saber para quién será." (Sal 39, 5-7)

Parece que fue ayer cuando salimos y ya estamos de vuelta;


se me ha pesado volando, Señor!

Han sucedido tantas cosas, ha habido tantos momentos


intensos...

Gracias, Señor, por estos diez días, por cada jornada, por
cada hora, por cada instante

Gracias por todos mis compañeros, por cada uno, por mis
hermanos; por haber estado presente cada día, a cada hora,
en cada instante.

Gracias, Señor.
... y ahora tú.

Cada instante, cada situación, puede convertirse en un precioso


momento de encuentro con el Señor, en un cara a cara, corazón a
corazón, en oración. Todo puede ser visto con los ojos, la mirada del
Señor, y traducirse en alabanza y acción de gracias para con él.

Vivir intensamente cada instante en su presencia; descubrirlo allí


donde se hace visible; disfrutar de él en lo más sencillo, en lo más
cotidiano; ser feliz junto a él, con él, en él. A todo ello te he estado
invitando, nos ha estado llamando.

Ahora, allí donde estés, eres tú quien tiene que continuar esta
"
aventura": en tu familia, en tus estudios, en tu trabajo... Descubre su
rostro, goza con él, y no te calles. Grítalo a los cuatro vientos y que otros
"
muchos te oigan, que otros muchos descubran la aventura del
encuentro con Dios"

¡Animo!. Y recuerda:

"con la ayuda de Dios... que ha acampado entre nosotros, que habita en


tu corazón".

¡Buena caza!

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