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MORAL EN UNA SOCIEDAD PLURALISTA Y DIVERSA:

UN INTENTO DE RELACIÓN ENTRE ÉTICA Y POLÍTICA

Andrés Soto Sandoval

Introducción para una perspectiva ética

La importancia de ser protagonistas.


"He descubierto que soy persona, que tengo dignidad..." afirmaba un
adulto-joven, hace poco tiempo, luego de haber vivido todo un proceso de
formación y capacitación. Era un hombre del mundo popular, hasta el momento
marginado del sistema formado por lo que pueden acceder a los bienes y
servicios que a la vista se ofrecen a todos. Al pedirle que ahondara en a
expresión de su experiencia, manifestó que su descubrimiento apuntaba a
sentirse más dueño de su vida, con más autonomía y capacidad para ejercerla;
en definitiva, se sentía más persona.
Hace algún tiempo, un grupo de jóvenes creó, bajo la orientación y
dirección de INFOCAP, el Instituto de formación y Capacitación Laboral en la
ciudad de Santiago, una iniciativa que hoy recibe el nombre de “Un techo para
Chile”. Estos jóvenes miraron la realidad y vieron en ellos una consecuencia del
drama de la pobreza. Muchas familias no tenían un lugar mínimamente digno
para vivir. De ahí que decidieran capacitarse para ayudar a construir pequeñas
casitas que posibilitaran a muchos pobladores una vida de mayor calidad. La
experiencia de estos jóvenes les significó vivir el protagonismo y de esa manera
la actuación de su identidad de ser hombres y mujeres; la autonomía en su
expresión más rica, el ejercicio de su dignidad en definitiva.
Lo anterior parece indicar que las personas y el colectivo se descubren en
lo más propio de su humanidad cuando ejercen el protagonismo, cuando realizan
activamente su existencia y no solamente padecen lo construido por otros.
Cuando Santo Tomás de Aquino define la ley natural ¿no está
manifestando acaso que el hombre es autor y protagonista de su historia al
participar de la ley eterna de Dios?. "Esta no se identifica tampoco, como para los
estoicos, con el orden externo que se contempla en la naturaleza, sino que
manifiesta también una dimensión personal: la providencia y el cuidado amoroso
de Dios sobre toda la creación. El universo entero se encuentra gobernado por
esa eterna y majestuosa sabiduría del Creador"1. El gobierno de Dios en el
hombre se expresa de una manera admirable. Este participa de la ley eterna de
Dios y con ello descubre cómo debe comportarse y orientar su existencia de tal
manera que puede vivir su vocación más propia2. Santo Tomás ve la ley natural
como una realidad en tres dimensiones: "Todo aquello a lo que el hombre tiene
inclinación natural, lo percibe naturalmente la razón como bueno...Existe, pues,
una primera inclinación humana al bien natural que le es común con todas las

1
VV.AA. Praxis Cristiana Fundamentación, (294).
2
Ibid.

1
sustancias, en cuanto que cada sustancia apetece la conservación de su ser
según su naturaleza, y según esta inclinación pertenece a la ley natural todo lo
que sirve para la vida del hombre y que impide lo contrario. En segundo lugar, se
da una inclinación humana a algunas cosas especiales de la naturaleza, que le
son comunes con los demás animales, y de acuerdo con ella pertenece a la ley
natural lo que la naturaleza enseña a todos los animales, como es la unión del
varón y la hembra, la educación de los hijos y cosas parecidas. En tercer lugar, se
da una inclinación al bien de la naturaleza racional, que es lo más característico
suyo; así el hombre tiene una natural inclinación a conocer la verdad sobre Dios y
a vivir en sociedad. De acuerdo con esto, pertenece a la ley natural todo lo que
hace referencia a esta inclinación, como evitar la ignorancia, no ofender a
aquellos con los que debe relacionarse y otras cosas de este tipo" 3. Según el
comentarista de Santo Tomás citado lo más propio de la naturaleza humana, a la
luz del aquinate, sería el protagonismo: "la naturaleza se hace quehacer y tarea
en sus propias manos, ya que la modela, orienta y desarrolla bajo los imperativos
supremos de su razón"4.
Lo dicho parece confirmar el dato de la experiencia expresada con el
ejemplo dado al comienzo y puede ayudarnos a plantear un tema más de fondo:
la formulación del discurso moral en una sociedad pluralista, la teorización de la
práctica del protagonismo en un tipo de sociedad que lo permita y posibilite 5. Esta
idea puede ser clave a la hora de intentar relacionar la ética con el fenómeno
social en general y con la teoría y práctica política en particular. Apuntamos, al
menos al iniciar nuestra reflexión, a buscar una respuesta para dicha relación.
Ésta parece estar insinuada en la experiencia narrada anteriormente: la ética y la
políticad constituyen prácticas y disciplinas que toman sentido cuando están al
servicio de la creciente realización plena del ser humana en una historia que
construyen ellos mismos como protagonistas.

El discurso ético-político se sitúa en el proceso de creciente


modernidad: la razón quiere primar.
Decir una palabra ética sobre nuestro quehacer político, sobre nuestra
vida en sociedad, sobre las decisiones que surgen desde el poder o que
pretenden influir en él, lleva necesariamente a mirar la realidad en la cual
actuamos y que, querámoslo o no, nos marca, nos influye, nos condiciona y
quizá, en algún grado, hasta puede determinarnos. Es imprescindible, por lo
tanto, mirar nuestro contexto. Para hacerlo necesitamos categorías. Pero, dé
dónde surgen dichas categorías. Para tal efecto nos reconocemos herederos
de lo que ha marcado, desde hace algunos siglos, nuestra manera de mirar la
realidad. Porque lo hacemos con el fin de actuar sobre ella y, de alguna forma,
influir en el desarrollo de los acontecimientos. Somos herederos de la tradición
de la modernidad que nos ilusiona acerca de nuestra capacidad de ser
protagonistas.
3
S. Th.,I-II, 94,2 citado en Op. Cit. (296).
4
VV. AA. Op. Cit. Ibid.
5
El concepto protagonismo lo uso en sentido amplio con las notas que tiene el concepto de
actor pero con la carga de aquél que en grado importante no sólo padece sino también toma
decisiones últimas.

2
En el año 1784 apreció un ensayo del filósofo alemán Immanuel Kant
(1724-1804) que respondía a la siguiente pregunta: ¿Qué es la Ilustración?
Respondía así: La Ilustración “es la liberación del hombre de su culpable
incapacidad. La incapacidad significa la imposibilidad de servirse de su
inteligencia sin la guía de otros. Esta incapacidad es culpable porque su causa
no reside en la falta de inteligencia sino de decisión y valor para servirse por sí
mismo de ella sin la tutela de otro. ¿Sapere aude! ¿Ten el valor de servirte de
tu propia razón!:he aquí el lema de la Ilustración”.6

El proceso había sido largo. Los griegos, de alguna manera se habían


anticipado, pero la búsqueda del hombre a través de las preguntas
fundamentales recurriendo a fuerzas mágicas y externas había primado en la
historia. El desarrollo de la vida humana hasta el inicio de la llamada
Modernidad, se había dado bajo la hegemonía del pensamiento religioso que, a
nivel de las grandes masas, se integraba con elementos mágicos y de
creencias ancestrales. De esa manera buscaban respuestas a tanta búsqueda
consciente o inconsciente acerca del sentido de la vida, del sufrimiento y del
fracaso.

Ahora, en el siglo XVIII por fin, según Kant, el hombre se había liberado.
La razón quiere ser lo central, puede primar rescatando la racionalidad del ser
humano como un dato fundamental. En efecto, el hombre siempre ha buscado
responder a su inquietud por el conocimiento de la realidad. Por fin, al parecer,
podría hacerlo por sí mismo, rescatando su propia racionalidad como un dato
por excelencia. La razón se convertía en el medio privilegiado para conocer y
comprender la compleja realidad. De ahí que surgiera un poderoso movimiento
intelectual que transformará el pensamiento, la conducta y las costumbres de
los seres humanos. El siglo XVIII será el siglo de la Ilustración.
El siglo de la luces, como también se le llama, al considerar a la razón
como una verdadera luz que ilumina el caminar del ser humano, sería testigo
de cambios profundos. La revolución Francesa constituirá el hito fundamental,
la muestra más concreta de estos cambios. De ahora en adelante, el mundo
será otro. La economía cambiará, la política será diferente, la cultura dará otro
significado a la vida del hombre. La religión, que había tenido el primado hasta
ahora, padecerá fuertes cuestionamientos.
De ahí la aparición del Despotismo Ilustrado que se convierte en la
concreción de la doctrina del siglo XVIII. “Como dice Albert Sorel en una
fórmula que resume admirablemente la doctrina del siglo: Toda la política de los
filósofos se reduce a poner la omnipotencia del Estado al servicio de la
infalibilidad de la razón, a hacer… de la razón pura una nueva razón de
Estado”.7. Más adelante, aunque no será hasta 1814 de manera definitiva, la
irrupción de las ideas liberales se manifestará a través de importantes

6
Sobre esto es interesante leer a Ricardo Krebs. Breve Historia Universal Editorial
Universitaria 2004 (309 ss)Historia de las ideas políticas Prelot Marcel, Lescuyer Georges, La
ley 1986 (247).
7
Prelot Marcel, Lescuyer Georges Historia de las ideas políticas La Ley S.A. Buenos Aires
1986 Ibid

3
movimientos que significarán el alejamiento de las monarquías y la aparición de
la democracia representativa. Según Ricardo Krebs, “las ideas liberales
prendieron ante todo entre la burguesía, los intelectuales y los estudiantes
universitarios… En el año 1812 las Cortes españolas reunidas en Cádiz habían
proclamado una constitución que se basaba en el principio de la soberanía
popular. El rey Fernando VII, al volver en el año 1814 del exilio a que lo había
mantenido encerrado Napoleón, abolió la constitución de Cádiz y restableció el
régimen absoluto. En el año 1820 se levantaron los liberales, exigieron la
eliminación de los privilegios de la nobleza y la secularización de los bienes de
la Iglesia y obligaron al monarca a restablecer la constitución”.8
En América española eso tiene una gran repercusión. El movimiento
emancipador a partir de las ideas liberales y aprovechando los hechos del
secuestro del Rey de España. Poco a poco los países latinoamericanos
ganaban, con un importante costo en vidas humanas, la libertad política y
podían buscar sus propias formas de gobierno.
La historia que continúa responde a al viejo dicho “otra cosa es con
guitarra”. Chile, al igual que los otros países latinoamericanos tendrá que
hacerse cargo de su devenir. No obstante, el caso chileno pasa a ser un
fenómeno diferente al de los países hermanos. Dos notas lo caracterizarán: su
estabilidad política y el predominio de la razón para la elaboración de su
proyecto de país.
El siglo XIX será de búsqueda dentro de la estabilidad. Éste terminará
con el inicio de un proceso que llevará a las capas medias de la sociedad a un
mayor protagonismo social y con el germen de un no despreciable movimiento
popular. Este proceso tendrá su auge en la segunda mitad del siglo XX. La
acción política, que busca cambios, comenzará a adquirir un sentido nuevo
para grandes sectores hasta ese momento más bien excluidos del ejercicio del
protagonismo.

El Proceso de democratización del siglo 20.


Para algunos autores, el siglo veinte chileno ha sido de paz, estabilidad
institucional, apertura creciente del sistema político y modernización social con
un desarrollo económico considerable.9 Chile vive, en este siglo, un proceso
paulatino de democratización que, por diversos motivos, hace crisis en 1973.
No obstante, a juicio de esos autores, el siglo nace en un ambiente de
sentimiento de crisis por el agotamiento de un sistema político y de un estilo de
vida que se mostraban inadecuados para enfrentar los desafíos que se
presentaban los nuevo tiempos. “El régimen parlamentario, la estructura social,
el sistema económico, el papel del Estado...en fin, todo el mundo oficial
demostraba su desajuste con una realidad que estaba cambiando
radicalmente”. Al mismo tiempo se producía el despertar de nuevos sectores
sociales: una creciente clase media que con el correr del tiempo adquiriría
conciencia de clase y un proletariado que iniciaba su organización. Ambos
chocaban en sus aspiraciones con las barreras infranqueables del sistema
8
Krebs, Ricardo. Op. Cit. (366).
9
VV.AA. Chile en el siglo XX Editorial Plantea, Santiago de chile, 1990. En adelante Chile en
el siglo XX.

4
vigente. De allí que cundiera un sentimiento antioligárquico compartido por las
nuevas generaciones que, desde la arena política e intelectual, se convirtieron
en los principales críticos de la clases social dirigente, del régimen político y del
sistema económico”10
A nivel político, el comienzo del siglo se caracteriza por el fin del llamado
parlamentarismo. A juicio de Gonzalo Izquierdo, “la implantación del sistema
parlamentario durante los años que van entre 1891 y 1925, fue consecuencia
del predominio del liberalismo entre los grupos que decidían el quehacer en
todos los planos de la vida nacional”11 Se fue implantando como reacción a las
tradicionales y excesivas atribuciones del Jefe de Estado que emanaban de la
Constitución presidencialista de 1833. “pero la consolidación del sistema
parlamentario fue, en buena medida, una consecuencia de la actitud política del
presidente Balmaceda, quien desconoció, en esta materia, tanto la tendencia
de la época como los principios que anteriormente defendiera con tanta
vehemencia, emprendiendo ahora la defensa del autoritarismo presidencial”. 12
Pero al parecer, el abuso de ciertos procedimientos hizo fracasar la experiencia
parlamentaria.13
El tiempo posterior es bastante conocido. Después de la implantación de
la Constitución de 1925, particularmente a mediados de siglo, en un contexto
internacional de guerra fría, ideologías absolutizantes se alternan el poder. En
1973 un golpe de Estado lleva a una profunda transformación de la sociedad.
Después de un tiempo que aún hoy se discute ampliamente, el sistema
democrático se recupera en el año 1990. Una coalición llamada Concertación
de Partidos por la Democracia asume el poder hasta el momento presente,
continuando y consolidando una realidad que hace pensar en un país con
nuevos desafíos en una cultura post moderna. Nuestra sociedad, cultura,
democracia, comienzan a adquirir nuevas notas que tienen que ver con la
posibilidad de un mundo que emerge distinto, más diverso, más pluralista y por
eso, probablemente, más ético.
10
Chile en el siglo XX (19-21).
11
Gonzalo Izquierdo Historia de Chile Tomo tercero, Editorial Andrés Bello, Santiago de
Chile, 1990. (11). En adelante Historia de Chile.
12
Historia de Chile ( 11).
13
“el poder presidencial había disminuido considerablemente como consecuencia de las
reformas que se habían hecho a la institución de 1833. Sin embargo, más allá de esas
reformas, el sistema parlamentario se basó en algunas prácticas políticas que el Congreso
utilizó en su favor y que fueron las que efectivamente le permitieron controlar el poder. Una de
ellas fue la facultad que el Parlamento tenía para derribar al gabinete a través de
interpelaciones que obligaban a los ministros a concurrir al Congreso para desvirtuar cargos en
su contra, votos de desconfianza y censuras que provocaban su caída. Otra fue la facultad para
retardar las leyes periódicas que aprobaban el presupuesto, las contribuciones y algunas leyes
referentes a las Fuerzas Armadas. También fue un mecanismo típico del sistema, la obstrucción
parlamentaria usada frecuentemente por las minorías que, al no existir clausura del debate, lo
prolongaban indefinidamente con tal de impedir la aprobación de una ley. El abuso de estos
procedimientos entorpeció enormemente la tarea legislativa, produjo una constante rotativa
ministerial y significó un freno para el desarrollo de las políticas de gobierno.” Chile en el siglo
XX Pág. 31. Ver también Historia de Chile Págs 11-15. Al respecto resulta dramática la
descripción que hace de este período Mario Góngora en su Ensayo histórico sobre la noción de
Estado en Chile en los siglos XIX y XX. Editorial Universitaria 1998, Santiago de Chile. Ver el
capítulo “la república aristocrática y la autocrítica de Chile” , (107-159), donde hace un
interesante estudio de la bibliografía sobre le época. A su juicio dicha época constituye la
negación del Estado portaliano, un estado de decadencia y crisis.

5
La Sociedad Emergente
Para Eugenio Tironi14 las notas fundamentales de la nueva realidad
chilena son las siguientes:
1. El rasgo medular de la sociedad emergente es su mayor nivel de
complejidad. En esta sociedad hay dos problemas casi contradictorios pero
reales e incluso apremiantes: la escasez y la abundancia. Por un lado uno
corresponde a los dramas y frustraciones de la pobreza y del arcaísmo, y el
otro corresponde a las tragedias y angustias de la modernidad. De alguna
manera convivimos drásticamente con dos modelos en un mismo país: los
dramas de los países desarrollados y los de los países subdesarrollados. Para
este autor “hay.. un riesgo que no debe ser menospreciado: uno es que
el país sea progresivamente conducido en función de las angustias (reales) de
las clases medias y de las elites, dejando de hecho en un segundo plano las
miserias (también reales, aunque menos glamorosas y con menos prensa) de
los sectores más pobres.
2. Otra rasgo importante de la realidad chilena es la lógica del
consumidor (elijo y pago en el mercado la alternativa más ventajosa y exijo que
se me dé exactamente lo que pagué). Esta lógica se ha internalizado en los
individuos y se ha elevado también a dominios más allá del campo económico.
Se ha pasado de una sociedad con protagonismo del Estado y después en la
Empresa, a otra centrada en el protagonismo del consumidor. La sociedad
chilena se ha transformado en una sociedad de consumo. Se trata de un
consumo de masas que se expande y pondrá en tensión la capacidad
empresarial del país.
Un tercer rasgo lo constituye la noticia como industria. Es la irrupción de
la opinión pública. Esto explica el protagonismo de los medios de comunicación
y lleva a la especialización de una actividad cada vez más importante: el
periodismo. La TV desplaza a los medios escritos e impone su estilo y ritmos a
todo el sistema social y cultural.
Otro rasgo es el poder que se dispersa. Es la dispersión del poder entre
una diversidad cada vez más plural de actores. El poder si bien sigue en manos
del gobierno, se comparte cada vez más y se acota. Crece el poder de los
municipios. El parlamento aumenta la importancia del papel fiscalizador y como
creador de opinión publica. El poder judicial va tomando más peso como arbitro
de conflictos.
No menos importante es el papel de la política. Para Tironi la política va
despertando más indiferencia que entusiasmo. Pero, según este autor, todo
indica que la política alcanzará mucho mayor centralidad en los comienzos del
nuevo siglo. Se irá cuajando una petición de alternativas que marquen un
grado de ruptura con el presente, aun si ello importa un nivel no despreciable
de riesgo. Según Tironi la gente buscará en la política un sentido más global
para la vida en sociedad.

14
Tironi,Eugenio La irrupción de las masas y el malestar de las elites Grijalbo 1999 (225 ss)

6
El chileno de hoy.
Otro aspecto importante a considerar en nuestro contexto tiene que ver
con las características fundamentales del chileno de hoy. Un estudio del PNUD
señala una tipología que, a riesgo de ser simplificadora, puede ayudarnos a
captar hoy nuestra realidad, cosa fundamental para poder decir una palabra
ética sobre la misma.15
“¿Cómo somos los chilenos hoy, al inicio del siglo XXI y a ocho años de
cumplir 200 años de vida independiente? ¿Cuál es nuestra identidad como
nación?
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) realizó
un interesante estudio sobre la imagen que los chilenos tenemos sobre
nosotros mismos, que deja al descubierto nuestra manera de ser.
Ofrecemos a continuación una pincelada de este estudio que puede
servir para nuestro trabajo pastoral, ya que nos entrega algunos elementos que
nos permiten conocer más y entender mejor a los hombres y mujeres de hoy.
Todo cambia. Los chilenos y chilenas de hoy no somos los mismos de
hace 20, 30 o 50 años atrás. La globalización y los cambios culturales han
transformado nuestro modo de vida, debilitando nuestra identidad, nuestra
manera de convivir juntos. «Pareciera que muchos chilenos no poseen una
imagen fuerte de sí mismos como un ‘nosotros», precisa el estudio “Nosotros
los Chilenos: un desafío cultural” del PNUD. Hoy día somos más individualistas,
poco tolerantes, pesimistas, ajenos a las tradiciones, agrega entre otras
características.
Esta investigación, fruto de dos años de trabajo,- es una invitación para
reflexionar y conversar acerca de nosotros mismos, algo fundamental para el
futuro del país.

¿ASÍ SOMOS?
En el estudio se concluye que existen seis categorías de chilenas y
chilenos que representan nuestros modos de vida y cómo nos vemos ante la
sociedad: el satisfecho familiar, el luchador familiar, el proveedor
conformista, el aspirante inseguro, el individuo estilizado y el marginado
descreído.
El luchador Familiar tiende a preocuparse mucho por mantener el orden
y la decencia en la familia, aunque no siempre lo logra. Se define por la familia.
Es creyente y practica su religión. El mundo externo le atrae poco, salvo si le
aporta recursos. Su tiempo libre lo dedica para mejorar la situación familiar. Es
poco sociable, casi no tiene amigos y no se interesa por las actividades
culturales. Considera que sus expectativas para el futuro son inciertas, pues los
cambios de la economía le han significado una pérdida. Para él, el consumo no
es importante, ya que sólo le alcanza para lo básico. Normalmente, estos
personajes mantienen a muchas personas, hijos y parientes, lo que los hace
sentir que su vida es una responsabilidad pesada.
 En 
15

http://www.iglesia.cl/revistaiglesia/septiembre2002/0607iglesia_verde.h
tml

7
El marginado descreído es aquél que mira con desconfianza el mundo
en que vive, porque siente que los otros lo han dejado fuera. Es intolerante con
los que son distintos a él. No tiene amigos y se ha decepcionado de las
organizaciones sociales, de la política y de la iglesia. Ni siquiera de la familia
espera mucho. No se hace ilusiones. En su tiempo libre se queda en la casa,
no le interesa la cultura. Se sienten perdedores frente a los cambios
económicos y sociales del país. Tienen una autoestima muy baja y por lo
mismo se desinteresan por todo, no creen en que puedan cambiar el estado de
las cosas.
Según el informe del PNUD, las categorías anteriores corresponden a
aquellos que se sienten perdedores e inseguros ante el modelo económico
imperante, lo que en términos estadísticos representa cerca de 52% de los
encuestados.

LOS QUE SE SIENTEN GANADORES


En esta categoría entra el satisfecho familiar, que se define como una
persona agradecida de la vida, que trata de mantener la estabilidad en su
familia, lo que le ayuda a su propio equilibrio. Vive tranquilo en lo económico,
pues los ingresos le alcanzan para satisfacer las necesidades de su grupo. En
su tiempo libre tiende a realizar actividades que le proporcionan una
gratificación individual. En este grupo se observa gran preocupación por las
relaciones humanas, lo que se refleja en que para ellos la amistad y la
sociabilidad ocupan un lugar importante.
El individuo estilizado es aquel que se imagina un mundo formado por
personas, más que por grupos o instituciones. No se siente atado por las
tradiciones o las instituciones, más bien toma distancia de ellas y las
cuestionan si van en contra de lo que opina. No le preocupa la familia, no es su
objetivo principal. Le importan sus propios proyectos y valores. Su identidad se
define por la autenticidad con que los construye y defiende. El tiempo libre lo
usa para crecer como persona.
Se esfuerza por no ser individualista, tienen muchos amigos y creen que
hay que interesarse por el futuro del país. Le preocupa que la sociedad se haya
vuelto tan impersonal. Cree que todos tienen derecho a ser como quieran. Son
solteros y no se caracterizan por tener relaciones muy estables. En general son
personas que poseen un alta autoestima y se mueven con confianza por la
vida.

INSEGUROS
Otra de las categorías que arrojó el estudio es aquella que corresponde
al proveedor conformista. A estas personas no los mueven grandes ideales,
creen que su responsabilidad es hacia los hijos y que satisfacer sus
necesidades es lo más importante. Si logra cumplir este objetivo tiene la
sensación de una ‘labor cumplida’.
No persigue una imagen ideal de familia, es feliz cuidando de los hijos
porque es lo que hay que hacer y lo hace. En este sentido hay en este

8
personaje un poco de inercia, por eso no se siente ni más ni menos perdedor
que el resto. Se declara creyente, pero no practica.
Finalmente tenemos al aspirante inseguro, que no le basta con lo qué es
ahora, porque para él superarse es un deber. Le teme a la frustración. Vive
asustado de las circunstancias, que en cualquier momento pueden volverse
adversas.
Para ellos la familia es un espacio donde cada uno aprende a
relacionarse con los demás. A pesar de que reconocen no tener amigos, sino
conocidos, buscan relacionarse con otros. Viven buscando nuevas
oportunidades que hagan más fácil su tarea de ser más.

Chilenos:
CAMINO AL BICENTENARIO
Dos expertos – los sociólogos Jorge Larraín y Eugenio Ortega- entregan
su visión sobre la imagen que los chilenos tenemos sobre nosotros mismos,
según el estudio del PNUD, y cómo nos proyectamos -como nación- al
bicentenario.
Jorge Larraín, director del Departamento de Ciencias Sociales de la
Universidad Alberto Hurtado, y Eugenio Ortega, Coordinador del programa de
Naciones Unidas para el Desarrollo, concuerdan con una de las principales
conclusiones del informe del PNUD, que revela un debilitamiento de nuestra
identidad cultural, como país.
Para Jorge Larraín la visión que entrega el informe no es tan alarmante.
“No hay que ser tan pesimistas”, señala. “Mucha gente, con ocasión del
bicentenario, quiere encontrar un país distinto, cambiado y desarrollado. Una
de las añoranzas es que para el 2010 estemos completamente desarrollados y
sin pobreza. Por lo tanto, existe la esperanza de que podamos hacer un cambio
sustancial. Desgraciadamente no se han dado las circunstancias, estamos
creciendo menos, hay una coyuntura internacional mala. Pero eso no significa
que no tengamos nada que celebrar. El aniversario de la independencia es un
símbolo y quizás sea una buena fecha para repensar lo que hemos hecho,
como lo hemos hecho, en qué nos hemos equivocado y al mismo tiempo
hacerlo con cierta tranquilidad porque debemos entender que no todo está en
nuestras manos. Hay que sacarle partido a lo que hemos logrado, porque
existe un proyecto país que hay que potenciar”.

CONSTRUIR FUTURO
Por su parte, Eugenio Ortega señala que el informe entrega una pista: la
posibilidad de dar curso a una gran conversación ciudadana, un diálogo
comunitario, que incluya factores como la pobreza, el desempleo, las crisis
económicas, la diferenciación social que existe, etc.
“Esa conversación, -aclara Ortega-, debe estar encaminada hacia nuestro
futuro. Podemos hacer más estrechas nuestras relaciones sociales, nuestros
grupos de pertenencia, podemos aumentar el vínculo social y reconocer que

9
sólo con los otros me reconozco y me construyo. Con carencia de sociedad –el
no sentirse parte de la sociedad- es muy difícil construir imagen de país”.
“Construir un futuro común –como país- requiere un sentirnos todos parte
de este Chile independiente y libre”, destaca el sociólogo. “Si logramos eso,
podemos soñar con un país decente, es decir en que todos puedan tener lo
básico para vivir; y al mismo tiempo cálido, para que la vida sea más rica, más
sensible al otro y no con una mentalidad tan individualista”.”
Concepto de Ética.
Queremos pensar. El ser humano es una persona. Un universo de
naturaleza espiritual dotado de libre albedrío nos dirá Jacques Maritain. Tan
libre que nadie puede violar su integridad. Pascal nos dirá que piensa y sabe
que piensa. Cuando hablamos del ser humano estamos hablando de otro nivel
en el riquísimo mundo de los seres vivos. Libre, piensa, sabe que piensa. Pero
también el ser humano tiene un horizonte. ¿Sólo tiene un horizonte? Sólo tiene
un fin?. Más aún, puede crear sus propios fines y para ellos busca y crea los
medios que lo pueden conducir al su fin. Ese fin que Aristóteles llamaba
Felicidad.
Es en la historia que el ser humano vive todo esto. Una historia
desafiante, con el color de lo claro-oscuro, donde el hombre es y a la vez se va
haciendo. Vive y posee una forma de vivir. Pero, como dice Augusto Hortal,
“nuestras vidas no consisten únicamente en desplegar un programa de
potencialidades previamente finadas para toda la especie; actuamos de forma
indiferenciada, individual y grupalmente, y nos planteamos cómo vivir y
actuar.”16 Si el ser humano tiene un fin, y éste es su felicidad, y además es libre
o posee libertad, puede acercarse a este fin, pero también podrá alejarse.
Habrá entonces formas de pensar y vivir más humanas que otras. Esto es
sumamente importante pues vivir humanamente no será algo automático sino
también una tarea por hacerse. De ahí la moralidad de su vida. Será moral una
vida que lo lleve al éxito en su empresa de ser persona, será no moral su vida,
en la medida que lo conduzca por un sendero de deshumanización. De todo
esto se ocupada la ética.

¿Qué es ética?
Aclaremos el concepto. Sigamos nuevamente a Augusto Hortal. La
palabra ética procede del griego y significa carácter, forma de ser
(originalmente: morada, lugar donde habitan los hombres o pacen los
animales). De acuerdo a su etimología, la ética significaría las cosas referentes
al carácter. El ethos puede ser tanto individual como social y se pone de
manifiesto en la manera habitual de actuar de un individuo o de un grupo.
La palabra moral originalmente era el adjetivo (morales) del sustantivó
latino “mos, moris”. Originalmente significa costumbre, y llega a significar
carácter o modo de ser a partir de la necesidad de traducir al latín el vocablo
griego “ethos”.
En el mundo clásico griego y latino, la norma por la que se juzgan las
acciones, o el objeto de la Filosofía moral, está encarnada, materializadas en
16
Hortal, Augusto. Ética I Edic. Pontificia Universidad de Comillas Madrid 1994 (1)

10
una forma habitual de ser y de actuar. Para recuperar este matiz realista de la
moral vivida en un sociedad, la sociología y la antropología cultural han
introducido el neologismo “mores”.
En nuestro lenguaje ordinario, ética y moral se usan con frecuencia como
sinónimos intercambiables, tanto para designar la moral vivida como la moral
formulada. Pero a veces se usa ética para hablar de algo más individual,
reflexivo, filosófico, mientras que “moral” se usa para lo más social,
espontáneo, religioso o teológico.

Contextualizando nuestro discurso ético.


Teorizar la práctica moral pide la consideración de categorías que ayuden
a hacerlo. Para ello puede ayudarnos enriquecer el ejemplo dado al comienzo
con otra situación. Este señor se ha descubierto más persona. Su experiencia no
nos indica que sea alguien con más dignidad sino que su realidad de persona con
derechos y deberes, el dato de ser un ser humano con toda la riqueza que
conlleva, lo ha percibido de una manera nueva, particularmente a través de esto
tan propio que hemos llamado el protagonismo, el descubrirse dueño de su vida,
lo que no niega evidentemente los condicionamientos propios de la experiencia
humana del tiempo y del espacio.
En el mismo sector popular vive una mujer bastante inteligente aunque con
las mismas limitaciones de la pobreza en sus causas y consecuencias: educación
formal incompleta, carencia importante de bienes materiales, particularmente la
alimentación y la vivienda. Vive en una población pobre en una de las zonas
pobres de Antofagasta.
Ella es inquieta y participa en la comunidad, aunque últimamente se ha
experimentado un poco alejada de ella. Ha ido creciendo en su interioridad
personal cierto sentimiento de estar vinculada a una institución cuyo centro
pretende ser la búsqueda de la humanización pero a la vez con una actitud y
práctica excesivamente intransigencia en asuntos de orden moral. Una de las
cosas que más le ha cuestionado últimamente, a nivel personal, es la necesidad
de provocarse la esterilización. En conciencia parece estar convencida de
hacerlo. Pero la censura que ha tenido que soportar de parte de gente de la
comunidad le cuestiona. Se le plantea que su posible esterilización significaría
una abierta violación de normas que indican el deber de estar, en materia sexual
y fisiológica, abierta a la vida en la expresión sexual del amor. Le cuestiona todo
esto pues cree, en conciencia, que debe tomar dicha decisión al no poder asumir
la posibilidad de tener más hijos, luego de cinco en su matrimonio, por no
disponer de los medios mínimos para educarlos y ayudarlos a crecer.
El caso señalado nos puede ayudar a tener un acercamiento con algunos
elementos del discurso moral para luego verlos articulados en el contexto de una
sociedad pluralista como la de Chile actual. Es lo que iremos viendo en el curso
más adelante.

La perspectiva de proyecto moral.


En primer lugar hay que afirmar que el discurso ético nos sitúa en la
perspectiva de proyecto. Se trata del proyecto de construcción de un mundo más

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humano donde opere la experiencia positiva de este señor con cuyo ejemplo
comenzamos la presente reflexión. Cuando El Magisterio Católico no habla del
Desarrollo Integral nos sitúan en esta clave. El desarrollo es el paso de
condiciones menos humanas a condiciones más humanas. Es un proceso en el
cual se construye el proyecto de la humanidad17. Es interesante este dato pues
nos coloca en el mismo código del protagonismo a que hemos aludido antes y da
pie para hablar de lo nuclear del discurso ético: la respuesta a la pregunta por la
realización del hombre. En el mismo código nos situó la modernidad con su
convencimiento de que la historia camina hacia el progreso creyendo en la
capacidad del ser humano para construir un mundo que está en sus manos.
El conocido moralista católico Marciano Vidal declara que "se entiende por
dimensión ética aquella condición de la realidad humana por la que ésta se
construye libre y coherentemente. La historia humana no se rige únicamente por
leyes autónomas ni se constituye según modelos previamente incorporados a un
devenir ciego e irreversible. Por el contrario, la historia humana depende, en gran
medida, de las libres y responsables decisiones de los hombres que, en cuanto
tales, están orientados por modelos que trascienden normativamente (sentido,
fines, ideales) la realidad fáctica. Esta peculiar manera de ser de la historia
humana es traducida a través del sentido ético, el cual significa a su vez la
configuración 'humanizadora' o 'deshumanizadora' de la realidad"18.
Lo ético o moral constituye la concreción de la realización humana. La
pregunta moral busca la respuesta a lo que "tengo que hacer" para ayudar a
conducir la historia humana a lo más propio de ella. Nos situamos en el terreno
de la humanización y hominización, en el de la búsqueda de un mundo más
humano con un hombre más hombre. Se integran aquí dos dimensiones con
tendencia a separarse, la personal y la social, en una sola realidad humana.
Detrás de lo anterior encontramos una antropología de gran riqueza. Esta
concepción del hombre apunta en el fondo a recoger un dato importante de la
experiencia del ser humano: el hecho de ser mucho más social de lo que a
primera vista parece19. Para quienes tenemos la oportunidad, como educadores,
de ayudar a formar personas desde su experiencia vida, desde sus problemas y
conquistas, este es un dato fundamental que aparece con una fuerza
condicionadora en un grado alto.

17
Vale la pena citar el texto de Populorum Progressio Nº 20-21: "Así podrá realizarse, en
toda su plenitud, el verdadero desarrollo, que es el paso, para cada uno y para todos, de
condiciones de vida menos humanas, a condiciones más humanas.
Menos humanas: las carencias materiales de los que están privados del minimum vital y
las carencias morales de los que están mutilados por el egoísmo. Menos humanas: las
estructuras opresoras, que provienen del abuso del tener o del abuso del poder, de la
explotación de los trabajadores o de la injusticia de las transacciones. Más humanas: el
remontarse de la miseria a la posesión de lo necesario, la victoria sobre las calamidades
sociales, la ampliación de los conocimientos, la adquisición de la cultura. Más humanas también:
el aumento en la consideración de la dignidad de los demás, la orientación hacia el espíritu de
pobreza, la cooperación en el bien común, la voluntad de paz. Más humanas todavía: el
reconocimiento, por parte del hombre, de los valores supremos, y de Dios, que de ellos es la
fuente y el fin. Más humanas, por fin y especialmente: la fe, don de Dios acogido por la buena
voluntad de los hombres, y la unidad en la caridad de Cristo, que nos llama a todos a participar,
como hijos, en la vida del Dios vivo, Padre de todos los hombres".
18
Vidal Marciano Moral de Actitudes I P.S. Editorial. Madrid, 1981, pág 30.
19
Génesis 2,18; Aranguren Op. Cit.; Gaudium et Spes 24-25.

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No obstante la ética, considerada en sí misma, es primariamente personal
Es cada hombre quien, desde dentro de la situación en que, en cada momento de
su vida, se encuentre, ha de proyectar y decidir lo que va a hacer. Incluso las
normas o modelos de comportamiento y de existencia, conforme a las cuales
decidimos hacer nuestra vida, han de ser libremente acepadas por cada uno de
nosotros para que el acto y la vida sean morales. Para ello deben pasar,
previamente, por el tribunal de nuestra conciencia moral, que las calificará como
deberes. Sólo cuando, de este modo, las hacemos nuestras e incluso nos las
incorporamos por vía de hábito, puede decirse, en rigor, que nos hacemos
responsables de ellas.20

La norma moral: el polo objetivo del discurso moral.


La experiencia de lo social nos lleva a considerar uno de los polos del
discurso moral: la norma moral. Esta es posible por la condición social del
hombre que requiere de la objetivación de los valores morales en realidades que
ayuden a su vivencia y consecución histórico-geográfica. Los valores morales son
cualidades inherentes a la conducta humana, personal-social y requieren ser
objetivados en normas que posibilitan o ayudan a posibilitar su realización.
Ciertamente, sin menoscabar su importancia, al plantear la realidad de la norma
moral distinguiéndola del valor ético, estamos señalando la importancia mayor de
éste último. Desde esta distinción también se subraya la importancia de la norma
en función de lo que pretende expresar: el valor más profundo. Como dice el
teólogo Beltrán Villegas, las normas morales "existen para tutelar la vigencia de
'valores morales'. Y la conducta es realmente 'moral' cuando está motivada más
por los valores que por las normas"21. El dilema en que se encuentra la señora
del ejemplo lo podrá enfrentar en mejores condiciones si sabe distinguir, (no
separar) con suficiente claridad, entre norma moral y valor ético22.
No obstante lo anterior, el problema es más complejo. La pregunta que
cabe es pues, de dónde proceden dichas normas como modelos de conducta. Es
posible que yo mismo pueda inventar, como dice Aranguren, alguna norma de
conducta. Es el caso de los reformadores sociales por ejemplo. Sin embargo si
bien estos es posible, es altamente improbable. Lo normal es que la gente se
limite a elegir, de manera más o menos personal, entre pautas previamente
dadas. De antemano poseemos la respuesta a la mayoría de las piezas: todo un
conjunto de saberes prácticos, patrones de existencia y de comportamiento, es
decir mores. Normalmente somos socio-culturalmente condicionados, si no
determinados, en nuestra conducta. De algún modo cada persona se hace a sí

20
Aranguren, José Luis. Ética y Poítica Biblioteca uev a. Madrid, 1996 (19).
21
Revista Mensaje 409 (185).
22
Además debería tener en cuenta otros elementos como, por ejemplo, la posibilidad de que
en su dilema se encuentren confrontados diferentes valores éticos. Un posible conflicto podría
darse entre los valores de la fecundidad y la paternidad responsable. La posibilidad de un
conflicto entre valores éticos es un tema importante en la reflexión moral y de hecho el
fenómeno se presenta en situaciones históricas determinadas. Es el caso, por ejemplo, del
conflicto entre el valor de la verdad-justicia y el valor de la necesaria estabilidad de una
institucionalidad democrática en países como Chile luego de la dictadura militar, tema muy
debatido dado el doloroso drama de las violaciones a los Derechos Humanos cuya cercanía y
fuerza de la experiencia aún tienden a paralizarnos.

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mismo, pero es verdad también que somos hechos por la sociedad en que
vivimos y por el mundo histórico-cultural a que pertenecemos.23

La Conciencia moral: el polo subjetivo del discurso moral.


La norma moral constituye el polo objetivo de la experiencia ética. Pero
también existe el polo subjetivo: la conciencia moral. Esta, que según el moralista
Marciano Vidal, es norma, tiene una fuerza normativa decisiva: "afirmamos que
ninguna acción humana puede considerarse, en concreto, buena o mala si no
dice referencia a la conciencia"24. Pero, a la vez, es norma interiorizada de moral.
Es la norma por donde pasan todas las valoraciones morales de las acciones
humanas.
El tema de la conciencia es fundamental en la ética. Sin conciencia
simplemente no hay ética. Esto que es tan básico, desde la filosofía de la
sospecha es un problema. Afirmamos que cada persona sabe lo que hace y sabe
por qué lo hace. Sin embargo sabemos también que muchas veces personas que
actúan diciendo que saben lo que hacen, no tienen idea, al menos en gran parte,
lo que están realizando. No obstante la primera afirmación no se puede dejar de
hacer: sin conciencia no podemos hablar de moral ni de ética. Es u presupuesto
básico que “quien actúa moralmente sabe (hasta cierto punto al menos) lo que
hace, lo que pretende al hacerlo y sabe si eso que hace es bueno o malo, lícito o
ilícito. A todo esto es a lo que llamamos actuar en conciencia. La persona moral
para poder ser autora de sus actos, para que éstos puedan serle imputados y
merezca alabanza o reproche por ellos, tiene que saber lo que hace, en alguna
medida al menos”.25
¿Pero de qué estamos hablando? Cuando hablamos de conciencia moral
nos estamos refiriendo a la capacidad de conocer y juzgar sobre la bondad o
maldad, licitud o ilicitud moral de las acciones en general y de las propias del que
las hace muy en particular. Se trata de un acto de caer en la cuenta, de saber,
conocer, sentir o juzgar sobre la bondad o maldad, licitud o ilicitud de la acción
que hacemos o que realizaremos o, por lo que hacen o pueden hacer los demás.
Hablamos de conciencia. Es decir de la condición del ser humano para
darse cuenta de lo que vive, de lo que ve, de lo quiere o siente. Por lo tanto es un
modo de vivir la vida de manera intencional, no “en las nubes”.. Pero cuando
hablamos de conciencia moral no estamos hablando de otra conciencia,
separada de lo que normalmente llamamos conciencia psicológica. Es la misma
conciencia que advierte y estima las valoraciones implicadas en nuestros
proyectos y decisiones. Es el conocimiento que acompaña nuestra vida moral y
nuestras acciones, por el que al actuar bien o mal sabemos lo que hacemos y si
eso que hacemos merece o no una aprobación.26

23
Aranguren, José Luis. Op. Cit. (20)
Vidal, Marciano Op. cit. (394).
24

25
Hortal Augusto, Op. cit.(105-106)
26
Hortal Augusto. Op. Cit. (107)

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La conciencia, además de constituir una fuerza normativa, posee un papel
mediador entre el valor objetivo y la actuación del hombre. Ella no crea la moral,
no produce lo bueno o lo mal, no es una realidad autónoma27.
El Concilio Vaticano Segundo nos entrega una descripción de la
Conciencia moral que, desde la perspectiva de los creyentes puede ayudar a
entender el fenómeno:
"En lo más profundo de su conciencia descubre el hombre la
existencia de una ley que él no se dicta a sí mismo, pero a la cual debe
obedecer, y cuya voz resuena, cuando es necesario, en los oídos de su
corazón, advirtiéndole que debe amar y practicar el bien y que debe evitar
el mal: haz esto, evita aquello. Porque el hombre tiene una ley escrita por
Dios en su corazón, en cuya obediencia consiste la dignidad humana y por
la cual será juzgado personalmente. La conciencia es el núcleo más
secreto y el sagrario del hombre, en el que éste se siente a solas con Dios,
cuya voz resuena en el recinto más íntimo de aquélla. Es la conciencia la
que de modo admirable da a conocer esa ley, cuyo cumplimiento consiste
en el amor de Dios y del prójimo. La fidelidad a esta conciencia une a los
cristianos con los demás hombres para buscar la verdad y resolver con
acierto los numerosos problemas morales que se presentan al individuo y
a la sociedad."28.
Esta descripción conciliar nos remite al hombre, al hombre entero, en su
núcleo más profundo, ahí donde interioriza los valores que descubre expresados
en la norma y que, en vista al proyecto desafiante de humanización, pretende
hacer realidad, creando las posibilidades para hacerlo29. Es en este núcleo de
intimidad donde la persona, cara a la verdad, puede darse cuenta de cuales son,
en definitiva, las mejores decisiones a tomar.

27
Ibid.
28
Gaudium et Spes 16.
29
De ahí la doctrina del primado de la conciencia moral recordada hace poco por monseñor
Fernando Sebastián Aguilar, Administrador Apostólico de Málaga. Ver Revista Ecclesia 2574 (6).
Extractado en Mensaje citado. Ahora bien, justamente porque la conciencia moral nos remite al
hombre en su realidad más profunda, también nos sugiere la idea de su formación. Así como el
hombre se forma en la sociedad desde el comienzo de su vida, la conciencia moral es objeto de
formación. Desde la perspectiva moral se puede afirmar incluso el deber de la formación de la
propia conciencia. Sobre esto resulta interesante leer a Juan Pablo Segundo Si quieres la paz
respeta la conciencia de cada hombre. Mensaje del 1 de enero de 1991.

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