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Material complementario III

Secretaría de la Redacción/VI Sem. ECS/Facilitadora: Jimena Alexandra Rueda

Géneros periodísticos.

- De información: su objetivo es dar información de actualidad y su función principal


es la de exponer los hechos. Dentro de los géneros informativos encontramos la noticia
o la entrevista pregunta-respuesta.

- De interpretación: profundizan sobre la información y su finalidad principal es


relacionar la actualidad con su contexto. Su función principal es la explicación. El
reportaje, la crónica y el informe periodístico serían textos interpretativos.

- De investigación: son considerados textos de especial envergadura. Sus


características apuntan, inicialmente, a determinar un proceso de recolección de datos
-que en casi todos sus casos- parte del hecho noticio. Los reportajes y la columna
informativa, permiten la exposición detallada de los resultados de un estudio minucioso
seguido por el periodista redactor.

- De opinión: en estos textos el periodista toma partido por una postura u otra a partir
de la información que tiene. Tratará de convencer al lector dé que su posición sobre el
tema es la correcta. Su función es persuadir al destinatario. El editorial, la columna o el
artículo serían géneros de opinión.

Los géneros periodísticos no son una clasificación absoluta o universal como la mayoría
de aspectos del periodismo. La teoría periodística surge como consecuencia del trabajo
diario de los periodistas. Por ello, los textos periodísticos no se distinguirán claramente
unos de otros, sino que compartirán sus características en la práctica.

Ahora vamos a distinguir entre los distintos textos periodísticos:

1. La Noticia: se comunica un hecho con la máxima exactitud. Se necesita la máxima


claridad y brevedad en la redacción de los hechos.

2. El Reportaje: es un relato periodístico de mayor extensión con un cierto estilo


literario. Ya no prima la actualidad del tema que se expone, aunque suelen tener un
principio de temporalidad.

3. La entrevista: la entrevista de pregunta-respuesta será una entrevista informativa.


Para las entrevistas en profundidad se permite el uso del estilo literario, la descripción
y una redacción más relajada, ya que no prima la búsqueda de información.

4. La crónica: es un género intermedio entre la noticia y el reportaje. Es un texto


breve, aunque más largo que una noticia, en el que se explica un acontecimiento
desde el punto de vista temporal. Se utiliza para cubrir actos como inauguraciones,
exposiciones, conciertos...

5. La crítica: es un texto en el que se evalúan las características de una película, una


función de teatro, etc. Tiene una gran importancia informativa porque dará al lector las
claves del acontecimiento. Es un periodista especializado en un tema concreto el que
realizará las críticas.

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6. El artículo (de opinión): el articulista expone su opinión acerca de una información
de actualidad periodística.

7. La columna: es un artículo de sección fija en el que consagrados periodistas o


escritores comentan hechos o aspectos de la realidad según su opinión.

8. El editorial: en él se expresa la postura del diario sobre hechos que han ocurrido
durante la jornada informativa. Suele ser escrito por el director o el subdirector.

9. La mancheta: es significativa y revela una idea o concepción, a través de la


creación de una frase corta.

10. El comentario: es un género caracterizado por su brevedad, que acompaña


generalmente a la sección de sociedad o que tiene que ver con frecuencia con la
opinión de un entendido sobre cuestiones livianas que no tienen una gran implicación
social.

11. La caricatura: es una ilustración humorosa que exagera o distorsiona la esencia


básica de una persona o cosa para crear un parecido fácilmente identificable.

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Géneros de Información

Material complementario III.1

Secretaría de la Redacción/VI Sem. ECS/Facilitadora: Jimena Alexandra Rueda

La noticia como texto narrativo


La evaluación en la información periodística
Antonio Núñez Aldazoro/Julio de 2001.

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Introducción.

Tradicionalmente, los estudios de periodismo impreso se caracterizan por una


estricta diferenciación de los géneros, establecida en dos grandes bloques: géneros
informativos y géneros de opinión. En el primero se ubican la noticia, la reseña, el
reportaje y la entrevista; y, en el segundo, están el artículo, el editorial, la crónica y la
columna. En el primer caso, el periodista o medio no establece un compromiso con lo
escrito y es “objetivo”, es decir, no incluye en la redacción puntos de vista personales,
prejuicios, opiniones o sentimientos. En cambio, en el segundo, “se busca dar a
conocer criterios particulares sobre un hecho o suceso e incluso se intenta lograr la
adhesión del lector a ideas específicas presentadas como las más lógicas y racionales”
(Castejón, 1992: 37).

Uno de los maestros del reporterismo venezolano, Federico Álvarez, en su texto La


información contemporánea (Contexto Editores, 1978), estableció que dicha
categorización se basa en postulados derivados de la llamada Doctrina de la
Objetividad Periodística, la cual:

“... en primer lugar, plantea que debe existir una separación rigurosa entre la
información y la opinión. La presentación de los hechos –porque se exige exactamente
eso, presentación– no debe estar contaminada con elementos subjetivos. En el
periódico debe haber espacios definidos con toda precisión para el relato de
acontecimientos y otros para la valoración de los mismos. C.P. Scott, director del
Manchester Guardián por muchos años, sintetizó el asunto con una fórmula categórica:
«Los hechos son sagrados, la opinión es libre»” (Álvarez, 1978: 33).

Esta diferenciación ha estado envuelta, por muchos años, en una polémica


constante. El propio Álvarez advierte que ese “periodista objetivo” es entonces “un ser
increíble”, pues “andaría por el mundo como una especie de máquina ideal recogiendo
los estímulos de la realidad exterior y presentándolos al público con la máxima
neutralidad”. En fin, sabemos que eso es imposible y queda claro que el periodista no
puede –aunque lo exija la academia y los medios o editores– desvincular la relación
sujeto-objeto (periodista-información) y que de alguna forma su subjetividad subyace
en los textos, ya sea –desde una perspectiva bajtiniana– en el estilo que elija, la
jerarquización de la información (organización secuencial del texto) y el contenido que
presente –o deje de presentar– a los lectores.

Sin embargo, el objetivo de este trabajo, además de cumplir con lo planteado en la


asignatura Tipologías textuales, dictada por la profesora Adriana Bolívar, no radica en
reconocer los componentes bajtinianos en los géneros periodísticos (el cual es un
excelente motivo para otra investigación), sino de qué manera en los textos del
periodismo informativo, en los cuales según la tradición discursiva no deben
encontrarse evidencias de la subjetividad del reportero, de hecho sí existen señales de
la posición personal del redactor, las cuales pueden determinarse lingüísticamente, a
partir del reconocimiento de tipologías textuales que, como secuencias o bases
subsidiarias, se encuentran en los textos.

Hemos elegido la noticia periodística como texto a analizar, pues éste es


considerado el género informativo por excelencia, el cual según la Doctrina de la
Objetividad no permite un ápice de visión subjetiva por parte del reportero, a pesar de
que cada día existen más evidencias de los puntos de vista personales del productor
textual. Asimismo, además de considerarla como un género periodístico, intentaremos
ubicar la noticia siguiendo los criterios estudiados en la asignatura como una clase de

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texto narrativo. Además, la tipología (como secuencia o género subsidiario) que se
intentará reconocer en las noticias que conformarán el corpus será la evaluación (Van
Dijk, 1990 y Bolívar, 1994), pues ésta es una forma de organización o género en el que
la visión personal del productor textual queda en evidencia al asumir éste una posición
ante el hecho noticioso.

Como paso preliminar de una investigación más amplia, este trabajo presenta una
disertación teórica en torno a la noticia como texto narrativo; la evaluación como un
componente cada vez más evidente en los textos periodísticos informativos; cómo se
conformaría un corpus para el análisis de esta propuesta teórica; y, por último, qué
modelo podría aplicarse para su comprobación.

La justificación de este trabajo podría dividirse en dos vertientes. La primera,


intentar clasificar la noticia más allá de la tradicional categorización tipológica
existente en el ámbito profesional, la cual se limita al estilo y la función textual,
dejando a un lado componentes lingüístico-textuales de suma importancia para la
enseñanza de la redacción periodística. Y, en segundo término, iniciar una discusión –
por demás necesaria– en torno a la función social del periodista, quien no sólo debe
presentar de manera objetiva los hechos, sino también dar luces al lector para
comprender el hecho narrado, para lo cual es de suma importancia su subjetividad.

Sabemos que existen, en la tradición discursiva periodística otros tipos o clases de


texto donde se cumple esa función “contextualizadora” o intersubjetiva (artículo de
opinión, editorial o el denominado periodismo interpretativo), sin embargo se analiza el
fenómeno de la noticia, pues como dijimos, cada vez se nota con mayor recurrencia la
evaluación como un componente esencial en este tipo de textos.

I. La noticia como texto narrativo.

A pesar de que la noticia ha sido históricamente considerada únicamente como un


género periodístico, hoy en día, a la luz de los estudios de la lingüística del texto y de
las tipologías textuales, dicha clasificación se queda corta y no aporta mejores datos
para su análisis o para su enseñanza.

Pensemos un instante en la noticia en su forma primigenia y no como un género


textual de un ámbito profesional altamente institucionalizado, cuya clasificación o
categorización depende de su función (informar), de su estilo (actual, llano, simple,
directo) o de valores estructurales estables (lead–cuerpo–cola). Muchos manuales o
libros de estilo, antiguos y recientes, resaltan el valor de la noticia como texto
narrativo:

“La noticia no es la muerte de un dictador, o la elección de un presidente, o la


postergación de un partido de fútbol; es el relato que el periodista hace de la muerte,
de la votación o del defecto que ha interrumpido una cuenta regresiva en Cabo
Kennedy” (Charnley, 1959: 17)

“Noticia es la narración objetiva, veraz, completa y oportuna de un acontecimiento


de interés general. Esta definición excluye, de hecho, cualquier opinión personal del
periodista” (Manual de Redacción del Tiempo de Bogotá, 2000: 47)

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Dado que la noticia periodística es un texto que narra un hecho de interés general,
posee características propias del género narrativo por lo que podría considerarse la
existencia de una “narrativa periodística”.

Calsamiglia y Tusón (1999), al comentar los modos de organización del discurso,


explican que la narración “aparece en los medios de comunicación dentro de los
géneros periodísticos como la noticia, el reportaje, el suceso, la crónica...”. Además,
vemos que la noticia, como texto narrativo, cumple con las características propias de
esta tipología textual, desde el punto de vista estructural o secuencial.

Sin embargo, no se puede pensar a rajatabla que la noticia sólo es narrativa. En ella
convergen otros tipos de géneros (descripción, diálogo, explicación, argumentación),
pero en el que domina uno en especial, en la perspectiva de este trabajo, el narrativo.
Aquí reconocemos la llamada heterogeneidad textual de la que habla Adam (1991, en
Ciapuscio, 1994).

Aun cuando para Adam, “el texto es un objeto abstracto”, la identificación de éste
como una estructura compuesta por secuencias es totalmente aplicable a la noticia
periodística. Según su visión, el texto es un conjunto de módulos o sistemas que
interactúan y cuya jerarquía va desde el texto hasta las proposiciones, pasando por las
secuencias, las cuales están compuestas por macroproposiciones y éstas por
proposiciones (Fuentes Rodríguez, 2000).

“Definir el texto como una estructura secuencial permite abordar la heterogeneidad


composicional en términos jerárquicos bastante estables. «La secuencia, unidad
constituyente del texto, está constituida por paquetes de proposiciones (las
macroproposiciones), ellas mismas constituidas por n proposiciones» (J.M. Adam, 1992:
29). Es una concepción jerárquica, cada una está compuesta de otras inferiores y se
integra a otra superior”. (Fuentes Rodríguez, 2000: 118)

Para Adam existe una serie de tipos o secuencias prototípicas que se caracterizan
por la presencia de determinadas marcas lingüísticas de superficie, entre las que
incluye la secuencia narrativa, la descriptiva, la argumentativa, la explicativa y la
dialogal.

En Adam y Lorda (1999) se considera la secuencia como una unidad textual que, en
el caso de la narración, está formada por cinco proposiciones narrativas que pueden
corresponder a oraciones simples o grupos de varias oraciones (párrafos tipográficos o
semánticos). Estos son: situación inicial (Pn1), nudo (Pn2), acción (Pn3), desenlace
(Pn4) y evaluación (Pn5).

Como hemos advertido, si tomamos en cuenta la noticia como un texto narrativo,


ésta puede encajar en esta organización secuencial. Según Adam y Lorda, la situación
inicial (Pn1) plantea las circunstancias espacio–temporales; esto es, un lugar y un
tiempo, los agentes o personajes y los acontecimientos. En la noticia periodística
históricamente se habla del lead o encabezamiento, como el primer componente
estructural en el cual el redactor o productor textual debe responder las clásicas
preguntas del periodismo informativo: qué (acontecimiento), quién (protagonista o
protagonistas del acontecimiento), cuándo (momento en que se produjo), dónde (sitio).
Además del cómo y por qué, si no resulta demasiado largo este primer párrafo o
secuencia.

Seguidamente, se produce el nudo, la cual es parte fundamental de la texto


narrativo, pues determina todo el desarrollo de la acción, crea intriga, es

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desencadenante del relato y, como señal lingüística, es introducido por un organizador
temporal (Años después, Más tarde, Pasadas las horas, etc.). En el caso del texto
noticioso, el segundo párrafo es importante, pues se inicia el llamado cuerpo
informativo. Este debe intentar explicar el lead o responder las preguntas que, por
extensión o falta de espacio, no pudieron contestarse en el primer párrafo. Por su
característica explicativa, en cierta forma expone el porqué de la situación inicial, con
lo cual podría considerarse como factor desencadenante del relato. Asimismo, muchas
noticias poseen, no un organizador temporal al inicio del párrafo, pero sí dejan para
este apartado las respuestas a la ubicación espacio–temporal del suceso reseñado (El
hecho ocurrió la tarde de ayer, cuando el Primer Mandatario...). Aquí se cumple una de
las exigencias características del discurso narrativo: la unión de proposiciones,
cláusulas o secuencias por una relación temporal.

La acción (o re-acción) es el tercer elemento (Pn3), suscitado por el factor


desencadenante, el cual desemboca en una resolución que constituye el desenlace
(Pn4). En la noticia, el resto del cuerpo informativo puede estar compuesto por
acciones, reacciones y desenlaces (provocados por dichas acciones). En el caso de la
noticia de sucesos (de la cual analizaremos un ejemplo más adelante), en la mayoría
de los casos se exponen reacciones o consecuencias del hecho principal (comentarios
de familiares, actuaciones policiales posteriores al hecho, etc.).

Por último, la situación final está compuesta por una evaluación (Pn5) sobre la
transformación que se ha suscitado a partir de la situación inicial. Como anunciamos en
la introducción del trabajo, la evaluación es un componente que cada vez más aparece
en la noticia periodística. Los productores textuales, dado que es un relato o
representación del mundo, se ven en la necesidad de evaluar, es decir, de exponer de
alguna forma sus puntos de vista para explicar y justificar su percepción de ese mundo
que han representado.

II. La evaluación en la narrativa periodística.

Bolívar (1994) explica la importancia de la evaluación en el discurso narrativo.


Resalta la importancia de este elemento, el cual ha llamado la atención de los analistas
del discurso, dada la evidencia que brinda su estudio para conocer los sentimientos y
las actitudes de los hablantes o productores textuales.

Asimismo, comenta el patrón básico de la narrativa de Labov y Waletzky (1967), en


el cual la evaluación es parte fundamental, pues revela la actitud del narrador.

Así ocurre en la noticia periodística, ya que la hemos considerado como una clase
de texto narrativo. Al periodista, como narrador de un hecho de interés general para
una sociedad a la cual él mismo pertenece, se le hace imperativo evaluar los hechos
que componen su relato. A pesar de que se ha determinado que el reportero no debe
exponer su punto de vista de manera evidente, en muchas ocasiones se sirve de
estrategias retóricas (estilo, por ejemplo) o de la inclusión de otras voces en el texto
(discurso referido) para exteriorizar sus pareceres sobre lo narrado.

Van Dijk (1990) reconoce la evaluación como parte estructural del discurso
periodístico, lo cual contrasta con la tradición de objetividad que rodea la noticia como
género informativo.

“Por último, un discurso periodístico posee una categoría que caracteriza los

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comentarios, las opiniones y las evaluaciones del periodista o el propio periódico. Aun
cuando muchos productores de noticias comparten la visión ideológica de que el hecho
y la opinión no deben mezclarse, esta última categoría de los comentarios aparece
frecuentemente en la noticia, si bien a veces de una forma indirecta. La categoría de
los comentarios consiste en dos subcategorías principales: evaluación y expectativas.
La evaluación caracteriza las opiniones evaluativas sobre los acontecimientos
informativos actuales; la categoría de las expectativas formulan consecuencias
políticas o de otro tipo sobre sucesos actuales y la situación. Puede, por ejemplo,
predecir acontecimientos futuros”. (Van Dijk, 1990: 87)

Queda demostrada así no sólo la recurrencia cada vez mayor del componente
evaluativo en la noticia periodística, sino también la importancia de su análisis para
poner en evidencia la actitud u orientación ideológica del reportero o del medio de
comunicación donde se presenta el texto.

Esto llama a la reflexión sobre cómo se imparten la enseñanza de la redacción


periodística en las universidades y escuelas de comunicación social, pues se le advierte
al aprendiz de reportero que es totalmente inoportuno e inadecuado exponer en las
noticias el punto de vista personal o, mejor dicho, una evaluación de los
acontecimientos que se narran.

A pesar de que ya está superada la polémica sobre la objetividad periodística, la


cual fue suplantada por el término veracidad (que también ha entrado en agrias
diatribas en los últimos meses en nuestro continente), sigue existiendo un prurito al
momento de reconocer que la mera jerarquización de la información sugiere una
subjetividad manifiesta de quien produce el texto periodístico.

Sin embargo, el lenguaje en uso, el discurso, lo que se publica día a día en los
periódicos, está demostrando que otra es la realidad, pues cada día se nota más como
las noticias, consideradas como un tipo de texto narrativo, poseen un componente
fundamental que es la evaluación de los acontecimientos que se presentan.

III. Corpus y modelo de análisis.

Para comprobar lo planteado se propone conformar un corpus de noticias, el cual


será analizado aplicándoles el modelo de Adam y Lorda (1999) para verificar dos
aspectos esenciales. En primer lugar, que los textos recopilados pueden ser
considerados textos narrativos, según la tipología presentada. Y, seguidamente,
determinar en cuáles de estos textos existe el componente de evaluación como parte
fundamental (cierre, por ejemplo).

Se recomienda que las noticias sean escogidas de dos diferentes periódicos de igual
magnitud y estilo, para establecer algún patrón de comparación, y que los textos
escogidos sean de un mismo tipo de información (por ejemplo, política, deportes o
sucesos), en el que la sucesión de hechos sea imprescindible. Para mostrar el tipo de
análisis que se propone para verificar el carácter narrativo de las noticias y la
existencia de la evaluación como componente secuencial, se presenta a continuación
la aplicación del modelo de Adam y Lorda (1999) a una noticia publicada en el diario
venezolano El Nacional, el pasado domingo 22 de julio, en la sección de Sucesos.

Diario: El Nacional

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Fecha: Domingo, 22 de julio de 2001

Ubicación: Cuerpo D, página 8

Antetítulo: A las 4:00 de la tarde de ayer

Título: Asesinado de un balazo Federico Blohm

Situación inicial (Pn1)

Víctima de un asalto a su casa, en la tarde de ayer, Federico Blohm Knohr, de 63 años


de edad, fue asesinado de un balazo en la región abdominal que le dispararon cuatro
antisociales, quienes lo dejaron morir desangrado mientras robaban la quinta La
Llanada, residencia del empresario y de su esposa Margarita Zingg, ubicada en la calle
Los Eucaliptos del Alto Hatillo.

Nudo (Pn2)

De acuerdo con fuentes del Cuerpo Técnico de Policía Judicial, los delincuentes se
presentaron en la casa alrededor de las 4:00 de la tarde de ayer, tocaron el timbre y se
identificaron como empleados de la compañía Telcel.

Acción (Pn3)

Al parecer, Blohm les abrió la puerta, pero al darse cuenta de que se trataba de un
asalto trató de cerrarla. Fue inútil, pues la banda forzó la entrada y, como respuesta a
su resistencia, le disparó.

Desenlace (Pn4)

El empresario fue arrastrado al estacionamiento de la quinta, ubicado en la parte


trasera, y dejado allí hasta que murió desangrado. Mientras, los asaltantes entraron a
la vivienda y se apoderaron de una suma millonaria de dinero, que la PTJ está por
determinar. Aunque supuestamente llegaron en un jeep blanco, huyeron a bordo de
una camioneta Neón verde, matrícula MBH-410R, que dejaron abandonada a pocos
metros de la casa. No se descarta que luego puedan haber seguido el escape a pie.

Evaluación (Pn5)

Una de las hipótesis que maneja la policía judicial es la de complicidad por parte de los
vigilantes, pues la urbanización únicamente tiene acceso a través de un portón
eléctrico, cuyo mecanismo de apertura y cierre está controlado por los empleados de
seguridad.

La organización original del texto analizado coincide exactamente con lo propuesto.


La cantidad de párrafos tipográficos concuerda exactamente con el número de
componentes del modelo narrativo de Adam y Lorda.

La situación inicial (Pn1) responde a las características del texto narrativo, pues
presenta el acontecimiento (“Víctima de un asalto a su casa... fue asesinado de un
balazo en la región abdominal que le dispararon cuatro antisociales, quienes lo dejaron
morir desangrado mientras robaban...”); las circunstancias espacio–temporales del

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hecho (“... en la tarde de ayer...”; “...la quinta La Llanada... ubicada en la calle Los
Eucaliptos del Alto Hatillo”) y sus protagonistas (Federico Blohm Knohr, su esposa
Margarita Zingg).

El nudo narrativo (Pn2) también está presente, pues se evidencia el factor


desencadenante del acontecimiento principal narrado al principio y, como señal
lingüística, se encuentra una referencia temporal: “... los delincuentes se presentaron
en la casa alrededor de las 4:00 de la tarde de ayer, tocaron el timbre y se identificaron
como empleados de la compañía Telcel”.

Los componentes acción (Pn3) y desenlace (Pn4) también se encuentran el texto,


con lo cual se cumple una característica fundamental del texto narrativo que es la
relación temporal entre proposiciones o enunciados contiguos. La acción o re-acción se
expone luego de la llegada de los delincuentes al hogar de la familia Blohm, en la que
el periodista presenta la secuencia: “Al parecer, Blohm les abrió la puerta, pero al darse
cuenta de que se trataba de un asalto trató de cerrarla. Fue inútil, pues la banda forzó
la entrada y, como respuesta a su resistencia, le disparó”.

Como un desenlace a la proposición anterior, el reportero narra qué sucedió, luego


del ataque al empresario y cuál fue el resultado de la acción hamponil: “El empresario
fue arrastrado al estacionamiento de la quinta, ubicado en la parte trasera, y dejado
allí hasta que murió desangrado. Mientras, los asaltantes entraron a la vivienda y se
apoderaron de una suma millonaria de dinero, que la PTJ está por determinar. Aunque
supuestamente llegaron en un jeep blanco, huyeron a bordo de una camioneta Neón
verde, matrícula MBH-410R, que dejaron abandonada a pocos metros de la casa. No se
descarta que luego puedan haber seguido el escape a pie”.

Por último, se nota la existencia de un tipo de evaluación (Pn5), pues el periodista,


sin recurrir a otras voces, indica que ya se maneja la hipótesis de complicidad por parte
de los vigilantes privados de la urbanización.

IV. Referencias.

ADAM, J.M. y C. Lorda (1999). Lingüística de los textos narrativos. Barcelona: Ariel.
ALVAREZ, F. (1978). La información contemporánea. Caracas: Contexto Editores.
BAJTIN, M. (1982). El problema de los géneros discursivos. En Estética de la creación
verbal. México: Siglo XXI, 1999.
BOLIVAR, A. (1994). Discurso e interacción en el texto escrito. Consejo Científico y
Humanístico de la Universidad Central de Venezuela. Segunda edición. Caracas, 1998.
CALSAMIGLIA, H. y A. Tusón (1999). Las cosas del decir. Manual de análisis del discurso.
Barcelona: Ariel.
CASTEJON, E. (1992). La verdad condicionada. Caracas: Coprensa.
CIAPUSCIO, G.E (1994). Tipos textuales. Buenos Aires: Universidad de Buenos Aires.
CHARNLEY, M. (1959). Periodismo informativo. Buenos Aires: Editorial Troquel, 1976.
FUENTES RODRIGUEZ, C. (2000). Lingüística pragmática y análisis del discurso Madrid:
Arco Libros.
LEÑERO, V. Y C. Marín (1986). Manual de periodismo. México: Grijalbo.
VAN DIJK, T. (1990). La noticia como discurso. Comprensión, estructura y producción de
la información. Barcelona: Paidós, 1996.
VVAA (1996). Libro de Estilo El País. Madrid: Ediciones El País.
VVAA (2000). El Tiempo. Manual de Redacción. Bogotá: Editorial El Tiempo.

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Material complementario III.2

Secretaría de la Redacción/VI Sem. ECS/Facilitadora: Jimena Alexandra Rueda

El reportaje informativo que incluye elementos noticiosos, declaraciones de diversas


personas, color, ambiente y que tiene un carácter descriptivo. Suele partir de algo que
fue noticia y que en su momento no se acabó por completo. Lo ideal es contar con un
hecho que dé pié al reportaje.

Estructura.
La entradilla es la parte más importante; se pueden utilizar recursos como una
anécdota o una frase escrita con brillantez (metáfora); un arranque humano (fijando la

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atención en alguien); mezclando números y personajes; o utilizando un elemento que
cause sorpresa.

Se ha de evitar iniciar con una fecha y un lugar.

El reportaje debe desarrollarse siguiendo una intención, no puede ser una mera
yuxtaposición de hechos. El hilo conductor debe aparecer en la entradilla y servirá
como colofón final.

Variedades según el tema.


Según con los intereses (alguna vez pueden mezclarse) encontramos reportajes:
* humanos
* sociales
* noticiosos
* didácticos

Variedades según su estructura.

a) Relato cronológico
Se hila el reportaje siguiendo el orden cronológico de los hechos. Los primeros párrafos
quedan exentos de esta norma.
b) Reportaje informe
Es poco recomendable. Especie de tesina académica con toda suerte de datos y
detalles. Es común de publicaciones especializadas.
c) Reportaje de preguntas
El periodista hace preguntas expresas (que se haría el lector) e incorpora las
respuestas adecuadas incluyendo datos y documentación suficiente. Muy didáctico
d) Reportaje - perfil
Sucedáneo de la entrevista - perfil o de la entrevista objetiva. No es preciso conversar
con el protagonista ni centra la información en sus declaraciones. Se emplea la técnica
cronológica y se repasan los acontecimientos más importantes de su vida.

Título del reportaje.

Ha de mostrar ingenio y transmitir información. Se suelen usar recursos como:


paradojas, dobles sentidos, metáforas, antítesis, hipérboles...

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Material complementario III.3

Secretaría de la Redacción/VI Sem. ECS/Facilitadora: Jimena Alexandra Rueda

El periodismo informativo tiene como único fin la información, y en su estilo destacan


como características esenciales la claridad, la sencillez y la exactitud. Hay dos géneros
periodísticos que responden principalmente a estos criterios: la noticia y la entrevista.

Ambas tienen como sello de identidad su función informativa, aunque entre las
entrevistas debe contemplarse una modalidad que se aproxima al artículo, ya que, sin
abandonar su fin informativo, incorpora un componente estético: la entrevista creativa.

Definición.

El diálogo entre un periodista y el entrevistado puede tener tres objetivos: obtener


alguna información sobre un hecho presencial, conocer sus comentarios sobre algo
sucedido, o hacer una semblanza del personaje. En este apartado nos referiremos a las
dos últimas acepciones, y, concretamente, las publicadas en un medio informativo
escrito. La entrevista, como género periodístico, la entendemos como el texto
resultante de esta conversación, que puede estar redactado en primera persona -con

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las palabras textuales de ambos-, o como un artículo basado en las declaraciones de
un determinado personaje, es decir, una entrevista creativa.

Antonio López Hidalgo considera que la entrevista es un género auxiliar de otros, como
la crónica o el reportaje (117), y Gabriel García Márquez opina que la entrevista es el
“género maestro”, porque en ella está la fuente de la cual se nutren todos los géneros
periodísticos (118). Montserrat Quesada la define como un método mediante el cual un
periodista entra en contacto con un personaje que despierta interés público por su
personalidad o el cargo que ocupa (119), aunque diez años más tarde, esta autora, en
una obra conjunta con Eric Frattini, le añade un condicionante a esta definición que le
otorga mayor exactitud, al concretar que se trata de un “texto especializado” (120).

Para Fernando Martínez Vallvey es el género más auténticamente periodístico, aunque


también considera que es el que menos se ha estudiado, y parece ser la hermana
pobre de las Ciencias de la Información (121). Todo lo contrario opina Antonio López
Hidalgo, quien afirma que es el género que más se ha investigado y uno de los que
más monografías han originado (122).

Aunque, como dice Waldrop(123) las definiciones “suelen ser aburridas además de
incompletas”, vamos a analizar lo que de este género han dicho varios estudiosos.
Manuel del Arco (124) nos ofrece la definición más breve, y que puede servirnos para
iniciar su estudio: es una conversación llevada a letra impresa. La entrevista es un
género periodístico eminentemente informativo, aunque puede incluir alguna
apreciación del periodista en forma de comentario de forma explícita sobre el contexto,
pero nunca sobre sus respuestas, ya que su fin es informar objetivamente de las
opiniones expresadas por el entrevistado. Sin embargo, Antonio López Hidalgo, de
acuerdo con Fernando Martínez Vallvey, considera que la entrevista tiene una función
persuasiva, porque las opiniones del entrevistado son ya una subjetividad, por lo que
estima que puede ser catalogado como un género periodístico de opinión (125),
aunque el mismo autor aclara a continuación que la subjetividad de estas opiniones
está ligada a la persona, y no al periodista ni al texto que finalmente se publica. Ana
Francisca Aldunate y María José Lecaros afirman que una entrevista es, sencillamente,
un intercambio oral o escrito sobre un tema con una persona de relevancia que
despierta interés en la opinión pública (126). La mayoría de las definiciones insisten en
dos elementos ineludibles: el diálogo y el antagonismo de los que hablan (127).

Núñez Ladevéze profundiza un poco más al considerar que la entrevista es un género


principalmente informativo, aunque también existen distintas modalidades de ésta que
no lo son estrictamente(128), mientras que Víctor Rodríguez afirma que es un
subgénero dentro del reportaje cuando el texto se redacta en tercera persona y no
reproduce literalmente las palabras del entrevistado. Para este autor, la entrevista es
una forma de reportaje que se le supone de máximo interés porque nos sitúa en
contacto directo con el mundo particular y privado de unas personas que destacan por
sus cualidades intelectuales, artísticas, humanas, o el cargo que ostentan (129). Juan
Gutiérrez Palacio (130) y María Pilar Diezhandino(131) consideran también que la
entrevista es una modalidad particular del reportaje objetivo, mientras que Montserrat
Quesada afirma que la entrevista es un género autónomo perfectamente diferenciado
del reportaje por sus particularidades estilísticas y su estructura formal.

El profesor Martínez Albertos considera que la entrevista es un subgénero dentro de los


géneros periodísticos informativos, y afirma que es muy corriente en los periódicos
sensacionalistas por el sentimiento de proximidad que da al lector. Este autor asegura
que si aceptamos que hay dos modelos de periodismo -el anglosajón y el latino-, es en
este último donde más se utiliza la entrevista como medio sensacionalista (132),
afirmación con la que Antonio López Hidalgo discrepa, y califica de “falsa realidad”,

14
pues si bien es verdad que en el periodismo no riguroso abundan las entrevistas,
también es cierto que el sensacionalismo es un invento anglosajón. Además, afirma
que la entrevista que más gusta en el periodismo latino es la creativa (133).

José R. Vilamor ofrece una definición extensa en la que incluye los distintos tipos de
este género periodístico (134). En su opinión, la entrevista es la consecuencia del
diálogo entre un periodista y un personaje, el resultado de una conversación formal con
una persona a la que se acude para que dé su opinión autorizada sobre un hecho
noticioso o para conocer distintos aspectos de su personalidad, e incluso para que
comunique alguna novedad que puede originar una noticia. Héctor Borrat contempla la
entrevista también como una conversación, aunque considera que realmente es el
relato resultante de ella. Se trata de un texto que se publica en un periódico en el que
se da cuenta del diálogo sostenido entre un periodista y otra persona de la que
interesa su opinión sobre algún asunto (135). José Julio Perlado también destaca en la
entrevista el diálogo entendido como una apertura del entrevistado hacia el lector. De
esta forma, el periodista sería el puente de relación entre las opiniones del personaje y
las inquietudes culturales del receptor (136).

Martínez Vallvey incorpora en su definición el concepto de ser un género periodístico


diferenciado (137). Para este autor, la entrevista es un tipo de texto en el que se refleja
un diálogo entre dos personas, una de las cuales, el periodista, plantea sus
intervenciones en un nivel distinto al entrevistado, ya que procura motivarle para que
hable en una determinada dirección. Karl Warren(138) también habla de texto con
características propias, y la define como un artículo especializado basado en un diálogo
con una persona cuyo nombre, actividad u opinión interesa a los demás.

Leonor Arfuch opina que la entrevista es, ante todo, una narración, porque nos acerca a
los personajes entrevistados a través de sus opiniones personales (139), y en la misma
línea se manifiesta David Vidal, quien basado en los estudios del teórico ruso Mijail
Batjin, prefiere definir la entrevista no como un género específicamente periodístico,
sino como un texto discursivo debido a que es una comunicación oral, es decir,
enunciativa (140).

José Javier Muñoz plantea cuatro condiciones que debe cumplir toda entrevista: interés
real por su protagonista o por la calidad de sus respuestas, primera condición sin la
cual no merece ser publicada; justeza en la transcripción, pues, aunque no se publique
lo contestado literalmente, tiene que reflejar la intención de cada respuesta;
naturalidad en lo escrito, que debe transmitir al lector el tono en el que se desarrolló la
conversación; y amenidad, que son las aportaciones del periodista en la descripción del
ambiente para lograr un texto agradable(141). Y Martínez Vallvey señala otras cuatro
características fundamentales que considera definitorias de este género periodístico
(142). En primer lugar es un tipo de texto difundido en cualquier medio de
comunicación en el que se refleja la verdad del contenido de una conversación. La
segunda condición es que este diálogo ha tenido que ser necesariamente planificado y
programado. También, debe reflejarse el texto con la máxima claridad para que sea
entendido por el receptor. Por último, la entrevista tiene el doble objetivo de informar y
de formar culturalmente a la población.

Podemos concluir que la entrevista es un género del periodismo informativo que refleja
las respuestas de un personaje, cuyas opiniones, debido a su relevancia social, al cargo
que ocupa, o a su implicación en hechos de la actualidad informativa, son de interés
general. Por todo ello, las características esenciales podrían resumirse en cuatro puntos
(143):

1. La entrevista es un género autónomo dentro del periodismo informativo.

15
2. Su texto refleja una conversación basada en preguntas y respuestas para conocer
las opiniones de un personaje.
3. Puede reproducir las palabras del periodista y del entrevistado en primera persona, o
integrar las respuestas obtenidas entre comillas dentro de un texto creativo.
4. Su objetivo es obtener información de hechos y de opiniones que interesan al lector.

Algunas notas para su realización.

José Francisco Sánchez afirma que en una entrevista coinciden cuatro integrantes: el
entrevistador, el entrevistado, el asunto y el contexto. De ellos, sólo uno permanece en
el tiempo, mientras los otros cambian. Sólo el periodista continúa a través de las
entrevistas de su vida (144). Es necesario señalar que también existen otros
elementos, como el medio de comunicación para el que se hace, con sus
especificidades, y el público al que está dirigido, especializado o no. En el presente
apartado trataremos de la entrevista en prensa no especializada.

La entrevista tiene tres momentos: la preparación del trabajo, la entrevista


propiamente dicha, y la transcripción del texto. El primero es muy importante, y
aunque en el periodismo se trabaja normalmente con urgencia, una buena preparación
con datos sobre el personaje es imprescindible. Ésta es la fase en la que se determina
si va a tener éxito el trabajo (145). Disponer de abundante documentación, y hablar
con personas próximas al entrevistado puede ser el secreto para un buen resultado.
Con este material se confecciona un cuestionario, que será una herramienta útil,
aunque no debe ser considerado como un documento fijo, ya que durante la
conversación pueden surgir nuevos asuntos de interés que no estaban previstos.

En general, las preguntas que se hacen en una entrevista pueden ser clasificadas en
abiertas y cerradas. Antonio López Hidalgo distingue, además, las extensas y las
monosilábicas; y las generales y concretas (146). Las abiertas son aquéllas en las que
el entrevistado tiene la posibilidad de responder como considere oportuno, mientras
que las preguntas cerradas sólo admiten un monosílabo, aunque puede estar
acompañado por una explicación. Guillermina Baena Paz distingue también las
abiertas, con la definición anterior; las cerradas, que son aquéllas que ofrecen varias
posibilidades de respuesta entre las que debe elegir el entrevistado, y las literales, que
son las que requieren una respuesta concreta (147). Pero una clasificación de
preguntas en cuanto al objetivo que persiguen dentro de la entrevista nos la aporta
José Francisco Sánchez, quien considera que el éxito en ocasiones depende de cosas
tan sencillas como el orden de las preguntas que se plantean, y recomienda una
secuenciación bien planificada para lograr un buen trabajo (148):

En primer lugar, y para ganar la confianza del entrevistado, se hacen las preguntas
cómodas, fáciles de contestar, que aportan un ambiente distendido, apropiado para
una conversación amistosa. Son cuestiones gratas de recordar para el personaje cuyas
respuestas no van a aparecer en el texto que se publica, pero son el comienzo
adecuado para una charla íntima en la que se establece un clima apropiado que
posibilita obtener algunas confidencias. Es una fase de aproximación entre las dos
partes, con el único objetivo de establecer un clima cordial que facilite la conversación
posterior.

A continuación se plantean las preguntas examen, que se hacen para comprobar la


sinceridad del personaje, y, por tanto, el grado de fiabilidad de sus palabras. Las
respuestas ya las conoce el periodista, pero se hacen para saber si existe una actitud a
la defensiva por parte del entrevistado o no. Aquí, la imaginación del periodista es la
pieza clave (149).

16
Las preguntas ordinarias en orden creciente de dificultad van a continuación. Es la fase
más importante de la entrevista. Por medio de preguntas auxiliares, se pretende llevar
al entrevistado a las cuestiones más comprometedoras. Se trata de preguntar cosas
que incluso pueden ya conocerse parcialmente, pero se hacen con el objetivo de
obligar al personaje a manifestarse sobre algo que, si no es de esta forma, evadiría con
facilidad. Es un procedimiento denominado por algunos periodistas como “la técnica
del embudo”, aunque no es una regla aceptada por todos.

Las preguntas de humo se utilizan a lo largo de la entrevista con el objetivo de ganar


tiempo ante respuestas inesperadas. Son preguntas abiertas que plantean cuestiones
poco importantes que no interesan al periodista, para que en ese intervalo pueda
meditar sobre un nuevo replanteamiento de alguna circunstancia imprevista que
aparece en la conversación, y repreguntar algún aspecto concreto.

Una vez terminada la entrevista formal, vienen las preguntas finales sin grabadora ni
bloc de notas. En estos momentos, el entrevistado se relaja y puede hacer alguna
manifestación importante que en el transcurso de la entrevista no había hecho por
estar a la defensiva. Es una fase que en ocasiones se convierte en la más importante
de la conversación, pues en ella pueden aparecer respuestas sorprendentes, aunque
las limitaciones éticas deben estar presentes. Siempre debe respetarse el “off the
record” previamente pactado. Nos referimos a respuestas que se producen en los
instantes finales, pero dentro de la conversación, cuando el entrevistado puede
hacernos una confesión que hasta ese momento no había hecho.

Finalmente llega el momento de redactar lo que se va a publicar, es decir, a todo lo


grabado y anotado hay que darle forma. Para Núñez Ladevéze, la transcripción al papel
de la entrevista puede hacerse de acuerdo a tres estilos(150): el directo, con la
utilización de la primera persona, el indirecto, redactada en tercera persona, y el
interpretativo, que se asemeja a un artículo en el que se incluyen las opiniones del
entrevistado.

Julio del Río también señala un modelo de entrevista redactada en tercera persona,
dentro de la que se introducen algunas palabras entrecomilladas de las respuestas del
entrevistado, sin la pregunta directa que las motivó. Es la entrevista que denomina
narrativo-descriptiva, también llamada de semblanza o de personalidad (151), y que se
parece a un artículo, ya que la frontera entre ambos géneros periodísticos en este caso
es difusa. Se centra en los aspectos biográficos y de personalidad del entrevistado a
través de sus respuestas, y permite de forma más abierta el uso de recursos literarios,
aunque siempre debe prevalecer la función informativa.

También pueden combinarse los dos modelos, el de pregunta-respuesta y el narrativo-


descriptivo, con un extenso sumario en el que se incluyen las palabras de mayor
relevancia del entrevistado, y al que se añade a continuación el texto completo de las
preguntas y respuestas, aunque no debe confundirse con la semblanza, en la que sólo
se utiliza la tercera persona. David Vidal considera que hay que distinguir entre ambas,
ya que la semblanza es un género de carácter biográfico que se centra en la
personalidad del entrevistado, mientras que la entrevista con el modelo mixto antes
explicado contiene algunas preguntas y respuestas en primera persona (152).

Estructura.

Aunque Antonio López Hidalgo opina que la estructura formal propia de este género es
libre, especialmente en la entrevista creativa (153), la mayoría de los autores que lo
han estudiado coinciden en proponer un esquema muy similar. Susana González Reyna

17
considera que la entrevista consta de tres partes: la entrada, que sirve para la
presentación del personaje; el cuerpo, que contiene las preguntas y las respuestas; y la
conclusión, que puede ser la última respuesta, un comentario del periodista o el final
del relato (154). Una estructura similar propone Guillermina Baena Paz (155): la
entrada, que tiene como objetivo la atracción del lector; el cuerpo, con las preguntas y
respuestas; y el final, con una frase significativa o la reflexión personal del periodista.
También en la misma línea se encuentra la propuesta de Montserrat Quesada (156): la
entradilla, donde se presenta al personaje con una tipografía diferente al resto del
texto; la introducción, en la que se describe al entrevistado y el ambiente que reina en
la conversación; y la coletilla, que es donde el entrevistador puede añadir un gesto
creativo al texto a modo de conclusión sin incorporar juicio de valor. Esta autora, diez
años más tarde, en una obra conjunta con Eric Frattini, sustituye la coletilla por el
cuerpo, que es la entrevista propiamente dicha (157).

Son muchos los autores que proponen una estructura dividida en tres partes: la
presentación, donde se esboza el perfil del personaje con un pequeño currículo
personal, aunque cuando se trata de una persona muy conocida se puede sustituir por
una descripción sobre el ambiente que existe en el diálogo; las preguntas y respuestas,
que aparecen de forma directa y en primera persona, tal y como se produjo en la
conversación; y por último, el final, que puede ser un comentario personal como
conclusión del periodista. El modelo de José Francisco Sánchez, va en esta línea:
entrada, cierre y comentarios marginales (158); y lo mismo sucede con el que ofrece
Martínez Vallvey: entradilla, introducción, cuerpo y cierre (159). Para este autor, la
entradilla es todo el encabezamiento de la entrevista, y su función también es atraer al
lector, por lo que destacan sus mismos dos objetivos: el informativo y el estético. La
introducción va a continuación, y es donde se presenta al entrevistado con un estilo
muy creativo, y redactado en tercera persona. El cuerpo está formado por las
preguntas y las respuestas, que se reflejarán en primera persona. Por último, la
entrevista termina con el cierre, que nunca debe ser una frase del periodista, aunque
en ocasiones es admisible un toque literario personal al final del texto.

La titulación, como en todo género periodístico, es importante para atraer la atención


del lector, por lo que debe contener información acerca del contenido del texto. El
modelo más corriente del título suele ser el nombre del entrevistado con una frase
suya entrecomillada, y un subtítulo con otras declaraciones (160), aunque David Vidal
opina que la titulación depende del tipo de entrevista, pues cuando se trata de una
informativa lo adecuado es una frase que a juicio del periodista sea lo más importante
de las declaraciones, pero en la entrevista de personalidad es más aconsejable un
titular apelativo en tercera persona (161). En opinión de Martínez Aguinagalde, la
entradilla, como complemento de la titulación, debe contener como mínimo tres datos
del entrevistado: nombre, actividad habitual, y motivo concreto de la entrevista (162).

Para Antonio López Hidalgo, el estilo de este género es libre, por lo que su función
informativa no debe impedir un lenguaje creativo(163), y José Julio Perlado afirma que
el estilo en toda entrevista debe respetar un escrupuloso equilibrio entre la profundidad
y la amenidad, es decir, debe tener calidad informativa sin olvidar la belleza
expresiva(164). Es un género del periodismo informativo, pero no tiene que contestar
las cinco W, como en el caso de la noticia. Montserrat Quesada opina que en la
entrevista se debe responder sólo a cuatro de ellas: quién es el entrevistado, qué es,
cómo opina y dónde se realiza la entrevista (165).
En la estructura de la entrevista informativa se pueden distinguir claramente tres
partes, que los distintos autores denominan de forma diferente:

1. Presentación, que consta de titulación y entradilla, que junto a la fotografía y


pie de foto nos muestran el personaje y el motivo de la entrevista. En el

18
titular se refleja una frase importante de las contestaciones que recoge el
texto, mientras que en la entradilla se ofrece un perfil del entrevistado,
aunque cuando se trata de un personaje muy conocido se sustituye por un
comienzo atractivo para el lector que explica el ambiente de la
conversación.
2. Cuerpo, en el que se plasman las preguntas y respuestas en primera
persona, con la mayor fidelidad posible a las palabras pronunciadas por el
entrevistado -entrevista directa-, o está integrado por un texto más literario
con algunas respuestas entrecomilladas del personaje -entrevista creativa-.
3. Final, o cierre, en el que se admite una frase final del periodista o una
respuesta significativa del entrevistado.

Tipología.

Sigfried Mendel(166) afirma que “las entrevistas son tan variadas como las personas
que las conceden, los reporteros que las hacen y las noticias que las suscitan”, y
Montserrat Quesada asegura que hay casi tantos tipos de entrevistas como
periodistas entrevistadores(167). Dejando al margen la posible exageración de
ambas aseveraciones, son varios los autores que clasifican las entrevistas en dos
grupos. Antonio López Hidalgo distingue las de declaraciones, que son de contenido
fundamentalmente informativo; y las de creación, con aportaciones más literarias
(168), y David Vidal comparte esta idea con una propuesta casi coincidente: a
informativa/temática objetiva/de declaraciones, que es la relacionada con la
actualidad; y la de personaje/literaria/creativa, que tiene un tinte más subjetivo
(169). Ésta segunda, que Montserrat Quesada denomina creativa o literaria, se
centra en la personalidad del entrevistado y todo aquello que lo identifica, por lo que
responde principalmente a “quién es”(170).

Martínez Aguinagalde también distingue solamente dos tipos de entrevistas, que


diferencia por los motivos que llevan al periodista a realizarla: por la actualidad de
unos hechos de interés social, y por la personalidad del entrevistado, sin que ningún
hecho noticiable se haya producido en su inmediatez (171). Son clasificaciones
similares aunque proponen una terminología diferente, ya que en todas se distingue
un modelo que se centra en un personaje de forma objetiva, y otro en el que se
aprecia un texto más creativo. Pero otros autores consideran que entre las
entrevistas hay suficientes factores que pueden hacer diversificar más los tipos de
entrevistas. Veamos algunos de ellos.

Martínez Albertos distingue tres modalidades(172): las declaraciones, que son


aquellas en las que se reflejan las opiniones de un personaje sobre un asunto que
tiene interés colectivo en ese momento; la entrevista de personalidad, que está
motivada principalmente por la importancia de la persona entrevistada, y no por la
oportunidad; y la entrevista con fórmulas ya establecidas, también llamada
“cuestionario Marcel Proust”, que es un modelo en el que el entrevistado contesta a
un formulario de preguntas ya preparado como si fuera un test psicológico, y que
puede servir para revelar su personalidad.
Martínez Vallvey coincide en parte con esta clasificación, aunque añade una más al
distinguir, dentro de las que Martínez Albertos denomina declaraciones, las
informativas o noticiosas y las de opinión o declaraciones. Su propuesta tiene cuatro
tipos(173): las de personalidad, que se centran en la vida del entrevistado; las
informativas, cuyo eje principal es interpretar un acontecimiento; las de opinión,
que son las que recogen declaraciones en general; y las de cuestionario Marcel
Proust, que serían las que tienen forma de test.

19
José Acosta Montoro considera que siempre una entrevista está provocada por la
actualidad, por lo que éste no puede ser el factor que las diferencie. En su propuesta
señala cinco tipos, según la naturaleza de la información que la origina. No acepta el
cuestionario Marcel Proust, y aporta una novedad al considerar la encuesta y la
conferencia de prensa como modelos diferenciados de entrevista (174). Su
clasificación es: la informativa, la de opinión, la de personalidad, las encuestas, y la
conferencia de prensa. De ellas, la de personalidad es motivada por la relevancia
social del entrevistado, y es la que Núñez Ladevéze considera con más valor literario
y psicológico que informativo (175). La informativa es, según Montserrat Quesada, la
que está centrada en el interés que despierta la opinión de un determinado
personaje, por lo que debe someterse a las mismas normas de actualidad que en los
demás géneros informativos, mientras la entrevista de creación tiene otros
componentes aportados por el periodista y se acercan a la estructura de un
artículo(176).

José Javier Muñoz hace una clasificación de las entrevistas según su contenido y su
realización (177):

1. Por su contenido, las entrevistas pueden ser: de personaje, que son las que tienen
como primer factor la figura del entrevistado; las entrevistas de actualidad, cuyo
tema central es el desarrollo de una información concreta; y las entrevistas de
opinión, que son aquéllas donde lo importante son los puntos de vista de
determinados personajes sobre asuntos de actualidad.

2. Por su realización, pueden ser urgentes, si se produce en un diálogo improvisado,


y preparadas, cuando son formalmente solicitadas y preparadas.
Luis Núñez Ladevéze plantea una tipología de las entrevistas según la forma de
preguntar, entre las que distingue las preparadas y las realizadas de forma
espontánea, aunque su clasificación más interesante es la que propone en cuanto a
las personas entrevistadas (178):

1. Entrevista a persona idónea: la que se hace sobre un asunto a quien es su


responsable, dentro de la que incluye la rueda de prensa.
2. Entrevista de autoridad: la que se hace sobre cualquier asunto a una persona por
su prestigio social o su responsabilidad pública.
3. Encuesta periodística: la que se realiza con una muestra de la población para
conocer la opinión pública.
4. Entrevista de personaje popular: cuando se hace a una persona conocida sobre
asuntos que nada tienen que ver con la razón de su popularidad.
Otros autores hacen clasificaciones más amplias, como Jorge Halperín que distingue
seis tipos de entrevistas teniendo en cuenta lo que busca el periodista y también el
grado de presencia del entrevistado
(179), o Guillermina Baena Paz, que propone una clasificación teniendo en cuenta su
estructura y su origen (180):

Las entrevistas que se enmarcan dentro del periodismo informativo se distinguen,


en primer lugar, por el motivo que las originan. Bajo esta perspectiva, hay dos tipos
de entrevistas: las de personalidad y las de actualidad, aunque dentro de ellas se
pueden distinguir varias modalidades. Las primeras tienen interés por parte del
público por la persona entrevistada, independientemente de las cuestiones
planteadas por el periodista o la actualidad informativa. Dentro de éstas se incluyen
las del “cuestionario Marcel Proust”, y las conferencias de prensa, pues es el
personaje el motivo de la entrevista. En la de actualidad, lo atractivo para el lector
es lo sucedido recientemente, y no la persona que realiza las declaraciones.

20
Sin embargo, la clasificación más importante es por la forma en que están
redactadas. En relación con el modelo de texto, pueden ser entrevistas directas, en
las que figuran las preguntas y las respuestas redactadas en primera persona; y las
entrevistas creativas, que incorporan en su texto algunas respuestas obtenidas, pero
se intercalan dentro de un texto que se aproxima al artículo. Un modelo en el que
Montserrat Quesada considera que debe cumplir los dos objetivos principales que la
caracterizan: la información, y la estética (181).

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22
Géneros de Interpretación

23
Material complementario III.4

Secretaría de la Redacción/VI Sem. ECS/Facilitadora: Jimena Alexandra Rueda

La palabra crónica deriva del griego “cronos” que significa “tiempo”. De allí que la
“crónica” es un relato detallado de los acontecimientos. Se diferencia de la noticia
porque lo que cuenta al principio es el final, es decir, empieza por el desenlace y luego
sigue con los acontecimientos de acuerdo a como fueron desarrollándose
temporalmente.

Variantes en el armado de una crónica:

1. Pirámide normal: Siguiendo al pie de la letra el armado cronológico. En este caso el


relato crece hasta el desenlace.

2. Martillo: Resume la información principal en las primeras líneas y luego relatando


secuencialmente los hechos.

Algunos autores creen que la crónica era el género periodístico privilegiado hasta que
el formato pirámide invertida (la noticia breve) invadió las redacciones de los EEUU por
considerar que es un estilo mucho mas ágil. Actualmente, en el periodismo
latinoamericano, la pirámide invertida se ha convertido en el género periodístico por
excelencia, aunque sigue usándose la crónica cuando la pirámide invertida resulta
insuficiente.

Las partes de la crónica

Las crónicas se arman combinado diferentes elementos, estos son:

Segmentos narrativos:

Se dedican a los acontecimientos que pueden ser considerados procesos y ponen el


acento en el aspecto temporal del relato. Esto hace que predomine el tiempo pretérito

24
(“Martín Friedelmeier fue nombrado interventor del Museo del Libro”) y el presente
histórico (“Encuentran valiosos ejemplares del siglo pasado que no habían sido
catalogados en los inventarios del Museo del Libro”).

Segmentos descriptivos:

En este caso, el texto se detiene sobre objetos y seres dejando de lado el aspecto
temporal. El proceso es descrito como un espectáculo y el objetivo es justificar el
porqué de los acontecimientos así como también la psicología de los personajes
implicados. Por otra parte, los segmentos descriptivos colaboran en la creación de la
idea de que el periodista estuvo presente físicamente en el momento en que el
acontecimiento tendrá lugar (“Sentado en el escritorio de madera, maltratado por las
inoperantes administraciones que se han sucedido durante los últimos 40 años, el
joven funcionario con un gesto soberbio, trata de encontrar los papeles que habrían
dejado sus predecesores. En rigor, el museo no es antiguo pero todo parece viejo, las
paredes muestran visibles manchas de humedad, las telarañas se esparcen por todas
las esquinas posibles y los inventarios, escritos a pluma en registros amarillentos, se
encuentran incompletos y desorganizados.”)

Segmentos comentativos:

Son conectores que aseguran un relato coherente. Algunos de los más comunes son:
“por otra parte”, “sin embargo”, “además”, etc. Este tipo de recursos permiten crear la
ilusión de que el cronista participa de los hechos desde el mismo lugar en que estos
ocurren.

Escenas dialogadas:

Estos segmentos refieren a lo que otros dijeron y pueden incluirse en una crónica a
través de:

Discurso directo:

“Iniciaremos un plan para remodelar el museo”, explicó el joven funcionario.

En este caso se utilizan comillas para colocar el texto de manera tan exacta como se
cree que fue dicho originalmente. Este estilo se utiliza cuando es necesario incluir una
cita textual para dar un efecto de veracidad y mayor proximidad con el personaje.

Discurso indirecto:

El joven funcionario afirmó que iniciarían un plan para remodelar el museo.

El periodista relata los dichos por el protagonista de la noticia en los casos que se
considera irrelevante citar textualmente. Este procedimiento facilita el resumen de la
información.

El estilo indirecto requiere algunas transformaciones verbales, adverbiales y


pronominales. Aunque esto resulte obvio en aquellas personas que poseen un buen
dominio del lenguaje, creemos oportuno puntualizar algunas de las más frecuentes:

Directo

25
Mi

Mañana

Nosotros

Ahora

Haré / Voy ha hacer

Hago

Hice

Yo

Acá

Indirecto

Su

Al día siguiente

Ellos

Entonces

Haría

Hizo

Había hecho

Él

Allá

Discurso narrativo:

El equipo a cargo del joven funcionario iniciará un plan para remodelar el museo.

En este caso el periodista asume los dichos pronunciados como un hecho. Desaparece
el verbo que refiere (dijo, explicó, mencionó, afirmó, etc.) lo que da más fuerza al
narrador que incluye como propios los dichos del personaje.

La crónica, un género del periodismo literario equidistante:


entre la información y la interpretación.

Dr. Rafael Yanes Mesa Espéculo.

26
Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid

1. El periodismo literario.

Las relaciones entre la literatura y el periodismo son objeto de numerosos trabajos de


investigación. Algunos autores consideran que son dos mundos completamente
diferenciados, con objetivos y métodos muy distantes, mientras que otros matizan al
afirmar que, si bien es verdad que el periodismo informativo expresado en la noticia
tiene unas características propias muy distintas a las de una obra literaria, no es
menos cierto que determinados géneros periodísticos se acercan claramente a lo que
podríamos definir como una obra de creación con elementos próximos a la literatura.

En el periodismo en sentido estricto destaca la función informativa con un lenguaje


asequible para el lector medio, y donde lo importante es que lo escrito sea entendido
con inmediatez por el consumidor de prensa. En la literatura, sin embargo, lo que
importa es la forma, la belleza de expresión, y no que se comprenda desde una
primera lectura. La obra literaria está dirigida a un público concreto, mientras que el
periodismo es para toda la sociedad. Se podría afirmar que el lector de periódicos
busca información veraz sobre la actualidad, y la quiere conseguir en un corto espacio
de tiempo, mientras que el lector de libros lee sin prisas por el placer de la lectura,
para disfrutar de la forma con la que está escrito y sin buscar ninguna novedad.

Las diferencias entre ambos se difuminan en el periodismo literario. Son trabajos


periodísticos con elementos propios de la literatura, o, dicho de otra forma, escritos
literarios con una función informativa. Los lectores de los artículos que hoy proliferan
en la prensa diaria buscan el placer de leer trabajos creativos en los que abundan
recursos lingüísticos propios de una obra literaria, aunque informan sobre asuntos de
candente actualidad. Es literatura, pues lo importante es la belleza del texto, pero
también es periodismo, ya que no abandona su función informativa, por lo que no es
adecuado afirmar que un escrito es periodístico o es literario pero no ambas cosas a la
vez, ya que hay textos en los que la literatura y el periodismo “se abrazan” (López Pan,
1996: 123).

Gonzalo Martín Vivaldi (1998: 249) cree que la diferencia entre periodismo y literatura
no es que el primero represente la objetividad y la segunda la subjetividad. En su
opinión, el buen periodismo es también literatura. Son dos disciplinas que hoy se
solapan, pues la literatura es, o debería ser, un mensaje comprometido, un reflejo fiel
del mundo en que se vive, y el periodismo supone, además de comunicación,
revelación, descubrimiento de esa realidad. Es decir, la literatura tiene mucho de
comunicación, y el periodismo también es subjetivismo sobre la propia realidad. Este
autor concluye con la afirmación de que el periodismo no es un arte literario menor,
sino un arte literario diferente.

Además, la literatura y el periodismo aparecen unidos desde los inicios de éste: el


periodismo tiene sus raíces en la literatura, especialmente en España, donde los
primeros periódicos contienen gran cantidad de colaboraciones de escritores de
prestigio. Manuel Vicent (Vilamor, 2000: 67) afirma que el periodismo es un género
literario autónomo nuevo, ya que es el gran género literario nacido durante el siglo XX,
del mismo modo que la novela lo fue en el XIX, el ensayo en el XVIII, el teatro en el
XVII, o la poesía en el XVI. En su opinión, el siglo XX no podría entenderse sin el
periodismo.

Hay textos periodísticos elaborados con multitud de elementos lingüísticos literarios, al


igual que también aparecen en prensa escritos literarios que contienen elementos

27
informativos sobre la realidad del momento. Es el periodismo literario. Escritos que son
Periodismo porque en ellos prevalece la actualidad, el interés y la comunicabilidad, y
porque están escritos con el triple propósito de informar, orientar o distraer, pero
también son Literatura porque contienen algo más que comunicación, interés y
actualidad, y están escritos con un estilo muy personal (Abril, 1999: 137).

2. La crónica, entre la información y la interpretación.

Algunos autores consideran que la crónica es un género claramente identificado dentro


del periodismo informativo por el hecho de basarse en la noticia, ya que sin ésta
pasaría a ser un relato histórico o un artículo valorativo (García, 1985: 60). Otros, como
Martínez Aguinagalde (1997: 70), afirman que la crónica es el más interpretativo de los
géneros periodísticos. Ninguna de las dos visiones es completa. Aunque es un género
que contiene una inequívoca faceta informativa, tiene algo más que pura información,
ya que su identidad está determinada por la interpretación y valoración de lo narrado.
Por ello puede considerarse un género ambivalente, en tanto que es información, pero
también interpretación, es decir, un género mixto entre el periodismo informativo y el
periodismo de opinión.

En cierta forma, la crónica es un género que existe antes que el propio periodismo. El
relato interpretativo contado desde el lugar donde sucede un hecho noticioso aparece
pronto en la historia de la humanidad. Su nombre tiene el antecedente etimológico
“cronos”, que significa “tiempo”, por lo que hace referencia a una narración ligada a la
secuencia temporal. Sin embargo, mucho más que la información, lo importante de
este género es su función interpretativa, ya que la crónica es un texto que narra los
hechos en un medio informativo con una valoración de su autor (Martín, 1998: 123). Se
puede definir como una noticia interpretada, valorada, comentada y enjuiciada
(Vilamor, 2000: 341), es decir, un género híbrido entre los interpretativos y los
informativos (Hernando, 2000: 21) o que se encuentra en el límite entre los
informativos y los de opinión (Gutiérrez, 1984: 114).

Para el profesor Martínez Albertos (1983: 361), la crónica tiene esta doble finalidad,
pues además de ser el texto narrativo de unos hechos, contiene también la valoración
interpretativa de los mismos, ya que se trata de un género que, particularmente en
España, está redactado con un estilo ambiguo entre el propio de un periodismo
informativo y el de solicitación de opinión. En su opinión, la crónica es la narración de
una noticia con ciertos elementos valorativos, que siempre deben ser secundarios
respecto al relato del hecho que la origina. Se trata de un texto que intenta reflejar lo
acaecido entre dos fechas, de ahí le viene su origen etimológico, y además forma parte
de un grupo de géneros que él denomina para la interpretación periodística por
encuadrarse dentro del marco referencial del “mundo del relato”.

Gabriel García Márquez (2001: 2) tampoco cree que las fronteras de este género estén
bien definidas, y estima que nunca se aprenderá a distinguir a primera vista entre
géneros tan diferentes como el reportaje y la crónica, e incluso entre estos géneros
periodísticos y el cuento o la novela. La crónica está a caballo entre la información
pura, en cuanto aporta datos de actualidad, y el periodismo de interpretación, ya que
incluye valoraciones personales (Muñoz, 1994: 133).

Es necesario precisar la separación clara entre la crónica y el reportaje. Mientras una


crónica la realiza un periodista desde el lugar de los hechos, en el caso del reportaje su
autor puede estar ausente. Esta es la diferencia fundamental entre ambos géneros
periodísticos. Si se hace una crónica de una sesión parlamentaria, de la guerra de Irak
o de un partido de fútbol, la condición sine qua non es que el cronista se encuentre en

28
el Parlamento, en el frente de batalla o en el estadio. Sin embargo, puede hacerse un
reportaje sobre la Luna sin que el periodista la visite. Pero además, hay un elemento
esencial que marca la estructura de la crónica: la secuencia temporal, que aunque en
el reportaje se puede contemplar como elemento anexo, no conforma el centro del
texto (Elías, 2003: 220).

Pero posiblemente, la principal confusión con este género está producida desde el
propio periodismo. Algunos periódicos anuncian una “crónica de nuestro corresponsal”,
cuando se trata realmente de una noticia sin ningún componente interpretativo. El
cronista tiene la misión de informar sobre lo sucedido, de contarlo, pero, a diferencia de
la noticia, lo comenta desde su punto de vista. Es un relato sobre un hecho noticiable,
pero en el que se incluye la valoración parcial de su autor. Se trata de una
interpretación subjetiva de los hechos ocurridos, contados desde el lugar en el que se
producen y con una implicación clara de su cronología.

Por esta condición, son varios estudiosos los que apuestan por considerar que la
crónica es un texto estrictamente informativo. Ana Francisca Aldunate y María José
Lecaros (1989: 13) afirman que lo importante de este género es la función narrativa, y
lo definen como un relato directo e inmediato de una noticia, una narración de los
sucesos de actualidad con un esquema poco rígido. En su opinión, la crónica es un
género esencialmente informativo, y lo definen como un relato desapasionado que
muestra uno o varios hechos ordenados, con lead y en una estructura de pirámide
invertida, es decir, se relata lo sucedido jerarquizando en forma decreciente las
distintas partes teniendo en cuenta el interés informativo, como en la noticia.

Sin embargo, dentro de este género, la información y la interpretación son dos


componentes inseparables. Juntas forman la esencia de la crónica. Mientras que en el
artículo, la noticia no forma parte del texto y sólo es su pretexto, en la crónica destaca
la función informativa sobre un hecho que es interpretado por su autor. Es algo más
que noticia y no llega a un género estrictamente de opinión.

Además, su estilo creativo la acerca a la literatura. El profesor Martínez Albertos (1983:


360) afirma que la crónica puede ser considerada un género literario muy desarrollado
en el periodismo latino, y desconocido, al menos con estas características, en el
periodismo anglosajón. Cercano a una obra literaria también lo considera Héctor Borrat
(1989: 122), quien asegura que la crónica es un texto redactado con estilo libre,
firmado por su autor, y que se caracteriza principalmente por el uso de recursos
propios de la literatura.

Es un género de autor. Aunque el hecho relatado en la crónica es rigurosamente


objetivo, está elaborado con una riqueza de vocabulario y con una interpretación
personal que lo alejan del periodismo estrictamente informativo. Martínez Vallvey
(1996: 109) destaca su carácter eminentemente literario, al afirmar que la crónica es
un texto con sello personal no sólo porque suele ir firmado, sino porque el cronista
comenta, amplía y ordena los hechos a su manera, y lo hace con estilo literario sin
dejar de ser periodístico.

3. Un género de periodismo literario.

En la crónica destaca su estilo creativo. No es la simple interpretación de un


acontecimiento, sino la narración valorada de lo sucedido recientemente contado de
forma amena. Según Manuel Graña, lo que distingue la verdadera crónica es
precisamente el sello personal que se advierte, porque va firmada, y su autor, además
de enjuiciar, prioriza los hechos a su manera (Martín Vivaldi, 1998: 139). El cronista es

29
un testigo presencial que da fe de lo que ocurre, y lo hace con su particular forma de
expresarse.

El estilo personal de quien lo firma es lo que caracteriza a este género periodístico. La


crónica se distingue por el sello de su autor, y esto forma la esencia misma del texto.
Se trata de un relato informativo, es decir, la unión del relato y el comentario subjetivo
de lo noticiable, ya que es un trabajo en el que se da cuenta de un suceso de
actualidad a través de la visión personal de su autor. Es información, aunque por la
subjetividad que supone la interpretación del cronista y por el estilo ameno con el que
está escrito, se aleja del periodismo estrictamente informativo.

Si quisiéramos delimitar el estilo de la crónica, por tanto, llegaríamos a la conclusión de


que es fundamentalmente libre. Los elementos creativos que le dan la autoría del
cronista conforman su esencia como texto diferenciado. Por ello, la firma es un dato
importante para el lector por su triple función noticiosa-informativa-valorativa, aunque
esa libertad está condicionada por el hecho que se narra, y que consiste en el núcleo
informativo que la origina.

Pero además, la crónica tiene los límites éticos del periodismo en general, que impiden
la deformación de lo que realmente ha sucedido. Se plasma la visión personal del
cronista, aunque sin desvirtuar los hechos noticiables objetivos. La interpretación
subjetiva del periodista nunca puede significar una distorsión de lo ocurrido, ya que por
encima de las preferencias ideológicas del cronista está la objetividad de lo acontecido.
Después, el periodista ofrece su particular visión sobre las causas que lo han motivado
o las consecuencias que en el futuro pueden haberse originado. En resumen, el hecho
de firmar la crónica otorga a su autor toda la libertad expresiva en su estilo personal,
pero este principio siempre debe contemplar las limitaciones deontológicas de la
veracidad de los hechos narrados.

Aunque dispone de total libertad de estilo, el cronista, como en todo trabajo


periodístico, tiene la obligación de dirigirse al gran público, por lo que debe elaborar un
texto claro, conciso y transparente. Es aconsejable la oración simple y el párrafo no
demasiado extenso. Las frases no deberán exceder de las dieciséis o diecisiete
palabras, y los párrafos de setenta a ochenta para facilitar la lectura. Para el profesor
Martínez Albertos (1983: 363), el estilo de la crónica debe ser directo y llano,
esencialmente objetivo, pero, al mismo tiempo, tiene que plasmar la personalidad
literaria del periodista que la firma. Según este autor, aunque la crónica es un género
que admite la forma expresiva del estilo literario, no debe aceptarse un exceso de
estilo editorializante, es decir, de juicios de valor que dejen en un segundo plano la
función informativa.

La crónica tiene, además, el propósito de orientar, por lo que esta libertad de estilo
también deberá combinarse con el conocimiento previo del acontecimiento del que se
habla, de forma que el lector adquiera un conocimiento global desde un determinado
punto de vista, pero siempre con la belleza expresiva propia de un género del
periodismo literario. Teniendo en cuenta todo ello, puede definirse la crónica como “un
texto del periodismo literario redactado desde el lugar en el que han ocurrido unos
hechos noticiables, y donde es imprescindible la interpretación de su autor”.

4. Un modelo estructural libre.

La crónica es un género informativo-narrativo con absoluta libertad expresiva, por lo


que permite no ceñirse a la estructura formal de la pirámide invertida, que es una
característica del periodismo exclusivamente informativo. No obstante, como en todo

30
trabajo periodístico, la titulación es el principal medio para atraer al lector. En el título
debe quedar claro que no es una noticia. Para ello es necesario que la titulación tenga
elementos interpretativos. Un titular frío e imparcial hace que el lector se acerque a su
texto sin percibir que se trata de una valoración de lo que ha sucedido. Nunca debe
comenzarse con una titulación eminentemente informativa. Álex Grijelmo (2001: 482)
considera que los titulares de las crónicas pueden ser de tres tipos: como cualquier
otra noticia, es decir, con importancia en el contenido informativo; con cierta carga de
interpretación, que es el titular más específico de este género; y con una opinión,
bastante utilizado en las crónicas taurinas y deportivas. El primer tipo no parece
adecuado para este género, ya que una crónica no es “como cualquier otra noticia”.

El primer párrafo, además, tiene la función de captar un mayor interés por parte del
lector. Para ello, se debe comenzar con un juicio acertado y original, o con una
apelación a lo sucedido por medio de una frase impactante. El objetivo es que el
receptor se sienta atraído por su lectura hasta el final del texto. Es corriente una
técnica que consiste en dejar algún interrogante de cierta importancia en la entradilla
para obligar a buscar la respuesta en el cuerpo, pero es necesario hacerlo con
precaución, ya que el interés suscitado debe verse finalmente compensado.

En opinión de Susana González Reyna (1991: 37), la crónica es un género que recurre a
la forma narrativa para el relato de lo sucedido, por lo que le corresponde la estructura
de un texto unitario. En su opinión, este género tiene unas características en su
redacción basadas en cuatro condiciones: Evocar el suceso que se quiere destacar,
ordenar los datos importantes, dar el tono adecuado para atraer al lector y agregar un
comentario personal del periodista de forma discreta y elegante. Esta autora propone
una estructura sencilla de tres partes que considera igualmente importantes: La
entrada, que debe tener fuerza y resultar atractiva, el relato, que incluye los detalles
importantes de lo sucedido y la conclusión, que es el final del relato, aunque no un
juicio.

Pero en la crónica se distinguen claramente sólo dos partes: la titulación y el cuerpo.


Como componentes de la primera se pueden contemplar el título -que puede tener
antetítulo y subtítulo-, y el lead -que en su defecto hace su función el primer párrafo-.
El lead, aunque con la función de atraer al lector que lo caracteriza en todo género, no
debe incidir en el hecho noticioso, y es aconsejable que contenga recursos literarios
originales.

El cuerpo de la crónica tiene un estilo libre, por lo que es difícil prever si el cronista va a
dar más o menos importancia al hecho noticiable, o, por el contrario, es la valoración lo
más destacado de su trabajo. Además, no parece adecuado especificar una
composición con una presentación, argumentación y conclusión, pues el orden de las
partes que lo componen es diferente en cada una dependiendo de su autor. La
conclusión no está siempre al final del relato, pues muchos cronistas prefieren hacer la
valoración al principio, e incluso en los titulares, mientras que la argumentación
normalmente va a lo largo de todo el texto. Es un género con una estructura formal
absolutamente libre.

5. Sólo dos modalidades.

Las crónicas son tan variadas como los estilos de sus autores. Cada cronista imprime
su sello personal, por lo que intentar hacer una clasificación válida para todos los casos
es una misión algo complicada. Por ello, algunos autores prefieren distinguirlas
teniendo en cuenta el asunto del que tratan -crónica de sucesos, crónica deportiva,
crónica taurina…- o el lugar desde el que se realizan -crónica de corresponsal en el

31
extranjero, crónica de corresponsal en provincias, crónica de enviado especial…-
(García Núñez, 1985: 63). Lorenzo Gomis prefiere diferenciarlas en sólo dos tipos: la
crónica que cubre un lugar, y la crónica que cubre un suceso. Para este autor, mientras
que en el primer grupo el periodista relata y valora cualquier asunto que se presente
en el sitio desde donde la realiza, en el segundo caso lo normal es que se trate de un
especialista en crónicas judiciales, deportivas o parlamentarias.

Pero además de estos criterios, lo que define a una crónica es su estilo. Se trata de un
texto que siempre debe estar elaborado con recursos creativos, ya que es el rasgo
característico de su esencia como género periodístico diferenciado. En palabras de
Martín Vivaldi (1998: 139), todo buen cronista debe “informar literariamente”. Pero
también es un texto informativo, por lo que debe estar redactado con claridad,
sencillez y precisión. Son textos que informan sobre acontecimientos políticos, sociales,
deportivos o taurinos desde el lugar en el que se han producido, pero el cronista
imprime su propio estilo en un género que podemos considerar “de autor”. Y esta
dualidad es la que permite diferenciarlas en dos grupos. Cuando su estilo le da un
contenido preferentemente centrado en la función informativa sin llegar a ser una
noticia, tenemos la crónica informativa; y cuando principalmente está inclinado hacia
una valoración de lo sucedido sin olvidar la información, se trata de una crónica
valorativa.

6. Referencias bibliográficas.

Abril Vargas, Natividad: Periodismo de opinión. Editorial Síntesis, Madrid, 1999.

Aldunate, Ana Francisca y María José Lecaros: Géneros periodísticos. Pontificia


Universidad Católica de Chile, 1989.

Borrat, Héctor: El periódico, actor político. Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 1989.

Elías Pérez, Carlos: La ciencia a través del periodismo. Nivola Ediciones, Madrid, 2003.

García Márquez, Gabriel: “Sofismas de distracción”. Sala de prensa. Web para


profesionales de la comunicación iberoamericanos. Marzo, 2001.

García Núñez, Fernando: Cómo escribir para la prensa. Ibérico Europea de Ediciones,
Madrid, 1985.

González Reyna, Susana: Géneros periodísticos 1. Periodismo de opinión y discurso.


Editorial Trillas, México D. F., 1991.

Grijelmo, Álex: El estilo del periodista. Grupo Santillana de Ediciones, Madrid, 2001.

Gutiérrez Palacio, Juan: Periodismo de opinión. Editorial Paraninfo, Madrid, 1984.

Hernando Cuadrado, Luis Alberto: El discurso periodístico. Editorial Verbum, Madrid,


2000.

López Pan, Fernando: La columna periodística. Teoría y práctica. EUNSA, Pamplona,


1996.

32
Martín Vivaldi, Gonzalo: Géneros periodísticos. Reportaje, crónica, artículo. Análisis
diferencial, Paraninfo, Madrid, 1998.

Martínez Aguinagalde, Florencio: El uso de la entradilla en los textos periodísticos


informativos e interpretativos. Editorial Fragua, Madrid, 1997.

Martínez Albertos, José Luis: Curso General de Redacción Periodística. Editorial Mitre,
Barcelona, 1983.

Martínez Vallvey, Fernando: Herramientas periodísticas. Librería Cervantes, Salamanca,


1996.

Muñoz González, José Javier: Redacción periodística. Librería Cervantes, Salamanca,


1994.

Núñez Ladevéze, Luis: Introducción al periodismo escrito. Ariel Comunicación,


Barcelona, 1995.

Rodríguez Jiménez, Víctor: Manual de Redacción. Paraninfo, Madrid, 1991.

Vilamor, José R.: Redacción periodística para la generación digital. Editorial Universitas,
Madrid, 2000.

33
Material complementario III.5

Secretaría de la Redacción/VI Sem. ECS/Facilitadora: Jimena Alexandra Rueda

En el oficio de reportero se puede decir lo que se quiera con dos condiciones: que se
haga de forma creíble y que el periodista sepa en su conciencia que lo que escribe es
verdad.
Quien cede a la tentación y miente, aunque sea sobre el color de los ojos, pierde.
Gabriel García Márquez

Definiciones previas.

Los géneros interpretativos combinan la información con la opinión y de ese cóctel


surgen las crónicas, los reportajes interpretativos, las entrevistas, etc.

El reportaje objetivo cumple en gran parte las mismas funciones que la noticia.
Presenta bastantes elementos comunes, sobre todo que el periodista mantiene una
perspectiva de distancia en la presentación de los hechos. Es un relato descriptivo que
no debe incluir opiniones personales o valoraciones del redactor. Quizá el rasgo
característico más evidente en comparación con la noticia es que su extensión
generalmente es mayor. El reportaje, por tanto, permite al periodista ofrecer un mayor
número de datos complementarios que cuando redacta una noticia en la que debe
ceñirse a los elementos esenciales, dada la limitación de espacio con la que trabaja.

También encontrábamos diferencias en lo que se refiere al lenguaje. En el caso de la


noticia ya sabemos que se aplican unas normas estrictas y un lenguaje bastante
definido (sobre todo en las de agencia). En el reportaje el periodista disfruta de una
mayor libertad expresiva siempre limitada por la función de informar. Si escribimos un
reportaje, podremos utilizar algunas estructuras sintácticas poco frecuentes en las
noticias, o elaborar descripciones más creativas, pero no se nos podemos olvidar que
nuestra función es ante todo informar con profundidad al lector de unos hechos
determinados. Si nuestra creatividad supone una dificultad añadida para que el lector
pueda recibir esos datos informativos de un modo claro y directo, nos habremos
equivocado en el planteamiento.

El reportaje informativo constaba de dos partes: el lead o entradilla, y el cuerpo del


mismo. El lead del reportaje pretende ganar la atención del lector desde la primera
frase, a diferencia del lead de la noticia que tiene como función prioritaria condensar la

34
esencia de la noticia. No es necesario que la entradilla del reportaje reúna los datos
esenciales de los acontecimientos o hechos que se describen. Pretende atrapar el
interés del lector para que continúe la lectura del reportaje. Para ello puede aplicar
distintas fórmulas de lead utilizando: la ironía, el contraste o la sorpresa. Cuando lo
consideremos oportuno podremos utilizar también el lead informativo característico de
la noticia.

En el cuerpo del reportaje el periodista tampoco tiene que ceñirse a la estructura de la


pirámide invertida casi obligatoria en las noticias. Además de aplicar esta estructura
cuando la estime conveniente, el redactor puede combinar datos esenciales con datos
complementarios para mantener el interés del lector y la intensidad del relato.
Tengamos siempre en cuenta que en el reportaje no es obligatoria la exposición de los
datos en estricto orden decreciente de importancia.

El otro gran tipo de reportaje, y la estrella de hoy, es el reportaje interpretativo que sí


presenta unas diferencias muy significativas frente al objetivo. El reportaje
interpretativo pertenece a los llamados géneros híbridos o interpretativos, combinando
componentes propios de los géneros informativos con otros utilizados en los géneros
de opinión.

En el reportaje interpretativo el periodista relata un hecho de actualidad pero introduce


también determinados juicios de valor. El periodista se permite abandonar su
compromiso de permanecer ausente de la información utilizando elementos subjetivos.
El movimiento llamado "Nuevo periodismo", que surgió en EEUU en los años 60,
desarrolló este tipo de reportajes rompiendo muchos de los tabúes y normas que
regían el periodismo (entraremos más en profundidad en esta escuela periodística
cuando tratemos el reportaje novelado y otras maravillas del nuevo periodismo).

Los reportajes interpretativos suelen tener una gran creatividad: la libertad lingüística
es total, la estructura del relato es libre. El autor puede llegar a recrearse con su propio
estilo literario buscando la originalidad. Todo, o casi todo, le está permitido siempre y
cuando interese al lector. En España tenemos grandes autores de este tipo de
reportajes; por citar alguno, destacan los de Juan José Millás o Manuel Rivas en las
páginas del suplemento dominical de El País.

El reportaje interpretativo.

Igual que la noticia tiene su género interpretativo en la crónica, el reportaje también


puede experimentar esa transformación. No es lo más usual, puesto que el motivo de
un reportaje suele radicar en algún acontecimiento cercano y único, mientras que la
crónica ?cuyo nombre, como ya vimos, está relacionado con cronos, ?tiempo? en
griego? suele buscar antecedentes y consecuencias, yendo de adelante hacia atrás y
viceversa, aunque se refiera a un hecho ocurrido en el día.

El reportaje interpretativo encuentra su mejor acomodo en las publicaciones


semanales, quincenales y mensuales (lo que no quiere decir que se excluya de los
diarios, principalmente si disponen de suplementos con esa periodicidad). En ellas
parece más lógico que el reportero afronte su trabajo teniendo en cuenta un mayor
periodo de tiempo, un ?cronos? que, además, le permite escribir con distinta presión de
cierre de la que rodea al reportero de un diario. Asimismo, el reportero de un
semanario tiene la ventaja de apreciar las consecuencias que tuvo dos días más tarde
lo que ocurrió hace exactamente tres, y de incluirlo todo ello en un mismo trabajo. Es
decir, puede interpretar lo acontecido un día según la evolución inmediatamente

35
posterior. El reportero de un diario también podría utilizar esa ventaja, pero después de
haberse pronunciado ya el día en cuestión.

Para el reportaje interpretativo pueden valer las técnicas de las que hemos hablado en
las respectivas entregas sobre el reportaje informativo y sobre la crónica. En resumen,
harán falta un hilo conductor y mucho cuidado a la hora de calificar los hechos y las
personas.

Vemos a renglón seguido un ejemplo:

?¿Qué ha sido del temible Ejército Rojo, orgullo de la URSS y punta de lanza de una
política imperial que sometió bajo su yugo a gran parte de Europa? Las Fuerzas
Armadas rusas, nacidas el 7 de mayo de 1992, han recogido su legado, pero antes de
tener siquiera tiempo de reorganizarse ya se ven inmersas en la crisis. Una crisis de
identidad, moral, política y económica. El desencanto reina en todos los cuarteles de
Rusia. Nada más recuperarse de su enfermedad, Yeltsin, veterano de Chechenia, ha
vuelto a ahogarse en vodka. De vez en cuando, arenga a los reclutas para olvidar que
tiene los bolsillos vacíos. La paga de estos soldados, que ya se venía retrasando desde
1994, sufrió un parón absoluto tras la segunda vuelta de las elecciones presidenciales,
en julio del año pasado. Como resultado, unos 30.000 oficiales, entre los que se
encuentran los mejores especialistas, han presentado la dimisión en pocos meses. Para
poder seguir manteniendo a sus familias, gran parte de los suboficiales se dedica a
descargar vagones en las estaciones, acarrear piedras en las canteras o se convierten
en improvisados guardaespaldas. Sin embargo, cuando te destinan a la otra punta del
país, auna zona desolada y lúgubre, te encuentras en un callejón sin salida. ¿No me ha
quedado más remedio que vivir a costa de mis padres, que al menos reciben una
pensión?, confiesa avergonzado un teniente coronel de aviación. Algunos de sus
colegas no han dudado en recurrir a las reservas de armamento. Los desertores se
lanzan al robo y al atraco a mano armada. Además, una ola de suicidios, señal del
desamparo reinante, inunda las filas del Ejército: más de mil suboficiales se quitaron la
vida en 1996, es decir, un 26 por ciento más que el año anterior, sin olvidar el número
de soldados desconocidos que corrieron la misma suerte. Este fenómeno afecta incluso
a los sectores de mayor relieve. A principios de noviembre, Vladímir Nerchai, director
del Instituto de Investigaciones sobre Armas Nucleares de Snekinsk, se pegaba un tiro
al no poder soportar por más tiempo la angustia de los 3.000 investigadores y técnicos
que no disponían de fondos desde el verano. Para completar esta imagen de
desolación, varios reclutas han muerto de hambre desde 1993 en Extremo Oriente. En
otros lugares, algunos reclutan se mantienen con vida a base de devorar sus raciones
de supervivencia. Esta situación acabó con la vida de una tercera parte de los soldados
en 1995. Atractivo y de complexión atlética, el capitán Andrei N., que ronda los 30
años, manda desde hace seis un regimiento cuya misión es proteger uno de los
almacenes de municiones más grandes de Rusia occidental. Tiene que alimentar a 300
hombres, pero hace meses que no ve un rublo de Moscú. ?Si los militares se rebelan, el
gobierno lo lamentará, pero ya será demasiado tarde?. Mientras tanto, la guarnición
hace lo que puede para sobrevivir. ?Ayudamos a los campesinos en la recogida de la
cosecha y ellos nos venden las coles a mitad de precio?. La mayoría de los oficiales y
soldados no poseen más que el uniforme que llevan puesto, un atuendo demasiado
ligero para la crudeza invernal. Los cuarteles, por otra parte, son de los años 60, pero
ya tienen las huellas de la degradación: paredes renegridas, juntas que se tambalean,
iluminación insuficiente, sanitarios desfasados? ?Y ni siquiera tengo con qué pagar el
combustible necesario para la calefacción?, continúa diciendo Andrei. ?¿Pero qué
pretenden en Moscú? ¿Es que quieren que hagamos saltar el arsenal por los aires? Si
es necesario, haremos temblar los cimientos del Kremlin?. El desastre de la campaña
chechena ha empañado el prestigio del uniforme, además de dejar una profunda huella
en la identidad del ejército. ?La gente nos acusa de haber matado a miles de civiles,

36
pero ¿por qué no acusan en cambio a los que han desatado esta absurda guerra
civil??, afirma indignado Guennadi, comandante de una división de tanques?. (?).

(Cambio 16, 10 de febrero de 1997. Silvana Pasquier / Alla Chevenika).

¿Qué diferencias se dan entre este reportaje interpretativo y una crónica? Sobre todo,
el campo temporal. No se trata de algo ocurrido en el día, sino de una serie de hechos
acaecidos en distintos momentos, y con un nexo entre ellos, que sirven al autor para
establecer una interpretación que los abarca. Igualmente, se añaden opiniones de
algunos de los actores principales implicados en lo que se narra, mientras que una
crónica puede prescindir de ellos.

El reportaje interpretativo lleva noticias y entrevistas; puede reunir en su desarrollo a


todos los géneros periodísticos; constituye el examen de un tema en el que se
proporcionan antecedentes, comparaciones, derivaciones y consecuencias de tal
manera que el asunto queda trazado con amplitud y en forma cabal.

Pasos del reportaje

Entre las fases que algunos autores ?como Ulibarri, Rojas Avendaño, Vivaldi y Riva
Palacio? advierten en la realización del reportaje, están:

1) Elegir el tema, que nace a partir de una idea.


2) Trazar objetivos y enfoque del trabajo.
3) Programar y desarrollar la investigación, incluyendo todo tipo de fuentes:
hemerográficas, bibliográficas, documentales, personales, etcétera.
4) Procesar, seleccionar y jerarquizar información: datos básicos y de actualidad,
testimonios, ambientes, sobre personas, conceptos, interpretaciones...
5) Estructurar contenido y escribir el reportaje.
6) Publicar.

De manera sintética esas seis etapas pueden resumirse en tres pasos: definición
temática, investigación y procesamiento, y escritura y publicación.

Elección temática.

Respecto de la elección del asunto por desarrollar, distinguiremos dos tipos de


reportaje: los que surgen a partir de las noticias del momento, y aquellos que los
periodistas emprenden por propia iniciativa. De hecho, podemos considerar tanto al
reportaje informativo como al interpretativo como la profundización contextualizada y
enriquecida de la noticia. A su vez, los trabajos periodísticos que no nacen de la
actualidad deben su existencia a intereses e inquietudes del propio reportero o editor,
en ocasiones a partir de providenciales lecturas o pistas de interés halladas al revisar
archivos.

En este contexto, de acuerdo con William Blundell, para responder al porqué y cómo de
un suceso, resulta pertinente planear el reportaje en función de seis puntos:

1. Historia: cómo se relaciona el pasado con lo que ocurre hoy.


2. Alcance: qué tan generalizado y variado es el fenómeno, a quién afecta y de qué
manera.
3. Causas: por qué motivo ocurre hoy ese hecho.
4. Impacto: cuáles son las consecuencias.

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5. Contracorrientes: qué dicen y hacen fuerzas contrarias.
6. Futuro: qué podría suceder en ciertos casos y si no se resuelve el problema en
cuestión.

Investigación y procesamiento.

La investigación periodística, por su parte, requiere de un proceso de planificación.


Para introducirse en algún tema, se recomienda acudir primero a la hemeroteca o a
bancos de datos o navegar en el ciberespacio, con el propósito de hallar y extraer
información de apoyo sobre los antecedentes de un asunto determinado y gracias a la
cual podría tener una perspectiva sobre lo que se ha publicado, omitido o soslayado del
mismo.

Posteriormente, vale la pena rastrear, revisar, leer y marcar libros, revistas y toda clase
de documentos referentes al tema. Y para redondear el trabajo investigativo, resulta
imprescindible entablar contacto directo con protagonistas de la información y
concertar entrevistas, sondeos, indagaciones, y rescatar puntos de vista e
interpretaciones tanto de ellos como de testigos, contrapartes, expertos,
representantes, y con toda persona que pueda facilitar más informes, opiniones o
testimonios de interés. Raymundo Riva Palacio asegura que las pesquisas han de
concluir cuando el periodista sepa más sobre el tema que sus interlocutores.

Una vez reunido todo ese caudal informativo, el reportero debe establecer criterios
para su jerarquización y procesamiento de acuerdo con el enfoque y los objetivos
previamente marcados.

Redacción y estructuras.

Al respecto, Gabriel García Márquez resalta con acierto: ?El reportaje es como una
salchicha: debes saber dónde empieza y dónde acaba. Porque si no, lo vas llenando de
datos y nunca terminas?

Y en efecto: es conveniente trazar un esquema previo antes de emprender la


redacción, a fin de no perderse en el cúmulo de datos, establecer las etapas más
importantes, y darle unidad y coherencia al relato. Tal esquema o estructura de
contenido incluye:

a) Entrada,
b) introducción o contexto del asunto,
c) desarrollo y
d) conclusión o remate.

Entradas. Las mejores entradas son como los umbrales de las galerías comerciales:
misteriosas. Dejan al transeúnte ?en este caso al lector? en suspenso y con la
curiosidad de conocer qué hay dentro; en suma, lo dejan con una pregunta sin
respuesta en la mente. El propósito es llevar al lector a leer el siguiente párrafo y
muchas veces, si se tiene éxito, a todos los demás párrafos.

García Márquez prefiere la entrada anecdótica: ?Piensa en la anécdota que más te


impresionó y escríbela. Siempre es difícil, pero siempre sale?.

Aquí podéis ver una completa tipología de las entradas periodísticas:

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a) Noticiosa, sintética o de panorama: resumen del asunto o visión panorámica de lo
que se va a tratar.
b) Descriptiva: pinta escenarios donde se desarrollará el reportaje.
c) Histórica o narrativa: empieza relatando un suceso en plan secuencial.
d) Contrastada: ofrece elementos de comparación o contraste en torno al tema.
e) Analógica: presenta comparación o contraste, pero a manera de metáforas.
f) De definición: define los principales elementos del trabajo periodístico.
g) De juicio: plantea juicios o críticas u opiniones del reportero sobre el asunto por
abordar.

h) De detalle: resalta un pequeño pormenor ?escena, frase, anécdota, diálogo,


etcétera? para enganchar al lector.

i) Coloquial: con una pregunta u otro tipo de expresión que busca involucrar al lector,
sugiere un diálogo con el mismo.
j) De cita: refiere una declaración central como hilo conductor del reportaje.

Introducción y contexto. Si el arranque o entrada debe atrapar la curiosidad del


público, el párrafo o párrafos de introducción o contexto precisan ubicarlo brevemente
respecto de las coordenadas polémicas, noticiosas o de interés social que el asunto por
tratar engloba. Planteado esto, se abre paso al desarrollo del reportaje en cuyo curso
ha de ofrecerse la información recabada, que puede reforzarse con opiniones,
testimonios y descripciones. Aquí también se presentan mayores antecedentes,
detalles y posturas, procurando manejar una prosa más libre en cuanto al estilo.

Desarrollo. Existen varias estructuras para organizar el desarrollo del reportaje:

a) Por bloques temáticos: breves asuntos específicos que se van concatenando a lo


largo del texto.
b) Cronológica: en el orden que ocurrieron los hechos; muy similar a la crónica.
c) Dialéctica: utiliza más puntos de vista que información y sobre ciertos puntos se van
tejiendo contrastes, similitudes, diferencias...
d) En orden a la investigación: se refieren las aristas informativas de acuerdo a como
se han encontrado.
e) Enigmática: busca crear suspenso narrativo y en función de ello se organiza y
presenta la información.
f) Por elementos de investigación: sea por personas, documentos o lugares.
g) Por fuentes: conforme a la calidad noticiosa o relevancia de los informantes o
documentos.
h) Por escenas: narra y describe acontecimientos, personas o lugares para
fundamentar el problema en cuestión.
i) Coloquial: libertad en su presentación y sin orden definido; las circunstancias
imponen la secuencia del relato; muy usada por escritores.

Es importante señalar que en torno a tales estructuras no existen linderos inamovibles.


Por tanto, el reportero, si así lo considera conveniente para los fines de su trabajo y lo
hace dándole una coherencia interna, puede tomar lo mejor de alguna o algunas de las
estructuras arriba expuestas.

En el cuerpo o desarrollo, entonces, el periodista sustenta el enfoque ideado desde el


principio, en función del cual va enlazando los elementos informativos, analíticos,
opinativos y de interpretación para dar cuenta cabal del asunto tratado y luego concluir
con un broche de oro conocido como remate o cierre.

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Subtítulos. Éstos son altos en el camino del texto que sirven para:

1. Ordenar: agrupando tramos de un texto extenso referidos a un mismo aspecto. Esto


también se refiere al ordenamiento mental del lector.
2. Dar un descanso: para el lector resulta visualmente agotador encontrarse con
grandes sábanas de texto. Por diagramación, por carácter, por atractivo, el subtítulo
resulta ser una especie de descanso visual que además, reimprime una nueva fuerza al
interés del lector.
3. Establecer ¿minicapítulos? al interior del reportaje.
El subtítulo debe ser tan creativo como el título. En lo posible hay que evitar convertirlo
en un resumen de lo que viene a continuación. Además, en la mayoría de los casos no
acepta más de tres palabras como máximo. Muchas veces puede ser un par de
palabras sacadas del texto que lo precede, o una o tres palabras que llamen
especialmente la atención y que de un modo indirecto o directo se relacionen con lo
que sigue. Lo ideal es ir subtitulando a medida que se escribe el texto, para ir
ordenando el reportaje (o para ir ordenando nuestra mente).

Puede ocurrir que al terminar el texto, una vez que lo revisemos, descubramos que uno
o más subtítulos deben ser suprimidos o, también, que notemos que falta un subtítulo
en una zona del cuerpo de texto. Las divisiones que otorgan los subtítulos sólo serán
funcionales y correctas en la medida en que las partes que lo constituyen se
mantengan ligadas, aun cuando se opongan o contrasten. Además, hay que cuidar que
el texto que secunda al subtítulo no responda a un tema distinto del principal del
reportaje.

Remates. El remate viene a ser como el tiro de gracia para un condenado o la única y
gran cereza del pastel: puede subrayar, sintetizar, sugerir, redondear, proyectar... Lo
importante del cierre consiste en que significa la despedida del lector y por ello
necesita ser breve, significativo y memorable.

Algunos tipos de remate son los siguientes:

a) De retorno: cierra con el elemento informativo referido en la entrada.


b) De conclusión: sintetiza conclusiones lógicas.
c) De sugerencia o llamamiento: se aconseja o se sugiere.
d) De detalle: pequeño elemento ?puede ser una anécdota? que resume el contenido
del reportaje.
e) Rotundo: frase u oración enfática que refleja el sentido de la investigación.

El reportaje, en suma, constituye el género periodístico con mayor exigencia


investigativa; que ofrece total libertad para desarrollar un estilo literario; y gracias al
cual se conocen a los verdaderos escritores del periodismo.

Rompiendo la estructura.

Un texto debe tener vida. La vida es movimiento, se constituye por altos y bajos, por
tensiones y distensiones. Un texto también. Un reportaje debe tener este desarrollo
móvil; debe mostrar que en él hay vida, nervios, jugos, fluidos, amores, odios y
pasiones. Un reportaje debe tener un inicio, un desarrollo, un clímax y un cierre, no
importa cuál sea su orden. Se puede comenzar por el cierre, seguir por el inicio,
continuar con el desarrollo y acabar con el clímax. Se puede jugar, la curva dramática
la dibuja y la define el periodista. Este es el momento para jugar con el ¿flash-back? y
el ¿racco?

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Como autores debemos saber lo que irá ocurriendo en el texto, pero jamás debemos
anticipárselo al lector... ya saben, no queremos que nuestro trabajo termine como
envoltura de pescado. Cualquier anticipación que hagamos evitará que el lector se
asombre o emocione con lo que viene; se romperá la magia y el juego de seducción.

Después de enunciar algo general, podemos pasar a un detalle. Pero ir de un detalle


hacia lo generales infinitamente más difícil y requiere que la particularidad sea
realmente determinante en la generalidad.

Cuando hablamos de más aburrimos. Nos arriesgamos a que el lector nos abandone.
¿Cuál es el límite? Sólo debemos explicarle al lector aquello que realmente amerite
explicación. Hay que saber diferenciar lo accesorio de lo principal; escribir más de algo
no siempre agrega información.

Utilizar recursos literarios como la metáfora y la comparación, enriquecerá el texto


siempre y cuando el recurso sea acertado y creativo. Por ejemplo, decir que ¿esta
mujer tiene un cabello dorado como el trigo maduro en una tarde de estío? es jugar
con la metáfora y la comparación de un modo demasiado poco creativo, pues este tipo
de metáforas y comparaciones fueron muy utilizadas por los románticos. Pero decir que
?su pelo amarillo natural se enrosca como el humo de un puro expuesto a una leve
corriente de aire? es creativo, atrae y mueve.

La imagen es otro recurso literario que podemos usar para crear efectos de alto interés
para nuestros lectores. La imagen es más potente que la metáfora y la comparación,
pues recrea un hecho verdaderamente ocurrido en el pasado, reinyectándole fuerza
viva. Cómo se accede a la imagen: mediante la reconstrucción de escenas y diálogos.
Así de simple. Eso sí, es reconstrucción, recreación, no creación ni construcción; es
verdad, no creación imaginaria. Aquí generalmente se utiliza el presente como tiempo
verbal, pues es más directo y provoca más choque y emoción.

Y ya que hemos tocado, aunque tangencialmente, el tema de los tiempos verbales, hay
que recordar que cada vez que escribimos, debemos mantener la continuidad verbal
en nuestro texto. Ojo, esto no es nada fácil. Por lo mismo, no basta con intentar
lograrlo mientras vamos escribiendo, debemos poner especial atención en esto en el
momento de la corrección y edición.

Cada vez que escribimos debemos tener en cuenta las expectativas y aspiraciones del
lector. Es bueno detenerse cada cierto punto para pensar en las dudas que le podrían
surgir al lector a través de la lectura. Si descubrimos que no hemos dado respuesta a
alguna de estas dudas, volvamos atrás y busquemos la forma de hacerlo. Recordemos
que escribimos para otros y esos otros no saben todo lo que nosotros sabemos
respecto del tema que hemos investigado.

Finalmente, una vez concluida la redacción total del reportaje debemos revisarlo,
corregir las faltas de ortografía, redacción y contenido. Eliminar todos los ripios, todo lo
que sobra y redunda. Cerciorarnos de que todos los párrafos están perfectamente
encadenados, que las oraciones y párrafos tienen sentido, que se entienden por sí
solas y en el contexto. Debemos EDITAR. Tras la primera edición es aconsejable que
sometamos el texto a la revisión de alguien que sabe más que nosotros (para que nos
corrija críticamente) o que no conoce nada sobre el tema (para ver si entendió lo que
expusimos y si entendió exactamente lo que nosotros le queríamos comunicar).

El paso siguiente es la impresión y de eso se encargarán las rotativas o los servidores


de Internet.

41
Propuesta de la quincena.

¿Los árboles no nos dejan ver el bosque?, dice el adagio alemán. Vamos a intentar
hacer un pequeño experimento con la propuesta de esta quincena:

Visto que uno de los principales problemas de la prensa diaria es la pérdida de la


perspectiva global por esa querencia natural a quedarnos en lo anecdótico, en lo
particular (delante de ese árbol), vamos a tomar un personaje o situación única para
tirar del hilo hasta conseguir enfocar el tema en general.

Podemos por ejemplo, contar nuestra visión sobre el teatro en nuestros países
partiendo de lo que les acontece a un grupo de aficionados al teatro de nuestro barrio.
O la crisis de Internet comenzándola a narrar con la bancarrota de un diseñador
gráfico. Cada problema tiene una dimensión mayor, que suele coincidir con un tema
que nos importe a todos.

Para el reportaje interpretativo necesitaréis cuantos más datos mejor. Ya llegará la hora
de desecharlos, pero siempre es bueno hacer una buena colecta. Aquí estoy para
ayudaros a encontrarlos rápidamente. Biografías, estadísticas, datos oficiales? En
cuanto tengáis el tema ya podéis ir compartiéndolo para que entre todos nos
ayudemos.

Sobra decir, que siendo éste el género de la libertad, no os voy a poner ningún tipo de
límites.

Saludos grandes y deseos mejores,

Daniel Saavedra

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Géneros de Investigación

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Material complementario III.6

Secretaría de la Redacción/VI Sem. ECS/Facilitadora: Jimena Alexandra Rueda

Reportaje demostrativo

Material complementario III.7

Secretaría de la Redacción/VI Sem. ECS/Facilitadora: Jimena Alexandra Rueda

Reportaje descriptivo

Material complementario III.8

Secretaría de la Redacción/VI Sem. ECS/Facilitadora: Jimena Alexandra Rueda

Reportaje narrativo

Material complementario III.9

Secretaría de la Redacción/VI Sem. ECS/Facilitador: Jimena Alexandra Rueda

Reportaje instructivo

Material complementario III.10

Secretaría de la Redacción/VI Sem. ECS/Facilitadora: Jimena Alexandra Rueda

Reportaje de entretenimiento (éste, no forma parte de la tipología de


Investigación)

Para todos estos tipos se emplea el mismo formato.


El reportaje en prensa: un género periodístico con futuro.

1. Introducción.

El reportaje se caracteriza, con respecto a otros géneros periodísticos, por su


diversidad funcional, temática, compositiva y estilística. Desde el punto de vista
compositivo y estilístico, es un género muy versátil, ya que puede incorporar y
combinar múltiples procedimientos y recursos de escritura, absorber en parte o del
todo otros géneros periodísticos informativos -como noticias, informaciones, crónicas,
entrevistas...- y de opinión -columnas y comentarios- y además puede asimilar parcial o
totalmente géneros literarios y artísticos -como la novela, el ensayo, el short story, el
cine o el teatro.

El único límite lo imponen las exigencias de claridad, exactitud y eficacia inherentes a


todo periodismo informativo de calidad (1).

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Como afirma Albert Chillón, la importancia que merece el reportaje es tal que debería
ocupar un lugar dentro de la cultura periodística análogo al que tiene la novela en la
cultura literaria. Y añade: "Gracias a su diversidad de manifestaciones, a las múltiples
funciones comunicativas que ejerce y a la versatilidad temática, compositiva y
estilística que le es inherente, el reportaje es con diferencia el más flexible, el más
complejo y también -como la novela- el más camaleónico de los géneros periodísticos"
(2). En definitiva, se trata de un género que puede satisfacer todas las exigencias del
lector contemporáneo y, a la vez, permitir al reportero captar con profundidad la
realidad, llegar a la esencia de los hechos y de los acontecimientos.

2. Definición y clasificación.

Se han hecho muchas definiciones del género reportaje, la mayoría de autores como
Emil Dovifat, Martín Vivaldi, Martínez Albertos, etc. La que Xosé López y Miguel Túñez
hacen, si bien no es necesariamente la más acertada, sirve para una aproximación
definitiva a una definición correcta: es un género informativo en el que se refieren
hechos que no tienen por qué ser estrictamente actuales, con un estilo informativo que
permite más libertad que la noticia, y sin continuidad en el temario de los medios (3).

Establecer una tipología correcta es una cuestión difícil debido a las múltiples
posibilidades de clasificación que existen. Al igual que ocurre con la definición, los
expertos ofrecen diferentes visiones que no voy a desarrollar aquí. A modo de síntesis,
se puede afirmar que existe una tendencia bastante generalizada a hacer una
distinción entre el reportaje objetivo como género informativo, y el interpretativo,
donde si bien el periodista no opina directamente, sí puede incorporar elementos
analíticos.

Aunque algunos autores ya defendieron una clasificación de los géneros periodísticos


en base a criterios (4), es muy acertada la de Albert Chillón, que alude a tipos de
reportajes diferenciables entre sí en virtud de criterios diversos:

El criterio temático permite reconocer reportajes judiciales, de sucesos, de viajes,


biográficos, autobiográficos, de sociedad, de costumbres, de interés humano o
históricos; si se tienen en cuenta las funciones que ejercen y las modalidades de
tratamiento de la información, pueden distinguirse reportajes informativos,
interpretativos, de investigación, de precisión, de saturación, de encuesta, de
pronóstico o de servicios; si se considera el formato, reportajes breves, grandes
reportajes, reportajes seriados, informes, dossiers, etc.; si las características estéticas y
formales, reportajes narrativos, explicativos, descriptivos, de citas, así como
modalidades híbridas tales como el reportaje-diario, la crónica-reportaje, el reportaje
cinematográfico, el reportaje epistolar, el teatro-reportaje, el feature, el reportaje
novelado, y la novela-reportaje; en último lugar, ateniéndonos al soporte y al canal de
difusión, se puede hablar de reportajes impresos, televisivos, radiofónicos,
cinematográficos, videográficos, libros-reportaje, etc. (5).

3. Breve historia del reportaje.

Como dijo Martín Vivaldi, "el reportaje es tan antiguo como la Humanidad" (6), y es de
suponer que siempre hubo hombres dispuestos a contar aquellos sucesos o hechos de
que habían sido testigos y que se consideraban dignos de ser conocidos y, por tanto,
divulgados.

También Albert Chillón se sitúa en esta línea, al afirmar:

45
(...) la función de reportar novedades, noticias o testimonios es probablemente tan
antigua como la misma existencia de la escritura, el género reportaje como tal se ha
ido configurando a medida que la cultura periodística ha diversificado sus funciones y
refinado sus técnicas (7).

Y al tratar de determinar en qué momento de la historia se produce su nacimiento,


Chillón señala:

"A mi parecer, va a nacer de la literatura testimonial tradicional -especialmente de las


crónicas, relaciones epistolares, estampas costumbristas y relatos de viaje-; se va a ir
configurando aproximadamente durante la primera mitad del siglo XIX, con la
sustitución de la prensa de partido (...) característica del siglo XVIII por la prensa
informativa de amplia difusión; y se va a consolidar, entre las últimas décadas del siglo
XIX y principios del XX, con el advenimiento de la denominada sociedad de
comunicación de masas, de la mano de las agencias de noticias, los documentales
cinematográficos, los informativos radiofónicos y, sobre todo, de los magazines
ilustrados y los grandes diarios de información general (8).

Alrededor de la mitad del siglo XX, los responsables de periódicos se dieron cuenta de
que el mundo se había convertido en algo tan complicado en sus políticas, sus
economías y sus ideologías, que era necesario apoyar los textos con comentarios para
presentar las noticias de una forma clara; de esta manera, los directores se inclinaron
hacia lo que llamaban "reportaje interpretativo" (9). Así es cómo surge una modalidad
de reportaje diferente y superadora del concepto clásico representado por el reportaje
objetivo.

Es durante las décadas de los 50 y 60 cuando el llamado "gran reportaje" o reportaje


en profundidad vive sus momentos dorados. Lo que había empezado como una
modalidad periodística típica de las revistas gráficas, saltaba a los periódicos diarios
mediante una serie de adaptaciones. De este modo, el reportaje interpretativo se
convirtió a principios de los 70, en una de las piedras angulares y básicas del llamado
"Nuevo periodismo", que, según Sebastián Bernal y Albert Chillón, designa un
heterogéneo conjunto de obras y autores cuyo denominador común consiste, en
primera instancia, en su más o menos drástica distinción con respecto al periodismo
escrito convencional publicado en Estados Unidos hasta los primeros años de la década
de los sesenta (10).

La periodista Maruja Torres da una definición muy simplificada, aunque no por ello
menos correcta, del nuevo periodismo, haciendo alusión a la tan estudiada relación del
periodismo con la literatura (11). Para ella no es sino "una cosa que ha estado de moda
en los Estados Unidos, pero que no consiste en el fondo más que en enfocar el
periodismo como si fuese literatura" (12).

Cuando en 1976 apareció en España la primera edición de "El nuevo periodismo", de


Tom Wolfe, considerado por muchos como el principal representante de esta nueva
tendencia, profesionales como Vázquez Montalbán, Francisco Umbral, Rosa Montero,
Manuel Vicent, o Maruja Torres, entre otros, llevaban ya algún tiempo rompiendo con el
aburrimiento de la prensa española tradicional. Este hecho prueba que ha sido
exagerado el pretendido carácter innovador de conocidos periodistas norteamericanos
como Wolfe, Southern, Greenfield, Thompson, etc.

Lo que sí parece claro es que uno de los rasgos más destacados de esos años es la
crisis del denominado "estado de bienestar". Este fenómeno se manifestó de forma

46
particular en las generaciones más jóvenes de la época, que pusieron en entredicho los
fundamentos del orden social vigente.

En la actualidad, puede decirse que el nuevo periodismo es un fenómeno


prácticamente acabado, y la publicación de sus trabajos se ve reducida a suplementos
dominicales y algunas revistas y diarios convencionales.

Sobre el tipo de reportaje que hoy se publica en la prensa, tanto dentro como fuera de
nuestras fronteras, existen opiniones muy dispares. Hay autores que encuentran
motivos para opinar que el reportaje es un género abocado al fracaso y que su fin está
próximo, pero las razones que me llevan a pensar lo contrario están suficientemente
fundamentadas como para defender con solidez la visión que expongo a continuación.

4. El reportaje de hoy y del mañana.

Actualmente, los reportajes suelen relegarse en la práctica a una serie concreta de


secciones no consideradas centrales de los periódicos, un hecho que, según Sebastiá
Bernal y Albert Chillón, "da cuenta de la escasa importancia y 'seriedad' informativa
que los responsables de los diarios le otorgan"; y añaden: "Se da una relegación de los
textos informativos de creación a las secciones y unidades periféricas del diario, del
centro 'serio', 'objetivo' y 'ponderado', donde se ofrece la información considerada
fundamental" (13).

Valga como ejemplo el diario El País, donde casi todos los reportajes se ven relegados a
las secciones de Cultura, Espectáculos, Contraportada, Sociedad y suplemento
dominical. Este hecho se repite en muchos otros diarios, sea cual sea su procedencia, y
viene a confirmar, defendiendo la opinión de Bernal y Chillón, la consideración que los
periódicos prestan a los géneros más creativos valorándolos como textos secundarios.

Retomando el caso de El País, el hecho de que la mayoría de los reportajes tiendan a


concentrarse en unas pocas secciones podría llevar a pensar que este género está
condicionado por ciertos temas, pero quizás dependa más del talante de los
profesionales y de las rutinas periodísticas que de los ámbitos temáticos de las
secciones en las que aparecen.

A pesar de lo dicho, la prensa de masas, desprovista del monopolio de la información


por los medios audiovisuales y por las nuevas tecnologías de la información, sí va
demostrando desde hace unos años sensibles transformaciones técnicas, productivas,
estéticas, temáticas y estilísticas.

En los textos informativos convencionales, la desaparición del autor, que es eclipsado


por el periódico o institución para la que trabaja, homogeneiza los estilos y los modos
de informar y ofrece una falsa apariencia de neutralidad, objetividad, imparcialidad,
apoliticismo e independencia informativa, mientras que los denominados "productos
informativos de creación" (14), y más en concreto el reportaje, devuelven a los lectores
la certeza de estar siendo informados por una persona reconocible -no olvidemos que
los reportajes, por norma general, se publican firmados-, dotada de un estilo personal y
susceptible de equivocarse.

La realidad que nos rodea es cada vez más compleja y el lector contemporáneo es
diferente y se ha creado nuevas necesidades y exigencias, no sólo de estar informado
conociendo lo que ocurre sino también por qué, para qué y cómo ocurre. Esto
determina la necesidad de nuevos métodos y técnicas a la hora de escribir, que se

47
encuentran sintetizados en el que debería ser el género predominante por excelencia
en las próximas décadas, el reportaje.

A modo de ejemplo, los resultados de una encuesta hechos públicos en el Congreso


Internacional de Prensa, celebrado en Amsterdam en junio de 1997, dan a conocer que
el 50% de los lectores de prensa adultos considera "muy importante" la publicación de
reportajes de investigación, y un 64% declara que leería más la prensa si los periódicos
ofrecieran una mayor explicación de temas complejos (15).

Obviamente, no se puede ignorar la postura que toman los estudiosos que auguran el
fin del nuevo periodismo, y en cierto modo del género reportaje. Defienden su postura,
argumentando que es evidente el incremento del número de fotografías y la reducción
de texto en las páginas de los periódicos, y que aunque el lector desearía más géneros
interpretativos, se impone la necesidad de reducir el número de páginas, debido a los
elevados costes del papel en el mercado (J. Lluís Gómez-Mompart, Santiago de
Compostela, 1995).

En contrapartida, los beneficios que aporta este tipo de géneros no son pocos. Esto lo
constata Martín Vivaldi en sus comentarios sobre el gran reportaje, extensibles a
cualquier reportaje elaborado con verdadera profesionalidad, independientemente de
su extensión:

Cumple una misión, no sólo informativa sino cultural de primer orden. Informa a los
lectores, comunica cuanto de comunicable haya en el mundo y, al propio tiempo,
conforma sus gustos, afina el paladar literario del público lector, porque la información
realizada y trabajada con altura, con nivel literario y precisión periodística -incluso con
preocupación filosófica- puede ser (...) una poderosa fuerza educativa (16).

No debemos olvidar al periodista, más concretamente el reportero. Éste debería contar


con las condiciones necesarias para salir de la rutina de trabajo que supone escribir
diariamente informaciones "en serie", y que le permitan captar cualquier aspecto de la
realidad -tanto político como económico o social- con profundidad, llegar a la esencia
de los hechos y ofrecérselos al lector analizados detalladamente.

En relación con lo anterior, J. Antonio Zarzalejos, director de El Correo Español-El Pueblo


Vasco, niega el declive de este género y está convencido de que se camina hacia un
periodismo más interpretativo de las noticias, que los lectores ya no se conforman con
la información efímera, y que cada vez se hace más patente la necesidad por parte de
los periódicos de recuperar el protagonismo de géneros como la entrevista, la crónica o
el reportaje, además de incorporar profesionales de calidad que permitan a la prensa
cumplir con su función adecuadamente. (J. Antonio Zarzalejos, Santiago de
Compostela, 1998).

5. Conclusiones.

Actualmente, la función puramente informativa es cubierta por los medios de


comunicación hegemónicos como la radio o la televisión con una inmediatez
insuperable por la prensa. Por ello el periodismo más creativo, más literario, debería
extenderse a todas las páginas de los periódicos, como respuesta a unas necesidades
del lector que los medios audiovisuales no cubren.

Los productos informativos de creación, y el reportaje en mayor medida, son la clave


para imaginarse cómo será la prensa en las próximas décadas, cuando adquieran más

48
importancia en las páginas de los periódicos la reflexión, la crítica y la interpretación
sobre las informaciones ofrecidas masiva e instantáneamente por los nuevos medios
emergentes -como Internet- de la nueva era multimedia que estamos viviendo.

Como señalan Bernal y Chillón:

"El abandono efectivo de su primigenia función informativa en manos de los mass-


media audiovisuales y de los futuros medios basados en el desarrollo de la telemática
conducirá irremediablemente a la prensa hacia la adopción de funciones de
profundización, contextualización y argumentación de las noticias "duras" servidas a
través de aquellos canales" (17).

Su convencimiento es tal que extienden sus predicciones, augurando el protagonismo


de los géneros interpretativos más allá de la prensa diaria:

"Junto con el previsible incremento de la importancia de los géneros interpretativos


tradicionales, es posible prever el desarrollo de nuevas concepciones y prácticas
informativas que, en su caracterización formal, estilística y estructural, se asemejarán
a los modelos que hoy son patrimonio exclusivo de los medios escritos de periodicidad
semanal o mensual" (18).

En concordancia con estos autores, es de esperar que la prensa, si actúa de manera


inteligente, abdicará de los modelos inspirados en el periodismo hegemónico
anglosajón. Si los gestores de la información escrita quieren afrontar con éxito los
numerosos retos que se avecinan y sobrevivir ante los nuevos medios, este hecho
deberá ser una realidad más que un boom coyuntural como el que pareció suponer el
nuevo periodismo estadounidense.

Bibliografía.

BERNAL, SEBASTIÁ y CHILLON, LLUIS ALBERT, Periodismo informativo de creación.


Barcelona, Mitre, 1985.

CASSASUS, J. Mª y NUÑEZ LADEVEZE, LUIS, Estilo y géneros periodísticos.

CHILLON, LLUIS ALBERT, La literatura de fets. Barcelona, Libergraf, 1994.

CHILLON, LLUIS ALBERT, Literatura y periodisme. Literatura periodística y periodisme


literari en el temps de la post-ficció. Valencia, Univ. de Valencia, U. de Alicante, Jaume I
de Castelló, 1993.

LOPEZ, XOSE y TUÑEZ, MIGUEL, Redacción en prensa: a noticia. Lea, Santiago de


Compostela, 1995.

LUTHER MOTT, FRANK, A history of American magazines. Cambridge, 1968.

MARTIN VIVALDI, GONZALO, Géneros periodísticos. Madrid, Paraninfo, 1987.

Notas.

Aunque las alusiones al reportaje en las más importantes obras sobre teoría, historia y
técnica del periodismo son constantes, no se han escrito monografías que se puedan

49
considerar satisfactorias. La explicación de esta falta hay que buscarla, primero, sin
duda, en la adolescencia de los estudios periodísticos, marcados en general -con
contadas excepciones- por el espíritu normativo y por la falta de rigor teórico e
historiográfico, entre otras cosas. La abundancia bibliográfica sobre periodismo es
pródiga en alusiones a la técnica del reportaje, pero sorprendentemente faltan obras
específicas de carácter teórico e histórico que puedan fomentar una reflexión
sistemática y rigurosa sobre el género. Las principales contribuciones al estudio del
reportaje proceden de Estados Unidos y, en menor medida, de Alemania y Francia. Son,
en su mayor parte, anuales de contenido general, dedicados a la didáctica del
reportaje, y suelen tener un carácter prescriptivo, poco proclive al análisis y la
descripción del género. (Albert Chillón, La literatura de fets, Barcelona, Libergraf,
1994).

(1) Lluís Albert Chillón, La literatura de fets , Barcelona, Libergraf, 1994.

(2) Ibídem.

(3) Xosé López y Miguel Túñez, Redacción en prensa: a noticia, Santiago de


Compostela, Lea, 1995.

(4) Puede verse en las páginas dedicadas a "Análisis del sistema teórico de los géneros
periodísticos", en Estilo y géneros periodísticos, de J. Mª Cassasús y Luis Núñez
Ladeveze.

(5) Lluís Albert Chillón, La literatura de fets, Barcelona, Libergraf, 1994.

(6) Gonzalo Martín Vivaldi, Géneros periodísticos , Madrid, Paraninfo, 1987.

(7) Lluís Albert Chillón, La literatura de fets , Barcelona, Libergraf,1994.

(8) Ibídem.

(9) Frank Luther Mott, A history of American Magazines. Vol. V: Sketches of 21


magazines(1905-1930) Cambridge, Mass., 1968.

(10) Sebastiá Bernal y Lluís Albert Chillón, Periodismo informativo de creación ,


Barcelona, Mitre, 1985.

(11) Para una información más detallada sobre esta cuestión Albert Chillón, Literatura y
periodisme. Literatura periodística y periodisme literari en el temps de la post-ficció,
Valencia, Univ. de Valencia, U. de Alicante, Jaume I de Castelló, 1993.

(12) Sebastiá Bernal y Lluís Albert Chillón, Periodismo informativo de creación,


Barcelona, Mitre, 1985.

(13) Sebastiá Bernal y Lluís Albert Chillón, Periodismo informativo de creación,


Barcelona, Mitre, 1985.

(14) Sebastiá Bernal y Lluís Albert Chillón, Periodismo informativo de creación,


Barcelona, Mitre, 1985.

50
(15) McKinsey & Company, Circulation winners-presentation to the World Association of
Newspapers, Amsterdam, 1997.

(16) Gonzalo Martín Vivaldi, Géneros periodísticos, Madrid, Paraninfo.

(17) Sebastiá Bernal y Lluís Albert Chillón, Periodismo informativo de creación,


Barcelona, Mitre, 1985.

(18) Ibídem.

El reportaje: género inadvertido.

La investigación y la versatilidad son sus más grandes aliados. La realidad su materia


prima. Relatar, describir y exponer los aspectos desconocidos de un hecho habitual o
extraordinario presentado por los medios de comunicación, es otra de sus múltiples
características que le han conferido el calificativo de padre de los géneros
periodísticos. De su estilo directo, es la sencillez y la precisión las que sobresalen. El
testimonio de su reputación data desde antes de que existiera el vocablo en su
acepción actual (por lo menos en español) y se extiende hasta nuestros días en los que
el reportaje se ha convertido en un invitado obligado a innumerables mesas, en donde
literatos y periodistas se disputan su heredad.

Aunque las raíces del vocablo reportaje no son exclusivas de una lengua, las
interpretaciones de su origen etimológico han permitido que este término amplíe aún
más su variabilidad temática, de estructura y estilo, ya que si bien el término francés
reportage significa "trasladar, dar algo a alguien", en inglés report es un informe
administrativo o judicial que da cuenta de los delitos o faltas administrativas y
judiciales; y en latín reportar es sinónimo de informar. Indudablemente, el reportaje se
construyó en la práctica-técnica sin haberse primero constituido la palabra.

Algunos autores coinciden en que el nacimiento del reportaje se encuentra en la


literatura testimonial tradicional: "especialmente de las crónicas, relaciones
epistolares, estampas costumbristas y relatos de viaje". No obstante más de un autor
como Gonzalo Martín Vivaldi está seguro de que el reportaje inaugural en la historia de
la humanidad es el Génesis -primer libro de la Biblia-. Otros como Javier Díaz Noci
sostienen que los Eddas y los Skald -ambos sagas islandesas compuestas entre los
años 800 y 1100- son el antecedente de la técnica del reportaje.

Origen divino o juglar, el reportaje se compromete como el género más completo y


complicado en el mundo del periodismo.

El origen del reportaje es también la cuna de la humanidad, y es que desde el


momento en que hombres y mujeres dejaron huellas evidentes de su estancia e
interacción con otros, la trascendencia de esos actos nos permitieron conocer el qué, el
cómo, el cuándo, el dónde y un esbozo del porqué, de sus acciones y de las
circunstancias que recorrieron.

El reportaje como la vida misma nos vivifica el presente como historia y gracias "a su
diversidad de manifestaciones, a las múltiples funciones comunicativas que ejerce y a
la versatilidad temática, compositiva y estilística que le es inherente, el reportaje es
con diferencia el más flexible: el más complejo y también -como la novela- el más
camaleónico de los géneros periodísticos".

51
Características del reportaje.

El periodismo se expresa en géneros y éstos por la caracterización de la información


que presentan se distinguen como informativos, opinativos e híbridos. Es importante
tener en cuenta que aunque la caracterización de ellos no es rígida, pues se
interconectan, es posible identificarlos ya que resalta siempre el peso de lo informativo,
de lo opinativo o de la mezcla de ellos. Si para Marín y Leñero el reportaje corresponde
al género informativo al tener como punto de partida a la noticia que se ahonda en
busca de lo desconocido de lo hasta ahora conocido, para Díaz Noci el reportaje es un
género interpretativo pues sugiere que el reportajista es un ensamblador del
rompecabezas de la realidad, y al estilo de Gabriel García Márquez aprecia que no se
puede ser un buen periodista sin imaginación, ya que el reportaje "es un gran fresco
donde las pinceladas son palabras y el reportero es capaz de proyectar, desde las
páginas en blanco y negro, el calidoscopio multicolor que es toda la sociedad".

La idea del reportaje objetivo, copia fiel de la realidad tal y como se concebía antes, fue
superado durante la segunda mitad del siglo XX por la necesidad que tiene el
periodista de usar la imaginación y creatividad en el momento de exponer
comentarios, razonamientos, cavilaciones, suposiciones y pretensiones. El único límite
es no tergiversar la verdad. De esa manera se origina el reportaje interpretativo como
una información narrada con toque literario, como una de las aportaciones del nuevo
periodismo, cuyo máximo exponente es Tom Wolfe.

Al reportaje se le han atribuido innumerables propósitos: profundizar en la causa


(pasado) de los hechos actuales (presente) a fin de poder proyectarlos (futuro),
utilizando a los demás géneros periodísticos para describir, narrar, descubrir y educar.
Ello nos descubre que el reportaje es el género que viaja a través del tiempo con el
propósito de evidenciar la verdad: viaja al pasado para proporcionar antecedentes y
permitir las comparaciones, enlaces y significaciones con el presente de la temática
que se investiga para conocer su impacto, repercusiones, comportamiento a partir de
conclusiones que el periodista proporciona por medio de sus análisis e interpretaciones
de la realidad.

De allí que de las preguntas básicas del reporteo (qué, cómo, cuándo, dónde, por qué y
para qué) el qué es la principal razón del reportaje sin descuidar, claro está, el cómo y
el porqué. ¿La razón?: es la indagación de una situación o hecho con un propósito
social que amalgama perfectamente la descripción, la narración y la exposición de las
razones, circunstancias y consecuencias que acompañan al suceso, comparándolo con
otros en el tiempo a través de la interpretación y el análisis de la realidad informativa a
cargo del periodista.

Tipos de reportaje.

Al igual que en la clasificación de los géneros periodísticos, la tipología aunque existe y


es pródiga resulta necesario observar que los estudiosos de este género hay detectado
cuantiosos criterios para agrupar al reportaje; los hay desde el modo o la manera en
que se planean y realizan, por el número y el tratamiento de las fuentes, por la
extensión del tema, por estilo, entre otras formas.

Novelo y Sánchez en un esfuerzo sobresaliente englobaron de una manera precisa y


concreta la tipología del reportaje en una tabla que comprende sino todas, por lo
menos las categorías de reportaje más citadas y más trabajadas por autores

52
hispanoamericanos, entre las cuales están: criterios temáticos, soportes y canales de
difusión, formato, rapidez, profundidad, el espacio, tratamiento informativo, estilo y
composición periodística.

Sin duda, la misma construcción social de la realidad ha permitido al reportaje


experimentar fondos y formas variadas, dejando en claro que no existen fronteras
rígidas sino más bien todas las clasificaciones posibles se entrelazan para hacer del
reportaje el género periodístico por excelencia.

Luis Velásquez, quien está seguro que el reportajista está en la cima del periodismo por
la complejidad del género que descubre su sensibilidad humana y social, refiere que
cada reportaje exige un tratamiento distinto pues el documentar la realidad paso a
paso requiere de una alta responsabilidad social por parte del reportero:

Escrupulosidad a prueba de bomba, para que cada párrafo, frase, dato sean
incuestionablemente ciertos, fundamentados, hasta con pruebas jurídicas, testimonios
inapelables. (…) En el reportaje, la demostración de los hechos se hace con
fundamento jurídico.

Fases del reportaje.

Los pasos para la realización del reportaje recaen en la propuesta de Marín y Leñero, a
quienes la práctica de este género los llevó a advertir que en su realización están
presentes: a) la preparación, que incluye la motivación y la planeación con base en
objetivos y enfoque de la indagación; b) la realización, que considera el acercamiento
de todas las fuentes de información; c) el examen de datos, que posibilita la valoración
de la información que derivará en la selección y jerarquización de los datos; d) la
redacción, que abraza la estructura y escritura del reportaje, y e) la publicación.

Sobre la estructura del reportaje, Marín y Leñero son quienes han presentado la
tipología más abundante, precisa y completa de entradas, desarrollos y remates
periodísticos. En cuanto a las entradas -que describen como el gancho del reportaje- se
incluyen las siguientes: noticiosa, descriptiva, histórica, contrastada, analógica, de
definición, de juicio, de detalle, coloquial y de cita. Relativo al desarrollo o cuerpo de la
información, en donde se sustentan las hipótesis de trabajo, se despliegan los datos
acuciosos y la vivacidad de las narraciones, se consideran que pueden ser clasificados
por: temas, fuentes y elementos de investigación, cronológico, el orden de la
investigación y enigmático; todos ellos persiguen, al igual que la novela, despertar los
sentidos de quien lee a partir del sexto sentido de quien escribe. Referente al remate,
al final final, al broche de oro, en donde el periodista alcanza el culmen de la
profundidad, propiedad y responsabilidad con la que trató a la información, se dice que
la conclusión del reportaje desmenuza, aclara y finaliza de forma sintética la trama
social revelada; de esa manera encontramos remates de retorno, de conclusión, de
sugerencia, rotundo y de detalle.

Todos estos elementos estructurales del reportaje -la entrada, el cuerpo y el remate-
tienen como objetivo volver simple lo complejo. Sin embargo, los periodistas necesitan
tomar en cuenta no sólo el conocimiento de la realidad, su preparación en técnicas
periodísticas y el desarrollo de un pensamiento fino, coherente y responsable, sino
también el espacio y el tiempo para desarrollarlo, e incluso el desinterés de los
periódicos por el gran reportaje: un texto de relleno o secundarios, o peor aún: que
pasa inadvertido en la lupa de la agenda periodística.

53
Bibliografía.

Chillón, Lluís Albert. Literatura y periodismo: una tradición de relaciones promiscuas.


Universitat Autónoma de Barcelona. Barcelona. 1999.

Marín, Carlos. Manual de periodismo. Edit. Grijalbo. México, D.F. 2003

Federico Campbell. Periodismo escrito. Edit. Ariel. México, D.F. 2000.

Luis Velásquez. Técnica del reportaje. Textos universitarios de la Universidad


Veracruzana. Veracruz, México. 2003

Gonzalo Martín Vivaldi. Géneros periodísticos. Edit. Paraninfo 6ª. Edición. Madrid
España. 1998.

54
Géneros de Opinión

55
Material complementario III.11

Secretaría de la Redacción/VI Sem. ECS/Facilitadora: Jimena Alexandra Rueda

Un editorial es un género periodístico, que consiste en un texto no firmado que


explica, valora y juzga un hecho noticioso de especial importancia. Se trata de una
opinión colectiva, de un juicio institucional formulado en concordancia con la línea
ideológica del medio.

Este texto es tradicional de los periódicos y suele aparecer situado en un lugar


preferente dentro de la sección de opinión de un medio de comunicación. Aunque el
editorial no lleva firma, ya que resume una opinión colectiva, hay periodistas
encargados de su redacción, los llamados editorialistas.

El editorial está siempre ligado a la actualidad, ya que su relación con un hecho


reciente es lo que le otorga la característica de mensaje periodístico y lo aleja de ser un
ensayo breve.

Funciones.

El editorial puede cumplir diversas funciones a la vez. Las funciones del editorial son
explicar los hechos y su importancia, dar antecedentes (contextualización histórica),
predecir el futuro, formular juicios morales o de valor y llamar a la acción.

Se informa sobre un acontecimiento acerca del que se va a opinar, pero no se detiene


en él, sino que los datos informativos que aporte serán únicamente el hilo conductor de
las opiniones. Se explica el tema también porque el editorial presenta una visión
articulada y relacionada de los acontecimientos, lo que ayuda a la comprensión del
tema por parte del lector.

También tiene una función indagadora de lo que puede llegar a significar lo que está
ocurriendo, captando el síntoma de futuros acontecimientos. El editorialista debe
distinguir entre lo que hay de pasajero y accidental en un hecho de lo que es decisivo.

Los editoriales de acción buscan una respuesta del público por la trascendencia del
tema. Se suelen publicar después de otros con un tono explicativo y persuasivo. El
editorial que llama a la acción sería en este caso un broche final. Son muy frecuentes
en los periodos electorales.

Tipos.

• Explicativos: en los que no se deduce ninguna opinión directa.


• De tesis u opinión: en los que se expresa claramente la opinión favorable o
desfavorable.

Según la función psíquica:

• Informativos: se dirige al conocimiento o la percepción


• Interpretativos: introduce causas, efectos, futuro, conjeturas, etc.

56
• Para convencer: se dispone en forma retórica, con argumentaciones y contra
argumentaciones, para tratar de llegar al ánimo del lector.
• De acción: en el se tratan de poner en acción todos los resortes por los cuales
se pueda mover la voluntad del lector.

Para Martínez Alberto el artículo editorial es la opinión del periódico respecto a las
noticias que publica

Martín Vivaldi lo define como el Artículo periodístico en el que se comenta analiza,


interpreta y valora, un hecho o noticia de especial relevancia o trascendencia local,
nacional o internacional. Refleja generalmente, el pensamiento de la empresa editora
como órgano de opinión.

Los editorialistas.

El equipo editorial es distinto dependiendo de si se trata de un medio con modelo


norteamericano o con modelo europeo.

En el diario norteamericano se establece una diferencia, incluso física, entre el


departamento de noticias y el departamento ocupado de la página editorial. Este
último tiene su propio director y su plantel de editorialistas y depende, o bien
directamente del propietario del medio, o bien de un director responsable de toda la
publicación.

En el diario europeo (y la mayoría de los latinoamericanos), ambos departamentos


dependen del director de la publicación y es un periodista el que ejerce de jefe de
opinión. Además no se establecen departamentos separados sino que se apoyan
mutuamente. En este caso el equipo editorial lo forman redactores con responsabilidad
en las tareas organizativas del trabajo de redacción, a quienes se les encomienda en
ocasiones escribir el editorial.

El equipo lo completan colaboradores habituales del medio que no están en plantilla ni


son periodistas profesionales, pero que cuentan con la confianza del medio y coinciden
con su línea ideológica. El verdadero proceso del editorial comienza desde el editor,
que tiene cierta dependencia respecto de algunos poderes, mayor o menor
dependiendo del diario y de la coyuntura.

En general la frecuencia de publicación es diaria y el editorial es el resultado del


trabajo de un grupo más o menos numeroso de personas, excepto en algunos
periódicos más pequeños en los que el director escribe todos los editoriales (en ellos el
editorial no se publica a diario).

Temática y estilo.

Los editoriales reflejan los temas principales que se están discutiendo en país, que
viene de la mano de la actualidad. La política ocupa la mayor atención, las cuestiones
políticas en sentido amplio son los temas preferentes. La economía es cada vez más
frecuente, pero continúa primando la política en todas sus vertientes: local,
autonómica, nacional e internacional. En escasas ocasiones el tema gira en torno al
ámbito social o cultural.

Por su parte, la profesora Pastora Moreno Espinosa. Docente de la Universidad de


Sevilla, en España, lo define como el género que expresa el criterio del medio sobre los

57
hechos más destacables. Ofrece el punto de vista institucional y, como consecuencia
de ello, la redacción se ve afectada por un cierto protocolo, empleando un lenguaje
menos personal. Suele tratar temas de eminente actualidad aunque no se limita a
ellos. La finalidad de este género es la de intentar influir en la opinión pública.

Su estructura se divide en tres partes, una informativa, en la que avanza el tema y que
sirve para abrir el texto, una segunda interpretativa, en la que el autor del editorial
expone los argumentos y las interpretaciones, y una última fase denominada
deliberativa o conclusiva. En ella se conceden las últimas apreciaciones sobre el tema y
se cierra el texto.

Material complementario III.12

58
Secretaría de la Redacción/VI Sem. ECS/Facilitadora: Jimena Alexandra Rueda

La columna es un escrito que, habitualmente, se encuentra en las primeras páginas


de los periódicos, y en el que, quien la escribe (el columnista) reflexiona acerca de un
hecho o un problema relevantes en la actualidad, bien sea a nivel nacional o global,
buscando hacer un análisis que de cómo resultado una formulación de puntos de vista
que puedan ser entendidos como recomendaciones o sugerencias.

El columnista busca informar y analizar hechos de forma breve y mediante un lenguaje


personal, haciendo de su condición subjetiva la característica más relevante de sus
escritos, condición que hace que, generalmente, las grandes polémicas periodísticas se
gesten en las columnas de los periódicos.

Por último, es importante agregar que éstas pueden versar sobre cualquier tema,
aunque por lo general tratan temas políticos, económicos y sociales. Están en las
primeras páginas de los periódicos.

La columna es un espacio fijo y periódico en un medio. Generalmente esta a cargo de


un periodista, pero también puede ser escrita por un especialista como por ejemplo o
médico o un deportista. Normalmente una columna tiene el objetivo de mostrar puntos
de vista ante una noticia y pude expresar un punto de vista diferente al editorial.

LÓPEZ PAN, Fernando. 70 columnistas de la prensa española, Eunsa, 1995. La define


como texto retórico-político de autoría individual que puede presentar diversas formas
expresivas -narrativa, representativa o argumentativa- y temas, cuyo elemento
configurador básico es el ethos del autor expresado a través de unos elementos
formales permanentes que le permiten manifestarse con continuidad: lugar fijo y
asiduidad.

Columna de autor:

Generalmente identificadas con el nombre del periodista (a veces incluso hasta con su
foto), están basadas en la idea de crear cierta complicidad entre el autor y el lector
dadas por la familiaridad y la frecuencia con que aparecen sus comentarios.

Columna de tema:

En este caso no están a cargo de un solo columnista sino de varios que vierten su
opinión sobre un mismo tema. El tema puede ser el deporte, las noticias
internacionales o un suplemento de salud o cocina.

Según Pastora Moreno Espinosa. Docente de la Universidad de Sevilla, en España.

La columna analiza, interpreta y valora, y su finalidad concreta es la de orientar al


público sobre las noticias.

Tiene tres características: la periodicidad/actualidad, la titulación fija y el carácter


emotivo con el que se expresa.

La columna proporciona momentos de recreación, motivo por el que se encuentra


cerca de la literatura, tiene total libertad temática y formal, hace uso habitual de la
ironía y se establece con frecuencia una identificación entre columnista y lector.

59
Este tipo de género ha de reunir ciertos rasgos: ha de ser original, nueva, tiene que
captar el interés del público, no debe estar escrita en un tono propagandístico y ha de
estar dirigida hacia un beneficio social.

Su estructura es completamente libre, aunque como modelo se puede aceptar el


convencional de entrada, desarrollo y conclusión.

Dicha estructura aunada a sus características específicas de tono, lenguaje, título,


espacio y periodicidad, además de tema y la posibilidad de tratar uno o varios asuntos
en el mismo artículo, permite clasificar a la columna de la siguiente manera:

- Columna de opinión. Por su forma y tono serio, parece un editorial. Sin embargo,
todos los juicios que en ella se expresan son responsabilidades del columnista, quien
así lo acepta mediante su firma. Puede incluso no presentarse esta diferencia en el uso
del lenguaje y sólo caracterizarse como columna por sus cualidades formales: título,
periodicidad y espacios fijos.

- Columna de información. Se le denomina de este modo a la columna en la cual


predomina la información sobre el comentario o éste infiere por la manera en que el
columnista trata la información. Él es quien ha trabajado el material para integrar la
columna y, por lo mismo es responsable de lo que escribe.

- Columna humorística. Se escribe con el propósito de divertir y entretener a los


lectores. Su temática es diversa y los comentarios se caracterizan por su ironía.

- Columna de personalidades. El columnista se ocupa de todas las personalidades de la


comunidad que destacan en algún momento o por algún motivo. Así, puede referirse a
los funcionarios públicos, a los deportistas ganadores de un premio o a los artistas
famosos. En suma, se ocupa de toda aquella persona que resulta interesante para los
lectores.

- Columna revoltillo. Esta columna es bastante frecuente. Presenta a sus lectores un


poco de todo. Está formada por una gran variedad de temas. Por ejemplo, el
columnista comenta algún acontecimiento en tono editorial y a renglón seguido cambia
de tono. Después hace otro comentario, con el mismo tono serio de un principio o con
un enfoque picaresco. Además de esto, en la columna revoltillo se pueden hacer otras
muchas combinaciones.

Material complementario III.13

Secretaría de la Redacción/VI Sem. ECS/Facilitadora: Jimena Alexandra Rueda

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El artículo, es el género periodístico que de manera personal interpreta, informa,
analiza los acontecimientos y establece una tesis que luego constata. De los géneros
de opinión, el artículo es quizá el menos confidencial de todos, del mismo modo que el
menos actual. Se caracteriza visualmente por su extensión, que supera con creces a la
de una columna.

Su estructura está compuesta por una proposición general que explica el tema e
introduce el texto, continúa con detalles menores, más tarde analiza (es la fase
formativa), a continuación comprueba y por último valora y concluye, además de
apuntar las diversas consecuencias y de hacer una llamada a tomar postura respecto
de lo que se está tratando en el texto.

La intención del artículo es la de despertar la conciencia crítica de los lectores a través


del análisis y la interpretación pormenorizada de un tema.

Fuente: Pastora Moreno Espinosa. Docente de la Universidad de Sevilla, en España.

Definición.

(…) Escrito, de muy vario y amplio contenido, de varia y muy diversa forma, en el
que se interpreta, valora o explica un hecho o una idea actuales, de especial
trascendencia, según la convicción del articulista.

El buen artículo es un comentario interpretativo de la actualidad. Y su comento


puede ser filosófico, poético o humorístico.

A diferencia del comentario editorial, el articulista no suele dictar un "tratamiento" para


el problema en cuestión. El articulista analiza y valora. Diagnostica y pronostica, pero
suele dejar el tratamiento, la terapéutica, para el editorialista o columnista
especializado en el tema.

(…) El artículo periodístico es tan vario, tan múltiple, tan personal, que la definición-
delimitación siempre resultará incompleta, sólo aproximada.

(…) Género ambivalente que unos estiman como "periodismo mayor" y otros como
"literatura menor". Y que no es ni lo uno ni lo otro. Es periodismo literario o
literatura periodística. O, como dijo González Ruano, es "el auténtico género literario
característico de nuestra generación". Como contrapunto de esta tesis, también se ha
dicho que el "periodista-escritor es más genuinamente periodista que el periodista
informador".

(…) Para precisar el concepto, acaso conviniera diferenciar netamente el artículo


periodístico de la crónica. Y la diferencia esencial entre ambos géneros es la siguiente:
la crónica es esencialmente noticiosa, el artículo puede no serlo. (…) En la
crónica, la valoración, interpretación y opinión del cronista debe ir como fundida con
los hechos que se narran; se comenta mientras se va relatando, fundiendo narración y
comentario (…) En el artículo, la opinión del articulista es el eje, la esencia, lo
fundamental. (…)

En la página 298, Martín Vivaldi lo define como "Espacio periodístico reservado a un


determinado escritor o periodista para que en él escriba sobre temas de actualidad que
tengan interés público. La diferencia fundamental entre "columna" y "artículo editorial"
reside en que aquélla va firmada y éste no. Y donde el editorialista utiliza el plural de

61
modestia "nosotros creemos", el columnista puede decir "creo", "pienso", "estimo" en
primera persona del singular. Aunque también, claro está, puede utilizar la primera del
plural o el indeterminado "uno", "uno cree o piensa que…"

Clases de artículos.

Prácticamente infinitas. Tantas como temas o asuntos. (…) Se pede escribir de todo y
en todos los tonos. Un mismo tema puede ser tratado filosóficamente, científicamente
o en tono humorístico. (…) El ideal del artículo periodístico -el artículo periodístico
ideal- es el literario-poético-filosófico-humorístico, que nos dará una amena lección de
cualquier cosa, congrato estilo, profundidad de pensamiento, aliento poético y unas
gotas de humor, de buen humor. Es el artículo que se lee, relee y comenta. (…)

MARTÍN VIVALDI, G. Géneros Periodísticos, Paraninfo, 1973. pp. 173-208

Material complementario III.14

Secretaría de la Redacción/VI Sem. ECS/Facilitadora: Jimena Alexandra Rueda

62
Pastora Moreno Espinosa. Docente de la Universidad de Sevilla, en España, considera
que la misión de la crítica es la de orientar a la opinión pública, razón por la que ha de
ser informativa. Es un género que está inserto en el mundo de la cultura, del arte, y
suele circunscribirse a un lector interesado por este ámbito y quizá por ello es un
género aparte. En concreto, se ocupa de la labor de un artista y no de sus
interioridades.

La crítica se identifica, al margen de por la ficha técnica que ha de llevar y que recoge
los datos fundamentales del objeto de análisis, por el lenguaje que emplea, ya que de
todos los géneros de opinión, suele ser el más intelectual.

La estructura que el crítico utiliza para este género es totalmente libre. A menudo, en
las publicaciones que dejan espacio entre sus páginas para las críticas se encuentran
artistas o literatos de reconocido prestigio que ofrecen su opinión sobre tal o cual obra.

Las características específicas de la crítica son:

- La ficha técnica, con los datos más importantes de la obra.


- Un título generalmente connotativo.
- Flexibilidad en la redacción del texto, en el que suelen aparecer:

*Los antecedentes de la obra, datos del autor y producciones anteriores.


*El argumento o al menos, parte de éste.
*El veredicto del crítico sobre la obra.

Además, la crítica ha de informar fielmente, evitar la tendencia a la destrucción y al


elogio, ser ponderada y justa, analítica y sintética, de espíritu reflexivo, de tono
respetuoso, ecuánime y, por último, de un estilo denso, preciso, ágil y claro.

La clasificación de la crítica puede ser muy variada: literaria, de cine, teatral, de ópera,
de ballet, musical, deportiva, taurina (se pisa con la crónica), entre otras muchas. Su
función, por otra parte, ha de ser la de informar, orientar y educar, aunque sí es
necesario tener muy presente a la hora de escribir una crítica, que es importante no
contar al lector lo que éste tiene que descubrir en la obra.

La crítica de arte como género periodístico: un texto argumentativo que


cumple una función cultural.

La honestidad como requisito imprescindible.

En el diccionario de la Real Academia Española se define la crítica como “el arte de


juzgar de la bondad, verdad y belleza de las cosas”, y en la Enciclopedia Británica
como “la técnica de juzgar las cualidades y valores de un objeto artístico, tanto en
materia de literatura como de bellas artes”. Ambas se encuentran en la línea donde se
encuadra dentro del periodismo, y que coincide con su origen etimológico, del griego
kriticós, que significa “que juzga”. Pero además, la crítica es un género periodístico de
opinión. Se parece al artículo, en cuanto se trata de la valoración personal que su autor
realiza sobre un acontecimiento de actualidad. Incluso, hay autores que niegan que la
crítica pueda ser considerada como un género independiente, y la enmarcan dentro del
periodismo de opinión como un tipo especial del comentario (García, 1985, p. 84).
También se parece a una crónica por ser un texto que analiza algo sucedido
recientemente, aunque de ésta se diferencia por el asunto del que trata, ya que
siempre enjuicia una manifestación artística. Incluso, la crítica contiene también

63
información sobre la actualidad del mundo del arte, por lo que tiene también
componentes propios del periodismo informativo, pues la actuación de un grupo de
teatro o la publicación de un libro son hechos noticiosos en si mismos. Pero su
característica principal es el criterio subjetivo que refleja su texto. Se trata de un
género de opinión.

Existe discrepancia en cuanto a si en la crítica debe incluirse un juicio de valor, o,


sencillamente, deben reflejarse de forma objetiva los datos más significativos del
acontecimiento. Es posible que no reflejarla sea una muestra de incompetencia
profesional. Una crítica no es una descripción de la obra analizada para que el lector se
vea atraído y, posteriormente, saque sus propias conclusiones. Una simple descripción
de lo visto o leído no es una crítica de arte, ni tampoco lo es ceder la palabra al autor
de la obra para oír su opinión. El crítico tiene el deber de arriesgarse y dar a conocer su
particular valoración, por lo que su formación cultural es requisito imprescindible para
poder realizarla con perspectiva histórica.

Abril Vargas considera que en este género lo único que importa es la valoración que le
merece al crítico un trabajo artístico o creativo, por lo que debe firmarlo un experto en
el arte del que se trate (1999, p. 183). El crítico tiene como misión valorar la obra, pero
no exclusivamente basado en el gusto personal, porque la buena crítica no puede estar
sustentada únicamente en las preferencias individuales. Lo que identifica a este género
es que se trata de un texto donde el crítico argumenta los aspectos positivos o
negativos de forma consistente, y con criterios de más altura que los estrictamente
personales. Criticar no es censurar, pero sí valorar algo a la luz de la razón (Martín,
1986, p. 337).

Harris y Jonson también inciden en la necesidad de hacer una valoración sobre la obra
artística, y creen que la crítica en periodismo tiene un sentido positivo de orientación
cultural, lo que convierte al periódico en un actor importante de la educación popular
(Santamaría, 1990, p. 142). La crítica debe ser entendida como el arte de informar,
interpretar, y, sobre todo, valorar una obra artística (Vallejo, 1993, p. 22). Martínez
Vallvey la define como aquel texto que enjuicia espectáculos u otros bienes y servicios
destinados, fundamentalmente, al ocio de las personas (1999, p. 81)

Además, deben ser textos redactados con belleza expresiva. Se trata de escritos que,
al juzgar obras de arte, resultan ya creativos porque se apoyan en el propio trabajo que
evalúan, y profundizan hasta el punto de que pueden orientar hasta al propio autor
sobre determinados valores de su obra. Es un género de opinión que explica, analiza,
argumenta y enjuicia las cualidades y los valores de una obra de arte (Armañanzas,
1996, p. 144)

Si llegamos a la conclusión de que la crítica es el comentario que sobre una obra de


arte hace un especialista con valoración positiva o negativa, el texto que no la
contenga debe ser considerado como un género diferente. Y esta es la diferencia entre
crítica y reseña, pues mientras la primera es un texto elaborado por un experto que
valora en profundidad la obra, en el caso de la reseña se trata de un trabajo realizado
por un periodista que informa sobre algún acontecimiento del mundo del arte sin
valoración alguna (Morán, 1988, p. 14). Con esta definición, la reseña es un texto
descriptivo que está dentro de los géneros del periodismo informativo como una
modalidad de la noticia, mientras que la crítica es valorativa, y, por tanto, pertenece a
los géneros del periodismo de opinión. En esta línea se muestra Núñez Ladevéze al
afirmar que la crítica contiene valoración, mientras que la reseña es sólo una nota
informativa (1995, p. 110), y también Álex Grijelmo, quien considera que la reseña no

64
es un género periodístico, sino un tipo breve de noticia (2001, p. 53). La reseña sólo es
información sin opinión, por lo que se diferencia claramente de una crítica.

Si la parte fundamental de la crítica es la valoración de una obra, es imprescindible la


honestidad de quien la firma. El profesional del periodismo que quiera trabajar en este
género tiene que cumplir dos condiciones: gustarle la especialidad artística que elija, y
un elevado concepto de la honestidad (Abril, 1999, p. 195). Hay que tener en cuenta
que de la valoración de una obra pueden derivarse consecuencias económicas
importantes, por lo que el crítico debe estar alejado de presiones personales o
empresariales para ejercer su función con absoluta independencia. El crítico debe ser
un profesional con un incuestionable sentido de la ética periodística. Su valoración
honesta es su sello de identidad.

Además, las opiniones deberán estar basadas en el análisis riguroso de la obra sin que
se perciban puntos de vista extremos. Para emitir un veredicto fiable es necesario
evitar los prejuicios, por lo que el crítico no puede valorar con criterios de compromiso
en un determinado estilo o tendencia. El crítico no debe dar motivos para ser
considerado como un “escritor frustrado, burdo censor o caza gazapos” (Vallejo, 1993,
p. 32).

Con todo lo dicho anteriormente, se puede concluir en que la crítica es un género


periodístico argumentativo en el que se valora una obra de arte con un texto creativo
firmado por un experto en la modalidad artística que enjuicia, y donde la honestidad de
su autor es requisito imprescindible.

Un género argumentativo que educa y entretiene.

En la crítica de arte se utiliza un lenguaje persuasivo, y es que se trata de un género de


opinión explícitamente argumentativo. Tiene la intencionalidad, pues trata de
convencer al lector con una determinada valoración de la obra, y para ello tiene que
razonar sus valoraciones -que no pueden ser gratuitas-, sin incluir elogios inmerecidos
que puedan asemejarse a trabajos propagandísticos que no aguantan en pie desde que
los contradice la primera crítica responsable. La crítica de arte debe tener una
argumentación inspirada en el convencimiento personal de quien firma, y nunca en
criterios publicitarios o ideológicos. Lo importante es la exposición argumentada del
texto sin prescindir de los juicios de valor, y con una función formativa. La crítica
periodística pretende encauzar culturalmente al lector como objetivo principal, aunque
también debe servirle como fuente de conocimiento de la obra juzgada (Gutiérrez,
1984, p. 219).

La argumentación es el núcleo principal de este género periodístico, que debe dar


soporte de forma razonada a los juicios de valor que se defienden, y es la base de una
buena crítica. Perelman y Olbrechets (Abril, 1999, pp. 79 y 80) establecen cinco partes
fundamentales de toda argumentación: Los hechos, que son el eje de la argumentación
y se consideran inmutables aunque puedan ser discutidos; las verdades, como sistema
de asociación de diferentes hechos mediante uniones que pueden ser seguras, posibles
o probables; las presunciones, resultantes de la lógica formal para llegar a una
conclusión cuando los hechos y las verdades se analizan; los valores, que pueden ser
considerados como universales, o, al menos, aceptados por la mayoría; y la recogida y
selección de datos, que es la fase final de la interpretación.

Además, es un género de autor, por lo que siempre la crítica debe ir firmada, ya que la
personalidad del crítico es un factor determinante de cara a su credibilidad por parte
del público. Estamos ante un género en el que la identidad del firmante es parte

65
fundamental del texto, algo que sucede en la mayor parte de los géneros de opinión,
aunque en éste, si cabe, con más importancia. Por ello, para que se identifique de
forma directa al autor con su crítica es recomendable que esté redactada en primera
persona.

Para Auden (Vallejo, 1993, p. 23), la crítica de arte contiene, fundamentalmente, cuatro
funciones. En primer lugar, debe introducirnos en obras de autores que ignoramos, por
lo que la divulgación es un efecto inmediato. También, la crítica hace un análisis
comparativo entre diferentes épocas para mostrarnos las relaciones entre ellas, es
decir, una labor cultural de primer orden. Una tercera función es la de enseñarnos algo
sobre el proceso de construcción de la obra, lo que hará reflexionar al lector desde un
punto de vista diferente. Y, por último, tiene la función de persuadirnos de que su
opinión es la correcta en todo lo que nos cuenta.

La persuasión explícita es un elemento de gran importancia en la crítica de arte, ya que


se trata de la visión subjetiva de un trabajo artístico por parte de un especialista en la
materia, y que sirve de nexo entre el autor y el público sin que exista, por parte de
éste, conocimiento directo de la obra. Es un texto que pretende principalmente orientar
al lector, aunque también intenta servirle como instrumento de formación cultural. Es
el género periodístico más aproximado a la educación, en tanto que orienta sobre la
bondad y la belleza del arte. La crítica de arte informa de algo acontecido en el mundo
de la cultura, por lo que también forma culturalmente al público. Su función cultural es
un rasgo diferenciador en de este género. Argumenta los contenidos que ofrece de
forma didáctica, de manera que el lector recibe formación cultural básica. Los buenos
críticos aprovechan cada texto para reflexionar sobre el momento que vive el arte, para
ampliar datos sobre la modalidad artística que enjuicia, y para analizar cada uno de los
componentes de la obra. Se puede afirmar que el crítico está llamado a ejercer un
magisterio cultural de primer orden por escribir de arte en un formato dirigido al gran
público. La crítica de arte tiene una triple función: informar, orientar y educar
(Santamaría, 1990, p. 141), aunque además se le puede añadir la función del
entretenimiento, al existir lectores que encuentran un verdadero placer en leerlas
(Abril, 1999, p. 191).

Los textos periodísticos deben cumplir unas condiciones básicas para ser considerados
críticas de arte (Vallejo, 1993, p. 24). El primer requisito es que debe ser un texto
creativo con una redacción que enriquezca la obra, potencie sus valores y la califique
con rigor, justicia y honradez. Pero además, la crítica es un texto con belleza expresiva,
por lo que debe estar bien construida gramaticalmente, -en el caso de tratarse de una
obra literaria, como mínimo con el buen estilo de la obra que se
juzga-, y tendrá que ser profunda y amena. Y no puede olvidar su función formativa,
para lo que es necesario que se convierta en el nexo entre el autor y el lector con el fin
de elevar el nivel cultural de éste. La crítica de arte no debe contener elementos de
destrucción, sino, por el contrario, afán de comprensión hacia la obra analizada. Y, por
encima de todo lo anterior, el crítico debe observar escrupulosamente el principio ético
de la insobornabilidad, sin presiones ni servidumbres de ningún tipo.

Es un género que debe estar basado en el conocimiento profundo de la pieza, del autor
y del contexto histórico en el que se desenvuelve. Exige una reflexión seria con un
análisis de las circunstancias que la han acompañado. Es decir, la crítica exige un
profundo rigor intelectual, que es el único camino que conduce a la objetividad. Por
encima de cualquier gusto personal, se impone una actitud ética ante la valoración de
una obra de arte. Y debe ser sincera. El crítico expresa su parecer de forma honesta,
con absoluta independencia. El análisis responsable es necesario ante un texto que va
dirigido al público en general para orientarle, por lo que debe contener pautas
adecuadas para que el público forme su opinión personal. Aunque no debe olvidarse de

66
que, además, es un género con función informativa. Debe ser un texto que explique
fielmente el contenido de la obra enjuiciada.

La crítica debe ser un texto analítico y sintético con una argumentación ponderada y
justa, por lo que tiene que existir un criterio valorativo bien razonado. El crítico ha de
evitar la tendencia al elogio gratuito y la inclinación a la dureza en sus juicios (Martín,
1986, pp. 337 y 338). Su texto debe ser fielmente informativo, pues el objetivo es que
el lector conozca las virtudes y los defectos de la obra, aunque debe estar redactada
con tono respetuoso y ecuánime. El crítico debe ser un especialista en la materia con
espíritu reflexivo y serenidad de juicio.

Al ser un género de autor, el crítico de arte debe reunir unas cualidades para poder ser
considerado un profesional especializado en este género periodístico. Un crítico debe
tener facilidad de comunicación para dirigirse a audiencias masivas, ser experto en el
arte que valora, amar la actividad que es objeto de crítica, escribir siempre con un tono
constructivo, tener sentido crítico con claridad de pensamiento y ser objetivo (Torres,
1988, pp. 22 y 23).

El crítico debe fundamentar lo que afirma sin dogmatismo, y su opinión debe ser
considerada como una aportación personal a la propia obra. Luisa Santamaría (1990, p.
145) afirma que las características de la crítica de arte son tres: la brevedad, la
urgencia y la inteligibilidad. Es un texto breve, pero no ligero, por lo que debe estar
bien argumentado; es urgente, pero no por ello irreflexivo, y por tanto, sus valoraciones
serán suficientemente razonadas; y por último, al ser un texto periodístico, debe estar
redactado con un lenguaje no especializado aunque se hable de arte.

Algunos autores han propuesto modelos de estructura para este género periodístico a
pesar de que la crítica de arte no se adapta a un esquema rígido por ser un género
creativo. Algunos autores proponen dividirlo en tres partes: el titular, normalmente
argumentativo; la ficha técnica, donde se recogen los datos objetivos de la obra que se
enjuicia; y el cuerpo, que es la crítica propiamente dicha (Martínez Vallvey, 1999, p.
83). Pero en esta última parte se pueden distinguir tres componentes: En el primero, el
crítico hace mención de los antecedentes de la obra objeto de su valoración con datos
sobre el autor y su producción anterior; en el segundo se resume el argumento, si lo
tiene, de forma breve, con el fin de ilustrar al lector; y por último, como consecuencia
de lo anteriormente expuesto, se refleja el veredicto del crítico, de forma que el lector
quede convencido de que la valoración está suficientemente argumentada y que está
realizada por un experto (Morán, 1988, p. 19).

Una propuesta para su clasificación.

Varios autores consideran que la mejor forma de clasificar las críticas de arte es tener
en cuenta el asunto del que tratan. Así, podríamos hablar de críticas literarias,
cinematográficas, teatrales, musicales… Sin embargo, es un texto que puede ser muy
creativo, por lo que es posible distinguirlas teniendo en cuenta otros criterios. Luisa
Santamaría (1990, p. 148) hace una propuesta de cuatro tipos de críticas de arte
basándose en el objetivo principal que persigue su autor, lo que da lugar a una
clasificación que puede ser eficaz para explicar las posibilidades de este género
periodístico: El modelo estético, que es el texto donde el crítico tiene una gran libertad
para analizar la obra desde el punto de vista de la belleza de la misma, sin preocuparse
por el estudio analítico de su estructura o las relaciones históricas; el modelo
formalista, cuya principal preocupación es la actitud científica frente a la estética y
donde el crítico no tiene valor creador y se limita a explorar la obra en su estructura

67
formal; el modelo culturalista, que estudia la obra en relación con los
condicionamientos históricos y el medio en el que la desarrolló su autor; y el modelo
sociológico, que es el texto donde el crítico hace un análisis muy comprometido del
momento político y social en el que se desenvuelve la obra en cuestión.

Pero en la práctica no se presentan en toda su pureza. Evidentemente, toda crítica


sobre una obra de arte se preocupa de la estética, pero, si pretende ser rigurosa no
puede dejar de analizar su estructura formal, sus condicionantes históricos y su
relación con la sociedad que representa, por lo que es posible que todas tengan algo
de cada uno de los modelos propuestos.

Es un género de autor, y éste pone su sello de identidad en el texto que firma. Es


razonable distinguir las críticas de arte por el estilo con el que están escritas. Unas
analizan fríamente el contenido de la obra. Otras no profundizan demasiado y terminan
siendo un texto cuyo único fin parece ser elogiar al autor. También las hay centradas en
una simple descripción. Algunos críticos prefieren hablar del autor y su repercusión en
el mundo artístico. Por último, hay críticas que buscan casi exclusivamente la belleza
estética del texto. Con estos criterios diferenciamos la crítica analítica, la laudatoria, la
descriptiva, la expositiva y la estética.

1. La crítica analítica. Es la crítica de arte propiamente dicha. En ella se analizan


con rigor cada una de las partes de la obra que se enjuicia, con valoraciones
concretas sobre su realización, dirección o interpretación. Normalmente utiliza
un estilo informativo alejado de los recursos literarios, aunque al ser un género
de autor depende de quien la firma.
2. La crítica laudatoria. En ocasiones encontramos en los periódicos alguna
crítica de arte en la que su autor prodiga excesivamente elogios hacia todas y
cada una de las partes de la obra enjuiciada. Son textos en los que el crítico se
recrea en la belleza extraordinaria del objeto artístico analizado, y no siempre
aporta datos concretos para tanta alabanza. Es una apología del autor y de su
obra, por lo que la denominamos crítica laudatoria.
3. La crítica descriptiva. Es aquella donde no se analiza el contenido de la obra,
y el crítico se centra en exponer los detalles que la componen. En la
argumentación, lo importante es la descripción de las partes, y la valoración, si
la tiene, se convierte en algo secundario. Es un relato sobre todo lo visto -en el
caso de una crítica sobre pintura-, o lo ocurrido durante el concierto o
representación teatral. El lector recibe una información bastante completa de la
obra artística.
4. La crítica expositiva. Es la crítica que ni siquiera describe la obra artística.
Habla de su autor, o de su repercusión social, pero no entra en detalles de las
partes que la componen o el trabajo de dirección, realización o interpretación.
Se asemeja a un artículo firmado, ya que muchas veces se ocupa de analizar las
últimas novedades producidas en la modalidad artística de la que habla. Incluso
se aproxima al contenido de una reseña, ya que no entra en un análisis
profundo.
5. La crítica estética. Es aquella que se asemeja a un artículo firmado, en la que,
con belleza expresiva, se hace un recorrido por la historia de la obra o de su
autor, pero no describe, ni analiza, ni expone ninguna parte de la obra. El fin
que persigue es el placer de su lectura, más que un juicio de la obra de arte. Se
trata de un texto culto donde la estética del escrito es particularmente
importante.

Dr. Rafael Yanes Mesa


Universidad de la Laguna, Islas Canarias, España.

68
Referencias.

Abril Vargas, Natividad (1999). Periodismo de opinión. Madrid: Síntesis.


Armañanzas, Emy y Javier Díaz Noci (1996). Periodismo y argumentación. Géneros de
opinión. Bilbao: Editorial Universidad del País Vasco.
García Núñez, Fernando (1985). Cómo escribir para la prensa. Madrid: Ibérico Europea
de Ediciones.
Grijelmo, Álex (2001). El estilo del periodista. Madrid: Santillana.
Gutiérrez Palacio, Juan (1984). Periodismo de opinión. Madrid: Paraninfo.
Martín Vivaldi, Gonzalo (1986). Curso de Redacción. Madrid: Paraninfo.
Martínez Albertos, José Luis (1983). Curso General de Redacción Periodística.
Barcelona: Mitre.
Martínez Vallvey, Fernando (1999). Cómo se escriben las noticias. Salamanca: Librería
Cervantes.
Morán Torres, Esteban (1988). Géneros del periodismo de opinión. Pamplona: EUNSA.
Muñoz González, José Javier (1994). Redacción periodística. Salamanca: Librería
Cervantes.
Núñez Ladevéze, Luis (1995). Introducción al periodismo escrito. Barcelona: Ariel
Comunicación.

Material complementario III.15

Secretaría de la Redacción/VI Sem. ECS/Facilitadora: Jimena Alexandra Rueda

El comentario, es un género de opinión caracterizado por su brevedad, que acompaña


generalmente a la sección de sociedad o que tiene que ver con frecuencia con la
opinión de un entendido sobre cuestiones livianas que no tienen una gran implicación
social.

69
Va firmado casi siempre, y enjuicia temas candentes de cada sección informativa. Se
suele encargar a especialistas, cuando no los firman los propios jefes de sección. El
hecho de que los comentarios sean responsabilidad de personal de plantilla del
periódico es un punto a favor de éstos, ya que demuestra que el diario dispone de un
grupo de profesionales capaces de enjuiciar un acontecimiento aportando soluciones.

Son textos ligados al editorial, en la medida que se aleja en su redacción del lucimiento
estilístico para profundizar en la información. El comentarista tiene un margen mayor
que el editorialista a la hora de escribir, ya que se despoja de la seriedad y rigidez
propias del editorial para comentar una noticia. Finalmente, en cuanto al esquema del
comentario, lo importante de cara a su efectividad es cuidar el comienzo y fin del
mismo. Pastora Moreno Espinosa. Docente de la Universidad de Sevilla, en España.

Material complementario III.16

Secretaría de la Redacción/VI Sem. ECS/Facilitadora: Jimena Alexandra Rueda

Una caricatura es una ilustración humorosa que exagera o distorsiona la esencia


básica de una persona o cosa para crear un parecido fácilmente identificable.

La técnica de la caricatura se basa en recoger los rasgos más marcados de una


persona (labios, cejas, etc.) y exagerarlos de forma que causen humor.

70
Existen caricaturistas de muy distintas índoles, temas y estilos, ya que la caricatura,
con muy pocas palabras (en algunos casos, sin palabra alguna) permite también hacer
comentarios políticos en clave de humor, y por ello casi todos los diarios del mundo
suelen incluir una o más caricaturas en su sección de opinión.

Pero también las puedes encontrar en los diarios/periódicos (en las historietas).

Periodismo iconográfico (VII)

Hacia una definición de caricatura (1)

Dr. Carlos Abreu ©

Doctor en Ciencias de la Información por la Universidad de La Laguna y Profesor Titular


de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad Central de Venezuela

carbreus@etheron.net

El concepto.

Ningún concepto abarca de manera completa el objeto que pretende definir. No


obstante, podemos afirmar que la caricatura periodística es un género iconográfico de
opinión, a través del cual el autor presenta la interpretación de algo gracias al auxilio
de recursos psicológicos, retóricos y/o plásticos, potenciados muchas veces por un
texto breve. Además, tiene un propósito crítico y a veces editorial.

A pesar de que entendemos que el todo es más que la suma de las partes, por razones
académicas vamos a desmenuzar el concepto para aprehender sus componentes, a
riesgo de que se presenten algunas redundancias, por lo demás inevitables:

Género iconográfico de opinión.

La mayoría de los componentes de lo que conforman un género periodístico


iconográfico están presentes en la caricatura. Ciertamente, esta modalidad expresiva
tiene una estructura, generalmente un "cartón" o "viñeta", que encuadra el motivo
objeto de la caricatura. Igualmente, persigue una finalidad o función: emitir un juicio o
parecer, vale decir, una opinión. Las marcas formales del género están constituidas por
los rasgos acentuados, exagerados o grotescos del dibujo, así como por los globos,
fumetos, inscripciones o leyendas que lo acompañan, aunque estos no son
indispensables. Finalmente, es iconográfico ya que la imagen juega un papel
fundamental.

Interpretación del autor.

Hasta en una línea simple o "pura" un dibujante puede expresarse y transmitir diversas
sensaciones. En la caricatura, el autor "valoriza" más la línea al hacerla gruesa o fina.

De manera que después de decidir el tema sobre el cual va a versar su trabajo -o de


leer atentamente un artículo o crónica para ilustrar su esencia a través de una
caricatura-, le da forma gráfica a su pensamiento luego de tener claridad sobre cómo
va a plasmarlo en su obra. Este proceso implica valoración, pero además análisis y
reflexión, es decir, supone una interpretación.

71
De hecho, algunas de las definiciones reseñadas en nuestra última entrega así lo
reconocen. Artistas como Leoncio Martínez "Leo" han sido considerados auténticos
intérpretes gráficos de su tiempo. (Nazoa, 1972: 217)

Entonces, no debe extrañar que Evora Tamayo afirme que la caricatura política es muy
"sensible" porque "se basa en intenciones e interpretaciones" sobre y hacia los hechos
y que este tipo de caricatura "parte de un punto de vista interpretativo de los
fenómenos que se producen en la realidad". (Tamayo, 1988: 34)

De más está decir que Tamayo se queda corta al mencionar la interpretación


solamente en relación con la temática política. Si bien esta última tiene en esta área su
hábitat predilecto también se emplea en otras especialidades.

También es bueno aclarar que el hecho de que admitamos que el caricaturista plasma
su interpretación iconográfica no significa que esté haciendo periodismo interpretativo.

En los géneros de opinión -ora escritos, ora iconográficos- hay dosis de interpretación,
pero el móvil que persiguen es emitir juicios o pareceres sobre algo. En tal sentido, los
puntos de vista de Eduardo Robles Piquer (RAS) resultan esclarecedores:

...el caricaturista no reproduce "lo que ve", sino que opina sobre los modelos y de ahí lo
fascinador de su oficio: interpretar humorísticamente la historia escrita en cada cara.
(En Esteva-Grillet, 1992: 82)

No sólo personas.

Para algunos, ese "algo" de lo que nos habla la definición de caricatura propuesta por
nosotros está conformado únicamente por personas. Verbigracia, Guy Gauthier
sostiene que las caricaturas "sólo tratan a un personaje y, en ese sentido, limitan su
comentario". (Gauthier, 1986: 137).

Luis Ernesto Medina considera que la caricatura es una expresión sintética de la


personalidad de un individuo a partir de sus rasgos externos. (Medina, 1992: 36)

Aun cuando en sus comienzos las caricaturas sólo incluían a personas, no pasó mucho
tiempo sin que fueran empleadas para hacer referencia a otro tipo de "actor".

De por sí, la imagen atribuida a Benjamín Franklin, considerada por algunos la primera
caricatura publicada en Norteamérica, mostraba a un animal -la serpiente-, aunque su
uso no fuese analógico sino simbólico. Hacia 1870, Thomas Nast, inventor del elefante
como símbolo del Partido Republicano, y quien popularizó el asno como emblema de
los demócratas dibujó rostros de políticos en cuerpos de animales como buitres y
puerco espines, a objeto de ridiculizarlos (Feaver, 1981: 93-94).

De manera que si bien el ser humano estaba presente en sus caricaturas, aparecía
fusionado con un animal. Años antes de las ocurrencias de Nast en Estados Unidos, en
el Viejo Continente ya se hacía algo similar. Verbigracia, en 1815 una caricatura
anónima mostraba a Napoleón exiliado en Santa Elena, dando órdenes a sus
habitantes: unas repulsivas ratas. Aunque se incluía a una persona -Bonaparte- la
mayor parte de la imagen la conformaban los asquerosos animales.

72
En Venezuela, la primera caricatura política, según el criterio de los especialistas,
aparecida en 1844 en El Relámpago de Marzo, era precisamente de un animal -un
caimán-, que simbolizaba al Banco Nacional (Pérez Vila, 1979: 16).

Desde entonces, han sido muchos los políticos, corruptos y oportunistas que han sido
simbolizados por medio de animales como el camaleón, el tigre, el búfalo, el cerdo, la
rata, el ratón, los reptiles y muchos otros.

De manera, pues, que desde hace mucho tiempo los contenidos de las caricaturas
dejaron de ser de dominio exclusivo de personas -por lo general prominentes- para dar
cabida en sus trazos a otros protagonistas, aunque estos en muchos casos sean
utilizados como símbolos de las conductas de seres humanos.

Más aún, estos últimos han sido en ocasiones personajes imaginarios. Algunos de ellos
actúan como símbolos; otros representan "tipos" del pueblo. Por ejemplo, la figura del
Tío Sam, y de John Bull ha sido empleada, entre otros usos, para simbolizar la
voracidad imperialista de los Estados Unidos e Inglaterra, respectivamente.

El personaje "Liborio" llegó a ser un arquetipo del pueblo cubano -lustros antes de la
revolución- aunque se considera que en realidad era una burla de una república
mediatizada (Tamayo, 1988: 10)

Entre los personajes imaginarios creados por caricaturistas venezolanos han destacado
además de los "tipos" de "Leo", Tirabeque y Pelegrín, dibujados por Ramón Muñoz
Tébar para las crónicas de Max Lores en La Linterna Mágica; el popular Juan Bimba, y,
menos alejado en el tiempo, Coromotico, de Pedro León Zapata, en El Nacional. (Torres,
1982: 313).

El reino vegetal también puede ser empleado como objeto o sujeto de la caricatura. Es
célebre la imagen del rostro del rey Luis Felipe transformándose en una pera, lo cual
envió a juicio a su autor, Charles Philipon.

Algunas frutas como el cambur [plátano o banana] y la guanábana han sido utilizados
como símbolos. El primero representa el cargo apetecido, la oportunidad de empleo, o
el acceso al poder político para repartirlo. Mientras, la guanábana ha hecho alusión a
los acuerdos Copei-AD ¿Y qué decir de las cosas? En ocasiones son las "protagonistas"
de las caricaturas. La silla presidencial ha sido un icono utilizado con frecuencia.
Igualmente, se han elaborado caricaturas tomando como base ranchos, calaveras,
dólares, mapas de Venezuela, barriles y torres de petróleo, por ejemplo.

También es factible caricaturizar un acontecimiento, una institución, un partido, una


situación o un lugar. Ello, sin que necesariamente aparezcan personas en la imagen o
que éstas ocupen un papel protagónico importante.

El auxilio de los recursos psicológicos.

En cerca de la mitad de las definiciones de caricatura que transcribimos en nuestra


última entrega se hace referencia al humor, la sátira, el chiste, lo cómico, la burla o al
ridículo. Respecto del humor, la mayoría de los autores coincide en lo difícil que resulta
definirlo.

De hecho, luego de inventariar más de diez definiciones sobre el asunto, Eduardo


Robles Piquer lamenta que "nos hayamos quedado igual que antes de definirlo" aunque

73
antes asevera que "no parece se preste a discusión que la caricatura es una forma del
humorismo". (En Esteva Grillet, 1992: 76-77)

No obstante, podemos aceptar que el humor es "un modo de enjuiciar y comentar las
situaciones, que se caracteriza por el enfoque burlón, cómico, mordaz, e irónico", tal y
como lo señala José Martínez de Sousa quien incluye a la caricatura entre una de las
manifestaciones de lo humorístico. (Martínez de Sousa, 1992: 233)

Como se observa, la mezcla de los componentes de lo que constituye el humor es


bastante heterogénea, razón por la cual resulta difícil desmembrar cada uno de ellos
para proponer un concepto que los haga comunes.

Más aún, hay quienes como Miguel Otero Silva han dicho que el humorismo "difiere de
la ironía y de la sátira, de la caricatura y de la mueca, de lo festivo y de lo superficial".
(Otero Silva, 1985: 2)

En una línea de pensamiento similar, RAS ha afirmado que el humorismo no es


"simplemente comicidad, ni chiste, ni sátira aunque todo ello se venga comprendiendo
bajo el nombre genérico de ‘humor’". (En Esteva-Grillet,1992: 77)

Más adecuado nos luce el planteamiento de Earle Herrera quien si bien concuerda en
que el humorismo no es chispa, ni chiste "puede valerse de ambos" y dentro de sus
formas expresivas incluye la caricatura.

Herrera añade otro elemento importante a considerar cuando puntualiza que el


humorismo "trasciende el efecto inmediato de la risa o la sonrisa, y conduce a la
reflexión, al acto de pensar". (Herrera, 1986: 72) Lo cierto es que el humorismo gráfico
es una parte fundamental dentro del humorismo y, a su vez, la caricatura lo es de
aquél.

Tan es así que aun cuando Ildemaro Torres incluye dentro del humorismo gráfico a los
dibujos, collages y fotomontajes, dedica la mayor parte de su contenido a la caricatura
y advierte que prefiere emplear el término "humorismo gráfico, por ser éste un término
de mayor amplitud conceptual". (Torres, 1982: 20, 28)

En esa misma línea de pensamiento, Pancho Graells (En Torres, 1982: 413), asevera
que, para él, caricatura es humor gráfico, aunque no todo humor gráfico es caricatura".

En fin, el humor -en cualquiera de sus manifestaciones- no es lo mismo que ironía,


sátira, sarcasmo, chiste, comicidad o burla, pero estos pueden estar presentes dentro
de él y, en consecuencia, también en la caricatura.

Olga Dragnic (1994:128) nos ayuda a fundamentar esta afirmación cuando señala que
el humor es una cualidad que tienen algunas personas en saber descubrir mediante
palabras, gestos o dibujos -no olvidemos que la caricatura es una modalidad de dibujo-
el lado cómico, ridículo o contradictorio de ciertas personas, cosas o situaciones.

"El humorismo, como manifestación del humor -puntualiza-, recurre al enfoque burlón,
satírico, irónico o mordaz para provocar determinadas situaciones".

De manera, pues, que estos recursos -o algunos de ellos- aparecen con frecuencia
amalgamados en la caricatura, en su componente icónico y/o verbal. En tal sentido,

74
vale puntualizar que el amalgamiento consiste en la reunión de distintos grupos de
ramas bajo una determinada marca. (Lewandowski, 1986: 16)

La ironía se caracteriza por la diferencia entre lo que se dice y lo que en verdad se


desea señalar. La sátira conlleva un fin ético y ejemplarizante -educar o corregir- y su
finalidad es censurar, criticar o ridiculizar a personas, instituciones, cosas o situaciones.
Emplea todos los argumentos, desde la risa hasta la indignación.

La comicidad busca producir risa y para obtenerla se dirige hacia el entendimiento al


igual que el chiste, que es el rebuscamiento de lo cómico y supone un proceso de
elaboración mental, en el cual se recurre a malabarismos verbales o de otra índole.
(Torres, 1982: 17-18)

La burla es una mofa y supone desprecio hacia alguien. La mordacidad corroe; es


áspera o picante. El sarcasmo es una burla sangrienta o una ironía mordaz. (Torres y
García-Pelayo, 1967: 928)

La retórica en acción.

Para emplear estos recursos, el caricaturista suele emplear un conjunto de sistemas de


connotación que integran lo que autores como Domenech Font llaman retórica de la
imagen.

Esta última comprende "un conjunto de operaciones artificiosas que caracterizan el


mensaje y buscan el asentamiento persuasivo y emotivo por parte de los receptores".
(Font, 1981: 18)

Estos artificios o figuras retóricas proceden en buena medida de la literatura y han sido
objeto de agudas polémicas y de las más diversas definiciones. Pueden estar en el
componente icónico de la imagen y/o en su parte verbal. Acá mencionaremos quizás
los más conocidos.

La hipérbole supone una exageración visual o verbal y, en razón de ello,


probablemente es el recurso retórico más empleado en la caricatura.

De hecho, en poco menos de la mitad de las definiciones de este género encontramos


referencia a esa característica. De allí que no resulte extraño que E.H. Gombrich
considere la tendencia a la exageración y a la distorsión como "el rasgo más notable de
la caricatura". (Gombrich, 1987: 123)

La metáfora es la comparación entre dos contenidos pero también puede devenir en


una identificación entre ellos. (Márquez, 1976: 229-230). (1) Verbigracia, la imagen de
una bolsa con el signo del dólar a la que se le añaden alas puede comparase con la
pérdida del dinero.

Al referirse a la metáfora, otros autores hablan de transposición de significados basada


en similitudes de aspecto externo, función y uso mediante la comparación implícita o
interrelación de las connotaciones. (Lewandowski, 1986: 224)

La metonimia supone aludir a un objeto o concepto por medio de otro que lo sustituye.
Por ejemplo, el tulipán en lugar de la primavera. Metáforas y metonimias tienden a
confundirse.

75
Jakobson (En Vilches, 1987: 148) procura aclarar los conceptos al señalar que un
discurso puede llevar a otro por semejanza o por contigüidad -proximidad o cercanía-.
En el primer caso, tendremos una tendencia metafórica mientras que en el segundo
una tendencia metonímica.

La sinécdoque es la utilización de una parte para referirse a un todo. Verbigracia, el


reloj universitario "nos lleva" a la Universidad Central de Venezuela. Según el
Diccionario Básico de Comunicación, la sinécdoque es un caso especial del
procedimiento metonímico cuya distinción muchas veces ha parecido irrelevante a los
analistas. (Varios, 1980: 442)

De hecho, para Alexis Márquez (1998: C/10), "modernamente" la diferencia entre


ambas se ha "desechado", y los dos tipos se engloban bajo el nombre de "metonimia".

Lo cierto es que al emplear estos recursos, el caricaturista suele valerse de una serie
de técnicas. La alusión es una de ellas y consiste en referirse a una persona o cosa, sin
nombrarla o sin expresar que se habla de ella. (Toro y García-Pelayo, 1967: 56) Puede
hacerse a través de símbolos.

Los juegos de palabras son otra y por medio de ellos se pretende encontrar un sólo
término para expresar dos significaciones. Por ejemplo, en una caricatura las palabras
"UNID-AD" y "PAR-TIDOS" -en articulación con el aspecto icónico- logran plasmar la idea
plena de la ruptura política. (Acevedo y Balza, 1990: 112).

Los retruécanos se basan en el juego de dos palabras que se recuerdan mutuamente a


través de cualquier analogía manifiesta ya sea una semejanza en su estructura, una
cacofonía -mezcla de sonidos discordes-, comunidad de algunas letras vocales o
consonantes, etc., (Freud, 1973: 1051).

En el doble sentido el mensaje tiene una palabra que es susceptible de diferentes


interpretaciones, característica que permite al receptor cambiar de un pensamiento a
otro. Por ejemplo, "botaste la bola" significa en la jerga peloteril conectar un
cuadrangular, pero puede tener una connotación irónica respecto del accionar de
alguien.

La antonimia conlleva la presencia de palabras de sentido contrario. Por ejemplo, rico-


pobre, hermoso-feo, vida-muerte (Lewandoski, 1986: 26) En una caricatura de Zapata
un personaje le dice a otro: "Este país es tan rico que da pena decir que uno tiene
hambre". La expresión recoge la irónica situación del venezolano "rico, pero pobre".
(Acevedo y Balza, 1990: 222)

La lista de figuras para conseguir un mayor realce expresivo y una mejor persuasión es
extensa. Sin ánimo de incluirlas todas, podemos mencionar a la paradoja, la antítesis,
la redundancia y la antítesis.

La paradoja conlleva una contradicción. También se considera como tal, lo que va en


contra de la opinión común. (Toro y García-Pelayo, 1967: 766). La redundancia es la
presentación repetida o múltiple, explícita o implícitamente, del mismo contenido.
(Lewandowski, 1986: 289)

La antítesis es la correlación de dos o más palabras, cuyos resultados resultan


opuestos. Por ejemplo, vista ciega, luz oscura, risa triste, etc. (Varios: 1986: 22) De más
está insistir que no todas estas técnicas convergen en una misma caricatura.

76
También debe quedar claro que las mismas se consideran por separado para su estudio
ya que en la práctica dos o más de ellas se entraman como un tejido para funcionar
como un todo significativo. En nuestra próxima entrega analizaremos el resto de
componentes de nuestro concepto sobre caricatura.

Referencias.

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Trabajo de Licenciatura. Universidad Central de Venezuela. Facultad de Humanidades y
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77
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VILCHES, Lorenzo (1987). Teoría de la imagen periodística. Ediciones Paidós. Barcelona-


Buenos Aires-México.

Nota.

(1) En un trabajo más reciente (El Nacional, 1998: C/10), Alexis Márquez señala que
algunos teóricos de la literatura llaman "símil" a la metáfora que compara dos o más
términos u objetos que se parecen en algo. Pero, según él, es posible que la
comparación se haga sin enlaces gramaticales comparativos, e incluso sin mencionar
los términos

El concepto de caricatura como arte en el siglo XIX.

J. Enrique Peláez Malagón.

Sumario.

1- Introducción
2- Estado actual de la investigación sobre el arte en la caricatura
3- El concepto de caricatura
4- Características y cualidades de la caricatura
La caricatura es una reducción
La caricatura como recurso agresivo
La caricatura como exageración
La idea como caricatura
La caricatura como retrato
La caricatura como fantasía
La caricatura como línea
La caricatura como estenografía expresiva
La caricatura como moralidad
La caricatura como degradación
La caricatura como juego
La caricatura como síntesis visual
La caricatura como ingenuidad
La caricatura como código o lenguaje fisionómico
La caricatura como posesión
La caricatura como contenido
La caricatura como grabado simbólico
La caricatura como medio de masas
La caricatura como encuentro
La caricatura como opinión
La caricatura como versión humorística de un personaje

5- Tipologías de caricaturas

78
1) Introducción.

Puede parecer extraño, a primera vista, la concepción de la caricatura como arte,


no obstante, la caricatura es un tema más interesante de lo que a primera vista pueda
parecer. Ya Azorín escribía en 1913 a propósito del humorismo: “El capítulo de eutrapelia,
del divertimento espiritual es sumamente importante en la historia del desenvolvimiento
humano; haciendo la historia de la ironía y del humor, tendríamos hecha la sensibilidad
humana y consiguientemente la del progreso, la de la civilización. La marcha de un
pueblo está en la marcha de sus humoristas”.1[1] Baudelaire por su parte opinaba: “Sin
duda alguna, una historia general de la caricatura en sus relaciones con todos los hechos
políticos y religiosos, graves o frívolos, relativos al espíritu nacional o a la moda, y que
han agitado a la humanidad, resultaría una obra gloriosa e importante”. 2[2] Por su parte
Gombrich ponía de manifiesto la trascendencia de la labor del dibujante cómico: “El
dibujante por desdeñable que sea su calidad artística, tiene más probabilidades de
impresionar en una campaña de odio que el orador de masas y el periodista.” 3[3] Su
interés radica, no ya sólo en la calidad de las obras (quienes siguen los vaivenes
estilísticos del momento) sino en la enorme cantidad de información que estas humildes
obras pueden proporcionarnos pudiendo asistir y revivir todos los acontecimientos, desde
los más triviales a los más importantes y además podemos hacernos una idea
perfectamente clara de la forma de pensar de aquellos individuos en aquellos momentos.
Por todo ello el humor gráfico nos proporcionaba información en tres aspectos
importantísimos: el cultural, el estilístico y el sociopolítico.

Pese a la importancia del tema, somos conscientes que treinta años atrás no se
hubiese aceptado ni el título ni tema como objetivo de un artículo científico por el mundo
académico, y que incluso hoy, superado ya el escándalo, no faltarán quienes se
pregunten ¿Es Arte el humor gráfico?. Hace años se negaba porque sólo se admitían las
llamadas Artes mayores, Arquitectura, Escultura y Pintura, así, por orden de tamaño y
peso, y las relegadas a segundo plano como artes menores, industriales aplicadas o
decorativas (nunca se pusieron de acuerdo en los adjetivos todos impropios), como
cerámica, esmalte, orfebrería, etc. Por fortuna esto ya está superado y el Arte es hoy
mucho más y acoge aspectos que antaño se excluyeron como pobres y hasta
vergonzantes. Como dice el profesor Carlos Cid, si se toma la palabra Arte en su
etimología de algo bien hecho, con esmero y gracia, qué duda cabe que el humor tiene su
lugar en él. Y no es válida la objeción de que es imposible poner el chiste de un periódico
a la altura del Partenón o de La Primavera de Botticelli, nadie lo pretende, porque los
objetos heterogéneos son incomparables y no son lícitas las escalas de valor entre ellos.
Todo es Arte, pero pretender tales vecindades y evaluaciones sería tan absurdo como
cotejar una ballena azul y un pino mediterráneo y averiguar cual es el más valioso, lo que
no niega que ambos sean seres vivos e importantes de maneras diferentes en sus clases.

2) Estado actual de la investigación sobre el arte en la caricatura.

Históricamente ha existido un desdén generalizado hacia la imagen humorística


en la prensa o incluso a la ilustración en general. Los historiadores de los estilos
tradicionalmente han marginado este campo ya que la mayoría no ha sólido
1[1]
Azorín, Clásicos y modernos, Renacimiento, Madrid, 1913, p.51.
2[2]
Baudelaire, Charles, Pequeños poemas en prosa. Crítica de arte, Espasa Calpe,
col. Austral, Madrid, 1968, p. 83.
3[3]
Gombrich, Ernst, Meditaciones sobre un caballo de juguete, Seis Barral,
Barcelona, 1968, p.177.

79
considerarlo como Arte al centrarse únicamente en las llamadas “Artes mayores”,
olvidando muchas veces como señala Gombrich que como clase de imágenes, las
caricaturas no están ni más ni menos encajadas en un contexto histórico definido que
los retratos oficiales o los cuadros de altar.4[4]

En el caso de los historiadores de la vida cotidiana, de la llamada “Nueva


Historia” tampoco se ha aludido al tema ya que a pesar de la importancia que se la da
al “vivir” (entendiendo este término en el sentido más amplio) de una sociedad, han
olvidado con excesiva frecuencia las posibilidades que este tipo de arte abre a la hora
de estudiar las costumbres, modas, opiniones y pensamientos, opciones ideológicas...
reflejo valioso de una sociedad. Es por tanto un material a nuestro juicio
importantísimo al cual poder recurrir a la hora de realizar un estudio sobre la época
contemporánea.

Fruto de este desdén ha sido el vacío bibliográfico existente sobre la caricatura:


Nadie tomó en consideración el tema hasta que Baudelaire, desde el punto de vista
artístico, partiendo de la base de que nada que pueda hacer el hombre es frívolo a los
ojos del filósofo argumentó que algunas de estas obras contienen un elemento
misterioso, duradero y eterno que despierta la atracción de los artistas siendo digno
de consideración la introducción de este elemento (inseparable de lo bello) hasta en
obras destinadas a presentar al hombre su propia fealdad moral y física. 5[5] Estos
postulados hicieron que el panorama cambiase y que la caricatura entrase en escena,
apareciendo de este modo una bibliografía específica que empezó a surgir en el ultimo
cuarto del siglo XIX que va desde las obras faraónicas de Champfleury, Wright, Grand
Carteret o Stephems 6[6] y las no tan extensas pero significativas como las obras de
Bayard y Beraldi7[7] a los estudios específicos sobre lo cómico de Bergson y Freud8[8] que
aportan un bagaje teórico de gran importancia. Esta corriente también llega a España
de la mano de Ortego, Picón y Frontaura9[9], cuyas obras, si bien no son tan
voluminosas como las primeras sí dejan constancia de este nuevo interés por la
4[4]
Gombrich, Ernst H., Meditaciones sobre un caballo de juguete, Barcelona, Seix
Barral, 1968, p. 155.
5[5]
Baudelaire, Charles, Lo cómico y la caricatura, Madrid, Visor, 1988, p. 16.
6[6]
*Fleury, Jules, (Campfleury) amigo de Coubert consideraba la caricatura como un
medio de liberación del idealismo formal neoclásico. Entre sus obras destaca una
Historia de la caricatura en seis volúmenes: Historie de la caricature, 6v., París,
Dentu, 1865-1874.
*Wright, History of the caricature and grotesque in the literature and Art, Londres,
Virtue Brother 1865 (existe reimpresión en Londres, Ungar, 1968.)
*Grand Carteret, Les moeurs et la caricature en France, París, Louis Michard,
1888.
*Stephems, F.G., Catalogue of political and personal satires, London, Brithis
Museum, 1870.
7[7]
*Bayard, Emile, Le caricature et les caricaturistes, París, Delegrave, 1900.
*Beraldi, Henri, Les graveurs du XIX siecle, París, Conquet, 1881.
8[8]
*Bergson, Henry, Le rire, 1899. (Traducción al español La risa, Madrid, Espasa
Calpe, 1986).
*Freud, Sigmund, Der Witz und seine beziehung zum umbewusten, 1905.
(Traducción al español ,El chiste y su relación con el inconsciente, Madrid, Alianza,
1986.)
9[9]
*Ortego y Vereda, Francisco, Caricaturas políticas, Madrid Imprenta García
Rico ,1870.

80
imagen humorística. Interés que también aparecerá en Valencia de la mano de
González Martí.10[10]

Tras este auge del tema a finales de siglo se vuelve a caer en un olvido casi
absoluto de la caricatura, olvido que se intenta romper en la década de los veinte en el
caso español con algunas obras como las de José Francés y José Ferrán11[11] que si bien
son de mucha menos envergadura que las que aparecieron anteriormente, reclaman el
papel de la caricatura dentro del contexto artístico.

Volverá a aparecer un nuevo silencio bibliográfico en las décadas de los


cuarenta, cincuenta y sesenta tan sólo roto por algunas obras de más contenido gráfico
que teórico.

Pero no será hasta la década de los setenta y ochenta del siglo XX (tal vez a
consecuencia de eclecticismo que rodeará el concepto Arte) cuando empiecen a surgir
verdaderos trabajos científicos que investiguen el tema. Estos estudios como primeros
de su género están acotados (por lo que al caso español se refiere) tanto geográfica
como temáticamente, geográficamente porque sólo y salvo contadas excepciones se
circunscriben a las áreas de Madrid, La Coruña, Barcelona y Granada y temáticamente
porque se han centrado sólo en algunos aspectos o figuras determinadas de la
ilustración gráfica en general.12[12] En 1979 se intentará salir de esta situación cuando el
profesor Bozal13[13] realice una visión general y de conjunto para toda la ilustración
gráfica del siglo XIX en España, intento loable pero que no va más allá ya que el hecho
de que se limitase al análisis de la prensa que se conserva en la Hemeroteca Municipal
de Madrid hace que el trabajo tenga serias limitaciones.

3) El concepto de la caricatura.

Caricatura, tal y como viene definida en el Diccionario de la Real Academia de la


Lengua española, es:

“Figura ridícula en la que se deforman


las facciones y el aspecto de alguna persona.”14[14]

*Picón, Jacinto Octavio; Caricatura. Historia, Madrid, Establecimiento


tipográfico J.C. Conde,1878.
*Frontaura, Carlos, Caricaturas y retratos, Barcelona, Cipriano López, 1868.
10[10]
*González Martí, Manuel, Corpus gráfico de Arte valenciano, obra inédita que
se conserva en el actual museo de cerámica de Valencia y que dedica uno de sus
tomos a la caricatura en Valencia de principios del siglo XX.
11[11]
Entre sus muchas obras dedicadas a la caricatura se podrían citar:
*Francés, José, El Arte que sonríe y castiga, Madrid, Editora Internacional ,1924.
*Francés, José, La caricatura universal, Madrid, Editora Internacional ,1930.
*Ferrán Torres, José, La caricatura artística, Barcelona, Molins de Rei, 1917.
12[12]
El caso gallego se ha ceñido casi exclusivamente en la figura de Castelao, los
casos madrileño y catalán se han reducido al análisis de temas concretos
circunscritos a una historia de las costumbres y el caso granadino, si bien intenta dar
una visión de conjunto de la ilustración gráfica de Granada, no deja de ser una
memoria de licenciatura publicada con las limitaciones que esto conlleva.
13[13]
Bozal Fernández, Valeriano, La ilustración gráfica del siglo XIX en España,
Madrid, Alberto Corazón, 1979.

81
Síntesis problemática la que realiza la academia ya que esta definición no se
ajusta al alcance y delimitación del concepto al considerar a la caricatura tan sólo
como “una deformación ridícula” solamente aplicable a las personas. De esta manera
el diccionario sólo considera caricatura a la representación gráfica deforme de una
persona dejando de lado por ejemplo la caricatura político social tan importante en un
siglo XIX que utilizará este recurso como propaganda de ideas propias y críticas de las
ajenas; e incluyendo, por el contrario, cualquier tipo de deformación que se introduzca
en una figura humana aunque ésta responda únicamente a un estudio o boceto
realizado por un pintor con el fin exclusivo de analizar las posibilidades de una línea o
mancha de color como lo han venido realizando pintores de todos los tiempos.

Esta definición que no ha variado mucho desde la primera vez que se incluyó en
este diccionario:

“Figura ridícula en la que se abultan o recargan


y pintan como deformes y desproporcionadas
las facciones de alguna persona.”15[15]

Origen de la definición que se ha mantenido hasta la fecha, haciendo partícipe


de esta idea a otros diccionarios o enciclopedias que la han repetido con más o menos
variantes pero sin cambiar o matizar el contenido de la misma, sirva como ejemplo las
referencias y definiciones de las Enciclopedias Espasa, Durvan o Larousse16[16], o los
diccionarios Anaya o Casares.17[17] Y otras muchas a las que podríamos hacer
referencia.

14[14]
DRALE, 20ª ed., Madrid, Academia, 1984, voz Caricatura, p. 276
15[15]
DRALE, 13ª ed., Madrid, Academia, 1899, voz Caricatura, p. 198.
16[16]
Enciclopedia ESPASA, Madrid, Espasa, 1911, t. 11, p. 933:
“Representación plástica o gráfica de una
persona o de una idea, interpretándola
voluntariamente bajo un aspecto ridículo
o grotesco.”
Enciclopedia DURVAN, Madrid, Durvan, 1961 (1ªed., t.4, p.626:
“Representación generalmente gráfica, en que se
acentúa humorísticamente las características
sobresalientes de una persona o cosa”
Enciclopedia Larousse, Larousse, t.3. p. 270:
“ Deformación grotesca de una persona por la
exageración voluntaria, con intención
satírica, de los rasgos característicos
del rostro o de las proporciones del cuerpo.”
17[17]
Diccionario de la Lengua Anaya, Madrid, Anaya, p. 141:
“Representación gráfica o literaria
de algo, en la que se exageran
determinados rasgos con intención
cómica o satírica.”
Diccionario Casares, citado por Pasteca, Dibujando caricaturas, Barcelona, CEAC,
1985, p. 11:
“Figura dibujo o descripción en la que
se ridiculiza a alguna persona exagerando
sus facciones o su aspecto.”

82
E incluso las definiciones que daban los contemporáneos no diferían mucho de
éstas, aunque si bien introducen el concepto de “cosa” como objeto de caricatura que
enriquece en gran medida la definición ampliando las posibilidades del concepto al
liberarlo de su adscripción humana.

Así, el Diccionario nacional de la lengua española de Ramón Joaquín Rodríguez,


de 1845 la define como:

“Pintura o dibujo en el que bajo


formas alegóricas y burlescas
se representa a alguna persona
o hecho que se trata de ridiculizar.”18[18]

O el diccionario de Gaspar Roig de 1853 que define el término como:

“Pintura o dibujo que bajo formas


alegóricas y burlescas, se representa
a alguna persona o hecho que
se trata de ridiculizar”19[19]

Estos diccionarios contemporáneos van más allá que los de la Academia al


introducir en su definición el término “hecho”, circunstancia que llena de contenido la
palabra ya que abre las posibilidades a que algo caricaturesco pueda ser algo más que
una persona ridiculizada, teniendo en cuenta de este modo que las acciones,
comentarios u objetos también son susceptibles de engrosar el término definido.

Sin embargo todas estas definiciones que aparecían en los diccionarios del siglo
XIX, se circunscriben a una serie de características en común que siguen restringiendo
sobre manera el término:

a) Se circunscriben únicamente a las personas (salvedad de algunos


diccionarios contemporáneos citados)
b) La intencionalidad ridícula o grotesca como fin
c) La deformación, exageración o desproporción como medio para llegar a ese
fin.

Referente al primer punto la palabra caricatura en principio recuerda a un


retrato. Desde luego es así, pero si la caricatura llama hacia lo individual, que decir de
todo lo que se engloba bajo esa palabra con la simple adición de un adjetivo:
Caricatura política, de costumbres, social, festiva... La solución seria poseer varias
palabras para mencionar cada uno de los anteriores subgéneros, pero
desgraciadamente el español no cuenta con ninguna. Otros idiomas sí que cuentan y
diferencian estos dos conceptos, así por ejemplo en inglés “caricature” hace referencia
a la caricatura personal y “cartoon” englobaría las restantes manifestaciones de dibujo
humorístico. Por todo ello hemos de considerar la caricatura en el sentido más amplio,
esto es, englobando en su nombre todos los posibles subgéneros o como apunta
Gamonal20[20] distinguir entre caricatura y lenguaje caricaturesco, de este modo se

18[18]
Rodríguez, Ramón Joaquín, Diccionario nacional de la lengua española,
Madrid, 1848, p. 343.
19[19]
Gaspar y Roig, Diccionario enciclopédico de la lengua española, Madrid,
1853, t.1, p.490.
20[20]
Gamonal. op. cit. p. 11.

83
evitarían dos problemas de clasificación21[21]: El dibujo humorístico por un lado sin
deformación caricaturesca con ejemplos bien patentes en la obra de Hogarth, Tiépolo o
Gavarni, y la deformación sin intención cómica como los estudios sobre la maldad y la
fealdad de Leonardo.22[22]

Por lo que respecta al segundo punto, sobre la intención ridícula y grotesca


como fin de la caricatura, si bien se puede dar en la mayoría de los casos, no es
definitorio de lo que hemos venido en llamar lenguaje caricaturesco o de cualquiera de
los subgéneros de la caricatura, es más, este subgénero se sirve de un lenguaje
específico y autónomo que ha sido gestado y codificado desde el nacimiento de la
prensa separándose según los casos de la caricatura personal.

Finalmente y por lo que respecta al tercer punto, la exageración y la


deformación como medio no es un rasgo definitorio por sí sólo ya que no todo lo
exagerado o deformado se le puede llamar caricatura.23[23]

Puestas así las cosas habremos de definir la caricatura, y para ello hemos de
recurrir al método fenomenológico de tal forma que analizaremos por separado las
cualidades diferentes que se dan en el concepto distinguiéndolo así y descubriendo su
identidad, no obstante siguiendo este método nos encontramos con que algunas de
sus cualidades o características pueden llegar a ser contradictorias, aceptamos esa
contradicción a priori, ya que nos es necesaria para poder conformar una definición del
término de tal forma que utilizaremos esos argumentos diferentes con el fin de producir
un “choque” de ideas y una contraposición de argumentos, procurando así que las
sucesivas opiniones se vayan recogiendo y enriqueciendo unas a las otras hasta hacer
aparecer lo verdadero, proponemos así una metodología dialéctica anatríptica24[24] en la
que no nos planteamos como sería el caso de la doctrina de Hegel una síntesis final
que de lugar a la superación o eliminación de la contradicción sino que esa
contradicción queda latente ya que los dos principios quedarán en pugna presionando
y amenazando el equilibrio final pero mediante una posición antinómica tratando de
conjugarlos y conciliarlos.

Una vez aclarados estos puntos podemos definir la caricatura a través de sus
características tal y como proponemos a continuación examinando 21 de sus posibles
cualidades25[25] como método por el cual podamos llegar a averiguar la “esencia” y
definitorio de lo caricaturesco.

4) Características y cualidades de la caricatura.

21[21]
Cfr. Revel, Jean Francois, “L´invention de la caricature” en L´Oeil, París,
1964,nº 109, Enero de 1964, p. 12.
22[22]
No considerados como caricaturas por Hofmann Werner, “Comico e caricatura”
en Enciclopedia Universale dell´Arte, Venecia-Roma, Istituto per la colaboracione
culturales, 1858, p. 756.
23[23]
Revel, J.F., op. cit. p. 13.
24[24]
Idea como método propuesta por José María Quintana Cabanas, La pedagogía
estética, Madrid, Dykinson, 1993, p. 37 y ss.
25[25]
Entendemos el término cualidad en su sentido clásico como las propiedades de
los objetos por las cuales podemos llegar al conocimiento de la esencia de los
mismos, (Aristóteles la definió como “aquello por lo cual las cosas se llaman
cuales”).

84
A) La caricatura es una reducción:26[26]
Desde el momento en la que a través de muy pocos trazos se logra captar la
esencia del representado. La reducción es también un juego por el que se ridiculiza el
comportamiento de un hombre. Esta reducción puede no llegar a darse, este es el caso
de lo que hemos venido llamando lenguaje caricaturesco, ya que por ejemplo en la
caricatura política se puede llegar a caricaturizar una situación determinada a través
de un texto que acompaña a la imagen de tal forma que el dibujo se contextualiza de
una forma determinada que lo convierte en crítico sin tener que para ello deformar su
apariencia.

Tenemos por tanto una característica definitoria de caricatura y su antítesis


también definiendo el concepto, ¿Cómo salir de aquí? creemos que no es solución
plantear una nueva cualidad como superación de las dos anteriores, sino más bien
dejarlas en tensión planteando así una antinomia en la que los dos elementos son
válidos como cualidades por separado, si bien juntas pueden parecer antitéticas. 27[27]
De este modo se puede llegar a concluir que la caricatura es una reducción que no
siempre necesita de este elemento para que se pueda llegar a dar.

Ejemplo de reducción lo podríamos encontrar en la obra del caricaturista


Gavarni, quien trata mediante la utilización de unos trazos, captar la esencia del
personaje y ejemplo de la no reducción en Daumier, para quien lo anecdótico en la
representación ocupa un papel fundamental.

B) La caricatura como recurso agresivo:

Gamonal lo califica como un recurso básico en la caricatura28[28] por el que


dirigiéndose contra personas u objetos respetables e investidos de autoridad los
degrada como objetos eminentes. De hecho esta apreciación se ajusta a la realidad
desde el momento en el que toda caricatura y todo subgénero de ésta tiene siempre
como fin la crítica hacia algo, y desde el momento en el que esa crítica siempre va
acompañada de un planteamiento degradante, bien sea en la forma o en el fondo será
agresiva. Este planteamiento es básico en la caricatura romántica del siglo XIX que
utiliza la crítica agresiva como recurso político de una realidad que intenta hacer
cambiar por todos los medios.

No obstante y como en el caso anterior podemos llegar a encontrar caricaturas


por medio de una imagen que no juega un papel agresivo, ésta estaría en el arte
oriental como en el Zen o en el Zenga29[29] ya que la caricatura puede poner en
evidencia un movimiento de simpatía o un juicio de aprobación.

Nos encontramos aquí con otra antinomia de la que podemos llegar a concluir
que la caricatura usa de la agresividad para conseguir sus fines, si bien este elemento
no se puede llegar a considerar imprescindible o determinante.

C) La caricatura como exageración:

26[26]
Cfr. Roy, Claude, “Espirit de la caricature” en La caricature art et manifieste,
Ginebra, Skira, 1974, pp. 9-24.
27[27]
Cabanas Quintana, op. cit. p. 38.
28[28]
Gamonal, op. cit. p. 5.
29[29]
Roy, Claude, op. cit. p.21

85
Esta característica se da desde el momento en el que el caricaturista toma uno
de los rasgos del caricaturizado, normalmente el más significativo y determinador y lo
exagera convirtiéndolo en un elemento diferenciador del personaje. Sin embargo esta
cualidad es difícil de aplicar en el lenguaje caricaturesco ya que un elemento
cualquiera, por ejemplo la representación de un animal aludiendo a un personaje
político no es una exageración sino más bien un símil de lo que se quiere representar. 30
[30]
Tal es el caso del famoso grabado de una “pera” para hacer referencia a Luis Felipe
de Francia realizado por Philipon.

D) La idea como caricatura:

Por encima de una representación más o menos real la caricatura lleva consigo
la representación de una idea por encima de la mímesis gráfica, la caricatura es ante
todo algo que se quiere comunicar, desde una crítica a un elogio, pero desde una
perspectiva abstracta ya que por encima de todo se comunica un concepto.

E) La caricatura como retrato:

Por mucha exageración, desproporción, reducción o cualquier otro elemento que


pueda existir en una caricatura, ésta siempre deberá ser un retrato en el sentido de
que esa caricatura ha de ser necesariamente reconocible e identificable para que
pueda existir, de ahí que la caricatura no pueda detenerse en lo externo sino en lo
verdaderamente característico de lo que se quiere representar, debe de estar en la
divagación psicológica como lo denomina Barros31[31]. Esto es ir más allá de un simple
retrato físico para poder llegar a un retrato psicológico utilizando para ello unos medios
propios característicos y definitorios.

F) La caricatura como fantasía:

Si en la anterior característica argumentábamos de la necesidad de amarrarse a


la realidad para que la caricatura pueda ser considerada como tal, en este punto nos
vamos a referir al papel que la fantasía juega en la caricatura. De este modo, hay
fantasía desde el momento en el que el caricaturista no representa la realidad tal y
como ésta es, sino que la deforma.

Desde este punto de vista parece que estamos ante una contradicción imposible
de superar, por un lado la caricatura ha de ser retrato e imitar a su manera y por el
otro ha de ser fantástica. La solución a este dilema nos la aporta Gombrich32[32] al
referirse al retrato caricaturesco como el descubrimiento teórico de la diferencia entre
verosimilitud y equivalencia de tal forma que lo que se nos plantea no es una
verosimilitud entre el objeto y la caricatura de éste sino una equivalencia que nos
permite ver la realidad en términos de una imagen y una imagen en términos de una
realidad. Todo esto está haciendo referencia directamente a la formación de un
lenguaje propio que tiene que ver con la realidad sólo en cuanto se refriere a ella, pero
que no la imita.

30[30]
Kris, Ernst, Psicoanálisis de lo cómico, Buenos Aires, Paidos, 1964, p. 24 y ss.
31[31]
Barros, Bernardo, La caricatura contemporánea, Madrid, América, s.d. p. 34.
32[32]
Gombrich “L´esperimento della caricatura”, en Arte e ilusione, Turín, Einaudi,
1965 p. 416-418.
Hay traducción española : Barcelona, Gustavo Gili, 1979. pp. 286-310.

86
G) La caricatura como línea:

Si la caricatura exagera, deforma o señala determinados rasgos, todo esto lo


hace por medio de la línea, elemento sintetizador por excelencia, pero es más la
caricatura se desarrolla fundamentalmente en el grabado como medio de masas si
quiere difundirse, que es como decir que se desarrolla y difunde por la línea, G. Barros
llega más lejos cuando señala que la línea y la psicología forman el elemento
característico y esencial de una caricatura33[33] incluso teóricos como Revel34[34] señalan
que ni siquiera tiene cabida la línea neutra ya que la caricatura debe constituirse de tal
forma que una línea de más o de menos cambie o modifique toda la expresión del
conjunto, pero en modo alguno debe de existir algo neutro.

No obstante lo anterior también existe un tipo, aunque minoritario, de


caricaturas con volúmenes, es lo que se ha venido en llamar la caricatura aguada.35[35]

Resumiendo podríamos llegar a concluir que la caricatura es ante todo lineal, si


bien no exclusivamente lineal.

H) La caricatura como estenografía expresiva:

Esto es, como una reducción expresiva en la que cada línea cuanto más
esteneográfica sea, más expresiva convierte a esta reducción.36[36] Así la caricatura se
convierte con el adjetivo esteneográfico que se le añade en una escritura (un
contenido), pero una escritura reducida únicamente a los trazos estrictamente
necesarios.

I) La caricatura como moralidad:

Hecho que se produce cuando la caricatura critica, circunstancia que motiva que
el caricaturista se sitúe en otro plano que el caricaturizado, convirtiéndose así en el
acusador de una actitud moral en el más amplio sentido de la palabra.37[37]

J) La caricatura como degradación:

En principio la degradación se constituye como recurso básico de la caricatura


de tal forma que ésta lleva a cabo la degradación extrayendo del conjunto del objeto
un rasgo aislado que resulta cómico, pero que antes, mientras permanecía formando
parte de la totalidad, pasaba inadvertido.38[38]

Esta degradación tiene una manera muy peculiar de actuar: lo hace


comparando lo sublime con lo vulgar, lo eminente con lo humilde. Se produce por la

33[33]
Barros, op. cit. p. 53
34[34]
Revel, op. cit. p. 14.
35[35]
Pasteca, op. cit. p. 93.
36[36]
Ravel, op. cit. p. 14.
37[37]
Circunstancia puesta de manifiesto por Gamonal, op. cit. p. 5.
38[38]
Freud, Sigmund, El chiste y su relación con lo inconsciente, Madrid, Alianza,
1986, p. 187.

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bisociación en la que se consigue la percepción por medio de dos estructuras de
referencia habitualmente incompatibles.39[39]

K) La caricatura como juego:

Desde el momento en el que el caricaturista juega con la fisonomía humana


trasponiéndola a un lenguaje determinado. Este juego con el signo gráfico se convierte
en un símbolo o ideograma, estableciendo un juego funcional ya que reemplaza al
objeto caricaturizado.

L) La caricatura como síntesis visual:

Para algunos autores es más determinante en la caricatura que la propia


exageración y consistiría en la plasmación sobre el papel de una idea con los mínimos
trazos. No obstante esta afirmación se ha de tomar con la debida prudencia desde el
momento en el que los primeros caricaturistas como Chezzi, Rivaltz o Rowlandson
realizan caricaturas muy elaboradas que crearon escuela y que influyeron
decisivamente a los caricaturistas del siglo XIX.

No podemos olvidar por otro lado, como señala Geipel 40[40], que la simplificación
y sintetización de los complicados mecanismos de la vida político social son el
exponente de una depurada sofisticación intelectual.

M) La caricatura como ingenuidad:

Idea ya recogida por Gavarni41[41], quien comparaba la caricatura al dibujo de los


niños. Esta idea no la podemos utilizar de una forma absoluta desde el momento en el
que la simplificación es ante todo intelectual, pero sí parece más apropiado hacer
referencia a esta característica en lo que se refiere a su aspecto formal.

N) La caricatura como código o lenguaje fisionómico:

Tanto en lo que es una caricatura personal como una caricatura en cualquiera


de sus posibles subgéneros, usa de unas reglas fijas que hacen reconocible el objeto,
crea por tanto un código convencional que no nace de una imitación de la realidad,
todo lo más de una similitud con ésta.

Estas reglas en lo que a la caricatura personal se refiere se originan en la


fisionómica precientífica que clasifica la cabeza, cara y gestos conforme a unas
determinadas pautas que nos hablan del personaje en cuestión, estas pautas terminan
por estandarizarse en el pensar popular que ve en la caricatura el reflejo de esta idea y
la toma como propia.

Ñ) La caricatura como posesión:

39[39]
Hodgart, Matthew, La sátira, Madrid, Guadarrama, 1969, p. 112.
40[40]
Geipel, John, The cartoon. A short history of graphic comedy and satire,
Londres, David and Charles, 1972 p. 33.
41[41]
Recogido por Revel, op. cit. p. 12.

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La caricatura toma los rasgos de la “víctima”, en palabras del antropólogo Levi
Strauss42[42] es una revisión puesta al día del “Hombre de paja”, el muñeco usado por el
pueblo para exteriorizar sus ataques contra la persona odiada, la caricatura entonces
se llena de elementos satíricos de tal forma que maneja a su antojo al caricaturizado,
lo lleva por donde quiere ir, lo somete a una reducción43[43] como si de un sortilegio se
tratase.44[44]

O) La caricatura como contenido:

Toda caricatura del tipo que sea representa algo, un algo reproducido mediante
una serie de signos reconocibles que hacen que su comunicado sea entendido por
amplias capas de la sociedad de su momento. Pese a ello hay veces que se hace
necesaria la inclusión de un texto que proporcione un mensaje, esto se deberá a tres
motivos:

a) Como parte fundamental, ya que explica la imagen.


b) Como parte única de la comicidad, convirtiéndose así la imagen en un
“chiste ilustrado”.
c) Como complemento de la imagen, emitiendo un juicio sobre ella que la
complementa.

P) La caricatura como grabado simbólico:

Si el término caricatura nos hace pensar de una forma casi automática en lo


cómico, no podemos olvidar el hacer referencia a un tipo de caricatura, la política, que
en principio no tiene por que tener comicidad, haría falta pues en castellano algún
término específico que lo distinguiese, este problema también fue abordado por
Gombrich45[45], introduciendo el término de grabado simbólico para poder hacer
referencia a este tipo de producción gráfica.

Q) La caricatura como medio de masas:

La caricatura está ligada a los medios de masas, tanto es así que autores como
Edward Fuch46[46] señala que no se puede hablar de caricatura en la historia hasta que
no aparecen los nuevos sistemas de reproducción en la Época contemporánea, y que
incluso la excepción confirma la regla ya que en la antigüedad no conocían las
caricaturas salvo por las estatuillas de terracota que exigían un procedimiento
mecánico. Con ello queremos decir que la caricatura por definición necesita de un
contemplador que es una sociedad o amplios sectores de esa sociedad, con lo que para
ello se hace necesario un sistema de reproducción adecuado; por otra parte la
caricatura por definición es en gran medida política, esto es, se usa como instrumento

42[42]
Recogido por Geipel, op. cit. p. 93.
43[43]
Gamonal, op. cit. p. 29.
44[44]
Gombrich, Meditaciones sobre un caballo de juguete, Barcelona, Seix Barral,
1968, p. 416 y ss.
45[45]
Gombrich, Meditaciones, op. cit. p. 163 y ss.
46[46]
Benjamin, Walter, “Historia y coleccionismo: Edward Fuch” en Discursos
interrumpidos, Madrid, Taurus, 1973, p. 133.

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de cambio político, con lo que para ello se han de contar con unos medios de difusión
que puedan facilitar esta labor.47[47]

R) La caricatura como encuentro:

Desde el momento en el que sólo cada persona tiene una caricatura personal,
pero también en la forma en la que ésta se realiza es también personal de tal manera
que al contemplar una caricatura no sólo reconocemos al personaje representado, sino
también a la persona que la realizó, pues en cada representación existe un estilo
personal del caricaturista y así la caricatura pasa no sólo a ser una representación
psicológica del caricaturizado sino también una representación psicológica de cómo el
caricaturista ve al caricaturizado.48[48]

S) La caricatura como opinión:

Señala Pasteca que “Pienso y luego dibujo una línea alrededor de mi


pensamiento”49[49] para definir caricatura ya que según él la caricatura es una opinión,
es más, sigue diciendo que un entrevistador refleja lo que el entrevistado dice, un
caricaturista refleja lo que él quiere.

T) La caricatura como versión humorística de un personaje:

Definición que sobre el término daba el caricaturista José Luis Dávila haciendo
hincapié en el humor como elemento esencial y definitorio de la caricatura.50[50]

5. Tipologías de caricaturas.

Tras el análisis de todas estas características que nos permiten adentrarnos en


el concepto, corresponde en este momento tratar de resumirlas intentando una
revisión del concepto y aproximarnos a una definición para poder acotar y clarificar el
término.

Visto todo lo anterior, podemos definir caricatura como: Una imagen


generalmente unida al grabado o a cualquier otro tipo de reproducción masiva que
consiste en una reducción o síntesis visual por medio de líneas de la persona u objeto
que se representa; en donde la idea de agresividad, degradación, exageración, juego
fantasía o vertiente humorística están en mayor o menor medida patentes con el fin de
crear un código por el que se pueda representar una opinión, una crítica, o en definitiva
un contenido que se quiere dar a conocer en relación a una persona, una idea o una
situación determinada.

En esta definición de la caricatura se dan una serie de tipologías que intentan


clasificar el concepto.

47[47]
Bornemam, La caricature. Art et manifieste (Du XVI siecle a nours jours),
Ginebra, Skira, 1974, p. 45.
48[48]
Pasteca, op. cit. p. 12.
49[49]
Ibid, p. 27.
50[50]
Entrevista a José Luis Dávila recogida por Pasteca, op. cit. p. 67.

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Por un lado tenemos la clasificación de Barros51[51] para el que dentro de lo que
denomina el Arte Humorístico se encuentra la caricatura propiamente dicha, la parodia,
la fantasía y la sátira.

En el primer caso, la caricatura sería aquella que se ciñe a lo personal y busca


la comicidad de un individuo, las actitudes y su psicología; la parodia encerraría la
sátira más intencionada y cruel, la fantasía haría alusión a aquellas imágenes
exclusivamente cómicas y finalmente la sátira sería la que ejercitando la imaginación
crea lo ridículo para provocar un ataque.

Quien también intenta clarificar una serie de tipos será Carracci 52[52] quien marca
tres estadios para llegar a la caricatura propiamente dicha, cada uno de estos estadios
conforman un determinado tipo de caricatura, y así tenemos:

a) Algunos objetos son deformados y alterados por la naturaleza, ridículos y


fuentes de placer cómico, nada impide que el hombre los imite reproduciendo
así este placer cómico.

b) El artista puede aún deformar más estos objetos, en ese caso


estaríamos ante un “Ritrati carichi”

c) Elaborando aún más ese objetos llegamos a la “Pertftta diformità” o la


“Belleza della deformità”.

Otro de los autores que intentarán clarificar el concepto será el mexicano


Ras53[53], para quien existe una caricatura:

a) Deformativa, esto es, la que deforma los rasgos.

b) Caracterizante, mediante por la que la deformación intenta caracterizar un


personaje

c) Simbolista, en la que se va más allá del personaje para representar una idea.

Baudelaire también aborda el tema, éste dividirá la caricatura conforme a las


distintas categorías de lo cómico, así tenemos:

a) Lo cómico absoluto: Es aquel humor sólo aceptado por la intuición 54[54]


, y por
lo tanto considerablemente sutil.

b) Cómico feroz: Es lo cómico significativo llevado a lo extremo 55[55]

c) Cómico inocente: Es un cómico absoluto 56[56]

51[51]
Barros, La caricatura contemporánea, op. cit. p. 25 y ss.
52[52]
Citado y comentado por Vittorino Rubiu, La caricatura, Florencia, Sansoni,
1973, p. 50
53[53]
Ras, Caricaturigenia, Alameda, México, 1955, p. 80.
54[54]
Baudelaire, CH; Lo cómico y la caricatura, Madrid, Visor, 1988, p. 35.
55[55]
Ibid..., p. 35.
56[56]
Ibid..., p. 39.

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d) Cómico significativo: Es el humor más fácilmente comprensible por el público
y más sencillo de analizar57[57]

Podríamos seguir citando diferentes posturas cada una de ellas encerrando en sí


unas ideas que clasifican la caricatura dando para sí una serie de reglas para dividir el
concepto, todas ellas son válidas desde el momento en que en sus divisiones podemos
englobar la caricatura pero fallan en lo que Ortega diría de intentar dar reglas de
división a algo que no tiene reglas ya que todas estas divisiones adolecen de que
difícilmente pueden abarcar todo lo que se engloba bajo el término caricatura y otras
porque son demasiado generales.

Puestas así las cosas podríamos dividir la caricatura de una forma pragmática
que se adecue más a la realidad, para ello hemos de hacer referencia a los diferentes
subgéneros que sobre caricatura existen, es decir abocarnos más por las diferentes
características que tienen las caricaturas que por su fin (el cual puede o no
conseguirse), por su desarrollo o por su relación con conceptos abstractos como lo
cómico.

De este modo podemos hablar de:

a) La caricatura política:

Es aquella cuyo tema gira en relación a cuestiones estrictamente políticas,


desde un nivel local o internacional; en la que no sólo se representan a diversos
personajes contemporáneos, sino que además también se representan por medio
de imágenes conceptuales, decisiones u opiniones sobre política en general.

b) La caricatura social:

Es aquel tipo de caricatura en la que se refleja a una determinada sociedad sea


en plan de crítica, burla o chanza, y tiende a representar a una serie de personajes
en situaciones de la vida contemporánea.

c) La caricatura político-social:

Hay momentos en el que es sumamente difícil clasificar una imagen como


caricatura social o política, desde el momento en el que muchas veces
representando y criticando una determinada situación social, a la vez también se
está criticando lo político que crea esa situación por lo que la diferencia que en
algunos casos se da entre estos dos subgéneros algunas veces es inexistente.

d) La caricatura costumbrista:

Sería una escena de costumbres en la que aparece una excesiva carga de crítica
o sátira que la convierte en una caricatura dando así lugar a una observación
irónica de la realidad.

e) La caricatura simbólica:

57[57]
Ibid..., p. 39.

92
Este tipo de caricatura representa a un objeto determinado que dentro de un
contexto especial adquiere una fuerte carga política o social.

f) La caricatura festiva:

Es aquel tipo de caricatura alegre y desenfadada que sólo busca la comicidad


como fin utilizando para ello la caricatura de personas u otros objetos
contemporáneos.

g) La caricatura fantástica:

Es aquella que recurre a lo fantástico con el fin de poder reflejar así una idea, el
ejemplo más significativo lo encontramos en los grabados de Goya tal y como
señala Baudelaire58[58]

h) La caricatura personal:

Es aquella que se centra en los personajes contemporáneos y en su


representación caricaturesca bien sea sólo de la cara o de todo el cuerpo.

______________________________________________________________________________________

Es importante seguir leyendo, así que no escatimen sus esfuerzos en


continuar haciendo una revisión bibliográfica para afinar sus cualidades como
redactores.
Sé que lo que les pido es cuesta arriba, pero dispónganse y verán que juntos
podremos hacer un buen trabajo en pro de su formación como periodistas.
Con cariño,
Lic. Jimena Alexandra Rueda
+58 (0424) 414 83 06
ximenalexandra27@gmail.com
Docente UAM
Escuela de Comunicación Social
Universidad Arturo Michelena

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