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UN CAMINO

HACIA LA LUZ
MELQUIZEDEK
M.V.M.

1
El Cristo Cósmico
El Gran Maestro de la Jerarquía Cósmica.
Director del Programa de Exteriorización de la Jerarquía
Planetaria que el M V Maestro Melquizedek coordina.
INTRODUCCIÓN

Saludos queridos hermanos y hermanas.

Grandes inquietudes causó mi escrito anterior... ese era uno de los objetivos.

Los otros son internos. No pretendo que estén de acuerdo con todo. Pretendo marcar
una guía sobre dónde podemos poner énfasis para mejorar el estado interno de la vida
de la humanidad.

El mundo vive una vida física. Gran parte de su experiencia humana se basa en los
sentidos físicos, hacia ellos orienta prácticamente toda su vida y sus esfuerzos.

Pero ese es el verdadero problema.

La vida de los sentidos, es tan sólo una pequeña parte de la verdadera vida.

Las conductas de las personas son tan sólo la punta del iceberg que nos deja entrever la
realidad de lo que es un ser humano.

Esta vez vamos a hablar de una nueva forma de vivir.

Este comunicado habla de una manera diferente de vivir la vida.

Libre de temores.

Libre de prejuicios.

Libre de paradigmas.

Pero comprometidos con la luz.

Comprometidos con la evolución.

Comprometidos con el despertar de la humanidad.

3
Vamos hablar de un camino hacia la luz.

Hacia la luz verdadera que emana de dónde la “Voluntad de Dios es conocida”.

Este es el camino de las grandes almas.

Disfrútenlo.

Melquizedek

Luna llena de Junio 2007

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1. Las 3 Misiones del Ser Humano.

Todo ser humano al nacer, inicia un camino.

Un camino cuyo derrotero desconoce en ese momento.

Un camino que está a cargo, primero de su memoria biológica.

El cuerpo sabe perfectamente lo que debe hacer para crecer y manifestar toda la
grandeza y perfección que lleva inscrita en sus genes.

El hombre posee un cuerpo físico biológico que es el culmen de la evolución, es la obra


de arte con que la naturaleza ha coronado el largo camino de ensayos y pacientes
modificaciones que llevaron a la más tosca roca a construir no sólo una maravillosa
máquina biológica capaz de responder con inteligencia y precisión a los más sutiles
cambios tanto externos (ajenos al hombre) como internos (causados por el hombre).

El ser humano al nacer es dotado de esta maravilla de precisión que es el cuerpo


humano.

Completo, perfecto y con una gran misión por desarrollar.

Desde ahí el hombre y la mujer reciben su primera gran misión: Deben honrar a ese
cuerpo que recibieron como regalo de la Naturaleza.

La honra se construye mediante una vida sana y libre de hábitos destructivos o nocivos
para el cuerpo.

Se honra al cuerpo llevando una vida balanceada y en equilibrio con la naturaleza; con
sus ciclos, con sus cambios estacionales, conviviendo armónicamente con el resto de las
criaturas que están compartiendo este maravilloso mundo.

El hombre honra a su raza, mostrándose como un ser compasivo, como pastor de otros
seres menos evolucionados, como sembrador de bosques y constructor de nichos
ecológicos al servicio de la naturaleza.

El hombre y la mujer nacen con la misión de honrar al planeta donde nacieron.

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Y esa honra se construye día con día. Con sus acciones, con sus pensamientos, con sus
palabras.

Ese día, ese primer día de su nacimiento en la Tierra. El ser humano ya recibe una
misión. Y esta misión es la misión inscrita como ser vivo, dentro de su genética
biológica. Esa es la misión que le asigna la Tierra al momento de darle lo que con tanta
paciencia construyó para él por tantos miles y millones de años.

Pero esa no es la única misión que el ser humano recibe.

El hombre y la mujer nacen con emociones. No son únicamente carne y huesos. Hay un
ser humano sintiendo y generando emociones desde antes de su nacimiento. El niño no
nacido, ya tiene y experimenta emociones, al principio, las mismas que su madre, pero
poco a poco, el niño no nacido empieza a diferenciarse de su madre al experimentar sus
propias emociones. Empieza a crecer emocionalmente de manera independiente de su
madre.

El niño llora producto de emociones que experimenta sin conocer las razones, el niño
ríe y juega sin saber por qué lo hace. Y todo esto lo hace muchas veces dentro de la
madre... y lo continuará haciendo y no sabrá por qué después de nacer.

El ser humano maduro, llora, ríe, juega y se divierte, sufre y anhela, ansía y se angustia
y pasa su vida tratando de explicar sus emociones. Pero ellas no pueden ser explicadas,
porque no pertenecen al mundo de la mente, no pueden ser racionalizadas. Las
emociones se explican viviéndolas. Las emociones se comprenden y se manejan
viviéndolas. Porque las emociones son otra de las manifestaciones de esa perfección
que el hombre recibe al nacer.

El ser humano recibe al nacer un cuerpo emocional y con él... también recibe una
misión.

El ser humano recibe una misión trascendental. Algo que hasta ahora no se ha
comprendido del todo.

La misión de todo ser humano al llegar a la Tierra es alcanzar la felicidad. Esa sublime
emoción que a pesar de que todo ser humano la ha experimentado en algún momento,
no le dedica la atención suficiente para llegar a comprenderla y saber cómo es posible
manifestarla de forma permanente.

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En la manifestación de la felicidad, todo se vuelve noble, todo se pinta de rosa y el ser
humano vive en equilibrio ecológico consigo mismo y con los demás. Se disminuyen
los conflictos, el cuerpo mismo se siente sano o empieza sanar, y poco a poco el
equilibrio se reestablece con todo lo que se encuentra fuera y dentro de él.

Así que, hasta ahora el ser humano posee dos misiones importantes para llevar a cabo
en su vida, y ambas las tiene desde el momento mismo de su nacimiento.

Pero el ser humano no es únicamente, carne, huesos y emociones. El ser humano tiene
un espíritu.

Y ese espíritu tiene también una misión.

Como espíritu el ser humano ha recibido el don más grande que cualquier criatura
pueda recibir: El don de la vida, el don de poder llegar a honrar a su padre creador.

Si el hombre honra a la naturaleza al vivir en equilibrio con ella. El hombre honra a


Dios al vivir en equilibrio con él, acorde a sus principios divinos.

Si el ser humano recibe una carga genética que lo impulsa a crecer acorde a la
información que le proporcionaron sus padres, ahora como espíritu viviendo dentro de
un cuerpo, el ser humano ha recibido un código genético que le proporcionó su Padre-
Madre creador. Y en ese código no hay muchas instrucciones, no requerimos de
descifrar ningún genoma para saber lo que está inscrito dentro de ese código genético
espiritual.

Dentro de ese código sólo hay una instrucción: Crece y evoluciona al igual que tu
Padre-Madre. Como hijo o hija de Él-Ella, has recibido en tu herencia la capacidad de
crecer tan grande como Él-Ella.

Y es así, que el ser humano recibe otra gran misión, la más grande de todas. Debe
honrar la imagen de su Padre-Madre.

Y en esa honra, es que el ser humano inicia: Un Camino Hacia la Luz.

Esas son las tres misiones que el hombre recibe.

En el resto de este escrito estaré describiendo lo que entiendo por un camino hacia la
luz.

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No hablo desde la plataforma de una escuela particular, ni de una religión específica.
No promuevo ni afiliaciones a escuelas ni a religiones. No pertenezco a ninguna red
particular ni tengo representantes. Yo hablo para todos porque reconozco a todos como
mis hermanos.

Busco hacer la luz en las mentes de todos los que estén dispuestos, pero los invito a que
mediten, a que encuentren dentro de ustedes lo que por mucho tiempo tal vez, hallan
estado buscando afuera.

Reciban este mensaje y háganlo suyo, busquen adentro sus respuestas.

En las siguientes páginas estaremos describiendo este Camino Hacia la Luz.

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2. Los Dos Caminos

Un Camino hacia la luz empieza en el mismo lugar donde empieza la vida.

Una vida física, que no es sino el símbolo del inicio de un nuevo ciclo.

Todo en el Universo se mueve en ciclos. Desde las galaxias que giran en tiempos
descomunales, hasta los pequeños átomos que para coexistir requieren de estar
moviéndose en pequeños ciclos de vibración. Y el ser humano no es la excepción. El ser
humano se desarrolla en ciclos.

El ser humano ya existe, desde antes de nacer, en otro estado de existencia. Con otra
naturaleza pero ya vive, ya vibra, ya es consciente de sí mismo.

Cuando nace en la Tierra, pasa a un nuevo ciclo de existencia. El ser humano pasa de
una existencia espiritual a una existencia material. Y toda su vida no es sino una
metáfora que debe descifrar donde su ser interior trata continuamente de recordarle su
naturaleza espiritual mientras vive en una sociedad que intenta por todos los medios
capturar su atención para enseñarle a vivir una vida superficial de satisfacción a sus
sentidos.

El camino hacia la luz empieza cuando el ser se cuestiona la validez de todo lo que ve a
la luz de todo lo que siente.

Cuando se confronta la vida externa con la vida interior y surgen los conflictos y la
insatisfacción, cuando se observa imparcialmente que la satisfacción de los sentidos no
concede todo lo que el ser interior pide, entonces el se humano inicia una búsqueda que
lo llevará tarde o temprano a la luz.

Es así que todos los seres humanos más tarde o más temprano, se hacen las mismas
preguntas: ¿qué es lo que necesito para ser completamente feliz? ¿por qué somos tan
diferentes los seres humanos? ¿por qué las personas son tan distintas a mi? ¿por qué soy
diferente? ¿por qué tengo que sufrir? ¿es esto lo que Dios quiere para mi? y muchas
preguntas más que lo llevan a iniciar una búsqueda en las religiones, entre sus amigos,
con sus confidentes, o donde quiera que encuentre personas que crea que le pueden
contestar estas interrogantes.

Y es así, que se descubre la otra realidad. El mundo del interior.

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El ser humano empieza a concederle importancia esencial a lo que vive internamente.
Inicia una búsqueda para llegar hasta donde su ser interno le pide.

Al principio no percibe claramente lo que necesita, sólo sabe que lo que está fuera no lo
llena. Siente un llamado pero no lo identifica. Es aquí donde los hombres y mujeres
tratando de responder a esta necesidad se forman una filosofía propia: o inician una
búsqueda real hacia su interno, o acallan esas voces decidiendo creer que lo único que
verdaderamente importa es el mundo de los sentidos y sus satisfacciones y entonces
llenan esos deseos con drogas, con dinero, con diversiones, con lo que ofrece la vida
externa.

Y en esa decisión se va conformando el futuro.

La primera de las grandes decisiones que el ser humano toma es si accede a buscar las
respuestas que necesita iniciando un camino hacia dentro de sí mismo o inicia una
búsqueda fuera de él.

Es ahí donde la primera de las grandes bifurcaciones del camino tiene lugar. Ambas
llevan a lugares muy distintos, ambas están llenas de lecciones y en ambas el ser
humano encuentra respuestas, aunque no en ambas tiene los mismos aprendizajes.
Como veremos más adelante.

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3. El Segundo Llamado.

Cada ser humano, hombre y mujer, niño o niña vive su vida buscando algo.

Todos buscan la felicidad, el estar bien, divertirse, ser aceptados, ser respetados, ser
reconocidos, todos buscamos amor.

Y en estas búsquedas permanentes se toman decisiones.

Y estas decisiones tienen repercusiones.

Y las repercusiones son los frutos con los que después se tiene que vivir, a veces, para
toda la vida.

Y es ahí donde las lecciones de la vida llevan al hombre y a la mujer a cuestionarse


nuevamente: ¿es ésta la vida que deseo llevar? ¿es para esto que yo nací? ¿éste era el
plan que Dios tenía preparado para mí?

Y en estas preguntas se encuentra escondido el segundo llamado.

Un llamado del espíritu que desde adentro hace esfuerzos por superar la voz de la
personalidad que ya tiene respuestas y teorías para casi todas las preguntas pero que la
mayoría de las veces falla en encontrar la felicidad que el ser necesita.

Es el momento en que el mundo se derrumba, todas las teorías, todas las explicaciones,
todas las recomendaciones que el ser ha venido siguiendo no lo han llevado a
encontrarse consigo mismo.

Y entonces, si la persona escucha atentamente, si es capaz de acallar esa mente inquieta


que lo llama a rebelarse, a renunciar a todo, a salir huyendo de lo que lo hace sufrir, si
es capaz de sentirse humilde y escuchar a su espíritu que con una débil voz pero
insistentemente lo llama... escuchará el secreto de los secretos.

Tu naciste para ser feliz.

Tu naciste para honrar a Dios dentro de ti.

Tu naciste para vivir una vida plena.

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Pero... tienes que escucharme.

Tienes que aprender a vivir contigo.

No fuera de ti.

La televisión, los amigos, la familia, las revistas, todo lo que encuentras afuera no son
sino distracciones de lo que verdaderamente importa. Todos te recomiendan cosas que
comprar, viajes que realizar, libros que leer, iglesias a donde asistir... pero nadie te
recomienda que pienses y sientas lo que tu ser interno te pide.

Nadie te recomienda que te escuches.

Vivimos en un mundo donde todos son expertos en resolver los problemas ajenos.

Un mundo de jueces que se creen capaz de juzgar a todos y a todo.

Y nosotros nos sometemos a esos juicios.

Los escuchamos y los seguimos a veces.

Otras veces nos hieren y lastiman... porque los escuchamos y los seguimos.

En todos los casos el ser humano ha renunciado a su libertad para someterse al juicio de
los expertos en vidas ajenas.

Y esa es nuestra vida. Similar a un pequeño barco que golpeado por las olas de la vida
viaja dando tumbos dirigido por mil capitanes que creen saber cual es el mejor destino
que nos conviene seguir.

Por eso es que les digo... mediten, mediten, mediten.

Retomen el control de sus vidas.

Denle a su ser espiritual interno el control de lo que desean hacer.

Yo les propongo cumplir con sus misiones.

1º. Honren a su cuerpo físico.

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2º. Sean felices.
3º. Honren a Dios con sus vidas.

Este es el camino que me propongo explicar.

Este es Un Camino Hacia la Luz.

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4. Honren a su Cuerpo Físico.

Este es el primer escalón del Camino Hacia la Luz.

El cuerpo humano, esa maravilla de la creación es ignorada, lastimada y castigada


inmisericordemente por el ser humano que vive inconsciente de que su cuerpo es el
lugar desde donde él trabaja.

Una de las grandes razones por las que el ser humano castiga a su cuerpo es porque es
el único lugar donde él puede experimentar su libertad.

Cansado de tener que respetar reglas y consejos, leyes y exigencias de parte de la


sociedad, de sus padres, de su pareja, de sus hijos, de las autoridades, de todo el mundo
que lo rodea, la persona siente que lo único sobre lo que tiene libertad es sobre cómo
usar su cuerpo físico, sobre lo que puede hacer con él.

Y entonces, se da la libertad de comer un poco más... de fumarse un cigarrillo, de


tomarse una copita más, de desvelarse o drogarse o cualquier cosa que le permita
pensar: al menos puedo hacer esto porque es mi vida y nadie me puede obligar a que no
lo haga... “un pequeño acto que me permite experimentar un espacio de la libertad que
tanto ansío pero que no tengo en los demás campos de mi vida”

Y entonces... el ser humano se vuelve obeso, vicioso o enfermo. El cuerpo, nacido para
servir al hombre, como una maquinaria de precisión maravillosa con todo un sistema
perfecto para mantener la salud del ser, se vuelve una máquina defectuosa, lastimada y
llena de necesidades que enferma al hombre y lo vuelve ahora su esclavo.

Cada acción reclama su efecto tarde o temprano.

Por eso el primer acto consciente que nos acerca a la luz es honrar nuestro cuerpo.

El cuerpo es el lugar desde donde trabajamos para acercarnos al mundo de donde


vinimos, es el instrumento perfecto para que el ser pueda acceder con libertad hacia el
ejercicio supremo del ser humano: Trabajar para Crear. Al igual que Dios.

Entonces si el cuerpo ha de ser honrado, empecemos por los alimentos.

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El cuerpo es un laboratorio que transforma todo lo que le damos en energía.

El propósito principal de la alimentación es proporcionar energía para que el cuerpo


siga funcionando de manera adecuada.

El propósito de la alimentación no es satisfacer al paladar. El sentido del gusto tiene una


función olvidada por el hombre: tiene la función de proteger al ser de no ingerir algún
alimento que le pueda hacer daño. Pero está tan atrofiado que sólo algunas cuantas
personas realmente pueden detectar aquellos alimentos que están descompuestos o que
lastiman al cuerpo.

Si es la energía lo que proporciona la alimentación entendamos que la energía primera


que sustenta la vida en el planeta es la energía solar. Aquellos alimentos ricos en energía
solar serán los que proporcionen energía de mayor calidad al cuerpo humano.

En ningún momento estoy prohibiendo nada, sólo recomiendo que los alimentos de
origen vegetal serían los primeros en la lista de alimentación que le da al hombre la
mayor calidad de energía. Los alimentos derivados de animales tienen ya procesada la
energía solar en un nivel de menor calidad, ellos la tomaron de las plantas y luego el
hombre la toma de ellos por lo que se encuentra más degradada.

El agua que consume el ser humano debe ser agua limpia y libre de contaminantes tan
frecuentes en la civilización. El agua de los ríos, originalmente viene rica en energía
que va recogiendo de los campos por los que atraviesa y que la fortalece en muchos
sentidos, el agua es uno de los mejores alimentos que el ser humano puede tomar, tanto
por su contenido energético como por los procesos que dentro del cuerpo el agua
efectúa, el agua limpia, desintoxica, energiza, magnetiza y provee al hombre de un
medio de conducción de energía limpio y excelente para que realice muchos de los
otros procesos superiores que debe hacer, como más adelante lo explicaremos.

Hago la aclaración que en las ciudades el agua que viaja por la red de servicios
municipales es agua, muchas veces, libre de contaminantes pero pobre en energía. No
daña al cuerpo pero tampoco le da la energía que el agua originalmente proveía al
cuerpo humano. Por lo que el ser humano debe de buscar energizar al agua enviándole
pensamientos de armonía y bendición antes de consumirla.

En todo hogar debería haber un recipiente donde continuamente se tuviera agua bendita
y magnetizada con los buenos deseos de los miembros de la familia, y de donde ellos
estuvieran bebiéndola. La forma de magnetizarla es tan simple como bendecirla o pedir
a Dios que la llene de toda su fuerza.

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El agua posee propiedades mucho más allá de lo que el ser humano sospecha, sus
capacidades son apenas reconocidas por algunas cuantas personas y la ciencia apenas
está iniciando una investigación para entender estos, llamados, “fenómenos” por ellos.

Otro aspecto fundamental es la respiración.

La respiración es una operación sencilla que el ser humano practica desde que nace.
Pero que no ejercita de manera adecuada.

La respiración debe llenar la caja torácica, debe llenar la parte baja del vientre y debe
llenar la capacidad pulmonar al menos unos cuantos minutos diarios. El ser debe
practicar estos ejercicios de respiración completa al menos unos cuantos minutos
diarios, series de 10 repeticiones practicadas al menos tres veces diarias le puede
proporcionar al ser una vida completamente distinta y lo llena de la satisfacción de estar
vivo. Pero cuidemos de que el aire esté libre de los contaminantes tan comunes en la
sociedad actual.

El ejercicio físico es otro de los elementos que el ser debe practicar para mantener su
cuerpo funcionando. Cada músculo de su cuerpo ha sido colocado ahí por la naturaleza
sabiendo que cumple con una función importante para el ser. Ningún músculo está de
más, y cada uno de ellos puede atrofiarse si no se ejercita. Nuevamente afirmo que el
ejercicio es vital para que la persona pueda vivir en paz consigo mismo. La sensación
de bienestar que sigue a una corta sesión de ejercicio físico, le permite al hombre y a la
mujer recordar que cuentan con un cuerpo que está al servicio del ser superior y no al
revés.

El descanso es también un elemento a cuidar. El cuerpo requiere descansar de forma


completa periódicamente, no únicamente para que los músculos puedan estar libres de
cansancio, sino para que ciertas funciones mentales y químicas puedan llevarse a cabo
mientras el cuerpo duerme. Poco descanso incrementa el estrés y deja funcionando de
manera inadecuada muchos de los procesos del cuerpo, a largo plazo genera
inestabilidad emocional, enfermedades y una baja energía en general.

En resumen, los hábitos diarios son los que aseguran la salud o la enfermedad de las
personas.

Malos hábitos son la causa raíz de muchas de las enfermedades humanas.

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El equilibrio puesto en cada uno de los actos de nuestras vidas ayudan a mantener ese
estado de bienestar tan importante para caminar armónicamente hacia la luz.

Honrar al cuerpo físico es vivir una vida armónica respetando sus necesidades y
disfrutando de sus capacidades.

“El cuerpo es el altar donde se honra a Dios”, esta es una de frases que muchas antiguas
tradiciones mantenían presente. El cuerpo es un regalo de la Madre Tierra. Es el primer
regalo que recibimos al llegar a la Tierra. Es el último que entregamos al terminar
nuestra existencia y por lo mismo es un don con el que vivimos toda nuestra vida.

Por esto es que les digo que el Camino Hacia la Luz requiere honrar a nuestro cuerpo
físico.

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5. Sean Felices.

Así como el hombre debe honrar a su cuerpo físico lo debe hacer también con la Madre
que le dio el ser, y no me estoy refiriendo a su madre biológica, estoy hablando de la
Madre Tierra.

La Madre Tierra le concedió lo mejor que tenía, lo más selecto de su materia para que
construyera su cuerpo físico, este acto de amor debe ser recompensado a través de un
respeto a la naturaleza. La Madre Tierra requiere de todos sus hijos respeto a sus
procesos, respeto a sus mares y bosques, respeto a sus montañas y a sus valles. Respeto
a sus criaturas, que no están aquí para servir al hombre, están aquí, al igual que el
hombre, para aprender a ser seres orgánicos superiores, para lograr el equilibrio en la
naturaleza.

Cada ser orgánico debiera estar consciente de que su lugar dentro de la naturaleza está
resguardado y seguro mientras no viole las leyes de la convivencia armónica; ecológica,
dirían los científicos. Pero, la ecología es una ciencia demasiado nueva para la moral y
los hábitos humanos, es aquí donde el llamado para todos aquellos que siguen este
camino hacia la luz se hace más fuerte. La Tierra necesita de todos sus hijos conscientes
para retomar ese camino de equilibrio que está perdiendo por el avance ciego que en los
últimos 200 años el hombre ha venido dándole a su civilización.

Entramos ahora a tratar el tema de la felicidad.

Dijimos que el ser humano nace para ser feliz.

Y en esta frase se resume todo un camino de sencillez. Los niños lo manifiestan y ellos
no son maestros de sabiduría.

Son simplemente niños.

Pero los niños no han perdido lo que el adulto pierde cuando crece escuchando a los
demás.

El niño no ha perdido su inocencia.

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El niño todavía escucha a su interno, y porque lo escucha sabe lo que quiere... y lo pide,
lo busca, y no se aparta de su objetivo hasta que lo encuentra y entonces regresa a su
estado de felicidad interior.

Si el niño se enoja, busca no estar enojado, si el niño sufre, busca no sufrir, si el niño
pierde la sonrisa, busca encontrarla en la diversión, en el juego, en todas sus acciones.

Así de simple es la vida.

Pero los adultos...

Los adultos sufrimos, y buscamos la raíz de nuestro sufrimiento afuera; y entonces


encontramos que nuestra vecina, nuestro jefe, nuestros hijos, alguien... hizo algo muy
malo... y por eso estamos enojados. Ellos son los culpables, ellos me hicieron enojar.

Los adultos nos contentamos, pero guardamos los recuerdos... esos recuerdos que nos
enseñan a no confiar en esas personas que nos han hecho sufrir.

Y entonces, la próxima vez que las vea, sabré que no debo confiar en ellas.

Y así vivimos.

Guardando piedras en nuestro corazón.

Una piedra por cada persona que me ha hecho sufrir, otra piedra por cada cosa que la
vida me ha dado como problema, otra más por todas aquellas cosas que he deseado en
la vida y no he podido conseguir.

Y vamos por la vida cargando ese costal de piedras.

Quejándonos de que la vida es agobiante.

Cuando llega un momento de felicidad, deseamos que no termine nunca, pero


internamente estamos convencidos de que terminará y eso nos angustia, en medio de la
felicidad que experimentamos, nos angustiamos porque sabemos que no será para
siempre. O recordamos a alguien que nos gustaría que estuviera con nosotros
disfrutando de este momento y entonces nos entristecemos porque esa persona no está.

Y el momento de felicidad se nos va entre la angustia de lo que no ha pasado y la


añoranza de los recuerdos que reclaman un lugar en nuestra mente.

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El presente es un espacio de tiempo corto, demasiado corto para desperdiciarlo entre un
futuro que no ha llegado y un pasado poblado de fantasmas.

Y es en el presente el único tiempo en que se puede disfrutar de la felicidad.

Por eso el camino a la felicidad no es un sendero largo, no es que debamos esforzarnos


para ser felices... debemos dejar de esforzarnos y ser como niños... sencillos... simples...
viviendo el momento... disfrutando de cada cosa que la vida nos da... aceptando lo que
tenemos y no deseando hasta la obsesión, lo que no tenemos o lo que no somos.

El hombre se esfuerza para no ser feliz.

Lucha para tener todo el control de su vida y al no poder lograrlo pierde la felicidad.

Ser feliz, implica disfrutar de lo que se tiene, como los niños, que juegan con piedras,
con su imaginación, con sus manos, con lo que tengan a la vista.

Disfrutar de lo que se es. Sin desear ser como otros, sin desear cambiar el color de sus
ojos o la forma de su cabello.

El aceptarse como se es, no implica no cambiar. El aceptarse como se es, es el primer


paso a la felicidad.

En la búsqueda de la felicidad el ser humano ha inventado fórmulas y estrategias que lo


han llevado a perder lo más importante... El hombre y la mujer han perdido, el contacto
con su ser interior.

Por mucho tiempo he estado llamando a los hombres y mujeres de las escuelas y
organizaciones espirituales para que mediten. Y normalmente he escuchado que no
saben meditar, me piden fórmulas, recetas mágicas para lograr establecer el contacto
con su ser interno.

El ser piensa que escucharse no tiene sentido porque cree que meditar es pensar y no
percibe diferencias entre estos dos actos.

Pero meditar no es pensar.


Meditar es trascendente.
Pensar es trivial.

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Meditar es profundizar en lo más interno del ser, preguntar, preguntar, preguntar y
volver a preguntar... y después. Cuando las preguntas cesen... escuchar, escuchar,
escuchar... y volver a escuchar.

Dejar que el corazón hable. Que la personalidad cansada de buscar respuestas afuera,
cansada de escuchar comerciales en la televisión dando consejos contradictorios para
que las personas vivan una vida que no tienen y se conviertan en personas que no son,
deje finalmente que el corazón hable.

Y tal vez no le diga mucho, tal vez sólo diga: “busca a Dios dentro de ti”, tal vez sólo le
diga: “no sufras, yo estoy contigo”.

O tal vez simplemente surja la convicción de que: “no tienes porque ser lo que no eres”
o “no tienes que tener eso para ser feliz”... pero el logro será inmenso, porque el alma
ha hablado y ha sido escuchada.

Ese es el primer paso, es el primer escalón para encontrarse consigo mismo, la


meditación es el ejercicio más valioso que un discípulo puede hacer para llegar a
reestablecer el contacto con su alma.

Pero debe hacerlo con disciplina. Debe hacerlo con la misma regularidad con que toma
sus alimentos. Debe hacerlo parte de su vida.

La felicidad no es algo inalcanzable, la felicidad es el estado natural del ser, es el estado


donde el ser humano honra a Dios. La felicidad atrae la salud, normaliza las funciones
del cuerpo, genera energía positiva en la vida de la persona y de las que lo rodean. Es
una fuente continua de vida rebosante, de buen humor, de bienestar.

Y no implica que las personas no deban sufrir, la vida inevitablemente viene cargada de
lecciones, pero la persona que ha aprendido a ser sencilla, toma el sufrimiento que la
vida le da y se pregunta: ¿cuál es la lección que se esconde detrás de este sufrimiento?

Cuando esa pregunta es respondida, el sufrimiento se torna menos pesado. Ya


aprendimos lo que lo causó y ahora trabajamos en las otras preguntas importantes: ¿por
qué me duele tanto? ¿qué parte de mí debo fortalecer para que no me duela tanto?

El ser humano debe aprender a amar sin apegos, el amor es un sentimiento que
proporciona libertad. Amar, en su forma más pura, es libertad.

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Amar con apegos, es necesidad. Y la necesidad es síntoma de que hay algo que nos falta
para estar completos.

Los dolores del alma muchas veces se deben a la incomprensión, no de los demás, que
no entienden “lo que yo hago por ellos” sino de la persona que sufre que no entiende
que debe amar a las personas por las personas mismas y no esperando algo a cambio.

El amor es algo personal, no se puede esperar que otra persona sienta exactamente lo
mismo que nosotros sentimos. Ellos son libres de sentir como su corazón les dicte, pero
hay algo que no debemos olvidar: en el grado de amor que concedamos a otras
personas estará el grado de amor que recibiremos de ellas o el tamaño de la lección
que dejaremos en sus vidas.

Habrá muchas ocasiones en que las personas a las que amamos no nos den la misma
calidad de sentimiento, pero en algún momento de sus vidas ellas sabrán que hubo
alguien que las amó profundamente y eso les estará enseñando una lección de amor... si
nuestro amor hacia ellas es lo suficientemente grande, el haberles dejado esa lección
debe ser suficiente para que nosotros encontremos consuelo al saber que hemos hecho
algo por ellas.

La felicidad es entonces el segundo paso para llegar a ese camino hacia la luz.

Recuerden que en este sendero que juntos andamos, primero iniciamos un cambio
interior y poco a poco empieza a darse un cambio en el exterior.

Primero se es y luego se hace. Primero se transforma el ser y después se transforma el


mundo en el que vive.

Seguir el camino hacia la luz es seguir una de las más grandes aventuras que el ser haya
emprendido en su vida.

Es encontrar el vellocino de oro que... al igual que Ulises... habrá que encontrarlo
después de superar muchas batallas.

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6. Honrar a Dios

El camino hacia la luz es como el camino del guerrero.

Un guerrero mantiene su mente y su cuerpo preparados para la lucha en todo momento.


El enemigo acecha... puede estar en cualquier lugar, puede aparecer incluso cuando el
guerrero duerme. Por eso se mantiene preparado.

Sus armas son la disciplina a la que somete su cuerpo, alimentándose correctamente,


ejercitándose de manera adecuada, manteniendo el equilibrio con la naturaleza,
comiendo los frutos que cada estación le brinda, porque entiende los ciclos de la
naturaleza y entiende que su cuerpo obedece también a estos ciclos, no castiga a su
cuerpo con vicios, ni con malos hábitos, respeta la noche para dormir y se levanta
temprano al igual que el sol para crear con sus manos y su mente lo que corresponda al
día.

El guerrero sabe que la lucha que libra es contra si mismo.

Contra los hábitos que la sociedad ha sembrado en él.

Contra los pensamientos ajenos que se cuelan en su mente derivados de la publicidad y


la forma de vida antinatural que el hombre y la mujer actual han construido.

El guerrero no se aleja a una montaña buscando su armonía interior. La lucha es interna,


a donde quiera que vaya sabe que los fantasmas se encuentran dentro no fuera. Las
calles de las ciudades no son sino el campo donde se refleja la batalla, pero las luchas
son internas.

Adentro es donde las decisiones se toman.

Es adentro donde el corazón llama y la mente ignora.

Es adentro donde al alma grita mientras la conciencia distraída pretende encontrar


afuera lo que el alma tiene.

La lucha es interna... y las lecciones también.

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Por eso en este Camino Hacia la Luz, debemos estar alertas.

Meditando.

Todos los días.

En cada momento.

Escuchando esa parte de nosotros que siempre ha permanecido ahí. En espera de que la
notáramos.

Yo estoy hablando por ella... en su nombre... uso sus palabras porque yo la escucho.

Y la percibo detrás de las máscaras que todos los hombres y mujeres del mundo usan.

Máscaras que sólo sirven para engañarse y engañar a los demás.

Máscaras que reflejan sentimientos que no sienten, pero que son los que la sociedad
acepta como correctos.

Máscaras que les hacen tomar decisiones que saben incorrectas, vivir una vida que no
les satisface, levantarse cada mañana sabiendo que hay algo importante que no están
logrando. Acostarse cada noche con la sensación de que su vida no les está dando lo que
su alma les reclama.

Una sensación de vacío y confusión que sólo los lleva a levantar su vista hacia Dios y
pedirle que les de un poco de luz para encaminar sus pasos por el sendero correcto.

Yo les digo ahora... Dios ya les ha contestado.

Él les ha dado todas las respuestas.

Las llevan dentro de su corazón.

Las llevan insertadas dentro de su código genético espiritual.

Las respuestas están dentro, no fuera.

Buscan en las religiones recetas mágicas. Asisten al psicólogo para que les ayude a
contestar preguntas que son de ustedes.

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Hablan con sacerdotes que nunca han estado casados para preguntarles cómo deben
educar a sus hijos, o cómo tratar a su pareja.

Se afilian a escuelas filosóficas y pretenden sacar de ahí todas las respuestas a sus
preguntas.

Y nunca le preguntan su ser interno...

Siendo que es él, el único que tiene todas las respuestas.

Él, que los conoce desde antes de que nacieran.

Él, que ha vivido todas y cada una de sus decisiones.

Que sufrió cuando ustedes tomaron esas decisiones equivocadas que ahora se tornan en
lecciones de vida que los hacen sufrir.

Que sufrió cuando en su inconciencia perdieron el rumbo de su vida y sabía que ese
camino sólo les daría más sufrimiento.

Él, que sabía que ese sufrimiento tal vez los llevara a preguntarse ¿por qué? ¿por qué?
¿por qué? Y en la búsqueda de respuestas tal vez le dieran una oportunidad de
escucharlo a él.

Porque Dios, ese Dios que todos buscan... habla dentro de ustedes.

Esa voz que sólo en la meditación se capta es la voz de Dios que les indica hacia donde
deben dirigir sus pasos.

Por eso yo les digo... Mediten, mediten, mediten.

Pregunten lo que necesiten saber. Ahora mismo después de que dejen este escrito...
tómense un momento... cierren sus ojos... perciban la sensación de saber que ya han
llegado... tienen la respuesta a sus preguntas... sólo basta escucharlas.

Están ahí, adentro de ustedes mismos.

Todas las respuestas.

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Incluso las respuestas de aquellas preguntas que no han formulado todavía.

La luz del alma se manifiesta dentro del ser humano.

Porque todo ser humano tiene un alma, aunque sería más correcto decir... toda alma
tiene un ser humano. Pero esto último no es cierto, hay almas que no están viviendo en
la Tierra por lo que no podemos afirmarlo. Lo importante es entender que somos almas
pasando por una experiencia humana.

Almas que hemos olvidado nuestra naturaleza espiritual.

Almas amnésicas, sufriendo del olvido porque nada en nuestra civilización nos recuerda
de nuestro origen divino, sólo algunas de las religiones lo recuerdan débilmente... pero
todo lo entorpecen cuando nos enseñan que para vivir cerca de Dios tenemos que
encarcelarnos dentro de sus códigos y leyes que han dispuesto para engrandecer a la
institución. Todo lo obscurecen cuando nos enseñan a temer más que a amar.

Debemos honrar a Dios. Sí. Pero a Dios no se le honra cuando sometemos nuestra
mente a dogmas irracionales.

A Dios no se le honra cuando buscamos escapar de nuestra realidad y nos afiliamos a


escuelas que prometen un futuro esplendoroso en otros mundos.

Tampoco se le honra cuando el guía o sacerdote nos consuela diciendo que no nos
preocupemos por la justicia porque en el cielo hay un Dios que todo lo ve y que nos
colocará cerca de él llegado el momento.

Si estamos en el mundo es porque hemos venido a aprender una serie de lecciones que
nos permitan ser felices en el mundo, no en el cielo.

Es el momento de entender que Dios tiene una voluntad inviolable, es verdad. Nadie
puede violar una Ley divina.

Pero las leyes divinas dejan libertades al hombre. Libertades que le permiten aprender
la forma correcta de vivir.

Es el momento de ejercer la libertad.

El hombre somete su mente cuando el temor lo atrapa.

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¿Cómo es posible hablar de condenación eterna?

¿Cómo es posible conciliar a un Dios de amor, con la advertencia de que existe un ser
maligno acechándonos todo el tiempo?

Las instituciones religiosas han creado toda una serie de enseñanzas para aprisionar las
mentes de las personas por el temor.

Nadie es más dócil que una persona temerosa.

Pueblos convertidos en rebaños.

Esa ha sido la herencia de religiones degeneradas por el deseo de poder y control que
han ejercido sus dirigentes.

Misma estrategia que siguen los que predican el fin del mundo.

Insertan miedo y ganan control.

Y entonces ahora, el pueblo los busca... y los busca... y los busca.

Los busca para escuchar algo que les quite el miedo, que les de tranquilidad... pero eso
sólo se logra si están asistiendo a su iglesia, si hacen caso de lo que ellos les dicen, si
donan algo de sus pertenencias.

¿No creen que es el momento de despertar?

¿No sienten que ya es el momento de dejar de hablar de terror y empezar a hablar de


amor?

Aléjense de todo aquello que sólo roba la tranquilidad de sus espíritus. No promuevan
más el temor, hablen de libertad.

Hablen de crear un mundo lleno de oportunidades.

Un mundo que les abra las puertas a sus maravillas.

La maravilla de saberse con el poder de Dios para crear.

Para regresar a la naturaleza lo que le hemos quitado.

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Para hacer de nuestro hogar un hogar que rinda honores a la armonía ecológica.

Donde podamos tener un pequeño jardín que sea nuestro vínculo con la madre Tierra,
ahí en ese jardín podemos agradecer a la Tierra lo que ha hecho por nosotros. Y si no
tienen jardín podrá ser una maceta, un arbolito, una plantita, simplemente un ser que
nos recuerde que la Tierra nos ha dado un espacio para vivir y por eso la bendecimos.

Por eso todas las mañanas al despertar levantaremos nuestra vista al cielo y cerraremos
nuestros ojos para decir desde nuestro interno. Gracias. Gracias por otro día, por otra
oportunidad para aprender lo que vinimos a aprender, por otra oportunidad para servir.

Gracias por el cuerpo que recibimos de la Tierra y que alimentamos gracias a la Tierra
que todo nos da.

Gracias por nuestra familia, por nuestro país, por nuestras montañas, por el mar, por lo
que ustedes gusten.

Y después de que hayan dado las gracias... hagan silencio, respiren hondo... y dejen un
espacio de tiempo... para sentir, el placer de estar vivo y en conexión con Dios, con su
interior, con su alma.

Eso es por la mañana.

Pero en la noche... habrá otro momento especial.

Ya ha finalizado una jornada más.

Un día en el que aprendimos lecciones, que convivimos con personas, que pudimos
trabajar en algo, sea en la casa, en las oficinas, en las calles, en el campo, donde haya
sido nuestra actividad.

Hemos cerrado un capítulo más de nuestras vidas.

Nos disponemos a dar vuelta a la página del día de hoy.

Es el momento de preguntarnos... ¿qué aprendimos?

¿Cuál fue la lección de hoy? ¿A quién debo agradecer por lo que me permitió aprender
hoy?

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¿Qué fue lo que escribí en mi libro de la vida el día de hoy?

Este momento mágico de intimidad lo podemos hacer antes de cerrar los ojos, o lo
podemos hacer con los ojos cerrados. Lo podemos hacer solos, o acompañados,
podemos hacerlo trivial, o lo podemos convertir en una experiencia familiar que enseñe
algo importante a nuestros hijos.

La vida es un libro donde leemos las lecciones que Dios ha querido que aprendamos.

Un día sin meditar es un día sin enseñanzas.

Un día sin hablar con nosotros mismos, es un día en el que perdimos la oportunidad de
hacer contacto con nuestro ser interno. El único que nos conoce a la perfección.

Por eso el Camino Hacia la Luz es el camino de la meditación.

Es el camino que conduce hacia dentro. Para poder caminar afuera.

Es el camino que revela la luz del alma, para iluminar la oscuridad que priva en los
laberintos que la sociedad ha construido en el mundo.

Escuchemos al alma. Centrémonos dentro de nosotros mismos y estaremos siguiendo


ese camino que nos llevará hasta encontrarnos con la verdadera luz interior.

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7. El Propósito de este Comunicado.

No quiero terminar este segundo escrito sin antes decirles lo que pretendo con él.

Todos los seres humanos hemos venido a la Tierra en cumplimiento a una disposición
divina, pero recordemos que:

Dios no tiene religión.

Dios no habla en un idioma en particular.

Dios no tiene color en su piel.

Dios no es hombre o mujer.

Dios no tiene nacionalidad.

Ni tiene preferidos, ni tiene a quién condenar.

Dios no tiene prisa para cumplir su voluntad.

Dios no siente crisis ni las ha sentido antes.

Dios no se preocupa por el calentamiento global.

Ni se aflige por las decisiones que tomamos nosotros.

Dios tiene además de la nuestra, otras millones de galaxias a las que debe atender. En
cada una de ellas hay millones de soles que pueden tener varios planetas en donde haya
personas como nosotros buscando entenderlo... y exigiendo que los escuche.

Dios es más grande de lo que todos los seres humanos hayamos pensado juntos.

Por eso es que podemos afirmar...

Si existe un libro divino donde él haya impreso Su Voluntad.

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No es la Biblia, ni el Corán, ni la Torah, ni el Chilam Balam ni el Baghavad Gita. No.

El único libro donde Dios ha escrito su Voluntad es en el libro de la Creación.

Sus leyes están inscritas en medio de los astros, de las nebulosas, de las montañas, de
los ríos y los mares.

Están insertadas dentro de cada átomo de Creación.

Y nosotros somos parte de esa Creación.

Y tenemos átomos, al igual que las estrellas y los soles de todos los rincones de
Universo.

Y son los mismos átomos.

Por eso las respuestas las tenemos dentro...

Pero cada persona en su búsqueda particular. Encuentra algunas respuestas. Y en


ocasiones...

Las siente tan grandes que se llena de gozo.

Siente la plenitud de haber encontrado a Dios... cuando sólo ha encontrado algunas


respuestas.

Y en su entusiasmo por haber llegado a escalar un solo peldaño de esa escalera que
lleva al contacto interno... lo platica con todos.

Y se forma un grupo...luego una organización.

Que lo sigue porque él tiene algunas respuestas.

Y lo ven diferente.

Y entonces lo convierten en profeta, en iluminado, en un ser que puede hablar con Dios.

Y él, les enseña cómo deben vivir.

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Y la gente le pregunta todo... y él les contesta, y les contesta.

Y la gente deja de pensar.

Deja de buscar, porque ya encontraron a alguien que puede contestar sus inquietudes.

Y para llegar a más gente... se crea una institución. Una escuela, una religión.

Y el hombre como especie humana... vuelve a detenerse. Deja de evolucionar. Sigue


viviendo afuera, buscando respuesta a las preguntas que tiene dentro.

Esa es la razón de porque “Un Camino Hacia la Luz” enseña que debemos meditar.

Ese es el propósito que busco.

Reorientar.

Sigan preguntando, no se cansen de preguntar...

Pero háganlo a su alma.

Muy pronto regresaré para conversar con sus seres internos acerca de la herencia que el
pasado les ha dejado y cómo ésta se une al futuro que los espera para lograr hacer que el
presente tenga un sentido especial. Hablaremos de cómo los caminos espirituales del
pasado y del futuro se pueden hacer incidir en el presente del hombre

Melquizedek

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