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El día que Fidel cruzó a nado el río Bravo

31/8/2006 Granma

Después de ser liberado por las autoridades mexicanas a finales de julio de 1956, gracias a las
gestiones del general Lázaro Cárdenas, Fidel (Castro)necesita dinero con toda urgencia para
acelerar la compra de armas (muchas se les habían confiscado durante las detenciones), adquirir
la embarcación para la expedición y finalmente preparar la salida. Juan Manuel Márquez ha
estado haciendo gestiones con los revolucionarios de la emigración, pero es difícil en tan corto
tiempo recaudar los fondos necesarios.

Al joven líder revolucionario no le queda más remedio que pasar por un momento muy amargo y
difícil, si quiere cumplir la promesa al pueblo de que en 1956 iniciaría la insurrección en Cuba.
Con profunda molestia acepta sostener un encuentro con Carlos Prío, el ex presidente, quien ha
puesto la condición de que Fidel debe reunirse con él en Estados Unidos. Al joven dirigente del
26 de Julio las autoridades mexicanas le han retenido el pasaporte y la única solución para acudir
a aquella cita es actuar como indocumentado...

Heberto Norman Acosta

Después de despedir el 29 de agosto a José Antonio Echeverría, tras la firma de la Carta de


México, sin descansar un instante en su afiebrada actividad, aquella propia noche parte Fidel
Castro de Ciudad de México en automóvil desde el pequeño apartamento de la calle Pachuca,
casi esquina a Francisco Márquez, colonia Condesa. Lo acompañan Jesús Montané, Melba
Hernández, Faustino Pérez, Rafael del Pino (traidor) e Inés Amor, a quien a última hora Fidel
incluyó en el viaje no sin antes advertirle Melba que de aquello no puede decir ni una palabra. Su
objetivo es efectuar una entrevista con el ex presidente Carlos Prío Socarrás, como continuación
de su empeño con vistas a aunar esfuerzos con distintas organizaciones insurreccionales en la
lucha contra la tiranía. Pero, sobre todo, obtener los fondos necesarios para cumplir el
compromiso contraído con el pueblo de iniciar la insurrección armada en Cuba antes de que
finalice el año.

Los detalles de la entrevista fueron acordados desde días antes en México a través de Carlos
Maristany y Juan Manuel Márquez, quien se encuentra hace ya varias semanas en Miami. Por
entonces a Fidel no le es permitido abandonar el territorio mexicano, pues su pasaporte quedó
retenido en la Secretaría de Gobernación después de su detención. Tampoco a Prío le es
permitido salir de territorio norteamericano, por estar involucrado en un caso de contrabando de
armas. Ante el dilema, Fidel accede a celebrar el encuentro en un hotel de la ciudad de Mc Allen,
Texas, muy próxima a la frontera mexicana, la que cruzará subrepticiamente con la colaboración
del ingeniero mexicano Alfonso Gutiérrez, Fofó.

Según lo acordado, Juan Manuel Márquez parte desde Miami con Prío en un auto hasta el punto
de reunión. Por su parte, Carlos Maristany se traslada por carretera desde la capital mexicana
hasta Laredo, Texas, y luego pasa a Mc Allen, donde aguarda en el hotel señalado para la
entrevista.
El recorrido inicial del auto en el que viajan Fidel y sus compañeros debe tomar por la carretera
que conduce a la ciudad de Pachuca, capital del estado de Hidalgo, distante unos 98 kilómetros
de la capital mexicana, un camino montañoso y difícil que obliga a reducir la velocidad del auto
a no más de 40 kilómetros por hora. Luego de unas seis horas bordeando montañas, llegan a la
entrada de la ciudad, donde la estatua del cura rebelde da la bienvenida a los viajeros. Se
detienen en un restaurante

para comer algo, pero algunos como Faustino no prueban nada por lo picante de la comida.
Luego siguen camino hasta Tamazunchale, en el estado de San Luis Potosí, por una carretera
también difícil y montañosa. Inés recuerda que Fidel duerme durante el viaje y en un momento
Montané sustituye a Del Pino en el timón, hasta que Montané cae en un bache muy grande y
vuelve Del Pino a conducir.

El auto avanza despacio por aquella carretera bordeando las montañas. El recorrido continúa esa
madrugada por Ciudad Valles, en el estado de San Luis Potosí. En un punto del camino, ya al
amanecer del 31 de agosto, se detienen un momento en una casa campesina cerca de la carretera
para estirar las piernas y luego seguir viaje. Fidel entonces toma el timón hasta las 11:00 de la
mañana, que paran en un pequeño pueblito donde Melba le compra algunas ropas para que pueda
cambiarse después que pase el río.

Durante el trayecto, Melba preocupada insiste a Fidel en lo riesgoso de atravesar a nado el río
Bravo, como se propone. Ya a estas horas de la mañana, han pasado por Ciudad Mante y siguen
camino a Ciudad Victoria, capital del estado de Tamaulipas. Pero todavía falta un buen tramo por
recorrer.

Toda esa mañana el auto continúa camino, hasta llegar en las primeras horas de la tarde a la
ciudad de Montemorelos, estado de Nuevo León, a unas 50 millas al sur de Monterrey. Se
detienen para almorzar en el hotel Kasino y después Fidel, Faustino y Rafael del Pino se separan
del grupo, para trasladarse a la ciudad de Reynosa, estado de Tamaulipas, donde aguardan toda la
noche para hacer el cruce de la frontera al día siguiente.

Por su parte Montané, Melba e Inés Amor, al no encontrar alojamiento en el motel de


Montemorelos debido a una convención que allí se celebra, se ven obligados a trasladarse
aquella tarde en el mismo auto, conducido por Montané, a la ciudad de Monterrey, donde se
alojan en un pequeño hotel.

Hay un solo camino

En las primeras horas de la mañana del sábado 1ro. de septiembre, cuando un cable de la United
Press fechado en México da a conocer el reciente acuerdo firmado por el Movimiento 26 de Julio
y la Federación Estudiantil Universitaria, conocido como la Carta de México, Fidel Castro sale
de la ciudad de Reynosa y se dispone a cruzar el río Bravo, que sirve de límite fronterizo con el
estado norteamericano de Texas, para sostener la proyectada entrevista con el ex presidente
Carlos Prío Socarrás.
El cruce ha sido cuidadosamente preparado. Algunos amigos del ingeniero mexicano Alfonso
Gutiérrez, Fofó, lo acompañan en un jeep hasta un determinado punto, donde montan a caballo
hasta llegar a un recodo en la margen del río, desde donde Fidel se lanza al agua y comienza a
nadar en dirección a la orilla opuesta. Allí lo esperan otros colaboradores, quienes le entregan
ropas secas y lo conducen hasta el lugar donde se celebrará la entrevista. Esa mañana bien
temprano, Faustino Pérez y Rafael del Pino cruzan en auto sin dificultad el puente que une los
puestos fronterizos. En sus pasaportes aparece registrada, con fecha 1ro. de septiembre, el cuño
de su admisión en Hidalgo, Texas.

Por supuesto, una profunda molestia causa a Fidel aceptar tal encuentro con Prío, pues
desde años atrás han sido acérrimos enemigos políticos. Pero para cumplir la promesa al pueblo
de que en 1956 iniciaría la insurrección en Cuba el líder revolucionario necesita con toda
urgencia el dinero para comprar las últimas armas, adquirir la embarcación para la expedición y
finalmente preparar la salida. Lo obligan las circunstancias, por mucho que personalmente le
duela y humille. Dicho encuentro, además, podría significar de cierta manera un compromiso,
pero no tiene en esos instantes otra opción.

Años después, Fidel Castro alude de manera excepcional a tal encuentro, como "una amarga
experiencia" de su vida revolucionaria. Se le presentaba una situación verdaderamente crítica,
después de las detenciones y la ocupación de las armas, lo cual causó cierta decepción y provocó
incluso que hasta la recaudación económica decayera. La consigna enarbolada (NR: En 1956
seremos libres o mártires) estaba en peligro de cumplirse e incluso hasta la posibilidad real de la
expedición. Pero Prío, entre otras cosas, deseaba ofrecerle los fondos con el propósito de
humillarlo, pues siempre el líder revolucionario sostuvo la idea de que con el dinero robado a la
República no se podía hacer revolución y que a las puertas de los malversadores tocarían solo
después del triunfo. Y resulta profundamente amargo para Fidel tener que convertirse en un
humilde indocumentado más, cruzar a nado la frontera con los Estados Unidos y entrevistarse
con Prío para aceptar su ayuda.

El punto de reunión es el hotel Royal Palm, en la cercana ciudad norteamericana de Mc Allen,


donde se efectuará la entrevista. Hacia allí se dirige Fidel en automóvil, hizo su entrada en el
lobby vestido con la apariencia de un ingeniero petrolero y un sombrero Stetson tejano, donde lo
esperan Faustino Pérez y Rafael del Pino. Carlos Maristany también lo aguarda en el lobby del
hotel y lo conduce hasta la habitación No. 21, donde lo espera el ex presidente Carlos Prío
Socarrás, acompañado por Juan Manuel Márquez.

Fidel y Prío se saludan cordialmente en la habitación y comienzan las conversaciones, sin hurgar
mucho en el pasado. En la primera parte del encuentro participan, además, Juan Manuel Márquez
y Carlos Maristany. Según relata Maristany, se abordó la situación de Cuba y los detalles de la
expedición. Luego en la tarde, se incorporó Faustino y continuaron conversando.

Fidel camina impaciente de un lado a otro de la habitación, explicando con entusiasmo sus
planes insurreccionales y rebatiendo con energía los puntos de vista de sus interlocutores. Entre
otros temas, se discute el asunto de la conspiración militar, pues ya Prío está en contacto con
algunos oficiales. Pero Fidel no acepta ninguna transacción con el ejército. Recuerda Faustino
que en aquella ocasión incluso Fidel invita a Prío a incorporarse a la expedición, pero este se
disculpa, aduciendo que organiza otra, y se habla de su aporte económico.

Luego de asegurar Prío que coordinará sus acciones con el desembarco, Fidel se compromete
finalmente a notificarle la fecha de la partida de la expedición. El ex presidente se compromete a
su vez entregar a Fidel los 50 000 dólares pedidos como préstamo para la expedición. Sin
embargo, la entrega de dicha suma no se efectuará en ese momento, sino posteriormente. La
entrevista concluye ya de noche.

Juan Manuel Márquez permanecerá en los Estados Unidos, junto con Prío y Maristany, para
después dirigirse a la ciudad de Miami, con el propósito de recoger el dinero que este se
comprometió a entregar, imprescindible para los preparativos de la expedición.

Pero la cantidad ofrecida no le será entregada de una sola vez, sino en diferentes partidas. El
mexicano Antonio del Conde, el Cuate, recuerda que Juan Manuel Márquez le pidió que viajara a
Miami y se hospedara en un hotel barato en la parte baja de la ciudad, donde debía registrarse
con un supuesto nombre, hasta que hiciera contacto con él. Al cabo de varios días, lo recogió
Juan Manuel en el hotel y, simulando ser el capitán del barco de la expedición, lo llevó a la casa
de Prío. Después de algunas preguntas, Prío le entregó 20 000 dólares, los que a la salida entregó
a Juan Manuel. Pocos días después, partía Juan Manuel de regreso a Ciudad de México con la
suma obtenida, después de cumplir algunas tareas encomendadas por Fidel relacionadas con el
trabajo del Club Patriótico en dicha ciudad.

Esa noche Fidel, acompañado de Faustino Pérez y Rafael del Pino, regresa a territorio mexicano,
esta vez todos juntos por el puente que une ambos puestos fronterizos, debido a no existir control
en el retorno.

En las primeras horas de la tarde, Jesús Montané, Melba Hernández e Inés Amor se preparan
para partir de la ciudad de Monterrey hacia Reynosa, donde deben encontrarse con Fidel y sus
compañeros. El auto que traen lleva placas del Distrito Federal, por lo que según las regulaciones
viales mexicanas no le es permitido circular después de cierto punto en la carretera que conduce
a la frontera norteamericana. Por esta razón, Montané guardó el vehículo en un pueblito en
medio del camino y todos continuaron en ómnibus. El viaje dura cuatro horas, llegan en la tarde
a Reynosa y se alojan en un hotelito. Según recuerda Inés Amor, como a las 7:30 de la noche,
cuando terminaron de comer, llegó Fidel vestido de tejano y con sombrero, y fue directo a la
mesa donde se encontraban. Fidel y sus compañeros hacen noche en el hotelito de Reynosa y
emprenden el regreso al día siguiente por la mañana.

Río Bravo, Río Grande

El río Bravo es una corriente de agua que nace en las montañas nevadas de Colorado y Nuevo
México; de él depende el abasto de agua y energía eléctrica de aproximadamente trece millones
de personas. A lo largo de su recorrido de 1 455 kilómetros, atraviesa los estados de Durango,
Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, del lado mexicano; y Colorado, Nuevo México
y Texas, del lado estadounidense, así como los pueblos nativos al norte de Nuevo México. El río
Bravo desemboca en el Golfo de México por Tamaulipas. Por su longitud ocupa el lugar 18 en el
mundo.

La cuenca del Bravo es conocida con dos nombres: río Grande del Norte, en Estados Unidos; y
río Bravo, en México. Este río es fuente de vida no solo para las poblaciones que lo rodean, sino
también para los ecosistemas que allí se desarrollan. La cuenca del Bravo es nutrida con aguas
tributarias provenientes de los ríos Conchos, Salado, Sabinas, Medio Bravo, Álamo, San Juan y
Bajo Bravo.

Fuente: http://www.cubavision.cubaweb.cu/prensa_detalles.asp?ID=313

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