Contenido

4 21 36
Aproximación al
Con mi terrorismo idearium De los ochenta
no te metas de Jorge Eliécer Gaitán a los sesenta
TULIO MONSALVE GERMÁN
G ERMÁN PINTO SAAVEDRA RODOLFO PORRAS

Mecanismos que
podría utilizar Ecuador para Carta abierta

7 38
alcanzar una para lo más tuyo

24
Medios violentos condena internacional de un verbo destruido,
PASCUAL SERRANO contra Colombia pero nunca derrotado
SANTIAGO ALBA FERNANDO CASADO GUTIÉRREZ
FERNANDO BENITO MIESES
ARE NAGODA

40
EWA SAPIEZYNSKA

26
Infernal

10
Entrevista con Secta
Fernando Buen Abad El obispo en su
laberinto HÉCTOR SEIJAS
WILLIAM OSUNA
HÉCTOR SEIJAS GUADI CALVO
LIBIA GUERRERO

41
Crítica del desarrollismo:
ecología, política

28
y cambio de civilización

12
FRANCISCO JAVIER VELASCO PÁEZ
El marxismo histórico
Hiroshima: avanza en Cuba
la noticia que nunca fue RAÚL VALDÉS VIVÓ

44
GREGORIO JAVIER PÉREZ ALMEIDA

31
Voces de la Calle
El complot de Globovisión, WILLIAM OSUNA

14
El Nacional y los Poleo Fidel y la errática
para eliminar a llógica
ógica de los lacayos Betancourt,

46
YLDEFONSO FINOL
Danilo Anderson la soledad
JOSÉ SANT ROZ de un mito
PARTE II

32
FREDDY J. MELO
Fuerzas militares y
poder mediático

16 36
como armas CIPAYAJE
para la GUSTAVO PEREIRA
desmemoria A Plena Voz
GERARDO
G ERARDO A. CÓRCEGA R. y sus fraternos lectores
Del mene indígena
A la dictadura del petróleo

18 32 48
Crónica desde el siglo XVI
Narcotráfico: a los años 60 del siglo XX
plan de dominación imperial venezolano Comic
MARCELO COLUSSI / RAMÓN MARTÍNEZ PEDRO PABLO LINÁREZ IVÁN LIRA
Director
William Osuna
A Plena Voz Revista Cultural de Venezuela
N° 41 abril de 2008
Jefe de Redacción
Héctor Seijas
Asistente a la Coordinación Editorial
Libia Guerrero CNP 10.911
Consejo Editorial
Francisco Sesto Novás
Benito Irady
Gustavo Pereira
William Osuna
Miguel Márquez
Diseño y Diagramación
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Portada y Dirección de arte
Pájaro pajaroji@yahoo.es
Portada: Ender Cepeda
Corrección
Leya Olmos
Colaboraron en este número:
Tulio Monsalve, Pascual Serrano, Santiago Alba, Fernando Buen Abad, Gregorio
Pérez Almeida, José Sant Roz, Gerardo A. Córcega, Marcelo Colussi / Ramón Martínez,
Germán Pinto Saavedra, Fernando Casado /Are Nagoda/ Ewa Sapiezynska, Guadi
Calvo, Raúl Valdés Vivó, Yldefonso Finol, Gustavo Pereira, Pedro Pablo Linárez,
Rodolfo Porras, Benito Mieses, Héctor Seijas, Freddy J. Melo, Francisco Javier Velasco,
William Osuna, Libia Guerrero.

Depósito Legal: pp200302CS576 ISSN: 1690-6659

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Tlfs: 58 0212 5648023/5640106

Editorial El perro y la rana

Tlf: 58 0212 3775379

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Revista impresa en la Fundación Imprenta
Ministerio del Poder Popular para la Cultura
 Editorial

La importancia de llamarse Bolivia. De

situarse en su conflicto, de superar las líneas
divisorias que marcan siglos de injusticias so-
bre esas pieles humilladas, nos exige desafíos
impostergables. Bolivia es más que un cuer-
po mineral. Por encima de las declaraciones
de principios, refrendadas en los organismos
internacionales, es una causa donde se cons-
truye el mañana.
Las derechas representativas, tutela-
das por el imperio, marcan agendas de vio-
lencia, contradicen las nuevas instituciones.
Pretenden dividir nuestros pueblos con na-
cionalismos regionales; a veces con pretextos
étnicos, religiosos y económicos.
Bolivia es un país saqueado. Durante
la colonia, el expolio de las villas mineras fue
ejecutado en magnitudes inconmensurables.
Eduardo Galeano refiere en su libro Las ve-
nas abiertas de América Latina que fue tanto
el saqueo que se podría construir un puente
desde el Potosí hasta los pies de los reyes de
España. Ahora los descendientes de aquellos
invasores, unidos a prófugos nazis intentan
mediante encuestas truculentas generar una
desintegración del Estado boliviano para
mantener el control de las regiones más ri-
cas en recursos naturales de esta nación. Los
anima fines separatistas.
Ante este intento secesionista, nuestra
América integrada bajo la bandera del ALBA
debe fundamentar acciones comunes que
abarquen más allá de las razones políticas.
En este sentido conjuramos todo fantasma
intervencionista. Más allá de todos los acuer-
dos culturales y económicos se juega la su-
pervivencia de los pobres y explotados de un
continente.
 Con mi terrorismo no te metas
No he de callar por más que con el dedo,
ya tocando la boca o ya la frente,
silencio avises o amenaces miedo.
Francisco Quevedo
E
l terror nunca ha dejado de estar
presente en nuestra historia, so-
bre todo el terror que impone el
silencio y tiene la cárcel como alternati-
va. Él es casi una constante. Que vuelva
reaparecer con fuerza en los finales del
siglo XX e inicios del XXI, por tanto, no
4 A Plena Voz
Tulio Monsalve
resulta novedoso. No hablo de terror por
terribles guerras: Vietnam; o invasiones:
Panamá, Republica Dominicana, el Gol-
fo, Yugoslavia; la barbarie nazi, o el ac-
tual holocausto ejercido contra el pueblo
palestino. Ahora se trata de uno que ya
se reparte bajo la forma de espectáculos
y las «fiestas» y desenfreno organizado,
en espacios planetarios. Originado en
las grandes multinacionales de la comu-
nicación que mercadean noticias para
mantener mentes subdesarrolladas, ate-
rrorizante martirio de veinticuatro horas
diarias. Me refiero al asunto del terror y
el terrorismo sobrevenido, creado como
recurso de corte bélico en que se envuel-
ve la política de los centros del poder
mundial, y, para asombro, con tanto fer-
vor, ejercen nuestros procónsules criollos
a través de sus medios audiovisuales y
los más de treinta y cinco periódicos que
controlan.
Terror que amenaza convertirse en
una verdadera religión, entretenimien-
to, con angustias, y mucha patología por
cierto. El terror que se convierte en terro-
rismo instala conductas llenas de para-
dojas. Pues siendo algo peligroso, puede
ser fuente de emociones, indeseables e
innecesarias. Paradójicamente, la fuente
de inoculación, la noticia, termina por
no sufrir rechazos o críticas por parte de
sus víctimas ni victimarios; todo lo con-
trario, acaba por ser fuente de adicciones
tanto de los periodistas que la prodigan
como de quienes pagan por la compra de
un periódico o una suscripción a cana-
les de televisión que celebran su imperio
con ritos que es una constante del orden
mundial dominante. Hecho que algunos
menos dotados e informados asumen
ahora como distracción y que Baudri-
llard llama El intercambio simbólico y la
muerte, Las estrategias fatales o La trans-
parencia del mal.
Sigmund Freud analizaba el terror
bajo la cubierta de lo siniestro. Utiliza
el terror para identificar los caracteres
insólitos que tipifican lo siniestro. Busca
sus causas, entre otras, en la ignorancia
o la incapacidad de entender las noti-
cias en su contexto y antecedentes como
origen de su angustia: «Lo siniestro cau-
sa espanto porque no es conocido, fami-
liar». Freud incorporaba lo siniestro en
sus textos, valuaba sus efectos que insta-
laban nociones de desvalimiento, inde-
fensión, desembocando siempre en una
percepción, ante la cual, la persona se
encuentra, por así decirlo, desconcerta-
da, perdida. El mérito de su tesis: haber
destacado «como caso por excelencia
de lo siniestro a su gemela: la duda».
Duda: fenómeno originado por una
entidad aparentemente animada –en
este caso, nacida en ese pernicioso dis-
cernimiento– llamada noticia. Portento
que, sin saberse cómo, se convierte en
realidad, elemento viviente y fuerza
traumática, mito. Virus que nos asusta.
Casi un drácula que nos aterroriza dia-
riamente. Nos acosa, nos angustia, nos
descompone y hace perder la cordura.
En su tecnología, forja horrendos juegos
con los titulares haciéndolos ver como
forma tortuosas que anuncian hasta la
muerte. Primeras páginas que son por-
tada orgánica del más puro terror, que
habita en lo siniestro: terrorismo y furor
mediático.
Freud llega a decir, para alertarnos,
que el animismo existe en el ser humano
bajo la forma potencial que denomina
«omnipotencia del pensamiento» (pre-
sentimientos, «mal de ojo», etc.) y otras
formas de brujería pues, según él, «lo si-
niestro es algo impuesto a la vida psíqui-
ca», pero que se tornó activo mediante
las formas nuevas que se gestaron con la
mediatización de la realidad en nuestras
psiquis, como las víctimas de ese Nosfe-
ratu que es la mediocracia.
Ahora cabría preguntarse sobre la
realidad y base del temor creado por
los medios. Es obvio que el medio en sí
mismo es casi inofensivo y que no existe
evidencia empírica que lo haga dañino
a la psiquis. Por lo menos, esto es lo que
pretende el poder y propone que noso-
tros aceptemos. Falacia. Sin embargo,
es la fuerza y consistencia diaria de sus
mentiras lo que confiere influencias te-
rroríficas a la TV y la prensa. Sus técnicas
de comunicación dispensan sufrimientos
e influencias que no están regidas por las
leyes que conscientemente conocen los
vivos. Por ejemplo: el diario vacío aní-
mico que causan impone un inevitable
terror que puebla la imaginación de la
gente con consecuencias inquietantes. La
noticia y cuanto informa, se mete dentro
del ser humano y él experimenta cómo
sus efectos lo agarrotan; inclusive inva-
den hasta su ya insalvable intimidad. La
mediocracia y sus vehículos gestan lo
siniestro y encuentran espejo en los os-
curos recovecos de nuestros miedos y an-
siedades, invocando de modo inevitable
un cierto sentido de fatalidad y grandes
e inmanejables miedos. Es la verdadera
gestión desquiciante del gobierno de los
poderosos. El pueblo, siempre sabio, lo
decía al corear: «Chávez los tiene locos».
Por eso la guerra de cuarta genera-
ción y su aliado, el terrorismo mediático,
son tan devastadores, aniquilan la volun-
tad inoculando el peligroso germen del
terror y el temor, creando ánimos desar-
mados, espíritu acríticos, donde impera
la farándula y la frivolidad, la imbeciliza-
ción, la idiotez mayamera como géneros
de vida. Su patología se expresa en terri-
bles patrañas, que los menos capaces y sin
capacidad crítica sufren: ¿qué irán a hacer
con mis hijos? ¿Me quitarán mi aparta-
mentito? ¿Me quitaran mis carritos, bode-
guita, almacencito, quincalla? Cuadro de
pesadillas propias de la clase media.
Pero miremos ahora el órgano que
de forma imperial gobierna este terrible
terror en nuestros territorios: la Sociedad
Interamericana de Prensa, SIP, y su pro-
ducto mas preciado, el terrorismo me-
diático. El terrorismo y la SIP son mate-
ria que constituye la misma moneda, su
alianza es imposible de separar, una es
causa de la otra y, a su vez, en indignante
realidad, cada una efecto de su par.
Para este momento no es otra «cosa»
sino un cartel de los grandes dueños de
medios de comunicación del continen-
te. Su nacimiento es otro producto de la
Guerra Fría, su objetivo histórico no es
otro que la defensa de los oligopolios y
los intereses de las poderosas redes eco-
nómicas que el imperio ha tejido y cedi-
do como franquicias a nuestras burgue-
sías de Latinoamérica, a cambio de que
frenen la vías hacia la real democracia de
nuestros pueblos. Estos «empresaurios»
para nada se han ocupado de sus traba-
jadores, nunca he leído ninguna declara-
ción final de sus reuniones donde se cite
este tema. Todo lo contrario.
¿Cual es el máximo logro de la
SIP?: 1. Usurpar la representación del
periodismo en la región y hablar en su
nombre (ojo: no de sus medios, sino del
periodismo); 2. secuestrar en los medios
los derechos que corresponden a las or-
ganizaciones sociales; 3. constituir un
bloque de poderosos propietarios de me-
dios contra revolucionarios; 4. colocar a
la «gran prensa» y sus falacias como un
recurso que diariamente aterroriza a la
población y que mira con la espalda a
sus pueblos.
Sobre todo ha logrado crear que
mucha gente termine por considerar
que la preeminencia ideológica dere-
chista, el llamado «nuevo orden» de
los Reagan, Bush, Thatcher, Gorbachov,
Yeltsin, Felipe, Betino, Aznar, Berlus-
coni y el Papa, desarrollada después
de la caída de la URSS y su imperio, se
imponga para esparcir la idea de que
la única democracia es aquella que se
practicaba en la República griega. Que
era esencialmente un medio para lograr
lo que tanto les gusta: la exclusividad en
vez de la inclusividad. En su propósito
han recurrido, entre otros recursos, al
chantaje del FMI y la ONU, a la invasión
militar, la escisión de Republicas o la
guerra en todos sus formas (Panamá,
el Golfo, Yugoslavia, Kosovo, Irak, Pa-
lestina, Colombia, Bolivia, Tíbet, hasta
llegar al exceso de animar a nuestros
A Plena Voz 5
 gorilas criollos para que sueñen con la
aventura del Zulia independiente).
Siguen restregando en sus editoria-
les y notas de analistas que la línea debe
ser utilizar los medios para negar la par-
ticipación, impedir la vida de los conse-
jos comunales, evitar la deliberación pú-
blica como medio, afirmando que estas
prácticas, propias de la democracia, de-
berían restringirse sólo a los actores que
sueñan en forma de oligopolios y viven
esperando el renacer de la oligarquía. En
síntesis, su ideal es el de gobiernos fuer-
tes, prevalidos y de los pocos, sobre los
débiles, que siguen siendo mayoría. Para
ellos y sus voceros mediáticos, la demo-
cracia no puede ser pensada para que se
permita, a los trabajadores, las minorías,
sobre todo raciales, la mujeres, una ple-
na y total democracia, económica, social,
y política. Ellos la piensan y utilizan los
recursos de sus medios para pensar en
procedimientos y burocracias dedicadas
a penalizar, encarcelar y excluir social y
étnicamente a nuestras poblaciones.
Prácticas obviamente terroristas
que no son nuevas en Venezuela: son
viejas y tan propias de la Cuarta Repú-
blica como la SIP y sus aliados criollos.
Veamos algunos antecedentes.
El azar juega con nosotros y nos
pone enfrente datos que, como edificios,
son imposible de evadir. Estos días me
reencontré en un anaquel de la Pulpería
del Libro, de Rafael Ramón Castellanos,
con una pieza notable de la historia con-
temporánea del país, Los doce apóstoles
de Pedro Duno (1975), cuyo subtítulo era
«proceso a la degradación política»; pá-
rrafo premonitorio, indicio que anuncia-
ba la debacle que les vendría a los parti-
dos AD y Copei, a quienes, cual martillazo,
la sociedad civil popular aplastó en 1998;
ultrajante caries instalada en la gente de
la ultraderecha aún en proceso de difícil
curación.
Pero si este estilo incorrecto y co-
rrupto, según dice la prensa local, propio
de los gobiernos de Betancourt, Leoni,
CAP, Caldera, Lusinchi y paremos de con-
tar, es criticable, no menos grave fue lo
que sucedió con el autor del libro, Pedro
6 A Plena Voz
Duno; en nota de prensa de Últimas Noti-
cias del 7 de septiembre de 1975, el titu-
lar terrorista: «Iniciaran contra el profesor
Pedro Duno acción judicial por los “Doce
Apóstoles”». La nota recogía: «se iniciarán
acciones judiciales contra Duno pues su li-
bro hace acusaciones a miembros del Ga-
binete nacional y a distinguidos hombres
del empresariado venezolano». «Según la
Revista Élite Arturo Pérez Briceño habría
iniciado gestiones para llevar a Duno ante
los estrados judiciales por referirse a él en
forma calumniosa.» «Algunos interpretan
que los ataques prodigados contra el mi-
nistro de Estado para la Planificación, Gu-
mersindo Rodríguez, y el Gobernador de
Caracas Diego Arria Salicetti, son observa-
dos con simpatía por algunos sectores de
Acción Democrática.» ¿Paradoja, intriga?:
represión y terrorismo entre adecos. Estas
triquiñuelas eran moneda común.
¿Cuántas veces fue preso durante
los gobiernos de la Cuarta Pedro Duno
por escribir este u otros textos? Es algo
que sólo sabrá la policía o será dato que
nos pueda aportar su distinguida esposa,
la profesora Victoria De Stéfano de Duno,
quien tendrá palabra para calificar esta
infamia que no es otra que mero terro-
rismo de los llamados padres de nuestra
democracia venezolana y su contubernio
con la SIP y sus prácticas de terrorismo
mediático.
Fueron muchas las intemperancias
y bravuconadas de estos gobernantes
así como vastísimas las expresiones de
barbarie que sus gobiernos infligieron
a nuestros intelectuales y periodistas; a
las prisiones de la cuarta república, por
escribir, fueron a dar con sus huesos Fe-
derico Álvarez, Orlando Araujo, Richard
Izarra, Carlos Ramírez Farías, y al exilio
partieron Pedro Duno, Pablo Antillano,
Miguel Ángel Capriles. Y se supo, varias
veces, de ediciones confiscadas o cerra-
dos: El Mundo, Reventón, Punto Negro,
Al Margen y otros tantos impresos, según
publicó Earle Herrera en el Diario de Ya-
racuy el 16 de enero de 2007. ¿Estas ex-
clusiones y el temor y dudas que infligían
en todos nosotros, eran, SÍ o NO, prácti-
cas terroristas al son de la mediática?
Rafael Ramón Castellanos comenta
que hasta la fecha él tiene fichados no me-
nos de dos mil y tantas obras publicadas,
libros, tesis, trabajos, investigaciones, me-
morias y biografías sobre Chávez en estos
nueva años, la mayoría infamantes y crí-
ticos contra él. Que sepamos, señores de
la SIP, ningún escritor venezolano ha sido
censurado por eso y menos detenido por
tal razón. Pedro Duno por un solo libro, no
sólo fue a juicio, sino que debió padecer
cárcel y exilio. Por cierto, fue sólo uno de
los tantos que sufrieron él y su esposa, la
escritora Victoria Duno. Ella nos habla del
tema en esa terrible novela que alerta so-
bre la gravedad de ese mal que nos puede
matar: El desolvido. Paradójico titulo. Por-
que la brutalidad que motiva olvido forzo-
so es materia de la que habla Freud, quien
reconoce sus patológicos efectos represi-
vos en seres humanos. Esta fue una de las
tantas que nuestro muy apreciado amigo,
colega, y gran investigador Armando Nava-
rro reseña diciendo que retrata una época
violenta de la literatura venezolana, y se
refiere a la primera novela de esta autora
en los siguientes términos. «La guerrilla ur-
bana y nuestra vida de la época se retratan
en la novela: El desolvido (1971) de Victoria
Duno.»
Para evitar el desolvido es bueno
leer estas notas que hablan de la forma
como vivían aquellos que le hacían opo-
sición a los partidos de la «democrática»
Cuarta República y que hoy esperan el
canto de sirenas del we will come back.
«Como las actividades políticas de
su esposo lo mantuvieron a veces preso
y otras, en la clandestinidad, la escritora
desde 1962 viajó con frecuencia al exterior
en un continuo deambular de cinco años:
Cuba, Argelia, Francia, Italia y España.
Cuando volvió a Caracas en el año 67, su
esposo fue arrestado de nuevo y, después
de un breve período de legalidad y de una
nueva detención, sufrió el exilio en Chile
desde 1970 al 71». Fuente: UCAB, Centro de
Investigaciones Lingüísticas y Literarias.
¿No ha de haber un espíritu valien-
te? /Siempre se ha de sentir lo que se
dice? / Nunca se ha de decir lo que se
siente? Francisco Quevedo.
 Medios violentosPASCUAL SERRANO/SANTIAGO ALBA
Los medios de comunicación pueden en
algunas situaciones llegar a ser grandes
aliados de la guerra y de la agresión. Este
es el enfoque que evalúan los autores del
libro: Medios Violentos. Palabras e
imágenes para la guerra, Pascual
Serrano y Santiago Alba. La publicación
fue recientemente editada por El perro y la
rana, extraemos de esta incisiva obra algu-
nos fragmentos para su reflexión
Medios, cerebros
de un golpe de Estado
E
n Venezuela, los medios oposi-
tores en marzo del año 2002
llevaban semanas convocando
a una masiva manifestación
contra el gobierno. Esta se autorizó
como tantas otras puesto que los orga-
nizadores la presentaron como pacífica.
Durante la manifestación, tanto en el
lugar como desde las televisiones oposi-
toras, se hizo un llamamiento para que
los manifestantes se desviaran de su re-
corrido y se dirigiesen hacia el palacio
presidencial de Miraflores en Caracas
para enfrentarse a la guardia presi-
dencial. El titular en ediciones extraor-
dinarias de la prensa repartida entre
los manifestantes era: “Todos a Mira-
flores”. Era una frase que no cesaba de
repetirse en las televisiones. Incluso ya
se tenían preparadas las declaraciones
de los opositores acusando a Chávez de
los manifestantes muertos antes de que
los hubiera.
Esos medios, cuando lograron que
un grupo de militares secuestraran al
presidente, informaron que había re-
nunciado voluntariamente. El odio que
generó la campaña mediática con obje-
to de derrocar un gobierno se demostró
irrefrenable, hasta el punto de que los
grupos antichavistas comenzaron la
caza de líderes y responsables guberna-
mentales del gobierno derrocado. Cien-
tos de personas rodearon la embajada
cubana indignados por la supuesta in-
fluencia que, se suponía, tenía ese país
en la política de Chávez y cortaron el su-
ministro eléctrico y el de agua a golpes
contra las instalaciones, lanzaban obje-
tos contra el edificio que se vio asedia-
do por esos grupos violentos en lo que
suponía una flagrante violación de las
normas internacionales.
Y cuando comenzaron a bajar
de los cerros los manifestantes que re-
clamaban la vuelta del presidente, los
medios comenzaron a emitir dibujos
animados como única programación.
La virulencia y el odio de los medios ve-
nezolanos contra el gobierno eran, y si-
guen siendo, espectaculares. Recuerdo
a un comentarista político describiendo
cómo el presidente cada día que pasa-
ba se le iba conformando la cara hasta
parecerse a un hombre de cromagnon,
“observen sus pómulos cada vez más
pronunciados, su mandíbula agranda-
da”, decía el analista. Era un discurso
xenófobo que buscaba despertar el odio
entre la audiencia. Del mismo modo, en
aquellos disturbios del 11 de abril las
cámaras captaron a tres partidarios de
Chávez disparando desde un céntrico
puente de Caracas. La versión opositora
es que disparaban contra una pacífica
marcha de manifestantes. Finalmente,
el juicio demostró que se defendían de
unos policías metropolitanos que les
atacaban desde un edificio cercano, y
que actuaban bajo el mando de un al-
calde antichavista. Debajo del puente
no había llegado manifestación alguna.
Durante el año que tardó en dictarse
la sentencia, los medios opositores es-
tuvieron emitiendo todos los días una
media de tres veces las imágenes de los
partidarios de Chávez disparando sus
armas cortas con una voz en off que
decía “obsérvese a los pistoleros, a los
asesinos, cómo descargan la pistola y la
vuelven a cargar, sobre la marcha inde-
fensa”
En la conmemoración del año de
aquellos sucesos, en abril de 2003, de
nuevo la oposición convocó a movili-
zaciones y concentración en el trágico
puente Llaguno. Desde un mes antes,
un slogan televisivo se repetía en las
televisiones venezolanos: “Vamos por
ellos”.Tuve la oportunidad de estar pre-
sente en aquellas fechas. Algunos parti-
darios de Chávez también se dirigieron
al lugar mientras la mayoría esperaba
expectante en sus barrios esperando
instrucciones. No se movilizó ningún
venezolano a la convocatoria opositora.
No funcionó el llamado a la violencia.
El pueblo había tomado nota de lo suce-
dido el año anterior, pero los medios no.
Quizás porque los primeros sabían que
tenían algo que perder, la vida; y los se-
gundos, con su habitual impunidad, no
se jugaban nada.
***
Vender la guerra
Desgraciadamente, los últimos
años nos han ofrecido varios ejemplos
de cómo se ha preparado mediática-
mente el terreno para justificar una
guerra. La productora The Fitftn State,
perteneciente a la cadena canadiense
CBC, elaboró el elocuente documen-
tal Vender la guerra que fue emitido en
España por TVE-2 el 10 de febrero de
1995, pasando absolutamente desaper-
cibido. Es un trabajo de investigación
escalofriante que vale la pena conocer.
Este documental relata la historia de la
noticia de la muerte de 312 bebés del
hospital Kuwaití d’Addan al ser robadas
las incubadoras por las tropas iraquíes
cuando invadieron este país en 1991.
Una adolescente de quince años declaró
como testigo de los hechos en el comité
de Derechos Humanos del Congreso de
Estados Unidos. Afirmó que vio “solda-
dos iraquíes que entraron al hospital
con sus fusiles, sacaron a los bebés de
las incubadoras y los dejaron morir en
el suelo”. Fue una noticia en todos los
medios, el hecho provocó el apoyo de
los congresistas estadounidenses a la
invasión. Bush citó esta historia seis
veces en su discurso. Se trató también
A Plena Voz 7
 en un foro internacional de la ONU, dos
días después esta organización aprueba
la intervención militar. El crimen de los
bebés de las incubadoras fue denuncia-
do también por Amnistía Internacional,
en el documental aparece un testigo que
explica cómo amortajó a catorce niños.
Cuando los iraquíes abandonan
Kuwait, un protésico de la Organiza-
ción Mundial de Salud llega al hospital
y ve que apenas tiene daños y que las
incubadoras están todas en su sitio. El
guía Kuwaití le explica que esa historia
de los bebés muertos no se produjo nun-
ca. Amnistía Internacional termina
corrigiendo su denuncia y negando la
historia. Una docena de médicos de di-
ferentes nacionalidades que estuvieron
en Kuwait durante la invasión también
lo niegan. Otra ONG revela que en todo
el país solo faltaron una o dos incuba-
doras. No se encontró a nadie en todo
Kuwait que viese la muerte de los niños
prematuros.
El documental Vender la guerra
explica cómo se crea la campaña Free
Kuwait, financiada por una ONG que
se llama “Ciudadanos por un Kuwait Li-
bre”, que aporta diez millones de dólares
8 A Plena Voz
a una empresa de publicidad que se lla-
ma Hill & Nnowlton. Aparece el ejecuti-
vo de la empresa en el documental y dice
ante la cámara que como la ciudadanía
norteamericana no reaccionaba se pre-
guntaron: “¿Qué podíamos hacer para
convencer a los norteamericanos de la
necesidad de una intervención?, había
que convencerles de que Sadam era un
loco peligroso que había que parar”. Re-
conocen que organizaron el cuento de
las incubadoras y llevaron como testigo
estrella a una adolescente que después
se descubre que es la hija del embajador
Kuwaití en Estados Unidos-algo que ni
los congresistas sabían-
“Para vender la guerra, la mayor
sociedad de relaciones públicas de Amé-
rica del Norte invadió la sociedad de la
información”, afirma el documental.
Este termina con esta afirmación del
ejecutivo de la empresa de publicidad:
“Con el paso del tiempo verán ustedes
que las cosas que se quedan grabadas
en la memoria son esas fotos, esa ima-
gen, esas historias. Al final el conflic-
to tuvo exactamente el desenlace que
nosotros queríamos”.Es escalofriante
pensar el potencial de la información
para arrastrar a un país a una guerra.
En tiempos medievales un pueblo iba al
combate por el capricho de un monar-
ca o un señor feudal. Ahora va a golpe
de un talonario de diez millones de dó-
lares gestionados por una empresa de
publicidad.
***
Guerra de imágenes
Capitalismo y civilización
Pero antes, o al mismo tiempo, que
las manoplas y las manipulaciones, los
medios de comunicación se inscriben
en un formato civilizacional, insepara-
ble del capitalismo, que los convierte en
instrumentos de construcción de una
mirada nihilista.
Un niño que se lanza por la ven-
tana después de ver a Supermán no lo
hace creyendo que todo lo que ocurre
en el cine es real sino porque, a fuerza
de ver cine, acaba por creer que todo
lo que ocurre en la realidad es mentira.
Los hombres estamos naturalmente
inmunizados contra la experiencia y
sobre todo contra la experiencia de lo
peor; lo estamos también artificialmen-
te por mediación del espectáculo. La
infinita sucesión de imágenes de la que
en cada uno de los instantes es herede-
ra nuestra percepción nos inscribe en
un mundo en el que todo lo hemos vis-
to ya antes. El cine nos impide pensar
lo nuevo porque toda novedad ha sido
ya, antes de vivirla, cinematográfica.
(…) La irrealidad es siempre soberana:
teníamos miedo de acabar creyendo
real una mentira y hemos acabado, al
contrario, nihilizando, de cabo a rabo,
todo lo real.
Creerlo todo real significa andar
con cuidado incluso en los cuentos, sen-
tir la propia responsabilidad dentro de
un cuadro, pedirse cuentas a uno mis-
mo hasta del desenlace de una película.
(…) Ningún fanatismo, ni político ni re-
ligioso, es tan dañino, tan mortalmente
peligroso, tan potencialmente destruc-
tivo como esta degradación de la fic-
ción. Y ese es precisamente el fanatismo
profundo, radical, de eso que llamamos
-miserablemente- nuestra civilización.
Hemos acabado por tomarnos tan
poco en serio las películas, por triviali-
zar hasta tal punto nuestras diversio-
nes, por conceder tan poca importancia
a nuestros juegos que nos movemos
despreocupadamente también entre
moribundos (…)
El poder de los media se asienta
sobre el espejismo de la eternidad. Las
peores noticias nos tranquilizan; los ti-
tulares más amenazadores nos fortale-
cen. Abordamos impacientes los perió-
dicos y la televisión, como instrumen-
tos aparentemente objetivos a la orilla
de los acontecimientos, menos guiados
por nuestra sed de información que
acariciados por la idea de que garanti-
zan la indestructibilidad del mundo y la
inmortalidad de los hombres, de tal ma-
nera que. Al día siguiente de la extin-
ción de la humanidad y de la destruc-
ción del planeta; The New York Times, El
País y el telediario darán normalmente
la noticia y nosotros la oiremos normal-
mente arrellanados en nuestro sillón.
Nada nos protege mejor de la pugna-
cidad de las cosas, del calor vinculante
de los acontecimientos, que el hecho de
conocerlos a través de la televisión.
La certeza casi orgánica de que hay
una imagen para todo , de que donde-
quiera que haya algo hay una cáma-
ra, de que pertenece a la naturaleza de
las cosas florecer solo en la pantalla,
transporta la ilusión suicida de que, allí
donde no están aseguradas la vida ni la
tierra ni la dignidad, está asegurada, en
cualquier caso, la mirada.
( …) El ardid es perfecto: mientras
nosotros nos distraemos viendo por la
televisión cómo EEUU bombardea Irak,
mata a sus niños y se apodera de su pe-
tróleo, EEUU aprovecha para bombar-
dear Irak, matar a sus niños y apoderar-
se de su petróleo. ¿O es quizás al revés?.
Mientras EEUU bombardea Irak, mata a
sus niños y se apodera de su petróleo, no-
sotros nos distraemos viendo por la tele-
visión cómo EEUU bombardea Irak, mata
a sus niños y se apodera de su petróleo.
La televisión puede mostrar la rea-
lidad, exponer las entrañas del mundo
y hasta decir ocasionalmente la ver-
dad porque, cada vez que atrae nues-
tra atención hacia un acontecimiento,
nuestra atención queda completamen-
te satisfecha. Nos distrae siempre. ¿De
qué nos distrae? Nos distrae de lo que
está verdaderamente ocurriendo. ¿Y
qué es lo que está verdaderamente ocu-
rriendo?. Lo que está verdaderamente
ocurriendo es que las cosas están ocu-
rriendo verdaderamente.
A Plena Voz 9

Periodistas, comunicadores y
estudiosos de la comunicación denun-
ciaron, durante el Primer Encuentro
Latinoamericano Contra el Terrorismo
Mediático, el uso de la falsificación por
las transnacionales informativas como
una agresión masiva y permanente
contra los pueblos que luchan por la
paz, la justicia y la inclusión. He aquí
las reflexiones emitidas por uno de sus
más representativos voceros. Se trata
del mexicano Fernando Buen Abad,
vicerrector de la Universidad Abierta de
México, autor de una extensa obra en
ciencias de la comunicación.
APV. Recientemente se celebró en Ca-
racas el Primer Encuentro Latinoamericano
Contra el Terrorismo Mediático. ¿A cuáles
conclusiones se llegó en ese encuentro; en
contraposición a la reunión de la Sociedad
Interamericana de Prensa, llevada a cabo en
la mencionada ciudad en la misma fecha?
FBA. Una de las grandes virtudes
de ese encuentro fue la oportunidad, no
el momento, de que coincidiera con la
reunión de la SIP, porque, en primer lu-
gar, permitió que se pusiera en la mesa,
se hiciera visible, una organización que
tiene orígenes, programas, donde concu-
rren personajes absolutamente nefastos,
provenientes de la CIA. Ese, me parece,
10 A Plena Voz
Entrevista con
Fernando
Buen Abad
Equipo de Redacción A Plena Voz
William Osuna
Héctor Seijas
Libia Guerrero
fue un momento muy oportuno para
poder caracterizar que en toda Améri-
ca Latina lo que hay es un escenario de
guerra mediática, y está sucediendo un
proceso acelerado de concentración mo-
nopólica de medios de comunicación;
esas concentraciones lo que están ha-
ciendo es crear dispositivos de agresión
contra todos los gobiernos que tienen
vocación democrática. Entonces, lo que
caracteriza, y eso es una virtud de este
evento, es, justamente, que en estos días
el Grupo Prisa de España, junto con Tele-
visa de México, la Tele Azteca, de Fox, es-
tán firmando acuerdos, tomando plazas
que son significativas. Eso es lo que está
ocurriendo actualmente, está pasando
en este momento; clarifica las coinciden-
cias con la reunión de la SIP en Caracas.
APV. A todas luces se observa un rein-
tento de reagrupar las fuerzas de la derecha
neoliberal, cuyos conspicuos tocan cumbre
en gente como Vargas Llosa, Aznar, Casta-
ñeda y Fox.
FBA. O sea, la plana intelectual
mayor de la derecha neofascista reunida
en la ciudad de Rosario, Argentina. Por
lo que están haciendo un intento de ad-
quirir todos los medios de comunicación
que pueden: televisoras, radiodifusoras,
periódicos, revistas, etcétera. Así orques-
tan los planes más antidemocráticos que
uno conoce. Porque de lo que se trata es
de cerrar espacios públicos para la opi-
nión, para la expresión y de hacerse due-
ños monopólicos de toda la estructura de
la comunicación del continente.
Este momento coincide con la
realización del Primer Encuentro La-
tinoamericano Contra el Terrorismo
Mediático. Foro único en el planeta. No
hay otro lugar en que se haya propuesto
semejante espacio donde se produjo un
magnífico diagnóstico de la situación
de lo que llamamos escenario de guerra
mediática. Ese es uno de los mayores e
importantes éxitos que refleja esta Revo-
lución Bolivariana en términos comuni-
cacionales.
APV. A Plena Voz es una revista
cuyo tiraje alcanza los cien mil ejemplares,
distribuidos gratuitamente, y cuya inten-
ción apunta hacia un enfoque didáctico: va a
las masas, a los cerros, a las bases sociales.
Entonces, nos interesa que este tema tenga
una información con la sapiencia suya. A
propósito: ¿qué es la guerra mediática?
FBA. Se trata de un concepto que
viene tomando cada vez más presencia
en el uso cotidiano. Las personas se in-
teresan por analizar y comprender qué
sucede a través de las pantallas de televi-
sión, los mensajes que produce la televi-
sión comercial, la ideología que reprodu-
ce el capitalismo.
Es un concepto que posee distintas y
diversas aristas. Entre ellas, la franca in-
tencionalidad de cuestionar los modelos
democráticos, de agredir desde espacios
de comunicación a las autoridades legí-
timamente elegidas por los pueblos, que
representan vocaciones profundas de
cambios. Si a uno no le agrada el mun-
do en el que vive, a uno no le dan ganas
de vivir en un mundo injusto de guerra
y violencia, uno aspira a que –incluso lo
que pasa a través de los medios de comu-
nicación– se modifique sustancialmente,
que no existieran tantos discursos pla-
gados de mentiras, televisoras saturadas
de violencia, de degradación humana
y falta de respeto por la dignidad de las
personas. Uno desearía que eso no con-
tinuara, que eso no siguiera pasando y
menos en nuestras casas, donde están
nuestras familias, donde está la gente
que más se quiere. Uno no quisiera que
estuviesen recibiendo esa clase de men-
sajes que no dignifican a las personas,
que no nos ayudan a ser mejores, ni en
lo individual ni en lo colectivo, y que mu-
cho menos invitan a enriquecer la vida,
el tejido social.
APV. Por lo que se desprende de sus
palabras, se crean escenarios ficticios, pero
no menos reales, pues, les vasta con sus po-
derosos medios para propiciar, sobre la base
de esos escenarios, realidades caóticas, vio-
lentas.
FBA. Creo que la guerra mediáti-
ca ahora se vuelve complemento de las
otras guerras. Aunque no las sustitu-
ye. En México, por ejemplo, tenemos la
Asamblea de los Pueblos de Oaxaca. Esta
asamblea ha venido impulsando reivin-
dicaciones salariales, respeto por los de-
rechos humanos; ha exigido frenar los
estragos del Tratado de Libre Comercio
(TLC). Por organizarse para exigir todo
lo anterior, la respuesta del Estado y del
Gobierno Federal ha sido: frentes milita-
res, tanques, represión, golpes y cárceles,
al punto de que tenemos líderes presos,
hasta con cincuenta años de cárcel, por
ser rebeldes a la humillación, a la mise-
ria, a la barbarie. Han sido torturados
salvajemente. Claro está, estas conduc-
tas han sido avaladas por toda la estruc-
tura de medios de comunicación de la
empresa Televisa, que se ha dedicado a
criminalizar cualquier forma de protes-
ta. De modo que ahí tenemos un escena-
rio de una guerra mediática que se suma
a las formas tradicionales de represión
y de guerra contra los pueblos. En el re-
ciente impasse entre Colombia y Ecuador,
los actos violentos fueron comandados
por fuerzas armadas que invadieron a
un país y que, además, fueron acompa-
ñados por una andanada de calumnias,
de mentiras y confusiones orquestadas
desde el imperio yanqui y por los intere-
ses económicos de Uribe.
APV. Por esa vía vemos que Cuba ha
sido demonizada por una campaña que ha
perdurado durante cincuenta años. No sola-
mente han intervenido directamente, como
en Playa Girón, sino también por el terro-
rismo en los hoteles y otras formas de la vio-
lencia avaladas desde los grandes consorcios
mediáticos.
FBA. Y en Guantánamo. Lo vimos
también en Venezuela cuando el golpe de
Estado de 2002. Aquí había un ensayo
televisivo para leer la mentira que tenían
preparada. Hubo, como se ha visto en
varios documentales, acciones militares
directas, a través de los medios de co-
municación, desestabilizando, mintien-
do, calumniando, presentando muertos
inexistentes y crímenes que no habían
sucedido, con el propósito de justificar el
golpe.
APV. También lo hizo CNN, no sé si
recuerda, que proyectó una marcha que obe-
decía a una realidad en México y la colocaba
como si hubiese sucedido en Venezuela.
FBA. Sistemáticamente lo han he-
cho. He visto fotografías de camionetas,
por ejemplo, lujosas, de modelo militar
que han sido fotografiadas en estaciona-
mientos de California, para luego decir
que la información gráfica corresponde
al Fuerte Tiuna, en Caracas. Esa clase de
calumnias, de propaganda basura tiende
a la confusión, desestabiliza, hace pen-
sar que el proyecto social está fracasan-
do, convence a la gente de que no tiene
sentido ser solidario. En conclusión, esa
es una de las tantas ocupaciones del te-
rrorismo mediático: confundir a los pue-
blos. Venezuela ha sido el escenario más
nítido de esta forma de golpe terrorista.
APV. ¿Qué estrategias se infieren ante
esos escenarios de terrorismo mediático?
FBA. Propondría algunas cosas.
Soy de los que cree que –a juzgar por el
intento de reacomodar la mafia de mo-
nopolios mediáticos, a la luz de las pro-
pias declaraciones de la ultraderecha que
acabamos de escuchar en Rosario, inclu-
so de los propios intereses de Washing-
ton con respecto a los países del Alba–, el
problema rebasa el debate nacional. Da
la impresión de que esto se les fue de las
manos. Se trata de un problema de segu-
ridad nacional e, incluso, de seguridad
regional. Tenemos que convocar a una
cumbre de presidentes de la región para
discutir sobre el problema de la agresión
mediática y orquestar una propuesta de
alianza, seguridad y defensa militar con-
tra el terrorismo mediático.
APV. Disculpe si parecemos reiterati-
vos a propósito de los escenarios de la guerra
mediática. Pero se nos impone la reciente
demanda de la Exxon Mobil a PDVSA. La
cual estuvo apuntalada por una campaña
mediática, a través de voceros como Rafael
Poleo y Miguel Henrique Otero, quienes de-
claraban que Venezuela estaba embargada,
en quiebra.
FBA. He escuchado a personeros
de la meritocracia petrolera afirmando
que PDVSA es una empresa podrida, que
no sirve, es un fraude, cuando se trata
de una de las empresas más poderosa
en el sector petrolero. ¿Qué hacemos?
¿Cómo resistimos? Creo que es necesaria
la movilización, conformar un gran blo-
que social. Instalar en el continente una
corriente de comunicólogos que asuma
la problemática, no como una agresión
específica contra un país, sino como un
problema de dimensiones continentales.
En el momento en que tengamos a los
movimientos sociales de bases alertas, en
intervención directa, con acciones políti-
cas directas, en cada país, hermanados
por un programa conjunto de defensa
frente a esa agresión, el paisaje va a co-
menzar a cambiar.
A Plena Voz 11
 Hiroshima:
la noticia que nunca fue
Gregorio Javier Pérez Almeida
I física y violenta, que afecten (maten, hieran) a las personas
Una reflexión filosófica necesaria
C
uando los principios son endebles las consecuencias
son terribles. Decir que aún no se ha definido con exac-
titud el terrorismo, es poner en evidencia la fragilidad
de la paz como principio de las relaciones sociales y dejar en
claro que la vida no es el cenit de los valores humanos.
Terrorismo es causar terror (inseguridad y miedo) en de-
terminadas personas –como individuos y como colectivos– y
se puede hacer mediante acciones sistemáticas, de naturaleza
12 A Plena Voz
directa o indirectamente, o mediante acciones psicológicas sis-
temáticas que causen duda, desasosiego y miedo ante la reali-
dad. En el primer caso, los medios son las bombas que explotan
y matan no sólo al «enemigo» político sino también a «inocen-
tes», las advertencias de explosivos colocados en sitios públicos,
los secuestros, los asesinatos selectivos, los «accidentes» provo-
cados, etcétera. En el segundo caso, tenemos la manipulación
de la información ejecutada por los medios de comunicación
mediante el silencio, la censura y la propaganda, con la inten-
ción de influir en la opinión pública para crear dudas, temores,
zozobra en sectores de la población con fines políticos, econó-
micos, religiosos, etcétera. Esto es terrorismo. No hay dudas.
Podemos incluir otras formas y medios de ejercerlo, pero nun-
ca reducirlo ni transformarlo en otra cosa. Que la ONU no se
haya puesto de acuerdo para definir el terrorismo… ¿Y?… ¿Qué
esperamos de una institución controlada por el Estado norte-
americano que es el mayor terrorista del mundo?
Cuando reflexionamos sobre el terrorismo contextual-
mente –no en abstracto–, debemos abordar dos temas que nos
meten en graves problemas. Uno es determinar el agente –o los
agentes– del terror y sus fines. ¿Es malo el terrorismo de Estado
ejercido por un grupo, o clase explotadora, para mantenerse
en el poder, pero es bueno si lo ejerce un grupo oprimido para
tomar el poder del Estado? Si dudamos ante esta pregunta, no
hay dudas: nuestros principios de paz y vida son de cartón, de
manera que si algún día somos víctimas del terrorismo, no nos
debemos quejar, porque elegimos relativizar esos principios y
hemos sacrificado los fines en función de los medios.
El otro tema que engloba al anterior es si los principios de
paz y vida son absolutos (metafísicos) o relativos (históricos). Si
asumimos que son absolutos, vacíos o formales, como los pen-
só Kant, e interpreta la doctrina católica al considerar que toda
vida es un fin en sí mismo (sea un explotador o un explotado
el individuo), entonces todo acto terrorista es malo, venga de
donde venga. Pero si asumimos que esos principios están llenos
de contenidos históricos, sociales, clasistas, psicológicos y que
por ser definidos en cada cultura particular son relativos, en-
tonces cuando nombramos paz y vida, debemos preguntarnos
¿cuál paz?, ¿cuál vida?, ¿la paz y la vida de quién?, ¿cuál es su
contexto histórico y social?, ¿cómo vivimos en paz y cómo res-
petamos la vida en condiciones de explotación y degradación
humanas?, ¿con quiénes compartimos
estos principios?, ¿es igual vida y paz en-
tre dominados y dominadores?
Con el terrorismo, la cuestión es
grave y difícil porque estamos en una
situación límite, de esas que dejan en
evidencia que la vida humana es mu-
cho más compleja de lo que parece y
que la muerte no es sólo dejar de estar
vivo. Que vivir humanamente exige a
cada individuo una visión moral que va
más allá de saber elegir entre el bien y el
mal y que cuando elegimos la paz y la vida
como principios de existencia, podemos es-
tar eligiendo nuestra muerte por incompe-
tentes en una sociedad sin principios huma-
nos, como es la que se organiza mediante el
capitalismo.
II
Guerra Fría y terrorismo mediático:
Hiroshima
El llamado terrorismo mediáti-
co (psicológico) es producto necesario
(consecuencia) del terrorismo físico,
porque o le antecede o le sigue: o nos
meten miedo antes de matarnos o nos ma-
tan para meterle miedo a otros. Este es el
caso del acto terrorista más cruel e in-
humano del siglo XX: la bomba atómica
explotada sobre Hiroshima. El gobierno
estadounidense sostuvo, mediática-
mente, que los japoneses no querían
negociar políticamente su rendición y
que antes de perder un millón de vidas,
en la invasión a Japón por parte de los
aliados para terminar la guerra, era
preferible lanzar la bomba para poner
punto final a las hostilidades y lograr la
rendición incondicional de un enemigo
tan sanguinario como lo era el ejército
japonés. Dijo también que les habían
advertido a los japoneses, para intentar
persuadirlos, que ellos poseían la bom-
ba. También afirmó que había escogido
Hiroshima porque era una ciudad mi-
litar, cuando la población militar que
murió en la explosión no superó los 20
mil soldados, frente a más de 100 mil
civiles. Todo era mentira. Inmediata-
mente a la explosión sobre Hiroshima y
la implosión en Nagasaki, prevaleció el
silencio absoluto acerca de los hechos,
para luego pasar a la manipulación de
la información, negar que existiera con-
taminación radioactiva mortal y para
hacer propaganda de la bomba atómi-
ca como arma decisiva en manos de los
EE.UU., para defender la libertad y la de-
mocracia. Otra mentira.
Hiroshima es el nombre del inicio
del terrorismo mediático sistemático que
siguió al primer acto terrorista a gran es-
cala del Estado norteamericano y que se
conoce como «Guerra Fría». Después de
la primera bomba atómica que hizo ex-
plosión sobre un blanco verdadero: una
ciudad llena de gente inocente, la segun-
da bomba que hizo implosión en Nagasa-
ki fue un ejercicio para confirmar, defini-
tivamente, que el producto del Proyecto
Manhatan era exitoso: se dominaba por
completo la utilización bélica de la ener-
gía atómica y al mundo le quedaba claro,
¡bien claro!, no sólo quién poseía el arma
más poderosa y destructiva, sino que era
capaz de utilizarla contra seres humanos
indefensos.
Las ideas que acabamos de expresar
no surgieron por generación espontá-
nea, sino de la lectura del resultado de
una completísima e interesante investi-
gación de varios años, realizada por la
periodista mexicana Silvia Lidia Gon-
zález, y que fue publicada bajo el título
Hiroshima: la noticia que nunca fue (coedi-
ción de Edit. Venezolana/Fundación Ja-
pón. Mérida, Venezuela, 2004). Un libro
que, en nuestra opinión, todo periodista
reflexivo tiene que leer para profundizar
no sólo en el caso de Hiroshima como he-
cho histórico, sino como caso emblemá-
tico de las relaciones entre el periodismo,
el periodista y el poder: nudo gordiano
del llamado «terrorismo mediático» que,
desde nuestro punto de vista, ha preva-
lecido en el mundo occidental durante
los años que duró la Guerra Fría. Guerra
que no fue otra cosa que una carrera en-
tre las dos potencias bélicas del mundo
(URSS y EE.UU.) por sostener el lideraz-
go en sus respectivos bloques geopolí-
ticos y por controlar políticamente los
territorios ultramarinos que poseían las
reservas más importantes de materias
primas y fuentes de energía no renova-
ble. Hiroshima inaugura la Guerra Fría
con un contenido profundo de terror,
de miedo instalado en el inconsciente y
los imaginarios colectivos ante el poder
destructivo de la bomba atómica, propa-
gado mediáticamente por el mundo por
ambas potencias, primero, con la prensa
escrita y la radio, y luego, con el cine, la
televisión e internet.
Nos atrevemos a afirmar que el
ethos de la modernidad capitalista post
Hiroshima (el consenso social general
sobre las normas político-económicas),
está basado en el terror colectivo ante
la posibilidad de destrucción del mundo
mediante la utilización de las armas nu-
cleares. Así vivimos por más de sesenta
años con ese miedo inconsciente, con
sus momentos de tensión y distensión.
Lo que ocurre ahora es consecuencia de
la implosión del bloque soviético, porque,
por una parte, quedaron sueltos muchos
cabos que antes estaban sujetos a la
convivencia soviético-norteamericana,
como el tema mediático, el ecológico, el
de género, el indígena, los derechos hu-
manos, etc., y, por otra parte, la relaja-
ción del control académico de las ciencias
sociales, polarizado entre la visión «mar-
xista» (pro-soviética) y la visión «fun-
cionalista» (pro-yanqui), permite que el
tema del terrorismo mediático ocupe un
espacio propio, si se quiere ecléctico, en
el campo de las investigaciones sociales,
porque antes de 1989, el tema del terro-
rismo mediático era tabú porque en ambos
bloques de poder era un arma común. Y
algo más cruel todavía: mientras vivía-
mos manipuladamente preocupados con
el peligro nuclear, los países capitalistas
hegemónicos y su contracara soviética,
se ocuparon de convertir la atmósfera en
una chivera con cada vez menos ozono,
el espacio radioeléctrico en una medusa
digitalizada y a la tierra, con su agua y
su aire, en un depósito de sustancias ve-
nenosas que hacen cada vez más difícil
la vida humana. Y ahora esta realidad
nos explota en la cara… mediáticamente
¡Qué terror!
A Plena Voz 13
 El complot de Globovisión,
El Nacional y los Poleo
para eliminar a Danilo Anderson
José Sant Roz
T
raten por un instante de imaginar a
los cuatro canales del Apocalipsis y
demás medios de la SIP procuran-
do llevar a cabo una investigación, con
suma imparcialidad, sobre los verdaderos
culpables del atentado contra Danilo An-
derson.
Si el crimen de Anderson lo hubiese
cometido alguien sin ninguna relación
con los medios privados, habrían deja-
do que la investigación prosperase, pero
aquello comenzó a ser bombardeado con
sevicia, con locura, desde todos los ángu-
los y sin descanso.
Desde un principio la voladura del
carro de Danilo la hicieron aparecer
como un hecho oscuro y raro, y en todo
instante, cuanto analizaban lo coloca-
ban como ridículo, absurdo o increíble.
La conclusión para ellos, era que el cri-
men lo había cometido el gobierno por-
que Danilo Anderson, entre otras cosas,
iba a inculpar a Lucas Rincón por lo
de la «renuncia» del presidente. Para
ellos, al gobierno le convenía eliminar
a Anderson, aunque este fiscal tuviese
el más firme propósito de hacer una in-
vestigación sobre los sucesos del golpe
del 11-A.
14 A Plena Voz
Cuando la guerra mediática se de-
sató a partir del paro del 10 de diciembre
de 2001, los medios privados junto con
la Conferencia Episcopal Venezolana y
Fedecámaras, tuvieron una larga reunión
en la que definieron las estrategias para
derrocar al gobierno. Todos los titulares
serían contra las políticas del gobierno,
se harían montajes diarios para desacre-
ditarlo internacionalmente, los ataques
deberían ser al unísono y sin darle tiempo
a la justicia de investigar nada e impedirle
al ciudadano de a pie posibilidad alguna
de que por sí mismo pudiese procesar lo
que estaba pasando. Todos los medios re-
gionales fueron uniformados según este
plan. En esta reunión, un representante
de Estados Unidos explicó la importancia
y la prioridad de estas acciones para su
gobierno, de modo que podían contar con
suficientes dólares, con protección para
quienes arriesgasen sus vidas y con ayuda
técnica para provocar sabotajes, desinfor-
mación y conflictos en salud, educación,
abastecimiento de alimentos y seguridad.
Con la ayuda de Estados Unidos se iba a
instalar un inmenso laboratorio informá-
tico con la última tecnología. Que estaban
por llegar expertos estadounidenses, que
les asesorarían en el uso de centenares de
cámaras estratégicamente colocadas en
sitios donde previamente se provocarían
caos, reyertas, falsos muertos y heridos,
estallido de bombas, ametrallamientos
e insultos violentos en entrevistas a fun-
cionarios del Estado. Para la mejor utiliza-
ción de estos efectos, la manipulación de
las imágenes sería crucial. Fundamental-
mente, se encargarían de sabotear cual-
quier acto de condena por parte de los
jueces a periodistas, fotógrafos, camaró-
grafos y reporteros y a cualquier otra per-
sona que hubiese cometido algún atenta-
do contra el gobierno. Mantendrían día y
noche un terrible asedio al presidente de
la República denunciándole por sus aco-
sos a la prensa, por sus violaciones a los
derechos humanos, por sus ataques a la
libertad de expresión y «su manía de que-
rer censurar a los medios».
Todos los dueños de medios queda-
ron enterados de que se trataba de una
guerra en la que ellos no tendrían por
qué perder nada. Al contrario, todo se-
ría ganancias. Siendo aliados de Estados
Unidos, cualquier acción política les re-
portaría enormes beneficios a quienes las
ejecutasen.
 Este acuerdo de caballeros entre
dueños de medios, debería ser a muerte,
un compromiso blindado y absoluto que
no se debería violar por ningún motivo
hasta tanto el gobierno cediera o el pre-
sidente renunciara. Cuando por alguna
razón se decidiese emprender una cam-
paña contra el gobierno, se debería actuar
cerradamente, como un solo hombre, y
mantener el ataque incesante hasta ha-
ber destrozado, debilitado o acabado con
el blanco elegido. Quienes llevarían la voz
cantante en estas matrices de opinión se-
rían por el flanco televisivo Globovisión y
por el impreso, El Nacional.
La lista de hechos, que admirable-
mente supieron utilizar para neutralizar
la acción de la justicia, es de vértigo: todas
las marchas, paros, guarimbas, el golpe
de Estado, la masacre en la plaza Altami-
ra, las bombas en las sedes diplomáticas
de Colombia y España; el sabotaje a los
juicios contra Ybéyise Pacheco, Patricia
Poleo, Napoleón Bravo, Marianela Sa-
lazar, Alberto Federico Ravell, Gustavo
Azócar…; las grandes estampidas de Pe-
dro Carmona Estanga, Carlos Fernández,
Carlos Ortega, Eduardo Lapi y de todos los
generales y almirantes golpistas.
En días recientes, todas las costuras
de aquel pacto de caballeros saltaron por
los cielos, cuando con un puñado de dó-
lares compraron al testigo principal del
caso Anderson, Giovanni Vásquez y a su
ridiculísimo abogado Morly Uzcátegui.
Los medios pusieron a mover a estos dos
bandidos como muñequitos de guiñol, en
un show vergonzoso que se caía a peda-
zos; no podían sostenerlo de manera al-
guna por más de dos días en pantalla, por
lo que este par de sinvergüenzas optaron
por huir a Panamá, esos sí, con el manojo
de dólares que les habían entregado.
La guerra fue otra vez muy cerrada
y al unísono. Pudimos ver cómo Televen,
junto a Tal Cual y El Nuevo País, se unieron
de manera feroz a la cantaleta de la cam-
paña desatada contra el ex fiscal Isaías
Rodríguez. Todo apunta ahora, no sólo
a empantanar de manera brutal el caso
Anderson, de modo que se reabra el jui-
cio y a la postre salgan en libertad todos
los inculpados, sino y sobre todo también,
para impedir que no se haga justicia en el
caso de Puente Llaguno, en el que están
involucrados los comisarios Henry Vivas,
Lázaro Forero y al ex secretario de Seguri-
dad Ciudadana de la Alcaldía Metropoli-
tana, Iván Simonovis.
El 18 de noviembre de 2004 matan a Danilo Anderson
e inmediatamente se activa esta reveladora secuencia de titulares de «El Nacional»:
i-20 de noviembre de 2004:
«Gobierno de Bush ofrece ayuda para identificar a los culpables».
ii-  21de noviembre de 2004:
«(Pompeyo) Márquez pide al gobierno no desatar la represión)».
iii- 22 de noviembre de 2004:
«Investigan en hoteles de Miranda pista de los asesinos del Fiscal».
iv- 23 de noviembre de 2004:
«Cumbre antiterrorista en el Tribunal Supremo».
v-  24 de noviembre de 2004:
«Vinculan al abogado muerto con el atentado a Anderson».
vi- 25 de noviembre de 2004:
«Trasladaron esposados a Haydee Castillo y a Antonio López».
vii-26 noviembre de 2004:
«Muerto en Barquisimeto policía perseguido por muerte de Anderson».
viii-27 de noviembre de 2004:
«Detenidos en Valencia los hermanos Otoniel y Rolando Guevara».
ix-28 de noviembre de 2004:
«Ototniel Guevara llegó golpeado al tribunal».
x-29 de noviembre de 2004:
«Abogado denuncia tratos «crueles e inhumanos» a los hermanos Guevara».
xi-30 de noviembre de 2004:
«Policía allanó sin resultados instalaciones del Club Hebraica».
xii-1º de diciembre de 2004:
«Abogado de Juan Guevara denuncia que juez se basa en confidente anónimos».
xiii-2 de diciembre de 2004:
«El Gobierno pide cadena perpetua para los terroristas».
xiv-3 de diciembre de 2004:
«Oposición afirma que cadena perpetua violaría tratados internacionales».
xv-5 de diciembre de 2004:
«Juristas alertan sobre intenciones de criminalizar a la oposición-
Proyecto antiterrorista amenaza derechos humanos y civiles».
xvi-6 de diciembre de 2004:
«Idealizar a Anderson es una estrategia para reprimir
– Milos Alcalay denuncia una razzia».
xvii-7 de diciembre de 2004:
«SIP advierte que pueblo sufrirá consecuencias de ley de contenidos».
xviii-8 de diciembre de 2004:
«Ministro vincula muerte de Anderson con caso del collar bomba».
xix-10 de diciembre de 2004:
«López Castillo había denunciado extorsión».
xx-15 de diciembre de 2004:
«Vinculan a ex Disip con caso Anderson».
xxi-19 de diciembre de 2004:
«Omiten mis datos para esclarecer caso Anderson – Concejal Herrera».
xxii-23 de diciembre de 2004:
«No me llevé un millardo de casa de Anderson».
xxiii-24 de diciembre de 2004:
«Fiscalía investiga supuesto robo de Bs un millardo en casa de Anderson».
xxiv-27 de diciembre de 2004:
«Señalan supuesto vínculo entre Polisucre y caso Anderson».
xxv-29 de diciembre de 2004:
«Implicados en caso Anderson trabajaron en Polisucre».
xxvi-31 de diciembre de 2004:
«Autores intelectuales del caso Anderson están en el exterior».
A Plena Voz 15
 Fuerzas militares y
poder mediático
como armas
para la
desmemoria Gerardo A. Córcega R.

Proteger nuestro pasado para

fortalecer nuestra identidad

A
partir de la última noticia que
se publicó en la BBCMUNDO.
com (portal oficial de la BBC)
acerca de ataques de fuerzas militares,
específicamente de los Cascos Azules
–Fuerzas de Paz de las Naciones Uni-
das– a espacios culturales con más de
6.000 años de antigüedad en el Sahara
occidental, consideramos importante
extender esta consideración acerca de
cómo en los distintos países que se en-
cuentran en guerra, o sencillamente
sufren la ocupación de cuerpos arma-
dos institucionalizados, han ocurrido la codicia de los
daños sustanciales en los haberes cultu- grandes poderes
rales de carácter histórico, no sin antes hegemónicos que
haber constituido una matriz mediática controlan los flujos de
legitimadora y justificadora de esta bru- poder en el mundo. Los
talidad. medios de comunicación
En el marco de la guerra, se ha ve- preparan el terreno sobre el
nido dilucidando un elemento que pare- cual se desplegarán las políticas
ce no estar presente gracias a su capaci- de ocupación de los sistemas imperialis-
dad de filtrarse por medios no comunes. tas y colonialistas mounstrificando a los
Hablamos del nuevo componente de las sujetos que hace fuerza contraria a sus
fuerzas militares. Los medios de comuni- intereses.
cación masiva. Es así como a través del componen-
Este nuevo componente es quien le te mediático se disparan signos y símbo-
da legitimidad ideológica a la avanzada los que justifican moralmente la ruptura
militar sobre pueblos en resistencia o de la soberanía por parte de los grupos
poseedores de riquezas capaces de atraer armados representantes de la ideología e

16 A Plena Voz
intereses imperialistas.
Muestra de esto es que, constan-
temente, las grandes manifestaciones
culturales históricas tangibles más im-
portantes de las naciones, en la mayoría
de los casos, del Medio Oriente, y ahora
incluso, de países del centro occidente
del continente africano, como revela
nuestro ejemplo anterior, sufren daños
irreparables que afectan directamente
al acervo patrimonial e histórico, per-
turbando y destruyendo la dimensión
material de la identidad de estos pueblos
y el reconocimiento de estos elementos
como parte de su historia.
Estos sucesos generan una profun-
da preocupación, ya que cada día las
discusiones en el mundo, principalmen-
te con respecto al problema de la guerra,
se centran en proporcionar protección a
los estados, o dicho de otra manera, dar
seguridad y resguardo a las principales
fuentes de recursos energéticos y, no
por casualidad en estos tiempos, a las
principales fuentes de agua potable, de-
jando a un lado la preocupación sobre
el recurso patrimonial como elemento
primordial para la soberanía de una na-
ción.
Por otro lado, es importante des-
cubrir aquí la dualidad que contiene el
contingente mediático: como dijimos
antes, prepara el terreno de manera
ideológica para justificar la avanzada
militar, pero además es el encargado de
desplegar nuevos signos y símbolos que
sean capaces de alienar y disuadir cual-
quier clase de pensamiento alternativo
y resistencia al modelo globalizado de
pensamiento único.
De esta manera, la soberanía de
una nación no sólo se encuentra en pro-
teger los recursos económicos (energé-
ticos y agua potable), sino en fortalecer
la principal defensa frente a la avanzada
mediática; la cual es la constitución de
los referentes de identidad local y regio-
nal contenidos en el acervo cultural his-
tórico de identidad sumado a los valores
y principios sociales.
En el mundo, son muy claras las
vertientes que se abocan a cada objetivo,
y están vinculadas a un modelo político
específico. Son los gobiernos capitalistas
e imperialistas, inmersos en el modelo li-
beral, que a su vez son los que fomentan
el libre mercado y la propiedad particu-
larizada de los medios de producción,
quienes centran sus lineamientos estra-
tégicos en borrar las huellas y referentes
históricos de pueblos alternos, utilizando
como arma principal los medios de co-
municación masiva. Otros a diferencia,
principalmente los que detentan un am-
plio registro de bienes patrimoniales con
trascendencia histórica y que comparten
el modelo político socialista o democráti-
co, son los que fomentan políticas de res-
guardo; sin embargo, en muy pocos ca-
sos de estos, impulsan el reconocimiento
de la Diversidad Cultural como principio
de humanización y cohesión social que
fortalezca la interculturalidad como va-
lor de integración frente a la otredad.
Es en este campo que los medios de
comunicación nos conducen a olvidar la
importancia que tienen los archivos his-
tóricos, los yacimientos arqueológicos y
los repositorios de los recursos materiales
reconocidos por la población como hue-
llas de su historia (bibliotecas, museos,
galerías, etc.), pues su valor va más allá
de la simple concepción romántica de la
bella y apreciable Historia como tal. El
recuerdo de nuestros antepasados, nues-
tros pueblos originarios, los momentos
históricos que marcan una pauta en la
carrera de supervivencia de una nación,
entendiendo todos los procesos históricos
que la transforman, desde la relación en-
tre distintos pueblos en el territorio, has-
ta la constitución de un Estado nación,
representan los elementos culturales que
permiten el autorreconocimiento de un
pueblo frente a otro.
De igual modo, el autorreconoci-
miento de los grupos humanos con ele-
mentos específicos de la historia local,
regional o mundial, es decir, la identidad
«histórica», son rotos por la industria co-
municacional de la desmemoria.
Para exponerlo de otra manera, la
globalización neoliberal y su arma me-
diática traen como consecuencia la ma-
sificación de patrones de conducta que
fortalecen el individualismo, el consu-
mismo y el mercado como principal me-
dio de interacción entre las sociedades.
Por el contrario, para el fortalecimiento
de la diversidad cultural como principio
de interacción entre las naciones, es es-
trictamente necesario permitir el recono-
cimiento de particularidades históricas
en cada región. Todos los esfuerzos que
se realizan por preservar el patrimonio
de un país, de fortalecer el reconocimien-
to de la diversidad cultural representan
el escudo cultural contra la imposición
de elementos socioculturales del modelo
imperial de vida.
Entonces, ¿qué representan esos
ataques, constantes, a los vestigios histó-
ricos de las naciones por parte de grupos
armados y con qué importancia se inser-
tan los medios de comunicación masiva
en esta pugna por la ruptura de la iden-
tidad de los pueblos? Además, ¿es posi-
ble creer que las bombas que caen sobre
bibliotecas, museos o archivos históricos
sean el resultado de la mala puntería de
un soldado que no pudo calcular con
exactitud su objetivo netamente «mili-
tar»?
Es importante darse cuenta de que
no son descuidos militares. Son objeti-
vos específicos, vinculados directamente
con un modelo de ocupación sociocul-
tural, expansionista, que permite borrar
el background cultural y los elementos
de identidad local y regional, para ser
sustituidos por referencias globalizadas
que articulan un pensamiento único,
por ejemplo, en un joven de 18 años en
EE.UU. y uno de la misma edad en la In-
dia; esto, evidentemente, a través de la
imposición. Aquí es donde se engrana el
segundo efecto del poder mediático. Este
cuarto componente del poder militar
detenta una mayor eficacia, porque se
encuentra dentro de los hogares, frente a
los niños y jóvenes. Tiene presencia más
allá de los sistemas de defensa e irrumpe
dentro sin fusil ni cartuchos. Su ataque
es ideológico y articula una trama de sig-
nificaciones, una cultura que desarma el
entramado social y lo recodifica en vir-
tud de intereses en donde lo humano y la
solidaridad no tienen cabida. Hablando
igual, actuarán igual; y actuando igual,
pensarán igual.
Estas afirmaciones parecen a veces
drásticas. Pareciera que la forma de ha-
cer la guerra no implica estos elementos,
pero si no, ¿por qué es el cine hollywoo-
dense el principal medio de disuasión y
distracción entre las personas de los lla-
mados países del primer mundo, e inclu-
so, de los «tercermundistas»?
Vale la pena reflexionar sobre estos
hechos, sólo haciendo conciencia se em-
pezará a colocar un lente que haga ver
que los pueblos no somos ciegos ante los
hechos.
A Plena Voz 17
 narcotráfico:
plan de dominación imperial
Marcelo Colussi / Ramón Martínez
Capítulo final del ensayo que se presenta
en Caracas, República Bolivariana de
Venezuela, y que estudia la problemática
del narcotráfico como una estrategia de
dominación global que el imperialismo
estadounidense viene utilizando desde hace
algunas décadas. El libro publicado por la
editorial El Quijote Negro con prólogo del
investigador y escritor venezolano Luis
Britto García, pretende ser una aporte en
un campo donde lo que prima es, ante todo,
la mentira.
A modo de conclusión: ¿qué ha-
cer?
El mundo de las drogas ilegales,
en tanto gran negocio a escala planeta-
ria, pero más aún: como mecanismo de
control social, es algo manejado por los
mismos actores que deciden las políti-
cas globales, las deudas externas de los
países y fijan las guerras. Dicho clara-
mente: el mundo de las drogas ilegales
es un instrumento implementado –se-
cretamente– por los grandes poderes, y
más exactamente, por la Casa Blanca,
por el gobierno de la principal potencia
18 A Plena Voz
del orbe: Estados Unidos de América, en
función de seguir manteniendo su he-
gemonía.
Sabiendo que no es simplemente un
problema de salud pública o una cues-
tión criminal de orden policial, sabien-
do que las dimensiones del asunto son
gigantescas, con secuelas militares a es-
cala planetaria incluso, ¿qué podemos
hacer los ciudadanos de a pie para en-
frentar todo eso, nosotros, los pueblos
que seguimos padeciendo la explota-
ción y la exclusión social?
Hay que empezar por crear concien-
cia, por desmontar la mentira en juego,
por denunciar de manera pública el me-
canismo que allí se realiza.
Está claro que el problema afecta a
todos los ciudadanos comunes, tanto
los del Norte como los del Sur. En los
países capitalistas desarrollados el pro-
blema es la cultura de consumo esta-
blecida, consumo universal de cuanta
mercadería se ofrezca y que incluye,
entre otras, las drogas. En el Sur, donde
no es tanto la calidad de vida lo que está
en juego, sino su posibilidad misma, el
problema tiene otras connotaciones:
es una buena excusa que sirve para la
intervención directa, política y militar.
En ambas perspectivas, no obstante, se
trata de lo mismo: mecanismos de do-
minación político-cultural con los que
el poder se asegura el manejo de las po-
blaciones y los recursos. En ambos ca-
sos, también, para el campo popular se
trata de lo mismo: ¿qué hacer?, ¿cómo
enfrentar este monstruo que se ha ido
creando y que se presenta como de tan
difícil desarticulación?
La legalización es una clave funda-
mental para empezar a cambiar todo
esto; si se saca a las drogas de su lugar
de prohibido, seguramente va a descen-
der en muy buena medida el consumo y
se va a terminar, o se va a reducir osten-
siblemente, mucho de la delincuencia y
la violencia que acompañan al fenóme-
no. Pero la legalización no es la solución
final.
A partir de la misma condición hu-
mana, finita, siempre necesitada de
válvulas de escape ante la crudeza de
la vida, para lo que apareció el uso de
evasivos –práctica que se repite en to-
das las culturas–, a lo cual se suma la
monumental inducción artificial a un
consumo siempre creciente, es muy di-
fícil predecir si en un futuro inmediato
podremos prescindir absolutamente de
las drogas. Pero el hecho de quitarles su
estigma diabólico, despenalizarlas, eso
ya constituiría un paso adelante en el
manejo del tema. De todos modos, dado
que en la actual situación estamos ante
una red tan fuertemente tejida, con
intereses tan extendidos, quizá resulte
prácticamente imposible, dentro de los
marcos sociales donde la misma surgió,
poder terminarla en totalidad.
Los planteamientos policíaco-milita-
res en relación con el narcotráfico no
son una verdadera respuesta ante el
problema. De hecho, las políticas anti-
narcóticos que se despliegan por todo
el planeta, alentadas por Washington
como parte de su estrategia de domina-
ción global, ponen siempre, y cada vez
más insistentemente, todo su acento en
la represión. Se reprimen, eso sí, los dos
puntos más débiles de la cadena, los que
menos incidencia tienen en todo el fenó-
meno: el productor de la materia prima
(campesinos pobres de las montañas
más recónditas) y el consumidor final.
De esa forma no hay posibilidad alguna
de terminar con el círculo. Eso, en todo
caso, marca que no hay la más mínima
intención de afrontar el problema en
forma seria. Muy por el contrario, re-
afirma que es un «problema» artificial,
provocado, manejado desde una óptica
de control político-militar planetaria.
La angustia humana que lleva a consu-
mir los diversos consuelos químicos de
que disponemos no es artificial; lo es el
manejo político que se viene haciendo
de él desde hace unas tres décadas, con
fines de dominación.
A esto se suma el manejo hipócrita
que se hace del tema, pues mientras por
un lado la estrategia de hegemonía glo-
bal de Washington levanta la voz con-
tra el flagelo del narcotráfico, al mismo
tiempo su principal instancia presunta-
mente encargada de combatirlo, la DEA,
funciona de hecho como el más grande
cartel del trasiego de sustancias ilícitas
en el mundo. Doble discurso inmoral con
el que es imposible afrontar con seriedad
el asunto y que ratifica, en definitiva, que
no hay interés en terminar con éste.
En Cuba hay algo emblemático: el
caso del general Arnoldo Ochoa, héroe
de la guerra de Angola, y otros tres ofi-
ciales del Ejército. Cuando se descubrió
que participaban en una red de narco-
tráfico, se les fusiló. Eso fue realmente
una respuesta fuerte del Estado a este
problema social, con un alto contenido
político e ideológico. Y de hecho Cuba,
más allá de la sucia campaña mediática
internacional con la que quiere involu-
crársela en el negocio de las drogas ile-
gales, no tiene problemas de narcotráfi-
co. ¿Se tratará de fusilar a unos cuantos
mafiosos para terminar con el proble-
ma? No, sin dudas que no; los entrama-
dos en torno al poder mundial que hoy
día se construyeron con este mecanis-
mo son infinitamente complejos. En de-
finitiva, el consumo inducido de drogas
es parte medular del mantenimiento del
sistema capitalista, tanto como lo es la
guerra. Atacar el narcotráfico, por tan-
to, es dar en el corazón mismo del poder.
Por eso en un país socialista se puede fu-
silar a narcotraficantes considerándolos
delincuentes peligrosos mientras que la
DEA, la agencia pretendidamente dedi-
cada a la lucha contra los narcóticos,
termina funcionando como el principal
grupo mafioso de narcotráfico. Está cla-
ro que el proyecto del capitalismo no es
terminar con el negocio; al contrario: lo
necesita. Para muestra, lo sucedido en
la República Bolivariana de Venezuela,
donde luego de la salida de la DEA por
expreso pedido de las autoridades del
país, los decomisos de estupefacientes
subieron significativamente.
Dicho de otra manera: el sistema ca-
pitalista se apoya cada vez más en pila-
res insostenibles. Si la guerra, el consu-
mo de narcóticos o un modelo de con-
sumo voraz que está provocando una
catástrofe medioambiental sin salida,
si esas formaciones culturales son las
vías sobre las que transita, eso marca
que, como sistema, no tiene salida. Si la
muerte y la destrucción son su alimen-
to imprescindible, definitivamente no
sirve al desarrollo de la humanidad. Por
el contrario, es el camino que conduce a
su destrucción.
En un sentido es casi imposible, al
menos hoy, pensar en un sujeto que
a través de la historia no haya necesi-
tado este soporte artificial de las dro-
gas. De hecho, hasta donde podemos
reconstruir nuestra historia como es-
pecie, nuestra misma condición de fi-
nitud nos confronta con esa angustia
de base que nos lleva a buscar apoyos
en determinadas sustancias químicas.
Son nuestras «prótesis» culturales, que
hablan, en definitiva, de nuestras fla-
quezas originarias. Es difícil, cuando
no imposible, hablar de «la» condición
humana, una condición única, ahis-
tórica; con modestia podemos hablar
de la condición de ser humano que co-
nocemos hoy. El sujeto de referencia,
aquél del que podemos hablar en este
momento, es una expresión en peque-
ño de la dimensión sociocultural ge-
neral que lo moldea; por tanto, es una
expresión de finitud girando en torno
a valores egocéntricos y donde la lu-
cha en torno al poder juega un papel
central. Esa es, al menos, nuestra rea-
lidad constatable hoy; si la edificación
de una nueva cultura basada en otros
principios da lugar a un nuevo modelo
de sujeto, a nuevas relaciones sociales
y, por tanto, a una nueva ética, está por
verse. En todo caso, hay ahí un desa-
fío abierto. Con mayor o menor éxito,
el socialismo lo ha intentado construir
en estas primeras experiencias del si-
glo pasado. Si aún no se logró, ello no
habla de la imposibilidad del proyecto.
Habla, en todo caso, de su dificultad, de
la lentitud en cambiar modelos ances-
trales. ¿Quién dijo que cambiar la ideo-
logía patriarcal, machista, xenófoba y
egocéntrica que conocemos en todas
las culturales actuales es tarea fácil?
La duda, en todo caso, es ver si ello
será posible cambiar. La apuesta nos
dice que sí. ¿O estaremos condenados a
sociedades centradas en la división de
clases y en el triunfo de los «mejores»?
¿O habrá que aceptar un darwinismo
social originario?
Siendo crudamente realistas, nues-
tra situación en este momento es que
estamos en el medio de un mundo ma-
nejado criminalmente por unos pocos
grandes poderes basados en enormes
capitales privados y con un espíritu mi-
litarista furioso; y son esos factores de
poder los que han puesto en marcha la
estrategia del consumo de drogas ilega-
les como parte de su política hegemóni-
ca. Una vez más, entonces, la pregunta
inicial: ¿qué hacemos ante este estado
de cosas?
A Plena Voz 19
 Llamar casi ingenuamente al no con-
sumo de drogas sabemos que no alcan-
za. En todo caso, con bastante más mo-
destia –o visos de realidad–, se podrían
pensar estrategias para minimizar el
consumo. ¿O podremos terminar algún
día con la angustia de base que genera
estas huidas a paraísos perdidos? De mo-
mento, nadie en su sano juicio podría
concebir un mundo donde los evasivos
no fueran necesarios; pero lo que sí po-
demos intentar es generar una nueva
sociedad donde ningún grupo aliente
las conductas de las grandes mayorías
imponiéndole tendencias, obligándolas
a consumir en función de proyectos ba-
sados en el beneficio de unos pocos.
Los gobiernos revolucionarios, o con
proyectos alternativos al neoliberalismo
salvaje de estos últimos años, están pro-
poniendo nuevos caminos. No se trata
de seguir los dictados del imperio, hacer
buena letra para no ser descertificado
y apoyar la estrategia de represión que
se ha puesto en marcha. Reprimiendo
al usuario o al campesino productor de
las materias primas no se termina con
el problema de las drogas ilegales. Para
atacar el consumo con alguna posibi-
lidad cierta de impactar positivamente
hay que implementar políticas que va-
yan más allá de la represión policíaco-
militar; hay que poner énfasis en la pre-
vención en su sentido más amplio.
Pero terminar con el narcotráfico tal
como hoy lo conocemos implica, por
fuerza, luchar en términos políticos por
otras relaciones sociales. Se trata, inexo-
rablemente, de una nueva sociedad:
nuevas relaciones de clases, nuevas rela-
ciones entre países. Es decir: un mundo
nuevo, una nueva ética, un nuevo suje-
to. Sin ese marco no es posible considerar
seriamente el narcotráfico, sabiendo que
él es, en definitiva, un instrumento más
de dominación de la clase capitalista glo-
bal liderada por el aparato gubernamen-
tal de Washington. dos principales quehaceres la guerra y
Sólo la construcción de una socie-
dad nueva que supere las injusticias de
lo que ya conocemos en el ámbito de
la iniciativa privada basada en el lucro
y que recupere críticamente lo mejor
que hayan producido las primeras ex-
periencias socialistas del siglo pasado,
sólo así podremos pensar de verdad en
terminar con el altísimo consumo in-
ducido y el tráfico de sustancias psico-
20 A Plena Voz
activas como gran problema de salud
a escala planetaria. Sólo una sociedad
nueva a la que llamaremos socialista,
quitándonos de encima el miedo y la
esclerosis que nos produjeron las pa-
sadas décadas de neoliberalismo feroz,
sólo una sociedad con esas caracte-
rísticas, centrada en la equidad, en la
búsqueda de justicia por igual para to-
das y todos, sólo eso será lo que podrá
desarmar esa estrategia de muerte que
hoy, al igual que el siempre mal defini-
do «terrorismo», ha implementado el
imperialismo para seguir manteniendo
sus privilegios disfrazando el control
social con el noble fin de un combate
contra un problema real. El peor ene-
migo de la sociedad, en definitiva, no
son las mafias delincuenciales que tra-
fican con drogas ilegales; el enemigo
sigue siendo el sistema injusto que usa
esa barbarie para beneficio de unos po-
cos privilegiados.
Nadie asegura que los seres huma-
nos, por nuestra misma condición de
finitud, no sigamos apelando por siem-
pre a estos apoyos externos, estos eva-
sivos que constituyen las drogas. Pero sí
podemos –y debemos– buscar modelos
de sociedades más justos donde ningún
poder hegemónico decida maquiavéli-
camente la vida de la humanidad, tal
como sucede hoy día con el capitalismo
desarrollado. Una sociedad que no ofre-
ce salidas, que se centra cada vez más
en los «negocio de la muerte» como son
la guerra, la catástrofe ecológica provo-
cada, el consumo imparable de drogas,
la apología de la violencia, no es sino
una barbarie, es la negación de la civi-
lización. Los «incivilizados» no son los
pueblos que aún están en el neolítico
y con taparrabos, tendenciosa imagen
holywoodense que ya se nos internali-
zó. La barbarie está en la sociedad capi-
talista que no ofrece salida a la marcha
de la humanidad, que tiene como sus
las drogas, primer y segundo rubros co-
merciales del mundo.
En ese sentido, entonces, hacemos
nuestras las palabras de Rosa Luxem-
burgo para mostrar que sin cambio
social no es posible terminar con esta
cultura de muerte llamada capitalismo
que nos envuelve día a día, destruyendo
valores morales y el propio medio am-
biente. Es decir: socialismo o barbarie.
Aproximación al idearium
de Jorge Eliécer Gaitán
Germán Pinto Saavedra
L
os primeros sentimientos políticos
del que esto escribe están ligados
al nombre de Jorge Eliécer Gaitán,
pronunciado con respeto y cariño por
mi padre, cuyo gaitanismo constituyó
la única convicción política verdadera a
través de su vida... Como ocurrió con mi-
llones de colombianos pobres, don Juan
jamás pudo recuperarse del vil asesinato
acaecido ese 9 de abril de 1948. Jamás
consiguió recuperarse de la pérdida del
gran caudillo de la plebe cuya prédica
viva logró sembrar en su pueblo la aver-
sión más profunda contra la oligarquía
liberal-conservadora, culpable –a su jui-
cio– de la suprema degradación de las
costumbres políticas en Colombia.
El concepto de oligarquía
Gaitán –adicto supersticioso de una
concepción dieciochesca, optimista y ar-
mónica de la sociedad civil– creyó siem-
pre que la cualidad más apreciable del
orden democrático radica en la posibili-
dad que éste brinda para la lucha ideoló-
gica y política entre los partidos, «para la
elevada pugna de sus diversos tempera-
mentos y de sus diversas ideas». Pensaba
que la división de la sociedad en partidos
no obedecía a razones de conveniencia
temporal ni a la mera pugnacidad en-
tre intereses económicos contrapuestos.
Persuadido de que se es revolucionario
o conservador por temperamento, con-
sideró las diferencias ideológicas como
ropaje apenas, que cubre las diferencias
afectivas, más reales y hondas, fruto de
la herencia, del pasado de la especie.
El concepto gaitanista de «oligar-
quía», ha pretendido asimilarse a una
noción de tipo clasista, sinónimo de aris-
tocracia, de casta, de burguesía o clase
capitalista. Se trata de una ligereza; en
realidad, Gaitán no era tan cándido como
para creer en la inocencia natural de los
pobres o en la perversidad asimismo na-
tural de los ricos; insistió más bien en que
el totalitario «régimen oligárquico» no
era precisamente «el mando de los que
tienen dinero o posiciones». «Porque, no
creáis, que la oligarquía es solamente el
dominio de la plutocracia. No! […] Oli-
garquía es la concentración del poder
A Plena Voz 21
 total en un pequeño grupo que labora
para sus propios intereses, a espaldas del
resto de la comunidad», que utiliza su
poder económico para ganar influencias
políticas, y sus influencias políticas para
ensanchar su poder económico.
El término «oligarquía», en boca
de Gaitán, no mentaba una cosa simple
sino una categoría genérica integrada
por varias gradaciones específicas: en su
primer nivel, los dirigentes máximos, a
quienes una especie de división natural
del trabajo escinde, a su vez, en dos: los
detentadores del supremo poder político
por un lado y, por otro, «los que aspiran
a que todas las riquezas, la especulación,
los contratos, los negocios, sean para la
camarilla afortunada» En el segundo ni-
vel, los «hombres de inteligencia que tie-
nen almas de secretario», que son «como
las bridas de los caballos, que sirven para
dirigir pero siempre que otros las mane-
jen y, por eso, lo reducen todo a rendir
pleitesía a quienes los dirigen». En la ter-
cera y última capa, «los tentáculos, los
brazos que penetran a todos los lugares,
que van desde el ambiente municipal al
barrio, que atienden al tinglado electoral
para beneficio del país político».
El régimen oligárquico
Como consecuencia de este dominio
absoluto del «país político u oligarquía
que es la misma cosa», se había logrado
desbaratar el concepto ético y conformar
una moderna usanza de acuerdo con la
cual, el hombre cuanto más vil sirve me-
jor, cuanto más abyecto se hace más útil.
Y, así, «los hombres de personalidad, los
hombres de inteligencia que no se doble-
guen, serán puestos al margen y el país
entregado a la degradación moral».
Como se ve, las ideas de Gaitán se
hallaban muy distantes de toda prome-
sa de venganza fascista, de derecha o de
izquierda; muy apartadas de aquella
pretensión que busca convertir en idea-
les políticos la piadosa medianía o el re-
sentimiento contra la desigualdad social.
Por el contrario, en las palabras del di-
rigente bogotano resalta siempre el aire
ético, el tinte moralista, el clima fáustico
de aquel cuadro pintado por su mano
en que se representa un país cuyo pro-
greso ha consistido antes que nada en la
profundización de su decadencia, en el
refinamiento de sus vicios, en la multi-
22 A Plena Voz
plicación de sus corrupciones originarias
y aun en el aprendizaje de otras nuevas:
«Si nuestros hijos quieren triunfar dentro
de esta situación tendrán que transitar
por bajos caminos [...] No triunfarán por
trabajadores, por consagrados, por técni-
cos, agricultores o ingenieros, ni por des-
velados en el estudio, sino porque sean
viles o abyectos con el cacique o con la
situación creada».
Sin embargo, y a pesar de su coraje y
consecuencia en la defensa de los intere-
ses populares, Gaitán nunca pudo adver-
tir con claridad la naturaleza neocolonial
de la política de los Estados Unidos hacia
América Latina, que ya para entonces
había producido la secesión de Panamá,
múltiples agresiones en Centroamérica y
el Caribe y, por sobre todo, había hecho
prevalecer esa doctrina que considera a
nuestra América como su «patio trase-
ro»: «Yo elevo mi colérica protesta con-
tra la afirmación de que mi patria no es
independiente, de que mi patria esté es-
clavizada», dijo en el Congreso en 1931,
cuando ya había sucedido la terrible Ma-
sacre de las Bananeras de 1928, en cuya
denuncia, por lo demás, jugó Gaitán,
como se sabe, un rol tan destacado («…
en este país, el gobierno tiene para los
colombianos la metralla homicida y una
temblorosa rodilla en tierra ante el oro
americano»). Al final, toda la culpa por
aquellos nefastos sucesos fue achacada
al jefe militar Carlos Cortés Vargas y al
último gobierno de la ya cincuentenaria
hegemonía conservadora, presidido por
Miguel Abadía Méndez.
El socialismo gaitanista
En cambio, siempre se manifestó
«socialista», entendiendo por «socialis-
mo» únicamente cierto grado de inter-
vencionismo de Estado: «No admitimos
que el estado pueda ser el Buda indo-
lente –decía– ante cuya mirada inmóvil
el egoísmo individual pueda causar he-
ridas a los intereses comunes; exigimos
su intervención como regularizadora
y equilibrante de las fuerzas sociales y
económicas; el anticuado concepto de la
vieja libertad no es posible en la organi-
zación económica moderna».
Parece poco y, sin embargo, qué
vigencia recobran aquellas aparentes
perogrulladas por estos días en que, gra-
cias a la globalización neoliberal, hemos
retrogradado a la barbarie del viejo li-
beralismo manchesteriano, «mandado
a recoger por inhumano y por cruel y
por atroz»: «El criterio de la propiedad
intangible que permite a cada quien rea-
lizar soberanamente sus deseos, aunque
ponga en riesgo el bien de la comunidad
–clamaba Gaitán– es incapaz de salvar al
país y sólo el criterio de la conveniencia
pública sobre la individual, puede ayu-
dar fecundamente en la tarea de la re-
construcción nacional…»
Más allá, Gaitán fue siempre un
escrupuloso adversario del marxismo,
tanto como fueron adversarios suyos los
marxistas criollos de la hora y, de manera
especial, el naciente Partido Comunista
de Colombia, que siempre militó en su
contra, mal impresionado con la oratoria
gesticulante y espectacular del caudillo
que, en más de un punto, recordaba la
de Mussolini. Por su parte, al bogotano
ofendíale igualmente que se le tratase
de fascista o de comunista: «Rechazamos
–repetía incansablemente– la dictadura
del Estado por el Estado mismo y recha-
zamos también la dictadura de la clase
proletaria sobre las otras clases, pues ella
es, en todas sus formas, absolutamente
ajena a nuestro pensamiento y sentido
político»… Lo cual no le impediría, doce
años más tarde, en 1943, reconocer con
sincera admiración los extraordinarios
logros de todo orden alcanzados en la
Unión Soviética y rubricados con sangre
por el heroísmo insuperable de los de-
fensores de Stalingrado.
En fin, a Gaitán ayer, como a Chávez
hoy, como a Bolívar y a Simón Rodríguez
en su momento, le reprocharon los ideó-
logos su desapego a cualquier doctrina,
su «incoherencia», su falta de docilidad
para sujetarse a una sola idea y, por el
contrario, su insistencia en valerse de
cualquier filosofía que reputase útil para
la causa de su patria y de su pueblo.
Y todo indica que, en los días que
corren, pudiere ser ésa la postura más
lúcida, cuando el propio Fidel, en el oto-
ño de una larga vida, confiesa que el
socialismo, pero, ni siquiera el marxismo
«están bien definidos»; que «hay en la
ideología una confusión colosal»; que «el
mundo en que vivimos es muy diferente
del de antes, que los grandes pensadores
políticos y sociales no podían, a tan larga
distancia, prever».
Un antifascista sin sectarismos

Si en algún respecto la figura de
Gaitán parece grande es en la honradez
de su alma, que lo distinguió siempre
del mal llamado «hombre de partido».
Su crítica no se detuvo ante los delitos
cuando éstos fueron cometidos por co-
rreligionarios suyos; por el contrario, su
imprecación parecía hacerse entonces
más acerba, su censura aún más des-
piadada. Consideró el uso de la prensa
con fines contrarios a la verdad, es decir,
propagandísticos o publicitarios, como
el peor de los atentados. Sus palabras,
a este propósito, son dignas de citarse
ahora, cuando el papel reservado por el
nuevo fascismo global a la prensa y a los
grandes medios nos recuerda fatalmente
al nazismo alemán y al «fascio» italiano:
«...esas máquinas de infierno y de menti-
ra encargadas de anarquizar la concien-
cia moral de los hombres de este pueblo,
máquinas de iniquidad que han conver-
tido en verdadera coacción y chantaje
síquico el elogio o la diatriba».
Finalmente, quisiéramos ilustrar,
con palabras extraídas de aquella elo-
cuente retórica, el carácter ajeno a todo
sectarismo de Gaitán. Oigámoslo en un
célebre discurso suyo, refiriéndose a Lau-
reano Gómez, el más conspicuo y denos-
tado de los dirigentes conservadores de
su tiempo:
«Yo nunca he ocultado esto ni ja-
más lo ocultaré: Tengo admiración por
la personalidad de Laureano Gómez. Me
encuentro a un abismo de sus ideas, pero
yo, que no soy un sectario, destaco al
hombre y me gusta el batallador y el lu-
chador [...] Y me encanta la personalidad
de quien no cede ante los desastres ni
ante la contumelia, ni ante el ataque.»
Un Quijote mestizo
Hasta aquí, un brevísimo esbozo de
la figura de Jorge Eliécer Gaitán, el gran
tribuno que, brotado de las filas del par-
tido liberal, supo no obstante proyectarse
hacia una crítica general del orden social
y político imperante en Colombia desde
la primera mitad del siglo diecinueve. Un
hombre poseído de la vehemencia de los
profetas y moralistas de todos los tiem-
pos, cuya peregrina fe en poder llevar a
cabo la «restauración moral y democráti-
ca de la república» desde el liberalismo
demuestra lo nobilísimo de sus intencio-
nes, pero también lo ilimitado de su cre-
dulidad. La imagen adulterada de su vida
y de su pensamiento ha sido manipulada
de manera grotesca por el viejo partido
santanderista, reo de todas las infamias
a cuya denuncia y combate consagró
Gaitán hasta su último aliento.
Empero, su valentía, su sacrificio a
la causa de los desposeídos, su lucidez,
inspiran todavía respeto y admiración
aun entre quienes intuimos el mundo y el
hombre de una manera diversa de la suya.
Su hidalga pretensión de enderezar todos
los entuertos y vengar todas las afrentas
que a diario se perpetran contra la justicia
y la virtud con la sola fuerza de su brazo;
su decisión de llevar esto a término en un
ambiente saturado de curas y barberos,
de bachilleres y duques, de imbéciles y
forajidos, le garantizan a perpetuidad un
lugar eminente en la muy exclusiva archi-
cofradía de nuestros andantes caballeros,
cuya enseña ostenta impermutable el
nombre para siempre glorioso del héroe
cervantino.
A Plena Voz 23
 Mecanismos que podría utilizar
E
l bombardeo e incursión a terri-
torio ecuatoriano por parte del
ejército colombiano el pasado 1
de marzo, que acabó con la vida
de 25 civiles y guerrilleros, representa
un precedente peligroso para la región
y requiere de una condena contundente
y sanciones concretas que reafirmen la
vigencia de la legalidad internacional.
La resolución de la Vigésimo Quin-
ta Reunión de Consulta de Ministros de
Relaciones Exteriores de la OEA del 17
de marzo revalida el principio de sobe-
ranía territorial y rechaza la incursión
colombiana al territorio ecuatoriano,
pero no especifica ninguna sanción en
contra del Gobierno de Bogotá. Además,
posteriormente a dicha resolución, se
ha agravado la crisis bilateral tras la re-
velación de nuevas informaciones que
confirman la presencia de un ciudada-
no ecuatoriano entre los civiles muer-
tos, lo cual llevó al presidente Correa a
asegurar, el 22 de marzo, que «empren-
derá una dura lucha diplomática contra
Bogotá» para obtener justicia.
Ante la actual situación se pre-
sentan varias opciones al Gobierno de
Ecuador para asegurar una condena in-
ternacional justa en contra de la actua-
ción ilegal del Gobierno de Colombia. En
el presente artículo se presentan los tres
mecanismos jurídicos internacionales
más aptos a utilizar.
24 A Plena Voz
Ecuador para alcanzar
una condena
internacional
contra Colombia
1) Ecuador podría presentar una
comunicación ante la Comisión Intera-
mericana de Derechos Humanos de la
OEA alegando que Colombia ha incu-
rrido en la violación de los derechos hu-
manos contemplados en la Convención
Interamericana de Derechos Humanos.
2) Ecuador podría igualmente
presentar una comunicación ante el
Comité de Derechos Humanos, órgano
de la ONU, alegando la violación de los
derechos incluidos en el Pacto Interna-
cional de los Derechos Civiles y Políticos
(PIDCP).
3) Ecuador podría dirigirse ante
la Corte Internacional de Justicia (CIJ)
para que este organismo dirima la con-
troversia existente con Colombia por la
violación por parte de este Estado de la
soberanía de Ecuador en nombre de la
legítima defensa.
De estas posibilidades, lo mejor se-
ría concentrarse en los mecanismos que
permiten utilizar el Comité de Derechos
Humanos y la CIJ antes que la Comisión
Interamericana.
La Comisión Interamericana es
una de las dos entidades que conforman
el sistema interamericano de derechos
humanos, parte de la OEA, y en estos
momentos este organismo ha estable-
cido una misión para monitorear la si-
tuación en la frontera entre Ecuador y
Colombia. Además, en la mencionada
Fernando Casado Gutiérrez
Are Nagoda
Ewa Sapiezynska
resolución de cancilleres se rechazó la
violación de la soberanía de Ecuador,
pero no se sancionó a Colombia, que es
lo que en última instancia exige Ecua-
dor. Es importante tener en cuenta tam-
bién que la denuncia de un Estado parte
de la Convención Interamericana de
Derechos Humanos a otro Estado par-
te. Solamente se ha intentado poner en
funcionamiento en una ocasión, cuan-
do Nicaragua demandó a Costa Rica
por supuestas prácticas de discrimina-
ción en perjuicio de los inmigrantes, y
la comisión consideró «inadmisible» la
solicitud de procesamiento. Por lo tanto,
es mejor opción para Ecuador abstener-
se de utilizar este mecanismo. Sin em-
bargo, sí se podría, como efectivamente
ya lo ha hecho el Gobierno de Ecuador,
poner a disposición del secretario gene-
ral de la OEA, José Miguel Insulza, las
nuevas informaciones respecto a la ma-
sacre realizada por Colombia para que
continúen y profundicen las investiga-
ciones de este órgano, pero sin pasar
por la comisión.
Una opción mejor para Ecuador se-
ría acudir ante las Naciones Unidas y el
comité que vela por el respeto de los Es-
tados parte del PIDCP para obtener una
sanción en contra de Colombia por ha-
ber violado los derechos humanos con-
tenidos en este tratado internacional.
Ambos mecanismos no pueden usarse
al mismo tiempo, ya que las reglas de
procedimiento del comité no permiten
que dos instancias internacionales exa-
minen un mismo caso o asunto simul-
táneamente.
Dada la urgencia del presente caso,
sería mejor llamar lo antes posible la
atención del comité, que está en estos
momentos, y hasta el 4 de abril, cele-
brando en Nueva York su 92ª sesión,
mientras que la Comisión Interamerica-
na finalizó su 131º período de sesiones
el 14 de marzo y no volverá a reunirse
hasta julio.
Ante el comité Ecuador denuncia-
ría la violación del derecho a la vida de
quienes fueron asesinados durante el
bombardeo colombiano y el derecho a
no ser sometido a tortura, tratos crue-
les, inhumanos ni degradantes de las
tres supervivientes que fueron dejadas a
su suerte después de ser violadas. Habrá
que establecer también si algunas de las
víctimas no murieron inmediatamente
durante el bombardeo por sorpresa del
campamento, sino por las ejecuciones
sumarias por parte de los policías y mili-
tares que acudieron al lugar en helicóp-
teros posteriormente, como lo indican
los testimonios de las supervivientes y
los tiros en la espalda que presentaban
muchos de los cadáveres. Ni qué decir
tiene que a estas personas no se les res-
petaron sus derechos procesales ni la
presunción de inocencia, pues los efec-
tivos colombianos entraron a sangre y
fuego matando a casi todos los que se
encontraban en el campamento de las
FARC.
Seguramente, de producirse una
acción de Ecuador contra Colombia, ésta
contará con el apoyo de los familiares de
los cuatro estudiantes mexicanos muer-
tos durante el ataque y la superviviente
también de esta nacionalidad. Los pa-
dres de los fallecidos ya han expresado
que el crimen contra sus hijos no que-
dará «impune» y que no entienden por
qué si el Gobierno mexicano condenó el
comportamiento de Colombia cuando
se adoptó la resolución durante la pasa-
da reunión de cancilleres de la OEA, no
ha salido aún en defensa de sus ciuda-
danos de manera clara y contundente.
Muy probablemente Ecuador, de iniciar
este procedimiento contra Colombia,
contará también con el pleno apoyo de
los familiares y supervivientes colom-
bianos, quienes difícilmente van a poder
ejercer una acción o confiar en el Estado
que masacró a sus propios ciudadanos.
El Gobierno de Ecuador está, ade-
más, plenamente legitimado para llevar
a Colombia ante el comité, debido a que
los hechos se produjeron en territorio
ecuatoriano; pero, además, el pasado 23
de marzo el Gobierno colombiano se vio
obligado a reconocer que uno de los ca-
dáveres que se llevaron del campamento
que previamente habían bombardeado
era de un ciudadano ecuatoriano.
Es importante destacar que tanto
Colombia como Ecuador han ratificado
el PIDCP, y que el Estado colombiano no
podrá evitar la jurisdicción del Comité
aduciendo que no se han agotado «los
recursos de la jurisdicción interna»,
pues hay que tener en cuenta que en el
caso de presentarse este asunto ante los
organismos jurisdiccionales colombia-
nos sería bastante complicado asegurar
una justa compensación y la salvaguar-
da de la seguridad de las víctimas por
parte del Estado.
Al considerar el presente caso, es
importante tener en cuenta que nunca
se puso este mecanismo en funciona-
miento con anterioridad, es decir, sería
la primera vez que un Estado parte lleva
a otro ante el Comité de Derechos Hu-
manos. De hecho, este mecanismo ha
sido pocas veces utilizado en el resto de
los sistemas regionales en los que existe
–una vez ante la Comisión Interameri-
cana y una veintena ante el Tribunal
Europeo de Derechos Humanos–, pero
si Ecuador no inicia esta acción contra
Colombia, será muy complicado para
las víctimas obtener justicia por las
implicaciones internacionales del caso
que les obligaría a recorrer un tortuoso
camino jurídico, que en el mejor de los
escenarios sería solucionado después de
entre 10 y 20 años.
En relación con la posibilidad de
utilizar la Corte Penal Internacional,
tan sólo comentar que voceros del Go-
bierno ecuatoriano ya han señalado
que los actos llevados a cabo por el Go-
bierno colombiano podrían ser consi-
derados como crímenes de guerra y de
lesa humanidad punibles ante la Corte
Penal Internacional. De esta manera,
las pruebas que recaben Ecuador y la
OEA podrían reforzar las investigacio-
nes preliminares que el fiscal de la Corte
Penal Internacional está realizando en
estos momentos por las múltiples co-
municaciones que ya ha recibido contra
Colombia.
La tercera opción que Ecuador tie-
ne es llevar a Colombia ante la Corte
Internacional de Justicia por la viola-
ción de su soberanía y la definición de
legítima defensa, especialmente porque
Colombia sigue afirmando que la opera-
ción llevada a cabo fue «legítima». Este
mecanismo se puede poner en práctica
simultáneamente al del comité, debido
a que el contenido de las demandas y
las motivaciones son completamente
diferentes: ante el comité se trata de
sancionar una violación de derechos
humanos, mientras que ante el CIJ sería
la violación de la soberanía de Ecuador.
La CIJ tiene como función decidir,
conforme al derecho internacional, las
controversias que le sean sometidas.
Esta jurisdicción se extiende a cualquier
cuestión de derecho internacional, la
existencia de todo hecho que, si fuere es-
tablecido, constituiría violación de una
obligación internacional, la naturaleza
o extensión de la reparación que ha de
hacerse por el quebrantamiento de una
obligación internacional.
El celebre caso Nicaragua contra
EE.UU. puede ser utilizado de base para
llevar a Colombia ante la CIJ. En este
caso, se establece en su punto 5: «los
Estados Unidos de América, al dirigir o
autorizar los sobrevuelos de territorio
nicaragüense y al cometer actos impu-
tables a los Estados Unidos, a los que
se refiere el párrafo 4 [hace referencia
a distintos ataques] de la presente, ha
actuado contra la República de Nicara-
gua, en violación de su obligación, se-
gún el derecho internacional consuetu-
dinario de no violar la soberanía de otro
Estado».
Ecuador debería, por tanto, iniciar
un ataque masivo ante todas las instan-
cias internacionales hasta ahora des-
critas, para que no queden impunes los
crímenes cometidos por Colombia, no
se sienta un terrible precedente de la in-
terpretación del concepto de «legítima
defensa» hasta ahora desconocido en
la región latinoamericana y se demues-
tre que el derecho internacional puede
hacerse valer y que quien lo viole puede
ser sancionado.
A Plena Voz 25
 El obispo
en su
laberinto
Guadi Calvo
Carajos –suspiró–
cómo voy a salir de este laberinto.
Gabriel García Márquez
Algo tiene que moverse también
en Paraguay.
Monseñor Fernando Lugo
P
araguay es un país de contradic-
ciones, ha tenido desde siempre
una extraña vocación insular, a
pesar de estar ubicado en el centro de
Sudamérica. Siendo un país parado so-
bre el reservorio de agua dulce más gran-
de del mundo, el treinta por ciento de la
reserva mundial, casi el cincuenta por
ciento de sus habitantes no tienen acceso
al servicio de agua potable.
Con una economía basada en la
agricultura, los campesinos no poseen
tierras, el 80 por ciento de las áreas cul-
tivables está en manos de latifundistas,
mucho de ellos extranjeros. Hoy es uno
de los países más atrasados de Améri-
ca Latina, cuando antes que ninguna
otra nación del subcontinente inició un
proceso de industrialización con altos
hornos de fundición, ferrocarriles, te-
légrafo, políticas de educación y salud
pública.
Los momentos más luminosos
de su historia llegaron a partir de dos
largos períodos dictatoriales, casi a la
usanza de Roma: José Gaspar Rodríguez
26 A Plena Voz
de Francia (1814-1840) y la de Carlos
Antonio López y su hijo Francisco Sola-
no (1844-1870). Procesos que fueron
abruptamente clausurados con la Gue-
rra de la Triple Alianza, en que el Impe-
rio brasileño, la República Argentina,
y Uruguay en menor escala, alentados
por el Foreing Office, redujeron a ceni-
zas los logros de casi sesenta años dedi-
cados al crecimiento.
Hoy más de dos millones, de los
seis y medio de paraguayos, viven en el
exterior, cuyas remesas se convirtieron
en fundamentales para la economía na-
cional. De los que quedaron, casi el 65
por ciento son pobres y de ellos el 32 por
ciento vive en extrema pobreza.
En 1947 el Partido Colorado asumió
el gobierno, y con diferentes hombres se
encargó prolijamente de desangrar el
país en todos sus aspectos. El epítome
de este largo período fue la ignominiosa
dictadura de Alfredo Stroessner, que des-
de 1954 construiría uno de los sistemas
de terror más afiatados que conozca la
historia universal; la delación, el segui-
miento, la tortura y la muerte consti-
tuyeron las columnas primordiales de
una dictadura que no dudó en entregar
el país a los capitales más perversos. Du-
rante la dictadura de Stroessner, 300 mil
paraguayos fueron detenidos y tortura-
dos, 30 mil desaparecidos y asesinados y
2 millones exiliados.
Stroessner se preocupó por abrir
sus fronteras para que se instalaran en
el territorio desde bases norteamerica-
nas, hasta las más extrañas y peligrosas
sectas. Constituyó el contrabando, des-
de electrodomésticos hasta armas, en
una de las más importantes fuentes de
ingresos del país, para beneficio propio
y de sus sicarios. Formó parte del Plan
Cóndor, una internacional de la repre-
sión junto a las dictaduras de Pinochet
y Videla. Finalmente, en los años seten-
ta, esta típica dictadura latinoamerica-
na se convierte en una narcodictadura,
que produce marihuana a escala indus-
trial y triangula la cocaína que llega
libremente vía aérea desde Colombia,
y se distribuye en el Cono Sur y Brasil,
llegando también a diferentes mercados
de Europa.
El derrocamiento de Stroessner
complementado por quien fuera su
mano derecha y consuegro, el general
Andrés Rodríguez, por indicación del
Departamento de Estado norteamerica-
no, en 1989, no cambiaron las estruc-
turas del poder, sino que pareció afian-
zarse en lo que respecta al contrabando,
narcotráfico y corrupción oficial.
A partir de Rodríguez, quien llamó
a elecciones, se sucedieron una serie
de gobiernos, todos pertenecientes al
Partido Colorado, que al igual que sus
antecesores nada hicieron por cambiar
la estructura corrupta, sino que conti-
nuaron beneficiándose con ella.
Este estado de cosas llevó a Para-
guay a generar ciertos anticuerpos que
el domingo 20 de abril se concentraron
para que el ex obispo católico, Fernando
Lugo, se haya alzado con la presidencia
de la república. Lugo, que sigue siendo
«el obispo de los pobres» a pesar de haber
sido suspendido «a divinis» por el Vatica-
no, en enero de 2007, le propinó la ex-
tremaunción, al conglomerado político
más corrupto y longevo de que se tenga
memoria en el continente: el Partido Co-
lorado
Fernando Lugo fuertemente influen-
ciado por la Teología de la Liberación,
bastión de las luchas populares de Amé-
rica Latina en los años sesenta y seten-
ta, fue discípulo de monseñor Leónidas
Proaño, el mítico «obispo de los indios»
del Ecuador, una de las figuras más com-
bativas de la Iglesia católica latinoameri-
cana. El cura Lugo, que transitó alejado
del establishment oficial de la iglesia fue
expulsado por la dictadura de Stroessner
en 1983 por sus «sermones subversivos»,
pudiendo regresar en 1987.
En abril de 1994, Fernando Lugo
había sido ordenado obispo y asignado
a la diócesis de San Pedro de Ycuaman-
diyú, uno de los lugares más postergados
del país. El nuevo obispo asume un defi-
nitivo compromiso con los pynandí (pies
descalzos, en guaraní) como se llama a
los sectores sociales más desprotegidos
de Paraguay. Orientó a los campesinos
sin tierras a luchar contra el abuso, or-
ganizando tomas de tierras y revindica-
do sus derechos de posesión. En uno de
los momentos de mayor conflictividad,
en 2005, bandas paramilitares pagadas
por los terratenientes quemaron cientos
de ranchos y cuatro mil campesinos de
San Pedro. Los campesinos fueron proce-
sados por una ley de «seguridad» de nor-
mativas indefinidas, aunque se ajustan a
lo que el Departamento de Estado llama
terrorismo.
El trabajo social del entonces obispo
lo llevó en marzo de 2006 a impulsar la
organización de Resistencia Ciudadana,
que agrupó a los principales partidos
políticos de la oposición, las cinco cen-
trales sindicales y más de un centenar
de asociaciones civiles del Paraguay.
Como líder de Resistencia Ciudadana,
el 29 de marzo de 2006 Lugo reunió en
una marcha más de cuarenta mil perso-
nas, una cantidad inédita en las movili-
zaciones políticas del Paraguay, contra
el presidente Nicanor Duarte Frutos. En
junio de 2006, lidera la creación de un
movimiento de concertación nacional
con el objetivo de terminar con 60 años
de poder del Partido Colorado.
El 18 de septiembre de 2007, la
mayoría de los partidos y movimientos
políticos y las organizaciones sociales de
la Concertación Nacional (CN) constitu-
yeron formalmente la Alianza Patriótica
Para El Cambio (Apc) con los movimien-
tos y partidos del Bloque Social y Popular
(BSP), para propugnar la candidatura de
Fernando Lugo a presidente de la Repú-
blica del Paraguay, junto a Federico Fran-
co del Partido Liberal Radical Auténtico
(PLRA) como vicepresidente.
Finalmente, este último 20 de abril,
Lugo se impuso por el 43 por ciento de los
votos contra la candidata oficialista y mi-
nistra de educación Blanca Ovelar, pri-
mera mujer en postularse a la presiden-
cia en la historia del país, quien se colocó
en segundo lugar con un 37 por ciento
y en tercer lugar quedó una de las caras
más atrabiliarias del Paraguay, el general
golpista, multimillonario y sospechado
de narcotraficante Lino Oviedo, con un
13 por ciento.
El nuevo presidente de Paraguay
asumirá el próximo 15 de agosto, y en su
agenda tiene elementos de alta conflicti-
vidad internacional y nacional.
A nivel internacional, sin duda, el
punto más dificultoso será renegociar el
Tratado de Itaipú, un acuerdo comercial
de venta de energía eléctrica a Brasil por
lo que Paraguay recibe 102 millones de
dólares al año, cuando a precio interna-
cional debería recibir 2.200 millones de
dólares anuales. Redefinir con el resto de
los socios del Mercosur (Argentina, Bra-
sil, Uruguay y estados asociados, como es
el caso de Chile, Venezuela y Bolivia) nue-
vas políticas arancelarias. Y, finalmente,
discutir con los Estados Unidos el cierre o
disminución de la presencia de bases mili-
tares norteamericanas, más cuando Was-
hington necesita trasladar los aviones de
vigilancia AWACS y otros sistemas de es-
pionaje de la base ecuatoriana de Manta
por orden del presidente Rafael Correa.
Pero, sin duda, el presidente Lugo
tendrá en su frente interno el flanco más
complejo.
Las décadas de corrupción le dejan
un país con un millón 700 mil desocupa-
dos, 350 mil campesinos que carecen de
tierra, 600 mil niños en estado de desnu-
trición y una población que en un 80 por
ciento carece de atención médica básica.
El Partido Colorado, a quien aca-
ba de vencer, gobierna Paraguay desde
1947. Su figura emblemática es el geno-
cida Alfredo Stroessner, que convirtió al
Paraguay en un campo de concentración
y un paraíso para toda clase de negocios
sucios, dejó también el estado minado
por la corrupción y el clientelismo polí-
tico.
Los estamentos del partido Colorado
han constituido a lo largo de su historia
un laberinto burocrático, prebendario y
corrupto, en que el ex obispo tendrá que
entrar con el cuidado con que se entra a
un campo minado.
Comenzar a desactivar esa infini-
ta madeja podría dejarlo sin gobierno
en cualquier momento. Sus propuestas
como la de renovar la Corte Suprema de
Justicia, la reforma del Estado, establecer
impuestos a la tierra y la soya, limpiar de
corrupción a las instituciones públicas
y una reforma agraria integral afectará
poderosos y consolidados intereses gene-
rando bolsones de resistencia.
En su agenda también hay dos ciu-
dades subrayadas: Pedro Juan Caballero,
capital del narcotráfico, y la estratégica
Ciudad del Este, en la triple frontera, capi-
tal del contrabando y la falsificación. Un
hervidero permanente de agentes de ser-
vicios extranjeros, traficantes de armas
y según denuncian células dormidas de
grupos terroristas musulmanes.
Lugo se ha internado en un peli-
groso laberinto, su discurso progresista
lo acerca al eje Managua, Caracas, Qui-
to, La Paz, lo que hará aún más difícil su
presidencia y lo convierte en un blanco
móvil, para las innumerables mafias que
asolan Paraguay.
El obispo de los pynandí, de los pies
descalzos, de los pobres, tiene una opor-
tunidad histórica y un reto único: ente-
rrar los despojos de una de las dictaduras
más atroces del hemisferio, superar la es-
tructura corrupta del Estado, acabar con
las mafias y aniquilar la política de exclu-
sión que se viene ejerciendo en Paraguay
desde casi ciento cincuenta años.
La pregunta es obvia. ¿Cómo va a
salir de su laberinto?
A Plena Voz 27
 El marxismo histórico
avanza en Cuba
RAÚl VAldés ViVó
El regreso a la actualidad de la re-
volución en buena parte del planeta
hace pensar en palabras proféticas de
Antonio Gramsci que, aunque referi-
das al período inicial de la Revolución
de Octubre, son ajustables a nuestro
tiempo: «Lenin y sus compañeros más
conocidos pueden ser arrollados en el
desencadenamiento de los huracanes
que ellos mismos suscitaron, pero no
desaparecerán todos sus seguidores, ya
son demasiado numerosos. El incendio
revolucionario se propaga, quema co-
razones y cerebros nuevos, hace brasas
ardientes de luz nueva, de nuevas lla-
mas, devoradoras de perezas y de can-
sancios. La revolución prosigue, hasta
su completa realización. Todavía está
28 A Plena Voz
lejano el tiempo en que será posible un
reposo relativo. Y la vida es siempre re-
volución».
La Revolución cubana, eterna-
mente martiana y fidelista, cree llegado
el momento exacto de Marx para descu-
brir las perspectivas de las luchas de los
pueblos a partir de esta nueva situación
internacional.
Y lo primero a entender es que,
además de conmocionar las fuerzas
productivas, el comercio, toda la vida
material de la mayor potencia que haya
existido en la historia, Estados Uni-
dos padece una crisis integral, que por
abarcar el conjunto de las relaciones
sociales, la política, la gobernabilidad,
la moral y la ideología, también pone a
prueba, como el ácido para determinar
la autenticidad de las obras pictóricas
maestras, las teorías capaces de guiar la
praxis universal.
En la vorágine que se está desatan-
do, la teoría de Marx, Engels y Lenin,
defendida y enriquecida por sus conti-
nuadores, es la única capaz de tenerse
en pie debido a que su esencia es doble:
la realidad y la voluntad de cambiar sin
cesar esa misma realidad.
En síntesis, el marxismo de la ne-
cesidad y la libertad. El marxismo de la
verdad y la voluntad. El marxismo se-
diento de ciencia y heroicidad. El mar-
xismo optimista y alerta. El marxismo
que no concibe el factor subjetivo sin
el factor objetivo, en el que para uno
entra la subjetividad que representan
los demás. El marxismo antidogmático
por dialéctico. El marxismo del yo con el
nosotros y del nosotros con cada yo. El
marxismo histórico.
Esa calificación se fundamenta en
que el marxismo, ahora necesario, tiene
por razón de ser la educación, organi-
zación y movilización de la vanguardia
que se alza en cada pueblo y del pueblo
mismo sin el cual ella nada significa. El
gran desafío de los revolucionarios que
luchan por el poder o ya lo ostentan es
que esa razón de ser se verifique en la
práctica.
La historicidad del marxismo hace
considerar las leyes económicas por el
descubierto como tendencias, a la luz
de la apreciación de Marx sobre la ley de
la cuota decreciente de ganancia. Ten-
dencia es la ley con sus circunstancias,
como es la lucha de clases. La tendencia
histórica principal es el inicio del fin de
la hegemonía del imperialismo.
Como genuino gigante del marxis-
mo, Gramsci abordó el tema: «Puede
decirse que el valor histórico de una fi-
losofía es “calculable” a partir de la efi-
cacia “práctica” que ha conquistado (y
“practicidad” debe entenderse en senti-
do amplio). Si es verdad que toda filoso-
fía es expresión de una sociedad, tendría
que reaccionar sobre la sociedad, deter-
minar ciertos efectos positivos y nega-
tivos; la medida en la cual reacciona es
precisamente la medida de su alcance
histórico, de no ser “elucubración” indi-
vidual, sino “hecho histórico”».
Cuando Eduard Bernstein, en re-
visión del marxismo, opuso reforma a
revolución, considerando a la primera
como el único camino y a la segunda
como utopía, Rosa Luxemburgo reafir-
mó el carácter socialista del marxismo
precisamente por considerar la eco-
nomía capitalista como un fenómeno
histórico. Y no sólo respecto al pasado
feudal, sino en su proyección hacia el
socialismo. «La lucha por reformas es el
medio; la revolución social, el fin», con-
cluyó Rosa Luxemburgo.
Es evidente que esa conclusión tie-
ne eco en uno de los componentes de la
amplia y rica definición de Fidel sobre
la revolución: «cambiar lo que debe ser
cambiado».
Puesto que la realidad carece de
límites en el tiempo y el espacio, el
marxismo histórico asimila los aportes
de cuantos van por su mismo camino
emancipador y tiene que continuar nu-
triéndose de nuevos pensadores.
Rosa Luxemburgo examinó la lar-
ga marcha de los sueños socialistas: «El
socialismo, en cuanto ideal de orden so-
cial basado en la igualdad y fraternidad
de todos los hombres, ideal de comuni-
dad comunista, tiene más de mil años.
Entre los primeros apóstoles del cristia-
nismo, entre las sectas religiosas de la
Edad Media, en las guerras campesinas,
el ideal socialista aparecía como la ex-
presión más radical de la revolución
contra la sociedad. Pero en cuanto ideal
por el cual abogar en todo momento,
en cualquier momento histórico, el so-
cialismo era la hermosa visión de unos
pocos entusiastas, una fantasía dorada
siempre fuera del alcance de la mano,
como la imagen etérea de un arco iris
en el cielo».
Y Rosa Luxemburgo siguió dicien-
do que a fines del siglo XVIII y comien-
zos del XIX la idea socialista, libre del
frenesí sectario religioso como reacción
ante los horrores y devastaciones per-
petrados por el capitalismo en ascenso
contra la sociedad feudal, apareció res-
paldada por primera vez por una fuer-
za real. Pero inclusive en ese momento
el socialismo seguía siendo en el fondo
un sueño, el invento de algunas mentes
osadas. Cayo Graco Babeuf, el primer
combatiente de vanguardia en las con-
mociones revolucionarias desatadas
por el proletariado, quiso con un golpe
de mano introducir la igualdad social a
la fuerza, alegando la flagrante injusti-
cia del orden social existente. Después
en las décadas de 1820 y 1830, tres
geniales pensadores representaron el
pensamiento socialista: Saint-Simón y
Fourier en Francia, y Owen en Inglate-
rra. Se basaban en métodos totalmente
distintos, pero, en esencia, en la misma
línea de razonamiento que Babeuf. Des-
de luego que ni uno de estos hombres
pensaba siquiera remotamente en la
toma revolucionaria del poder para la
realización del socialismo.
Llegaron después los anarquistas,
como Blanqui, y hubo insurrecciones
fallidas y el movimiento Cartista en Gran
Bretaña por una carta magna a favor
de los obreros, iniciador de la lucha de
clases. Y fracasaron las revoluciones de
1848, libradas por el proletariado con-
tra los enemigos de la burguesía, que
era su propio enemigo.
Pero ese año, Marx y Engels escri-
bieron El manifiesto del partido comunis-
ta y nació la teoría revolucionaria sin
la cual no puede haber revolución de
emancipación de los trabajadores. Por
no guiarse por esa teoría, a los tres me-
ses de iniciada, la burguesía y el feuda-
lismo se aliaron y ahogaron en sangre,
en 1871, la gloriosa Comuna de París.
La Internacional de Marx y Engels, sa-
biendo que era un intento de tomar el
cielo por asalto, la apoyaron resuelta-
mente, y Lenin extrajo de ella lecciones
decisivas.
Marx descubrió cómo las mismas
leyes que regulan la economía actual
preparan su caída por entrañar la anar-
quía creciente que hace peligrar cada
vez más a la sociedad misma, forjando
una cadena de catástrofes políticas y
económicas devastadoras.
Demostró Marx en El capital que
las tendencias inherentes al desarro-
llo capitalista, llegado cierto punto de
madurez, hacen necesaria la transición
a un modo de producción planificado,
organizado conscientemente por toda
la fuerza trabajadora de la humanidad,
para que la sociedad y civilización hu-
manas no perezcan en las convulsiones
de la anarquía incontrolada.
Y el capital acerca esta hora fatal a
velocidad acelerada, movilizando a sus
futuros sepultureros, los proletarios, en
número creciente, extendiendo su do-
minación a todos los países del globo,
instaurando una economía mundial
caótica y sentando las bases para la so-
lidaridad del proletariado de todos los
países en un solo poder revolucionario
mundial que barrerá el dominio de clase
del capital.
Con Marx, el socialismo dejó de ser
un esquema, una bonita ilusión o un
experimento realizado en cada país por
grupos de obreros aislados, cada uno
librado a su propia suerte. El programa
de acción política común para todo el
proletariado internacional, comenzan-
do por la unión en la lucha de todos los
pueblos, hace que el socialismo se vuel-
va una necesidad histórica, no como qui-
mera, sino con una base objetiva en las
propias leyes del desarrollo capitalista.
La doctrina marxista es hija de la eco-
A Plena Voz 29
 nomía burguesa, pero su parto le costó
la vida a la madre. «La consumación de
la economía como ciencia es una tarea
histórica mundial: su aplicación a la or-
ganización de una economía mundial
planificada. El último capítulo de la eco-
nomía será la revolución social del pro-
letariado mundial», fue la conclusión de
Rosa Luxemburgo, pronto escrita con su
propia sangre. No se sabe cuándo podrá
hacerse ese capítulo final, pero hacia él
se avanza y los teóricos saldrán de todos
los pueblos.
Con su precisión de siempre, Lenin
sintetizó cómo Marx fundamentaba el
paso del capitalismo al socialismo, pri-
mer momento de la formación econó-
mica y social comunista, diciendo que
llegó a la conclusión de que es inevita-
ble la trasformación de la sociedad ca-
pitalista en socialista basándose única y
exclusivamente en la ley económica del
movimiento de la sociedad moderna, la
plusvalía. La socialización del trabajo,
que avanza cada vez con mayor rapidez
bajo miles de formas, y que durante el
tiempo trascurrido desde la muerte de
Marx se manifiesta de forma muy pal-
pable en el incremento de la gran pro-
ducción, de los cárteles, los sindicatos
patronales y los trusts capitalistas, y en
el gigantesco crecimiento del volumen
y el poderío del capital financiero, es la
base material más importante del adve-
nimiento inevitable del socialismo. El
motor intelectual y moral de esta tras-
formación, su agente físico, es el prole-
tariado, educado por el propio capitalis-
mo. Su lucha contra la burguesía, que se
manifiesta en las formas más diversas, y
cada vez más ricas en contenido, se con-
vierte inevitablemente en lucha política
por la conquista de su propio poder polí-
tico (la «dictadura del proletariado»). La
socialización de la producción no puede
dejar de conducir a la trasformación de
los medios de producción en propiedad
social, es decir, a la «expropiación de los
expropiadores».
La historia demuestra que el capita-
lismo no se destruye a sí mismo. Una vez
que lo hacen los trabajadores a través de
su dictadura política, que sustituye a la
dictadura burguesa, el proletariado vic-
torioso pasa a la democracia socialista.
Ello ocurrió en Cuba. No tenemos desde
hace decenios la dictadura del proleta-
riado por no ser necesaria. La burguesía
30 A Plena Voz
criolla, junto a sus servidores, emigró necesitado de perfeccionamiento, obra
a Miami, convirtiéndose en una mafia, de la mezcla de veteranos y bisoños en
agrupación que sólo confía en la violen- la lucha, de la conjugación permanente
cia, siempre sustentada en la mentira de las distintas generaciones, responde
y el engaño. En Cuba no fue prohibido a la verdad de que nación y pueblo se
periódico burgués alguno ni ilegalizado hicieron lo mismo. Y con Fidel dice a los
ningún partido politiquero al servicio del señores imperialistas: ¡a Cuba no la ten-
imperio, sencillamente se desinflaron al drán jamás!
quedar sin el presupuesto del país y los
recursos de los negocios controlados por
el imperio y la oligarquía integrada a él.
Nuestra democracia socialista tiene tal
desarrollo original que el partido de los
trabajadores que dirige la sociedad civil
y el Estado socialistas, ni postula ni elige
en las elecciones, su único afán es que lo
haga el pueblo. Aunque Cuba va bien, e
irá mejor trabajando duro al llamado de
Raúl y el partido, su enemigo histórico,
el imperio norteamericano, va mal, y
con la crisis financiera y económica que
ya comienza, irá peor.
Alientan a Cuba el despertar en
grande de los pueblos hermanos de
Nuestra América y el avance del so-
cialismo en Asia y signos de acciones
populares en otros continentes, que
se recuperan del derrocamiento de la
Unión Soviética y el campo socialista
europeo y del franco viraje a la dere-
cha en la conciencia social en Estados
Unidos, Europa y otros muchos sitios,
aunque ese peligro esté lejos de haberse
vencido. Y las élites de poder en las po-
tencias imperialistas de consuno hacen
o propician guerras agresivas en Irak,
Afganistán, Medio Oriente, con el Go-
bierno de Estados Unidos de gendarme
mayor, ansioso de trasladar sus agresio-
nes a otros países, incluso los de nuestra
región. Todos los pueblos padecerán las
consecuencias negativas de cuanto su-
cede en Estados Unidos, que amenaza
con devenir una repetición de la Gran
Depresión de 1929, que estremeció a
todo el planeta y lo lanzó a la Segunda
Guerra Mundial.
Al unir derechos y deberes por pri-
mera vez en proceso histórico alguno,
no en lo programático, sino en la reali-
dad, aunque todavía sin alcanzar lo po-
sible y necesario, nuestra Constitución
socialista consagra al pueblo como el
único y absoluto dueño de los destinos
del país, que es su propio destino. El
supremo derecho humano conquista-
do por el pueblo cubano es su deber de
autogobernarse. Ese resultado, siempre
Fidel y la errática
lógica de los lacayos
Yldefonso Finol
A
l difunto Jorge Mas Canosa se
le empequeñeció el dedo índi-
ce de tanto golpearlo contra la
mesa al momento de predecir, año tras
año, la muerte de Fidel. «Este año sí cae
Fidel», le decía a los crédulos afiliados
de la Fundación Cubano-Americana
que él presidía y que ha sido la autora
de muchas agresiones contra la isla,
algunas evidentemente terroristas.
Una cosa realmente extraña en
torno a los detractores de Fidel es que
a éste lo acusan de barbaridades que
aquéllos si han protagonizado. Por
ejemplo, a Fidel lo acusaron por varias
décadas de fomentar el terrorismo en
América Latina, y quienes ejercieron
en verdad, de manera cruel y despiada-
da esa práctica deleznable fueron sus
eternos enemigos Luis Posada Carriles
y Orlando Bosh, agentes del Gobierno
de los Estados Unidos, que en 1976 hi-
cieron explotar el avión de Cubana de
Aviación que llevaba a jóvenes depor-
tistas del equipo de esgrima.
¿No fueron, acaso, los más furiosos
anticomunistas quienes impusieron
el terrorismo de Estado a los pueblos
del Cono Sur, con sangrientos golpes
de Estado y consiguientes dictaduras,
hasta llegar a instaurar una transna-
cional del terror como fue la llamada
Operación Cóndor, que persiguió, tor-
turó y asesinó a gente de izquierda en
todo el continente?
Es la lógica fascista de la mentira
repetida la que han querido imponer.
¿Qué no predijeron que sucedería
tras la caída de la Unión Soviética? Se
equivocaron, porque no entienden ni
entenderán la determinación histórica
de un pueblo decidido a construir su
destino sin tutelas imperialistas. Y es allí
donde radica la mágica fortaleza y clari-
dad de un liderazgo como el de Fidel, en
que se apoya en la claridad y fortaleza de
todo un pueblo unido y heroico.
Por eso hemos escuchado otra vez
tantas babosadas de los ignorantes ha-
bladores de paja que colman la radio y
televisión de este país. Vergüenza ajena
me dio oír a un locutor entrevistando
a uno de esos «internacionalistas» que
han proliferado como el cadillo bobo,
donde ambos se festejaban en la espe-
culación de que Fidel estaba muerto.
Cuidado y les pase lo que a Mas Cano-
sa, que lleva diez años enterrado y Fi-
del allí, campante y triunfante.
No se han dado cuenta de que en
Cuba existe una vanguardia organiza-
da que gobierna en equipo bajo direc-
trices que son el resultado del debate de
todo el pueblo. No se han dado cuenta
de que hay todo un pueblo gobernando
y construyendo en forma consciente
las bases de una sociedad futura, más
justa, igualitaria, ecológica y huma-
nista. El socialismo, que es lo que nos
mueve a ser mejores cada día.
Estos anticomunistas de pacoti-
lla se imaginaron una hecatombe en
Cuba al anunciarse la salida de Fidel
del gobierno. Creyeron siempre que eso
sólo ocurriría por el deceso del líder. Se
imaginaron la isla disolviéndose en el
mar como una pastilla efervescente.
Se volvieron a equivocar. Ni Cuba se
deshace ni se acaba la revolución. Hoy
menos que nunca.
Fidel, desde su lecho de merecido
reposo, con la paz espiritual que da el
deber cumplido y la satisfacción per-
sonal de saberse amado y admirado
por todos los pueblos del mundo, espe-
cialmente por los nuestroamericanos,
asume su nueva situación de adulto
mayor con limitaciones de salud para
ejercer las difíciles funciones públicas
de un jefe de Estado. Así de sencillo. Es
la actitud lógica de un revolucionario
que sabe perfectamente que, más allá
del ser individual, está la historia. Y la
historia por venir está llena de las en-
señanzas de Fidel. Es lo que no entien-
den ni aceptan los escasos de huma-
nidad, los pobres de espíritu que han
soñado, ilusamente, con la muerte de
un inmortal.
A Plena Voz 31
 CIPAYAJE Gustavo Pereira

I a quien en la nota condenaba por los ticos y culturales que han ocupado el

E
n el año 2001 escribí un artí-
culo para El Nacional –incluido
luego en el libro Los seres invisi-
bles, publicado por la editorial El
Perro y La Rana a finales del 2006– a
propósito de otro del periodista colom-
biano Plinio Apuleyo Mendoza, en el
cual éste aseveraba que en Colombia no
existía ni mandaba ni gobernaba oligar-
quía alguna, sino ínclita magistratura
de hombres cultos dotados de buena vo-
luntad y, lógica deducción, de amor por
los desposeídos.
Opositor acerbo de Hugo Chávez,
señalamientos que éste hiciera sobre la
implacable aunque socarrona y farisai-
ca clase social (con sus socios y aliados),
responsable directa de mucha de la san-
gre derramada durante cientos de años
en el país hermano, el avezado intelec-
tual aseveraba con énfasis y sans pudeur
que los oligarcas colombianos eran cosa
del pasado, inofensivos espectros, puro
anacronismo de idiotas latinoamerica-
nos (expresión otrora acuñada por él y
Vargas Llosa) dados a ver fantasmas en
la sopa.
En suma, que los estamentos po-
líticos, económicos, militares, eclesiás-
poder desde la Colonia, los apellidos que
se repiten en la historia colombiana en
rosario sibilino como en el poema de
Prévert, la mera oligarquía, pues, había
dejado de existir hace más de un siglo,
se había extinguido más por languidez
que por desdoro con el último virrey,
cuyos herederos ahúman en Bogotá
sus nostalgias entre cigarros y cafés, a
la sombra de inofensivos blasones y me-
lancólicas muchachas en flor.
Gracias, entre otros, a Mendoza,
los venezolanos nos enteramos en-
tonces, y nos seguimos enterando con
asombro hoy, de que el verdadero e in-

32 A Plena Voz
equívoco mando en Colombia lo ejercen
sabios irreprochables y no los oligarcas,
los desheredados y no los herederos, los
vecinos y no los dueños del vecindario,
los lectores y no los amos de los medios,
los campesinos y no los hacendados la-
tifundistas, los artistas y no los militares
y paramilitares, los trabajadores y no
los narcoproductores y narcotrafican-
tes. Cabe decir, los santos benefactores
y no los responsables de las injusticias
sociales.
Los hados saben con cuánto desin-
teresado apoyo de diestros comunicado-
res y poderes imperiales.
II
Este cuadro edénico ha deparado a
la hermana república, desde luego, se-
gún deduje del artículo de Mendoza y
por lo que cuenta la historia oficial des-
de el virreinato –y de Santander hacia
acá– gloriosos años de paz y prosperi-
dad para su pueblo amén de tranquili-
dad para los fronterizos, como podrían
atestiguarlo las más de 5.000 fosas co-
munes, los cientos de miles de asesina-
dos, los miles de torturados, mutilados y
lisiados, los cientos de locos, los miles de
desaparecidos y secuestrados, los miles
de niños y niñas separados de sus fami-
lias, los miles de prisioneros, los miles de
empobrecidos, los millones de desplaza-
dos y desterrados, y entre éstos últimos,
los casi cinco millones que entre noso-
tros viven y trabajan. ¿Cuántas de estas realidades son
La realidad parece menos inadver-
tible que terca.
Y aunque los oligarcas neograna-
dinos y sus orgullosos aliados y discípu-
los lo nieguen, los hechos siempre serán
los hechos; la injusticia social, la más
aberrante de las injusticias; y la guerra,
la guerra, escúrrase o no el bulto se-
mántico para denominar al otro, según
la época, faccioso, bandolero, facineroso,
guerrillero, comunista o terrorista. Los
muertos y los miserables, tal como se
acostumbra, seguirán lejos de los pala-
cios, mansiones o sitios del poder.
III
La magnitud de la herencia dejada
a su país por los supuestamente esclare-
cidos sectores que han ejercido el poder
en Colombia desde los tiempos colonia-
les –como lo prueba un célebre libro de
Fernando Guillén Martínez (El poder
político en Colombia, Bogotá, Planeta,
2006), se refleja también en un informe
de la Cepal: 45% de niños y adolescen-
tes sumidos en la pobreza y 17% en la
indigencia.
Tales cifras han sido ratificadas
por otros estudios. Uno de 2007, elabo-
rado por la Universidad Nacional y la
Contraloría General, señala que treinta
millones de colombianos viven en situa-
ción de pobreza; y otro de la ONU revela
que «en total, 64 de cada 100 colombia-
nos están en el umbral de la pobreza, y
algunos casi en la misma situación de
África, como en el Chocó».
Los investigadores José F. Isaza
Delgado y Diógenes Campos Romero
proporcionan un dato escandaloso: el
6,5% del producto interno bruto del
país se gasta en la guerra (el gasto mi-
litar de los países europeos que confor-
man la OTAN, una de las más poderosas
y terroríficas organizaciones bélicas del
imperio en el mundo, es de 2%). Es de-
cir, el presupuesto militar en Colombia
resulta igual a la suma de lo invertido
en salud, educación y saneamiento am-
biental juntos. Otro dato, de por sí escla-
recedor, incluido en un estudio de Pedro
Medellín y Juan Camilo Restrepo, seña-
la que el 81,2% de los funcionarios pú-
blicos, es decir, 459.687 de los 566.084
empleados, se encuentran asignados a
las labores de defensa.
conocidas en el mundo? ¿Cuánta defor-
mación, manipulación o invención me-
diática se han confabulado para presen-
tar una sola cara de la verdad?
El Dr. Carlos Gaviria, reputado
jurista bogotano y ex candidato a la
presidencia de Colombia, en reciente
entrevista decía: «Cuando un país tie-
ne un gobierno que es, palabras más,
palabras menos, una tiranía, el silencio
y la malformación de la noticia son de
una gravedad extrema y constituyen
un tácito celestinaje. Nos encontramos
ante una opinión pública prefabrica-
da, manipulada y envilecida. En este
contexto, la disidencia pierde la voz, no
por su inexistencia o su vacuidad, sino
sencillamente porque no tiene dónde
expresarse […] Los hechos políticos son
creados por la prensa… mejor dicho,
ahora llega primero el periodista que la
información… […] En el país podemos
distinguir tres actores sociales: el prime-
ro es el reducidísimo sector que sabe los
propósitos de Uribe y comulga con ellos:
los banqueros, los grupos financieros, la
clase alta… El segundo está constituido
por una masa enorme e informe que no
ha entendido para dónde va Uribe, pero
lo defiende, y el tercero nos encontra-
mos los que sabemos bien quién es Uribe
y no compartimos su camino… Uribe no
es otra cosa que un proyecto del estable-
cimiento».
IV
A fuerza de ser primero amos y
luego patrones de tantos siervos y la-
cayos –y por tanto tiempo–, no pocos
oligarcas y discípulos devinieron, por
ósmosis, expertos no sólo en astucias,
pericias y fariseísmos, sino también en
reverencias, genuflexiones y postracio-
nes, pero hacia nuevos señores.
Veamos lo que editorializó en El
Tiempo de Bogotá, importante diario de
su propiedad, uno de los integrantes de
esta ínclita magistratura –cuyo apelli-
do, Santos, no por casualidad descuella
en el gobierno colombiano actual– poco
antes de que sus clamores fueran oídos:
«Más vale tarde que nunca. A los
Estados Unidos ahora sí parece preocu-
parlos el tremendo poderío militar de la
guerrilla colombiana, aliada en muchos
de sus frentes con el narcotráfico. Los
gringos, obnubilados y distraídos por una
boyante economía, se demoran pero llegan
[...] Apoyados en el narcoescándalo del
presidente Ernesto Samper, se empeci-
naron en bloquear toda ayuda militar y
de apoyo estratégico. A la sombra de esa
decisión prosperó lo que hoy con tanta
angustia nos advierten los gringos. Oja-
lá no sea muy tarde para que revisen sus
prioridades de asistencia en estos países y
midan con más tino y menos puritanismo
las demoledoras consecuencias políticas de
un país preso por el narcotráfico y la guerri-
lla» (énfasis nuestro).
Si esto no era llamar a voces a una
potencia extranjera para que intervi-
niera militarmente en su país como ya
lo está haciendo, la semántica yerra.
Pero si las mismas palabras pueden
considerarse conducta de cipayo en vez
de argumento de oligarca, entonces tal
vez la semántica tenga razón.
A Plena Voz 33
 Del mene indígena
A la dictadura del petróleo
Crónica desde el siglo XVI
a los años 60 del siglo XX venezolano
P
rimero, en el tiempo de la primera
colonia, creó el dios del capital el
oro metálico. Tres siglos después
creó el oro púrpura en los tiempos de la
república cafetalera. Por último, en el si-
glo XX, cuando se cambiaron los amos
españoles por los gringos del norte, apa-
reció el oro negro, motivo de todas las
guerras y más de un siglo de saqueos.
Pero, bueno es decirlo, que desde
siempre hubo oro negro, sólo que en el
siglo XVI no había carros y, por lo tan-
to, no era necesaria la gasolina ni gasoil,
pero este oro negro si tenía uso ancestral
en las cuestiones del transporte fluvial,
marino y lacustre en los mismos territo-
rios donde después pisaron las botas inso-
lentes de los yankees, es decir, en el lago
de Maracaibo, tal como lo escribe en su
diario el invasor italiano Galeotto Cey en
1545, cuando viniendo de Coro a El To-
cuyo pasó por aquellas riberas de la costa
oriental del lago, y escribe que:
«junto dicho lago (de Maracaibo)
hay unos charcos, ciertos pozos de asfalto
de gran cantidad que de día hierve con el
calor del sol y de noche se cuaja. Es negro
y se endurece más que el pez y se licua
aún más. Llámanlo los indios MENE y se
sirven de él los cristianos cuando estaban
poblando en dicho lago para embrear las
naves y barcas».
34 A Plena Voz
Pedro Pablo Linárez
11-03-2008
Pero, como ya dijimos, fue a co-
mienzos de 1900 cuando comenzó su
refinación y su exportación hacia los
Estados Unidos de Norteamérica país
éste que desde entonces armó todas las
trampas para controlar los gobiernos de
nuestro país y colocarlos al servicio de
sus intereses.
Se adueñaron del país a nombre
de la libertad y la democracia, tal como
lo advirtió Simón Bolívar, y después lo
hicieron a punta de fusil con la Guerra
Fría, con el propósito de favorecer las
grandes empresas gringas, tal como lo
revela el periodista chileno Manuel Ca-
biese Donoso en su libro Venezuela okey
(1963), en el que, entre otras cosas, de-
nuncian que:
«Rockefeller, el segundo de los cinco
hijos de John D. II y nieto del fundador del
imperio de la Standard Oil, posee otras
dos fincas en Venezuela: Palo Gordo, si-
tuada en Acarigua, estado Portuguesa,
de dos mil doscientas hectáreas, dedi-
cada al cultivo de arroz y a la crianza de
ganado, y Mata de Bárbara, en el estado
Barinas, con sesenta y cinco mil hectá-
reas de llanos en las que pastan ocho mil
cabezas de ganado.
Para adquirir esas fincas hubo ne-
cesidad de expropiar a muchos pequeños
propietarios y arrendatarios. “Una de las
plantaciones elegidas por Rockefeller era
un santuario nacional, una plantación
que antiguamente había sido propiedad
de Simón Bolívar, la que aquél llevó to-
padoras que derribaron los antiguos ár-
boles, convirtiéndola en una granja para
la crianza de cerdos.
Además de esas grandes extensio-
nes de las que es propietario, Rockefeller
dio en concesión 2.300.000 hectáreas
de territorio venezolano para la explo-
tación de petróleo por sus compañías del
grupo Standard Oil de Nueva Jersey. La
más importante es la Creole Petroleum
Corporation, que domina la rica cuenca
petrolífera de Maracaibo.
Es también Rockefeller dueño
de veintidós supermercados. El primero
comenzó a funcionar en Maracaibo, en
1949, para abastecer de toda clase de
artículos alimenticios, fabricados en Es-
tados Unidos, a la numerosa población
norteamericana residente en la zona
petrolera. Al año siguiente abrió su se-
gundo supermercado en la ciudad de Va-
lencia y en 1954 inauguró el tercero en
Caracas. Más tarde vinieron diecinueve
establecimientos más de ese tipo en todo
el país. Los supermercados de Rockefeller
son operados por la Compañía Anóni-
ma Distribuidora de Alimentos (CADA).
Venden alrededor de cinco mil artículos
alimenticios diferentes. En un comienzo
CADA importaba el 80% de lo que ven-
día. Hoy asegura que ha rebajado ese
porcentaje al 15%. Lo que dice es que
una gran parte de los alimentos, jugos,
conservas, licores, golosinas, etc. que
vende se fabrican ahora ciertamente en
Venezuela, pero por las mismas compa-
ñías que operan en Estados Unidos. Las
industrias en el país, que abastecen a los
supermercados de Rockefeller, sólo enva-
san o terminan productos semimanufac-
turados en EE.UU.
CADA depende de la Internacio-
nal Basic Economy Corporación (IBEC),
la corporación financiera hemisférica
de Rockefeller. IBEC fue constituida en
1947. Comenzó a operar en Venezuela
en la época del primer gobierno del par-
tido Acción Democrática, bajo el nombre
de Corporación Venezolana de Econo-
mía Básica. A principios de 1955 pasó a
llamarse IBEC. Actúa también en Brasil,
El Salvador, Puerto Rico y Perú. En Vene-
zuela trabaja “fondos personales de Roc-
kefeller, fondos de la compañía petrolera
y con los del Gobierno venezolano”, de-
dicada especialmente a la explotación de
supermercados e industrias lácteas. En
algunos casos actúa asociada a capitales
venezolanos.
En mayo de 1949, IBEC, con aporte
de ganaderos y productores de leche del
estado Carabobo y con Foresmost Dairis,
otra compañía de Rockefeller, compró la
empresa Industrias Lácteas de Carabobo
C.A. (Inlaca), que introdujo en el país los
envases de cartón para la venta de leche
al menudeo.
La producción de Inlaca es de
150.000 litros diarios y tiene plantas
pasteurizadotas en Valencia, Caracas y
Carora.
El gobierno otorga un subsidio a
los productores de leche, entre los que se
cuenta el propio Rockefeller, lo que per-
mite a Inlaca, que comenzó mezclando
leche en polvo importada con agua de
un río y leche fresca, vender el litro de
leche un 50% más caro que en los Esta-
dos Unidos. La compañía de Rockefeller
es la más importante y domina el merca-
do lechero. Además, posee el control de
la compañía Industrias Lácteas de Perijá
(Ilapeca), que explota diversas marcas de
leche en polvo.
Otra compañía de Rockefeller, la Ar-
bor Acres, junto con IBEC y una simbó-
lica participación de capitalistas venezo-
lanos, constituyó en 1960 la compañía
Desarrollo Avícola C.A (Deaca) para la
producción de huevos fértiles.
Rockefeller, asociado con Eugenio
Mendoza, alto exponente de la gran bur-
guesía nacional, controla también gran-
jas avícolas y fábricas de alimentos para
aves. Se trata de un complejo financiero
que impone precios a las aves de corral,
alimentos, huevos para el consumo y
huevos fértiles para la crianza.
Controlan también una industria
enlatadora de pescado y una fábrica de
harina de ese producto. IBEC se asoció
con la firma norteamericana Rollins
Burdick&Hunter para constituir en 1959
una empresa de seguros con el nombre
de Rolibec Consultores de Seguros C.A.,
que entre otros grandes negocios del
ramo maneja los seguros a que se obliga
el Gobierno venezolano para garantizar
inversiones privadas norteamericanas.
Rockefeller también posee la em-
presa Industrias Integradas S.A. (INSA),
ensambladora de refrigeradoras, coci-
nas, lavadoras y fabricantes de repuestos
para automóviles.
El banco más importante de
Wall Street, el Chase Manhattan Bank,
de Rockefeller, que tradicionalmente ma-
neja el negocio petrolero de la Standard
Oil, es el más poderoso de Venezuela.
David, el menor de los Rockefeller,
a quien está confiada la administración
del Chase Manhattan Bank, hizo en no-
viembre de 1961 un viaje de 24 horas a
Venezuela y adquirió el control del Ban-
co Mercantil y Agrícola.
Otras compañías del grupo Rocke-
feller ocupan lugar preeminente en el
país, como la Westinghouse Internatio-
nal, Paper, Olin Mathieson Chemical,
Western Electric Company (subsidiaria
de la American Telephone & Telegraph,
compartida con Morgan), Bethlehem
Steel, Chesebrough-Pond´s Internatio-
nal Ltd.,etc.
Sin embargo, la empresa más im-
portante de Rockefeller en Venezuela es
la Creole Petroleum Corporation, subsi-
diaria de la Standard Oil Company (de
Nueva Jersey), que produce el 39,11% de
petróleo. En 1962, ese porcentaje repre-
sentó una producción de 72.617.466
metros cúbicos. El gran Standard con-
trola asimismo otras compañías: Mene
Grande Oil Co.; Mobil Oil Company de
Venezuela, Atlanta Refining Company,
con todas las cuales reúne el 60% de la
producción nacional de petróleo.
Más de la mitad de las ganancias
de la Standard Oil de (de Nueva Jersey)
provienen de Venezuela. Las utilidades
declaradas por esa matriz fueron para
1962 de 841 millones de dólares, un
11% más que en 1961 y “casi el 4% so-
bre 1956, el previo año record”.
Sólo Rockefeller obtiene más de
600 millones de dólares anuales de ga-
nancias en Venezuela a través de sus
compañías. Otra tajada casi similar se
llevan la Royal Dutch Shell, que contro-
la el 26,06% de la producción de petró-
leo, la United Status Steel y la Bethlehem
Steel. Estas dos exportan 14 millones de
toneladas métricas anuales de hierro.
Suculentas utilidades obtienen también
las compañías financieras e industriales
de los grupos Morgan, Dupont, Mellon y
los de Chicago, Boston y Cleveland, ade-
más de los grupos anglo-holandeses,
alemanes occidentales y japoneses, que
mantienen a Venezuela prisionera en la
telaraña del imperialismo.
No es de extrañar que Nelson A.
Rockefeller, verdadero faraón de esta
pirámide imperialista, elogiara agrade-
cido al presidente de Venezuela, Rómulo
Betancourt, al recibirlo en su mansión
de Pocantico Hills a orillas del río Hud-
son, el 22 de febrero de 1963. En prue-
ba de amistad le regaló un retrato de
George Washington.»
Ésta es la razón por la cual quita-
ron y pusieron gobiernos, particular-
mente magnates de empresas trans-
nacionales, como en el caso de Nelson
Rockefeller, el mismo personaje que
en diciembre de 1957 reunió en Nue-
va York a Rómulo Betancourt, Rafael
Caldera y Jóvito Villalba para firmar
el acuerdo llamado después Pacto de
Punto Fijo, en el que estos bandidos se
comprometieron a obedecer las orde-
nes del Gobierno norteamericano no
sólo de tipo económico, sino político,
para combatir al comunismo a través
de su Comando Sur en la Escuela de
Las Américas, academia de dictadores
asesinos de revolucionarios en la dé-
cada de los años sesenta y setenta del
siglo XX en su empeño por la liberación
nacional y el socialismo, cuyos sueños
se enlazan con la Revolución bolivaria-
na socialista actual.
A Plena Voz 35
 De los ochenta a los sesenta
Olvídense de todo lo que han apren-
dido. Comiencen a soñar
Mayo del 68
L
a vida exagerada de Martín Ro-
maña, de Bryce Echenique, es un
extraordinario documento que da
cuenta de un momento baldío de Lati-
noamérica en particular y del mundo en
general. El poder económico mundial pa-
rece consolidar su poder en esos años. La
Unión Soviética comienza a pagar caro
sus errores políticos. La corrupción, la
concentración de poder en la clase buró-
crata y su corolario, el burocratismo, hace
mella en la estructura interna, y esto mer-
ma su fuerza exterior, cosa que el poder
económico internacional aprovecha hasta
en sus mínimas consecuencias. El impe-
rialismo capitalista encaja sus mejores
golpes y el bloque soviético dobla las
piernas. Los movimientos revolu-
cionarios en el mundo entero pa-
recen tener una bajamar que se
traduce en rápidos movimien-
tos de las fuerzas trasnacio-
nales para instrumentar
sus políticas económicas,
sus empréstitos, su dis-
curso ideológico y su
particular interpreta-
ción de la historia.
Nos referimos, claro
está, a la década de
los ochenta.
La novela a
la que hacemos
referencia fue pu-
blicada en 1981.
Es una historia
de amor y frus-
traciones escrita
con mucho humor
y gran maestría.
Ambientada en
una década to-
36 A Plena Voz
Rodolfo Porras
talmente distinta pero vista, inevitable-
mente, desde la perspectiva que el poder,
terriblemente hegemónico, había instau-
rado en casi todo el mundo occidental. El
escritor peruano proveniente, además, de
la más rancia burguesía limeña, no esca-
pa de esa percepción de la historia que
taimada y pacientemente había estado te-
jiendo, «hasta en las más finas mallas de
aire», los ideólogos del neoliberalismo.
Así, los movimientos de rebelión ju-
venil que se iniciaron en Europa en la dé-
cada de los cincuenta, que doblegaron y
cambiaron para siempre la historia de Oc-
cidente y que desembocaron en los glo-
riosos días de mayo de 1968, se transfor-
man en un escenario turbio para que nos
entere- mos de
l a
exagerada vida de Martín Romaña. Sus
amigos y su novia, fieles partidarios de
los movimientos estudiantiles y obreros
que le hacían no sólo resistencia, sino la
guerra ideológica y frontal a Charles de
Gaulle y a todo lo que el representaba,
se convierten en una especie de carica-
turas fanáticas y a veces hipócritas que,
además, parecen dar cuenta del resto de
sus camaradas. Así, las contradicciones
de un movimiento político espontáneo,
libérrimo, sin planes previos y sin am-
biciones de poder, son vistas como pro-
ducto de una inteligencia lerda o, como
dijimos anteriormente, de un fanatismo
enfermizo.
La postura de Romaña en relación
con el Mayo francés no es de enfrenta-
miento contra los revolucionarios. Es,
más bien, una postura de preclara inge-
nuidad. Es decir, este niño muy bien
educado, muy bien leído, como le
corresponde a un niño surgido de
la burguesía rancia limeña con
aires de aristocracia, no puede
entender muy bien a estos
compañeros de juergas y de
estudios, que no tienen su
cultura, ni han leído tanto
y con tantas herramien-
tas nada de lo que se
haya publicado hasta
esos momentos. No
puede comprender
la falta de sentido
común ni la inge-
nuidad como dejan
colar en sus filas a
los oportunistas, ni
cómo se dejan lle-
var por meras con-
signas y lugares
comunes. El niño
bien no compren-
de el sueño y las
posturas radicales
de ellos. Y los jóvenes arrebatados por el
furor de nuevos tiempos no comprenden
tanto sentido común ni tanta cultura tan
bien cultivada (valga la redundancia).
Él, en sus contradicciones y su angustia,
esconde una burla velada hacia su novia
y el resto de los jóvenes que forman su
entorno, burla que le permite su supe-
rioridad de clase, su excelente forma-
ción, sus modales y su poder congénito.
Pero sobre todo se puede burlar porque
hay dos elementos que lo hacen indeci-
blemente superior a sus compañeros del
Mayo francés. El primer elemento es que
Martín es una especie de alter ego del es-
critor que crea la historia, los demás son
apenas comparsa. Martín nace como la
encarnación de los valores y los juicios
que pretende el escritor. Martín Romaña,
aunque torpe e hiperbólico, tiene todas
las cartas a su favor. La otra ventaja es
que Martín es un hombre que encaja per-
fectamente en la valoración y personifi-
cación del individuo de la década de los
ochenta (los lectores de la novela), entre
otras cosas, porque los años ochenta son
el producto de la reacción al calco coci-
nada en los setenta contra los años duros
de los sesenta.
Así, una vez derrotada la insurrec-
ción; una vez conminados a la miseria y
al abandono las repúblicas africanas que
se independizaron en los años sesenta;
una vez que los países adquirieron unas
deudas impagables y destinadas a castrar
cualquier intento de autonomía política,
social o económica; una vez «demostra-
da» la superioridad capitalista con el lento
desplome de la Unión Soviética; una vez
que las imposiciones económicas instau-
ran el regreso del liberalismo económico
y la libre competencia como salvadores
del mundo; una vez que las universida-
des de Chicago, Harvard, Yale, Oxford
imponen pensa de Economía, Sociología
e Historia al resto de las universidades
del mundo, y se instaura en la academia
y en la vida cotidiana el neoliberalismo,
el posmodernismo y el fin de la histo-
ria. Todo parece tener una sola calle, el
mundo se acomoda por esta vía o no se
acomoda.
Las políticas energética, bélica y de
consumo son vendidas como realidades
eternas. Vemos cómo el rock que invade
la radio deja de tener letras con mensaje
y derivan a un inocuo disco-music, los
muchachos quieren ser ricos y se burlan
de sus padres jipis o revolucionarios. Las
empresas inauguran la subcontratación y
otros métodos de explotación, los movi-
mientos obreros son minimizados o, en
los países socialistas, puestos al servicio
de la contrarrevolución. En ese contexto,
un personaje como Martín Romaña es
sólo uno más, pero a finales de los sesen-
ta luce adelantado, toda su futilidad luce
profunda. Él interpreta al joven que re-
quiere la década en el que fue publicado
el libro, no al joven que vivió las barrica-
das y los sueños de libertad. Decíamos al
principio que la novela es un extraordi-
nario documento, y lo es, no sólo porque
es muy divertida y está muy bien escrita,
sino porque su éxito da cuenta de ese mo-
mento aciago que vivió la humanidad en
donde el imperialismo económico y tras-
nacional hizo sus mejores avances, hasta
diríase que llegó a su cumbre.
Pero finalizando la sombría década,
con la caída del muro de Berlín, con el
aparentemente sólido triunfo del capi-
talismo y la homogenización del poder,
algo más que el muro comenzó a derrum-
barse. La carrera armamentista dejó de
ser la excusa para la industria militar, las
invasiones a cualquier país por cualquier
cosa lucen como una nueva receta para
mantener el negocio. El consumismo se
aceleró hasta tal punto de que las reser-
vas de energía se agotan, el petróleo se
acaba. De nuevo, las invasiones a cual-
quier país petrolero con cualquier excusa
lucen como la nueva receta para mante-
ner no sólo el negocio, sino el status quo
de los países en donde reside el imperio.
Sin embargo, la resistencia de los pue-
blos invadidos, el renacer de una res-
puesta anticapitalista y contra la industria
bélica surge en muchos países que antes
escribían sus programas de gobierno en
Washington y hoy lo escriben de la mano
con sus propios pueblos. El mundo no
fue para donde ellos lo habían planeado.
Y aunque siguen siendo los más fuertes
y están decididos a seguir siéndolo, nada
les luce prometedor. Si se imponen de
nuevo y reducen a la nada los procesos
de libertad que surgen por todos lados, el
planeta colapsa; si por el contrario el res-
to de la humanidad resiste, entonces los
que colapsan son ellos. Dilema diabólico
para un diablo, diría yo.
Ahora bien, cuarenta años después,
el Mayo francés heroico y combativo
muestra significados y claves que coin-
ciden con las necesidades históricas y de
supervivencia de los seres humanos.
Seamos realistas,
pidamos lo imposible
Parece imposible que el capitalismo
salvaje detenga su marcha de destrucción
y de guerra; que el consumismo, como la
más feroz forma de explotación que ha
sufrido la humanidad, deje de funcionar;
pero si no hacemos que se detengan, van
a acabar con todo. Luchar por ese imposi-
ble es lo más sensato y realista por lo que
se puede luchar en esta primera década
del milenio. Y esto nos emparenta con
esa otra frase emblemática de ese mayo
glorioso: «Paren el mundo, que me quie-
ro bajar», claro que nos queremos bajar
de ese mundo vertiginoso que va más
rápido que el planeta y por eso amenaza
con acabarlo.
De esta manera, entre vuelta y vuel-
ta de la rueda de la historia, Bryce Eche-
nique y la década que realmente habla en
su novela nos muestran un Mayo francés
nostálgico, ingenuo, con personajes cari-
caturescos pero sin consistencia histórica.
Hoy vemos a un Martín Romaña como a
un pichón de yuppie, que regresará a casa
de mami con muchas cosas que contar.
Pero hoy, ya viejo y encumbrado, con po-
cas cosas que decir de aquella época del
68 o de ésta en las que la humanidad se
debate entre sucumbir o construir un nue-
vo orden de justicia, de paz y de respeto
al planeta.
A Plena Voz 37
 Carta abierta
para lo más tuyo
de un verbo destruido,
pero nunca derrotado
Benito Mieses
«Váyase con su país, con su amigos»
me decía desde las últimas arenas
de un desierto que entorpece las neuronas
pero uso esta más cerca del país de los amigos
no de la novia
que le pide medir el tiempo entre
el atol de la abuela
y una tranquilidad que
a fuerza de reclamos se convierte en cacareo
y resulta que uno tiene una novia
tan bella, tan simple, tan ahistórica
que le gustan las novelas rosa
donde nadie hace el amor
Y manipula con su candidez e inocencia
para alargar el aburrimiento de las tardes.
Pero ella no tiene la culpa, tan bella
tan dulce, tan pequeña burguesa
tan colegio de monjas
y yo monstruo antropotírrico
caribe deseoso corporal
que me reto me exijo
porque soy calle de muchos vientos
habitante de oscuros callejones
donde el vicio muestra otras enseñanzas otros
códigos
y la calle resuena siempre
como un río indomable en las arterias
en el corazón
pero uno tiene una novia bella hermosa
como un diamante en bruto
que no acepta los cortes del joyero
y teme a la noche a lo inseguro
como siento esta fugacidad
frente a su anhelo de permanencia
tan hogar cristiano
38 A Plena Voz
y recuerdo su evasiva
pero ella no es responsable
de tanto saco de huesos
tan bien formada tan pacata
pero ser abre mi corazón en el costado
y pide mi cuerpo unión serena
y clamo, clamo, clamo por verla
a pesar de los tabúes
y no desea a su novia
que no acepta a los amigos
que vienen a soliviantar mi corazón
ahora entre ellos (pero solo, sí)
canto para ver el día
entre vasos de alcohol y humos densos
este respirar el blanco que me anima
y abrazo feliz a los amigos
con esa compañía que te marca
que va al fondo del corazón
que te indaga te pregunta te fustiga.
tan mirada de raíz
tan bello envión
pero recuerdo a mi novia
y el corazón tiembla, palpita
el cuerpo se estremece y ansia desbocado
pero es difícil hacerse cuerpo o pensamiento
con un miedo feroz en los ropajes
pero te adoro, seguro que te adoro
y todo este tiempo se hace largo
sin tus rabietas sin tus celos
y un hueco producido por tu ausencia
es capaz de anhelar otras ausencias
y debo decir adiós a los cantos de amor
refugiarme, no en ti, sino en la tormentosa
cadencia de un bolero
leer a Bukowski, Cardenal, Cavafis, la Biblia
en fin hacer resurrecciones en la biblioteca
para olvidarte para borrar tu imagen
y sentir con profunda tristeza
que no te tengo
pero que ese país que tu niegas existe
y está luchando más allá de los papeles
y de los sueños individuales
que se mueven entre los carros, entre los
gritos, se pasea por el barrio, la avenida
emerge como una ola de rojo florecida
y ya vuelve el gallo y anuncia
un despertar de gestas desde hace tiempo
adormecidas y viene vibrando el canto en
mi garganta y hace de mi país un
cuerpo amado, tan amado como el tuyo
y decirte que no hay mentira
que no hay cosa en mí que tu no sepas
y escudo mi fragilidad
en estos cantos que te nombran
pero ahora no sé qué hacer conmigo
después de tanto veneno, tanto alcohol
tanto dolor en la nariz, en el aliento
el corazón. Me cuesta entender
que un leve sobresalto
mande al diablo nuestros sueños
y duele la ausencia de lo que ya se hacía
ausente
esos besos, esas caricias, esos ojos
y nos toca fuerte la falta de un amor
o una costumbre
«Váyase con su país, con sus amigos» me decía
poniendo el acento en los
años recorridos
Y mira hacia atrás como la mujer de Lot
y no encuentra el instante en que su corazón
partió tan lejos
y ahora insisto en leer a Sabines, Mario Rivero,
Jaramillo Escobar
para arrojar luces sobre el amor ardiente
pero la resolana impone un ritmo
difícil de aspirar porque es Tan poco
este vivir a soñar a cielo abierto
y verla a ella tan bella tan leve
tan sin preguntas
y no poder borrarla
sin que caigan una a una todas mis migajas
mientras voy a la mala por las calles
rompiendo mis narices con la nieve
y a veces hace falta un golpe de la piedra
pero ella es una niña
que su ignorancia protege del mal
de este amor malo bellaco
triste de tristura del Chino y de Vallejo
y en los enviones del deseo
que se levantan sobre el tedio de la tarde
pero esta tarde es más triste que todas las tardes
más allá de las pobres tristezas familiares
pero uno ama a una novia que ya no tiene
y el corazón se va ensanchando de tristeza
con ahogos y temblores y esas ganas de plegarse
en las esquinas
pero esperamos demasiado
y la distancia es la distancia
y la flor no perfuma ya los días
voy entonces sin nada
sin resguardos sin cobijos
sin esperanzas que me alce
a seguir batallando entre las calles
de un país que se levanta
y hace colectivos los amores
y esperar que en una esquina me
encuentre de nuevo el rostro amado
más cerca ya del país de los amigos
con sus luchas y las mías en misma dimensión y
misma fuente
y volver a recibir la noche
como un manto protector de los amores.
a MBK
A Plena Voz 39

N
o sólo Platón denigró de
los poetas, excluyéndolos
de la república ideal. Lan-
zando sobre esta claque de
congéneres una maldición per secula se-
culorum. Otros filósofos y escritores han
descargado su amargura y desengaño
en la persona de chirles y hebenes, tal
como calificara Francisco de Quevedo a
este género de sabandijas (Quevedo dixit)
que llaman poetas. No obstante, al sol de
hoy, conviene despejar un tanto el acer-
tijo legado a la posteridad respecto a una
comunidad difusa, dispersa y peculiar,
cuyos rasgos primordiales, a través de
las edades, confluyen hacia la clasifica-
ción del tipo borderline, o personalidad
limítrofe con los abismos, llámese a estos
bohemia, (des) ubicación social, resen-
timiento agudo y crónico, odio visceral
causado por el hambre, delirio, depresión
alcohólica, anarquismo, todo lo cual nos
lleva al resumen de un ser diabólicamen-
te estereotipado.
Los poetas públicos y cantoneros
integran una fauna que refuta los pre-
ceptos de la evolución. El resultado de tal
desvarío genético desemboca en una es-
pecie de camaleón y lagarto, a mitad de
camino entre el politicastro y el hombre
de levita que funge de proverbial sacerdo-
te engominado a la antigua, con aires de
siglo XIX. Eso sí, el tiempo que al principio
gusta vestirse con los andrajos de la ilu-
sión y lo pasajero, reserva la desnudez de
las cosas para la hora del desengaño. Y en
40 A Plena Voz
InfernalSecta
Héctor Seijas
esto los poetas, despedazadores y tahúres
de vocablos, son artífices indiscutibles.
No es raro verlos ajustados a los cánones
de la mentira en cada época y lugar. Hoy
pueden ser revolucionarios y mañana
desencantados entreguistas. Culo roto y
sacrificado en la noria del fichero escolar
que hoy oficia de francotirador y come-
candela, capaz de delatar a su propia ma-
dre, bajo la palmatoria del crepúsculo.
Todo vale en el mundo de los cora-
zones devaluados. Los egos de baja coti-
zación. Por ello, debemos tener presente
la premisa de Carl G. Jung: la persona es
lo que uno no es, pero suele dejar buenos
dividendos. Y la jocosa revelación de un
amigo, según la cual, semejante roña
gusta de merecer primero la figura y
luego el genio. Para ello se convierten en
agencias literarias ambulantes. El marti-
llo es su santo y seña. A través de pasillos
ministeriales, cual viejas desamparadas,
pasan raudos y altivos, a pesar de los có-
licos provocados por el desorden de las
neuronas, y piden aquí y allá prebendas,
tragos de ron, viajes al precipicio, docto-
rados y puestos de engorde en asambleas,
consulados y embajadas, a cuenta del es-
píritu de tal musa que en ellos habita. Los
hay descabelladamente recalcitrantes, go-
mosos, almidonados, prisioneros de una
utopía que naufraga en aguas revueltas.
Como serpientes mudan, a su antojo
y capricho, la piel de la historia. Quienes
escriben guiones de dudosa calidad para
telenovelas, documentales y películas, los
cuales refutan la privilegiada condición de
aedas inspirados. Estos optan, en honor
a su desempeño, a uno que otro premio
concedido desde la madre patria o desde
cualquier otro polo de penetración cultu-
ral enajenada. Sueñan con exilios dorados
a causa de una dictadura comunista que
les permita emular los pasos de Severo
Sarduy, Vargas Llosa y Cabrera Infante, y
últimamente zoe Valdés. El tema de la ho-
mosexualidad les resulta propicio a tales
fines. Siempre que se trate de la homose-
xualidad de los otros, y no de la suya pro-
pia, pues, huyen, a la hora de escribir, de
sus propios cuerpos.
Un denostado ensayista se refiere a
esta fauna cautiva del ancien régime lla-
mándola efebocracia. Y en efecto, hubo
un tiempo en que el pipiolaje se confundió
con los reyes de la metáfora, conspiraba
a su favor. Con la fidelidad debida a un
dogma colonial, bárbaro, neomantuano
y ridículo; los hijos apócrifos de François
Villón no tuvieron suficientes cojones a la
hora de asumir posiciones, de modo que
muchos de ellos pasaron sin pena ni glo-
ria, como viajeros que van en posta, no sin
antes joder un poco. Así lo hicieron. No
dejando señales de ello. Más allá existía un
límite infranqueable, para algunos, siem-
pre los más pendejos. Una pequeña puerta
por donde se accedía al complejo laberinto
de la fama. Valían los ardides. Pura astu-
cia, desde que Dios abrió la boca el primer
día del mundo y dijo: hágase la luz.
Crítica del desarrollismo:
ecología, política
y cambio de civilización
FRAnCisCo jAViER VElAsCo PáEz
E
s tiempo de profundas reflexio-
nes para quienes se identifican
con ideas y prácticas revolu-
cionarias, tiempo para renovar
desde la raíz el pensamiento crítico y
la práctica política, haciendo que la
acción transformadora sea favorable a
la emancipación en sus múltiples sen-
tidos. Tiempo para construir las bases
que den identidad y soporte a una nue-
va sociedad, a un mundo nuevo. Pensar
ese mundo en su emergencia y en su
trascendencia supone necesariamente
abordar la cuestión ecológica, pregun-
tarnos cómo modificar los comporta-
mientos y las mentalidades de cada
uno, cómo reinventar prácticas sociales
para devolver a la sociedad venezolana
en particular, y a la humanidad en su
conjunto, el sentido de su responsabili-
dad, no solamente en lo que refiere a su
supervivencia, sino también para pre-
servar el futuro de la vida en la Tierra.
El modelo de producción y consu-
mo imperante en nuestros días provoca
un deterioro acelerado de la base del
equilibrio ecológico planetario; ello se
A Plena Voz 41
 traduce en la destrucción irremediable
y a corto plazo de las cadenas tróficas en
los océanos, la deforestación y desertifi-
cación aceleradas, el calentamiento de
la atmósfera y los cuerpos de agua, la
destrucción de la capa de ozono, entre
otros problemas. De forma adicional,
el desarrollo de la ingeniería genética y
las biotecnologías, acentúa aún más las
tendencias que perturban el equilibrio
ecológico y abren nuevos riesgos, de
consecuencias incalculables, al liberar
al entorno ambiental organismos ma-
nipulados genéticamente, al tiempo que
pretenden garantizar una nueva oleada
de acumulación de capital en este ám-
bito, a costa del trabajo humano en la
agricultura, la salud de las personas, el
equilibrio de la biosfera y la soberanía
alimentaria de los pueblos y naciones.
A esto se agregan los impactos de los
derechos de propiedad intelectual sobre
seres vivos y otras formas de privatiza-
ción de la vida que amenazan por igual
la supervivencia biológica y cultural. La
aceleración de estos procesos se corres-
ponde con el ascenso más reciente del
capitalismo desatado bajo la sombrilla
de la globalización.
En el centro del modelo globali-
zado de sobreconsumo, sobreexplota-
ción, contaminación planetaria y local,
desigualdad, esterilización cultural y
endeudamiento, están como fuente de
energía los hidrocarburos fósiles. Su
exploración, extracción, transporte,
refinamiento y consumo han sido confi-
gurados de manera tal en el capitalismo
que provocan serios daños ambientales,
sociales y culturales tanto a nivel local
como mundial, cuyos efectos son ma-
yores en los sectores más empobrecidos
y excluidos. El corazón del imperio, los
Estados Unidos, mantenido por deuda
y en progresivo deterioro, amplía su
potencia militar mientras que la élite
de empresas multinacionales agudiza
sus estrategias de dominación compi-
tiendo contra el tiempo. La tendencia
al agotamiento de las fuentes de petró-
leo, el cambio de clima que fundirá los
casquetes polares e interrumpirá seria-
mente las estaciones del crecimiento en
el sistema del suministro de alimentos,
el gigantismo urbano y su endurecido
economicismo propulsor de grandes
desigualdades sociales, la debilidad del
dólar y el derrumbamiento ecológico,
42 A Plena Voz
comprometen gravemente la continui-
dad del orden dominante.
En América Latina, como una he-
rencia directa de las visiones impuestas
desde Europa y América del Norte que
han visto en la naturaleza una frontera
a ser sometida y conquistada, gobiernos
aliados al sistema corporativo globali-
zante y a las clases empresariales, han
tomado el continente y los mares del en-
torno como cosa suya, a ser exprimida
en lo que valga en dinero al más corto
plazo posible. Los gobernantes justifi-
can las privatizaciones o los grandes
proyectos del capitalismo de Estado para
explotar a las poblaciones y expoliar los
ecosistemas. Ya casi todos los proyectos
económicos producen un crecimiento
en materia de fondos en manos de gran-
des financieras o de mayores corpora-
ciones transnacionales, con lo que todo
proyecto de crecimiento interno queda
alejado, entre otros, lo que pudiera re-
clamársele a los estados en materia de
«protección de recursos naturales». La
idea de la naturaleza como fuente de
materias primas, almacén de recursos
naturales y capital natural, ha tenido un
lugar central en las llamadas teorías del
desarrollo y en el imaginario de los gru-
pos dominantes y sectores tecnocráti-
cos. Todas estas concepciones, al no re-
conocer la existencia de otras racionali-
dades, tampoco reconocen la existencia
de otras percepciones y valoraciones de
la naturaleza (colectivas e individuales)
distintas a la de recurso o materia prima.
Venezuela no escapa a esta reali-
dad. Lamentablemente, el desarrollis-
mo de la IV República se perpetúa en el
presente a través de grandes megapro-
yectos mineros, petroleros, gasíferos,
agroindustriales, de transporte y urba-
nísticos, que aún en el supuesto de favo-
recer la «endogeneidad del desarrollo»
y una redistribución más equitativa del
ingreso, implican una destrucción eco-
lógica a gran escala que más temprano
que tarde se revierte en lo económico, lo
social, lo cultural y lo político, en la vida
cotidiana misma de las gentes y sus co-
munidades.
Quienes de manera sincera apues-
tan por un verdadero cambio revolucio-
nario en nuestro país y en la región la-
tinoamericana y caribeña, deben tener
en cuenta que el desarrollismo ha sido
y sigue siendo una estrategia de someti-
miento de la cultura y la naturaleza a la
matriz hegemónica de la economía, una
guerra de la economía dirigida contra la
posibilidad de que movimientos sociales
lleguen a plantear sin rodeos la emanci-
pación integral. El desarrollismo, propio
de la civilización dominante, expresa un
propósito de sojuzgamiento y enajena-
ción de la naturaleza, combinado con la
explotación y el dominio ejercidos sobre
millones de seres humanos. En nuestro
continente sus principales víctimas son
campesinos, indígenas y habitantes de
los barrios pobres. El desarrollismo ha
estado presente tanto en el sistema ca-
pitalista como en el «socialista» buro-
crático estatista atentando contra las
bases ecológicas de la supervivencia
humana. Para propósitos de emanci-
pación hemos de recusar el desarrollo,
tal y como lo conocemos hasta ahora,
y rechazar la imagen lineal de la histo-
ria, en ruptura con esa imagen de una
historia universal impuesta por los colo-
nialistas europeos a todos los países por
ellos sometidos y que fue recogida por
el marxismo –en su versión estalinista,
sobre todo– dando origen a actitudes
contemporizadoras con el desarrollismo
capitalista.
Se avecinan tiempos duros, que lo
serán aún más si no actuamos y no pro-
movemos una reflexión crítica sobre las
consecuencias que derivan y derivarán
en el futuro cercano del desarrollismo.
La terrible amenaza que supone la crisis
económica mundial del capitalismo no
consiste sólo en los daños inherentes a
la misma (desempleo, miseria, hambre,
opresión, destrucción ecológica) que se
añaden a los frutos podridos del fracaso
del desarrollo como sistema de satisfac-
ción de las necesidades de la gente. La
terrible amenaza consiste además y so-
bre todo en las «salidas» que los propios
capitalistas intentan buscar para la cri-
sis de su sistema. Porque esas «salidas»
suponen todas el aumento de la explo-
tación, el desequilibrio ecológico y el su-
frimiento humano. Con ello queremos
decir que no se sale de la crisis replan-
teando el sistema que nos ha conducido
a ella, sino propiciando su fin.
Las alternativas verdaderamente
revolucionarias deben desplegarse como
actividades humanas en armonía con
el sistema de vida y no como viabilidad
ecológica del capitalismo que, en el me-
jor de los casos, apela a fórmulas tales
como «desarrollo sostenible», «energías
limpias»,«materiales reciclables», que
sólo obedecen al miedo de cuestionar
la esencia del desarrollismo. Podríamos
disertar tanto como quisiéramos sobre
este asunto, pero no habremos avanza-
do nada, desde luego, mientras quieran
darse respuestas «tecno-científicas» al
margen de lo político: es decir, es preciso
denunciar que es imposible la conside-
ración de los límites ambientales en esos
términos, cuando, por ejemplo, se pide
la determinación tecnocrática y exacta
de dosis de contaminación, radiación o
pesticidas no peligrosas; cuando se bus-
ca determinar exactamente los niveles
máximos tolerables de emisiones de
dióxido o monóxido de carbono. Tales
determinaciones son fundamentalmen-
te ideológicas y tramposamente intere-
sadas porque en el fondo persiguen un
simple relevo en el mismo contexto de
dominación.
Si la tensión desarrollista conti-
núa, sea cual sea la cosmética social o
ecológica que pueda aplicársele, con el
capitalismo puro y duro o a través de su
hibridación con un socialismo light, en
pocas décadas el deterioro será incom-
parablemente superior al actual, por
no decir catastrófico. Por ello pensamos
que la lucha contra el capitalismo debe
trascender la superación de un simple
modelo de desarrollo proyectándose
hacia la creación de una nueva civili-
zación ecológica con múltiples expre-
siones particulares. Esta gran trans-
formación cultural se tiene que iniciar
pronto. Vivimos en un tiempo crítico de
la historia y por eso nos toca confrontar
la responsabilidad que cada uno de no-
sotros y nosotras tiene.
Para Venezuela esto supone tra-
bajar democráticamente en la forja de
escenarios societales pospetroleros que
nos permitan rehabitar nuestras re-
giones y comarcas como participantes
responsables en los procesos de la vida,
adaptados a las condiciones específicas
de cada ecosistema y de las dinámicas
culturales que se le asocian, en sintonía
con las identidades de las gentes y sus
lugares. Igualmente, implica la adop-
ción de una visión capaz de considerar
a todas las formas de interacción social
como dominios ecopolíticos en el sen-
tido más profundo del término. Esos
dominios incluyen la producción y el
consumo, los sistemas de relaciones
personales, la vida familiar, la crianza
de los niños y niñas, la educación, las
artes, los modos de comunicación, la
vida espiritual, los ritos y celebraciones,
las juegos, entre otros. Hablamos de
una ecopolítica cuya realización exige
prácticas e instituciones compatibles
(radicalmente distintas a las heredadas
de la IV República y del modelo neoco-
lonial petrolero) en su espíritu y am-
plitud. Igualmente, requiere que ellas
reafirmen el compromiso con la vida en
toda su extensión, que sean creativas,
descentralizadas y fundamentadas en
una democracia participativa practica-
da al mayor grado posible.
Para efectuar los cambios
necesarios debe conformarse una ciu-
dadanía vital y activa capaz de tomar
nuevos hábitos al pensar, al sentir y al
actuar, cambiar de perspectiva, dejar
de ver al mundo como algo que hay que
dominar, recuperar la soberanía que
permite convertirnos en verdaderos se-
res humanos y vernos como parte de la
trama de la vida.
A Plena Voz 43
 DE LA
VOCES CALLE
DE LA CALLE
VOCES DE LA CALLE
BURROS.- Me notifica mi amiga ecológica
entre números, puntos cardinales, saba-
nas, que el noble burro corre peligro de
extinción. Así lo confirma la confianza
que dan las estadísticas de la gente seria y
estudiosa. Burro que perece, no vuelve, ni
siquiera como silla de baqueta o tumbado-
ra facturada por Pan con Queso.
El cuero de burro no sirve como
mercancía. Nadie calza alpargatas de bu-
rro, calzado de burro. La cola de burro no
surte efecto como talismán, se prefieren
las patas de conejo. Ningún taxidermis-
ta se atrevería venderle como adorno a
los dueños de tasca de las Mercedes una
cabeza de burro para el gran salón. Los
ricos no quieren a los burros, lo suponen
un pobre animal para los pobres. En los
poemas de Luis Alberto Crespo no apa-
recen los burros. Y si por casualidad se
les ve, estos llevan la humillación de todo
animal apaleado. No sé la causa. En Ca-
rora, cerca del cementerio, vi unos cuan-
tos. En el club León Torres un burro bailó
toda la noche los toques de la Pequeña
Mavare, levitaba por el salón principal,
arrojaba candela por la boca.
Un caballo enjaezado es una catedral
gótica, un buque iluminado. En cambio
el burro es cubista, siempre lo antecede
44 A Plena Voz
WILLIAM OSUNA
una lámpara, un ojo, algo fuera de las di-
mensiones geométricas. Los caballos de
Picasso son burros mal pintados. El siglo
XIX fue equino y de hombres rudos. Los
caballos se fueron a la guerra de indepen-
dencia con los lanceros de Páez. Ahora
corren en el hipódromo y los premian
con medallas en los juegos olímpicos. El
burro se quedó en aquella guerra con su
sistema feudal y sus esclavos durmien-
do en las barracas. Es un poeta bucóli-
co, todo lo ve en marrón y en verde. En
cambio al caballo no le interesan las le-
tras, por eso no distingue al héroe que lo
conduce. De allí sus colores y esa forma
arrogante de dormir en las plazas vestido
de mármol. Si caballo no es cebra, burro
no es trompeta. Juan Ramón Jiménez que
era un andaluz trágico y universal le dejó
a España toda la belleza de su prosa en un
burrito de algodón, sin hueso.
Decir que un gobernador del occi-
dente de Venezuela es un burro, ofende
a la burritud. En la teoría del reflejo, que
tanto gusta a los marxistas-leninista, un
burro es la metáfora del caballo escrita
con lápiz de grafito. Sino cómo se expli-
ca que en el film El Álamo los caballos
se parecían a John Wayne. En cambio,
los burros se asemejaban a los mexica-
 LA CALLE
S DE LA CALLE
nos, que es como decir a venezolanos y
los que siguen hacia la Patagonia. Los
gringos no se van por las ramas como
aquel Barón Rampante que batalló por
Europa de árbol a árbol desde la pala-
bra imperecedera de Italo Calvino. No
creen ni utilizan las metáforas: el áto-
mo a la ciencia, al laboratorio; la bomba
atómica a Hiroshima y Nagasaki.
El burro ha podido ser el gato hi-
dráulico de la edad media. Pero esa fue
una época de dogmas y conversos. La
gente no estaba pendiente del progreso,
sino de salvar el pellejo. Se arrancaban
las muelas a martillazos. Se amanceba-
ban después de despojarse de cinturones
de castidad, enchapados en hierro, con
triple cerradura de seguridad, reforza-
do con alambre de púas. Borges en su
Manual de Zoología Fantástica, nos
refiere la descripción de un burro con
tres patas. Nada excepcional. En los lla-
nos de Venezuela, a golpe de tres de la
tarde, se les ha visto con cinco patas.
También hablan de burros azules y de
burricornios, pero yo no creo en eso.
Jesús de Nazareth era partidario del
burro, con él entró en Jerusalén. Ese bu-
rro nunca dudó ni exigió pruebas mila-
grosas. Tenía más fe que Pedro y Tomás
juntos. Si un camello entra primero por
el ojo de una aguja que un oligarca al
reino de los cielos. Un burro queda exi-
mido de semejante prueba.
Platón. Empresario griego. Voz activa
y de escritura apócrifa, de coinciden-
te uso en las comisarías del fantasmón
burocrático. Parlante de Sócrates. Ae-
ropajizo. En las comilonas se le afec-
taba el cuadrivium. Razón por la cual
hablaba con suma sapiencia de arte,
cultura, ética y estética. Cultivaba una
oralidad compulsiva, sin competidores
en los juegos olímpicos. A consecuencia
de esta oralidad, terminó fumando con
la candela para adentro. Toda Grecia lo
distinguía desde lejos; parecía una loco-
motora al revés.
Su propósito democrático (de corte
neoliberal) fue diseñado para goce y
disfrute de una aristocracia de expertos.
Los poetas estaban condenados a vivir
en las fabelas. Y así otras misceláneas,
de uso corriente, que ustedes conocen
y que van a cuento. Asuntos del mundo
griego que lanzaron a Lorca al zanjón
y a Javier Heraud a las aguas del río
Madre de Dios. John R Saúl lo definió
como brillante novelista. Consumado
humorista. Aún así no pudo inventar a
Sócrates como lo hizo Gustave Flaubert
desde su genial pluma con Madame
Bovary.
Venezolanos. Un venezolano que llevó su
bandera libertaria, más allá de nuestras
fronteras en el siglo XIX; que se fue con
la chusma sin pendón y corneta, con mi
general Zamora bajo los fogonazos de
la Guerra Federal; que en 1902, le dijo
no a las potencias invasoras, se enfrentó
en la noche aterradora contra las dicta-
duras de Juan Vicente Gómez y Pérez
Jiménez, salió el 27 de febrero, año 89
del siglo pasado a golpear la lámpara
del Fondo Monetario Internacional; y
que ahora enfrenta a poderosos intere-
ses mediáticos locales y foráneos, como
aquellos días de abril cuando salió a la
calle a rescatar su presidente y constitu-
ción, merece toda exaltación y respeto.
A Plena Voz 45
 Betancourt,
la soledad
de un mito
PARTE II
Freddy J. Melo
E
n escrito anterior me referí a
cómo el centenario del naci-
miento de Rómulo Betancourt
fue recordado apenas en refe-
rencias mediáticas y actos selectivos, por
personas de su entorno político directa-
mente ligadas a él o convertidas en neo-
partidarias, con mínima presencia de
pueblo y juventud, es decir, añado hoy,
sin la materia prima necesaria para ase-
gurarle una memoria histórica distinta
a la de los académicos, profesionales o
especialistas del futuro; y opiné que ello
es debido a que vivió al revés, enseñan-
do (para consumo de las multitudes)
imagen de revolucionario, demócrata y
patriota «intransigente» e imprimiendo
sobre la realidad (para insertarse en el
complejo de poder dominante) una con-
ducta exactamente opuesta a todo eso.
Desde luego, revisé algunos de los hechos
y palabras que dan soporte de acero a tal
afirmación y prometí proseguir.
Según Simón Sáez Mérida,
quien lo conoció desde muy cerca en
momentos definidores, era un «as de la
simulación y el doble discurso», y según
Moisés Moleiro, quien desde la Juven-
tud de AD tuvo posibilidad más o menos
equivalente a la mía para calibrarlo, su
discurso era triple: uno para el pueblo,
otro para los cuadros y la militancia y un
tercero para los dueños y subdueños de
la riqueza y las palancas de mando. Mi
experiencia personal me hace asumir
46 A Plena Voz
todas y cada una de las sílabas de esas
apreciaciones. El tercer discurso era el
que siempre correspondía a la actua-
ción, mientras que para los otros había
explicaciones de diferimiento por razo-
nes de «astucia» y promesas de que pron-
to habría las condiciones propicias para
su realización.
Se jactaba, considerándolo como
centro o meollo de su liderazgo, de algo
que llamaba «vocación de poder», y en
su capacidad para adquirir y mantener
éste sus partidarios confiaban hasta el
punto de encumbrarlo por encima de
los demás dirigentes del país y de afuera.
Algunos aprovechados lo han colocado,
sin atragantarse, casi al lado del Liberta-
dor. Pero, aparte de que en 1948 cedió
el gobierno sin disparar un tiro, lo que
de verdad logró en nombre de su «voca-
ción» fue una ficción de poder, mediante
el simple expediente de acunarse en bra-
zos de los dueños del mismo y hacerse
más papista que el papa. El poder, para
un declarado propósito de transformar
la sociedad, librándola, por lo menos, de
semifeudalismo y mediatización neoco-
lonial (y antes, incluso, de explotación
social), no podía ser otro que el emanado
del pueblo consciente y organizado para
acometer realmente la transformación, y
eso no fue lo de él. Por ello la Revolución
cubana y su líder le produjeron conmo-
ción y odio profundos, pues revelaban
la desnudez del rey y la mendacidad de
sus explicaciones de «diferimiento» (algo
parecido, por cierto, a lo que sus deudos
sienten hoy por Chávez y la Revolución
bolivariana).
Dentro de esa tesitura del «poder»
sus panegiristas le abonan la facultad
de subordinar a los militares y ser su jefe
indiscutible. Obviando de nuevo el 48 y
la cantidad de levantamientos de todo
signo que contra él se produjeron en su
segundo mandato, queda de nuevo el
asunto de que esa «subordinación» nace,
como lo demás, de haber asumido a ple-
nitud las posiciones castrenses, las de
derecha, por supuesto (habiendo llegado
a la monstruosidad de colocar el Código
de Justicia Militar por sobre la Consti-
tución), amén de haber demostrado a
cabalidad su anticomunismo y proyan-
quismo. Aparte de que lo suyo era, no se
hagan, subjefatura, pues la jefatura sin
condiciones moraba en el Pentágono y se
ejercía a través de la Misión USA incrus-
tada en Mindefensa. Y cerremos ya, sin
que nada se haya agotado.
La soledad en el centenario de Be-
tancourt es la misma del partido y de
la «democracia» que creó. Tienen éstos
la marca de ese Midas de la simulación,
capaz de convertir en mentira cuanto
sus manos tocaban, y por ello, como lo
ha sentenciado nuestro pueblo, no vol-
verán. Para la piedad queda la sentencia
bíblica: que los muertos entierren a sus
muertos.
 A PLENA
Y su s
VOZ
f r at e r no s le c t o r e s Todo venezolano interesado
en política debería leerla.
Antonio Pasquali. La cultura del régimen.
El Nacional (17-07-2005)

La presente misiva es para solicitar la última edición de la
revista A Plena Voz, por la valiosa información que contiene
para nuestra institución, igualmente se aprovecha la
oportunidad para solicitar el libro del Fotógrafo Alexis Pérez
Luna, publicado por la Fundación Editorial El perro y la rana, en
su colección Armando Reverón, ya que estamos organizando la
I Bienal de Fotografía en homenaje al fotógrafo mencionado,
atentamente,
Magally Rico A
Gerencia de Cultura, Deporte, Turismo y Hotelería- IPASME
Por medio de la presente me dirijo a ustedes en la
oportunidad de saludarles y su vez para felicitarles en
nombre de los participantes de 6º semestre del Programa
de Formación de Grado de Estudios Jurídico de la Aldea
Universitaria “Jorge Rodríguez”, en la Ciudad de La Fría
Estado Táchira. Y a su vez para solicitarle la dotación
mensual de 30 ejemplares de la revista A PLENA VOZ,
para ser distribuida a los estudiantes ya mencionados a
fin de debatir en clase temas tan importantes en materia
político, y cultural de los cuales se caracteriza dicha
revista. Le doy las gracias por su atención y en espera de
su pronta respuesta, atentamente,

José Tenefe Gonzalez

Un cordial saludo cargado de felicita-

ciones para todo el equipo productor de
A Plena Voz, por la encomiable y nece-
saria labor efectuada en cada número de
la revista que no arroja el más pequeño
desperdicio.
Andrés Salazar
Estimados Amigos de A Plena Voz, visito con frecuencia su página, y leo la
revista. Vivo en Costa Rica y soy coordinador de una agrupación social juvenil
y participo en otros movimientos sociales. Me gustaría saber si existe la
posibilidad de suscribirme a la revista a pesar de la distancia. Gracias, Saludos
desde Costa Rica.
Gustavo J Fuchs A
Coordinador Juventudes Patrióticas

Me dirijo a ustedes en ocasión de enviarle un saludo y abrazo revolucionario al mismo tiempo felicitarlos por llevar adelante tan
magnífico trabajo que se refleja en cada número de la revista A Plena Voz, de la cual soy asiduo lector desde su primer número;
igualmente me he tomado la libertad de anexarle un cuento de mi autoría con el propósito de que se tome en consideración para su
publicación. Se titula El último pájaro, está relacionado con la ecología tema que nos convoca por igual a luchar por salvar el mundo
de la destrucción impulsada por el afán desmedido de lucro del capitalismo.

Jorge Eliécer Torres

A Plena Voz 47
48 A Plena Voz