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Victimología Tema 6.

La prevención victimal

TEMA 6. LA PREVENCIÓN VICTIMAL

I. LA PREVENCIÓN DESDE UNA PERSPECTIVA VICTIMOLÓGICA

Puede definirse la prevención como el conjunto de medidas destinadas a


impedir que un determinado evento se produzca, que vuelva a producirse o
bien conseguir que se reduzca en frecuencia o gravedad. Una de esas
medidas es la prevención victimal.
Si partimos de la Teoría de la oportunidad, decíamos que para que el
comportamiento delictivo se produzca han de concurrir tres elementos: un
delincuente predispuesto, una víctima propicia y una ausencia de control.
A efectos de prevención, dada la dificultad que entraña persuadir a quien
está dispuesto a cometer el delito, parece evidente que había que actuar sobre
la víctima o sobre los sistemas de control. Pero ¿cómo actuar?, pues, por
ejemplo, con programas de prevención dirigidos a determinados colectivos
especialmente predispuestos a sufrir la victimización, con campañas de
concienciación sobre medidas de vigilancia y seguridad, instalación de cámaras
de seguridad, incrementando el personal de seguridad, etc.
Algunos autores, como BARBERET, se muestran especialmente críticos con
este tipo de prevención, aduciendo que en cierto modo supone una restricción
de derechos sobre las personas, sobre las posibles víctimas, en tanto que
estas restricciones deberían recaer sobre el delincuente.
A modo de ejemplo, en los delitos sexuales, a fin de evitar agresiones se
recomienda no salir de noche, extremar precauciones, etc, o en los casos de
robos en domicilios los hogares tienden a convertirse en fortalezas, pero todas
estas medidas que suponen una restricción de derechos deberían recaer sobre
el delincuente y no tenerlos que soportar la víctima.
Esta teoría, evidentemente, no se sostiene porque se limita a criticar la
prevención victimal pero no dice cómo debería actuarse sobre el delincuente
para evitar la comisión de delitos.
Hay que tener presente que el principal mecanismo de prevención victimal
viene puesto de manifiesto por las campañas informativas.
Por su parte, FELSON y CLARKE se han referido a los medios de control
social (formales e informales) y a los individuos como los núcleos esenciales de
prevención del delito.

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En definitiva, podemos definir la prevención victimal como la aplicación de


una serie de medidas modificativas del entorno y de las condiciones de vida de
las víctimas potenciales con el objetivo de restringir a su mínimo nivel las
oportunidades delictivas.

II. LA IMPORTANCIA DE LA DENUNCIA

La denuncia de la víctima puede producirse inmediatamente después de la


agresión o demorarse en el tiempo y conforma un mecanismo posterior del “iter
victimae”.
La víctima representa la llave del sistema legal, es la que tiene en sus
manos la puesta en marcha del sistema penal, ya que la interposición de su
denuncia conlleva la actuación del sistema y la corrección del agresor. Su
papel cobra especial importancia en los delitos semipúblicos en los que se
exige la formalización de la denuncia para poderlos perseguir.
El papel de la víctima se asocia a tres grandes ámbitos:
- Como detector primario de las desviaciones sociales respecto de la
norma penal.
- Como cuantificador de los perjuicios y vulneraciones de los bienes
jurídicos.
- Y como partícipe en la selección de las respuestas penales.
Podemos decir, por tanto, que la denuncia, como cooperación victimal, es
núcleo esencial para prevenir la criminalidad.
No obstante, en el comportamiento de la víctima podemos distinguir dos
hipótesis: que presente denuncia o que no lo haga. En su decisión influyen una
serie de factores, tanto inhibitorios como favorecedores de la denuncia.

A) Factores inhibitorios de la denuncia:


- Motivación insuficiente, apatía o falta de incentivos (p.e. que el perjuicio
causado sea mínimo)
- Desconfianza en el sistema, puesta de manifiesto por la falta de
protección y el miedo a represalias por parte del victimario. El miedo es
un factor disuasorio esencial para abstenerse de formalizar denuncia y
puede actuar de dos formas: definitiva (en cuyo caso no habrá denuncia)
o temporal (la denuncia se interpone más tarde, lo que genera otros
problemas como la pérdida de pruebas).

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- La ignorancia o falta de conocimiento, como en supuestos de víctimas


dormidas o privadas de conocimiento, mujeres maltratadas que no son
conscientes de su situación, etc.
B) Factores favorecedores de la denuncia:
Siguiendo a HERRERA MORENO, se distinguen fundamentalmente los
siguientes:
- El sentimiento de deber social.
- El deseo de satisfacción emocional y económico.
- Y la intención de buscar la salida a un conflicto.
De tales hipótesis quizás la segunda es la que supone una mayor
motivación para las víctimas, pero lo cierto es que resulta muy difícil que
consigan satisfacer sus expectativas a través de la denuncia, por lo que
después de una primera experiencia judicial la víctima se piensa mucho más
volver a formalizarla.

III. VICTIMAS POTENCIALES Y PROPENSIÓN VICTIMAL

El contenido de este epígrafe no se ve en clase.

IV. MODELOS DE PREVENCIÓN

En el ámbito de la prevención victimal podemos distinguir tres grandes


modelos de prevención: evolutivo, situacional y social.
a) Modelo evolutivo
Este modelo parte de la idea de que es posible identificar factores de riesgo
de la conducta delictiva de los sujetos. Son factores de naturaleza individual,
familiar y escolar, que actúan a modo de predictores de la conducta del sujeto,
y permiten predecir un comportamiento delictivo futuro. A modo de ejemplo, el
fracaso escolar, el abuso de alcohol, el consumo de drogas, etc.
Este modelo propone llevar a cabo programas de intervención sobre estas
personas que corren riesgo de delinquir, programas como el adiestramiento en
habilidades sociales, el control de la impulsividad, programas escolares, etc. El
objetivo de estos programas sería atajar los factores de riesgo asociados a la
conducta delictiva.

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La principal crítica a este modelo es que se está pretendiendo intervenir en


situaciones predelictuales, es decir, ante comportamientos que aún no han
llegado a constituir infracción penal, por lo que resulta imposible imponer a los
sujetos la realización de tales programas.

b) Modelo situacional
Se fundamenta en la Teoría de la oportunidad (para que el comportamiento
delictivo se produzca han de concurrir tres elementos: un delincuente
predispuesto, una víctima propicia y una ausencia de control) y trata de evitar la
concurrencia de estas tres variables actuando sobre alguna o algunas de ellas.
Como ya se dijo, a estos efectos de prevención, dada la dificultad que
entraña persuadir al delincuente, parece evidente que había que actuar
especialmente sobre la víctima o sobre los sistemas de control.

c) Modelo de prevención social


Este modelo encuentra su fundamento en la Teoría de la desorganización
social.
Dice esta teoría que en las ciudades existen zonas que registran mayores
tasas delictivas, denominadas zonas de transición, en las que convive una
población en declive, con frecuentes problemas y un gran movimiento de
personas, lo que produce esa desorganización social que terminará generando
el delito.
Aquí se propone actuar sobre tal desorganización que origina la
criminalidad, abogando por instaurar estructuras sociales que hagan disminuir
las tasas delictivas.

A modo de conclusión, de los tres modelos citados, a efectos de prevención,


parece que el más real es el modelo situacional, ya que el modelo evolutivo
presenta problemas de aplicación por su intervención predelictual, y el modelo
social no tiene en cuenta que la intervención de las víctimas se encuentra
limitada porque se hallan inmersas en la desorganización.

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